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INTRODUCCIÓN

La creación intelectiva del hombre, como ser eminentemente espiritual, no


se detiene ni paraliza en un lugar concreto, dentro de los límites territoriales de
una Nación. Por el contrario, la dinámica de los tiempos hace que las obras, se
transmitan, difundan o reclamen de un lugar a otro, sobre todo teniendo en cuenta
el grado de desarrollo que han cobrado en la actualidad los medios de
comunicación, como producto de la evolución cultural de los tiempos. El auge
producido en la sociedad después de la invención de la imprenta, así como el
descubrimiento del fonógrafo, del cinematógrafo y la radiodifusión, determinaron
que las impresiones mecánicas como los libros, los sonidos y las imágenes,
determinaron que la difusión de las ideas y las creaciones, adquirieran gran
trascendencia, transportando éstas de un confín a otro del universo, ante públicos
diferentes, espectáculos y eventos que determinaron analizar que no era posible la
vigencia del Derecho de Autor, en un sólo territorio determinado, o circunscripto
dentro de los límites territoriales de un país único.
Con este afán, y a los efectos de prevenir la gran demanda de nuevas
creaciones, en primer lugar se crearon las sociedades de gestión colectiva de
derecho de autor, para organizar e implementar la infraestructura necesaria para la
defensa y protección de este derecho dentro de un territorio local, y luego
transponiendo sus fronteras, extender más allá de los límites de su órbita nacional,
abarcar también el campo internacional, a los efectos de que esa protección tenga
vigencia extranacional. Porque, de nada serviría a los autores, el derecho
reconocido sobre sus obras en el país de origen, si no se asegura esta misma
protección en el exterior, y no se cuente con los dispositivos necesarios para el
efecto.

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CONVENCIONES Y TRATADOS AMERICANOS
SOBRE DERECHO DEL AUTOR:

Tratado de Montevideo de 1.889.

En el marco del Primer Congreso Sudamericano sobre Derecho


Internacional Privado celebrado en la Ciudad de Montevideo, el 1]. de enero de
1889, fue aprobado el Primer Tratado sobre Propiedad Literaria y Artística de
América, evento que contó con representantes de los países de Argentina, Bolivia,
Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay.
En este mismo Congreso, no fue el único Tratado aprobado, sino también
fueron firmados otros tratados sobre Derecho Internacional Civil, Comercial,
Penal, Procesal, Patentes de Invención, marcas de Comercio y de Fábrica, así
como sobre el ejercicio de profesiones liberales y un Protocolo Adicional, firmado
el 13 de febrero de 1889, entre Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y
Uruguay.

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En este instrumento Internacional, se resolvió lo siguiente:
1.- Los Estados signatarios se comprometen a reconocer y proteger los
derechos de la propiedad literaria y artística, de conformidad con las estipulaciones
consignadas en el citado tratado.
2.- El autor de toda obra literaria o artística y sus sucesores, gozarán en
los estados signatarios, de los derechos que les acuerde la ley del Estado en que
tuvo lugar su primera publicación o producción. (Lex Loci Publicationis o Ley
Originis).
3.- El derecho de propiedad de una obra literaria o artística, comprende
para su autor, la facultad de disponer de ella, de publicarla, de enajenarla, de
traducirla o de autorizar su traducción, y de reproducirla en cualquier forma.
4.- Ningún estado estará obligado a reconocer el derecho de propiedad
literaria o artística, por mayor tiempo del que rija para los autores que en él obtenga
ese derecho. Este tiempo podrá limitarse al señalado en el país de origen, si fuera
menor.
5.- En la expresión “OBRA LITERARIA Y ARTISTICAS”, se
comprenden los libros, folletos y cualesquiera otros escritos; las obras dramáticas o
dramáticas musicales, las coreografías, las composiciones musicales con o sin
palabras, los dibujos, las pinturas, las esculturas, los grabados, las obras
fotográficas, las litografías, las cartas geográficas, los planos, croquis y trabajos
plásticos relativos a geografía, a topografía, arquitecturas o a ciencias en general; y
en fin se comprende toda producción del dominio literario o artístico, que pueda
publicarse por cualquier modo de impresión o de reproducción.
6.- Los traductores de obras acerca de las cuales no exista o se haya
extinguido el derecho de propiedad garantizado, gozarán respecto de sus
traducciones, de los derechos declarados en el Art. 3°, mas no podrán impedir la
publicación de otras traducciones de la misma obra.
7.- Los artículos de periódicos podrán reproducirse, citándose la
publicación de donde se toman. Se exceptúan los artículos que versan sobre

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ciencias y artes y cuya reproducción se hubiera prohibido expresamente por sus
autores.
8.- Pueden publicarse en la prensa periódica sin necesidad de autorización
alguna, los discursos pronunciados o leídos en las asambleas deliberantes, ante los
tribunales de justicia o en las reuniones públicas.
9.- Se consideran reproducciones ilícitas, las apropiaciones indirectas, no
autorizadas de una obra literaria o artística y que se designa con nombres diversos,
como adaptaciones, arreglos, etc. y que no son más que reproducción de aquella,
sin presentar el carácter de obra original.
10.- Los derechos del autor se reconocerán, salvo prueba en contrario, a favor
de las personas cuyo nombre o pseudónimo estén indicados en la obra literaria o
artística.
11.- Las responsabilidades en que incurren los que usurpen el derecho de
propiedad literaria o artística, se ventilarán ante los tribunales y se regirán por las
leyes del país en el que el fraude se haya cometido.
12.- El reconocimiento del derecho de propiedad de las obras literarias o
artísticas no priva a los estados signatarios de la facultad de prohibir, con arreglo a
sus leyes, que se reproduzcan, publiquen, circulen, representen o expongan
aquellas obras que se consideren contrarias a la moral.
13.- No es indispensable para la vigencia de este tratado su ratificación
simultánea por todas las naciones signatarias. La que lo apruebe comunicará a los
Gobiernos de la República Argentina y Oriental del Uruguay, para que lo hagan
saber a las demás naciones contratantes. Este procedimiento hará las veces de
canje.
14.- Hecho de canje en la forma del artículo anterior, este Tratado quedará en
vigor desde ese acto por tiempo indefinido.
15.- Si algunas de las naciones signatarias creyese conveniente desligarse del
Tratado o introducir modificaciones en él, lo avisarán a las demás, pero no quedará
desligada, sino dos años después de la denuncia, término en el que se procurará
llegar a un nuevo acuerdo, y por último,

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16.- El Art. 13 es extensivo a las naciones que no habiendo concurrido a este
Congreso, quisieran adherirse al presente Tratado.
Como puede apreciarse, los principios consagrados por el Tratado de
Montevideo de 1889, contiene las doctrinas más avanzadas de su época, estando
aún vigentes, varias de sus disposiciones.

Convención de México de 1.902.

En la Segunda Conferencia Panamericana, celebrada el 27 de enero de 1902,


en la Ciudad de México, fue aprobada una Convención para la protección de obras
literarias y artísticas. Según la Dra. Delia Lypszyc, en su obra citada. página 609, la
influencia del Convenio de Berna, es aún mayor en la Convención de México que
en el Tratado de Montevideo, porque en la misma se estipuló “que los Estados
signatarios, se constituyen en UNIÓN para reconocer y proteger los Derechos de
Propiedad literaria y artística” y se adopta el principio de la “asimilación o del trato
nacional” al adoptarse que los “autores pertenezcan a uno de los países signatarios,
o sus causahabientes, gozarán en los otros países de los derechos que las leyes
respectivas acuerden actualmente o acordaren en lo sucesivo a los nacionales (Art.
5°).
Este convenio fue firmado por los siguientes países: Costa Rica, Rca.
Dominicana, Estados Unidos de América, Guatemala, Honduras, Nicaragua, El
Salvador, Uruguay, Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Haití, México, Paraguay,
Perú y Ecuador.
En cuanto a formalidades, prosigue diciendo la Dra. Delia Lypszyc, en su
obra arriba citada, sobre la obra se exige una solicitud ante el Departamento Oficial
que cada Gobierno firmante designe, acompañada de dos ejemplares; si el autor o
sus causahabientes desearen que el derecho de propiedad les sea reconocido en
otros países signatarios, acompañarán, además, tantos ejemplares de su obras
cuantos sean los países que designen. El Departamento Oficial distribuirá entre

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estos países los ejemplares acompañados por una copia del certificado a efectos de
que en aquellos sea reconocido el derecho de propiedad del autor, pero las
omisiones no darán derecho a los interesados a entablar reclamaciones ante el
Estado (Art. 4º)

En consecuencia, los puntos más resaltantes de esta Convención, como lo


sostiene el Dr. Ricardo Antequera Parilli, en su obra antes citadas, págs. 342 y 343,
son los siguientes:
1.- Los estados signatarios se constituyen en UMÓN para reconocer y
proteger los derechos de “PROPIEDAD” literaria y artística.
2.- Se exige, como formalidad para el reconocimiento de derecho sobre la
obra, una solicitud del Gobierno respectivo, acompañada de dos ejemplares de la
misma.
3.- Los autores pertenecientes a uno de los Estados Contratantes, o sus
causahabientes, gozan en los otros países de los mismos derechos que las leyes
respectivas acuerden a sus nacionales.
4.- Se reconoce el DERECHO DE CITA o REPRODUCCIÓN de fragmentos
de obras literarias o artísticas en publicaciones destinadas a la enseñanza o para
crestomatías, y
5.- Se contempla el secuestro de toda obra falsificada, sin perjuicio de las
penas e indemnizaciones previstas en la respectiva legislación nacional.

Convención de Río de Janeiro de 1.906.

Fue firmada el 23 de agosto de 1906, con motivo de la Tercera Conferencia


Panamericana, por representantes de los gobiernos de Argentina, Brasil, Bolivia,
Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador, Estados Unidos, Guatemala,
Honduras, México, Nicaragua, Perú, Paraguay, Panamá y República Dominicana,

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sobre Patentes de Invención, Dibujos. y Modelos Industriales, Marcas de Fábrica y
de Comercio y Propiedad Literaria y Artística.
Dicha Convención, adoptó el Tratado suscripto en México en 1902, con
algunas modificaciones, y se constituyó en una UNIÓN de las Naciones
Americanas, hechas efectivas a través de la creación de dos oficinas, bajo el
nombre de Oficinas de la Unión Internacional Americana para la Protección de la
Propiedad Intelectual e Industrial, las que funcionarían una en La Habana y otra en
la ciudad de Río de Janeiro, con el fin de centralizar el Registro de Obras y
productos protegidos de acuerdo a la delimitación geográfica, que para cada oficina
estableció la Convención. La oficina habilitada en La Habana, Cuba, eran para los
países de América del Norte, Centroamérica y la parte Norte de Sudamérica. Y, la
de Río de Janeiro, para los demás países de la América del Sur. Estas oficinas
nunca entraron en funcionamiento, hasta la fecha.
Además, en esta Convención, se legisló también sobre Patentes de Invención,
Dibujos y Modelos Industriales, Marcas de Fábrica y de Comercio y sobre
Propiedad Literaria y Artística en general. Conviene aclarar que esta Convención
varía en materia de plazos mínimos la protección al disponer que la duración de la
protección internacional relativa al Registro de obras, está dada en las leyes del
país que hubiere reconocido el derecho y si estas leyes no establecen término, o no
contuviesen disposición sobre este punto, la protección será de 25 años después de
la muerte del autor en materia de obras literarias y artísticas.

Convención de Buenos Aires de 1.910.

Durante la Cuarta Conferencia Internacional Americana, realizada en la


ciudad de Buenos Aires República Argentina el 11 de agosto de 1910, fue firmada
la NUEVA CONVENCIÓN SOBRE PROPIEDAD LITERARIA Y ARTÍSTICA.
Estuvieron presentes representantes de la mayoría de los países como Argentina,
Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Estados

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Unidos de América, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá,
Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Fue el que recibió
mayor número de adhesiones.
Esta Convención, ratificó la mayoría de las disposiciones protectoras,
relativas a la propiedad literaria y artística, ya contempladas en las convenciones
anteriores.
Sin embargo, con ligeras variantes, incorporó nuevos principios como el que
los Estados Signatarios reconocen el derecho obtenido en cualquiera de los otros
Estados, sin necesidad de formalismo alguno, siempre que aparezca en la obra,
cierta manifestación que indique la RESERVA DE PROPIEDAD. Igualmente se
dispuso que el término de protección de los derechos de los autores o sus causaha-
bientes, nacionales o extranjeros domiciliados, no pueden exceder del acordado en
el país de origen, así como que considera “PAIS DE ORIGEN” de una obra, al de
su primera publicación en América.
En este evento internacional, representaron a nuestro país el Dr. TEODOSIO
GONZÁLEZ y el Dr. JOSÉ P. MONTERO. El primero de los nombrados autor del
Código Penal, donde incorporó en el Art. 416 del citado Código, la doctrina más
moderna hasta entonces conocida sobre los bienes que comprenden las obras
artísticas y literarias, a saber: libros, folletos y cualesquiera otros escritos, las obras
dramáticas o dramáticas musicales, las coreografías, las composiciones musicales,
los dibujos, las pinturas, las esculturas, los grabados, las obras fotográficas, las
litográficas, las cartas geográficas, los planos, croquis y trabajos plásticos, relativos
o geográficas, topografías, arquitecturas o ciencias en general, y en fin, se
comprende toda producción del dominio literario y artístico que pueda publicarse
por cualquier medio de impresión o de reproducción. Para el efecto, penalizó con
penitenciaria hasta un año, a querella de parte, y multa del doble del provecho
obtenido, con el delito al que se apropiare o reprodujere indebidamente de obras
literarias o artísticas. La pena será disminuida a la mitad, si se trata de
apropiaciones o reproducciones indirectas, designadas con los nombres de
adaptaciones o arreglos.

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En consecuencia, incorporó las siguientes disposiciones:
1.- Los Estados signatarios, reconocen y protegen los derechos de
propiedad literaria y artística, de conformidad con las estipulaciones de la presente
Convención.
2.- En la expresión “OBRAS LITERARIAS y ARTISTICAS”, se
comprenden los libros, escritos, folletos de todas clases, cualesquiera sean las
materias de que se trate, y cualquiera que sea el número de páginas, las obras
dramáticas o dramáticas musicales, las coreografías, las composiciones musicales,
con o sin palabras, los dibujos, las pinturas, las esculturas, los grabados, las obras
fotográficas, las esferas astronómicas o geográficas, los planos, croquis, o trabajos
plásticos relativos a geografía, geología o topografía, arquitectura o cualquiera
ciencia, y, en fin, queda comprendida toda producción que pueda publicarse por
cualquier medio de impresión o reproducción.
3.- El reconocimiento de derecho de propiedad obtenido en un Estado,
de conformidad con sus leyes, surtirá de pleno derecho sus efectos en los demás,
sin necesidad de llenar ninguna formalidad, siempre que aparezca en la obra
cualquier manifestación que indique la reserva de la propiedad.
4.- El derecho de propiedad de una obra literaria o artística comprende,
para su autor o causahabientes, la facultad exclusiva de disponer de ella, de
publicarla, de enajenarla, de traducirla o de autorizar su traducción, y reproducirla
en cualquier forma, ya sea total o parcialmente.
5.- Se considera autor de una obra protegida, salvo prueba en contrario,
a aquel cuyo nombre o seudónimo conocido esté indicado en ella; en consecuencia,
se admitirá por los tribunales de los diversos países signatarios, la acción entablada
por el autor o su representante contra los falsificadores o infractores.
6.- Los autores o causahabientes, nacionales, o extranjeros domiciliados
gozarán en los países signatarios de los derechos que las leyes respectivas
acuerden, sin que esos derechos puedan exceder el término de protección acordado
en el país de origen. Para las obras compuestas de varios volúmenes que no se pu-
bliquen juntamente, del mismo modo que para los boletines o entregas o

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publicaciones periódicas, el plazo de propiedad comenzará a contarse, respecto de
cada volumen, boletín o entrega o publicación periódica, desde la respectiva fecha
de su publicación.
7.- Se considerará como país de origen de una obra el de su primera
publicación en América, y si ella se ha verificado simultáneamente en varios de los
países signatarios, aquel cuya ley fije el término más corto de protección.
8.- La obra que no obtuvo en su origen la propiedad literaria, no será
susceptible de adquirirla en sus relaciones posteriores.
9.- Las traducciones lícitas son protegidas como las obras originales.
Los traductores de obras, acerca de las cuales no existe o se hubiere extinguido el
derecho de propiedad garantizado, podrán obtener, respecto de sus traducciones,
los derechos de propiedad declarados en el Art. 3, mas no podrán impedir la
publicación de otras traducciones de la misma obra.
10.- Pueden publicarse en la prensa periódica, sin necesidad de au-
torización alguna, los discursos pronunciados o leídos en asambleas deliberantes,
ante los tribunales de justicia o en las reuniones públicas, sin perjuicio de lo que
dispongan a este respecto las leyes internas de cada Estado.
11.- Las obras literarias, científicas o artísticas, cualquiera que sea su
materia, publicadas en periódicos o revistas de cualquiera de los países de la
Unión, no pueden reproducirse en los otros países, sin el consentimiento de los
autores. Con la excepción de las obras mencionadas, cualquier artículo de
periódico puede reproducirse por otros, si ello no ha sido expresamente prohibido,
debiendo, en todo caso, citarse la fuente de donde aquél se ha tomado. Las noticias
y misceláneas que tienen el carácter de mera prensa informativa, no gozan de la
protección de esta Convención.
12.- La reproducción de fragmentos de obras literarias o artísticas en
publicaciones destinadas a la enseñanza o para crestomatía, no confiere ningún
derecho de propiedad, y puede, por consiguiente, ser hecha libremente en todos los
países signatarios.

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13.- Se consideran reproducciones ilícitas, para los efectos de las
responsabilidades civiles, las apropiaciones indirectas, no autorizadas, de una obra
literaria o artística y que no representen el carácter de obra original. Será también
considerada ilícita la reproducción, en cualquier forma, de una obra íntegra, o de la
mayor parte de ella, acompañada de notas o comentarios, a pretexto de críticas
literaria, de ampliación o complemento de la obra original.
14.- Toda obra falsificada podrá ser secuestrada en los países signatarios
en que la obra original tenga derecho a ser protegida legalmente, sin perjuicio de
las indemnizaciones o las penas en que incurran los falsificadores, según las leyes
del país en que el fraude se haya cometido.
15.- Cada uno de los Gobiernos de los Países Signatarios conservará la
libertad de permitir, vigilar o prohibir que circulen, se representen o expongan
obras o reproducciones respecto de las cuales tuviere que ejercer ese derecho con la
autoridad competente.
16.- La presente Convención comenzará a regir entre los Estados
signatarios que la ratifiquen, tres meses después que comuniquen su ratificación al
Gobierno Argentino, y permanecerá en vigor entre todos ellos hasta un año después
de la fecha de la denuncia. Esta denuncia estará dirigida al Gobierno Argentino y
no tendrá efecto sino respecto del país que la haya hecho. Para la Dra. Delia
Lypszyc, en su libro antes mencionado, “La Convención de Buenos Aires retorna
el modelo del Tratado de Montevideo, aunque con algunas diferencias
significativas: adopta el principio de la asimilación del extranjero al nacional (Art.
6°); introduce la obligación de mención de reserva del derecho, cómo condición
para mantener el derecho de autor (Art. 3°), (Sistema de la «mención de reserva»
vigente en la legislación norteamericana hasta la sanción del “Berne Convention
Implementación Act Of 1988”, por medio del cual se concilió la legislación de los
Estados Unidos de América con el Convenio de Berna); se considera como país de
origen de una obra el de su primera publicación en América y si ella se ha
verificado simultáneamente en varios de los países signatarios, aquel cuyo país fije
el término más corto de protección (Art. 7°); prevé en forma análoga al Convenio

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de Berna, que toda obra falsificada podrá ser secuestrada en los países signatarios
en el que la obra original tenga derecho a ser protegida legalmente (Art. 14, pág.
612).

Acuerdo de Caracas de 1.911.

Durante el transcurso de las deliberaciones del Congreso Bolivariano,


celebrado el 17 de julio de 1911, en la ciudad de Caracas, Venezuela, los
plenipotenciarios de los cinco países bolivarianos, firmaron un acuerdo sobre
Propiedad Literaria y Artísticas, que siguió el modelo del Tratado de Montevideo,
con la limitación de los cinco estados bolivarianos, como son Bolivia, Venezuela,
Colombia, Ecuador y Perú. El Tratado de Montevideo, por el contrario, hace
extensiva esta protección a todos los autores, respecto de las obras publicadas por
primera vez en uno de los Estados Contratantes.
Este Acuerdo contiene una norma singular muy interesante, según la Dra.
Delia Lypszyc, al disponer que “los estados signatarios, se comprometen a
mantener en sus respectivas legislaciones una pena para los usurpadores de la
propiedad literaria y artística (Pág. 612).

Convención de la Habana de 1.928.

La Sexta Conferencia Internacional Americana, reunida en la ciudad de La


Habana, CUBA, aprobó en fecha 18 de febrero de 1928, UNA CONVENCIÓN
destinada a realizar una revisión de la CONVENCIÓN DE BUENOS AIRES DE
1910, para reemplazarla, de la cual se tomaron la mayor parte de sus disposiciones,
aunque con varias significativas modificaciones, como lo sostiene la Dra. Delia
Lypszyc, en la página 613 de su libro “Derecho de Autor y Derechos Conexos”,
así, resolvieron que:

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a) Se amplía el elenco de las obras protegidas específicamente
mencionadas incluyendo las obras cinematográficas, las reproducciones por medio
de instrumentos mecánicos destinados a la audición de los sonidos y las artes
aplicadas a cualquier actividad humana (Art. 2°).
b) Se amplia la numeración de los derechos de autor a fin de incorporar
los de reproducción por la cinematografía (Art. 4°) y
los de reproducción mecánica de obras literarias y musicales y
de ejecución de éstas por medios mecánicos (Art. 5°).
c) Se consagra, con carácter inalienable, el derecho de autor a la
integridad de la obra (Art. 13° Bis) de acuerdo con la concepción subjetiva.
d) Se establece que el término de duración de la protección acordada
comprende la vida del autor y 50 años después de su muerte (Art. 6°).
e) Se incrementa las formalidades al establecer que en la mención de
reserva de la propiedad debe indicarse el nombre de la persona en cuyo favor esa
reserva se encuentra registrada así como el país de origen de la obra (aquel o
aquellos donde se hubieran hecho publicaciones simultáneas) y el año de la primera
publicación (Art. 3°).
Esta Sexta Conferencia Internacional Americana, resultó ser una de las más
fecundas, de entre todas las realizadas hasta la fecha, por el gran número de
tratados aprobados durante sus deliberaciones. Uno de ellos, el más trascendente
fue la aprobación del Código de Derecho Internacional Privado, más conocido
como el Código de Bustamante, en homenaje a su autor, el internacionalista cubano
Antonio Sánchez de Bustamente, que consta de 437 artículos, legislando sobre
Derecho Internacional, Civil, Comercial, Penal, Procesal, así como un profundo
estudio sobre el instituto de la EXTRADICIÓN. Se encuentra en vigencia aún entre
varios países americanos como: Bolivia, Brasil, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador,
El Salvador, Guatemala, Haití, Hondura, Nicaragua, Panamá, Perú y Venezuela.

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Tratado de Montevideo de 1.939.

El 4 de agosto de 1939, se realizó en la ciudad de Montevideo, el Segundo


Congreso Sudamericano sobre Derecho Internacional Privado, con el propósito,
además, de conmemorar el cincuentenario del anterior Congreso celebrado en esa
misma ciudad, en el año 1889. Este Tratado se diferencia de los demás en
numerosas instituciones con relación al Tratado anterior. Tal es así, que hasta el
nombre del Tratado es distinto del de su antecesor. Porque, el primero fue
organizado para ser analizadas cuestiones sobre la PROPIEDAD LITERARIA Y
ARTISTICA, mientras éste recibió el nombre de Tratado sobre DERECHO
INTELECTUAL, a fin de estar más acorde con las corrientes modernistas de las
diversas instituciones que conforman el Derecho Intelectual.
Así, se adoptó el principio de la asimilación o del Trato Nacional. La
ampliación de las obras expresamente mencionadas y de los derechos protegidos
para incorporar nuevas formas de explotación de las creaciones intelectuales, como
ser el cine, la telefotometría y la expresión genérica “CUALQUIER OTRO
MEDIO TECNICO" como medida de previsión para la adecuación a las nuevas
actividades tecnológicas a ser inventadas o fabricadas en el porvenir.
Se reconoció también en forma expresa, el DERECHO MORAL DE
AUTOR, es decir, el derecho a la paternidad e integridad de la obra, de acuerdo a
la concepción objetiva adoptada por el Convenio de Berna, así como el
reconocimiento de la personería internacional de la sociedad de autores.

Convención interamericana de Washington de 1.946.

Esta Convención fue realizada por resolución tomada en la Octava


Conferencia Panamericana celebrada el Lima en 1938, que encomendó a la Unión
Panamericana la preparación de un proyecto definitivo sobre la base del Proyecto
de Protocolo de la Convención de Buenos Aires de 1910.

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Concurrieron a este evento representantes de Argentina, Brasil, Bolivia,
Costa Rica, Colombia, Chile, Cuba, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos de
América, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Perú, Paraguay,
Panamá, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.
Fue firmada en fecha 22 de junio de 1946, en Washington como Convención
Interamericana sobre Derecho de Autor, en materia de obras literarias, científicas y
artísticas, y fue concebida en los siguientes términos:
Los Gobiernos de la República Americana, deseosos de perfeccionar la
protección recíproca interamericana del Derecho de Autor, y de fomentar y facilitar
el intercambio cultural interamericano, han resuelto concretar una Convención para
llevar a efecto los propósitos enunciados, para lo cual,
1.- Los Estados contratantes se comprometen a reconocer y proteger el
Derecho de Autor sobre las obras literarias, científicas y artísticas, de conformidad
con las estipulaciones de la presente Convención.
2.- El derecho de autor, según la presente Convención, comprende la
facultad exclusiva que tiene el autor de una obra literaria, científica y artística de:
usar y autorizar el uso de ella, en todo o en parte; disponer de ese derecho a
cualquier título, total o parcialmente, y transmitirlo por causa de muerte. La utiliza-
ción de la obra podrá hacerse, según su naturaleza, por cualquiera de los medios
siguientes o que en lo sucesivo se conozcan:
a) Publicarla, ya sea mediante la impresión o en cualquier otra forma;
b) Representarla, recitarla, exponerla o ejecutarla públicamente;
c) Reproducirla, adaptarla, o presentarla por medio de la
cinematografía;
d) Adaptarla y autorizar adaptaciones generales o especiales a
instrumentos que sirvan para reproducirla mecánica o eléctricamente; o ejecutarla
en público por medio de dichos instrumentos;
e) Difundirla por medio de la fotografía, telefotografía, televisión,
radiodifusión o por cualquier otro medio, actualmente conocido o que se invente en

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lo sucesivo y que sirva para la reproducción de los signos, los sonidos o las
imágenes.
f) Traducirla, transportarla, arreglarla, instrumentarla, dramatizarla,
adaptarla, y en general, transformarla de cualquier otra manera;
g) Reproducirla en cualquier forma total o parcialmente.

3.- Las obras literarias, científicas o artísticas, protegidas por la presente


Convención, comprenden los libros, escritos y folletos de todas clases, cualquiera
que sea su extensión; las versiones escritas o grabadas de las Conferencias,
discursos, lecciones, sermones y otras obras de la misma naturaleza; las obras dra-
máticas o dramático-musicales, las coreográficas y las pantomímicas cuyas escenas
sean fijadas por escritos o en cualquier otra forma; las composiciones musicales
con o sin palabras; los dibujos, las ilustraciones, las pinturas, las esculturas, los
grabados, las litografías; las obras fotográficas y cinematográficas; las esferas
astronómicas o geográficas; los mapas, planos, croquis, trabajos plásticos relativos
a geografías, geologías, topografías, arquitecturas o cualquier ciencia; en fin, toda
producción literaria, científica o artística apta para ser publicada o reproducida.
4.1.- Cada uno de los Estados contratantes conviene en reconocer y
proteger dentro de su territorio, el derecho de autor sobre obras inéditas o no
publicadas. Ninguna disposición de la presente Convención se entenderá en el
sentido de anular o limitar el derecho del autor sobre su obra inédita o no
publicada; ni en el sentido de permitir que, sin su consentimiento, sea reproducida,
publicada o usada; ni en el de que anula o limita su derecho a obtener
indemnización por los daños y perjuicios que se hubieren causado.

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4.2.- Las obras de arte hechas principalmente para fines industriales serán
protegidas recíprocamente entre los Estados Contratantes que actualmente o en lo
sucesivo otorguen protección a tales obras.
4.3.- El amparo conferido por la presente Convención, no compren-de el
aprovechamiento industrial de la idea científica.
5.1.- Serán protegidos como obras originales, sin perjuicio del derecho de
autor sobre la obra primigenia, las traducciones, adaptaciones, compilaciones arreglos,
compendios, dramatizaciones u otras versiones de obras literarias, científicas y
artísticas, inclusive las adaptaciones fotográficas y cinematográficas.
5.2.- Cuando las elaboraciones previstas en el apartado precedente, sean sobre
obras del domino público, serán protegidas como obras originales, pero tal producción
no entrañará ningún derecho exclusivo al uso de la obra primigenia.
6.1.- La obras literarias, científicas y artísticas, que gocen de protección, sea
cual fuere su materia, publicadas en periódicos o revistas en cualquiera de los Estados
Contratantes, no podrán ser reproducidas sin autorización en los demás Estados Con-
tratantes.
6.2.- Los artículos de actualidad en periódicos y revistas podrán ser
reproducidos por la prensa, a menos que la reproducción se prohíba mediante una
reserva especial o general en aquellos; pero en todo caso deberá citarse de manera
inconfundible la fuente de donde se hubieren tomado. La simple firma del autor será
equivalente a mención de reserva en los países donde así lo considere la ley o la
costumbre.
6.3.- La protección de la presente Convención no se aplicará al contenido
informativo de las noticias del día publicadas en la prensa.
7.- Se considera autor de una obra protegida, salvo prueba en contrario, a
aquel cuyo nombre, o seudónimo conocido, esté indicado en ella; en consecuencia se
admitirá por los tribunales de los Estados contratantes la acción entablada contra los
infractores por el autor o por quien represente su derecho. Respecto de las obras
anónimas y de las seudónimas cuyo autor no se haya revelado, dicha acción
corresponderá al editor de ellas.
8.- El término de la protección del derecho de autor se determinará de
acuerdo con lo dispuesto por la Ley del Estado contratante en el cual se haya obtenido
originalmente la protección, pero no excederá el plazo fijado por la ley del Estado
contratante en el cual se reclame la protección. Cuando la legislación de cualquier
Estado contratante otorgue dos plazos sucesivos de protección, el término de duración
de la protección, en lo que respecta a ese .Estado, incluirá, para los fines de la presente
Convención, ambos plazos.
9.- La presente Convención regirá indefinidamente, pero podrá ser
denunciada por cualquier Estado contratante mediante aviso anticipado de un año a la
Unión Panamericana, la cual transmitirá copia del aviso a cada uno de los demás
Gobiernos signatarios. Transcurrido este plazo o de un año, la Convención cesará en sus
efectos para el estado denunciante, pero quedará subsistente para los demás Estados.
Las denuncias de la presente Convención, no afectarán los Derechos Adquiridos
de acuerdo a las disposiciones de la misma antes de la fecha de expiración de esta
Convención con respecto al Estado denunciante.

El Paraguay y la Comunidad internacional sobre Derecho del


Autor.-

Nuestro país, como República Independiente y soberana, no ha podido escapar al


influjo de las diferentes doctrinas que reconoce y protege al derecho de autor. Desde
esta perspectiva, tiene prevista en su legislación interna, las previsiones que garantizan
este Derecho, desde su doble punto de vista, es decir desde el aspecto del DERECHO
MORAL Y DEL DERECHO PATRIMONIAL. Internamente el Derecho de Autor, se
halla en vigencia, mediante la actividad de la gestión colectiva que le brindan
numerosas entidades civiles, que de conformidad con las disposiciones del Código
Civil, están organizadas en forma de personas jurídicas, de derecho privado. Existen
asociaciones privadas, sin fines de lucro, que desarrollan actividades culturales de
distintos géneros, sin ninguna clase de estímulo o participación del Estado. Entre ellas
se cuentan AUTORES PARAGUAYOS Y ASOCIADOS (APA), que nuclea a
creadores de música y poetas, ASOCIACIÓN DE ESCRITORES GUARANIES
(ADEG), que vincula a escritores de la lengua vernácula, ASOCIACIÓN
INDIGENISTA DEL PARAGUAY, que propone prestar ayuda y asistencia a las
parcialidades indígenas, la SOCIEDAD DE ESCRITORES DEL PARAGUAY de muy
reciente creación, la ASOCIACIÓN PARAGUAYA DE ACADEMIAS DE DANZA, el
CENTRO PARAGUAYO DE AUTORES DE TEATRO (Cepate), el PEN CLUB, la
asociación que reúne a los locutores y radio operadores, la ASOCIACIÓN DE
ARTISTAS PLÁSTICOS, todas instituciones privadas, cuyos objetivos siempre
apuntan hacia el desarrollo y estímulo de la cultura en general, sin ningún estímulo ni
subvención del Estado.
De entre todas las instituciones arriba citadas, la mejor organizada y desarrollada
es la que nuclea a los creadores de música y a los poetas (APA), es la entidad que
cumple sus fines y objetivos, supliendo a organismos del Estado por cuanto en su
archivo se encuentran los antecedentes de todas las obras de los-más ilustres creadores y
compositores de obras musicales, sobre todo en lo relativo a la parte folclórica de la
nación. Se halla además afiliada a organismos internacionales como la
CONFEDERACIÓN INTERNACIONAL DE SOCIEDADES DE AUTORES Y
COMPOSITORES (CISAC) que tiene su sede en París. Al Comité Iberoamericano de la
misma institución, que cada año se reúne en la capital de un país miembro, para
deliberar en forma de Congreso, a fin de discutir y solucionar los grandes problemas
que afectan a la problemática del Derecho de Autor en sus diversas relaciones.
Desde el punto de vista del derecho positivo, el Derecho de Autor está consagrado
en el Art. 110 de la Constitución Nacional promulgada el 20 de junio de 1992, así como
en las disposiciones del Código Civil, que entró a regir desde 1987, la Ley especial N°
94 del 10 de julio de 1951, y el Derecho Reglamentario Nº 6609, de fecha 4 de
setiembre de 1951, estos dos últimos derogados por la nueva Ley de Derecho de Autor,
que lleva el Nº 1.328, del 15 de octubre de 1998.
Para los delitos cometidos contra los derecho intelectuales, el Código Penal tiene
previstas las acciones pertinentes para quienes atenten contra las producciones
intelectuales, en sus disposiciones pertinentes ya analizadas antecedentemente,
incrementados por el Nuevo Código Penal, Ley N° 1.160 del 26 de noviembre de 1997,
que entró en vigencia el 27 de noviembre de 1998.
A nivel internacional, el Paraguay es parte integrante de tres grandes convenios
multilaterales sobre la protección de obras literarias, científicas y artísticas, como son el
CONVENIO DE BERNA, al que se adhirió por Ley N° 12 del 23 de agosto de 1991, y
a la CONVENCIÓN UNIVERSAL firmada en Ginebra en el año 1952, a la que se
adhirió por Ley N° 777 del 22 de mayo de 1962, y últimamente, por Ley N° 300,
promulgada por el Poder Ejecutivo el 10 de enero de 1994, se adhirió al CONSEJO DE
PARÍS DE 1883, sobre la Protección de la Propiedad Industrial, como una forma más
de luchar contra la piratería y la protección y preservación de los Derechos
Intelectuales. Asimismo, la República del Paraguay, como Estado Soberano, forma
parte de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y consecuentemente, se halla
adherido a los Acuerdos ADPIC/TRIPS.
CONCLUSIÓN
La época que vivimos, se caracteriza por la celeridad con que se desarrolla todo
tipo de medios e instrumentos de comunicación y de reproducción. Entre los mismos,
como dice Humberto Javier Herrera Meza en su libro, —Iniciación al Derecho de Autor
— que las grabadoras domiciliarias, que hoy están en el mercado al alcance de todo
público, y en una variedad inmensa en tamaño, modelo y perfección. Igual cosa ocurre
con los videocaseteros. Es también común el sistema de televisión, por cable, conectado
en la mayoría de los hogares de la clase media. La tendencia de los compact disk, rayos
láser, computadoras menores y domiciliarias, la impresión de las artes gráficas para la
reproducción de libros, las fotocopiadoras, los instrumentos fotográficos muy
sofisticados, la industria cinematográfica, constituyen bienes culturales en nuestros días.
Estos instrumentos, al mismo tiempo que proponen nuevas perspectivas al creador,
constituyen también una amenaza para los mismos, porque posibilita el uso indebido de
sus creaciones.
Resulta imposible en nuestros días, que una nación quede aislada del resto del
mundo, sin relacionarse con otros pueblos y sin establecer diversos tipos de relaciones
entre sí. Prácticamente, se han eliminado las fronteras nacionales, para dar curso al
nacimiento de los Estados supranacionales, vinculados a través de los mercados
comunes, sistemas preferenciales arancelarios, integración cada día más entre los
pueblos, etc. Por tanto, la legislación en materia de Derecho de Autor y Derechos
Conexos, necesariamente deben ocupar un espacio considerable en estas relaciones.
La implementación de una cultura universal, poco a poco va dejando de ser un
mito. Por los motivos arriba señalados, va convirtiéndose cada día más en una tangible
realidad. Los países en vía de desarrollo, en forma urgente necesitan cada vez más
romper sus antiguas estructuras, para participar de los nuevos inventos y
descubrimientos, siguiendo el camino trazado por los países más desarrollados.
La culturización de la sociedad y de los pueblos, ha abierto un mercado de
amplitud ilimitada a las obras intelectuales de la humanidad, ya que muchas obras de
países subdesarrollados, atraen la atención de los más desarrollados por sus ricas raíces
culturales.
Las obras culturales cada día más son objeto de todo tipo de traducciones,
traspasando de este modo las fronteras culturales e ideológicas de los pueblos. El
atractivo que encuentran tanto los países en desarrollo por las tradiciones de los menos
desarrollados, producen cada vez más obras por las novedosas realidades que estos
ofrecen, y simultáneamente, éstos demuestran un inusitado interés por conocer el
estándar de los pueblos más evolucionados, y el AUMENTO DE LA
IMPLEMENTACIÓN DEL MERCADO INTERNACIONAL DEL LIBRO, que
mediante la traducción del mismo, se abren en mercados recíprocos tanto entre naciones
en vías de desarrollo como los de mayor evolución, creándose un interesante
intercambio de conocimientos culturales e ideológicos entre los pueblos.
BIBLIOGRAFÍA

Fremiort Ortíz Pierpaoli “Derechos de Autor y Derechos Conexos”, editorial Albert,


Asunción 1995
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN.............................................................................................................2

CONVENCIONES Y TRATADOS AMERICANOS SOBRE DERECHO DEL

AUTOR:............................................................................................................................3

Tratado de Montevideo de 1.889...................................................................................3

Convención de México de 1.902...................................................................................6

Convención de Río de Janeiro de 1.906........................................................................7

Convención de Buenos Aires de 1.910..........................................................................8

Acuerdo de Caracas de 1.911......................................................................................13

Convención de la Habana de 1.928.............................................................................13

Tratado de Montevideo de 1.939.................................................................................15

Convención interamericana de Washington de 1.946.................................................15

El Paraguay y la Comunidad internacional sobre Derecho del Autor.-......................19

CONCLUSIÓN...............................................................................................................22

BIBLIOGRAFÍA.............................................................................................................24

ÍNDICE............................................................................................................................25

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