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En Economía, nos referimos –en general– a cualquier conjunto de transacciones de

procesos o acuerdos de intercambio de bienes o servicios entre individuos o asociaciones de


individuos. El mercado no hace referencia directa al lucro o a las empresas en particular,
sino simplemente al acuerdo mutuo en el marco de esas transacciones. Estas pueden tener
como partícipes a individuos, empresas, cooperativas, ONGs, entre otras formas de
agrupación.
El mercado es además el ambiente social (o virtual, quizás…) que propicia las condiciones
para ese intercambio; en otras palabras, debe interpretarse como la institución u
organización social a través de la cual los oferentes (productores y vendedores) y
demandantes (consumidores o compradores) de un determinado tipo de bien o servicio,
ingresan en una “estrecha relación” comercial a fin de realizar operaciones satisfactorias de
sus propios intereses. Los primeros mercados de la historia funcionaban mediante el trueque
y, tras la aparición del dinero, se empezaron a desarrollar “códigos de comercio” que, en
última instancia, dieron lugar a las modernas empresas nacionales e internacionales, como
principales abastecedores sociales de bienes de consumo. A medida de que la producción
aumentaba, las comunicaciones y los intermediarios empezaron a desempeñar un papel
más importante en todos los mercados.
Una definición de mercado según la mercadotecnia, sería: “organización de individuos o
individuos por decisión propia con necesidades o deseos, que tienen capacidad y que
poseen la voluntad para intercambiar bienes y servicios para satisfacer sus necesidades”.
Esta hipótesis implica que no es posible superar de forma consistente los resultados del
mercado excepto a través de la suerte (relativa) o de la información privilegiada (datos
válidos), y que el tiempo, el dinero y el esfuerzo invertidos en el análisis del valor intrínseco
de los beneficios no será inútil. Sugiere también que el flujo futuro de noticias que
determinará el precio de los bienes es aleatorio, y que no es posible conocerlo por
adelantado. La hipótesis de “eficiencia de los mercados” es una pieza central de la teoría de
los mercados eficientes.
Por su parte, el mercado de valores es una de las fuentes más importantes para que las
empresas puedan reunir fondos. Esto permite a dichas empresas que cotizan en bolsa
contar con capital adicional para la expansión mediante la venta de nuevas acciones, por
ejemplo. Además, la liquidez que proporciona esta función permite a los inversores comprar
o vender las acciones existentes de forma rápida y “precisa”. Esta es una característica
atractiva de la inversión en títulos valores, en comparación con otras inversiones menos
líquidas quizás, tales como bienes inmuebles u otros de características “durables”.
La historia ha demostrado que el precio de las acciones y otros activos financieros es una
parte importante de la dinámica de la actividad económica que puede influir fuertemente o
bien, ser un indicador de la situación económica del contexto. Una economía donde el
mercado de valores va en aumento se considera “boyante”, incluso si lo comparáramos con
el resto de los mercados no dinerarios. De hecho, el mercado de valores es a menudo
considerado el principal indicador de la fortaleza económica de un país y su posible vía de
desarrollo. El aumento de precios de las acciones por ejemplo, tiende a estar asociado con
el aumento de la inversión empresarial, y viceversa. Los precios de las acciones también
afectan a la riqueza de los hogares y su consumo. Por lo tanto, los bancos centrales tienden
vigilar el control y el comportamiento del mercado de valores y, en general, el buen
funcionamiento del sistema financiero. La estabilidad financiera es la razón de ser de los
bancos centrales.

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