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Elogio de la dificultad

Estanislao Zuleta

La pobreza y la impotencia de la
imaginación
nunca se manifiestan de una
manera tan I'll kk99

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como cuando se trata de imaginar la felicidad.
Entonces comenzamos a inventar paraísos,
islas afortunadas, países de cucaña. Una vida
sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de supera
.e IMSSpor tanto, también sin ca
rencias y sin deseo: un océano de mermelada
sagrada, una eternidad de aburrición. Metas
afortunadamente inalcanzables, paraísos afor
tunadamente inexistentes.

Todas estas fantasías serían inocentes e inocuas,


si no fuera porque constituyen el modelo de
nuestros anhelos en la vida práctica. Aquí mis
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mo, en los proyectos de la existencia cotidiana,
más acá del reino de las mentiras eternas, intro
ducimos también el ideal tonto de la seguridad
garantizada, de las reconciliaciones totales, de
las soluciones definitivas. Puede decirse que
nuestro problema no consiste sólo, ni princi
palmente, en que no seamos capaces de con
quistar lo que nos proponemos, sino en aquello
que nos proponemos: que nuestra desgracia no
está tanto en la frustración de nuestros deseos, monstruosa sala-cuna de abundancia pasiva
como en la forma misma de desear. Deseamos mente recibida. En lugar de desear una filo
mal. En lugar de desear una relación humana Nicolás Paris. Petricor II (Enredadera), 2016. (Detalle).
inquietante, compleja y perdible, que estimu Fotografía: Oak Taylor Smith. Cortesía del artista y
galería Elba Benítez, Madrid
le nuestra capacidad de luchar y nos obligue a
cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin
peligros, un nido de amor y, por lo tanto, en úl
tima instancia, un retorno al huevo. sofía llena de incógnitas y preguntas abiertas,
queremos poseer una doctrina global, capaz
En vez de desear una sociedad en la que sea de dar cuenta de todo, revelada por espíritus
realizable y necesario trabajar arduamente que nunca han existido o por caudillos que
para hacer efectivas nuestras posibilidades, desgraciadamente sí han existido. Adán y so
deseamos un mundo de satisfacción, una bre todo Eva, tienen el mérito original de ha
bernos liberado del paraíso, nuestro pecado
es que anhelamos regresar a él. Desconfiemos un reino milenario. Son muy conocidos en la
de las mañanas radiantes en las que se inicia

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historia, desde la Antigüedad hasta hoy, los pasado o de civilizaciones atrasadas en el de
horrores a los que pueden y suelen entregarse sarrollo científico y técnico; que puede funcio
los partidos provistos de una verdad y de una nar muy bien y desplegar todos sus efectos sin
meta absolutas, las iglesias cuyos miembros abolir una gran capacidad de inventiva y
han sido alcanzados por la gracia —por la des una eficacia macabra. Sabemos que ningún
gracia— de alguna revelación. origen filosóficamente elevado, o
supuestamente di vino, inmuniza a una
El estudio de la vida social y de la vida perso doctrina contra el riesgo de caer en la
nal nos enseña cuán próximos se encuentran interpretación propia de la lógica paranoide
una de otro la idealización y el terror. La idea que afirma un discurso particular —todos
lización del fin, de la meta y el terror de los lo son— como la designación misma de la
medios que procurarán su conquista. realidad y los otros como ceguera o mentira.

Quienes de esta manera tratan de someter la El atractivo terrible que poseen las formacio
realidad al ideal, entran inevitablemente en nes colectivas que se embriagan con la
una concepción paranoide de la verdad, en prome sa de una comunidad humana no
un sis tema de pensamiento tal, que los que se problemá tica, basada en una palabra
atre vieran a objetar algo quedan infalible, consiste
inmediatamente sometidos a la interpretación en que suprimen la indecisión y la duda, la
totalitaria: sus argumentos no son necesidad de pensar por sí mismo, otorgan a sus
argumentos sino solamen te síntomas de una miembros una identidad exaltada por la
naturaleza dañada o bien máscaras de participación, separan un interior bueno —el
malignos propósitos. En lugar de discutir un grupo— y un exterior amenazador. Así como se
razonamiento se le reduce a un jui cio de ahorra sin duda la angustia, se distribuye
pertenencia al otro —y el otro es, en este mágicamente la ambivalencia en un amor por lo
sistema, sinónimo de enemigo—, o se procede propio y un odio por lo extraño y se produ ce la
a un juicio de intenciones. Y este sistema se de más grande simplificación de la vida, la 21
sarrolla peligrosamente hasta el punto en que más espantosa facilidad.
ya no solamente rechaza toda oposición, sino
también toda diferencia: el que no está Y cuando digo aquí facilidad, no ignoro ni
conmigo está contra mí, y el que no está olvido que, precisamente este tipo de forma
completamen te conmigo, no está conmigo. ciones colectivas, se caracterizan por una in
Así como hay, según Kant, un verdadero audita capacidad de entrega y sacrificios,
abismo de la razón que consiste en la petición que sus miembros aceptan y desean el
de un fundamento último e incondicionado heroísmo, cuando no aspiran a la palma del
de todas las cosas, así también hay un martirio. Fa cilidad, sin embargo, porque lo
verdadero abismo de la acción, que consiste que el hombre teme por encima de todo no
en la exigencia de una entrega to tal a la es la muerte y el sufrimiento, en los que
“causa” absoluta y concibe toda duda y toda tantas veces se refugia, sino la angustia que
crítica como traición o como agresión. genera la necesidad de ponerse en cuestión,
de combinar el entusias mo y la crítica, el
Ahora sabemos, por una amarga experiencia, amor y el respeto.
que este abismo de la acción, con sus guerras
santas y sus orgías de fraternidad, no es una Un síntoma inequívoco de la dominación
característica exclusiva de ciertas épocas del de las ideologías proféticas y de los grupos
que las generan o que someten a su lógica nada del respeto, ni de la reciprocidad, ni
doc trinas que les fueron extrañas en su de la vigencia de normas universales. Estos
origen, es el descrédito en que cae el valores aparecen más bien como males
concepto de respe to. No se quiere saber menores propios de un resignado

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escepticismo, como signos de que se ha abdi estimado sólo negativamente; lo que se
cado a las más caras esperanzas. produce entonces, casi siempre, es una
verdadera ola de pesimis mo, escepticismo y
Porque el respeto y las normas sólo realismo cínico. Se olvida entonces que la
adquieren vigencia allí donde el amor, el crítica a una sociedad injusta, basada en la
entusiasmo, la entrega total a la gran explotación y en la dominación de
misión, ya no pueden aspirar a determinar clase, era fundamentalmente correcta y que el
las relaciones humanas. Y como el respeto combate por una organización social racional
es siempre el respeto a la diferencia, sólo e igualitaria sigue siendo necesario y urgente.
puede afirmarse allí donde ya no se cree A la desidealización sucede el arribismo indi
que la diferencia pueda disolverse en una vidualista que además piensa que ha
comunidad exaltada, transparente y superado toda moral por el sólo hecho de que
espontánea, o en una fusión amorosa. ha aban donado toda esperanza de una vida
cualitati vamente superior.
No se puede respetar el pensamiento del
otro, tomarlo seriamente en consideración, some Lo más difícil, lo más importante, lo más nece
terlo a sus consecuencias, ejercer sobre él una sario, lo que de todos modos hay que intentar,
crítica, válida también en principio para el es conservar la voluntad de luchar por una so
pensamiento propio, cuando se habla desde la ciedad diferente sin caer en la interpretación
verdad misma, cuando creemos que la ver dad paranoide de la lucha. Lo difícil, pero también
habla por nuestra boca; porque entonces el lo esencial es valorar positivamente el respeto
pensamiento del otro sólo puede ser error o mala y la diferencia, no como un mal menor y un
fe; y el hecho mismo de su diferencia 22 hecho inevitable, sino como lo que enriquece
con nuestra verdad es prueba contundente la vida e impulsa la creación y el pensamiento,
de su falsedad, sin que se requiera ninguna como aquello sin lo cual una imaginaria comu
otra. nidad de los justos cantaría el eterno hosanna
del aburrimiento satisfecho. Hay que poner
Nuestro saber es el mapa de la realidad y un gran signo de interrogación sobre el valor
toda línea que se separe de él sólo puede de lo fácil; no solamente sobre sus
ser ima ginaria o algo peor: voluntariamente consecuencias, sino sobre la cosa misma,
torcida por inconfesables intereses. Desde sobre la predilección por todo aquello que no
la concep ción apocalíptica de la historia, las exige de nosotros nin guna superación, ni nos
normas y las leyes de cualquier tipo son pone en cuestión, ni nos obliga a desplegar
vistas como algo demasiado abstracto y nuestras posibilidades.
mezquino frente a la gran tarea de realizar
el ideal y de encar nar la promesa; y por lo Hay que observar con cuánta desgraciada fre
tanto sólo se reclaman y se valoran cuando cuencia nos otorgamos a nosotros mismos, en
ya no se cree en la misión incondicionada. la vida personal y colectiva, la triste facilidad
de ejercer lo que llamaré una no reciprocidad
Pero lo que ocurre cuando sobreviene la lógica; es decir, el empleo de un método expli
gran desidealización no es generalmente cativo completamente diferente cuando se tra
que se aprenda a valorar positivamente lo ta de dar cuenta de los problemas, los fracasos
que tan ale gremente se había desechado o y los errores propios y los del otro cuando es
adversario o cuando disputamos con él. En el manera que aun los mismos fenómenos se
caso del otro aplicamos el esencialismo: lo que explican por las circunstancias adversas, por
ha hecho, lo que le ha pasado es una manifes alguna desgra ciada coyuntura. Él es así; yo
tación de su ser más profundo; en nuestro me vi obligado. Él cosechó lo que había
caso, aplicamos el circunstancialismo, de sembrado; yo no pude evitar este resultado.

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Nicolás Paris. Petricor II (Estropajos), 2016. (Detalle). Fotografía: Oak Taylor Smith. Cortesía del artista y galería Elba Benítez, Madrid
y crítico a nuestra posición y a la opuesta no
significa desde luego que consideremos equi
valentes las doctrinas, las metas y los intereses
El discurso del otro no es más que un sínto ma de las personas, los partidos, las clases y las
de sus particularidades, de su raza, de su naciones en conflicto.
sexo, de su neurosis, de sus intereses egoístas; Significa por el contrario que tenemos sufi
el mío es una simple constatación de los ciente confianza en la superioridad de la cau
hechos y una deducción lógica de sus sa que defendemos, como para estar seguros
consecuencias. Pre feriríamos que nuestra de que no necesita, ni le conviene esa doble fal
causa se juzgue por los propósitos y la sificación con la cual, en verdad, podría defen
adversaria por los resultados. derse cualquier cosa.

Y cuando de este modo nos empeñamos en En el carnaval de miseria y derroche propios


ejercer esa no reciprocidad lógica que es siem del capitalismo tardío se oye a la vez lejana y
pre una doble falsificación, no sólo irrespeta urgente la voz de Goethe y Marx que nos con
mos al otro, sino también a nosotros mismos, vocaron a un trabajo creador, difícil, capaz de
puesto que nos negamos a pensar efectivamen situar al individuo concreto a la altura de las
te el proceso que estamos viviendo. La difícil conquistas de la humanidad. Dostoievski nos
tarea de aplicar un mismo método explicativo enseñó a mirar hasta dónde van las
tentaciones de tener una fácil relación produce lo que Bahro llama intereses
interhumana: van sólo en el sentido de buscar compensatorios: la búsqueda de amos, el
el poder, ya que si no se puede lograr una deseo de ser vasallos, el anhelo de
amistad respetuosa en una empresa común se

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encontrar a alguien que nos libere de una noche, Tierra, permaneciste firme. Y ahora re
vez por todas del cuidado de que nuestra naces de nuevo a mi alrededor. Y alientas otra
vida ten ga un sentido. Dostoievski vez en mí la aspiración de luchar sin descanso
entendió, hace más de un siglo, que la por una altísima existencia”.
dificultad de nuestra libe ración procede de
nuestro amor a las cadenas. Amamos las
Estanislao Zuleta (Medellín, 1935-Cali,
cadenas, los amos, las seguridades porque
1990). Pensador, pedagogo y escritor, autor
nos evitan la angustia de la razón.
de una vasta obra. Algunos de sus libros
son: Comentarios a la Introducción general a
Pero en medio del pesimismo de nuestra
la crítica de la economía política de Carlos
épo ca se siguen desarrollando el
Marx, Historia económica de Colombia, Thomas
pensamiento his tórico, el psicoanálisis, la
Mann, la montaña mágica y la llanura prosaica,
antropología, el mar xismo, el arte y la
Comentarios a “Así habló Zaratustra” de Nietzs
literatura. En medio del pe simismo de
che, El pensamiento psicoanalítico y Educación y
nuestra época surge la lucha de los
democracia. El texto aquí incluido fue la con
proletarios que ya saben que un trabajo
ferencia que Estanislao Zuleta dictó en la
insen sato no se paga con nada, ni con automóviles
Universidad del Valle al recibir el doctorado
ni con televisores; surge la rebelión magnífica de las
Honoris Causa. Tomado de Zuleta, E. (2005).
mujeres que no aceptan una situación de
El elogio de la dificultad y otros ensayos, Mede
inferioridad a cambio de halagos y protec ciones;
llín, Hombre Nuevo / Fundación Estanislao
surge la insurrección desesperada de los jóvenes
Zuleta, pp. 13-18. Agradecemos a los here
que no pueden aceptar el destino que se les ha
deros su gentil autorización.
fabricado. Este enfoque nuevo nos permite decir
como Fausto: “También esta 24

Nicolás Paris: arquitecturas para aprender y

enseñar Oscar Roldán-Alzate


ción con la necesidad de la educación, siem
pre se ha visto el arte como algo suntuario, de
La educación y las artes comparten tales interés particular para las élites, y con poca o
principios estructurales comunes, que en al ninguna alternativa de utilidad para la socie
gunos momentos es imposible saber cuál de dad, no habría sido posible, sin su memoria
estos dos ámbitos de la vida debe responder prodigiosa —que ha consignado en distintos
ante la contingencia. Y aunque, en compara
conocimiento sensible que se vale de la esté
formatos y sustratos todo cuanto ha sucedi do
tica para catalogar y clarificar sus avances. Lo
donde la humanidad ha sido protagonis ta-,
interesante es que, al ejercitar su poder, no
aprender de nuestros antepasados para
existe en el arte un rasero que pueda separar
actualizar los fenómenos del presente y para
aprendices de enseñantes.
enseñar a las siguientes generaciones. El arte,
como la filosofía o la ciencia, es una forma de

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