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PIERINI-Introducción A La Literatura
PIERINI-Introducción A La Literatura
a la Literatura
Introducción
a la Literatura
Carpeta de trabajo
Diseño original de maqueta: Hernán Morfese
Procesamiento didáctico: Marina Gergich
ISBN: 978-987-1782-41-3
Impreso en Argentina
Lectura obligatoria
Es la bibliografía imprescindible que acompaña el desarrollo de los conteni-
dos. Se trata tanto de textos completos como de capítulos de libros, artícu-
los y "papers" que los estudiantes deben leer, en lo posible, en el momento
en que se indica en la Carpeta.
Actividades
Se trata de una amplia gama de propuestas de producción de diferentes ti-
pos. Incluye ejercicios, estudios de caso, investigaciones, encuestas, elabo-
ración de cuadros, gráficos, resolución de guías de estudio, etc.
Para reflexionar
Es una herramienta que propone al estudiante un diálogo con el material, a tra-
vés de preguntas, planteamiento de problemas, confrontaciones del tema con
la realidad, ejemplos o cuestionamientos que alienten la autorreflexión, etc.
Lectura recomendada
Es la bibliografía que no se considera obligatoria, pero a la cual el estudian-
te puede recurrir para ampliar o profundizar algún tema o contenido.
Pastilla
Se utiliza como reemplazo de la nota al pie, para incorporar informaciones
breves, complementarias o aclaratorias de algún término o frase del texto
principal. El subrayado indica los términos a propósito de los cuales se in-
cluye esa información asociada en el margen.
Índice
Introducción..........................................................................................9
Objetivos ............................................................................................13
1. Un campo problemático...................................................................15
1.1. Presentación ................................................................................15
1.2. ¿Qué es literatura? .......................................................................15
1.2.1. La literatura como obra de imaginación ...............................33
1.2.2. La literatura como empleo característico de la lengua ..........36
1.2.3. La literatura como discurso no pragmático ..........................37
1.3. El contexto de producción y de recepción .......................................37
1.3.1. Un espacio público.............................................................39
1.3.2. Autores y lectores ..............................................................40
2. Literatura.......................................................................................43
2.1. La constitución de un concepto .....................................................43
2.1.1. Las condiciones de surgimiento ..........................................43
2.1.2. El gusto.............................................................................44
2.1.3. La tradición .......................................................................49
2.1.4. La imaginación...................................................................52
2.1.5. Los procedimientos............................................................53
2.1.6. La autonomía.....................................................................57
2.1.7. Las convenciones ..............................................................58
2.1.8. La realización social...........................................................59
2.2. El canon.......................................................................................62
2.2.1. Hacia una definición...........................................................62
2.2.2. Corpus y canon: una distinción ...........................................63
2.2.3. La constitución del canon ...................................................64
2.2.4. Para una clasificación del canon .........................................69
2.2.5. La polémica sobre el canon ................................................71
2.3. La historia literaria........................................................................72
2.3.1. La historia literaria tradicional y sus críticos ........................73
2.3.2. Algunas propuestas de clasificación....................................74
2.3.3. Historia literaria-historia nacional ........................................75
2.3.4. Nuevos campos para la historia literaria..............................76
Epílogo .............................................................................................135
Referencias bibliográficas..................................................................137
Introducción
Introducción
Al abordar el es-
tudio del hecho
literario, es posi-
ble partir del co-
nocimiento que
desde el “senti-
do común” po-
see todo lector
más o menos
avezado, más o
menos compe-
tente, de un fe-
nómeno que
constituye una
práctica social
generalizada. To-
dorov se refiere
así a este saber
compartido:
❘❚❚ ¿De dónde nos viene la certeza de que una entidad como la literatura exis-
te? De la experiencia: estudiamos las obras literarias en la escuela y después
en la universidad; encontramos este tipo de libros en los negocios especializa-
dos; estamos acostumbrados a citar autores ‘literarios’ en la conversación co-
rriente. Una entidad llamada “literatura” funciona a nivel de las relaciones inter-
subjetivas y sociales. (...) En un sistema más vasto, una sociedad y una cultura
determinada, existe un elemento identificable, al cual uno se refiere a través de
la palabra “literatura”. (TODOROV, 1996, p.12) ❚❚❘
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Universidad Virtual de Quilmes
❘❚❚ Literatura: Arte bello que emplea como instrumento la palabra. Comprende
no solamente las producciones poéticas, sino también todas aquellas obras en
que caben elementos estéticos, como las oratorias, históricas o didácticas. ❚❚❘
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Introducción a la Literatura
❘❚❚ La literatura es una actividad formativa, algo que sucede dentro de la so-
ciedad y que contribuye a explicar su forma. Así, la conexión no es derivativa
ni secundaria, no es un reflejo tampoco (aunque exista literatura que puede
ser considerada reflejo). La literatura me parece esa actividad formativa que
ocurre en el interior de la sociedad: diferentes percepciones sobre lo que
ocurre, diferentes posibilidades, diferentes puntos de vista, diferentes rela-
ciones. (WILLIAMS, 1984) ❚❚❘
11
Objetivos
13
1
1.
Un campo problemático
Objetivos
1. Reflexionar acerca de algunos problemas que presenta el objeto de estu-
dio.
2. Delimitar tentativamente su campo.
3. Inferir a partir de los textos propuestos aspectos específicos de lo litera-
rio.
1.1. Presentación
A lo largo de esta unidad, estructurada a partir de actividades, se desarrolla-
rá un recorrido organizado alrededor de una serie de problemas. El objetivo
de estas actividades –y de los productos que en cada caso surjan como re-
solución– es, por una parte, acercarse al objeto de estudio –la literatura–
desde el conocimiento intuitivo que de él se posee como lectores más o me-
nos competentes, participantes de una sociedad y cultura determinadas.
Por otra, presentar desde ese mismo conocimiento, aspectos que intentan
poner en cuestión algunas de esas certezas de las que habla Todorov alre-
dedor de la entidad “literatura”.
En las unidades que siguen, se trabajará con la constitución del concep-
to “literatura” y del canon literario, con la problemática de los géneros y
cuestiones específicas de los textos narrativos, y con la conformación de las
funciones de autor y lector y los modos de lectura. Luego de terminado ese
recorrido, se podrá volver a pensar las actividades de esta unidad a partir de
los contenidos trabajados.
1.
Le proponemos un ejercicio de taller para que reflexione acer-
ca de lo que usted considera ‘literatura’ e intente definir el
concepto a partir de esa reflexión.
a. Lea la siguiente serie de textos numerados.
b. Determine cuáles son literarios y cuáles no lo son.
1.
Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios ur-
gentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar
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Universidad Virtual de Quilmes
lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de
escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de
aparcerías volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el par-
que de los robles. Arrellanado en su sillón favorito de espaldas a la puerta que lo
hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su ma-
no izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los úl-
timos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de
los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer
casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la
vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo,
que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales
danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la
sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concer-
taban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la ca-
baña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, las-
timada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restallaba ella la
sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repe-
tir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas
y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la liber-
tad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de
serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas cari-
cias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo,
dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir.
Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa ho-
ra cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso des-
piadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empe-
zaba a anochecer.
Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en
la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la
senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió
a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma
malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar,
y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres pel-
daños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las
palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera al-
fombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la se-
gunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventana-
les, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el
sillón leyendo una novela.
2.
Una mañana, al despertar de sueños intranquilos, Gregor Samsa se encontró en la
cama convertido en un monstruoso insecto. Yacía sobre su duro caparazón y, si le-
vantaba un poco la cabeza, podía ver su abovedada panza parda, con sus divisio-
nes reforzadas en forma de arco, a cuya altura la colcha, pronta a deslizarse por
completo, apenas si podía sostenerse. Sus numerosas patas, ridículamente delgadas
en comparación al volumen de su cuerpo, vibraban impotentes ante sus ojos.
“¿Qué me ha pasado?”, pensó. No era un sueño. Su habitación, común, aun-
que tal vez una habitación un poco pequeña para seres humanos, seguía encua-
drada entre las cuatro paredes de siempre. Por encima de la mesa, en la que se
encontraba desplegada una muestra de paños –Samsa era viajante– colgaba una
estampa que hacía poco había recortado de una revista y colocado en un precio-
16
Introducción a la Literatura
so marco dorado. Mostraba a una dama sentada con un gorro de piel y una boa
también de piel y que, bien erguida, enseñaba al observador un pesado mangui-
to, asimismo de piel, que le cubría por completo el antebrazo.
Entonces, la mirada de Gregor se dirigió a la ventana y el cielo nublado –se oía
el caer de las gotas sobre la marquesina de chapa de la ventana– lo puso melancó-
lico. “Qué tal si sigo durmiendo un poco y me olvido de todos los disparates”, pen-
só. Pero esto era totalmente imposible porque estaba acostumbrado a dormir sobre
[...].
3.
4.
Vine a París esta mañana para hacer algunas compras. Estuve en la tienda de la
pobre d’Escars, a la que encontré con un fuerte ataque de bilis que le da un po-
co de fiebre, pero con muy buena voluntad; tenía a su alrededor a la Sra. Le Moi-
ne, y todos los vestidos de punto de Francia y punto de España más bellos y me-
jor elegidos del mundo. Fui a comer a casa del Sr. de Memes, y a las tres volví a
la tienda de la Sra. d’Escars; al entrar me encontré con las Sras. de Vins y d’Hac-
queville, que venían a verme amablemente. Elegimos un abrigo muy bello, una
hermosa falda, tela de oro y plata para hacer una capa, otra tela para hacer el
cuerpo de una falda y encaje para la sobrefalda, otra para hacer las cofias negras;
los zapatos, la peluca, las cintas, todo estará admirablemente hermoso. Pero co-
mo tomé todo a cuenta, y por muy poco tiempo, te ruego que nos envíes una le-
tra de cambio. Colbert [el ministro de Finanzas] está un poco enfermo; si supie-
ras todo lo que se especula sobre eso, te darás cuenta de que en este momento
no hay nada mejor que una letra de cambio, y los pobres cortesanos, acostum-
brados a la paciencia, esperarán el feliz momento del tesoro real.
(Trad. M. P.)
5.
Berlín, 19 de noviembre de 1811
Mi querida Marie:
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Universidad Virtual de Quilmes
lo más posible contigo, contigo Marie, el único ser cuyos sentimientos y juicios me
interesan, porque he expulsado de mi corazón todo lo demás, todo lo que hay so-
bre la faz de la tierra, en conjunto y al por menor. Es verdad, te he engañado o,
más exactamente, me he engañado a mí mismo. Es cierto también que mil veces te
juré que si en alguna ocasión te engañaba, lo pagaría con mi vida. Y he aquí, pre-
cisamente que pronto voy a morir; ésta es una carta de despedida. Cuando estabas
en Berlín te abandoné por otra mujer; aunque si esto te sirve de consuelo, sabe
que esta nueva amiga no está dispuesta a vivir, sino a morir conmigo, pues está
convencida de que si viviera, al lado mío, le sería yo tan poco fiel como te lo he
sido a ti. No puedo decirte más acerca de esa joven mujer, mis relaciones con ella
me lo impiden. Entérate nada más de que, al solo roce de su alma, la mía ha ma-
durado de repente, y desde ese momento se encuentra preparada para morir, pues
su corazón me ha permitido apreciar la magnitud de la extrema nobleza humana;
muero porque nada me queda ya en la tierra que aprender ni que alcanzar. ¡Adiós!
Eres el solo ser de la tierra que me gustaría reencontrar en el más allá.
6.
La última carta que usted escribió.
7.
Volveré y seré sillones. Luis XV.
8.
Amarse a sí mismo al menos tiene una ventaja: no hay muchos rivales.
9.
Leer es vivir la vida que otros soñaron.
10.
La trompa de Eustaquio
La trompa de Eustaquio
cumple con la función de mantener
en el interior de la caja del tímpano
una presión igual a la externa,
de modo que la membrana timpánica
pueda vibrar libremente
y funcionar en las mejores condiciones.
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Introducción a la Literatura
11.
EXVOTO
Las chicas de Flores tienen los ojos dulces, como las almendras azucaradas de la
Confitería del Molino, y usan moños de seda que les liban las nalgas en un ale-
teo de mariposa.
Las chicas de Flores se pasean tomadas de los brazos, para transmitirse sus estre-
mecimientos, y si alguien las mira en las pupilas, aprietan las piernas, de miedo
de que el sexo se les caiga en la vereda.
Al atardecer, todas ellas cuelgan sus pechos sin madurar del ramaje de hierro de
los balcones, para que sus vestidos se empurpuren al sentirlas desnudas, y de
noche, a remolque de sus mamás –empavesadas como fragatas– van a pasearse
por la plaza, para que los hombres les eyaculen palabras al oído, y sus pezones
fosforescentes se enciendan y se apaguen como luciérnagas.
Las chicas de Flores viven en la angustia de que las nalgas se les pudran, como
manzanas que se han dejado pasar, y el deseo de los hombres las sofoca tanto,
que a veces quisieran desembarazarse de él como de un corsé, ya que no tienen
el coraje de cortarse el cuerpo a pedacitos y arrojárselo a todos los que les pasan
la vereda.
12.
Vienen en contenedores pequeños o cofres grandes, acomodados en una bodega
especial, y siempre como equipaje acompañado. Sus acompañantes son dos o más
custodios que viajan en clase económica y deben turnarse para dormir. Del trans-
porte se encargan courriers especiales como Juncadella-Prosegur, Brinks, Mat Secu-
ritas, Brambels, Loomis Westfargo o algún otro. Cuando aterrizan en Ezeiza, la pri-
mera bodega que se desprecinta y abre es ésa, siempre que un camión blindado ya
esté en la pista aguardando y se haga presente un despachante de aduana. Mien-
tras se completa la operación, el pasaje debe esperar en la aeronave.
13.
Me llaman Rodolfo Walsh. Cuando chico, ese nombre no terminaba de conven-
cerme; pensaba que no me serviría, por ejemplo, para ser presidente de la Repú-
blica. Mucho después descubrí que podía pronunciarse como dos yambos alite-
rados, y eso me gustó.
Nací en Choele-Choel, que quiere decir “corazón de palo”. Me ha sido repro-
chado por varias mujeres.
Mi vocación se despertó tempranamente: a los ocho años decidí ser aviador.
Por una de esas confusiones, el que la cumplió fue mi hermano. Supongo que a
partir de ahí me quedé sin vocación y tuve muchos oficios. El más espectacular:
limpiador de ventanas; el más humillante: lavacopas; el más burgués: comercian-
te de antigüedades; el más secreto: criptógrafo en Cuba.
19
Universidad Virtual de Quilmes
14.
Soy ginebrino de origen y nací en el seno de una de las familias más importan-
tes del país. A lo largo de muchos años, mis antecesores fueron síndicos o con-
sejeros y mi padre llevó a cabo con honra y consideración numerosos cargos ofi-
ciales. Todos quienes le conocían le respetaban a causa de su integridad y del
incansable entusiasmo con que se dedicaba a la política. Pasó su juventud entre-
gado por entero a los asuntos del país. Varios motivos le impidieron casarse a
edad temprana y no pudo contraer matrimonio y convertirse en padre de familia
hasta que su camino por la vida estaba ya muy avanzado.
Como algunas circunstancias de su matrimonio aclaran su personalidad, no
quiero seguir adelante sin citarlas. Su mejor amigo era un comerciante que, tras
haber gozado de una desahogada situación, se vio en la miseria a causa de va-
rios contratiempos económicos. Aquel hombre, llamado Beaufort, era de un ca-
rácter fuerte e intransigente. No fue capaz de soportar la vida en la miseria y ver-
se olvidado por todos en la ciudad donde había destacado por su categoría y
20
Introducción a la Literatura
riqueza. Por ello, tras haber satisfecho honradamente sus deudas, se retiró a Lu-
cerna acompañado por su hija y vivió, apartado de todos, casi en la más absolu-
ta pobreza.
Mi padre tenía por Beaufort una gran estima y la noticia de aquel destierro
obligado por penosas circunstancias no dejó de afectarle mucho. Deploró con
amargura el anacrónico orgullo que había obligado a su amigo a portarse de una
forma tan poco adecuada al cariño que les unía. Cargó de inmediato sobre sus
espaldas la tarea de buscarlo, confiando en llegar a convencerle de que recupe-
rara su posición, aceptando para ello su ayuda y su criterio.
Pero Beaufort había tomado eficaces precauciones para no ser hallado y sólo
diez meses más tarde mi padre pudo averiguar su paradero. Rebosante de alegría
dirigióse a la casa de su antiguo amigo, que se encontraba en una modesta calle a
orillas del Reuss. Por desgracia, cuando llegó no encontró más que desesperación
y miseria. Beaufort no logró salvar del desastre sino una mínima cantidad de dine-
ro que había bastado, tan sólo, para proporcionar, durante unos meses, el sustento
necesario a él y a su hija.
15.
He terminado mi carrera, he concluido mi misión. Para vivir estéril, inútil, y de-
formado, es preferible morir. ¡Sí!... que se rompa pero que no se doble.
He luchado de una manera indecible en estos últimos tiempos, pero mis fuer-
zas –tal vez gastadas ya– han sido incapaces de detener la montaña, y la monta-
ña me aplastó.
He dado todo lo que podía dar, todo lo que buenamente se puede exigir a un
hombre, y al fin mis fuerzas se han agotado... Y para vivir inútil, estéril y defor-
mado, es preferible morir. Entrego decorosa y dignamente lo que me queda, mi
última sangre, el resto de mi vida.
Los sentimientos que me han impulsado, las ideas que han alumbrado mi al-
ma, los móviles, las causas y los propósitos de mi acción y de mi lucha, en gene-
ral, en mi vida, son, creo, perfectamente conocidos; si me engaño a este respec-
to, será una desgracia que yo no podré ya sentir ni remediar.
Ahí está mi labor y mi acervo desde largos años, desde muy joven, desde muy
niño, luchando siempre de abajo. No es el orgullo que me dicta estas palabras, ni
es debilidad, en estos momentos, lo que me hace tomar esta resolución. Es un
conocimiento profundo que se ha apoderado de mi alma en el sentido que lo
enuncio en los primeros párrafos, después de haberlo pensado, meditado y refle-
xionado mucho, en un solemne recogimiento.
Entrego, pues, mi labor y mi memoria al juicio del pueblo, por cuya noble
causa he luchado constantemente.
En estos momentos el partido popular se prepara para entrar nuevamente en
acción, en bien de la Patria. Ésta es mi idea, éste es mi sentimiento, ésta es mi
convicción arraigada, sin ofender a nadie. Yo mismo he dado el primer impulso,
y sin embargo, no puedo continuar. Mis dolencias son gravísimas, necesariamen-
te mortales.
¡Adelante los que quedan!
¡Ah, cuánto bien ha podido hacer este partido si no hubiesen promediado
ciertas causas y ciertos factores!
¡No importa! Todavía puede hacer mucho... Pertenece principalmente a las nue-
vas generaciones. Ellos le dieron origen y ellos sabrán consumar la obra, ¡deben
consumarla!
21
Universidad Virtual de Quilmes
16.
Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de mane-
ra tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la par-
te siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendi-
cular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas
sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las
partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en pose-
sión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, forma-
dos como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que
el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combi-
nación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de tras-
ladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan parti-
cularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los bra-
zos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen
de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta
y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del
cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y
que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer pel-
daño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equiva-
lente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el
pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocar-
la en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero
descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta ad-
quirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie
hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiem-
po el pie y el pie).
Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los
movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmen-
te, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta
el momento del descenso.
17.
[Parece necesario dar] alguna explicación sobre las leyes y reglas de la pesquería
de ballenas, cuyo gran emblema y símbolo puede considerarse el arpón de mar-
cado.
Ocurre con frecuencia que cuando varios barcos pescan a la vez, una ballena
puede ser herida por un barco, escapar luego, y finalmente ser muerta y capturada
por otro barco; en lo cual se implican indirectamente varias contingencias menores,
todas ellas formando parte de ese gran caso general. Por ejemplo: después de la fa-
tigosa y peligrosa persecución y captura de una ballena, el cuerpo puede soltarse
del barco a causa de una violenta tempestad, y derivando mucho a sotavento, ser
capturada de nuevo por un segundo barco ballenero, que, en la calma, la remolca
tranquilamente a su costado, sin arriesgar vidas ni cables. Así, muchas veces surgi-
rían entre los pescadores las más ofensivas y violentas disputas, si no hubiera algu-
na ley indiscutida y universal, escrita o no, para aplicar en todos los casos.
Quizás el único código formalizado de la ballenería que se ha puesto en vigor
por un decreto legislativo fue el de Holanda. Lo promulgaron los Estados Genera-
les del año 1695. Pero aunque ninguna otra nación ha tenido jamás ninguna ley
ballenera por escrito, los pescadores americanos de ballenas han sido sus propios
22
Introducción a la Literatura
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Universidad Virtual de Quilmes
mente para salvar sus vidas, pero que respecto a la ballena controvertida, los ar-
pones y la estacha, pertenecían a los demandados; la ballena, porque era un Pez-
Suelto en el momento de su captura final; y los arpones y la estacha, porque
cuando el pez se escapó con ellos, adquirió (el pez) un derecho de propiedad
sobre esos objetos, y por tanto, quienquiera que luego capturara al pez tenía de-
recho a ellos. Ahora bien, los demandados habían capturado luego el pez; ergo,
los susodichos objetos eran suyos.
Un hombre corriente que observe estas decisiones del doctísimo juez quizá
les pondrá objeciones. Pero excavando hasta la roca original del asunto, los dos
grandes principios establecidos en las mellizas leyes balleneras previamente cita-
das, y aplicadas y elucidadas por Lord Ellenborough en el caso precitado; esas
dos leyes, digo, concernientes al Pez-Sujeto y Pez-Suelto, se encontrará que son
los fundamentos de toda la jurisprudencia humana, pues, a pesar de su compli-
cada tracería de escultura, el Templo de la Ley, como el Templo de los Filisteos,
no tiene más que dos puntales en que apoyarse. [...]
¿Qué son los derechos del hombre y las libertades del mundo sino Peces-Suel-
tos? ¿Qué son todas las ideas y opiniones de los hombres sino Peces-Sueltos? ¿Qué
es en ellos el principio de la creencia religiosa sino un Pez-Suelto? Para los osten-
tosos contrabandistas palabreros, ¿qué son los pensamientos de los pensadores si-
no Peces-Sueltos? ¿Qué es la gran esfera misma sino un Pez-Suelto? ¿Y qué eres tú,
lector, sino un Pez-Suelto y también un Pez-Sujeto?
18.
Diez y ocho yemas de huevo y dos claras bien batidas, una copa grande de le-
che, una copa de vino Oporto, ralladura de la película de un limón, canela, azú-
car y un trocito de vainilla.
Todo esto, mezclado y batido, se pone en un molde enmantecado y se entra a
asarse en el horno.
19.
Unos fideos a la cazuela. Entre la nevera y la breve despensa situada junto a la
alacena halló todo lo necesario. La costilla de cerdo ligeramente salada fue some-
tida al rigor del escaso aceite hirviente en la cazuela de barro. A continuación
una patata troceada, cebolla rallada, pimiento, tomate. Apelotonado el sofrito,
Carvalho lo saló y pimentó en rojo ligeramente antes de echar los fideos y reho-
garlos hasta convertirlos en cristalitos con voluntad de transparencia. Era el mo-
mento de echar el caldo hasta una altura que superara en un dedo la de la masa
compacta. Cuando el caldo empezó a hervir, Carvalho añadió cuatro rodajas de
gruesa botifarra de bisbe y poco antes de apartar el guiso del fuego lo ultimó con
una picada de ajo y ñora fritos aparte.
20.
Cuando volvimos a nuestro real, dividieron a la gente según sus habilidades pa-
ra la guerra y para el trabajo, y se construyó una ciudad con una defensa de te-
rraplén de media vara de alto y tres pies de ancho, así como una casa fuerte pa-
ra nuestro capitán dentro de ella. Sin embargo, lo que se levantaba hoy, se
24
Introducción a la Literatura
derrumbaba mañana, pues la gente no tenía nada de comer, padecía gran estre-
chez y moría de hambre. Ni siquiera los caballos pudieron remediarla. Era tanta
la pobreza y el hambre que no había bastantes ratas, ratones, serpientes ni otros
bichejos inmundos para aplacar el hambre tan grande e infame. No quedaron ni
zapatos ni cuero alguno, todo se comía. Y sucedió que tres españoles robaron un
caballo y se lo comieron. La cosa fue sabida y los prendieron y, sometidos a tor-
mento, lo confesaron, y fueron condenados y ahorcados. Aquella misma noche,
otros tres españoles se juntaron y fueron al cadalso donde estaban los ahorcados,
cortaron los muslos y otros grandes pedazos de carne y los llevaron para matar
el hambre incontenible. Así, hubo también un español que por el hambre gran-
dísima comió a su hermano muerto en la ciudad de Buenos Aires.
21.
Por lo que toca a su vida y sus costumbres,
hombres y mujeres andan completamente desnudos.
Son de mediana estatura y de buenas proporciones.
Su carne tira a roja como el pelo de los leones,
y soy de opinión que si anduvieran vestidos
serían tan blancos como nosotros.
Tienen sus pelos largos y negros,
especialmente las mujeres,
a las que sienta bien la larga y atezada cabellera.
No son muy hermosos sus semblantes
porque tienen las caras chatas o aplastadas
semejantes a las de los tártaros.
Son de extremo ligeros y veloces para correr
tanto los hombres como las mujeres.
Nadan maravillosamente en el agua, como peces,
y las mujeres mejor que los hombres.
Sus armas son arcos y saetas
que fabrican con mucha habilidad.
Carecen enteramente de hierro y otros metales
y arman sus saetas con dientes de bestias y de peces.
No tienen jefes ni capitanes de guerra
sino que andan sin orden, cada uno libremente.
Esta gente vive en libertad, no obedece a nadie
ni tiene ley ni señor. No riñen entre sí.
En el modo de hablar parecen muy sencillos
pero en realidad son muy astutos y sagaces.
Hablan muy rara vez y en tono muy bajo
usando los mismos acentos que nosotros.
Las voces las forman entre los dientes y los labios;
y tienen vocablos distintos de los nuestros.
Su modo de comer es muy bárbaro
y no tienen horas determinadas para ello;
comen cuando tienen hambre, sea de día o de noche.
Para comer se sientan en el suelo;
y no usan manteles ni servilletas,
pues no tienen lienzo ni paño alguno.
Duermen en grandes redes colgadas en el aire.
Son muy aseados y limpios porque se bañan mucho.
Sus casas están construidas a manera de campanas.
25
Universidad Virtual de Quilmes
22.
El último poema que usted escribió y no publicó.
23.
Ai aia aia
ia ia ia aia ui
Tralalí
Lali lalá
Aruaru
urulario
Lalilá
Rimbibolam lam lam
Uiaya zollonario
lalilá
Monlutrella monluztrella
lalolú
Montresol y mandotrina
Ai ai
Montesur en lasurido
Montesol
Lusponsedo solinario
Aururaro ulisamento lalilá
Ylarca murllonía
Hormajauma marijauda
Mitradente
Mitrapausa
Mitralonga
Matrisola
matriola
Olarnina olasica lalilá
Isonauta
Olandera uruaro
la ia campanuso compasedo [...]
24.
Entonces trabajaba yo como redactor cultural de un diario de quinta categoría. La
sección a mi cargo se guiaba por el concepto de arte del director, quien ufano de
sus amistades en el ambiente, me obligaba a incurrir en entrevistas a vedettes de
compañías frívolas, reseñas de libros escritos por ex detectives, notas a circos
ambulantes o alabanzas desmedidas al hit de la semana que pudiera pergeñar
cualquier hijo de vecino.
26
Introducción a la Literatura
En las oficinas húmedas de esa redacción agonizaban cada noche mis ilusio-
nes de ser escritor. Permanecía hasta la madrugada empezando nuevas novelas
que dejaba a mitad de camino desilusionado de mi talento y mi pereza. Otros es-
critores de mi edad obtenían considerable éxito en el país y hasta premios en el
extranjero: el de Casa de las Américas, el de la Biblioteca Breve Seix-Barral, el de
Sudamericana y Primera Plana. La envidia, más que un acicate para terminar al-
gún día una obra, operaba en mí como una ducha fría.
Por aquellos días en que cronológicamente comienza esta historia –que co-
mo los hipotéticos lectores advertirán parte entusiasta y termina bajo el efecto
de una honda depresión– el director advirtió que mi tránsito por la bohemia
había perfeccionado peligrosamente mi palidez y decidió encargarme una nota
a orillas del mar, que me permitiera una semana de sol, viento salino, mariscos,
pescados frescos, y de paso importantes contactos para mi futuro. Se trataba de
asaltar la paz costeña del poeta Pablo Neruda, y a través de entrevistas con él,
lograr para los depravados lectores de nuestro pasquín algo así, palabras de mi
director, “como la geografía erótica del poeta”. En buenas cuentas, y en chile-
no, hacerle hablar del modo más gráfico posible sobre las mujeres que se ha-
bía tirado.
Hospedaje en la hostería de Isla Negra, viático de príncipe, auto alquilado en
Herz, préstamo de su portátil Olivetti, fueron los satánicos argumentos con que el
director me convenció de llevar a cabo la innoble faena. A estas argumentacio-
nes, y con ese idealismo de la juventud, yo agregaba otra acariciando un manus-
crito interrumpido en la página 28: durante las tardes iba a escribir la crónica so-
bre Neruda y por las noches, oyendo el rumor del mar, avanzaría mi novela hasta
terminarla. Más aún, me propuse algo que concluyó en obsesión, y que me per-
mitió además sentir una gran afinidad con Mario Jiménez, mi héroe: conseguir
que Pablo Neruda prologara mi texto. Con ese valioso trofeo golpearía las puer-
tas de Editorial Nascimento y conseguiría ipso facto la publicación de mi libro do-
lorosamente postergado.
Para no hacer este prólogo eterno y evitar falsas expectativas en mis remo-
tos lectores, concluyo aclarando desde ahora algunos puntos. Primero, la nove-
la que el lector tiene en su mano no es la que quise escribir en Isla Negra ni
ninguna otra que hubiera comenzado en aquella época, sino un producto late-
ral de mi fracasado asalto periodístico a Neruda. Segundo, a pesar de que va-
rios escritores chilenos siguieron libando en la copa del éxito (entre otras cosas
por frases como éstas, me dijo un editor) yo permanecí –y permanezco– rigu-
rosamente inédito. En tanto otros son maestros del relato lírico, en primera per-
sona, de la novela dentro de la novela, del metalenguaje de la distorsión de
tiempos y espacios, yo seguí adscrito a metaforones trajinados en el periodis-
mo, lugares comunes cosechados de los criollistas, adjetivos chillantes malen-
tendidos en Borges, y sobre todo aferrado a lo que un profesor de literatura de-
signó con asco: un narrador omnisciente. Tercero y último, el sabroso reportaje
a Neruda que con toda seguridad el lector preferiría tener en sus manos en vez
de la inminente novela que lo acosará desde la próxima página y que acaso me
hubiera sacado en otro rubro de mi inveterada anonimia, no fue viable debido
a principios del vate y no a mi falta de impertinencia. Con una amabilidad que
no merecía la bajeza de mis propósitos me dijo que su gran amor era su espo-
sa actual, Matilde Urrutia, y que no sentía ni entusiasmo ni interés por revolver
ese “pálido pasado”, y con una ironía que sí merecía mi audacia de pedirle un
prólogo para un libro que aún no existía, me dijo poniéndome de patitas en la
puerta: “con todo gusto, cuando lo escriba”.
En la esperanza de hacerlo, me quedé largo tiempo en Isla Negra, y para
apoyar la pereza que me invadía todas las noches, tardes y mañanas frente a la
página en blanco, decidí merodear la casa del poeta y de paso merodear a los
que la merodeaban. Así fue como conocí a los personajes de esta novela.
27
Universidad Virtual de Quilmes
25.
Oeste salió con la dama de trébol y el declarante calculó que cumpliría su contra-
to: entró al muerto. El declarante terminó su arrastre, jugó los corazones, terminan-
do con el muerto. Sur fue culpable de esa derrota ya que se tentó de jugar pique
chico del muerto en la primera baza, con el objeto de crear así una tenaza en el
muerto que lo protegiera en ese palo. En esta mano era necesario no tentarse sino
abarcar toda la mano como una unidad, calculando los posibles peligros, especial-
mente del corazón.
26.
CORO
Gloria al numen sacro
del feliz Oriente,
que erige a Minerva
altar reverente.
CORO
CORO
28
Introducción a la Literatura
CORO
¡Salve Biblioteca!,
taller del ingenio,
escuela del genio,
vida del saber:
colmada te mires,
de preciosos dones,
y jamás pregones
del tiempo el poder.
CORO
27.
Sansón y los filisteos
Hubo una vez un animal que quiso discutir con Sansón a las patadas. No se ima-
ginan cómo le fue. Pero ya ven cómo le fue después a Sansón con Dalila aliada
a los filisteos.
Si quieres triunfar contra Sansón, únete a los filisteos. Si quieres triunfar sobre
Dalila, únete a los filisteos.
Únete siempre a los filisteos.
28.
Había una mujer que le escribía anónimos a su marido donde le contaba la verdad
de su vida. Lo asombroso es que el marido jamás le comentó que recibía esa infor-
mación confidencial.
29.
Uno de los cuentos que más me impresionaron en mi breve juventud fue para mí
un enigma sin solución hasta hace seis meses. No sabía cuál era su título, ni
quién lo había escrito, ni en qué idioma, ni en qué antología lo había leído. Ne-
29
Universidad Virtual de Quilmes
cesité cuarenta y cuatro años de averiguaciones para saberlo todo. Pero ése no
fue el final: ahora que he podido leerlo de nuevo me ha parecido tan impresio-
nante como lo recordaba, en efecto, pero por motivos distintos.
La primera vez que lo leí, en 1949, había hecho una pausa en mis primeras ar-
mas de periodista, y andaba vendiendo enciclopedias y libros técnicos a plazos
por los pueblos de la Guajira colombiana. En realidad era un pretexto para reco-
nocer la región donde había nacido mi madre, y sobre todo donde la habían
mandado sus padres para contrariar sus amores con el telegrafista de Aracataca.
Quería en primer término compararla con lo que había oído decir desde niño, y
explorarla aún más por mi cuenta, porque había presentido que allí estaban mis
raíces de escritor.
Tanto tiempo me sobraba para leer, que cuando se me acababan mis libros
pasaba largas horas en las pobres fondas del camino leyendo los de mi muestra-
rio de vendedor: técnica quirúrgica, tratados de derecho, ingeniería de puentes, y
en casos extremos, los diez tomos de la enciclopedia ilustrada. Pero siempre en-
contraba amigos que me prestaran otros. No recuerdo cuál de ellos me regaló
una antología de cuentos policíacos, que leí con el alma en un hilo en el hotel
que tenía Víctor Cohen en la plaza mayor de Valledupar. Allí estaba el cuento.
El argumento, como lo recordé siempre, era el de un sospechoso que dos de-
tectives seguían sin piedad por las calles de París durante días y noches, con la
esperanza de que tarde o temprano se viera forzado a volver a su casa, donde es-
taban las únicas pruebas para acusarlo. Como me ha ocurrido siempre con los
cuentos policiales, y con la vida misma, no se me quedó metido en el alma el en-
carnizamiento de los perseguidores sino la angustia del perseguido.[...]
Recordaba que el libro en que lo leí tenía no menos de cuatrocientas páginas,
pero había olvidado quién me lo prestó y si de veras estaba entre los que dejé en
el hotel de Víctor Cohen. Debía ser impreso en Buenos Aires, como la mayoría
de nuestras lecturas de la época, y tal vez por Santiago Rueda, pues era de for-
mato grande y letras cómodas para leer, como solían ser los libros de esa edito-
rial. Por el género, por el país y por la época, tenía que ser una de las tantas an-
tologías de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. Lo demás que logré recordar
era algo tan incierto como que en el mismo libro había un cuento de Apollinaire
cuyo protagonista era un marinero con un loro en el hombro. No encontré a na-
die que me diera una pista.
Lo raro era que entonces había leído varios libros de Georges Simenon, y no
lo había referido nunca al cuento tan buscado. Era ya un autor legendario, aun-
que no tanto por sus libros como por el modo de escribirlos, y por su fecundi-
dad casi irracional. Se decía que terminaba uno cada sábado, que había escrito
varios dentro de la vitrina de su editorial para que los peatones pudieran dar fe
de la rapidez de su maestría, o que estaba dándole la vuelta al mundo en un ya-
te para aumentar su rendimiento a uno por día.
No fue en el París de la guerra de Argelia, sino en el México florido de 1965,
cuando leí un cuento al azar, y encontré un nombre que me hizo saltar de la si-
lla: Maigret. Entonces, como en una revelación sobrenatural con doce años de re-
traso, recordé que así se llamaba el inspector que perseguía al sospechoso de mi
cuento inolvidable. De modo que el autor, sin ninguna duda, era Georges Sime-
non.
Era apenas un paso, por supuesto, porque encontrar un cuento suelto de Si-
menon sin conocer el título era como buscarlo en el fondo del océano. Consulté
a expertos en su obra, entre ellos a Alvaro Mutis, que alguna vez me había pro-
puesto firmar una carta junto con otros dos mil escritores del mundo para exigir
que le aumentaran el sueldo al inspector Maigret. Nadie reconoció el argumento
que yo contaba ya como un disco rayado. Aburrido de tanto oírlo, Alvaro Cepe-
da Samudio me dijo: “De todos modos escríbalo usted, porque es un cuento del
carajo que necesita existir”.
30
Introducción a la Literatura
31
Universidad Virtual de Quilmes
30.
Proposición de la boa
(A las puertas de la Tour d’Argent)
2.
Usted ya clasificó los textos precedentes. Seguramente le
plantearon algunas dudas.
a. Defina los criterios que utilizó para efectuar esa clasifica-
ción.
b. A partir de los criterios utilizados, defina provisoriamente
el concepto “literatura”.
3.
Confronte la definición que usted ensayó para el concepto “li-
teratura” con las tres anteriores. Probablemente se acerque
más a una de ellas.
Cualquiera de las tres definiciones posibles nos enfrenta a una serie de pro-
blemas que analizaremos a continuación.
32
Introducción a la Literatura
4.
a. Lea la entrevista al matemático británico John Conway y el
fragmento del artículo del crítico Ángel Rama que transcri-
bimos a continuación.
b. A partir de la idea de imaginación que se plantea en la en-
trevista y la de testimonio que se maneja en el artículo de
Rama, reflexione acerca de la literatura como obra de ima-
ginación.
33
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Ese Fermat
34
Introducción a la Literatura
35
Universidad Virtual de Quilmes
5.
Entre los textos que clasificó como literarios, señale las pro-
piedades distintivas que los diferencian de los no literarios.
Fundamente sus afirmaciones a partir de los siguientes con-
ceptos de Van Dijk:
36
Introducción a la Literatura
6.
a. Relea la entrevista al matemático británico John Conway.
b. Entre los textos que consideró como literarios seleccione
aquéllos que le permitan poner en cuestión la idea de lite-
ratura como discurso no pragmático.
7.
a. Revise las fuentes de las que fueron tomados los textos
que usted clasificó.
b. ¿Reclasificaría alguno de los textos en función de esas
fuentes? Justifique su respuesta.
37
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Fuentes:
1. CORTÁZAR, JULIO (1964), Final del juego, Sudamericana, Buenos Ai-
res.
6. –––––––––––––
12. NUDLER, JULIO, “Un refugio de papel para mirar la crisis”, en: Pági-
na 12, Buenos Aires, 21/7/2001.
13. WALSH, RODOLFO (1994), “El violento oficio de escritor”, en: R. Bas-
chetti, Rodolfo Walsh, vivo, Buenos Aires, Eds. de la Flor.
38
Introducción a la Literatura
22.–––––––––––––––––––––––––––––––––
23. HUIDOBRO, VICENTE (1992), “Canto VII”, en: Altazor, Cátedra, Madrid.
8.
Deténgase en los siguientes casos puntuales:
a. ¿En qué se diferencian el texto número 6 de los textos 4 y 5?
b. ¿En qué se diferencian los textos 10, 11, 23, 25 y 30 del
texto número 22?
c. ¿Podríamos hablar de La metamorfosis como texto literario
(número 2) si Max Brod no hubiera desobedecido a Kafka
y no hubiera publicado sus escritos?
39
Universidad Virtual de Quilmes
9.
Lea el prólogo de No pasó nada de Antonio Skármeta.
Analice allí:
a. La función del autor (Skármeta, el adolescente).
b. La función del lector profesional (Skármeta, su editor, la
crítica periodística).
c. La presencia del público.
d. La idea de literatura que guía la búsqueda de los periodis-
tas (referida a El cartero de Neruda).
10.
a. Relea “El mismo cuento distinto” de Gabriel García Már-
quez y la contratapa del libro en el que aparece ese texto,
que transcribimos a continuación:
Contratapa Tusquets
“El mismo cuento distinto” aparece en el número cero de la colección
que republica los policiales del comisario Maigret de George Simenon y
se propone como presentación de la misma.
40
Introducción a la Literatura
b. Analice:
• el lugar de García Márquez como lector y escritor profe-
sional
• el lugar de la editorial como propiciadora de modos de
leer tanto del texto de García Márquez como de las nove-
las de Simenon.
11.
Analice cómo se constituye la función del autor en “Eher Su-
garno” de J. Rodolfo Wilcock y cómo esta constitución deter-
mina la pertenencia a la literatura y al género de los textos
poéticos que incluye.
Las instrucciones de lectura, los modos de leer los textos, las indicaciones
acerca de su pertenencia a la literatura se extiende a textos que, desde su
contexto de producción, no fueron pensados como literarios.
12.
a. Relea “De cómo se fortificó la ciudad de Buenos Aires y
del hambre que se padeció” de Ulrico Schmidel.
b. Analice la función de los lectores profesionales (la edito-
rial, el prologuista, la colección) al incluir este texto en
una colección literaria.
41
Universidad Virtual de Quilmes
42
2
Literatura
Objetivos
1. Definir las características de lo literario.
2. Reflexionar acerca de la constitución histórico-cultural del concepto “lite-
ratura”.
3. Reflexionar acerca de la constitución del canon literario.
4. Revisar diferentes concepciones acerca de la historia literaria.
Raymond Williams considera que las condiciones del surgimiento del concepto
empezaron a generarse en el Renacimiento. Derivada de la palabra latina “lit-
tera” –letra del alfabeto– literatura implicó una especialización en la lectura
del área caracterizada hasta entonces como retórica y gramática. Esta deno-
minación introdujo, entonces, una forma de jerarquizar y considerar los textos
relacionada con el soporte material. Eran literarios los textos escritos y, más
especialmente y gracias a la invención de Gutenberg (siglo XV), impresos. Que-
daban fuera de la denominación los textos orales de la narrativa popular que,
por no estar fijados por escrito, no podían leerse, sino solamente escucharse.
Hacia el siglo XVIII el concepto literatura quedaba acotado a una práctica
–leer–, a una experiencia –haber leído– y a una condición –poder hacerlo–
que, dadas las circunstancias de la época, era una condición de clase so-
cial. En este sentido, por una parte, literatura incluía todos los libros impre-
sos, fueran éstos de filosofía, historia, ensayos y/o poemas, sin distinción
de una especialización en obras imaginativas.
Hacia el siglo XIX, literatura perdió este sentido de práctica, capacidad y ex-
periencia de lectura en general y se convirtió en una “categoría aparentemen-
te objetiva de libros impresos de cierta calidad” (Williams, 1980). La supues-
ta objetividad de la categoría, qué determina esa “cierta” calidad, qué textos
43
Universidad Virtual de Quilmes
la detentan, se asocian con tres tendencias que irrumpen en el siglo XIX y que
para el siglo XX se constituyen en supuestos generalmente admitidos para
considerar literario a un texto, para juzgar sus méritos, para reconocerle valo-
res estéticos. Esa “calidad” se asocia a ciertos textos, los imaginativos, los
Estético refiere a la ca-
creativos, que a su vez, deben estar “bien escritos”, despertar interés estéti-
tegoría de lo bello. En
una concepción inmanentista, lo co. Estas tendencias transformadas en supuestos admitidos son: a) el gusto;
estético señala la actividad sen- b) la especialización en obras de imaginación; y c) la constitución de una tradi-
sorial subjetiva y la belleza o lo ción en la que se entraman los textos y a partir de la cual se los lee.
hermoso como fundamentos
del arte.
Esta concepción se opone a in- 2.1.2. El gusto
terpretaciones culturales que
consideran su naturaleza socio-
lógica. Desde esta última pers- Ciertos grupos sociales, unificados en torno de ítems similares de juicio, goce y
pectiva, lo estético no es una apropiación cultural, dictan normas, valores, pautas que determinan una percep-
propiedad real o esencial del ob- ción y disfrute de ciertas obras a las que consideran literarias o poseedoras de
jeto, sino algo que se manifiesta
en cierto contexto social. La per-
cierta calidad literaria. El gusto individual, el de cada lector, es moldeado, deter-
cepción estética se impone a tra- minado por esas normas. El gusto resulta entonces una categoría de orden so-
vés de las instituciones –educa- cial que parece objetiva porque surge del consenso de un sentimiento de clase.
tivas, culturales– que, a la vez Una categoría que, hasta fines del siglo XVIII, había sido unívoca –“todos los li-
que los establecen, educan en el
reconocimiento de los valores bros impresos”– dejó de serlo. Se impuso una selección, una discriminación: no
estéticos. todos los textos impresos eran literatura. La literatura se volvió un área selectiva.
En la necesidad de establecer esta validación entre lo que era y lo que no
era literatura, en la discriminación de las obras auténticamente grandes o
principales con la consecuente categorización de obras menores y la exclu-
sión de las malas o insignificantes, son varias las instancias que participan.
Una de esas instancias es la crítica como institución mediadora de consa-
gración y legitimación. Académica o periodística, impone distintos criterios
para consagrar o legitimar textos y autores, y transmite una comunicación
práctica de los principales valores de aquéllos.
A manera de ejemplo: en el recorrido de lecturas de la novela Frankenstein
de Mary Shelley se puede observar el papel de la crítica académica en la
asignación de valores.
44
Introducción a la Literatura
hijo, William; cuando finalizó la novela, en 1817, acababa de tener otra hija, Cla-
ra, pero sus dos vástagos murieron poco después.
En las últimas décadas, la literatura que ha generado y sigue generando Fran-
kenstein es inabarcable, y encontramos todas las lecturas posibles, ya sean políti-
cas, psicoanalíticas, sociológicas o estructuralistas. En todo ello subyace un hecho
evidente: la novela no es el mero producto de una fantasía juvenil o de una escri-
tora que aspirara a introducirse en la literatura de consumo con una obra de éxito.
Empapada del ambiente intelectual que se respiraba en Villa Diodati, estimulada
por las conversaciones y debates de Byron, Shelley y Polidori, fascinada por la
ciencia y la filosofía, Mary Shelley trataba de componer un texto que trascendiera
los estrechos límites de la novela sensacionalista, empleó el género gótico como
simple pista de despegue hacia otros rumbos literarios. (CUETO, R., 2000, pp. 7-25)
Otras figuras características del campo literario moderno –los editores, los
otros escritores y el mercado– son también instancias que participan en la
modificación y establecimiento del gusto.
1.
Los que siguen son textos periodísticos alrededor de un fenó-
meno editorial actual, la saga de Harry Potter de J. K. Row-
ling. Analice, respecto de la constitución del gusto:
a. los juicios de la crítica académica
45
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46
Introducción a la Literatura
47
Universidad Virtual de Quilmes
48
Introducción a la Literatura
2.1.3. La tradición
49
Universidad Virtual de Quilmes
2.
“Desde una perspecti-
En los siguientes manifiestos, analice las operaciones que rea-
va amplia podríamos
definir manifiesto como un es- lizan respecto de la tradición que los precede y la nueva tra-
crito en el que se hace pública dición que intentan construir.
una declaración de doctrina o
propósito de carácter general o
más específico. [...] Manifiesto
es dar(se) a conocer determina- Prefacio a “Cromwell”
dos valores que serán interpre-
tados en un espacio denomina-
Digámoslo en voz alta: ha llegado el tiempo en que la libertad, como la luz, pe-
do habitualmente público, netrando por todas partes, penetre también en las regiones del pensamiento. Es
donde se juega el carácter de su preciso emprenderla a martillazos contra las teorías, las poéticas y los sistemas.
circulación y recepción. En este Hagamos caer la antigua capa de yeso que ensucia la fachada del arte. Ya no hay
sentido su importancia social se reglas ni modelos; o mejor, dicho, ya no hay más reglas que las reglas generales
relaciona con la conformación e
de la naturaleza, que se ciernen sobre el arte, y las leyes especiales que cada
identificación de un determina-
do grupo.” (MANGONE, C. y WAR- composición necesita, según las condiciones propias de cada asunto. Las prime-
LEY, J.,1992, El manifiesto. Un ras son interiores y eternas y deben seguirse siempre; las segundas son exterio-
discurso entre el arte y la políti- res y variables y sólo sirven una vez... Estas reglas, sin embargo, no están escri-
ca, Biblos, Buenos Aires) tas en los tratados de poética. El genio, que adivina más que aprende, extrae
para cada obra las primeras reglas del orden general de las cosas, las segundas,
del conjunto aislado del asunto que trata, no como el químico que enciende el
hornillo, sopla el fuego, calienta el crisol, analiza y destruye, sino como la abeja,
que vuela con alas de oro, se posa sobre las flores y extrae la miel, sin que los
cálices pierdan su brillo ni las corolas su perfume.
El poeta no debe pues pedir consejo más que a la naturaleza, a la verdad y a
la inspiración, que es también una verdad y una naturaleza.
[...] Nos acercamos al momento en que ha de prevalecer la crítica nueva, esta-
blecida sobre base ancha, sólida y profunda y se comprenderá bien pronto que
debe juzgar a los escritores, no según las reglas y los géneros que están fuera de
la naturaleza y del arte, sino según los principios inmutables del arte y según las
leyes especiales de su organización personal.
[...] El gusto es la razón del genio; esto es lo que establecerá bien pronto una
crítica poderosa, franca y sabia... Esta crítica, uniéndose a todo lo que encuentra
superior en las letras, nos librará de dos azotes, del clasicismo caduco y del falso
romanticismo, que se atreve a despuntar a los pies del verdadero...
Lo que hay que destruir antes que nada es el viejo mal gusto. Es preciso de-
En 1827, Víctor Hugo escribió
un prefacio para su drama senmohecer la literatura actual. La cola del siglo XVIII se arrastra aún en el XIX;
Cromwell, que se convirtió en el pero no somos nosotros, hombres jóvenes que hemos visto a Bonaparte, los que
manifiesto del movimiento ro- la llevaremos ceremoniosamente...
mántico. Allí se proclama la su-
premacía del arte mo- (HUGO, VÍCTOR, 1979, Prefacio a “Cromwell”. El manifiesto romántico, Ed. Gon-
derno frente al del
court, Buenos Aires)
“antiguo régimen” literario.
50
Introducción a la Literatura
Manifiesto Euforista
¡A la juventud americana!
¿Revolución lírica? Sí; ajustamiento de una nueva lírica creadora de gestos segu-
ros y potentes en nuestra literatura falsificada y rala. Hora es ya de acabar con el
verso matiz que ha degenerado nuestra lírica y añoñado nuestras mentalidades.
Fuera esa garrulería de sentimentalismos dulzones, y pasa tú, lírica eufórica, tem-
pestad de luz, ráfaga cósmica, sacudiendo nuestros espíritus. ¡Acabemos de una
vez y para siempre con los temas teatrales, preciosismos, camafeos, artficios!
Cantemos a lo fuerte y lo útil, lo pequeño y potente. Fortalezcamos nuestras al-
mas entumidas y tiremos una paralela al siglo literario. Aplastemos la idea absur-
da de antiguos ídolos que sólo han servido para proclamarnos débiles, fofos, ra-
los: Padilla, Gautier, Momo, Vidarte, Muñoz (orador hecho vate), De Diego
(ocarina gritona).
Es la hora de gritar que en Puerto Rico se anuncia la aurora del siglo XX y
que al rajarse el vientre preñado de la literatura salte el verso gritando: –‘¡Agarre-
mos al siglo; agarremos al siglo!’.
El poeta debe ser para la humanidad un tónico y no un laxante. ¿Whitman,
Marinetti, Ugarte, Verhaeren, dadaísmo? No. ¡Euforismo!
¡Juventud, es tu hora! Gritemos, destruyamos, creemos. ¡Creador!
¡Rompamos los moldes viejos, la tradición! Olvidemos el pasado; no tengamos
ojos sino para el presente luminoso y para el futuro más luminoso aún. ¡Hagamos
una nueva historia, una nueva tradición, un nuevo Pasado! ¡Y los que detrás ven-
gan que destruyan como nosotros, que renueven. ¡Renovación, he ahí la clave!
¡Recordar es pudrirse, entumecerse! ¡Cerremos nuestra memoria, máquina imi-
tadora, loro estúpido, y abramos nuestra imaginación a hacer ‘cosas nuevas bajo
el sol’! ¡Bienvenido el vértigo, el peligro y la locura!
RESUMIMOS:
1. Declaramos inútil los metros, pues creemos que la poesía no es sino síntesis
de sentimiento y de visión.
2. Elevamos nuestra protesta contra el recuerdo y la mujer.
3. Exaltamos el verso en la línea segura, el color chillón, el amor bárbaro y bru-
tal, el vértigo, el grito y el peligro.
4. Reconocemos un sentimiento hondo y fuerte en todo aquello que nos rodea,
olvidado por estar a nuestro lado: en la miseria, en el dolor apagado y en las
cosas comunes.
5. Proclamamos el verso espontáneo, lleno de defectos, áspero y rudo, pero sin-
cero.
51
Universidad Virtual de Quilmes
2.1.4. La imaginación
3.
a. Recorra el índice de La literatura argentina de Ricardo
Rojas (publicada entre 1917 y 1922) y establezca qué tipos
de textos incluye.
b. Determine qué textos no incluiría este índice si la escribie-
ra un autor contemporáneo.
Es a medidos del siglo XIX cuando frente a las formas socialmente represi-
vas e intelectualmente mecánicas de un nuevo orden social, el del capitalis-
mo y especialmente del capitalismo industrial, aparece una fuerte respues-
ta afirmativa de la creatividad humana y de la imaginación como plena y
liberadora. Es entonces cuando el concepto de literatura se asocia a esta úl-
tima y comienza a predominar un significado especializado en torno a lo ima-
ginativo, especialización que no se percibía antes (como se desprende del
recorrido por el índice de La literatura argentina de Ricardo Rojas).
La asociación de literatura e imaginación permitió por un lado la cons-
trucción de un nuevo sujeto –el artista– como un genio creador de una obra
única y original, representación todavía muy frecuente del productor de tex-
tos literarios.
Por otra parte, esa asociación produce una particular relación del texto li-
terario con la realidad; “particularidad” que puede ser sumamente discutida
ya que:
• son muchos los discursos sociales que guardan una relación semejante
con la realidad; para citar algunos ejemplos: el cine, la historieta, los pre-
dicados lógicos, enunciaciones matemáticas, etc.
• actualmente consideramos dentro de la categoría literatura textos que en
su momento de producción tuvieron como finalidad informar acerca de
una nueva realidad (como es el caso de los cronistas de Indias) o contar
hechos efectivamente ocurridos (como es el caso de la no-ficción), para
citar algunos ejemplos.
52
Introducción a la Literatura
4.
Analice en el capítulo XXVI “Donde se prosigue la graciosa
aventura del titiritero, con otras cosas en verdad harto bue-
nas” de la segunda parte de El ingenioso caballero Don Quijo-
te de la Mancha de Miguel de Cervantes (1615) cómo funcio-
na (o no funciona) la convención del pacto de ficción (o los
“sucesivos” pactos de ficción que lo incluyen a usted como
lector).
❘❚❚ [...] una causerie y seguía todas las leyes de ésta. Se pasaba alegremen-
te de un tema al otro; el flujo lírico de palabras sobre la elegancia de la for-
ma dejaba su lugar a anécdotas tomadas de la vida del artista; los truismos
psicológicos alternaban con problemas relativos al fondo filosófico de la
obra y a los del medio social en cuestión. (JAKOBSON, 1921) ❚❚❘
53
Universidad Virtual de Quilmes
❘❚❚ Las leyes de nuestro discurso prosaico [cotidiano], con sus frases inacaba-
das y sus palabras pronunciadas a medias, se explican por el proceso de auto-
matización. [...] En el discurso cotidiano rápido, las palabras no son pronuncia-
das, no son más que los primeros sonidos del nombre los que aparecen en la
conciencia [...] [En este modo de pensar] los objetos no son vistos, sino reco-
nocidos a partir de sus primeros rasgos [...] En el proceso de automatización
del objeto obtenemos la economía máxima de las fuerzas perceptivas [...] Así
la vida desaparece transformándose en nada. La automatización devora los ob-
jetos, los hábitos, los muebles, la mujer y el miedo a la guerra. (SHKLOVSKI,
1970) ❚❚❘
❘❚❚ Para dar sensación de vida, para sentir los objetos, para percibir que la pie-
dra es piedra, existe eso que se llama arte. La finalidad del arte es dar una
sensación del objeto como visión y no como reconocimiento: los procedimien-
tos del arte son el de la singularización de los objetos, y el que consiste en os-
curecer la forma, en aumentar la dificultad y la duración de la percepción. (SH-
KLOVSKI, 1970) ❚❚❘
54
Introducción a la Literatura
❘❚❚ La automatización devora los objetos, los hábitos, los muebles, la mujer y el
miedo a la guerra. “Si la vida compleja de tanta gente se desenvuelve incons-
cientemente, es como si esa vida no hubiera existido” (Diario de Leon Tolstoi,
28-2-1897). Para dar la sensación de vida, para sentir los objetos, para percibir
que la piedra es piedra, existe eso que se llama arte. La finalidad del arte es
dar una sensación del objeto como visión y no como reconocimiento; los proce-
dimientos del arte son el de la singularización del objeto y el que consiste en
oscurecer la forma, en aumentar la dificultad y la duración de la percepción. El
acto de percepción es en arte un fin en sí mismo y debe ser prolongado. El ar-
te es un medio de experimentar el devenir del objeto: lo que ya está realizado no
interesa para el arte. (SHLOVSKI, 1970) ❚❚❘
55
Universidad Virtual de Quilmes
5.
a. Relea el primer capítulo de Si una noche de invierno un
viajero de Ítalo Calvino.
b. Observe qué procedimientos se utilizan para lograr el ex-
trañamiento.
56
Introducción a la Literatura
2.1.6. La autonomía
CONTEXTO
HABLANTE MENSAJE OYENTE
CONTACTO
CÓDIGO
Acto seguido, Jakobson repartió entre estos factores las funciones lingüísticas. Al
hablante le ha correspondido la función emotiva; al oyente, la función conativa; al
mensaje, la función poética; al contacto (o sea al canal y a la conexión de la comu-
nicación), la función fática; al código, la función metalingüística; y, finalmente, al
contexto, la función referencial. [...] La función referencial está definida como la
orientación del mensaje hacia el contexto. La función emotiva es la expresión di-
recta de la actitud del hablante ante el mensaje (por ejemplo, mediante interjeccio-
nes y otros rasgos expresivos). La función conativa es la orientación del mensaje
hacia el oyente (por ejemplo, mediante interjecciones y otros rasgos expresivos).
La función fática [...] está definida como la orientación del mensaje hacia el mante-
nimiento del contacto (mediante las fórmulas ritualizadas que sirven para estable-
cer la comunicación o probar si el canal funciona). [...] La función metalingüística
es la orientación del mensaje hacia el código subyacente (el discurso sobre el dis-
curso, la verificación del significado en el código de la lengua). Y finalmente, la
función poética es, según Jakobson, la orientación del mensaje hacia sí mismo, ha-
cia su “palpabilidad”. (VOLEK, 1992)
❘❚❚ Esta función no puede estudiarse de modo eficaz fuera de los problemas ge-
nerales del lenguaje, y, por otra parte, la indagación del lenguaje requiere una
consideración global de su función poética. [...] La función poética no es la úni-
ca función del arte verbal, sino sólo su función dominante, determinante, mien-
tras que en las demás actividades verbales actúa como constituyente subsidia-
rio, accesorio. Esta función, al promocionar la patentización de los signos,
profundiza la dicotomía fundamental de signos y objetos. (JAKOBSON, 1960) ❚❚❘
57
Universidad Virtual de Quilmes
Sin las obligaciones de los discursos prácticos, puesto que está vuelto so-
bre sí mismo (“la orientación del mensaje por el mensaje”, define Jakobson
a la función poética), el texto literario tiene una libertad que le permite cons-
tituirse, por un lado, en un discurso polivalente en donde todos los sentidos
de las palabras y, sobre todo, sus connotaciones pueden entrar en juego y
crear efectos de sentido, o en un discurso portador de un sentido indirecto
y suplementario más importante que el literal. La obra literaria se presenta
como un todo orgánico: esta convención incita a conferir una totalidad for-
mal al texto donde cada elemento presente tiene una significación y donde
se significan también las ausencias.
Autonomía y autorreferencia, entonces, son características que definen al
La abstracción del mo-
delo propuesto por Ja- discurso literario en este modelo.
kobson es evidente a la luz de las
teorías lingüísticas actuales. Las 2.1.7. Las convenciones
connotaciones, los sentidos indi-
rectos, pueden darse –y se dan–
en cualquier situación comunica- Pero si sólo se considerase al texto literario como una máquina autónoma,
tiva y no solamente en la comu- compuesta por procedimientos ensamblados que constituyen un todo, sería
nicación literaria. Los hablantes
imposible percibir el efecto de extrañamiento que ese texto produce.
dicen más de lo que literalmente
dicen; los oyentes descodifican Sólo se percibe el extrañamiento sobre el trasfondo, en relación con algo
más de lo que codificó literalmen- ya automatizado, ya demasiado conocido.
te el emisor del mensaje. La mis-
ma situación de tomar o no la pa-
labra, de estar (sentirse, saberse)
autorizado para hablar “dice” de ❘❚❚ Sin el conocimiento de este trasfondo ni siquiera estamos en condiciones
la situación comunicativa más de decidir si un procedimiento es o no es artístico en cierto tiempo. El trasfon-
allá del mensaje. do histórico, por más abstracto y frágil que sea, constituye una parte integran-
te de la percepción del procedimiento/texto. El encuadre histórico que existe
fuera del texto, ancla y determina la propia naturaleza artística o no artística de
este último. (VOLEK, 1992) ❚❚❘
58
Introducción a la Literatura
6.
Lea el cuento más breve del mundo; observe la portada y el
índice del volumen que lo incluye.
El dinosaurio
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
59
Universidad Virtual de Quilmes
Las obras literarias no son entidades autónomas, sino que tienen rela-
ción con el contexto en el que se producen y consumen y, por lo tanto, sólo
pueden ser comprendidas si no se las aísla de las condiciones de su reali-
zación social. Esto implica leer los textos más allá de su relación en la serie
literaria; enfocar los textos literarios en situaciones comunicativas reales
que dan cuenta de las tensiones y relaciones que existen entre el texto lite-
rario concreto y los otros discursos sociales, los contextos referenciales y
los otros textos literarios. Como cualquier discurso, el literario –porque no
se produce en un circuito de comunicación abstracto– se impregna del len-
guaje de los otros; incluye sus voces y los distintos lenguajes sociales.
Veamos a continuación un ejemplo textual concreto para entender mejor
lo antes vertido.
La augusta soledad
Una vez que las brasas entran bajo la parrilla (dicen los historiadores que este
utensilio es genuinamente americano), el hombre del asado se da a la tarea de
distribuir tiras, chorizos (rojos, pálidos, o enlutados) y achuras. Como un estrate-
ga militar, sopesa el terreno y verifica la acción del viento y el calor que emana
de las brasas. Ya está en trance. Nadie debe molestarlo.
Y entonces aparecen “los que vienen a ayudar”. Ayudan opinando: “¿Lo pu-
siste del lado del hueso...?” “Tocálo de arriba y cuando lo sientas caliente ya lo
podés dar vuelta...”, “A los chorizos tirálos a un costado que se te van a hacer
antes”. Todas frases que hacen al entrometido un personaje a punto para el
odio. Algunos, incluso, llegan al extremo de querer desplazar de su podio al
asador, ganándose con ello una aversión que puede prolongarse en los asados
futuros y los años.
60
Introducción a la Literatura
El aplauso
(OCHE CALIFA, “El hombre del asado”, en: AAVV, 1999, Y usted, ¿de qué se ríe? An-
tología de textos con humor, Colihue, Buenos Aires)
7.
a. Relea “Cortísimo metraje” de Julio Cortázar.
b. Analice cómo el texto incluye el contexto referencial, los
discursos sociales, las convenciones literarias y los rese-
mantiza.
61
Universidad Virtual de Quilmes
2.2. El canon
Frente a los problemas que ofrece, como hemos visto, la definición de lo li-
terario, parece haber, al mismo tiempo, un conocimiento “instintivo”, un sa-
ber aceptado y compartido por una comunidad. Esta noción común de litera-
tura aparece –sin sorpresas– en cursos, congresos, manuales, colecciones,
premios, que estudian, comentan, recopilan y recompensan una serie de tex-
tos incluidos bajo el rótulo “literatura”, sin despertar conflictos.
Ejemplos recientes son las colecciones de Literatura Universal publica-
das por La Nación y Clarín.
A comienzos de 2001, “La Biblioteca Argentina” de este último diario
ofrecía semanalmente “una colección con las obras fundamentales de la li-
teratura de nuestro país”. Es decir, no solamente se presentan obras aseve-
rando su especificidad como textos literarios, sino que además se las ubica
en un nivel de reconocimiento: “Una colección de clásicos (...) la mejor tra-
ducción literaria argentina: relatos, poesías, novelas y ensayos que no pue-
den faltar en una biblioteca”. El mensaje publicitario apela a una serie de va-
lores apreciados por la comunidad que –se espera– se verá convocada por
este reclamo, y acudirá a adquirir estos bienes simbólicos que son la tradi-
ción, el prestigio de lo clásico, el sentido de pertenencia a una comunidad
cultural y nacional. Así, lo que esta colección despliega ante los ojos del
consumidor es un verdadero canon argentino, o, más bien, lo que el multime-
dio que promociona la serie propone como tal.
62
Introducción a la Literatura
63
Universidad Virtual de Quilmes
Sin embargo, aunque el deseo de novedad tiene mucho que ver con estas
variaciones, el gusto no puede equipararse simplemente con una “moda” li-
teraria. Hay una serie de factores sociales que influyen en estas modifica-
ciones.
Todo canon literario, después de largos debates que inciden en su cons-
titución, queda finalmente establecido en el tiempo. En este sentido, habla-
mos de una tradición que transmite lo que una comunidad considera valio-
so, por diferentes motivos, pero que en lo esencial tiene que ver con una
jerarquía de valores que vertebran su cultura.
Esta tradición se transmite a través de las instituciones que se constitu-
yen como las encargadas de velar por esa continuidad. Estas instituciones
están dotadas de legitimidad y autoridad que la comunidad les confiere. No
solamente son las encargadas de incorporar o excluir del canon, sino tam-
bién de fijar la interpretación que debe hacerse de esas obras.
❘❚❚ El canon tarda en formarse y sufre en ese proceso muchos avatares fortui-
tos que afectan a la interpretación de las obras que sufren el proceso de selec-
ción, pero una vez formado y establecido, toda interpretación opera en el senti-
do de perpetuación del horizonte de modernidad, que va desplazándose y
acomodándose a las necesidades de cada época: el canon es una contigüidad
con el presente y con el futuro y no la perpetuación simple de un pasado. (PO-
ZUELOS YVANCOS-ARADRA SANCHEZ, 2000, p. 51). ❚❚❘
Sobre la función del canon, entendido desde esta perspectiva, afirma el crí-
tico Walter Mignolo:
❘❚❚ Yo sugeriría que la formación del canon en los estudios literarios no es más
que un ejemplo de la necesidad de las comunidades humanas de estabilizar su
64
Introducción a la Literatura
65
Universidad Virtual de Quilmes
XIX –y, recordando a nuestro Belisario Roldán, podemos decir hasta entrado
el siglo XX.
De este modo, desde el mismo nacimiento del concepto de canon en
nuestra cultura se observa una fuerte dependencia entre los procesos de
canonización y la actividad pedagógica. El canon literario no fue nunca una
lucha estética aislada de su configuración pedagógica, de la actividad de las
escuelas y de las exigencias que esa actividad imponía a su selección de
autores. Así, obras como el Satiricón de Petronio, aunque admiradas en la
Antigüedad, por sus pasajes considerados “escabrosos” no pasó a integrar
el canon escolar como sí lo hicieron las tragedias de Séneca, los Comenta-
rios de Julio César o los poemas de Horacio, por señalar sólo algunos ejem-
plos de la literatura latina.
Una comunidad otorga legitimidad a ciertos grupos para que sean las vo-
ces autorizadas encargadas de la interpretación de ese canon. Aquí entra la
función de la crítica, otro elemento central en la constitución y transmisión
del canon.
En Literatura/Sociedad (1993) Altamirano y Sarlo recorren las diversas
etapas de la crítica, que, si bien constituye una función que acompaña en to-
dos los tiempos a la creación literaria, se constituye como disciplina cuando
la literatura se afianza en su autonomía.
66
Introducción a la Literatura
❘❚❚ Salvadas todas las distancias geográficas, históricas y estéticas que nos se-
paran de aquellos ilustres nombres [Santa Teresa, Sor Juana Inés de la Cruz, y
otras escritoras] creo que doña Juana Manuela Gorriti –cuya obra es deleznable
desde el punto de vista literario– fue un temperamento raro, intenso, a ratos
fantástico; pero no tiene el don de la emoción perdurable ni de la forma feliz,
pues su prosa es generalmente declamatoria y errabunda, como su imagina-
ción literaria. A pesar de ello, creo que El pozo del Yocci y otros cuentos suyos
[...] podrán salvar su fama entre los precursores de la novela argentina. (ROJAS,
1925) ❚❚❘
❘❚❚ Los novelones [españoles] sirvieron de modelo a Eduardo Gutiérrez para es-
cribir sus Dramas Policiales. Juan Cuello, Juan Moreira, parecen nacidos de un
cerebro enfermizo, predispuesto a revelarnos a toda costa los misterios de la
vida del malhechor vulgar de los campos. Hay en estos libros una tendencia fu-
nesta, una especie de himno cantado al crimen que se consuma casi con la
anuencia del autor. [...] Éste es el alimento intelectual que Gutiérrez suministra
a las masas populares: el falseamiento de toda noción de la moral y el levanta-
miento de la plebe contra la cultura social [...] Sus escritos están condenados
por el arte, por la cultura, por el sentido común. (MARTÍNEZ, FELIPE, 1890). ❚❚❘
Hace ya años [...] me encontré cierta tarde con el poeta Leopoldo Marechal
[quien] con el tono más natural del mundo, me respondió sin vacilar:
–Estoy escribiendo una novela genial.
[...] Con cierto método muy propio de un viejo lector de Aristóteles, Mare-
chal debe haber sistematizado cuáles son las características distintivas de un
libro verdaderamente genial. La primera de ellas pertenece al vano mundo de
las apariencias y es su magnitud física, y ha sido adecuadamente atendida co-
mo lo demuestran, en estos momentos de angustiosa escasez de papel y de
tiempo, las setecientas cuarenta páginas de obligada lectura. [...]
67
Universidad Virtual de Quilmes
8.
Analice los criterios de valoración que están en juego para ex-
cluir a estos autores del canon en un momento determinado.
En este sentido, resulta ilustrativa la historia del Premio Nacional de Literatura pa-
ra el trienio 1939-1941. La Comisión Asesora estaba integrada por Enrique
Banchs, Roberto Giusti, Alvaro Melián Lafinur y José A. Oría. Los premios para
obras de imaginación se otorgaron en primer término a Eduardo Acevedo Díaz,
por Cancha larga; el segundo, a César Carrizo, por Un lancero de Facundo; y el
tercero, a Pablo Rojas Paz, por su libro de cuentos El patio de la noche.
Borges, que había presentado El jardín de los senderos que se bifurcan, no re-
cibió ni una mención. Frente a este dictamen, el grupo de la revista Sur, al que
pertenecía, le dedicó un número especial como homenaje y desagravio, con la
participación de figuras destacadas como Mallea, Henríquez Ureña y Francisco
Romero, entre otros.
En sentido contrario, y en la misma época, la revista Nosotros defendió el
prestigio del jurado, a la vez que mostraba su conformidad con los criterios por
los cuales se había excluido la obra de Borges:
68
Introducción a la Literatura
❘❚❚ Los premios de Literatura por supuesto han originado disidencias polémi-
cas, protestas airadas y actos de desagravio, como no podía ser de otro modo,
que éste ha sido, es y será el desenlace de todos los concursos, así alumbra-
ra a los jurados el mismo Espíritu Santo. [...] Se ha hecho particular hincapié
en la exclusión del libro de Jorge Luis Borges, El jardín de los senderos que se
bifurcan. [...] Se nos ocurre que quizás quienes se decidan a leer el libro hallen
la explicación [de esa exclusión] en su carácter de literatura deshumanizada,
de alambique; más aún, de oscuro y arbitrario juego cerebral, que ni siquiera
puede compararse con las combinaciones de ajedrez, porque éstas responden
a un rigurosos encadenamiento y no al capricho que a veces confina con la fu-
misterie. Si el jurado entendió que no podía ofender al pueblo argentino, en es-
ta hora del mundo, con el galardón de la mayor recompensa nacional a una
obra exótica y de decadencia que oscila, respondiendo a ciertas desviadas ten-
dencias de la literatura inglesa contemporánea, entre el cuento fantástico, la
jactanciosa erudición recóndita y la narración policial; oscura hasta resultar a
veces tenebrosa para cualquier lector, aun para el más culto (excluimos a posi-
bles iniciados en la nueva magia) juzgamos que hizo bien. (Nosotros, 1942, n.
76-78; recopilado en LAFFORGUE, 1999).
Sobre el corpus accesible, es decir, sobre las obras que han llegado a noso-
tros a través de la acción de una comunidad que ha preservado su conser-
vación a través de los tiempos, se ha ejercido una serie de preferencias sis-
temáticas, que dieron lugar a un canon selectivo. La lectura de las historias
literarias de diversas épocas son un testimonio claro de estos criterios de
selección. En la Historia de la Literatura Francesa de Lanson, por ejemplo, el
célebre folletinista Eugene Sue, autor de Los misterios de París, uno de los
grandes modelos del género, es mencionado una sola vez, y sólo para mos-
trar la superioridad de Balzac incluso en el terreno de la imaginación.
Está también el canon oficial, apoyado por las instituciones, y el canon
personal de cada individuo, integrado por las obras que pudo conocer y valo-
rar. La relación de los dos conjuntos no es sólo de inclusión: hay algunos
clásicos oficiales que se nos resisten, que tal vez nunca llegaremos a leer;
pero también podemos extender el canon socialmente determinado (encon-
trar mérito en una obra experimental, revalorizar una obra ignorada partien-
do del canon oficial).
69
Universidad Virtual de Quilmes
70
Introducción a la Literatura
9.
Frente a esta propuesta de canon oficial, elegido por los mé-
ritos que se resaltan en el mensaje periodístico.
a. ¿Cómo construye usted su canon personal?
b. ¿Qué obras, qué autores incluye, que están ausentes de es-
ta Biblioteca Argentina? Justifique sus elecciones.
❘❚❚ Nada resulta tan esencial al canon occidental como sus principios de selec-
tividad, que son elitistas sólo en la medida que se fundan en criterios artísti-
cos. Aquellos que se oponen al canon insisten en que en la formación del ca-
non siempre hay una ideología de por medio; de hecho, van más allá y hablan
de la ideología de la formación del canon, sugiriendo que construir un canon (o
perpetuar uno ya existente) es ya un acto ideológico en sí mismo. (BLOOM,
1995, p. 32) ❚❚❘
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❘❚❚ Hoy en día, y en casi todo el mundo, la cultura es una especie de antigualla,
algo especialmente palpable en los Estados Unidos de América. Somos los úl-
timos herederos de la tradición occidental. (BLOOM, 1995, p. 43) ❚❚❘
Bloom representa la postura más extrema entre los defensores del canon
como algo establecido a partir de principios inmanentes, ajenos a cualquier
influencia de los factores sociales. Su polémica surge en un contexto muy
concreto, y no puede entenderse sin tener en cuenta las nuevas propuestas
surgidas en los ambientes académicos norteamericanos. Sin embargo, más
allá de la localización en el tiempo y en el espacio en la que se origina esta
polémica, resulta digna de interés por el hecho de que plantea nuevos espa-
cios para la reflexión.
El crítico Grinor Rojo resume así la perplejidad que despierta esta nueva
perspectiva:
72
Introducción a la Literatura
10.
Analice alguna Historia de la Literatura anterior a 1950 para
verificar este tipo de organización del texto (puede ser una
Historia de una Literatura europea, hispanoamericana o argen-
tina).
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74
Introducción a la Literatura
75
Universidad Virtual de Quilmes
11.
Observe los criterios de estructuración de dos historias litera-
rias: una europea y una hispanoamericana.
a. En el aspecto cronológico, ¿cuál es el punto de partida
elegido por los autores?
b. ¿Cuál es el criterio de identidad elegido: la lengua, el espa-
cio geográfico, la raza?
12.
a. En las historias literarias que Ud. ha seleccionado para su
análisis, observe la presencia –o la ausencia– de estas cua-
tro categorías: autor, contexto, texto, lector.
b. Justifique las razones de su inclusión o exclusión, teniendo
en cuenta, entre otros factores, la época de su producción.
76
3
Los géneros literarios
Objetivos
1. Reflexionar acerca del problema de los géneros literarios.
2. Introducir a algunas problemáticas específicas de los textos narrativos li-
terarios.
3. Proveer herramientas para el análisis de textos literarios narrativos.
3.1. Géneros
“¿Qué género lee usted más?” es una de las preguntas de la última encues-
ta de lectura y uso del libro del Ministerio de Educación y la Cámara Argenti-
na del Libro (mayo de 2001). La respuesta mayoritaria, detrás de los libros
de texto, es “cuento y novela”. Más allá de que puedan dar precisiones
acerca de lo que entienden por “cuento” y “novela”, hay en los encuestados
un conocimiento intuitivo del género que les permite “clasificar” lo que leen
más dentro de una convención particular que diferencia, tal vez, estos textos
de los poéticos y los dramáticos.
La clasificación de los textos literarios en géneros –clasificación que en mu-
chos casos concretos queda sujeta a discusión– quizás dice poco de esos tex-
tos en sí mismos y de su apreciación dentro del canon. Sin embargo, la percep-
ción genérica orienta y en algún grado determina tanto las decisiones del
productor como el horizonte de expectativas del lector y la recepción de la obra.
Desde un conocimiento intuitivo del género, abordamos la lectura de una
novela, un cuento, un poema y esperamos ciertas difusas características de
ese texto particular por pertenecer a un género, expectativas que se verán
reafirmadas y confirmadas o negadas y transgredidas por el texto. En la ins-
tancia del productor, se produce un proceso similar. El escritor adecua –o
no– su texto a ciertas orientaciones que lo incluirán y clasificarán taxonómi-
camente entre los otros textos existentes.
Las expectativas genéricas del lector que no se cumplen frente a un tex-
to o la no adecuación a ciertas convenciones genéricas de parte del autor
no invalidan la noción de género. Señala Tzvetan Todorov:
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78
Introducción a la Literatura
Que yo soy el primero que he novelado en lengua castellana; que las muchas no-
velas que en ella andan impresas todas son traducidas de lenguas extranjeras; y és-
tas son mías propias, no imitadas ni hurtadas: mi ingenio las engendró y las parió
mi pluma y van creciendo en los brazos de la estampa. (CERVANTES, 1613)
Toda novela sufre de una maldición, una principal, entre otras: la de terminar
siempre de mala manera. Si esto fuera una novela no podría escapar de la regla
y tendría también un remate fallido. (Toda novela termina mal –véase Forster–
79
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“porque la trama exige una conclusión; debería existir una convención para la
novela que permitiera al novelista dejar de escribir cuando se sintiera confuso o
aburrido, terminar el libro antes de que los personajes pierdan vigor, mientras el
escritor intenta dar un final satisfactorio a la trama”. Ya se dijo –véase James–
que la única obligación de una novela es resultar interesante. Pero esto, repito,
no es una novela. En consecuencia –véase Nava– “a aguantar, estúpido. Y aho-
ra, escuche”.)
Las memorias, como éstas que escribo, también sufren su maldición. (FON-
SECA, 1986)
Las novelas largas escritas hoy acaso sean un contrasentido: la dimensión del
tiempo se ha hecho pedazos, no podemos vivir o pensar sino fragmentos de me-
tralla del tiempo que se alejan cada cual a lo largo de su trayectoria y al punto
desaparece. La continuidad del tiempo podemos encontrarla sólo en las novelas
de aquella época en la cual el tiempo no aparecía ya como inmóvil y no todavía
como estallando, una época que duró más o menos cien años, y luego se acabó.
(CALVINO, 1979)
80
Introducción a la Literatura
❘❚❚ Una sociedad elige y codifica los actos que corresponden más exactamente
a su ideología; por lo tanto la existencia de ciertos géneros en una sociedad,
como su ausencia en otra, son reveladoras de esa ideología y nos permiten
precisarla con mayor o menor exactitud. No es una casualidad que la epopeya
sea posible en una época y la novela en otra, ni que el héroe individual de ésta
se oponga al héroe colectivo de aquélla: cada una de estas opciones depende
del marco ideológico en el seno del cual se opera. (TODOROV, 1988) ❚❚❘
Por otra parte, no es posible hacer una “identificación” tajante entre género MENDOZA, EDUAR-
y período histórico ya que algunos tipos genéricos extienden su vigencia a DO, El misterio de
la cripta embrujada (1983)
través de períodos históricos diferentes, u, olvidados por largo tiempo, son y El laberinto de las aceitu-
retomados o mezclan sus procedimientos. En España, la Generación del 27, nas (1985), Seix Barral,
por ejemplo, retoma el romance medieval; en la actualidad, Eduardo Mendo- Barcelona.
za vuelve en sus novelas policiales al modelo de la picaresca. En otros ca-
La parodia realiza una
sos, esta reaparición genérica se da de manera paródica como en las nove- superposición de tex-
las de Leopoldo Marechal y Humberto Constantini –Adán Buenosayres y De tos: un texto o una convención
Dioses, hombrecitos y policías– que retoman la epopeya homérica. de género, de estilo, se incorpo-
Esta imposibilidad de establecer diferencias tajantes entre períodos his- ran en otro texto, que, al incor-
porarlo/s desvía el sentido del
tóricos se extiende a las producciones de los diferentes sectores sociales texto original.
de una época determinada. Los géneros los atraviesan y se producen per-
manentes apropiaciones y reapropiaciones entre ellos. Respecto de esto, el
crítico Ángel Rama señala cómo la literatura “culta” se apodera de un géne-
ro popular –la narrativa policial– y lo transforma en diferentes sentidos.
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82
Introducción a la Literatura
1.
En Si una noche de invierno un viajero, el Lector pretende
leer una novela, la última de Ítalo Calvino, Si una noche de
invierno un viajero.
3.2.1. Texto
83
Universidad Virtual de Quilmes
“De hecho, no existen mos que la especificidad de lo narrativo reside en su modo, no en su conte-
los ‘contenidos narrati- nido, que se puede acomodar a la representación dramática, gráfica, cine-
vos’: hay un encadenamiento de
acciones o sucesos susceptibles matográfica, etc.
de cualquier modo de represen-
tación (la historia de Edipo, de la 3.2.2. Historia
que Aristóteles decía que posee
la misma cualidad trágica en for-
ma de relato que en forma de es- Si simplificamos la definición de comunicación narrativa como “alguien cuen-
pectáculo) y que no calificamos ta una historia a alguien” obtenemos dos elementos: la historia y el acto de
de ‘narrativos’ más que porque
contarla, el relato. Comencemos por la historia. Entendemos por historia la
los encontramos en una repre-
sentación narrativa.” (GENETTE, serie de acontecimientos ligados de una manera lógica, sujetos a una crono-
1998). logía, insertos en un espacio y causados o experimentados por actores que
son quienes llevan a cabo las acciones. La misma afirmación de que el tex-
to narrativo es aquel en que se relata una historia implica que el texto no es
la historia. De hecho, diferentes textos pueden contar la misma historia.
Dice el narrador de La lentitud de Milan Kundera:
84
Introducción a la Literatura
❘❚❚ [El pacto ficcional] es el que define el objeto –novela, cuento, etc.– como ver-
dad y en virtud del mismo el lector aprehende y respeta las condiciones de
Enunciación-Recepción que se dan en éste. (POZUELO YVANCOS, 1994) ❚❚❘
Porque establece este pacto, el lector acepta dejar en suspenso las condi-
ciones de verdad referidas al mundo real en el que se encuentra antes de
85
Universidad Virtual de Quilmes
86
Introducción a la Literatura
b) El lector modelo
El lector modelo es un lector que el texto necesita para su existencia porque
actualiza el contenido potencial del texto. Señala Umberto Eco :
❘❚❚ El texto está plagado de espacios en blanco, de intersticios que hay que re-
llenar; quien lo emitió preveía que se los rellenaría y los dejó en blanco por dos
razones. Ante todo, porque un texto es un mecanismo perezoso (o económico)
que vive de la plusvalía de sentido que el destinatario introduce en él [...] En
segundo lugar, porque, a medida que pasa de la función didáctica a la estética,
un texto quiere dejar al lector la iniciativa interpretativa, aunque normalmente
desea ser interpretado con un margen suficiente de univocidad. Un texto quie-
re alguien que lo ayude a funcionar. (ECO, 1993) ❚❚❘
87
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c) El autor representado
El autor representado, “el que organiza el texto, el responsable de la pre-
sencia o ausencia de una determinada parte de la historia” (Todorov, 1974),
es la figura que en el texto aparece como responsable de la narración. Si
bien en la mayoría de los casos esta instancia se (con)funde con la del na-
rrador, existen situaciones en la que la presencia del este autor se hace evi-
dente: Cide Hamete Benengeli como autor del manuscrito arábigo que cuen-
ta las aventuras del Quijote, Adso de Melk como autor probable del
manuscrito que “transcribe” El nombre de la rosa, Sor Teodora, personaje de
El caballero inexistente de Ítalo Calvino, que se responsabiliza de la escritu-
ra de los hechos narrados.
Sí, libro. La sor Teodora que narraba esta historia y la guerrera Bradamante somos
la misma mujer. A veces galopo por los campos de batalla entre duelos y amores,
a veces me encierro en los conventos, meditando y pergeñando las historias que
me han ocurrido, para tratar de entenderlas. (CALVINO, 1999)
d) El lector representado
El lector implícito representado es el lector concreto –el “amable “ y “deso-
cupado” lector– al que el texto se dirige.
Las aventuras de Huckleberry Finn de Mark Twain, por ejemplo, comien-
za interpelando a un lector al que sigue convocando a lo largo de toda la
novela.
88
Introducción a la Literatura
e) El narrador
El narrador es, como vimos, quien cuenta la historia, y, para eso, toma las
decisiones de cómo organizarla para transformarla en un relato. Esas deci-
siones son las que recorreremos en el apartado 4.3.
f) El narratario
El lector implícito representado se diferencia del narratario porque éste es
una instancia que el texto construye como receptor primero del relato.
Si volvemos al ejemplo de Frankenstein, el narratario es la señora de Sa-
ville: es a ella a quien están dirigidas las cartas de Walton, su hermano. Wal-
ton es, a su vez, el narratario del relato oral del doctor Frankenstein quien
es, a su vez, el narratario del relato oral del monstruo.
En estos dos últimos casos, se puede señalar una característica frecuen-
te del narratario: aparece como un receptor simultáneo de la emisión del
discurso; asiste, dentro del relato, a su emisión en el instante mismo en
que ésta se origina.
Ejemplos de narratarios como receptores simultáneos del relato son el
califa y Doniziade que escuchan narrar a Sherezade en Las mil y una noches.
Otro caso lo podemos hallar en el Decamerón de Bocaccio, donde diez jóve-
nes aislados a causa de la peste que asoló Florencia, pactan, como forma
de entretenerse, contar, por turno, una historia referida a un tema determi-
nado. Cada uno de ellos es el narrador de la historia que cuenta y los otros
nueve, los narratarios de esa historia. Esta situación, que es la más comple-
ja, puede graficarse con el siguiente cuadro:
FUERA DEL
TEXTO
imagen del
autor
2.
Si una noche de invierno un viajero de Ítalo Calvino juega
con todas estas categorías y las pone en riesgo. Analice en la
novela:
a. Qué efectos produce la inclusión de Ítalo Calvino como
autor representado –al principio y al final de la novela–
respecto del autor real Ítalo Calvino.
b. Qué efectos produce la transformación del lector repre-
sentado en personaje.
c. Qué función cumple este lector respecto del lector real.
d. Qué modificaciones se hacen de la imagen del autor en
función del juego de las falsificaciones.
89
Universidad Virtual de Quilmes
3.
Lea “En el bosque” de Ryonosuke Akutagawa. Nos referire-
mos a ese texto en el desarrollo de las categorías de tiempo,
modo y voz.
3.3.1. Tiempo
En los textos narrativos, hay un tiempo que corresponde a los sucesos que
se refieren (historia) y otro que pertenece al discurso lingüístico (relato) por
medio del cual esos hechos son relatados. Si pensamos en los hechos de
la historia que cuenta “En el bosque”, la sucesión temporal sería la si-
guiente: una pareja parte - un monje budista los ve - se produce el crimen
Toda narración ofrece una ana- (¿suicidio?) - se apresa al supuesto asesino - se descubre el cadáver - se
cronía de orden general, puesto
que la linealidad del lenguaje
producen las declaraciones referidas al crimen. Sin embargo, no es así co-
obliga a un orden sucesivo para mo aparecen contados en el relato. Allí se produce una presentación tem-
hechos que quizás son simultá- poral diferente.
neos. En una situación del tipo La relación entre ambos tiempos –el de la historia y el del relato– puede
“ X e Y respondieron a la vez:
–Es imposible. medirse desde tres ejes: el orden, la duración (o velocidad) y la frecuencia.
–¡Inadmisible!”
o bien: “Mientras yo tomaba mi a) Las relaciones de orden: se refieren al orden temporal de sucesión de he-
taza de té, él discutía por teléfo-
chos en la historia y el orden en que están dispuestos en el relato. Estamos
no”; en este caso el len-
guaje obliga a “contar” frente a un relato cronológico cuando los hechos de la historia se narran en
sucesivamente lo que “ocurrió” el mismo orden en el relato. Pero, muchas veces, lo que en la historia tiene
en el mismo momento. un orden, se presenta en el relato en un orden muy distinto.
90
Introducción a la Literatura
b) Las relaciones de duración: dan cuenta del ritmo o rapidez de los hechos
de la historia frente al ritmo del discurso. Un relato cuya velocidad fuera Una escena de diálogo,
igual a la velocidad de la historia sería un relato isócrono. Habría que pen- sin intervención del na-
sar, por ejemplo, un relato que tardara en contar veinte años lo que transcu- rrador, nos daría una especie de
igualdad de duración entre el
rre, en la historia, en veinte años. tiempo de la historia y el del re-
Entonces, si el relato isócrono es sólo una hipótesis, en los relatos siempre lato. Pero es de remarcar que es
encontramos asincronías. Éstas son de cuatro tipos: una especie de igualdad nada
• sumario o resumen: una frase o un párrafo resume horas, días, meses o más ya que una escena dialoga-
da no nos informa de la rapidez
años de la historia. Vemos un ejemplo en la declaración de Tajomaru: o lentitud en que son pronuncia-
das las palabras ni de los silen-
cios más o menos largos entre
❘❚❚ El hombre se interesó visiblemente por la historia... Luego...¡Es terrible la una réplica y otra.
91
Universidad Virtual de Quilmes
❘❚❚ Sólo se veía una herida en el cuerpo, pero era una herida profunda en la par-
te superior del pecho. Las hojas secas de bambú caídas a su alrededor esta-
ban como teñidas de suho. No, ya no corría sangre de la herida, cuyos bordes
parecían secos y sobre la cual, bien lo recuerdo, estaba tan agarrado un gran
tábano que ni siquiera escuchó que yo me acercaba. (AKUTAGAWA, 1970) ❚❚❘
92
Introducción a la Literatura
❘❚❚ Dichos detalles crearán más “ilusión” cuanto más inútiles parezcan desde el
punto de vista funcional: es el famoso “efecto de realidad” de Roland Barthes,
cuya función estética (porque la ausencia de función pragmática libera una fun-
ción de otro orden) había subrayado ya George Orwell en su estudio sobre Dic-
kens. “La marca suprema e infalible del estilo de Dickens, en la que ninguna
otra persona había pensado, es el detalle inútil. [...] ¿Cómo hace avanzar la his-
toria este detalle? La respuesta es: de ninguna forma. Es algo completamente
inútil, una pequeña floritura al margen; pero son precisamente esas florituras
las que crean el clima propio de Dickens”. (GENETTE, 1998) ❚❚❘
93
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❘❚❚ ¡Todo lo probé! Pero, puesto que sigo con vida, no tengo ningún motivo para
jactarme. (AKUTAGAWA, 1970) ❚❚❘
En general, el volver una y otra vez sobre un hecho puntual de la historia ha-
ce que ese hecho cobre una importancia particular respecto de los otros. Al
contrario, el relato iterativo resta importancia a los hechos que se repiten en
la historia al contarlos solamente una vez.
4.
En el cuento “En el bosque” analice la relación de orden aten-
diendo especialmente a los siguientes puntos:
a. es imposible en el presente narrativo determinar cuál es el
orden en que se sucedieron (en el tiempo de la historia)
las declaraciones y confesiones;
b. la elección de la última “declaración”;
c. analice las pausas del discurso de Tajomaru, las pausas y
elipsis del discurso de la mujer, las elipsis en el discurso
del muerto;
d. analice la función de las repeticiones del momento del cri-
men.
5.
a. Determine y analice las relaciones de orden en el capítulo
I de Si una noche de invierno un viajero. Explique de qué
manera esas relaciones alteran y ponen en riesgo el pacto
narrativo.
b. Determine las relaciones de orden a partir del capítulo II.
c. Determine qué relaciones de duración imponen las nove-
las que el Lector va encontrando.
d. Analice cómo funcionan esos dos tipos de relaciones res-
pecto de la convención genérica “novela”.
3.3.2. Modo
94
Introducción a la Literatura
6.
Analice en el cuento “En el bosque” de qué manera esta su-
perposición de versiones –y sus características– y la falta de
un narrador autentificador se oponen al horizonte de expecta-
tivas del lector del policial de enigma.
95
Universidad Virtual de Quilmes
Todavía llevaban pantalón corto ese año, aún no fumábamos, entre todos los de-
portes preferían el fútbol y estábamos aprendiendo a correr olas, a zambullirnos
desde el segundo trampolín del Terrazas, y eran traviesos, lampiños, curiosos,
muy ágiles, voraces. Ese año, cuando Cuéllar entró al Colegio Champagnat.
Hermano Leoncio, ¿cierto que viene uno nuevo?, ¿para el “Tercero A”, Herma-
no? Sí, el Hermano Leoncio apartaba de un manotón el moño que le cubría la ca-
ra, ahora a callar. (VARGAS LLOSA, 1970)
“Omnisciencia, térmi-
no que [...] más valdría
• relato no focalizado: es el relato clásico omnisciente. Un narrador que no
sustituir por información com- participa de la historia que narra, cuenta todo lo que sucede, lo que di-
pleta; con ella, es el lector quien cen, piensan y sienten los personajes; comenta y reflexiona en torno a
se hace ‘omnisciente’.” (GENET- los hechos ocurridos y a los que ocurrirán.
TE, 1998)
• focalización interna: el foco coincide con un personaje que se convierte
en el sujeto ficticio de todas las percepciones. Esta focalización puede
ser fija y única o variable y múltiple según sean uno o varios los persona-
jes que aporten su percepción de los hechos de la historia.
• focalización externa: el foco de percepción se halla situado en un punto
del universo narrado escogido por el narrador y fuera de todo personaje.
Desde ese lugar, el narrador puede dar cuenta de lo que hacen los perso-
najes, pero no puede entrar en sus conciencias.
96
Introducción a la Literatura
Todorov resume en tres fórmulas las posibilidades de focalización: Ejemplos de estas po-
sibilidades son 1. Ma-
1. narrador > personajes: el narrador dice más de lo que pueda saber ninguno
dame Bovary de Gustave Flau-
de los personajes. bert, 2. Las aventuras de
2. narrador = personaje: el narrador no dice más que lo que sabe un personaje Huckleberry Finn de Mark Twain,
3. narrador < personaje: el narrador sabe menos de lo que sabe cualquiera de los 3. ”En el bosque” de Ryonosuke
personajes, sólo asiste a sus actos, pero no tiene acceso a ninguna conciencia. Akutagawa
Genette señala que, elegida una focalización, el narrador puede retener una
información que sería lógico dar según esa focalización o, al contrario, que
puede dar información que excede a la del tipo adoptado. En el primer caso,
entonces, el relato podría decir todo lo que piensa y percibe un personaje (o
varios), situación que efectivamente no ocurre nunca porque el relato “se
niega a dar informaciones no pertinentes” y porque retener deliberadamen-
te un dato puede crear suspenso, burlar las expectativas del lector, llevarlo
a hipótesis erróneas, etc.. En el caso del relato policial, por ejemplo, el na-
rrador-asesino puede ocultar el hecho de serlo –dato que obviamente cono-
ce–, conducir al lector a través de la investigación sin sospechas y declarar
su responsabilidad solamente al final.
En “En el bosque” también se produce esta retención de la información.
Según la focalización adoptada, el narrador podría conocer, por ejemplo, an-
te quién o quiénes se confiesan los implicados o habla el espíritu por medio
de la bruja, o en qué orden se produjeron las declaraciones de todos los per-
sonajes. Sin embargo, omite esa información.
3.3.3. Voz
Focalización
97
Universidad Virtual de Quilmes
7.
Le proponemos una actividad de taller de escritura: transfor-
me “En el bosque” según las diferentes combinaciones de fo-
calización y voz.
(Si se decidiera a escribir un texto con un narrador heterodie-
gético con focalización cero, podría empezar diciendo: “La
anciana presentía una desgracia. Algo le indicaba –y no podía
precisar por qué– que su hija no debía partir esa mañana. Sin
embargo...”)
8.
a. En Si una noche de invierno un viajero determine la voz y
la focalización del narrador.
b. Analice el efecto que produce la utilización de la segunda
persona con esa combinación.
c. Confronte la percepción que tiene el narrador respecto del
Lector y de Ludmila (capítulo VII)
98
Introducción a la Literatura
Debo mi primera noción del problema del infinito a una gran lata de bizcochos
que dio misterio y vértigo a mi niñez. En el costado de ese objeto anormal había
una escena japonesa; no recuerdo los niños o guerreros que la formaban, pero sí
que en un ángulo de esa imagen la misma lata de bizcochos reaparecía con la mis-
ma figura y en ella la misma figura, y así (a lo menos, en potencia) infinitamente
[...] el Libro de las mil y una noches duplica y reduplica hasta el vértigo la ramifica-
ción de un cuento central en cuentos adventicios [...] Es conocida la historia liminar
de la serie: el desolado juramento del rey que cada noche se desposa con una vir-
gen que hace decapitar en el alba, y la resolución de Sherezade que lo distrae con
maravillosas historias [...] La necesidad de completar mil y una secciones obligó a
los copistas de la obra a interpolaciones de todas clases. Ninguna tan perturbadora
como la de la noche DCII, mágica entre todas las noches. En esa noche extraña, él
oye de boca de la reina su propia historia. Oye el principio de la historia que abar-
ca a todas las demás, y también –de monstruoso modo– a sí misma. ¿Intuye clara-
mente el lector la vasta posibilidad de esa interpolación, el curioso peligro? Que la
reina persista, y el inmóvil rey oirá para siempre la trunca historia de las mil y una
noches, ahora infinita y circular... (BORGES, 1998)
99
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RELATO
RELATO
Filomena Melquisedec
Narrador lll nueve jóvenes (narrador) RELATO
(narrador) Saladino
(Narratarios)
9.
Analice en “Los tres anillos” la función de las historias enmar-
cadas y justifique el título.
10.
En Si una noche de invierno un viajero determine las relacio-
nes entre marco e historias enmarcadas y determine la fun-
ción de éstas.
Existe un caso particular de inserción de los relatos que Genette llama me-
talepsis, es decir, la alteración de los niveles narrativos por la intromisión del
autor o de los personajes en un nivel inesperado.
En la segunda parte del Quijote, los duques le preparan al hidalgo una serie
de pruebas porque saben de su existencia y características por ser el perso-
naje de una novela; Beatriz González, personaje de Ardiente paciencia de An-
tonio Skármeta, le pide al redactor del prólogo de la novela que escriba su
historia; Bastian, personaje de La historia interminable de Michael Ende, en-
cuentra en una librería un volumen que lo atrae irresistiblemente y que lleva
por título La historia interminable, de la que Bastian es un personaje; el lec-
tor de “Continuidad de los parques” de Julio Cortázar lee una novela en la
que una pareja trama un crimen del que el lector va a volverse la víctima. En
“No mires atrás” de Frederic Brown la víctima será –transgrediendo la con-
vención del pacto narrativo– el lector empírico a quien detalladamente el
asesino explica cómo alteró ese pacto y cómo llegará hasta él.
100
Introducción a la Literatura
101
4
Literatura y sociedad
Objetivos
1. Analizar los elementos que conforman el hecho literario en su relación
con la sociedad.
2. Reflexionar sobre el proceso de recepción de los textos, en su función in-
dividual y social.
4.1. El autor
En la página WEB de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores) una mano
con una pluma dibuja en el espacio azul una frase: SIN AUTOR NO HAY TEX-
TO.
La frase sintetiza, desde el sentido común, un hecho que parece irrefuta-
ble: si hay un producto, hay un productor. En el caso del texto literario, pare-
ce evidente que para que exista la obra, debe existir un creador.
Sin embargo, esta noción aparentemente tan obvia ha tenido muchos
matices a lo largo de la historia, y las diversas teorías sobre la creación lite-
raria han sostenido diversas posturas sobre el concepto de autor.
Frente a las nociones aparentemente estables y fijadas de autor, libro o
lectura, hay que “romper con la ilusión que postula erróneamente la exis-
tencia universal de estas categorías” y para ello es preciso “comprender
cuáles fueron las formas históricas, sucesivas o contemporáneas de la fi-
gura del autor, la materialidad del libro o las prácticas de lectura” (CHAR-
TIER, 2000, p. 12).
103
Universidad Virtual de Quilmes
En este apartado nos interesa recorrer las diversas formas que ha tenido
la función autor a través del tiempo, así como exponer algunas cuestiones
referidas a sus relaciones con la obra y con el medio en el que se desen-
vuelve.
El origen de la palabra
104
Introducción a la Literatura
1.
a. Diríjase a la página WEB dedicada a Cervantes (www.cer
vantes.virtual.com).
b. En el apartado sobre las Novelas Ejemplares, observe los
elementos que hoy llamaríamos “paratextuales” vinculados
con la figura del autor: el prólogo donde el escritor traza
su propio retrato, los poemas con que sus amigos le rin-
den homenaje.
105
Universidad Virtual de Quilmes
El autor relegado
❘❚❚ Una de las actitudes más características del público popular hacia su lite-
ratura es ésta: no importa el nombre y la personalidad del autor, sino la per-
sona del protagonista. Los héroes de la literatura popular, cuando han entra-
do en la esfera de la vida intelectual popular, se separan de su origen
‘literario’ y adquieren el valor del personaje histórico. Toda su vida interesa,
desde el nacimiento hasta la muerte, y esto explica el éxito de las “continua-
ciones”, aunque sean falsas; o sea, puede ocurrir que el primer creador del
tipo haga morir en su trabajo al héroe y el “continuador” lo haga revivir, con
gran satisfacción del público que se apasiona nuevamente y renueva la ima-
gen prolongándola con el nuevo material que le ha sido ofrecido. (GRAMSCI,
1961, p. 149). ❚❚❘
¿Qué es un autor?
106
Introducción a la Literatura
❘❚❚ El interés por la persona del escritor y del artista aumenta a medida que el
El concepto de campo
campo intelectual y artístico adquiere autonomía y, correspondientemente, se
intelectual desarrolla en
eleva el status (y el origen social) de los productores de bienes simbólicos. Pe- el apartado 4.2. de esta unidad.
ro recién con el romanticismo la vida del escritor pasa a ser ella misma obra de
arte, y, en cuanto tal, entra en la literatura. [...] Estos escritores provocan una
lectura biográfica de su obra e invitan a concebir la relación entre obra y públi-
co como una comunión personal entre la “persona” del “creador” y la “perso-
na” del lector. Pero, más profundamente, el culto romántico de la biografía es
parte integrante de un sistema ideológico al que pertenecen también el con-
cepto de “creación” como expresión irreductible de la “persona” del artista, o
la utopía [...] de un “mandarinato intelectual”, sistema ideológico basado en un
aristocratismo de la inteligencia y una representación carismática de la produc-
ción y la recepción de las obras simbólicas. (BOURDIEU, 1983, pp. 13-14). ❚❚❘
La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se pinta en sus
libros es una de las puerilidades que el romanticismo nos ha legado. No es impo-
sible, muy por el contrario, que el artista se interese ante todo por los demás, o por
su época, o por mitos familiares. Aun cuando se ponga a sí mismo en escena, pue-
de considerarse excepcional que hable de lo que realmente es. Las obras de un
hombre trazan con frecuencia la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, ca-
si nunca su propia historia, sobre todo cuando pretenden ser autobiográficas. (CA-
MUS, 1996, p. 65)
Esta idea del autor como “artesano”, que Chartier rastrea en sus trabajos
sobre la cultura occidental a partir de la Edad Media, se vuelve evidente a
partir del impacto de la Revolución Industrial sobre los circuitos de la comu-
nicación impresa. La constitución de un mercado en el que los bienes cultu-
107
Universidad Virtual de Quilmes
❘❚❚ El arte debe ser amor y estudio especialísimos del artista. Preocupación se-
ria, aroma íntimo que invada deliciosamente todo su espíritu, constituyendo el
designio fundamental de su vida. Pero, por eso mismo, ha de apartarlo del trá-
fago vulgar de las cosas, de los intereses mezquinos y transitorios, impidiendo
que se convierta mecánicamente en hábito y se rebaje a armonizarse con las ti-
108
Introducción a la Literatura
ránicas necesidades de los oficios lucrativos. [...] El verdadero artista debe dis-
tinguir siempre profundamente entre su musa y su negocio, cuidando de que
aquélla no lleve en sus manos, en vez del laurel sagrado, un libro de partida do-
ble. ¡No confundamos, por Dios, a Dulcinea con Aldonza Lorenzo! (OYUELA,
1993, pp. 107-109) ❚❚❘
Como señala Escarpit (1971), este problema “es viejo como el mundo: es
proverbial decir que la literatura no alimenta a sus hombres”. Sin embargo,
no siempre se ha planteado como una cuestión problemática la influencia
que las fuentes de financiamiento ejercen sobre la producción del escritor
–en una dimensión que excede la simple circunstancia biográfica.
Escarpit habla de dos tipos de financiamiento: a) externo –que incluye
las diversas formas de mecenazgo y el autofinanciamiento; b) interno –es
decir, los derechos de autor.
Mecenas y patrones
❘❚❚ El mecenazgo es el cuidado del escritor por una persona o una institución
que le protegen, pero que esperan de él en reciprocidad la satisfacción de la
necesidad cultural. El mecenazgo, como la institución feudal, corresponde a
una estructura social fundada sobre las células autónomas. La ausencia de un
medio literario común, la falta de un procedimiento de difusión rentable, la con-
centración de la fortuna entre unas pocas manos [...] hizo necesaria la apari-
ción de sistemas cerrados, en los que el escritor, considerado como un artesa-
no proveedor de lujo, negociaba su producción según el sistema de trueque, a
cambio de su manutención. (ESCARPIT, 1971, p. 45) ❚❚❘
2.
Atendiendo a la tradición del mecenazgo, analice las razones ex-
puestas por Cervantes para dedicar el Quijote al duque de Béjar.
Esta forma de mecenazgo, que perdura durante largos siglos como una fuen-
te legítima de sostén del artista, empieza a ser cuestionada cuando las
109
Universidad Virtual de Quilmes
110
Introducción a la Literatura
bitos propicios para el sustento del escritor profesional –que muy excepcio-
nalmente puede llegar a sobrevivir sólo con el producto de su obra literaria.
Derechos de autor
Escarpit determina un lugar y una fecha para el surgimiento del escritor pro-
fesional: Londres, febrero de 1755. Es entonces cuando Samuel Johnson, el
erudito inglés que caracteriza una etapa de la cultura anglosajona, escribe
una carta a Lord Chesterfield, rechazando la protección que años antes ha-
bía solicitado en vano mientras estaba preparando su Diccionario:
❘❚❚ Siete años han transcurrido, milord, desde el tiempo en que hice antecámara
en vuestra casa o fui rechazado de vuestra puerta; durante este tiempo he con-
tinuado mi trabajo en medio de una serie de dificultades de las que no pienso la-
mentarme ahora, y lo he llevado hasta el momento de su publicación sin el me-
nor gesto de ayuda, palabra de ánimo ni sonrisa de complacencia. [...] El interés
que se ha dignado tomar en mis trabajos, si hubiera sido temprano, hubiera si-
do amable; pero ha sido demorado hasta el momento [...] en que soy conocido
y no lo necesito. Espero que no se vea como una cínica aspereza el no confesar
obligaciones cuando no se ha recibido ningún beneficio, o el no estar dispuesto
a que el público me considere como debiendo a un protector lo que la Providen-
cia me ha permitido hacer por mí mismo. (BOSWELL, 1949, p. 40) ❚❚❘
Este texto, dice Escarpit, “es el toque de difuntos del mecenazgo” (1971, p.
49). El autor proclama su independencia del noble protector y reafirma su
capacidad para producir gracias a su propia capacidad como intelectual au-
tónomo.
Si bien, como hemos visto en el caso de Darío, de hecho esta institución
se prolonga durante un largo tiempo, lo cierto es que la mayor parte de los
autores ya asumen su trabajo como una legítima fuente de ingresos, al nivel
de los que provee cualquier otra profesión. La aparición de editores profesio-
nales, un fenómeno que se consolida a mediados del XVIII, juega un papel
importante en este sentido. Los autores defienden sus derechos a través de
contratos que estipulan detalladamente sus obligaciones y sus beneficios.
111
Universidad Virtual de Quilmes
nes lastimosas y humillantes! Tres mil míseras liras anuales era mi estipendio;
y tenía que trabajar indefectiblemente día y noche para ganar aquella cifra, por-
que mi contrato me obligaba a entregar tres volúmenes al año. Había que ga-
narse el pan.
Mi editor me lanzó al mercado, es verdad, con deslumbradoras cubiertas,
pero vendía ejemplares tras ejemplares... y yo... yo me atareaba en emborro-
nar cuartillas y cuartillas para ganar lo indispensable para no morir de ham-
bre. Y así continué; que la necesidad fue para mí siempre como el lazo estran-
gulador de mis thugs.
¡Aquellos que, como yo, se ven obligados a vivir de la pluma, me compren-
derán! (SALGARI, 1977, p. 105). ❚❚❘
3.
Reflexione sobre las dos preguntas formuladas en la cita an-
terior en relación con un escritor contemporáneo, a partir de
una entrevista periodística. Una valiosa fuente para este tema
es la Encuesta a la Literatura Argentina (ZANETTI, 1982);
112
Introducción a la Literatura
❘❚❚ Es lógico, por lo tanto, que en materia de literatura sea el positivismo, resu-
men y resultado de la ideología capitalista, el que haya concedido la máxima
importancia a la “persona” del autor. Aún impera el autor en los manuales de
historia literaria, las biografías de escritores, las entrevistas de revistas, y has-
ta en la misma conciencia de los literatos, que tienen buen cuidado de reunir
su persona con su obra gracias a su diario íntimo; la imagen de la literatura
que es posible encontrar en la cultura común tiene su centro, tiránicamente, en
el autor, su persona, su historia, sus gustos, sus pasiones; [...] la explicación
de la obra se busca siempre en el que la ha producido, como si, a través de la
alegoría más o menos transparente de la ficción, fuera, en definitiva, siempre,
la voz de una sola y misma persona, el autor, la que estaría entregando sus
“confidencias”. (BARTHES, 1994a, p. 66). ❚❚❘
❘❚❚ [...] el escritor moderno nace a la vez que su texto, no está provisto en ab-
soluto de un ser que preceda o exceda su escritura, no es en absoluto el suje-
to cuyo predicado sería el libro, no existe otro tiempo que el de la enunciación,
y todo texto está escrito eternamente aquí y ahora. (BARTHES, 1994a, p. 68). ❚❚❘
113
Universidad Virtual de Quilmes
La respuesta de Foucault
Un año después de publicado el artículo de Barthes, Foucault ofrece una
conferencia en la Sociedad Francesa de Filosofía, titulada “¿Qué es un au-
tor?” (1969). En ella aborda la relación del texto con el autor, la manera co-
mo el texto apunta “hacia esa figura que le es exterior y anterior, al menos
aparentemente” (FOUCAULT 1969, p. 11).
Retomando de alguna manera la tesis de Barthes, Foucault plantea que
en la escritura contemporánea aparece como característica la indiferencia
hacia “quién habla”: la escritura sólo se refiere a sí misma: “Se trata de la
apertura de un espacio en donde el sujeto-escritor no deja de desaparecer”.
Sin embargo, contra ese “borramiento”, Foucualt presenta una serie de
cuestiones que impiden anular toda imagen del autor. En primer lugar, la no-
ción de obra. ¿Qué es una obra? ¿No es aquello que escribió aquel que es
un autor? Si no lo fuera, la serie de papeles que dejó escritos, ¿qué serían?
Y por otra parte, ¿cuáles, entre esos papeles, constituyen su obra? En pri-
mer lugar, los textos publicados; luego, los borradores que dejó sin terminar,
lo mismo que su correspondencia. Pero ¿los papeles de su vida cotidiana
–mensajes, facturas, etc.– también pueden considerarse parte de su obra?
En segundo lugar, plantea Foucault, está el problema del nombre de au-
tor. Aristóteles, Rimbaud, remiten a algo más que un simple nombre propio.
Un nombre de autor está investido de un prestigio, de una autoridad que no
posee cualquier otro nombre. El nombre de autor precede –y configura, de
alguna manera– la recepción de un texto.
4.
Piense qué expectativas despiertan en nosotros –lectores– los
nombres de los siguientes autores, aun cuando no hayamos
leído sus obras: Maquiavelo, Agatha Christie, Joyce, Jorge
Asís, Victoria Ocampo, J. K. Rowling.
Aun en los casos en que algunos autores no hayan existido como individuos
históricos –por ejemplo, la discutida figura de Homero–,
❘❚❚ [...] el que varios textos hayan sido colocados bajo un mismo nombre indica
que se establecía entre ellos una relación de homogeneidad o de filiación, o de
autentificación de unos a través de otros, o de explicación recíproca, o de utili-
zación concomitante. El nombre de autor funciona para caracterizar un cierto
modo de ser del discurso: para un discurso el hecho de tener un nombre de au-
tor indica que dicho discurso no es una palabra cotidiana, indiferente [...] sino
que se trata de una palabra que debe recibirse de cierto modo y que debe reci-
bir, en una cultura dada, cierto estatuto. (FOUCAULT, 1969, pp. 19-20) ❚❚❘
114
Introducción a la Literatura
115
Universidad Virtual de Quilmes
Las teorías que privilegian los métodos de análisis interno de las obras, se-
ñala Bourdieu, revelan su rechazo a las concepciones que amenazan con di-
solver la “originalidad creadora” dentro de sus condiciones sociales de pro-
ducción.
Lejos de caer en este reduccionismo, el desafío teórico radica en ubicar
la obra individual dentro de un campo en el que se cruzan diversas relacio-
nes de poder.
En su libro Los escrito-
Esta perspectiva implica un método de trabajo que amplía la dimen-
res frente a la Comuna
(1971) Paul Lidsky expone las sión del análisis literario, incorporando, más allá de los textos que cons-
reacciones casi unánimes de tituyen la obra de cada autor, la de sus contemporáneos, sus maestros,
condena que los intelectuales sus antagonistas. Toma en cuenta las corrientes ideológicas que se de-
franceses asumieron frente a la
revolución popular que estalló
baten en la época, los modelos sociales y culturales en vigencia, los gé-
en París en 1871. neros que se eligen para dar forma a la creación; las relaciones de pro-
A través de la lectura de las no- ducción –con los editores, con el público–; los vínculos con las
velas y la correspondencia de instituciones, con el poder político; las polémicas que circulan en el pe-
escritores como Zola, Flaubert,
George Sand, los Goncourt, el ríodo, a las cuales adhieren o con las cuales confrontan los autores, ya
investigador analiza las razones sea individualmente o como grupo.
que determinaron posturas tan
violentamente reaccionarias co-
mo las que se revelan en esas
obras. ❘❚❚ La fe en la irreductibilidad de la creación y en la autonomía absoluta de las
preferencias estéticas impulsa sin dudas a atribuir un peso mucho menor a
las tomas de posición políticas que a las estéticas, omitiendo casi siempre la
recolocación de unas y otras en el sistema respecto del cual se establecen y
definen, o sea el sistema de las diversas tomas de posición en competencia
recíproca. (BOURDIEU, 1983, p. 16) ❚❚❘
116
Introducción a la Literatura
❘❚❚ “¿De qué manera tal escritor ha llegado a ser lo que es?” sino: “¿Cuáles
deberían ser, desde el punto de vista del habitus socialmente constituido, las El concepto de habitus
ha sido desarrollado
diversas categorías de artistas y escritores en una época dada y en una socie-
por Bourdieu a lo largo de diver-
dad dada, para poder ocupar las posiciones pre-dispuestas para ellos por un sas obras, con variaciones que
estado del campo intelectual, y para poder adoptar, en consecuencia, las to- contribuyen a explicar la idea.
mas de posición estéticas o ideológicas ligadas objetivamente a las posicio- Habitus es “el producto de la in-
teriorización de los principios de
nes ocupadas?” (BOURDIEU, 1983, p. 21) ❚❚❘ un arbitrario cultural, capaz de
perpetuar en las prácticas los
principios del arbitrario interiori-
zado” (BOURDIEU y PASSERON,
Para su análisis del campo intelectual, Bourdieu se centra en dos autores: Flau- 1970, p. 47); también se define
bert y Baudelaire, figuras emblemáticas que encarnan el conflicto del intelectual como el “sistema de disposicio-
nes inconscientes producido
en una sociedad donde la burguesía, triunfante en el campo económico, busca
por la interiorización de estruc-
hegemonizar también los dominios de la estética. La defensa de la autonomía del turas objetivas. Como lugar geo-
arte, la exaltación de sus valores frente al público “filisteo”, la teoría del “arte por métrico de los determinismos
el arte”, cobran sentido al confrontar los alegatos de estos escritores con la situa- objetivos y de las esperanzas
ción cultural y social de su época. Frente a la jerarquía establecida por el éxito subjetivas, el habitus tiende a
producir prácticas” (BOURDIEU,
comercial, en el momento en que el mercado establece nuevos valores, estos es-
1983, p. 35).
critores plantean la autonomía de un campo artístico que está más allá –y por en-
cima– de las reglas del consumo comercial. Un “mercado de los bienes simbóli-
cos” que se mueve con sus propias leyes, y al que sólo pueden acceder los
propietarios (sea como productores o consumidores) de valores artísticos –en
teoría absolutamente desligados de los económicos.
❘❚❚ En este método [el de Bourdieu] las opiniones de un autor valen en tanto po-
siciones suyas en el seno de procesos de discusión que se están constituyen-
do y para los cuales el autor no está más allá de la historia. En una palabra: se
puede adoptar el punto de vista de un autor y comprenderlo siempre y cuando
se recoja la situación del autor en el espacio de las oposiciones constitutivas
del campo literario. (POZUELOS, 2000, p. 116). ❚❚❘
117
Universidad Virtual de Quilmes
❘❚❚ • Las que se basan en la afiliación formal de sus miembros, con modalida-
des diversas de autoridad o decisión interna, y de constitución y elección.
• Las que no se basan en ninguna afiliación formal, pero están organizadas al-
rededor de alguna manifestación colectiva pública, tales como una exposición,
presencia pública editorial o a través de un periódico o un manifiesto explícito.
• Aquellas en las cuales existe una asociación consciente o identificación gru-
pal, manifestada informal u ocasionalmente, o a veces limitada a un trabajo in-
mediato o a relaciones más generales. (WILLIAMS, 1994, p. 64). ❚❚❘
118
Introducción a la Literatura
te existe un vacío muy grande entre, por un lado, la historia general y la his-
toria general de las artes específicas relacionadas con ella, y, por otro, los
estudios individuales” (WILLIAMS, 1994, p. 79).
❘❚❚ a) las creencias formales y conscientes de una clase, o de otro grupo social;
así aparece en el uso común del término ‘ideológico’ para indicar principios ge-
nerales o posiciones teóricas, o, como con frecuencia se hace –con resultados
poco favorables– para indicar los dogmas;
b) la visión del mundo o perspectiva general características de una clase o de
otro grupo social, que incluye creencias formales y conscientes, pero también
actitudes, hábitos y sentimientos menos conscientes y formulados, e incluso
presupuestos, comportamientos y compromisos inconscientes. (WILLIAMS,
1994, p. 25) ❚❚❘
119
Universidad Virtual de Quilmes
Durante mucho tiempo, las clases populares ocuparon en la “alta literatura” luga-
res secundarios. En el teatro del Siglo de Oro, por ejemplo, estos personajes tie-
nen solamente los roles de confidentes o de criados –el clásico tipo del “gracio-
so”–, destinados a acompañar la figura del protagonista o servir de contrapeso
humorístico a los episodios dramáticos.
A partir del realismo, pero más acentuadamente con el naturalismo, la repre-
sentación de las clases populares alcanza un lugar protagónico. Mineros, taberne-
ros, pequeños comerciantes, empleadas de tiendas, son personajes centrales en
las obras de Zola. Sus conflictos, expectativas, visiones del mundo, son tratados
con la perspectiva jerarquizadora que antes se reservaba para los protagonistas
de las clases superiores.
Esta “representación seria del 4º Estado” –para usar el término de Auerbach
(1950)– da cuenta de las transformaciones de una ideología, tanto por parte de
los productores como de los lectores, para los cuales la noción de héroe trágico
ya no se adscribe solamente a la clase social hegemónica.
6.
A través de los textos literarios, podemos observar los presu-
puestos ideológicos que subyacen a las diversas formas de re-
presentación de una realidad.
a. Lea los dos siguientes textos que, desde distintas perspec-
tivas ideológicas, narran situaciones análogas.
b. Analice la mirada del autor frente a una práctica social (la
relación entre amos y criados).
c. Analice los elementos del discurso a través de los cuales
se manifiesta su visión sobre el problema: el lugar desde
donde se enuncia, el nivel de lenguaje –coloquial, formal–
entre otros.
120
Introducción a la Literatura
❘❚❚ No teníamos más custodia que los negros criados en la casa, descendien-
tes de los antiguos esclavos, quienes por gratitud a la libertad que se les dio
en homenaje a la Revolución de Mayo de 1810, se esclavizaron más por el
amor a sus antiguos amos, hasta dar la vida por defenderlos.
¡Oh! Ya se extinguieron esos tipos de lealtad a muerte, nacida de la comu-
nidad del sufrimiento entre señores y criados, en cuyas relaciones más pare-
cía obrar el vínculo del amor que el de la servidumbre. Allí se conserva la tra-
dición del negro Joaquín, esclavo de mi bisabuelo, que se ponía quejoso
cuando se le prohibía servir la brasa en la palma de la mano, donde la soste-
nía sin el menor dolor, porque las faenas del campo le habían encallecido la
piel. Y era, sin embargo, un hombre libre que pagaba con abnegación el cariño
acendrado de sus amos, quienes le llamaban “Tata”. (GONZÁLEZ, J. V., 1965,
pp. 27-28). ❚❚❘
4.4. El lector
Como hemos visto a lo largo de esta unidad, la relación entre los diversos
factores que implica el hecho literario –autor, obra, lector– ofrece diferentes
modalidades a través de los tiempos, de acuerdo con la sociedad en la que
se inserta. En este apartado analizaremos el tercero de los términos de esa
relación.
El problema del lector puede ser abordado desde dos perspectivas: en
primer lugar, el lector como destinatario real y concreto de la obra, el público
a quien la obra se dirige y que será uno de los factores que aseguren su cir-
culación y su difusión. Éste sería el aspecto estrictamente vinculado con el
enfoque sociológico con que abordamos esta Carpeta.
121
Universidad Virtual de Quilmes
❘❚❚ [...] reconstruir las redes de prácticas que organizan los modos, histórica
y socialmente diferenciados, de acceso a los textos. La lectura no es sólo
una operación abstracta de intelección: es puesta en juego del cuerpo, ins-
cripción en un espacio, relación consigo mismo y con los otros. Es por ello
que la atención debe estar dirigida particularmente a maneras de leer que
han desaparecido en nuestro mundo contemporáneo. Por ejemplo, la lectura
en voz alta, en su doble función: comunicar el escrito a aquellos que no sa-
ben descifrarlo, pero también cimentar formas de sociabilidad imbricadas
que constituyen ciertamente figuras de lo privado, como la intimidad familiar,
la charla de sobremesa o la connivencia letrada. En consecuencia, una histo-
ria de la lectura no debe limitarse a la mera genealogía de nuestra manera
contemporánea de leer, en silencio y con los ojos. Tiene como tarea, quizás y
sobre todo, reencontrar los hábitos olvidados, los gestos extinguidos. (CHAR-
TIER, 1994, p. 28) ❚❚❘
Hasta muy avanzado el siglo XIX –y aun más tarde, según los países– el porcenta-
je de analfabetos siguió siendo muy elevado, tanto en Europa como en América. El
acceso a la literatura, para grandes sectores de la población, se realizaba a través
de intermediarios. Numerosos testimonios dan cuenta de grupos de oyentes reuni-
dos para escuchar la lectura del periódico, el folletín o la novela por entregas. Los
biógrafos de Dickens describen las reuniones que mensualmente realizaba el due-
ño de una casa de pensión, a la hora del té, para leer a sus inquilinos analfabetos
la última entrega del novelista.
122
Introducción a la Literatura
Escena de un Libro de
Horas (Siglo XIII).
❘❚❚ Hay un salto entre una lectura “intensiva”, enfrentada a libros poco numero-
sos, apoyada en la escucha y en la memoria, reverencial y respetuosa, y una lec-
tura “extensiva”, que consume muchos textos, que pasa con soltura de uno a
otro y otorga un mínimo de sacralidad a la cosa leída. (CHARTIER, 1994, p. 36). ❚❚❘
123
Universidad Virtual de Quilmes
Este tipo de gesto “señorial”, sin embargo, queda confinado a un círculo res-
tringido y a un tiempo más restringido aún. La incorporación de una gran ma-
sa de lectores crea para la cultura letrada un escenario problemático, ante
el cual tendrá que ofrecer nuevas respuestas.
124
Introducción a la Literatura
❘❚❚ En mi primer viaje a la tierra, allá por 1883, la primera vez que me encon-
tré con Gutiérrez, le anuncié que pensaba comprar sus libros para leerlos en
el viaje de regreso. Fue entonces cuando un poco ruborizado y tomándome la
mano, me dijo textualmente: “No le he mandado esos, porque no son para Ud.
ni para la gente como Ud.. Le ruego que no los lea, porque si lo hace, me va
a tratar muy mal. Yo le prometo a Ud. que así que esos abortos me aseguren
dos o tres meses de pan, me pondré a la obra y escribiré algo que pueda pre-
sentar con la frente levantada a todos los hombres de pensamiento y de gus-
to”. Dos o tres meses de pan para aquel perfecto bohemio que nunca supo
del valor del dinero, ni del tiempo, ni del trabajo, era un sueño lucuniano.
Puesto en el yunque, en el yunque seguirá hasta la muerte, dejando ese fárra-
go de folletines, que no he leído, que no leeré jamás. (CANÉ, M., 1902, en:
PRIETO, 1988, pp. 102-103). ❚❚❘
7.
a. Lea el cuento “Con gringo”, de Haroldo Conti, que se pu-
blicó en 1971 en la revista Casa de las Américas, y que
se basa en un episodio de la historia reciente de América
Latina.
b. ¿Qué competencias debe poner en juego el lector para
descifrar su sentido?
125
Universidad Virtual de Quilmes
Los estudiosos del tema coinciden en señalar la segunda mitad del siglo
XVIII como el momento histórico en que se inicia una nueva forma de rela-
ción con la lectura, convertida en gesto individual y solitario –la lectura silen-
ciosa. Esta nueva forma, sin embargo, no implica la desaparición de la tradi-
cional “lectura comunitaria”, generalizada en las culturas menos
alfabetizadas.
Se produce también, en este momento, un cambio en lo que después se
conocerá como “el pacto de lectura”: el lector se ve convocado explícitamen-
te a un diálogo con el autor, que fija las pautas para orientar la interpreta-
ción de su obra, a la vez que propone los resultados que espera que produz-
ca el proceso de leer.
Darnton (1987) analiza, a través de la correspondencia de Ranson, un co-
merciante admirador de Rousseau, esta nueva modalidad de lectura. Entre
los cánones que propone el escritor francés, uno de los objetivos es lograr
la identificación del lector con el texto. El lector se siente destinatario privi-
legiado de la obra, convocado especialmente por su autor:
❘❚❚ “Este libro no se hizo para circular en sociedad y es apropiado para muy po-
cos lectores”, afirma Rousseau al comienzo de La Nueva Heloísa. (DARNTON,
1987, p. 231) ❚❚❘
❘❚❚ Así que, señor, hemos perdido al sublime Jean-Jacques. Cuánto me apena
nunca haberlo visto y oído. Sentí la más extraordinaria admiración por él al leer
sus libros. Si algún día puedo viajar cerca de Ermenonville, no dejaré de visitar
su tumba y quizá lloraré algunas lágrimas sobre ésta. [...] Si se entera de cual-
quier cosa acerca de Rousseau, por favor compártala conmigo. Me causará
gran alegría. (DARNTON, 1987, p. 239). ❚❚❘
Por otro lado, esa identificación con el autor promueve nuevas conductas.
Ranson adopta para su vida cotidiana las normas sobre la familia y sobre la
educación de los hijos que predicaba Rousseau.
126
Introducción a la Literatura
Al analizar el célebre folletín de Eugenio Sue, Los misterios de París (1843), Umberto
Eco relata sus repercusiones en la sociedad de la época: desde los ricos benefactores
que, inspirados en la novela, fundan hospicios o colonias agrícolas, hasta los lectores
que envían dinero para socorrer a los personajes menesterosos (ECO, 1998, p. 35).
En la Argentina, el folletín Juan Moreira (1880) crea un modelo de conducta
social que no tardaría en ser ampliamente verificada y comentada por la prensa
del día, en medio de voces de alarma. Prieto cita dos episodios aparecidos en las
notas policiales de Caras y Caretas a principios de siglo:
❘❚❚ “El culto nacional del coraje que, según comprueban las estadísticas, tiende
a disminuir en su forma moreiresca, ha experimentado en las última semanas
repuntes alarmantes” (1901).
“Este muchacho, como tantos otros, aunque prometía más en anteriores
años, tuvo siempre malas tendencias, favorecidas luego por el ejemplo perni-
cioso de ese moreirismo cuatrero” (1902). (PRIETO, 1988) ❚❚❘
Si bien los impresos estuvieron desde sus inicios bajo el control de instan-
cias del Estado, o de la Iglesia, como lo atestiguan las “licencias” que figu-
ran en las portadas de los libros de la Edad Moderna, esta vigilancia se vuel-
ve más estricta, y adopta nuevas modalidades, cuando aumenta la difusión
de los libros, llegando a un público crecientemente mayoritario.
127
Universidad Virtual de Quilmes
8.
Observe en las páginas preliminares de las Novelas Ejemplares
las licencias eclesiásticas que autorizan la publicación (puede
consultarse la página WEB cervantes.alcala.es/ejemplares).
Los sistemas de censura, y los objetos de su control, varían según las épo-
cas, de acuerdo con lo que el poder considera nocivo para el pensamiento
de las masas. Así, puede recordarse la prohibición de introducir novelas en
la América Hispana, durante el gobierno de los Austrias; la condena de la
Iglesia a la lectura de novelas de caballerías; el impuesto a los periódicos
que publicaban folletines, bajo Napoleón III. Y en tiempos más recientes, las
“purgas” de bibliotecas privadas y públicas y las quemas masivas de libros
sospechosos.
Este control del Poder da cuenta de una concepción de la lectura como
una herramienta eficaz y poderosa, que opera directamente –sin mediacio-
nes– en el espíritu del lector, mediante una identificación que lo impulsaría
a desarrollar las conductas que el libro promueve.
9.
a. En el capítulo X de Si una noche de invierno un viajero,
relea el diálogo sobre la censura entre el Lector y el Direc-
tor General de los archivos de la Policía del Estado.
b. Reflexione sobre el papel otorgado a la literatura en los
regímenes autoritarios.
Pero ¿cómo se realiza esta apropiación de la lectura? ¿Cuáles son los pro-
cedimientos que operan en la relación entre la obra y el lector?
128
Introducción a la Literatura
129
Universidad Virtual de Quilmes
Varios son los problemas que abre la Estética de la Recepción para el análi-
sis de la obra literaria. Entre ellos se destacan los siguientes:
10.
Atendiendo a los tres factores que, según Jauss, determinan el
horizonte de expectativas, ¿cuáles influyeron, en su opinión,
para que estas obras de Marechal y Borges, respectivamente,
fueran cuestionadas en el momento de su publicación?
130
Introducción a la Literatura
131
Universidad Virtual de Quilmes
Este procedimiento, ❘❚❚ Generalmente los correlatos oracionales de los textos literarios no se suce-
que puede analizarse den de un modo rígido, pues las expectativas que evocan tienden a invadirse el
en cualquier texto literario,
terreno unas a otras, de tal manera que se ven continuamente modificadas a
constituye el eje de la cons-
trucción narrativa en Si una no- medida que avanza la lectura. (ISER, 1987) ❚❚❘
che de invierno un viajero.
JAUSS, H., (1987) “El lector como instancia de una nueva his-
toria de la literatura”, en J. A. Mayoral (comp.), Estética de la
recepción, Arco/Libros, Madrid.
11.
En el cap. XI de Si una noche de invierno un viajero el Lector
dialoga con otros siete lectores que dan sus puntos de vista
sobre la lectura. Relacione las ideas de estos personajes de fic-
ción con las teorías de Jauss e Iser expuestas en esta Unidad.
132
Introducción a la Literatura
12.
Los textos que se presentan a continuación, correspondientes
a diferentes épocas, ofrecen tres figuras de lector. Analice, a
partir de los planteamientos teóricos revisados a lo largo de
esta unidad:
a. las competencias que el lector debe poner en juego;
b. las respuestas que el autor espera de él;
c. la concepción de la lectura implícita en los textos.
❘❚❚ AL LECTOR
Qué deseoso te considero, lector o oidor –que los ciegos no pueden leer– de re-
gistrar lo gracioso de don Pablos, príncipe de la vida buscona.
Aquí hallarás todo género de picardía –de que pienso que los más gus-
Vivir a la droga: vivir
tan–, sutilezas, invenciones y modos, nacidos del ocio, para vivir a la droga; y endeudados.
no poco fruto podrás sacar de él si tienes atención al escarmiento; y cuando
no lo hagas, aprovéchate de los sermones, que dudo nadie compre libro de
burlas para apartarse de los incentivos de su natural depravado [...].
Su autor, ya le sabes; el precio del libro, no lo ignoras, pues ya le tienes en
tu casa, si no es que en la del librero le hojeas, cosa pesada para él, y que se
Gorrones: los que vi-
había de quitar con mucho rigor, que hay gorrones de libros como de almuer-
ven a costa de otros.
zos, y hombre que saca cuento leyendo a pedazos en diversas veces, y luego
le zurce; y es lástima que tal se haga, porque éste murmura sin costarle dine-
ros —poltronería bastarda y miseria no hallada del caballero de la tenaza.
Dios te guarde de mal libro, de alguaciles y de mujer rubia, pedigüeña y carirre-
donda. (QUEVEDO, 1982, p. 67) ❚❚❘
133
Universidad Virtual de Quilmes
134
Epílogo
1.
Realice el mapa conceptual de esta Carpeta de Trabajo. Inclu-
ya, entre otros, los siguientes conceptos:
a. Autor
b. Campo intelectual
c. Canon
d. Ficción
e. Género
f. Instituciones
g. Lector
h. Procedimientos
i. Recepción.
2.
Una vez terminado el mapa conceptual, vuelva a la Unidad 1
y revise las actividades que realizó, verificando o modificando
sus hipótesis iniciales.
135
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