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Francisco Colom González (Ed.

Este libro aborda el estudio de la ciudad concebida simultáneamente como


una comunidad humana, como un espacio para la int~racción social y como
un entorno material construido por sus moradores a lo largo de generacio-
nes. Pero las ciudades son también receptáculo y portadoras de significa-
dos articulados mediante las relaciones sociales. En este último sentido, las
ciudades se nos muestran como espacios normativamente mediados, como
una concreción de los valores e intereses que han contribuido a configurar La ciudad como idea, espacio y .representación
su imagen, real o figurada, en el tiempo. Algunas ciudades fueron asociadas
con ideales que han quedado reflejados en su diseño y estructura, convir-
tiéndolas en auténticos archivos de la memoria, lo que nos permite leerlas
como un texto. Para leer una ciudad necesitamos conocer su historia, su
organización social y económica, su trama urbana y patrimonio arquitectó-
nico, así como los relatos que narran cómo la ciudad ha llegado a ser lo que
es y cómo ha sido vista por sus coetáneos. A través de una serie de ensayos
referidos al ámbito mediterráneo e iberoamericano, este volumen propone
explorar la moifopolítica .de la ciudad, esto es, los nexos reconocibles entre
las normas, las imágenes y las formas de lo urbano. En la primera parte
se ofrece una amplia perspectiva de los regímenes políticos de lo urbano
en distintos contextos históricos, desde la Roma antigua y el mundo is-
lámico hasta la Europa renacentista y la América colonial y poscolonial.
La segunda parte del libro aborda la relación entre determinadas mani-
festaciones estéticas de lo urbano y los imaginarios sociales reconocibles
a través de ellas.

MEMORIA CRÍTICA
ISBN 978-958-42-5428-3
,\, . '
UNIVERSIDAD
NACIONAL
Instituto de Estudios Urbanos CRÍTICA DE COLOM~IA
www.unal.edu.co
9 789584 254283
www.ed-critica.es
La ciudad romana y el poder:
la hegemonía del espacio público 1

Antonio Pizzo

La discusión sobre conceptos relativos a la territorialidad y las influencias del


imaginario social sobre la planificación espacial ofrecen una perspectiva enri-
quecedora para la interpretación de algunos fenómenos urbanos del mundo
clásico. En este sentido, el análisis de la ciudad romana requiere en primer
lugar un estudio del aspecto topográfico, físico, de los espacios políticos y, ya
más específicamente, de la relación de sus contextos urbanos con el poder.
La elección de esos espacios y su configuración mediante reglas tipológicas y
formales precisas que fueron variando con el tiempo, contribuyeron a estruc-
turar la administración y la expresión de los grandes mensajes políticos. Por
otro lado, abordar la manifestación del poder en los espacios públicos de la
ciudad romana supone adentrarse en un campo de estudio con una tradición
muy dispersa, fragmentada en múltiples especializaciones de difícil síntesis en
un espacio tan reducido como el de este texto.
No existe, en definitiva, una verdadera teoría del espacio político en el mun-
do romano, sino diferentes estudios que han analizado su configuración desde
perspectivas diversas, algunas de ellas tratadas de forma reiterada en la histo-
riografía de la investigación urbana. Una de esas perspectivas, concretamente

l. Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación Análisis de soluciones técnico-constructivas, modelos


arquitectónicos y urbanísticos de la arquitectura romana de la Lusitania: Orígenes y trasformación de una cultura
arquitectónica (HAR2012-36963-C05-05).
32 Antonio Pizzo La ciudad romana y el poder: la hegemonía del espacio público 33

la diferenciación entre espacio político (público) y privado, ha generado es- El continuo progreso de la organización social y política, las nuevas formas
pecializaciones arqueológicas independientes y trabajos sectoriales poco rela- de expresar la relación entre el poder y la edilicia pública y los cambios en la
cionados entre sí. El estudio de la configuración de los espacios políticos de la expresión del poder por las clases dirigentes y la autoridad imperial hicieron de
ciudad romana se encuentra estrechamente vinculado con la arqueología del Roma una ciudad en permanente work in progress, exhausta por las continuas
poder, que en la actualidad absorbe un gran número de recursos humanos y obras. La arqueología, por su propia naturaleza de disciplina clasificatoria de
materiales, sobre todo en España, donde la arqueología romana es casi exclu- eventos históricos concretos asociados a datos materiales, ha pasado tradicio-
sivamente una arqueología de los espacios públicos y monumentales urbanos. nalmente por alto todos estos factores productivos y económicos que conducen
La relación entre la manifestación del poder y el espacio público de la ciudad a la materialización de los espacios físicos del poder.
resulta evidente, pero existen ciertas dicotomías entre la bibliografía antigua Tampoco existe, por lo demás, una idea de ciudad romana diacrónicamente
y moderna sobre el tema. Es preciso señalar que no existe una idea única de homogénea. Existe una ciudad arcaica, una ciudad republicana, una ciudad im-
ciudad romana, ni una teoría coherente de la relación entre la ciudad romana perial (incluso alto-imperial y bajo-imperial), una ciudad tardía y, por último, el
y el poder. Existen, eso sí, diferentes campos de estudio que, basándose en dis- fin de la ciudad, la última gran trasformación. Cada uno de estos momentos his-
tintas perspectivas disciplinares, plantean hipótesis que a menudo se validan tóricos de las ciudades romanas es terreno de especialistas distintos que en muy
exclusivamente en su propio ámbito interpretativo. Así, por ejemplo, es posible pocos casos saltan los confines cronológicos para abordar una interpretación
encontrar una idea del poder y de la ciudad romana en el historiador volcado más general de los fenómenos urbanos, su evolución y trasformación. Por ello,
en el estudio de las fuentes clásicas: el epigrafista, centrado en la manifestación prestar atención a la conformación de los espacios públicos y a la topografía
de momentos históricos concretos, eventos breves o largos que permiten asociar urbana del poder político puede ofrecer un hilo conductor que conecte entre sí
el poder con determinados espacios urbanos representados casi en un tweet los distintos enfoques y genere un discurso sobre la relación entre el poder en la
antiguo, en unos pocos caracteres. ciudad romana y sus lugares de manifestación y gestión. Pese a la gran cantidad
Tenemos también la visión del arqueólogo, fundada en el análisis de evi- de información existente y la escala urbana con la que trabajo, en este texto in-
dencias materiales diferentes y siempre parciales, que a veces se disocian de las tentaré ofrecer una visión general, e inevitablemente parcial, de la importancia
perspectivas previas o contrastan con ellas. En mi opinión, estos contrastes en el del espacio público como espacio de poder y su expresión arquitectónica en el
ámbito de la arqueología surgen por no tomar suficientemente en consideración diseño de la ciudad romana.
el impacto de las obras públicas en la definición topográfica de la ciudad roma- ·
na. Como consecuencia, los centros urbanos de la época romana se presentan
como la planta de una ciudad fosilizada en un momento histórico concreto Los orígenes de la definición del espacio político en la
sobre la cual el arqueólogo y el urbanista buscan soluciones históricas o regla~ ciudad romana
específicas para explicar sus trasformaciones diacrónicas.
Sin embargo, analizar la planta de una ciudad romana requiere considerar Para comprender el fenómeno urbano en la época romana es necesario re-
otro tipo de elementos fundamentales de la historia urbana, como son el esfuer- montarse, aunque sea brevemente, a los orígenes de la formación del espacio
zo económico para la realización de las grandes obras públicas y las etapas en público en el área mediterránea y más concretamente, a las raíces de la vincu-
las que los edificios no están todavía terminados, mientras la ciudad sigue en lación entre el espacio comunitario y el poder. Estos elementos son esenciales
plena actividad. Estas etapas, más o menos prolongadas, influyen en la vida de para percibir la herencia recibida y sobre todo, su continua trasformación con-
la ciudad, en la comodidad del tránsito, en la administración y en la gestión de ceptual en el mundo romano2 • Desde el siglo VII a. C. las élites sociales desple-
las actividades públicas. Basta imaginar la gran obra permanente que debió ser garon complejas tipologías arquitectónicas destinadas a manifestar el prestigio
el centro monumental de la propia Roma, con continuas demoliciones, transfor-
maciones y construcciones de grandes complejos públicos, como los foros y las 2. En general, para una mayor comprensión de los fenómenos urbanos de la época romana véase: Settis (1983),
áreas cercanas. Ampolo (1980), Castagnoli (1969), Catalano (1978), Coarelli (1983-1985; 1988), Gatti (1989), Grelle (1972),
Gros (1976), Gros yTorelli (1994), Horno (1971), Lo Cascio (2000), Mansuelli (1970; 1985), StoroniMazzolani
(1994), Torelli (1990), WilsonJones (2000), Zaccaria Ruggiu (1995) y Zanker (1993; 2013).
La ciudad romana y el poder: la hegemonía del espacio público 35
34 Antonio Pizzo

~~rsonal o de grupo y a desarrollar sus credenciales sociales, religiosas y po-


lltlcas.
C~m~ han indicado Gros y Torelli (1994, pp . .32, .36, .38) en un ensayo im-
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prescmdible para la historia del urbanismo en la época romana, esas creaciones
a~quitectón_icas son en su origen el palacio y la tumba monumental. En el pala-
clo de es:a epoca se funden las dimensiones pública y privada, dada la existencia
de espac10s con funciones residenciales y de grandes áreas abiertas para la cele-
bración de actos ligados a la escenificación del poder religioso y político. Est~
es una perspectiva que todavía no separa los ámbitos de culto de las actividades
administrativas. La identificación de ambos conceptos se manifiesta en la distri-
bución espacial de los grandes palacios.
En la tumba monumental, en cambio, esta misma idea es trasladada al ám-
bito de fa ~uerte. ~n muchos lugares se va formando así un verdadero paisaje
de necrofolzs ~r~amzado mediante la disposición de grandes túmulos a lo largo
de las Vlas prmc1pales de acceso a las ciudades. Su objetivo es escenificar con
una perspectiva temporal muy amplia, el dominio de las aristocracias sobre la
realidad urbana.
La arquitectura para la muerte y los lazos familiares preparan el camino para
la representación del poder en el interior de la ciudad. Comienza así a estable-
cerse una estrecha relación simbólica entre áreas muy separadas de la ciudad
·pero conectadas mediante la presencia de elementos urbanos claramente identi~
(Fig. 1) La división de Roma en cuatro regiones (Monella, 1994a, p. 71, fig. 39)

~cables con;o es~enifi~ación del poder. En ~1 ámbito etrusco, por ejemplo, estas
Esta separación se funda aparentemente en la praxis de la organización espa-
1deas son aun mas eVldentes por la ausenc1a en los centros urbanizados de lu-
cial y en una distinción de lo urbano frente al mundo extraurbano. Este rasgo,
gares claramente relacionados con el poder político y la gestión administrativa.
marcado arquitectónicamente por la construcción de varios complejos de culto
Falta aquí todavía una tipología arquitectónica destinada a las manifestaciones
(como el de Fortuna, en el Foro Boario), está dirigido a legitimar el poder del
políticas que, en el urbanismo romano, serán los foros.
rey-tirano frente a la clase dominante y los demás grupos sociales. Los plan-
A diferencia de lo que ocurre en el mundo romano, entre los etruscos la dis-
teamientos arquitectónicos de estas primeras actividades edilicias y de organi-
tinción ~el. es~~cio pú~li.co (religioso o político), el espacio privado y el poder
zación territorial reflejan una diferenciación social del espacio urbano y sobre
es todaVla mV1s1ble, ex1st1endo diferentes tipos de estructuras que reúnen todas
todo, una identificación de lo sagrado y lo religioso con el poder. Este mismo
estas funciones. Esta dispersión de espacios y funciones, y sobre todo la ausen-
fenómeno se hace más claro en otras ciudades latinas, en las que se observa
cia de ámbitos claramente identificados con el poder en una parte concreta de la
una organización urbana íntimamente vinculada a la monumentalización de la·
ciudad, puede deberse a la ausencia de un proceso paralelo de consolidación de
arquitectura religiosa. Los templos y las áreas sacras se hacen indispensables
los grupos políticos dominantes. De hecho, solo a partir de la primera fase oli-
en la planificación futura de las ciudades con el fin de identificar a las grandes
gárquico-republicana de Roma, en el siglo V a. C., empezaron algunas ciudades
obras con sus promotores políticos. La monumentalidad de estos complejos
a construir infraestructuras relacionadas urbanísticamente con la consolidación
(como serán en Roma las construcciones del gran templo dedicado a la triada
de las instit)Jciones políticas. La formación de una verdadera perspectiva urbana
Júpiter-} uno-Minerva en el Campidoglio, el de Diana en el Aventino o el de For-
nace en Roma con la dinastía etrusca, que dura hasta el año 509 a. C., momento
tuna y Mater Matuta en el Foro Boario) es directamente proporcional a la fuerza
en~ que se c?nsolid~ ~a.i,dea del e~pacio cívico como~ paisaje complejo y se
ideológica del mensaje político emitido por el poder dominante.
realiza una pnmera diVlslon de la cmdad en cuatro reglones y tribus.
36 Antonio Pizzo La ciudad romana y el poder: la hegemonía del espacio público 37

Estas primeras intervenciones de carácter público en el espacio urbano, pla- interior de la tierra removida constituye el pomerium, una zona franca del espa-
nificadas por la clase dominante, marcan ideológica y espacialmente el desarro- do urbano donde era sacrilegio entrar con armas. El pomerium constituye el es-
llo de la ciudad durante varios siglos. Este es un fenómeno perceptible desde pacio límite para la presencia del ejército, que solo desde aquí puede defender la
la temprana configuración de los espacios políticos: los ámbitos públicos de . dad. Igualmente solo fuera de este trazado se puede enterrar a los muertos.
l
cu ) b . ifi
naturaleza político-religiosa marcan el paisaje urbano y definen su desarrollo, Estas acciones, aparentemente sencillas, comportaban sin em argo una s1gn -
las ampliaciones o el abandono de determinadas áreas urbanas. Al igual que cación extraordinaria en la ideología colonizadora romana. Sus símbolos se con-
en otros aspectos ideológicos, esta demarcación espacial resulta funcional a las virtieron, además, en reglas fundamentales respetadas durante toda la historia
necesidades de la aristocracia, pues justifica el poder mediante una fuerza sim- de la civilización romana.
bólica que cohesiona la realidad social con la política vigente.
A diferencia del mundo etrusco, la ciudad romana presenta desde sus inicios,
un nuevo equilibrio entre los ámbitos público y privado. La elección, delimitación
y distribución de los espacios adquiere una extraordinaria importancia en el ima-
ginario social y religioso romano. Con él se desarrolla un lenguaje urbano propio
que se expresa en un sistema viario interno dirigido casi exclusivamente a demar-
car ambas esferas. Este sistema de vías representa algo tangible, un eje que separa
y une a la vez lo público y lo privado, mientras que las murallas separan lo que
pertenece a la esfera urbana de lo que es externo a ella. La parte pública de la ciu-
dad se va configurando en torno a un centro homogéneo, un núcleo muy definido
de relaciones políticas, religiosas, sociales y administrativas. Lo público adquiere
así un papel fundamental en la definición del espacio y las prácticas rituales.
Esta particular atención a la distribución espacial y a la relación entre lo pú-
blico y lo privado está íntimamente ligada con la definición social de la comuni- · (Fig. 2) La primera definición urbana de Roma (Monella, 1994b, p. 64, fig. 36)
dad: lo espacial arraiga en lo sacro, se convierte en su expresión y es controlado
desde los centros del poder. La ordenación espacial se convierte así en un acto Esta acción dividía el espacio según los ejes norte-sur y este-oeste, determi-
de sacralización con un ritual bien definido, una secuencia de ritos religiosos nando así los puntos de orientación de la ciudad y con ellos, las ár~as públicas
acompañados de una tecnología y unos conocimientos específicos. El acto prin- y privadas. Tales ejes coinciden con las calles principales y se conVlerten en la
cipal de ese ritual es la fundación de la ciudad. Con él se demarca lo que perte- estructura fundamental del sistema político, religioso y cultural romano.
nece a la ciudad y lo que es externo a ella. El rito es bien conocido. Ya Catón el 11Hl$TAA DECt..I,..AH-o
$.0.
Viejo lo ilustró en el siglo II a. C. en su Orígenes:
-
Los fundadores de una ciudad ataban un toro a la derecha de un arado y una t
j
vaca en la parte interna. Vestidos como los sacerdotes durante una ceremonia i tb•nt., .,..~ ...
religiosa y con la cabeza cubierta por un trozo de la toga, plegaban el mango
del arado de forma tal que la tierra removida cayera en el interior. Mientras ! H+t· ++
trazaban el surco, marcaban el lugar de las puertas de la ciudad levantando el
!1
arado. (Catón, trad. 1986, I, 18) ~-
Ollllt.l DECWANO
OO.

El trazado del sulcus primigenius, ligado a los trabajos agrícolas, es el ele-


mento topográfico que marca la totalidad del desarrollo de la ciudad. El espacio (Fig. 3) Modelos de centuriación y estructuración urbana (Docci y Maestri, 1993, p. 18, fig. 25)
38 Antonio Pizzo La ciudad romana y el poder: la hegemonía del espacio público 39

En mi opinión, este conjunto de prácticas refleja desde el inicio, una percep- Pero, sobre todo, la organización del espacio público certifica la pertenencia a
ción de la totalidad del espado urbano como espado público, dada su estrecha un único sistema cultural.
vinculación con la esfera de lo sacro y las actividades fundacionales que se le Es sabido que la forma urbana se convirtió en el más potente instrumento de
asocian. Como ocurre con la fundación de la propia Roma, la definición del es- conquista de Roma, no solo por los distintos procesos de colonización ligados
pacio público se basa en la señalación de un centro al que se asocia otro centro a ella, sino por su reestructuración de los antiguos equilibrios sociales y econó-
ritual, el mundus. Se trata de una fosa circular que se rellena de frutos y tierra, micos. La arquitectura romana realizada ex novo en territorios lejanos, facilita
sobre la que se construye un altar. Es el espacio consagrado por excelencia al- indirectamente la sustitución de las jerarquías políticas y religiosas, fomenta la
rededor del cual se irá estructurando el resto de la arquitectura del poder civil integración de las antiguas clases dominantes en el nuevo escenario urbano y
y religioso. unifica la voluntad de pertenencia a una nueva imagen. En este sentido, no solo
Con las prácticas fundacionales la ciudad romana se asocia, pues, a un contex- los espacios vinculados con las manifestaciones públicas, sino la totalidad de la
to preparado como espacio del poder. Las acciones de demarcación espacial son ciudad responden a un criterio de ampliación continua del poder. Aun así, no
gestos estrechamente relacionados con el poder que se repiten sin variaciones hay que imaginar que acudimos a la formación de ciudades idénticas, fundadas
en cada acto fundacional, manteniendo inalterado durante siglos un mecanismo exclusivamente en un proceso estandarizado de implantación arquitectónica.
simbólico y un ritual de gran eficacia. En esta primera diferenciación espacial es Las reglas y estrategias de establecimiento de los conceptos urbanos son efecti-
posible distinguir ya las tres funciones fundamentales de la comunidad: la polí- vamente, las mismas, pero los resultados son más difíciles de asimilar a la idea
tico-religiosa, la bélica y la productiva. Estos tres elementos de las fundaciones de una planificación regular y materialmente homogeneizadora.
coloniales quedan reflejados en las primeras actividades constructivas de una En muchas de las nuevas ciudades, así como en las ideas urbanas difundi-
ciudad romana: los templos y el foro, la muralla y las áreas productivas, funda- das durante un período de tiempo relativamente corto, quedan sintéticamente
mentales para el impulso económico y el crecimiento urbano. Según Zaccaria reflejados tres modelos distintos de formación de los espacios urbanos: a partir
Ruggiu (1995, pp. 14-21), esta praxis espacial, ya presente en el mundo etrusco de la evolución de campamentos militares, mediante la trasformación arquitec-
instaura también una gramática para la gestión de las ciudades romanas y sient~ tónica y espacial de ciudades preexistentes según las nuevas reglas del poder
las bases jurídicas para la definición cultural y política del espado. y, en el caso de las nuevas fundaciones, mediante la importación de modelos
directamente procedentes de Roma. Desde un punto de vista conceptual, esos
modelos se resumen casi siempre en un sistema viario ortogonal, o parcialmente
La definición y estandarización de los espacios políticos en las ortogonal, en la distribución espacial de los edificios, en la escenificación del po-
ciudades romanas der político y religioso y en soluciones espaciales estandarizadas que se repiten
durante siglos con muy pocas variaciones.
Las prácticas indicadas, con ligeras variaciones formales, se mantienen en los Según Zaccaria Ruggiu (1995, pp. 30-32), este patrón en la creación de es-
distintos ámbitos del mundo romano, convirtiéndose en el signo de una nueva pacios se debe a una gestión política de los mismos que parte de la convicción
forma de entender la ciudad fuera de su contexto original. Este se hace evidente de que la unión de la ciudad se basa en los elementos que son comunes a los
sobre todo en las ciudades de nueva fundación que sellan, a oriente y occidente, ciudadanos: el foro, los templos, los pórticos, las vías, las leyes, los tribuna-
los distintos territorios de la expansión de Roma. El expansionismo militar ro- les y las costumbres (Cicerón, trad. 1788, I, xvi-xvii, pp. 53-54). De esta for-
mano se funda, como es sabido, en una maquinaria bélica perfecta que ha sido ma, la configuración de los espacios públicos se convierte en el instrumento
objeto de varios análisis a lo largo de los siglos, por lo que no entraré aquí en más eficaz para definir la identidad social. Se pertenece a la idea de Roma si se
ello. Será, sin embargo, la implantación del modelo romano de ciudad lo que se cuenta en la ciudad con unos determinados espacios y modelos arquitectónicos.
convertirá en la auténtica herramienta de consolidación y gestión política y cul- En ellos se combinan y homogeneízan las tradiciones, la cultura y la organiza-
tural de territorios muy distintos entre sí. El espacio público juega en este pro- ción socio-política. Estos espacios públicos se identifican con las funciones del
ceso un papel determinante, pues contribuye directamente a crear una imagen Estado romano y por consiguiente, con su poder. La importancia atribuida a
Y un conjunto inequívoco de símbolos ligados a un universo de reglas sociales. la hegemonía de lo público en la ciudad es evidente en el único autor romano
40 Antonio Pizzo La ciudad romana y el poder: la hegemonía del espacio público 41

del que se ha conservado un manual de arquitectura: Vitruvio. En su tratado se convierte también en la ciudad más difícil de imitar. Los modelos romanos
De Arquitectura, se concede una importancia fundamental a la construcción del circulan siempre con un cierto margen de experimentación que se adapta a
fo,ro _Y una atención primordial al orden jerárquico de los diferentes espacios la escala urbana local, a los materiales disponibles en cada contexto y a las
publicos urbanos. La jerarquía en la disposición de los espacios públicos define soluciones topográficas adoptadas para las distintas tipologías de edificios pú-
las funciones colectivas de los ciudadanos. blicos. Pero a pesar de esas peculiaridades locales, la referencia a un modelo
A lo largo de los distintos períodos históricos, y en particular durante la de ciudad y de espacio público caracterizados a la romana tienen un efecto
época augustea, el orden buscado en la composición de las ciudades esconde propagandístico evidente.
un continuo juego de mensajes y metáforas del poder personal. La organización La reproducción de un tipo concreto de edificio y su distribución a gran
de los escenarios del poder explica la formación del los diferentes símbolos escala acercan la imagen de una colonia a la capital y socialmente, como mues-
P?líticos. En ~os foros y en los edificios esenciales a estos complejos arquitectó- tra de fidelidad a Roma, tienden a familiarizar a las aristocracias locales con
mcos (el erano, la curia, la cárcel, la basílica, los pórticos, etc., construcciones las nuevas formas de poder. La estandarización de las fórmulas arquitectónicas
que suelen tener prioridad en el proceso de implantación urbana) se concentra constituye, en síntesis, la clave del éxito de un proceso de asimilación territp-
ca~i 1~ totalid~d de tales mensajes. Una vez construidos, se elige el lugar para los rial y cultural denominado, quizá impropiamente, romanización. La propaganda
edificios destmados al espectáculo, las termas, etc., todos ellos con funciones imperial encuentra sus mejores aliados en la reiteración de tipologías urbanas y
necesarias para el desarrollo de la vida pública. modelos arquitectónicos con funciones precisas y en una simbología claramente
relacionada con el poder. No sabemos si, voluntaria o involuntariamente, tales
conceptos facilitaron cierta uniformización cultural en la totalidad del orbe ro-
mano, aunque existen diferencias territoriales que es necesario reseñar y que
responden a las peculiaridades históricas y culturales de áreas muy diferentes y
lejanas entre sí.
Cuando hablamos de la ciudad romana tenemos que distinguir, en general,
tres marcos territoriales diferentes: el mundo occidental, el oriental y la propia
Roma con la península itálica. Es preciso advertir también que trazar un cuadro
homogéneo del occidente y el oriente romano constituye una tarea demasiado
compleja. Se trata de territorios tan distintos, con sustratos culturales tan pe-
culiares, que los fenómenos urbanos necesitan un análisis específico, más que
una visión global. Así pues, vamos a seguir el hilo conductor de la hegemonía
del espado público para intentar encontrar algunos elementos comunes. Las
dinámicas de implantación de los espacios públicos ligados al poder presentan
peculiaridades que tienen que ver casi exclusivamente con las preexistencias
urbanas y culturales de cada territorio. 3 En general, es posible establecer en
(Fíg. 4) Plano de Mérída (Mateas Cruz, 2001)
occidente dos grandes momentos para comprender las principales trasforma-
ciones de la ciudad.
. ~a r~lación entre la planificación espacial de lo público y la organización
1nst1tuc1onal del Estado se refleja materialmente en la ordenación de la ciudad.
En lo que se refiere a los fundamentos ideológicos del poder, Roma constitu-
ye ru:a re~e~encia urbana indiscutible para las nuevas fundaciones y modelos
arqmtectomcos. Por otro lado, debido a su monumentalidad a las continuas 3. Para un análisis general del desarrollo de las ciudades en los diferentes ámbitos territoriales del mundo roma-
estratificaciones urbanas y a las trasformaciones del paisaje histórico, Roma no véase: Conventi (2004), Gros (1991), Jouffroy (1986), Mac Donald (1986), Ruíz de Arbulo (2004), Rinaldi
Tufi (2012), Sommella (1987), Trillmich-Zanker (1990) y Ward Perkins (198H,.
42 Antonio Pizzo
La ciudad romana y el poder: la hegemonía del espacio público 43

El ámbito occidental responde a lo que en el imaginario colectivo se asocia con


una típica ciudad romana, esto es, la ubicación de los edificios en vías de co-
municación importantes o en vías secundarías conectadas con las anteriores, la
estructura regular de vías ortogonales según el sentido del cardo y el decumanus
y la delimitación sistemática del primer espacio público (el foro) necesario para
la vida política de la ciudad y para la representación misma de Roma.
Contiguas a Roma, en la península itálica, las grandes ciudades ligadas a su
desarrollo económico están ya definidas en la época tardo-republicana. A partir
de Augusto y durante el alto imperio potencian sus infraestructuras, incremen-
tando la presencia de los espacios públicos. En este caso es necesario incluir
la noción de territorium, un elemento externo a la ciudad que se convierte en
ámbito de grandes intervenciones infraestructurales, como la construcción y
restauración de ejes viarios peninsulares o intervenciones hidráulicas colosales
(Fig. Sa) Plano de Pompeya (Gros y Torelli, 1994, p. 59, fig. 34)
con una carga simbólica parecida a la ejercitada en el interior de las ciudades.
Con vistas al desarrollo de la totalidad del territorio, se fundan además nuevas
colonias con escalas urbanas muy distintas en las que, sin embargo, volvemos a
encontrar las mismas connotaciones espaciales e ideológicas.
La abundancia de obras públicas y la posibilidad de convertirlas en un esca-
parate social inaugura en las ciudades provinciales del mundo romano occiden-
tal una nueva relación entre el espacio público y el poder (Gros y Torelli, 1994,
p. 212). Al papel desarrollado por el emperador en la fundación, ampliación,
restauración y manutención de algunas ciudades, se asocia también el evergetís-
mo privado4• La presencia de nuevos estratos sociales y de figuras provinciales
vinculadas a sectores económicos importantes adquiere un papel fundamental
en la financiación de los espacios públicos y los monumentos honorarios. Los
notables provinciales que llegan a las altas esferas en la corte imperial quieren
hacer partícipe del éxito personal a su ciudad de origen. En cierto sentido, están
casi obligados a ello por una práctica común en la totalidad del mundo romano
y que perdura hasta la época antonina, cuando empieza a manifestarse cierto
estancamiento económico.
El mundo oriental y el norte de África, en cambio, presentan un panorama
(Fig. Sb) Plano de Thamugadi (Gros y Torelli, 1994, p. 332, fig. 181)
heterogéneo caracterizado por el fuerte anclaje cultural en sus raíces helenís-
ticas, algo que condiciona de forma tangible la distribución de los espacios
. El primer m~mento, en la época tardo-republicana, está vinculado a un cam-
bw ?e ten~enc1a respecto a las ciudades anteriores debido a las nuevas pers-
públicos. La presencia de Roma adquiere en estos territorios connotaciones dis-
tintas debido a la monumentalidad de las ciudades, urbanizadas con conceptos
pectlvas abrertas por la absorción de las tradiciones locales en una cultura más
ho~ogénea como la representada por Roma. El segundo momento, a partir de
la epoca augustea y más generalmente julio-claudia, modifica radicalmente las 4. El evergetismo es un neologismo derivado del término griego evergesia (hacer buenas obras) introducido por
estructuras urbanas debido a la implantación de la nueva ideología dinástica. d historiador francés André Boulanger para aludir a la munificencia cívica, esto es, la generosidad espléndida de
soberanos, magnates y notables hacia la comunidad con fines reputacionales (N. del Ed.).
La ciudad romana y el poder: la hegemonía del espacio público 45
44 Antonio Pizzo

diferentes, sobre todo durante el auge del periodo helenístico. La distribución en las provincias existió entre las grandes familias locales una competencia por
de los espacios fundada en grandes escenografías pensadas para una percep- dotar a sus ciudades de grandes obras públicas y elevar el nombre de la gens de
ción desde el exterior chocaba con la idea del espacio romano, cerrado sobre sí pertenencia, ahora son los emperadores los que compiten con su antecesor por
5
mismo y cargado de símbolos y significados para su percepción interna. grabar su nombre en lo construido y mejorar la imagen evergética de los grandes
En oriente, las tipologías edilicias romanas y la idea misma de la ciudad se edificios. La hegemonía del espacio público en la ciudad romana se convierte así,
adaptan frecuentemente a las planificaciones anteriores, intentando en muchos de manera manifiesta, en identificación entre la arquitectura y el poder. Como
casos, a diferencia de lo que ocurre en el mundo occidental, su integración con máxima expresión de esto podemos recordar que Augusto construyó el templo
de Apolo en el Palatino conectándolo directamente con su residencia, y que las
la simbología preexistente del poder. Existe, además, una evidente diferencia
conceptual por la ausencia previa de estructuras jerárquicas ligadas a la admi- casas de los emperadores posteriores llegaron a ocupar la totalidad de esta zona,
nistración política, un elemen.to que caracteriza la planificación espacial de la que controlaba los espacios públicos más importantes de la ciudad.
época romana. En este ámbito geográfico, pues, el desarrollo de las ciudades
y de los espacios del poder reacciona de manera muy distinta a como lo hace
en el occidente. El impulso económico generado por las actividades agrícolas e
industriales a lo largo de los siglos II y III d. C. se traduce en este contexto en
grandes proyectos edilicios que comienzan a prescindir de las reglas espaciales
de las ciudades occidentales. Este fenómeno está ligado al poder económico de
las clases dominantes, que quisieron elevar su posición y estatus reflejándolo en
la gran arquitectura monumental. En un momento en que se percibe el inicio
de cierta crisis en las ciudades occidentales, asistimos aquí a una revisión de los
viejos planteamientos urbanos a favor de nuevos y ambiciosos proyectos.
Tenernos, finalmente, Roma. Zanker (1993, p. V) mantiene que se trata de la
ciudad menos parecida a una ciudad romana, debido al crecimiento progresivo
que condicionó las diferentes etapas de su ampliación. En las páginas anterio-
(Fig. 6) Vista oriental del foro romano (Filippi, 2012, p.193, fig. 6)
res hemos visto algunos elementos que ayudan a comprender la dinámica de
implantación del espacio público en los periodos precedentes a la instauración
del principado y sobre todo, una cierta idea sobre la escenificación· de los espa-
cios políticos y el control de los diferentes ámbitos de una ciudad en creciente
expansión. Posteriormente, ya en la época de Augusto, veremos cómo esta bús-
queda de soluciones escenográficas para los espacios públicos se oculta con el
objeto de implantar otros valores políticos vinculados a los modelos clásicos y
a jerarquías ideológicas más antiguas. Asistiremos así a una nueva política de
separación de los centros y las zonas monumentales, símbolos de la dignitas
urbana, respecto de las áreas productivas.
El interés del poder por controlar la actividad edilicia y su capacidad de
comunicación simbólica se refleja en una serie de prácticas y procedimientos
legales que van a marcar el desarrollo de muchas ciudades. A partir de la época
(Fig. 7) Complejo arquitectónico con construcciones augusteas (Bruno, 2012, vol. 1, fig. 1O)
augustea, por ejemplo, Octaviano establece que la construcción y restauración
de espacios públicos y edificios religiosos en Roma constituye una tarea exclusi-
va de la casa imperial, y así se mantuvo posteriormente. Si, como hemos indicado, 5. Ver nota 4.
46 . Antonio Pizzo La ciudad romana y el poder: la hegemonía del espacio público 47

En Roma se realizó asimismo una reforma urbana de grandísimo calado, con Para comprender mejor estos conceptos es necesario realizar un rápido reco-
la subdivisión de la dudad en 14 regiones y 265 barrios, que de alguna forma si- rrido por los principales tipos arquitectónicos reconocibles en una dudad roma-
gue funcionando en la actualidad. No se trataba solo de una operación adminis- na y su función en la distribución de los espacios públicos vinculados al poder.
trativa sino de un aspecto más de la divinización del poder imperial en el plano Estos elementos definen en su conjunto la ,imagen urbané. Esta idea, forjada en
arquitectónico y en cada área de la dudad. Prueba de ello es la multiplicación en la tradición alemana de estudios sobre la ciudad, ha sido bien explicada en el
estas subdivisiones de los pequeños espacios de culto dedicados al emperador ensayo introductorio de Zanker a su volumen sobre Pompeya. Quizá resulta por
(Zanker, 2013, pp. 51-5.3). El poder se hace así tangible en la gestión del espado ello oportuno citar un párrafo de ese volumen que introduce magníficamente,
urbano. El foro romano se convierte, por ejemplo, en una plaza imperial domi- desde un punto de vista conceptual, la fuerza asignada en el mundo romano a la
nada por la presencia de monumentos celebratorios de la casa imperial. Pasa de caracterización funcional y simbólica de los espacios públicos. Zanker entiende
ser el lugar de la política romana a convertirse en un espado conmemorativo del el espacio público:
poder y sus mitos, de representación y auto-celebración de la historia de la du-
dad. A partir de este momento la historia arquitectónica de Roma se convierte [. .. ] al modo de un escenario que la propia sociedad crea de acuerdo con sus
en una inmensa obra permanentemente abierta, con intervenciones continuas necesidades. No importa si han sido intereses políticos, sociales o económicos
que aíslan cada vez más este impresionante escenario, centro del poder, de los los que determinan las decisiones, numerosas e independientes entre sí, que
cercanos barrios populares. En este sentido es emblemático el aislamiento del han precedido a cada realización: la imagen urbana que resulta de ellos ofrece
foro de Augusto de la Suburra, un barrio popular con casas que se incendiaban en cada caso al historiador la auto-representación auténtica de una sociedad.
continuamente y amenazaban las áreas públicas. En cuanto escenario y espacio de la vida cotidiana, los edilicios públicos, las
plazas, las calles, los monumentos [. .. ] son en su conjunto un elemento sustan-
cial de auto-realización de quien vive en ese espacio [ ... ] Nos dicen mucho so-
Los edificios públicos como espacios políticos bre la autoconciencia de una sociedad [. .. ] Las imágenes urbanas representan
también el ámbito en el que se despliega la vida ciudadana [. . .] Ellas reflejan
A pesar de las diferencias señaladas en este breve recorrido por las tres gran- y difunden los mensajes y valores realizados en los edilicios y en los espacios.
des demarcaciones territoriales del mundo romano, resulta posible encontrar (Zanker, 1993, p. 7)
un hilo conductor para seguir la implantación hegemónica de los espacios pú-
blicos en la formación y el desarrollo urbano. La idea de la pertenencia a Roma Este concepto de imagen urbana refleja bien la idea central de la ciudad
y al orbe romano encuentra su máxima expresión en una tipología de edificios romana como un conjunto de edificios orientados hacia un mensaje único que,
públicos donde se desarrolla la vida política, social y económica de la dudad sin embargo, como ya se ha visto, genera diferentes resultados formales, so-
bajo la mirada atenta del poder central. Su configuración arquitectónica y la bre todo en lo referente a los espacios públicos de la administración política
repetición de modelos invariables durante siglos expresan en el estilo urbano y religiosa. A pesar del proceso de estandarización de los proyectos oficiales
una dependencia ideológica de Roma que varía solamente con los cambios en la en las colonias y en los edificios de representación, la mayoría de las ciudades
clase dominante. La epigrafía atestigua la existencia de una estrecha vinculación romanas refleja peculiaridades territoriales que arrojan imágenes urbanas muy
entre la edilicia pública y la munificencia privada, estableciendo un elemento distintas entre sí. Los espacios públicos -como contacto directo con la histo-
de unión entre la clase política, los espacios del poder estatal y la religión. La ria, el mito y la potencia imperial- poseen un lenguaje propio con significados
imitación en la distribución del espado público se convierte así en un eficaz ins- a menudo ocultos insertos en programas epigráficos, decorativos y figurativos
trumento de referencia política y en vehículo para una primera universalización que han llegado hasta nuestros días, pero que tan solo podemos reconstruir
del viejo continente. Analizaré aquí algunos ejemplos de esas manifestaciones
arquitectónicas y su papel hegemónico, consciente de que la historia de esos
espacios es, por definición, una historia de casos particulares que resultan com- 6. Para una visión específica de cada tipología de edificios, véase: Balty (1991), Brizzi (1995), Carandini (2012),
Chevallier (1972), Coarelli (1968), De Maria (1988), Gazzola (1963), Gros (1996), Hodge (1992), Humphrey
pletamente deformados al incluirlos en una síntesis de fenómenos más amplios. (1986) y Yegül (1992).
La ciudad romana y el poder: la hegemonía del espacio público 49
48 Antonio Pizzo

parcialmente. A pesar de las diferencias reseñadas, intentaré apuntar algunos posición en que se ubiquen. La arquitectura romana asigna a los arco~ ~~
elementos comunes cuya estructura, función y papel simbólico nos permiten papel simbólico y político de gran calado que en muchos casos resulta diflcil
comprender, aunque sea en lineas muy generales, la definición del espado de interpretar.
urbano que transmiten los mensajes simbólicos del poder.
En todas las ciudades romanas el trazado de la muralla y sobre todo la
planificación de las vías urbanas, juega un papel regulador del sistema público
y religioso. La muralla y el sistema viario definen la pertenencia a un modelo
cultural y a unas reglas comunes. Son la cremallera que articula el acceso a los
espacios de la vida pública, la relación de las distintas áreas urbanas entre sí y
la propia idea de pertenencia a la comunidad. Un ejemplo inequívoco de este
fenómeno, bien explicado por Gros y Torelli (1994, pp. 66-67 y 84) es la orga-
nización de Roma en la época medio-republicana, donde es posible observar
ya la presencia de unos ejes que se mantendrán inalterados a lo largo de toda
la historia urbana. Además de la temprana hegemonía del espacio político,
en la imagen de la ciudad durante ese período es posible apreciar el interés
de la clase patricia por un programa concreto de edilicia. Resulta evidente la
preponderancia atribuida al Foro como elemento central del poder, con los
templos de Saturno y los Castores en su seno, que se proyectan como una
barrera frente al foro Boario y el centro urbano, definido anteriormente por la
(Fig. 8) El Arco dí Gíano en el foro Boario, Roma (Foto del autor)
monarquía etrusca.
Las murallas de las ciudades contribuyen a evidenciar lo que ha establecido
en su interior la administración romana. A menudo las murallas constituyen En la actualidad existen todavía muchas de estas estructuras, cuyo signifi-
auténticas infraestructuras con un claro mensaje de apropiación territorial. cado intrínseco los investigadores no han conseguido descifrar plenamente, li-
Esto es patente en las puertas principales de las ciudades que, en muchos ca- mitándose a sus características arquitectónicas y tipológicas. Sin entrar en la
sos, son auténticos monumentos relacionados simbólicamente con el triunfo compleja definición de los diferentes tipos de arcos, es necesario señalar que
de Roma en lejanos territorios. La monumentalidad de las puertas exteriores estas estructuras y su enorme difusión como monumento tienen, según Coarelli
de las ciudades más importantes del mundo romano prepara para la escenifi- (1968), un claro vínculo de origen con la puerta triunfal de Roma, que prepa-
cación interna del poder y constituye parte esencial del mensaje que se quiere raba el ingreso victorioso en la ciudad mediante mensajes simbólicos y políti-
trasmitir a su entorno geográfico. Se ha discutido mucho sobre el papel de cos que resultaban evidentes para los antiguos. Según De Maria, los múltiples
estos perímetros amurallados desde el punto de vista funcional, es decir, sobre aspectos votivos, celebrativos y religiosos de esta tipología edilicia pertenecen
la relación entre la tipología constructiva y la efectividad de sus funciones de- a un contexto político dominado por el culto a la personalidad y la afirmación
fensivas, poco aptas en general para la resistencia en caso de guerra. Muchas del poder (1988). Si este fue el mensaje original inserto en la arquitectura de los
de estas infraestructuras constituyen una obra necesaria para la imagen de arcos romanos, podemos afirmar que su manifestación se fue perfeccionando
la ciudad romana, de manera que la muralla se yergue como el símbolo más a lo largo del tiempo con un elemento añadido: la ocultación de su significado
eficaz de la relación entre espacio y poder y de la proyección territorial de la simbólico mediante ricos aparatos figurativos.
dudad. En concreto, el arco honorario se convierte en Roma en un monumento casi
A estos elementos de definición espacial y de manifestación del poder per- exclusivárnente oficial que dedica el senado a las figuras del princeps y la familia
tenecen también los arcos, estructuras complejas que en una misma tipología imperial. Se convirtió así en uno de los edificios más estrechamente relaciona-
arquitectónica aúnan diferentes significados y mensajes, dependiendo de la dos con la ideología dominante y estuvo por ello muy difundido en el mundo
La ciudad romana y el poder: la hegemonía del espacio público 51
50 Antonio Pizzo

a la largo de toda la historia urbana. Pero la hegemonía del espacio público no


romano. Entre los temas más ampliamente documentados en los distintos pro-
termina en los foros. Se hace aún más evidente en otros edificios que comple-
gramas iconográficos y epigráficos destacan las virtudes imperiales, la victoria y
mentan la vida urbana, como las áreas de espectáculos, tan necesarios en la vida
la bondad del emperador.
pública romana como las termas o las áreas de recreo. Los edificios para espec-
La máxima expresión de la idea de la ciudad romana está representada en
táculos amplifican la propaganda de la ideología imperial. El teatro representa
el foro. Planificado generalmente durante la fase proyectiva de las colonias y
en estrecha relación con el sistema viario, el foro constituye el verdadero signo mejor que ningún otro edificio esa idea.
de identidad de todas las directivas ideológicas del poder. Existen numerosas
tipologías de foros cuya evolución e implantación depende de la historia misma
de la ciudad y de su vinculación cultural con elementos anteriores. Si en un
primer momento los foros reunían varias funciones, entre ellas la comercial,
durante la época imperial se convirtieron casi exclusivamente en espacios para
la representación de una compleja simbología en torno a la figura del emperador
y en el caso de las colonias, de las familias más influyentes. La arqueología ha de-
mostrado reiteradamente esta trasformación funcional, la monumentalización
de los f~ros, el empleo de materiales nobles en su construcción y sobre todo, la
presencla programática de inscripciones, monumentos y estatuas celebratorias
del poder. La ubicación de este aparato propagandístico en lugares específicos y
en edificios muy concretos encierra un mensaje ideológico similar.
A los foros pertenecían una serie de edificios que participaban de la misma
idea de representación, aunque cada uno de ellos desempeñaba una función pe-
culiar: los capitolios o los templos lo ejercían en el ámbito religioso; las basílicas
servían para funciones políticas y jurídicas; existía además una amplia tipología
(Fig. 9) El teatro de Augusta Emérita (Foto del autor)
de edificios relacionados con la gestión económica, los registros, las reuniones,
etc. Entre ellos queremos destacar el papel de las basílicas, que por su posición
En el interior del teatro, la sociedad romana representaba su estructura so-
dominante y presencia en los foros, representan la imagen arquitectónica del
cial con un riguroso orden. Los ciudadanos se ubicaban en lugares específicos
Estado romano. A pesar de su papel fundamental en la administración de la
atendiendo a su rango social. La implantación de este edificio en el interior de
justicia, las basílicas se transformaron muy a menudo en espacios destinados al
la ciudad creó inicialmente un serio problema político entre el Senado y algunos
culto imperial, con el objetivo de "orientar ideológicamente a los ciudadanos"
(Zanker, 2013, p. 90). individuos poderosos con afán auto-celebrativo. Nos referimos en concreto a
la construcción del teatro de Pompeyo en Roma, que ejemplifica un momento
Los espacios políticos tradicionales situados en los centros de las ciudades
álgido de la edilicia pública como expresión de la ambición de poder, rom-
como los foros, mantuvieron su papel expresivo original. Solo paulatinamente'
según Zanker (1993, pp. 12-14), se empieza a percibir cierta "segmentación d~
piendo así las reglas que el Senado había impuesto para controlar la ambición
individual frente al poder de la institución. Su construcción se adelantó a las
los espacios urbanos", un fenómeno que caracterizará a numerosas ciudades
indicaciones del Senado, que quería evitar las concentraciones populares per-
romanas de finales del siglo I y II d. C. Con ello se alude a la dispersión de los
manentes en el centro de la ciudad. De hecho, hasta mediados del siglo I a. C. las
nuevos edificios públicos por diferentes barrios de la ciudad -sobre todo los
representaciones se efectuaban en estructuras de madera que se desmontaban al
grandes complejos termales o de asociaciones de culto. Sin embargo, conviene
final de las fiestas. Se crea así una nueva tipología arquitectónica estrechamente
evitar la generalización de este fenómeno a la totalidad del mundo urbano ro-
vinculada con el poder político y con un potentísimo significado simbólico auto-
mano, ya que en algunos casos las posibilidades económicas solo permitieron la
construcción de un único centro vinculado a la administración que se mantuvo celebratorio (Zanker, 2013, pp. 32-35).
52 Antonio Pizzo La ciudad romana y el poder: la hegemonía del espacio público 53

La misma escenificación urbana del poder se puede observar en los anfitea-


tros, donde el emperador o las aristocracias locales se exhibían en una posi-
ción central con una clara idea de predominio frente al resto de los asistentes.
Los anfiteatros no servían solo para los juegos de fieras y gladiadores que tanto
gustaban al pueblo. Su ubicación, casi siempre desenfilada con respecto a la
estructura de las ciudades romanas (a excepción del Coliseo en Roma), per-
mitía proyectar la ideología política sobre nuevos espacios públicos, aumen-
tando los puntos de referencia simbólica del poder. La misma idea subyace a
la construcción de los circos y sobre todo, de las grandes y pequeñas termas,
que tanto en Roma como fuera de ella, solían restablecer en el ámbito público
espacios privados o todavía sin edificar. En el caso de los conjuntos termales,
además, se manifiesta la intención de llevar fuera de los centros urbanos parte
esencial de la vida pública de los ciudadanos, aislándola así de los espacios
tradicionales del poder.

La trasformación tardía

La conquista del espado urbano para la esfera pública continúa sin pausa (Fig. 1O) Reconstrucción de la trasformación altomedieval de los foros imperiales en Roma
y con características similares hasta comienzos del siglo III d. C. Su máxima (Ungaro, 2007, p. 190, fig. 263)
·expresión la encontramos en las grandes intervenciones adrianeas, antoninas,
de Caracalla y Diocleciano o Constantino. Un rasgo que quisiera subrayar es A partir del siglo V d. C., vemos un cambio sustancial en la gestión de estos
la identidad que adquieren estos espacios con el paso del tiempo. Los edifi- espacios que modifica totalmente su configuración. Se desintegra así la fuerza de
cios, continuamente repetidos o restaurados, no solo perpetúan la grandeza la ciudad antigua, llevándose consigo la memoria del poder imperial y ton ella,
de sus constructores y promotores, sino también la idea de estabilidad social la hegemonía del espado público. Los conjuntos arquitectónicos dedicados al
y política transmitida por la pervivencia de las ciudades. En las ciudades ro- poder languidecen con la caída del Estado Imperial. Según Benevolo (2008), el
manas, incluida la propia Roma, estos espacios no cambian tan rápidamente sistema urbano tardo-antiguo se convierte en una estructura sobredimensiona-
como las periferias, donde la arqueología registra continuas expansiones y da a la que los habitantes y la clase dominante adaptan su convivencia y gestión
contracciones. Estos lugares se mantienen como garantía de la pervivencia del política, pero sin capacidad para utilizarla plenamente. Se plantea así el proble-
poder, cambiando de apariencia con trasformaciones decorativas o ampliacio- ma de mantener y reutilizar el antiguo patrimonio tras el desmantelamiento de
nes, pero sin perder en ningún caso la continuidad con la memoria colectiva las infraestructuras para las funciones públicas. En las ciudades, la perduración
del pasado y la justificación del presente. Este mundo de símbolos e ideas liga- de estos antiguos escenarios vinculados a la convivencia civil y la legitimación
das a la hegemonía del espado público se irá disgregando, como todo, de una del poder producen un anacronismo: el de una nueva sociedad que se inserta en
manera muy rápida. La percepción de la ruina de la ciudad se evidencia en la la cáscara de otra, ya desaparecida, con la que es incapaz de competir técnica e
dispersión de la organización social hasta entonces conocida. Físicamente, la intelectualmente. Esta situación acompañará el sentimiento individual y colectivo
disgregación de los paisajes urbanos se refleja en la decadencia de los espacios sobre el paisaje urbano europeo durante muchos años. La convivencia con las
de manifestación simbólica del poder. ruinas del mundo antiguo permanece como contacto físico con una civilización
superior, lejana y familiar al mismo tiempo.
54 Antonio Pizzo La ciudad romana y el poder: la hegemonfa del espacio público 55

Estos fenómenos, como ya he indicado, no se presentan con las mismas ca- De Maria, S. (1988). Gli archi onorari di Roma e dell:Italia romana. Roma:
racterísticas en todos los territorios romanizados. Existe también un amplísimo L'Erma di Bretschneider.
abanico de nuevos procesos urbanos que hacen de la arqueología tardo-antigua Docci, M. y Maestri, D. (1993). Storia del rilevamento architettonico e urbano.
una disciplina casi independiente. Esas dinámicas dan paso a unas diferencias Bari: Laterza.
urbanísticas que, desde entonces, caracterizan a las ciudades europeas: la reo- Filippi, D. (2012). Vista oriental del foro romano. En Carandini, A. (Ed.),
cupación del espacio público con subdivisiones privadas y remodelaciones del Atlante di Roma antica, (vol. 1), (p.193, fig. 6). Milano; Mondadori Electa.
viario urbano que no corresponden ya a la viabilidad antigua y su regularidad, Gatti, G. (1989). Topografia ed edilizia di Roma antica. Roma: L'Erma di
sino a una apropiación tortuosa y desregulada del espacio en general. Asistimos Bretschneider.
así a un cambio de hegemonía en las formas de organización urbana que trasfor- Gazzola, P. (1963). I ponti romani, (vol. I, II). Firenze: Leo S. Olschki.
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El Islam como fenómeno social y cultural ha estado siempre muy ligado a


la vida urbana. Sólo [sic] en un ambiente urbano se realiza plenamente la
comunidad musulmana. Por tanto, el urbanismo y la vida en la ciudad son fe-
nómenos íntimamente relacionados con el mundo islámico desde sus primeros
momentos.

Para designar este espacio urbano cargado de connotaciones culturales y 1


religiosas, se han usado diversos términos: ciudad árabe, ciudad musulma-
na, islámica o árabe-musulmana, pero el más frecuente es el de medina, una
La democracia está en las calles
Los contextos urbanos del populismo.latinoamericano 1

Carlos de la Torre

El populismo es vivido por sus actores e interpretado por sus estudiosos como
un momento extraordinario de la política. Durante los episodios populistas se
invoca la soberanía popular, se desbordan los canales institucionales y el pueblo
busca reapropiarse de la política. Los populismos viven la democracia como
una serie de eventos extraordinarios en los que el pueblo manifiesta su sobera-
nía ocupando los espacios públicos de los cuales estaba excluido (De la Torre,
2010). Se invaden así espacios que simbolizan el poder y la exclusión de 'los de
abajo'. La reapropiación de los espacios urbanos genera identidades políticas
que demarcan un nosotros que se enfrenta antagónicamente a un otro, la oligar-
quía entendida como los dueños ilegítimos del poder.
La movilización populista se da junto a un discurso maniqueo que polari-
za la política como una lucha entre el pueblo y la oligarquía. Es un discurso
de ruptura del orden institucional para remplazarlo por instituciones y normas
alternativas (Laclau, 2005). El pueblo populista no se enfrenta a adversarios
sino a enemigos morales que representan una amenaza que debe ser erradicada.

l. Una primera versión fue presentada en el seminario "Ideas políticas y formas urbanas, una mirada histórica
sobre la evolución morfo-política de la ciudad". Instituto de Filosofía- Centro de Ciencias Humanas y Sociales,
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (csrc). Madrid 16 de diciembre de 2014. Agradezco a los partí-
cipes en el evento y en especial a Francisco Coloro por sus sugerencias de cómo mejorar el trabajo.
158 Carlos de la Torre La democracia está en las calles 159

La noción populista de pueblo incorpora la idea marxista de conflicto antagóni- condiciones históricas los populismos pueden transformarse en gobiernos
co entre dos grupos con la visión romántica sobre su pureza y bondad natural. asentados en la imagen autoritaria de lo que Claude Lefort (1986) denominó
Como resultado, el pueblo es imaginado por los líderes populistas como una el "pueblo como uno".
entidad homogénea, fija e indiferenciada. Este capítulo analiza los legados de la incorporación populista en los pro-
El populismo se parece, pero no es igual, a los movimientos populares y a las cesos de democratización iberoamericana. Más concretamente, estudia las di-
insurgencias hechas en nombre del pueblo. Por ejemplo, los indignados espa- mensiones urbanas del populismo como movimiento social en los casos del
ñoles, el movimiento de Occupy Wall Street, las insurgencias bolivianas durante peronismo argentino, el gaitanismo colombiano, el velasquismo ecuatoriano y
las guerras del agua y del gas, utilizaron una retórica parecida a la populista el chavismo venezolano. Se señalan las ambigüedades de una forma de incor-
del pueblo en contra de las élites, experimentaron con formas de democracia poración política que, por un lado, democratizó el acceso al poder político y a
directa y sin representantes, y fueron vividos como momentos excepcionales en los espacios públicos de los que estaban excluidas las mayorías, pero por otro
los que se pudo imaginar un nuevo orden social y político. Pero a diferencia del lado, erigió a un líder como baluarte de las promesas de democratización y aún
populismo, no tuvieron un liderazgo. Más bien fueron insurgencias sin líderes de redención, demonizando a los rivales políticos como enemigos del líder, del
en los que se buscaron formas horizontales de democracia y la participación y pueblo y de la patria.
deliberación de todos (Arditi, 2014; Castells, 2012; Zibechi, 2010). Para que
el populismo pase "de movimiento a gobierno necesita una ideología orgánica
que polarice y un líder que pretenda transformar el descontento popular y la La irrupción del populismo
protesta en una estrategia para movilizar a las masas para conquistar el gobierno
democrático" (Urbinati, 2013, p. 1.39). Los populismos latinoamericanos emergieron en el siglo XX con la crisis
El líder populista se presenta como la encarnación del pueblo, quien lo guia- del orden oligárquico provocado por los procesos de urbanización, de indus-
rá hacia la redención de la dominación oligárquica. Los líderes populistas in- trialización y por la erosión de las relaciones de dominación de tipo patri-
corporan a los excluidos redistribuyendo recursos materiales, enfrentando los monial. El viejo orden oligárquico combinaba constituciones de inspiración
valores de la cultura popular a la dominación de las élites y dando voz a quienes liberal (división de poderes y elecciones) con prácticas y valores de domi-
están excluidos o desmotivados de la política. nación patrimonial en torno a la autoridad del cacique, patrón, gamonal o
Es importante diferenciar los retos populistas a la dominación de las élites caudillo (Ianni, 1975, p. 79). La diferenciación socioeconómica entre ricos y
cuando están disputándoles el poder de los populismos como formas de gobierno. pobres era presentada como una relación natural de desigualdad entre señores
Los retos populistas a la dominación de las élites pueden ser democratizadores, y criados. Las relaciones de dominación/subordinación en estas sociedades
pues politizan temas que eran relegados o considerados como técnicos y no direc- neo-estamentales se caracterizaban, además, por una reciprocidad desigual
tamente políticos. Cuando Margaret Canovan (1999) argumenta que el populis- entre patrones y criados o peones.
mo es la fase redentora de la democracia, tiene en mente el potencial emancipador El orden oligárquico no solo excluía a la mayoría de la población de las de-
de los populismos como movimientos que retan al poder de las élites. Canovan se- cisiones políticas. Las prácticas cotidianas de dominación se reflejaban también
ñala que si bien la democracia posee una dimensión pragmática y administrativa, en la dimensión espacial y urbana, discriminando entre los ciudadanos que par-
también posee una fase redentora asociada a la glorificación discursiva del pueblo, ticipaban en la esfera pública y tenían derecho a utilizar los espacios públicos
dirigida a la gente común y a los sentimientos que motivan a la participación de la de las ciudades de los otros, los pobladores de las periferias, el campo y el inte-
gente excluida o poco interesada en la política (Canovan, 1999). rior, que eran considerados ciudadanos de segunda clase. En palabras de Daniel
El populismo puede devenir en autoritarismo si líderes sacralizados como James, más allá de la ciudad, donde residía el poder político y tenían lugar las
la encarnación del pueblo, asumen el poder cuando colapsan las instituciones actividades sociales y culturales más relevantes, se extendía "la periferia, los
de la democracia representativa y los movimientos sociales no tienen la fuerza suburbios, la no ciudad, lo desconocido -más aún, lo que no valía la pena cono-
para frenar los intentos del líder de apropiarse de la voz del pueblo. En estas cer" (James, 1987, p. 459).
160 Carlos de la Torre La democracia está en las calles 161

Las clases altas y medias, que se consideraban con el derecho exclusivo a Otro entrevistado señala, "me acuerdo que en los años treinta, cuando iba a
usar los espacios urbanos, preservaron estos, a veces incluso mediante la fuerza la ciudad, al centro de Buenos Aires, me sentía como un extraño, como si no
física, frente a lo que consideraban como una invasión de los no-ciudadanos. perteneciera ... Te miraban con desprecio, como si no estuvieses bien vestido"
James narra cómo en 1910, en la preparación de los festejos del centenario de (James, 1988, p. 29).
la fundación de Buenos Aires, en un t.erreno baldío del centro de la ciudad Los populismos irrumpieron contra las exclusiones políticas, sociales y cul-
se levantó el Circo Florida, que ofrecía variedades y atraía al 'populacho'. turales de los regímenes oligárquicos que se mantenían en el poder mediante
El diario La Prensa se refirió al Circo Florida como "una construcción más el fraude electoral y/o la exclusión de la mayoría del derecho al sufragio y la
apropiada para una aldea del campo o un barrio de los suburbios que para participación en la esfera pública. En Argentina, Juan Domingo Perón confi-
el corazón de una zona aristocrática de una gran capital como Buenos Aires" rió dignidad de pertenencia (política, social, cultural y simbólica) a los sectores
(citado en James, 1987). Un grupo de estudiantes de la Universidad de Buenos marginados por las élites y les erigió en baluartes de la verdadera nacionalidad.
Aires prendió fuego a esta construcción. Fueron "aclamados por La Prensa y Sus discursos se desarrollaban en contextos de polarización y de confrontación
la 'gente bien' por haber preservado la dignidad del centro de Buenos Aires" política. Por otro lado, los mitos sarmientinos de la lucha entre la civilización y
(James, 1987, p. 460). la barbarie fueron usados para presentar al peronismo como una encarnación
La población de Buenos Aires pasó de tener 3.457.000 habitantes en 1936 de los bajos valores del caudillismo rural y la periferia. En este contexto de
a tener 4.618.000 en 1947; igualmente, el número de inmigrantes en la capital polarización, Juan Domingo y Eva Perón invirtieron el sentido de los términos
pasó de 400.000 en 1935 a 1,5 millones en 1947 (Milanesio, 2010, pp. 53 y 59). utilizados por las élites para estigmatizar y excluir de la esfera pública a los
Los sectores de clase alta y media se sintieron invadidos por los 'descamisados', sectores populares. Los 'descamisados', 'cabecitas negras' y 'grasitas' fueron así
'cabecitas negras' y 'grasitas', quienes no eran considerados como ciudadanos ni reconfigurados como la esencia de la nación (Ostiguy, 2007).
por supuesto bienvenidos en sus espacios. Tales apelativos eran expresiones ra- El caso de Colombia fue algo distinto. En los años 30 y 40 del siglo XX,
cializadas de las clases altas y medias para referirse a los inmigrantes del interior, Colombia seguía siendo una sociedad predominantemente agraria. A diferen-
aludiendo al color oscuro de su piel y a su pelo duro, asociado con los indígenas cia de Argentina, donde Buenos Aires concentró las actividades políticas y
(Milanesio, 2010, p. 55). La palabra grasa aludía no solo a los overoles sucios y económicas, en el país andino hubo una dispersión de centros urbanos y los
manchados de los obreros sino a todo lo "barato y de mal gusto" (Milanesio, sectores populares fueroJ;l predominantemente artesanales (Collier y Collier,
2010, pp. 56-57). Si bien los sectores populares, cuando iban al centro de Buenos 2002, pp. 85-88). La población de Bogotá pasó de 235.000 habitantes en 1928
Aires donde residía la 'gente bien', se ponían chaqueta, fueron pese a ello deni- a 628.000 en 1951 (Braun, 1985, p. 31). Durante esas mismas décadas las cla-
grados como descamisados (Milanesio, 2010, p. 59). ses altas abandonaron el centro de Bogotá y crearon nuevos núcleos urbanos
Durante lós años cuarenta y cincuenta del siglo XX, el tema de la invasión en el norte de la ciudad, mientras que en el sur, noroccidente y occidente de la
urbana, ligada a la afluencia de inmigrantes del interior, fue recurrente en la li- misma, proliferaron los barrios obreros.
teratura argentina. Ezequiel Martínez Estrada, por ejemplo, en Sábados de Glo- Consecuencia de todo ello fue que hacia 1946 Bogotá experimentó "un au-
ria -publicada en 1944- describe la ocupación de la ciudad de Buenos Aires mento de la demanda de vivienda, un creciente déficit de alojamientos, el in-
en 1820 por los caudillos del interior, equiparándola a la intrusión política y cremento del hacinamiento y de las formas del hábitat compartido" (Cardeña
social de los nuevos grupos de inmigrantes en la ciudad (Plotkin, 2003, pp. Mejía, 2007, p. 50). En este contexto de urbanización y diferenciación social de
31-32). Las relaciones entre las clases sociales estaban marcadas por etiquetas los habitantes de la ciudad emergió el movimiento gaitanista. Al igual que otros
que las diferenciaban, no solo por su manera de vestir y de comportase, sino líderes populistas, Jorge Eliécer Gaitán organizó actos de masas que demanda-
también por el espado que se consideraba debían ocupar. Por otro lado, los ban ser partícipes de las decisiones políticas y ocupaban espacios urbanos de los
sectores obreros y populares resintieron su exclusión del espacio urbano y re- que anteriormente habían sido excluidas.
memoraron esta época como un período humillante. Un obrero entrevistado Gaitán se presentó a las elecciones presidenciales de 1946 como candidato
por Daniel James, por ejemplo, recuerda los años previos al peronismo como del Partido Liberal, pero desarrolló una campaña política diferente a la de las
una época en la que "tenías que saber cuál era tu lugar y mantenerte en línea". maquinarias conservadora o liberal. Generó un movimiento de masas y creó
162 Carlos de la Torre La democracia está en las calles 163

nuevas organizaciones para movilizar al pueblo y hacer sentir su presencia solo existían dos asociaciones de empleados, entre 1931 y 1940 se formaron 21
continuamente en las calles. Fue el primer político que utilizó el avión para re- y 68 entre 1941 y 1950 (Maiguashca y North, 1991, p. 106).
correr gran parte del territorio nacional. Sus llegadas a los pueblos y ciudades José María Velasco !barra, que fue cinco veces presidente del Ecuador, creó
de provincia fueron eventos festivos y masivos. Se distribuyeron discos con sus un nuevo estilo político. Fue el primer presidente que visitó gran parte del país
discursos y las autoridades locales le esperaban en las afueras para organizar en su campaña electoral de 1933 y luego como presidente electo un año más
arribos triunfales. Utilizó la música popular y organizó comités electorales en tarde. El velasquismo dio forma a las demandas de los excluidos de entrar a
los barrios obreros y de clase media-baja, sobre todo en Bogotá. Estos comités formar parte del juego cotidiano por el poder. Su estilo electoral se caracterizó
funcionaron como centros de información política, como espacios culturales por marchas y concentraciones con las que se ocuparon plazas y calles de las
y, en algunos casos, como dispensarios de salud. que estaban excluidas las personas de condición social humilde. Estos grupos
En septiembre de 1945 se organizó una semana de pasión gaitanista en lucharon por el derecho al sufragio, por poner fin al fraude electoral y para que
Bogotá. Según Herbert Braun, estos eventos alteraron el rostro de la política y se eliminasen las restricciones al voto. En 1939, en un discurso dado en Quito,
el carácter de la vida pública colombiana (Braun, 1985, p. 91). En los barrios Velasco declaró: "las calles y las plazas son para que los ciudadanos expresen
obreros se organizaron grandes concentraciones populares, con caravanas sus aspiraciones y anhelos y no para que los esclavos arrastren sus cadenas"
motorizadas que interrumpieron el tráfico y la vida cotidiana de Bogotá. Cin- (De la Torre, 1993, p. 160).
co mil gaitanistas marcharon en una procesión nocturna con antorchas. Esa En estos ejercicios de democratización de los espacios públicos participaron
semana culminó el domingo 23 de septiembre con una gran concentración en tanto los ciudadanos que cumplían con los difíciles requisitos para votar como
la plaza de toros La Santamaría, a la que asistieron alrededor de cuarenta mil los no votantes. Sin embargo, puesto que la democracia se vivía en las calles,
personas. Al final del acto, las muchedumbres transportaron a Gaitán por las donde el pueblo tiene el derecho y la obligación de vitorear a su líder, no se
calles de Bogotá cantando "guste o no le guste, cuadre o no le cuadre, Gaitán respetó el derecho a la libre expresión de los rivales, representados como ene-
será su padre". La importancia y la novedad política de esta concentración migos. Velasco !barra fue visto por algunos de sus partidarios como el redentor
quedó marcada en la memoria de las muchedumbres, que marcharon por la de la nación. También se auto-convenció de ser la encarnación de los anhelos
ciudad gritando "en el Circo de Santamaría murió la oligarquía" (Braun, 1985, y valores democráticos del pueblo, hasta el punto de creerse el Mesías del que
pp. 91-98). hablaban algunos de sus seguidores.
El populismo en el Ecuador emergió en un contexto de cambio de las re- Tras la insurrección popular de mayo de 1944, conocida como 'La Gloriosa',
laciones sociales de producción, con una crisis de la autoridad patrimonial en en la que soldados y ciudadanos comunes lucharon contra el régimen liberal de
algunas zonas del país y la creciente urbanización de una sociedad hasta en- Carlos Arroyo del Río, que había perdido la guerra contra el Perú en 1941 y del
tonces predominantemente rural (Maiguashca y North, 1991). La población de cual se tenía sospechas de que cometería fraude electoral en contra de Velasco
Guayaquil pasó de 58.000 habitantes en 1896 a 100.000 en 1920, duplicándose Ibarra, este se exilió en el extranjero y se transformó en el 'Gran Ausente', el
de nuevo en 1944. De modo menos dramático que en Guayaquil, la población político que regresaría al país para redimirlo de todos sus males. El desprecio
de Quito se incrementó de 51.858 habitantes en 1906 a 120.000 en 1933 y a de las élites hada los seguidores de Velasco !barra, a quienes calificaban como
138.906 en 1942. El aumento de la población urbana, sin embargo, no significó 'la chusma velasquista', le permitieron revertir esa imagen peyorativa y revalori-
su proletarización. A pesar de modestos procesos de sustitución de importa- zarla como la del pueblo noble y trabajador que bajo su liderazgo redimiría a la
dones, en ambas ciudades había menos trabajadores fabriles que artesanos. La patria de la corrupción. En 1960 Velasco Ibarra manifestó:
mayor parte de la población estaba empleada en la economía informal, como
trabajadores domésticos, jornaleros y vendedores ambulantes. Como resulta- Estáis metidos con la chusma velasquista, pero digo con Alessandri, ¡bendita
do de ello se incrementó el número de organizaciones artesanales y obreras. chusma! Con vosotros cuento para levantar la grandeza del pueblo ecuatoria-
Mientras "42 organizaciones de las llamadas 'clases populares' fueron estableci- no. En esta chusma hay artesanos, mujeres, campesinos, brazos esforzados,
das entre 1925 y 1930, 191 fueron fundadas entre 1931 y 1940" (Maiguashca y grandes almas y nobles espíritus que son el alma de la Patria que redime a la
North, 1991, p. 106). Las clases medias también se organizaron. Antes de 1930 República de la corrupción calculadora. (De la Torre, 2008, p. 48)
164 Carlos de la Torre
La democracia está en las calles 165

anterior, en la que habían participado entre 65.000 y 250.000 personas, depen-


diendo de la fuente (Plotkin, 2003, p. 27). Ese día y el siguiente, los obreros
atacaron los lugares que simbolizaban su exclusión social y cultural. Sus prin-
cipales blancos fueron los cafés y clubes de las élites. También lanzaron pie-
dras y quemaron ejemplares de periódicos antiperonistas. Uno de sus blancos
favoritos fueron los estudiantes. Al grito de "alpargatas sí, libros no" varios
estudiantes fueron objeto de burla y, a veces, de la violencia obrera. Gritando
"menos cultura y más trabajo" lanzaron piedras contra las universidades.
En Rosario, la columna central de los manifestantes iba precedida por un bu-
rro con una pancarta colgada que rezaba "ofensivo a profesores universitarios

¡ y a ciertos periódicos". En La Plata, el18 de octubre los obreros se apoderaron


de un ataúd con el que marcharon por los barrios de la clase alta con una pan-
carta en la que se leía "hostil a estudiantes y periódicos". Los monumentos a los
próceres, considerados sagrados, aparecieron llenos de slogans peronistas. Estas
acciones constituían una forma de 'contra-teatro' con el que se ridiculizaban los
símbolos de autoridad de las élites argentinas y se proclamaba el orgullo de ser
obrero. Estos, excluidos de la esfera pública, procuraron "reafirmar su propio
poder simbólico y la legitimidad de sus demandas, así como el reconocimiento
de la experiencia, los valores y la organización de la clase obrera en la esfera
(Fig. 1) Rafael Correa revisando tropas (Archivo del diario El Comercio de Quito, Ecuador) pública" (James, 1987, p. 458).
Las marchas obreras desde los suburbios hasta las plazas del centro de la
ciudad fueron vistas por las élites y las clases medias como una invasión de la
Populismo y violencia colectiva urbana: el 17 de octubre y el barbarie, de los 'cabecitas negras', en lugares consagrados solo para la 'gente
Bogotazo
bien' 2 • El desafío a la jerarquía espacial urbana, la toma del centro de la ciudad
-la Plaza de Mayo, donde reside el poder político-, fue una afirmación de los
Los populismos surgieron en coyunturas de gran movilización política y derechos de los obreros a formar parte de la ciudadanía e intervenir en la esfera
social. Tanto Perón como Gaitán se presentaron ante las élites como líderes pública. Sin embargo, como señalan Daniel James y Mariano Plotkin, estos ac-
que podían contener, encauzar y guiar de forma constructiva la pasión de los tos de autoafirmación de la dignidad obrera lo fueron también de sometimiento
sectores populares movilizados. Los violentos acontecimientos del 17 de oc- a la autoridad de un caudillo militar erigido en su redentor. Perón transformó
tubre de 1945 en Argentina y del Bogotazo el9 de abril de 1948 en Colombia, los rituales de inversión -cuando los obreros tomaron los espacios urbanos de
fueron descritos como episodios de violencia colectiva protagonizados por ma- los que estaban excluidos- en rituales que reforzaban el lugar subordinado de
sas anómicas, desarraigadas e irracionales (Romero, 2001, pp. 339-341). Los los obreros con respecto al líder populista (Plotkin, 2003, p. 56).
historiadores sociales han cuestionado esas interpretaciones basadas en teorías Gaitán, por su parte, había manifestado: "¡si es que me matan, vénguen-
decimonónicas sobre la irracionalidad de las masas. Tales acciones tenían una me! ". Y eso fue precisamente lo que hicieron las muchedumbres bogotanas el
racionalidad: atacaban a los símbolos que marcaban su exclusión de la política 9 de abril de 1948. En su estudio sobre el asesinato de Gaitán, Herbert Braun
y la esfera pública (Braun, 1985; James, 1987; Plotkin, 2003). demuestra cómo las masas que habían sido excluidas de la vida pública y que
El 17 de octubre del 1945 los obreros salieron a las calles en Argentina
para demandar la liberación de Perón. Estas movilizaciones también fueron la
respuesta a la marcha antiperonista por la 'Constitución y la Libertad' del mes 2. La idea de invasión, anota Mariano Plotkin, alude a gente que está fuera del espacio que le ha sido asignado
haciendo cosas fuera lugar (Plotkin, 2010, p. 275).
166 Carlos de la Torre La democracia está en las calles 167

fueron simbólicamente incluidas por Gaitán, vengaron su muerte destruyendo polarizó a Argentina entre peronistas y anti-peronistas. El peronismo redefinió
los símbolos y los pilares del orden oligárquico (Braun, 1985). A diferencia la ciudadanía como ciudadanía social y la democracia como participación social
de las opiniones de las élites, que vieron en las masas al "pueblo, multiforme, y económica (James, 1988, p. 16). El electorado aumentó del18% al 50%. Las
heterogéneo, monstruoso y quemado por todas las pasiones de venganza, del mujeres adquirieron el derecho al sufragio y el 64% de ellas votó por Perón en
odio y la destrucción" (Osorio Lizarazo, citado en Romero, 2001, p. 341), 1951 (Plotkin, 2003, p.165).
Braun analiza la racionalidad de la violencia colectiva. Los objetivos de la ira La redistribución peronista y la expansión del Estado de bienestar significó
popular fueron los edificios y símbolos del poder político, no las personas ni que los salarios contribuyeron alrededor del 50% del producto interno bruto
las instituciones del poder económico. El saqueo del centro de la ciudad res- en 1952 (Schamis, 2013, p. 156) y que los salarios reales se incrementaran en un
petó los locales propiedad de los gaitanistas. 40% entre 1946 y 1948 (Plotkin, 2010, p. 273 ). El peronismo alteró también las
etiquetas de comportamiento, el uso de los espacios públicos, las jerarquías so-
ciales y los sistemas de clasificación social (Milanesio, 2010, p. 75; Plotkin, 2010,
p. 274). Un obrero entrevistado por el historiador Daniel James señala, "con
Perón todos éramos machos" (James, 1988, p. 29). Los camareros y conductores
de autobús remplazaron el respetuoso usted por el directo vos. Los sectores de
clase media vieron con horror cómo desaparecían las jerarquías del vestir y los
patrones de consumo que diferenciaban a las criadas de las señoras. Los sectores
medios tuvieron que veranear en Mar del Plata junto a los obreros después de
que Perón no solo subiese sus salarios, sino que construyera hoteles para ellos
(Milanesio, 2010).
El gobierno peronista construyó viviendas, escuelas, hospitales y edificios
administrativos. Para ello utilizó varios estilos arquitectónicos, por ejemplo el
estilo California en la Ciudad Infantil y el neoclásico en el edificio de la Fun-
dación Eva Perón. El estilo California fue el preferido por las clases medias y
altas en sus viviendas y su uso por el peronismo en viviendas populares tuvo
la intencionalidad de dar acceso a los sectores populares a estilos de vida y de
placer estético de los cuales habían sido excluidos (Ballent, 2010, p. 157). Eva
Perón y su obra social se basaron en la idea de que todos los argentinos, y no
(Fig. 2) Jorge Eliécer Gaitán (Fundación Leo Matiz© Alejandra Matiz) solo los ricos, debían vivir lujosamente. Desde su atuendo lleno de joyas, pieles
y vestidos de diseño, hasta sus obras, dieron la sensación a los pobres de tener el
acceso a los estilos de vida, los espacios, lujos, placeres y a las cosas consideradas
las ambigüedades de la incorporación populista bellas que antes estaban reservadas solo para las élites.
Desde que los obreros argentinos ocuparon las calles el17 de octubre de 1945,
Gaitán no rompió completamente con el Partido Liberal. Su populismo fue, ya no las abandonaron hasta el derrocamiento de Perón en 1955 (Chamosa, 2010,
en palabras de Daniel Pécaut, "en extremo movilizador, pero en gran medi- p. 127). Las masivas celebraciones oficiales del1° de mayo y del17 de octubre
da atrapado en las estructuras sociales y políticas vigentes" (Pécaut, 2014, p. se realizaron en la Plaza de Mayo y frente al edificio de la CGT, en el centro
22). Mientras que el asesinato de Gaitán cortó la posibilidad de que emergiese de Buenos Aires. Se organizaron además procesiones de la Reina del Traba-
un gobierno populista en Colombia y derivó en una década de violencia entre jo en las que la reina y las candidatas desfilaban en carros alegóricos por las
conservadores y liberales (Bejarano, 2013, pp. 324-325), el peronismo, como principales avenidas del centro de Buenos Aires (Lobato, Damilakou y Tornay,
gobierno, incorporó a la clase obrera, transformó la noción de democracia y 2010, pp. 179-180). En concentraciones masivas en ciudades de provincias se
168 Carlos de la Torre La democracia está en las calles 169

retransmitieron por altavoces los discursos de Perón y Evita. Estos rituales pero- Perón fue "la expresión del pueblo, uno e indiviso: no había ni otras voces, ni
nistas erigieron a Perón como el centro del orden social (Plotkin, 2003). minorías ni adversarios que fueran relevantes" (Romero, 2000, p. 15). La lucha
La propaganda peronista glorificó las figuras de Juan Domingo y Eva Perón. entre los sectores de la derecha y la izquierda peronista, cada uno propugnando
Un salón de cada escuela y una escuela de cada distrito tenía que llevar el nombre 'la patria peronista' o 'la patria socialista', tuvo lugar en las calles. El objetivo fue
de uno de los Perón. Las capitales de provincia fueron rebautizadas. La reforma demostrar su fuerza numérica y hacer ver a Perón que la tendencia que logra-
educativa diseminó la doctrina peronista en las escuelas y la frase "Evita me ba movilizar más partidarios encarnaba "auténticamente al pueblo peronista"
ama" remplazó a la de "mami me ama" para enseñar a los niños a leer y escribir (Romero, 2000, p. 16). Si bien los Montoneros y la Juventud Peronista triunfa-
(Plotkin, 2010, p. 278). El peronismo también generó una especie de teología ron en las calles, fue a la tendencia de derechas a la que escuchó el general. La
política que deificó a Perón (Finchelstein, 2014, p. 79). En palabras de Federico confrontación fue cada vez más violenta y derivó finalmente en la dictadura más
Finchelstein, el peronismo "incorporó a quienes aceptaron a Perón como su represiva de la historia argentina.
guía y le respaldaron sin hacer críticas. Los que no le siguieron fueron excluidos Los ejemplos del peronismo, del velasquismo y delgaitanismo ilustran las am-
con una lógica de la sedición que los marcó como traidores que se oponían a los bigüedades de la democratización populista. Estos movimientos incorporaron
intereses de la nación" (Finchelstein, 2014, p. 87). a la comunidad política a los excluidos de la esfera y los espacios públicos, pero
esta irrupción fue hecha en nombre de un líder transformado en el redentor de
los pobres y la nación. Si bien los populismos dieron valía a los intereses y cos-
tumbres de los de abajo, lo hicieron siempre y cuando estos sectores aceptasen
la interpretación del líder sobre las formas de ser, pensar y sentir auténticamente
populares. La política populista fue dramatizada como una lucha maniquea que
transformó a los rivales políticos en enemigos del líder, del pueblo y de la patria.
El nuevo sujeto colectivo ejerció la democracia participando en actos públicos,
ritos y festivales que reforzaron simultáneamente su incorporación política y
su adhesión a un líder (Álvarez Junco, 1994, p. 26). El respeto a las institucio-
nes liberal-democráticas, al imperio de la ley, la separación de poderes y los
mecanismos horizontales de rendición de cuentas fueron considerados como
impedimentos para que se expresase la voluntad popular encarnada en el líder
(Peruzzotti, 2008).

El populismo radical de Hugo Chávez

Hugo Chávez, quizá el ejemplo más reciente y pujante del populismo en la


(Fig. 3) Seguidores de Perón en la Plaza de Mayo el 17 de Octubre de 1945 región, llegó a la presidencia de Venezuela cuando el modelo político biparti-
(Archivo General de la Nación Argentina, 1945) dista y de redistribución de la renta petrolera establecida por el Pacto de Pun-
to Fijo entró en crisis en la década de los ochenta. Con la bajada de los precios
Perón regresó de su exilio en España en 1973. Desde el Cordobazo de 1969 del petróleo, la desigualdad se incrementó y la sociedad venezolana se dividió
hasta las elecciones en las que triunfó, la resistencia peronista ocupó los espacios en dos polos: mientras que los ricos se volvían más ricos, las clases medias y
públicos. La calle fue durante ese período el "escenario real y simbólico de la los trabajadores empobrecieron. En 1979 el5% de la sociedad ganaba 41,59
confrontación" (Romero, 2000, p. 12). La democracia fue entendida a la manera veces más que los sectores más pobres. En 1997 ese mismo segmento ganó
mayoritaria. El poder de Perón no estuvo limitado por la división de poderes. 53,11 veces más (López Maya y Panzarelli, 2013, p. 243). La transformación
170 Carlos de la Torre La democracia está en las calles 171

del trabajo manufacturero en economía informal, la reducción del trabajo es- poderes, atacó libertades básicas como la de expresión, criminalizó la protesta y
tatal y el incremento de las estrategias de supervivencia ilegales transformaron atentó contra el bienestar de la nación politizando la política petrolera.
la vida cotidiana en los barrios populares. El Estado se convirtió en una fuerza Independientemente de cómo se construyó la figura de Chávez, sus seguido-
represiva que mantuvo a los barrios en un estado de crisis permanente y de res y opositores compartieron la noción de que la verdadera democracia se vivió
ilegalidad (Fernandes, 2010, p. 76). En palabras de una activista entrevistada en las calles y de que "las calles, más que la legislatura, las cortes y el sistema
por la socióloga Sujatha Fernandes, Caracas se dividió entre las urbanizacio- electoral, fueron el lugar principal de la confrontación política" (Encarnación,
nes de clase media y los barrios populares, las 'zonas rojas' donde no debes 2002, p. 39). El conflicto entre Chávez y la oposición adquirió características
ir, "donde todo es malo, no hay nada bueno, todo es drogas y delincuencia" dramáticas durante los acontecimientos que culminaron en el intento de golpe
(Fernandes, 2010, p. 93). de Estado y el subsecuente retorno triunfal de Chávez al poder en abril de 2002.
La imagen benevolente y paternalista del pueblo como masa virtuosa ig- e El antropólogo Fernando Coronil (2011) explicó el golpe de Estado por las
norante que constituye la base de la democracia, cambió con la introducción diferentes interpretaciones del chavismo y de la oposición sobre las relaciones
de reformas estructurales durante la segunda administración de Carlos Andrés entre los ciudadanos, la democracia y el derecho natural de todos los venezola-
Pérez. El pueblo se transformó en "una masa ingobernable y parasitaria que nos a beneficiarse de la renta petrolera. Los cambios en la estructura de la em-
debía ser disciplinada por el Estado y el mercado" (Coronil, 1997, p. 378). Las presa estatal petrolera PDVSA y en sus mandos altos y medios, fueron vistos por
élites vivieron el Caracazo del 27 de febrero de 1989 como una irrupción de la oposición como un ataque a la meritocracia y como la sustitución del personal
masas peligrosas e incivilizadas que bajaron de los cerros invadiendo los centros técnico por mandos fieles a Chávez. Para sus seguidores, en cambio, los cambios
urbanos de la civilidad (Coronil y Skurski, 1991). 1 en PDVSA y la política petrolera nacionalista de Chávez significaron que su líder
Esta construcción de los marginales como antítesis de la razón y la civiliza- "protegió a la nación de un grupo privilegiado que buscaba reapropiarse de los
ción permitieron o justificaron la brutal represión. Fernando Coronil argumenta j privilegios que tuvo en el pasado" (Coronil, 2011, p. 38).
que los sectores populares tenían interpretaciones diferentes. Vieron a las élites Una coalición de grupos empresariales, sindicales y de organizaciones de la
como sociedad civil, apoyados por los medios de comunicación privados, tomaron
las calles para protestar contra la política petrolera, la reforma agraria y la
[. .. ] un cogollo corrupto que ha privatizado el Estado, saqueado la riqueza reforma educativa. A finales del2001 paralizaron el país con manifestaciones.
de la nación y abusado del pueblo [ ... ]El pueblo ha sido traicionado por sus En enero de 2002 tomaron otra vez las calles para conmemorar la huelga gene-
líderes y la democracia se ha vuelto una fachada que permite a la élite usar el ral que terminó con la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958 y en abril
Estado para sus beneficios personales. (Coronil, 1997, p. 378) de ese año, cientos de miles protestaron contra los despidos de los técnicos de
PDVSA. El líder sindical Carlos Ortega exhortó a los manifestantes a marchar
Dadas esta representación de las categorías de pueblo y oligarquía, Hugo al Palacio de Miraflores para tumbar a Chávez (López Maya, 2005). En su
Chávez se erigió y fue configurado por sus seguidores como la encarnación del recorrido de más de diez kilómetros gritaron" ¡Chávez Fuera!" y la consigna
caudillo popular anti-oligárquico. izquierdista "¡el pueblo unido jamás será vencido!", mientras más personas
Desde que Chávez llegó al poder en 1999, la lucha hegemónica se articuló se les juntaban. "El tamaño extraordinario de la marcha reforzó la percepción
alrededor del término democracia (Cannon, 2004, p. 294), Hugo Chávez fue de la oposición de que todo el país estaba con ellos y la historia estaba de su
representado como su esencia o como su negación. Para sus seguidores, Chávez parte" (Coronil, 2011, p. 35).
fue un verdadero demócrata que protegió a la nación de los despojos de una Los seguidores de Chávez, organizados en los Círculos Bolivarianos, en la
élite corrupta y antinacional. Tuvo una política petrolera nacionalista y utilizó Asamblea Popular Revolucionaria y en otras organizaciones, respondieron a
la renta petrolera para llevar a cabo políticas sociales incluyentes. Transformó las acciones de la oposición con contra-manifestaciones. El 2 de febrero del
la democracia representativa liberal y burguesa en una democracia participativa 2002 salieron a las calles para celebrar el aniversario del fallido golpe de Chávez
en la que las grandes mayorías toman decisiones y resuelven sus necesidades co- contra el presidente Carlos Andrés Pérez en 1992. Elll de abril, un grupo de
tidianas. Para sus opositores, Chávez fue un autócrata que concentró todos los militares insurrectos dio un golpe y colocó al empresario Pedro Carmona en la
172 Carlos de la Torre La democracia está en las calles 173

jefatura de gobierno. Miles de chavistas se lanzaron a la calle para proteger el Durante una misa familiar transmitida por televisión a toda Venezuela en la
Palacio de Mira:flores de los opositores gritando ¡no pasarán!. Mediante men- Semana Santa del 2012, Chávez comparó su suplicio por el cáncer que termi-
sajes de texto, hojas volantes, motoristas recorriendo los barrios populares y naría con su vida con la pasión de Cristo y pidió ayuda a Dios para concluir su
medios de comunicación a:fines, los seguidores de Chávez llamaron a la movi- misión:
lización (Ciccariello-Maher, 2013, pp. 166-179). Miles de personas lo hicieron,
arriesgando su vida para rodear el palacio presidencial y el Fuerte Tiuna, donde Dame vida, aunque sea vida llameante, dolorosa. No me importa. ¡Dame tu
estaba recluido Chávez, demandando ver a su líder. corona, Cristo! ¡Dámela, que yo sangro! ¡Dame tu cruz, 100 cruces, que yo
El domingo 14 de abril, después de que fallase el golpe, las masas recibieron las llevo! Pero dame vida, porque todavía me quedan cosas que hacer por este
triunfalmente a su líder como la encarnación del ideal democrático. El chavismo pueblo y esta patria ¡No me lleves todavía! ¡Dame tu cruz, dame tus espinas,
fue por tanto un lenguaje de protesta contra la exclusión política. Dio esperanza dame tu sangre, que yo estoy dispuesto a llevarlas, pero con vida! Cristo mi
y dignidad a los pobres urbanos, politizando las humillaciones cotidianas y la Señor. Amén. (Runrun.es, 2012)
rabia de los sectores populares (Fernandes, 2010, p. 84). Con Chávez regresó el
Estado para redistribuir la renta petrolera entre los más pobres. De acuerdo con Su figura adquirió auras de santidad y parecería que sus seguidores espera-
los datos del Banco Mundial, la pobreza en Venezuela disminuyó del 55,4% en ban milagros. El4 de febrero de 1999, al salir de la catedral en el Paseo de los
el2002 al28,5% en el2009 (De la Torre y Arnson, 2013, p. 28). Próceres, una mujer anciana hizo grandes esfuerzos por atravesar la multitud
Si bien las misiones chavistas dieron la sensación de resolver rápidamente y, del brazo, decirle: "¡Ayúdame Chávez, hijo, que mi hijo está paralítico!". Un
las necesidades de salud, educación y vivienda de los sectores más pobres y hombre joven de unos 25 años, llorando, a las puertas de la catedral le imploró:
excluidos, otros estudios señalan que estas políticas públicas fueron erráticas "¡Ayúdame, Chávez, porque tengo dos hijos y se me están muriendo de ham-
e insostenibles en el mediano o largo plazo, pues se asentaban en los altos bre y yo no quiero meterme a delincuente obligado! ¡Sálvame del infierno!"
precios del petróleo (Weyland, 2013 ). De todos modos, fueron eficientes para (Torres, 2009, p. 229).
demostrar que los más pobres podían vivir como los ciudadanos de clase me-
dia. Por ejemplo, con motivo de las elecciones presidenciales de 2012 se lanzó
la "Gran Misión Vivienda", que construyó edificios de departamentos frente
a los cerros para que los pobres viesen que podían participar en ese proyec-
to y acceder a un tipo de vivienda como los de la clase media. El gobierno,
además, lanzó el programa "Mi casa bien equipada" para amueblar, dotar de
electrodomésticos y aun de aire acondicionado a los hogares de los sectores
populares.
Hugo Chávez fue presentado por la propaganda como el Redentor que au-
naba las imágenes de Bolívar y de Cristo. En palabras de la historiadora Ana
Teresa Torres (2009), Chávez fue un líder semidivino, paternal y mesiánico.
Su movimiento político, la nueva constitución y la patria fueron rebautizados
como 'bolivarianos'. La invocación al Redentor fue constante:

Cristo está con nosotros. Invoco a Cristo mi comandante [ .. .] Bienaventura-


dos los pobres porque de ellos será el reino de los cielos, el reino de la justicia
pues, el reino de la paz, de la alegría, de la felicidad. Ese es el reino de Cristo,
es el reino del socialismo [. .. ] ¿Y dónde están los capitalistas pues? Están
desapareciendo". (Torres, 2009, pp. 198-199) (Fig. 4) Hugo Chávez en campaña (Bracci, 2012)
174 Carlos de la Torre La democracia está en las calles 175

El populismo: entre la inclusión y el poder semiencarnado del sino que buscan copar el espacio abierto de la democracia con la figura de un
líder líder construido como la encarnación del pueblo.
Las antiguas metáforas orgánicas sobre el cuerpo político resultan en este
El populismo incluyó y aun redimió a los marginados y a las poblaciones es- sentido interesantes. Claude Lefort señaló que las revoluciones del siglo XVIII
tigmatizadas por sus orígenes étnicos y de clase. Cuestionó el orden establecido decapitaron el cuerpo inmortal del rey y el cuerpo de la política. Abrieron así
buscando que los excluidos accediesen a los símbolos del podér, a los espacios el espacio político-religioso ocupado por la figura del rey. En su libro Los dos
públicos de los que estaban marginados y a la toma de decisiones políticas. El cuerpos del rey, Kantorowicz analizó cómo este, al igual que Dios, era omnipre-
populismo fue en buena medida, una respuesta a los discursos de las élites que sente porque encarnaba el cuerpo político sobre el que gobernaba. Igual que el
presentaban al pueblo como unas masas peligrosas e incapaces de mantener un hijo de Dios enviado para redimir el mundo, el rey era hombre y Dios, tenía un
discurso racional. cuerpo natural y otro divino, pero ambos eran inseparables (Morgan, 1988, p.
Según Jaques Ranciere (2011, p. 37), cuando se rechaza el reconocimiento 17). La democracia, señala Lefort, transformó el espacio antes ocupado por el
de alguien como un ser político, se pretende no entender lo que dice o se ignora rey en un espado vacío que los mortales solo pueden ocupar temporalmente.
como discurso lo que sale de su boca. Las élites latinoamericanas diferenciaron
entre los ciudadanos racionales que debaten en la esfera pública y las masas que La democracia nació del rechazo a la dominación monárquica, del descubri-
se dejan llevar por sus emociones. Así, numerosos académicos, políticos y perio- miento colectivo de que el poder no pertenece a nadie, de que quienes lo ejer-
distas han usado la representación de las masas irracionales para descalificar a cen no lo encarnan, son sólo [sic] los encargados temporales de la autoridad
los seguidores del populismo como sujetos cercanos a la barbarie y ajenos a las pública, de que la ley de Dios o de la naturaleza no se asienta en ellos, de que
prácticas racionales de la democracia. no poseen el conocimiento final sobre el mundo y el orden social, de que no
Sin embargo, el populismo es una política de reconocimiento cultural 1 son capaces de decidir lo que cada persona tiene el derecho a hacer, pensar,
y simbólico. Quienes son excluidos a través de categorías como 'pobre', decir o comprender. (Lefort, 2007, p. 114)
· 'informal', 'invasor de tierra' o simplemente como 'chusma', se transfor-
man en encarnación de las virtudes de la patria. Inversamente, quienes los El advenimiento de las revoluciones dieciochescas, mantiene Lefort, ge-
humillan cotidianamente aparecen como la oligarquía 'vendepatría'. Los neró a su vez un principio que podía poner en peligro el espacio demo-
populistas fueron famosos por transformar los estigmas del pueblo en vir- crático. La soberanía popular, entendida como un sujeto encarnado en un
tudes. Perón transformó a los 'descamisados' y a los 'cabecitas negras' en grupo, un estrato o una persona, podría llegar a clausurar el espacio vacío a
la fuente de la verdadera argentinidad. De manera similar, la menosprecia- través de la idea del pueblo como uno (Arato, 2012, p. 28). El totalitarismo
da y temida 'chusma' colombiana y ecuatoriana se transformó en la amada es, en palabras de Lefort, "un intento forzado de llenar y aun de saturar el
y bendita 'chusma' de Jorge Eliécer Gaitán y de José María Velasco !barra. espacio vacío" de la democracia (Ronsavallon, 2012, p. 11). Simbólicamente
Chávez mitificó asimismo a su pueblo como "la fuerza más poderosa que se abandona la noción democrática del pueblo como algo heterogéneo, múl-
hay entre el cielo y la tierra, el pueblo soberano de Venezuela" (Zuquete, tiple y en conflicto, donde el poder no pertenece a nadie, por la imagen del
2008, p. 104). pueblo como uno, que niega que la división es constitutiva de la sociedad.
Las visiones míticas del pueblo como respuesta a su estigmatización por las La división se da así entre el pueblo, que posee una identidad y una voluntad
élites pueden conducir, sin embargo, a la construcción de fantasías autorita- únicas, y sus enemigos externos, que han de ser eliminados para mantener la
rias. El populismo puede devenir en autoritarismo si los líderes sacralizados salud del cuerpo del pueblo.
como la encarnación del pueblo asumen el poder cuando colapsan las institu- Para Lefort, la modernidad se mueve entre el espado abierto de la demo-
ciones de la democracia representativa y sí los movimientos sociales no tienen cracia y el totalitarismo basado en el poder del egócrata que clausura y ocupa
fuerza suficiente para frenar los intentos del líder por apropiarse de la voz permanentemente el espacio abierto de la democracia. No considera la posi-
del pueblo. En estas condiciones históricas, los populísmos no solo toman los bilidad de que existan regímenes que no sean plenamente totalitarios o ple-
L .t:>acios públicos de los cuales estaban anteriormente excluidos los de abajo, namente democráticos (Laclau, 2005, p. 166). Sin embargo, los populismos,
176 Carlos de la Torre La democracia está en las calles 177

cuando llegan al poder, se sitúan entre el totalitarismo y la democracia. No político, demarcando así dos espacios antagónicos, fueron resistidos por una
clausuran la democracia sino que funcionalizan algunas de sus instituciones sociedad plural y compleja (Iazeta, 2012, p. 285).
y prácticas. En Venezuela, sin embargo, colapsaron los partidos políticos y las institucio-
A diferencia del totalitarismo, el poder populista no se encarna permanente- nes de la democracia. Chávez no fue educado bajo las reglas del juego constitu-
mente en un líder (Cheresky, 2012, p. 33). La fuente de legitimad del populismo cional o de la política del compromiso. Tampoco fue socializado por partidos
es doble: las calles, donde se dramatiza la soberanía del pueblo ocupando los políticos que reevaluaron la democracia tras experiencias traumáticas con regí-
espacios públicos, y algunas instituciones y prácticas de la democracia liberal, menes burocrático-autoritarios. Al contrario, ligó el neoliberalismo con la de-
sobre todo las elecciones. Pero si bien los populismos se legitiman en las urnas, mocracia liberal y prometió transformar y refundar todas las instituciones de lo
no consideran que el poder ejecutivo esté despersonalizado y que la oficina del que denominó la democracia burguesa. Como su objetivo fue redimir al pueblo
presidente sea distinta de la persona que la ejerce. La presidencia no es vista de los vicios y del sufrimiento causado por el neoliberalismo, la globalización y
como un cargo que se ocupa temporalmente y está regulado por una serie de la partidocracia, Chávez no vio su mandato como uno más en la historia. Más
procedimientos, incluidos los que garantizan que el líder abandone pacífica- bien lo asumió como un momento refundacional, como el nacimiento de la se-
mente el poder (Keane, 2009, p. 295). gunda independencia. Su presidencia marcó la disyuntiva entre un pasado opre-
l El líder populista no se ve como un político más que ha sido elegido por un sivo y de sufrimiento y un renacimiento revolucionario que se enmarca en las
\ periodo y que, aunque le duela o no le guste, tendrá que abandonar el poder. luchas de los héroes patrios.
Más bien se ve a sí mismo y es configurado como un mesías liberador cuya
presencia es indispensable para garantizar la continuidad del proyecto revo-
lucionario. Los líderes populistas tienen misiones, en el sentido weberiano del Conclusiones
término, y su capacidad decisionista garantizará dar fin a la opresión y construir
un orden alternativo y liberador. Son representados y se ven a sí mismos como El populismo emergió como una protesta contra las desigualdades sociales
· soberanos infalibles. Todas sus decisiones son las correctas, pues emanan de la y legales que perfilan una sociedad dividida entre los poderosos, ubicados más
persona que encarna a la patria. Por eso la misión del líder populista se parece allá del imperio de la ley, y los pobres, que experimentan esta como un sistema
más a la de los patriarcas, que han de velar por el bienestar de sus hijos, que a represivo que los condena a vivir en la marginación. En Latinoamérica los más
la del político tradicional, mundano y vulgar. La metáfora del padre transforma pobres suelen ser estigmatizados como invasores del espacio urbano cuando
a los ciudadanos en sus hijos, en niños que si no reconocen la autoridad del rompen la ley para ocupar tierras y construir sus viviendas, o como invasores de
patriarca que los ama, pueden ser castigados. Además los padres, como anota la ciudad cuando violan las ordenanzas municipales para ganarse la vida en las
Karen Kampwirth (2010, p. 12-13 ), son padres de por vida y su trabajo y misión actividades de la economía informal. Las experiencias de humillación por parte
duran para siempreJ de los agentes del orden -que los reprimen-, los medios de comunicación -que
La tentación del líder populista de ser la única y verdadera voz de todo el los estigmatizan- y los sectores medios y altos -que los señalan social y espacial-
pueblo, se ve limitada por las instituciones de la democracia liberal y por la mente como intrusos- son constantes. Mientras existan estas circunstancias es-
fuerza de los movimientos sociales que disputan la portavoda del pueblo. Las tructurales, estarán dadas las condiciones para que surjan políticos que busquen
instituciones de la democracia mitigan los intentos de un líder por erigirse en redimir a los marginados de su humillación y exclusión.
la encarnación del pueblo mismo. Los traumas de la dictadura de los años 70 y En este contexto, los gobiernos de cariz populista tienden a incorporar polí-
el análisis de los riesgos de las concepciones populistas de la política como una tica, simbólica y materialmente a los excluidos, abriendo discursivamente opor-
lucha entre amigos y ~nemigos, llevaron a que la democracia argentina se re- tunidades políticas para articular e incorporar sus demandas. Los populismos
construyese con la idea del adversario y no del enemigo político. Esto permitió han creado por ello identidades políticas fuertes. Los discursos de los líderes
la creación de instituciones y de una sociedad civil que defendía los derechos populistas acompañan acciones de protesta y de .ocupación de espacios públicos
humanos. Los intentos de los Kirchner por transformar la política en una lucha que demarcan un nosotros frente a un otro; el oligarca corrupto y 'vendepatria'.
maniquea y dramatizar el conflicto con el propósito de polarizar el escenario Es un discurso de barricada que se proyecta sobre las plazas y los nuevos medios
178 Carlos de la Torre La democracia está en las calles 179

de comunicación social. Gaitán y Eva Pcrón usaron en su día la radio, Chávez Bejarano, A. M. (2013). Politicizing Insecurity: Uribe's instrumental use of
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El presente capítulo se propone destacar el papel geopolítico de las ciudades en


América Latina desde una perspectiva histórica hasta la actualidad. Las megaló-
polis del continente se han convertido en un espacio disputado por una amplia
variedad de grupos ilegales capaces de desafiar a los Estados en términos tanto
políticos como de monopolio de la violencia. Para ello, se identifican tres mo-
mentos históricos en la geopolítica de estos escenarios urbanos. En un primer
momento, los conflictos regionales que se desataron tras la independencia, en
los que las ciudades desempeñaron un papel protagónico para la configuración
de unos incipientes Estados nacionales. En segundo lugar, los movimientos in-
surgentes del siglo XX, que triunfaron soló cuando lograron someter, controlar
y gobernar las principales ciudades del país, como fue el caso de las revoluciones
mexicana, nicaragüense y cubana. Por último se aborda la transformación de las
grandes ciudades del continente, con su enorme aglomeración de población y
segmentación social, en espacios de concurrencia criminal al hilo de los proce-
sos económicos y tecnológicos impulsados por la globalización.

Introducción

Durante la última década se ha desarrollado un prolijo debate sobre la vio-


lencia en América Latina basado en tres consideraciones. Primero, la violencia
182 Carlos de la Torre

Schamis, H. (2013 ). From the Peróns to the Kirchners. "Populism" In Argentine


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El presente capítulo se propone destacar el papel geopolítico de las ciudades en


América Latina desde una perspectiva histórica hasta la actualidad. Las megaló-
polis del continente se han convertido en un espado disputado por una amplia
variedad de grupos ilegales capaces de desafiar a los Estados en términos tanto
políticos como de monopolio de la violencia. Para ello, se identifican tres mo-
mentos históricos en la geopolítica de estos escenarios urbanos. En un primer
momento, los conflictos regionales que se desataron tras la independencia, en
los que las ciudades desempeñaron un papel protagónico para la configuración
de unos incipientes Estados nacionales. En segundo lugar, los movimientos in-
surgentes del siglo XX, que triunfaron solo cuando lograron someter, controlar
y gobernar las principales ciudades del país, como fue el caso de las revoluciones
mexicana, nicaragüense y cubana. Por último se aborda la transformación de las
grandes ciudades del continente, con su enorme aglomeración de población y
segmentación social, en espacios de concurrencia criminal al hilo de los proce-
sos económicos y tecnológicos impulsados por la globalización.

Introducción
¡- ,;
Durante la última década se ha desarrollado un prolijo debate sobre la vio-
lencia en América Latina basado en tres consideraciones. Primero, la violencia
184 Carlos Alberto Patiño Villa Geopolítica de las ciudades en América Latina 185

actual en el continente parece ser el producto, en general, del fortalecimiento de llegan a desbordar su control territorial o, por el contrario, si la disputa central
la criminalidad, desligada por tanto de la violencia de carácter insurgente que gira en torno a quién controla el territorio. En este aspecto es clave entender
marcó la región durante el período de la Guerra Fría, a excepción de Colombia, que el punto central no está en la fortaleza o capacidad de los violentos -que
donde la insurgencia y la criminalidad parecen mantener relaciones simultáneas recurren a diferentes tipos de acciones, desde la extorsión en los entornos de
de competencia y cohabitación. En segundo lugar, las nuevas condiciones de la economía lícita hasta negocios ilegales como el tráfico de drogas, el secuestro
violencia se han estructurado en tomo al control territorial urbano, haciendo o el tráfico de armas- sino en la propia fortaleza o debilidad del Estado. Para
de las ciudades el centro de los conflictos entre los Estados y una amplia varie- evaluar la capacidad del Estado en este ámbito, podemos remitimos a un con-
dad de grupos armados ilegales. Tercero, las formas de gobierno urbano han cepto weberiano clásico reformulado por Miguel Ángel Centeno en tomo a sus
ocupado el centro del debate político debido a que las grandes ciudades con- funciones fiscales y militares.
temporáneas presentan unas características particulares, particularmente de-
roo-territoriales, que han superado de /acto el esquema municipalista, y obligan El Estado [ ... ] es el núcleo institucional permanente de autoridad política en
a una reconsideración de su condición geoestratégica como factores territoriales la que descansan y de la que dependen los regímenes. Es un núcleo permanen-
de gobemabilidad. Estas megalópolis son el núcleo del poder político democrá- te en la medida en que sus contornos y sus capacidades generales se mantienen
tico y desarrollan sistemas económicos eficientes que en muchos casos superan constantes a pesar de los cambios de gobierno. Está institucionalizado en la
a los de los mismos Estados. medida en que presupone un cierto grado de autonomia en cualquier sector
Este tipo de debates se ha hecho más complejo también por la aparición de social. Su autoridad es ampliamente aceptada en la sociedad por encima del
nuevos enfoques sobre la seguridad y la defensa. Entre ellos, destaca el trabajo debate sobre políticas específicas. (Centeno, 2002, p. 2)
desarrollado por David Kilcullen (2013) sobre las ciudades como nuevos ámbi-
tos geoestratégicos. En las ciudades en las que se presentan conflictos violentos, 'f'"Los Estados que se han consolidado se caracterizan por ejercer un dominio
el origen de la violencia cuenta con múltiples actores: bandas de traficantes, directo sobre el territorio y el monopolio de las armas. Actúan, por tanto, con
grupos armados ilegales -con diversos orígenes ideológicos y políticos- y gru- una capacidad bélica indisputada, dado que cuentan con un núcleo político-ad-
pos que viven dentro del marco de la legalidad pero tienen y desarrollan sus ministrativo permanente y disuasorio frente a las pretensiones de grupos arma-
actividades fuera de ella (Kilcullen, 2013, p. 40). · dos ilícitos y otro tipo de organizaciones delictivas. Desde esta perspectiva, las
En su trabajo, Kilcullen enfatiza el carácter estratégico de las ciudades con- acciones ilegales que le disputan al Estado el control territorial no obedecen
temporáneas, puesto que son puntos cruciales para lo que denomina las nuevas tan solo a niveles relativos de pobreza, al fracaso en el desarrollo de las infraes-
guerras, esto es, guerras que tienen lugar en las áreas urbanas. Estas formas de tructuras o a la exclusión social, sino principalmente a la debilidad del Estado,
violencia se alejan de la insurgencia clásica, que se desarrollaban en territorios cuando este es incapaz de responder a las exigencias básicas de los ciudadanos,
rurales o era de carácter interestatal. Las guerras contemporáneas, por el contra- como son la seguridad y la prestación de servicios público~
rio, se desarrollan en los aglomerados urbanos, en los que tienen lugar múltiples En esta misma línea, Kilcullen afirma que "en la contrainsurgencia urbana,
transacciones económicas, sociales, culturales y políticas. Para respaldar este tener únicamente a salvo a las personas es también un fracaso: el verdadero éxi-
argumento, Kilcullen se basa en el estudio de ciudades de lugares tan distintos to consiste en lograr un nivel de servicios adecuados [ ... ]" (Kilcullen, 2013, p.
como Afganistán, Pakistán, Irak, Honduras, Brasil o México. Los casos van des- 19). El trabajo de Kilcullen se ha convertido en una referencia porque enmarca
de conflictos con los habitantes locales por la introducción de infraestructuras las condiciones de la violencia urbana contemporánea en cuatro grandes ten-
modernas, de manera que sirvan como incentivo para procesos de repoblamien- dencias: el rápido crecimiento de la población, la urbanización de la población,
to y dinamización económica -por ejemplo en ciudades como Dara-i-Nur, en la litoralización de las grandes concentraciones urbanas y la conectividad de los
Afganistán-, hasta la disputa por el control del territorio urbano para activida- habitantes de las ciudades debido a las nuevas tecnologías de la comunicación.
des económicas lícitas e ilícitas, como en San Pedro Sula en Honduras. Esta conectividad no solo interrelaciona a los individuos de una misma ciudad,
La fortaleza del Estado es un elemento esencial para determinar si las reivin- sino que los conecta con los habitantes de su hinterland, con los entornos acti-
dicaciones políticas pueden desembocar en formas de violencia colectiva que no vos de otras ciudades e incluso más allá, con las redes globales de intercambio
186 Carlos Alberto Patiño Villa Geopolítica de las ciudades en América Latina 187

legal e ilegal. Es en este ámbito en el que los miembros de los grupos criminales nueva generación de grupos armados ilegales, sin importar criterios ideológicos,
desarrollan unas capacidades que desbordan las capacidades de previsión y con- ha encontrado vías para el control del espacio urbano, un factor común a casi
trol del Estado. todos los Estados de la región.
Es fundamental no olvidar que las ciudades no existen en el vacío: se insertan
en entornos geográficos que se modifican a la par que los sujetos urbanos mi-
gran hacia o desde las ciudades. La conectividad es, pues, clave para compren- Las ciudades latinoamericanas en el siglo XIX
der las capacidades operativas de la mayoría de los grupos criminales vinculados
al tráfico de drogas y de armas. La América española contó durante el período colonial con dos grandes mo-
Aproximarse a la violencia en América latina desde un enfoque urbano resul- mentos urbanizadores. El primero tuvo lugar durante el siglo XVI, ligado a la
ta novedoso en la medida en que rompe con los modelos tradicionales de análi- Conquista. El segundo se despliega a lo largo del siglo XVIII y estuvo ligado,
sis centrados en la violencia rural característicos de la Guerra Fría, y permite dar no menos que el anterior, a consideraciones estratégicas, pero de otro tipo. Lo
una explicación más amplia de la importancia estratégica de las ciudades, tanto que preocupaba a las administraciones borbónicas eran las largas fronteras des-
para los Estados, como para los actores ilegales. Las guerras que se dan en los pobladas, que ofrecían intersticios para otras potencias coloniales. Como señala
entornos urbanos son consecuencia de las oportunidades económicas, políticas Francisco de Solano:
y sociales que las ciudades brindan y ponen en cuestión la capacidad del Esta-
do para ejercer su autoridad en ellas. El Estado ha de ser capaz de impedir la La ciudad va a tener un valor estratégico tan valioso como para la mentalidad
existencia de organizaciones que impongan a los ciudadanos variadas formas de del XVII resultaba el castillo y la muralla. Para definir el territorio, para asegu-
sometimiento y violen el ordenamiento jurídico y las garantías constitucionales. rarlo, incluso para defenderlo de una ocupación ilegal, el mejor remedio es el
Tales organizaciones pueden declarar propósitos políticos, pero adicionalmente núcleo urbano. (Solano, 1988, p. 38)
buscan un tipo de desempeño económico que no está contemplado dentro del
marco lícito. En el siglo XIX los Estados latinoamericanos surgieron de dos circunstan-
El problema de América Latina en este sentido es más estructural que coyun- cias complementarias: de una parte son producto de la implosión de la matriz
tural (Kooning y Krujit, 2010). En el subcontinente las ciudades han sido terre- imperial europea. Esto es particularmente cierto en el caso de la Monarquía
no propicio para la creación y recreación permanente de procesos de violencia Hispánica y su ulterior 'balcanización', propiciada por el vacío de poder oca-
entre Estados, grupos armados ilegales, grupos de poder privados y esferas de sionado por el apresamiento y abdicaci6n de Fernando VII tras la entrada de
poder no controladas directamente por el Estado. Es más, la mayoría de los go- las tropas napoleónicas en España1 • Ante semejante vacío de autoridad, las uni-
biernos en América latina solo ha asumido de forma parcial la responsabilidad dades políticas de la Monarquía en sus reinos americanos tuvieron que decidir
de crear políticas de seguridad. Por lo general han dejado de lado el objetivo sobre la autoridad legítima para ejercer el gobierno. En este contexto se generó
clásico de monopolización de la violencia y por tanto, su fortalecimiento insti- lo que podríamos denominar una guerra de preeminencia territorial entre las
tucional, por lo que la imagen del todopoderoso Leviatán con la que se le suele principales ciudades de ultramar, una guerra civil entre los súbditos americanos
asociar desde Hobbes es, como indica Centeno, falsa. de la Monarquía, no de unas naciones hispanoamericanas hasta el momento
Según señalamos al principio, el rol geopolítico de las ciudades en América inexistentes (Pérez Vejo, 2010, p. 113).
Latina puede explicarse acudiendo a tres momentos históricos distintos. Pri- El valor político de las ciudades, oscurecido tanto por la historiografía
mero, el proceso de conformación de los Estados nacionales a lo largo de siglo tradicional como por la perspectivá anti-imperialista que tanto ha influido
XIX en un contexto plagado de guerras civiles. Segundo, analizando los proce- en las ciencias sociales de la región, estribaba en que la Monarquía había ci-
sos insurgentes exitosos en el siglo XX, básicamente la revolución mexicana, mentado en ellas el gobierno de sus reinos ultramarinos (Patiño Villa, 2009,
la cubana y la nicaragüense, que triunfaron en el momento en que lograron
someter, controlar y gobernar las principales ciudades del país y, más concre-
l. En el caso brasileño la transición al Estado post-colonial fue más pacífica, pero los desafíos a los que tuvo que
tamente, su capital. Por último, en el contexto contemporáneo en el que una enfrentarse su consolidación no fueron menores. Véase Murílo de Carvalho (1982).
188 Carlos Alberto Patiño Villa Geopolítica de las ciudades en América Latina 189

p. 300). Una vez iniciado el proceso de desintegración de la Monarquía en entre regiones encabezadas por ciudades fuertes. Cada una de estas disputas
su centro, la ausencia de unidades de poder que pudieran asumir legítima y se centraron en decidir qué ciudad, provincia o región era capaz de someter
efectivamente el control de los territorios en América llevó a la erección de a las demás, un proceso que la historiografía tradicional ha presentado como
juntas de gobierno en las principales ciudades. En el caso de Nueva Granada, guerras civiles. Sin embargo, en términos estrictos, no podían darse guerras
entre ellO de julio y el mes de septiembre de 1810, se establecieron juntas de de esta condición cuando no existían Estados que dieran sentido a una ciu-
gobierno en Santafé de Bogotá, Villa del Socorro, Neiva, Tunja, Pamplona, dadanía común entre individuos que habitaban territorios aun políticamente
Santa Marta, Cartagena de Indias, Popayán, Quibdó, Pore, Santafé de indefinidos.
Antioquia, Nóvita y Honda. En un segundo paso, que se extendió hasta fe- El principio geopolítico ordenador a comienzos del siglo XIX fue pues, el
brero de 1811, se crearon juntas de gobierno en ciudades y villas subordina- control de las ciudades, y fueron los hombres fuertes de las ciudades con capa-
das como Girón, Sogamoso, Timaná, Purificación, Mompox, Simití, Cali y cidad de influencia y atracción política, con peso económico, poder de reclu-
Villa de Leyva. En un tercer momento se produjo el ascenso a la condición de tamiento y movilización de milicias y una favorable posición geográfica para la
villas, con sus respectivos cabildos y escudos de armas, de antiguos pueblos guerra, los que protagonizaron los continuos enfrentamientos bélicos para de-
de indios y parroquias. finir la naturaleza de los incipientes Estados y sus respectivos centros de poder.
Lo que se produjo con estos cambios fue una creciente ruralización del mu- Esto hacía que las ciudades compitiesen por crear entornos geopolíticos con
nicipio, ya que los criterios para el reconocimiento de nuevos entes locales se condiciones favorables frente a las ciudades rivales.
flexibilizaron, provocando con ello un cambio radical en la estructura políti- En el caso de Argentina, José Carlos Chiaramonte lo deja claro cuando afir-
ca hasta entonces vigente y, por tanto, una transformación radical en el rango ma que durante el siglo XIX no existió una identidad política rioplatense que
geopolítico de los diversos territorios que conformaban los territorios america- correspondiese a alguna forma de nacionalidad, dado que la noción misma de la
nos de la Monarquía. Esta explosión del poder local no cesaría hasta la derrota nacionalidad como fundamento del Estado es de tardía aparición (Chiaramonte,
de las tendencias federalistas que en Colombia se mantuvieron fuertes durante 1997, p. 61). En los primeros años tras la independencia, se evidenció una es-
todo el siglo XIX. Este proceso se debe en última instancia a que, como ha tructuración territorial en la que las nuevas entidades políticas soberanas no
señalado Ana Catalina Reyes, el único poder con cierta fuerza, identificable y correspondían a las antiguas y extensas divisiones administrativas coloniales. De
reconocible en el contexto colonial, era el poder local. hecho, las entidades soberanas de esa primera etapa no fueron las Intendencias,
las Audiencias ni los Virreinatos sino las ciudades, expresadas políticamente
La autonomía no se pensaba frente a una España lejana sino frente a la capital por sus ayuntamientos. Consecuentemente, la manifestación del sentimiento de
de la provincia. Podemos concluir que el período entre 1810 y 1816 se carac- patria traduce sobre todo la adhesión al grupo y lugar en cuyo seno se ha nacido
teriza por las tensiones entre un fuerte orden local, enfrentado a un precario y criado, esto es, la ciudad. Aquellos individuos casados, afincados y arraigados
orden provincial y con un inexistente orden nacional. (Reyes Cárdenas, 2010) · en esa patria adquirían la calidad de vecinos, status que el derecho de ciudad les
confería (Chiaramonte, 1997, p. 76).
La historiografía tradicional en Colombia ha presentado el primer periodo La noción de la soberanía de los pueblos no solo dio paso a las disputas en-
del siglo XIX como un enfrentamiento entre un proyecto federalista contra tre los diputados de las ciudades principales del interior y los de Buenos Aires,
otro centralista. Sin embargo, más allá de esta disputa, numerosos conflictos sino también a un conflicto territorial por las pretensiones autonómicas de las
locales entre bandos con simpatías y apoyos definidos por la fuerza política de ciudades que dependían de las cabeceras de las Intendencias. Estas aspiraciones
las comunidades, incluso con formaciones armadas entre ellos, no solo dificul- autonomistas llevarían a la disolución de las tres provincias de Intendencia que
taron la consolidación de la primera república, sino que también evidenciaron existían en el territorio de la actual Argentina, cuyas cabeceras eran Buenos
las tensiones entre un orden local fuerte y un orden republicano que intentaba Aires, Córdoba y Salta (Chiaramonte, 1997, p. 155).
conjurar la desintegración territorial. Esta situación, extrapolable al resto de En el caso de México, las guerras también fueron encabezadas por ciuda-
la América hispana, generó dos procesos simultáneos: por un lado se produjo des que aspiraban a cobrar un mayor poder regional. Los municipios siguieron
una situación de guerra permanente entre ciudades y, por otro, de guerras siendo el eje del ordenamiento político, pues el gobierno que se proclamaba
190 Carlos Alberto Patiño Villa Geopolítica de las ciudades en América Latina 191

nacional no podía establecer reglas efectivas de organización para la vida polí- Principales conflictos en los países latinoamericanos
tica de todo el país. Así, la historia del México independiente se desarrolló en a lo largo del siglo XIX
medio de luchas armadas y de los constantes esfuerzos por eliminarlas, mientras
que paralelamente se construían las primeras instituciones políticas nacionales. País /Nombre Años
Estas luchas dilataron el proceso de construcción del Estado y solo a partir de ·· Confli<:to~ delarlldependeñdia l~~ost-ÚJ.dependencüt) . , .. : ; .. · 18Iojs25
y •··• · · . ·
1867 se logró consolidar un ejército suficientemente fuerte para garantizar el Brasil (Confederación del Ecuador) 1824
predominio del gobierno nacional. De ahí que el país fuese gobernado durante · . . . . •·: . >;
¿ < Argentin{ ·····.. >~ < ·•··· •· • .: •·• • ·.··.·• l82Sc1829 . ... ·•
más de cuarenta años con base en las administraciones locales y regionales. En Chile 1829
palabras de Mauricio Merino:
.. ··•·· México (rebeliones esporádicas) 1827-1855
No sólo [sic] existía un ejército sin Estado sino que también era previsible su
incapacidad para defender la integridad territorial nacional, entre otras razo- Brasil (Farrapos) 1835-1845
nes porque no existía tal integridad, sino un conjunto de regiones que mante- i1838-ll35l
nían su autonomía con el argumento contundente de las milicias y que habían Colombia (Guerra de los Supremos) 1838-1842
traducido las leyes de Cádiz para el gobierno interior de los pueblos. (Merino, . .
....
1998, p. 82) Ecuador 1845-1860
· · ) México (Gtieí:ra de Castas) . • • •· ·
De lo anterior se puede concluir que en casi todos los países de América Colombia 1851
Latina, solo con el tránsito al siglo XX lograron las ciudades con mayor po-
der imponerse como centros políticos frente a sus rivales. En estos procesos
.·.·.·•· ...· . . .·•· • •· ·. ·>?'.chú~·::·~·x·· .·.·..·•c·./·;r ·" ·. :<,>i85r· :.?
Perú 1853-1855
la victoria no siempre estaba garantizada de antemano, como fue el caso de
Bogotá y Lima, que obtuvieron sendas victorias políticas y militares sobre sus
Perú 1856-1858
rivales regionales porque estas no pudieron canalizar suficientes apoyos inter-
1• ·· ,•... • · ·· • .Mé'xico(Refornüi) : ·, ·••· ' < • , 18~8~1861 · '
nacionales para convertirse en Estados separados y lograr dominar a un débil
Venezuela (Guerra Federal) 1859-1863
centro político. En el caso de Colombia se produjo una secesión territorial-la
de Panamá- por la intervención de los EE.UU. en el contexto de la Guerra de
Argentina 1863
los Mil Días, con la mirada puesta en su valor estratégico, no por la capacidad
de una ciudad periférica fuerte y cohesionada para dar lugar a un proceso
... ..·· .. ·· ......· ··~··· .. ·..•......... · ·.. · .·•· . . > •. . · · ''1863.; . <l ..•
político independentista. Argentina 1866-1867
En consecuencia, durante el siglo XIX las ciudades de América Latina se
.....

· ··Pero> -o-- ••.·. . '
convirtieron en centros de acción geopolítica directa, dado que compitieron Venezuela 1868-1871
.

por establecer núcleos de poder político y desarrollar obras de infraestructura


que favorecían a determinados proyectos económicos específicos conectados Argentina 1870-1871
con unas ciudades o regiones claves, como fue la construcción del ferrocarril.
Las guerras decimonónicas latinoamericanas no fueron, pues, conflictos civiles Argentina 1874
sino más bien guerras para inventar Estados definidos por los intereses políticos ... > •.•. •...•.. ••···•·• •.... ,··· .• · Crilo~pia: · ·• •.· · ,._ :;· .· ·, · >:\ ; ··l87lÚs7f ... :i~i~
y las redes económicas de las ciudades protagonistas. Esto llevó a una notable Argentina (Conquista del Desierto) 1880
diferenciación entre el sistema de ciudades de la colonia y las ciudades de la
República. Colombia 1884-1885
192 Carlos Alberto Patiño Villa Geopolítica de las ciudades en América Latina 193

País /Nombre Años por expectativas de justicia social. El populismo latinoamericano puede defi-
Brasil (Río Grande do Sul)
~-. ,_
nirse como un fenómeno político caracterizado por la movilización intensiva
1893~1894 ,-

de las masas urbanas tras un líder carismático y por la activación de una cultura
Perú 1894-1895
--
, _Ecuador , "

- 1895- ,'," ' popular de corte nacionalista. El cacique rural decimonónico, que ejercía su
",,"" ," ¡-,
influencia en entornos periféricos del poder, dejó así paso a otra conocida figura
Brasil (Bahía) 1896-1897
",
de la política latinoamericana: el moderno del caudillo populista, que ya ejerce
- Colombia (Guerrade los Mil Días) 189n9o3,"...
""

el poder desde el centro político de la nación.


Venezuela 1898-1900
Junto a ello, América Latina alimentó durante este mismo período un com-
Fuente: Elaboración propia, adaptado de Centeno (2002, p, 45)
plejo antagonismo entre el campo y la ciudad que tendría repercusiones direc-
tas sobre los procesos de violencia social. Las ciudades se convirtieron en el
motor económico que permitía la revalorización de los predios rurales dedi-
las ciudades de América latina en el siglo XX cados a la agricultura y la ganadería por su cercanía a los centros de abasteci-
miento, pero también porque esas zonas acabarían siendo, conforme seguían
Para la década de 1910 la mayoría de los Estados latinoamericanos había las dinámicas de expansión, parte del ámbito de influencia urbana. De esta
logrado consolidarse, ya fuera bajo esquemas centralistas con presidencialismos forma las ciudades adquirieron un triple valor como fortines políticos, como
fuertes o moderados, o según un modelo federal. Las principales causas de las centros de integración social y como escenarios de incorporación a la vida y la
guerras del XIX desaparecieron, dado que la mayor parte de estas habían sido economía modernas.
impulsadas por la competencia por centralizar el poder político, militar y econó- En este contexto de competencia entre lo rural y lo urbano y de cambio
mico y por establecer esferas de influencia. Pese a ello, prácticamente ninguno en los referentes de las formas de vida y las estructuras económicas, América
de los Estados de América Latina -ni siquiera los pequeños Estados centroame- Latina se abrió a sucesivos períodos de violencia colectiva impulsados por pro-
ricanos y, quizá, con la conocida excepción de Chile en el Cono Sur-lograron cesos revolucionarios de distinto signo político. Tales procesos se iniciaron con
establecer un control efectivo sobre el territorio y mucho menos imponer el la revolución mexicana y los conflictos derivados de ella, como la denominada
monopolio de la violencia como un requisito básico de la política. En el siglo Guerra de los Cristeros. De hecho, la revolución mexican~ tuvo dos hechos clave
XX esta circunstancia se transformó en una constante rivalidad regional por el que marcaron a los demás procesos revolucionarios. En primer lugar, los prin-
poder político que, si bien para entonces no se imponía ya a través de mecanis- cipales hitos de la revolución coinciden con la toma o reconquista de ciudades.
mos violentos, no carecía de poder de movilización. En segundo lugar, las principales actividades bélicas de la revolución tuvieron
En este escenario las ciudades adquieren un nuevo protagonismo político como fin establecer cambios políticos desde las ciudades, aunque tales cambios
apoyado en dos hechos. A partir de la primera década del siglo XX, comienza se refiriesen a los modelos de propiedad rural.
un proceso constante de crecimiento urbano, tanto por la dinámica demográfica Los otros dos procesos revolucionarios que marcaron el siglo XX en América
interna como por la migración constante desde las áreas semi-rurales y rurales Latina fueron las revoluciones cubana y nicaragüense. A diferencia de las endé-
hada las ciudades. Estas, con una incipiente industrialización, ofrecían posibili- micas guerrillas que sobrevivían dispersas por las selvas y montañas del continen-
dades de empleo e inserción social de las que el campo carecía. te, estas revoluciones triunfaron solo cuando la toma de las ciudades principales
La consolidación de centros industriales y comerciales urbanos generó una fue exitosa. Esto lo deja claro Robert Moss cuando afirma que "en la mayoría de
experiencia nueva en las ciudades latinoamericanas: el surgimiento de movi- los países latinoamericanos, como en Europa o en América del norte, la revolu-
mientos populistas como expresión de la movilización política urbana. Tal y ción tiene que basarse en la ciudad. Fue necesario sufrir una serie de derrotas en
como describen en este mismo volumen Francisco Colom y Carlos de la Torre, el campo para aprender la lección" (Moss, 1971, p. 180).
la crisis finisecular del modelo agroexportador, junto con un acelerado creci- El traslado del escenario de la guerrilla a la ciudad no solo estuvo motivado
miento urbano y la ampliación del sufragio electoral, convirtieron a las ciudades por el fracaso de las estrategias rurales, sino también por el deseo de aprovechar
latinoamericanas en escenarios de grandes movimientos políticos impulsados el impresionante crecimiento urbano en América Latina. De hecho, un elemento
194 Carlos Alberto Patiño Villa Geopolítica de las ciudades en América Latina 195

esencial para comprender el fracaso de las guerrillas rurales de la región en los Nivel de urbanización por país en América Latina, 1950-2030
años sesenta fue su intento de reproducir una imagen equivocada de la revolución
Nivel de urbanización (%)
cubana. Tanto la revolución cubana como la nicaragüense tuvieron operaciones País
armadas decisivas en entornos urbanos. En el caso cubano fue el intento de asalto
al cuartel Moneada en la Habana. En Nicaragua, la operación chanchera el22 de Uruguay 78,0 80,1 82,1 85,2 88,7 91,2 93,0 94,1 94,7
agosto de 1978, cuando el Frente Sandinista de Liberación Nacional tomó el Pa- !~'·, ~;,;,~~~ <1\6 ·t·:j8;1'ii~si~~r:§6~é·.I;J9:;?j; ·• §~¡o)'~ :93,9
lacio Nacional en Managua y aceleró la caída del régimen de Anastasio Somoza. Venezuela 46,8 61,2 71,6 79,4 84,0 86,9 89,1 90,7 91,8
En realidad, la victoria de Fidel Castro en Cuba fue fruto de una coalición
~ ?#.'{; ::6],~> c75,z.'{ -~l,zé 8~}_} t85,7 '~#:v ¿¡.c),5' c9o;t~
de fuerzas políticas opuestas a la dictadura de Batista que iba mucho más allá
de la guerrilla. A Castro, sin duda, le interesaba minimizar el papel de los demás Brasil 36,0 44,9 55,8 66,2 74,7 81,3 85,2 87,3 88,9
grupos, por lo que la guerrilla urbana fue de vital importancia para la causa re- l. '~'c\ih~ ;;e ·é~;4 c54§1 f§O;.i < 68,{., ~h;6T '?J/3. 1lz7,3 ¡. ?9,//'. Ys2,3
volucionaria. Como señala Moss, los guerrilleros urbanos tienen más fuerza en Puerto Rico 40,6 44,5 58,3 66,9 71,3 75,2 78,5 81,3 83,6
los países en los que han logrado unir su causa a unos intereses nacionales más
amplios. Así, en Cuba, "dejando a un lado incidentes aislados (como el atentado
··,i1é¡d¿6';'\• ''42,7? 59,( '59,0':' '66,3, dn!J}: ;74,4:· )76,i . 7.'Ú c~J,? .•
contra la vida de Batista en 1957), el frente urbano de Castro logró contrarrestar Colombia 37,1 48,2 57,2 63,9 69,5 73,9 77,6 80,5 83,0
a casi la mitad de las fuerzas gubernamentales (unos 15.000 soldados)" (Moss, , ~< . 35!v
1·, 463y -574 .•... .646·
~.·;.,-.. • ••·,"·•.··'·.,..... ,
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. • . • ·68''.·: 12.i 'i§.r ''79~: s1.;9
197, p. 187). Castro empleó un periódico y una emisora de radio desde la Sierra Ecuador 28,3 34,4 39,5 47,0 55,1 65,3 73,1 77,8 80,6
Maestra para llevar a cabo su campaña y mantener una estrecha relación entre
los rebeldes del campo y los de la ciudad. Las guerrillas urbanas de la Habana
·J,trj6lliwcan'a;· .23;8~~ --·3q} '46.3 !5o:~-: ::}58;3/ l6~/t~ :~9§ ·~11,~ r!JEL
lograron así intensificar la revolución, erosionando el apoyo popular a Batista y Bolivia 37,8 39,3 40,7 45,5 55,6 62,5 67,8 72,1 75,7
desmoralizando a las fuerzas armadas. ri::;(Rati.ifuf~) c3~;8.,'f,~4t&·L'4t!Y).Ic5~;:s:-k"5~;,7¡~~6·.?r' t~9J ;;64;a·· )6ª;6 · ·
Nicaragua 34,9 39,6 47,0 50,3 53,1 56,1 60,3 65,1 69,5
f<~:i-~SI'·.i6;7~ ~3jic. 4;(5 ··-··,?tGi&; 55i~~, ,56;{- ~6i,üt ·4;;,9·· ·i6,?:
Las ciudades y su carácter estratégico en un contexto
contemporáneo Paraguay 34,5 35,6 37,1 41,7 48,7 56,1 62,3 67,3 71,5
.::Hühdui~~ i .ÍJ,§/ ·;#,8· '#;9i · 34,9': 41',8· , 5'?.'( 6,f:;{; :~6,{ ' ]"r,ü,_
La migración acelerada del campo a los centros urb/nos en América Latina Costa Rica 33,5 36,6 39,7 43,1 45,8 47,8 51,2 56,0 61,4
se inició a comienzos del siglo XX, recibiendo a miles d~onas que buscaban
:Jil,SlJvador.; .iJ6;5) 'ª~.4, T39;4. 4Í;<J :43,9, 46,6' ~51;oo; "_56,6 :;~2,o_·
alcanzar mejores niveles de vida y condiciones básicas de bienestar. A finales del
siglo, el grado de urbanización del continente quedó equiparado al de Europa Guatemala 29,5 32,5 35,5 37,4 38,1 39,7 43,5 49,4 55,4
y América del Norte (Lattes, 1995). La estrecha relación entre urbanización y :.·e: ¡· '·' •.··
l!aiti' ·;··• ]'2;2 J5,( 19,8 -25,¡'.•
prosperidad la define Edward Glaeser de la siguiente manera: Total 41,4 49,3 57,5 65,0 71,1 75,4 78,6 81,1 83,3

En todos los países se da una correlación casi perfecta entre urbanización y Fuente: (ONU, 2014)

prosperidad. A medida que la proporción de población urbana de una nación


aumenta en un 10 por ciento, el rendimiento per cápita aumenta en una media Este crecimiento urbano ha llevado a que las grandes ciudades contempo-
del30 por ciento. Los ingresos per cápita son casi cuatro veces más altos en ráneas, y en especial las de América Latina, compartan cuatro características
los países donde la mayoría de la población vive en ciudades que en aquéllos básicas que tienden a ser estructurales. Primero, las ciudades han venido forta-
donde la mayoría de la población vive en áreas rurales. (Glaeser, 2011, p. 21) leciendo las relaciones y transacciones sociales, políticas, culturales, económicas
196 Carlos Alberto Patiño Villa
Geopolítica de las ciudades en América Latina 197

y de seguridad con los municipios vecinos, lo que ha desbordado los límites violencia colectiva urbana en Latinoamérica y suele formar parte del pulso poli-
geográficos de sus territorios y ha dado lugar a áreas metropolitanas más am- deo entre las autoridades estatales y las movilizaciones ciudadanas.
plias que superan el marco político-administrativo tradicional, que en el caso de En tercer lugar, cuando las exigencias de las ciudades rebasan las capacida-
las ciudades de tradición hispánica es el municipio. Esta situación ha generado des institucionales, el resultado suele ser una superación de los gobiernos mu-
nuevas y complejas dinámicas para el ejercicio del gobierno urbano, como son nicipales por la violencia, la proliferación de prácticas informales o delictivas, la
la fuerte segregación espacial, la dualización del mercado laboral (formal vs.
territorialización de los grupos criminales y, finalmente, el control de la sociedad
informal), la suburbanización y la multiplicación de polos intraurbanos (univer-
por estos. En este contexto, las ciudades contemporáneas se ven sometidas a
sidades, centros comerciales y de servicios, etc.) en el área metropolitana.
disputas por el control político y económico de territorios entre una variada
gama de actores criminales que logran en ocasiones generar lealtades sociales y
Tamaño de la población y la clasificación de las aglomeraciones urbanas de
cerrar acuerdos políticos con los sectores marginados de la sociedad.
América Latina con más de 5 millones de habitantes a partir del2014 Geoffrey Demarest ha señalado que en América Latina los intereses eco-
nómicos continúan aislando física y socialmente a las comunidades pobres en
Promedio
Población Ranking tasa de expansión. Como consecuencia, estas se alejan del control del Estado y son or-
Aglomera-
País en miles mundial crecimiento ganizaciones criminales las que ocupan este espacio asegurando lealtades, impo-
ción
del área anual(%) niendo ley y orden y ofreciendo oportunidades económicas alternativas. Tanto
urbana
~ e
es así, que Demarest (1995, p. 22) llega a hablar de la aparición de "naciones
1990 2óú :_ ~ ~-~-'
2030 1990 2014 2030
autónomas dentro de las naciones".
I/ ¡
e

Ciudad
México 15.642 20;843 23.865 4 10 0,8 Los espacios urbanos han sido por consiguiente el foco de la violencia orga-
de México .. t,:
.
. : ~ .· •: .· : nizada contemporánea, ya sea política o criminal, debido principalmente a las
Sao Paulo Brasil 14.776 20.831 23.444 5 -;5.. 11 1,4 posibilidades de organización y clandestinidad que brindan las grandes ciuda-
Buenos des y las nuevas tecnologías. Estas disputas por el control del territorio desafían
Aires
Argentina 10513 }5.024 16.956 10 .13 18 1,3
la capacidad del Estado para mantener el control territorial. En este sentido, las
.~
~~-\o
Lima Perú 5.837 .~:'?.722. 12.221 28 .·.3 : 30 2,0 grandes ciudades ofrecen las circunstancias propicias para la conformación de
grupos dedicados a actividades ilicitas. Su evasión al control territorial del Esta-
Bogotá Colombia 4.740 9.558 11.915 34 l·y:_ 32 2,7 do constituye un factor básico para la rentabilidad de estos negocios.
Santiago Chile 4.616
..<
6.472. 7.122
::
36 [_;·l~ .
c':c•' 64 0,7
Dicho de otro modo, la disputa por el control del territorio y el surgimiento
de la criminalidad urbana, no solo obedecen a la pobreza y la exclusión provo-
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1·}~·:.
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Be!o '

Brasil 3548 5.667. 6.439 53 ¡: . 75 1,1 cadas por la acelerada urbanización, sino también a la incapacidad del Estado
Horizonte
para {cíñtrolar el territorio y ofrecer a los ciudadanos unos determinados ni-
Fuente: (ONU, 2014, pp. 26-27) veles~ seguridad y oportunidades económicas. Una característica adicional
de algunas ciudades latinoamericanas actuales es la de haberse convertido en
En segundo lugar, las ciudades experimentan enfrentamientos con el Estado escenario de nuevas formas de alianza entre diversos tipos de grupos crimina-
por las demandas ciudadanas para el acceso a servicios, el reconocimiento de les. Esta fusión operativa y estratégica es especialmente preocupante, porque
derechos específicos de propiedad urbana y condiciones mínimas de seguridad como se ha visto en el caso mexicano o colombiano, se trata de alianzas con
y justicia. Muchos de estos procesos marcan lo que Charles Tilly calificó como capacidad para generar actividades de insurgencia y de desafío directo a las
tendencias de una contienda política: "[es una] contienda porque los partici- estructuras del Estado.
pantes reivindican algo que afecta a sus intereses, y es política porque siem- En cuarto y último lugar, en un mundo marcado por las tendencias a la
pre está en juego la relación de los participantes con el gobierno" (Tilly, 2007, globalización, las ciudades han emergido como espacios sometidos a nue-
p. 25). Este tipo de conflictos constituye el germen de diversas formas de vas demandas del capital global y como polos para la prestación de servicios
198 Carlos Alberto Patiño Villa Geopolítica de las ciudades en América Latina 199

comerciales y operaciones financieras internacionales. Al constituirse en nodos ciudades señeras marca el primer período de la independencia. Un siglo des-
de dinámicas tecnológicas y financieras transnacionales, sin necesidad de una pués, estas ciudades serían en algunos casos protagonistas de procesos armados
continuidad geográfica, las ciudades han generado lo que Saskia Sassen denomi- y revolucionarios que obedecían a dinámicas distintas de, las del siglo XIX. Por
na un sistema urbano transnacional, cuya autonomía representa un desafío para último, las pautas de crecimiento urbano durante el siglo XX terminaron por
los Estados, pues estas ciudades globales quedan desconectadas de su región e desdibujar y sobrepasar los límites y capacidades institucionales de los viejos
incluso de su nación (Sassen, 2007, p. 145; 2010). municipios de matriz hispana.
Como resulta obvio, estas transacciones internacionales entre ciudades no Los Estados de América Latina se encuentran inmersos en la actualidad en
solo se dan en el ámbito de la economía legal. Las ciudades también funcionan un proceso de transformación marcado por las dinámicas de la globalización.
como centros internacionales del crimen organizado y las rentas ilegales. Los Sus grandes ciudades se han convertido en espacios complejos en los que con-
avances en las tecnologías de la información y las comunicaciones han facilitado fluyen las tensiones políticas provocadas por la provisión y consumo de bienes
sus operaciones y permitido que las organizaciones criminales encuentren en las públicos junto a crecientes demandas de ciudadanos que aspiran a alcanzar ni-
grandes ciudades de la globalización un refugio para sus operaciones. Así, como veles dignos de bienestar y seguridad. Al mismo tiempo, las grandes urbes se
concluye Manuel Castells: han convertido en escenarios de la rivalidad por el control territorial entre el
Estado y una miríada de actores criminales. Como consecuencia, algunos países
[. .. ] la soberanía estatal, ya debilitada por los procesos de globalización e latinoamericanos -como era evidente hace dos décadas en Colombia y lo es en
identificación, se ve directamente amenazada por las redes flexibles del cri- la actualidad en México, pero también cada vez más en lugares como Honduras,
men, que sortean los controles y asumen un nivel de riesgo que ninguna otra Bolivia e incluso Argentina y Brasil- están experimentando una creciente ame-
organización es capaz de absorber. (Castells, 1999, p. 229) naza de fragmentación social y política debido a la incapacidad histórica de sus
Estados para controlar la integridad de su territorio y el palpable papel de las
En suma, las ciudades contemporáneas de Latinoamérica constituyen ciudades en las nuevas disputas geoestratégicas.
espacios estratégicos para los nuevos conflictos caracterizados por la cri- Este capítulo ha intentado poner de manifiesto la importancia estratégica del
minalidad y el narcotráfico, que encuentran en ellas las condiciones y opor- territorio urbano en América Latina para asegurar mejores niveles de goberna-
tunidades propicias para su desarrollo. Este tipo de desafío a los Estados por bilidad y mantener la seguridad pública como núcleo elemental de un ordena-
el control de sus territorios urbanos representa, más que una amenaza para miento democrático y sometido a derecho.
la seguridad de las ciudades en sí mismas, una amenaza para la seguridad
nacional. Es ahí donde radica la importancia geopolítica de las ciudades en
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