Está en la página 1de 50

Violencia Intrafamiliar

¿Qué es la violencia intrafamiliar¿


La violencia doméstica,1 violencia familiar o violencia intrafamiliar es un concepto
utilizado para referirse a «la violencia ejercida en el terreno de la convivencia
asimilada, por parte de uno de los miembros contra otro, contra algunos de los
demás o contra todos ellos».2 Comprende todos aquellos actos violentos, desde el
empleo de la fuerza física, hasta el hostigamiento, el acoso, o la intimidación, que
se producen en el seno de un hogar, y que perpetra al menos un miembro de
la familia contra algún otro familiar.3
El término incluye una amplia variedad de fenómenos, entre los que se encuentran
algunos componentes de la violencia de mujer a hombre, violencia contra las
mujeres, violencia intragénero, maltrato infantil, violencia filio-parental y abuso de
ancianos.45La falta de recursos económicos en las familias así como las condiciones
adversas para el cuidado de sus integrantes, son detonantes de la violencia
doméstica, tanto para las mujeres como para los menores y personas mayores. Así,
la actual coyuntura económica se presenta como un factor generador de violencia
doméstica en aquellos domicilios en los que la falta de recursos es patente, según el
doctor José Romero-Urcelay, director Clínico del Departamento de Trastornos de la
Personalidad en el Hospital Broadmoor (Inglaterra), durante su intervención en el
XX Curso de Actualización en Psiquiatría, en Vitoria
¿Qué es la Violencia Intrafamiliar en Colombia?
La violencia es el uso deliberado de la fuerza física contra uno mismo, otra persona,
generando lesiones, muerte, daños psicológicos o problemas de desarrollo. El que
maltrate física o psicológicamente a cualquier miembro de su núcleo familiar
incurrirá, siempre que la conducta no constituya delito sancionado con pena mayor
en prisión.
En Colombia los casos de violencia de género contra la mujer son los que tienen un
mayor índice, seguido por la violencia contra el menor de edad, seguido de la
violencia contra adultos mayores.
Tipos de violencia doméstica
Habitualmente este tipo de violencia no se produce de forma aislada, sino que sigue
un patrón constante en el tiempo. Los principales sujetos pasivos son las mujeres,
niños y personas dependientes. Lo que todas las formas de violencia familiar tienen
en común es que constituyen un abuso de poder y de confianza. Dada la
complejidad y variedad del fenómeno, es muy difícil conocer sus dimensiones
globales.
Violencia psicológica
La violencia psicológica, también conocida como violencia emocional, es una
forma de maltrato, por lo que se encuentra en una de las categorías dentro de la
violencia doméstica. La intención que trae consigo la violencia psicológica es
humillar, hacer sentir mal e inseguro a un individuo, deteriorando su propio valor.
Difiere del maltrato físico ya que este es sutil y es mucho más difícil de percibirlo o
detectarlo. Se manifiesta a través de palabras hirientes, humillaciones, gritos e
insultos. Este trastorno puede tener bases en la infancia de las personas cuando hay
falta de atención por parte de los padres o familiares y violencia intrafamiliar.
Violencia contra los adultos mayores
El síndrome de la abuela esclava es otra forma de maltrato frecuente en el siglo xxi,
descrito sobre todo en países hispanoamericanos, que afecta a mujeres adultas con
gran carga familiar, voluntariamente aceptada durante muchos años, pero que al
avanzar la edad se torna excesiva. Si la mujer no expresa claramente su agotamiento
(o lo oculta), y sus hijos no lo aprecian y le ponen remedio, la sobrecarga
inadecuada provoca o agrava diversas enfermedades comunes: hipertensión arterial,
diabetes, cefaleas, depresión, ansiedad y artritis. Estas manifestaciones no curan
adecuadamente si no se reduce apropiadamente la sobrecarga excesiva.
Ocasionalmente puede provocar suicidios, activos o pasivos
El Síndrome de los Abuelos Fantasmas: En este tipo de violencia los abuelos son
tan ignorados que nadie los ve ni los escucha, simplemente llegan a ser un mueble
más de la casa. Los hijos creen que darles de comer y darles un espacio para vivir,
es suficiente para satisfacer sus necesidades y no se dan cuenta de que eso, es lo de
menos. Ya que lo que desean estos abuelos es ser queridos, tomados en cuenta,
sentirse útiles y amados. Esta violencia contra las personas de la tercera edad trae
como consecuencia la depresión que puede llegar al suicidio y acarrear múltiples
enfermedades, ya que las personas en su afán de querer morir no se atienden de sus
padecimientos y como en un círculo vicioso genera más trastornos todavía.
Los niños que suelen estar presentes durante la violencia y los que presencian
pueden sufrir problemas emocionales y de comportamiento. Los investigadores
indican que la violencia en la familia a los niños los afecta en tres maneras: en la
salud, educación y el uso de violencia en su propia vida. Se ha comprobado que los
niños que presencia la violencia manifiestan un grado mayor de depresión,
ansiedad, síntomas de trauma y problema de temperamentos.18

Violencia contra la mujer en la pareja


Gráfico de la prevalencia (por millón)
de la violencia contra mujeres en las relaciones de pareja por país.
La idea de la sumisión de la mujer como mejor forma para asegurar la paz dentro
del matrimonio está todavía arraigada entre nosotros.
Inés Alberdi
La violencia contra la mujer por parte de su pareja o expareja está generalizada en
el mundo, dándose en todos los grupos sociales independientemente de su nivel
económico, cultural o cualquier otra consideración. Aun siendo de difícil
cuantificación, dado que no todos los casos trascienden más allá del ámbito de la
pareja, se supone que un elevado número de mujeres sufren o han sufrido este tipo
de violencia. Estudios realizados en países por desarrollar arrojan una cifra de
maltrato en torno al 20%, encontrándose los índices más bajos en países de Europa,
en Estados Unidos, Canadá, Australia y Japón con cifras en torno al 3 %.19
La mayoría de las víctimas oculta que existan esos problemas por temor a ser
juzgadas en la sociedad. La indecisión es una de las causas para no admitir la
situación así como el estereotipo dominante de la feminidad en Occidente, donde no
se considera como atributo de las mujeres el ejercicio de la violencia activa.
También entra el aspecto de la educación y del entorno social que se vive desde
niños, a un hombre que es maltratado psíquica o físicamente por su pareja, se le
atribuye que es un hombre "débil", o es agredido por sus amigos o compañeros de
trabajo y es precisamente por esto que no está dispuesto a denunciar y mucho
menos a buscar ayuda. Esto es una consecuencia directa del machismo, ya que
socialmente se considera débiles a las mujeres y por lo tanto incapaces de maltratar
a los hombres.
Unas de las consecuencias de la violencia doméstica es la depresión. Las mujeres
que sufren violencia doméstica corren un mayor riesgo de estrés y trastorno de
ansiedad, en particular los trastornos resultantes del estrés postraumático. El intento
de suicidio y depresión se conectan estrechamente la violencia en pareja. La
violencia contra la mujer impide que participen plenamente en sus comunidades en
los planos económicos y sociales. Las mujeres en violencia tienen menos
probabilidades de tener empleo.18
En la pareja, el maltrato contra la mujer tiene unas causas específicas: los intentos
del hombre por dominar a la mujer, la baja estima que determinados hombres tienen
de las mujeres; causas que persiguen instaurar una relación de dominio mediante
desprecios, amenazas y golpes.
Los hombres que maltratan a su pareja son motivados por una necesidad de dominar
y controlar a su pareja. En una revisión de múltiplos trabajos los principales
resultantes indican que los agresores suelen presentar con frecuencia alteraciones
psicológicas como falta de control sobre ira, dificultades en la expresión de
emociones, déficits de habilidades de comunicación y de solución de problema y
baja autoestima. “Existen diferentes tipos de hombres violentos —agresores
limitados al ámbito familiar, agresores con características bordeline/disfóricas y
agresores violentos en general/antisociales— que requieren programas de
tratamiento, adaptados a sus características y necesidades específicas”
Los rasgos más visibles del maltrato son los golpes y los asesinatos, los cuales
trascienden del ámbito de la pareja; sin embargo, los maltratos de baja intensidad,
los maltratos psíquicos que, mantenidos en el tiempo, socavan la autoestima de la
mujer, son los que mayoritariamente se dan. 21 Cuando trasciende un caso de
maltratos, la mujer puede llevar años sufriéndolos. Y si los maltratos pueden
producirse en cualquier etapa de la historia de la pareja, es en el momento de la
ruptura y tras esta, si se produce, cuando llegan a exacerbarse.
«Mujer maltratada con un bastón», dibujo de Goya.
Es por esto que, en la búsqueda de prevenir la violencia, se trata de dar herramientas
a los adolescentes para identificar los rasgos típicos de las personas violentas y ser
conscientes de esa violencia de baja intensidad que comienza generalmente antes
del matrimonio, durante el noviazgo. Así nace el concepto de violencia en el
noviazgo.
Es frecuente tratar el tema de los maltratos como casos individuales. Los agresores
sufrirían una serie de trastornos que les conducirían a maltratar a la mujer y a esta,
en su fragilidad, a recibirlos. Esta sería una visión del problema tranquilizadora que
no pondría en cuestión el modelo patriarcal.
El modelo psicopatológico explica la violencia como resultado de conductas
desviadas propias de ciertos individuos cuya historia personal está caracterizada por
una grave perturbación. Este enfoque, al fin y al cabo tranquilizador, habla de un
«otro», un «enfermo» o «delincuente», al que, después de examinarlo, se le puede
castigar o tratar médicamente. Desde el punto de vista feminista, la violencia
masculina se percibe como un mecanismo de control social que mantiene la
subordinación de las mujeres respecto de los hombres. La violencia contra las
mujeres se deriva de un sistema social cuyos valores y representaciones asignan a la
mujer el estatus de sujeto dominado.
Las consecuencias últimas de la violencia contra la mujer en la pareja son la de
decenas o cientos de mujeres muertas cada año, en diferentes países, a manos de sus
parejas o exparejas. Y en muchos casos, esta violencia a manos de sus parejas o
exparejas contra la mujer quien es madre además del estrés postraumático que
puede seguir produzcan efectos muy negativos para el desarrollo psicológico de los
niños en el hogar.23
Las consecuencias de estos (y de cualquier otro tipo de maltrato) son que la
autoestima de la mujer disminuye y afecta el desarrollo emocional. Además, si no
existe un avance o solución previa en la mujer suele entrar en relaciones en las que
se repite este patrón de maltrato, cayendo en un círculo vicioso. La baja autoestima
se refleja mucho en el ámbito escolar o laboral; la mujer tiene problemas de
identidad y mucha dificultad en cuanto al manejo de la agresividad, se le dificulta
construir relaciones afectivas debido a la desconfianza hacia las demás personas.
La violencia contra la mujer adquiere especial relevancia, gravedad y consecuencias
cuando se sufre durante el embarazo. Si todavía cabe mayor gravedad en una escala
de malos tratos, se debería considerar a la embarazada adolescente (menor de edad)
sometida a vejaciones y malos tratos. El sufrimiento personal y las complicaciones
del embarazo son de extrema gravedad y repercusión tanto en la madre como en el
producto de la gestación.24El Estudio de la OMS se centró, principalmente, en la
violencia contra la mujer infligida por su pareja. Dicha violencia incluye la
violencia física, sexual y psíquica y los comportamientos dominantes por parte de
sus parejas actuales o anteriores, y comprende tanto la situación actual de las
mujeres entrevistadas como sus experiencias anteriores. Este informe se centra,
fundamentalmente, en las experiencias de violencia física y sexual notificadas por
las mujeres, en particular a la hora de evaluar el vínculo de dicha violencia con las
repercusiones para la salud, debido a la dificultad que supone cuantificar
coherentemente el maltrato psíquico en las distintas culturas.
Performance durante el paro internacional de mujeres en denuncia de la violencia
doméstica
Los resultados indican que la violencia infligida por la pareja (también denominada
“violencia doméstica”) se halla extendida en todos los países donde se realizó el
Estudio. No obstante, se registraron numerosas variaciones entre países y entre
entornos dentro de un mismo país. Si bien se observaron diferencias en función de
la edad, el estado civil y el nivel de instrucción, estos factores sociodemográficos no
explicaron las divergencias que se encontraron entre los distintos entornos.
El porcentaje de mujeres que habían tenido pareja alguna vez y que habían sufrido
violencia física o sexual, o ambas, por parte de su pareja a lo largo de su vida
oscilaba entre el 15 % y el 71 %, aunque en la mayoría de los entornos se
registraron índices comprendidos entre el 24 % y el 53 %. Las mujeres japonesas
eran las que habían experimentado menos violencia física o sexual, o ambas,
infligida por su pareja, mientras que el mayor número de experiencias violentas se
registraba en entornos provinciales (fundamentalmente de población rural) en
Bangladés, Etiopía, Perú y la República Unida de Tanzania. Sin embargo, incluso
en Japón, cerca del 15% de las mujeres que habían tenido pareja alguna vez declaró
haber sido objeto de violencia física o sexual, o ambas, en algún momento de su
vida. En el último año, los porcentajes de mujeres que habían sido víctimas de
violencia a manos de su pareja oscilaban entre un 4 % en Japón y en Serbia y
Montenegro.
Violencia contra el hombre en la pareja
La violencia doméstica contra el varón —en el contexto de la violencia doméstica
— se refiere a aquellas acciones violentas donde el rol de agresor es tomado por la
mujer en las parejas heterosexuales o bien, por uno de los dos varones en aquellas
parejas de carácter homosexual. Como en la violencia doméstica contra las mujeres,
la violencia contra los hombres puede constituir un crimen, pero hay gran variación
entre las leyes de distintas jurisdicciones. A pesar de numerosos estudios que
informan sobre la preponderancia con que la violencia doméstica es perpetrada por
los varones contra las mujeres,25 otros estudios sugieren que las tasas de violencia
doméstica de las mujeres y los hombres son equivalentes. 26 Eso ha generado
muchas controversias y discusiones entre los investigadores.
Algunos autores indican que tanto en la violencia doméstica contra las
mujeres como en la que es realizada contra los hombres se pueden encontrar
motivos similares,27 mientras que la idea de que el hombre pueda ser víctima de la
mujer genera resistencias y no está exenta de controversias, en las que se trata, por
ejemplo, el sesgo al entender la idea de violencia física como la única forma de
violencia realmente importante.28
Mientras que las mujeres que experimentan violencia doméstica son abiertamente
alentadas a reportarla a las autoridades, se ha argumentado que los varones que
experimentan tal violencia a menudo encuentran presiones contrarias a su denuncia,
y que aquellos que lo hacen enfrentan el estigma social, en cuanto a la percepción
de falta de hombría y otras cuestiones que denigran su masculinidad.29: 6 30
En el Perú alrededor de 6149 varones son víctimas de violencia a nivel nacional,
esto representa el 15 % de todas las denuncias presentadas por violencia. 31 los
varones víctimas de esto no denuncian por temor a las burlas y al rechazo de
familiares y amigos.
Violencia contra los niños
La detección del niño expuesto a violencia doméstica puede llegar por diversos
caminos; el más común de ellos es que la madre haya hecho una consulta y revele la
situación. El problema también puede salir a la luz porque otro profesional, como el
pediatra o profesor lo haya detectado, o porque el propio niño lo verbalice.
Las condiciones asociadas a situaciones de maltrato, impiden el desarrollo normal a
lo largo de la infancia y sitúan al niño a alto riesgo de desarrollar psicopatología
(Cicchetti y Toth, 1997). Para conocer las consecuencias psicológicas de la
violencia doméstica en los niños se hace necesaria la evaluación de su estado
cognoscitivo, emocional y conductual (Osofsky, 1999). Las alteraciones que
presente varían según la etapa evolutiva en la que se encuentra.
En preescolares, la exposición a violencia doméstica se asocia a irritabilidad
excesiva, regresión en el lenguaje y control de esfínteres, problemas de sueño
(insomnio, sonambulismo), ansiedad de separación, dificultades en el desarrollo
normal de la autoconfianza y de posteriores conductas de exploración, relacionadas
todas ellas con la autonomía (Osofsky, 1999). Los síntomas de Trastorno por Estrés
Postraumático (TEPT), como reexperiencia repetida del evento traumático,
evitación, y aumento del arousal, también están presentes en niños pequeños.
En la etapa preescolar se suele contar con la información de la madre o de otros
adultos significativos. El Child Behaviour Checklist (CBCL1½-5 y TRF1½-5;
Achenbach y Rescorla, 2001), contestado por la madre o por los profesores,
permiten obtener un perfil sintomatológico general de los problemas conductuales y
emocionales de los niños de estas edades.
El cuestionario Interactivo Gabi (adaptación al español de Dominic Interactive;
Valla, Bergeron, y Smolla, 2000) es un autoinforme de cribado de sintomatología
psicopatológica para niños de 6 a 11 años. Se presenta en formato audiovisual con
dibujos sobre un niño o una niña llamados Gabi. Cada ítem describe una situación
que le sucede al personaje y el niño debe contestar si le sucede lo mismo a él. Se
evalúan 8 escalas (fobias específicas, ansiedad de separación, ansiedad
generalizada, depresión/ distimia, oposición, problemas de conducta, déficit de
atención/hiperactividad y puntos fuertes/capacidades).
Los niños en edad escolar muestran síntomas de ansiedad, depresión, conducta
agresiva y estrés postraumático, así como otros problemas asociados como
dificultades para dormir, concentrarse y para afrontar las peculiaridades de su
entorno. Sus actitudes, competencia social y su funcionamiento escolar se ven
afectados y, a medida que crecen, tienen mayor riesgo de presentar fracaso escolar,
cometer actos vandálicos y presentar psicopatología, incluyendo abuso de
sustancias (Osofsky, 1999). Los adolescentes que son testigos de violencia
doméstica presentan mayores índices de implicación en actos criminales (Fagan,
2003) y tienden a justificar el uso de la violencia en sus relaciones amorosas
(Lichter y McCloskey, 2004).32
Violencia filio-parental
La violencia filio-parental (VFP) o violencia de los hijos a los padres es el conjunto
de conductas reiteradas de agresiones físicas (golpes, empujones, arrojar
objetos), verbales (insultos repetidos, amenazas) o no verbales (gestos
amenazadores, ruptura de objetos apreciados) dirigida a los padres o a los adultos
que ocupan su lugar.33Se incluyen, entonces, las amenazas y los insultos, ya sean
realizados a través de gestos o verbalizaciones, las agresiones físicas de cualquier
tipo, o la ruptura consciente de objetos apreciados por el agredido. Además, la
violencia debe ir dirigida contra los padres o aquellas figuras parentales que les
sustituyan: tutores, educadores, etc.
En el Código Penal de países como España (art. 173.2.) se conoce por violencia
familiar los maltratos que se efectúan entre los integrantes de la unidad familiar
nuclear, donde entre la víctima y el agresor existen vínculos: genéticos, legal, de
convivencia, de dependencia económica y/o afectiva.34
No se incluiría, por tanto, en esta definición la violencia ocasional sin antecedentes
y que no se repite. Esto excluye, de manera casi generalizada, el parricidio, que
presenta características particulares que lo distinguen y que, a menudo, constituye
un episodio único, sin que se registren antecedentes. Se excluyen, también,
la agresión sexual a los padres y los asaltos premeditados con armas letales por
considerarse de un perfil diferente, así como la violencia que aparece en un estado
de disminución importante de la consciencia (autismo o discapacidad
intelectual grave) y que no se repite cuando este estado remite: violencia en el curso
de intoxicaciones, de trastornos mentales orgánicos, de trastornos del curso o
contenido del pensamiento, etc.
Violencia contra el adolescente
En la edad adolescente se dan situaciones referidas a los cambios tanto biológicos,
psicológicos y sociales. Donde se incluyen miedos, injusticias, discriminación,
violencia, temor al futuro, toma de decisiones, falta de entusiasmo, entre otros
aspectos.
Cuando se empieza a desdibujar la identidad de la familia, sus miembros actúan de
modo descoordinado, hay una distorsión de la comunicación, los valores y creencias
son cuestionados. La familia empieza a funcionar con predominio de desorden y
comienza a haber situaciones que exceden su límite de tolerancia. Los integrantes
de la familia han entrado en lo que comúnmente se denomina una "crisis", esta
crisis se va a caracterizar por estados de confusión, desorganización y caos. Dado
que la presencia de conflictos en las relaciones interpersonales es inevitable, en lo
que nos tenemos que detener es en el método utilizado para su resolución. No es
difícil diferenciar el conflicto resuelto mediante la puesta en juego de
conocimientos, aptitudes y habilidades comunicativas, y otro que se resuelve
mediante el ejercicio de poder y de autoridad. La agresividad da cuenta de la
capacidad humana para oponer resistencia, incluye aspectos fisiológicos,
conductuales y vivenciales.
La agresión puede adoptar diferentes formas, motoras, verbales, gestuales,
posturales, etc. El maltrato juvenil es cualquier acción u omisión, no accidental que
provoque un daño físico o psicológico a un adolescente por parte de sus padres o
cuidadores. Hay diferentes tipos de maltrato juvenil, como: físico (lesiones), sexual
(Se podría definir al abuso sexual como el tipo de contacto sexual por parte de un
adulto o tutor, con el objetivo de lograr excitación y/o gratificación sexual.),
abandono y abuso emocional (hostilidad verbal como insultos, burlas, desprecio,
críticas o amenazas de abandono), ser testigo de violencia (Estos presentan
trastornos muy similares a los que caracterizan a quienes son víctimas de abuso)
Implicación social constructiva de la violencia familiar
La violencia, en la mayoría de los casos, ha llegado a ser parte de la vida cotidiana
de muchas personas a las cuales afecta en gran manera su comportamiento y el
desarrollo de diversas actividades que deseen ejercer. Es decir, la violencia también
es una conducta aprendida.49 La violencia puede manifestarse en cualquier ámbito
social como el cultural, político, económico y el ámbito social doméstico.
La violencia familiar tiene como base la cultura (el medio donde se desarrolla esta
situación) y que incluso, engloba a los medios de comunicación. Este régimen de
ideas apoya ciertas justificaciones a las acciones clasificadas como violencia
intrafamiliar por el uso de estereotipos a los miembros de la familia. Durante la
década de los setenta se desarrollaron varias teorías sobre los posibles principios del
abuso de la mujer por su marido o pareja masculino. Una de ellas es a base del
pensar feminista que postula que la sociedad es patriarcal y que se acepta el uso de
la violencia para mantener dominación masculina.50 Según esta teoría el hombre
utiliza la violencia para subordinar a las mujeres porque las mujeres le temen a la
violencia. Otra teoría refleja que los hombres causan daño a su pareja reporta
sentimientos de respecto a su pareja. De acuerdo con el estudio de Lenore Walker
(1984), esta teoría trata de reconciliar la teoría feminista con la teoría de
acondicionamiento social.
Un miembro de la familia que es oprimido u omitido intencionalmente con el fin de
someterlo a fuerzas vía lo físico, lo psicológico o sexualmente, está en una relación
abusiva. La relación abusiva usualmente es entre parejas sentimentales, o de otros
modos cónyuges, y es razón principiante de los problemas en salud pública.
El abuso psicológico es el más amplio de todas las violencias por porque pueden
incluir abusos de tipo sexual y físico causando trauma a la víctima. Este tipo de
abuso es visto como manipulación entre la pareja. Mujeres señalan que el abuso
verbal, incluyendo la coerción, el aislamiento, la privación, las amenazas, la
humillación y la frialdad afectiva, son incluso peor que el abuso físico. Mientras
que el abuso físico es episódico, el psicológico es progresivo y se mantienen por
plazo largo.51
La mujer maltratada es aquella mujer que permanece en una relación donde su
pareja la agrede sistemáticamente.52 El ciclo de la violencia tiene tres etapas
sucesivas primordiales. En la primera etapa se incrementa la tensión y la víctima
intenta progresivamente tratar agradar al abusador para que suceda la violencia. Si
la violencia sigue este ciclo, la víctima puede enfrentarse con la pareja porque ha
visto que la violencia es inevitable. Al hacer esto la tensión cada vez se vuelve
mayor. La segunda etapa es donde se inicia la violencia de cualquier forma y
siempre es dolorosa. Finalizando el ciclo, el abusador pide perdón a su pareja, por el
remordimiento y probablemente dice que jamás sucederá por la realización de un
comportamiento positivo. La persona afectada puede sentirse recompensada y lo
perdona, creyendo que no va a suceder la violencia de nuevo. 51Cualquier persona
sana piensa que la mejor decisión sería abandonar la relación ya que hay amenaza
de violencia, pero no se descarta tan ligeramente. Cinco razones por cual la
terminación de la relación es cuidadosa son las siguientes. La víctima teme por
su seguridad personal u otros miembros de la familia tanto como el capital
económico y de vivienda del mismo. Otra razón por cual no se deshecha la relación,
es la esperanza de cambio en el perpetrador. Creencias personales que la víctima no
está dispuesta a cambiar. Una de las razones más persuasivas, algunas veces, es la
misma familia quien dice que no terminen la relación. 53La presión de vida en
general a veces no deja que uno tome la decisión correcta.
En cuanto a la respuesta o solución de este fenómeno social, debe empezar con la
comprensión de lo que es la ley concreta y sus consecuencias. Por ejemplo, La ley
número 54 del año 1989, Ley para prevención e intervención con la violencia
doméstica en Puerto Rico; describe en su tercer capítulo la conducta Delictiva,
Penalidades y otras Medidas.
Hay gestiones constructivas en el plan de solucionar este problema según la
Organización Panamericana de Salud. Dentro del significado violencia familiar
expone que este es formado de relaciones subjetivas entre las personas. Con base a
esto se han elaborado nuevos modelos de gestión cuales enfoques son las relaciones
familiares. Una de ellas es el brindar atención integral a la persona y su familia,
donde prevención y la seguridad sean los ejes articuladores de la gestión y de la
intervención. Otro modelo de gestión sería concentrarse en la educación social de la
comunidad a fin de lograr la cultura de la no violencia y promocionar
comportamiento familiar unido.54
Un enfoque psicoanalítico sobre la violencia intrafamiliar
Un enfoque psicoanalítico te ofrece una perspectiva que es centrada en la
simbolización de los actos agresivos que presenta todo ser humano, la posición de
la víctima y la responsabilidad subjetiva de los personajes que forman parte de la
violencia doméstica. La violencia intrafamiliar se considera como una epidemia que
golpea a los hogares en un ámbito mundial.
El psicoanálisis explica que todo ser humano existen desde la infancia tendencias e
impulsos agresivos que deben ser liberados. Esto sostiene que la agresividad y
violencia no son exclusivas de personas jóvenes o adultas, clase social alta o baja,
familia con cultura determinada y educación. Enseñan que la violencia doméstica
muestra dificultad para trasmitir la agresividad de una forma civilizada. Los
psicoanalíticos han mostrado que en la infancia las personas experimentan placer
cuando liberan su agresividad, pero con el curso del desarrollo la educación recibida
en casa y el colegio hace que agresión se impide la satisfacción de agresividad por
medio del castigo.55
«desde el psicoanálisis se explica que estas indeseadas situaciones de violencia
están presentes en toda familia, pues en todo ser humano existen desde la temprana
infancia tendencias e impulsos agresivos que surgen en la relación con el semejante
y que deben ser descargados, pues la imposibilidad de descargar estos impulsos
genera displacer».
Guía para la valoración de la violencia (VRAG)
Existen ciertas pruebas que pueden indicarnos si un sujeto es violento o si puede
cometer con alta probabilidad hechos violentos en un futuro, como la guía para la
valoración de la violencia, desarrollada en 1994 por los psicólogos Cristopher
Webster, Grant T. Harris, Rice, Cormier y Vernon L. Quinsey.
La prueba de evaluación inicialmente constaba de dos partes, un componente
actuarial y tras este un esquema clínico compuesto de 10 ítems que incluía factores
de riesgo dinámicos, pero más tarde los propios autores lo eliminaron. Actualmente
la VRAG estudia y mide diferentes variables en los sujetos, está compuesto de 12
ítems y algunos son: puntuación en el PCL-R, desajuste escolar temprano, edad
cuando se cometió el primer delito, diagnóstico de algún trastorno… etc. Una vez
finalizada la prueba se miden esas variables en una tabla, y según los resultados
obtenidos se asigna al sujeto en alguno de los 9 niveles de riesgo.
Este examen nos sirve para determinar el grado de riesgo y peligrosidad de un
sujeto, así, por ejemplo, si se encuentra situado en alguno de los niveles superiores
se podrá abordar algún plan de prevención para conseguir reducir al máximo el
riesgo.
Propuestas para evitar la violencia intrafamiliar
La violencia en el hogar se consideraba como un asunto privado, pero hoy en día es
considerado un problema de salud pública y de derechos humanos.
La violencia en el hogar no solo afecta a los cónyuges sino también a los hijos de
las mujeres maltratadas, pues los varones al ver estas actitudes desde el hogar en un
futuro pueden llegar a convertirse en maltratadores ya que pueden llegar a pensar
que si el padre lo hacía porque ellos no pueden hacerlo, en el caso de las mujeres
pueden llegar a casarse pero pueden llegar a convertirse en víctimas sumisas de su
pareja. El carácter de un niño se define a los 7 años, pero en el transcurso de la
formación ellos aprenden de mamá y papá, ponen en práctica lo bueno y lo malo
que ven en sus hogares y si los hijos no ven conductas agradables de sus padres
ellos aun así lo hacen pensando que no hacen mal porque papa y mama lo hacen,
pero estas malas actitudes ya quedaron en la mente del niño y se convierten en un
trauma. La violencia del hogar se hace notar en los niños ya que el desempeño no es
igual. Es notable cuando un niño tiene problemas en el hogar ya que se mantiene
alejado de cualquier actividad, no tiene amigos, no le gusta que se le acerquen,
agresividad y constantes pesadillas; pero estas son solo consecuencias de la
violencia en el hogar. Hoy en día existen asociaciones contra la violencia en el
hogar las cuales proponen lo siguiente:
 Si en la relación antes del matrimonio se ven actos violentos es mejor hablarlo
y tratar de cambiarlo.
 Establecer límites en el matrimonio cuando empiezan a haber gritos, ya que
los actos violentos empiezan por la falta de comunicación en la pareja.
 Cuando se dé un problema tratar la forma de calmarse ya que hay niños de por
medio.
 Saber que cada decisión que tomemos va a afectar de buena o mala forma a
los niños.
 Si ya se llegó a un extremo en el que la violencia ya no solo es verbal sino
física acudir a un centro de consejería para los afectados.
 Denunciar cualquier abuso hacia un miembro de la familia.
Ante esto, resulta fundamental llamar la atención sobre esta circunstancia y resaltar
el papel que juega el psicólogo forense en estas situaciones para favorecer el
desarrollo positivo de los implicados y proporcionar a estas familias servicios
preventivos o de intervención, adaptados a sus necesidades, permitiéndoles superar
obstáculos a lo largo de su ciclo de vida.
Como serían la realización de peritajes sobre valoraciones psicológicas de las
afectaciones físicas, psíquicas y sexuales de las víctimas, tanto mayores como
menores de edad, para su presentación ante el tribunal.
Los psicólogos forenses estarán presentes como profesionales especializados que
ofrecen una intervención psicológica a cualquier individuo o familia en cualquier
momento de su vida. 56
Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia
contra las mujeres y la violencia doméstica
El Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia
contra las mujeres y la violencia doméstica (Convenio de Estambul) 5758 es el primer
instrumento europeo jurídicamente vinculante destinado a prevenir y combatir la
violencia contra las mujeres y la violencia doméstica en Europa.59
En este convenio, violencia doméstica se define como "todos los actos de violencia
física, sexual, psicológica o económica que se producen en la familia o en el hogar
o entre cónyuges o parejas de hecho antiguos o actuales, independientemente de que
el autor del delito comparta o haya compartido el mismo domicilio que la
víctima".57
Regulación jurídica
Cada ordenamiento conserva su propia posición al respecto, sin embargo se
establecen similitudes tomando como referencia el Derecho comparado,
estableciéndose patrones y relaciones.
La Dogmática occidental considera de forma unánime que el término violencia se
refiere tanto a violencia física como psicológica, considerándose igualmente tanto
las lesiones físicas como las psicológicas.60´
Argentina
En Argentina, la Ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la
violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones
interpersonales (Ley 26.485)61 (o Ley de Protección Integral a las Mujeres) de 2009
es la legislación pertinente.
La norma establece en sus artículos 562 los distintos tipos de violencia:
 Física: La que se emplea contra el cuerpo de la mujer produciendo dolor, daño
o riesgo de producirlo y cualquier otra forma de maltrato agresión que afecte
su integridad física.
 Psicológica: La que causa daño emocional y disminución de la autoestima o
perjudica y perturba el pleno desarrollo personal o que busca degradar o
controlar sus acciones, comportamientos, creencias y decisiones, mediante
amenaza, acoso, hostigamiento, restricción, humillación, deshonra, descrédito,
manipulación aislamiento. Incluye también la culpabilización, vigilancia
constante, exigencia de obediencia sumisión, coerción verbal, persecución,
insulto, indiferencia, abandono, celos excesivos, chantaje, ridiculización,
explotación y limitación del derecho de circulación o cualquier otro medio
que cause perjuicio a su salud psicológica y a la autodeterminación.
 Sexual: Cualquier acción que implique la vulneración en todas sus formas,
con o sin acceso genital, del derecho de la mujer de decidir voluntariamente
acerca de su vida sexual o reproductiva a través de amenazas, coerción, uso de
la fuerza o intimidación, incluyendo la violación dentro del matrimonio o de
otras relaciones vinculares o de parentesco, exista o no convivencia, así como
la prostitución forzada, explotación, esclavitud, acoso, abuso sexual y trata de
mujeres.
 Económica y patrimonial: La que se dirige a ocasionar un menoscabo en los
recursos económicos o patrimoniales de la mujer, a través de:
a) La perturbación de la posesión, tenencia o propiedad de sus bienes;
b) La pérdida, sustracción, destrucción, retención o distracción indebida de objetos,
instrumentos de trabajo, documentos personales, bienes, valores y derechos
patrimoniales;
c) La limitación de los recursos económicos destinados a satisfacer sus necesidades
o privación de los medios indispensables para vivir una vida digna;
d) La limitación o control de sus ingresos, así como la percepción de un salario
menor por igual tarea, dentro de un mismo lugar de trabajo.
 Simbólica: La que a través de patrones estereotipados, mensajes, valores,
íconos o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y
discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la
mujer en la sociedad.
A su vez, en el artículo 6 62 se establecen las modalidades, que refiere a las formas
en que se pueden manifestar los distintos tipos de violencia.
 Violencia doméstica contra las mujeres: aquella ejercida contra las mujeres
por un integrante del grupo familiar, independientemente del espacio físico
donde ésta ocurra, que dañe la dignidad, el bienestar, la integridad física,
psicológica, sexual, económica o patrimonial, la libertad, comprendiendo la
libertad reproductiva y el derecho al pleno desarrollo de las mujeres. Se
entiende por grupo familiar el originado en el parentesco sea por
consanguinidad o por afinidad, el matrimonio, las uniones de hecho y las
parejas o noviazgos. Incluye las relaciones vigentes o finalizadas, no siendo
requisito la convivencia;
 Violencia institucional contra las mujeres: aquella realizada por las/los
funcionarias/os, profesionales, personal y agentes pertenecientes a cualquier
órgano, ente o institución pública, que tenga como fin retardar, obstaculizar o
impedir que las mujeres tengan acceso a las políticas públicas y ejerzan los
derechos previstos en esta ley. Quedan comprendidas, además, las que se
ejercen en los partidos políticos, sindicatos, organizaciones empresariales,
deportivas y de la sociedad civil;
 Violencia laboral contra las mujeres: aquella que discrimina a las mujeres en
los ámbitos de trabajo públicos o privados y que obstaculiza su acceso al
empleo, contratación, ascenso, estabilidad o permanencia en el mismo,
exigiendo requisitos sobre estado civil, maternidad, edad, apariencia física o la
realización de test de embarazo. Constituye también violencia contra las
mujeres en el ámbito laboral quebrantar el derecho de igual remuneración por
igual tarea o función. Asimismo, incluye el hostigamiento psicológico en
forma sistemática sobre una determinada trabajadora con el fin de lograr su
exclusión laboral;
 Violencia contra la libertad reproductiva: aquella que vulnere el derecho de
las mujeres a decidir libre y responsablemente el número de embarazos o el
intervalo entre los nacimientos, de conformidad con la Ley 25.673 de
Creación del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable;
 Violencia obstétrica: aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y
los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato
deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos
naturales, de conformidad con la Ley 25.929.
 Violencia mediática contra las mujeres: aquella publicación o difusión de
mensajes e imágenes estereotipados a través de cualquier medio masivo de
comunicación, que de manera directa o indirecta promueva la explotación de
mujeres o sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o
atente contra la dignidad de las mujeres, como así también la utilización de
mujeres, adolescentes y niñas en mensajes e imágenes pornográficas,
legitimando la desigualdad de trato o construya patrones socioculturales
reproductores de la desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres.
México
El 80% de las mujeres en México han sufrido violencia doméstica. Ante la creciente
ola de violencia familiar han surgido gran cantidad de campañas en contra de esta.
En el Estado de Oaxaca existe la Campaña contra la Violencia Intrafamiliar. Las
actividades están bajo la responsabilidad de la Coordinación General para el
Desarrollo de la Mujer Oaxaqueña. Hasta la fecha y a través de 10 talleres de
sensibilización, se han sumado a la Campaña 40 dependencias de gobierno, 9
organizaciones no gubernamentales, 10 instituciones educativas y representantes de
medios masivos de comunicación (prensa, radio y televisión).
En 2014, el sistema DIF del estado de Puebla atendió a 314 menores de edad
víctimas de violencia y maltrato. De acuerdo con información que el DIF estatal
entregó a través de una la solicitud de información folio 00070415, de las víctimas
menores de edad atendidas 154 son niñas y 160 niños. En total, el DIF poblano,
atendió a 384 víctimas de violencia familiar en 2014, lo que significa que 81,7% de
las víctimas auxiliadas son menores de edad, mientras que las mujeres adultas son
el segundo grupo poblacional que más atendió el DIF por violencia familiar.
En México, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de
Violencia de 1 de febrero de 2007 tipifica los siguientes tipos de violencia:63
 Violencia psicológica. Cualquier acto u omisión que dañe la estabilidad
psicológica, que puede consistir en: negligencia, abandono, descuido
reiterado, celotipia, insultos, humillaciones, devaluación, marginación,
indiferencia, infidelidad, comparaciones destructivas, rechazo, restricción a la
autodeterminación y amenazas, las cuales conllevan a la víctima a la
depresión, al aislamiento, a la devaluación de su autoestima e incluso al
suicidio.
 Violencia física. Cualquier acto que inflige daño no accidental, es decir
provocado o incluso premeditado, usando la fuerza física algún tipo de arma,
inclusive con las mismas extremidades u objeto que pueda provocar o no
lesiones ya sean internas, externas, o ambas. En cuanto a la violencia física, el
Estado de México tiene el porcentaje más alto de mujeres afectadas, con
15.5%, mientras que Sinaloa tiene 9,7%. La tasa nacional fue de 13,5%.
 Violencia patrimonial. Cualquier acto u omisión que afecta la supervivencia
de la víctima. Se manifiesta en: la transformación, sustracción, destrucción,
retención o distracción de objetos, documentos personales, bienes y valores,
derechos patrimoniales o recursos económicos destinados a satisfacer sus
necesidades y puede abarcar los daños a los bienes comunes o propios de la
víctima.
 Violencia económica. Cualquier acción u omisión del Agresor que afecta la
supervivencia económica de la víctima. Se manifiesta a través de limitaciones
encaminadas a controlar el ingreso de sus percepciones económicas, como
impedirle laborar o exigir el salario.
 Violencia sexual. Cualquier acto que degrada o daña el cuerpo y/o la
sexualidad de la Víctima y que por tanto atenta contra su libertad, dignidad e
integridad física. Es una expresión de abuso de poder que implica la
supremacía de un integrante de la pareja sobre el otro, al denigrarlo y
concebirlo como objeto.
 Cualquier otra forma análoga que lesione o sea susceptible de dañar la
dignidad, integridad o libertad.
La afectación de los derechos, la libertad, la dignidad, la seguridad y la intimidad de
las mujeres se recrudeció en el Estado de México, donde 56,9% de las mujeres
padece algún tipo de violencia por parte de su pareja. En contraste, la entidad con
menor tasa de violencia es Chiapas, con 29,8%.
El cuidado integral familiar en Puebla, es imperativo promover espacios donde se
promueva la conciencia y amor propio, Puebla es un estado que le ha apostado a la
integración familiar y protección de sectores vulnerables, como las mascotas, y con
este precedente, podemos seguir avanzando para crear los espacios suficientes para
promover el cuidado tanto de la salud física como mental.64

España

Jules Arsène Garnier, Le supplice des adultères, una escena de castigo por adulterio.
Tradicionalmente las penas al marido por matar a cualquiera de los dos adúlteros
eran inexistentes o notablemente menores.
En 1962 se contemplaba la pena de destierro y no de cárcel al marido que,
sorprendiendo en adulterio a su mujer, matare o causara lesiones graves a alguno de
los adúlteros, pero nunca hubo precepto similar para la mujer que sorprendiera a su
marido en análogas circunstancias.
Esta tendencia continua castigándose a la adúltera con penas de hasta 6 años
de cárcel pero castigando al marido solo cuando tuviere manceba dentro de la casa
conyugal o notoriamente fuera de ella. Estas cláusulas eran extensibles a las hijas
menores de veintitrés años y a su «corruptor». Todo ello fomentaba el concepto
de pater familias tradicional donde la mujer y los hijos pasaban a depender
totalmente del cabeza de familia de tal forma que este no solo asumía sus
respectivos derechos de propiedad sin que también podía tomar medidas en otros
aspectos como el derecho a la vida de los mismos, aspecto de la figura que fue
ejemplificado por los medios de comunicación durante la Transición bajo la
expresión «la maté porque era mía».
En 1979 quedan derogadas todos los preceptos de esta índole. Pero no es
hasta 1989 cuando se considera legislativamente los malos tratos en el ámbito
familiar.
Desde la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la
Violencia de Género
Para poder comunicar los casos de violencia de género, se habilita un teléfono de
ayuda a la mujer agredida, el 016, es gratis y puede atender en 51 idiomas. Este
número no aparece en la factura del teléfono para evitar que el maltratador descubra
que su pareja ha llamado allí, pero, dependiendo del caso, puede aparecer en otros
registros, por lo que se recomienda hacer este tipo de llamadas desde un teléfono
público o pedirle su teléfono a alguien para realizarlas.
También es posible avisar de casos de violencia de género en la Web de
Colaboración Ciudadana por cualquier persona, y aportando sólo los datos que uno
desee, pues no tienen carácter de denuncias.65
La Ley Integral contra la Violencia de Género de 2004 establecía que para recibir
ayuda, las mujeres debían hacer una denuncia y acreditar su situación ante jueces o
policías.El Pacto de Estado contra la Violencia de Género (2017) permitió atender a
víctimas aunque no hubiesen denunciado a su agresor. Desde el 3 de abril de 2019
cualquier víctima que no haya denunciado pero que tenga un documento de los
servicios sociales que acredite la situación de violencia, puede acceder a las
ayudas.66

Estados Unidos
En California, la violencia doméstica puede ser un delito grave o un delito menor.
El fiscal decidirá qué cargo usar dependiendo de las circunstancias del caso y los
antecedentes penales del perpetrador. Si las lesiones de la víctima son leves, como
moretones o rasguños, y el autor no tiene un registro previo, entonces
probablemente será acusado de un delito menor. Si las lesiones son graves o si se
considera que hubo una "gran lesión corporal" según lo define el estado de
California, o si el autor tiene antecedentes penales, es probable que se le acuse
como delito grave. El cargo por delito menor, que es el más común, es el de batería
doméstica, CA Penal Code 243 (e) (1), mientras que el delito más raro es el CA
Penal Code 273.5, lesiones corporales en un cónyuge.67

Perú
En Perú existen varias leyes y una de ella es la ley N. 30364 para prevenir,
sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres y los integrantes del grupo
familiar. Esta norma es promovida por el estado peruano especialmente si la
persona es vulnerada por su edad o situación física como las niñas, niños,
adolescentes, personas adultas mayores y personas con discapacidad. Establece
mecanismos, medidas y políticas integrales de prevención, atención y protección de
las víctimas, así como reparación del daño causado; y dispone la persecución,
sanción y reeducación de los agresores sentenciados con el fin de garantizar a las
mujeres y al grupo familiar una vida libre de violencia asegurando el ejercicio pleno
de sus derechos.68
El ministerio de la mujer y personas vulnerables ha creado un centro de ayuda para
las mujeres, el Observatorio Nacional de la violencia contra la mujer y el Grupo
Familiar, que se encarga de recibir la denuncia y brindar protección a la mujer
violentada y a los hijos si es que existen. También brindan asesoría legal y
psicológica.
Las políticas públicas sobre VIF en Colombia
Las políticas públicas diseñadas en Colombia para intervenir la VIF en los distintos
ámbitos territoriales tienen una serie de características que pueden observarse como
inconsistencias que redundan en una inadecuada intervención ante el fenómeno: 1.-
en las acciones del Estado (políticas públicas) se encuentra implícita una
concepción tradicional de la violencia que la equipara con la agresión; 2.- se cree
necesario y posible erradicar la violencia de los vínculos familiares; 3.- derivado de
lo anterior, se hace un énfasis sancionatorio y penal en la intervención de la
violencia intrafamiliar como camino más idóneo para erradicarla; 4.- se considera
que la principal víctima de este fenómeno es la mujer, por lo cual, en las políticas
públicas prima la concepción de un solo género, tanto en su concepción como en su
intervención; 5.- se utilizan los procesos de conciliación como los mecanismos más
idóneos para la superación de la VIF, y por último, 6.- en las políticas públicas
prima una perspectiva meramente informativa, caracterizada por dar a conocer una
concepción tradicional de la violencia a través de intervenciones psicosociales,
capacitaciones y material educativo.
En el caso de Colombia, existen dos políticas públicas que son centrales para la
intervención de la VIF: la Ley 294 de 1996 o Ley de Violencia Intrafamiliar
(reformada por la Ley 575 de 2000) y la Ley 1257 de 2008, por la cual se dictan
normas de sensibilización, prevención y sanción de formas de violencia y
discriminación contra las mujeres, se reforman el Código Penal y el de
Procedimiento Penal, la Ley 294 de 1996 y se dictan otras disposiciones. Estas
políticas públicas se revisarán críticamente para ilustrar cómo se identifican los
aspectos que se señalaron más arriba.
En las políticas públicas sobre VIF se hacen equivalentes
violencia y agresión
En las políticas públicas de intervención de la VIF prima una concepción
tradicional de la violencia que la equipara con la agresión. Un ejemplo de esto es la
concepción que de la violencia tiene la Organización Mundial de la Salud, que la
define como “el uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de
amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que
cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños
psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones” (OMS, 2002, p. 4).
Bajo esta concepción, amparada por un contexto académico, la violencia se
considera como una problemática social, e incluso un problema de salud pública, ya
que afecta a un número importante de personas (OMS, 2002). De ello deviene la
necesidad de estrategias de intervención por parte de todo tipo de disciplinas
sociales y de organizaciones, con el fin de lograr soluciones que permitan a los
afectados por este fenómeno social, el uso de modos diferentes de relacionarse con
sus semejantes y con su entorno. Esto es condición para que algunas políticas
públicas surjan como herramientas destinadas a la intervención sobre el fenómeno
de la violencia y su carácter de problemática social. Como lo afirman Barrientos,
Molina y Salinas (2013): “En general la violencia es (considerada como) un
comportamiento que afecta y se refleja en múltiples aspectos de la sociedad, siendo
el deterioro del bienestar general de la población el que despierta mayor
preocupación. Por esta razón, la prevención de la violencia ha sido uno de los
principales objetivos de política de muchas naciones en el mundo” (p. 100).
De igual manera, como lo señala Uribe (2010), los primeros estudios sobre
violencia familiar concluyen que las familias en las que se presenta este fenómeno
son instituciones disfuncionales en las que no se observa armonía en sus vínculos y
formas de relacionarse. Entonces la manifestación del golpe, la agresión verbal, el
maltrato sexual y otros, son formas inadecuadas de relacionarse con los demás, y a
la vez, un desencadenante de futuras manifestaciones que amenazarán con la
descomposición de la familia. Por su parte, Silva (2008) citando a Buss (1961),
define de forma similar el término agresividad: “…simplemente una conducta que
lesiona a otros, es decir, está centrada en el criterio de daño o lesión a otras
personas” (p. 24); y finalmente, Arteaga (2007) entiende la violencia como “el
resultado de cierta cultura o ideología que justifica el ejercicio de la [agresión]
sobre otros, ya sea por su condición social, raza, etnia y género” (p. 44).
Esta concepción tradicional que equipara violencia y agresión, y que es
predominante en la academia, como se observó anteriormente, se encuentra de igual
manera en las principales políticas públicas en el ámbito nacional en Colombia.
Para ilustrar con un ejemplo, Lafurie (2007) en un estudio en el cual trae a colación
la Ley 294 de 1996 (Ley de Violencia Intrafamiliar, reformada por la Ley 575 de
2000) y la Ley 1257 de 2008, define la VIF como “todo daño físico o psíquico,
amenaza o agravio, ofensa o cualquier otra forma de agresión por parte de otro
miembro de la familia” (p. 45). Como puede observarse, el tratamiento de ambos
conceptos como sinónimos se encuentra presente en la definición anterior como
también en el conjunto de planes, programas y proyectos que se diseñan en el
ámbito departamental y local, corroborando que la no distinción de esos términos
no solo se encuentra en trabajos académicos, sino también en informes
institucionales, estatutos legales, políticas públicas y diversos medios informativos.
La no distinción entre violencia y agresión no solo desdibuja los límites
conceptuales de cada uno de los términos; además influye en la ineficacia de las
propuestas de intervención sobre el problema de violencia en la familia.
Las políticas públicas tienen como objetivo penalizar y
erradicar la VIF
Las políticas públicas en Colombia se caracterizan por buscar la erradicación de la
violencia como una solución a dicha problemática social. Para ilustrar lo anterior, el
artículo 3 de la Ley 294 de 2006, considera toda forma de violencia en la familia
como “...destructiva de su armonía y unidad y, por lo tanto, será prevenida,
corregida y sancionada por las autoridades públicas”. Por ello, predomina un
tratamiento sancionatorio y penal de la VIF en las políticas públicas en Colombia.
Una mirada al artículo 4 de la Ley 294 de 1996 corrobora lo anterior: Toda persona
que en el contexto de una familia sea víctima de daño físico o psíquico, amenaza,
agravio, ofensa o cualquier otra forma de agresión por parte de otro miembro del
grupo familiar, podrá, sin perjuicio de las denuncias penales a que hubiere lugar,
pedir al juez de familia o promiscuo[1] de familia, promiscuo municipal o civil
municipal, si faltare el de familia, una medida de protección inmediata que ponga
fin a la violencia, maltrato o agresión o evite que ésta se realice cuando fuere
inminente (Ley 294, 1996).
En la misma dirección, en el artículo 5 del Título II (Medidas de protección) de la
Ley 294 de 1996, también se contempla sanción monetaria por cometer un acto
agresivo contra algún miembro de la familia, y como medida adicional, se
contempla el alejamiento de la víctima o del victimario.
En otro sentido, el artículo 20 de la misma ley, considera que el primer respondiente
ante una situación de violencia intrafamiliar es la Policía Nacional y le asigna
funciones que superan por mucho las capacidades que tiene esta institución en lo
que respecta a la atención psicosocial (remediar secuelas físicas y psicológicas).
El carácter esencialmente punitivo de la Ley 294 de 1996 se refleja, también, en los
artículos 22 a 27, del Título V (Delitos contra la armonía y la unidad de la familia),
en los cuales se plantea la privación de la libertad del agresor de entre 6 meses hasta
2 años, dependiendo de la gravedad que asuma el acto violento. Esta característica
también se refleja en la Ley 599 de 2000, artículos 229 y 230 (Código Penal
Colombiano).
Ahora bien, es necesario aclarar que en dicha ley también se contemplan no solo
sanciones y penas, sino además medidas de protección para la familia por parte del
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), las cuales sólo están expresadas
en los artículos 28 y 29, en los que se señala que esta institución deberá diseñar
políticas, planes y programas para prevenir y erradicar la violencia intrafamiliar, y
estimula a los departamentos y municipios a conformar Consejos de Protección
Familiar y a construir bases de datos sobre VIF que permitan adelantar
investigaciones que contribuyan a la prevención y erradicación del problema.
Prevalencia de perspectiva de un solo género en la compresión
e intervención de la VIF
En las políticas públicas colombianas se privilegia la perspectiva de un solo género
en la comprensión e intervención de la VIF. Esto sucede porque se considera a la
mujer como principal y casi única víctima de la violencia dentro del espacio
familiar. Lo anterior se sustenta en que históricamente las políticas públicas
diseñadas por los Estados en América Latina no solo se han caracterizado por la
primacía de una perspectiva penal de la VIF, sino además por el privilegio de la
observación del problema desde el punto de vista del género femenino. Esto ocurre
porque se considera a la mujer como la víctima principal de la violencia. En ese
sentido,
en la región de América Latina y el Caribe, desde la Convención Interamericana
para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (1994) celebrada
en Belén do Pará, se contó con un instrumento regional por excelencia que
materializa los objetivos e intenciones de la Declaración sobre la Eliminación de la
Violencia contra la Mujer (ONU, 1993). Dicho documento visibilizó el problema de
violencia que viven las mujeres de la región y estableció mecanismos dentro del
sistema interamericano de protección a los derechos humanos para su
defensa. (Caicedo, 2005, p. 83)
De esta manera, el camino de la comprensión e intervención de la VIF se construyó,
primero, reconociendo la violencia contra la mujer como una situación de violación
de derechos humanos y después ampliándose al resto de los integrantes de la
familia. Esto explicaría el privilegio de la intervención penal del Estado en cuanto a
la VIF, dado que esta problemática asume la forma de una violación de la dignidad,
y por tanto de los derechos humanos de uno de los miembros de la familia,
principalmente, desconociendo las implicaciones sobre otros de sus miembros en
términos de su lugar o función en su interior.
Los procesos de conciliación como mecanismos idóneos para intervenir la VIF
La conciliación, pensada como método de intervención de la VIF, es una de las
herramientas más usadas y sugeridas por las diferentes instancias públicas y
gubernamentales en Colombia (Mateus, 2009). Esto se hace evidente como una
“respuesta reciente que el Estado ha buscado, a través de mecanismos de protección
y conciliación, [para] reducir la violación de los derechos humanos en la esfera de
la vida doméstica evitando la judicialización y penalización de los
conflictos” (Pineda y Otero, 2004, p. 19). Se considera, por tanto, que los procesos
de conciliación son una forma más adecuada y más ágil, en términos
administrativos y penales, de intervenir la VIF por cuanto agiliza el trámite del alto
número de demandas, pero sin un protocolo o profesionales idóneos que favorezcan
un verdadero diálogo entre quienes viven el fenómeno de la violencia.
Predominio de una perspectiva informativa sobre la VIF
Una última estrategia de intervención que se puede hallar en las políticas públicas
sobre la VIF en Colombia, consiste en el tratamiento de temas relacionados con
ella, y que tiene por finalidad dar a conocer el fenómeno, sus principales causas y
efectos, las distintas rutas de atención, los efectos legales y un conjunto de pautas
que podrían disminuir su manifestación.
Estas estrategias de carácter informativo se amparan en la Ley 294 de 1996 y
también en la Ley 1257 de 2008, en la cual se establecen las normas para la
sensibilización, prevención y sanción de cualquier forma de violencia contra la
mujer.
La Ley 1257 de 2008 estipula por ejemplo, que el Gobierno Nacional, los
departamentos y los municipios deberán desarrollar, en sus planes de desarrollo,
distintas estrategias para la prevención y atención de la violencia contra la mujer;
pero también se establece que las instituciones locales estarán encargadas de
implementar políticas y programas en las instituciones educativas, que tengan como
propósito la sensibilización, capacitación y entrenamiento de la comunidad
educativa para prevenir la violencia contra la mujer.
El problema de esta perspectiva, conjuntamente con las antes mencionadas, es que
desconocen la lógica interna que configura y mantiene las acciones violentas en la
familia.
A continuación, y a partir de una renovada forma de analizar la violencia, centrada
en la idea de que esta tiene una función y un sentido en los vínculos familiares, se
expondrán las debilidades de las estrategias implementadas por el Estado
colombiano para intervenir la VIF.
Implicaciones de las políticas públicas a partir de la función y
sentido del fenómeno violento dentro de la familia
Como se observó en la sección anterior, la comprensión, explicación e intervención
del fenómeno violento ha estado dominada por una concepción tradicional de la
violencia que, equiparándola a la agresión o pretendiendo su erradicación, entre
otras, sustenta las estrategias de política pública presentadas anteriormente.
Con el fin de mostrar las implicaciones de la forma de concebir la violencia
presente en las características de las leyes abordadas anteriormente, es necesario
considerar a la familia como un sistema compuesto por elementos de carácter
simbólico que se articulan entre sí a partir de determinados principios de
estructura (Benveniste, 1997; Lévi-Strauss, 1956, 1995); dichos principios son:
incompletud del sistema, carencia de identidad propia de los elementos, covariancia
de los elementos y dinamismo del sistema.
Asimismo, y buscando superar las explicaciones tradicionales que de la violencia se
han elaborado, es pertinente considerar que por medio de la violencia se produce
“un intercambio, una especial forma de vincularse con el otro que vitaliza los
vínculos subjetivos y sociales, dotándolos de nuevos sentidos y formas significantes
y, [por ello, posee] una función particular a desentrañar” (Carmona y Jaramillo,
2013, pp. 181-182). Dicho de otra manera, la violencia puede definirse como una
fuerza de carácter simbólico, inherente a los vínculos que se establecen entre los
elementos del sistema y que cumple la función de mantener, modificar o sustituir
los vínculos, teniendo como efecto su reorganización. Por otra parte, el sentido de la
violencia se relaciona con la significación de ella dentro del sistema familiar (lo que
se entiende por violencia), el propósito (el para qué se usa la violencia) y, por
último, con su orientación, es decir, con el futuro de los vínculos teñidos de
violencia.
Lo expuesto anteriormente ofrece las bases para señalar las posibles consecuencias
de las leyes, que, como políticas públicas, promueven una forma particular de
conceptualizar e intervenir la violencia intrafamiliar. Pues bien, en primer lugar, se
debe diferenciar violencia y agresión. Esta última es una tendencia natural del
hombre y de la raza animal. Como sostiene Ruiz (2003):
Nuestro estudio partirá de la agresividad como impulso presente en todo ser
humano por tener componentes genéticos; mientras que la violencia consiste en un
acto cultural que, aunque depende del potencial de agresividad está modelado por
factores culturales, de tal manera que afirmemos que por naturaleza el ser humano
es agresivo, pero no violento y sirve a la supervivencia, a la autodefensa. (p. 3).
Acoger esta idea tiene por consecuencia no solo la distinción entre violencia y
agresión, sino también el hecho de que, al considerar a la violencia como un acto
predominantemente simbólico o cultural, el fenómeno violento podría modificarse,
resignificarse e intervenirse.
Esta premisa se respalda si se asume que la realidad es una construcción colectiva
mediada por determinantes simbólicos generados a partir del lenguaje que nos
caracteriza como seres humanos, y por ello el fenómeno de la violencia “constituye
una interpretación, un modo simbólico de aprehender la realidad que vivencian los
seres humanos”
Consecuencias de equiparar violencia y agresión
Tratar como equivalentes los términos violencia y agresividad, impide que se lleve
a cabo una intervención rigurosa del fenómeno violento. Es decir, cuando no se
delimita adecuadamente el uso de los términos, se difuminan las nociones,
haciéndolas perder su rigurosidad y coherencia, y como consecuencia de ello no se
logra captar o aprehender la lógica interna de las diferentes problemáticas que
aquejan a una sociedad.
En suma, abordar solo las formas agresivas de relacionarse en las intervenciones
que propicia un Estado, ha impedido conocer o develar la función de la violencia.
En otras palabras, las políticas públicas han dedicado gran parte de su trabajo a
erradicar y sancionar las formas agresivas de los vínculos dentro de la estructura
familiar, desconociendo que la agresividad es connatural al ser humano y que,
debido a no desentrañar la lógica interna de la violencia (su función y sentido) y
centrarse en su erradicación, imposibilitan reconocer en la violencia un fenómeno
simbólico, flexible y multifacético gracias a la condición del símbolo, que ofrece a
las familias un modo de vivenciar los vínculos más allá del carácter negativo o
moral con el que ordinariamente se cubre.
Imposibilidad de erradicar la VIF
Existe una tendencia a pensar la violencia como un fenómeno aislado del hombre y
por ello, como lo afirman Gelles y Corner (1990), se tiende a creer que para
enfrentarla hay que acabar con ciertos factores de riesgo:
Se ha llegado a defender, por ejemplo, que el alcohol y las drogas son la principal
causa de la violencia; que el maltrato ocurre fundamentalmente en familias con
escasos recursos económicos y culturales; o que los hijos que crecen en ambientes
familiares violentos se convierten, a su vez, en padres y/o cónyuges agresivos.
Esta perspectiva ignora, como se señaló antes, la función y el sentido que tiene la
violencia en las estructuras sociales, es decir, la de conservar los vínculos que
forman parte del sistema familiar. Si se asume que la violencia puede adoptar
muchas formas, no necesariamente negativas o perjudiciales, las políticas públicas
podrían aplicarse con mejores resultados para una sociedad.
Insuficiencia de la sanción penal en la intervención de la VIF.
Si bien es un logro que el Estado haya puesto atención a los conflictos en el interior
de la familia, su intervención se ha concentrado mucho más en sancionar y
penalizar la violencia intrafamiliar que en establecer estrategias formativas para
evitar que la violencia intrafamiliar asuma el ropaje de la agresión, y sobre todo, no
se observa, por parte del Estado y sus instituciones, un privilegio por la atención
psicosocial a la familia, de tal manera que esta pueda tramitar las situaciones de
conflicto de manera distinta sin llegar a la agresión. Las estrategias diseñadas hasta
el momento no propician la comprensión de las razones que motivan la agresión en
la familia.
Respecto a lo anterior, se pueden hacer dos observaciones críticas: primero, la
intervención del Estado colombiano con relación a la violencia en el núcleo familiar
se piensa posfacto, es decir, después del acto agresivo, y no ex-ante. Segundo, se
observa que la institución que atiende en primera instancia una situación de
violencia intrafamiliar en Colombia, es el juez de familia o promiscuo de familia,
que en el marco de la organización político-administrativa del Estado colombiano
pertenece a la rama judicial, encargada esencialmente de hacer cumplir las leyes
que existen en el país, proteger los derechos y decidir penalmente qué sucede con
las personas y las instituciones que no las cumplen. Si fuera la rama ejecutiva
(como por ejemplo, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), los
Ministerios, las Gobernaciones, las Alcaldías, y sus respectivas Secretarías de
Despacho) quienes en primera instancia intervinieran la violencia intrafamiliar a
través de planes, programas y proyectos de prevención y/o de resolución de
conflictos en el núcleo familiar, tal vez la violencia intrafamiliar no asumiría la
forma de agresión, y no sería necesario acudir a la rama judicial y a la sanción
penal, a todas luces insatisfactoria en el tratamiento de la violencia familiar, dado
que el encarcelamiento del agresor/a no ha hecho reducir, hasta el momento, las
cifras de violencia, ni ha favorecido otros modos de vinculación familiar.
Por lo dicho, se puede señalar que, en las políticas públicas existentes en Colombia,
las medidas de intervención preventiva sobre la VIF y de protección a la familia,
aparecen después de las medidas penales, lo cual favorece el aumento de los casos
de denuncia:
(…) en relación con el tema de las leyes sobre VIF, Binstock (1998) hace un
balance según el cual se percibe un aumento en las denuncias y este es considerado
uno de los mayores avances, pues está vinculado con la necesidad de conocer el
comportamiento y características de la problemática. Sin embargo, coincide en
señalar como obstáculos la confusión y dificultades del sector justicia en la
aplicación de las leyes, en la falta de formación e información de los
funcionarios/as y en la escasez de recursos de los servicios de apoyo (salud, policía,
etc.). (Caicedo, 2005, p. 93)
Las medidas penales contempladas en la Ley 294 de 1994 y en la Ley 599 de 2000
son necesarias, pero no son suficientes para la transformación de las relaciones
familiares, ya que medidas como el aislamiento y/o encarcelamiento evitan de
manera momentánea las manifestaciones agresivas de la violencia al interior de la
familia, pero no posibilitan su adecuada resolución, puesto que las cifras de
denuncias continúan aumentando.
Como propuesta se considera que las políticas públicas existentes deberían
modificarse e incluir estrategias educativas formativas de intervención psicosocial
que permitan a los miembros de la familia realizar una reflexión sobre la forma en
que cada uno participa del acto agresivo, desarrollar capacidades y habilidades para
conocer y analizar la dinámica familiar, y estimular, por último, la resolución de las
situaciones problemáticas de una manera no agresiva.
Primacía de la perspectiva de un solo género en las políticas
públicas sobre VIF.
Como se mostró en la sección anterior y como lo reconocen Araujo y Guzmán
(2000), Caicedo (2005), Pineda y Otero (2004) y Vásquez y Alarcón (2008), las
políticas públicas de la VIF están sustentadas en una perspectiva de género. No
obstante, se evidencia que dicha perspectiva realmente está ausente en estas
estrategias, toda vez que desde la atención y la intervención que se hace por parte
de las instituciones, hay una perspectiva sexista respecto a este fenómeno, puesto
que se considera a la mujer como la única víctima de la violencia, o que hay que
privilegiar la atención en este tipo de población. Tal perspectiva es sesgada,
limitada y unidireccional, dado que cada vez se conocen más casos en los que la
figura masculina es agredida, al igual que infantes y personas de la tercera edad. Por
tal motivo,
podría pensarse entonces que la perspectiva de género se ocupa exclusivamente de
asuntos referidos a las mujeres, pero no ocurre así. Lamas advierte que la
información obtenida sobre la situación de las mujeres es necesariamente también
información sobre los varones; se trata de dos cuestiones que no se pueden separar.
Si cambian las cosas para ellas, también deben cambiar para ellos, en beneficio de
ambos y de la sociedad. Por tanto, esta perspectiva incluye tanto a varones como a
mujeres, ya que la feminidad no puede comprenderse si no es en contraste con la
masculinidad. (Novoa, 2012, p. 347)
Reconociendo entonces la relación existente entre lo masculino y lo femenino y a la
intervención de la VIF, Novoa (2012) continúa señalando que
en relación con la pretensión por parte de la institucionalidad de asumir que las
políticas públicas están formuladas bajo una perspectiva de género, se hace
necesario definir lo que esta significa, y en relación con ello hacer los análisis
pertinentes sobre las equivocaciones que se tienen al respecto en la intervención.
Para el caso, se encuentra que la perspectiva de género apunta hacia la distinción
entre la diferencia sexual y los roles sociales que se construyen a partir de dicha
diferencia. Su principal objetivo es la consecución de la igualdad de derechos y
oportunidades entre varón y mujer, sin homogeneizarlos. (pp. 346-347)
Esta perspectiva es apoyada por Trujano, Martínez y Camacho (2010, citando a
Pérez) al afirmar que:
la percepción social generalizada acerca de la violencia doméstica es que ésta tiene
siempre como víctimas a las mujeres y como agresores a los hombres, lo que ha
favorecido el surgimiento de medidas y declaraciones que, aunque tienen la
intención de acabar con la violencia doméstica (también aluden a ella como
violencia de género), mantienen un sesgo importante que otorga al varón
invariablemente el papel de verdugo. (p. 340)
De esta manera, para que las políticas públicas existentes sean eficaces e
incluyentes, debe desaparecer la perspectiva de un solo género bajo la cual están
fundadas, dado que desconocen que todos los integrantes de la familia ejercen
agresión, no sólo el hombre, tal y como lo suponen la institucionalidad y
determinados sectores sociales.
Los procesos de conciliación no permiten comprender el
complejo papel que juega la VIF.
Como se señaló en la sección anterior, los procesos conciliatorios en Colombia
vienen considerándose como el mecanismo más idóneo y ágil para dirimir los
conflictos familiares y descongestionar la rama judicial. Ahora bien, hablar de la
eficacia de los procesos conciliatorios suscita un álgido debate en el cual emergen
diversas posturas. Una de las más frecuentes es la ausencia de un abordaje integral a
la problemática de actos agresivos vivenciados al interior del núcleo familiar.
Llama la atención que estos actos agresivos sean pensados privilegiadamente de
manera fáctica (el golpe, por ejemplo), dejando de lado el por qué y para qué, que
debe auscultarse en cualquier clase de proceso de intervención. Procesos de
conciliación que presuponen que la declaración de buena voluntad es suficiente para
solucionar el conflicto, no tienen un alcance real en la moderación del problema (así
se muestra en un 80 % de los casos atendidos bajo esta modalidad) (Pineda y Otero,
2004).
Adicionalmente, es importante resaltar que el cambio sustancial que se presentó en
la intervención de la VIF en Colombia a partir de julio de 2012, año en que es
aprobada la Ley 1542, la cual considera a la VIF como un delito no menor, deroga
la probabilidad conciliatoria, adquiriendo así, un estatuto de mayor orden penal con
represalias legales, tales como la privación de la libertad. Sin embargo, a pesar de la
entrada en vigencia de la Ley 1542, el tratamiento para la VIF es el mismo, es decir,
se basa en la intervención conciliatoria y es tratado como un delito menor.
Para terminar, si bien la conciliación es por excelencia un método inscrito al interior
de los protocolos de atención, en Colombia para los casos de VIF, las estrategias de
políticas públicas deben superar el asistencialismo que se presenta por parte del
conciliador ante cada nueva situación de disputa o agresión. Es de notar que por ser
un método en el cual se propende a dar solución a cada comportamiento anómalo
que atenta contra el buen funcionamiento de la estructura familiar, da pie a la
generación de una serie de constantes eventos conciliatorios que en algunos casos
son motivo de dependencia e impiden tramitar soluciones autónomas por parte de
las familias (Mateus, 2009). Por eso se acuerda con Gómez y Soto (2016) cuando
resaltan que el papel de los equipos psicosociales que intervienen en los asuntos de
familia, no debe limitarse a la elaboración de un informe técnico, sino que además
debe prestar ayudas puntuales para enfrentar la crisis familiar, informar sobre
procedimientos alternativos de solución de conflictos, labores de seguimiento y
apoyo para lograr puntos de encuentro.

Necesidad de superar la perspectiva meramente informativa


sobre la VIF.
Sin desconocer el valor que posee el hecho de informar y estar informado, cuando
se configura ese derecho como una modalidad de intervención sobre la violencia, se
hace necesario llamar la atención sobre algunos aspectos. El primero de ellos es
relativo a la noción de violencia que se transmite. Tal noción es inadecuada para un
abordaje eficaz del fenómeno, ya que, como se ha expuesto a lo largo de este
artículo, la violencia es comúnmente entendida como todo acto que tiene el
propósito de generar daño y que como consecuencia produce la ruptura de los
vínculos. De ese modo se hace mucho más difícil tratar de hacer algo productivo
con una noción que amerita ser conceptualizada de un mejor modo.
Pero como se ha analizado, esta concepción peyorativa de la violencia, lejos se
encuentra de la lógica que introduce en los vínculos familiares; su carácter
sistémico y propio de los seres humanos descarta la posibilidad de una erradicación
de los vínculos familiares. Esto se acentúa si se tiene en cuenta que el modo en que
es concebido el fenómeno violento configura a la vez la realidad que se percibe
sobre él mismo; en ese sentido, la concepción de que la violencia destruye los
vínculos y que es posible su eliminación, presenta una realidad en la cual los
integrantes de una familia no necesitan comprender por qué y para qué surge la
violencia en sus relaciones, y en la cual la violencia debe ser rechazada y suprimida
en cuanto se manifieste, lo que acentúa sus efectos en el interior de una familia.
Esta es, tal vez, una de las principales dificultades que posee la intervención actual
de la VIF por parte de las políticas públicas, pues la desestimación del fenómeno
como elemento propio de los seres humanos, permite que se asuma la violencia
como un asunto ajeno a los vínculos, y que la acción específica más coherente no
sea su comprensión, sino su rechazo y eliminación. La ineficacia, en este orden de
ideas, consiste en que la concepción de violencia que se transmite en los distintos
programas de prevención e intervención propuestos por organismos estatales como
el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) y organizaciones no
gubernamentales (ONG), no invita a los individuos a una comprensión de su actuar
violento en las relaciones familiares, sino a la eliminación del fenómeno, que por su
naturaleza es imposible de eliminar.
Finalmente, este tipo de estrategias no dan un lugar significativo al discurso de los
participantes, razón por la que no tienen la posibilidad de poner en discusión la
particularidad que se experimenta en sus vínculos familiares. Esta limitación hace
ineficaces las perspectivas informativas, pues no posibilitan que los individuos
analicen la lógica que articula la expresión de la violencia, y que se manifiesta en el
modo como se vinculan con los demás integrantes de la familia.
En ese sentido, las familias que participan de estos programas asumen que la
violencia es algo lesivo para las relaciones humanas, que existen rutas específicas
que se pueden seguir al ser víctima de este fenómeno con el fin de disminuirlo o
eliminarlo, que la comunicación es suficiente con el mismo propósito, y que las
principales causas tienen que ver con los modos de crianza, el contexto social, el
consumo de sustancias, el abuso de poder, entre otros aspectos ya señalados desde
una perspectiva tradicional de concebir la violencia. No obstante, nada de lo
anterior puede explicar a los integrantes de una familia lo que sucede en la lógica
interna de sus vínculos, pues aquello que puede propiciar la comprensión de dicha
lógica solo se encuentra mediado por la narración misma de los individuos, de sus
experiencias y del malestar inscrito en su relación con el otro.
Para finalizar, se considera que las políticas públicas y sus estrategias deben
trascender la perspectiva informativa y hacer énfasis en estrategias formativas. Esto
no quiere decir que se deban eliminar las campañas de prevención e intervención;
por el contrario, se considera que pueden ser estrategias con un mayor grado de
eficacia, siempre y cuando se puedan realizar con un mayor alcance, atendiendo a la
superación de las características expuestas. Una alternativa a estas debilidades sería
una perspectiva formativa, que implicaría poner en primer lugar el discurso de los
individuos con el fin de que ellos puedan analizar las lógicas que establecen en sus
familias. Esto permitiría profundizar en la particularidad del fenómeno violento,
con el fin de propiciar su comprensión por parte de los individuos, pues en las
estrategias actuales esta particularidad se difumina y se ve opacada por el saber que
un capacitador posee sobre el fenómeno. Reorientar la intervención sobre la
violencia intrafamiliar en la dirección antes señalada puede mejorar las
competencias socioemocionales de los miembros de la familia, definidas por
Bisquerra (2003, citado por Mikulic, Crespi y Radusky, 2015), como “el conjunto
de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarias para comprender,
expresar y regular apropiadamente los fenómenos emocionales” .
Conclusiones
El análisis hasta aquí expuesto de las políticas públicas sobre la VIF en Colombia
reconoce que el Estado ha puesto su atención sobre una problemática que se agrava
cada vez más, pero las estrategias diseñadas e implementadas tienen una serie de
características que las hace ineficaces para comprender lo que se oculta bajo el
fenómeno violento, e incapaces de estimular en la familia y en la sociedad, formas
alternativas de resolver los conflictos. Estas características tienen como eje
problemático común, el no reconocer la función y sentido que tiene la violencia
dentro los vínculos humanos, la inadecuada equivalencia entre violencia y agresión,
y la falsa creencia de que es deseable y posible erradicar la violencia de la
complejidad de las relaciones humanas. Además, las estrategias de intervención
pretenden erradicar un hecho propio del carácter simbólico que constituye al ser
humano y han privilegiado la perspectiva de un solo género, básicamente penal de
la VIF, imposibilitando que las familias sean resolutivas en el manejo de sus
conflictos.
El reto para las disciplinas sociales es superar la concepción tradicional que se ha
tenido sobre la violencia en general, y sobre la violencia intrafamiliar en particular,
estimulando la investigación hacia nuevas formas de estudiar este fenómeno en aras
de encontrar renovadas y más eficaces formas de intervenirlo.
Por su parte, es importante que el Estado ofrezca un amplio y sincero debate sobre
la eficacia que ha tenido la penalización y sanción de la VIF, pues a pesar de los
mayores esfuerzos en este sentido, el problema sigue avanzando.
El Estado, la academia y las organizaciones de la sociedad civil tienen el reto de
vincular estrategias más integrales para comprender e intervenir la VIF, que de
acuerdo al análisis aquí expuesto, deben centrar su atención, ante todo, en un
modelo de intervención que permita a las familias el pensar su dinámica familiar y
comprender el complejo papel que cumple la violencia dentro de los vínculos
familiares, de tal manera que logren encontrar formas de resolver sus conflictos de
manera no agresiva.

Otros enfoques
En una recopilación publicada en 2009, Javier Álvarez Deca presenta los resultados
de 230 estudios internacionales sobre violencia en la pareja, realizados durante los
últimos 30 años en 24 países. Todos esos estudios cumplen el requisito
indispensable de evaluar los comportamientos de ambos miembros de la pareja
heterosexual. Según las conclusiones de esa publicación, la violencia física es
ejercida en proporciones similares por hombres y mujeres, e iniciada con mayor
frecuencia por las segundas.69 El mismo autor ha elaborado una recopilación de 58
estudios sobre violencia en la pareja, publicados todos ellos en 2009, cuyos
resultados coinciden con los de su recopilación anterior. 70 Por último, en 2014, J.
Álvarez Deca ha publicado una monografía en la que se presentan las conclusiones
de 500 estudios sobre violencia en la pareja, que apoyarían sus conclusiones. 71 Se
refleja un desfase entre los resultados de los trabajos de Javier Álvarez Deca, que
defenderían la bidireccionalidad de la violencia en la pareja, y las políticas vigentes.

La protesta como medio para que los políticos y gobernantes


tomen acciones contra la violencia intrafamiliar
El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer se
conmemora anualmente el 25 de noviembre para denunciar la violencia que se
ejerce sobre las mujeres en todo el mundo y reclamar políticas en todos los países
para su erradicación. La convocatoria fue iniciada por el movimiento
feminista latinoamericano en 1981, en conmemoración de la fecha en la que fueron
asesinadas, en 1960, las tres hermanas Mirabal (Patria, Minerva y María Teresa), en
la República Dominicana.1 En 1999, la jornada de reivindicación fue asumida por
la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 54/134, el 17 de
diciembre de 1999, entendiendo por violencia contra la mujer «todo acto de
violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como
resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así
como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la
libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada», e
invitando a gobiernos, organizaciones internacionales y organizaciones no
gubernamentales a convocar actividades dirigidas a sensibilizar a la opinión pública
sobre el problema de la violencia contra las mujeres.
La violencia contra las mujeres se ha convertido en un problema estructural. Se
dirige hacia las mujeres con el objetivo de mantener o incrementar su subordinación
al género masculino.3 Su origen se encuentra en la falta de equidad en las relaciones
entre hombres y mujeres en diferentes ámbitos y en la discriminación persistente
hacia las mujeres.4 Se trata de un problema social presente tanto en el ámbito
doméstico como en el público, en diferentes vertientes: física, sexual, psicológica,
económica, cultural y otras, y afecta a las mujeres desde el nacimiento hasta la edad
avanzada. No está confinada a una cultura, región o país específico, ni tampoco a
grupos específicos de mujeres en la sociedad.5
El combate contra la violencia de género tiene una importante dimensión política,
según especialistas de diferentes ámbitos.6 Entre las claves para luchar contra la
violencia hacia las mujeres y avanzar en la prevención, están la educación y una
respuesta adecuada de la justicia que evite la impunidad.4 Alcanzar la equidad de
género pasa necesariamente por «transformar las reglas sociales» y los roles que
subordinan a la mujer, según la directora regional de ONU Mujeres para las
Américas y el Caribe, Luiza Carvalho.7
La forma más común de violencia experimentada por las mujeres a nivel mundial es
la violencia física infligida por una pareja íntima, lo que incluye mujeres
golpeadas, obligadas a tener relaciones sexuales o víctimas de alguna otra forma de
abuso. Entre las formas cotidianas de violencia contra las mujeres —denuncia la
ONU— se encuentran también, entre otros, el tráfico de mujeres, la mutilación
genital femenina, el asesinato por causa de la dote, el "homicidio por honor" y
la violencia sexual en los conflictos.5
Hasta el 70 por ciento de las mujeres experimentan violencia en el transcurso de su
vida.5
Historia
El 25 de noviembre de 1960, en la República Dominicana, fueron asesinadas las
tres hermanas Mirabal: Patria Mirabal, Minerva Mirabal y María Teresa Mirabal,
activistas políticas, por órdenes del dictador Rafael Leónidas Trujillo. En 1981 se
celebró en Bogotá, Colombia, el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del
Caribe, donde se decidió marcar el 25 de noviembre como el Día Internacional
de No Violencia contra las Mujeres, en memoria de las hermanas Mirabal.8
En 1991, se inició la Campaña de los 16 Días de Activismo contra la Violencia de
Género en el Centro para el Liderazgo Global de Mujeres proponiendo actividades
para la erradicación de la violencia de género desde el 25 de noviembre hasta el 10
de diciembre, Día de los Derechos Humanos.
En 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración sobre
la eliminación de la violencia contra la mujer, en la que definió el término violencia
contra la mujer como:
Todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real
un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la
prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la vida
privada.
Una manifestación denuncia la violencia contra las mujeres (Lesotho, 2008).
En dicha asamblea, se reconoció que era necesaria «una clara declaración de los
derechos que se deben aplicar para asegurar la eliminación de toda violencia contra
la mujer en todas sus formas, y un compromiso de los Estados y de la comunidad
internacional en general para eliminar la violencia contra la mujer».10
El 17 de diciembre de 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó
el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia
contra la Mujer. La ONU invitó a gobiernos, organizaciones
internacionales y organizaciones no gubernamentales a llevar a cabo actividades
dirigidas a sensibilizar al público respecto del problema en este día como una
celebración internacional. A partir de esta invitación, distintos países, como Chile11
y Argentina han añadido este día a sus calendarios oficiales.
El Unifem y posteriormente la ONU Mujeres renovaron anualmente el compromiso
de la lucha contra la violencia de género como una prioridad.12
En octubre de 2006, se presentó el Estudio a fondo sobre todas las formas de
violencia contra la mujer, que demuestra que existen obligaciones concretas de los
Estados para prevenir la violencia, para tratar sus causas (la desigualdad histórica y
la discriminación generalizada), así como para investigar, enjuiciar y castigar a los
agresores.
Manifestación en el Día contra la violencia contra las mujeres en Santiago de Chile,
noviembre de 2019.
En febrero del 2008, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon,
lanzó la campaña global: "Únete para Poner Fin a la Violencia contra las Mujeres",
sumándose a la campaña iniciada en 1991 por el Centro para el Liderazgo Global de
Mujeres de la Campaña de los 16 Días de Activismo contra la Violencia de
Género.13
En 2020, dentro de esta misma campaña activista, la corporación municipal
de Rivas Vaciamadrid incluye un mes de actividades lúdico-formativas 1415 para
concienciar ante formas sutiles de violencia, como la invisibilización de la mujer.
Problema en el ámbito mundial: políticas públicas y lucha
contra la impunidad
Ayuntamiento de Madrid, noviembre de 2015.
Aunque en la primera década del siglo XXI se ha avanzado en legislación contra
la violencia de género y el feminicidio, uno de los problemas que se mantiene es
la impunidad.16
Por otro lado, todavía muchos países tienen legislaciones precarias contra la
violencia de género, debido a que su abordaje a través de las políticas públicas no es
transversal y es sin duda insuficiente. Junto con diferencias culturales, la forma en
que las inequidades de género se producen está relacionada con las posibilidades
que brindan los sistemas políticos, económicos, sanitarios y de seguridad social en
cada país para el desarrollo de sus ciudadanos. Las políticas públicas refuerzan o
aminoran el impacto del género sobre la salud de las mujeres y los hombres, pues
no existen políticas neutras sino solamente "ciegas al género". En este sentido,
el orden social, el funcionamiento jurídico, institucional, las políticas y los
programas pueden contribuir a una mayor igualdad o mantener e incluso
profundizar y construir nuevas desigualdades.
Colombia - Campaña hay algo de los que tenemos que hablar y la biblioteca es el
lugar. "En la biblioteca se reconocen los liderazgos de las mujeres, nosotras nos
tomamos la palabra y denunciamos. Por estas razones, declaramos la biblioteca un
espacio seguro para las mujeres y niñas."17
La ausencia de ciertas políticas indica que el Estado no se está haciendo cargo de
las desigualdades de género existentes, lo que se manifiesta en distintos sectores de
la vida social. Por ejemplo, la ausencia de políticas que instalen contenidos no
sexistas en el sistema educativo, sin abordar allí la reproducción de construcciones
culturales que atentan contra la igualdad de género.18
De manera más crítica, existen leyes y políticas que no solo omiten, sino que
además accionan con violencia mecanismos que generan mayores desigualdades de
género; este es el caso de la interrupción del embarazo o aborto.
Las protestas fueron y son el mecanismo para alzar nuestra voz en contra de la
violencia contra la mujer y las niñas para que los politicos, gobernates y autoridades
que se supone deben darnos armas para protegernos deben tomarnos en serio
cuando pedimos ayuda pero son los primeros en minimizarnos en decir que solo
somos unas locas histericas y cuando toman medidas y las penas son ridiculas ya
que no sirven para nada ya que le dan mas poder al agresor y nos dejan mas a su
merced.
Mi pregunta: ¿Cuántas mujeres y niñas mas tienen que morir para que la politicas
que se supone nos tienen que proteger sean mas contundentes y duras contra los
agresores ya que los castigos que son un chiste barato 8 o 4 años no es nada para el
feminicida sale y otra mas es su nueva victima y otro nombre mas que se suma a la
lista. Un hombre que no sabe vivir ni le aporta nada a la sociedad solamente mas
violencia mas mujeres asesinadas sin ningun tipo de escrupolo ni misericordia. alli
y vuelve y juega el mismo modus operandi esta es una sociedad desigual donde el
hombre manda y la mujer calla, el hombre levanta la mano para golpear, violar,
agredir con arma blanca o disparar y matar una mujer cada dia, cada año y la mujer
las recibe todas juntas esto tiene que parar ya asi como dicen todas las frases que
relaciono acontinuación:
 "No quiero sentirme valiente cuando salgo a la calle; quiero sentirme libre"
 "¡Las chicas son guerreras!"
 ""Nos ha salido feminista". No, os he salido de la jaula"
 "Cuando el mundo entero está en silencio, una sola voz se vuelve poderosa"
(Malala Yousafzai)
 "No es no"
 "Tu lucha es mi lucha"
 "Ante las atrocidades tenemos que tomar partido. El silencio estimula al
verdugo" (Elie Wiesel)
 "Tranquila, hermana. Aquí está tu manada"
 "No estás sola"
 "Me convertí en luchadora social porque me identifico con mis hermanas, las
mujeres, y, sobre todo, porque creo en la justicia" (Elena Caffarena)
 "Mi cuerpo no quiere tu opinión"
 "La cantidad de ropa que uso no determina la cantidad de respeto que
merezco"
 "Tu miedo a mi libertad se llama machismo"
 "No somos histéricas, somos históricas"
 "Las mujeres que no se ajustan al sistema, que intentan romper con los
patrones aceptados, son estigmatizadas como extrañas o poco femeninas"
(Shirley Chisholm)
 "Lo contrario al feminismo es la ignorancia"
 "Quiero vivir sin miedo"
 "La de al lado es compañera, no competencia"
 "El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios
oprimidos" (Simone de Beauvoir)
 "Ni golpes que duelan ni palabras que hieran"
 "Mujer tenía que ser...la que cambiase el mundo"
 "Una mujer no está escrita en braille. No necesitas tocarla para conocerla"
 "La violencia es el último recurso del incompetente" (Isaac Asimov)
 "La violencia es un signo de debilidad"
 "Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y
totalmente libres" (Rosa Luxemburgo)
 "Nadie me preguntó como vestía mi agresor"
 "Sé la mujer que quieras ser"
 "El feminismo no es solo un llamado a la igualdad, sino un llamado a la
libertad y la justicia" (Susan B. Anthony)
 "Somos el grito de las que ya no tienen voz"
 "Con ropa o sin ropa, mi cuerpo no se toca"
 "Me rebelo porque quiero seguir viva"
 "Cuántas mujeres calladas porque ni siquiera ellas pudieron, pueden o podrán
decir: 'Esta boca es mía', 'este cuerpo es mío' , 'esto es lo que yo pienso'"
(Virginia Woolf)
 "Feliz va a ser el día que no falte ninguna"
 "No lo sé, Rick...parece patriarcado"
 "Rompe el silencio. Cuando seas testigo de la violencia contra las mujeres no
te quedes de brazos cruzados. Actúa" (Ban Ki Moon)
 "El machismo mata, el feminismo no"
 "Tenemos que salir a proteger nuestros cuerpos y nuestras mentes y no salir a
hacer lo que el mundo quiere que hagamos" (Simone Biles)
 "Se lo debemos a las que nunca volvieron"
 "Déjame ser otra cosa que no sea un cuerpo"
 "La mujer está obligada a tomar la libertad si no se la dan" (Federica
Montseny)
 "Teníamos dos opciones: estar calladas y morir o hablar y morir. Decidimos
hablar"
 "Los hombres temen que las mujeres se rían de ellos. Las mujeres temen que
los hombres las asesinen"
 "Yo soy mi propia heroína"
 "Sororidad: vínculo de solidaridad entre las mujeres, especialmente ante las
discriminaciones del patriarcado"
 "Se puede impedir que las mujeres voten, pero no se puede impedir que
piensen" (Emilia Pardo Bazán)
 "Hermana, yo sí te creo"
 "La vida es demasiado corta como para no volar"
 "Levanto la voz, no para gritar, sino para que las que no tienen voz puedan ser
escuchadas" (Malala Yousafzai)
 "Si mirases con nuestros ojos ¡gritarías!"
 "Si el presente es lucha, el futuro será vida"
 "La lucha contra el machismo comienza con el apoyo mutuo femenino"
(Marcela Lagarde)
 "Quien no se mueve no siente las cadenas" (Rosa Luxemburgo)
 "No eres tú, soy yo, que no acepto ninguna forma de maltrato"
 "La libertad se aprende ejerciéndola" (Clara Campoamor)
 "Molesta más una mujer asesinada que mil asesinadas"
 "Los violadores existían antes que las minifaldas"
 "Nunca debes tener miedo de lo que estás haciendo cuando es correcto" (Rosa
Parks)
 "Nos quisieron enterrar, pero no sabían que éramos semillas"
 "Que nada nos defina, que nada nos sujete. Que la libertad sea nuestra propia
sustancia" (Simone de Beauvoir)
 "Á(r)mate, mujer. Empieza la (r)evolución"
 "Nunca me sentí sola porque estábamos juntas"
 "Donde no hay lucha, no hay fuerza" (Oprah Winfrey)
 "Si hay algo que he aprendido en la vida es el poder de usar mi voz" (Michelle
Obama)
 "La forma más común de renunciar al poder es pensando que no lo tenemos"
(Alice Walker)
 "Mi silencio no me protegió. Tu silencio no te protegerá" (Audre Lorde)
 "Todos tenemos una herida marcada cuando una mujer es maltratada"
 "No seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas"
 "El feminismo es la idea radical de que las mujeres valen lo mismo que los
hombres"
 "Me niego a actuar de la manera que los hombres quieren que actúe"
(Madonna)
 "Para poder decir "Ni una menos" debemos dejar de alentar princesas
indefensas y héroes salvadores"
 "Si nos educas igual, seremos iguales"
 "El largo de mi falda no te dice que sí"
 ""No" es una frase completa"
 "Si todos los hombres nacen libres, ¿por qué las mujeres nacen esclavas?"
(Mary Astell)
 "Los roles masculinos y femeninos no están fijados biológicamente, sino que
son socialmente construidos" (Judith Butler)
 "La pregunta no es quián va a dejarme; es quién va a detenerme" (Amy
Schummer)
 "Si me das a elegir, me quedo conmigo"
 "El miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del
hombre a la mujer sin miedo" (Eduardo Galeano)
 "Quererse en revolucionario"
 "Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el
interior" (Frida Kahlo)
 "El acto más valiente es pensar por una misma, en voz alta" (Coco Chanel)
 "Solo las mujeres rebeldes hacen historia"
 "Soy mujer de alas, no de jaulas"
 "Solo falta que nos quiten lo 'bailao'"
 "Nos lo quitaron todo, incluso el miedo"
 "Nosotras paramos para que os paréis a pensar"
 "La culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía. El violador eres tú"
 "Ni la tierra ni las mujeres somos territorios de conquista"
 "Si luchas puedes perder, si no luchas, estás perdida"
 "Si no entiendes el motivo de esta lucha es porque eres parte del problema"
 “El feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar
colectivamente” (Simone de Beauvoir)
 "Somos la generación de valientes que no callan ante el miedo"
 “Las mujeres han sido educadas por Disney para ser idiotizadas” (Moderna de
Pueblo)
 "La ignorancia de su propia historia de luchas y logros ha sido una de las
principales formas de mantener a las mujeres subordinadas" (Gerda Lerner)
 "El machismo mata, el feminismo salva vidas" (Ana Bernal-Triviño)
 "Las mujeres son la mayor reserva de talento sin explotar en el mundo"
(Hillary Clinton)
 "Hombres: quiero aprovechar esta oportunidad para extenderos una invitación
formal, la igualdad de género también es asunto vuestro" (Emma Watson)
 "No podemos avanzar todos, si a la mitad se nos deja atrás" (Malala
Yousafzai)
 "Hay violencia cuando usamos una palabra denigrante, cuando hacemos
gestos para denigrar a otra persona, cuando obedecemos porque hay miedo.
La violencia es mucho más sutil, mucho más profunda" (Jiddu Krishnamurti)

También podría gustarte