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%20Adolescente&lr&hl=es&pg=PP1#v=onepage&q=Psicolog%C3%ADa%20del
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https://books.google.com.pa/books?id=ENVMNZgyxQIC&printsec=frontcover&hl=es
1994
Por todo ello creemos muy importante hacer un análisis de los factores
psicosociales de riesgo en la adolescencia; para esto consideraremos como
principales factores de riesgo psicológicos los siguientes:
Referencias Bibliográficas
Desde la psicología hay una serie de pautas que podemos trabajar para un
buen manejo de la etapa adolescente de nuestros hijos e hijas:
1.Crear un espacio de comunicación abierto y un entorno familiar seguro y
cálido. Evitar sermones o “dar lecciones”, es importante que sientan que
existe una simetría en la comunicación para poder opinar o expresar lo que
necesiten.
2.Saber escuchar y que se sientan escuchados.
3.Fomentar un entorno familiar con demostraciones de afecto. Recordad que
en esta etapa los hijos e hijas pueden “parecer más ariscos”, es algo normal,
pero es importante que las muestras de cariño entre los miembros sean
explícitas para promoverlas en las personas adolescente de manera
espontánea.
4.Favorecer una buena regulación y expresión emocional –este punto desde
la Psicología del adolescente es clave–. La mejor forma es que los padres den
ejemplo de comunicación en la pareja. Si los adolescentes experimentan cómo
sus figuras de referencia hablan de forma abierta y sana de sus emociones y
las regulan de forma adecuada será un modelo adecuado para que ellos
también lo repitan.
5.Es muy importante no bromear superficialmente con sus cambios de humor
o sus cambios físicos, tampoco hablar de ello en público o restarle
importancia, porque puede hacerles sentir ridiculizados. Es una etapa de
cambios a nivel general y los padres y madres son la herramienta esencial
para que integren y acepten esos cambios de manera adecuada, que
aprendan lo que significa y los cambios que aún les esperan.
6.Ayudar a construir una autoestima sólida, ayudarles a descubrir sus puntos
fuertes. Utilizar el refuerzo positivo por medio del elogio o las muestras de
afecto cuando hacen algo bien. Esto ayudará a elevar su autoconfianza.
7.Poner límites y normas claras y razonables. Puede ser bueno razonar y
argumentar las decisiones junto a la persona adolescente, evitar el “por qué lo
digo yo” o “lo haces y punto”. Ayudarles a entender el “para qué” se hacen las
cosas puede favorecer que cumplan las normas con mayor facilidad. Es
importante aplicar las normas con autoridad, pero no con autoritarismo.
8.Hablar abiertamente sobre temas clave para su educación, como
la sexualidad y los derechos sexuales o los riesgos de adicciones a
sustancias, alcohol, apuestas, internet… Con relación a la sexualidad es
importante que dispongan de información sobre la práctica segura de las
relaciones sexuales, y que conozcan sus derechos sexuales. La familia es un
contexto muy propicio para reflexionar y hablar de cuestiones como el respeto
a la libertad sexual, la integridad de las personas o la violencia de género. En
el tema de las adicciones, conviene que conozcan sus efectos a corto plazo,
pero sin duda lo decisivo es que sean conscientes de las drásticas
consecuencias que pueden tener para su futuro.
9.Consistencia en las pautas educativas. Debe existir una coherencia entre las
pautas interparentales, es decir, que el padre y la madre estén de acuerdo con
las mismas normas y las apliquen al unísono. También tiene que existir una
estabilidad en esas pautas, es decir, que cada miembro de la pareja no incurra
en contradicciones y unas veces ponga un límite y otras no. Esto confunde a
los adolescentes y puede generar inseguridad e incertidumbre, así como la
creencia de que manipulando a su padre o madre pueden conseguir lo que
quieran.
10. Predicar con el ejemplo es la mejor manera de que los adolescentes acaten
normas.
11. Fomentar autonomía e independencia, –enseñarles a tomar decisiones–,
este es un elemento fundamental para el desarrollo de los adolescentes como
individuos.
12. Inculcar responsabilidad, asignándoles tareas del hogar para que participen
en la organización familiar.
13. Transmitir valores de familia. Es importante que confiemos en que hemos
transmitido a nuestros hijos e hijas unos valores adecuados y firmes y confiar
en que sabrán ponerlos en práctica. Como decía Aristóteles: “Los buenos
hábitos formados en la juventud marcan toda la diferencia”.
14. Al ser una etapa de muchos cambios a nivel físico, psicológico y emocional, es
importante estar atentas y atentos a que integran todos esos cambios de
manera adecuada. Que aceptan sus cambios físicos como normales les
ayudará a aprender a quererse y cuidarse, que entienda que es un momento
fluctuante en lo que refiere a las emociones y que es necesario gestionarlas
de manera adecuada.
15. Si se detectan dificultades en algunas de estos aspectos que se manifiesten
en comportamiento como: “problemas con la comida”, verbalizaciones
negativas sobre su aspecto, dificultades para gestionar la ira, un ánimo
frecuentemente bajo y desmotivado, entre otras cosas, no dude en consultar
con un psicólogo o psicóloga. Si se intervienen a tiempo en las dificultades
que puedan surgir en la adolescencia el pronóstico es mucho más favorable y
se incrementa la probabilidad de superarlas y mejorar su afrontamiento.
Y recuerda que tu autocuidado emocional siempre va a contribuir al cuidado
emocional de tus hijos e hijas adolescentes.
¿No tienes el manual sobre cómo actuar con los hijos adolescentes? Ni tú ni
nadie, porque NO EXISTE. Sólo podemos conseguir más información,
ponerle sentido común, practicar y aprender de nuestros errores para
hacerlo lo mejor posible
CONCLUSIONES
He querido dejar para el final la herramienta más potente que puedo
revelaros para un buen manejo de la etapa adolescente de vuestros hijos e hijos,
y es… ¡acordarse de cuando nosotros y nosotras éramos adolescentes! Esto nos
ayudará a reflexionar sobre cómo nos sentíamos, qué necesidades teníamos o
que es lo que pensábamos.
La clave esencial para lograr esto es la empatía, ponernos en el lugar de la
persona adolescente e intentar comprender que es una etapa de muchos cambios
en todas las esferas de su vida. Desde esta mirada nos será más fácil poner en
marcha conductas adecuadas para manejar los conflictos que pudieran surgir.
¡No existe la madre o el padre perfecto! No existen respuestas correctas, no hay
que saberlo todo, ni adivinar las necesidades de los hijos e hijas.
La adolescencia es una etapa de aprendizaje, un tiempo de tropezar y
equivocarse, de intentar volar, de buscar el camino propio… Y en todo ello es
fundamental que la familia sea la guía, una brújula ayudándoles a encontrar su
propio camino.
INTRODUCCIÓN