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TESIS
PRESENTA
Zapopan, Jal.
Índice
Capítulo I
1.1.2Contexto Globalizado
Capítulo II
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Capítulo I
La interculturalidad
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1.1 La interculturalidad en el contexto globalizado
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1.1.1 Para entender la interculturalidad
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espacio intercultural se dan dos cosas: un debilitamiento de lo considerado propio
en las culturas y al mismo tiempo un fuerte renacer” (Fornet, R. 2004 p. 85) Las
reacciones que terminan por cooptar al concepto responden precisamente a un
miedo que surge hacia lo diferente o a lo no tenido por propio.
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La tercera perspectiva es la de la interculturalidad crítica. Esta perspectiva se
caracteriza por partir del problema estructural-colonial-racial.
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globalizado, donde mientras se levantan los muros a las personas, poco a poco
desaparecen las fronteras para los mercados. Con esta premisa podríamos citar
aquí algunas características de la interculturalidad para una mejor comprensión:
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cualquier intento por intervenir interculturalmente implique un mínimo de análisis de
la realidad, “juzgando lo juzgable” y lo contradictorio con el reconocimiento de las
bases, en bien de la superación de las desigualdades.
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Recuerdo aquí el testimonio de uno de los misioneros en la zona norte de la
república mexicana en la región habitada por los indígenas rarámuri. Corrían
los años noventa; México entraba en el “caudal del desarrollismo” impulsado
por el presidente Salinas. Una de las delegadas de la secretaría desarrollo
social sobrevolaba en avioneta la sierra tarahumara y al mismo tiempo no se
explicaba cómo era posible que tanta gente viviera tan aislada de las grandes
ciudades, al mismo tiempo declaraba que era necesario trasladar a los
rarámuri a las fábricas como mano de obra para la maquila de productos,
esto implicaba una nueva fuente de ingresos. Se trataba de una dependencia
cuyo objetivo es el desarrollo social, y que muchas veces también integra a
su conveniencia el concepto de interculturalidad. (Preciado, 2014,
comunicación personal)
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El caso mexicano es un buen ejemplo en cuanto al imperativo que representó
en los años cuarenta la construcción de una identidad mestiza que asociaba
directamente a la mexicanidad con una cultura única. Las políticas oficialistas
siguieron alimentándose de este modelo, si acaso con las políticas indigenistas se
seguían manteniendo modelos integristas que anulaban la identidad propia de los
pueblos indígenas, este caso solo como ejemplo para una mejor comprensión de
las intencionalidades de parte del sector público en sus diferentes dependencias.
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1.2.1 Identidad nacional e interculturalidad
Quizás una de las cuestiones que tienen que atenderse en cuanto a los
estudios poscolonialistas, que abordaremos más adelante, se centra precisamente
en la tensión existente entre “la idea de la homogeneidad de las culturas (…) la idea
de la nación o del nacionalismo, ya que una y otra presuponen cierta homogeneidad
cultural, basada en una identidad forjada a partir de un conflicto, que oponía a los
colonizados a la situación de opresión colonial”. (Santos B. 2009: p. 283) De esta
manera la interculturalidad se reducía a la folklorización de las culturas, identificando
en ello una atención a la diversidad de los grupos.
Con mucha mayor fuerza esta realidad enraizó en la conciencia del proyecto
homogeneizador con la idea de la Revolución Mexicana, la mexicanidad radicaba
pues en un discurso que posteriormente tomó la forma de indigenismo, que al
mismo tiempo causó sus propios estragos generando mecanismos de dominación
mediante el llamado paternalismo y asistencialismo gobiernista.
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Por su parte la política cardenista abrió paso a un socialismo determinante
en el indigenismo, llevando consigo la posibilidad de reconocimiento de territorios
habitados y poseídos principalmente por población campesina e indígena.
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de nación, desde sus inicios la Secretaria de Educación Pública bajo el ideal
vasconcelista, en mayor o menor grado, a lo largo de la historia ha pretendido forjar
una identidad mexicana basada en su diversidad como riqueza y sustento, como
principio y recurso pedagógico, que sea acorde al tiempo. Como lo señala
actualmente el Programa Especial de Educación Intercultural 2014-2018 de la
Coordinación General de Educación Intercultural y Bilingüe y como el mismo José
Vasconcelos lo impulsó mediante las misiones culturales; forjando las bases de un
sistema educativo completo que encontraría, incluso en el mismo cardenismo, sus
concreciones prácticas. Así pues El sistema escolar ideado por Vasconcelos, Gamio
y Saénz contenía muchos elementos que aprovechaban la cultura comunitaria: el
igualitarismo, el espíritu de cooperación y trabajo, las responsabilidades
compartidas y los beneficios de la educación en un mundo cada vez más abierto e
interdependiente. (Latapí, 1999: p. 75) Una fértil síntesis entre lo mejor de las
culturas indígenas y las oportunidades de una sociedad en vías de crecimiento, una
sociedad que al mismo tiempo buscaba su propio rostro frente al escenario
internacional. Es difícil imaginar que este ideal sea entendido el día de hoy por la
Secretaría de Educación Pública que en diversas ocasiones se limita a hacer una
crítica de sus propias prácticas dentro de las comunidades indígenas pero no
termina de sentar las bases para una presencia más oportuna dentro de las mismas.
Un ejemplo de ello son las cifras en cuanto a la desigualdad de oportunidades de
acceso a la educación secundaria y a la educación media superior que se citan en
el documento antes mencionado, pero en muy pocas veces se hace un análisis serio
sobre las causas estructurales que originan esa falta de oportunidades. (Cfr.
Programa Especial de Educación Intercultural: p. 33)
Volviendo al análisis histórico de los intentos por crear una educación intercultural,
aparece de manera intermitente el sesgo que representó y sigue representando el
indigenismo:
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1973, el congreso Indigenista celebrado en San Cristóbal de las Casas,
Chiapas, se convirtió en escenario de críticas al indigenismo. En los 20 años
siguientes se han celebrado docenas de reuniones y congresos, celebrados
por el gobierno o diversas asociaciones independientes, en las que se ha
refutado la idea del mestizaje y la homogeneidad nacional, y se ha propuesto
en cambio un México pluricultural y pluriétnico. Según menciona de la Peña,
(como se cita en Latapí, 1999, p.81)
El PEEI fue lanzado en mayo de 2014, como una estrategia que atiende a las
implicaciones del Plan Nacional de Desarrollo. Se anuncia como la primera iniciativa
educativa oficial que aborda la dimensión intercultural de la educación. Dentro de
sus objetivos se puede leer la importancia que se le otorga a la contribución a
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mejorar la calidad desde la perspectiva intercultural, apoyando la meta nacional por
garantizar la paz mediante la inclusión y el ejercicio pleno de los derechos sociales
y la ampliación de las oportunidades para todos los integrantes de la sociedad.
Incluso después se reconoce la urgencia del tema del “pleno respeto a los
derechos humanos y a la pluralidad cultural y lingüística” (PEEI p. 26) sin embargo
pareciera que no se sabe de qué se está hablando, pues no hay referencias a los
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pueblos indígenas como los propios autores de su destino como “pueblos
autónomos” , quizás ni siquiera se pueda entender la categoría “derechos humanos”
dentro de una visión e interpretación de la realidad propiamente indígenas.
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Los modelos de planeación totalizante descontextualizada de lo diversidad
de la realidad mexicana.
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Capítulo II
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En este segundo capítulo se pretende hacer un esbozo sobre las propuestas
alternas de interculturalidad, desde el enfoque crítico, para ello se presenta el
fenómeno de la neocolonización como una de las realidades presentes en el
contexto latinoamericano, además se aborda la importancia de una Epistemología
del Sur, desde la reflexión de Boaventura De Sousa Santos. Con la intención de
superar los sesgos de una epistemología eurocéntrica. Así pues se pretende
rescatar el trabajo, la reflexión y la experiencia propias de las diferentes alternativas
disruptivas en América Latina.
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discursos, con el propósito de entrar en los programas y acuerdos internacionales
para el desarrollo, palabra muy desdibujada según Esteva quien afirma que:
Para la mayoría de la gente en el mundo, ‘desarrollo’ significa iniciarse en un
camino que otros conocen mejor, avanzar hacia una meta que otros han
alcanzado, esforzarse hacia adelante en una calle de un solo sentido.
‘Desarrollo’ significa sacrificar entornos, solidaridades, interpretaciones y
costumbres tradicionales en el altar de la siempre cambiante asesoría de los
expertos. (Esteva, 2009)
Así pues la idea de desarrollo, tan “gelatinosa” bien podría ser parte de un
plan para la mejora económica de un país y ello implicaría la inclusión de la
dimensión intercultural de un plan nacional educativo, con el fin de generar el
despojo del territorio de los pueblos indígenas con tal de que empresas extranjeras
logren extraer riquezas minerales del subsuelo, o bien pudieran ser causas legítimas
que fomenten el respeto de usos y costumbres dentro de una localidad, en cualquier
país latinoamericano esta es una realidad que nos recuerda la importancia de
delinear y construir un concepto de interculturalidad, que implique reflexión crítica,
con el fin de evitar ciertos sesgos desarrollistas.
Por todo lo anterior resulta necesaria la alternativa intercultural crítica que en
México se manifiesta en los movimientos que fomentan una educación social que
favorece el empoderamiento de las bases, de lo colectivo y que reconoce el valor
de la diversidad cultural para ello es necesario nombrar los mecanismos inhibidores
de la emancipación que suelen ser asumidos por las lógicas desarrollistas,
presentes también en el uso del término intercultural, esto por la necesidad de
desentrañar una verdadera experiencia intercultural crítica, presente en contextos
donde la comunidad y el rescate de los saberes populares se vuelve un imperativo.
En el contexto latinoamericano surge la necesidad de hablar pues de
mecanismos neocolonizadores presentes en diversos sectores que enarbolan
políticas bajo el supuesto “incluyente” o bien desde la óptica del “empoderamiento”
lo cual leído a la inversa supone una visión de excluidos o desempoderados, para
comprender este fenómeno nos hace bien recordar el viejo adagio de que “no se
puede ser juez y parte” de las situaciones a las que se pretende atender, por lo cual,
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no podemos terminar de entender cómo aquellos que se benefician de estructuras
excluyentes y opresoras puedan enarbolar discursos que pretenden mermar
situaciones de las cuales ellos mismos son los causantes. Así pues surge la
necesidad de aproximarnos ahora al fenómeno de la poscolonización.
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cultura única que homogeneiza la identidad de los sujetos. El PEEI hace alusión al
termino colonialidad cuando se afirma que “La necesidad de cambio conlleva
exigencias orientadas a construir una sociedad plural y democrática, libre de
brechas y diferenciales en el sistema educativo, de rastros de lo que se denomina
colonialidad del pensamiento y formas diversas de discriminación y racismo” (PEEI,
p. 28) en este apartado se asocia a la colonialidad del pensamiento con otras formas
de exclusión, en este sentido cabe citar, como ya lo hemos venido haciendo, el
trabajo de Boaventura De Souza Santos, pues desde esta asimilación del
conocimiento desde una lógica eurocéntrica se montan los diferentes discursos que
enarbolan los intentos por responder interculturalmente en el ámbito educativo. Se
vuelve urgente entonces volver a los conocimientos y saberes de los pueblos
originales, encontrar en ellos la lectura de un mundo alterno que no necesariamente
se ajusta a las lógicas desarrollistas. La escuela y la educación en este sentido se
convierten en ambientes artificiales desde los cuales se pretende transmitir la
cultura, sin embargo desde una visión eurocéntrica, positivista y cietificista será
difícil generar una alternativa. Nos volvemos así a la urgencia del rescate de la
experiencia latinoamericana.
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epistemología crítica del sistema imperante. A este proceso Santos lo llamó
cooptación de la emancipación que a su vez abrió paso a ser:
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decir, como lo mencionamos anteriormente, nos encontramos ante una
interculturalidad limitadamente funcional.
Finalmente Santos concluye que para salir del impasse que esto representa,
un contexto de transición paradigmática, consiste en revalorizar el conocimiento-
emancipación, dándole la primacía sobre el conocimiento regulación. Esto implica,
que la solidaridad se transforme en la forma hegemónica de saber, y, por otro lado
que la positividad del caos sea reconocida en cuanto parte integrante del orden
solidario. (Santos, 2009) Así pues podemos entender la importancia de recuperar
las experiencias latinoamericanas contra-hegemónicas que permiten superar los
mecanismos de dominación del neocolonialismo imperante en el modelo capitalista
neoliberal. Un elemento, además compatible con la dimensión intercultural de la
educación.
Desde su crítica a la mal formación del ideal desarrollista, los pueblos andinos
hacen del Buen Vivir (sumak kawsay en lengua Kichwa) una propuesta alterna al
modelo capitalista neoliberal, entendiendo que solo así puede haber una
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reivindicación de los pueblos y una verdadera construcción de una decolonización
del saber y el conocimiento. Pues esto representa una reconciliación con los
saberes y tradiciones de los pueblos indígenas. El Buen Vivir supone entonces un
concepto en construcción, que difiere del desarrollismo por no ser una propuesta
lineal y totalizadora de la realidad. Solo a partir de una experiencia indígena es
posible descolonizar la interculturalidad.
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La idea del Buen Vivir está directamente vinculada con saberes y tradiciones
indígenas. Por lo tanto, hay un esfuerzo deliberado de volver a hacer visibles
saberes y concepciones que han estado ocultos y sojuzgados por largo
tiempo. (Ibíd. p. 107)
Así podemos citar aquí un ejemplo más cercano, pues en México podríamos
comparar esta experiencia con el despertar de la larga noche de los 500 años del
pueblo maya en el sureste mexicano, la insurrección de los neo-zapatistas supone
un modelo de decolonialidad que responde de manera alterna al reduccionismo que
representa el desarrollismo: “nunca más un país sin nosotros” respondían los
zapatistas al gobierno salinista y su apertura al Tratado de Libre Comercio en
América Latina en 1992. Nuevamente el desarrollismo positivista encontraba
terreno fértil en las incipientes democracias de la región latinoamericana. Las
concreciones del zapatismo mexicano aterrizaron en modelos de autogobierno que
supusieron la determinación y autonomía de los pueblos indígenas, la educación no
quedó exenta de una relectura propia por parte del pueblo maya. Los caracoles y
sus escuelitas zapatistas reivindican así la autonomía y el reconocimiento de los
pueblos originales, la interculturalidad encuentra en estos ejemplos la posibilidad de
emerger desde la construcción colectiva de modelos alternos al uso del término por
parte de las instituciones oficiales.
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Como hemos señalado en los párrafos anteriores, las luchas emancipatorias en
América Latina, dan cuenta de la posibilidad de generar horizontes de cambio que
abran espacios donde la interculturalidad es sublimada, de manera crítica, ello
implica cierto despojo del ideal desarrollista y de los intereses implicados en una
política neoliberal capitalista. El buen vivir como modelo de vida nos permite
desmontar el uso del término intercultural en el plano funcionalista. Pues el buen
vivir implica una necesaria reconciliación con los saberes y conocimientos
ancestrales de los pueblos originales.
El buen vivir es así una praxis intercultural, pues supera las elucubraciones y
las teorizaciones de las que es objeto la interculturalidad, una palabra desgastada
y manipulada como lo hemos venido analizando en los apartados anteriores. El
buen vivir es pues una plataforma política que desencadena una serie de
transformaciones en las prácticas de las personas, de los pueblos, de las naciones.
Supone la superación de una visión utilitarista de los derechos de la Madre Tierra,
o bien la Pachamama, como se defiende en la misma constitución ecuatoriana. En
palabras de Boaventura de Souza Santos
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método de alfabetización en Brasil que le costó la persecución por parte de la
dictadura. En sí la propuesta del modelo freiriano posibilitó la creación de un modelo
de educación popular que permitía que los pobres, oprimidos, campesinos,
marginados, fazendeiros, parias… articularan su propia lectura del mundo, logrando
así concretar un modelo pedagógico que posibilitó la emancipación, alfabetizando y
articulando nuevos movimientos de reivindicación social.
El buen vivir en diálogo con la educación popular son hoy una posibilidad
para formular un modelo alterno de educación intercultural que posibilita la creación
de estructuras que favorezcan el reconocimiento de los saberes populares, la
reivindicación del conocimiento y la tradición de los pueblos originales, en armonía
con el respeto a la naturaleza. No puede haber una verdadera dimensión
intercultural de la educación sin antes haber posibilitado que los actores
involucrados sean capaces de articular su propio enunciamiento del mundo que les
rodea. Reconociendo además la riqueza de la diversidad pluricultural que otorga a
los estados latinoamericanos.
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Hemos pues encontrado que el buen vivir se entiende como una plataforma
que permea en los diferentes ámbitos de la vida de los pueblos y de las naciones,
hemos insistido en la necesidad de encontrar en la praxis educativa un camino
utópico que permite la articulación de propuestas emancipatorias que abren paso a
un buen vivir para todos, recuperando el saber y el conocimiento de los pueblos y
respetando su dimensión ecológica. Ahora será preciso hacer un esbozo de las
bases para una educación intercultural al modelo imperante, como una alternativa
mediada por el buen vivir, en consonancia con la educación popular.
La urgencia de un modelo de educación intercultural para el buen vivir nos viene del
ejemplo ecuatoriano y boliviano, que como hemos señalado anteriormente, dan
cuenta de un avance teórico, epistemológico, político, social, cultural y pedagógico
alrededor de la interculturalidad y del buen vivir. (Venegas, 2012) que en el contexto
latinoamericano nos lanza a un replanteamiento de la manera de interpretar el
mundo desde la visión del sur.
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crítico. Sabiendo que el interculturalismo crítico busca suprimir las causas de la
asimetría social y cultural por métodos políticas, no violentos.
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2009), ello implica una “visión profunda y emancipatoria de la interculturalidad, que
se asume en parámetros fuertes de transformación de la noción de cultura”
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Fuentes de consulta
ACOSTA, A. (2010), “El Buen Vivir en el camino del post-desarrollo: Una Lectura
desde la constitución de Montecristi”, Fundación Friedrich Ebert, FES-ILDIS.
DÍAZ, A. y VELASCO, H. (1996), “La cultura como objeto”, Revista Signos, teoría y
práctica de la educación, Vol. 17 enero-marzo.
LASH, (1999), en Santos, B, “Una Epistemología del Sur”, pp. 235-236, México,
S.XXI Editores
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modernidad”, Bogotá: Departamento de Investigaciones de la Universidad Central
SAYAGO, S. (2014), “El análisis del discurso como técnica de investigación
cualitativa y cuantitativa en las ciencias sociales”, Cinta moebio 49: 1-10
PÉREZ, M., RUÍZ, V., VELASCO, S., (2015), “Interculturalidad (es), jóvenes
indígenas: educación y migración”, México: Universidad Pedagógica Nacional.
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