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Sentencia T-246/14

(Bogotá D.C., Abril 11)

LEGITIMACION POR ACTIVA EN TUTELA-Persona natural que


actúa en defensa de sus propios intereses

LEGITIMACION POR PASIVA EN TUTELA-Entidad privada que


presta un servicio público

PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD E INMEDIATEZ EN LA


ACCION DE TUTELA-Requisitos de procedibilidad

DERECHO AL HABEAS DATA Y DERECHO A LA


INFORMACION-Principios de veracidad e incorporación del dato

Después del 2002, esta Corporación reconoció que el derecho de información


comprende cualquier tipo de datos susceptibles de difusión y que sea
considerada como información personal. La jurisprudencia constitucional ha
establecido que el núcleo esencial del habeas data está conformado por el
derecho a la autodeterminación informática y por la libertad en general, y la
libertad económica en especial. En este orden de ideas, el habeas data faculta
al titular de la información a controlar la inclusión de su información
personal en bases de datos, debiéndose autorizar previamente dicha
recolección y almacenamiento. A su vez, implica la posibilidad de los usuarios
de conocer, actualizar y rectificar la información personal que se haya
almacenado de la persona. La entidad que administra los datos personales
tiene la obligación de corregir de conformidad con la situación real, los datos
por ella administrados, para efectos de garantizar que la información esté
completa, sea veraz, oportuna y actualizada; además del deber de garantizar
el acceso a la información a sus titulares.

DEBER DE SOLIDARIDAD CON PERSONAS QUE SE


ENCUENTRAN EN CIRCUNSTANCIAS DE DEBILIDAD
MANIFIESTA-Víctimas de secuestro, desaparición forzada y
desplazadas por la violencia

Cuando se verifica el incumplimiento del deber de solidaridad por parte de un


particular que preste un servicio público y con su acción u omisión vulnere los
derechos fundamentales de una persona que han sido ilegalmente privada de
la libertad, víctima de desplazamiento forzado o desaparecida forzosamente, y
se encuentra en situación de debilidad manifiesta, el juez constitucional puede
exigir por medio de la acción de tutela, el cumplimiento del principio de
solidaridad, con el fin de lograr el goce efectivo de los derechos
fundamentales. Las consecuencias o efectos de la aplicación de tal principio
deberán precisarse en cada caso atendiendo diferentes aspectos.

DERECHO AL HABEAS DATA, MINIMO VITAL Y VIDA


DIGNA-Vulneración por parte de entidades bancarias al haber
desconocido el deber de solidaridad, al no considerar los efectos que se
derivan del hecho del secuestro respecto de la posibilidad de pago de las
obligaciones previamente adquiridas

DERECHO AL HABEAS DATA, MINIMO VITAL Y A LA VIDA


DIGNA-Orden a Datacrédito y Cifin eliminar cualquier reporte negativo
sobre las obligaciones bancarias adquiridas por el accionante con el
Banco Popular durante el período en que el accionante estuvo en fase de
readaptación

DERECHO AL HABEAS DATA, MINIMO VITAL Y A LA VIDA


DIGNA-Orden a Datacrédito y Cifin eliminar de su base de datos
cualquier reporte negativo o positivo que obre sobre el accionante
durante el período en que el accionante estuvo en fase de readaptación

DERECHO AL HABEAS DATA, MINIMO VITAL Y A LA VIDA


DIGNA-Orden a bancos hacer un estudio de reclasificación del riesgo
crediticio teniendo en cuenta la interrupción de los términos para exigir
las obligaciones bancarias durante el período en que el accionante estuvo
en fase de readaptación

Referencia: Expediente T-4.094.332.

Fallos de tutela objeto de revisión: Sentencia proferida por el


Tribunal Administrativo de Arauca el 21 de agosto de 2013, que
revocó la providencia proferida por el Juzgado Segundo
Administrativo del Circuito de Arauca el 12 de julio de 2013, que
concedió el amparo de los derechos fundamentales invocados.

Accionante: Néstor Ricardo Pintor Penagos.


Accionados: Datacrédito, Cifin, el Banco Popular, el Banco de
Bogotá, el Banco de Occidente y la Superintendencia Financiera

Magistrados de la Sala Segunda de Revisión: Mauricio González


Cuervo, Luis Guillermo Guerrero Pérez y Gabriel Eduardo
Mendoza Martelo.

Magistrado sustanciador: MAURICIO GONZÁLEZ CUERVO.

I. ANTECEDENTES.

1. Demanda de tutela1.

1.1. Elementos y pretensión.


1
Acción de tutela presentada el veintisiete (27) de junio de 2013. (Folios 1 a 30).

2
1.1.1. Derechos fundamentales invocados: habeas data, trabajo, vivienda y
vida digna.

1.1.2. Conducta que causa la vulneración: la decisión de las entidades


accionadas de realizar un reporte negativo en las centrales de riesgo, ante el
incumplimiento de obligaciones bancarias, como consecuencia del secuestro
extorsivo del que fue víctima.

1.1.3. Pretensiones: (i) eliminar el reporte negativo en las centrales de riesgo,


(ii) levantar la cláusula de permanencia, (iii) reasignar la calificación Triple A,
(iv) restablecer el porcentaje del nivel de riesgo crediticio, (v) suspender los
procesos judiciales adelantados y, (vi) refinanciar los créditos que tiene con el
Banco de Bogotá, el Banco de Occidente y el Banco Popular.

1.2. Fundamentos de la pretensión.

1.2.1. El señor Néstor Ricardo Pintor se desempeña desde hace más de 10


años como comerciante en la ciudad de Arauca, siendo propietario de la
empresa Suministros N.P.

1.2.2. En virtud de su calidad de comerciante, el señor Pintor adquirió varios


productos financieros con el Banco de Bogotá, el Banco Popular de Arauca y,
el Banco de Occidente de Villavicencio. Sin embargo, el actor incumplió las
obligaciones crediticias pues fue víctima de dos secuestros extorsivos (i) en
marzo de 2010 en el cual permaneció un día secuestrado por el grupo armado
del ELN, y (ii) el 29 de octubre del mismo año en el cual estuvo dos días
privado de la libertad por parte del Frente 45 de las FARC y, en el mismo mes
le pidieron una suma de dinero para evitar ser secuestrado 2. Afirma el actor
que para recuperar su libertad debió pagar una suma de dinero que generó un
detrimento patrimonial y una situación económica difícil.

1.2.3. El 25 de enero de 2013, por medio de la Resolución No. 2013-107266 la


Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas incluyó al señor
Néstor Ricardo Pintor en el Registro Único de Víctimas en virtud de los
secuestros extorsivos de los que fue objeto entre marzo y octubre de 20103.

1.2.4. Por intermedio de varias peticiones 4, el actor solicitó a Datacrédito, al


Banco Popular, al Banco de Bogotá, al de Occidente y a la Superintendencia
Financiera: (i) eliminar el reporte negativo en las centrales de riesgo, (ii)
levantar la cláusula de permanencia, (iii) reasignar la calificación Triple A,

2
Folios 34 a 39; 170 a 190.
3
Folio 31 a 32.
4
Del 23 de julio de 2012 (folio 48 cuaderno No. 1), del 13 de marzo de 2013
(folio 53 del cuaderno No. 1), 14 de agosto de 2012 (folio 68), 10 de octubre
de 2012 (folios 74 a 78), 18 de mayo de 2012 (folios 85 a 88), 4 de marzo de
2013 (folios 96 a 98), 2 de marzo de 2013 (folio 99), del 12 de febrero de
2013 (folios 102 a 111).

3
(iv) restablecer el porcentaje del nivel de riesgo crediticio, (v) suspender los
procesos judiciales adelantados y (vi) refinanciar el crédito. Lo anterior, en
virtud del principio de solidaridad y con fundamento en las Leyes 986 de
2005, 1266 de 2008 y el Decreto 2952 de 2010.

1.2.5. Las entidades respondieron negativamente sus solicitudes,


argumentando: (i) la Superintendencia señaló que al 6 de agosto de 2012, no
existía ningún reporte negativo ante los operadores de bancos de crédito 5.
Igualmente (ii) Datacrédito, en oficio del 18 de marzo de 2013, señaló que “a
la fecha las obligaciones en mención se encuentran al día o canceladas, sin
registrar información de moras históricas o cuentas canceladas por mal
manejo”6.

1.2.6. El Banco Popular estimó que hubo un histórico de mora por 8 meses,
canceladas en marzo de 2012, por lo cual aun se encuentra cumpliendo el
término de permanencia establecido en el artículo 13 de la Ley 1266 de 2008,
el cual estará registrado hasta julio de 2013 7. Por su parte, Cifin informó que
la obligación No. 002257 a favor del Banco Popular fue reportada el 20 de
agosto de 2009 y la mora inició en julio de 2011, “es decir [cuando el
accionante] aun no tenía la calidad de desplazado”8.

1.2.6. En virtud de lo anterior, el señor Néstor Pintor interpuso acción de tutela


contra Datacrédito, el Banco Popular, el Banco de Bogotá, el Banco de
Occidente y la Superintendencia Financiera, por considerar que vulneran sus
derechos fundamentales al habeas data, al trabajo, la vida digna y la vivienda,
pues el reporte negativo en las centrales de riesgo le ha impedido acceder a
préstamos y se ha visto forzado a vender su casa de habitación y un vehículo
que utilizaba para trabajar, con el fin de cumplir sus obligaciones crediticias.

2. Respuesta de las entidades accionadas.

2.1. Banco Popular9.

La asistente administrativa de la Oficina de Arauca del Banco Popular solicitó


que se negará el amparo de los derechos fundamentales invocados, pues la
entidad ha actuado conforme a una conducta legítima y se trata de un derecho
de contenido patrimonial. En primer lugar, informó que la entidad le ha dado
respuesta de fondo y oportuna a las siete peticiones que ha elevado el señor
Pintor desde el mes de febrero de 2011. En segundo lugar, sostuvo que la
petición elevada ante el Banco de corregir el reporte negativo, no es una
facultad que tenga el Banco, sino de las centrales de riesgos, a quienes
corresponde verificar si el actor se encuentra cobijado por el artículo 1º del

5
Según la respuesta suministrada por la Superintendencia Financiera en abril
10 de 2013 a una petición elevada por el accionante. (Folio 40-41)
6
Folio 51.
7
Folios 50 a 52.
8
Folios 57 a 59.
9
Folios 191 a 196.

4
Decreto 2952 de 2010. En tercer lugar, informó que las obligaciones
contraídas con el Banco fueron objeto de pago voluntario, según consta en la
información suministrada por las centrales de riesgos, que además está
actualizada, es veraz y comprobable, con fecha del 4 de julio de 2013 10.

2.2. Experian Computec S.A. -Datacrédito11.

El apoderado judicial de Experian Computec S.A. solicitó que se denegará el


amparo de los derechos fundamentales invocados, toda vez que el reporte del
dato negativo no consta en el estado financiero del accionante. Recordó que
no es la entidad competente para la devolución de dineros, pues no se trata de
una entidad que preste servicios financieros ni comerciales; ni tiene algún
grado de injerencia en la asignación de la calificación de endeudamiento, pues
éste se genera a partir de una metodología establecida por la Superintendencia
Financiera, y por el contrario, el scoring genérico que tiene la empresa del
accionante es positivo y muestra un nivel de riesgo relativamente bajo y
Experian Computec S.A. no puede asignar un puntaje que no se fundamente
en variables estadísticas actuales.

2.3. Superintendencia Financiera12.

El Subdirector de Representación Judicial de la Superintendencia solicitó que


se denegará la protección de los derechos invocados respecto a dicha entidad,
pues ésta ha suministrado respuesta oportuna, clara y completa a las peticiones
elevadas por el accionante y, al tratarse de una entidad que ejerce solo el
control y vigilancia del sistema financiero, únicamente realiza las gestiones
necesarias para tomar las medidas administrativas que correspondan según el
marco de su competencia y de conformidad con el procedimiento establecido
en el Estatuto Orgánico del Sistema Financiero.

Informó que el actor presentó una queja contra el Banco Popular, pero no
respecto de los Bancos de Bogotá y de Occidente, sin embargo la
Superintendencia los requirió para que se pronunciarán sobre los hechos
expuestos por el señor Pintor. Sobre la queja interpuesta contra el primer
banco, sostuvo que tal como se le informó al actor en respuesta del 6 de agosto
de 2012, no existen reportes negativos por esas obligaciones en los bancos de
datos.

Por último, sostuvo que la Superintendencia no tiene competencia para fallar


con carácter definitivo las controversias surgidas con la entidad vigilada
relacionadas con la ejecución y el cumplimiento de las obligaciones
contractuales.

10
Folios 201 a205.
11
Folios 215 a 230.
12
Folios 231 a 241.

5
2.4. Los representantes legales del Banco de Bogotá y del Banco de Occidente
no ejercieron su derecho de defensa a pesar de que, por medio de auto del
veintiocho (28) de junio de 2013, fueron vinculados13.

3. Decisiones judiciales objeto de revisión.

3.1. Sentencia del Juzgado Segundo Administrativo del Circuito de


Arauca, del 12 de julio de 201314.

Concedió el amparo del derecho fundamental al habeas data. Estimó que el


legislador, mediante la Ley 986 de 2005 estableció un sistema de protección
para las víctimas del delito de secuestro, consagrando los requisitos y
procedimientos para acceder a los instrumentos de protección; señalando
quiénes son los beneficiarios y cuáles son las autoridades encargadas de su
ejecución y control; estableciendo una serie de sanciones para los funcionarios
y las entidades que incumplan con sus deberes de protección. Así, en el
artículo 11 consagra una interrupción de plazos y términos de vencimiento de
obligaciones dinerarias, ya sea que se trate de obligaciones civiles o
comerciales, que no estén en mora al momento en que ocurra el secuestro.

En el caso concreto, el juez consideró que se vulnera el derecho al habeas


data, en primer lugar, porque el actor fue víctima del secuestro extorsivo en el
año 2010 y por tal motivo solicitó, con fundamento en la Ley 1148 de 2011 y
el Decreto 2952 de 2010, que se levantará la cláusula de permanencia que
existen en las centrales de riesgo como consecuencia de la mora que aparece
reflejada en el sistema, derivada del incumplimiento de las obligaciones que
contrajo con el Banco Popular en el tiempo en que se encontraba en la fase de
readaptación como víctima de secuestro, petición que procede de acuerdo al
principio de solidaridad. Lo anterior, en la medida en que cuando una víctima
de secuestro recobra su libertad después de haber pagado para recuperarla,
soporta una carga financiera que lo imposibilita para solventar sus deudas. En
segundo lugar, porque de las pruebas que obran en el expediente, se infiere
que el actor se atrasó en sus deudas como consecuencia del secuestro
extorsivo, generando un detrimento patrimonial. Y en tercer lugar, porque a
pesar del secuestro, el accionante realizó todo lo necesario para pagar sus
obligaciones hasta el punto de cancelar todas las deudas, evidenciándose
buena fe de su parte.

Como consecuencia de lo anterior, decidió ordenar a las centrales de riesgo


que durante el periodo en que el demandante estuvo en tiempo de
readaptación, es decir, entre abril de 2010 y el 29 de octubre de 2011 elimine
el dato negativo sobre la obligación bancaria adquirida con el Banco Popular.
Igualmente ordenó a Datacrédito que eliminará de su base de datos cualquier
reporte negativo o positivo que obre sobre el señor Pintor durante el periodo
comprendido entre abril de 2010 y octubre de 2011.

13
Folios 164 a 178.
14
Folios 138 a 151 cuaderno No. 2.

6
Por último, especificó el juez que la pretensión de que sean devueltas unas
sumas de dinero derivadas del pago de las obligaciones que cobraron las
entidades por vía judicial, no pueden ser resueltos a través de la acción de
tutela pues ésta no reemplaza los mecanismos ordinarios de defensa. Tampoco
accedió a la pretensión de reclasificación del riesgo crediticio, ya que es una
competencia de las entidades bancarias, al realizar un estudio con varias
variables como son: (a) los reportes negativos, (b) los pasivos y activos que
tiene la persona y (c) la capacidad de endeudamiento y crédito, por lo cual la
acción de tutela se torna improcedente.

3.2. Impugnación15.

El accionante impugnó el fallo manifestando que la juez aplicó de manera


sesgada la normatividad que rige la materia y la jurisprudencia de la Corte
Constitucional que ha fijado los parámetros de la aplicación del principio de
solidaridad en casos semejantes, pues no decidió de forma integral las
pretensiones formuladas. Lo anterior, porque (i) no se pronunció sobre la
imposición de las sanciones contempladas en la Ley 1266 de 2008 a las
entidades accionadas, ante la omisión de aplicar las normas y beneficios
contemplados a las víctimas de secuestro; (ii) no ordenó al Banco de
Occidente hacer la corrección de la calificación de endeudamiento, teniendo
en cuenta que según la jurisprudencia constitucional, el tiempo del secuestro y
el tiempo de readaptación de un año no comporta mora; (iii) no ordenó al
Cifin y Datacrédito que el scoring sea recobrado y; (iv) no ordenó a las
entidades demandas el pago de perjuicios causados al no dar cumplimiento a
lo señalado en las normas citadas y a la jurisprudencia constitucional.

3.3. Sentencia del Tribunal Administrativo de Arauca, del 21 de agosto de


201316.

Revocó la sentencia proferida en primera instancia. Estimó que en el caso


concreto no se cumplen los requisitos establecidos en la Ley 986 de 2005,
pues a la luz del artículo 5º de la misma, la certificación judicial que se debe
adjuntar deber ser expedida por los legitimados para adquirir la condición de
curador provisional o definitivo de bienes, lo cual, según la interpretación del
juez, implica que “la víctima del secuestro debe estar en cautiverio para que
la persona legitimada ejerza la curaduría de los bienes mientras dure la
ausencia del titular de los derechos”, situación que no ocurrió en el caso
concreto, pues la Fiscalía expidió los certificados el 24 de noviembre de 2010,
teniendo un término de vigencia de tres meses, según el mencionado artículo.
En general estimó que las normas de la mencionada ley solo se aplican a quien
se encuentre “secuestrado” y, por demás, la jurisprudencia constitucional que
ha tratado situaciones fácticas semejantes, no puede usarse como un
precedente pues ésta ha estudiado casos de personas secuestradas durante un
lapso largo de tiempo y a quien le exigieron una suma de dinero considerable
para su liberación, evento no asimilable al del señor Pintor, que estuvo

15
Folios 295 a 306 cuaderno No. 2.
16
Folios 190 a 196.

7
secuestrado por nueve (9) horas o menos de tres días seguidos, por lo cual no
se debe aplicar la misma regla de decisión de la T-520 de 2003.

II. CONSIDERACIONES.

1. Competencia.

La Corte Constitucional es competente para revisar la decisión judicial


mencionada, con base en la Constitución Política -artículos 86 y 241 numeral
9- y lo desarrollado en el Decreto 2591 de 1991 -artículos 31 a 3617.

2. Procedencia de la demanda de tutela.

2.1. Alegación de afectación de un derecho fundamental. Se alega la


vulneración de los derechos fundamentales al habeas data, trabajo, vivienda y
vida digna, los cuales encuentran raigambre constitucional (arts. 1, 11, 15 y 51
C.P).

2. 2. Legitimación activa. El señor Néstor Raúl Pintor, titular de los derechos


fundamentales invocados, interpuso acción de tutela en nombre propio.

2.3. Legitimación pasiva. El Banco Popular, Banco de Bogotá y de


Occidente, son entidades privadas que prestan un servicio público 18, frente a
las cuales el accionante ha elevado varias solicitudes en ejercicio de su
derecho fundamental al habeas data y que, en su consideración, no han
actuado conforme a las competencias legales para atender a su situación
financiera. Por su parte, la empresa Experian Computec S.A. –Datacrédito y
Cifin se encuentran legitimadas como parte pasiva toda vez que, todas ellas
son entidades privadas frente a las cuales la accionante ha realizado
solicitudes en ejercicio de su derecho fundamental de habeas data.

En virtud del numeral 6º del artículo 42 del Decreto 2591 de 1991, procede la
acción de tutela contra entidades privadas cuando se realice una solicitud en
ejercicio del derecho al habeas data. Por su parte, la Superintendencia
Financiera es un organismo técnico –Decreto 4327 de 20005-, adscrito al
Ministerio de Hacienda y Crédito Público con personería jurídica y como tal,
es demandable en el proceso de tutela, de acuerdo al artículo 1º del Decreto en
mención.

Con respecto a las entidades bancarias accionadas, la jurisprudencia


constitucional ha reconocido que éstas prestan un servicio público, al respecto
la sentencia SU-157 de 1999 mencionó:

17
En Auto del veintiocho (28) de noviembre de 2013 la Sala de Selección de
tutela Número Once de la Corte Constitucional, se dispuso la revisión de la
providencia en cuestión y se procedió a su reparto.
18
Constitución Política, artículo 355. Sentencia SU-157 de 1999.

8
“[e]n el derecho Colombiano es claro que la actividad bancaria es un
servicio público, pues sus nítidas características así lo determinan. En
efecto, la importancia de la labor que desempeñan para una
comunidad económicamente organizada en el sistema de mercado, el
interés comunitario que le es implícito, o interés público de la
actividad y la necesidad de permanencia, continuidad, regularidad y
generalidad de su acción, indican que la actividad bancaria es
indispensablemente un servicio público. (...)

En este orden de ideas, las personas jurídicas que realizan actividades


bancarias, así tengan una naturaleza jurídica pública, privada o mixta, ejercen
sus facultades a partir de una autorización del Estado y de la Constitución
(arts. 355, 365 CP) para cumplir con la prestación de un servicio público, lo
cual conlleva al cumplimiento de obligaciones correlativas de respeto y
protección de los derechos fundamentales de los usuarios.

2.4. Subsidiariedad. De acuerdo con el numeral 6º del artículo 42 del Decreto


2591 de 1991, constituye un requisito de procedibilidad para la acción de
tutela, en tratándose de la protección del derecho al habeas data, que el actor
haya presentado una solicitud previamente a la entidad privada con la
finalidad de que el dato o la información que fue reportada en las bases de
datos sea corregido, rectificado, aclarado o actualizado.

Así mismo, el artículo 15 de la Ley 1266 de 2008 establece que los titulares de
la información que consideren que ésta es errada, podrán solicitar la
corrección o actualización de los datos ante bases de datos y en caso de que el
titular no este satisfecho con la respuesta a la petición, podrá acudir a un
proceso judicial o a la acción de tutela para la protección del derecho
fundamental al habeas data.

En el caso concreto, el accionante presentó diversas solicitudes ante las


entidades accionadas con el fin de obtener el retiro del reporte negativo que se
mantiene en las bases de datos –Datacrédito y Cifin-, por las obligaciones
contraídas con el Banco Popular, además, elevó una queja ante la
Superintendencia Financiera, razón por la cual considera la Sala que se
cumple con el requisito de procedibilidad.

2.5. Inmediatez. La demanda de tutela fue presentada 19 tres meses después de


que el Datacrédito y Cifin otorgaran respuesta a las solicitudes reiteradas por
el señor Pintor, en las cuales requería que se retirara el reporte negativo de sus
obligaciones bancarias en virtud del secuestro extorsivo del que fue víctima.
La Sala considera el término razonable.

3. Problema Jurídico.

Con fundamento en los antecedentes, corresponde a esta Sala determinar si


¿las entidades bancarias y las centrales de datos vulneran los derechos

19
La acción de tutela fue interpuesta el veintisiete (27) de junio de 2013.

9
fundamentales al habeas data, a la vida digna y al trabajo, al reportar
información sobre el incumplimiento de obligaciones bancarias ante las
administradoras de bases de datos crediticios, sin tener en cuenta dicho
incumplimiento fue consecuencia de que el actor fue víctima de dos secuestros
extorsivos en el año 2010, por parte de grupos al margen de la ley?

4. Vulneración del derecho al habeas data.

4.1. Habeas data y derecho a la información. Principios de veracidad e


incorporación del dato. Reiteración de jurisprudencia.

4.1.1. El artículo 15 de la Constitución Política consagra tres derechos


fundamentales interdependientes: (i) el derecho a la intimidad personal, (ii) el
derecho al buen nombre, y (iii) el derecho a conocer, actualizar y rectificar
información personal.

Con respecto a este último, el derecho al habeas data, la jurisprudencia


constitucional ha sido disímil respecto a qué tipo de información es
susceptible de ser conocida, actualizada y rectificada. Después del 2002, esta
Corporación reconoció que el derecho de información comprende cualquier
tipo de datos susceptibles de difusión y que sea considerada como
información personal20.

Así las cosas, se ha definido como “aquél que otorga la facultad al titular de
los datos personales, de exigir a las administradoras de los mismos el acceso,
inclusión, exclusión, corrección, adición, actualización, y certificación de los
datos, así como la limitación en las posibilidades de divulgación, publicación
o cesión de los mismos.”21 Por lo tanto, el titular de la información tiene
derecho a solicitar la actualización del dato –que implica que éste tenga
vigencia, entendida como que sea actual- y la rectificación del dato –es decir
que la información proveída corresponda con la realidad. Con todo, la
información además de veraz e imparcial, debe ser completa, actual y
oportuna para satisfacer la garantía constitucional.

4.1.2. La jurisprudencia constitucional ha establecido que el núcleo esencial


del habeas data esta conformado por el derecho a la autodeterminación
informática y por la libertad en general, y la libertad económica en especial.
En este orden de ideas, el habeas data faculta al titular de la información a
controlar la inclusión de su información personal en bases de datos,
debiéndose autorizar previamente dicha recolección y almacenamiento. A su
vez, implica la posibilidad de los usuarios de conocer, actualizar y rectificar la
información personal que se haya almacenado de la persona22.

4.1.3. De esta manera, esta Corporación estableció los principios a los cuales

20
Sentencia T-729 de 2002, entre otras.
21
Sentencia T-729 de 2002. En el mismo sentido, sentencias: T-160 de 2005,
T-307 de 1999, T-414 de 1992.
22
Ver sentencias T-657 de 2005, T-727 de 2007, T-684 de 2008

10
debe estar sujeta la administración de los datos personales, con el fin de
garantizar que el derecho a la información sea satisfecho. La sentencia T-729
de 2002 los resumió de la siguiente manera:

i) el principio de libertad, los datos personales sólo pueden ser


registrados y divulgados con el consentimiento libre, previo y expreso
del titular, (…) ii) el principio de necesidad, los datos personales
registrados deben ser los estrictamente necesarios para el
cumplimiento de las finalidades perseguidas con la base de datos (…),
iii) el principio de veracidad, los datos personales deben obedecer a
situaciones reales, deben ser ciertos, de tal forma que se encuentra
prohibida la administración de datos falsos o erróneos. iv) el principio
de integridad, estrechamente ligado al de veracidad, la información
que se registre o se divulgue a partir del suministro de datos personales
debe ser completa, de tal forma que se encuentra prohibido el registro
y divulgación de datos parciales, incompletos o fraccionados. (…) v)
el principio de finalidad, tanto el acopio, el procesamiento y la
divulgación de los datos personales, debe obedecer a una finalidad
constitucionalmente legítima, definida de manera clara, suficiente y
previa; (…), vi) el principio de utilidad, tanto el acopio, el
procesamiento y la divulgación de los datos personales, debe cumplir
una función determinada, como expresión del ejercicio legítimo del
derecho a la administración de los mismos; (…) vii) el principio de
circulación restringida, estrechamente ligado al de finalidad, la
divulgación y circulación de la información está sometida a los límites
específicos determinados por el objeto de la base de datos 23, por la
autorización del titular y por el principio de finalidad, de tal forma que
queda prohibida la divulgación indiscriminada de los datos personales.
viii) el principio de incorporación, cuando de la inclusión de datos
personales en determinadas bases, deriven situaciones ventajosas para
el titular, la entidad administradora de datos estará en la obligación de
incorporarlos, si el titular reúne los requisitos que el orden jurídico
exija para tales efectos, de tal forma que queda prohibido negar la
incorporación injustificada a la base de datos; ix) el principio de
caducidad, la información desfavorable al titular debe ser retirada de
las bases de datos siguiendo criterios de razonabilidad y oportunidad
(…); x) el principio de individualidad, las administradoras deben
mantener separadamente las bases de datos que se encuentren bajo su
administración (…).

4.1.4. En virtud de dichos principios, la entidad que administra los datos


personales tiene la obligación de corregir de conformidad con la situación real,
los datos por ella administrados, para efectos de garantizar que la información
23
Así, en sentencia SU-082 de 1995, la Corte se pronunció sobre el derecho de las entidades financieras a
obtener información sobre los perfiles de riesgo de los eventuales usuarios de sus servicios, el cual se
encuentra justificado y a la vez restringido a la defensa de los intereses de la institución financiera. Dijo la
Corte: "Obsérvese que cuando un establecimiento de crédito solicita información sobre un posible deudor, no
lo hace por capricho, no ejerce innecesariamente su derecho a recibir información. No, la causa de la solicitud
es la defensa de los intereses de la institución que, en últimas, son los de una gran cantidad de personas que le
han confiado sus dineros en virtud de diversos contratos."

11
esté completa, sea veraz, oportuna y actualizada; además del deber de
garantizar el acceso a la información a sus titulares.

4.1.5. La Ley Estatutaria 1266 de 2008 “por la cual se dictan las


disposiciones generales del hábeas data y se regula el manejo de la
información contenida en bases de datos personales, en especial la financiera,
crediticia, comercial, de servicios y la proveniente de terceros países y se
dictan otras disposiciones,”24 y la jurisprudencia constitucional han extendido
el alcance de los principios de libertad, necesidad, veracidad, integridad,
incorporación, finalidad, utilidad, circulación restringida, individualidad y
caducidad al habeas data financiero25.

4.1.5.1. Así las cosas, la información que reposa en las bases de datos
financieras, debe observar los principios establecidos para el derecho a la
información personal, pues los datos que allí se conservan, permiten a los
usuarios del sistema financiero acceder a prerrogativas como créditos de
consumo y adquirir obligaciones bancarias, además de determinar los riesgos
de los usuarios actuales y futuros del sistema financiero, pues dicha
información es de interés público26. Según la sentencia C-1011 de 2008, que
estudió la constitucionalidad de la Ley 1266 de 2008, la finalidad de calcular
el riesgo crediticio, es constitucionalmente legítima, pues encuentra sustento
en objetivos enunciados por la Constitución, como son la estabilidad del
sistema de intermediación financiera y la democratización del crédito.

4.1.5.2. En el artículo 8º de la mencionada ley estatutaria se impone a las


fuentes de información personal – entendida como “toda persona, entidad y
organización que en virtud de una relación comercial o de servicio o de
cualquier otra índole que, en razón de autorización legal o del titular de la
información, suministra datos a un operador de información, que a su vez los
entrega a un usuario final”27 – de contenido financiero y crediticio las
obligaciones de (i) garantizar que la información que se suministre a los
operadores de los bancos de datos o a los usuarios sea veraz, completa, exacta,
actualizada y comprobable; (ii) reportar, de forma periódica y oportuna al
operador, todas las novedades respecto de los datos que previamente le haya
suministrado y adoptar las demás medidas necesarias para que la información
suministrada a este se mantenga actualizada; (iii) rectificar la información
cuando sea incorrecta e informar lo pertinente a los operadores; (iv) diseñar e
implementar mecanismos eficaces para reportar oportunamente la información
al operador; e (v) informar al operador que determinada información se
encuentra en discusión por parte de su titular, cuando se haya presentado la
solicitud de rectificación o actualización de la misma, con el fin de que el
operador incluya en el banco de datos una mención en ese sentido hasta que se
haya finalizado dicho trámite.

24
El control de constitucionalidad del proyecto de ley correspondiente fue
adelantado por la Corte en la sentencia C-1011/08.
25
Sentencia C-1011 de 2008.
26
Sentencia T- 684 de 2006.
27
Sentencia C-1011 de 2008.

12
Además, de acuerdo con el artículo 12, las bases de datos deben informar al
titular de la información sobre los reportes desfavorables, previo a la
transmisión del dato a la central de riesgo con el objetivo de garantizar el
derecho a la contradicción y defensa, cuando el dato sea inexacto o carezca de
veracidad.

4.1.6. Por esta razón, cuando la entidad encargada del almacenamiento,


actualización y circulación de información financiera, omite suministrar una
información completa, oportuna y actualizada y sin que ésta esté basada en
obligaciones existentes y comprobables, vulnera la garantía fundamental del
habeas data y el buen nombre, por lo cual el juez de tutela puede adoptar los
correctivos necesarios para que la información que reposa en las bases de
datos sea veraz, actual, completa y oportuna.

4.2. Deber de solidaridad frente a las personas que están en circunstancias


de debilidad manifiesta en los eventos de víctimas del secuestro.

4.2.1. El artículo 1º de la Constitución Política consagra que “Colombia es un


Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria,
descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática,
participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el
trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia
del interés general”. Así las cosas, la dignidad humana y la solidaridad son
principios fundantes del Estado Social de Derecho, sin los cuales no sería
plausible un orden político, económico y social justo.

4.2.2. El deber de solidaridad, establecido en el artículo mencionado y en el


artículo 95 de la Carta Política, se concreta en la obligación de asistir a las
personas que se encuentran en circunstancias de debilidad, con el fin de
garantizar el goce efectivo de los derechos fundamentales. Así, la
jurisprudencia constitucional ha establecido que:

“El deber de solidaridad del Estado ha de ser entendido como derivación


de su carácter social y de la adopción de la dignidad humana como
principio fundante del mismo. En virtud de tal deber, al Estado le
corresponde garantizar unas condiciones mínimas de vida digna a todas
las personas, y para ello debe prestar asistencia y protección a quienes se
encuentren en circunstancias de inferioridad, bien de manera indirecta, a
través de la inversión en el gasto social, o bien de manera directa,
adoptando medidas en favor de aquellas personas que por razones
económicas, físicas o mentales, se encuentren en circunstancias de
debilidad manifiesta. Es claro que el Estado no tiene el carácter de
benefactor, del cual dependan las personas, pues su función no se
concreta en la caridad, sino en la promoción de las capacidades de los
individuos, con el objeto de que cada quien pueda lograr, por sí mismo,
la satisfacción de sus propias aspiraciones. Pero, el deber de solidaridad
no se limita al Estado: corresponde también a los particulares, de
quienes dicho deber es exigible en los términos de la ley, y de manera

13
excepcional, sin mediación legislativa, cuando su desconocimiento
comporta la violación de un derecho fundamental. Entre los particulares,
dicho deber se ubica en forma primigenia en la familia, dentro de la cual
cada miembro es obligado y beneficiario recíprocamente, atendiendo
razones de equidad”.28

4.2.3. No obstante, la exigibilidad de los deberes constitucionales en los


particulares, como conlleva a una restricción de sus libertades individuales,
está sujeta al desarrollo que fije el legislador para ello.

“(…) La solidaridad ha dejado de ser únicamente un precepto ético y


reviste, en el Estado social de derecho, un valor hermenéutico de primer
orden en cuanto a la sujeción de los particulares a la Constitución y a la
ley. La eficacia de los derechos fundamentales frente a terceros sujeta al
examen constitucional las actuaciones u omisiones de los particulares en
los casos determinados por la ley. La solidaridad como modelo de
conducta social permite al juez de tutela determinar la conformidad de
las acciones u omisiones particulares según un referente objetivo, con
miras a la protección efectiva de los derechos fundamentales.”29

4.2.3.1. Así las cosas, la solidaridad no es un deber exclusivamente exigido de


las autoridades públicas, sino que puede ser reclamado de los particulares en
general30 y, en especial de aquellos que prestan un servicio público, como por
ejemplo, la actividad bancaria31. Por lo tanto, cuando el juez de tutela verifica
el incumplimiento del deber de solidaridad por parte de un particular que
presta un servicio público que a su vez amenaza o vulnera un derecho
fundamental, se puede exigir vía la acción de tutela el cumplimiento del deber
constitucional para garantizar la efectividad de los derechos constitucionales.

4.2.4. La jurisprudencia de esta Corporación ha reconocido la exigibilidad del


deber de solidaridad frente a personas secuestradas, desaparecidas y
desplazadas por la violencia, por parte de terceras personas ajenas a los hechos
que dieron origen a la situación de debilidad manifiesta.

4.2.4.1. Por ejemplo, en la sentencia T-015 de 1995, la Corte estableció que el


secuestro constituye una situación de fuerza mayor que interrumpe la
prestación del servicio pero no exime al empleador de las obligaciones
contractuales en materia laboral32; en una acción de tutela interpuesta por la
familia de una persona que había sido secuestrada, contra su empleador –
entidad estatal –. Esta Corporación consideró que, correspondía al empleador
realizar el pago de los salarios y prestaciones correspondientes a la persona
secuestrada, desde el inicio del secuestro y hasta dos años después de

28
Sentencia C-237 de 1997.
29
Sentencia T-520 de 2003.
30
Sentencias T-389 de 1999, T-880 de 2011.
31
Sentencias T-520 de 2003, T-419 de 2004, T-212 de 2005, T-676 de 2005, T-
312 de 2010, entre otras.
32
Sentencias T-637 de 1999, T-1337 de 2001 y T-358 de 2002.

14
transcurrido el cautiverio, tiempo en el cual se podría adelantar el proceso de
presunción de muerte por desaparecimiento y así, asegurar mientras se
prolongue el secuestro, la protección patrimonial de la víctima.

4.2.4.2. En la Sentencia C-400 de 2003, la Corte estudió la constitucionalidad


del artículo 10 de la Ley 589 de 2000 “por medio de la cual se tipifica el
genocidio, la desaparición forzada, el desplazamiento forzado y la tortura; y
se dictan otras disposiciones”¸ que establece la normatividad sobre la
administración de los bienes de las personas víctimas del delito de
desaparición forzada y del secuestro. La Sala Plena estimó que en virtud del
principio de solidaridad, correspondía no solo a los empleadores estatales sino
a los empleadores particulares del trabajador secuestrado o desaparecido,
pagar los salarios u honorarios acordados, pues “este mandato constitucional
permite exigir ante cualquier individuo el ejercicio de acciones positivas a
favor de sus semejantes, en ciertas situaciones límite en que de no proveerse
esa ayuda, quedarían expuestos a un perjuicio irremediable”.

Así las cosas, consideró que del deber de solidaridad se podían inferir dos
consecuencias: (i) el “carácter general, que permite imputar a “toda
persona” el deber de ejercicio de acciones positivas que impidan poner en
peligro “la vida o la salud del individuo afectado” y, (ii) “la exigibilidad de
dicha obligación sólo se hace presente cuando media una situación de
urgencia manifiesta”.

4.2.4.3. En el fallo de tutela T-520 de 2003 la Corte analizó el caso de una


entidad financiera que hizo exigible las obligaciones bancarias en la
jurisdicción ordinaria de un comerciante, sin valorar que él había sido
secuestrado y debió pagar una suma considerable de dinero para su liberación.
En esta ocasión, la Sala estableció el alcance del deber de solidaridad de las
entidades financieras, que al ser prestadoras de un servicio público, tienen
frente a sus usuarios que han sido víctimas del delito de secuestro. Así,
basándose en un estudio psicológico, la Sala consideró que las entidades
bancarias no podían exigir el pago de las cuotas de los créditos mientras
persista la privación de la libertad, ni durante el año siguiente de la

15
liberación33, pues éste es el periodo de tiempo que se requiere para lograr la
readaptación económica y social del individuo víctima del secuestro 34.

Estimó esta Corporación que:

“Excepcionalmente, los deberes constitucionales son exigibles


directamente. Ello sucede, entre otros eventos, cuando su
incumplimiento, por un particular, vulnera o amenaza derechos
fundamentales de otra persona, lo que exige la intervención oportuna de
los jueces constitucionales para impedir la consumación de un perjuicio
irremediable (CP art. 86). En estos casos, al juez de tutela le
corresponde evaluar si la acción u omisión, que constituye
simultáneamente un incumplimiento de los deberes constitucionales,
vulnera o amenaza un derecho fundamental, y si la ley habilita la
procedencia de la acción de tutela contra el particular. En caso
afirmativo, el juez podrá hacer exigible inmediatamente los deberes
consagrados en la Constitución, con miras a la protección efectiva de
los derechos fundamentales.’

La aplicación judicial directa de la solidaridad resulta particularmente


exigible en estos casos. La solidaridad no sólo es un deber
constitucional genérico (C.N. art. 95.2), también es un principio
fundamental (C.N. art. 1º). Como principio, la solidaridad imprime
ciertos parámetros de conducta social a los particulares, que pretenden
racionalizar ciertos intercambios sociales. En el Estado Social de
Derecho, el principio de solidaridad cumple la función de corregir
sistemáticamente algunos de los efectos nocivos que tienen las
estructuras sociales y económicas sobre la convivencia política a largo
plazo. Por supuesto, la solidaridad, como principio exigible a los
particulares, no es un instrumento necesario para garantizar la
convivencia política, independientemente del modelo de Estado. Se
33
En la mencionada sentencia se consideró que “de acuerdo con el concepto
del departamento de psicología de la Universidad Nacional, dentro de la “fase
de elaboración y adaptación” es aconsejable que la persona retome
nuevamente su vida laboral, social y familiar. Esta etapa puede durar entre uno
y seis meses. Así mismo, según el concepto de la Fundación País Libre, esta
fase se inicia después del segundo mes, aun cuando entre los cinco y ocho
meses reaparecen muchos de los cuadros sicológicos a los que alude el
estudio, haciendo de éste un período crítico en el proceso de readaptación
posterior al secuestro. A pesar de estas diferencias, los dos estudios coinciden
en afirmar que el proceso de readaptación dura alrededor de un año, y que
aquellas manifestaciones que se den con posterioridad a los doce meses
después de la liberación, son secuelas (permanentes) del mismo.”
(Fundamento 3.3.3. sentencia T-520 de 2003)
34
Estableció la sentencia T-520 de 2003: “Con todo, los efectos del secuestro se prolongan más allá del
tiempo en que la persona permanece en cautiverio. A su vez, tales efectos inciden sobre la capacidad
del sujeto para adaptarse a su actividad económica y laboral, después de su liberación. Si bien la persona
ya no se encuentra privada de su libertad, y por lo tanto físicamente podría reincorporarse a sus
actividades, mentalmente se encuentra indispuesta”. (Fundamento 3.4.3).

16
trata más bien de una construcción histórica, de una herramienta que
acogió el Constituyente de 1991, como instrumento normativo
consistente con su opción política por el Estado Social de Derecho.

Otros modelos de Estado consideran que la solidaridad es per se una


intromisión ilegítima en la esfera privada, y suponen que sólo cuando el
Estado garantiza un total libre juego de las fuerzas sociales se puede
perpetuar la vida en comunidad. Sin embargo, la dimensión social y no
simplemente individual que el Estado Social de Derecho le imprime a
libertad, supone la necesidad de garantizarla de manera general y
permanente, y ello impone la necesidad de racionalizarla a través del
principio de solidaridad. Por lo tanto, como principio fundamental, es
susceptible de aplicación judicial inmediata, cuando de ello depende la
intangibilidad de los derechos fundamentales. […]” (Subrayado fuera de
texto).

4.2.4.4. En el fallo de tutela T-419 de 2004, la Corte estudió el caso de una


persona desplazada por la violencia, quien a través de varios derechos de
petición solicitó a una entidad bancaria que condonara la deuda adquirida en
virtud de una obligación hipotecaria y le informara sobre alivios de crédito. En
esa ocasión, la Sala decidió proteger el derecho de petición del actor y ordenó
al Banco que suministrará una respuesta adecuada para aliviar la situación
planteada por el accionante, pues se trataba de una persona en situación de
debilidad manifiesta, frente al cual las entidades bancarias debían, por
solidaridad, aportar la información necesaria para generar estabilidad
financiera.

4.2.4.5. Posteriormente, en el año 2005, la Corte examinó la acción de tutela


interpuesta por el cónyuge de una víctima de secuestro contra el Fondo
Nacional del Ahorro, quién había cancelado las cuotas del crédito hipotecario
oportunamente pero la entidad había cambiado unilateralmente las
condiciones pactadas para el crédito, ampliando el plazo y cambiando el valor
del mismo de pesos a UVR, a pesar de que la persona aun se encontraba
privada ilícitamente de la libertad. En la sentencia T-212, se reiteró que, en
virtud del deber de solidaridad, los acreedores no pueden reclamar el
cumplimiento de las obligaciones crediticias que se causen durante el
secuestro, ni en el periodo de readaptación del deudor.

4.2.4.6. Por su parte, en la sentencia T-358 de 2008, la Corte analizó si se


vulneraba el principio constitucional a la buena fe y el deber de solidaridad, de
un deudor de un crédito cuya entidad bancaria había promovido un proceso
ejecutivo para reclamar el pago de la deuda, sin tener en cuenta que el actor
era una persona en condiciones de debilidad manifiesta por ser víctima del
desplazamiento forzado35. Recordó que: “es claro que el principio de buena fe
también impone deberes a los particulares y bien puede no haber lugar a que
se extingan las obligaciones civiles ni sus garantías, pero lo que sí debe
ordenar la Corte al Banco (…) es que reprograme el crédito, como le viene

35
Sentencia reiterada en la T-181 de 2012.

17
instando el demandante, dentro de unas condiciones que le sean asequibles y
pueda honrar dentro de su penosa situación”.

4.2.4.7. En sentencia C-1011 de 2008, la Sala Plena estudió la


constitucionalidad de la Ley 1266 de 2008 “por la cual se dictan las
disposiciones generales del hábeas data y se regula el manejo de la
información contenida en bases de datos personales, en especial la financiera,
crediticia, comercial, de servicios y la proveniente de terceros países y se
dictan otras disposiciones”, concluyó que:

“en aquellos casos en que por evidente fuerza mayor el sujeto


concernido se ha visto compelido a incumplir con el pago de la
obligación comercial y crediticia, resultaría desproporcionado e
irrazonable que, como consecuencia de ese incumplimiento, se
incorpore la información sobre mora en los archivos o bancos de datos
destinados al cálculo del riesgo crediticio y, con ello, resulte aplicable el
juicio de desvalor para el acceso a productos comerciales y de crédito
que involucra la presencia de ese reporte, conforme se ha indicado en
esta sentencia. Estas conclusiones son aplicables cuando la mora tiene
relación directa con el hecho que el titular del dato sea víctima de los
delitos de secuestro, desaparición forzada o desplazamiento forzado. En
cada uno de estos eventos, la jurisprudencia constitucional ha señalado,
de manera reiterada, que las distintas entidades del Estado e, inclusive
los particulares, tienen la obligación de evitar que las consecuencias de
los mencionados delitos se extiendan a los distintos ámbitos personales
de la víctima, de manera que se hagan más gravosas. Ello con
fundamento en el contenido y alcance del principio de solidaridad, del
cual se derivan deberes constitucionales concretos y oponibles al Estado
y a los ciudadanos”.

La Sala Plena consideró que tanto el secuestro como la desaparición forzada


implican una afectación a la autonomía de las personas por lo cual no les era
exigible el pago de obligaciones civiles por la omisión del pago, pues es en
virtud de la ausencia de autonomía que éstas no se pueden realizar
normalmente, debido entonces a un acontecimiento de fuerza mayor que los
imposibilita. Por esta razón, frente a la administración de datos personales,
cuyo principal objetivo es el cálculo del riesgo crediticio – para garantizar la
estabilidad financiera, confianza en el sistema financiero y protección del
ahorro público –, el cual cumple un fin constitucionalmente legítimo, no se
debe incluir en los reportes financieros los incumplimientos de obligaciones
crediticias cuando la mora se derive de la restricción a la autonomía del
deudor por fuerza mayor, al ser víctima de secuestro, desaparición forzada o
desplazamiento forzado.

Lo anterior, porque constituye una carga desproporcionada e irrazonable, que


además afecta el principio de veracidad en la administración de datos
personales, pues al generar un reporte negativo como consecuencia de la mora
causada por ser víctima de alguno de los mencionados delitos, perpetúa las
consecuencias negativas en la vida social y económica del individuo y, en

18
segundo lugar, porque el incumplimiento y por ende el cálculo del riesgo
crediticio se sustenta en una situación de fuerza mayor, que no tiene
fundamento en la voluntad del deudor, sino en los actos de un tercero que
comete una conducta delictiva. “Por lo tanto, no pueden dar cuenta del
“comportamiento crediticio” del sujeto concernido, pues éste solo puede
evaluarse correctamente bajo el supuesto que se trata de una conducta
fundada en la autonomía personal”36.

4.2.4.8. En la sentencia T-312 de 2010, la Sala Séptima de Revisión estudió


una acción de tutela instaurada por una persona víctima del desplazamiento
forzado a quien la entidad bancaria con la cual había adquirido una obligación
crediticia exigió el cumplimiento de la misma y a su vez los intereses de mora
y de plazo. Reiteró la Corte que las personas víctimas del desplazamiento se
encuentran en una situación de indefensión, por lo cual en virtud del deber de
solidaridad, correspondía a la entidad bancaria no hacer uso de las cláusulas
aceleratorias del contrato de mutuo suscrito con el accionante, ni cobrar
intereses moratorios en el periodo de readaptación del individuo37.

4.2.5. Por otro lado, en la Ley 986 de 2005 “Por medio de la cual se adoptan
medidas de protección a las víctimas del secuestro y sus familias, y se dictan
otras disposiciones”, el legislador previó la interrupción de plazos y términos
de vencimiento de obligaciones dinerarias – civiles y comerciales –, cuando el
deudor sea una persona secuestrada, así:

“Se interrumpirán para el deudor secuestrado, de pleno derecho y


retroactivamente a la fecha en que ocurrió el delito de secuestro, los
términos de vencimiento de todas sus obligaciones dinerarias, tanto
civiles como comerciales, que no estén en mora al momento de la
ocurrencia del secuestro. Las respectivas interrupciones tendrán efecto
durante el tiempo de cautiverio y se mantendrán durante un período
adicional igual a este, que no podrá ser en ningún caso superior a un año
contado a partir de la fecha en que el deudor recupere su libertad.
También cesarán los efectos de las interrupciones desde la fecha en que
se establezca la ocurrencia de la muerte real o se declare la muerte
presunta del deudor secuestrado (…)”38.

En virtud de lo cual, el parágrafo 4º del mismo artículo 11 establece que no


serán incluidos en las bases de centros de información financiera, aquellos
deudores secuestrados que sean beneficiarios de la Ley 986 de 2005. Así
mismo, el artículo 1º del Decreto 2952 de 2010 prevé: “En el evento en que el
incumplimiento de la(s) obligación(es) dineraria(s) a cargo de un titular de
información se origine en una situación de fuerza mayor causada por el
secuestro, la desaparición forzada o el desplazamiento forzado de dicho
titular, este tendrá derecho a que el incumplimiento no se refleje como
información negativa en su reporte”.
36
Sentencia C-1011 de 2008.
37
Jurisprudencia reiterada en las sentencias: T-312 de 2010, T-726 de 2010, T-419 de 2013.

38
Artículo 11 de la Ley 986 de 2005.

19
4.2.6. En conclusión, cuando se verifica el incumplimiento del deber de
solidaridad por parte de un particular que preste un servicio público y con su
acción u omisión vulnere los derechos fundamentales de una persona que han
sido ilegalmente privada de la libertad, víctima de desplazamiento forzado o
desaparecida forzosamente, y se encuentra en situación de debilidad
manifiesta, el juez constitucional puede exigir por medio de la acción de
tutela, el cumplimiento del principio de solidaridad, con el fin de lograr el
goce efectivo de los derechos fundamentales. Las consecuencias o efectos de
la aplicación de tal principio deberán precisarse en cada caso atendiendo
diferentes aspectos.

5. Caso concreto.

5.1. El señor Néstor Ricardo Pintor interpuso acción de tutela contra


Datacrédito, Cifin, el Banco Popular, el Banco de Bogotá, el Banco de
Occidente y la Superintendencia Financiera, por considerar que dichas
entidades vulneraron sus derechos fundamentales al habeas data, al trabajo, a
la vida digna y a la vivienda, al incluir un dato negativo en las centrales de
riesgo, producto del incumplimiento de sus obligaciones bancarias entre julio
y agosto de 2011, al haber sido víctima de un secuestro extorsivo 39 en el año
201040. Lo cual ha implicado que el actor venda su casa de habitación y un
vehículo que utilizaba para trabajar, con el fin de cumplir sus obligaciones
crediticias.

5.1.1. En virtud de lo anterior, el señor Pintor fue incluido en el Registro


Único de Víctimas41 y por intermedio de varias peticiones solicitó a las
entidades bancarias, a Datacrédito, al Cifin y a la Superintendencia Financiera
que (i) eliminaran el reporte negativo en las centrales de riesgo, (ii) levantaran
la cláusula de permanencia, (iii) reasignaran la calificación Triple A, (iv)
restablecieran el porcentaje del nivel de riesgo crediticio, (v) suspendieran los
procesos judiciales adelantados y (vi) refinanciaran el crédito. Lo anterior, en

39
Según la Resolución No. 2013-107266 la Unidad para la Atención y
Reparación Integral a las Víctimas incluyó al señor Néstor Ricardo Pintor en
el Registro Único de Víctimas en virtud de los secuestros extorsivos de los
que fue objeto entre marzo y octubre de 2010. Por su parte, el artículo 169 del
Código Penal tipifica el secuestro extorsivo como “El que arrebate, sustraiga,
retenga u oculte a una persona, con el propósito de exigir por su libertad un
provecho o cualquier utilidad, o para que se haga u omita algo, o con fines
publicitarios o de carácter político, incurrirá (…)”.
40
En el mes de marzo de 2010 el señor Pintor estuvo un día secuestrado por el
grupo armado del ELN, el 29 de octubre del mismo año permaneció
secuestrado tres días por el Frente 45 de las FARC y en el mismo mes le
pidieron una suma de dinero para evitar ser secuestrado. (Folios 34 a 39; 170 a
190).
41
Por intermedio de la Resolución No. 2013-107266 del 25 de enero de 2013,
la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas incluyó al
actor en el Registro Único de Víctimas.

20
virtud del principio de solidaridad y con fundamento en las Leyes 986 de
2005, 1266 de 2008 y el Decreto 2952 de 201042.

5.2. En primera instancia se concedió el amparo del derecho al habeas data,


pues el juez estimó que la Ley 986 de 2005 consagró un sistema de protección
a las víctimas del secuestro que, en el caso concreto implica, como lo
menciona el artículo 11, la interrupción de plazos y términos de vencimiento
de las obligaciones dinerarias que no estén en mora al momento en que ocurra
el secuestro. Consideró el juez de tutela que el incumplimiento de las
obligaciones crediticias se debía a la fase de readaptación en la que se
encontraba el actor, por lo que en virtud del principio de solidaridad las
centrales de riesgo debían levantar la cláusula de permanencia del dato
negativo. Sin embargo, el juez de primera instancia no accedió a las
pretensiones de devolver las sumas de dinero derivadas del pago de las
obligaciones – cobradas por vía judicial –, ni a la reclasificación del riesgo
crediticio. El actor impugnó la decisión, señaló que el juez no aplicó
correctamente la normatividad y jurisprudencia que regula la materia, porque
no se pronunció sobre las sanciones a las entidades bancarias establecidas en
la Ley 1266 de 2008, ni ordenó la corrección de la calificación de
endeudamiento, ni la indemnización de perjuicios causados por el
incumplimiento al deber de solidaridad.

5.3. El juez de segunda instancia revocó el fallo, pues consideró que el actor
no cumple con los requisitos establecidos en la Ley 986 de 2005, al no haber
adjuntado una certificación judicial vigente, pues según la interpretación que
hizo el juez de tutela del artículo 5º, para ser beneficiario de la ley en mención,
debe estar la persona aún privada de la libertad. Además, porque las
certificaciones que adjunta el accionante son expedidas por la Fiscalía el 24 de
noviembre de 2010, teniendo vigencia solo por 3 meses. Asimismo, adujo que
el precedente de la jurisprudencia constitucional no es asimilable a su caso,
pues ésta ha estudiado casos de personas secuestradas durante un lapso largo
de tiempo y a quien le exigieron una suma de dinero considerable para su
liberación, evento no asimilable al del señor Pintor, que estuvo secuestrado
por nueve (9) horas o menos de tres días seguidos, por lo cual no se debe
aplicar la misma regla de decisión de la T-520 de 2003.

5.4. De conformidad con lo anterior, corresponde a la Sala determinar si las


entidades bancarias vulneran los derechos fundamentales al habeas data, al
mínimo vital, a la vida digna y al trabajo, al haber reportado al actor a las
centrales de riesgo por estar en mora con las obligaciones crediticias
adquiridas por el señor Pintor, sin tener en cuenta que él fue víctima de dos

42
Del 23 de julio de 2012 (folio 48 cuaderno No. 1), del 13 de marzo de 2013
(folio 53 del cuaderno No. 1), 14 de agosto de 2012 (folio 68), 10 de octubre
de 2012 (folios 74 a 78), 18 de mayo de 2012 (folios 85 a 88), 4 de marzo de
2013 (folios 96 a 98), 2 de marzo de 2013 (folio 99), del 12 de febrero de
2013 (folios 102 a 111).

21
secuestros extorsivos por grupos al margen de la ley, para los cuales debió
pagar la suma aproximada de cincuenta millones de pesos ($50.000.000)43

5.5. Según consta en la respuesta suministrada por Cifin el 8 de abril de 2013,


la obligación No. 002251 a favor del Banco Popular “fue reportada con fecha
de inicio el 20 de agosto de 2009. De acuerdo con la información
suministrada por la entidad, la mora inició en el mes de julio de 2011, es
decir aun no tenía la calidad de desplazado” 44. Acto seguido, la entidad
accionada explica que como el reporte fue generado antes de que Acción
Social – hoy Departamento para la Prosperidad Social –, registrara como
víctima al señor Pintor, el 25 de enero de 2013, se trata de una fecha posterior
al reporte, por lo cual “la información negativa asociada a dicho dato
permanecerá reportada bajo los términos de la Ley 1266 de 2008”.

5.6. Por su parte, la otra obligación contraída con el Banco Popular, No.
339563 “fue reportada con fecha de inicio 26 de agosto de 2009. De acuerdo
con la información suministrada, la mora inició en el mes de agosto de 2010,
es decir aun no tenía la calidad de desplazado”. Y, tal como se mencionó
anteriormente, el juez de segunda instancia decidió revocar la sentencia que
había amparado el derecho fundamental al habeas data al estimar que el actor
no había probado que su situación se encuadrará en los presupuestos
establecidos en la Ley 986 de 2005, sobre todo por no haber adjuntado
pruebas vigentes que dieran cuenta de que fue víctima de un secuestro
extorsivo, pues los certificados expedidos por la Fiscalía son del 24 de
noviembre de 2012 y éstos solo tenían vigencia de 3 meses.

5.7. Considera la Sala que tanto Cifin como el juez de segunda instancia se
equivocan en la interpretación que realizan tanto de la Ley 986 de 2005, como
de los elementos probatorios que obran en el expediente, pues, en primer
lugar, el hecho de que el señor Pintor haya sido incluido en el Registro Único
de Víctimas el 25 de enero de 2013, con fundamento en hechos que tuvieron
origen en un secuestro extorsivo acontecido en el año 2010, no es por su
calidad de víctima del desplazamiento forzado sino como consecuencia de la
privación ilegal a la libertad del que fue víctima en el 2010 y el registro
realizado por el Departamento para la Prosperidad da cuenta de ello en los
siguientes términos: “por lo anterior y a la luz del principio de Buena Fé
(sic), se concluyó que el hecho victimizante de secuestro, declarado por el
deponente se enmarcan dentro del artículo 3 de la Ley 1448 de 2011, por lo
cual es viable jurídicamente incluir a NESTOR RICARDO PINTOR
PENAGOS, en el Registro Único de Víctimas –RUV-.”. Por tal motivo el actor
solicitó a la central de datos que omitiera el reporte negativo de los datos,
generada como consecuencia del incumplimiento de sus obligaciones
bancarias.

43
Según consta en el certificado expedido por la Fiscalía Tercera
Especializada Delegada ante Gaula –Seccional Cúcuta, que indica que existe
una indagación radicada con el No. 810016109534201080965. (Folios 38 y
39).
44
Folios 57 a 59.

22
En segundo lugar, de acuerdo al artículo 5º de ley, para ser beneficiario de los
instrumentos de protección previstos, se debe aportar una certificación de la
autoridad judicial competente con vigencia de tres meses, que deberá ser
renovada de forma periódica; pero desconoció el juez de instancia que el
último inciso del artículo señala que “para el acceso a los instrumentos de
protección aplicables una vez el secuestrado recobre su libertad, se expedirá
una nueva certificación que tendrá validez durante el período contemplado
por la ley para la vigencia de los beneficios a los que haya lugar” 45. Lo
anterior implica que, una vez se encuentre en libertad la persona víctima del
secuestro, éste podrá acceder a los beneficios contemplados en la ley, sin que
sea necesario renovar la certificación judicial.

5.8. De conformidad con lo establecido en el artículo 11 de la Ley 986 de


2005 “se interrumpirán para el deudor secuestrado, de pleno derecho y
retroactivamente a la fecha en que ocurrió el delito de secuestro, los
términos de vencimiento de todas sus obligaciones dinerarias, tanto civiles
como comerciales, que no estén en mora al momento de la ocurrencia del
secuestro. Las respectivas interrupciones tendrán efecto durante el tiempo de
cautiverio y se mantendrán durante un período adicional igual a este, que no
podrá ser en ningún caso superior a un año contado a partir de la fecha en
que el deudor recupere su libertad”. Por lo tanto, las entidades bancarias
tenían la obligación de no contabilizar la mora de las obligaciones bancarias y
por ende omitir el reporte del dato negativo en virtud de dicho
incumplimiento, por un periodo de 6 días, a la luz del mencionado artículo - 3
días que duró el cautiverio y 3 días más-.

5.8.1. Al respecto, en la ponencia para primer debate al proyecto de ley 20 de


2004 – Senado46, los ponentes indicaron que el propósito de consagrar una
norma general con un término en que se interrumpirían las obligaciones
dinerarias a las víctimas de secuestro, se justifica, en primer lugar, porque el
secuestro es una causal eximente de responsabilidad civil por tratarse de un
evento de fuerza mayor, en segundo lugar, la interrupción de los plazos para el
vencimiento de obligaciones se debe otorgar durante el lapso del secuestro,
por un periodo igual a la duración del mismo y en todo caso por un tiempo que
no supere un año desde que se recobra la libertad. La ponencia justificó el
artículo 11 de la Ley 986 de 2005 de la siguiente manera:

“(…) La definición de este período tiene en cuenta que se requiere un


tiempo adicional para que la persona que fue víctima de ese delito se
reincorpore a su vida social y económica en condiciones que le permitan
reanudar el pago de sus obligaciones. Si bien por la vía de la tutela -
como se explicó antes- las autoridades judiciales han autorizado este
tipo de congelaciones de pagos durante el secuestro y durante un
45
En los antecedentes de la Ley 986 de 2005, Gaceta del Congreso No. 556 de 17 de septiembre de 2004, se
dijo con relación al último inciso del artículo 5º, “en caso de producirse esta liberación ya no se exige la
renovación periódica de la certificación judicial.”
46
Ver antecedentes de la Ley 986 de 2005 en la Gaceta del Congreso No. 556
de 17 de septiembre de 2004.

23
período posterior a él, se ha considerado necesario establecer en la
regulación legal una norma general que las disponga.

En cuanto al período adicional de suspensión de obligaciones, aunque


en una tutela la Corte Constitucional ordenó el plazo de un año para una
persona que estuvo secuestrada por siete meses, consideramos que la
propuesta del proyecto de establecer un período adicional variable es
acertada, ya que un límite universal de un año podría generar
situaciones desproporcionadas. Aquí, al regular de manera general el
tema, debe tenerse en cuenta que la gran mayoría de secuestros (el
57.1% de los casos) tiene duraciones inferiores a un mes, por lo que el
período de un año podría resultar excesivo para congelar una obligación
si se tiene en cuenta el tiempo real de retención. Durante la preparación
del proyecto, la mesa de trabajo intersectorial 47 concluyó que no
resultaría justificable desde una óptica económica, la congelación de la
obligación por un año, en virtud de un secuestro que hubiera durado una
semana, 15 días o un mes, por ejemplo”48. (Subrayas fuera de texto)

5.8.2. No obstante, esta Corporación, en la sentencia T-520 de 2003, de


acuerdo con los conceptos técnicos que solicitó la Sala en esa ocasión, pudo
constatar que los perjuicios psicológicos, sociales y económicos que sufre una
víctima de secuestro al recobrar su libertad y reincorporarse en el ámbito
laboral, social y familiar,“dura alrededor de un año, y que aquellas
manifestaciones que se den con posterioridad a los doce meses después de la
liberación, son secuelas (permanentes) del mismo”; según el concepto
suministrado por el departamento de psicología de la Universidad Nacional y
de la Fundación País Libre, la víctima de secuestro tiene un proceso de
readaptación a la sociedad dura un año desde que se recobra la libertad.

Así las cosas, en el fallo mencionado, la Corte decidió que el accionante se


encontraba en una situación de debilidad manifiesta como consecuencia del
secuestro y que por lo tanto, el cobro judicial de las obligaciones bancarias
durante la fase de readaptación implicaba una vulneración de sus derechos
fundamentales y truncaba su proceso de recuperación. En virtud de lo anterior,
consideró la Corte que como el secuestro era una situación de fuerza mayor,
los bancos no podían exigir el pago de intereses moratorios causados, ni
durante el término del secuestro ni en el año siguiente a su liberación, pues
esto “supone una carga excesivamente onerosa, frente a la prolongación de
los efectos del secuestro después de la liberación”.

47
El grupo de trabajo intersectorial estaba conformado por: representantes de
la Vicepresidencia de la República -Programa Presidencial contra la Extorsión
y el Secuestro-, el Departamento Nacional de Planeación, los Ministerios de
Hacienda, de la Protección Social, Educación y Defensa, Fondelibertad, la
DIAN, Red de Solidaridad Social, Fundación País Libre, Fundación Nueva
Esperanza y los congresistas que presentaron la iniciativa legislativa.
48
Gaceta del Congreso No. 556 de 17 de septiembre de 2004.

24
El término de un año posterior a la liberación, tiene la finalidad de que el
secuestrado, que vio menguada su integridad física, mental y económica y su
libertad, necesita de un lapso de tiempo para recuperarse y readaptarse en la
sociedad, por lo cual, exigir el cumplimiento inmediato de sus obligaciones
bancarias constituye una carga adicional y desproporcionada para que la
víctima reanude sus actividades laborales y financieras.

5.8.3. Por esta razón, la Corte en la sentencia C-1022 de 2008 mencionó que,
aun cuando el legislador estatutario estableció un término de permanencia para
la información correspondiente al incumplimiento de obligaciones crediticias,
no es óbice para que en casos concretos, pueda evitarse la inclusión del reporte
en las bases de datos por las causas que dieron origen a la mora, como cuando
se trata de un caso de fuerza mayor como el secuestro, pues “resultaría
desproporcionado e irrazonable que, como consecuencia de ese
incumplimiento, se incorpore la información sobre mora en los archivos o
bancos de datos destinados al cálculo del riesgo crediticio y, con ello, resulte
aplicable el juicio de desvalor para el acceso a productos comerciales y de
crédito que involucra la presencia de ese reporte, conforme se ha indicado en
esta sentencia. Estas conclusiones son aplicables cuando la mora tiene
relación directa con el hecho que el titular del dato sea víctima de los delitos
de secuestro, desaparición forzada o desplazamiento forzado.”

Entonces corresponde a las entidades del Estado y los particulares, en virtud


del principio de solidaridad, garantizar un proceso de readaptación de las
víctimas de delitos como el secuestro, para no perpetuar las consecuencias
negativas de éste en los diferentes ámbitos de su vida social y económica, de
manera que resulten ser más gravosas. Por lo cual concluyó la Sala Plena que:

“La inclusión del reporte financiero sobre incumplimiento en los bancos


de datos, en los casos en que la mora se derive del hecho que el titular
de la información es víctima de los delitos de secuestro, desaparición
forzada o desplazamiento forzado, y la mora es consecuencia directa de
los efectos de esas conductas, constituye una actuación
desproporcionada e irrazonable, que a su vez afecta el principio de
veracidad en la administración de datos personales.”49

5.9. De esta forma, esta Sala evidencia que, en el caso concreto, se


contraponen dos intereses constitucionales diferentes, por un lado, los
derechos fundamentales al habeas data, mínimo vital y vida digna del señor
Néstor Pintor y, por otro lado, la autonomía privada de las entidades bancarias
que por medio del reporte en las bases de datos pretenden garantizar la
estabilidad del sistema de intermediación financiera y la democratización del
crédito.

5.9.1. En el caso concreto, se conoce que el señor Pintor es un comerciante


que adquirió diferentes obligaciones crediticias para poder sustentar su
negocio y que tuvo que pagar una suma aproximada de $50.000.000 millones

49
Sentencia C-1011 de 2008.

25
de pesos para recobrar su libertad50. Así las cosas, en virtud de las
consideraciones anteriormente planteadas, es necesario valorar las secuelas
monetarias que tiene en la vida de una persona ser privado de la libertad y
tener que pagar una suma de dinero para ello que, en principio, estaba
destinada para cumplir sus obligaciones bancarias y sufragar los costos del
negocio. Entonces, en este caso las entidades accionadas desconocieron que la
víctima tuvo que optar entre recobrar su libertad, pagando por ello, o pagar las
deudas contraídas con anterioridad al secuestro.

5.9.2. La Sala considera necesario que, en virtud del principio de solidaridad y


tal como lo estableció la jurisprudencia antes citada, se requiere de un tiempo
para poder readaptarse socialmente después del cautiverio y de la carga
económica que representa haber pagado para ello. Tal como lo menciona el
artículo 11 de la Ley 986 de 2005, no puede constituirse en mora una
obligación bancaria por el término que dure el secuestro y por un periodo
igual a este, explicado en que hay un evento de fuerza mayor 51 que termina en
el momento en que es liberado, y por un período igual a este o máximo en un
término de un año, se deben interrumpir los plazos, entonces ¿Qué pasa en los
casos en que una persona es secuestrada por periodos cortos de tiempo, pero
que es forzado a asumir el costo de recobrar su libertad? Incluso la misma
Corte Constitucional, en sentencia C-542 de 1993, indicó que es contraria a la
Constitución una norma que prohíba el pago de un rescate de una víctima de
secuestro extorsivo, pues se trata de una conducta razonable de un particular
para proteger la vida y la libertad, al encontrarse en un estado de necesidad 52.
Y según lo que afirma el propio accionante, él tuvo que pagar una suma de
dinero para recuperar la libertad y, en su lugar, omitir el pago a los bancos,
porque se trató de un evento irresistible.

5.9.3. Estima la Sala que en los casos en que se recobra la libertad por el pago
de sumas de dinero, los efectos del reconocimiento de que se trata de un
evento de fuerza mayor deben extenderse por el término necesario para hacer
frente al cumplimiento de obligaciones bancarias, pues para el deudor implica
unas erogaciones económicas que son imprevisibles y irresistibles, al tener
que costear su libertad.

Por lo tanto, como el secuestro es un delito que parte de la omisión del deber
de protección y seguridad del Estado53 corresponde no solo a este, sino a los
50
De acuerdo con lo que afirma el señor Néstor Pintor en el escrito de tutela,
que de acuerdo al artículo 20 del Decreto 2591 de 1991, como las entidades
accionadas no desvirtuaron la veracidad de los hechos, éstos se tendrán por
ciertos.
51
Se llama fuerza mayor o caso fortuito el imprevisto o que no es posible
resistir (art. 64 C.C)
52
Concluyó la Sala Plena en la sentencia C-592 de 1993: “Por tanto, el
principio de la primacía del interés general, aceptable en relación con derechos
inferiores, como el de la propiedad, no es válido frente a la razón que autoriza
al ser humano para salvar su vida y su libertad, inherentes a su dignidad.”
53
Entre otras, Sentencia del Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera,
del 30 de enero de 2013. Radicado número: 25087. Consejera ponente: Olga Melinda Valle de la Hoz.

26
particulares, especialmente que prestan servicios públicos – como la actividad
bancaria –, en virtud del principio de solidaridad, la obligación de asistir a las
personas que se encuentran en circunstancias de debilidad manifiesta, como el
señor Néstor Pintor, pues el evento de fuerza mayor impacta directamente la
exigibilidad de las obligaciones y desvirtúa la noción de mora – entendido
como “el retardo culpable del deudor en el cumplimiento de una
obligación”54 –, durante un periodo, que tal como se consideró en la sentencia
T-520 de 2003 y según los conceptos técnicos que solicitaron, es de un año
mientras el deudor se reincorpora normalmente a la vida laboral, familiar y
económica.

5.9.4. En este orden de ideas, no se debe desconocer que la víctima de


secuestro esta en una situación de debilidad manifiesta, que además se vio
forzada a pagar, en virtud del secuestro, para proteger la libertad y la vida;
razón por la cual es constitucional la interrupción de términos para cumplir
con las obligaciones dinerarias por el término que dura el cautiverio y un
periodo equivalente al mismo. En principio establecer un periodo de tiempo en
el cual se interrumpen las obligaciones tiene la finalidad de proteger a la
víctima del secuestro en diferentes ámbitos de su vida, sin embargo, en casos
como el del señor Pintor, no solo estuvo privado de su libertad durante 3 días
– en total –, sino que tuvo que replantear su vida económica y laboral para
poder gozar efectivamente de su autonomía, resguardar su vida y recobrar su
libertad.

Entonces, la finalidad de interrumpir los términos no es solamente una


consideración a que el deudor, por estar privado de la libertad no puede
cumplir y pagar físicamente sus obligaciones – es decir durante el periodo del
secuestro –, sino que además, tiene la finalidad de garantizar que una vez la
persona recobra la libertad habiendo pagando por ello; pueda reestablecer su

Sentencia del Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Subsección C
15 de febrero de 2012. Radicado número: 21277. Consejero ponente: Enrique Gil Botero.
El Consejo de Estado ha establecido que: “Cuando la imputación de la responsabilidad debe formularse a
partir de la ocurrencia de un ataque de un grupo armado insurgente, en el marco del conflicto armado en el
que se encuentra inmerso el país, el precedente de la Sala se orienta hacia el título de la falla “cuando el daño
se produce como consecuencia de la omisión del Estado en la prestación de los servicios de protección y
vigilancia, es decir, cuando la imputación se refiere a la actuación falente o irregular de la Administración por
su actuar omisivo, al no utilizar todos los medios que a su alcance tenía con conocimiento previo (previsible)
para repeler, evitar o atenuar el hecho dañoso del tercero. Para determinar si la conducta del Estado fue
anómala o irregular, por acción o por omisión, frente al hecho dañoso perpetrado por el tercero debe
analizarse si para la Administración y para las autoridades era previsible que se desencadenara el acto
insurgente.
Este aspecto constituye uno de los puntos más importantes a analizar dentro de este régimen, pues no es la
previsión de la generalidad de los hechos (estado de anormalidad del orden público) sino de aquellas
situaciones que no dejan casi margen para la duda, es decir, las que sobrepasan la situación de violencia
ordinaria vivida, a título de ejemplo: región en la que se ha declarado turbado el orden público, paro de
transportes, revueltas masivas callejeras, población bajo toque de queda, amenaza de toma subversiva
anunciada a una población esto en cuanto hace a los conglomerados sociales; amenazas o atentados previos
contra la vida en cuanto hace a las personas individualmente consideradas, etc. Queda claro entonces que la
sola circunstancia de que el afectado no haya solicitado protección previa especial no siempre será causal que
permita exonerar a la administración de su deber de protección y vigilancia sino dependiendo del caso
particular pueden existir otras circunstancias indicadoras que permitieran a las autoridades entender que se
cometería un acto terrorista” (Subrayas fuera de texto). (Sentencia de 27 de noviembre de 2002. Radicado
número .13774.)
54
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. Sentencia del 10 de julio
de 1995. Referencia: Expediente No. 4540. M.P: Pedro Lafont Pianetta.

27
estabilidad social y económica, garantizar una readaptación a la sociedad y
pueda asumir las cargas que este flagelo tuvo en la vida de una persona. Así,
exigir el cumplimiento de obligaciones bancarias inmediatamente después de
liberado, desconoce los esfuerzos en los que tiene que incurrir un ciudadano
por tratar de proteger sus bienes jurídicos más preciados e ignora la carga
económica que supone pagar para recobrar la libertad, la autonomía y la vida.
Por lo cual esta Corporación, en reiterada jurisprudencia, ha consagrado que
es necesario otorgar un plazo para el cumplimiento de obligaciones posterior
al momento en que el secuestrado recobra su libertad, en primer lugar, porque
es necesario para el proceso de recuperación y, en segundo lugar, porque se
activa el deber de solidaridad, constitucionalmente exigible del Estado y de la
sociedad en general.

5.9.5. Además, en el caso concreto, ni las entidades bancarias ni las bases de


datos tuvieron consideración de la calidad de víctima de secuestro del
accionante, pues se quedaron en minucias formalistas sobre la fecha del
Registro Único de Víctimas, sobre si era desplazado o secuestrado, sobre la
vigencia del certificado expedido por la Fiscalía. Y de haber considerado su
situación, lo único que debían hacer en virtud del artículo 11 de la Ley 986 de
2005, es interrumpir por 3 días los términos para el cumplimiento de
obligaciones dinerarias y por un periodo adicional igual a este, es decir 6 días,
lo cual resulta ser constitucionalmente problemático desde la perspectiva de la
jurisprudencia constitucional. De acuerdo con la ponencia del proyecto de ley
en mención, el propósito de establecer esos términos era generar una regla
general que impidiera incentivos perversos a los autosecuestros.

5.10. Acorde con las consideraciones efectuadas por esta Corporación, la


tutela objeto de revisión se configura en el mecanismo jurídico adecuado para
inaplicar55 la expresión “durante un período adicional igual a este” del
artículo 11 de la Ley 986 de 200556, teniendo en cuenta que la interrupción de
los términos para el cumplimiento de obligaciones crediticias por dicho lapso
en el caso examinado en esta oportunidad, no se ajusta a lo establecido en los
artículos 1º, 2º y 95 de la Constitución. Veamos:

Como ya se advirtió, la vulneración de los derechos fundamentales al habeas


data y a la vida digna del accionante, y el goce efectivo de tales derechos
impone a las entidades accionadas la obligación de ajustarse a los preceptos
establecidos tanto en la Carta Política como la jurisprudencia de esta
55
La excepción de inconstitucionalidad tiene fundamento en el artículo 4 de la Constitución Política que
consagra: “La Constitución es norma de normas. En todo caso de incompatibilidad entre la Constitución y la
ley u otra norma jurídica, se aplicarán las disposiciones constitucionales…”.
56
El artículo 11 de la Ley 986 de 2005 consagra:“Se interrumpirán para el
deudor secuestrado, de pleno derecho y retroactivamente a la fecha en que
ocurrió el delito de secuestro, los términos de vencimiento de todas sus
obligaciones dinerarias, tanto civiles como comerciales, que no estén en mora
al momento de la ocurrencia del secuestro. Las respectivas interrupciones
tendrán efecto durante el tiempo de cautiverio y se mantendrán durante un
período adicional igual a este, que no podrá ser en ningún caso superior a un
año contado a partir de la fecha en que el deudor recupere su libertad”.

28
Corporación, en referencia a interrupción de plazos y términos de vencimiento
de obligaciones dinerarias por un periodo de un año desde que la víctima de
secuestro recobra la libertad; pues constituye una carga desproporcionada para
una persona en situación de debilidad manifiesta, asumir el pago de las
obligaciones crediticias mientras esta en una fase de readaptación.

5.10.1. En el caso concreto, esta probado que el señor Pintor: (i) fue víctima
de dos secuestros extorsivos (uno en marzo de 2010, en el que estuvo privado
de su libertad por nueve horas y le exigieron la suma de $40.000.000 y otro el
29 de octubre de 2010, en el que estuvo cautivo dos días y por el cual pago
$10.000.000)57, (ii) tuvo que pagar la suma de $50.000.000 millones de pesos
para recobrar la libertad58, (iii) ha visto truncado su proceso de adaptación en
los aspectos económicos y laborales producto de haber sido víctima del
secuestro, debiendo vender su casa, un vehículo que utilizaba para su trabajo y
la imposibilidad de acceder a créditos bancarios por estar reportado en las
centrales de datos59, (iv) pagó ciertas obligaciones bancarias contraídas con
anterioridad al secuestro ante el Banco de Occidente y de Bogotá 60 e (v)
incurrió en mora de dos obligaciones crediticias con el Banco Popular a los
nueve y diez meses de haber recobrado por última vez su libertad (en julio y
agosto de 2011)61.

5.10.2. Así las cosas, teniendo en cuenta los lapsos que el accionante estuvo
secuestrado y la suma de dinero que debió pagar para recobrar la libertad, que
fue como consecuencia de un evento de fuerza mayor que le impidió el pago
de obligaciones crediticias durante un tiempo que requirió para readaptarse

57
Según consta en los certificados expedidos por la Fiscal Primero
Especializado Delegado ante el Gaula, seccional Arauca (Folios 34 a 36) y en
el certificado suscrito por el Fiscal Tercero Especializado Delegado ante el
Gaula seccional Cúcuta, en donde cursa una indagación radicada con el No.
810016109534201080933, por en donde consta que “de los elementos
materiales probatorios recogidos y asegurados legalmente y/o información
obtenida en la misma, se puede inferir razonablemente que la conducta
delictiva que se investiga es la tipificada como SECUESTRO EXTORSIVO,
siendo victima NESTOR RICARDO PINTOR PENAGOS (…)” (Folios 37 a
39).
58
Según afirma el accionante en el escrito de tutela (Folios 1 a 30) y en los
certificados anteriormente mencionados.
59
Según afirma el accionante en el escrito de tutela (Folios 1 a 30). Por su
parte, el Banco de Bogotá en comunicación del 6 de febrero de 2013 afirma
que “En relación con los productos que usted requiere tomar con el Banco, nos
permitimos indicar que la decisión tomada por la entidad de negar el producto
el producto de crédito solicitado por usted, se sustenten en que las
instituciones financieras gozan de autonomía para determinar la viabilidad de
otorgar cupos de créditos a clientes (…)” (Folios 71 a 7).
60
Tal como consta en los certificados expedidos por el Banco de Occidente y
el Banco de Bogotá (Folio 101 y 84, respectivamente)
61
De acuerdo con la información suministrada por el Cifin y Datacrédito
(Folio 57 a 59 y 215 a 230, respectivamente).

29
económicamente e implicó el reporte de datos negativos en las bases centrales
y por ello, en la actualidad, el reporte amenaza su derecho al mínimo vital y al
trabajo. Y que de los estudios que se mencionaron anteriormente, el lapso de
un año contado a partir del momento en que la víctima recobra la libertad, es
un periodo necesario para no generar una carga excesivamente onerosa y
desproporcionada, que prolongue los efectos del secuestro después de la
liberación de la persona.

5.10.3. Y en el mismo sentido, a la luz del Decreto 2952 de 2010, artículo 1º


“En el evento en que el incumplimiento de la(s) obligación(es) dineraria(s) a
cargo de un titular de información se origine en una situación de fuerza
mayor causada por el secuestro, la desaparición forzada o el desplazamiento
forzado de dicho titular, este tendrá derecho a que el incumplimiento no se
refleje como información negativa en su reporte”. Se debe entender que como
el accionante estuvo en fase de readaptación, desde el 29 de octubre de 2010 y
el 29 de octubre de 2011, los datos negativos reportados a las centrales de
datos en virtud de la presunta mora, no corresponden a la realidad, porque el
reporte se generó partiendo de la base que el accionante no incurrió en retardo
culpable.

5.11. En virtud de lo anterior, la Sala revocará la sentencia proferida por el


Tribunal Administrativo de Arauca, el 21 de agosto de 2013, que revocó la
sentencia proferida por el Juzgado Segundo Administrativo del Circuito de
Arauca, el 12 de julio de 2013, que concedió el amparo del derecho
fundamental al habeas data y ordenó a las centrales de riesgo que durante el
periodo en que el demandante estuvo en tiempo de readaptación, es decir,
entre abril de 2010 y el 29 de octubre de 2011 elimine el dato negativo sobre
la obligación bancaria adquirida con el Banco Popular. Igualmente ordenó a
Datacrédito que eliminará de su base de datos cualquier reporte negativo o
positivo que obre sobre el señor Pintor durante el periodo comprendido entre
abril de 2010 y octubre de 2011. Se confirmarán las decisiones frente a la
eliminación de las bases de datos del dato negativo sobre la obligación
bancaria adquirida con el Banco Popular.

Sin embargo, se complementarán las órdenes proferidas por el juez de primera


instancia de la siguiente manera: (i) se ordenará a Computec Datacrédito S.A.
y Cifin que eliminen cualquier reporte negativo sobre las obligaciones
bancarias adquiridas con el Banco Popular durante el período en que el
accionante estuvo en fase de readaptación, esto es, entre el 29 de octubre de
2010 y el 29 de octubre de 2011; (ii) se ordenará a Datacrédito y Cifin que
eliminen de su base de datos cualquier reporte negativo que obre sobre el
señor Pintor durante el periodo comprendido entre el 29 de octubre de 2010 y
octubre de 2011; (iii) se ordenará al Banco Popular, de Occidente y de Bogotá
que hagan un estudio de reclasificación del riesgo crediticio a partir de lo
establecido en el Capítulo II de la Circular Básica Contable y Financiera 100
de 1995, contemplando las variables de: (a) los reportes negativos, (b) los
pasivos y activos y (c) la capacidad de endeudamiento y crédito, (d) las
condiciones financieras, (e ) las características del contrato, (f) la calidad de
las garantías, (g) las fuentes de pago y (h) las condiciones macroeconómicas

30
en las que pueda enfrentarse la entidad bancaria y teniendo en cuenta la
interrupción de los términos para exigir las obligaciones bancarias entre el 29
de octubre de 2010 y el 29 de octubre de 2011.

Respecto a la pretensión del accionante que le reembolsen las sumas de dinero


derivadas del pago de las obligaciones bancarias que fueron cobradas
judicialmente, la Sala considera que es improcedente, por cuanto la acción de
tutela no reemplaza los mecanismos ordinarios judiciales con las que cuenta el
señor Pintor para acceder a ello.

6. Conclusión.

6.1. Síntesis del caso.

El señor Néstor Pintor fue víctima del secuestro durante los meses de marzo y
octubre de 2010, como consecuencia de ello debió pagar la suma de
$50.000.000. Por lo anterior, incumplió con el pago de créditos contraídos con
las entidades bancarias accionadas y por lo tanto, se reportó un dato negativo
en las centrales de riesgo que le ha impedido acceder a préstamos. A pesar de
solicitar a las demandadas el retiro del dato negativo, estas se negaron a
realizarlo.

La Sala considera que se vulneraron los derechos fundamentales al habeas


data, mínimo vital y vida digna del accionante, pues las entidades accionadas
desconocieron el deber de solidaridad, al no haber considerado los efectos que
se derivan del hecho del secuestro respecto de la posibilidad de pago de las
obligaciones previamente adquiridas. En esa medida el retardo en el pago
ocurrido durante el secuestro y el término del 29 de octubre de 2010 y el 29 de
octubre de 2011, no constituye un reporte negativo. Esto, porque de
conformidad al artículo 1, 2 y 95 de la Constitución Política, corresponde al
Estado y a los particulares brindar asistencia a las personas que se encuentran
en situación de debilidad manifiesta, como las víctimas de secuestro, en la
medida en que, en el caso concreto, el término establecido en el artículo 11 de
la Ley 986 de 2005 resulta inconstitucional pues desconoce la carga
económica y social que implica ser privado de la libertad y pagar para
recobrarla, pues la fase de readaptación social y económica dura, en principio,
un año a partir del momento en que termina el cautiverio.

6.2. Regla de decisión.

Se debe inaplicar una norma que resulte inconstitucional en el caso concreto,


cuando con ella se vulneran derechos fundamentales del accionante. Si bien el
artículo 11 de la Ley 986 de 2005, que consagra la interrupción de términos
para el cumplimiento de obligaciones dinerarias por un período equivalente al
tiempo que estuvo en cautiverio, cuando el secuestro fue por una periodo
corto, pero la víctima tuvo que pagar una suma de dinero lo suficientemente
considerable como para afectar su patrimonio, y con ello el pago de las
obligaciones adquiridas con anterioridad al secuestro, esta norma resulta
contraria a la Constitución, y debe ser inaplicada.

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III. DECISIÓN

La Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional, administrando


justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución Política,

RESUELVE

PRIMERO.- REVOCAR la sentencia proferida por el Tribunal


Administrativo de Arauca, el 21 de agosto de 2013, que revocó la sentencia
proferida por el Juzgado Segundo Administrativo del Circuito de Arauca, el 12
de julio de 2013. CONFIRMAR PARCIALMENTE la sentencia proferida por
el Juzgado Segundo Administrativo del Circuito de Arauca, el 12 de julio de
2013 que concedió el amparo del derecho fundamental al habeas data, mínimo
vital y vida digna.

SEGUNDO.- ORDENAR a Computec Datacrédito S.A. y Cifin que en el


término de cuarenta y ocho (48) horas contadas a partir de la notificación de
la presente providencia, eliminen cualquier reporte negativo sobre las
obligaciones bancarias adquiridas por Néstor Pintor con el Banco Popular
durante el período en que el accionante estuvo en fase de readaptación, esto
es, entre el 29 de octubre de 2010 y el 29 de octubre de 2011.

TERCERO.- ORDENAR a Datacrédito y Cifin que, en el término de


cuarenta y ocho (48) horas contadas a partir de la notificación de la presente
providencia, eliminen de su base de datos cualquier reporte negativo o
positivo que obre sobre el señor Pintor durante el periodo comprendido entre
el 29 de octubre de 2010 y el 29 de octubre de 2011.

CUARTO.- ORDENAR al Banco Popular, de Occidente y de Bogotá que, en


el término de diez (10) días contados a partir de la notificación de la presente
providencia, hagan un estudio de reclasificación del riesgo crediticio a partir
de lo establecido en el Capítulo II de la Circular Básica Contable y Financiera
100 de 1995, contemplando las variables de: (a) los reportes negativos, (b) los
pasivos y activos y (c) la capacidad de endeudamiento y crédito, (d) las
condiciones financieras, (e ) las características del contrato, (f) la calidad de
las garantías, (g) las fuentes de pago y (h) las condiciones macroeconómicas
en las que pueda enfrentarse la entidad bancaria; y teniendo en cuenta la
interrupción de los términos para exigir las obligaciones bancarias entre el 29
de octubre de 2010 y el 29 de octubre de 2011.

QUINTO.- Por Secretaría, líbrese la comunicación prevista en el artículo


36 del Decreto 2591 de 1991.

MAURICIO GONZÁLEZ CUERVO


Magistrado

32
LUIS GUILLERMO GUERRERO PÉREZ
Magistrado
Con aclaración de voto

GABRIEL EDUARDO MENDOZA MARTELO


Magistrado
Con salvamento parcial de voto

MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ


Secretaria General

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SALVAMENTO PARCIAL DE VOTO DEL MAGISTRADO
GABRIEL EDUARDO MENDOZA MARTELO
A LA SENTENCIA T-246/14

CAUTIVERIO-Interrupción de plazos y términos de vencimiento de


obligaciones dinerarias para el deudor secuestrado que no esté en mora
(Salvamento parcial de voto)

En el caso que nos ocupa, el tiempo de protección debió ser menor, pues a
efectos de tasar el periodo de interrupción el pago efectuado no puede ser el
único aspecto a tener en cuenta, pues también en la medida en que debe
evaluarse el tiempo en cautiverio, dicho factor es también determinante para
establecer que la víctima no pudo procurar su subsistencia ni la continuidad
de su vida comercial, financiera y económica.

Referencia: Expediente T-4.094.332

Acción de tutela instaurada por Nestor


Ricardo Penagos contra Datacredito,
Cifin, el Banco Popular, El Banco de
Bogotá, El Banco de Occidente y la
Superintendencia Financiera

Magistrado Ponente:
MAURICIO GONZALEZ CUERVO.

Aun cuando comparto la decisión que en el caso examinado amparó los


derechos fundamentales al habeas data, mínimo vital y vida digna, creo que
resulta desproporcionada la protección concedida pues considero que la
moratoria otorgada por un año excede el máximo establecido por la ley para
este caso, – 4 días-, por lo cual, a mi juicio, la Corte ha debido señalar al
efecto un término equivalente de cuatro o cinco meses.

La Ley 986 de 200562, establece la interrupción de plazos y términos de


vencimiento de obligaciones dinerarias para el deudor secuestrado que no esté
en mora. Dicha interrupción opera durante el tiempo de cautiverio y un
periodo adicional a este que no podrá ser superior en ningún caso a un año
contado a partir de que el deudor recupere su libertad. Claramente la norma
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“Interrupción de plazos y términos de vencimiento de obligaciones dinerarias. Se interrumpirán para el
deudor secuestrado, de pleno derecho y retroactivamente a la fecha en que ocurrió el delito de secuestro, los
términos de vencimiento de todas sus obligaciones dinerarias, tanto civiles como comerciales, que no estén en
mora al momento de la ocurrencia del secuestro. Las respectivas interrupciones tendrán efecto durante el
tiempo de cautiverio y se mantendrán durante un período adicional igual a este, que no podrá ser en ningún
caso superior a un año contado a partir de la fecha en que el deudor recupere su libertad.”

34
busca amparar a quien es víctima del delito dándole un tiempo para que se
reincorpore a su vida social y económica en condiciones que le permitan
reanudar el pago de sus obligaciones, tal y como se explica en la exposición
de motivos. Por lo anterior, considero que otorgar la protección de un año en
el caso concreto resulta desproporcionada, si su motivación atiende
exclusivamente al pago de una suma considerable de dinero. Al efecto planteo
la siguiente inquietud: ¿Cuál sería entonces el tiempo de interrupción que
debería aplicarse para quien no solamente estuvo en cautiverio por un tiempo
considerable sino que además paga una suma cuantiosa para recuperar su
libertad? Debería entonces otorgarse un tiempo mayor al año? Si se aplicara
a dicho supuesto el mismo racero que utiliza la Corte en la providencia de la
cual parcialmente me separo, esa sería la lógica llamada a orientar el término
de duración de la protección. El plazo tendría que ser entonces mayor a un
año. Pero ¿hasta cuanto más?

En conclusión, estimo que, en el caso que nos ocupa, el tiempo de protección


debió ser menor, pues a efectos de tasar el periodo de interrupción el pago
efectuado no puede ser el único aspecto a tener en cuenta, pues también en la
medida en que debe evaluarse el tiempo en cautiverio, dicho factor es también
determinante para establecer que la víctima no pudo procurar su subsistencia
ni la continuidad de su vida comercial, financiera y económica.

Fecha ut supra,

GABRIEL EDUARDO MENDOZA MARTELO

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