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Manuel Ascencio Segura era hijo del teniente del ejército español Juan Segura y de la dama

limeña Manuela Cordero. Su familia paterna era oriunda de Huancavelica, pero se hallaba ya
instalada en Lima, entonces capital del Virreinato del Perú, residiendo en el muy criollo barrio
de Santa Ana. A instigación de su padre, siguió la carrera militar enrolándose en el ejército
realista como cadete. Tenía entonces 13 años.
Combatió al lado de los españoles y junto a su padre en la batalla de Ayacucho, la última de La
guerra de la Independencia del Perú (9 de diciembre de 1824). Derrotada la causa realista que
defendían, los Segura se quedaron en el país, y el joven Manuel pasó a servir en las filas
patriotas, alcanzando el grado de capitán del segundo batallón Zepita, acantonado en Jauja,
en 1831. Eran los días del primer gobierno del general Agustín Gamarra, del que fue partidario.
Entre 1833 y 1834 Manuel A. Segura escribió su primera comedia, La Pepa, en la cual
reprochaba la prepotencia de los militares, aunque no llegó a representarse ni a ser editada,
debido a que su crítica implícita podía poner en peligro su carrera militar.
Durante los siguientes años, Segura se vio inmerso en las sucesivas guerras civiles de los inicios
de la república. Fue seguidor de Felipe Santiago Salaverry bajo cuyo auspicio fue nombrado
administrador de la aduana de Huacho. Luego decidió trasladarse al sur, para combatir al lado
de Salaverry contra la invasión boliviana de 1835. Derrotado su bando, fue hecho prisionero
en Camaná y con dificultad salvó su vida. Instalada la Confederación Perú-boliviana,
permaneció marginado de la milicia. Derrotada la Confederación en 1839, fue nuevamente
llamado por el general Gamarra para servir en el ejército, del cual se retiró definitivamente
siendo Teniente Coronel de la Guardia Nacional, en 1842. Ya por entonces empezaba la
anarquía en el país, que se prolongó hasta 1845. Segura pasó a engrosar la burocracia como
empleado del Ministerio de Hacienda.
Por esos años, Segura escribió en diversos periódicos, como 'El Comercio' de Lima, del cual fue
redactor. Allí publicó su única novela, Gonzalo Pizarro, por entregas. En 1841 decidió dejar
dicho diario para dedicarse a la edición de un periódico propio, titulado La Bolsa. En él
aparecieron sus artículos de costumbres "Los Carnavales", "Me voy al Callao", "El Puente", etc.
Se trata de textos descuidados cuidado en el estilo, pero con un lenguaje directo y familiar que
atrapa fácilmente al lector retratando a los personajes de su tiempo. En este periódico
también publicó algunos poemas y letrillas satíricas, como la titulada "A las muchachas".
Simultáneamente publicó El Cometa, periodiquillo que apenas alcanzó el número doce (1841-
1842). Otros de sus artículos de costumbres publicados en diferentes periódicos fueron "El té y
la mazamorra", "Los viejos", "Las calles de Lima", "Dios te guarde del día de las alabanzas", etc.
De esa manera se convirtió en el representante mayor del costumbrismo, al lado de Felipe
Pardo y Aliaga.
Cuando apareció El Espejo de mi tierra, publicación satírica de Pardo y Aliaga (1840), Segura
colaboró en los dos números de Lima contra El espejo de mi tierra, publicación que como
respuesta a Pardo sacó el chileno Bernardo Soffia. Sin firmar y con similar agudeza, Segura y
Pardo cruzaron versos uno contra el otro. Segura y sus compañeros de redacción le achacaban
a Pardo una actitud anticostumbrista y despectiva frente a los gustos populares. Un ejemplo
de esta "correspondencia" literaria, fueron el poema "Los tamales" (de Segura) y su
consiguiente respuesta, "El tamalero" (de Pardo).
Para esos años, Segura era también el hombre del teatro en Lima. Efectivamente, entre 1839 y
1845 fue el único que, cada cierto tiempo, estrenaba piezas en el ambiente limeño. En 1839
estrenó el drama (o según otra versión, juguete escénico) Amor y política y la comedia El
sargento Canuto, nueva crítica al militarismo, la cual tuvo una excelente aceptación entre el
público. Enseguida estrenó el drama histórico Blasco Núñez de Vela (1840), la comedia La saya
y el manto (1841 o 1842) y el entremés La mozamala (1842).
En la noche del 24 de enero de 1845 estrenó en Lima la primera versión de Ña Catita, pieza de
3 actos (que luego ampliaría a 4), sin duda la más reconocida de sus piezas teatrales.
El 20 de abril de 1843, a los treinta y siete años, se casó con Josefa Fernández de Viana, de
veintitrés años de edad. Con su cónyuge marchó a Piura, adonde fue destacado como
Secretario de la Prefectura. Allí vivió los siguientes once años. Fundó y dirigió el semanario El
Moscón en el que predominaba la sátira y la burla, atacando los vicios y desmanes de la
política criolla. Dicha publicación solo tuvo tres años de vida (1848-1851). Por esos años
escribió también La Pelimuertada, subtitulada Epopeya de última moda (1851), poema satírico
lleno de ingenio, en el que nuevamente arremetió contra su rival literario, Felipe Pardo.
El 12 de octubre de 1858 fue declarado cesante con sueldo íntegro por haber cumplido más de
treinta años de servicio a la nación. Tenía cincuenta y tres años de edad, y ya presentaba
problemas de salud. De vuelta a Lima, se dedicó de lleno a las labores literarias.
Entre 1854 y 1862 llegó a ser intensa su actividad teatral. Consagró su ingenio a la comedia
costumbrista y se erigió como el creador del teatro peruano. El 9 de diciembre de 1854
estrenó la comedia La espía, y el año siguiente, El resignado. Reestrenó su comedia Ña Catita,
el 7 de septiembre de 1856, con gran éxito. El 15 de septiembre de ese año de 1856
estrenó Nadie me la pega, y el 24 de enero de 1858, Un juguete. En enero de 1859, en
colaboración con el joven Ricardo Palma, presentó el sainete El santo de Panchita.
En 1861 estrenó Percances de un remitido; en julio de 1862, el sainete Lances de Amancaes, y
en septiembre de ese mismo año Las tres viudas, comedia en tres actos.
Entre 1860 y 1861 fue diputado suplente por el departamento de Loreto, pero su actuación
legislativa fue opaca. Palma señala al respecto que le era imposible vencer su timidez en la
tribuna, pero que en cambio se distinguió por su buen sentido práctico y por la independencia
de su conducta.
Por esos años, convertido ya en el centro de la intelectualidad limeña, concurría a las veladas
literarias que se realizaban en la librería de los hermanos Pérez o en los portales de la Plaza de
Armas. Así transcurrió los últimos años de su vida, entre la actividad literaria y animadas
tertulias.
Buen padre de familia, con su esposa doña Josefa tuvo dos hijos, uno muerto a temprana edad
y otra llamada María Josefa del Rosario. Golpeado por problemas de salud —sufría de asma—
y por sucesivas desgracias familiares, murió el 18 de octubre de 1871.
Fue funcionario público entre 1823 y 1828
Las obras de Segura se dividen en tres géneros: el poético, el dramático y el periodístico
(artículos de costumbres). A ellos habría que sumar su único ejemplar de género
novelístico: Gonzalo Pizarro.
Poética
En el género poético se muestran sus versos a manera de las corrosivas letrillas de Francisco de
Quevedo y de Bretón de los Herreros. «Se propuso moralizar riendo, y riendo no con humor
que espiga la gracia, sino con el sarcástico que expulsa el amargor de la vida.». Sus poesías
más conocidas son:

"A las muchachas", sextillas dirigidas a las limeñas beatonas y presumidas, sin distinción de
edad.

La Pelimuertada, subtitulada Epopeya de última moda (Piura, 1851), epopeya burlesca y


satírica, pero de carácter más lírico que épico. Fue publicada en un folleto de 84 páginas. Está
dividida en 16 cantos, el último inconcluso, con un total de 2194 versos, repartidos en
octavillas, sextillas, quintillas y romances. En ella hizo alusiones inconfundibles contra su
contendor literario, Felipe Pardo, y los escritores academicistas de la capital. Su procacidad
motivó posiblemente a que no fuera incluida de manera completa, en el volumen que recopiló
las obras literarias de Segura, donde solo se recogieron cinco cantos (Artículos, poesías y
comedias, 1885).

Un sinnúmero de letrillas publicadas en "La Bolsa" y "El Moscón", dirigidas contra Andrés de
Santa Cruz, Felipe Pardo y Aliaga y muchos otros adversarios en el oficio de las letras.
Para muestra de su habilidad versificadora, su picardía en el uso del lenguaje y sus alusiones
desenvueltas a su rival literario (Pardo), he aquí unos ejemplos tomados de La Pelimuertada:
Cantó Ercilla al araucano,
Tasso cantó a Godofredo,
cantó a Bolívar Olmedo,
y a César cantó Lucano;
vate del codo a la mano,
como me suelen llamar,
yo también voy a cantar
más que alborote el cotarro,
y aunque estoy con un catarro
que no puedo resollar
Dramática[editar]
En el género dramático, Segura compuso fundamentalmente sainetes y comedias. En total
escribió diecisiete piezas teatrales, de las que se han perdido cuatro. Sus personajes son
principalmente de la clase media, risibles a veces, amables o simples las otras, pero siempre
representativos de la sociedad. Sus argumentos son sencillos; su verso, fluido; y su lenguaje,
ágil y lleno de términos populares. Según Menéndez y Pelayo, el Perú le debe a Segura un
repertorio cómico teatral en cantidad y calidad al que puede ofrecer cualquier otro país de
América. Al lado de las tres únicas comedias de Felipe Pardo (de las cuales solo dos fueron
representadas en vida del autor) esta producción es notoriamente abundante.
De acuerdo con la norma costumbrista, Segura explicaba su quehacer literario en términos de
servicio social. Sus artículos y comedias iban dirigidos al público para motivar el cambio de los
hábitos que afeaban la imagen de la sociedad limeña. En un fragmento de La saya y el manto,
afirmaba que su obra estaba destinada: «a corregir las costumbres / los abusos, los excesos /
de que plagado se encuentra / por desgracia nuestro suelo.» Ese espíritu correctivo casi nunca
es violento (exceptuando la crítica a las pasiones políticas, al caos institucional, a la falta de
patriotismo).
A continuación, una lista de sus obras teatrales:

La Pepa (1833), su primera comedia escrita, pero que no fue estrenada.

Amor y política (1839), su primer estreno, obra de tipo histórico cuyo texto no se ha
conservado.

El sargento Canuto (1839), obra en que ridiculiza los alardes de un militar inculto y fanfarrón
que por su altanería es expulsado de la casa de la mujer a quien pretende. Como en toda las
comedias de Segura, más que el argumento lo que destaca es la espontaneidad de los
personajes y la gracia de los diálogos plagados de dichos populares, que ofrecen un vivo
retrato —crítico, ingenioso y festivo—, de la sociedad peruana en sus primeras décadas
republicanas.
Blasco Núñez de Vela (1840), drama histórico en 6 actos, cuyo estreno suscitó controversias
entre europeístas y nacionalistas. Su original se ha perdido.

La saya y el manto (1841 o 1842) comedia donde se ocupa de un solicitante de empleo


público, que, para lograrlo, enamora a una joven y le promete matrimonio, con el fin de que
mediante su intersección y la influencia de su cuñado, consiga el ministro la aprobación a sus
deseos.

La mozamala (1842), entremés cuyo título alude al nombre de un baile muy popular de
entonces.

Ña Catita (1845; corregida en 1856), comedia. Es la obra que resume todo el humor y la
chispeante gracia de Segura. Su personaje principal que le da título ha sido considerado como
la figura de mayor relieve del teatro peruano. El argumento es como sigue: los esposos don
Jesús y doña Rufina tienen una hija ya en edad de casarse, llamada Juliana. La madre, instigada
por Ña Catita —una anciana pícara, chismosa e intrigante—, pretende ligar a su hija con don
Alejo, tipo donjuanesco que simula tener gran alcurnia y solvencia económica. Pero Juliana,
muy cándida y dulce, corresponde a la amorosa pasión de don Manuel, mozalbete pobre y sin
porvenir, y se opone tercamente a los intentos de su madre. Cuando ya se está por sellar la
unión de Juliana y don Alejo, llega intempestivamente don Juan, un viejo amigo de la familia,
quien involuntariamente desbarata las pretensiones de don Alejo. En efecto, recién llegado del
Cuzco, don Juan se sorprende al ver a don Alejo, que era amigo suyo, y aprovecha el casual
encuentro para entregarle una carta de su mujer. Se descubre entonces que el supuesto galán
no era sino un impostor, que tenía esposa y vivía en el Cuzco. Rufina desfallece de espanto y
llora su desgracia. Ña Catita, por perversa y proxeneta, es arrojada de la casa. Se acuerda
entonces el casamiento de Juliana y Manuel, en tanto que don Jesús, por intercesión de don
Juan, perdona la conducta de su esposa Rufina. Esta obra fue estrenada en la noche del 24 de
enero de 1845, y reestrenada con agregados el 7 de septiembre de 1856, triunfando merced al
genio de la actriz Encarnación Coya.
Periodística[editar]
En el terreno periodístico, hizo sus primeros aportes en El Comercio de Lima, y fundó
después La Bolsa y El Moscón. En ellos escribió letrillas festivas y artículos costumbristas,
luciendo siempre su ingenio burlón y caricaturesco. En conjunto, suman una cantidad mucho
mayor que los artículos de Felipe Pardo, pero éste le superó en calidad con sus artículos que
publicó en El espejo de mi tierra.
Los artículos de costumbres de Segura amplían los temas y a veces profundizan la visión crítica
de sus comedias. Con una composición poco imaginativa y muchas veces descuidada, estos
artículos normalmente constan de una breve presentación del narrador, del relato humorístico
de uno o varios sucesos urbanos (que van desde las honras fúnebres al presidente Gamarra
hasta el juego de carnavales) y de una conclusión enjuiciadora. Es un claro antecedente de
las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma.

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