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Perspectivas críticas

sobre salud mental


César Roberto Avendaño Amador
Carlos Alejandro Arámbula Martínez
José Antonio Mejía Coria
Coordinadores

Perspectivas críticas
sobre
salud mental

A LTRES C OSTA - A MIC E DITORES


M ÉXICO
Perspectivas críticas sobre salud mental / César Roberto Avendaño Amador,
Carlos Alejandro Arámbula Martínez, José Antonio Mejía Coria (coords) —
México: Altres Costa-Amic Editores, 2019
270 p. : 22.5 cm — (Ensayo)
1. Salud mental - 2. Biopolítica y criminalización - 3. Psicoanálisis y locura - 4.
Tensionar la salud mental - 5. TDA/H

© 2019, Derechos Reservados.


Revisión y corrección académica: César Roberto Avendaño Amador, Carlos Alejandro
Arámbula Martínez, José Antonio Mejía Coria

Consejo Científico Editorial de Altres Costa-Amic Editores: Dr. Cuauhtémoc Calderón


Villarreal, Dr. David Cienfuegos Salgado, Dr. Benito Ramírez Valverde, Dra. Rocío Rosas
Vargas, Dra. Edit Hernández Flores y Dr. Víctor Job Paredes Cuahquentzi.
Revisión y diseño editorial; diseño de portada: Bartomeu Costa-Amic Leonardo
Maquetación: José Isaías Velázquez García
Ilustración de la portada: María Jessica Hernández Monroy, «Pescado frito

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«craa38@hotmail.com»
«contacto.costaamic@gmail.com»

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1ª edición, noviembre de 2019


ISBN: 978-607-8518-34-0 (Libro electrónico)
Impreso en México.
Índice
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
I. Biopolítica y criminalización de la desviación
1. De la «Lucha contra las drogas» a los dispositivos de gobierno en la in-
cubadora neoliberal. Reflexiones a partir de algunos elementos de la
política de estupefacientes en Chile, Centro de Estudios de Contrapsi-
cología/Santiago de Chile. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
2. Psicopolítica y emocionalidad: Enfermos a través del bienestar, Arám-
bula Martínez, Carlos Alejandro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
3. Salud mental y arte. Islas Hidalgo, José. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
4. Economía del Dominio en el Campo de la Salud Mental. Avendaño
Amador, César Roberto y Trón Álvarez, Rocío. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62
5. Reflexiones críticas en torno a un algoritmo latinoamericano para es-
colares con TDAH . Peralta, Victor M. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76
II. Psicoanálisis y locura
6. El derecho a delirar: una mirada psicoanalítica sobre la función del deli-
rio en las psicosis. Del Ángel, Alejandra. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101
7. Una revisión sobre la clínica de la anorexia desde Freud y Lacan. Galán
Navarro, Ana Daniela. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120
8. Orden Dogmático y Discurso Universitario. Notas desde el Psicoanáli-
sis y la Biopolítica. Mejía Coria, José Antonio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141
III. Tensionar la salud mental: Militancia, prácticas, desmontaje de discursos
9. Salud mental y Derechos humanos en Chile. Entrevista al colectivo
«Locos por nuestros derechos». Cea Madrid, Juan Carlos y Fredes,
Rodrigo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161
10. Un siglo de adultos mayores: retos y perspectivas de la salud mental en
México. Rochín Virués, Dinah María. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178
IV. Desclasificar.
11. El error y el errar como espacios insustituibles para la formación inte-
gral del ser humano. Griffero Pedemonte, Paloma. . . . . . . . . . . . . . . . . . 193
[5]
6 | ÍNDICE

12. Una mirada crítica al llamado Trastorno por Déficit de Atención/Hip-


eractividad (TDA/H). Ceja González, Gerardo Ariel. . . . . . . . . . . . . . . . 206
13. La salud y la enfermedad mental. Sano y loco la misma enfermedad,
hacia un reordenamiento social en Tamaulipas. Álvarez Cervantes, Lu-
isa y Balvanera García, Deyanira. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 250
Índice de cuadros y figuras. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 291
Introducción
J OSÉ A NTONIO M EJÍA C OR IA
C AR LOS A LEJANDRO A R ÁMBULA M ARTÍNEZ

a salud mental se ha convertido en un referente de la lucha por los derechos


humanos, cada vez es mayor el interés por cuidar, vigilar y pretender «cu-
rar» aquellos aspectos de la vida humana en donde se ven involucrados «pro-
blemas» de «salud mental». El Estado a través de sus instituciones pone en
marcha una serie de políticas públicas que pretenden conservar la salud tanto física
como mental de las poblaciones y los ciudadanos. Esto a simple vista podría pa-
recer un logro en el cumplimiento de los ideales de la modernidad. Sin embargo
el problema surge cuando a través de la ciencia y la medicina, los distintos sa-
beres producidos sobre la salud mental pretenden mitigar un componente radical
e ideológico vinculado al poder y por lo tanto a la gubernamentalidad de los hom-
bres. Esto arroja dos resultados, por un lado, se pretende entender la salud mental
desde una aproximación biologicista, despojada de cualquier condición sociopolí-
tica, y por otro lado se convierte en una técnica para producir cuerpos dóciles. Di-
cho de otro modo la relación que existe entre salud mental y enfermedad mental,
está definida por criterios morales altericidas que niegan todo aquello que no entre
en el flujo canónico de realizar la vida a través de la mediación sagrada del mercado
liberal. El dominio y la violencia con que se impone este modelo no es cosa menor,
sino que es el resultado de la puesta en marcha de la razón que empoderó la Ilustra-
ción. Con la idea de dar una explicación racional sobre todos los fenómenos, se
extendió un dominio hacia las prácticas que no pasaran por este tamiz; la crítica
más fuerte fue dirigida hacia el campo de lo religioso que vio mermado su campo
de acción y su carácter hegemónico. Sin embargo, lejos de lograr una transvalora-
ción de los valores predominantes, hubo un desplazamiento de Amo, pues ahora ya
no es Dios quien determina y fundamenta el Bien y el Mal, pero sí lo es el científi-
co que aunque negándolo, fundamenta su metafísica en la naturaleza a través de los
rituales de la ciencia positiva. El metarrelato científico no admite disidencia, en él
todo es sumisión.
[7]
8 | M E J Í A C O R I A / A R Á M B U L A M A RT Í N E Z

Sin embargo al recurrir a la historia de los fenómenos podemos ver cómo han
llegado a ser lo que son como resultado de fuerzas y atravesamientos en la cul-
tura, las instituciones, los saberes o los ordenamientos jurídico-legales. Lo nor-
mal y lo patológico se han situado siempre en relación a una cultura específica
y a un particular espacio de significación socio-histórico. Las transgresiones de
las condiciones de rutina o «normales» suponen un extrañamiento que desfon-
da los diversos dispositivos que nunca ponemos en cuestión, se revela entonces
que condiciones como la pobreza no son de origen divino sino que son resultado
de las relaciones entre los hombres, o que no se está enfermo de depresión o de
burnout, sino de capitalismo. El loco, el anormal, el TDAH , el rojo, o todo aquél
que no logre adaptarse es señalado desde su inoperatividad en la dinámica de la
forma de vida dominante que aparece como ahistórica y transhistórica a la vez.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el Manual Diagnóstico y Estadístico de
los Trastornos DSM , en sus distintas versiones, se ha encargado de gestar y ope-
rar el modo de vida dominante, no a través de violencia directa, ni tortura, tam-
poco de amenaza o intimidación, pero sí por medio de mecanismos culturales
que promueven la normalidad y el ejercicio del poder con la complicidad de los
dominados, es decir, de nosotros mismos. Cuando intersubjetivamente natura-
lizamos comportamientos y creemos saber distinguir entre el Bien y el Mal, así
como lo bueno y lo malo, y además asumimos ser instrumentos de su realiza-
ción, nos convertimos en policías de los otros y de nosotros mismos. Cada uno
tiene dentro de sí el dispositivo que permite gestionar la vida en términos de re-
ferentes metafísicos que se pretenden universales y apolíticos, pero que toman
cuerpo en eso que se ha llamado «naturaleza humana». Cuando algo del flujo
de esa «naturaleza» se ve interrumpido por situaciones extraordinarias, debe-
mos estar atentos para identificar las perturbaciones que lo truncan, y en caso
de que no podamos resolverlo nosotros mismos, contamos con un ejército de
expertos encargados de que vivamos como «se debe vivir» en términos de fun-
cionalidad y mercado, así sin más, sin ningún tipo de apelación a la ética ni a
algún ejercicio reflexivo que nos cuestione por los síntomas de nuestro tiem-
po. Aparece entonces el psiquiatra, la pedagoga y el profesor que en su ejercicio
de realización del bienestar, la justicia, la ciencia y el «Bien» en general, pueden
diagnosticar a mansalva a cualquier párvulo que en un salón de clases cuestio-
ne con la mera expresión de su subjetividad, como sujeto susceptible de medi-
cación de por vida debido a su «inherente» Trastorno de Déficit de Atención e
Hiperactividad, además se dice, se le atiende humanamente y se procura su sa-
lud mental.
¿Ante esto qué hacer? Pareciera imperante que frente a estas tradiciones cien-
tíficas y políticas sometedoras, surja algo que le pueda hacer frente para pensar
la sociedad desde otros enfoques que permitan el libre juego de las existencias.
INTRODUCCIÓN | 9
El propósito de este libro es abordar situaciones que se han considerado proble-
máticas en el ámbito de la salud mental y que atañen a las ciencias «psi». Los
artículos aquí presentados comparten la idea de que el comportamiento huma-
no y la salud mental no pueden ser explicados mediante leyes naturales o esen-
cialismos que despolitizan la vida y sojuzgan. No se pretende entonces que el
individuo sea el foco de atención y conocimiento, sino más bien que las relacio-
nes entre los sujetos se tornen centro de atención y problematización, pues es en
ellas donde se genera todo cuanto es significativo a través del lenguaje. Esto trae
consigo el supuesto de que enfermedades, emociones, acciones, afectos, proce-
so de salud-enfermedad o la categoría misma de salud mental, son elementos
constitutivos que resultan de las dinámicas de interacción. Desde el campo de
la criminalización del consumo drogas —en el que de manera simplona se con-
densan y condenan la figura del enfermo mental y el criminal—, pasando por el
debate sobre loco y sano, el análisis de las formas «científicas» en las que se in-
venta un «trastorno», las economías de los afectos productores de un campo de
verdad y sus disputas, los actores de prácticas que van a la contra de la avanzada
actual sobre la farmacologización de la vida cotidiana, hasta la reflexión teóri-
ca sobre los mecanismos de poder ligados a la biopolítica, entre otras figuras de
discusión, el presente libro se arma, a manera de crisol, conglomerado de voces
que plantean desde su particular punto de reflexión, la serie de condiciones que
rodean el inasible campo de la salud mental y la locura. Campo de batalla, bata-
lla perdida quizá, saberes derrotados, como mencionaría Avendaño. Sin embar-
go las reflexiones acá expuestas proponen la posibilidad de enfrentar, una vez
más, a los saberes hegemónicos, para así mismo visibilizar otras formas de hacer
de la locura el espacio de intersección de las diferencias radicales en conviven-
cia que apuntarían a una pregunta (una entre tantas quizá) ¿la libertad será aún
posible? Y si es así ¿qué libertad?
A continuación se realiza una breve presentación de los cuatro apartados que
configuran el presente libro.

1. BIOPOLÍTICA Y CR IMINALIZACIÓN DE LA DESVIACIÓN

Los textos que se presentan en el apartado inaugural del libro, nos acercan
de manera crítica, frontal, a diversos aspectos que desde el análisis biopolítico
nos permiten bordear el problema de la criminalización de la desviación, des-
pliegue de dispositivos de control que no hacen más que reafirmar la dimen-
sión a la que la criminalización reduce la desviación: estatuto de nuda vida,
formación de campos de control riguroso de la vida con efectos de dominio po-
lítico de los cuerpos, evidentemente lo que pone a circular las relaciones entre
poder, saber y verdad, desde el eje biopolítico o psicopolítico como lo plantean
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los autores, es la pregunta por la vida ¿qué vidas merecen ser vívidas y de cuá-
les se podría prescindir? ¿quién es necesario para hacérsele vivir y quién para
dejarle morir?
El libro abre con el trabajo del Centro de Estudios de Contrapsicología de San-
tiago de Chile, quienes nos presentan De la “Lucha contra las drogas” a los dis-
positivos de gobierno en la incubadora neoliberal. Reflexiones a partir de algunos
elementos de la política de estupefacientes en Chile, fino análisis en clave biopolí-
tica de los dispositivos que promueven la «lucha contra las drogas», en específico
en relación a las más recientes iniciativas de ley planteadas en Chile; Psicopolíti-
ca y emocionalidad: Enfermos a través del bienestar de Carlos Alejandro Arámbu-
la Martínez, nos plantea un recorrido desde la flisofosía de Heidegger, hasta los
planteamientos de Sloterdijk y Byung Chul Han sobre el lugar que ocupan los sa-
beres tecnocientíficos en el actual régimen de control de las poblaciones vía una
psicopolítica de los afectos; siguiendo la línea que abre el texto de Arámbula, José
Isla Hidalgo nos plantea en su trabajo Salud mental y arte, un acercamiento desde
la psicopolítica y la biopolítica, una posición crítica que propone los territorios
del arte, del acto artístico, como elementos que permitirían agujerar el disposi-
tivo planteado por los ejes de control político, psíquico y biológico de la locura,
para pensar ¿por qué no? que la libertad existe.
En Economía del Dominio en el Campo de la Salud Mental, texto de César Ro-
berto Avendaño Amador y Rocío Trón Álvarez se realiza un breve análisis que pue-
de anunciarse retomando uno de los apartados del artículo en el que los autores
plantean:
De modo que la expresión fenoménica de una economía que opera sobre una po-
blación preferiblemente destinada a ser borrada de la mirada pública normalizada,
da cuenta de la potencia contenida en una práctica médica donde se manifiesta de
manera descarnada el sueño soberano de dominio total sobre la sociedad desde hace
más de dos siglos.

Economía que adquiere su potencia y sentido en tanto se traba con una política
que en tanto más secreta más efectiva se torna, esto, únicamente a partir de la intro-
ducción de los saberes sobre la vida y la muerte que vía las ciencias biológicas y la
política vehiculan una particular forma de anulación de la población, y por último,
en este primer apartado del libro, el profesor Víctor M. Peralta con su trabajo Re-
flexiones críticas en torno a un algoritmo latinoamericano para escolares con TDAH,
nos ofrece un acercamiento al análisis de la invención de una patología psiquiátri-
ca, en este caso vía el planteamiento del llamado Trastorno de déficit de atención
por hiperactividad a manera de algoritmo que se introduce vía la comunidad psi-
quiátrica para injertarse en la población latinoamericana.
INTRODUCCIÓN | 11
2. P SICOANÁLISIS Y LOCURA

Por otro lado, y manteniendo la posición de crítica frontal hacia los espacios que
acotan los campos de la locura, en el segundo apartado del presente libro, se da ca-
bida a textos que desde el psicoanálisis realizan un acercamiento al campo de la lo-
cura. Este espacio Psicoanálisis y locura, abre con el trabajo de Alejandra del Ángel
titulado El derecho a delirar: una mirada psicoanalítica sobre la función del delirio
en las psicosis, desde los planteamientos de Jacques Lacan, cuestionando los discur-
sos psiquiátricos que se formalizan en el DSM-V , el CIE-10 y las prescripciones de la
OMS sobre salud mental, Del Ángel realiza un recorrido sobre la cuestión del sín-
toma en psicoanálisis, vía el análisis del delirio como producto puramente social y
por ende una de las múltiples formas mediante las cuales el sujeto intenta crear
lazo con los otros, en específico en el campo de las denominadas «psicosis»; en el
texto de Ana Daniela Galán Navarro tenemos una aproximación al campo de la
anorexia desde las propuestas puntuales que realiza Massimo Recalcati a partir
de los planteamientos de Sigmund Freud y Jacques Lacan en relación a un campo
que al parecer le pertenecería sólo al registro psiquiátrico, esto es, el de los tras-
tornos alimenticios, en los cuales el tratamiento generalmente va dirigido única-
mente al hecho de mantener vivo al organismo «a como dé lugar», sin embargo,
Una revisión sobre la clínica de la anorexia desde Freud y Lacan, nos permite pen-
sar que aún hay alternativas de intervención en las que el eje está ubicado en las
preguntas que se gesten en el campo del sujeto, y no necesaria y únicamente en
el campo del reduccionismo de la farmacología y la psiquiatría; posterior al texto
de Galán Navarro, tenemos por último con Orden Dogmático y Discurso Univer-
sitario. Notas desde el Psicoanálisis y la Biopolítica, José Antonio Mejía Coria rea-
liza una serie de reflexiones en las cuales el psicoanálisis y la biopolítica realizan
un diálogo que conforme va avanzando aborda los registros del dispositivo uni-
versitario y el control de los cuerpos, vías en las que se asienta el sujeto de la ra-
cionalidad neoliberal.

3. T ENSIONAR LA SALUD MENTAL: MILITANCIA,


PR ÁCTICAS , DESMONTAJE DE DISCURSOS

Desde la diversidad de concepciones de la locura, en este apartado se pre-


sentan experiencias de prácticas ligadas al reconocimiento de la locura como
elemento princeps de la sociedad, extirparla sería prácticamente lo mismo que
anular las relaciones entre sujetos. Iniciamos con el texto de Juan Carlos Cea
Madrid y Rodrigo Fredes quiénes en Salud mental y Derechos humanos en Chi-
le. Entrevista al colectivo «Locos por nuestros derechos», nos presentan de manera
lúdica y en formato de entrevista, diversas reflexiones que han surgido a partir
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de su participación en el movimiento contra los abusos en el campo de la salud


mental a partir de la publicación del Manual de derechos en salud mental, expe-
riencia importante, dada la tensión que introducen al cuestionar las maneras de
hacer de los saberes hegemónicos en el campo de la salud mental; después tene-
mos el trabajo de Dinah María Rochín Virués, en Un siglo de adultos mayores:
retos y perspectivas de la salud mental en México, nos plantea desde su experien-
cia en el trabajo con adultos mayores en asilos y centros comunitarios, la urgen-
cia que tiene tomar en serio el trato que se les da a los ancianos en las diversas
instituciones por las cuales desfilan a partir de que culmina su vida laboral pro-
ductiva, Rochín nos coloca ante la pregunta implícita vinculada sobre todo a
las teorizaciones de la primera parte de éste libro ¿será que los ancianos mues-
tra mediante su cese de vida productiva la creación «natural» dentro de los Es-
tados Modernos de un campo de vida nuda, de vida que no merece ser vivida? Y
la cual por ende, de acuerdo a los discursos que surgen del biopoder, sería mejor
dejar morir. El habitar cotidiano no nos muestra lo contrario.

4. D ESCLASIFICAR
En éste último apartado del libro tenemos tres textos importantes, los cuales,
desde su diversidad, ponen en juego algo que parece fundamental: volver a pensar
los lugares desde los cuales cotidianamente se enuncian certezas sobre condicio-
nes aparentemente ya solucionadas. Comenzamos con el texto de Paloma Griffero,
quien, desde la crítica a los programas educativos en Chile, nos presenta una serie
de alternativas críticas dirigidas a establecer una serie de diferencias en el campo
de la educación, El error y el errar como espacios insustituibles para la formación in-
tegral del ser humano, nos plantea desde un eje vinculado a las pedagogías críticas
abordar otro espacio de la formación educativa que presentaría alternativas en las
cuales el proceso de formación tomaría un giro que más allá de presentar la pro-
ducción en serie de saberes, nos llevaría a poner el acento en las discontinuidades,
saltos, creación, que permean el espacio educativo, y que sin embargo, permanecen
como aspectos a anular mediante programas educativos que lo único que buscan
es seguir contando con mano de obra calificada para engrosar el ejército de reserva
laboral; por su parte Gerardo Ariel Ceja González, nos comparte algunas de las re-
flexiones que surgieron a partir de su trabajo de investigación para obtener el grado
de maestría, trabajo dirigido a investigar dentro del espacio escolar las implicacio-
nes de la circulación del diagnóstico de TDHA , y el cruce que se da al introducir la
anterior etiqueta en una espacio en el que se relacionan padres de familia, profeso-
res, psicólogos, psicopedagogos, etcétera, tomemos una cita que adelante algunas
de las cuestiones que aporta Ceja:
INTRODUCCIÓN | 13
Se realizó trabajo de campo en escuelas de educación básica como un escenario
interesante dado que en ella se concentra la familia y la institución médica, las tres en
su conjunto juegan un papel fundamental en los niños diagnosticados con TDA/H ,
quienes fueron los protagonistas centrales del trabajo de investigación. De esta ma-
nera, los niños, padres de familia y maestros fueron un recurso humano muy valioso
poseedores de saberes, complejas y singulares experiencias”,
Lo anterior es un muy breve fragmento del trabajo titulado Una mirada crítica
al llamado Trastorno por Déficit de Atención/Hiperactividad (TDA/H), el cual des-
de el discurso de los padres, los niños y los profesores, dan cuenta, a través de su
experiencia, de un cuestionamiento radical al orden de los discursos que avalan el
diagnóstico psicológico y psiquiatrico y el posterior recurso al fármaco como vía
de «solución» del «Trastorno». Ceja, nos muestra elementos contrarios, el síntoma
circula por otro lado; para culminar con este recorrido, tenemos el artículo de Lui-
sa Álvarez Cervantes y Deyanira Balvanera García La salud y la enfermedad mental.
Sano y loco la misma enfermedad, hacia un reordenamiento social en Tamaulipas,
quienes problematizan estas complejas terminologías «sano» y «loco» a partir del
contexto biopolítico que permea los contenidos de la Ley General de Salud para el
Estado de Tamaulipas, las autoras nos proponen la pertinencia de su estudio en di-
versos apartados de su texto, tomemos algún párrafo para dar cuenta de ello:
Con respecto a la importancia de esta investigación, creemos que ésta radica en el
hecho de que intentará mostrar no solo el ejercicio del poder a través del uso de sabe-
res médicos y psiquiátricos como legitimadores de un discurso de sanidad, sino que
pretende dar cuenta cómo mediante estos saberes un gobierno funda su política, en
este caso de salud mental.
Después de la anterior presentación general del material que constituye el pre-
sente libro, podemos cerrar este prólogo-presentación con un breve epílogo. De las
sociedades de control planteadas por Michel Foucault, problematizadas por Gilles
Deleuze, a la propuesta de la psicopolítica de Byung-Chul Han o Peter Sloterdijk,
entre muhos otros autores, pasando por las leyes que se han introducido para re-
gular la circulación de las drogas, la administración de la locura, o la manutención
de las cárceles, las prácticas que de lo anterior surgen y la necesidad de reconoci-
miento de la locura como un articulador de lo llamado «social», planteamos que
las condiciones bajo las cuales se establece la necesidad de pensar esos espacios vie-
nen dadas por el triunfo de la maquinaria neoliberal y los efectos devastadores que
esto ha producido sobre la vida cotidiana de los habitantes de las grandes y peque-
ñas urbes. Las disposiciones, agenciamientos, modulaciones, maquinarias para ha-
cer hablar, escuchar, ver, son algunos de los elementos de los cuales se echa mano
para pensar el estrecho vínculo entre la biopolítica y la criminalización de la desvia-
ción, aspectos que esperemos, al menos, se visibilicen mediante las reflexiones con-
14 | M E J Í A C O R I A / A R Á M B U L A M A RT Í N E Z

tenidas a lo largo de los capítulos que constituyen el presente libro. Que desde las
voces de colegas chilenos y mexicanos se hagan presentes inquietudes y malestares
parecidos no es algo tan extraño: para Latinoamérica ha llegado un mismo paque-
te económico y una misma exigencia por parte de las naciones del llamado «Pri-
mer Mundo», no es en vano que compartamos inquietudes y críticas, urgentes de
pensar en conjunto, para, a fin de cuentas poder pensar si otro mundo sería posible

Tlalnepantla, Estado de México, julio de 2018.


13. La salud y la enfermedad mental.
Sano y loco la misma enfermedad,
hacia un reordenamiento social en Tamaulipas
L UISA Á LVAREZ C ERVANTES 1
D EYANIRA B ALVANERA G ARCÍA 2

I NTRODUCCIÓN
n este capítulo se abordará la salud mental en Tamaulipas, con la intención de
dar cuenta de los presupuestos y supuestos que existen en el imaginario so-
cial respecto de la salud mental ligados al modelo antropológico de nuestra
época. En ese sentido, se trata de explorar los discursos instituidos y legiti-
mados por los saberes médicos, psiquiátricos, psicológicos y sociológicos, esto a
su vez ayuda a desentramar los dinamismos bio-políticos que se reproducen a par-
tir de las políticas públicas del Estado. Sobre el ejercicio del poder de Estado se ha
entendido que se apoya en la instrumentación de las leyes jurídicas, sin embargo,
en este caso, se puede evidenciar, desde la puesta en marcha de los programas de
salud mental cómo es que el Estado ejerce un poder que al normalizar las vidas de
las personas pretende fundar un orden social a través del saber médico, sin necesi-
dad del uso de la fuerza física. Si bien, estos saberes se consideran «neutrales» no
lo son, ya que su función no sólo se remite al ámbito de la salud, sino que justa-
mente por el modo de abordaje sobre aspectos puramente biológicos humanos, son

1
Doctora en Filosofía de la Educación por el ITESO, y Profesora-Investigadora de la Unidad Aca-
démica Multidisciplinaria de Ciencias, Educación y Humanidades dependencia de la Universidad
Autónoma de Tamaulipas (UAMCEH-UAT), «luisaalvarez55@hotmail.com».
2
Estudiante de la Licenciatura en Sociología en la UAMCEH-UAT. Actualmente realiza un Estudio
de las políticas de salud mental en el Estado de Tamaulipas, como parte de su trabajo de tesis para la
obtención del grado, «edyan.blv@gmail.com».
[250]
13. LA S A L U D Y L A E N F E R M E D A D M E N TA L . SANO Y LOCO… | 251
parte de este dispositivo de biopoder. Como lo señala Foucault en la entrevista que
le realizó Manuel Osorio en Madrid en el año de 1977:
justamente, no del todo la norma, el derecho, la ley. En realidad me parece que el de-
recho que diferencia lo permitido y lo prohibido no es de hecho más que un instru-
mento de poder en definitiva bastante inadecuado y bastante irreal y abstracto. Que,
en concreto, las relaciones de poder son mucho más complejas, y lo que traté de ana-
lizar es precisamente todo lo extrajurídico, todas las coacciones extrajurídicas que
pesan sobre los individuos y atraviesan el cuerpo social (Foucault, 2012: 41).
De esta manera, la salud mental ha pasado a formar parte de los saberes que
fundamentan los legalismos de la modernidad, es decir del humanismo que en
buena parte se erigió para la protección de la vida humana;, sin embargo, llama la
atención que la modernidad no fue capaz de ver que su modelo antropológico des-
cualificaba a la propia vida, la llevó a carecer de su bios. Agamben dice al respec-
to de esto, que:
Los griegos no disponían de un término único para expresar lo que nosotros que-
remos decir con la palabra vida. Se servían de dos términos semántica y morfoló-
gicamente distintos: zoé que expresaba el simple hecho de vivir común a todos los
vivientes (animales, hombres o dioses) y bios que significaba la forma o manera de
vivir propia de un individuo o grupo (Agamben, 2010: 13).
Desde esta perspectiva se puede decir que los enfermos mentales han sido pen-
sados como zoé o como pura vida biológica; dos motivos nos llevan a la sospecha,
el primero, porque al no ser sujetos de derecho no pueden ser tampoco funcionales;
el segundo, porque al tratar de incluirlos en un programa de salud mental se par-
te también del supuesto de que son pura nuda vida o pura biología. Dicho en otras
palabras, ya sean considerados dentro o sea fuera de los programas de salud men-
tal, los enfermos mentales están ya siempre despojados de una forma-de-vida, es
decir carecen de bios, (grupos humanos, lazos sociales, vínculos comunitarios, et-
cétera). Por otra parte, ¿Cómo pusimos en cuestión la política social de salud men-
tal en relación con la reinserción social de los enfermos mentales?, en términos de
las estrategias metodológicas las fuentes principales de información fueron de cor-
te documental o fuentes primarias, fundamentalmente normativas, precisamente
porque regulan, norman la política pública, en este caso la de salud mental. Ade-
más de ello, y con el propósito de tener un panorama más amplio, sobre el asunto,
fue necesario visitar a los funcionarios de las instituciones de salud en el estado de
Tamaulipas, quienes nos brindaron los archivos necesarios para esta investigación,
como lo fueron: el Programa de Acción Especifico Salud Mental 2013-2018, los
Programas de Rehabilitación Psicosocial para Hospitales Psiquiátricos Públicos
«Modelo Miguel Hidalgo de atención en salud mental 2014-2018», Ley de Salud
para el Estado de Tamaulipas y el Manual de Organización Específico del Secre-
252 | Á L VA R E Z C E R VA N T E S / B A L VA N E R A G A R C Í A
tariado Técnico del Consejo Nacional de Salud Mental. Y dado que la noción de
salud mental comienza a incorporarse a las políticas públicas de salud a partir del
año 2000, nuestras documentales de consulta y revisión corresponden de ese año a
la fecha. Anotamos que en este periodo, dos programas de atención psiquiátrica se
han implementado y corresponden a los dos periodos presidenciales trascurridos.
Con respecto a la importancia de esta investigación, creemos que ésta radi-
ca en el hecho de que intentará mostrar no solo el ejercicio del poder a través
del uso de saberes médicos y psiquiátricos como legitimadores de un discurso
de sanidad, sino que pretende dar cuenta cómo mediante estos saberes un go-
bierno funda su política, en este caso de salud mental. En la biopolítica, ello
quiere decir, que se gobierna a los hombres no sólo por una trinidad de pode-
res (ejecutivo, legislativo y judicial), sino que también entran en juego sabe-
res, que aunque en el discurso científico-médico pretenden su legitimación en
la neutralidad, en el modo del ejercicio no son neutrales, como ocurre con la
salud mental. Finalmente es necesario mencionar que el trabajo está dividido
en dos grandes partes, la primera se ocupa de mostrar el supuesto antropológi-
co que está detrás de la idea de salud mental, mientras que la segunda se ocupa
de los supuestos sociológicos que atraviesan dicha idea.

14.1 E L SENTIDO Y SIGNIFICADO DE LA SALUD Y LA SALUD MENTAL

El presente apartado tiene por finalidad hacer un desvelamiento de los supues-


tos y presupuestos antropológicos que subyacen en la Ley General de Salud, la
cual es de índole federal, y la Ley de Salud para el Estado de Tamaulipas, así como
señalar las implicaciones sociales. Es importante clarificar que dentro de esta legis-
lación, federal y local, aparece la tendencia al reordenamiento social; misma que se
analizará con mayor amplitud en el segundo apartado de este capítulo, que trata de
los supuestos de la convivencia social de la Ley General de Salud y sobre la polí-
tica de salud pública que de esa normatividad federal se deriva.
Para develar paso a paso los presupuestos antes mencionados, es menester pro-
blematizar, en primer lugar, qué se entiende por salud en el ámbito federal, es decir,
en la Ley General de Salud. En el Título primero «Disposiciones generales» Ca-
pítulo único, en el artículo 1 bis establece: «Se entiende por salud un estado com-
pleto de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones
o enfermedades» (Ley General de Salud: 2013: 2). El primer problema, desde la
postura de develar el supuesto en el cual se funda tal definición, es que la salud en
la ley se deja fuera al que padece las afecciones o enfermedades, pues, la salud no
es únicamente la ausencia de afecciones o enfermedades. Ante ello, la pregunta y
¿quién normará y dictaminará el estado completo de bienestar físico, mental y so-
cial?, ya que la misma ley establece que cualquiera puede estar saludable física-
13. LA S A L U D Y L A E N F E R M E D A D M E N TA L . SANO Y LOCO… | 253
mente, pero ello no será signo ni tampoco evidencia de una salud mental aceptable.
En la redacción del artículo, al establecer que el estado completo de bienestar se
define como «no solamente por la ausencia de afecciones o enfermedades», apa-
rece como un agravante el hecho mismo de que nadie es confiable sobre su salud,
al establecer como vinculante el «no solamente», entre el bienestar completo y la
salud mental, pues en dado caso de que la persona afirme que es saludable, con y
en esta declaración de saludable, subyace el principio de la duda, con el «no úni-
camente». De esta forma, cualquiera podrá afirmar que es saludable, pero su salud
física por sí misma abre la puerta de la duda sobre su salud mental, porque quien
afirma acerca de su salud, de acuerdo con la ley tiene en principio de que no es con-
fiable. ¿Quiénes son entonces los que se alzarán como dictaminadores del estado
completo de bienestar de la persona, fuera de duda?
Ese «quién» puede ser un médico, psicólogo, psiquiatra, sociólogo o político,
todos menos la persona misma. ¿Qué profesión y en nombre de qué disciplinas,
fungirá como la autoridad del dictamen? Todo parece indicar que dichos dictáme-
nes, junto con sus dictaminadores, van a segmentar e incluso ordenar y polarizar a
discreción a la población desde la salud mental, puesto que aunque sean saludables
la misma ley los designa como no confiables. Ello se deduce debido a que la per-
sona que afirme que es saludable aparecerá como dudosamente saludable, mien-
tras que el único que podrá afirmar quién goza o no de salud, es el dictaminador.
La relevancia del principio de no confiabilidad, radica en que este sostiene un ideal
de salud, pues al comprender desde la ley a la salud como un estado completo de
bienestar físico, mental y social; estamos hablando de un ideal, el cual, al igual que
cualquier ideal plantea algo inalcanzable, el principio del ideal es que no es real
porque carece de referentes concretos, de haberlos, deja de ser ideal. En la misma
Ley General de Salud, en el Capítulo VII que trata sobre la salud mental, en el ar-
tículo 72, en el segundo párrafo dice:
Para los efectos de esta Ley, se entiende por salud mental el estado de bienestar
que una persona experimenta como resultado de su buen funcionamiento en los as-
pectos cognoscitivos, afectivos y conductuales, y, en última instancia el despliegue
óptimo de sus potencialidades individuales para la convivencia, el trabajo y la recrea-
ción [los subrayados son nuestros] (Ley General de Salud, 2013).
De dicho artículo, se analizará el sentido de la salud mental con el propósito de
descubrir su presupuesto. Para ello procederemos a situar la implicación del signi-
ficado de la categoría analítica de primera instancia y última instancia. El sentido
de la salud mental que aparece en el párrafo del artículo, cambiaría totalmente sí en
lugar de «en última instancia» apareciera la categoría analítica de «en primera ins-
tancia»; dado que sí el punto de partida es en primer instancia, entonces nos colo-
caríamos en el horizonte de los problemas que se encuentran en la convivencia, el
254 | Á L VA R E Z C E R VA N T E S / B A L VA N E R A G A R C Í A
trabajo o la recreación, los cuales de acuerdo con el artículo 72 de la Ley General
de Salud, presupone quedan vinculados con la salud mental, definida en el mismo
artículo. Pero el hecho mismo de que en el párrafo en cuestión aparezca «en últi-
ma instancia el despliegue óptimo de sus potencialidades individuales para la con-
vivencia, el trabajo y la recreación», implica ya no el horizonte de los problemas,
sino una sobre-determinación individualista la cual tiene como medida y norma
un modo único de convivencia, trabajo y recreación. Dictando en el última instan-
cia lo que debe ser la salud mental. Revisemos el dictado de última instancia como
sentido último de lo que debe ser la salud mental de acuerdo con el artículo 72 de
la Ley General de Salud, si el punto de partida, de la última instancia, es «el esta-
do de bienestar que una persona experimenta como resultado de su buen funcio-
namiento en los aspectos cognoscitivos, afectivos y conductuales». Por lo que en
última instancia solo queda el imperativo «para la». Así es que «el despliegue ópti-
mo de sus potencialidades individuales (solo lo son) para la convivencia, el trabajo
y la recreación». Dicho de otro modo, no puedo saber nada sobre la salud mental
sino bajo su expresión de salud física «para la» convivencia. El grave problema es
que tampoco es posible saber de la salud física, si ésta no queda en última instancia
determinada por el «para la» convivencia. Entonces los principios de la salud físi-
ca, que son la no confiabilidad en la persona con el ideal de salud, cobran sentido
en cuanto quedan vinculados a la salud mental, bajo el imperativo o dictado de en
última instancia con «para la», convivencia, trabajo y recreación exclusivamente.
Hecho el análisis del segundo párrafo del artículo 72, correspondiente a la Ley
General de Salud, nos encontramos con un sin sentido, puesto que dada la normati-
vidad sobre la salud y la salud mental, éstas son inalcanzables para cualquiera. Por-
que establece el principio, en cuanto a la salud física, de no confiabilidad; entonces
nadie puede acceder a este estado óptimo de bienestar, debido a que por principio
se dice que quien goza de salud no es confiable, y si acaso existe alguna aproxi-
mación, tendrá que ser resultado de un dictamen. Si una persona dice que tiene sa-
lud pero carece del dictamen, se convertirá entonces en un anormal, pues goza de
salud. Dicho de otro modo, si el que se dice saludable no lo es porque no es con-
fiable, lo confiable queda reducido a un papel dado por el dictaminador. Lo real sa-
ludable es el papel que extiende el dictaminador, lo inexistente es la persona que
dice ser saludable, porque en principio no es confiable. Continuemos nuestro trán-
sito de análisis remitiéndonos a lo normado sobre la salud, en la Ley de Salud para
el estado de Tamaulipas. Debido a la configuración histórica del federalismo en la
república mexicana, una vez aprobadas las leyes emitidas por parte del Congreso
de la Unión, éstas exigen las adecuaciones correspondientes de las leyes locales en
los congresos en cada uno de los estados de la República. La Ley de Salud para el
Estado de Tamaulipas en su Título Primero «Disposiciones Generales», capítulo
único, en el Artículo 2º establece:
13. LA S A L U D Y L A E N F E R M E D A D M E N TA L . SANO Y LOCO… | 255
El derecho a la protección de la salud, tiene las siguientes finalidades y en su frac-
ción primera norma que:
I. El bienestar físico y mental del hombre, desde el momento mismo de la con-
cepción, (El subrayado es nuestro) (Ley General de Salud para el Estado de Ta-
maulipas, 2013: 1).
Tamaulipas, a diferencia de los estados que conforman la región del noreste y
quizás del resto de la República, la ley en materia de la salud se sostiene en un sen-
tido religioso de orden católico apostólico y romano, cuando el cuidado de la salud
se inicia desde el momento mismo de la concepción de la vida en consonancia con el
quinto mandamiento del Catecismo Católico que establece: «La vida humana debe
ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento mismo de la con-
cepción. Desde el primer momento mismo de la existencia, el ser humano debe ser
reconocido sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de
todo ser inocente a la vida (Editores católicos de México, 1992). Como es conocido
toda religión se mueve en el campo del imperativo del deber y de los ideales, parti-
cularmente del pecado como origen del hombre y de una felicidad eterna como ideal.
Lo interesante es que entre la premisa legal sobre la salud en Tamaulipas y el quin-
to mandamiento se da plena coincidencia en sus finalidades. El primero dice «des-
de el momento mismo de la concepción de la vida» y el segundo «Desde el primer
momento mismo de la existencia». Teniendo en común, por consiguientemente el
estado y la iglesia, el supuesto de una «naturaleza humana» en cuyo fundamento
queda la pura biología. Si bien, «Desde el campo de la religión es comprensible tal
definición porque la liga o vínculo específico de las comunidades religiosas se re-
duce a la creencia en una lengua y escritura sagrada y bajo la noción de un orden
jerárquico no terrenal» (de allí la lengua y escritura sagrada) (Benedict, 1991: 32).
Lo que parece no comprensible, al parecer, es la copia que hace la ley de los man-
damientos sobre la salud, pero si advertir sus consecuencias.
Una de las consecuencias de darle al estado la función y propósito el cuidado
de la vida desde el momento mismo de la concepción, es que en los hechos, el Es-
tado ha ocupado una jerarquía divina desde la ley y entró a ocupar un lugar divino
desde un espacio omnipotente para regular la vida. Pero fácilmente se puede mos-
trar que si dicta el cuidado de la vida, entonces piensa a la vida humana como pura
biología, y al concebir la vida como meramente biológica, la norma a través del
derecho, dando poder a dicha disciplina y al mismo tiempo a un sector profesio-
nal; los políticos, quienes dictan su cuidado pero al mismo tiempo su aniquilación.
Si la Iglesia tiene como pasado innegable la aniquilación, bajo la justificación del
quinto mandamiento relativo a concebir a la vida humana desde el momento mis-
mo de la concepción, se sobreentiende que para el católico la vida humana es solo
aquella que es cristiana o católica y romana, porque queda bajo el principio de la
igualdad como hijos de Dios, pero al ser hijos de Dios, entonces el hijo bueno tie-
256 | Á L VA R E Z C E R VA N T E S / B A L VA N E R A G A R C Í A
ne como principio la obediencia a sus leyes, por ello; es cristiana solamente aquella
que obedece la ley de Dios, y es posible la muerte para aquel que no se convierte
y no se concibe católico romano ni cumple con las normas de la ley. El dinamismo
religioso, se ha convertido en dinamismo social desde la ley secular. En este caso,
al considerar a la vida humana desde esa concepción queda al descubierto que el
Estado concibe a la vida humana en su desnudez puramente biológica, negando
con ello que las diferentes culturas son propias de las diversas formas de vida hu-
mana y lo particular de éstas es que van más allá de la pura biología y nunca que-
dan reducidas a ella.
Al legislar sobre la vida aún antes del nacimiento, el Estado no ha reparado en
comprender que la vida para cualquiera es pura gratuidad, porque nadie sabe de
dónde viene y nadie sabe, una vez que se deja este mundo, a donde ira (Arendt,
2002). Esta perspectiva nos sugiere que la vida, en su radical finitud, solo se da
como la pura gratuidad, consecuentemente es de asumir que nadie puede matar,
el acto mismo de matar es un daño irreversible e irreparable. Precisamente, el im-
perativo moral de «no matarás» (el cual es común a todas las morales), aparece
debido a la gratuidad de la vida. Si nadie la otorga porque es pura gratuidad, conse-
cuentemente nadie puede quitarla. Ello indica que la vida no puede entrar al cam-
po del derecho; ella no es regulable, aunque así se desee. Lo que ha olvidado la ley
es el sentido común, los que nos hace estar presentes y compartir un mundo en co-
mún, según la noción del mundo, de Arendt, en donde ser y apariencia es lo mismo
(Arendt, 2010: 45) quien sostiene que lo común, lo que nos da realidad, son nues-
tros sentidos, pero éstos no quedan reducidos a la pura biología, puesto que nuestros
sentidos quedan vinculados con el sentido común, y el sentido común nos posibili-
tan la comprensión de la enfermedad física, los sentidos son personales y el sentido
común es lo que compartimos con los demás. Para los sentidos lo primero que se re-
quiere es estar presente, existir, es decir, haber nacido; tener un cuerpo y que dicho
cuerpo desarrolle los cinco sentidos: olfato, tacto, gusto, vista y oído, con la parti-
cularidad de cada uno queda desconectado de los demás, pues no se puede escuchar
con los ojos ni degustar con el tacto. Estos cinco sentidos quedan articulados preci-
samente por el sexto sentido; el sentido común. Por ello mismo, es posible que junto
con los demás podamos aprender a sentir, palpar, olfatear, degustar, etcétera. Si al-
gún lugar del cuerpo duele, si al respirar duele, si grita y duele, si mira que esa parte
de su cuerpo enrojece, es porque en efecto tiene alguna dolencia. Si aún no se con-
vence del dolor, llama a un conocido, este es el lugar de los demás, y le pide que lo
toque y, seguramente, si su expresión es de dolor, ello indica que algo no está bien,
y es suficiente para saber que tiene algún síntoma de enfermedad física.
Es decir, la enfermedad no es nada sin los síntomas de un enfermo que la sien-
te como tal y la vive como tal, e incluso maúlla de dolor. Lo que la especie tiene
en común, es el desarrollo cultural de nuestros sentidos, incluido el sentido común,
13. LA S A L U D Y L A E N F E R M E D A D M E N TA L . SANO Y LOCO… | 257
el más común de los sentidos que se deja de lado cuando se trata la vida como pura
biología desde las leyes. Con ello se echa por tierra el supuesto de la Ley General de
Salud, sobre la salud física que tiene como principio la desconfianza de quien goza o
no de salud. Con respecto a lo que dice la Ley de Salud para Tamaulipas sobre la sa-
lud mental tratada en el capítulo VIII, en el artículo 42º, en las fracciones I y II, es-
tablece: los servicios de salud en materia de enfermedades mentales comprenden:
I. La atención de personas con alteraciones emocionales temporales;
II. El tratamiento de personas con padecimientos mentales, enfermos crónicos,
deficientes mentales, alcohólicos y personas que usen habitualmente estupefacien-
tes o sustancias psicotrópicas y su rehabilitación […] (Ley de salud para el estado de
Tamaulipas, 2001: 13).

Como se advierte no hay ninguna definición respecto a la salud mental en dicha


ley, lo que aparece son las enfermedades mentales, tales como alteraciones emo-
cionales, padecimientos mentales, enfermos crónicos, deficientes mentales, alco-
hólicos que usen habitualmente (suponemos cotidianamente) drogas, entre otros.
El tono que guardan las dos leyes es muy interesante, la Ley General de Salud y
la Ley de Salud para el estado de Tamaulipas, y valdría la pena realizar un análisis
más profundo sobre sus terribles consecuencias sociales.

14.2 P REMISAS ANTROPOLÓGICAS DE LA SALUD MENTAL

En la introducción del IESM-OMS Informe sobre el Sistema de Salud Mental


en México. Informe de la evaluación del sistema de salud mental en México utili-
zando el instrumento de evaluación para sistemas de salud mental de la organi-
zación mundial de la salud (IESM-OMS ) publicado en el 2011, podemos observar
que el modelo Hidalgo de salud mental se explicita como: «[…] un cambio, acorde
al paradigma de la atención en salud mental integral, continua y comunitaria den-
tro de la red de servicios de salud, para promover la inserción social, de acuerdo a
las necesidades de los pacientes y de sus familiares.»(IESM-OMS , 2011: 5). En ese
documento y en el diagnóstico de La Salud Mental en México editado por la LIX
Legislatura de la Cámara de Diputados (2005), se afirma que, acorde con el nue-
vo paradigma de atención a la salud mental, los servicios de los hospitales conoci-
dos como «manicomios», los cuales privilegiaban el encierro del enfermo mental,
desaparecerían de modo paulatino. Este diagnóstico contiene un apartado en el que
presupone «la relación entre enfermedad mental y la enfermedad física». Toman-
do como base esta relación, junto con la finalidad de la salud, bajo la premisa de
que la vida humana comienza desde la concepción, es decir, cuando aún no es pro-
piamente humana, sino más bien pura biología, en la cual se deposita la noción de
humanidad y universalidad; estamos presenciando un giro de la política de salud
258 | Á L VA R E Z C E R VA N T E S / B A L VA N E R A G A R C Í A
pública en México en términos de consecuencias sociales, de las cuales, aún son
impredecibles. Dado que estamos ante un giro de orden tiránico, y por ello mere-
ce la atención y su denuncia, cuando en una ley sobre todo de salud, específica la
exigencia de la normalización de la vida humana desde el momento mismo de la
concepción. Quizás nos encontramos ante el primer elemento que apunta hacia un
control totalitario de la vida de los mexicanos. Al quedar la salud mental vincula-
da a la salud física, este vínculo contiene una dificultad en la misma articulación
de una y otra. ¿Cómo es que queda articulada en una persona real y concreta? La
ley es específica en cuanto a la enfermedad mental, no respecto al enfermo mental.
Al establecer una relación superpuesta entre la salud física y la mental, la relación
misma nos permite comprender que la salud mental y la enfermedad física solo es
la consecuencia del supuesto de que la universalidad de la vida humana descansa
en la pura vida biológica. Consecuentemente la relación entre salud mental y sa-
lud física contiene el supuesto biologicista como núcleo articulador de todo el pro-
yecto de salud pública y es el marco normativo de las leyes de salud. La pretensión
de las instituciones de salud, de resolver el problema de salud mental sobre la base
de vincular la enfermedad mental con la enfermedad física, o la salud física con la
salud mental, habrá que dimensionarla, debido a la premisa de re-inserción social
de los enfermos mentales que aparece en el modelo Hidalgo. Partir de este punto
resulta conflictivo, en virtud de que sí se acepta que hay una relación indisoluble
entre la enfermedad física con la enfermedad mental, o la salud física con la enfer-
medad mental, sobre la base del biologismo de la vida humana, se está aceptando
que la salud mental queda delimitada y superpuesta a la enfermedad física. Vale la
pena especificar que de esta relación, el enfermo siempre he invariablemente que-
dará reducido a ser objeto de dictamen médico, clínico, psiquiátrico, psicológico,
sociólogo e incluso político; pues en última instancia es la disciplina dictaminado-
ra la que legisla de modo permanente.
El problema que tiene que ver con la prescripción de la ley de salud, es que la
salud nunca será posible, dado que salud, de acuerdo con la norma legislativa, exi-
ge un estado de bienestar completo, lleno o rebosante (física, mental y social); pues
el saludable puede presentar ausencia de enfermedad o afección, y de acuerdo con
la ley, éste puede no ser saludable. Es decir, la superposición entre una y otra, está
determinada por quién dictamina. La relación que ocurre entre salud mental y en-
fermedad física. El problema se haya en que no hay modo de dilucidar entre una y
otra, dado que la enfermedad física se entiende desde el sentido común; en cuan-
to existe un «me duele» que exige atención, y regularmente tiene una expresión
visible en la corporalidad, en la corporalidad se expresa el signo de alguna dolen-
cia. La propia exigencia de la atención es inmediata, lo cual impide situar el propio
vínculo posible con respecto a la salud mental, sí es que existen las implicaciones
con la salud mental. Al igual que la superposición anterior, ello queda determina-
13. LA S A L U D Y L A E N F E R M E D A D M E N TA L . SANO Y LOCO… | 259
do por quién dictamina, pues la enfermedad física es sintomática; la enfermedad
mental queda para el espacio del dictamen. El núcleo del problema es que debido
a las relaciones superpuestas, las cuales son consecuencias del supuesto de que la
vida humana es pura biología, los vínculos sociales quedan completamente ausen-
tes y el enfermo queda situado en una paradoja desde el Modelo Hidalgo, que al
mismo tiempo pretende la reinserción social del enfermo mental. Esto plantea una
contradicción imposible de resolver, debido a que no se puede insertar socialmen-
te al enfermo mental, dado que de origen ya quedó fuera de todo vínculo; pues en
tanto objeto de enfermedad, la mera reinversión familiar o comunal requiere de un
dictamen. En este sentido, el dictamen es el que juega el papel de vínculo, pero no
es real, dada la normatividad legal (debido a los lineamientos de la política de sa-
lud mental, tanto nacional como estatal, y su normatividad legal).
La propia relación entre la salud física y la salud mental, o entre la enfermedad
física y la enfermedad mental, como consecuencia de la premisa biologicista de la
vida humana en términos antropológicos, plantea una concepción no solo dual del
hombre, sino del hombre dividido. En dicha concepción, éste tiene una exteriori-
dad que es la salud física, y una interioridad que es inaprensible, a la cual solamen-
te se accede por medio de un dictamen disciplinar de salud mental. Además dicho
punto de partida, cruzado por los mandamientos de la moral cristiana, la cual pre-
tende ser universal como toda comunidad religiosa que pretende trascender nacio-
nalidades y lenguas; el hombre no se hace hombre viviendo en comunidad, sino
que hay una naturaleza humana con la cual se nace y a la cual se debe de normar.
Cuando esto queda implícito y explícito en la definición de salud y salud mental,
es que se alcanza a visualizar un nuevo ordenamiento social que tiene como base
la piedad religiosa, que sería en esta parte antropológica, la última parte de análisis
de las pretensiones del Modelo Hidalgo; que se sobreentiende queda prescrito en el
siguiente fragmento del Artículo 72 del capítulo VII, de la Ley General de Salud:
La atención de los trastornos mentales y del comportamiento deberá brindarse
con un enfoque comunitario, de reinserción psicosocial y con estricto respeto a los
derechos humanos de los usuarios de estos servicios (Ley General de Salud, 2013: 2).
Hagamos un breve resumen hasta el momento de este análisis, con el propósito
de comprender los supuestos de la reinserción social del enfermo mental con estric-
to apego a sus derechos humanos. Hasta este momento, hemos mostrado que des-
de los artículos de las leyes analizadas, el supuesto de la finalidad de la salud queda
comprendido desde la idea de la pura vida biológica; el signo de ello, es el principio
de no confiabilidad del enfermo, por lo cual es posible establecer la articulación de
la propia ley entre salud mental y salud física, en tanto relaciones superpuestas. Las
consecuencias humanas de ello, es que los enfermos quedan reducidos a meros obje-
tos de dictamen, y sus vínculos sociales también quedan reducidos a un dictamen que
260 | Á L VA R E Z C E R VA N T E S / B A L VA N E R A G A R C Í A
diga que se es saludable mentalmente, lo cual es imposible porque nunca se cumplirá
con el ideal o modelo ideal prescrito por la ley. En consecuencia, el enfermo siempre
quedará en calidad de enfermo y nunca podrá ser saludable, porque para ello requiere
el dictamen de alguien que no es él, pero es experto en decir quién es o no saludable.
Todo dictamen es posible en los términos en que el artículo de la ley dispone como
«respeto de los derechos humanos de los usuarios del servicio» (Ley General de Sa-
lud, 2013: 2). La pregunta a la que se debe responder es entonces ¿tienen los enfer-
mos mentales derechos humanos los cuales hay que respetar? la respuesta de la ley
es la adecuada, sí. Sin embargo, veamos que entiende la misma ley por derechos hu-
manos, pero antes veamos sus orígenes en tanto derechos del hombre:
La Declaración francesa de los Derechos del Hombre, según la entendió la Revo-
lución, constituía la fuente de todo poder político y no se limitaba a controlar al go-
bierno, sino que constituía la clave del cuerpo político. […] el nuevo cuerpo político
descansaba sobre los derechos naturales del hombre, que se derivan del hecho mismo
de constituir un ser natural, sobre su derecho de «alimentación, vestido y a la repro-
ducción de la especie», es decir, las necesidades de la vida. Estos derechos […] como
el contenido propio y como fin último del gobierno y el poder (Arendt, 2000: 172).
Cuando se habla de los derechos humanos, se sobreentiende la condición de la
pura vida biológica del hombre para la reproducción de la especie. Su atención me-
diante la política pública implica, desde esta mirada de los derechos humanos, el
cuidado no desde el ámbito de considerar al hombre en sus derechos de ciudadano,
sino desde su pura vida biológica separada de su forma de vida cultural. El enfer-
mo mental —de serlo—, queda con su enfermedad y con la pesada cruz de la rein-
serción social desde la pura vida biológica; lo cual sugiere, que tanto los derechos
humanos como la ley de salud mental están atravesados por una contradicción pre-
cisamente con la realidad concreta de la persona.

14.3 U NA MIRADA DE LOS SUPUESTOS SOCIOLÓGICOS DE LA SALUD MENTAL

La finalidad de este apartado es analizar el programa de salud mental en Ta-


maulipas desde una perspectiva biopolítica, sometiendo a crítica los paradigmas
positivistas y funcionalistas de la sociología, en los cuales se encuentran sosteni-
dos algunos aspectos de dichos programas de salud mental. El cometido es cuestio-
nar el modelo psiquiátrico Miguel Hidalgo, el cual se funda desde una perspectiva
humanista,3 ello en el sentido de que el humanismo ha sido la mentalidad desde la
cual se ha configurado el orden y la funcionalidad social.

3
Al hablar de perspectiva humanista me refiero al principio de que todos los seres humanos en
tanto que seres humanos son protegidos por una legalidad de carácter universal, tal idea tiene al me-
13. LA S A L U D Y L A E N F E R M E D A D M E N TA L . SANO Y LOCO… | 261
Si bien en el apartado anterior, veíamos que nuevos modos de una teología del
poder ha sido desarrollada a modo de suplantar el orden social instaurado por la
idea de Dios y de la hegemonía de la Iglesia, por el de un orden secular; se trata
de una forma de pensar a la sociedad perteneciente al horizonte de la modernidad,
la cual ha colocado al hombre como el centro de todas las cosas, siendo él el prin-
cipio primero y último que ordena la sociedad. Este orden social se tradujo en el
caso de Tamaulipas en la creación de un Estado nación, el cual tiene como función
ordenar mediante las instituciones públicas. Al hablar de una teología del poder, lo
hago con referencia a la semejanza que existe entre la figura del Soberano del Es-
tado con la figura del sacerdote o del pastor, es decir, que ambas figuras obran de la
misma manera, desde esta perspectiva Michel Foucault señala que:
De todas las sociedades de la historia, las que aparecieron a fines de la Antigüe-
dad en el lado occidental del continente europeo, inventaron un gran número de
formas políticas diferentes. En varias ocasiones, modificaron en profundidad sus es-
tructuras jurídicas. Por sí solas desarrollaron una extraña tecnología del poder que
trata a la inmensa mayoría de los hombres como rebaño con un puñado de pastores
(Foucault, 1996: 26).
Sin embargo, todo este proyecto humano del hombre por el hombre, fundando
en un principio de legalismos que no sólo se refleja en lo jurídico, sino en un en-
tramado de relaciones de poder, se encuentra en crisis.4 Por lo tanto, para tratar de
aminorar los efectos de dicha crisis, como por ejemplo la falta de protección y la
violencia de que los individuos son víctimas, tanto la sociedad como las organi-
zaciones civiles, ante esta problemática se han auxiliado de nuevas instituciones
como la CNDH , la ONU , o la OMS , que son no gubernamentales e intentan regular
el ejercicio de poder de Estado mediante la exigencia de que se cumplan los dere-
chos establecidos en la constitución política y en los tratados internacionales que
firma el país. Para el caso de Tamaulipas específicamente en el área de salud men-
tal, estos organismos e instituciones, se hacen evidentes en el programa de reha-
bilitación psicosocial para hospitales psiquiátricos públicos que tiene por nombre

nos dos puntos de partida, por un lado el proyecto de la ilustración, y por otro los acontecimientos
representativos del siglo XVIII como la revolución francesa y la «Declaración de los derechos del hom-
bre y del ciudadano». En la actualidad, se han ido enriqueciendo estos derechos por organizaciones
internacionales no gubernamentales que se encargan de cuidar estos derechos, como son la CNDH,
OMS, OPS, ONU.
4
Hablamos de una estructura que se encuentra en crisis que en su intento de liberar al hombre de
sí mismo, de su barbarie que por naturaleza trae en sí mismo (puesto que según Hobbes el hombre es
el lobo del hombre), da lugar en el intento de salvar al hombre a una nueva forma de control que ter-
minó destruyendo al hombre, para convertirlo en un sujeto dominado por las legalidades jurídicas del
Estado y de la moral, bajo la constitución se procura un hombre apegado a la ley pero despojado de
su forma de vida. Un hombre que se ocupa de cumplir los legalismos para proteger una vida desnuda.
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modelo «Miguel Hidalgo» de atención en salud mental, el cual pretende que se to-
men en cuenta los derechos humanos de los enfermos mentales además de los de
sus familiares. Este modelo proviene directamente de las sugerencias emitidas por
la OMS y la ONU. A simple vista no parece que los humanismos se hayan vuelto
un problema para el hombre, pues si bien, nacieron con la promesa de defender al
hombre de las exaltaciones del poder soberano, hoy en día se ha demostrado que
sólo son otra forma de ese mismo poder, es decir que se han instrumentado para el
dominio del hombre. Los «humanismos» en la población, en parte han servido para
situar al hombre en el campo de la biopolítica puesto que:
Todo esto está profundamente ligado al desarrollo del capitalismo, y me refiero a
que para este no fue posible funcionar con un sistema de poder político en cierta for-
ma indiferente a los individuos. Llegó un momento en que fue preciso que cada cual
fuera efectivamente percibido por el ojo del poder, si se aspiraba a tener una socie-
dad de tipo capitalista, es decir, con una producción que fuera lo más intensa posible,
lo más eficaz posible (Foucault, 2012: 36).
Es decir, que desde el momento en que inició la industrialización y la sociedad
comenzó a formar parte de esta nueva etapa, se negó toda posibilidad de una vida
alterna a la que se encontraba en desarrollo; esto porque incluso el poder soberano
del Estado estaba en relación con el nuevo modelo económico, creando un sistema
de disposiciones para sus ciudadanos, donde nada pudiera concebirse fuera de esta
nueva forma de normalización del trabajo, quedando asentado el orden social con-
forme al modelo económico. Dentro de este mismo marco de normalización, uno
de los supuestos que la sociología funcionalista tiene y que Durkheim menciona
en su obra Las Reglas del Método Sociológico, es que existen «modos de actuar,
pensar y sentir, exteriores al individuo, y están dotados de un poder de coacción en
virtud del cual se imponen sobre él» (2005: 41), sin embargo:
Alguno de esos modos de actuar o de pensar adquieren, mediante su repetición,
una especie de consistencia que los precipita, por decirlo así, y los aísla de los acon-
tecimientos particulares que los reflejan. Adquieren de esta manera un cuerpo, una
forma sensible que les es propia y constituyen una realidad sui generis (Ibíd.: 45).
En este caso, serían los enfermos mentales quienes dentro de esta reconfigura-
ción del orden social se comienza a evidenciar cada vez más su presencia, en tan-
to que forman un grupo sui generis; es así que en México a partir del año 2000, se
intenta incorporar a este grupo dentro del marco de los Derechos Humanos. Se ha
pretendido sumar desde esta perspectiva biopolítica a los enfermos mentales a los
campos de normalización, esto con la finalidad de poder incorporar al loco den-
tro del orden social. Pues bien, el supuesto de la promesa del hombre como or-
denador del mundo y de las nuevas organizaciones mundiales (OMS, OPS, ONU,
CNDH), es el de la naturaleza humana como ordenadora de la sociedad; el proble-
13. LA S A L U D Y L A E N F E R M E D A D M E N TA L . SANO Y LOCO… | 263
ma que desata es que somete al hombre a un campo de control en pro de la protec-
ción de la vida, pero de una vida biológica, la cual tiene valor en tanto que cuerpo
se encuentre funcionalmente para su rendimiento óptimo y por lo tanto la recrea-
ción social. En el caso de la salud mental, lo que pretende es encontrar esa natura-
leza humana en el enfermo mental, pues por su condición de «hombre sin razón»,
es un tanto imposible que éste sea acreedor al contrato social, permitiendo encon-
trar su lugar de acuerdo a los estándares de cualificación que la salud mental toma
en cuenta, las cuales serían el trabajo y la recreación; en tanto que la primera pue-
de ser administrada por la economía y la adquisición de valores y riquezas, la se-
gunda puede ser evaluada por la sociología y la psiquiatría. Se ha explorado poco
la forma en que la salud mental define y configura prácticas sociales, en términos
de un ejercicio de poder y de normalización de la sociedad, esto en el sentido de
que vale la pena desenmascarar los supuestos sociológicos que han ido colándo-
se en los saberes psicológicos o psiquiátricos. Por ejemplo, en las definiciones que
se encuentran descritas en los modelos psiquiátricos, éstas tienen en algunos casos
un carácter más de tipo social que psicológico, al menos así lo presenta una de las
descripciones de una evaluación realizada por parte del investigador parlamenta-
rio en política social de la cámara de diputados, Juan Martín Sandoval de Escurdia:
Otro aspecto inherente a la política social, es que la salud mental se relaciona al
igual que la salud física, con la pobreza, en donde la incidencia de estos padecimien-
tos exige de los afectados mayor proporción de los pocos ingresos que generan, ade-
más de lo incapacitantes que resultan, que como consecuencia disminuyen o frenan el
potencial de desarrollo de las personas y por tanto de los núcleos familiares (2005: 4).
Estos aspectos que relacionan a la salud mental con situaciones sociales como
la pobreza, dejan ver que debajo de esta descripción se encuentra un supuesto que
la sociología ha llamado «desviación social», lo cual denota los procesos de nor-
malización que se ponen en marcha a través de esta nueva política de salud mental;
en tanto que incorpora elementos de la sociedad para complementar los supues-
tos psicológicos, y de esta manera se articula el saber psicológico con el ordena-
miento y la pretensión de planeación social de la sociología para poder mantener
la funcionalidad y la estructura social. Puesto que partimos de un orden estructu-
ral funcional que tiene como origen una naturaleza humana —como se menciona
en el apartado primero—, dicha naturaleza tiene como supuesto que debe ordenar-
se mediante un proceso de convivencia social proporcionada por estructuras como
la familia, la escuela, la comunidad, en las que el individuo se desarrolla en tanto
que permiten el acatamiento de las leyes y normas que el hombre debe de interiori-
zar para «poder llegar a ser humano»; por lo tanto, este dinamismo lo somete a un
constante actuar para poder llegar o al menos quedar entre la medianía del ideal de
ser humano. Podríamos incluso realizar una aproximación hacia esta cuestión des-
264 | Á L VA R E Z C E R VA N T E S / B A L VA N E R A G A R C Í A
de la forma en que se ha ordenado el modelo psiquiátrico, pues una de las incorpo-
raciones que se realizaron, fue la de «microsistematizar» los programas de acción
sobre la salud mental, es decir que para obtener una mayor funcionalidad tanto de
las instituciones, como los actores que se encuentra involucrados, se fueron crean-
do pequeños sistemas en donde pudiera ser capaz de recrear un ambiente similar al
que se vive en sociedad para que el enfermo mental fuera capaz de interiorizarlo,
y de esta manera hubiera una mayor posibilidad de cura.
Sin embargo, este supuesto de la interiorización de las normas o leyes de las
instituciones o de los microsistemas, constituye en sí, un problema de salud men-
tal, en tanto que si alguno cuestionase o quedara fuera de alguna de éstas, sería
considerado un sujeto con enfermedad mental, blanco de un diagnóstico social,
que lo convertiría en un cuerpo dócil, carne de cañón para los expertos en los sa-
beres psicológicos y psiquiátricos:
Ha habido en el curso de la edad clásica, todo un descubrimiento del cuerpo como
objeto y blanco de poder. Podrían encontrarse fácilmente signos de esa gran atención
dedicada entonces al cuerpo, al cuerpo que se manipula, al que se da forma, que se
educa, que obedece, que responde, que se vuelve hábil o cuyas fuerzas se multipli-
can. Es dócil un cuerpo que puede ser sometido, que puede ser utilizado, que puede
ser transformado y perfeccionado (Foucault, 2009: 158-159).
La producción de los cuerpos dóciles que se justifica en este caso desde un sa-
ber científico, tiene una implicación dentro de lo social que somete a la vida a un
encarcelamiento constante, donde los individuos son sujetos incesantemente vigi-
lados por sí mismos, de tal forma que viven bajo la sospecha y la contradicción
de la salud y la enfermedad mental; dado que bajo los supuestos de ambas defini-
ciones, pareciera que mientras que se esté en el anhelo de la búsqueda de la salud
mental no hay ningún hombre que pueda realizar este ideal, pero también no hay
hombre que pueda quedar en la enfermedad, y estos son los engranes de este dispo-
sitivo de poder que hacen posible su funcionamiento. Esta producción de cuerpos
dóciles en pro de la salud mental crea para nuestra teología del poder una justifi-
cación para el ejercicio de este en los ciudadanos. En tanto que el Estado necesi-
ta proteger y vigilar a un nivel individual a cada uno de ellos, pone en marcha una
serie de dispositivos (que disponen al sujeto en un entramado de relaciones de po-
der que incluso él mismo crea, desarrolla y sustenta), para proteger el estado de
bienestar.
En el caso de Tamaulipas, el cierre de los hospitales psiquiátricos denuncia el
actuar constante y cambiante de este dispositivo y de estas relaciones de poder, que
tiene como consecuencia un perfeccionamiento de la mecánica del poder. No es
que en realidad importen los derechos humanos, y que al mismo tiempo se desee
hacerlos válidos, más bien es que interesa que este poder se haga microfísica del
13. LA S A L U D Y L A E N F E R M E D A D M E N TA L . SANO Y LOCO… | 265
poder, que se expanda y se interiorice cada vez más en los ciudadanos; por eso para
el Estado es necesario la realización de un nuevo modelo de aplicación de los pro-
gramas y proyectos de salud mental, en tanto que este nuevo modelo abre la crea-
ción de más instituciones y de redes sociales que sigan alimentado este poder. A
mayor vigilancia y menor violencia, es mayor la productividad de los individuos,
pero no es solo la obtención de «capital humano» lo que interesa al Estado, sino
también la modificación del ejercicio mismo del poder; por ejemplo ya no será el
castigo visible dentro de los hospitales psiquiátricos lo que domine el cuerpo de
los individuos, ahora habrá un trato más humanista en el que se involucrará a cada
fracción de la sociedad, es decir la familia, la comunidad o la institución médica,
refinarán sus mecanismos para lograr que los individuos interioricen las normas y
leyes que regulan y administran la vida.

A MANERA DE DISCUSIÓN

En relación a la salud mental en Tamaulipas, podemos señalar con base en el


estudio realizado desde la perspectiva del biopoder, que el supuesto antropológico
del ser humano es el de una naturaleza humana puramente biológica; la cual des-
de la sociología como lo señalaría Augusto Comte sirve para plantear dentro de los
saberes el supuesto de que se tienen que buscar las leyes que dicten el orden so-
cial, tal como se han encontrado las leyes naturales, como la ley de la gravitación
universal. Por lo tanto los saberes quedan a merced de la instrumentalización tan-
to del hombre, bajo la promesa del ideal del orden, el desarrollo y el progreso de
la sociedad. Sin embargo, como hemos visto a lo largo del desarrollo de este capí-
tulo, la consecuencia de estos ideales al menos para el estado de Tamaulipas solo
ha servido para la creación de lugares experimentales en donde las personas sirven
de carne de cañón no para la cura de una enfermedad, sino más bien para mantener
un orden social, en el que no es tolerable la anormalidad, ya sea de un enfermo, de
un loco, de un pobre, un huérfano, etcétera. Después de dichas experiencias en las
que se pone en práctica el panoptismo social, es de cuestionarse que estas reglas
establecidas dentro de los códigos judiciales ejercidas socialmente por los saberes,
en este caso el saber psiquiátrico y sociológico, sean el piso que posibilita la apa-
rición de grupos como el crimen organizado.
En tanto que estas experiencias no sólo nos arrastran hacia ideales, sino que
nos arrojan a un mundo en donde la ciencias o más bien los saberes toman a las
personas como campo experimental, desde el momento en que jurídicamente una
persona puede quedar privada de su libertad porque carece de salud mental, has-
ta el punto en que es sometido a una serie de tratamientos en donde no importa el
paciente sino la curación de una enfermedad; lo cual carecería de sentido en tan-
to que siempre quedará en duda si realmente es una enfermedad mental, por el he-
266 | Á L VA R E Z C E R VA N T E S / B A L VA N E R A G A R C Í A
cho de que los supuestos se encuentren más evidentes a un nivel social, que a un
nivel biológico. Por ejemplo, se halla más sentido al hecho de que la depresión es
un factor que todos padecemos ante vivencias personales, que son propias del vi-
vir mismo, que a el hecho de buscar que la depresión sea un factor médico-biológi-
co; sin embargo, parece que es más fácil aceptar que la vida es ordenable y que es
mejor encontrar un factor biológico para medicar la realidad, a aceptar ver el ori-
gen social de la causa. Ante todo esto, sólo podemos evidenciar que dichos saberes
sirven para ejercer un control sobre el cuerpo, de manera que quedan reducidos a
fabricar hombres automatizados y de esta manera funcionales para la sociedad y el
Estado. Desde esta perspectiva, valdría la pena indagar hasta qué punto problemas
como el de la violencia, son efectos de la forma en que las instituciones están pen-
sando lo social. La salud mental en Tamaulipas representa tan sólo una parte del
fracaso de este proyecto del hombre, en tanto que el principio antropológico aquí
analizado, es el mismo del que se parte en el caso de los distintos organismos que
ordenan la sociedad como la educación o la familia. Para lo cual sería interesante
seguir realizando investigaciones que permitan desentramar y denunciar lo obso-
leto de este proyecto.

B IBLIOGRAFÍA
Agamben, G., Medios sin fin, notas sobre la política. Valencia: Pre-Textos, 2010.
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C IBERGRAFÍA
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Secretaría de Salud. Disponible en: www.consame.salud.gob.mx/contenidos/modelo/
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— Manual de Organización Especifico del Secretariado Técnico del Consejo Nacional
de Salud Mental. México, 2004. Disponible en: www.consame.salud.gob.mx/conteni-
dos/programa/programa_r_ps [Consulta: 2 de septiembre de 2015].
Índice de Cuadro y Figuras

Cuadros
1.1 Detenidos, términos y sancionados por cultivos, porte, consumo y micro-
tráfico, periodo 2005-2011. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
5.1 Análisis de las horas de intervención farmacológica empleadas en el algo-
ritmo de tratamiento multimodal en pacientes con TDAH . . . . . . . . . . 87
Figuras
5.1 Diagrama de flujo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78
5.2 Árbol de decisiones (algoritmo de tratamiento multimodal para escolares
latinoamericanos con TDAH). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
5.3 Ejecución de la secuencia gráfica anterior y posterior a la aplicación del
programa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94
6.1 Esquema L. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113
6.2 Esquema L Simplificado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113
6.3 Esquema R. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114
6.4 Esquema I. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116

[269]
Perspectivas críticas sobre salud mental,
coordinado por César Roberto Avendaño Amador, Carlos Alejandro
Arámbula Martínez y José Antonio Mejía Coria
se terminó el 8 de noviembre de 2019 por Altres Costa-Amic Editores,
S. A. de C.V., Calle 35 Poniente 302-A, Col. Chula Vista, Puebla, Puebla
72420, «contacto.costaamic@gmail.com», teléfono 222-200-3349, 553-
838-2383 La edición electrónica, estuvo al cuidado del César Roberto
Avendaño Amador, Carlos Alejandro Arámbula Martínez, José Antonio
Mejía Coria y de Bartomeu Costa-Amic Leonardo.

ISBN: 978-607-8518-34-0
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* * *
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La salud mental se ha convertido en un referente de la lucha por los derechos hu-
manos, cada vez es mayor el interés por cuidar, vigilar y pretender «curar» aquellos
aspectos de la vida humana en donde se ven involucrados «problemas» de «salud
mental». El Estado a través de sus instituciones pone en marcha una serie de po-
líticas públicas que pretenden conservar la salud tanto física como mental de las
poblaciones y los ciudadanos. Esto a simple vista podría parecer un logro en el cum-
plimiento de los ideales de la modernidad. Sin embargo el problema surge cuando
a través de la ciencia y la medicina, los distintos saberes producidos sobre la salud
mental pretenden mitigar un componente radical e ideológico vinculado al poder y
por lo tanto a la gubernamentalidad de los hombres.
Así, por un lado, se pretende entender la salud mental desde una aproximación
biologicista, despojada de cualquier condición sociopolítica, y por otro lado se con-
vierte en una técnica para producir cuerpos dóciles. Dicho de otro modo la relación
que existe entre salud mental y enfermedad mental, está definida por criterios mo-
rales altericidas que niegan todo aquello que no entre en el flujo canónico de realizar
la vida a través de la mediación sagrada del mercado liberal.
El dominio y la violencia con que se impone este modelo no es cosa menor, sino
que es el resultado de la puesta en marcha de la razón que empoderó la Ilustración,
con lo que hubo un desplazamiento de Amo, pues ahora ya no es Dios quien deter-
mina y fundamenta el Bien y el Mal, pero sí lo es el científico que aunque negándolo,
fundamenta su metafísica en la naturaleza a través de los rituales de la ciencia positi-
va. El metarrelato científico no admite disidencia, en él todo es sumisión.
¿Ante esto qué hacer? Pareciera imperante que frente a estas tradiciones científi-
cas y políticas sometedoras, surja algo que le pueda hacer frente para pensar la so-
ciedad desde otros enfoques que permitan el libre juego de las existencias.
El propósito de este libro es abordar situaciones que se han considerado proble-
máticas en el ámbito de la salud mental y que atañen a las ciencias «psi». Los artícu-
los aquí presentados comparten la idea de que el comportamiento humano y la salud
mental no pueden ser explicados mediante leyes naturales o esencialismos que des-
politizan la vida y sojuzgan.
El presente libro arma, a manera de crisol, un conglomerado de voces que plan-
tean desde su particular punto de reflexión, la serie de condiciones que rodean el in-
asible campo de la salud mental y la locura. Las reflexiones acá expuestas proponen
la posibilidad de enfrentar, una vez más, a los saberes hegemónicos, para así mismo
visibilizar otras formas de hacer de la locura el espacio de intersección de las diferen-
cias radicales en convivencia que apuntarían a una pregunta (una entre tantas quizá)
¿la libertad será aún posible? Y si es así ¿qué libertad?
Con la publicación de esta obra, nuestra casa editorial inicia a una serie cuya
temática principal será el análisis de la salud mental desde una perspectiva crítica.

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