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clínico y lo político
Wanderly Simonette
VI
INDICE
RESUMEN.................................................................................................................... X
ABSTRACT .................................................................................................................XI
Capítulo I: ..................................................................................................................... 5
Metodología ................................................................................................................ 73
Capítulo V:.................................................................................................................. 75
Análisis de resultados......................................................................................... 82
CONCLUSIONES ...................................................................................................... 84
REFERENCIAS ........................................................................................................... 87
INDICE DE FIGURAS
Figura 1 Ex soldado americano se vuelve una rubia hermosa .................................... 22
Figura 2 Cafetería Compton´s ubicada en Turk and Taylor, 1960s. ............................ 24
Figura 3: El Stonewall Inn el 2 de julio de 1969 ......................................................... 28
Figura 4: Disertación de Sylvia Rivera en el orgullo del de 1973 en Nueva York ...... 31
Figura 5: Publicación del New York Times del 3 de julio de 1981 ............................. 35
Figura 6: Proceso activismo trans y sus implicaciones con la clínica de la época. .... 37
Figura 7: “Capturados 25 homosexuales en Guayaquil” ............................................. 39
Figura 8: “Homosexuales fueron detenidos” ............................................................... 40
Figura 9: “Clausuran Antro de Homosexuales ” .......................................................... 43
Figura 10: “Los homosexuales no llegaron a la plaza Grande ” .................................. 44
Figura 11: Genealogía de la producción occidental travesti y transexual .................. 63
Figura 12: Cuadro de Variables ................................................................................... 76
Figura 13: Descripción informativa de las obras de ficción audiovisual ..................... 77
RESUMEN
Este trabajo investigativo aborda las diversas repercusiones clínicas y políticas del
discurso cisheteronormativo en la patologización de lo trans, evidenciando cómo las narrativas
de segregación se construyen de manera capilar, discursiva y difuminada en los imaginarios
sociales. A través de esta investigación, se pone de manifiesto la interacción entre una variedad
de tecnologías médicas, psicológicas, psiquiátricas, artísticas y académicas que colectivamente
conforman un paradigma que retrata al cuerpo trans como enfermo, sujeto de tratamientos y
relegado a lo abyecto en el tejido social. En última instancia, este trabajo no solo busca
comprender el impacto clínico y político del discurso cisheteronormativo, sino se presenta
como un intento de generar cuestionamientos en torno a las normas ahistorizadas de
domesticación, un llamado a la reflexión y al diálogo para abrazar la diversidad y promover
una mayor producción académica desde contextos latinoamericanas sobre las identidades sexo
genéricas disidentes a la epistemología de la diferencia sexual.
This investigative work addresses the clinical and political repercussions of cis-
heteronormative discourse in the pathologization of the trans experience, showcasing how
narratives of segregation are constructed in a capillary manner in social imaginaries. Through
this research, the interaction between various medical, academic, and artistic technologies is
brought to light, collectively forming a paradigm that portrays the trans body as diseased,
subject to treatments, and relegated to the abject. Ultimately, this work not only seeks to
understand the clinical and political impact of cisheteronormative discourse, but is presented
as an attempt to raise questions about ahistoricized norms of domestication, a call for reflection
and dialogue to embrace diversity. and Promote a greater academic production from Latin
American contexts on dissident gender identities to the epistemology of sexual difference.
1
intervenciones, los espacios donde se práctica y el método varían, sin embargo, en todas estas
prácticas hay una constante influencia de dolor, sufrimiento y daño psicológico.
Por estas razones la necesidad de una investigación en torno a los abordajes de servicios
de salud mental, legitimación de saberes, y reproducción de prácticas culturales binarias es de
suma importancia, ya que, nace de una problemática histórica. Los abordajes psicoterapéuticos
a poblaciones sexo genéricas diversas a lo largo de la historia se han ubicado del lado de la
patologización. El entender las repercusiones subjetivas, sociales y políticas de la
patologización puede posibilitar un mayor entendimiento de este fenómeno.
En definitiva, este trabajo investigativo advierte una necesidad histórica que ha existido
a nivel global, pero que en el contexto ecuatoriano no ha sido lo suficientemente abordada. Es
imprescindible que desde las ciencias humanistas y con mayor especificidad desde el área de
psicología, se tomen en cuenta las identidades trans, puesto que la falta de acción, o el
desconocimiento por parte de los profesionales, durante mucho tiempo ha legitimado la
proliferación de estas prácticas que reflejan violencia y marcas en los cuerpos que la perciben.
De la misma manera esta investigación es un intento de brindar herramientas teóricas tanto a
profesionales del campo humanista como sujetes que se vean interpelades por estas
problemáticas, pero también es una invitación y un evidenciar de lo necesario que es aperturar
futuras investigaciones en torno a las identidades sexo genéricas diversas, desde contextos
particulares como la ciudad de Guayaquil y aún más desde la academia.
La articulación de saberes en torno a identidades que se encuentran por fuera de
narrativas dominantes a nivel cultural incide directamente en las diferentes dimensiones bio-
psico-sociales del sujeto, dando cuenta de un dominio número cinco, Educación,
comunicación, arte y subjetividad (Universidad Católica Santiago de Guayaquil, 2022).
Asimismo, de acuerdo al “ Plan de Creación de Oportunidades” vigente desde el 2021 al 2025,
el presente trabajo se encuentra ubicado en un Eje Social, que se focaliza a las acciones
afirmativas para promover la inclusión social y garantizar el derecho de salud integral, gratuita
y de calidad en poblaciones que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad, por esta razón
se tomó como objetivos principales el cinco, que consta de promover a las familias, garantizar
sus derechos y servicios, erradicar la pobreza y promover la inclusión social y el seis en razón
de la garantía de derechos de salud integral, gratuita y de calidad.
A partir de lo antes expuesto, las preguntas de investigación son las siguientes:
¿Cuál es la incidencia del discurso cis-heteronormativo en la patologización de lo trans?
¿Qué es el discurso Cis-heteronormativo?
¿ Cuáles son las nociones existentes de lo trans y como se han construido?
¿De qué manera se articula la patologización y cuáles son los efectos de esta?
Es de esa manera que el objetivo general de la investigación es analizar las incidencias
clínico-políticas del discurso cis-heteronormativo en la patologización de lo trans, mediante
revisión bibliográfica y análisis de contenido de ficciones audiovisuales.
Los objetivos específicos son:
● Conceptualizar el discurso Cis-heteronormativo por medio de revisión bibliográfica
● Caracterizar las nociones que existen de lo trans por medio de revisión bibliográfica e
iconográfica.
● Identificar la incidencia del discurso cis-heteronormativo en la patologización de lo
trans y situar cuáles son sus efectos sociopolíticos.
La investigación se realiza a través del enfoque cualitativo, específicamente desde un
paradigma interpretativo, por medio del método descriptivo, posibilitando así́ un acercamiento
a las conceptualizaciones de lo que se lee como trans y los efectos en las diferentes dimensiones
del sujeto. Para la consolidación de esta investigación se hará uso de revisión documentada de
disciplinas diversas como el psicoanálisis, psicología, filosofía, antropología y sociología,
dando parte a los estudios de género, estudios queer, estudios trans y decoloniales, campos
disciplinarios fundamentales para este tipo de trabajos investigativos. Asimismo, se hace uso
de material iconográfico para su posterior realización de análisis de contenido como método
legítimo de recopilación y trata de información, para su posterior delimitación teórica al
fenómeno inherente de lo trans.
Las herramientas explicadas, dan acceso a la comprensión de las tres variables de la
investigación: el discurso cis-heteronormativo, lo trans como una epistemología del cuerpo y
las implicaciones clínico-políticas de la patologización.
El presente trabajo se desarrolla a partir de dos secciones: la teórica y la metodológica.
El primer capítulo se encarga de articular los discursos de poder que se encuentran implícitos
en la segregación de las identidades que se escapan del discurso cisgénero, heterosexual, para
esto, se pone en tensión nociones como el sexo, género, y sexualidad, haciendo uso conceptos
tales como; poder, cisnormatividad, heteronormatividad, y abyección.
A partir de ello, en el segundo capítulo se hace un recorrido histórico de lo trans en
torno a: ¿qué es lo Trans?, ¿Qué implica un cuerpo por fuera del régimen cisnormativo? ¿que
entendemos de lo trans?, ¿de dónde nacen las nociones que existen en el entramado social de
lo trans? y ¿cómo estas identidades son interpeladas por otras formas de segregación?, para
este desarrollo se plantean dos ejes investigativos, la representación ficcional que ha sometido
el cuerpo trans desde diferentes productos audiovisuales y el cuerpo teórico de lo trans como
un eje de análisis.
Para así́ poder desarrollar en el tercer capítulo, la incidencia de la patologización en les
sujetes trans: a partir de una historización de la patologización, dando cuenta de diferentes
disciplinas que legitiman en mayor o menor medida un discurso cis-heterocentrado, y los
efectos e implicaciones de la patologización. Una vez desarrollado esto, finalmente se muestra
en el último capítulo la planeación metodológica a partir de una revisión bibliográfica y análisis
de contenido.
Capítulo I:
Discurso Cisheteronormativo
¿Libertad sexual?
1
La articulación teórica del ¨genero¨ se dio en diversos tiempos dependiendo de la disciplina. Simone de
Beauvoir (1949) en su texto "el segundo sexo" habla sobre la inexistencia de un esencialismo biológico de la
mujer, y sus implicaciones culturales desarrollando posteriormente el concepto de "género". Por otro lado el
discurso medico a partir del sexólogo John Money acuñó el término género en la medicina a partir del estudio y
experimentación el cuerpo intersexual de la época
y comienzos del XIX, a partir del surgimiento de las ciencias biologicistas y el desarraigo de
la autoridad religiosa.
Las concepciones de varón y mujer como únicos modelos organizativos, y las
conceptualizaciones sexo y género como oposiciones, son ficciones, puesto que el dualismo
natura/cultura es un reduccionismo que funciona para no abrir la discusión, ni la historización
en torno al binarismo sexuado, funcionando no solo como reproductor de saberes, sino, también
como dador de imaginarios sociales en torno a lo que es normal y enfermo. El aperturar la
discusión sobre el binomio sexo y genero permite elucidar las dos caras de la misma moneda,
puesto que no hay cuerpo previo a la significación, siendo el sexo un constructo también desde
los imaginarios sociales, y un producto de un sistema que legitima una jerarquización de los
cuerpos, de igual forma apertura más interrogantes respecto a la discusión; ¿qué sentido tiene
la diferenciación sexo y genero por fuera de espacios medicalizados?, ¿Cómo nuestros modos
de aprender los cuerpos proporcionan condiciones favorables para la segregación?, ¿Quiénes o
qué se constituye como sujeto de enunciación? y ¿quién, por otro parte, se ubica en el lado del
objeto del enunciado? (García Granero, 2017, p. 260).
Para comprender los efectos de esta articulación binaria, es importante concebirla como
algo que traspasa una lógica de la conciencia, dando parte a los esquemas de percepción y
acción como hábitos, que producen y reproducen formas de asumir un cuerpo. El entender el
sexo como el efecto de un mundo físico simbólicamente estructurado, denota una materialidad
del cuerpo, las dinámicas de poder que lo atraviesan y la significación de estos elementos que
se materializan. Butler (2002) señala que ¨las normas reguladoras del "sexo" obran de una
manera performativa para constituir la materialidad de los cuerpos y, más específicamente, para
materializar el sexo del cuerpo, para materializar la diferencia sexual en áreas de consolidar el
imperativo heterosexual¨ (p.18). En otras palabras, entender el sexo como un discurso que se
materializa en el cuerpo, es comprender los límites que se gestan en dicha materialización, una
frontera de la matriz heterosexual, que delimita que es normal y que es enfermo, que es natural
y que no lo es. De igual forma el asumir o identificarse a un sexo, es un acto regulado por la
matriz binaria heterosexual, en tanto no existen una libertad de acción, puesto que las
posibilidades de apropiación parten de una pauta reguladora de los cuerpos, y estas son
mantenidas y reproducidas mientras sean ahistorizadas, naturalizadas y por ende eternizada en
la práctica discursiva del sexo.
Teniendo en cuenta estas etiquetas binarias las implicaciones que otorgan a los cuerpos,
es posible comprender que no solo se delimitan características biomédicas, roles, expectativas
y fantasías sociales a quienes portan estos emblemas naturalizados desde la binariedad, sino,
que también las personas que no cumplen con estos imperativos se ven envueltas en un sin
número de violencias que legitiman estos discursos, por ello la conceptualización del género
va más allá de una funcionalidad descriptiva de los mecanismos culturales, puesto que la misma
funciona como eje de análisis (García Granero, 2017, p. 262).
Es posible evidenciar que lenguaje y cuerpo son elementos que se encuentran
relacionados intrínsecamente, puesto que el cuerpo es una acumulación hereditaria, una porción
de materia que porta límites, fronteras contornos y superficies, enmarcadas en un entorno que
se encuentra atravesado por el lenguaje y por ende un discurso. Esta concepción de materialidad
en relación con el sexo da parte de un elemento que es válido y que ocupa un espacio, una masa
que es tangible y visible. La noción de un cuerpo material da razón a una desnaturalización de
un ideal regulador y productor, de una autopoiesis de lo cisheterosexual.
Recalcar que este hecho no solo se regula al momento de concebir un cuerpo, sino es
un acto reiterativo y performativo que se sostiene a lo largo de la historia de los sujetos a partir
de enunciaciones , acciones y ceremonias que producen efectos materiales, en otras palabras a
partir de esta reiteración de la norma es posible dar cuenta de una asunción a la ley simbólica
como sostiene Butler (2002) "una especie de "cita" de la ley y así ofrece la oportunidad de
vincular la cuestión de la materialización del "sexo" con la reconcepción de la performatividad
como una apelación a la cita" (P.36).
La cita como una forma de concebir la identificación a eso que se encuentra
materializado en el discurso es una forma de entender la reproducción de saberes e identidades
de una matriz muy particular, la matriz cisheterosexual.
Lo forcluido de la matriz
Soy un puerto de inserción de C19H28O2. Soy al mismo tiempo una terminal de uno de los
aparatos de control del poder estatal y un punto de fuga por el que se escapa la @voluntad
de control del sistema. Soy la molécula y el Estado, soy la rata de laboratorio y el sujeto
científico que lleva a cabo la investigación, soy el detritus de una operación química y la
materia prima a partir de la cual se elabora una nueva especie en la línea, siempre aleatoria,
de la evolución de la vida. Soy T ( Preciado, P. 2008. p. 115)
Al hablar de lo trans en muchas ocasiones existe una dificultad en torno a la forma de
describir, nombrar o referirse a lo que se concibe epistemológicamente como lo trans. Es
posible encontrar glosarios que en alguna medida definen perspectivas del concepto de una
manera organizada y clara, no obstante, estas formas de determinar cuentan con una limitante,
pues existe una amplitud de identidades que se ven difuminadas al momento de concebir una
homogeneidad.
La etimología de “Trans” viene de una preposición latina que significa algo que
“atraviesa”, “sobrepasa” o que va “más allá de”. Entender lo trans por fuera del binario
sexual, en ocasiones es algo que se complejiza puesto que lo trans no es la oposición de lo
cisgénero (persona que su identidad de género y sexo biológico son el mismo), va más allá de
una autopercepción, si bien es posible realizar un análisis de las diferentes formas de ser
percibidas y tratadas en relación a una jerarquización de prácticas corporales, cuerpos
intervenidos, o humanizados por fuera de un régimen sexual binario, las personas trans y cis,
no se pueden reducir a un esencialismo de oposición. 2
Ser trans implica adentrarse en una economía sexual que interviene, produce y forcluye
cuerpos sexuados, ser trans también implica ubicarse en un lugar frente a un discurso
capitalista, un cuerpo que es encarnado por la producción estética, farmacológica de las
economías contemporáneas de lo que se considera normal, deseable y humano. Ser trans va
2
Es importante aclarar una cuestión terminológica en relación a lo trans, pues es un término que funciona
para englobar a las experiencias de vida por fuera de la cisnorma, como lo son las transexuales, transgénero,
travesti, esta no es un mero sinónimo de transexualidad, pues los orígenes de lo trans no surgen en un espacio de
patologización o medicalización, sino desde una reivindicación política del paradigma transexual.
más allá de una identidad que se tiene acceso con recursos económicos, diagnósticos médicos,
cirugías plásticas, e identidades jurídicas.
Ser trans es dar cuenta de los efectos sociales identitarios y emocionales que trae
consigo un discurso, la experiencia trans es más compleja que su materialidad cambiante, son
experiencias que implican todas las dimensiones del ser sujeto, son luchas de cómo se puede
llegar a conquistar un cuerpo, una identidad, un espacio que se encuentra atravesado por un
binario de segmentación jerárquica que acarrea desigualdad, exclusión y violencia.
La Locura Transexual
A finales de los siglos XIX y XX existe una instrumentalización de las ciencias
medicalizadas, para volver el travestismo un objeto de estudio y producción de saberes y
verdades en relación con la sexualidad. Consigo esta tecnología productora de realidad
construye conceptos como invertido sexual, para nombrar a prácticas no normativas de la
sexualidad asociadas al término aglutinador ¨homosexual ¨ a finales del siglo XIX.
El término travestismo como fenómeno independiente se instaura en el siglo XX por
el sexólogo alemán Magnus Hirschfeld (1910), como una alteración psicológica en la que se
mezclaban elementos del otro sexo. Este estudio se da tras las teorizaciones de las diferencias
sexuales entre hombres y mujeres para el estudio del sujeto que hoy en día se nombra
intersexual desde las ciencias médicas. Hirschfeld hace una investigación de los estadios
sexuales intermedios en razón de las corporalidades hombre y mujer que tienen rasgos del
“otro sexo” en mayor o menor medida. A lo cual se acuñan términos como hermafroditismo,
androginia, travestismo, puesto que, desarrolla un sistema de clasificación de variedades
sexuales partiendo de tipologías en medida de la gravedad diferencial, en relación con cuatro
grupos: genital, somática, psíquica y psicosexual.
Disciplinas como el psicoanálisis, el concepto de travestismo llega entre 1920 a 1950.
Freud en 1911 se ocupa abordar por primera vez desde el psicoanálisis el deseo de transicionar
“al otro sexo”, Partiendo del caso de un juez alemán (Schreber) que escribe sus memorias
relatando detalladamente su delirio.
En 1931 se realiza en Alemania la primera cirugía a Lili Elbe por Magnus Hirschfeld,
(Historia conocida por la adaptación cinematográfica: La chica danesa).
En la década de los XX, el sexólogo y endocrinólogo Harry Benjamin (1948) es el que
introduce por primera vez la concepción de transexualismo, revolucionando la medicina de la
época, puesto que, fue el que llevó a cabo los primeros tratamientos endocrinológicos y de
cirugía genital para las personas intersexuales y transexuales junto a Magnus Hirschfeld. De
igual manera se hace una diferenciación por primera vez en la medicina de la concepción de
sexo como el cuerpo biológico y el género como ente social.
El travestismo, la Transexualidad y la Homosexualidad son ubicadas como criterios
diagnósticos en el primer Manual Diagnóstico y Estadístico de las enfermedades mentales
(DSM) en el año 1952.
En 1966 Harry Benjamin publica su libro ¨the transexual phenomenon¨, el cual plantea
los primeros desarrollos teóricos que sostienen la identidad de género como un fenómeno que
no puede ser modificado, siendo necesario un tratamiento médico para que la persona trans
empiece una transición a la “normalidad”. Años más tarde se crea Harry Benjamin
International Gender Dysphoria Association, donde se han desarrollado múltiples
investigaciones en el tratamiento de los sujetos transexuales.
En el caso de la homosexualidad, travestismo y transexualidad eran vistas como
desviaciones sexuales que debían ser tratadas como enfermedad en centro psiquiátricos, en
lugar de centros de detención gubernamentales a partir de la noción de Krafft-Ebing. De esta
forma estos tres elementos también eran visto como una enfermedad progresiva, siendo la
travesti un grado más grave de la psicopatía sexual que la transexual.
En la actualidad continúa la noción de patologización desde estos manuales a las
identidades trans, evolucionando la terminología, no obstante, el mensaje de incongruencia de
cuerpo e identidad se sigue manteniendo.
Pistolas y tacones.
A pesar de no existir extensa información en torno a periodos previos al siglo XX y
XXI de lo trans, es posible identificar ciertos elementos culturales que se dan como
identificaciones para sujetos que se podrían concebir desde el termino travestismo, puesto que
en diferentes épocas lo trans ha tomado forma en diferentes nomenclaturas como: invertido,
homosexual, gay, maricón, travesti, transexual, etc. 3
La Sodomía.
3
Las categorizaciones occidentales actuales no son las únicas representantes trans existentes. En otras
culturas han existido y resistido otras identidades que corresponden a lo que llamamos transexuales desde estos
territorios, donde los cuerpos trans no son considerados problemáticos necesariamente. Entre ellas se pueden
ubicar: Las Traviesas de Colombia, las muxes zapotecas de lo que es actualmente México, las hijras de la India,
las two-spirits nativos americanos, o las kathoeys tai- landesas, entre otras.
normativa cisgénero, puesto que el criterio de sexualidad no se organizaba en la orientación
sexual, sino en el valor de la masculinidad, poder, y posicionamiento activo.
El criterio de Sodomía funcionaba como una vigilancia de la posición del individuo en
la época, puesto que no se debían dar deslizamientos de sexo, de clase, de raza.
Durante los siglos XVII y XVIII existe evidencia de normativas en torno a la vestimenta
en los asentamientos de lo que hoy en día se conoce como Estados Unidos, un ejemplo de ello
es la colonia de Massachusetts, puesto que esta fue la primera en aprobar una ley en contra del
travestísmo. Sin embargo, existía una fuerte represión en torno a la vestimenta en el periodo
colonial, como por ejemplo disfrazarse en público o llevar ropa de un rango social distinto al
propio, tal como una persona negra no podía vestir cómo vestían los blancos, o las personas
blancas no podían vestir como los indios ( Stryker S. 2017, p.40).
Según la historiadora y profesora en género Susan Stryker (2017) citando al historiador
John D’Emilio la aparición de comunidades gais y lesbianas modernas se dio a partir del siglo
XIX por la transición de la colonia a ciudades industriales, en tanto en la ruralidad existía un
fuerte apego a la religiosidad y lazos muy íntimos con los sujetos de la colonia, al cambiar de
paradigma, la economía industrial posibilitó muchos puestos de trabajo que permitían a los
hombres solteros independizarse, de esta forma vivir hasta cierto punto en el anonimato,
posibilitando las circunstancias idílicas para la configuración de prácticas e identidades que se
alejaban de la norma en el espacio privado. Con las nuevas tecnologías como la luminaria
eléctrica en hogares y las calles, se vio favorecida la socialización nocturna.
De la misma manera, el cambio que se dio a partir del movimiento feminista en relación
al evidenciar la urgencia de la condiciones precarias de vida de la mujer , (participación
política, parlamentaria, educativa, ciudadana, e independencia económica). dio parte a un
mayor número de posibilidades de ser mujer en comparación con la colonial, un elemento
significativo de la segunda ola del feminismo fue la vestimenta de la mujer, en aquella época
una mujer debía portar prendas muy específicas, y opuestas a las del hombre, en caso de que
una mujer no se ubicara dentro de estas normas de vestimenta era sancionada, a partir de esta
reivindicación de la moda equivalente al travestismo, fue posible cierta desnaturalización de
los códigos de género.
Durante este periodo es importante recalcar que el deseo homosexual y la identidad y
expresión de género se concebían como elementos aglutinados en un solo término,
“Invertidos”. En la cual se identificaba al hombre homosexual por portar actitudes femeninas,
no únicamente por el deseo por otros hombres.
A partir del siglo XX es posible ubicar un recorrido histórico del activismo trans, siendo
este uno de los momentos más representativos en la lucha transexual y travesti. En siglos
anteriores la información es menor en torno a las rebeliones ante la persecución, tortura y
represión de la época. La delimitación de terminologías que den cuenta de lo trans se constituye
a partir de este periodo. Evidenciando el papel fundamental de la representación y enunciación
para la existencia del cuerpo travesti.
Tenderloin era un barrio de la ciudad de San Francisco considerado el Ghetto gay por
contar con varios bares, clubs y hoteles que alojaban personas travestis, transexuales,
homosexuales y trabajadoras sexuales. Tenderloin era un área de tolerancia por las noches, la
policía hacía redadas usualmente, no existía un motivo particular para ser objeto de detención
y de violencia. No era un barrio seguro para la población, pero era un lugar menos violento que
el resto de la ciudad.
La llegada de Harry Benjamin a la ciudad de San Francisco durante la década de los
50´s albergaba nuevas ilusiones y oportunidades a la comunidad trans, puesto que, al abrir su
oficina en el verano, él se encargó de proporcionar estrógenos a la comunidad trans. Benjamin
en este periodo distingue dos tipos de travestis en los clubs, “las reales” y “las imitadoras”,
lo cual posibilitó acuñar el término de transexualismo.
En agosto de 1966 a partir del trabajo de archivo de Susan Stryker (2017), fue posible
ubicar una revolución que fue olvidada y diluida de las luchas del movimiento LGBTIQ+
durante mucho tiempo, la revuelta de la cafetería Compton’s en el barrio Tenderloin de San
Francisco. A pesar de que en esta revuelta la mayoría que pusieron el cuerpo frente a la
violencia policial eran queens, la lucha era también de las demás personas de la calle, era una
lucha antiracista, antihomofoba, en contra del clasismo, en tanto este tipo de violencia no solo
se propinaba a las travestis de Tenderloin.
La dirección del restaurante estaba molesta por un ruidoso grupo de jóvenes queens que
llevaban allí mucho tiempo sin gastar demasiado dinero, así que llamó a la policía para que
los echara, como llevaban haciendo cada vez con más frecuencia durante todo el verano. Un
agente hosco, acostumbrado a maltratar a la clientela del Compton’s con total impunidad,
agarró por el brazo a una de las queens e intentó sacarla por la fuerza. Sin que nadie lo
esperara, ella le tiró el café a la cara y la multitud estalló. Platos, bandejas, tazas y cubiertos
volaron por los aires ante la mirada atónita de los policías, que salieron corriendo y pidieron
refuerzos. Los clientes del Compton’s volcaron las mesas y destrozaron el ventanal antes de
salir del restaurante e inundar las calles. Llegaron los furgones policiales y la pelea callejera
se extendió por los alrededores del Compton’s, en torno a la esquina de Turk con Taylor.
Las drag-queens usaban sus pesados bolsos y los tacones de aguja de sus zapatos para
golpear a los policías. Un coche de la policía acabó destrozado y un puesto de periódicos
fue reducido a cenizas. (Stryker, 2017, p.126)
La repercusión posterior a nivel local fue mínima puesto que ninguno de los diarios de
la época cubrió la noticia, asimismo, la policía consideró la revuelta como un delito menor, por
lo que no existió un registro policial, complejizando el ubicar una fecha exacta de la revuelta.
Figura 2 Cafetería Compton´s ubicada en Turk and Taylor, 1960s.
Nota. : El Stonewall Inn el 2 de julio de 1969, a cinco días de la redada entre clientes y la policía. Se
convirtió en un monumento nacional en 2016. Fotografía tomada por Larry Morris, publicada en el New York
Times el 16 de junio de 2019.
Nota. Fotografía tomada por la fotoperiodista Bettye Lane publicada en la Biblioteca Pública de New
York
Otro incidente en el verano del 73 fue la hostilidad de la campaña de Robin Morgan
hacia la cantante transexual lésbica Beth Elliot. Elliot tras su transición se introdujo al mundo
de activismo feminista al participar en la música, formando parte como vicepresidenta de un
colectivo feminista en San Francisco Daughters of Bilitis. Años más tarde Morgan acusa a
Elliot de haberla acosado sexualmente a lo cual el discurso feminista de muchas colectivas
era sostener que todas las mujeres transexuales son violadores en potencia en tanto
representen la penetración no deseada en el espacio que debería ser únicamente para ¨las
mujeres¨. Elliot por su parte afirmaba que las acusaciones no eran ciertas y tenía una finalidad
agrado con su hermandad separatista, puesto que la presencia de Elliot fue controversial
desde el primer momento. Elliot fue expulsada del colectivo por no ser “una mujer de
verdad” en 1972. Más adelante Morgan da un discurso en razón a la problemática que se
había gestado a partir de las dos posturas relacionadas a la participación de mujeres
transgénero en los colectivos feministas, haciendo referencia en la presentación de su texto
Going too far, que era inconcebible como tantas mujeres podían estar cabreada por la culpa
de un macho con gafas de abuela y traje de madre, haciendo referencia a Beth Elliot,
reiterando que ella no llamaría a un hombre por ella, y que no deberían forma parte de las
organizaciones de mujeres ni formar parte de talleres los hombres ( haciendo referencia a las
mujeres trans). Se desarrollaron campañas antitrasexuales por parte de ciertas redes lésbicas.
En 1978 Mary Daly, en la universidad de Boston eleva el discurso antitransexual, al nombrar
la transexualidad como una ¨invasión necrófila¨ en su libro Gyn/ Ecology, en el capítulo
Boundary Violation and the Frankenstein Phenomenon, haciendo referencia a la publicación
transexual phenomenon de Benjamin que posibilito otra óptica de los abordajes trans menos
violenta. Janice G. Raymond en 1979 consolida el discurso anti-transgénero en su texto The
Transexual Empire: The Making of the She-Male.
Aún existiendo todas estas diversas formas de violencia en los 70 's, la escena
Ballroom continúa expandiéndose. Es en 1972 cuando se levanta la primera House , House of
LaBeija, ante este suceso y toda la violencia que perpetuaba las comunidades marginadas,
una multitud de personas trans, negras y latinas empiezan a levantar sus propias casas,
creando a su vez estos espacios de resistencia y comunidad ante el despliegue radical de
violencia en aquella época.
TIS y VIH: El cuerpo enfermo de los 80.
Nota. Ampliación del artículo de Lawrence K. Altman en el New York Times tras diagnósticos de un
cáncer poco frecuente en 41 hombres homosexuales de Nueva York y California.
Tal era la desinformación de la época que prolifera una mayor violencia a la comunidad,
surge una ideología en función de ocultar las diversas condiciones que vivía la población
travesti, al culpabilizar a la víctima, aludiendo a una enfermedad que le daba únicamente a las
maricas como castigo divino ante las prácticas sexuales perversas.
Las miles historias de personas con el denominado “Cáncer rosa” ilustran el genocidio
que se vivió en la época, puesto que el acceso a los servicios sanitarios debido a las condiciones
de pobreza y estigma social generaron que muchas personas transexuales no develaran su
condición transgénero para poder acceder a la asistencia sanitaria, agravando más el problema,
puesto que el reconocimiento del VIH en la población trans de los 80’s durante mucho tiempo
no fue evidenciado como en el caso de la comunidad gay.
A partir del silenciamiento de la crisis sanitaria se dan movilizaciones por parte de
ciertos colectivos evidenciando que la enfermedad no era solo cosas de gays. Esta respuesta
por parte de los afectados, sirvió para poder cambiar cierta política farmacéuticas e incentivar
una investigación para que la población “normal” no se enfermara, impulsando un tratamiento
y de alguna manera un cambio de actitud por parte de los administrativos ante la epidemia.
Contexto Ecuatoriano
Es importante aclarar que en este recorrido histórico las experiencias trans parten de
una enunciación puntual, por esta razón en muchos momentos las formas de ser nombrades
pueden ser diversa (homosexual, invertido, travesti, transexual), en función de los dispositivos
de enunciación posibles para el territorio y época particular.
Uno de los procesos que instaura lo travesti en la ley ecuatoriana es el término de
Sodomía, dado que este término no hace referencia a las relaciones sexoafectivas homosexuales
únicamente, sino una normativa en torno a los estereotipos de género. En 1871 se emite un
Código penal que instaura la criminalización de la sodomía en Ecuador, un constante que se
formulaba a través de la historia republicana del Ecuador. En la presidencia de Eloy Alfaro de
1906, se promulga el Código Penal (1906) que establece: ¨En los casos de sodomía, los
culpados serán condenados a reclusión mayor, de cuatro a ocho años, si no intervinieren
violencias o amenazas; y en caso contrario, la pena de reclusión será́ de ocho a doce. [...]¨ (Art.
364). 67 años después, en 1938, esta terminología cambia en el art. 491 del Código Penal como
“delito de homosexualismo” en referencia al derecho penal italiano y estudios medicalizados
que lo nombraban de tal manera. (Enríquez., 1938, p. 60). El artículo se mantuvo de esa forma
hasta su declaración de inconstitucionalidad, el 27 de noviembre de 1997.
Cuando el homosexualismo se cometiere por el padre u otro ascendiente en la persona del
hijo u otro descendiente, la pena será de reclusión mayor de ocho a doce años y privación
de los derechos y prerrogativas que el Código Civil concede sobre la persona y bienes del
hijo.
Si ha sido cometido por ministros del culto, maestros de escuela, profesores de colegio o
instituciones, en las personas confiadas a su dirección y cuidado, la pena será de reclusión
mayor de ocho a doce años. (Código Penal del Ecuador , 1997, Art. 516 )
Durante el siglo XX en ciudades como Guayaquil y Quito había existido una gran
acumulación de personas homosexuales, a lo cual se dieron campañas de escarnio público y
redadas contra las trabajadoras sexuales, travestis, y mujeres transgénero, eran golpeadas,
humilladas públicamente y en ocasiones convocando a demás ciudadanos a generar dicho
maltrato. Uno de los casos más resonados fue en 1984, el alcalde de Guayaquil Abdalá
Bucaram que había sido asociado en anteriores polémicas y escándalos tras su involucramiento
en redadas policiales.
Sobre la base del trabajo de archivo de la escritora e historiadora transgénero Purita
Pelayo es posible situar ciertos elementos que circunscriben el cuerpo travesti en los años 80's
en Ecuador. En esta década el conservadurismo religioso gobernaba el país a partir de León
Febres Cordero, siendo este uno de los periodos más violentos de la comunidad travesti según
la autora.
La dilatación del cáncer rosa proliferaba una ola de violencia a grupos marginados a
nivel mundial. En 1985 el régimen febrescordeista crea una fuerza especializada de la policía
denominada los “Escuadrones volantes” o también llamados “Escuadrones de la muerte”, los
cuales eran grupos armados especializados de la policía nacional encargados de cumplir una
campaña de gobierno en la lucha contra la delincuencia. Dentro de esta se dieron violaciones a
los derechos humanos, dado que no existía una clara definición de la función de estos grupos
de elite, legitimando ejecuciones, torturas, abusos sexuales y privaciones de libertad a grupos
marginados, en función de concepciones de peligrosidad sobre la base de prejuicios racistas
cisheteronormados.
Dentro de los grupos abusados se encontraba la comunidad travesti y transexual
surgiendo las famosas ¨Batidas¨, en las cuales, mujeres transgénero y demás personas que no
se ubican dentro de la estética cisgénero eran perseguidas acosadas, violadas, golpeadas,
desaparecida y asesinadas.
Figura 7: “Capturados 25 homosexuales en Guayaquil”
Nota. Extraído de ¨Al otro lado del espejo: representación y homosexualidad en el festival de cine lgbt el lugar
sin limites de Ecuador¨ (Cardona Montoya, 2015, p. 18 )
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Cispassing es una terminología para referirse a las personas trans que pasan como personas cisgénero.
Este es un recurso que brinda a las personas una mayor seguridad ante el discurso cisnormativo.
Las rupturas políticas dentro de la comunidad LGBT se posicionan en este periodo en
función de criterios cisheteronormativos, de clase y racistas. Surgen agrupaciones activistas
homosexuales que hacían una clara separación con las trabajadoras sexuales y personas maricas
marginadas, aludiendo a que eran personas normales, parte de la ciudadanía ecuatoriana y que
no deberían ser asociados a esos grupos inmorales y delincuenciales.
La Constitución de la República de 1978 era una garantía del libre tránsito por parte de
los ecuatorianos, sin embargo, para las travestis ocupar el espacio público implicaba burlas o
lascivas en relación a su apariencia o caminar. Cuando una travesti caminaba por las calles
muchos carros se detenían del asombro al ver una de ellas, puesto que no era común que las
travestis ocupen el espacio público, ellas tenían los “lugares de tolerancia” para transitar. En
la escena se inscriben los guardianes de la moral, la policía, puesto que estas eran detenidas
con el argumento de ser homosexuales visibles y escandalosos. Estas acciones rutinarias fueron
toleradas por la comunidad travesti por décadas, afectando el imaginario cultural de la
ciudadanía, en el cual únicamente se veían estas corporalidades en los periódicos amarillistas
y crónicas rojas. Esta habituación del espacio público a su vez incrementa la exotización y
desconocimiento de lo trans.
Nota. Nota periodística de la andariega, sobre los acontecimientos ocurridos en el Abanico’s Bar,
extraído del Diario El tiempo, 18 de Junio 1997
Nota. Nota periodística extraída del Diario el comercio el Jueves 2 de Octubre de 1997, pág. A 12.
Este hito histórico funcionó como espacio sensibilizador ante la urgente situación que
estaba ocurriendo bajo el silencio con la población LGBTIQ+ en el país. Para cumplir con el
proyecto de derogación del artículo 516 que establecía la homosexualidad como un delito
punible, fue necesario que la propuesta este acompañada de un número determinado de firmas,
con ello las maricas salieron a las calles en diferentes puntos estratégicos muy concurridos de
Quito y Guayaquil a recolectar la mayor cantidad de rúbricas por parte de los transeúntes
simpatizantes con la causa.
Este periodo coincidió con otros acontecimientos que conmocionaron a la ciudadanía
ecuatoriana, la masacre cometida por grupos paramilitares hacia comunidades campesinas de
la Amazonía colombiana y el caso de desaparecimiento de los hermanos Restrepo. Estos hechos
estaban relacionados con la fuerza represiva por parte del gobierno y la policía, por este motivo
grupos LGBTIQ+ se mostraron afines antes los nexos políticos existentes, brindando así una
visibilidad mayor ante la problemática.
La despenalización de la homosexualidad en el Ecuador se logró a partir de la demanda
de inconstitucionalidad del artículo 516 del Código Penal el 25 de noviembre de 1997, abriendo
así nuevos senderos a la lucha libertaria marica. Pelayo (2021) relata:
Desde la célebre fecha en que la despenalización de la homosexualidad fue una realidad,
con una disposición legal que luego fue considerada únicamente como una ley de papel,
se avivó un monstruo más grande e implacable: la homofobia. La sociedad no estaba
dispuesta a ceder fácilmente porque primero estaban sus supuestos principios
religiosos, que consideraban a la homosexualidad como una cuestión aberrante y
obscena. (p. 252)
A pesar de la relevancia de la despenalización de la homosexualidad en la lucha trans y travesti,
los ideales religiosos y conservadores de la ciudadanía no modificaron la violencia estructural
que vivían estos cuerpos. A causa de la crisis política y financiera en el país a finales de la
década de los 90, muchas maricas decidieron emigrar a países más desarrollados en busca de
nuevas oportunidades de libertad y emancipación. Al transcurrir los años estas mismas travestis
y transexuales regresaban a su país con miras de emprendimiento, de una vida mejor. Esta
nueva visión posibilitó otro paradigma, pues dicho capital dio cuenta del mito esclavista, en el
cual únicamente los cuerpos trans se podían desenvolver en la posición, trabajos relacionados
con la estética o demás trabajos precarizados.
Años más tarde, Rafael Correa realizó un cambio constitucional en el país, en función
de un pasaje de la Constitución política del Ecuador a la constitución de la República del
Ecuador. Dicho cambio institucional dividió el estado en cinco poderes: ejecutivo, legislativo,
judicial, electoral y participación ciudadana, a manera de descentralizar el poder al momento
de gobernar. El primer artículo de la Constitución de la República cambió y posibilitó uno de
los cinco poderes del consejo de participación ciudadana, de esta manera existía una aparente
participación del pueblo y de grupos que no habían sido legitimados hasta la época, los grupos
indígenas y los grupos LGBTIQ+. En este año se añade la identidad de género a la lista de
categorías de vulnerabilidad contra la discriminación. Un año después introduce la figura de
delitos de odio contra la población LGBTIQ+ en el Código de Procedimiento Penal, para
posteriormente incluir en el Código Orgánico Integral Penal un inciso que postula las terapias
de conversión como actos de tortura, y finalmente la posibilidad de que las personas trans
puedan sacar su documento de identidad conforme el género con el que se identifican.
En el siglo XXI es posible evidenciar ciertos cambios políticos en torno las disidencias
sexogenéricas, no obstante, la violencia estructural arraigada en el conservadurismo y
religiosidad ecuatoriana es un desafío para poder despenalizar las identidades trans en el
Ecuador, gran parte de la población trans en la actualidad no cuenta con un empleo regulado,
existe un gran estigma social en el espacio público ante esta corporalidad disidente, las niñeces
trans aún son echadas de sus hogares tras develar sus sexualidades no normativas, lo cual las
acorrala a estar en la calle, sin oportunidades de estudio, sin oportunidades a una vivienda
digna, sin derechos humanos.
Un cuerpo no natural
A lo largo de este capítulo se realizará una aproximación teórica a las vivencias en torno
al cuerpo teniendo en cuenta que las experiencias de los tránsitos en un cuerpo son complejas
y diversas. Para poder ubicar las implicaciones tanto subjetivas como materiales de un cuerpo
es primario dar cuenta de lo que es un cuerpo, puesto que acarrea varias interrogantes en
relación al ser y el tener, ¨¿se habita un cuerpo o se es un cuerpo?¨ es una de las dudas que
surgen en torno a la constitución corporal, a lo cual habría que definir a qué se le llama cuerpo.
A partir de la corriente psicoanalítica Contardi (2020) define al cuerpo como el
resultado del anudamiento de los tres registros lacanianos. [...] un cuerpo imaginario (el del
estadio del espejo), un cuerpo simbólico (lo que se dice del cuerpo, lo que se siente de ese
cuerpo), y un cuerpo real¨ (Contardi, 2020, p.33)
Al hablar de un cuerpo humanizado a través del lenguaje es posible introducir la
cuestión del ser y el tener, puesto que no se es un cuerpo en tanto interioridad (que se posee),
pues también existe una dimensión exterior, una dimensión ajena al ser que pone en tensión las
cuestiones propias, por consiguiente existe un borramiento de los límites de lo externo e
interno, de lo discursivo y la carme.
Respectivamente la noción de un cuerpo construido no es ajena al psicoanálisis, a partir
de esta idea que retoma Lacan a partir del biólogo Louis Bolk utiliza el concepto de
fetalización, donde se concibe el cuerpo como algo inacabado, algo prematuro, haciendo una
diferencia del órgano y el cuerpo como unidad. El cuerpo se concibe siempre y cuando exista
un otro atravesado por lo simbólico, y a su vez la implicación de que el organismo sea tocado
por el lenguaje.
En 1949 Lacan hace una explicación de la constitución del yo, a partir del estadio del
espejo, dicha formulación es la que da parte del pasaje de organismo biológico a cuerpo
hablante.
Según el autor la constitución de un cuerpo parte de un momento de fragmentación del
órgano, una interioridad que se percibe desintegrada, y que algo de lo exterior viene a
posibilitar una unidad. En primera instancia, existe un periodo de alienación que es cuando esta
cría es objeto de cuidados, puesto que no puede sostenerse por sí misma, existiendo un sujeto
que se posiciona como agente de crianza y responde ante las necesidades que cree tener la cría.
Las zonas erógenas tienen una funcionalidad que posibilitan un borde de goce, una génesis de
las fronteras corporales, y a partir de un reflejo de una imagen unificada en la exterioridad se
constituye una imagen que van a integrar a ese yo, imágenes que pueden ser en su literalidad
el reflejo en un espejo de otro, o una imagen de otro semejante.
No obstante, esta unidad no se traduce únicamente a lo que se percibe de un reflejo o
de las zonas erógenas, existe una articulación primaria, puesto que, la palabra transforma en
sujeto al el momento de nacer, e inclusive antes de nacer, la existencia de un Otro de la cultura
(agente de la crianza) brinda no solo las herramienta somatopsíquicas, sino dota de
significación constantemente a partir de lo que es esa cría y consecuentemente lo que no es.
El ser tocado por el lenguaje implica que de alguna forma algo del sujeto queda perdido,
la cría tras dar cuenta que el agente de crianza no puede dar con todas las respuestas, ni puede
saciar todas sus necesidades, produce un momento de separación en la cual se posibilita un
sujeto, y a su vez la falta. La marca del lenguaje implica una pérdida, dar cuenta de la
formación del objeto a. En otras palabras, el agente de crianza al ser un sujeto que también se
encuentra en falta da indicios de que no puede colmar al cachorro, no tiene el saber de este
cuerpo, habilitando una separación y a su vez un lazo por parte del cachorro hacia su propia
corporalidad.
En definitiva, las construcciones del cuerpo no pueden ser entendidas como operaciones
pre simbólicas, en tanto la carne es embestida por un mundo simbólico, existiendo actos del
habla constantes que se dan junto a las prácticas identificatorias de la morfogénesis del cuerpo.
Por esta razón la asociación o acceso a una ley simbólica da parte a la tecnología sexual que
muta la carne a un cuerpo sexuado.
Desde momentos previos a la concepción existen diversos actos del habla y el lenguaje
que dan perspectivas performativas y prácticas ritualizadas que dan cuenta de una marca del
género cómo registro simbólico en el cuerpo que se sostiene y reitera a lo largo de la vida del
sujeto, siendo el cuerpo ese lugar donde se materializan las normas del poder.
De igual manera la operación simbólica del cuerpo no es posible reducirla a lo que se
dice que tiene que ser un cuerpo, puesto que la concepción de cuerpo natural heterocentrado y
normativizado siempre va a estar destinada al fracaso por el mero esencialismo ahistorizado
que se trata de sostener, dando cuenta a su vez un indicio de posibilidad de renegociar, una
posibilidad de transgresión a la norma, resignificando este terreno de lo inteligible.
Desde la mirada psicoanalítica es posible sostener esta imposibilidad estructurante que
se da a partir del Otro y su falta, puesto que tanto en las identificaciones imaginarias y
discursivas siempre existe la posibilidad de una tercera identificación que ubique el goce de
manera singular, por fuera de un discurso binario que condiciona cómo apropiarse del cuerpo.
No obstante, a pesar de la existencia de esta configuración del cuerpo la construcción de cuerpo
es un fenómeno que se puede reconfigurar, pues la constitución de la sexualidad no termina en
la infancia, ni tampoco en la adolescencia en tanto es una imposibilidad.
Preciado (2016) sostiene que ¨el cuerpo es un texto socialmente construido, un archivo
orgánico de la historia de la humanidad como historia de la producción-reproducción sexual,
en la que ciertos códigos se naturalizan, otros quedan elípticos y otros son sistemáticamente
eliminados o tachados¨ (p.13).
De modo que hablar del cuerpo y ser un cuerpo no va en el orden de lo natural, esencial,
inmutable que se constituye y no cambia, sino todo lo contrario, el cuerpo está en constante
cambio, sea por procesos madurativos, intervenciones, o prácticas corporales ritualizadas, en
tanto existen relaciones y dinámicas de poder que componen la esfera simbólica y repercuten
en las articulaciones somatopsíquicas.
Sobre la base de un terreno simbólico constituido por relaciones de poder es posible
ubicar que la regulación social parte de la diferencia, existiendo un conjunto de relaciones
lingüísticas y culturales que derivan de lo sexual, sin embargo, dicha diferencia instauradora
no únicamente corresponde a criterios sexuales sino raciales. La no afirmación de la primacía
de la diferencia sexual da cuenta de un complejo conjunto de dinámicas de poder que operan
en virtud del mestizaje. Los criterios heteronormativos que devienen de la diferencia sexual no
son más que la regulación radical de la pureza racial.
La Patologización de lo Trans
Dispositivos de Verdad
El campo de acción de la psiquiatría desde finales del siglo XIII ha sido la locura, que
tradicionalmente es nombrada hoy en día como: enfermedad, desorden o trastorno. Sin
embargo, esta articulación conceptual de enfermedad no se consolidó instantáneamente, fue
una construcción teórica a partir de un proceso de medicalización de la locura, su edificación
nosológica y descripción de síntomas, que pudo institucionalizar la locura como un objeto de
estudio. Es a partir de la medicalización y terapeutización de la locura que se instaura una
verdad centralizada en los expertos o especialistas autorizados a diagnosticarla y tratarla.
Estos rasgos fundamentales desarrollaron una edificación llamada manicomio que
tenía un fin terapéutico y de encierros con una carga segregativa para que “los ciudadanos”
estén alejados de “los enfermos”. A grandes rasgos el manicomio consistía en brindar un
tratamiento de la locura, no obstante, también tenía la funcionalidad de ser un espacio de
producción de saber y reclusorio, pues, al momento de ser ingresados, los sujetos eran
despojados de sus derechos ciudadanos y automáticamente se volvían un riesgo en potencia
para la sociedad, así como objetos de estudio para posteriores tratamientos. Por otro lado, las
particularidades del tratamiento iban en torno a un reconocimiento de la falta, y adaptabilidad
del sujeto a la norma para alcanzar la cura, de esta manera la patologización tiene una doble
codificación en relación a la norma, la de enfermedad pero también la de peligrosidad.
Este análisis historiográfico de la patologización parte de su implicación con la
peligrosidad, operando en un control y poder estatal que enfermiza al criminal y criminaliza
la locura o lo que se alejaba de la norma que históricamente y por mayoría era condicionada.
Esta correlación entre el saber, verdad, poder y patologización genera una estigmatización,
marginación y deshumanización de la persona enferma mental a merced de un orden social
idílico contraído a partir de discursos y prácticas de exclusión social legitimadas.
La noción actual que se tiene de la locura se articula dentro de lógicas similares, sin
embargo, las dinámicas de poder se ven difuminadas en relación a una mayor eficacia. Si bien
la funcionalidad del manicomio era terapéutica, reclusoria y productora , estas aristas se ven
disueltas en nuevas tecnologías de reproducción.
En las últimas décadas ha ido en ascenso la implicación del campo médico en las
problemáticas inherentes a la cotidianidad, es atribuida la causación de problemas individuales
a un determinismo generalmente biologicista o definidos como trastornos. El comprender la
constitución de procesos de patologización y medicalización advierte a una cuestión del poder,
un modo de unificar la diversidad en base a una ideología dominante.
Partiendo de la premisa de normatividad, destaca los restos que genera la norma, sujetos
que se ubican desde las periferias, resistiendo ante una violencia constante. De esta manera el
discurso patologizante se ubica en dos instancias subyacentes, el ámbito privado y el ámbito
público; dicho de otra manera, lo que se produce en las instituciones o esferas de poder médico
academicista continúa teniendo repercusiones políticas, visibilizando verdades absolutas sobre
lo que es un cuerpo e invisibilizando a sujetos en un entramado social. Ubicar el concepto de
ciudadanía como material es fundamental, en tanto se construye discursivamente a través del
tiempo, potencializando o dificultando las condiciones sociopolíticas de los sujetos que se
encuentran inmersos en ella.
Debemos acoger también toda la recuperación de información en estas áreas silenciadas que
está teniendo lugar en la antropología, la ciencia política, la historia y la sociología. Aunque
la presunción y la construcción de una conciencia o sujeto sustente tal trabajo y lo hará́ , a
largo plazo, coherente con el trabajo de constitución-del-sujeto imperialista mezclando
violencia epistémica con el avance del conocimiento y la civilización. (Spivak, 2003, p.44)
Un elemento a tomar en consideración al momento de hablar de la patologización y
ciudadanía es la violencia epistémica, dicho concepto da parte a un universo discursivo
institucionalizado que tiene efectos en las condiciones de vida de los sujetos. Al mismo tiempo
toma en consideración las dimensiones postcoloniales al momento de producir un saber,
haciendo una lectura colonizadora del poder.
En medida de la existencia de instrumentos y técnicas anatomopolíticas que se encargan
de vigilar, excluir, medicalizar, encarcelar y educar a merced de una microfísica del poder, las
identidades y corporalidades no normativas se ven relegadas a faltas de acceso en comparación
con los sujetos que se ubican del lado normativo, no obstante, estas corporalidades no
normativas cuentan con saberes que no son escuchados a partir de un silenciamiento estratégico
de las dinámicas de poder.
Los mecanismos de exclusión de la locura y los mecanismos de vigilancia de la sexualidad
infantil rindieron cierta ganancia económica, demostraron cierta utilidad política y, como
resultado, fueron naturalmente colonizados y sostenidos por mecanismos globales y, en
definitiva, por todo el sistema del Estado. Si partimos de esas técnicas de poder y mostramos
las ganancias económicas o las utilidades políticas que producen, podremos comprender, en
efecto, cómo aquellos mecanismos terminan por formar parte del conjunto. (Foucault, 2019,
p. 243)
En definitiva, la observación de cómo los dispositivos de poder han dado forma a la
construcción de la verdad es profundamente reveladora. Los mecanismos de exclusión en torno
a la locura y la vigilancia del dispositivo sexual, no sólo ilustra la forma en que ciertas
narrativas se han convertido en instrumentos de domesticación, sino también cómo estos
dispositivos han tejido sus hilos en el tejido más amplio que son los imaginarios sociales. Al
exponer las implicaciones políticas y sociales inherentes a estas técnicas de poder, nos
proporcionan una visión profunda de cómo estos mecanismos se inscriben en el entramado
global. La cita de Foucault nos lleva a reflexionar sobre una interconexión profunda entre el
poder, la verdad y el saber, insistiendo en considerar críticamente cómo las nociones de realidad
y conocimiento son construidas discursivamente.
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Esta forma de violencia epistemológica no es algo nuevo, durante el siglo XVIII existían otros
movimientos médicos altamente morales como el Degeneracionismo, y la Frenología, los cuales postulaban un
determinismo biológico para ubicar los trastornos mentales y los niveles de peligrosidad social en la morfología
del sujeto
En este sentido la respuesta de enfermedad ha estado siempre presente en las
sexualidades no normativas, funcionando la patologización como un dispositivo de control.
Tales vínculos entre prostitución y enfermedad constituyen nociones de peligrosidad y
anormalidad en el espacio público para los cuerpos feminizados, en tanto el argumento siempre
recae sobre las prostitutas como mujeres insaciables sexualmente, sin dar cuenta la indisociable
vinculación con los roles de género, pues este discurso sostiene a la masculinidad como un
individuo incapaz de contener sus impulsos sexuales.
Este ejemplo evidencia con claridad cómo la lógica de conocimiento, y en particular la
patologización, ha sido una herramienta de segregación o exclusión moldeada en beneficio de
la élite burguesa o tejida dentro del complejo entramado del saber-verdad-poder discursivo.
Esta interacción entre saber y poder es una invitación al cuestionamiento de las narrativas
establecidas y a considerar la forma en que los sistemas de verdad han sido utilizados
históricamente para perpetuar desigualdades, violencia y mantener el statu quo. Al comprender
estas dinámicas, es posible una preparación y criticidad de estas lógicas, para así desmantelar
los mecanismos de exclusión y opresión que persisten en el cuerpo subalterno.
Operaciones Estético-Políticas
El lugar que ocupa la estética al momento de estudiar las dimensiones políticas es de
gran relevancia, pues, en el redefinir los estándares del cuerpo, deseo y subjetividad, operan
inscripciones discursivas de un régimen disciplinario institucionalizado. Para situar las
implicaciones estéticas de lo trans es importante adentrarse en su experiencia ligada a la
vivencia perceptual de lo denominado bello y sus dimensiones sociopolíticas.
En este sentido las tecnologías estéticas se ubican como el elemento indumentario que
(des)adecua el cuerpo a la normativa escópica de lo social, en otras palabras, posiciona al sujeto
de manera ajena a la producción cisnormativa del entramado social que infunde una coherencia
sexogenérica deseante.
Las tecnologías estéticas sean éstas accesorios, vestimentas, prótesis, estilo personal,
entre otros, cumplen un rol fundamental en los procesos de adecuación y presentación social,
en este sentido también cumplen una función en las dinámicas de segregación y violencia. De
esta manera sostener una estética particular implica un posicionamiento político, ubicando lo
bello como un régimen identitario particular que capta lo hegemónico y se inscribe como un
elemento aspiracional que supone seguridad.
El fenómeno de la violencia estética no es exclusivo de las personas trans, pues todos
los cuerpos (trans)icionan constantemente. La particularidad travesti radica en la discursividad
que atraviesa la carne, pues menciona Marlene Wayar (2018) “el cuerpo de las travestis es su
primera obra de arte”; es el uso consciente de las tecnologías estéticas que habilitan e inauguran
una expresión identitaria que conlleva ciertos rituales de iniciación que las personas cisgénero
no atraviesan, intervenciones quirúrgicas, usar un vestido por primera vez, entre otras.
Esta experiencia y lectura social particular son las que inscriben lo trans, en una
posición de “privilegio” ante los cisgénero, pues, la tecnología estética en lo trans puede
resultar liberador en tanto conlleva una conquista sobre el cuerpo. Sin embargo, estas
tecnologías son inherentes a un entramado discursivo, en razón de la articulación conceptual
de lo trans como un fenómeno medicalizable que necesita un tratamiento que apunta al ideal
cisgénero.
Dentro de este orden de ideas es conveniente ubicar el concepto de Paul Preciado,
Farmacopornografía en razón de una tecnología discursiva que define un modo particular de
producción, consumo y (trans)formación de la sexualidad, partiendo de una política de
intoxicación y una demasía estética pornográfica.
Por un lado el estatuto pornográfico pone en cuestión el devenir público de asuntos
privados, es una caracterización política representacional de la sexualidad hecha espectáculo,
es el espacio digitalizado de los procesos de exclusión y sobre todo es la mercantilización del
cuerpo trans (penetrable, colonizado, racializado, migrante y periférico) para él consumidor.
En esta misma línea conceptual las tecnologías estéticas del género pueden operar como
una posibilidad de negociación para situarse como sujetos de derechos en situaciones
particulares como: el lenguaje, la escritura, la producción hormonal, intervenciones quirúrgicas
y demás derivaciones experimentales en torno al cuerpo. Estas tecnologías de producción
mutan constantemente y permiten una aproximación o lectura diferente del cuerpo. Como
consecuencia la tecnología se pone a merced del discurso capitalista ofreciendo la píldora como
una solución inmediata a la incapacidad de cumplir con el ideal de producción cisgénero, es
aquí cuando la transexual se ve empujada constantemente a modificar su cuerpo, cuando surge
la píldora como medio potenciador a una sexualidad naturalizada, cuando las ficciones
farmacopornográficas se materializan en las cotidianidades.
En tanto se inscriben una representación idealizada como alcanzable, se instaura la
dinámica de excitación frustración de la Farmacopornografía. Los cuerpos travestis son
relegados constantemente a una lectura cisgenerizada por parte del contexto, en tanto el cuerpo
trans es acorralado constantemente a la cisnorma, la discursividad y la medicalización del
cuerpo surge como un tratamiento para volver un cuerpo enfermo más tolerable.
Es aquí cuando el trabajo sexual cobra otras dimensiones por fuera de lo económico,
deviniendo en un trabajo trans(sexual). Teniendo en cuenta los contextos de precarización en
los que se inscriben las corporalidades trans y el acorralamiento discursivo del uso de la estética
corporal como medio de subsistencia, acontece una enunciación del deseo, un medio que
inscribe el reconocimiento y conquista de un cuerpo que constantemente ha sido borrado. Es el
trabajo sexual la oferta de un lugar de reconocimiento a un cuerpo forcluido, es el trabajo sexual
un posibilitante para la conquista liberadora de un cuerpo por fuera de las ligaduras
cisnormativas. Pero esta es una puesta en marcha estratégica de la explotación del cuerpo, es
la forma en que opera el poder, funcionando a través de dispositivos de adicción y proliferación
de la misma, inmovilizando socialmente a partir de una oferta y demanda que imposibilita cada
vez más su renuncia. Es la comercialización corporal un dialelo bendición/maldición, tras la
corta duración de sus servicios ya no se puede ser otra cosa más que una puta, consolidando
una cartografía de los espacios sociopolíticos posibles de ocupar. Efectivamente la mano de
obra en el trabajo sexual se mantiene siempre en lineamientos de precariedad, siendo esta una
de las especificidades sexopolíticas. La puta se convierte en una máquina huequeada, adaptada
a procesos de producción en masa a partir de un salario mínimo o inexistente durante un tiempo
de producción breve.
la mejor máquina mamadora de pollas altamente tecnificada es una silenciosa y
políticamente inactiva boca de inmigrante ilegal adolescente, una boca extremadamente
joven y pulposa o una boca siliconada de transexual sin acceso a cambio de sexo legal
en su documento de identidad. Estas son las tecno-máquinas sexuales del siglo XXI:
cuerpos vivos a los que se les niega el acceso al espacio político, privados de discurso
público y derecho de insumisión, despojados del derecho a sindicamiento, huelga,
seguro médico y paro. Aquí no hay competición entre la máquina y el trabajador como
en el fordismo tradicional, sino al contrario: el trabajador se vuelve biomáquina sexual
(Preciado, 2020, p.256)
Las bases discursivas de segregación se articulan a partir del régimen
farmacopornográfico, en tanto se da una lectura de la prostituta como un ser insaciable,
enfermo, y criminal. El derecho penal en muchos países no solo patologiza la prostitución, sino
la condena. Es una técnica legal que despersonaliza a la puta a la categoría de criminal/enferma
para hacer uso de la maquinaria bajo condiciones precarias, a bajo costo o inclusive gratuidad,
sin la necesidad de brindar ningún tipo de derecho al trabajo. La utilidad punitiva por otra parte
funciona como un laboratorio de experimentación de los servicios sexuales de manera gratuita,
la cárcel lleva a cabo la violación colectiva masificada del cuerpo transexual relegándolo a la
supervivencia.
Las articulaciones geopolíticas no son ajenas a estos procesos de segregación, en tanto
el valor del trabajo humano es discursivamente articulado, su materialidad se instaura a partir
de la inexistencia de leyes laborales, inscribiendo idílicamente la migración como una salida.
La subcontratación internacional se configura bajo estrategias de violencia epistémica en los
denominados países subdesarrollados, es decir, la marginación social favorece el trabajo sexual
de los cuerpos migrantes, para el consumo de los sujetos blancos de territorios denominados
de primer mundo.
No se trata de pasar de mujer a hombre o de hombre a mujer, sino de infectar las bases
moleculares de la producción de la diferencia sexual, puesto que esos dos estados,
hombre y mujer, no existen sino como efectos políticos fantasmáticos de procesos técnicos
de normalización. ( Preciado, P. 2008. p. 117)
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Durante el siglo XVIII existían otros movimientos médicos altamente morales como el
Degeneracionismo, y la Frenología, los cuales postulaban un determinismo biológico para ubicar los trastornos
mentales y los niveles de peligrosidad social en la morfología del sujeto
normalidad/salud, y todas las formas de ser por fuera de estos lugares apuntarán a sus opuestos
anormal/ enfermo. Es la medicalización de lo trans el mecanismo dominador que evidencia “la
transexualidad” y “travestismo” como un producto occidental, una lectura y borramiento de
una realidad existente desde siglos.
Por su parte la patologización del cuerpo trans implica un abordaje o tratamiento, cuyo
fin está enmarcado en un pasaje de anormalidad a normalidad, es hacer que el cuerpo transexual
“no se le note lo trans”. Es una estrategia CisHeterocapitalista en la cual el cuerpo trans se le
adjudica todo un malestar y tratamiento, pero sin ningún tipo de garantía a derechos de salud
pública, ni tampoco acceso a recibir del “especialista medico” la marca de “verdadera
transexual”.
Es de esta manera que la hormona sintética o el tratamiento hormonal que reciben las
personas trans funciona como un “tratamiento” de los cuerpos feminizados y un “potenciador”
de los masculinizados. Esta tecnología del género es el proceso arquitectónico de los órganos,
tejidos, fluidos, sustancias y moléculas que mutan la materia prima en una nueva apariencia
naturalizada, la mujer. La técnica endocrinológica de sustitución hormonal no es exclusiva de
las personas trans, su construcción se configura a merced de la necesidad del hombre
heterosexual. La píldora anticonceptiva, se posiciona de esta manera como una solución al
placer del hombre, y la construcción de la mujer. Es a partir de este tratamiento que las mujeres
cisgénero empiezan un proceso de feminización y anulan los efectos masculinizantes de su
cuerpo, a partir de la menopausia. Es a partir de la misma píldora que la mujer cisgénero puede
lanzar el ideal de mujer.
De manera que la medicalización se ubica como un tratamiento experimental de lo
trans, pues, surge a partir de una necesidad de los sujetos cisgénero, existiendo bajo la premisa
del acceso precarizado al ideal cisgénero, de esta manera es sostenible la manipulación de un
anhelo de conquista corporal y el acceso a un cuerpo de experimentación.
Por otro lado es importante resaltar las particularidades de la píldora en relación a lo trans,
pues, mientras la píldora hormonal tiene una funcionalidad naturalizada en la mujeres cisgénero
como complemento esencial de su feminidad, la píldora en lo trans funciona como una
reapropiación subversiva del cuerpo.
A lo largo del tiempo esta narrativa ha sido sostenida en las guías y manuales posteriores
(CIE 10) y (DSM IV) con ciertas particularidades como el cambio de nomenclatura a
“Trastorno de identidad de género” y “Trastorno de la identidad sexual en la infancia”, pero
persistiendo la misma proliferación de violencia epistémica, al punto que muchos países han
tomado estos modelos de intervención, para descartar cualquier otro trastorno mental y
delimitarlo como un trastorno de la identidad de género.
La discusión que ha abierto el activismo trans y queer sobre la despatologización de las
identidades Trans en las últimas décadas ha posibilitado un cambio de nomenclatura en el DSM
y CIE actual, pasando del “trastorno de identidad de género” y “Transexualismo” a “Disforia
de Género” e “Incongruencia de género”. No obstante, este cambio nominal no fue un cambio
de paradigma pues la lectura patologizante persiste, a pesar de que su intencionalidad era
despatologizante, en tanto estos criterios aclaran que no todas las personas trans pasan por los
mencionados criterios diagnósticos.
Teniendo en cuenta el andamiaje colonial medicalizado a una realidad existente desde
siglos anteriores, hoy por hoy el criterio diagnóstico de “Disforia de Género” e “Incongruencia
de género” no deja de ser una tecnología de dominación. Estos funcionan como criterios
patologizadores de un malestar inherente al rechazo social que resisten los cuerpos trans del
discurso psi hegemónico en el cual sentaron sus bases. También se ubican como requisito en
muchos países para que las personas que no son cisgénero puedan acceder a servicios de salud.
Es importante resaltar que esta lectura de transexualidad es un producto occidental en
tanto existen cuerpos que sobreviven y resisten al modelo medicalizado transexual, de los
cuales es imprescindible escuchar para atravesar las lógicas coloniales de producción. Por otra
parte, dar cuenta que mencionadas articulaciones conceptuales no están pensadas para las
realidades y corporalidades latinoamericanas andinas, es partir de la urgencia de
planteamientos de nuevas lecturas, abordajes y tratamiento de la información desde
perspectivas que tengan en cuenta aspectos económicos, socioculturales y de enunciación.
Parte de nuestro proyecto de “desaprendizaje” es articular esa formación ideológica –
midiendo silencios si fuese necesario dentro del objeto de investigación. De este modo,
cuando enfrentemos las preguntas, ¿puede hablar el subalterno?, y ¿puede hablar el
subalterno –como mujer–?, nuestros esfuerzos para darle al subalterno una voz en la historia
estarán doblemente abiertos a los peligros (Spivak, 2003, p.47)
Figura 11: Genealogía de la producción occidental travesti y transexual
Genocidio Transexual
Al sentar las bases del proyecto cisheterosexual es posible ubicar sus repercusiones
sistemáticas en los cuerpos. Ejemplos de ello, son las intervenciones quirúrgicas infantiles del
siglo XIX, Las terapias de conversión y demás abordajes que fueron legitimados y silenciados
estratégicamente por las instituciones académicas a lo largo de la historia.
Las primeras tecnologías médicas de los años cincuenta constituyeron una fascinación
por la producción biotecnológica del proyecto cisgénero. Desde finales de los años ochenta
diversas tecnologías médicas lograron construir neo-genitales para brindar “solución” a los
cuerpos que no se ajustaban a la categorización de “asignación sexual”.
El ideal científico postulaba evitar ambigüedades haciendo coincidir a como dé lugar el
“cuerpo sano”, reiterando la “reasignación sexual” constantemente, en razón de una lectura
del cuerpo sexuado, pues no es posible leer el cuerpo si no porta la marca de sexo, caso
contrario se ubica en lo grotesco, horroroso, innombrable, abyecto.
Los bebés intersexuales 7 de esta manera desafían un orden establecido por las
construcciones médicas, por ello se desarrollaron tecnologías para poder intervenir esos
cuerpos que no hacían sentido desde la lectura cisheterocentrada. Durante el siglo XIX el
concepto género cobra sentido en el discurso médico a partir de John Money, para nombrar el
“sexo psicológico”, es de esa manera que se comenzó a investigar y experimentar el género
con bebés intersexuales, para de esta manera mutar esos cuerpos ambiguos a algo más “sano”.
De acuerdo a los criterios visuales del especialista si un pene no cumplía con el tamaño
suficiente (micropene) se podía amputar para construir una neo-vulva, y continuar con un
tratamiento de sustitución hormonal, y en el caso de tener un clítoris muy desarrollado,
intervenir para la construcción de un pene y que el cuerpo pueda encajar dentro del régimen
sexopolítico.
Es así que la lectura sexuada del cuerpo de los bebés fundamentalmente ha sido genital,
dejando en segunda instancia otros criterios de sexo como lo son los cromosomáticos y
gonadales, evidenciando como el sexo se convierte en un dispositivo tecnología que se puede
mutilar, cortar, agregar, dosificar para su heterosexualización posterior. Esta escena pone de
manifiesto el dispositivo sexopolítico de la mirada, y como lo visible siempre está en torno a
la lectura sexuada, como si los ojos fueran los principales encargados de decir una verdad
generizada que corresponde a una realidad orgánica.
Dicho de otra manera, lo escópico cobra relevancia al momento de la división sexual,
en tanto se articula una epistemología de lo visual. Por esta razón los cuerpos ambiguos tienen
que ser constantemente modificados desde el discurso médico para que luzcan más
cisheterosexuales y lo que visualmente se muestra como incongruente desde estas lógicas, para
que no desestabilice el orden sexopolítico es reforzado como anormal, enfermo o raro.
De esta manera la estética cobra relevancia al sexualizar un cuerpo, un pene puede
otorgar una identidad masculina y la ausencia del mismo, puede feminizar. Por esta razón es
imprescindible que los padres vayan a sus hogares con un hijo o una hija, puesto que al ir sin
una ¨verdad¨ implicaría no saber cómo educar “eso”.
7
La intersexualidad o hermafroditismo de la época son aquellos cuerpos que presentan o pueden
presentar a futuro alguna ambigüedad o no se ajustan al momento de ser categorizados en el binario sexual.
Es aquí cuando las coordenadas de la patologización cobran sentido, en razón de toda
una edificación institucionalizada para que las personas devengan cisgénero al punto de realizar
mutilaciones infantiles. A diferencia de la transexualidad, es necesario pasar por un proceso
rígido de “verdadera transexual”, como si atravesar el cisgénero implicara un peligro, y si el
mejor camino a elegir siempre fuera el Cis, en razón de que discursiva e imaginariamente lo
trans es programado como artificial, ficcional, teatral en relación al producto prefabricado de
lo Cisgénero. Siendo de esta manera que maniobran los contrastes en los cuales bebés
intersexuales son intervenibles, pero las infancias trans no se le garantizan intervenciones.
Esta táctica es legitimada por la urgencia de la asignación sexual según el sexólogo
John Money en la década de los 50 's pone en evidencia que la cirugía intersexual de la época,
detrás de la pregunta ¿es un varoncito o una niña?, oculta todo un entramado simbólico para
poder volver el cuerpo inteligible, a partir de técnicas visuales, quirúrgicas y discursivas. Es de
esta manera la asignación sexual una mesa de quirófano por la que los cuerpos cisgénero o
trans pasan, siendo la puesta en escena de un régimen sexopolítico, en el cual el cuerpo travesti,
transexual e intersexual es estratégicamente ubicado nuevamente para marcar su artificialidad
a partir de su patologización.
A pesar de que los cuerpos cisgénero también portan una sexualidad
artificial/teatralizada en tanto es construida y no natural, es necesario el cuerpo problemático
(trans/intersex) para constituirse como normal. De esta manera el proyecto tecnológico
heterosexual produce estos cuerpos para su propia configuración.
Tal es el caso Reimer, en el cual dos niños que presentaban inconvenientes para la
micción son llevados al doctor para realizarles una “circuncisión", durante el proceso
ocurrieron fallos con uno de ellos y con los días se presentó necrosis y hubo que remover el
miembro.
En busca de una solución, la familia llega con el especialista John Money el cual gozaba
de alto reconocimiento a nivel mundial, por sus trabajos investigativos. Money aseguraba que
lo biológico no era determinante en la identidad sexuada, sino factores externos como el
ambiente, la educación y la socialización. A lo cual recomienda extirpar los testículos de
Reimer para criarla como una niña, llamándola Brenda sin que ella recordara el acontecimiento
que había vivido en la infancia.
El sexólogo había investigado muy de cerca el acontecimiento, interviniendo en
reiteradas ocasiones para que no existiera ningún tipo de desviación para años más tarde
pudiera publicarlo como “caso John/Joan”, manifestando que había sido todo un éxito, nada
más lejos de lo que estaba ocurriendo con Brenda.
Desde la infancia Brenda tuvo inconvenientes de adaptación, al llegar la adolescencia a
partir de cambios puberales fue víctima de bullying en su escuela por su apariencia. Con los
tratamientos del doctor, las cosas no iban mejor, constantemente la obligaban a desnudarse en
contra de su voluntad para ver las “mejoras” del tratamiento, así como una exposición constante
de material pornográfico para ser educada en la feminidad.
Años después Brenda decidió dejar el tratamiento amenazando con suicidarse, y
empieza a transicionar como David, no obstante, a partir de los acontecimientos que vivió en
el pasado años después decide quitarse la vida.
Este caso es uno de los casos que más se viralizó de intervenciones médicas para
consolidar una sexualidad normativa sin embargo las “terapias de conversión” es un fenómeno
que ha existido a lo largo de la historia.
Según las Organización Mundial de la Salud las terapias de conversión son una multitud de
prácticas y métodos, profundamente dañinos que se basan en la idea medicamente falsa de
que LGBT y otras personas con diversidad de género están enfermas (Naciones Unidas,
2020).
Estas mal denominadas “terapias” dan cuenta de una violencia epistémica y simbólica
que se ha sostenido a lo largo de la historia, son esas articulaciones discursivas del poder que
enriquecen al colonizador, se materializan en tortura, y devienen en asesinato de los cuerpos
no normativos con los que se capitaliza.
8
Si se quiere comprender el proceso por el cual la niña se hace mujer, es menester perseguir los ulteriores
destinos de esta excitabilidad del clítoris. La pubertad, que en el varón trae aparejado aquel gran empuje de la
libido, se caracteriza para la muchacha por una nueva oleada de represión, que afecta justamente a la sexualidad
del clítoris. Es un sector de vida sexual masculina el que así cae bajo la represión. El refuerzo de las inhibiciones
sexuales, creado por esta represión que sobreviene a la mujer en la pubertad, (Freud, 1905, p.201)
9
Esta observación muestra que en el caso de los seres humanos no hallamos una virilidad o una feminidad
puras en sentido psicológico ni en sentido biológico. Más bien, todo individuo exhibe una mezcla de su carácter
sexual biológico con rasgos biológicos del otro sexo (Freud, 1905, p.200)
con lo otro, señalando una particularidad con la infancia femenina, al hacer énfasis en la
diferencia morfológica y sus implicaciones psíquicas. De esta manera se hace la infancia
femenina análoga a la del varoncito desde una lógica heterocentrada; mientras el varoncito se
identifica con el padre, la niña lo hace con la feminidad, delimitando de qué manera los espacios
identificatorios se ocupan de manera “normal”.
Es a partir del desarrollo del Complejo de Edipo que Freud (1923) estructura el concepto
de “superyó” o “ideal del yo”, en su texto “el ello y el yo”. 10 El cual postula es una fuerza
social reguladora, que representa las influencias de autoridad de manera severa posicionándose
frente al yo como una conciencia moral o sentimiento de culpa. Es a partir de este concepto
que se ubican los primeros indicios de dinámicas de poder que incluyen los vectores
generizados y raciales, de forma que estas dinámicas brindan a su vez un plano deseante desde
la lógica heterocentrada. Es a partir del superyó y el Complejo de Edipo que se instaura la
existencia de una economía simbólica organizada de un poder falogocéntrico que se sustenta
en el ideal estético de la primacía heterosexual blanca.
Es esencial considerar las bases sobre la que se inscribe la comprensión de lo trans y la
identidad de género desde el psicoanálisis, teniendo en cuenta el andamiaje teórico y la
enunciación de la época. Las opiniones y construcciones teóricas de Freud sobre el tema no
son consideradas como referenciales para explicar “lo invertido” en la actualidad, ni como base
epistemológica para dar parte a lo trans de forma legítima.
Jacques Lacan, otro referente psicoanalista más adelante aborda cuál es la relación que
existe entre inconsciente, lenguaje y la constitución identitaria del sujeto. Para el autor la
identidad y procesos subjetivos se ven trastocados por las estructuras simbólicas y lingüísticas
que abstraen el entorno. La extrapolación de esta noción de subjetividad a la experiencia trans
podría argumentar la negociación constante en la construcción de identidad subalterna en
relación a un entramado discursivo, no obstante, la investigación es enfocada escasamente a
las identidades trans, y cuando es enunciada como tal es desde la estructura clínica psicótica.
En el Seminario 18 (1971) “De un discurso que no sería (del) Semblante” a partir del
texto de Robert Stoller “Sex and gender” donde Stoller acuña el término “identidad de
género”, Lacan define el transexualismo como: “ un deseo muy enérgico de pasar por todos
10
El superyó conservará el carácter del padre, y cuanto mayores fueron la intensidad del complejo de
Edipo y la rapidez de su represión (bajo las influencias de la autoridad, la religión, la enseñanza y las lecturas),
más severamente reinará después sobre el Yo como conciencia moral, o quizá como sentimiento inconsciente de
culpabilidad. En páginas ulteriores expondremos de dónde sospechamos que extrae el superyó la fuerza necesaria
para ejercer tal dominio, o sea, el carácter coercitivo que se manifiesta como imperativo categórico. (Freud, 1923,
p.16)
los medios al otro sexo, así́ fuese haciéndose operar cuando uno está́ del lado macho”. Dando
parte a la noción de lo trans desde un pasaje de “lo macho” al “otro sexo”. Más adelante Lacan
en su escrito menciona:
Una de las cosas más sorprendentes, es que la fase psicótica de estos casos está
completamente eludida por él, a falta, *desde luego*, de toda referencia, al no haberle
llegado jamás a sus oídos la forclusión lacaniana, lo que explica inmediatamente y muy
fácilmente la forma de esos casos, ¡pero qué importa!. (2014, p.14)
Lacan finaliza su análisis del texto de Stoller reiterando que el hombre y la mujer son
experiencias hablantes, no es una cuestión formulada.
En el seminario 19 de Lacan (1971) menciona:
el transexualista no quiere más de esto, y no en tanto que órgano. En lo cual comete un error,
el error justamente común. Su pasión, la del transexualista, es allí́ locura de querer liberarse
de este error: el error común que no ve que el significante, es el goce y que el falo no es de
esto, sino el significado. El transexualista no quiere más ser significado falo por el discurso
sexual que, lo enuncio, es imposible. No se equivoca más que por querer forzar el discurso
sexual que, en tanto que imposible, es el pasaje a lo Real, por querer forzarlo por la cirugía.
(2012, p. 17)
11
Chiland sostiene que el sujeto transexual no puede ser tratado, por un lado porque el tratamiento
quirúrgico del cuerpo transexual es el delirio transexual colectivizado al personal médico, y por el otro el
tratamiento psicoanalítico es la forma en la que el transexual divide al psicoanalista a partir de su discurso.
(Chiland, 2005)
psicoanálisis, la escasa existencia de psicoanalistas trans y las consecuencias de la construcción
y legitimación epistemológica de la diferencia sexual que es replicada por el abordaje que se
daba desde el psicoanálisis.
El autor en esa jornada logra brindar una noción más amplia de lo trans a la que había
logrado enunciar Lacan y otros autores desde el psicoanálisis. Aperturando una lectura crítica
de cómo los saberes “psi” históricamente han tenido un funcionamiento extractivista del
cuerpo trans, y de qué manera este cuerpo, principal objeto de estudio de estos saberes, se
configuran en un discurso cisheterocapitalista para su reproducción y consumo. De igual
manera el autor pone en tensión un elemento importante que se viene abordando en este trabajo
de investigación que es la enunciación, y de qué manera históricamente la enunciación de lo
trans ha estado ubicada en organismos de poder, silenciando y callando a sus protagonistas de
sus propias historias.
La persona trans pierde el cuerpo. Todos ellos cruzan la frontera. (...) El cuerpo trans es a la
epistemología de la diferencia sexual lo que América fue al Imperio español: un lugar de
inmensa riqueza y cultura imposible de reducir al imaginario del imperio. Un lugar de
extracción y aniquilación de la vida. Nuestros órganos trans son para el sistema
heteropatriarcal las minas de Potosí que alimentan el inconsciente colonial(...). El cuerpo
trans es odiado, pero sus órganos maldecidos son los más deseados y se consumen en cada
esquina: con la puta trans el machito hetero puede meterse una polla en la boca sin correr el
riesgo de pensar que es gay. El cuerpo trans sabe más. Resiste. Es una potencia de vida. El
cuerpo trans es el Amazonas brotando inagotable a través de la selva, saltando las presas y
los embalses. El cuerpo trans es para la anatomía normativa lo que África fue para Europa:
un territorio en el que cortar y distribuir al mejor postor. Los senos y la piel para la cirugía
estética, la vagina para la cirugía estatal, el pene para la psiquiatría o para las anamorfosis
de Lacan. (Preciado, 2020, p.29-30)
Metodología
Análisis de Contenido
Para poder explicar el fenómeno de la abyección de las identidades trans se hará uso de obras
de ficción audiovisual. La elección de mencionados productos artísticos se dio a partir de
criterios generacionales, género cinematográfico y relevancia. Se hace uso de películas desde
la década de los 60´s, hasta el periodo actual, con la finalidad de situar las narrativas sostenidas
al momento de abordar lo trans. El objetivo de acotar este periodo es crucial en tanto es un
periodo importante para las reivindicaciones políticas de las identidades sexogenéricas
disidentes. De igual manera los criterios de género y relevancia dan cuenta de las formas
reiterativas de narrar estos personajes, así como el alcance que tienen estos productos
cinematográficos elaborados para el consumo de masas.
Figura 13: Descripción informativa de las obras de ficción audiovisual
Psicosis (1960)
1. En la hora, minuto cuarenta y uno (1:41:00), se devela que el asesino es Norman vestido
como su madre. Imagen de Norman usando una peluca y vestido mientras se aproxima
acuchillar a lila Crane
2.
3. A la hora minuto cuarenta y cinco (1:45:00), se muestra el psiquiatra Dr. Fred diciendo
que Norman Bates no existe, solo existe a medias, la otra mitad se adueñó de él, puesto
tiene un trastorno de personalidad a partir del trauma de matar a su madre, en el cual se
sentía Norma y comenzaba actuar como ella.
4. A la hora cuarenta y un minutos (1:41:00) Se devela que Norman se viste como su
madre para asesinar. Esta imagen, se utiliza como un recurso para generar terror a partir
de la repentina música de fondo e imagen del asesino travesti. (Jumpscare)
5.
1. Hora veintisiete (1:27:04) Develan que Bobby es Dr. Elliot, tras el disparo y caer la
peluca.
2. Hora veintisiete minutos (1:27:04) tras el descubrimiento de que Bobby es Dr. Elliot,
Liz preguntar " Que le pasa a ese tipo" El Dr. Levy contesta: " es un transexual, solo
que su lado masculino no le dejo ser (haciendo referencia a la cirugía genital), eran
sexos opuestos habitando un mismo cuerpo, mataba porque salía su lado masculino
(haciendo referencia a su deseo por las mujeres). Minutos más tarde (1:30:00) Liz hace
una explicación mencionando " Hay hombres y mujeres que piensan que nacieron en el
cuerpo equivocado, son transexuales, todo lo que quieren es cambiar de sexo. El
argumento del personaje se sostiene en que es un sujeto transexual que mata cada vez
que siente que su lado masculino (Dr. Elliot) tiene deseo por una mujer, que los
episodios criminales empiezan tras la prohibición de la cirugía genital.
3. Hora treinta y tres minutos (1:33:40) Se muestra la Imagen de Bobby en el manicomio,
dando cuenta de que lo transexual es una enfermedad mental, o lo transexual acarrea
inestabilidades psíquicas. La imagen del manicomio está acompañada de música
suspenso en la que se muestra como Bobby mata a una de las enfermeras.
4. Hora veintisiete minutos 1:27:04 El doctor Levy explica que doctor Elliot "es un
transexual, solo que su lado masculino no le dejó serlo, pues no le permitió realizarse
la cirugía genital, eran sexos opuestos habitando un mismo cuerpo, Bobby mataba
porque salía su lado masculino (Dr. Elliot) cada vez que sentía deseo por una mujer"
1. Hora treinta y cinco minutos (1:35:47), se muestra la imagen de Buffalo Bill desnudo
sin pene mientras usa un disfraz hecho de las pieles y cabellos de las mujeres que
asesinó. Puesta en escena de la feminidad de Ted Levine usando maquillaje cabello
largo y sin un pene aparente.
2.
3. A los cincuenta y cinco minutos (55:00) Se pone en escena diálogo entre Hannibal
Lecter y Clarice Starling, Lecter enfatiza sobre la transformación de polilla a mariposa
para hacer referencia al caso de Buffallo Bill, Diciendo: "Nuestro Billy también quiere
cambiar" aludiendo a las motivaciones transexuales del asesino. Mediante avanza el
dialogo (56:50) Hannibal Refiere: "Billy no es un verdadero Transexual pero intenta
serlo" Menciona como Billy fue rechazado de ser transexual haciendo referencia que
no lo dejaron hacerse un cambio de sexo, 57:30 Billy se volvió transexual tras años
de abuso constante, odia su propia identidad, por eso cree ser transexual, pero su
enfermedad y es mil veces más salvaje dice Lecter. La trama de la película gira en
torno a como Bill se hace un asesino tras su deseo transexual por el abuso de su infancia.
4. A la hora veinticinco minutos (1:25:49) Se pone en escena la Imagen de Buffalo Bill
cociendo las pieles para un traje, mientras suena música de suspenso de fondo, minutos
más tarde (1:34:00) se muestra la escena de Buffalo Bill maquillándose escuchando
música mientras tiene una mujer secuestrada, finalmente se presenta la Imagen de
Buffalo Bill desnudo escondiendo su pene entre las piernas mientras usa un disfraz
hecho de las pieles y cabellos de las mujeres que asesinó
5. Una hora treinta y cinco minutos (1:35:20) Mientras Buffalo Bill se maquilla y tiene a
una persona secuestrada dice en el espejo: ¨Quieres follarme¨ Yo me follaría¨ "Me
follaría a lo bestia¨ minutos más tarde se presenta la Imagen de Buffallo Bill desnudo
escondiendo su pene entre las piernas mientras usa un disfraz hecho de las pieles y
cabellos de las mujeres que asesinó.
1. A la hora cuatro minutos (1:04:00) se muestra una Imagen del cuerpo desnudo de Dil,
Se ubica en primer plano su pene, se devela que no era una mujer cisgénero.
2. A la hora cuatro minutos (1:04:00) aparece la Imagen del cuerpo desnudo de Dil, Se
ubica en primer plano su pene, a continuación, Fergus la Golpea y se aparta
3. A la hora minuto cuatro (1:04:20) Fergus tras enterarse que Dil es trans, la golpea y la
aparta, minutos más tarde (1:12:30) ¨Debiste seguir siendo chica ̈ contesta Fergus
haciendo referencia a que Dil por ser trans no es una chica real. Finalmente (1:25:59)
Fergus convence a Dil de cortar su cabello para hacerla pasar por un hombre
4.
5. Hora cuatro minutos (1:04:30) Fergus ve a Din desnuda, y tras enterarse que es trans
acontece una larga escena de Fergus vomitando
1. Hora cinco minutos (1:05:45) El detective Ace descubre el misterio del secuestro
comprendiendo que Lois es una mujer transexual, a lo cual su reacción es: vomitar,
cepillarse los dientes, utilizar químicos de limpieza de hogar para desinfectar la
suciedad que sentía tras haber estado con ella, diciendo: “Einhorn es un hombre”
2. Hora dieciocho minutos (1:18:00) El Detective Ace dice: Dudo mucho que haya
logrado deshacerse del viejo señor salchicha, procediendo a romper la falda de Lois
para verificar su genitalidad
3.
4. Hora catorce minutos (1:14:00) Ace revela que Louis era un futbolista profesional que
había escapado de un manicomio para vengarse por no haber ganado un partido de
fútbol, haciéndose pasar por una mujer policía para que de esta forma nadie le pudiera
descubrir.
5. Hora dieciocho minutos (1:18:00) Detective Ace refiere: Dudo mucho que haya
logrado deshacerse del viejo señor salchicha (Rompiendo su falda para verificar su
entrepierna) minutos posteriores comenta el Detective: Damas y caballeros, pero si
estoy equivocado si el teniente es verdaderamente una mujer, como ella dice serlo,
entonces ella está sufriendo de los hemorroides más severos que he visto (señala el
bulto que se marca en su ropa interior) a lo cual toda la audiencia empieza a vomitar de
manera colectiva
1. Minuto nueve (9:45) El doctor dice "hay que hacerle una revisión" por lo cual tiene que
quitarle la ropa, a lo que revisan sus genitales se genera un ambiente de confusión
diciendo que "falta añadir información" y le comienzan a llamarla SEÑOR develando
que la paciente es transexual.
2. Minuto nueve (9:45) Le hacen quitar la ropa a la señora Carlton, el doctor al ver sus
genitales hace una cara de confusión mencionando que falta añadir información y le
comienzan a llamar señor.
3. Minuto dieciséis (16:27) Ahora, paso 3 horas maquillándome antes de salir a la calle,
poniéndome cera y máscaras, y aun así nadie lo nota lo único que veo en sus ojos es
asco, tal vez sí, tal vez soy asqueroso
4.
5. Minuto diez (10:10) Tras develar la genitalidad de la paciente, el médico se muestra
incómodo ante su presencia, segundo más tarde se retira un doctor y deja al otro solo
con la paciente y el doctor pregunta si él se quedara solo con ella, denotando
incomodidad.
1. Minuto cincuenta y cuatro (54:07) Kimmy narra cómo tenían sexo y menciona que
trataba de no eyacular muy pronto (a lo que se devela que Kimmy es Trans
desnudándose mostrando su cuerpo desnudo, enfocando su pene en primer plano)
2. Minuto cincuenta y cuatro (54:07) Kimmy narra como tenían sexo y menciona que
trataba de no eyacular muy pronto (a lo que devela que Kimmy es Trans desnudándose
mostrando su cuerpo desnudo, enfocando su pene en primer plano) utilizando este
dialogo como recurso cómico y reiterándolo en los créditos al mostrar fotografías de
Kimmy y Stuard teniendo sexo, así como fotografías de Kimmy desnuda.
3.
4.
5. Minuto cincuenta y cuatro (54:30) Stuard Vomita tras Kimmy decir que se vino dentro
de él, Phil hace arcadas en todo el diálogo que Kimmy narra cómo tuvo relaciones con
Stuart y pasan demás mujeres trans desnudas en la sala
1. Hora, minuto cinco (1:05:00) se devela que la mujer de vestido era un enfermo mental
que se vestía y maquillaba como su madre para matar personas
2.
3. Hora, minuto cinco (1:05:00) Se evidencia como Parker se volvió un asesino a partir
de una madre que obligaba a su hijo a ser femenino, Carl menciona que Parker usaba
vestido para cometer homicidios, ese era su disfraz, a manera de recuperar su niñez
4. Hora, minuto cuatro (1:04:60) Se devela que la mujer de vestido era un enfermo mental
que se llamaba Parker tras la visión de Carl: escena en primer plano de Parker
maquillándose y poniéndose un vestido mientras tiene a una mujer amordazada a la que
va a asesinar al terminar de arreglarse
5.
1. Minuto veinticuatro (24:16) Dennisse dice ¨es mi glándula prostática¨ (se crea un
ambiente de tensión y confusión) Denisse dice ¨soy una mujer Transgénero (lloran tras
la develación).
2. Minuto veinticuatro (24:08) el doctor muestra una cara de confusión tras ver algo
anómalo en la pantalla del eco, segundo más tarde (24:16) Dennisse dice ¨es mi
glándula prostática¨
3. Minuto treinta tres (33:09) Dennisse dice “He pasado casi toda mi vida en guerra con
mi género y la única parte que no me extirpe me va a matar” haciendo referencia a su
próstata. Le dan el diagnóstico de cáncer de próstata
Análisis de resultados
A partir de este análisis fue posible ubicar como lo trans adquiere diferentes
connotaciones según el género cinematográfico, siendo este un recurso de misterio, comedia,
terror y drama. Ejemplo de ello son los productos audiovisuales de comedia, Que paso ayer
parte dos (2011) y Ace Ventura: Un detective diferente (1994), que denotan una repetición en
torno al vómito o representaciones del asco luego de develar el cuerpo o identidad trans. De
igual manera otro componente muy presente en este género es la fascinación por la genitalidad
Trans, puesto que constantemente se utiliza dicho recurso para dar cuenta de una exotización
del cuerpo transexual, haciendo un énfasis en la narrativa de que una mujer con pene es un
chiste, hay que burlarse, y produce asco. Es posible ubicar de qué manera lo abyecto funciona
como un límite y establece fronteras de lo que es posible hacer con un cuerpo en las narrativas
de horror relacionadas con el travestismo, explorando la interacción entre lo repulsivo y lo
desconocido en estas representaciones.
Se observa una dinámica similar en películas de misterio/Terror como: Psicosis (1960),
Vestida para Matar (1980), El silencio de los Inocentes (1991) y La noche del demonio:
capítulo 2 (2013). Estos productos audiovisuales utilizan lo trans a manera de reproducir y
reforzar la concepción de las corporalidades travestis como careta de criminalidad, o lo trans
como efecto del maltrato psicológico o enfermedad mental, haciendo referencia a una muerte
simbólica que define su rol enfermo, asesino o monstruoso.
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