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Lo Trans: Los cuerpos disfóricos de occidente entre lo

clínico y lo político
Wanderly Simonette

VI
INDICE

RESUMEN.................................................................................................................... X

ABSTRACT .................................................................................................................XI

Capítulo I: ..................................................................................................................... 5

Discurso Cisheteronormativo ...................................................................................... 5

¿Libertad sexual? ....................................................................................................... 5

Lo Hetero como dispositivo de control ...................................................................... 7

Periferias del placer .................................................................................................. 10

Lo forcluido de la matriz .......................................................................................... 13

Capítulo II: ................................................................................................................. 16

Lo Trans como una Epistemología del Cuerpo ....................................................... 16

Un Recorrido por la locura e ilegalidad travesti ...................................................... 17

La Locura Transexual .......................................................................................... 17

Pistolas y tacones. ................................................................................................ 19

El barrido Marica de los 90`s y 00`s. ................................................................... 36

Contexto Ecuatoriano ........................................................................................ 37

El Cuerpo como Dispositivo Político ....................................................................... 46

Un cuerpo no natural ............................................................................................ 46

Un cuerpo que se Trasviste ............................................................................... 48


Capítulo III: ................................................................................................................ 52

La Patologización de lo Trans ................................................................................... 52

Dispositivos de Verdad ............................................................................................ 52

La Puta como Foco Infeccioso. ............................................................................ 54

Operaciones Estético-Políticas ............................................................................. 56

Los Cuerpos Disfóricos de Occidente ...................................................................... 59

Genocidio Transexual .......................................................................................... 63

¿La diferencia de los sexos no existe en el inconsciente? .................................... 66

Capítulo IV: ................................................................................................................ 73

Metodología ................................................................................................................ 73

Capítulo V:.................................................................................................................. 75

Presentación y Análisis de Resultados ..................................................................... 75

Análisis de Contenido .................................................................................................. 75

Análisis de resultados......................................................................................... 82

CONCLUSIONES ...................................................................................................... 84

REFERENCIAS ........................................................................................................... 87
INDICE DE FIGURAS
Figura 1 Ex soldado americano se vuelve una rubia hermosa .................................... 22
Figura 2 Cafetería Compton´s ubicada en Turk and Taylor, 1960s. ............................ 24
Figura 3: El Stonewall Inn el 2 de julio de 1969 ......................................................... 28
Figura 4: Disertación de Sylvia Rivera en el orgullo del de 1973 en Nueva York ...... 31
Figura 5: Publicación del New York Times del 3 de julio de 1981 ............................. 35
Figura 6: Proceso activismo trans y sus implicaciones con la clínica de la época. .... 37
Figura 7: “Capturados 25 homosexuales en Guayaquil” ............................................. 39
Figura 8: “Homosexuales fueron detenidos” ............................................................... 40
Figura 9: “Clausuran Antro de Homosexuales ” .......................................................... 43
Figura 10: “Los homosexuales no llegaron a la plaza Grande ” .................................. 44
Figura 11: Genealogía de la producción occidental travesti y transexual .................. 63
Figura 12: Cuadro de Variables ................................................................................... 76
Figura 13: Descripción informativa de las obras de ficción audiovisual ..................... 77
RESUMEN

Este trabajo investigativo aborda las diversas repercusiones clínicas y políticas del
discurso cisheteronormativo en la patologización de lo trans, evidenciando cómo las narrativas
de segregación se construyen de manera capilar, discursiva y difuminada en los imaginarios
sociales. A través de esta investigación, se pone de manifiesto la interacción entre una variedad
de tecnologías médicas, psicológicas, psiquiátricas, artísticas y académicas que colectivamente
conforman un paradigma que retrata al cuerpo trans como enfermo, sujeto de tratamientos y
relegado a lo abyecto en el tejido social. En última instancia, este trabajo no solo busca
comprender el impacto clínico y político del discurso cisheteronormativo, sino se presenta
como un intento de generar cuestionamientos en torno a las normas ahistorizadas de
domesticación, un llamado a la reflexión y al diálogo para abrazar la diversidad y promover
una mayor producción académica desde contextos latinoamericanas sobre las identidades sexo
genéricas disidentes a la epistemología de la diferencia sexual.

Palabras Clave: TRANS, GÉNERO, SEXUALIDAD, PODER, CUERPO,


IDENTIDAD, PATOLOGIZACIÓN.
ABSTRACT

This investigative work addresses the clinical and political repercussions of cis-
heteronormative discourse in the pathologization of the trans experience, showcasing how
narratives of segregation are constructed in a capillary manner in social imaginaries. Through
this research, the interaction between various medical, academic, and artistic technologies is
brought to light, collectively forming a paradigm that portrays the trans body as diseased,
subject to treatments, and relegated to the abject. Ultimately, this work not only seeks to
understand the clinical and political impact of cisheteronormative discourse, but is presented
as an attempt to raise questions about ahistoricized norms of domestication, a call for reflection
and dialogue to embrace diversity. and Promote a greater academic production from Latin
American contexts on dissident gender identities to the epistemology of sexual difference.

Keywords: TRANS, GENDER, SEXUALITY, POWER, BODY, IDENTITY,


PATHOLOGIZING.
INTRODUCCIÓN
La Organización Mundial de la Salud (OMS) identifica la falta de investigación y
comprensión de la salud TLGBIQ+ como un efecto del prejuicio e ignorancia que existe por
parte de la sociedad, evidencia un ocultamiento de la situación sanitaria que retrasa las acciones
que se pueden implementar para combatir la violencia que perpetúan esas identidades
(Organización Panamericana de Salud, n.d.). Un ejemplo de ello son los criterios diagnósticos
planteados por especialistas de la Asociación de Psiquiatría Americana, la cual consta de mucha
relevancia en el ámbito académico y clínico. Estos criterios históricamente han estado pensados
para la patologización y terapeutización de poblaciones no cisgénero. Estas categorizaciones
biologicistas postulan una esencia de la sexualidad, ubicándola en lineamientos de
normalidad/anormalidad, saludable/enferma buena/mala.
Asimismo, estas categorías se inscriben como requisito para acceder a demás servicios
de salud como lo es la terapia de reemplazo hormonal, o ciertas cirugías quirúrgicas. En
consecuencia, esta investigación tiene la finalidad de ubicar esta problemática que no solo
enfermiza, sino que confina a les sujetes trans para ocupar ciertos lugares sociopolíticos desde
las lógicas de abyección.
Los estudios en relación con poblaciones trans dan cuenta como: las identidades,
prácticas culturales y movimientos sociopolíticos, interpelan una identidad cisgénero
heterosexual como norma hegemónica y cómo estas tienen efectos a nivel subjetivo, cultural y
sociopolítico. Por esta razón, el analizar las nociones que existen de lo trans, puede aperturar
un mayor entendimiento en torno a la sexualidad, las experiencias que tiene esta población y
particularmente, los abordajes que reciben las identidades sexo genéricas no normativas en los
servicios de salud estatal en países como Ecuador. De igual forma este trabajo investigativo
aborda esta problemática de manera multidisciplinaria a partir de una revisión bibliográfica
desde la psicología, sociología, filosofía y demás disciplinas del campo humanista. Por ello es
necesario una lectura no únicamente eurocéntrica sino contextual del fenómeno en territorios
latinoamericanos, dando cuenta de las particularidades andinas en el que se dan estas lógicas
de dominación/patologización y del discurso de poder que la sostiene.
En los últimos años ha existido un mayor cuestionamiento sobre las producciones
academicistas y sus implicaciones terapéuticas. No obstante, en la actualidad muchos países
evidencian una mayor dilatación en torno al tema, un ejemplo de ello son las mal denominadas
terapias de conversión. Intervenciones clandestinas de una naturaleza amplia que están
sostenidas bajo la premisa de que las diversidades sexo genéricas son enfermas y deben ser
curadas o alineadas a la cis-heteronorma. Dependiendo del contexto en el que se den estas

1
intervenciones, los espacios donde se práctica y el método varían, sin embargo, en todas estas
prácticas hay una constante influencia de dolor, sufrimiento y daño psicológico.
Por estas razones la necesidad de una investigación en torno a los abordajes de servicios
de salud mental, legitimación de saberes, y reproducción de prácticas culturales binarias es de
suma importancia, ya que, nace de una problemática histórica. Los abordajes psicoterapéuticos
a poblaciones sexo genéricas diversas a lo largo de la historia se han ubicado del lado de la
patologización. El entender las repercusiones subjetivas, sociales y políticas de la
patologización puede posibilitar un mayor entendimiento de este fenómeno.
En definitiva, este trabajo investigativo advierte una necesidad histórica que ha existido
a nivel global, pero que en el contexto ecuatoriano no ha sido lo suficientemente abordada. Es
imprescindible que desde las ciencias humanistas y con mayor especificidad desde el área de
psicología, se tomen en cuenta las identidades trans, puesto que la falta de acción, o el
desconocimiento por parte de los profesionales, durante mucho tiempo ha legitimado la
proliferación de estas prácticas que reflejan violencia y marcas en los cuerpos que la perciben.
De la misma manera esta investigación es un intento de brindar herramientas teóricas tanto a
profesionales del campo humanista como sujetes que se vean interpelades por estas
problemáticas, pero también es una invitación y un evidenciar de lo necesario que es aperturar
futuras investigaciones en torno a las identidades sexo genéricas diversas, desde contextos
particulares como la ciudad de Guayaquil y aún más desde la academia.
La articulación de saberes en torno a identidades que se encuentran por fuera de
narrativas dominantes a nivel cultural incide directamente en las diferentes dimensiones bio-
psico-sociales del sujeto, dando cuenta de un dominio número cinco, Educación,
comunicación, arte y subjetividad (Universidad Católica Santiago de Guayaquil, 2022).
Asimismo, de acuerdo al “ Plan de Creación de Oportunidades” vigente desde el 2021 al 2025,
el presente trabajo se encuentra ubicado en un Eje Social, que se focaliza a las acciones
afirmativas para promover la inclusión social y garantizar el derecho de salud integral, gratuita
y de calidad en poblaciones que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad, por esta razón
se tomó como objetivos principales el cinco, que consta de promover a las familias, garantizar
sus derechos y servicios, erradicar la pobreza y promover la inclusión social y el seis en razón
de la garantía de derechos de salud integral, gratuita y de calidad.
A partir de lo antes expuesto, las preguntas de investigación son las siguientes:
¿Cuál es la incidencia del discurso cis-heteronormativo en la patologización de lo trans?
¿Qué es el discurso Cis-heteronormativo?
¿ Cuáles son las nociones existentes de lo trans y como se han construido?
¿De qué manera se articula la patologización y cuáles son los efectos de esta?
Es de esa manera que el objetivo general de la investigación es analizar las incidencias
clínico-políticas del discurso cis-heteronormativo en la patologización de lo trans, mediante
revisión bibliográfica y análisis de contenido de ficciones audiovisuales.
Los objetivos específicos son:
● Conceptualizar el discurso Cis-heteronormativo por medio de revisión bibliográfica
● Caracterizar las nociones que existen de lo trans por medio de revisión bibliográfica e
iconográfica.
● Identificar la incidencia del discurso cis-heteronormativo en la patologización de lo
trans y situar cuáles son sus efectos sociopolíticos.
La investigación se realiza a través del enfoque cualitativo, específicamente desde un
paradigma interpretativo, por medio del método descriptivo, posibilitando así́ un acercamiento
a las conceptualizaciones de lo que se lee como trans y los efectos en las diferentes dimensiones
del sujeto. Para la consolidación de esta investigación se hará uso de revisión documentada de
disciplinas diversas como el psicoanálisis, psicología, filosofía, antropología y sociología,
dando parte a los estudios de género, estudios queer, estudios trans y decoloniales, campos
disciplinarios fundamentales para este tipo de trabajos investigativos. Asimismo, se hace uso
de material iconográfico para su posterior realización de análisis de contenido como método
legítimo de recopilación y trata de información, para su posterior delimitación teórica al
fenómeno inherente de lo trans.
Las herramientas explicadas, dan acceso a la comprensión de las tres variables de la
investigación: el discurso cis-heteronormativo, lo trans como una epistemología del cuerpo y
las implicaciones clínico-políticas de la patologización.
El presente trabajo se desarrolla a partir de dos secciones: la teórica y la metodológica.
El primer capítulo se encarga de articular los discursos de poder que se encuentran implícitos
en la segregación de las identidades que se escapan del discurso cisgénero, heterosexual, para
esto, se pone en tensión nociones como el sexo, género, y sexualidad, haciendo uso conceptos
tales como; poder, cisnormatividad, heteronormatividad, y abyección.
A partir de ello, en el segundo capítulo se hace un recorrido histórico de lo trans en
torno a: ¿qué es lo Trans?, ¿Qué implica un cuerpo por fuera del régimen cisnormativo? ¿que
entendemos de lo trans?, ¿de dónde nacen las nociones que existen en el entramado social de
lo trans? y ¿cómo estas identidades son interpeladas por otras formas de segregación?, para
este desarrollo se plantean dos ejes investigativos, la representación ficcional que ha sometido
el cuerpo trans desde diferentes productos audiovisuales y el cuerpo teórico de lo trans como
un eje de análisis.
Para así́ poder desarrollar en el tercer capítulo, la incidencia de la patologización en les
sujetes trans: a partir de una historización de la patologización, dando cuenta de diferentes
disciplinas que legitiman en mayor o menor medida un discurso cis-heterocentrado, y los
efectos e implicaciones de la patologización. Una vez desarrollado esto, finalmente se muestra
en el último capítulo la planeación metodológica a partir de una revisión bibliográfica y análisis
de contenido.
Capítulo I:

Discurso Cisheteronormativo

¿Libertad sexual?

La aproximación al sexo como objeto de análisis da cuenta de una historicidad de


prácticas que han sido institucionalizadas, pensar el sexo por fuera de vertientes biologicistas
es una primera instancia de reflexión en torno al cuerpo, y sus dimensiones sociopolíticas.
Las nociones que se tienen en torno al género y el sexo en muchas ocasiones apuntan a
una figura de oposición cultura/biología, haciendo referencia al género como todas las
connotaciones jerárquicas y sociales que se desarrollan a partir de la diferencia sexuada, y el
sexo como características físicas, biológicas, cromosomáticas, gonadales, hormonales y
anatómicas que se determinan de manera protocolaria en un binario hombre/mujer.1
Teniendo en cuenta esto, se podría afirmar que el sexo se encuentra en relación al cuerpo
biológico y el género se encuentra de lado de lo identitario, enmarcándose en la oposición de
lo construido y lo natural, sin embargo, para poder comprender estos dos conceptos es necesario
dar cuenta del devenir histórico del concepto sexo, ya que, comprender los mecanismos
históricos que se juegan en concepciones eternizadas es dar cuenta de un trabajo de
organizaciones en el discurso que incumbe instituciones que se encuentran interrelacionadas
(Escuela, Familia, Estado e iglesia).
La categoría sexo lejos de señalar lo biológico, lo dado, lo natural o lo inmutable, apunta
a una interpretación contingente determinada por el imaginario social de la época. Según
Laqueur (1990) en su texto la construcción del sexo sostiene que ¨durante buena parte del siglo
XVII, ser hombre o mujer era ostentar un rango social, asumir un rol cultural y no pertenecer
orgánicamente a uno u otro de los dos sexos¨ (p. 246). A partir de esto se puede evidenciar
como la noción de sexo no solo ha sido características corporales sino ha sido una forma de
leer y de accionar en los cuerpos de determinada manera. De la misma forma estas nociones de
sexo no nacen desde el concepto de lo biomédico, sino se han enmarcado desde la cultura,
entendiendo que la conceptualización que se tiene hoy en día emerge a finales del siglo XVIII

1
La articulación teórica del ¨genero¨ se dio en diversos tiempos dependiendo de la disciplina. Simone de
Beauvoir (1949) en su texto "el segundo sexo" habla sobre la inexistencia de un esencialismo biológico de la
mujer, y sus implicaciones culturales desarrollando posteriormente el concepto de "género". Por otro lado el
discurso medico a partir del sexólogo John Money acuñó el término género en la medicina a partir del estudio y
experimentación el cuerpo intersexual de la época
y comienzos del XIX, a partir del surgimiento de las ciencias biologicistas y el desarraigo de
la autoridad religiosa.
Las concepciones de varón y mujer como únicos modelos organizativos, y las
conceptualizaciones sexo y género como oposiciones, son ficciones, puesto que el dualismo
natura/cultura es un reduccionismo que funciona para no abrir la discusión, ni la historización
en torno al binarismo sexuado, funcionando no solo como reproductor de saberes, sino, también
como dador de imaginarios sociales en torno a lo que es normal y enfermo. El aperturar la
discusión sobre el binomio sexo y genero permite elucidar las dos caras de la misma moneda,
puesto que no hay cuerpo previo a la significación, siendo el sexo un constructo también desde
los imaginarios sociales, y un producto de un sistema que legitima una jerarquización de los
cuerpos, de igual forma apertura más interrogantes respecto a la discusión; ¿qué sentido tiene
la diferenciación sexo y genero por fuera de espacios medicalizados?, ¿Cómo nuestros modos
de aprender los cuerpos proporcionan condiciones favorables para la segregación?, ¿Quiénes o
qué se constituye como sujeto de enunciación? y ¿quién, por otro parte, se ubica en el lado del
objeto del enunciado? (García Granero, 2017, p. 260).
Para comprender los efectos de esta articulación binaria, es importante concebirla como
algo que traspasa una lógica de la conciencia, dando parte a los esquemas de percepción y
acción como hábitos, que producen y reproducen formas de asumir un cuerpo. El entender el
sexo como el efecto de un mundo físico simbólicamente estructurado, denota una materialidad
del cuerpo, las dinámicas de poder que lo atraviesan y la significación de estos elementos que
se materializan. Butler (2002) señala que ¨las normas reguladoras del "sexo" obran de una
manera performativa para constituir la materialidad de los cuerpos y, más específicamente, para
materializar el sexo del cuerpo, para materializar la diferencia sexual en áreas de consolidar el
imperativo heterosexual¨ (p.18). En otras palabras, entender el sexo como un discurso que se
materializa en el cuerpo, es comprender los límites que se gestan en dicha materialización, una
frontera de la matriz heterosexual, que delimita que es normal y que es enfermo, que es natural
y que no lo es. De igual forma el asumir o identificarse a un sexo, es un acto regulado por la
matriz binaria heterosexual, en tanto no existen una libertad de acción, puesto que las
posibilidades de apropiación parten de una pauta reguladora de los cuerpos, y estas son
mantenidas y reproducidas mientras sean ahistorizadas, naturalizadas y por ende eternizada en
la práctica discursiva del sexo.
Teniendo en cuenta estas etiquetas binarias las implicaciones que otorgan a los cuerpos,
es posible comprender que no solo se delimitan características biomédicas, roles, expectativas
y fantasías sociales a quienes portan estos emblemas naturalizados desde la binariedad, sino,
que también las personas que no cumplen con estos imperativos se ven envueltas en un sin
número de violencias que legitiman estos discursos, por ello la conceptualización del género
va más allá de una funcionalidad descriptiva de los mecanismos culturales, puesto que la misma
funciona como eje de análisis (García Granero, 2017, p. 262).
Es posible evidenciar que lenguaje y cuerpo son elementos que se encuentran
relacionados intrínsecamente, puesto que el cuerpo es una acumulación hereditaria, una porción
de materia que porta límites, fronteras contornos y superficies, enmarcadas en un entorno que
se encuentra atravesado por el lenguaje y por ende un discurso. Esta concepción de materialidad
en relación con el sexo da parte de un elemento que es válido y que ocupa un espacio, una masa
que es tangible y visible. La noción de un cuerpo material da razón a una desnaturalización de
un ideal regulador y productor, de una autopoiesis de lo cisheterosexual.
Recalcar que este hecho no solo se regula al momento de concebir un cuerpo, sino es
un acto reiterativo y performativo que se sostiene a lo largo de la historia de los sujetos a partir
de enunciaciones , acciones y ceremonias que producen efectos materiales, en otras palabras a
partir de esta reiteración de la norma es posible dar cuenta de una asunción a la ley simbólica
como sostiene Butler (2002) "una especie de "cita" de la ley y así ofrece la oportunidad de
vincular la cuestión de la materialización del "sexo" con la reconcepción de la performatividad
como una apelación a la cita" (P.36).
La cita como una forma de concebir la identificación a eso que se encuentra
materializado en el discurso es una forma de entender la reproducción de saberes e identidades
de una matriz muy particular, la matriz cisheterosexual.

Lo Hetero como dispositivo de control

“La tecnología social heteronormativa (ese conjunto de instituciones tanto lingüísticas


como médicas o domésticas que producen constantemente cuerpos-hombre y cuerpos mujer)
puede caracterizarse como una máquina de producción ontológica que funciona mediante la
performativa del sujeto como cuerpo sexuado” (Preciado, 2016, p.14).
La existencia del sujeto por fuera de las concepciones binarias dadas es un desafío,
puesto que así como el cuerpo es una materialidad, el deseo también es producido, en tanto la
categoría sexual es un ideal regulatorio de los cuerpos, que no únicamente normativiza lo
identitario sino también el deseo, ya que, al producir y reproducir desde la binariedad, se
encuentra atravesada por relaciones asimétricas de poder, existiendo un sexo ubicado
históricamente en un lugar de universalidad, y el otro sexo, ubicado como justamente eso, lo
otro del universal, siendo aquí cuando es posible introducir la cuestión de lo hetero como
producto de un régimen político ahistorizado, naturalizado y no cuestionado. La producción de
los cuerpos sería implícitamente la producción del deseo, ya que existirían cuerpos que (no)
pueden gestar y que da como resultados asimetrías de poder y dominación.
La rejilla de inteligibilidad cultural a través de la cual se naturalizan cuerpos, géneros y
deseos [...]. [La matriz heterosexual describe] un modelo discursivo/epistémico hegemónico
de inteligibilidad de género, el cual da por sentado que para que los cuerpos sean coherentes
y tengan sentido, debe haber un sexo estable expresado mediante un género estable
[masculino expresa hombre, femenino expresa mujer) que se define históricamente y por
oposición mediante la práctica obligatoria de la heterosexualidad. (Butler, 2007, p. 292)
Las implicaciones que existen entre saber y poder dan cuenta de cómo se configuran
estos mecanismos de acciones para poder sostener el discurso. Foucault propone una
genealogía del poder dando cuenta la relación que existe entre Dios, Rey y Estado, sitúa que
el arte de gobernar ha sido posicionarse en la cúspide de una sociedad que dice que es posible
hacer y que no lo es, ubicando que no es la única forma de poder que existe, sino que es posible
verlo como una red que no desciende de un lugar particular, sino que es encarnado en diversas
relaciones de fuerzas que atraviesan, configuran e instrumentalizan nuestras formas de entender
las relaciones y vínculos con el otro, nuestra sexualidad, la educación.
Este entramado posibilita que exista un grupo capaz de posicionarse sobre otro, sin
embargo esto no quiere decir que la noción de poder está en relación a un capital que es posible
adquirir, sino va mucho más allá, debido a que el poder y la resistencia atraviesa a cada sujeto
a partir de un método de control diferente al del soberano, (el gobernante genera un castigo por
incumplir la ley) en el cual existe un poder disciplinario que no tiene que ser ejercido ni
manifestado continuamente por otro, sino que se instaura desde instituciones encargadas de
moldear al individuo de tal manera que exista un mecanismo de control que hace que los
propios sujetos constantemente modifiquen su comportamiento con el fin de no ser
sancionados.
Este disciplinamiento del cuerpo no es algo tan manifiesto como las formas del ejercicio
de poder en otras épocas, sino es un poder que se encuentra dosificado, velado y difuminado
dentro de las dinámicas de poder, de las relaciones sociales, existiendo mecanismos de
vigilancia que se ubican en una dimensión exterior al sujeto pero al mismo tiempo interior,
puesto que esta vigilancia no solo se presenta con la mirada de otro, sino el propio sujeto puede
posicionarse en ambos lugares de esta dinámica Verdugo/subordinado.
De esta forma la cuestión de la heteronormatividad no solo lleva a la idea de concebir
lo heterosexual como lo canónico, correcto o normal, sino es dar cuenta de cómo existe una
matriz de todo vinculo institucional con el otro, que disciplina los cuerpos y reitera
constantemente esa ley a partir de una vigilancia instaurada en el propio sujeto de lo correcto
e incorrecto. Es dar indicio de una red de relaciones de fuerza que no es posible encarnar en un
solo dispositivo del poder sino en un entramado de tecnologías que atraviesan al sujeto
formando cuerpos, como sedimentos de prácticas habituadas a lo cisgénero y heterosexual,
implicando seres abyectos, seres forcluidos de dicha matriz; es deshumanizar a partir de la no
garantía de privilegios que proporciona la matriz a los cuerpos y a su vez el otorgamiento de
castigos.
Las formas capilares del poder, es una forma velada del ejercicio de fuerza sobre los
cuerpos, responde a la producción recíproca entre saber y poder, que se articula a partir de
técnicas minuciosas institucionalizadas.
Foucault (2014) introduce el concepto de instituciones disciplinarias como ¨una
maquinaria de control que ha funcionado como un microscopio de la conducta; las divisiones
tenues y analíticas que realizaron han llegado a formar, en torno de los hombres, un aparato de
observación, de registro y de encauzamiento de la conducta¨ (p. 214).
Esta concepción de institución disciplinaria da cuenta de cómo se constituye de manera
autopoiética la economía heteronormativa, un ejemplo de ello es el Hospital, siendo ese lugar
que inaugura la concepción de los sujetos y los organiza en función de un sistema jerarquizado
que toma como eje referencial la genitalidad para su posterior generización de los cuerpos, de
esa forma inaugurar las prácticas, relaciones y nociones en relación al cuerpo, siendo una
economía simbólica que se instaura en la cría humana a partir de actos performativos del habla.
Otra institución disciplinaria es la escuela, una maquinaria de socialización para las
infancias y adolescencias, un espacio clave para el disciplinamiento y militarización de una
sexualidad normativa, un mecanismo del poder que tiene lugar en una institución que enseña,
norma, disciplina y construye estudiantes a partir de sesgos heterocentrados mediante diversos
métodos pedagógicos.
La escolaridad es el periodo preciso para reiterar las diferencias de los roles de género,
a partir de una construcción simbólica de lo viril como prácticas ritualizadas que dan cuenta de
una (des)feminización para introducir a los varoncitos al mundo simbólico del conquistador,
generando un rechazo a su vez a lo femenino bajo una lógica heteronormativa donde se
constituye el desprecio por lo propio femenino, reconocido y legitimado por sus otros pares
masculinos. A su vez esto da indicio de las estructuras de dominación en las que se justifica la
violencia a partir de la premisa de provocación, las cuales el victimario fue provocado e incapaz
de controlar sus actos. De igual forma lo femenino es construido a partir de brindar cuidado a
un otro, maneras particulares de desear y relacionarse e inclusive posicionarse en el espacio
público, construyendo y naturalizando estándares históricamente asignados a la mujer como lo
contrario al hombre: fuerte, activo, dominante, proveedor, incapaz de mostrar sentimientos,
impenetrable.
La sexualidad de los cuerpos feminizados supone tres aristas, por un lado, el cuerpo
femenino como un lugar productor de placer y consumo para el varón; por el otro como un
campo de siembra, un cuerpo capaz de reproducir la especie; y por último una imposibilidad
de producción y emancipación de los cuerpos masculinizados.
De esta forma estas corporalidades feminizadas bajo una economía simbólica instituyen
las prácticas de dominio de una forma naturalizada, producto de una asimilación, por ello que
mientras el hombre domina el espacio público, y se posiciona en diferentes lugares de poder,
el espacio privado y doméstico históricamente sigue siendo adjudicado para las mujeres, a lo
cual existe un universo de producción simbólica al posicionarse en dichos espacios, dando
cuenta de cómo desde las infancias han sido institucionalizadas para ocupar esos lugares
segmentados desde lo binario, las niñas como una prolongación de las funciones domésticas, y
por otro lado los niños dotados de actividades de fuerza.

Periferias del placer

La infancia y adolescencia son periodos inaugurales donde se instauran concepciones


con relación al cuerpo y el placer sexual desde lógicas mayormente binarias, por ello entender
las dinámicas de placer por fuera de una economía heterocentrada, es comprender las fronteras
del binario sexual como una tecnología que domina al cuerpo, que define qué zonas propinan
placer y de qué forma se hace uso del cuerpo.
La heteronormatividad como un aparato social de producción, opera a través de la
primacía de órganos, generando altas densidades sensitivas en unos y otros para naturalizar lo
anatómico, al gestar y producir roles y prácticas sexuales. Entender los significantes entorno a
la genitalidad como una arquitectura semántica y política del cuerpo, más no una fuente natural
y primaria de placer, es la forma en que se concibe la significación del órgano a merced de
prácticas naturalizadas en lo heterosexual, de la misma manera la exclusión de ciertas partes
del cuerpo como zonas sexuales, o zonas de una sexualidad normal.
Pensar un órgano como fronterizo de una sexualidad normativa, lleva a reflexionar en
torno a como las prácticas anales han sido relacionadas a lo no-heterosexual, y como dicho
órgano a pesar de que funciona como un universal centro erógeno, productor de excitación y
placer no figura como un punto orgásmico. Existe un sin número de variables al considerar la
ley que opera en el ano, una red de relaciones de fuerza y poder, puesto que es un órgano que
pone en cuestión la definición y relación que existe actualmente entre sexo y genitalidad.
Ahora bien, a partir de que existe un silenciamiento de la penetración anal, no obstante
, esta omisión tiene justamente una función estratégica de limpiar el terreno hetero,
nombrándolo y asociándolo a algo sucio y desagradable a lo marica, sin embargo tampoco
existe una uniformidad en relación a los lugares que se dan en dicha práctica, el sujeto pasivo
de la práctica anal es el objeto del discurso social, en tanto es leído como horrible, perverso,
partiendo de una premisa primordial: el ser penetrado es algo indeseable, no placentero, es la
abdicación a la virilidad.
Al hablar de un régimen de poder, es partir de la idea foucaultiana de la existencia de
discursos y prácticas reiteradas constantemente a manera de cotidianidad de forma capilar, y
en diferentes tiempos para crear nociones de realidad. Existen asociaciones imaginarias
cotidianas de las prácticas anales a lo homosexual, que se repiten continuamente desde
diferentes lugares y momentos, siendo esta una forma estratégica de separar el sexo anal del
semblante heterosexual. De acuerdo con Sáez y Carrascosa (2011)
Cuando decimos habitualmente estas expresiones, que te follen, vete a tomar por el culo,
jodíopolculo... no somos conscientes de la realidad que estamos creando o de los valores
que estamos transmitiendo. Pero ahí están, es el insulto, y, para el que lo recibe, es el miedo
a caer bajo la marca, una marca que crea una identidad, ser señalado como «el que hace
eso»: le gusta que se la metan, se lo han follado, y su corolario habitual: es maricón. ( p.8).
De esta forma el lugar que se ocupa en la penetración tiene implicaciones subjetivas
discursivas en tanto es un elemento que se presenta constantemente en los cotidianos, a partir
del insulto, del chiste. Uno de estos dos lugares (pasivo o activo) se asocia a las relaciones de
poder que existe en los binomios: dominador y dominado; Fuerte y débil; amo y esclavo;
abusador y abusado; poderoso y sumiso, a razón de un esquema subyacente generizado, el
hombre y la mujer.
De igual manera las coordenadas de la masculinidad se ven puestas en cuestión, puesto
que el macho se constituye ubicándose en el primer término del binomio, y lo femenino ubicado
históricamente en el segundo. Evidenciando las formas en las que es leído ser penetrado si eres
un hombre y si eres una mujer, puesto que la penetración y la mujer son construidas
culturalmente, desde una lógica centrada en la genitalidad, en la cual la vulva supone el lugar
de la penetrabilidad, siendo una marca del discurso heteronormativo que conlleva la
fecundación, procreación docilidad y maternidad. En contraste, lo viril y masculino, es
asociado a lo que penetra, al poseedor del cuerpo feminizado, y por ende a no ser penetrado,
puesto que la penetración es la feminización del cuerpo, una agresión desmedida a la virilidad.
Por otra parte, el proceso productor de subjetividades muestra cómo la masculinidad
no es algo esencial en los cuerpos que portan un pene, ni la feminidad de los cuerpos con vulva.
puesto que parecería que la masculinidad se construye a partir de no cometer el acto de ser
penetrado. No obstante, cuando una mujer se posiciona desde esa masculinidad sobre la base
de la renuncia al ser penetrada, no es leída bajo los mismos tintes de fuerza y dominación, por
la marca de género que subyace previamente es ubicada del lado de lo anormal, enfermo,
frígido, una masculinidad fallida.
Algo semejante ocurre con el hombre que renuncia a la virilidad, puesto que es leído
como un deseo por ser penetrado, equivalente a un deslizamiento de clase, que supone ubicarse
dentro del segundo término del binomio, lo femenino. La identificación entre homosexualidad
y sexo anal está íntimamente relacionada, en tanto se asocia al rol pasivo de la penetración,
algo antinatural, un insulto que se reitera constantemente por la traición de lo viril, a diferencia
de lo que ocurre con la mujer puesto que, la concepción de ¨cuerpo femenino¨ es de consumo
masculino, dándose desde un primer momento bajo lógicas patriarcales, a lo cual no se pone
en cuestión el placer de la mujer, y se adjudica la impenetrabilidad únicamente a los cishombres
y la penetrabilidad no enferma, normal, a los cuerpos nombrados como mujer.
Desde luego esta es una de las razones por las cuales en lo cotidiano nace la
pregunta ̈¿quién es el hombre y quién es la mujer en las relaciones homosexuales?¨ puesto que
existen tres elementos que se ponen en cuestión, el primero que las relaciones no heterosexuales
se posicionan como el molde a manera de reducir las relaciones a la rígida economía
heterosexual, segundo que el ser penetrado equivale a mujer y penetrador a hombre como se
mencionó antes, y por último, a que en las relaciones heterosexuales solo uno es el que penetra
y el otro es el que es penetrado, no se penetran entre sí, no existe una posición versátil, en la
cual se es penetrado penetrador.
Si bien las prácticas anales han sido posicionadas discursivamente ante el imaginario
social a lo homosexual, en ningún momento se deja de lado que lo heterosexual mantiene dichas
prácticas, tal es el caso de la pornografía, la cual es una máquina de producción masiva de
imaginarios penetrativos, es ese control que llega de manera escópica a ejemplificar como se
tiene sexo, como luce un cuerpo e incluso como fantasear, teniendo como eje central todo el
tiempo al ano, denotando la doble moral del Closet mientras en el espacio público el ano es
algo desagradable en lo privado se fantasea y se lo desea.
Evidentemente la producción misma del placer se da a partir de la regularización de lo
anal, en tanto es un lugar que no porta marcas de género, ya que no se delimita en las lógicas
de la reproducción, no se ubica en el lado exclusivo de lo femenino ni masculino, de hecho se
escapa de la lógica falocéntrica, puesto que, ni siquiera es necesario un pene para que se
consolide el sexo anal, puede ser un dedo, una mano, un puño, un pie, un dildo, o cualquier
objeto que pueda ser introducido en esta cavidad. Abandona la primacía genital y la dinámica
obligatoria de erección/eyaculación, no por el mero hecho de sustitución sino porque el interés
se desplaza a otras zonas del cuerpo que dan y reciben placer, al posicionarse como un acto
erótico que genera un cuestionamiento a lo que se concibe como ¨sexo¨, en vista que los
términos sexo y genitalidad están íntimamente ligados bajo estas lógicas de saber/poder, y en
esta práctica no está de por medio un órgano legitimado como sexual (genital).
Como consecuencia el culo es ese órgano que desmantela el discurso de lo hetero, en
tanto pone de relieve las ficciones esencialistas de que lo masculino es igual a pene y lo
femenino igual a vulva, de modo que la política del género se desmitifica al no existir una
hormona masculina ni femenina en tanto todas las corporalidades portan y necesitan ambas
para su existencia, siendo a partir del culo que se instaura una frontera de lo saludable y lo
patológico, de lo normal y lo perverso, de lo masculino y lo femenino, e incluso de lo humano
y deshumanizado.
Como se ha señalado anteriormente el ano y las prácticas anales se ubican desde un
lugar de resistencia que pone en evidencia el modo vincular cisheterosexual, dando cuenta de
una idealidad institucionalizada de las prácticas sexuales con relación a la familia nuclear, con
una finalidad reproductiva, y productiva, desde el supuesto de un binario jerárquico de los
cuerpos leídos como masculinos y femeninos. Tal como se ejercen las políticas anales en la
actualidad, a pesar de que el ano no se ubica del lado de lo femenino o masculino, bajo el
dispositivo de sexualidad heterocentrado y machista, el culo produce sujetos hombres si no es
penetrado y sujetos mujeres, si es penetrado, y en caso de no alinearse a estos esquemas existe
una noción de anormalidad en estos sujetos.

Lo forcluido de la matriz

Situar la performatividad como una modalidad de poder, es dar cuenta de un entramado


discursivo que apenas es legible, una reiteración constante que aparenta una supuesta
voluntariedad del sujeto partiendo de una ahistoricidad del discurso. De esta manera el poder
discursivo crea una realidad a partir del nombrar, se concibe el sexo como un imperativo que
materializa al cuerpo, de una manera inestable, en tanto esta verdad sexuada es ficcional,
requiere de una producción regularizadora que se da a partir de la identificación generizada
(masculino y femenino) instituyendo a su vez en un exterior aquello cuerpos que amenazan la
significación.
De este modo existen términos políticos que establecen identidades coherentes y
seguras, no obstante, las periferias de la materialidad interpelan la performatividad discursiva,
evidenciando la imposibilidad, pues algo de la identidad siempre se escapa y está destinada al
fracaso. En tal sentido la constitución identitaria requiere justamente aquello que rechaza para
su existencia, pues a partir de la diferencia existe la identificación.
Es por ello que las identidades y corporalidades sexogenéricas que no se ajustan a la
norma dan indicios de una desnaturalización y desmitificación de las concepciones
tradicionales del sexo, que constituyen de alguna manera la expulsión del privilegio cis-
heterosexual, operando desde la segregación y jerarquización que garantizan las relaciones y
los efectos de las dinámicas de dominación, posicionando un tipo de identidad y corporalidad
en una expansión de las fuerzas de producción y la otra no.
A pesar de que la heteronorma muestra estos cuerpos forcluidos como algo que es
innombrable, inconcebible e invivible, en ningún momento se deja de hablar de estas
corporalidades, por el contrario, es lo que posibilita que se hable más, solo que, desde otro
modo, son los lugares donde se está autorizado a hablar de “eso”, desde lugares de saber, desde
lugares de poder que posibilitan una verdad aparente. En este punto surgen interrogantes en
torno a un mundo simbólico que forcluye, y de qué manera no se psicosea aquello que ha sido
silenciado de la influencia de significación política.
De esta manera el ubicar la noción psicoanalítica lacaniana de lo real como aquello no
simbolizable, lo excluido de simbolización cobra forma a partir de la dificultad existente en
torno a los límites de lo que se simboliza y no, pues la estrategia de lo no simbolizable es a su
vez una forma de abyección social. La ley simbólica es la productora y normalizadora de los
posicionamientos sexuados inteligibles y por ende la productora de corporalidades
culturalmente abyectas.
Por ello el discurso constituye un espectáculo público que delimita la existencia práctica
que desafía el poder, y que implicará un castigo de alguna forma, es el aprender que existe un
camino correcto y uno que implica sufrimiento. Articular de esta manera constructos como lo
humano y lo deshumanizado, entendiendo que lo humano es un dispositivo que se ha
enmarcado dentro de los márgenes heterocentrados raciales, que desprende de él relaciones de
poder al margen del derecho civil, ejemplos de ello son los ahorcamientos, fusilamientos,
flagelaciones públicas, prácticas de tortura y asesinatos que ocurren en la actualidad en países
como Irán, Afganistán, Arabia Saudita, Brunéi, Nigeria y demás países y estados que legitiman
este discurso. Con lo cual se exhibe una forma del poder que no se queda en la agresión verbal,
ni la falta de oportunidades, sino es una tecnología que decide sobre la vida, que ha cobrado
vidas y sigue cobrándose a partir de diversos mecanismos.
Capítulo II:

Lo Trans como una Epistemología del Cuerpo

Soy un puerto de inserción de C19H28O2. Soy al mismo tiempo una terminal de uno de los
aparatos de control del poder estatal y un punto de fuga por el que se escapa la @voluntad
de control del sistema. Soy la molécula y el Estado, soy la rata de laboratorio y el sujeto
científico que lleva a cabo la investigación, soy el detritus de una operación química y la
materia prima a partir de la cual se elabora una nueva especie en la línea, siempre aleatoria,
de la evolución de la vida. Soy T ( Preciado, P. 2008. p. 115)
Al hablar de lo trans en muchas ocasiones existe una dificultad en torno a la forma de
describir, nombrar o referirse a lo que se concibe epistemológicamente como lo trans. Es
posible encontrar glosarios que en alguna medida definen perspectivas del concepto de una
manera organizada y clara, no obstante, estas formas de determinar cuentan con una limitante,
pues existe una amplitud de identidades que se ven difuminadas al momento de concebir una
homogeneidad.
La etimología de “Trans” viene de una preposición latina que significa algo que
“atraviesa”, “sobrepasa” o que va “más allá de”. Entender lo trans por fuera del binario
sexual, en ocasiones es algo que se complejiza puesto que lo trans no es la oposición de lo
cisgénero (persona que su identidad de género y sexo biológico son el mismo), va más allá de
una autopercepción, si bien es posible realizar un análisis de las diferentes formas de ser
percibidas y tratadas en relación a una jerarquización de prácticas corporales, cuerpos
intervenidos, o humanizados por fuera de un régimen sexual binario, las personas trans y cis,
no se pueden reducir a un esencialismo de oposición. 2
Ser trans implica adentrarse en una economía sexual que interviene, produce y forcluye
cuerpos sexuados, ser trans también implica ubicarse en un lugar frente a un discurso
capitalista, un cuerpo que es encarnado por la producción estética, farmacológica de las
economías contemporáneas de lo que se considera normal, deseable y humano. Ser trans va

2
Es importante aclarar una cuestión terminológica en relación a lo trans, pues es un término que funciona
para englobar a las experiencias de vida por fuera de la cisnorma, como lo son las transexuales, transgénero,
travesti, esta no es un mero sinónimo de transexualidad, pues los orígenes de lo trans no surgen en un espacio de
patologización o medicalización, sino desde una reivindicación política del paradigma transexual.
más allá de una identidad que se tiene acceso con recursos económicos, diagnósticos médicos,
cirugías plásticas, e identidades jurídicas.
Ser trans es dar cuenta de los efectos sociales identitarios y emocionales que trae
consigo un discurso, la experiencia trans es más compleja que su materialidad cambiante, son
experiencias que implican todas las dimensiones del ser sujeto, son luchas de cómo se puede
llegar a conquistar un cuerpo, una identidad, un espacio que se encuentra atravesado por un
binario de segmentación jerárquica que acarrea desigualdad, exclusión y violencia.

Un Recorrido por la locura e ilegalidad travesti

¨La historia, el pasado, es una de las maneras de suceder más estrechamente


relacionadas con el lenguaje debido a la palabra escrita, ya que es su única forma de ser, de
permanecer, una vez vivenciada¨ (Azcona Pérez, 2022, p. 8 )
Desarrollar una cronología de las formas de resistencia travesti, es una manera de
aproximación al trabajo histórico político de las corporalidades “obscenas” que han resistido
y continúan resistiendo ante un discurso absolutamente lesivo. Es ubicar de qué manera el
activismo travesti ha generado un cambio social dentro de diferentes luchas hasta constituirse
como una epistemología del cuerpo. En el siguiente apartado se hará una revisión conceptual
sobre las diferentes nomenclaturas que ha adquirido el concepto de lo trans a través del tiempo.

La Locura Transexual
A finales de los siglos XIX y XX existe una instrumentalización de las ciencias
medicalizadas, para volver el travestismo un objeto de estudio y producción de saberes y
verdades en relación con la sexualidad. Consigo esta tecnología productora de realidad
construye conceptos como invertido sexual, para nombrar a prácticas no normativas de la
sexualidad asociadas al término aglutinador ¨homosexual ¨ a finales del siglo XIX.
El término travestismo como fenómeno independiente se instaura en el siglo XX por
el sexólogo alemán Magnus Hirschfeld (1910), como una alteración psicológica en la que se
mezclaban elementos del otro sexo. Este estudio se da tras las teorizaciones de las diferencias
sexuales entre hombres y mujeres para el estudio del sujeto que hoy en día se nombra
intersexual desde las ciencias médicas. Hirschfeld hace una investigación de los estadios
sexuales intermedios en razón de las corporalidades hombre y mujer que tienen rasgos del
“otro sexo” en mayor o menor medida. A lo cual se acuñan términos como hermafroditismo,
androginia, travestismo, puesto que, desarrolla un sistema de clasificación de variedades
sexuales partiendo de tipologías en medida de la gravedad diferencial, en relación con cuatro
grupos: genital, somática, psíquica y psicosexual.
Disciplinas como el psicoanálisis, el concepto de travestismo llega entre 1920 a 1950.
Freud en 1911 se ocupa abordar por primera vez desde el psicoanálisis el deseo de transicionar
“al otro sexo”, Partiendo del caso de un juez alemán (Schreber) que escribe sus memorias
relatando detalladamente su delirio.
En 1931 se realiza en Alemania la primera cirugía a Lili Elbe por Magnus Hirschfeld,
(Historia conocida por la adaptación cinematográfica: La chica danesa).
En la década de los XX, el sexólogo y endocrinólogo Harry Benjamin (1948) es el que
introduce por primera vez la concepción de transexualismo, revolucionando la medicina de la
época, puesto que, fue el que llevó a cabo los primeros tratamientos endocrinológicos y de
cirugía genital para las personas intersexuales y transexuales junto a Magnus Hirschfeld. De
igual manera se hace una diferenciación por primera vez en la medicina de la concepción de
sexo como el cuerpo biológico y el género como ente social.
El travestismo, la Transexualidad y la Homosexualidad son ubicadas como criterios
diagnósticos en el primer Manual Diagnóstico y Estadístico de las enfermedades mentales
(DSM) en el año 1952.
En 1966 Harry Benjamin publica su libro ¨the transexual phenomenon¨, el cual plantea
los primeros desarrollos teóricos que sostienen la identidad de género como un fenómeno que
no puede ser modificado, siendo necesario un tratamiento médico para que la persona trans
empiece una transición a la “normalidad”. Años más tarde se crea Harry Benjamin
International Gender Dysphoria Association, donde se han desarrollado múltiples
investigaciones en el tratamiento de los sujetos transexuales.
En el caso de la homosexualidad, travestismo y transexualidad eran vistas como
desviaciones sexuales que debían ser tratadas como enfermedad en centro psiquiátricos, en
lugar de centros de detención gubernamentales a partir de la noción de Krafft-Ebing. De esta
forma estos tres elementos también eran visto como una enfermedad progresiva, siendo la
travesti un grado más grave de la psicopatía sexual que la transexual.
En la actualidad continúa la noción de patologización desde estos manuales a las
identidades trans, evolucionando la terminología, no obstante, el mensaje de incongruencia de
cuerpo e identidad se sigue manteniendo.
Pistolas y tacones.
A pesar de no existir extensa información en torno a periodos previos al siglo XX y
XXI de lo trans, es posible identificar ciertos elementos culturales que se dan como
identificaciones para sujetos que se podrían concebir desde el termino travestismo, puesto que
en diferentes épocas lo trans ha tomado forma en diferentes nomenclaturas como: invertido,
homosexual, gay, maricón, travesti, transexual, etc. 3

La Sodomía.

A finales de la Edad antigua, la Edad Media y parte de la moderna existe un término


aglutinador utilizados para las desviaciones sexuales llamado Sodomía, dicho término hace
referencia a la ciudad antigua llamada Sodoma, la cual según el relato bíblico fue destruida por
su herejía. Las prácticas que se daban en esta ciudad daban cuenta de una sexualidad antinatura
que no servía para la reproducción, puesto que el sujeto sodomita era aquel que cometía actos
sexuales, más no era una personalidad. Dando cuenta de que las persecuciones que se daban a
los sodomitas no se regían únicamente por el gusto de un hombre a otro, sino por el
cuestionamiento implícito al poder heteronormativo de la época, puesto que era de igual manera
castigado de sodomía a los hombres que mostraban indicios de feminidad, o un rol pasivo.
En la antigua Grecia el sexo anal era una práctica no punible, sin embargo, jugaba bajo
una lógica particular, puesto que existían una serie de convencionalidades y limitantes en torno
a dicho acto, el esquema de polaridad entre dominado y dominante estaba muy arraigado en el
erotismo griego. Las prácticas sexuales se daban entre hombres maduros hacia jóvenes, puesto
que estaba mal visto que hombres maduros portaran pasividad o feminidad. El sexo anal de la
época iba en torno a una etapa de la adolescencia, en la cual esa pasividad y feminidad que
mostraba el joven mutaba tras ser iniciado en el mundo adulto al adoptar un papel activo
experimentado en la práctica sexual, un pasaje de la pasividad a la actividad. Por otro lado, el
individuo que mostraba feminidad o pasividad en la adultez era un vicio capital, poco
importaba la existencia de homofilía. El estado romano era muy claro con sus normativas de
género para las diferentes corporalidades, siendo este uno de los primeros indicios de la

3
Las categorizaciones occidentales actuales no son las únicas representantes trans existentes. En otras
culturas han existido y resistido otras identidades que corresponden a lo que llamamos transexuales desde estos
territorios, donde los cuerpos trans no son considerados problemáticos necesariamente. Entre ellas se pueden
ubicar: Las Traviesas de Colombia, las muxes zapotecas de lo que es actualmente México, las hijras de la India,
las two-spirits nativos americanos, o las kathoeys tai- landesas, entre otras.
normativa cisgénero, puesto que el criterio de sexualidad no se organizaba en la orientación
sexual, sino en el valor de la masculinidad, poder, y posicionamiento activo.
El criterio de Sodomía funcionaba como una vigilancia de la posición del individuo en
la época, puesto que no se debían dar deslizamientos de sexo, de clase, de raza.
Durante los siglos XVII y XVIII existe evidencia de normativas en torno a la vestimenta
en los asentamientos de lo que hoy en día se conoce como Estados Unidos, un ejemplo de ello
es la colonia de Massachusetts, puesto que esta fue la primera en aprobar una ley en contra del
travestísmo. Sin embargo, existía una fuerte represión en torno a la vestimenta en el periodo
colonial, como por ejemplo disfrazarse en público o llevar ropa de un rango social distinto al
propio, tal como una persona negra no podía vestir cómo vestían los blancos, o las personas
blancas no podían vestir como los indios ( Stryker S. 2017, p.40).
Según la historiadora y profesora en género Susan Stryker (2017) citando al historiador
John D’Emilio la aparición de comunidades gais y lesbianas modernas se dio a partir del siglo
XIX por la transición de la colonia a ciudades industriales, en tanto en la ruralidad existía un
fuerte apego a la religiosidad y lazos muy íntimos con los sujetos de la colonia, al cambiar de
paradigma, la economía industrial posibilitó muchos puestos de trabajo que permitían a los
hombres solteros independizarse, de esta forma vivir hasta cierto punto en el anonimato,
posibilitando las circunstancias idílicas para la configuración de prácticas e identidades que se
alejaban de la norma en el espacio privado. Con las nuevas tecnologías como la luminaria
eléctrica en hogares y las calles, se vio favorecida la socialización nocturna.
De la misma manera, el cambio que se dio a partir del movimiento feminista en relación
al evidenciar la urgencia de la condiciones precarias de vida de la mujer , (participación
política, parlamentaria, educativa, ciudadana, e independencia económica). dio parte a un
mayor número de posibilidades de ser mujer en comparación con la colonial, un elemento
significativo de la segunda ola del feminismo fue la vestimenta de la mujer, en aquella época
una mujer debía portar prendas muy específicas, y opuestas a las del hombre, en caso de que
una mujer no se ubicara dentro de estas normas de vestimenta era sancionada, a partir de esta
reivindicación de la moda equivalente al travestismo, fue posible cierta desnaturalización de
los códigos de género.
Durante este periodo es importante recalcar que el deseo homosexual y la identidad y
expresión de género se concebían como elementos aglutinados en un solo término,
“Invertidos”. En la cual se identificaba al hombre homosexual por portar actitudes femeninas,
no únicamente por el deseo por otros hombres.
A partir del siglo XX es posible ubicar un recorrido histórico del activismo trans, siendo
este uno de los momentos más representativos en la lucha transexual y travesti. En siglos
anteriores la información es menor en torno a las rebeliones ante la persecución, tortura y
represión de la época. La delimitación de terminologías que den cuenta de lo trans se constituye
a partir de este periodo. Evidenciando el papel fundamental de la representación y enunciación
para la existencia del cuerpo travesti.

Christine Jorgensen, (1952).

Tras la segunda Guerra mundial, el 1 de diciembre de 1952, Christine Jorgensen llega


de Copenhague a los Estados Unidos tras realizarse una cirugía de transformación genital,
siendo este evento un momento mediático para la época, en tanto la cirugía de reasignación
sexual había sido prohibida en los Estados Unidos en 1949. Jorgensen al acabar el instituto fue
reclutada al servicio militar durante un año. La notoriedad y fascinación mediática de 1953, se
daba por varias cuestiones: En primer lugar es importante resaltar que era la presentación de
una joven provista de belleza y decoro, tras el avance de la tecnología médica, y sobre todo era
un factor influyente el foco social que había sobre el género en la época, puesto que las mujeres
después de haber trabajado durante la guerra, debían volver a sus casas a dedicarse a los papeles
domésticos. A lo cual, las cuestiones transgénero eran un referente de los debates en torno a la
esencia del hombre y de la mujer.
La prensa de la época exprimió la noticia haciendo referencia constante a que Jorgensen
era excombatiente en la segunda guerra mundial, por esta razón había una insinuación repetida
de que el trauma de la guerra la había convertido en una hermosa mujer rubia. La fama de
Jorgensen conllevó un mayor conocimiento en torno a las cuestiones del travestismo, puesto
que, existía una confusión al momento de nombrar lo que estaba ocurriendo. En un primer
momento fue anunciada como hermafrodita, mencionando que existía un trastorno físico, no
obstante, a partir de los estudios previos de Hirschfeld fue nombrada como travesti. De forma
simultánea Harry Benjamin empezó a difundir el termino Transexual.
Figura 1 Ex soldado americano se vuelve una rubia hermosa

Nota. White, B. (1952) Ex GI becomes blonde beauty. daily news.

A pesar de lo mediático que fue la aparición de Christine Jorgensen, y el referente en el


que se convirtió para muchas personas trans, en los años cincuenta y sesenta en los Estados
Unidos, existía un alto nivel de discriminación y violencia a la población travesti y transexual.
Se crearon redes informales de autodefensa, posicionándose desde la rebeldía ante la violencia
policial de la época, las travestis tenían que sobrevivir a una sociedad que las reubicaba,
encarcelaba, violaba, e inclusive mataba. Las travestis estaban relegadas a la marginalidad de
la vida nocturna como trabajadoras sexuales, siendo obligadas a depender de la prostitución
como única fuente de ingreso económico, ya que el nivel de marginación social en la época era
tal que no podían comer en cualquier restaurante, peor ubicarse en plazas de trabajo reguladas.
El travestismo era un acto ilegal, era normalizado que los jóvenes adolescentes al
mostrar ciertos rasgos de “anormalidad sexual” sean echados de sus hogares por sus padres.
De la misma manera existía una regularidad de las redadas policiales a los bares, restaurantes
y cafeterías que frecuentaban las travestís. Salir a las calles siendo travesti y trabajadora sexual
era el riesgo de acabar arrestada, violada o inclusive asesinada por la policía o algún cliente.
Sin embargo, había lugares donde la población trans era mayor, existiendo una mayor
sensación de comunidad, a lo cual desde ciudades más pequeñas, las personas maricas que eran
echadas de sus hogares deciden migrar con la ilusión de una vida mejor a ciudades como: Los
Ángeles, Nueva York, Nueva Orleans y San Francisco. Existía una aglomeración de población
trans, lo cual tuvo repercusiones ¨favorables¨ a partir de los lugares de tolerancia por las noches,
que en ocasiones existía una asociación con los policías, cobraban una cuota para no violentar
ese territorio. Estos barrios se volvían marginales por la ¨ausencia¨ policial y presencia de las
travestis y trabajadoras sexuales.

Las Revueltas de Compton`s, 1966.

Tenderloin era un barrio de la ciudad de San Francisco considerado el Ghetto gay por
contar con varios bares, clubs y hoteles que alojaban personas travestis, transexuales,
homosexuales y trabajadoras sexuales. Tenderloin era un área de tolerancia por las noches, la
policía hacía redadas usualmente, no existía un motivo particular para ser objeto de detención
y de violencia. No era un barrio seguro para la población, pero era un lugar menos violento que
el resto de la ciudad.
La llegada de Harry Benjamin a la ciudad de San Francisco durante la década de los
50´s albergaba nuevas ilusiones y oportunidades a la comunidad trans, puesto que, al abrir su
oficina en el verano, él se encargó de proporcionar estrógenos a la comunidad trans. Benjamin
en este periodo distingue dos tipos de travestis en los clubs, “las reales” y “las imitadoras”,
lo cual posibilitó acuñar el término de transexualismo.
En agosto de 1966 a partir del trabajo de archivo de Susan Stryker (2017), fue posible
ubicar una revolución que fue olvidada y diluida de las luchas del movimiento LGBTIQ+
durante mucho tiempo, la revuelta de la cafetería Compton’s en el barrio Tenderloin de San
Francisco. A pesar de que en esta revuelta la mayoría que pusieron el cuerpo frente a la
violencia policial eran queens, la lucha era también de las demás personas de la calle, era una
lucha antiracista, antihomofoba, en contra del clasismo, en tanto este tipo de violencia no solo
se propinaba a las travestis de Tenderloin.
La dirección del restaurante estaba molesta por un ruidoso grupo de jóvenes queens que
llevaban allí mucho tiempo sin gastar demasiado dinero, así que llamó a la policía para que
los echara, como llevaban haciendo cada vez con más frecuencia durante todo el verano. Un
agente hosco, acostumbrado a maltratar a la clientela del Compton’s con total impunidad,
agarró por el brazo a una de las queens e intentó sacarla por la fuerza. Sin que nadie lo
esperara, ella le tiró el café a la cara y la multitud estalló. Platos, bandejas, tazas y cubiertos
volaron por los aires ante la mirada atónita de los policías, que salieron corriendo y pidieron
refuerzos. Los clientes del Compton’s volcaron las mesas y destrozaron el ventanal antes de
salir del restaurante e inundar las calles. Llegaron los furgones policiales y la pelea callejera
se extendió por los alrededores del Compton’s, en torno a la esquina de Turk con Taylor.
Las drag-queens usaban sus pesados bolsos y los tacones de aguja de sus zapatos para
golpear a los policías. Un coche de la policía acabó destrozado y un puesto de periódicos
fue reducido a cenizas. (Stryker, 2017, p.126)
La repercusión posterior a nivel local fue mínima puesto que ninguno de los diarios de
la época cubrió la noticia, asimismo, la policía consideró la revuelta como un delito menor, por
lo que no existió un registro policial, complejizando el ubicar una fecha exacta de la revuelta.
Figura 2 Cafetería Compton´s ubicada en Turk and Taylor, 1960s.

Nota. fotografía tomada por Clay Geerdes, 1970

En el mismo año previo a la revuelta, Benjamin publica su investigación ¨The


transexual Phenomenon¨, el cual postula la necesidad de brindar un tratamiento a la población
trans a partir de cambios corporales, puesto que su identidad de género no es posible modificar.
Generando un cuestionamiento al dictamen legal estadounidense de 1949, en el cual se ilegaliza
las cirugías genitales tanto para la paciente como para los médicos que la practiquen. Hasta
este punto Estados Unidos estaba retrasado en el abordaje a personas transgénero en
comparación con el personal médico europeo, puesto que en Europa se llevaban usando
hormonas y la cirugía por más de cincuenta años a partir del trabajo de Magnus Hirschfeld
(colega de Benjamin).
Hasta la época, Estados Unidos llevaba prácticas de tortura normalizada, y legalizada a
manera terapéutica para poblaciones LGBT, y no sostenían este tipo de abordajes para no
contribuir a la fantasía de cambiar de sexo a personas “trastornadas”, y de esta forma no
favorecer “prácticas sexuales perversas”.
Algo semejante ocurre con Tenderloin en aquella época, puesto que en el barrio se
venían dando movilizaciones vecinales por los desalojos de los barrios aledaños para los
proyectos de modernización de la ciudad. Lo cual gestó Vanguard, una organización de, por y
para las personas de la calle, ofreciendo un ambiente de compañerismo y apoyo, para las
personas negras y de la comunidad trans. En el verano de la revuelta existían tensiones por
parte de la cafetería y la clientela, en razón de los malos tratos que se venían dando. En Julio
Vanguard se asocia con la iglesia del sector, para armar una protesta por el trato que recibía la
clientela.
Los diferentes procesos de transformación en el contexto estadounidense por los
diversos movimientos sociales de la época, (feminismos, el movimiento hippie, la liberación
gay, movimiento antirracista, así como demás grupos sociales oprimidos) junto a la creación
de Vanguard, y la repentina disponibilidad por parte del discurso medicalizado de lo trans
dieron parte a la revuelta de Compton´s.
Esta revuelta generó condiciones idóneas posteriormente para avances políticos,
sociales y económicas, a pesar de que en un primer momento no soluciono los enfrentamientos
que se daban en Tenderloin a diario, no obstante, a gran escala esta revuelta posibilitó una
relación distinta hacia la ciudadanía transgénero de San Francisco , puesto que se empieza a
reconocer sus necesidades, y en 1968, se crea la National Transsexual Counseling Unit
(NTCU) , la primera organización que apoya y defiende a las personas trans en el mundo.
La Cultura Ballroom.
Del otro lado del país, se estaba gestando otro importante hito, el foco de activismo
trans empezaba a tomar forma en la ciudad de Nueva York a partir de la resistencia de la cultura
Ballroom. Las Ballrooms eran espectáculos de carácter lúdico donde algunos miembros de la
comunidad competían en la pasarela demostrando belleza, talento, y creatividad al bailar para
ganar un premio.
Esta Subcultura nace entre la década de los 20's y 30’s, sin embargo, se consolida en
los 60 's tras dejar de ejercer criterios racistas al momento de que los participantes compitan, y
de esta forma personas negras y latinas podían formar parte. A pesar de estas evoluciones
continuaban existiendo criterios racistas al momento de evaluar, dado que las queens negras y
latinas no tenían muchas probabilidades de ganar teniendo en cuenta los estándares de belleza
blanqueados.
Las ballrooms con mayor trascendencia fueron las organizadas por personas negras y
latinas años posteriores, puesto que estas eran espacios que evaden todos los prejuicios de la
cultura dominante blanca heteronormada estadounidense, posibilitando la ilusión y posibilidad
de ser una estrella, de tener algún reconocimiento. Las Ball contaba con unos jueces, audiencia
y participantes, existían varias categorías en las cuales se tenía que conseguir un puntaje de 10
para poder continuar a la fight (lucha), sino era cut off (descalificación) de la categoría. Tras la
lucha se buscaba la puntuación más alta en busca del ring para ser la mejor que queda en pie.
De esta manera el voguing como baile que nace del barrio de Harlem en New York en
la década de los 60 's. Es una danza que no únicamente tenía una finalidad de expresión
artística, sino que daba cuenta de la lucha y politización en contra de la violencia que se resistía
en la época a través del cuerpo. Esta danza a su vez creaba un sentido de comunidad, gestando
así espacios libres de violencia, en los cuales sus integrantes podían sentir la libertad de poder
expresarse ser quienes eran por fuera de la normativa heterosexual racista y de clase tan
marcada en la época. El voguing nace en una discoteca donde Paris Dupree, una artista drag
al bailar decide tomar una revista de Vogue y empieza a imitar a las modelos. De esta manera
estas poses se convierten un desafío, un duelo de poses, en la cual la más bonita, creativa e
imponente tendrá la victoria. En un primer momento se llamó Pose, pero más adelante será
nombrado como Voguing en referencia a la revista Vogue.
A partir de la cultura Ballroom y la escena del vogue se desarrollan las Houses,
simulando e imitando los modelos tradicionales de familia, a pesar de que en la pista de baile
se volvían rivales. Estos lazos eran inquebrantables, eran creados por figuras parentales Mother
y Father que brindaban hospitalidad a estas infancias y adolescencias que eran echadas de sus
hogares. Tanto la mother como el father (si lo había) tomaban el rol de brindar cuidados y
cariño a sus hijos, motivándolos a trabajar y estudiar. La particularidad de las houses en
comparación con otro tipo de refugios era la preparación que reciben los jóvenes para competir
en la escena ballroom. Las houses eran espacios de liberación y apoderamiento del cuerpo y
voz marica, permitiendo integrarse al mundo a partir de la danza o bien ayudando algún otro
integrante de la house (brothers y sisters) a prepararse.

Stonewall Inn. (1969).


Destaca como un hito que marca la revolución LGBTIQ+ a nivel mundial, si bien es un
ejemplo significativo, no de un hecho único y aislado, a razón de una década de activismo en
respuesta a la opresión, violencia y abusos que se suscitaban en la época.
El disturbio neoyorquino se dio en Greenwich Village, un barrio tan empobrecido y
marginalizado como Tenderloin en San Francisco. El Stonewall Inn era un bar pequeño
controlado por la mafia a la cual acudía una clientela diversa. Este bar era interpelado
constantemente por el poder policial que demandaba sobornos de manera rutinaria, puesto que,
en aquella época era ilegal que las personas travestis y gays sean atendidas en bares, siendo la
mafia quien podía costear los mencionados abusos.
Una madrugada del 28 de Junio de 1969, las patrullas se detenían en el bar de manera
rutinaria para apresar, violentar, y ejercer el poder judicial sobre las personas consumidoras.
Stryker (2017) relata que, al momento de arrestar a las personas del bar, sacándolos y
metiéndolos a la patrulla, muchas personas entre la multitud empezaron a lanzar monedas,
haciendo referencia a los sobornos (mordidas) que recibía la policía. Según los relatos de los
testigos que menciona la autora, la persona que empezó la revuelta es muy diversa, unos dicen
que fue un hombre trans, un hombre gay, una mujer trans, no obstante, la respuesta era la
misma, un nivel de enfurecimiento al ver que sus hermanas estaban siendo violentadas y
apresadas injustamente como estaban acostumbrados, puesto que las acciones policiales eran
mayormente dirigidas a las corporalidades menos normativas, gente de color, travestis, pobres.
Una multitud de pronto empezó a arrojar botellas, piedras y demás objetos a los policías,
lo cual en represalia se desató una ola de mayor violencia por parte de los funcionarios,
agarrando a golpes a las personas concentradas, a lo cual la multitud del barrio y visitantes
empezaron a unirse a la revuelta tras años de violencia policial contenida, al punto de congregar
a más de dos mil personas , a lo cual la policía tuvo que entrar al bar para solicitar refuerzos.
Mientras tanto en el exterior se arrancaban parquímetros para derribar la puerta y sacarlos. Al
llegar los refuerzos seguían siendo mayor el número de protestantes, continuando el altercado
hasta el amanecer.
En la siguiente noche miles de personas se congregan fuera del Stonewall Inn como
protesta, al llegar la policía se desató una pelea callejera con mayor violencia que la noche
anterior, contando los días siguientes hasta la progresiva finalización de la protesta, para lo cual
ya existía una acción política para los miles de maricas que habían puesto el cuerpo para
posicionarse en ese territorio.
Figura 3: El Stonewall Inn el 2 de julio de 1969

Nota. : El Stonewall Inn el 2 de julio de 1969, a cinco días de la redada entre clientes y la policía. Se
convirtió en un monumento nacional en 2016. Fotografía tomada por Larry Morris, publicada en el New York
Times el 16 de junio de 2019.

Posterior a los Disturbios se crearon colectivos en el barrio de Greenwich Village que


se extendieron rápidamente por las diferentes redes de activismo y de la academia, no obstante
esa celeridad fue la que constituyó las divisiones en el movimiento, pues, la revuelta y sus
principales actores en las revueltas eran personas marginadas, trans, racializadas, trabajadoras
sexuales, pero el control de los movimientos de estos grupos iba en torno a hombres blancos,
que hacían una marcada separación por la clase social, por la etnia e identidad de género.
De esta manera las personas trans y demás colectivos marginalizados fueron excluidos
por parte del movimiento que empezaba a surgir a partir de las manifestaciones en las cuales
eran protagonistas, siendo otra vez olvidadas y borradas de la historia como ocurrió con
Compton's en San Francisco.

70's: Rupturas políticas

En 1970 se crea el colectivo Street Transvestite Action Revolutionaries STAR, fundado


por Sylvia Rivera y otra protagonista en las revueltas Martha P. Johnson. Esta organización
tenía como objetivo principal funcionar como una casa hogar para personas de la calle,
brindándoles comida, ropa y un lugar en el que pudieran vivir, y no terminar en la cárcel, o
siendo violentadas en las calles. Siendo esta una versión politizada de las Houses por las
personas negras y latinas queer en la cultura Ballroom, en la cual existían “Mothers” que se
encargan de brindar un techo para los jóvenes LGTB que eran echados de sus hogares.
Rivera y Johnson lograron no solo crear un albergue sino un espacio en el cual podían
terminar sus estudios, teniendo en cuenta que muchas de las personas no habían logrado
culminar la escuela por el abandono, discriminación y acoso por parte de sus familias y
contextos al dar indicios de una sexualidad no normativa. Con el tiempo este espacio se
convirtió en un lugar de activismo, posicionándose en el espacio público, demandando una
mejor calidad de vida.
En los 70`s era evidente una transformación gracias a las luchas sociales de la década
pasada, era evidente demarcación de los códigos de género: las mujeres llevaban pantalones en
público, el hombre podía llevar cabello largo, cada vez era más común la ropa unisex, a pesar
de limitantes existentes en torno al género, puesto que la mujer tenía una menor rigidez al
adoptar prendas del otro género en comparación con el hombre.
A partir de la era del ¨sexo, drogas y rock and roll¨, se adoptó una estética
transgenerizada, pasando a estar la moda para el público alternativo. Pese a esto, la situación
que vivencian las personas trans se veía en retroceso, ya que la opresión social y violencia
institucionalizada no cesaba, al contrario, se consolidaba más a pesar de los logros alcanzados.
A principio de los 70´s en San Francisco, miembros conservadores del departamento de
policía se encargan de destruir la National Transsexual Counseling Unit (NTCU) a partir de
una batida antidroga en la cual uno de los policías venía simulando una relación sexo romántica
con una de las orientadoras, solicitándole que le comprara cocaína para irla a ver. Cuando en
la instalación había cocaína, la policía irrumpe realizando arrestos y colocando mayor cantidad
de narcóticos en la infraestructura.
En 1973 la cultura gay masculina sustituye el estilo hippie y el femenino chic por la
representación cowboy, dando parte a una masculinidad más rígida y fuerte, dando mayor
protagonismo a actitudes más heteronormativas, así como un desanudamiento radical de la
comunidad transgénero que se venía dando progresivamente desde la década pasada, lo que
suscitó una oleada de violencia por parte del colectivo gay masculino hacia las corporalidades
femeninas del colectivo.
En los años que transcurrían entre la década de los 60´s 70´s es cuando la transexualidad
se muestra con mayor fascinación ante las ciencias médicas, se intensifican las investigaciones
en torno al sexo, desarrollando programas universitarios que utilizaban a las personas trans
como objeto de estudio. Estos programas de investigación científica con la finalidad de
“reestabilizar” el sistema sexo genérico daban cuenta de un contento conservador para
mantener las estructuras tradicionales en las que se configuraba la binariedad de género, a lo
cual poco importaban los deseos que presentaban los objetos de estudio (los sujetos trans), sino
era la confirmación de hipótesis preconcebidas que pudieran legitimar el discurso de una
sexualidad normativa.
Tras la lucha de Stonewall el colectivo gay, tuvo mayor representatividad en diversos
espacios, a lo cual años más tarde logra eliminar el criterio diagnóstico de homosexualidad del
DSM II en 1973. La comunidad trans al verse cada vez más excluida dentro del activismo
lgbtiq, se resquebrajan ciertas alianzas políticas por la comunidad gay blanca.
Tras la segunda Ola de activismos feministas se evidencia una mayor hostilidad hacia
las mujeres transexuales, en tanto era notoria una filosofía blanqueada biologicista y
heteronormativa, orientada a la clase media. En un primer momento los hombres trans y
lesbianas butch, también fueron rechazados dentro del colectivo lésbico feminista puesto que
era considerados como una “patética” representación de la noción del macho heteropatriarcal
que iba en contra de los estereotipos de género que intentaban derribar.
Existía un discurso muy marcado de corrientes políticas progresistas que sostenían que
las personas trans era sujetos engañados por el sistema patriarcal, puesto que se replicaban las
dinámicas de violencia que oprimían a las mujeres cis, e inclusive era otra forma de violencia
y opresión por parte de los hombres hacia las mujeres. De la misma forma consideraban que el
travestismo era una forma de mofarse de las mujerescis. De esta forma en 1972 y 1973 en San
Francisco se dieron rupturas por parte de las identidades trans con las lésbicas, puesto que
llevaban pancartas con frases como: “Fuera las pollas” o movimientos Anti-Drag, que
prohibieron la participación de personas transgénero en los desfiles del orgullo. Mientras tanto
en el orgullo de la ciudad de New York en 1973, Sylvia Rivera, fundadora de Star se sube a
una tarima realizando una crítica al blanqueamiento cisgénero que tenían los movimientos gays
y feministas de la época. diciendo:
¿Alguna vez fueron golpeados, violados y encarcelados? Ahora piensen en eso. Fueron
golpeados y violados, después de haber tenido que gastar mucho de su dinero en la cárcel,
logran tener su propia casa, e intentan tener su cambio de sexo.
Las mujeres han intentado luchar por el cambio de sexo, o por volverse mujeres dentro de
la liberación de la mujer.
Ellas le escriben a Star, no al grupo de mujeres, no al grupo de hombres, ellas le escriben a
Star porque estamos intentando hacer algo con ellas.
Yo fui encarcelada, yo fui violada, yo fui golpeada, ¡muchas veces!
por hombres gays, por hombres heterosexuales, que no pertenecen.
!No soporto más esta mierda! Me han roto la nariz, me han metido en la cárcel, he perdido
mi trabajo. He perdido mi apartamento por la liberación gay.
¿Y ustedes me tratan de esta manera? ¿Qué rayos les pasa?
¡Piensen en eso!
Vengan y conozcan a la STAR HOUSE , en 12th Street en 640, entre B y C, apartamento
14, allí, la gente está intentando hacer algo por todos nosotros, no [únicamente] por los
hombres y mujeres que pertenecen al club de la clase media blanca. Y ese es el club al que
pertenecen ustedes.
¡Revolución ahora!
¡Gay Power!
(Traducido y editado del original). (Cosecha Roja, 2020)
Figura 4: Disertación de Sylvia Rivera en el orgullo del de 1973 en Nueva York

Nota. Fotografía tomada por la fotoperiodista Bettye Lane publicada en la Biblioteca Pública de New
York
Otro incidente en el verano del 73 fue la hostilidad de la campaña de Robin Morgan
hacia la cantante transexual lésbica Beth Elliot. Elliot tras su transición se introdujo al mundo
de activismo feminista al participar en la música, formando parte como vicepresidenta de un
colectivo feminista en San Francisco Daughters of Bilitis. Años más tarde Morgan acusa a
Elliot de haberla acosado sexualmente a lo cual el discurso feminista de muchas colectivas
era sostener que todas las mujeres transexuales son violadores en potencia en tanto
representen la penetración no deseada en el espacio que debería ser únicamente para ¨las
mujeres¨. Elliot por su parte afirmaba que las acusaciones no eran ciertas y tenía una finalidad
agrado con su hermandad separatista, puesto que la presencia de Elliot fue controversial
desde el primer momento. Elliot fue expulsada del colectivo por no ser “una mujer de
verdad” en 1972. Más adelante Morgan da un discurso en razón a la problemática que se
había gestado a partir de las dos posturas relacionadas a la participación de mujeres
transgénero en los colectivos feministas, haciendo referencia en la presentación de su texto
Going too far, que era inconcebible como tantas mujeres podían estar cabreada por la culpa
de un macho con gafas de abuela y traje de madre, haciendo referencia a Beth Elliot,
reiterando que ella no llamaría a un hombre por ella, y que no deberían forma parte de las
organizaciones de mujeres ni formar parte de talleres los hombres ( haciendo referencia a las
mujeres trans). Se desarrollaron campañas antitrasexuales por parte de ciertas redes lésbicas.
En 1978 Mary Daly, en la universidad de Boston eleva el discurso antitransexual, al nombrar
la transexualidad como una ¨invasión necrófila¨ en su libro Gyn/ Ecology, en el capítulo
Boundary Violation and the Frankenstein Phenomenon, haciendo referencia a la publicación
transexual phenomenon de Benjamin que posibilito otra óptica de los abordajes trans menos
violenta. Janice G. Raymond en 1979 consolida el discurso anti-transgénero en su texto The
Transexual Empire: The Making of the She-Male.
Aún existiendo todas estas diversas formas de violencia en los 70 's, la escena
Ballroom continúa expandiéndose. Es en 1972 cuando se levanta la primera House , House of
LaBeija, ante este suceso y toda la violencia que perpetuaba las comunidades marginadas,
una multitud de personas trans, negras y latinas empiezan a levantar sus propias casas,
creando a su vez estos espacios de resistencia y comunidad ante el despliegue radical de
violencia en aquella época.
TIS y VIH: El cuerpo enfermo de los 80.

Los discursos anti-transgénero se continuaron proliferando en esta década generando


que la comunidad trans se volviera hermética al centrarse en la ayuda y apoyo a sus propias
comunidades, desarrollando un activismo social autónomo.
La atención de la medicina por las cuestiones trans, desemboca en el nuevo criterio
diagnóstico, Trastorno de la identidad sexual (TIS) y el de Transexualismo incorporado en la
tercera edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos Mentales (DSM),
publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría. en cual postula:
“La característica esencial de los trastornos incluidos en esta subclase es una
incongruencia entre el sexo anatómico y la identidad de género” (American Psychiatric
Association, 1980, p.261).
El proceso de la creación de esta nueva categoría era compensatorio a la eliminación
del criterio de desviaciones sexuales en el cual constaba la homosexualidad como un trastorno
sociopático de la personalidad en el DSM anterior. El poder sociopolítico del discurso medico
depositó su interés epistémico a la identidad de género, puesto que era casi imposible seguir
sosteniendo la homosexualidad como una enfermedad, en tanto el activismo gay agarraba
mayor poder sociopolítico, y la lucha feminista lésbica desestabilizaba cada vez más los
instrumentos de control en los cuerpos de las mujeres. Es importante recalcar que esta
diferenciación se reducía a espacios medicalizados, puesto que en el imaginario social había
una fuerte creencia de que las mujeres trans eran hombres disfrazados de mujeres, a lo cual lo
homosexual y gay continuaba funcionando como un término aglutinador para las personas
trans.
El callejón sin salida en el que se encontraba la comunidad trans, era un proceso que
había empezado años atrás con la publicación de Harry Benjamin, de la cual, sus amigos y
colegas crean la Harry Benjamin International Gender Dysphoria Association (HBIGDA)
siendo esta la principal organización médica encargada de brindar un abordaje a la población
transgénero. A finales de la década pasada se instalaron protocolos en torno al tratamiento de
la población, denominados “Estándares de asistencia” lo cual también gestó el TIS.
El criterio generó varias posturas en la comunidad transgénero, dado que una fracción
de la población manifestaba un rechazo radical a ser etiquetados desde la enfermedad. Otras
personas sintieron un gran alivio al tener respuestas en torno a lo que ocurría con ellas, y sobre
todo por la aparente cura que sostenía el discurso médico, en relación a un tratamiento
quirúrgico/hormonal.
A partir de este momento el TIS empieza a funcionar como un aval o requisito a nivel
internacional para que las personas trans puedan acceder al uso de hormonas, cirugías y
cambios de documentación estatal. Para obtenerlo era necesario cumplir los estándares de
asistencia psicológico/psiquiátrico, que reflejaban lo que es una “verdadera transexual”. Entre
los criterios para diagnosticar estaba: el haber vivido mínimo dos años como el género sentido,
cumpliendo con los principios generalizados de la época, y el criterio excluyente a otro tipo de
trastornos mentales y físicos, lo que generaba que los “verdaderos transexuales” no tenían
acceso a tratamiento de otro tipo de trastornos, puesto que para los estudios psi de la época,
solo se podía ser trans.
Estas dinámicas institucionalizadas e instituyentes propiciaron muchos
cuestionamientos por parte de la comunidad trans, puesto que a pesar del discurso medicalizado
de la época que reconocía el TIS como una psicopatología, los programas sanitarios
estadounidense los consideraban tratamientos opcionales, cosméticos, e incluso
experimentales, dando cuenta que, a pesar de ser una psicopatología, esta no era un necesidad
legítima e inclusive real para el estado.
Simultáneamente a inicio de los 80, aparece una epidemia extraña en ciudades grandes
como Los Ángeles, San Francisco y Nueva York. Mientras el número de pacientes crecía con
celeridad, identificaban que los casos eran en su mayoría de personas maricas, de tal manera
en un inicio de la pandemia existía cierto desinterés en torno a brindar gran presupuesto a la
investigación de esta enfermedad, pues, no era una amenaza para la población dominante y
normativa. Por esta razón en primeras instancias esta epidemia fue acuñada como “Gay
cáncer” o “gay pneumonia”.
Las poblaciones trans que dependía su economía del trabajo sexual, y la población de
mujeres que compartían agujas para hormonarse, se vieron afectadas por la pandemia, puesto
que este sector y demás comunidades marginadas eran los principales focos de atención al
verse golpeadas por la enfermedad.
Figura 5: Publicación del New York Times del 3 de julio de 1981

Nota. Ampliación del artículo de Lawrence K. Altman en el New York Times tras diagnósticos de un
cáncer poco frecuente en 41 hombres homosexuales de Nueva York y California.
Tal era la desinformación de la época que prolifera una mayor violencia a la comunidad,
surge una ideología en función de ocultar las diversas condiciones que vivía la población
travesti, al culpabilizar a la víctima, aludiendo a una enfermedad que le daba únicamente a las
maricas como castigo divino ante las prácticas sexuales perversas.
Las miles historias de personas con el denominado “Cáncer rosa” ilustran el genocidio
que se vivió en la época, puesto que el acceso a los servicios sanitarios debido a las condiciones
de pobreza y estigma social generaron que muchas personas transexuales no develaran su
condición transgénero para poder acceder a la asistencia sanitaria, agravando más el problema,
puesto que el reconocimiento del VIH en la población trans de los 80’s durante mucho tiempo
no fue evidenciado como en el caso de la comunidad gay.
A partir del silenciamiento de la crisis sanitaria se dan movilizaciones por parte de
ciertos colectivos evidenciando que la enfermedad no era solo cosas de gays. Esta respuesta
por parte de los afectados, sirvió para poder cambiar cierta política farmacéuticas e incentivar
una investigación para que la población “normal” no se enfermara, impulsando un tratamiento
y de alguna manera un cambio de actitud por parte de los administrativos ante la epidemia.

El barrido Marica de los 90`s y 00`s.


Un proceso de modernización de las principales ciudades estadounidenses había
empezado desde los 60’s, sin embargo, en los 90's el fenómeno de gentrificación se agudizó.
Tras el genocidio marica del SIDA, el proceso de gentrificación se dio de maneras particulares,
puesto que las viviendas de las personas muertas fueron compradas, volviéndose los barrios
marginales (en los cuales la mayoría de personas eran negras, latinas travestis) cada vez más
blanqueados y violentos para sus habitantes.
Un caso muy sonado de la época fue Meatpacking District un vecindario marginal,
denominado por las maricas que habitaban The Stroll. En 1994 el político y abogado Rudolph
Giuliani fue elegido en la alcaldía de la ciudad de Nueva York, durante este periodo se realizó
una campaña muy fuerte en torno a “la limpieza de la ciudad”. Giuliani postulaba que donde
había desorden era más probable que hubiera delincuencia, asociado a las trabajadoras
sexuales, indigentes, personas adictas como el “desorden” que propiciaba el crimen de la
ciudad. The Stroll era un área de tolerancia para el trabajo sexual en décadas pasadas, tras la
Alcaldía de Giuliani existió una mayor represión policial hacia el trabajo sexual.
Esta problemática se agudiza tras el posicionamiento del empresario y político Michael
Bloomberg como alcalde de Nueva York en 2002, puesto que instaura “Operation Spotlight”,
un proyecto estatal en el cual si una persona era arrestada tres veces ejerciendo el trabajo sexual
se le adjudicaba una pena mayor por reincidir. Con esta normativa poco a poco se logró que en
Meatpacking se diera un barrido cultural, puesto que las personas maricas fueron encarceladas.
Durante este periodo muchas personas maricas estuvieron en las cárceles, otras les toco migrar
de esos territorios y muchas murieron. En la actualidad The Stroll no existe, el Meatpacking es
un área comercial moderna, con tiendas de diseñador, un área exclusiva al extremo oeste de la
ciudad de Nueva York.
A finales de los 80’s y durante la década posterior se dio un fenómeno muy sonado en
relación a la comunidad trans puesto que muchas mujeres trans fueron asesinadas, sin embargo,
sus muertes no fueron investigadas ni tampoco propagadas por los medios de comunicación.
Uno de los casos más emblemáticos fue el de Martha P. Johnson, quien aparece muerta el 6 de
julio de 1992.
Figura 6: Proceso activismo trans y sus implicaciones con la clínica de la época.

Nota. Línea del tiempo elaborada a partir del capítulo

Contexto Ecuatoriano
Es importante aclarar que en este recorrido histórico las experiencias trans parten de
una enunciación puntual, por esta razón en muchos momentos las formas de ser nombrades
pueden ser diversa (homosexual, invertido, travesti, transexual), en función de los dispositivos
de enunciación posibles para el territorio y época particular.
Uno de los procesos que instaura lo travesti en la ley ecuatoriana es el término de
Sodomía, dado que este término no hace referencia a las relaciones sexoafectivas homosexuales
únicamente, sino una normativa en torno a los estereotipos de género. En 1871 se emite un
Código penal que instaura la criminalización de la sodomía en Ecuador, un constante que se
formulaba a través de la historia republicana del Ecuador. En la presidencia de Eloy Alfaro de
1906, se promulga el Código Penal (1906) que establece: ¨En los casos de sodomía, los
culpados serán condenados a reclusión mayor, de cuatro a ocho años, si no intervinieren
violencias o amenazas; y en caso contrario, la pena de reclusión será́ de ocho a doce. [...]¨ (Art.
364). 67 años después, en 1938, esta terminología cambia en el art. 491 del Código Penal como
“delito de homosexualismo” en referencia al derecho penal italiano y estudios medicalizados
que lo nombraban de tal manera. (Enríquez., 1938, p. 60). El artículo se mantuvo de esa forma
hasta su declaración de inconstitucionalidad, el 27 de noviembre de 1997.
Cuando el homosexualismo se cometiere por el padre u otro ascendiente en la persona del
hijo u otro descendiente, la pena será de reclusión mayor de ocho a doce años y privación
de los derechos y prerrogativas que el Código Civil concede sobre la persona y bienes del
hijo.
Si ha sido cometido por ministros del culto, maestros de escuela, profesores de colegio o
instituciones, en las personas confiadas a su dirección y cuidado, la pena será de reclusión
mayor de ocho a doce años. (Código Penal del Ecuador , 1997, Art. 516 )
Durante el siglo XX en ciudades como Guayaquil y Quito había existido una gran
acumulación de personas homosexuales, a lo cual se dieron campañas de escarnio público y
redadas contra las trabajadoras sexuales, travestis, y mujeres transgénero, eran golpeadas,
humilladas públicamente y en ocasiones convocando a demás ciudadanos a generar dicho
maltrato. Uno de los casos más resonados fue en 1984, el alcalde de Guayaquil Abdalá
Bucaram que había sido asociado en anteriores polémicas y escándalos tras su involucramiento
en redadas policiales.
Sobre la base del trabajo de archivo de la escritora e historiadora transgénero Purita
Pelayo es posible situar ciertos elementos que circunscriben el cuerpo travesti en los años 80's
en Ecuador. En esta década el conservadurismo religioso gobernaba el país a partir de León
Febres Cordero, siendo este uno de los periodos más violentos de la comunidad travesti según
la autora.
La dilatación del cáncer rosa proliferaba una ola de violencia a grupos marginados a
nivel mundial. En 1985 el régimen febrescordeista crea una fuerza especializada de la policía
denominada los “Escuadrones volantes” o también llamados “Escuadrones de la muerte”, los
cuales eran grupos armados especializados de la policía nacional encargados de cumplir una
campaña de gobierno en la lucha contra la delincuencia. Dentro de esta se dieron violaciones a
los derechos humanos, dado que no existía una clara definición de la función de estos grupos
de elite, legitimando ejecuciones, torturas, abusos sexuales y privaciones de libertad a grupos
marginados, en función de concepciones de peligrosidad sobre la base de prejuicios racistas
cisheteronormados.
Dentro de los grupos abusados se encontraba la comunidad travesti y transexual
surgiendo las famosas ¨Batidas¨, en las cuales, mujeres transgénero y demás personas que no
se ubican dentro de la estética cisgénero eran perseguidas acosadas, violadas, golpeadas,
desaparecida y asesinadas.
Figura 7: “Capturados 25 homosexuales en Guayaquil”

Nota. Fuente Periodística ¨Últimas Noticia¨. Sábado 8 de septiembre de 1984.

Estas nociones de peligrosidad e inmoralidad no eran más que la representación que


existía del cuerpo transexual y travesti ecuatoriano. En virtud de las condiciones culturales y
prejuicios de la época era difícil encontrar un trabajo regulado, o acceder a una vida “normal”.
Los medios de comunicación jugaron un papel muy importante en el entramado
cultural, puesto que aportaron elementos que posicionaron imaginaria y discursivamente la
noción marica en la ciudadanía ecuatoriana. Muchas de las enunciaciones a estos cuerpos eran
¨invertidos ", “desviados”, “homosexuales” “gays” “travestis¨ ¨hombres vestidos de mujer”,
dando parte a una construcción discursiva de peligrosidad, inmoralidad y perversión.
Desde la década de los 60’s se venía dando un fenómeno por parte de la policía y medios
de comunicación en el cual se obligaba a los detenidos a proporcionar una lista de personas que
supuestamente eran invertidos, para su posterior publicación en los diarios del país. De esta
forma el escarnio público producía que los sujetos sean echados de sus trabajos y relegados de
sus vínculos familiares.
Figura 8: “Homosexuales fueron detenidos”

Nota. Extraído de ¨Al otro lado del espejo: representación y homosexualidad en el festival de cine lgbt el lugar
sin limites de Ecuador¨ (Cardona Montoya, 2015, p. 18 )

Dada las condiciones de represión, las complejas relaciones familiares y el rechazo


frontal por parte de la ciudadanía, las posibilidades laborales y de vivienda digna se veían
reducidas al trabajo sexual, trabajos mal pagados, barrios con altos niveles de peligrosidad o a
un temor constante de ser echados en cualquier momento por el arrendatario tras enterarse que
era una persona no cisheterosexual.
Para los dueños de casa que únicamente les era relevante sus pagos puntuales la
violencia de la época también repercutía en ellos. Tras la persecución y acoso que recibían las
travestis y transexuales, se veían obligados por incidentes policiales de allanamiento ilegal de
morada o por la presión y rechazo de los vecinos ante el asentamiento homosexual, a echar a
la calle a sus inquilinas.
La dinámica de empleabilidad en mayor medida cambia para las travestis a partir del
desarrollo de sus nuevas tecnologías de inclusión laboral que garantizan un ingreso promedio
para la época, los servicios de peluquería y belleza. El fenómeno de la estética y lo travesti, fue
una de las maneras en las que lo trans logró vincularse con la sociedad ecuatoriana
conservadora, dado que este estereotipo facilitó una representación diferente a la
representación de peligrosidad e inmoralidad que se tenía de lo trans.
La estética travesti y transexual era un elemento muy particular al momento de ejercer
el trabajo sexual, puesto que las trans que se encontraban en mayor situación de vulnerabilidad
accedían a la feminización de sus corporalidades a partir de tecnologías más precarizadas, como
la inyección de aceite. Las que tenían un mayor acceso económico, utilizaban hormonas de
manera auto-medicada, no obstante, ambos métodos tienen repercusiones negativas en su
salud. Las hormonas y el aceite de marca Johnson inyectado en pechos y glúteos eran los
recursos travestis que se presentaban como una ilusión, la ilusión de reconocimiento en un
contexto lesivo, un pase al ascenso social. En virtud de acceder a una estética femenina más
normativa, la cual posibilita un mayor acceso económico en la comercialización del cuerpo,
adicionalmente propiciaba una mayor integridad y libertad, dado que los servicios sexuales
también eran ofrecidos a los agentes policiales, no obstante, este capital sexual también las
situaba en condición de mayor vulnerabilidad ante clientes y la policía. 4 Pelayo refiere:
En el CDP de Quito, existía una celda de tres metros por dos en la que había que
acomodarse para dormir hasta treinta días o más al ser detenido por una contravención.
Según el parte policial, se detenía por «falta a la moral pública» y, en ocasiones, por ser
simplemente «maricón». No había otro argumento. [....] Cuando se enteraba del ingreso
de un travesti bien vestido y guapo, se le acercaba portando algún objeto corto punzante
y le introducía los dedos en el ano, en busca de dinero o alguna joya escondida ahí.
Nadie podía quejarse ante tales hechos violentos porque realizaba el reparto de los
objetos obtenidos con el caporal del piso. (p.100)
El trabajo sexual históricamente ha sido una actividad tolerada en lugares
marginalizados de las principales ciudades ecuatorianas, y a la par ha sido uno de los oficios
más condenados a la repugnancia y discriminación en el seno idiosincrático ecuatoriano.
Mucha de la comunidad travesti y transexual de la época, tras ser echada de sus hogares
por parte de su familia a cortas edades, eran analfabetas o de poca preparación académica,
repercutiendo en un desconocimiento de sus derechos y leyes, y favoreciendo a estas dinámicas
de violencia.

4
Cispassing es una terminología para referirse a las personas trans que pasan como personas cisgénero.
Este es un recurso que brinda a las personas una mayor seguridad ante el discurso cisnormativo.
Las rupturas políticas dentro de la comunidad LGBT se posicionan en este periodo en
función de criterios cisheteronormativos, de clase y racistas. Surgen agrupaciones activistas
homosexuales que hacían una clara separación con las trabajadoras sexuales y personas maricas
marginadas, aludiendo a que eran personas normales, parte de la ciudadanía ecuatoriana y que
no deberían ser asociados a esos grupos inmorales y delincuenciales.
La Constitución de la República de 1978 era una garantía del libre tránsito por parte de
los ecuatorianos, sin embargo, para las travestis ocupar el espacio público implicaba burlas o
lascivas en relación a su apariencia o caminar. Cuando una travesti caminaba por las calles
muchos carros se detenían del asombro al ver una de ellas, puesto que no era común que las
travestis ocupen el espacio público, ellas tenían los “lugares de tolerancia” para transitar. En
la escena se inscriben los guardianes de la moral, la policía, puesto que estas eran detenidas
con el argumento de ser homosexuales visibles y escandalosos. Estas acciones rutinarias fueron
toleradas por la comunidad travesti por décadas, afectando el imaginario cultural de la
ciudadanía, en el cual únicamente se veían estas corporalidades en los periódicos amarillistas
y crónicas rojas. Esta habituación del espacio público a su vez incrementa la exotización y
desconocimiento de lo trans.

¿Es la comunidad Trans despenalizada en el Ecuador?.


En los años 90’s a pesar de la violencia sostenida, existieron ciertos acontecimientos
que dieron parte a una mayor libertad. Uno de los hitos que marcan este cambio de paradigma
es la revuelta que se da en la ciudad de Cuenca en el bar Abanicos. La revuelta empezó la noche
del 13 de junio de 1997 tras la elección de reina gay, a lo cual llegó la policía como una de sus
redadas frecuentes ante las reuniones ¨gays¨,
A partir del trabajo periodístico de la revista digital “La Andariega” (2017) fue posible
situar el relato de Brigitte, la reina elegida esa noche, también conocida como Patricio Coellar,
relata cómo ocurrieron los sucesos del bar, mencionando que tras ser arrestadas de manera
violenta las personas que acudieron al evento, fueron hacinadas en una sola celda, más de
sesenta personas según Coellar a partir de la revista digital.
El hacinamiento se dio intencionalmente, pues a pesar de la existencia de dos celdas,
(delincuencia común e infractores de tránsito), toda la aglomeración fue ubicada en la celda de
delincuencia común, con los detenidos que ya estaban anteriormente a la redada policial.
Coellar a través de “La Andariega” (2017) relata como uno de los detenidos comenzó a
intimidarla, amenazarla e inclusive abusar de ella sexualmente en la celda, a lo cual los policías
en vista de lo que estaba ocurriendo empezaron a comercializar el cuerpo de Brigitte a partir
de la venta de preservativos a 5000 sucres entre los internos, evolucionando el abuso a una
violación colectiva.
Todos los acontecimientos ocurridos fueron registrados por la prensa de la época de una
manera irónica, propagando el escarnio público hacia las identidades maricas.

Figura 9: “Clausuran Antro de Homosexuales”

Nota. Nota periodística de la andariega, sobre los acontecimientos ocurridos en el Abanico’s Bar,
extraído del Diario El tiempo, 18 de Junio 1997

Este fue uno de los acontecimientos que propició la despenalización de la


homosexualidad en Ecuador. El 27 de agosto del mismo año, La organización Coccinelle en
conjunto con otras organizaciones de los derechos humanos, gestaron la primera marcha, toma
de espacio público como símbolo de protesta tras las precarias condiciones que vivía la
comunidad marica. La Plaza Grande de la capital fue el epicentro de la movilización política,
la plaza se colmó de tacones, ropas transparentes, tangas y bisutería que funcionaban como
simbolismo de protesta, ante un régimen dictatorial que definía el “buen uso” del espacio
público y el cuerpo. Hasta el día de la marcha marica, las luchas sociales se vestían de trajes
de obrero, uniformes estudiantiles o indumentaria indígena, pero en ese momento se velaba un
nuevo paradigma en las luchas sociales. A pesar de la violencia por parte de la policía y
transeúntes, existía un ambiente de celebración, los cuerpos travestis se mostraban a la luz del
día, con sus heridas y moretones cubiertos de maquillaje, era el revelamiento de los rostros
arremetidos por la violencia policial.

Figura 10: “Los homosexuales no llegaron a la plaza Grande ”

Nota. Nota periodística extraída del Diario el comercio el Jueves 2 de Octubre de 1997, pág. A 12.

Este hito histórico funcionó como espacio sensibilizador ante la urgente situación que
estaba ocurriendo bajo el silencio con la población LGBTIQ+ en el país. Para cumplir con el
proyecto de derogación del artículo 516 que establecía la homosexualidad como un delito
punible, fue necesario que la propuesta este acompañada de un número determinado de firmas,
con ello las maricas salieron a las calles en diferentes puntos estratégicos muy concurridos de
Quito y Guayaquil a recolectar la mayor cantidad de rúbricas por parte de los transeúntes
simpatizantes con la causa.
Este periodo coincidió con otros acontecimientos que conmocionaron a la ciudadanía
ecuatoriana, la masacre cometida por grupos paramilitares hacia comunidades campesinas de
la Amazonía colombiana y el caso de desaparecimiento de los hermanos Restrepo. Estos hechos
estaban relacionados con la fuerza represiva por parte del gobierno y la policía, por este motivo
grupos LGBTIQ+ se mostraron afines antes los nexos políticos existentes, brindando así una
visibilidad mayor ante la problemática.
La despenalización de la homosexualidad en el Ecuador se logró a partir de la demanda
de inconstitucionalidad del artículo 516 del Código Penal el 25 de noviembre de 1997, abriendo
así nuevos senderos a la lucha libertaria marica. Pelayo (2021) relata:
Desde la célebre fecha en que la despenalización de la homosexualidad fue una realidad,
con una disposición legal que luego fue considerada únicamente como una ley de papel,
se avivó un monstruo más grande e implacable: la homofobia. La sociedad no estaba
dispuesta a ceder fácilmente porque primero estaban sus supuestos principios
religiosos, que consideraban a la homosexualidad como una cuestión aberrante y
obscena. (p. 252)
A pesar de la relevancia de la despenalización de la homosexualidad en la lucha trans y travesti,
los ideales religiosos y conservadores de la ciudadanía no modificaron la violencia estructural
que vivían estos cuerpos. A causa de la crisis política y financiera en el país a finales de la
década de los 90, muchas maricas decidieron emigrar a países más desarrollados en busca de
nuevas oportunidades de libertad y emancipación. Al transcurrir los años estas mismas travestis
y transexuales regresaban a su país con miras de emprendimiento, de una vida mejor. Esta
nueva visión posibilitó otro paradigma, pues dicho capital dio cuenta del mito esclavista, en el
cual únicamente los cuerpos trans se podían desenvolver en la posición, trabajos relacionados
con la estética o demás trabajos precarizados.
Años más tarde, Rafael Correa realizó un cambio constitucional en el país, en función
de un pasaje de la Constitución política del Ecuador a la constitución de la República del
Ecuador. Dicho cambio institucional dividió el estado en cinco poderes: ejecutivo, legislativo,
judicial, electoral y participación ciudadana, a manera de descentralizar el poder al momento
de gobernar. El primer artículo de la Constitución de la República cambió y posibilitó uno de
los cinco poderes del consejo de participación ciudadana, de esta manera existía una aparente
participación del pueblo y de grupos que no habían sido legitimados hasta la época, los grupos
indígenas y los grupos LGBTIQ+. En este año se añade la identidad de género a la lista de
categorías de vulnerabilidad contra la discriminación. Un año después introduce la figura de
delitos de odio contra la población LGBTIQ+ en el Código de Procedimiento Penal, para
posteriormente incluir en el Código Orgánico Integral Penal un inciso que postula las terapias
de conversión como actos de tortura, y finalmente la posibilidad de que las personas trans
puedan sacar su documento de identidad conforme el género con el que se identifican.
En el siglo XXI es posible evidenciar ciertos cambios políticos en torno las disidencias
sexogenéricas, no obstante, la violencia estructural arraigada en el conservadurismo y
religiosidad ecuatoriana es un desafío para poder despenalizar las identidades trans en el
Ecuador, gran parte de la población trans en la actualidad no cuenta con un empleo regulado,
existe un gran estigma social en el espacio público ante esta corporalidad disidente, las niñeces
trans aún son echadas de sus hogares tras develar sus sexualidades no normativas, lo cual las
acorrala a estar en la calle, sin oportunidades de estudio, sin oportunidades a una vivienda
digna, sin derechos humanos.

El Cuerpo como Dispositivo Político

Un cuerpo no natural
A lo largo de este capítulo se realizará una aproximación teórica a las vivencias en torno
al cuerpo teniendo en cuenta que las experiencias de los tránsitos en un cuerpo son complejas
y diversas. Para poder ubicar las implicaciones tanto subjetivas como materiales de un cuerpo
es primario dar cuenta de lo que es un cuerpo, puesto que acarrea varias interrogantes en
relación al ser y el tener, ¨¿se habita un cuerpo o se es un cuerpo?¨ es una de las dudas que
surgen en torno a la constitución corporal, a lo cual habría que definir a qué se le llama cuerpo.
A partir de la corriente psicoanalítica Contardi (2020) define al cuerpo como el
resultado del anudamiento de los tres registros lacanianos. [...] un cuerpo imaginario (el del
estadio del espejo), un cuerpo simbólico (lo que se dice del cuerpo, lo que se siente de ese
cuerpo), y un cuerpo real¨ (Contardi, 2020, p.33)
Al hablar de un cuerpo humanizado a través del lenguaje es posible introducir la
cuestión del ser y el tener, puesto que no se es un cuerpo en tanto interioridad (que se posee),
pues también existe una dimensión exterior, una dimensión ajena al ser que pone en tensión las
cuestiones propias, por consiguiente existe un borramiento de los límites de lo externo e
interno, de lo discursivo y la carme.
Respectivamente la noción de un cuerpo construido no es ajena al psicoanálisis, a partir
de esta idea que retoma Lacan a partir del biólogo Louis Bolk utiliza el concepto de
fetalización, donde se concibe el cuerpo como algo inacabado, algo prematuro, haciendo una
diferencia del órgano y el cuerpo como unidad. El cuerpo se concibe siempre y cuando exista
un otro atravesado por lo simbólico, y a su vez la implicación de que el organismo sea tocado
por el lenguaje.
En 1949 Lacan hace una explicación de la constitución del yo, a partir del estadio del
espejo, dicha formulación es la que da parte del pasaje de organismo biológico a cuerpo
hablante.
Según el autor la constitución de un cuerpo parte de un momento de fragmentación del
órgano, una interioridad que se percibe desintegrada, y que algo de lo exterior viene a
posibilitar una unidad. En primera instancia, existe un periodo de alienación que es cuando esta
cría es objeto de cuidados, puesto que no puede sostenerse por sí misma, existiendo un sujeto
que se posiciona como agente de crianza y responde ante las necesidades que cree tener la cría.
Las zonas erógenas tienen una funcionalidad que posibilitan un borde de goce, una génesis de
las fronteras corporales, y a partir de un reflejo de una imagen unificada en la exterioridad se
constituye una imagen que van a integrar a ese yo, imágenes que pueden ser en su literalidad
el reflejo en un espejo de otro, o una imagen de otro semejante.
No obstante, esta unidad no se traduce únicamente a lo que se percibe de un reflejo o
de las zonas erógenas, existe una articulación primaria, puesto que, la palabra transforma en
sujeto al el momento de nacer, e inclusive antes de nacer, la existencia de un Otro de la cultura
(agente de la crianza) brinda no solo las herramienta somatopsíquicas, sino dota de
significación constantemente a partir de lo que es esa cría y consecuentemente lo que no es.
El ser tocado por el lenguaje implica que de alguna forma algo del sujeto queda perdido,
la cría tras dar cuenta que el agente de crianza no puede dar con todas las respuestas, ni puede
saciar todas sus necesidades, produce un momento de separación en la cual se posibilita un
sujeto, y a su vez la falta. La marca del lenguaje implica una pérdida, dar cuenta de la
formación del objeto a. En otras palabras, el agente de crianza al ser un sujeto que también se
encuentra en falta da indicios de que no puede colmar al cachorro, no tiene el saber de este
cuerpo, habilitando una separación y a su vez un lazo por parte del cachorro hacia su propia
corporalidad.
En definitiva, las construcciones del cuerpo no pueden ser entendidas como operaciones
pre simbólicas, en tanto la carne es embestida por un mundo simbólico, existiendo actos del
habla constantes que se dan junto a las prácticas identificatorias de la morfogénesis del cuerpo.
Por esta razón la asociación o acceso a una ley simbólica da parte a la tecnología sexual que
muta la carne a un cuerpo sexuado.
Desde momentos previos a la concepción existen diversos actos del habla y el lenguaje
que dan perspectivas performativas y prácticas ritualizadas que dan cuenta de una marca del
género cómo registro simbólico en el cuerpo que se sostiene y reitera a lo largo de la vida del
sujeto, siendo el cuerpo ese lugar donde se materializan las normas del poder.
De igual manera la operación simbólica del cuerpo no es posible reducirla a lo que se
dice que tiene que ser un cuerpo, puesto que la concepción de cuerpo natural heterocentrado y
normativizado siempre va a estar destinada al fracaso por el mero esencialismo ahistorizado
que se trata de sostener, dando cuenta a su vez un indicio de posibilidad de renegociar, una
posibilidad de transgresión a la norma, resignificando este terreno de lo inteligible.
Desde la mirada psicoanalítica es posible sostener esta imposibilidad estructurante que
se da a partir del Otro y su falta, puesto que tanto en las identificaciones imaginarias y
discursivas siempre existe la posibilidad de una tercera identificación que ubique el goce de
manera singular, por fuera de un discurso binario que condiciona cómo apropiarse del cuerpo.
No obstante, a pesar de la existencia de esta configuración del cuerpo la construcción de cuerpo
es un fenómeno que se puede reconfigurar, pues la constitución de la sexualidad no termina en
la infancia, ni tampoco en la adolescencia en tanto es una imposibilidad.
Preciado (2016) sostiene que ¨el cuerpo es un texto socialmente construido, un archivo
orgánico de la historia de la humanidad como historia de la producción-reproducción sexual,
en la que ciertos códigos se naturalizan, otros quedan elípticos y otros son sistemáticamente
eliminados o tachados¨ (p.13).
De modo que hablar del cuerpo y ser un cuerpo no va en el orden de lo natural, esencial,
inmutable que se constituye y no cambia, sino todo lo contrario, el cuerpo está en constante
cambio, sea por procesos madurativos, intervenciones, o prácticas corporales ritualizadas, en
tanto existen relaciones y dinámicas de poder que componen la esfera simbólica y repercuten
en las articulaciones somatopsíquicas.
Sobre la base de un terreno simbólico constituido por relaciones de poder es posible
ubicar que la regulación social parte de la diferencia, existiendo un conjunto de relaciones
lingüísticas y culturales que derivan de lo sexual, sin embargo, dicha diferencia instauradora
no únicamente corresponde a criterios sexuales sino raciales. La no afirmación de la primacía
de la diferencia sexual da cuenta de un complejo conjunto de dinámicas de poder que operan
en virtud del mestizaje. Los criterios heteronormativos que devienen de la diferencia sexual no
son más que la regulación radical de la pureza racial.

Un cuerpo que se Trasviste


Partiendo de una genealogía transexual y una aproximación del cuerpo intrínseco a la
subjetividad, es imprescindible dar parte a la encrucijada del sujeto en torno al mundo
contemporáneo que lo rodea, pues, en la paradoja de capturar a través del saber termina siendo
objeto del paradigma tecnológico. Existe un retorno constante al cuerpo a través del saber,
como consecuencia se da una sustitución de lo dado por lo conocido, implicando la mutación
de la experiencia perceptual por la reconstrucción de la inmanencia del saber.
La estructuración del cuerpo se da a partir de la adaptación del ser con su contexto. En
ese contacto del mundo a través del cuerpo existe una (de)generación, el cuerpo pertenece a los
tejidos del mundo simbólico como una herida abierta, que constituye diversas posibilidades de
modificación. De esta manera el cuerpo es una extensión del mundo, lo cual es introductorio a
las diversas mutaciones que tiene el concepto de ¨lo humano¨.
Sobre la base representacional de lo humano, se encuentra la Declaración Universal de
los Derechos Humanos, donde postula una dignidad y valor de la identidad humana que
funciona como consenso en la actualidad, sin embargo, la transformación de lo humano varía
según la época, pues esta sufre cambios relevantes luego del descubrimiento biotecnológico y
el sistema de procesamiento de información de la cibernética.
A partir del cambio de paradigma epistemológico biomédico existe un aumento de las
posibilidades de accionar sobre el cuerpo. Vitaminas, pastillas, tatuajes, drogas, cirugía
estética, hormonas sintéticas, prótesis corporales, tecnología de graduación sensorial, son
ejemplos de las diferentes formas de intervenir al cuerpo desde la cotidianidad.
Algo semejante ocurre con la cibernética, pues esta modifica radicalmente la ciencia en
las décadas de los 50’s y 60’s al explicar el mundo la propia identidad humana, constituye un
nuevo paradigma como una revolución epistemológica que toma como principio
organizacional la comunicación y el procesamiento de información.
A partir de la cibernética y la biotecnología surgen explicaciones de la mente humana
como un sistema de procesamiento de información y articulaciones teóricas en relación al
sistema social como una forma de enviar y recibir información. En consecuencia de esta noción
de “ser informacional”, surge la descorporalización de la razón, en tanto el razonar no es
exclusivo de lo humano, pues es posible acorralarlo para reproducirlo en la máquina.
El ubicar la razón fuera de lo humano es una característica primordial para comprender
el borramiento de fronteras entre lo humano y lo no humano. La convivencia social de los
agentes no humanos con lo humano desmantela el andamiaje del paradigma del sujeto como el
centro de todo. Las reformulaciones de la vida en sociedad posthumanista ofrecen una
perspectiva de recepción, procesamiento e interacción de la información entre el sujeto y la
máquina. Este tipo de sociología sitúa una red fluida que conecta y crea asociaciones entre los
diferentes actores humanos y no humanos de manera simétrica.
Es aquí cuando el travestismo y la transexualidad cobran otros sentidos, en tanto es un
sitio de cierta ambivalencia que refleja el más allá de los lugares que se deben ocupar. Lo
travesti es introducir algo de lo no propio, es portar siempre algo de eso otro que no se debería
acceder, o no debería pensarse ni siquiera la posibilidad de acceso. Este no busca alcanzar un
ideal esencialista, lo travesti únicamente es. Tampoco tiene la finalidad de presentar algo
totalmente acabado, sencillamente es una búsqueda y experimentación constante del cuerpo,
es una instancia política que cobra forma en su rebeldía o resistencia a una (norma)lidad
constantemente legitimada, ahistorizada, producida y reproducida por el saber.
A partir de ello surgen ciertas cuestiones en torno a lo travesti: ¿Cuál es la importancia
de hablar de un cuerpo que se trasviste? ¿Quiénes son los cuerpos que se trasvisten? ¿Lo travesti
es algo que inaugura o algo que desliga? ¿Es el travestismo un proceso de construcción del
cuerpo?
Afirmar que todo género es como el travesti o está travestido sugiere que la "imitación" está
en el corazón mismo del proyecto heterosexual y de sus binarismos de género, que el
travestismo no es una imitación secundaria que supone un género anterior y original, sino
que la heterosexualidad hegemónica misma es un esfuerzo constante y repetido de imitar
sus propias idealizaciones. (Butler, 2002, p.184)
Es a partir de lo Travesti que se puede interpelar al género mismo, es una forma de
desestabilizar a la construcción de saberes en torno al sexo, poniéndolo en cuestión estos
ideales que se plantean como normales, originales y naturales.
La travesti no es la que cruza el límite, puesto que el discurso continuamente trasviste
el cuerpo, la particularidad travesti acontece en el deseo que se inaugura con el cuerpo. En esa
línea del pensamiento es posible ubicar las transiciones como cambios materiales que generan
repercusiones de diversas formas en las subjetividades que lo experimentan, estas varían según
la temporalidad, sus referentes y la accesibilidad a recursos tanto económicos como simbólicos,
pues los tránsitos por los semblantes definidos: hombre y mujer aperturan una forma particular
de habitar el cuerpo, sin embargo el habitar el cuerpo travesti implica alteridad, implica
forclusión, implica el fin del universo centrado en lo humano.
Lo travesti no es una epistemología que se encarna en el deseo de una élite postindustrial
en busca de la colonización de la especie, no es un instrumento para crear otro tipo de
segregación, lo travesti es el cuerpo que sufre los latigazos de la abyección, es el cuerpo que
no entra en la inteligibilidad humana, por ello es el cuerpo al que no se garantizan derechos. Es
la puesta en escena del discurso capitalista, uno que vende la carne más barata, uno que vende
ilusiones, uno que promete sellar vacíos, sin embargo, el cuerpo travesti no solo se encuentra
a merced del capitalismo, puesto que la noción de prótesis y la intervención corporal es muy
variable, en tanto estas pueden ser materiales y simbólicas, que funcionan a merced de
construcciones bio-geo-políticas del discurso. De esta manera el cuerpo travesti se ubica en un
lugar de no convencionalidad, no como el fetiche de la imagen pornográfica, ni como
instrumento potenciador del ideal sexual, es dar parte a una lectura contrasexual, una mirada
diferente a la cisheterosexual.
Capítulo III:

La Patologización de lo Trans

Dispositivos de Verdad

El campo de acción de la psiquiatría desde finales del siglo XIII ha sido la locura, que
tradicionalmente es nombrada hoy en día como: enfermedad, desorden o trastorno. Sin
embargo, esta articulación conceptual de enfermedad no se consolidó instantáneamente, fue
una construcción teórica a partir de un proceso de medicalización de la locura, su edificación
nosológica y descripción de síntomas, que pudo institucionalizar la locura como un objeto de
estudio. Es a partir de la medicalización y terapeutización de la locura que se instaura una
verdad centralizada en los expertos o especialistas autorizados a diagnosticarla y tratarla.
Estos rasgos fundamentales desarrollaron una edificación llamada manicomio que
tenía un fin terapéutico y de encierros con una carga segregativa para que “los ciudadanos”
estén alejados de “los enfermos”. A grandes rasgos el manicomio consistía en brindar un
tratamiento de la locura, no obstante, también tenía la funcionalidad de ser un espacio de
producción de saber y reclusorio, pues, al momento de ser ingresados, los sujetos eran
despojados de sus derechos ciudadanos y automáticamente se volvían un riesgo en potencia
para la sociedad, así como objetos de estudio para posteriores tratamientos. Por otro lado, las
particularidades del tratamiento iban en torno a un reconocimiento de la falta, y adaptabilidad
del sujeto a la norma para alcanzar la cura, de esta manera la patologización tiene una doble
codificación en relación a la norma, la de enfermedad pero también la de peligrosidad.
Este análisis historiográfico de la patologización parte de su implicación con la
peligrosidad, operando en un control y poder estatal que enfermiza al criminal y criminaliza
la locura o lo que se alejaba de la norma que históricamente y por mayoría era condicionada.
Esta correlación entre el saber, verdad, poder y patologización genera una estigmatización,
marginación y deshumanización de la persona enferma mental a merced de un orden social
idílico contraído a partir de discursos y prácticas de exclusión social legitimadas.
La noción actual que se tiene de la locura se articula dentro de lógicas similares, sin
embargo, las dinámicas de poder se ven difuminadas en relación a una mayor eficacia. Si bien
la funcionalidad del manicomio era terapéutica, reclusoria y productora , estas aristas se ven
disueltas en nuevas tecnologías de reproducción.
En las últimas décadas ha ido en ascenso la implicación del campo médico en las
problemáticas inherentes a la cotidianidad, es atribuida la causación de problemas individuales
a un determinismo generalmente biologicista o definidos como trastornos. El comprender la
constitución de procesos de patologización y medicalización advierte a una cuestión del poder,
un modo de unificar la diversidad en base a una ideología dominante.
Partiendo de la premisa de normatividad, destaca los restos que genera la norma, sujetos
que se ubican desde las periferias, resistiendo ante una violencia constante. De esta manera el
discurso patologizante se ubica en dos instancias subyacentes, el ámbito privado y el ámbito
público; dicho de otra manera, lo que se produce en las instituciones o esferas de poder médico
academicista continúa teniendo repercusiones políticas, visibilizando verdades absolutas sobre
lo que es un cuerpo e invisibilizando a sujetos en un entramado social. Ubicar el concepto de
ciudadanía como material es fundamental, en tanto se construye discursivamente a través del
tiempo, potencializando o dificultando las condiciones sociopolíticas de los sujetos que se
encuentran inmersos en ella.
Debemos acoger también toda la recuperación de información en estas áreas silenciadas que
está teniendo lugar en la antropología, la ciencia política, la historia y la sociología. Aunque
la presunción y la construcción de una conciencia o sujeto sustente tal trabajo y lo hará́ , a
largo plazo, coherente con el trabajo de constitución-del-sujeto imperialista mezclando
violencia epistémica con el avance del conocimiento y la civilización. (Spivak, 2003, p.44)
Un elemento a tomar en consideración al momento de hablar de la patologización y
ciudadanía es la violencia epistémica, dicho concepto da parte a un universo discursivo
institucionalizado que tiene efectos en las condiciones de vida de los sujetos. Al mismo tiempo
toma en consideración las dimensiones postcoloniales al momento de producir un saber,
haciendo una lectura colonizadora del poder.
En medida de la existencia de instrumentos y técnicas anatomopolíticas que se encargan
de vigilar, excluir, medicalizar, encarcelar y educar a merced de una microfísica del poder, las
identidades y corporalidades no normativas se ven relegadas a faltas de acceso en comparación
con los sujetos que se ubican del lado normativo, no obstante, estas corporalidades no
normativas cuentan con saberes que no son escuchados a partir de un silenciamiento estratégico
de las dinámicas de poder.
Los mecanismos de exclusión de la locura y los mecanismos de vigilancia de la sexualidad
infantil rindieron cierta ganancia económica, demostraron cierta utilidad política y, como
resultado, fueron naturalmente colonizados y sostenidos por mecanismos globales y, en
definitiva, por todo el sistema del Estado. Si partimos de esas técnicas de poder y mostramos
las ganancias económicas o las utilidades políticas que producen, podremos comprender, en
efecto, cómo aquellos mecanismos terminan por formar parte del conjunto. (Foucault, 2019,
p. 243)
En definitiva, la observación de cómo los dispositivos de poder han dado forma a la
construcción de la verdad es profundamente reveladora. Los mecanismos de exclusión en torno
a la locura y la vigilancia del dispositivo sexual, no sólo ilustra la forma en que ciertas
narrativas se han convertido en instrumentos de domesticación, sino también cómo estos
dispositivos han tejido sus hilos en el tejido más amplio que son los imaginarios sociales. Al
exponer las implicaciones políticas y sociales inherentes a estas técnicas de poder, nos
proporcionan una visión profunda de cómo estos mecanismos se inscriben en el entramado
global. La cita de Foucault nos lleva a reflexionar sobre una interconexión profunda entre el
poder, la verdad y el saber, insistiendo en considerar críticamente cómo las nociones de realidad
y conocimiento son construidas discursivamente.

La Puta como Foco Infeccioso.


La patologización y medicalización de la sexualidad tiene implicaciones políticas, en la
cual la sexualidad siempre tiene posibilidad de estar enferma o ser corregida a partir de
dispositivos o tecnologías potenciadoras del discurso cis-hetero-capitalista. Fortaleciendo las
bases de una dinámica de dominación que se ha sostenido históricamente de manera silenciosa.
Un ejemplo de ello, es el burdel, una institución a merced del consumo público, local y
extranjero, una estructura persistente desde la Edad Media, hasta la modernización de las
ciudades actuales. El Burdel es un territorio de producción y consumo de la sexualidad, en la
cual las normativas y valores morales del espacio público dominante pierden el mayor sentido.
Es en este espacio que constructos como el deseo, placer, sexo y género pierden su
esencia y evidencian su propiedad, en un primer momento como único dueño Dios, para
posteriormente cederla al Estado, para más tarde privatizarla y por ultimo transferirla a las
instituciones farmacopornopolíticas. Es el Burdel la institución que irrumpe con la ficción del
producto prefabricado de la sexualidad, es indicativa de un cuerpo vivo, una verdad que puede
desafiar a la propiedad.
El entender el putero dentro de las dinámicas de patologización, aperturan una
historicidad del trabajo sexual. El discurso médico-académico desarrolla un movimiento
llamado el higienismo, un proyecto científico gestado desde los círculos médicos en el siglo
XVIII, que velaba por la insalubridad del espacio público. La preocupación de la higiene
pública se originó a partir de epidemias que tuvieron altas tasas de mortalidad en la mayor parte
de la población, este fue el motor para construir preceptos higiénicos determinantes al momento
de velar por la seguridad, comodidad y libertad del pueblo.
En razón del poco acceso económico que tenían los cuerpos feminizados de la época,
era muy común el comercio sexual, no obstante, a partir del saneamiento del medio, fueron
elaboradas estrategias focalizadas en educar a clases populares en concepciones de higiene, así
como medidas por parte del estado a mantener la higiene. Estos programas de educación en
higiene fuertemente con una carga moralizante desde el judeocristianismo, postulaban el
moldeamiento del pueblo a las nociones burguesas. Esto tuvo como resultado considerar la
prostitución como un acto inmoral , e irreligioso inherente a las clases populares, el argumento
que se sostuvo fue en torno a la mirada de las prostitutas como mujeres perezosas, carentes de
devoción religiosa para poder saciar su exorbitante apetito sexual. En este sentido el higienismo
desarrolló estrategias para gestionar la movilización periférica de los “elementos peligrosos”
para la salud pública y orden social establecido, un primer indicio de los famosos lugares de
tolerancia.
Bajo este contexto de higiene pública es que se consolidan las enfermedades venéreas,
el consumo de drogas en relación causa-efecto al trabajo sexual, como un mal inherente a la
sociedad. Este aparejamiento inevitable sostiene la premisa que existen actividades sexuales
peligrosas e indecentes y esas acarrea un mal mayor, por tal motivo es necesario una profilaxis
moral, en conjunto a la estratégica desinformación de las enfermedades de transmisión sexual.
A mediados del siglo XIX las construcciones teóricas en torno a la Sífilis eran
sustentadas en investigaciones empíricas, Philippe Ricord un médico cirujano francés
realizaba estudios para definir la pauta distintivas entre la Gonorrea y la Sífilis para la posterior
conceptualización de la última. Ricord en 1838 publica su estudio “Traité pratique des maladies
vénériennes” el cual postula que la enfermedad infecciosa se transmitía por relaciones sexuales
impuras, haciendo relación a la relaciones fuera del matrimonio. Esta asociación de una
sexualidad normativa como un lugar de salud situaba al trabajo sexual como una sexualidad
peligrosa. De la misma manera en la década de los 80’s, el VIH fue enunciado como cáncer
Gay, haciendo una asociación directa entre las prácticas sexuales no heterosexuales como
peligrosas. 5

5
Esta forma de violencia epistemológica no es algo nuevo, durante el siglo XVIII existían otros
movimientos médicos altamente morales como el Degeneracionismo, y la Frenología, los cuales postulaban un
determinismo biológico para ubicar los trastornos mentales y los niveles de peligrosidad social en la morfología
del sujeto
En este sentido la respuesta de enfermedad ha estado siempre presente en las
sexualidades no normativas, funcionando la patologización como un dispositivo de control.
Tales vínculos entre prostitución y enfermedad constituyen nociones de peligrosidad y
anormalidad en el espacio público para los cuerpos feminizados, en tanto el argumento siempre
recae sobre las prostitutas como mujeres insaciables sexualmente, sin dar cuenta la indisociable
vinculación con los roles de género, pues este discurso sostiene a la masculinidad como un
individuo incapaz de contener sus impulsos sexuales.
Este ejemplo evidencia con claridad cómo la lógica de conocimiento, y en particular la
patologización, ha sido una herramienta de segregación o exclusión moldeada en beneficio de
la élite burguesa o tejida dentro del complejo entramado del saber-verdad-poder discursivo.
Esta interacción entre saber y poder es una invitación al cuestionamiento de las narrativas
establecidas y a considerar la forma en que los sistemas de verdad han sido utilizados
históricamente para perpetuar desigualdades, violencia y mantener el statu quo. Al comprender
estas dinámicas, es posible una preparación y criticidad de estas lógicas, para así desmantelar
los mecanismos de exclusión y opresión que persisten en el cuerpo subalterno.

Operaciones Estético-Políticas
El lugar que ocupa la estética al momento de estudiar las dimensiones políticas es de
gran relevancia, pues, en el redefinir los estándares del cuerpo, deseo y subjetividad, operan
inscripciones discursivas de un régimen disciplinario institucionalizado. Para situar las
implicaciones estéticas de lo trans es importante adentrarse en su experiencia ligada a la
vivencia perceptual de lo denominado bello y sus dimensiones sociopolíticas.
En este sentido las tecnologías estéticas se ubican como el elemento indumentario que
(des)adecua el cuerpo a la normativa escópica de lo social, en otras palabras, posiciona al sujeto
de manera ajena a la producción cisnormativa del entramado social que infunde una coherencia
sexogenérica deseante.
Las tecnologías estéticas sean éstas accesorios, vestimentas, prótesis, estilo personal,
entre otros, cumplen un rol fundamental en los procesos de adecuación y presentación social,
en este sentido también cumplen una función en las dinámicas de segregación y violencia. De
esta manera sostener una estética particular implica un posicionamiento político, ubicando lo
bello como un régimen identitario particular que capta lo hegemónico y se inscribe como un
elemento aspiracional que supone seguridad.
El fenómeno de la violencia estética no es exclusivo de las personas trans, pues todos
los cuerpos (trans)icionan constantemente. La particularidad travesti radica en la discursividad
que atraviesa la carne, pues menciona Marlene Wayar (2018) “el cuerpo de las travestis es su
primera obra de arte”; es el uso consciente de las tecnologías estéticas que habilitan e inauguran
una expresión identitaria que conlleva ciertos rituales de iniciación que las personas cisgénero
no atraviesan, intervenciones quirúrgicas, usar un vestido por primera vez, entre otras.
Esta experiencia y lectura social particular son las que inscriben lo trans, en una
posición de “privilegio” ante los cisgénero, pues, la tecnología estética en lo trans puede
resultar liberador en tanto conlleva una conquista sobre el cuerpo. Sin embargo, estas
tecnologías son inherentes a un entramado discursivo, en razón de la articulación conceptual
de lo trans como un fenómeno medicalizable que necesita un tratamiento que apunta al ideal
cisgénero.
Dentro de este orden de ideas es conveniente ubicar el concepto de Paul Preciado,
Farmacopornografía en razón de una tecnología discursiva que define un modo particular de
producción, consumo y (trans)formación de la sexualidad, partiendo de una política de
intoxicación y una demasía estética pornográfica.
Por un lado el estatuto pornográfico pone en cuestión el devenir público de asuntos
privados, es una caracterización política representacional de la sexualidad hecha espectáculo,
es el espacio digitalizado de los procesos de exclusión y sobre todo es la mercantilización del
cuerpo trans (penetrable, colonizado, racializado, migrante y periférico) para él consumidor.
En esta misma línea conceptual las tecnologías estéticas del género pueden operar como
una posibilidad de negociación para situarse como sujetos de derechos en situaciones
particulares como: el lenguaje, la escritura, la producción hormonal, intervenciones quirúrgicas
y demás derivaciones experimentales en torno al cuerpo. Estas tecnologías de producción
mutan constantemente y permiten una aproximación o lectura diferente del cuerpo. Como
consecuencia la tecnología se pone a merced del discurso capitalista ofreciendo la píldora como
una solución inmediata a la incapacidad de cumplir con el ideal de producción cisgénero, es
aquí cuando la transexual se ve empujada constantemente a modificar su cuerpo, cuando surge
la píldora como medio potenciador a una sexualidad naturalizada, cuando las ficciones
farmacopornográficas se materializan en las cotidianidades.
En tanto se inscriben una representación idealizada como alcanzable, se instaura la
dinámica de excitación frustración de la Farmacopornografía. Los cuerpos travestis son
relegados constantemente a una lectura cisgenerizada por parte del contexto, en tanto el cuerpo
trans es acorralado constantemente a la cisnorma, la discursividad y la medicalización del
cuerpo surge como un tratamiento para volver un cuerpo enfermo más tolerable.
Es aquí cuando el trabajo sexual cobra otras dimensiones por fuera de lo económico,
deviniendo en un trabajo trans(sexual). Teniendo en cuenta los contextos de precarización en
los que se inscriben las corporalidades trans y el acorralamiento discursivo del uso de la estética
corporal como medio de subsistencia, acontece una enunciación del deseo, un medio que
inscribe el reconocimiento y conquista de un cuerpo que constantemente ha sido borrado. Es el
trabajo sexual la oferta de un lugar de reconocimiento a un cuerpo forcluido, es el trabajo sexual
un posibilitante para la conquista liberadora de un cuerpo por fuera de las ligaduras
cisnormativas. Pero esta es una puesta en marcha estratégica de la explotación del cuerpo, es
la forma en que opera el poder, funcionando a través de dispositivos de adicción y proliferación
de la misma, inmovilizando socialmente a partir de una oferta y demanda que imposibilita cada
vez más su renuncia. Es la comercialización corporal un dialelo bendición/maldición, tras la
corta duración de sus servicios ya no se puede ser otra cosa más que una puta, consolidando
una cartografía de los espacios sociopolíticos posibles de ocupar. Efectivamente la mano de
obra en el trabajo sexual se mantiene siempre en lineamientos de precariedad, siendo esta una
de las especificidades sexopolíticas. La puta se convierte en una máquina huequeada, adaptada
a procesos de producción en masa a partir de un salario mínimo o inexistente durante un tiempo
de producción breve.
la mejor máquina mamadora de pollas altamente tecnificada es una silenciosa y
políticamente inactiva boca de inmigrante ilegal adolescente, una boca extremadamente
joven y pulposa o una boca siliconada de transexual sin acceso a cambio de sexo legal
en su documento de identidad. Estas son las tecno-máquinas sexuales del siglo XXI:
cuerpos vivos a los que se les niega el acceso al espacio político, privados de discurso
público y derecho de insumisión, despojados del derecho a sindicamiento, huelga,
seguro médico y paro. Aquí no hay competición entre la máquina y el trabajador como
en el fordismo tradicional, sino al contrario: el trabajador se vuelve biomáquina sexual
(Preciado, 2020, p.256)
Las bases discursivas de segregación se articulan a partir del régimen
farmacopornográfico, en tanto se da una lectura de la prostituta como un ser insaciable,
enfermo, y criminal. El derecho penal en muchos países no solo patologiza la prostitución, sino
la condena. Es una técnica legal que despersonaliza a la puta a la categoría de criminal/enferma
para hacer uso de la maquinaria bajo condiciones precarias, a bajo costo o inclusive gratuidad,
sin la necesidad de brindar ningún tipo de derecho al trabajo. La utilidad punitiva por otra parte
funciona como un laboratorio de experimentación de los servicios sexuales de manera gratuita,
la cárcel lleva a cabo la violación colectiva masificada del cuerpo transexual relegándolo a la
supervivencia.
Las articulaciones geopolíticas no son ajenas a estos procesos de segregación, en tanto
el valor del trabajo humano es discursivamente articulado, su materialidad se instaura a partir
de la inexistencia de leyes laborales, inscribiendo idílicamente la migración como una salida.
La subcontratación internacional se configura bajo estrategias de violencia epistémica en los
denominados países subdesarrollados, es decir, la marginación social favorece el trabajo sexual
de los cuerpos migrantes, para el consumo de los sujetos blancos de territorios denominados
de primer mundo.

Los Cuerpos Disfóricos de Occidente

No se trata de pasar de mujer a hombre o de hombre a mujer, sino de infectar las bases
moleculares de la producción de la diferencia sexual, puesto que esos dos estados,
hombre y mujer, no existen sino como efectos políticos fantasmáticos de procesos técnicos
de normalización. ( Preciado, P. 2008. p. 117)

Es indispensable situar la noción actual de transexualidad desde su gestación


epistemológica hasta sus implicaciones contextuales para evitar reduccionismos y comprender
el fenómeno transexual. Como antecedente del “transexualismo” es posible acotar “la
sodomía” de la edad media, “el invertido” o “uranistas” de comienzos del siglo XIX y “el
homosexual” de finales del siglo XIX, estas nomenclaturas funcionaban como conceptos
aglutinadores de una sexualidad no normativa hasta su posterior taxonomía de lo antinatural.
A pesar de las maneras de nombrar de la época, la necesidad del hombre por nominar
lo incomprensible constituyó un imperioso sometimiento academicista para encasillar lo que
actualmente concebimos como trans, generando así un nuevo paradigma en la construcción
teórica, ubicando un pasaje de la anormalidad a la taxonomía enferma. El travestismo del siglo
XX de Magnus Hirschfeld fue uno de los primeros criterios médicos, una desviación
psicosexual en la cual el sujeto adoptaba ciertos elementos del sexo opuesto, esta era una de
las tipologías psicosexuales que se sostenían en la Alemania de la época. Estas primeras
articulaciones teóricas de lo trans constituyeron a su vez las primeras nociones de verdad,
encasillando en uno de los tantos criterios que históricamente se ha inscrito este cuerpo
transexual.
La propagación de la teoría alemana del sexólogo Magnus Hirschfeld posibilitó que su
colega Harry Benjamin realice una investigación en torno al travestismo en Estados Unidos,
lo que devino en una publicación en (1966) llamada ¨The transexual Phenomenon¨, Este texto
situaba una diferenciación entre el sujeto travesti y “la verdadera transexual”, este manifiesto
dio cuenta de que la transexualidad es un asunto médico y que tenía que ser tratado, bajo ciertos
criterios médicos. 6
Posteriormente, la publicación de Benjamin motivó más investigaciones repercutiendo
en un diagnóstico clínico, con un intento de abordaje sistematizado para la población trans. De
este modo los saberes medicalizados, aislaron el cuerpo transexual como objeto de estudio
colonizable, un mero organismo sujeto a la descripción del poder, utilizándolo para recabar
información sobre la sexualidad, pero al mismo tiempo ubicando qué es posible desde la norma
y que cuerpo tiene que ser situado desde la abyección. Siendo en esta lógica de conquista donde
se articula la carga discursiva heteronormativa que oculta las dimensiones sociopolíticas de la
producción y comercialización histórica del cuerpo trans.
Es de esta manera que el término transexualismo constituye un modo de domesticación
que opera a partir de la legitimación de un saber, dado que esta enunciación tiene una
funcionalidad descriptiva pero también de abyección. Esta materialización del poder/saber se
vuelve más evidente en los manuales médicos dos años después (1968) cuando es agregado
como criterio diagnóstico en el segundo lanzamiento de la Asociación Americana de
Psiquiatría, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos Mentales (DSM II ), dentro
de la categoría desviaciones sexuales como “travestismo”.
Años más tarde el catálogo de clasificación estadística internacional de las
enfermedades (CIE 9) brinda terminologías delimitadoras “más precisas” como
“transexualismo”, “travestismo”, “fetichismo travestista”, “feminismo en muchachos” y
“trastorno de identidad sexual” dentro de la categoría de los trastornos sexuales y de la
identidad sexual. La propagación de este criterio diagnóstico fue celera, en 1980 surgió el
“Trastorno de la identidad sexual” (TIS) y “Transexualismo" incorporado en la tercera edición
del DSM.
De esta manera el término transexualidad nace desde las discursividades médicas, y
desde un lugar muy particular que es la patología, reproduciendo estas cosmovisiones
coloniales imperialistas del hombre como masculino y mujer como femenino en un orden de

6
Durante el siglo XVIII existían otros movimientos médicos altamente morales como el
Degeneracionismo, y la Frenología, los cuales postulaban un determinismo biológico para ubicar los trastornos
mentales y los niveles de peligrosidad social en la morfología del sujeto
normalidad/salud, y todas las formas de ser por fuera de estos lugares apuntarán a sus opuestos
anormal/ enfermo. Es la medicalización de lo trans el mecanismo dominador que evidencia “la
transexualidad” y “travestismo” como un producto occidental, una lectura y borramiento de
una realidad existente desde siglos.
Por su parte la patologización del cuerpo trans implica un abordaje o tratamiento, cuyo
fin está enmarcado en un pasaje de anormalidad a normalidad, es hacer que el cuerpo transexual
“no se le note lo trans”. Es una estrategia CisHeterocapitalista en la cual el cuerpo trans se le
adjudica todo un malestar y tratamiento, pero sin ningún tipo de garantía a derechos de salud
pública, ni tampoco acceso a recibir del “especialista medico” la marca de “verdadera
transexual”.
Es de esta manera que la hormona sintética o el tratamiento hormonal que reciben las
personas trans funciona como un “tratamiento” de los cuerpos feminizados y un “potenciador”
de los masculinizados. Esta tecnología del género es el proceso arquitectónico de los órganos,
tejidos, fluidos, sustancias y moléculas que mutan la materia prima en una nueva apariencia
naturalizada, la mujer. La técnica endocrinológica de sustitución hormonal no es exclusiva de
las personas trans, su construcción se configura a merced de la necesidad del hombre
heterosexual. La píldora anticonceptiva, se posiciona de esta manera como una solución al
placer del hombre, y la construcción de la mujer. Es a partir de este tratamiento que las mujeres
cisgénero empiezan un proceso de feminización y anulan los efectos masculinizantes de su
cuerpo, a partir de la menopausia. Es a partir de la misma píldora que la mujer cisgénero puede
lanzar el ideal de mujer.
De manera que la medicalización se ubica como un tratamiento experimental de lo
trans, pues, surge a partir de una necesidad de los sujetos cisgénero, existiendo bajo la premisa
del acceso precarizado al ideal cisgénero, de esta manera es sostenible la manipulación de un
anhelo de conquista corporal y el acceso a un cuerpo de experimentación.
Por otro lado es importante resaltar las particularidades de la píldora en relación a lo trans,
pues, mientras la píldora hormonal tiene una funcionalidad naturalizada en la mujeres cisgénero
como complemento esencial de su feminidad, la píldora en lo trans funciona como una
reapropiación subversiva del cuerpo.
A lo largo del tiempo esta narrativa ha sido sostenida en las guías y manuales posteriores
(CIE 10) y (DSM IV) con ciertas particularidades como el cambio de nomenclatura a
“Trastorno de identidad de género” y “Trastorno de la identidad sexual en la infancia”, pero
persistiendo la misma proliferación de violencia epistémica, al punto que muchos países han
tomado estos modelos de intervención, para descartar cualquier otro trastorno mental y
delimitarlo como un trastorno de la identidad de género.
La discusión que ha abierto el activismo trans y queer sobre la despatologización de las
identidades Trans en las últimas décadas ha posibilitado un cambio de nomenclatura en el DSM
y CIE actual, pasando del “trastorno de identidad de género” y “Transexualismo” a “Disforia
de Género” e “Incongruencia de género”. No obstante, este cambio nominal no fue un cambio
de paradigma pues la lectura patologizante persiste, a pesar de que su intencionalidad era
despatologizante, en tanto estos criterios aclaran que no todas las personas trans pasan por los
mencionados criterios diagnósticos.
Teniendo en cuenta el andamiaje colonial medicalizado a una realidad existente desde
siglos anteriores, hoy por hoy el criterio diagnóstico de “Disforia de Género” e “Incongruencia
de género” no deja de ser una tecnología de dominación. Estos funcionan como criterios
patologizadores de un malestar inherente al rechazo social que resisten los cuerpos trans del
discurso psi hegemónico en el cual sentaron sus bases. También se ubican como requisito en
muchos países para que las personas que no son cisgénero puedan acceder a servicios de salud.
Es importante resaltar que esta lectura de transexualidad es un producto occidental en
tanto existen cuerpos que sobreviven y resisten al modelo medicalizado transexual, de los
cuales es imprescindible escuchar para atravesar las lógicas coloniales de producción. Por otra
parte, dar cuenta que mencionadas articulaciones conceptuales no están pensadas para las
realidades y corporalidades latinoamericanas andinas, es partir de la urgencia de
planteamientos de nuevas lecturas, abordajes y tratamiento de la información desde
perspectivas que tengan en cuenta aspectos económicos, socioculturales y de enunciación.
Parte de nuestro proyecto de “desaprendizaje” es articular esa formación ideológica –
midiendo silencios si fuese necesario dentro del objeto de investigación. De este modo,
cuando enfrentemos las preguntas, ¿puede hablar el subalterno?, y ¿puede hablar el
subalterno –como mujer–?, nuestros esfuerzos para darle al subalterno una voz en la historia
estarán doblemente abiertos a los peligros (Spivak, 2003, p.47)
Figura 11: Genealogía de la producción occidental travesti y transexual

Nota. Elaborado a partir del capítulo

Genocidio Transexual

Al sentar las bases del proyecto cisheterosexual es posible ubicar sus repercusiones
sistemáticas en los cuerpos. Ejemplos de ello, son las intervenciones quirúrgicas infantiles del
siglo XIX, Las terapias de conversión y demás abordajes que fueron legitimados y silenciados
estratégicamente por las instituciones académicas a lo largo de la historia.
Las primeras tecnologías médicas de los años cincuenta constituyeron una fascinación
por la producción biotecnológica del proyecto cisgénero. Desde finales de los años ochenta
diversas tecnologías médicas lograron construir neo-genitales para brindar “solución” a los
cuerpos que no se ajustaban a la categorización de “asignación sexual”.
El ideal científico postulaba evitar ambigüedades haciendo coincidir a como dé lugar el
“cuerpo sano”, reiterando la “reasignación sexual” constantemente, en razón de una lectura
del cuerpo sexuado, pues no es posible leer el cuerpo si no porta la marca de sexo, caso
contrario se ubica en lo grotesco, horroroso, innombrable, abyecto.
Los bebés intersexuales 7 de esta manera desafían un orden establecido por las
construcciones médicas, por ello se desarrollaron tecnologías para poder intervenir esos
cuerpos que no hacían sentido desde la lectura cisheterocentrada. Durante el siglo XIX el
concepto género cobra sentido en el discurso médico a partir de John Money, para nombrar el
“sexo psicológico”, es de esa manera que se comenzó a investigar y experimentar el género
con bebés intersexuales, para de esta manera mutar esos cuerpos ambiguos a algo más “sano”.
De acuerdo a los criterios visuales del especialista si un pene no cumplía con el tamaño
suficiente (micropene) se podía amputar para construir una neo-vulva, y continuar con un
tratamiento de sustitución hormonal, y en el caso de tener un clítoris muy desarrollado,
intervenir para la construcción de un pene y que el cuerpo pueda encajar dentro del régimen
sexopolítico.
Es así que la lectura sexuada del cuerpo de los bebés fundamentalmente ha sido genital,
dejando en segunda instancia otros criterios de sexo como lo son los cromosomáticos y
gonadales, evidenciando como el sexo se convierte en un dispositivo tecnología que se puede
mutilar, cortar, agregar, dosificar para su heterosexualización posterior. Esta escena pone de
manifiesto el dispositivo sexopolítico de la mirada, y como lo visible siempre está en torno a
la lectura sexuada, como si los ojos fueran los principales encargados de decir una verdad
generizada que corresponde a una realidad orgánica.
Dicho de otra manera, lo escópico cobra relevancia al momento de la división sexual,
en tanto se articula una epistemología de lo visual. Por esta razón los cuerpos ambiguos tienen
que ser constantemente modificados desde el discurso médico para que luzcan más
cisheterosexuales y lo que visualmente se muestra como incongruente desde estas lógicas, para
que no desestabilice el orden sexopolítico es reforzado como anormal, enfermo o raro.
De esta manera la estética cobra relevancia al sexualizar un cuerpo, un pene puede
otorgar una identidad masculina y la ausencia del mismo, puede feminizar. Por esta razón es
imprescindible que los padres vayan a sus hogares con un hijo o una hija, puesto que al ir sin
una ¨verdad¨ implicaría no saber cómo educar “eso”.

7
La intersexualidad o hermafroditismo de la época son aquellos cuerpos que presentan o pueden
presentar a futuro alguna ambigüedad o no se ajustan al momento de ser categorizados en el binario sexual.
Es aquí cuando las coordenadas de la patologización cobran sentido, en razón de toda
una edificación institucionalizada para que las personas devengan cisgénero al punto de realizar
mutilaciones infantiles. A diferencia de la transexualidad, es necesario pasar por un proceso
rígido de “verdadera transexual”, como si atravesar el cisgénero implicara un peligro, y si el
mejor camino a elegir siempre fuera el Cis, en razón de que discursiva e imaginariamente lo
trans es programado como artificial, ficcional, teatral en relación al producto prefabricado de
lo Cisgénero. Siendo de esta manera que maniobran los contrastes en los cuales bebés
intersexuales son intervenibles, pero las infancias trans no se le garantizan intervenciones.
Esta táctica es legitimada por la urgencia de la asignación sexual según el sexólogo
John Money en la década de los 50 's pone en evidencia que la cirugía intersexual de la época,
detrás de la pregunta ¿es un varoncito o una niña?, oculta todo un entramado simbólico para
poder volver el cuerpo inteligible, a partir de técnicas visuales, quirúrgicas y discursivas. Es de
esta manera la asignación sexual una mesa de quirófano por la que los cuerpos cisgénero o
trans pasan, siendo la puesta en escena de un régimen sexopolítico, en el cual el cuerpo travesti,
transexual e intersexual es estratégicamente ubicado nuevamente para marcar su artificialidad
a partir de su patologización.
A pesar de que los cuerpos cisgénero también portan una sexualidad
artificial/teatralizada en tanto es construida y no natural, es necesario el cuerpo problemático
(trans/intersex) para constituirse como normal. De esta manera el proyecto tecnológico
heterosexual produce estos cuerpos para su propia configuración.
Tal es el caso Reimer, en el cual dos niños que presentaban inconvenientes para la
micción son llevados al doctor para realizarles una “circuncisión", durante el proceso
ocurrieron fallos con uno de ellos y con los días se presentó necrosis y hubo que remover el
miembro.
En busca de una solución, la familia llega con el especialista John Money el cual gozaba
de alto reconocimiento a nivel mundial, por sus trabajos investigativos. Money aseguraba que
lo biológico no era determinante en la identidad sexuada, sino factores externos como el
ambiente, la educación y la socialización. A lo cual recomienda extirpar los testículos de
Reimer para criarla como una niña, llamándola Brenda sin que ella recordara el acontecimiento
que había vivido en la infancia.
El sexólogo había investigado muy de cerca el acontecimiento, interviniendo en
reiteradas ocasiones para que no existiera ningún tipo de desviación para años más tarde
pudiera publicarlo como “caso John/Joan”, manifestando que había sido todo un éxito, nada
más lejos de lo que estaba ocurriendo con Brenda.
Desde la infancia Brenda tuvo inconvenientes de adaptación, al llegar la adolescencia a
partir de cambios puberales fue víctima de bullying en su escuela por su apariencia. Con los
tratamientos del doctor, las cosas no iban mejor, constantemente la obligaban a desnudarse en
contra de su voluntad para ver las “mejoras” del tratamiento, así como una exposición constante
de material pornográfico para ser educada en la feminidad.
Años después Brenda decidió dejar el tratamiento amenazando con suicidarse, y
empieza a transicionar como David, no obstante, a partir de los acontecimientos que vivió en
el pasado años después decide quitarse la vida.
Este caso es uno de los casos que más se viralizó de intervenciones médicas para
consolidar una sexualidad normativa sin embargo las “terapias de conversión” es un fenómeno
que ha existido a lo largo de la historia.

Según las Organización Mundial de la Salud las terapias de conversión son una multitud de
prácticas y métodos, profundamente dañinos que se basan en la idea medicamente falsa de
que LGBT y otras personas con diversidad de género están enfermas (Naciones Unidas,
2020).

Estas mal denominadas “terapias” dan cuenta de una violencia epistémica y simbólica
que se ha sostenido a lo largo de la historia, son esas articulaciones discursivas del poder que
enriquecen al colonizador, se materializan en tortura, y devienen en asesinato de los cuerpos
no normativos con los que se capitaliza.

¿La diferencia de los sexos no existe en el inconsciente?

El fundador del psicoanálisis, Sigmund Freud, aborda la cuestión de lo trans en sus


escritos de manera limitada, y su perspectiva en torno a la sexualidad evolucionó a lo largo del
tiempo. Es importante señalar que su desarrollo teórico sobre el tema puede considerarse escaso
y no coincidente con las comprensiones actuales de los estudios trans por la falta de
enunciación terminológica de la época en la que se dio su desarrollo teórico, no obstante no es
por la inexistencia de personas trans en la época o porque el tema no haya sido abordado.
El primer acercamiento de Freud con lo trans como se ha mencionado anteriormente se
dio a partir de su aportación en el caso de Schreber, y su mutación de hombre a mujer. Sin
embargo, ciertas aproximaciones teóricas dan cuenta de lo trans como una epistemología del
cuerpo sin ser nombrado como tal.
En sus primeras articulaciones teóricas, Freud se centró en la sexualidad, los roles de
género y los procesos identificatorios que se desarrollan en la infancia. En tres ensayos sobre
una teoría sexual (1905) hace uso de la terminología “invertido” para hacer referencia a lo
opuesto de las sexualidades “normales” (heterosexuales). En este mismo texto describe una
clasificación de los invertidos y cómo sería su tratamiento.
“La inversión puede eliminarse por vía de sugestión hipnótica, lo cual sería asombroso
si se tratara de un carácter innato” (p.127). De igual manera en este texto brinda un panorama
terapéutico de lo que se puede hacer con la inversión.
Asimismo hace una explicación en el texto sobre cómo “la niña se hace mujer”
(haciendo referencia al desarrollo de la mujer cisgénero) y las peculiaridades de su desarrollo
sexual. En el escrito explica como la zona erógena receptora infantil femenina se ubica en el
clítoris de manera masculina por su producción de placer y a partir de una oleada represiva en
la pubertad esa “estimulabilidad erógena” se transfiere a la vagina, deviniendo en feminidad a
partir del borramiento masculinizante (deseo sexual) del clítoris.8
De esta manera es posible ubicar a un autor inmerso en los preceptos biologicistas
heteronormativos de la época. Teniendo en cuenta las bases médicas en Freud es posible situar
más tarde como también se interesaría en el estudio del cuerpo intersexual como Money,
haciendo una analogía del cuerpo “hermafrodita”, “bisexual” o “sexo atrofiado” con el
cuerpo “normal”. De esta forma logra desarrollar una hipótesis del cuerpo en torno a una
etiología de bisexualidad en el desarrollo embrional que más adelante deviene en diferencia
sexual. Así a partir de Freud es posible ubicar la misma narrativa extractivista del cuerpo
intersex e invertido para poder explicar la sexualidad con una particularidad en la cual la
feminidad y masculinidad no se construyen “únicamente” a partir de lo biológico. 9 De ese
modo el autor no quita el peso biologicista del género, pero sí abre un panorama de elementos
que inscriben la masculinidad y feminidad tanto en el “cuerpo hombre”, como en el “cuerpo
mujer”.
Años más tarde Freud desarrolla su teoría del complejo de Edipo, explorando de qué
manera las infancias se identifican con el progenitor del mismo sexo y se da una separación

8
Si se quiere comprender el proceso por el cual la niña se hace mujer, es menester perseguir los ulteriores
destinos de esta excitabilidad del clítoris. La pubertad, que en el varón trae aparejado aquel gran empuje de la
libido, se caracteriza para la muchacha por una nueva oleada de represión, que afecta justamente a la sexualidad
del clítoris. Es un sector de vida sexual masculina el que así cae bajo la represión. El refuerzo de las inhibiciones
sexuales, creado por esta represión que sobreviene a la mujer en la pubertad, (Freud, 1905, p.201)
9
Esta observación muestra que en el caso de los seres humanos no hallamos una virilidad o una feminidad
puras en sentido psicológico ni en sentido biológico. Más bien, todo individuo exhibe una mezcla de su carácter
sexual biológico con rasgos biológicos del otro sexo (Freud, 1905, p.200)
con lo otro, señalando una particularidad con la infancia femenina, al hacer énfasis en la
diferencia morfológica y sus implicaciones psíquicas. De esta manera se hace la infancia
femenina análoga a la del varoncito desde una lógica heterocentrada; mientras el varoncito se
identifica con el padre, la niña lo hace con la feminidad, delimitando de qué manera los espacios
identificatorios se ocupan de manera “normal”.
Es a partir del desarrollo del Complejo de Edipo que Freud (1923) estructura el concepto
de “superyó” o “ideal del yo”, en su texto “el ello y el yo”. 10 El cual postula es una fuerza
social reguladora, que representa las influencias de autoridad de manera severa posicionándose
frente al yo como una conciencia moral o sentimiento de culpa. Es a partir de este concepto
que se ubican los primeros indicios de dinámicas de poder que incluyen los vectores
generizados y raciales, de forma que estas dinámicas brindan a su vez un plano deseante desde
la lógica heterocentrada. Es a partir del superyó y el Complejo de Edipo que se instaura la
existencia de una economía simbólica organizada de un poder falogocéntrico que se sustenta
en el ideal estético de la primacía heterosexual blanca.
Es esencial considerar las bases sobre la que se inscribe la comprensión de lo trans y la
identidad de género desde el psicoanálisis, teniendo en cuenta el andamiaje teórico y la
enunciación de la época. Las opiniones y construcciones teóricas de Freud sobre el tema no
son consideradas como referenciales para explicar “lo invertido” en la actualidad, ni como base
epistemológica para dar parte a lo trans de forma legítima.
Jacques Lacan, otro referente psicoanalista más adelante aborda cuál es la relación que
existe entre inconsciente, lenguaje y la constitución identitaria del sujeto. Para el autor la
identidad y procesos subjetivos se ven trastocados por las estructuras simbólicas y lingüísticas
que abstraen el entorno. La extrapolación de esta noción de subjetividad a la experiencia trans
podría argumentar la negociación constante en la construcción de identidad subalterna en
relación a un entramado discursivo, no obstante, la investigación es enfocada escasamente a
las identidades trans, y cuando es enunciada como tal es desde la estructura clínica psicótica.
En el Seminario 18 (1971) “De un discurso que no sería (del) Semblante” a partir del
texto de Robert Stoller “Sex and gender” donde Stoller acuña el término “identidad de
género”, Lacan define el transexualismo como: “ un deseo muy enérgico de pasar por todos

10
El superyó conservará el carácter del padre, y cuanto mayores fueron la intensidad del complejo de
Edipo y la rapidez de su represión (bajo las influencias de la autoridad, la religión, la enseñanza y las lecturas),
más severamente reinará después sobre el Yo como conciencia moral, o quizá como sentimiento inconsciente de
culpabilidad. En páginas ulteriores expondremos de dónde sospechamos que extrae el superyó la fuerza necesaria
para ejercer tal dominio, o sea, el carácter coercitivo que se manifiesta como imperativo categórico. (Freud, 1923,
p.16)
los medios al otro sexo, así́ fuese haciéndose operar cuando uno está́ del lado macho”. Dando
parte a la noción de lo trans desde un pasaje de “lo macho” al “otro sexo”. Más adelante Lacan
en su escrito menciona:
Una de las cosas más sorprendentes, es que la fase psicótica de estos casos está
completamente eludida por él, a falta, *desde luego*, de toda referencia, al no haberle
llegado jamás a sus oídos la forclusión lacaniana, lo que explica inmediatamente y muy
fácilmente la forma de esos casos, ¡pero qué importa!. (2014, p.14)
Lacan finaliza su análisis del texto de Stoller reiterando que el hombre y la mujer son
experiencias hablantes, no es una cuestión formulada.
En el seminario 19 de Lacan (1971) menciona:

el transexualista no quiere más de esto, y no en tanto que órgano. En lo cual comete un error,
el error justamente común. Su pasión, la del transexualista, es allí́ locura de querer liberarse
de este error: el error común que no ve que el significante, es el goce y que el falo no es de
esto, sino el significado. El transexualista no quiere más ser significado falo por el discurso
sexual que, lo enuncio, es imposible. No se equivoca más que por querer forzar el discurso
sexual que, en tanto que imposible, es el pasaje a lo Real, por querer forzarlo por la cirugía.
(2012, p. 17)

En este seminario el autor vuelve a enunciar su perspectiva de la experiencia trans


reducida a una intervención del cuerpo, acaso ¿Lo trans para el psicoanálisis se reduce a la
intervención corporal?, ¿Acaso la gente cis no hace uso de las tecnologías del género? ¿Es
acaso la castración real un elemento que no da cuenta de la castración simbólica en tanto el
pene y la vagina son significantes de la sexuación? O ¿es la incapacidad de Lacan de atravesar
la lógica cisnormativa en su desnaturalización del discurso? En este intento de explicar la
locura transexual de querer librarse del supuesto “error” a partir de un forzamiento corporal
quirúrgico, da cuenta de un fenómeno que no es propio de la experiencia trans, pues las
personas cisgénero también dan parte de dicha “locura” en razón de que el falo implica una
cuestión significante, por ello su sentido es diverso, sin embargo esta lectura no es psicotizada
como en lo trans.
La cuestión a plantearse en las lecturas de ambos psicoanalistas son los silenciamientos
tácticos de sus obras respecto a lo trans, pues al no mencionar directamente lo trans y dejar
estas enunciaciones de la “locura transexual”, o “el invertido sexual”, es posible que estos
textos se puedan prestar a “malas” interpretaciones, a pesar que su desarrollo teórico incluya
perspectivas que dan cuenta de materializaciones discursivas en el cuerpo y no apunten a
esencialismos biológicos.
Es por ello que durante mucho tiempo a partir del psicoanálisis fue posible ubicar la
identidad trans en las psicosis y perversiones como lo es el caso de Colette Chiland con la
incapacidad de los sujetos trans de sentir angustia ante la castración, afirmando que el
dispositivo analítico es casi imposible en estos sujetos;11 Catherine Millot con la afirmación de
que la transición de género es un intento desesperado y delirio psicótico de ir más allá de la
castración; Serge André al presentar un caso de perversión con Dani, “un joven transexual con
una condición imaginaria de chica” que había devenido tal tras el “devorador deseo materno”
y “el repudio a la castración”; o Janine Chasseguet-Smirgel al trabajo imposible con los
“enfermos transexuales” tras la imposibilidad de castración.
Este fenómeno no era arbitrario sino fue una configuración discursiva a razón de una
postura ambigua; por un lado, la teoría postula una (trans)clínica de lo trans, pero por el otro,
los mismos autores lo enuncian desde un lugar particular, la psicosis y perversión, generando
así un terreno epistemológico un tanto pantanoso al momento de hablar de las sexualidades
subalternas. Como se ha mencionado a lo largo de este trabajo investigativo, existe un
entramado simbólico que sostiene lo trans desde lo anormal, enfermo, abyecto, de cual el ser
psicoanalista o profesional psi no exenta a los sujetos de su inscripción como se evidencia a lo
largo de esta investigación.
Otro elemento a tomar a consideración es la cuestión contextual, pues es
imprescindible resaltar que en la época de ambos autores lo trans ya era mencionado en otros
textos, e inclusive los autores no eran ajenos a esas producciones teóricas, como es el caso de
sex and gender de Stoller con Lacan. Estos silenciamientos por parte de la academia tanto
psicoanalítica como otras disciplinas, funcionan de manera estratégica para sostener el sesgo
academicista que es reforzado constantemente a partir del discurso cisheteronormativo.
En el año 2019, Paul Preciado, un reconocido filósofo trans fue invitado a las jornadas
internacionales de l’ École de la Cause freudienne en París, a lo cual un año más tarde publica
su ponencia y experiencia dentro del espacio académico, con el fin de ampliar el debate ante la
situación que acontece con las identidades y corporalidades de sexualidades no normativas.
Durante su ponencia menciona las bases cisheteronormativas en la que se construye el

11
Chiland sostiene que el sujeto transexual no puede ser tratado, por un lado porque el tratamiento
quirúrgico del cuerpo transexual es el delirio transexual colectivizado al personal médico, y por el otro el
tratamiento psicoanalítico es la forma en la que el transexual divide al psicoanalista a partir de su discurso.
(Chiland, 2005)
psicoanálisis, la escasa existencia de psicoanalistas trans y las consecuencias de la construcción
y legitimación epistemológica de la diferencia sexual que es replicada por el abordaje que se
daba desde el psicoanálisis.
El autor en esa jornada logra brindar una noción más amplia de lo trans a la que había
logrado enunciar Lacan y otros autores desde el psicoanálisis. Aperturando una lectura crítica
de cómo los saberes “psi” históricamente han tenido un funcionamiento extractivista del
cuerpo trans, y de qué manera este cuerpo, principal objeto de estudio de estos saberes, se
configuran en un discurso cisheterocapitalista para su reproducción y consumo. De igual
manera el autor pone en tensión un elemento importante que se viene abordando en este trabajo
de investigación que es la enunciación, y de qué manera históricamente la enunciación de lo
trans ha estado ubicada en organismos de poder, silenciando y callando a sus protagonistas de
sus propias historias.

La persona trans pierde el cuerpo. Todos ellos cruzan la frontera. (...) El cuerpo trans es a la
epistemología de la diferencia sexual lo que América fue al Imperio español: un lugar de
inmensa riqueza y cultura imposible de reducir al imaginario del imperio. Un lugar de
extracción y aniquilación de la vida. Nuestros órganos trans son para el sistema
heteropatriarcal las minas de Potosí que alimentan el inconsciente colonial(...). El cuerpo
trans es odiado, pero sus órganos maldecidos son los más deseados y se consumen en cada
esquina: con la puta trans el machito hetero puede meterse una polla en la boca sin correr el
riesgo de pensar que es gay. El cuerpo trans sabe más. Resiste. Es una potencia de vida. El
cuerpo trans es el Amazonas brotando inagotable a través de la selva, saltando las presas y
los embalses. El cuerpo trans es para la anatomía normativa lo que África fue para Europa:
un territorio en el que cortar y distribuir al mejor postor. Los senos y la piel para la cirugía
estética, la vagina para la cirugía estatal, el pene para la psiquiatría o para las anamorfosis
de Lacan. (Preciado, 2020, p.29-30)

A partir de la ponencia de Preciado se volvió más evidente la existencia de una crisis


epistemológica de lo trans en la academia psicoanalítica, que devino en nuevas interrogantes
respecto a los modos de hacer e intervenir, de manera tal que existieron posturas segmentadas
y nuevas producciones academicistas en torno al tema. De manera similar puso en tensión las
cuestiones intrínsecas al momento de que una persona trans acude a estos espacios.
Quizás no sea la persona trans la que se niega al trabajo analítico (y, si así fuera, esa negación
sería instinto de supervivencia y autodeterminación), sino más bien el analista el que no
pueda confrontarse con el desafío de mirar un cuerpo más allá de su propia experiencia cis
y heterosexual, de sus propias convenciones de género y sexuales. (Preciado, 2020, p.58)

En definitiva, es viable identificar ciertos cambios de paradigma en la concepción de la


producción trans desde el siglo pasado, ya que se ha transitado hasta cierto punto, desde un
enfoque extractivista hacia uno de enunciación. En el cual ciertos autores logran atravesar la
epistemología de la diferencia sexual que decide patologizar, enfermar, y medicalizar a obturar
una respuesta de diversidad. Esto implica que no puede afirmarse con certeza que en la
actualidad el discurso sobre lo trans se origine únicamente desde su propio punto de
enunciación, es decir por sus protagonistas. No obstante, se evidencia un aumento en la
producción académica que permite que lo trans sea abordado desde una perspectiva que lo
entiende y atiende como un fenómeno diverso, en lugar de ser interpretado como alteridad
desde una lectura ciscolonial.
Capítulo IV:

Metodología

El presente trabajo de investigación fue elaborado bajo un enfoque cualitativo, que


Fernández y Batista (2014) indican que en este tipo de investigación se trata de “describir,
comprender e interpretar los fenómenos, a través de las percepciones y significados producidos
por las experiencias de los participantes” (p.11). Este enfoque fue elegido, ya que el mismo
facilita estudiar fenómenos socio culturales históricos de una determinada población o realidad.
De este estudio la óptica del investigador es crucial, puesto que es agente principal en la
reconstrucción y descripción de un contexto.

El paradigma que se utiliza en la investigación es el interpretativo, también llamado


histórico hermenéutico. Según Carmén Ricoy (2006) este paradigma:
“Intenta comprender la realidad, considera que el conocimiento no es neutral. Es
relativo a los significados de los sujetos en interacción mutua y tiene pleno sentido en la cultura
y en las peculiaridades de la cotidianidad del fenómeno educativo. En este sentido, tiene lógica
remontarnos al pasado para comprender y afrontar mejor el presente” (p. 17).
Este tipo de modelo permite un acercamiento a los diferentes significados que el ser
humano genera con respecto a un tema específico, siendo por medio de este que se puede llegar
a una mayor comprensión sobre las narrativas en donde se circunscribe lo trans.

Se hace uso de un método descriptivo para esta investigación, con el propósito de


examinar la experiencia de las personas que se autoidentifican como trans, así como para
indagar la posible influencia de esta identificación en sus vidas. La elección de este método se
justifica por la necesidad de desentrañar y aclarar conceptos previamente establecidos sobre las
comunidades de género diverso, proporcionando un enfoque preciso en cuanto a sus
perspectivas y orígenes.

Entre las técnicas de recolección de información que se utilizarán en este trabajo


investigativo, está la revisión documental y análisis de contenido en fuentes iconográficas. Para
la misma se hará uso de revisión bibliográfica de campos interdisciplinarios como los estudios
de género y estudios decoloniales, que contemplan disciplinas académicas como el
psicoanálisis, sociología, antropología, filosofía, componentes fundamentales para el proceso
investigativo, en el momento de conceptualizar el discurso Cis-heteronormativo que atraviesa
en su gran parte a las disciplinas académicas.

Finalmente el método de análisis de contenido es posible ubicar como material para el


proceso investigativo, pues las fuentes primarias iconográficas como archivos audiovisuales
digitalizados, se sustentan como fuentes no tradicionales capaces de brindar una narrativa
diferente de los procesos históricos, en tanto aperturan una interpretación de los relatos
invisibilizados a través del tiempo, permitiendo una recuperación legítima de información.
Capítulo V:

Presentación y Análisis de Resultados

Análisis de Contenido

La imagen como un modo de producción de sentido, apela a la relevancia y necesidad


de interpretación de los productos cinematográficos como modos de recolección de
información para los procesos investigativos. La imagen es un producto artístico ubicado en un
universo simbólico de producción que se inscribe sobre acontecimientos políticos, económicos,
sociales y culturales. Es imprescindible tener en cuenta que la construcción de imágenes es
intencional, pues existen agentes activos detrás de ella que toman la decisión de reflejar y
reproducir una realidad de una forma particular (encuadre, luz, mensaje, etc.). Es por ello útil
utilizar esta técnica metodológica para identificar patrones y tendencias en la forma en que se
han retratado las corporalidades trans en estos medios a lo largo del tiempo, así como su
impacto a nivel cultural.

El objetivo... no es describir y analizar las excelsas cualidades de ciertas "imágenes


artísticas" sino analizar y criticar las condiciones bajo las cuales todas las imágenes, artísticas
o no, del presente o del pasado, construyen mentalidades y comportamientos de cada época y
ambiente (García, 2007, p. 12).
Figura 12: Cuadro de Variables

Nota. elaboración a partir del desarrollo metodológico

Para poder explicar el fenómeno de la abyección de las identidades trans se hará uso de obras
de ficción audiovisual. La elección de mencionados productos artísticos se dio a partir de
criterios generacionales, género cinematográfico y relevancia. Se hace uso de películas desde
la década de los 60´s, hasta el periodo actual, con la finalidad de situar las narrativas sostenidas
al momento de abordar lo trans. El objetivo de acotar este periodo es crucial en tanto es un
periodo importante para las reivindicaciones políticas de las identidades sexogenéricas
disidentes. De igual manera los criterios de género y relevancia dan cuenta de las formas
reiterativas de narrar estos personajes, así como el alcance que tienen estos productos
cinematográficos elaborados para el consumo de masas.
Figura 13: Descripción informativa de las obras de ficción audiovisual

Nota. elaboración a partir del desarrollo metodológico

A continuación, se describen imágenes, encuadres, música, iluminación o argumento de la


película conforme las variables indicadas en la tabla 12. Por tanto, cada variable corresponde
a un número según el orden que está en la tabla.

Psicosis (1960)

1. En la hora, minuto cuarenta y uno (1:41:00), se devela que el asesino es Norman vestido
como su madre. Imagen de Norman usando una peluca y vestido mientras se aproxima
acuchillar a lila Crane
2.
3. A la hora minuto cuarenta y cinco (1:45:00), se muestra el psiquiatra Dr. Fred diciendo
que Norman Bates no existe, solo existe a medias, la otra mitad se adueñó de él, puesto
tiene un trastorno de personalidad a partir del trauma de matar a su madre, en el cual se
sentía Norma y comenzaba actuar como ella.
4. A la hora cuarenta y un minutos (1:41:00) Se devela que Norman se viste como su
madre para asesinar. Esta imagen, se utiliza como un recurso para generar terror a partir
de la repentina música de fondo e imagen del asesino travesti. (Jumpscare)
5.

Vestida para Matar (1980)

1. Hora veintisiete (1:27:04) Develan que Bobby es Dr. Elliot, tras el disparo y caer la
peluca.
2. Hora veintisiete minutos (1:27:04) tras el descubrimiento de que Bobby es Dr. Elliot,
Liz preguntar " Que le pasa a ese tipo" El Dr. Levy contesta: " es un transexual, solo
que su lado masculino no le dejo ser (haciendo referencia a la cirugía genital), eran
sexos opuestos habitando un mismo cuerpo, mataba porque salía su lado masculino
(haciendo referencia a su deseo por las mujeres). Minutos más tarde (1:30:00) Liz hace
una explicación mencionando " Hay hombres y mujeres que piensan que nacieron en el
cuerpo equivocado, son transexuales, todo lo que quieren es cambiar de sexo. El
argumento del personaje se sostiene en que es un sujeto transexual que mata cada vez
que siente que su lado masculino (Dr. Elliot) tiene deseo por una mujer, que los
episodios criminales empiezan tras la prohibición de la cirugía genital.
3. Hora treinta y tres minutos (1:33:40) Se muestra la Imagen de Bobby en el manicomio,
dando cuenta de que lo transexual es una enfermedad mental, o lo transexual acarrea
inestabilidades psíquicas. La imagen del manicomio está acompañada de música
suspenso en la que se muestra como Bobby mata a una de las enfermeras.
4. Hora veintisiete minutos 1:27:04 El doctor Levy explica que doctor Elliot "es un
transexual, solo que su lado masculino no le dejó serlo, pues no le permitió realizarse
la cirugía genital, eran sexos opuestos habitando un mismo cuerpo, Bobby mataba
porque salía su lado masculino (Dr. Elliot) cada vez que sentía deseo por una mujer"

El silencio de los Inocentes (1991)

1. Hora treinta y cinco minutos (1:35:47), se muestra la imagen de Buffalo Bill desnudo
sin pene mientras usa un disfraz hecho de las pieles y cabellos de las mujeres que
asesinó. Puesta en escena de la feminidad de Ted Levine usando maquillaje cabello
largo y sin un pene aparente.
2.
3. A los cincuenta y cinco minutos (55:00) Se pone en escena diálogo entre Hannibal
Lecter y Clarice Starling, Lecter enfatiza sobre la transformación de polilla a mariposa
para hacer referencia al caso de Buffallo Bill, Diciendo: "Nuestro Billy también quiere
cambiar" aludiendo a las motivaciones transexuales del asesino. Mediante avanza el
dialogo (56:50) Hannibal Refiere: "Billy no es un verdadero Transexual pero intenta
serlo" Menciona como Billy fue rechazado de ser transexual haciendo referencia que
no lo dejaron hacerse un cambio de sexo, 57:30 Billy se volvió transexual tras años
de abuso constante, odia su propia identidad, por eso cree ser transexual, pero su
enfermedad y es mil veces más salvaje dice Lecter. La trama de la película gira en
torno a como Bill se hace un asesino tras su deseo transexual por el abuso de su infancia.
4. A la hora veinticinco minutos (1:25:49) Se pone en escena la Imagen de Buffalo Bill
cociendo las pieles para un traje, mientras suena música de suspenso de fondo, minutos
más tarde (1:34:00) se muestra la escena de Buffalo Bill maquillándose escuchando
música mientras tiene una mujer secuestrada, finalmente se presenta la Imagen de
Buffalo Bill desnudo escondiendo su pene entre las piernas mientras usa un disfraz
hecho de las pieles y cabellos de las mujeres que asesinó
5. Una hora treinta y cinco minutos (1:35:20) Mientras Buffalo Bill se maquilla y tiene a
una persona secuestrada dice en el espejo: ¨Quieres follarme¨ Yo me follaría¨ "Me
follaría a lo bestia¨ minutos más tarde se presenta la Imagen de Buffallo Bill desnudo
escondiendo su pene entre las piernas mientras usa un disfraz hecho de las pieles y
cabellos de las mujeres que asesinó.

The Crying Game (1992)

1. A la hora cuatro minutos (1:04:00) se muestra una Imagen del cuerpo desnudo de Dil,
Se ubica en primer plano su pene, se devela que no era una mujer cisgénero.
2. A la hora cuatro minutos (1:04:00) aparece la Imagen del cuerpo desnudo de Dil, Se
ubica en primer plano su pene, a continuación, Fergus la Golpea y se aparta
3. A la hora minuto cuatro (1:04:20) Fergus tras enterarse que Dil es trans, la golpea y la
aparta, minutos más tarde (1:12:30) ¨Debiste seguir siendo chica ̈ contesta Fergus
haciendo referencia a que Dil por ser trans no es una chica real. Finalmente (1:25:59)
Fergus convence a Dil de cortar su cabello para hacerla pasar por un hombre
4.
5. Hora cuatro minutos (1:04:30) Fergus ve a Din desnuda, y tras enterarse que es trans
acontece una larga escena de Fergus vomitando

Ace Ventura: Un detective diferente (1994)

1. Hora cinco minutos (1:05:45) El detective Ace descubre el misterio del secuestro
comprendiendo que Lois es una mujer transexual, a lo cual su reacción es: vomitar,
cepillarse los dientes, utilizar químicos de limpieza de hogar para desinfectar la
suciedad que sentía tras haber estado con ella, diciendo: “Einhorn es un hombre”
2. Hora dieciocho minutos (1:18:00) El Detective Ace dice: Dudo mucho que haya
logrado deshacerse del viejo señor salchicha, procediendo a romper la falda de Lois
para verificar su genitalidad
3.
4. Hora catorce minutos (1:14:00) Ace revela que Louis era un futbolista profesional que
había escapado de un manicomio para vengarse por no haber ganado un partido de
fútbol, haciéndose pasar por una mujer policía para que de esta forma nadie le pudiera
descubrir.
5. Hora dieciocho minutos (1:18:00) Detective Ace refiere: Dudo mucho que haya
logrado deshacerse del viejo señor salchicha (Rompiendo su falda para verificar su
entrepierna) minutos posteriores comenta el Detective: Damas y caballeros, pero si
estoy equivocado si el teniente es verdaderamente una mujer, como ella dice serlo,
entonces ella está sufriendo de los hemorroides más severos que he visto (señala el
bulto que se marca en su ropa interior) a lo cual toda la audiencia empieza a vomitar de
manera colectiva

Sala de Urgencias T1C9 (1994)

1. Minuto nueve (9:45) El doctor dice "hay que hacerle una revisión" por lo cual tiene que
quitarle la ropa, a lo que revisan sus genitales se genera un ambiente de confusión
diciendo que "falta añadir información" y le comienzan a llamarla SEÑOR develando
que la paciente es transexual.
2. Minuto nueve (9:45) Le hacen quitar la ropa a la señora Carlton, el doctor al ver sus
genitales hace una cara de confusión mencionando que falta añadir información y le
comienzan a llamar señor.
3. Minuto dieciséis (16:27) Ahora, paso 3 horas maquillándome antes de salir a la calle,
poniéndome cera y máscaras, y aun así nadie lo nota lo único que veo en sus ojos es
asco, tal vez sí, tal vez soy asqueroso
4.
5. Minuto diez (10:10) Tras develar la genitalidad de la paciente, el médico se muestra
incómodo ante su presencia, segundo más tarde se retira un doctor y deja al otro solo
con la paciente y el doctor pregunta si él se quedara solo con ella, denotando
incomodidad.

Que paso ayer parte dos (2011)

1. Minuto cincuenta y cuatro (54:07) Kimmy narra cómo tenían sexo y menciona que
trataba de no eyacular muy pronto (a lo que se devela que Kimmy es Trans
desnudándose mostrando su cuerpo desnudo, enfocando su pene en primer plano)
2. Minuto cincuenta y cuatro (54:07) Kimmy narra como tenían sexo y menciona que
trataba de no eyacular muy pronto (a lo que devela que Kimmy es Trans desnudándose
mostrando su cuerpo desnudo, enfocando su pene en primer plano) utilizando este
dialogo como recurso cómico y reiterándolo en los créditos al mostrar fotografías de
Kimmy y Stuard teniendo sexo, así como fotografías de Kimmy desnuda.
3.
4.
5. Minuto cincuenta y cuatro (54:30) Stuard Vomita tras Kimmy decir que se vino dentro
de él, Phil hace arcadas en todo el diálogo que Kimmy narra cómo tuvo relaciones con
Stuart y pasan demás mujeres trans desnudas en la sala

La noche del demonio: capítulo 2 (2013)

1. Hora, minuto cinco (1:05:00) se devela que la mujer de vestido era un enfermo mental
que se vestía y maquillaba como su madre para matar personas
2.
3. Hora, minuto cinco (1:05:00) Se evidencia como Parker se volvió un asesino a partir
de una madre que obligaba a su hijo a ser femenino, Carl menciona que Parker usaba
vestido para cometer homicidios, ese era su disfraz, a manera de recuperar su niñez
4. Hora, minuto cuatro (1:04:60) Se devela que la mujer de vestido era un enfermo mental
que se llamaba Parker tras la visión de Carl: escena en primer plano de Parker
maquillándose y poniéndose un vestido mientras tiene a una mujer amordazada a la que
va a asesinar al terminar de arreglarse
5.

Chicago Med T2C3 (2013)

1. Minuto veinticuatro (24:16) Dennisse dice ¨es mi glándula prostática¨ (se crea un
ambiente de tensión y confusión) Denisse dice ¨soy una mujer Transgénero (lloran tras
la develación).
2. Minuto veinticuatro (24:08) el doctor muestra una cara de confusión tras ver algo
anómalo en la pantalla del eco, segundo más tarde (24:16) Dennisse dice ¨es mi
glándula prostática¨
3. Minuto treinta tres (33:09) Dennisse dice “He pasado casi toda mi vida en guerra con
mi género y la única parte que no me extirpe me va a matar” haciendo referencia a su
próstata. Le dan el diagnóstico de cáncer de próstata

Análisis de resultados

El análisis generacional de las ficciones audiovisuales evidencian la utilización de una


variable en sus narrativas, el develamiento de lo tras como algo que irrumpe con las lógicas de
normalidad.

A partir de este análisis fue posible ubicar como lo trans adquiere diferentes
connotaciones según el género cinematográfico, siendo este un recurso de misterio, comedia,
terror y drama. Ejemplo de ello son los productos audiovisuales de comedia, Que paso ayer
parte dos (2011) y Ace Ventura: Un detective diferente (1994), que denotan una repetición en
torno al vómito o representaciones del asco luego de develar el cuerpo o identidad trans. De
igual manera otro componente muy presente en este género es la fascinación por la genitalidad
Trans, puesto que constantemente se utiliza dicho recurso para dar cuenta de una exotización
del cuerpo transexual, haciendo un énfasis en la narrativa de que una mujer con pene es un
chiste, hay que burlarse, y produce asco. Es posible ubicar de qué manera lo abyecto funciona
como un límite y establece fronteras de lo que es posible hacer con un cuerpo en las narrativas
de horror relacionadas con el travestismo, explorando la interacción entre lo repulsivo y lo
desconocido en estas representaciones.
Se observa una dinámica similar en películas de misterio/Terror como: Psicosis (1960),
Vestida para Matar (1980), El silencio de los Inocentes (1991) y La noche del demonio:
capítulo 2 (2013). Estos productos audiovisuales utilizan lo trans a manera de reproducir y
reforzar la concepción de las corporalidades travestis como careta de criminalidad, o lo trans
como efecto del maltrato psicológico o enfermedad mental, haciendo referencia a una muerte
simbólica que define su rol enfermo, asesino o monstruoso.

Finalmente productos audiovisuales como The Crying Game (1992), Sala de


Urgencias (1994) y Chicago Med (2016) consideran lo trans como un recurso dramático. La
narrativa de lo trans en estos productos se sitúa en tres variables, la fascinación de la
Genitalidad Trans, Lo trans como metáfora de muerte y la Repulsión del cuerpo transexual. La
primera variable se evidencia la relevancia que tiene la genitalidad en el personaje trans y no
en los otros personajes cisgenerizados. La segunda variable es ubicada como una metáfora de
muerte simbólica, puesto que el ser trans acarrea un peligro inminente, cáncer de próstata, que
la sociedad te vea con asco, o nunca acceder al amor por tener un cuerpo transexual. Finalmente
la última variable se manifiesta en el rechazo que muestran los otros personajes hacia estas
mujeres que portan un pene o representación del mismo. En definitiva, cada género audiovisual
muestra sus particularidades al momento de ubicar las corporalidades e identidades trans, sin
embargo estas consideraciones no son excluyentes para la implementación de recursos de otros
géneros audiovisuales.

Es importante dar parte a la pertinencia de la variable de la época, puesto que a pesar


de la inclusión ficcional trans desde la década de los 70’s en productos audiovisuales se vuelve
cada vez más relevante, la puesta en escena de personajes con sexualidades no normativas en
ficciones audiovisuales mainstream materializa un estereotipo poco realista.

A pesar de que la inclusión de personajes trans es más evidente en las ficciones


audiovisuales mainstream a partir de la década de los 70, esta se dan a partir de las mismas
narrativas que históricamente presentan una forma deshumanizada, hipersexualizadas y
cosificante de los cuerpos transexuales. Son los productos audiovisuales que legitiman y
reproducen una noción ya existente en el imaginario social, del cuerpo transexual como un
cuerpo merecedor de burlas, terror, misterio, asco e inclusive muerte.
CONCLUSIONES

En el recorrido de esta investigación, hemos explorado con profundidad las


interconexiones entre la cis-heteronormatividad y sus implicaciones discursivas del poder.
Este análisis se ha centrado en las experiencias de tránsito a través de los sexos y géneros,
considerándolos como lugares simbólicos donde se entrelazan tanto construcciones
identitarias como el deseo mismo. A medida que llegamos al cierre de este estudio, es
evidente que estas exploraciones no solo han revelado las complejidades de la interacción
entre el poder y las experiencias de género, sino que también han destacado las diferentes
maneras en que las disidencias se ven interpeladas por un sin número de circunstancias,
opresiones, categorizaciones y privilegios, evidenciando las formas capilares en las que se
articula el poder a partir de estos lugares simbólicos.
Las cuestiones que emergen de esta investigación hacen visible lo diverso y
complejo de las luchas que se encuentran atravesadas no solo por categorías identitarias
como el género, sino también por otras categorías como el origen étnico, orientación sexual,
clase social, capital sexual, nacionalidad, religión, entre otras. Nos invitan a cuestionar y
dejar de sostener lecturas esencialistas sobre la sexualidad considerando una lectura
interseccional y particular del fenómeno trans y otros fenómenos sociales que operan en la
experiencia trans.
De igual manera, la comprensión profunda de cómo esta construcción del poder
tiene repercusiones en la producción epistemológica, en tanto genera condiciones
sociopolíticas para que ciertos sujetes puedan ubicar una verdad sobre otres. La producción
de conocimiento y la formación de narrativas nos conduce a un análisis más amplio sobre
las repercusiones epistemológicas. Por tal motivo es hacedero el historizar los procesos de
construcción teórica en tanto se presentan como esencialismos o determinismos, con el
objetivo de alejarnos de las lógicas coloniales de producción en la cual el producto del
dominador es integrado al cuerpo dominado sin ningún tipo de cuestionamiento u
alternativa.
En este contexto, la noción de lo trans emerge como aquello que interpela, interroga
y redefine el discurso sexual, contrastando las nociones que existen actualmente, así como
las condiciones en las que se crearon estas. Por ello lo valioso de este concepto es su
indeterminación o la falta de acotación, en razón de las diferentes intersecciones que se
instauran a partir de fenómenos identificatorios. En esta misma línea teórica existe un
análisis de acción política en el entrecruzamiento de diversas formas de opresión separadas
pero que interactúan entre sí, por ello es un ideal el lograr una descripción inclusiva
completa o finalizada de dichos conceptos, en tanto no es posible reducir lo trans a algo en
particular, pese a ello, es propicio enunciarlo de manera abierta como un permanente sitio
de oposición política, pues no se cierra al cuestionamiento bajo la condición de su eficacia
política.
Cabe destacar que la distinción de lo trans como hermenéutica conceptual del
cuerpo y las identidades trans como significante identitario, son dos elementos que
convergen, pero difieren al mismo tiempo. Es imprescindible su distinción en tanto una
posibilita un desarrollo teórico de fenómenos políticos que se inscriben en relaciones
jerárquicas de poder y la otra se ubica como una operación identitaria en contraposición a
una hegemonía heterosexual cisgenerizada.
Al considerar los elementos relevantes en esta investigación es posible partir del
objetivo general de investigación, la incidencia clínico-política del discurso cis-
heteronormativo en la patologización de lo trans, con el cual fue posible situar que factores
o componentes han inscrito históricamente el saber trans como producto occidental y de
qué manera esta construcción epistemológica responde a lógicas de dominación colonial,
en tanto existen sujetes que se encuentran por fuera de este entramado simbólico de
patología enfermedad y mercantilización del discurso cisheterocapitalista.
Para abordar a profundidades la construcción de los imaginarios sociales que
inscriben lo trans, esta investigación se apoyó en una metodología multidisciplinaria que
explora diversas aristas discursivas a partir de análisis de contenido de ficciones
audiovisuales. Siguiendo la premisa foucaultiana del ejercicio de poder, es posible ubicar
como la dominación opera desde diferentes dispositivos de manera no uniforme e
imperceptible para sus dominados. En esta perspectiva el análisis metodológico de
películas, series y demás productos audiovisuales nos permite desentrañar cómo estas
narrativas influyen en la percepción colectiva y cómo moldean las ideas sobre el género,
identidad y sexualidad. En este contexto, las ficciones se materializan en la realidad. Los
productos audiovisuales no sólo evidencian la narrativa de fascinación transexual, y
deslumbramiento por la genialidad trans, sino también muestra esos contrastes de repulsión
ante el cuerpo trans, y la puesta en escena del cuerpo como un disfraz con tintes de
peligrosidad. La metodología busca develar los matices y sutilezas del discurso ficcional
y como este tiene un rol central en las manifestaciones culturales contemporáneas en la
construcción de significados sociales.
En definitiva, a lo largo de este trabajo he explorado las implicaciones políticas que
tiene la enunciación de lo trans, en tanto es reducida a un producto del saber occidental, por
tal motivo es imperdible esbozar lugares de enunciación por parte de sus protagonistas, para
así atravesar las lógicas cisheteronormativas y de esta manera poder concebir
conocimientos más profundos en torno a lo trans y la sexualidad en sí.
Es importante reconocer las limitaciones y desafíos que han acompañado y
enriquecido este proceso investigativo. Desde el inicio me vi interpelada por varias
cuestiones que me parece importante exponer, una de ellas son las restricciones existentes
por parte de la academia en la producción de conocimientos que trascienden los preceptos
normativos institucionalizados, particularmente dentro del ámbito psicológico,
psicoanalítico y psiquiátrico; por otro lado, la fluctuante nomenclatura de lo trans ha
planteado ciertos desafíos, en razón de que los lugares de enunciación varían según la
época, lo cual en ocasiones ha sostenido en reiterados escritos la fábula de que la
experiencia trans es un fenómeno contemporáneo; y por último, entre esas reflexiones, se
encuentra un cuestionamiento en torno a la posibilidad de hacer escritos académicos que
exploren las identidades periféricas sin caer en la lógica extractivista de producción que
tradicionalmente ha permeado la producción de conocimiento. Estas limitaciones han
actuado como punto de partida y quiebre en la búsqueda de análisis y aproximación al
complejo fenómeno de la experiencia trans que se encuentra en proceso de
(Trans)formación constante.
En última instancia, este trabajo de titulación no solo representa un esfuerzo de
comprensión y análisis, sino también es un intento audaz de invitar a la producción
epistemológica de lo trans desde otros lugares que desafían los esquemas de domesticación
previamente establecidos. Reconocer que las luchas en favor de la despatologización no
han sido algo fácil, sin embargo, persisten en la actualidad y es en este contexto que este
estudio cobra mayor relevancia. En este sentido, es pertinente considerar que el análisis no
debe limitarse a una única teoría del sujeto, sino a una exploración profunda de las diversas
teorías del sujeto que pueden arrojar luz sobre los diferentes procesos identificatorios y
constitutivos del ser, sosteniendo la noción de tránsito como un fenómeno que va más allá
de una concepción trans. Este enfoque multidimensional abre puertas para un análisis
teórico más completo y contextualizado a las diferentes experiencias.
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