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UNIDAD SIETE.
Debe entenderse como forma de Estado una especial estructura del mismo, es
decir, el equilibrio que presenta un Estado determinado en el orden político para
lograr el mejor sistema de organización social.
Relacionando la función del Derecho en sus relaciones con el Estado, con los
aspecto dinámico y estático que presentan respectivamente los factores y productos
sociales, el Derecho en su aspecto de actividad normativa teleológicamente
consciente de sinergia social integral, desempeña el papel del agente dinámico que
va logrando determinadas estructuras o instituciones ya que el Estado se manifiesta
como el aspecto estático por constituir en un momento dado la estructura social
máxima, la institución jurídica soberana, que regula la forma de organización política
de una colectividad determinada.
Desde el punto de vista general, todo Estado es una forma de estructura social, pero
a su vez esa estructura puede revestir distintas la autocracia o la monarquía,
constituyen formas que en lo político implican un equilibrio de fuerzas y factores
sociales, que, en una época histórica determinada, lograron sinergizarse para
constituir la estructura de una colectividad.
De igual manera las Formas de Estado atañe la organización del poder público con
referencia al territorio o las demarcaciones territoriales por las que se compone el
país. Asimismo, le incumbe la organización del poder público, por medio de la
limitación de competencias y con referencia al territorio o a las demarcaciones
territoriales por las que se compone el país; en tanto que la Forma de Gobierno le
concierne a la conformación de los órganos del Estado para el adecuado ejercicio
de las funciones públicas.
De esta manera las Formas de Estado hacen referencia a las distintas maneras de
estructuración de la división o desplazamiento de competencias, sin aludir a las
distintas formas en las que se pueden conformar los órganos soberanos.
La mejor de las formas puras de gobierno es la Democracia o Politeia que mira con
mayor perfección al bien de la comunidad.
El problema relativo a las formas de gobierno y a las formas de Estado fue entrevisto
en sus generalidades por el pensamiento helénico, tanto en la descripción de las
formas políticas existentes en aquella época, como en la especulación que de las
mismas se hizo por el pensamiento filosófico, en la obra histórica de Heródoto “Los
nueve libros de la Historia, como Platón en su obra ejemplar “La República”.
Por su parte Aristóteles realizó un interesante estudio de más de 50 constituciones,
describiéndolas y enjuiciándolas en los principios comunes que las dominaban.
Confederación.
La confederación puede ser conceptualizada como una alianza, liga, unión o pacto
entre algunas entidades y más comúnmente entre naciones o Estados.
Como ejemplos del primer tipo de confederaciones puede citarse a la Liga Aquea
durante la antigüedad. En la Edad Media a la liga Ansiática durante la Edad Media
y a la Santa Alianza o el Eje Roma-Berlín-Tokio, durante los tiempos modernos.
Como muestras del segundo tipo de confederación pueden encontrarse en
asociaciones de naciones más permanentes, como lo fueron la Confederación
Norteamericana antes del surgimiento de la Federación, así como la Sociedad de
las Naciones o la Commonwealth británica.
7.3.- Federalismo.
1.- Una Constitución que crea dos órdenes delegados y subordinados, pero que
entre si están coordinados; el de la Federación y el de las Entidades Federativas.
4..- Las Entidades Federativas deben poseer los recursos económicos necesarios
para satisfacer sus necesidades.
a) Las que sostiene que, si los Estados han delegado al poder federal su
soberanía ésta no se pierde absolutamente, sino que, por medio de los
Senadores se representa el Congreso de la Unión; sin embargo, esta postura
ha sido atacada y carece de validez, ya que el Senado, al actuar, ejerce la
soberanía de la Nación y no de uno u otro Estado en particular.
b) Las que sostienen, a partir de Toqueville (francés que observando el
federalismo norteamericano, formulo la Democracia en América y que
sostiene la idea de la co-soberania; al lado de la soberanía federal, existe la
de los Estados federados; pero como ya se expuso anteriormente, la
soberanía es por naturaleza indivisa.
c) La postura que arranca de la observación práctica constitucionalista,
considerando a la Federación como un todo soberano y a los Estados como
partes “autónomas “, pero no soberanas.
De esta forma resulta evidente que deben colocarse dentro del ámbito interno del
Estado Federal aquellos asuntos que interesan conjuntamente a la Nación, en tanto
que las materias de orden local que interesan sólo al Estado respectivo, deben ser
la competencia de las Entidades.
La primera resulta indiscutible como facultad del Estado Federal, inclusive una
buena parte de las Constituciones Federales consignan expresamente está
prohibición a los Estados salvo en caso de urgencia y con aviso inmediato al
Presidente de la República.
En lo atinente al derecho de legación, todas las Constituciones Federales coinciden
en adjudicarlo al gobierno Federal exclusivamente.
Ellas son, principalmente, las que se refieren al campo de acción de los tres poderes
federales consignados en el artículo 73, por lo que se refiere a la atribución de
expedir legislación federal a cargo del Congreso de la Unión, función normal, así
como otras funciones que materialmente se les asigne aunque no sean
precisamente legislativas; y dentro de esas facultades expresas, unas de
exclusividad de la Cámara de Diputados, art. 74, y otra de la Cámara de Senadores,
art.75, además, como facultades expresas del Poder Ejecutivo y del Poder Judicial,
se enuncian las contenidas en los artículos 89 y 94, 103 y 107, respectivamente.
Estas Prohibiciones son de dos tipos; las relativas y las absolutas. Por las primeras,
la prohibición desaparece si se cuenta con la aprobación del Congreso de la Unión;
pero las segundas son atribuciones exclusivas del Poder Federal y en ningún tiempo
pueden sustanciarse por los Estados. Al efecto, nos remitimos al estudio de los
artículos 117 y 118 de la Constitución Federal.
No pueden ser objeto de facultades concurrentes las materias que ameritan una
reglamentación general, las que están prohibidas a los Estados (art.117 y 118), o
hayan sido atribuidas en forma exclusiva o privativa a los poderes federales (arts.
29,74,76y 105).
Aquellas que pueden ejercer válidamente, sin existir invasión de competencia entre,
la Federación y los estados; son una excepción a la distribución de competencias
que se desprende del artículo 124 constitucional; solo se pueden dar cuando exista
texto fundamental que así lo autorice, en los restantes casos prevalece el principio
de que lo conferido a la Federación lo tienen prohibido los estados y lo no otorgado
expresamente a los poderes federales se entiende reservado a los estados.
Por las cuales una misma actividad o materia son absorbidas por la Federación y
por las Entidades Federativas, pero delimitándose al efecto su zona de influencia.
Así por ejemplo, el artículo 73, fracción XXV, otorga facultades al Congreso de la
Unión para legislar en lo referente a la salubridad local y lo mismo puede decirse de
las vías generales de comunicación, sobre las cuales legisla el Poder Federal, y la
vías locales, atributo legislativo de las Entidades.
Aquellas que por mandato constitucional sirven de medio para alcanzar un fin; Tena
Ramírez las define como las “que el Poder Legislativo puede concederse a si mismo
o a cualquiera de los otros poderes federales como medio necesario para ejercer
alguna de las facultades explicitas”.
El fundamento para que las ejerza el Congreso de la Unión es la Fracción XXXI del
artículo 73. En las Constituciones de los estados también se les reconoce a las
legislaturas locales.
1º , la existencia de una facultad explicita, que por sí sola no podrá ejercerse; 2º.,la
relación de medio necesario respecto a fin, entre la facultad implícita y el ejercicio
de la facultad explicita, de suerte que sin la primera no podría alcanzarse el uso de
la segunda; 3º, el reconocimiento por el Congreso de la Unión de la necesidad de
la facultad implícita y su otorgamiento por el mismo Congreso al poder que de ella
necesita.
El sistema electoral español era un sistema electoral indirecto, que tenía como base
las juntas electorales de parroquia, el segundo nivel se encontraba en las juntas
electorales de partido y el tercer nivel se encontraba las juntas electorales de
provincia.
El título IV dividido en siete capítulos que incluían del artículo 168 al 241 se refiere
al Rey, cuya persona se consideraba sagrada e inviolable y no estaba sometida a
las responsabilidades, se establecen las reglas que seguirían en la sucesión de la
Corona, de los casos en que fuera necesaria la figura de la regencia por la minoría
de edad del Rey, de la familia real y del príncipe heredero. En el mismo titulo se
regulaban las atribuciones y responsabilidades de los siete secretarios del
despacho, destacándose el artículo 225 que establecía que sin el refrendo del
secretario del despacho nadie está obligado a obedecer las órdenes del Rey, o el
artículo 226 que establecía “Los secretarios del despacho serán responsables a las
Cortes de las órdenes que autoricen contra la Constitución o las leyes, sin que les
sirva de excusa haberlo mandado el Rey”.
El capítulo VII del título IV se refería a las características del Consejo de Estado.
El título VII se refería a las contribuciones, el título VIII a la fuerza militar, el título IX
a la instrucción pública y el título X a la observancia de la Constitución y la manera
de reformarla.
La idea de conformar un congreso tuvo que enfrentar los problemas que las
circunstancias bélicas le oponían, lo mismo que las desavenencias de los
integrantes de la Junta Nacional.
Cabe hacer mención especifica en el artículo 24; la felicidad del pueblo y de cada
uno de los ciudadanos consiste en la igualdad, seguridad, propiedad y libertad. La
integra conservación de estos derechos es el objeto de la institución de los
gobiernos y el único fin de las asociaciones políticas.
Los individuos de gobierno eran electos en sesión secreta del Congreso a pluralidad
absoluta de votos, en tanto que también correspondía la nominación de los cinco
individuos que componían el Supremo Tribunal de Justicia al Congreso.
La suerte del Primer Congreso Constituyente mexicano se decidió cuando tuvo que
enfrentar las pretensiones absolutistas de Iturbide, quien la noche del 18 de mayo
de 1822 con apoyo de la parte del ejército que le era leal y la población de la Ciudad
de México, se proclamó Emperador de la América Mexicana.
Pocos hechos históricos han recibido tantos y tan acres ataques como las 7 Leyes
Constitucionales de 1836, la explicación de tal encono resulta relativamente lógica
si atendemos al hecho de que la explicación histórica que prevaleció a lo largo de
la segunda mitad del siglo XIX y de todo el siglo XX fue la que sostuvieron los
archirrivales del partido conservador; los liberales, quienes a su triunfo, después de
1867, se encargaron de escribir una historia de partido con una marcada tendencia
maniqueísta, los buenos eran ellos, los liberales, los héroes, al contrario los malos,
los culpables de todas las desgracias patrias eran los conservadores.
Los aspectos destacables de las Siete leyes Constitucionales son varios, por
principio debemos recordar que la primera ley constitucional consiste en un catalogo
de los derechos y obligaciones de los mexicanos y habitantes de la República.
La quinta Ley Constitucional se refería al Poder Judicial que se ejercía por una Corte
Suprema Corte de Justicia, por Tribunales Superiores de los Departamentos y por
Juzgados de Primera Instancia, los Ministros eran electos de la misma forma que la
elección del Presidente de la República.
La sexta Ley Constitucional se ocupaba de la división del territorio de la República
en Departamentos y la séptima se refería a la forma de variar las leyes
constitucionales.
El voto particular de la minoría que firmaron Juan José Espinosa de los Monteros,
Octaviano Muñoz Ledo y Mariano Otero en el título X de su proyecto fue el mismo
proyecto que habría de engrandecer a Otero cuando lo presentó como voto
particular en el Congreso de 1847 y con él se elevó a rango constitucional el amparo.
La Constitución de 1857