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La lectura es libertad

En abril, el dos, también se celebra también el Día


Internacional del Libro Infantil y Juvenil. Gloria
Hernández, Premio Nacional de Literatura 2022, nos habla
de la importancia de la lectura como herramienta para
construir un mundo mejor

Hace algunos años, participé junto a otros especialistas en el


diseño de un Programa Nacional de Lectura. Este esquema
partió de la investigación, de la reflexión conjunta, pero
especialmente, de la experiencia de la doctora Frieda Morales
Barco en la implementación de otro programa similar en
Brasil. Les relato esto a propósito de la pregunta cuándo y
cómo se debe aprender a leer. Y es nuestra convicción que
todo empieza en la infancia, cuando muchos piensan que es
muy temprano para trasmitir el lenguaje. Porque, aunque la
lectura no se comprende aún, se vive, se sueña, se goza, se
baila. Leemos el mundo aún antes de estar capacitados para
decodificar un alfabeto. Por eso, hay que cantar con los
niños desde la más tierna edad, hay que acercarles la eufonía
del lenguaje, la musicalidad de un verso, la comunicación
insustituible del afecto a través de las palabras dichas con
ritmo. Y no decimos con rima ex profeso, porque la rima es
útil para la memorización y para jugar con las palabras en los
primeros años, sino hacemos énfasis en el ritmo, esa armonía
apenas perceptible que convierte a las nanas, coplas y
pequeños poemas en canto y condiciona la experiencia
estética. El niño que vive aislado del mundo poético se priva
de la proyección en tiempo y espacio, en sueño y emoción.
De ese primer encuentro con la tradición oral y la poesía, el
infante está listo para lecturas más complejas, a lo mejor ya
utilizando la lectura propiamente dicha, del teatro y los
cuentos pequeños. Y cuando ha alcanzado una destreza
lectora más desarrollada, el pequeño lector está listo para
novelas cortas, leyendas, mitos, historias de miedo y
narraciones en general más complejas a nivel de
construcción gramatical, vocabulario y temática. Esta es en
síntesis una posible ruta para cuando nos iniciamos en la vida
y en su lectura. Algunos títulos recomendables para esta
etapa son La Gigantona, los cuentos de animales, la poesía
para niños, como la de Gabriela Mistral, Rafael Pombo,
García Lorca, Claudia Lars, Francisco Morales Santos.
Luego están los cuentos de Barbuchín, los cuentos de hadas,
los relatos de niños que son protagonistas de sus propias
historias y cómo resuelven sus pequeños conflictos. Más
adelante, el abanico de posibilidades se extiende a los
clásicos de la literatura infantil y juvenil como Alicia en el país
de las maravillas, El Principito, Las mil y una noches, Harry
Potter, la zaga de Alex Dogboy, de Mónica Zak, para citar
algunos.
La lectura es una herramienta extraordinaria de trabajo
intelectual, porque promueve el desarrollo de las habilidades
de pensamiento fundamentales: definir, contrastar,
argumentar, observar, determinar, interpretar, asimilar y
proponer, entre muchas otras. Es, también el camino que va
a llevarnos a nosotros mismos, a nuestro propio espacio y
tiempo, en donde somos solo nosotros y la historia que se
esté desarrollando ante nuestros ojos. La lectura ofrece la
posibilidad de decidir cómo son los personajes, el ambiente,
el color, los matices de acuerdo con nuestra imaginación… La
lectura a conciencia estimula nuestro cerebro, nos vuelve
personas más críticas y juiciosas, más comprensivas de la
condición humana, incluso más capaces de alcanzar nuestras
metas en otros ámbitos de la vida como el emocional, el
laboral y el profesional. La lectura es libertad y también, el
espacio a donde deseo invitarlos siempre.
(Fragmentos de la conferencia dictada por Gloria Hernández
‘¿Qué leer y por qué leer?’)

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