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Conectados por Cristo

Hora Santa de Septiembre


“Junto a ti María”

Canto de Entrada (Cantemos al amor de los amores )

LECTOR: CONFIRMACIÓN
INTRODUCCIÓN: Hoy es un momento especial para verte directamente,
con los ojos del corazón, hoy es el momento preciso para darte gracias,
por este momento unidos a ti.
Señor sea hoy tu amor sobre nosotros como lo esperamos de ti, siempre sin
darnos cuenta, permítenos en esta Hora Santa Mariana sentir la gracia de
tu amor y la misericordia infinita de tu corazón.

+ En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

María, deja que te piense a mi manera. Me gusta pensarte como la


muchacha, que vivió hace dos mil años, en un ambiente tan lejano, tan
distinto y a la vez tan parecido al mío. Sin embargo, hay algo en ti que me
atrae. Como todas las chicas normales, también tú, en un momento
dado, desearías amar y ser amada. Luego, de improviso, ese amor, sin
perder nada de su belleza, se hizo muy comprometido. Quizás, ya lo
habías programado todo, cuando a tus planes se superpusieron otros: un
incomprensible, impensable, desconcertante mensaje, el silencio
inquietante de José, el absurdo e incómodo viaje a Belén, un hijo de ideas
diferentes, que quiere dar la vida por los demás... Sin embargo, tú nunca
dejaste de amar: No sabías cómo convencer a José, pero le amabas, no
comprendías del todo a Jesús, pero le aceptaste como era. Siempre le
amaste, aun cuando tus “síes” no siempre obtenían respuesta. Tu vida no
era tan distinta a la mía. Yo también hago mil proyectos, luego me doy
cuenta de que Dios, los demás, las circunstancias, ordenan de distinta
forma la trama de mi vida. Pero no importa. Como Tú, yo también quiero
fiarme de Dios y decirle que haga de mí lo que quiera. María, yo no sé
rezarte. Sólo te diré que te admiro y que me gustas. Quiero desear lo que
tú deseaste, amar lo que tú amaste, confiar totalmente en Aquel en quien
tú confiaste; porque me parece que tú, mujer enamorada de Dios tuviste
razón. Qué hermoso ha de haber sido para ti Santísima Virgen María
escuchar: ahí tienes a tu hijo y que el haya escuchado ahí tienes a tu
Madre. Que dichosos somos al recibirte en nuestra casa y en nuestro
corazón en este momento, como nuestra Madre a ti Madre abnegada
que, aunque sufriendo un inigualable dolor mantuviste la frente en alto
ante los designios de Dios nuestro Señor. AMÉN.

Un momento de silencio
Canto 2 ( Amando hasta el extremo )

LECTOR: LIBRES POR CRISTO


Virgen modelo a seguir: La Virgen no solo nos enseña a vivir del Espíritu
Santo, sino que también es modelo para nosotros de abandono.
Ciertamente María no experimento, la caída del pecado, pero si la
pequeñez de su ser criatura. De hecho, eso fue lo que conquisto, el
corazón de Dios. Ella se sabía pequeña, la más insignificante de las hijas
de Dios. Su humildad le hacía vivir en su verdad y eso la mantenía siempre
con un corazón postrado ante Dios. Ella supo mantenerse en su sitio sin
ninguna pretensión. Podría haberse sentido superior al haber sido elegida
para ser la Madre del Señor. Pero, al contrario, ella era consciente de que
si Dios la había escogido era precisamente por su condición de esclava
(cf. Lc 1, 38). Ella, la esclava del Señor, no se sentía digna, pero acepto el
plan de Dios porque sabía que Dios la dignificaría con su amor. Por eso,
cuando María canta el Magníficat se reconoce la “pequeña esclava” (cf.
Lc 1, 48). Pero sabe que es la causa de la atracción de Dios hacia ella. La
mirada de Dios se posó en ella por su pequeñez. Dios puso los ojos en
María y ella se dejó amar por Él eso la hizo grande. Esa es una gran
escuela para nosotros. En el corazón pequeño de María aprendemos a
rezar como ella. Sabernos pequeños, como la Virgen, no nos puede llevar
a la desesperanza, sino que al contemplarla a ella sabemos, por su vida,
que es el camino más hermoso del encuentro con el Señor. Pidámosle a la
Virgen que nos tome de la mano y nos lleve por este sendero de sencillez.
Oremos todos juntos el Magnificat:
Proclama mi alma su nombre es santo,
la grandeza del Señor, y su misericordia llega a sus fieles
se alegra mi espíritu en Dios, de generación en generación.
mi salvador; Él hace proezas con su brazo:
porque ha mirado la humillación dispersa a los soberbios de
de su esclava. corazón,
Desde ahora me felicitarán derriba del trono a los poderosos
todas las generaciones, y enaltece a los humildes,
porque el Poderoso ha hecho a los hambrientos los colma de
obras grandes por mí:
bienes Gloria al Padre, y al Hijo,
y a los ricos los despide vacíos. y al Espíritu Santo.
Auxilia a Israel, su siervo, Como era en el principio,
acordándose de la misericordia ahora y siempre,
–como lo había prometido a por los siglos de los siglos.
nuestros padres– Amén
en favor de Abrahán
y su descendencia por siempre.

Un momento de silencio y reflexión


Canto 3 (Gloria Martin Valverde)

SACERDOTE:
Lectura del Santo Evangelio según San Juan 19, 25-27
«Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre,
María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre
y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí
tienes a tu hijo». Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y
desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa» PALABRA DE DIOS

MEDITACIÓN: La oración es muchas veces estar, callar, contemplar,


agradecer, sufrir y esperar. Hoy María nos da una gran lección. Se
ofrece junto a su Hijo estando, callando, contemplando, sufriendo y
esperando.
Orar como María permaneciendo junto a la cruz uniendo el propio
dolor al de Jesús: el dolor es presencia, ofrecimiento y escucha. Un
idioma que pocos todavía hemos aprendido a “hablar”. Santuario
íntimo donde se encuentran los que se aman.
Sobran las palabras porque los dos se acogen con miradas, gestos y el
mutuo ofrecimiento. Es la presencia del Amor de Dios. Es poseerse para
dar lo más íntimo y profundo, el sufrimiento, lo único que sí nos
pertenece. Es entregarse a pedacitos, arrancarse el corazón poco a
poco para regalarlo a la persona Amada.
En la cruz la maternidad de María llega a su culmen. Su presencia es
expresada en el Evangelio de modo sencillo pero profundo: “estaba”.
Sí, estaba firme y fiel. No pudo dejar a su Hijo solo como casi todos los
discípulos. Su presencia fue quizás el único consuelo de Jesús. Las
miradas se cruzan y se dicen todo en silencio, pues el dolor tiene un
modo misterioso y callado de comunicarse. “Aquí estoy hijo mío. Aquí
estoy Madre mía”.
Al contemplar el corazón de María en relación con su Hijo se nos
paralizan los pensamientos y el corazón late más fuerte. El corazón de
María en la hora del dolor es más que nunca el corazón de Cristo. Y el
corazón de Cristo es más que nunca el corazón de María.
Hay que hacer silencio, hay que apartar todo pensamiento y
contemplar. Sí, contemplar por un lado al Padre, ofreciendo su Hijo al
mundo, clavado en la cruz y por otro, a María ofreciéndose también
junto a su Hijo, firme y fiel, junto a la cruz.
En María encontramos un corazón vacío de sí misma, del pecado, listo
para acoger a Dios. Un corazón que habla el lenguaje de Dios, el
idioma del amor: ¡Dios es amor!
Ella no se resiste a la obra de la cruz, no pone condiciones, no
cuestiona el proceder del Padre. Sabe que la cruz es el instrumento
que socava el interior, que ayuda a hacer más hondo el propio vacío
para que el Señor lo colme. La cruz duele cuando se rechaza y se
reniega, pero es liviana cuando se agradece y se abraza como don de
Dios. No podré llenarme de Él si estoy lleno de mí mismo, por eso
necesito la cruz.

Un momento de silencio y reflexión


Canto 4 (Tan cerca de mi)
LECTOR: CONECTADOS
Dichosa eres, santa Virgen María, y digna de toda alabanza: de ti salió el sol de
justicia, Cristo, nuestro Señor.

Dulce Madre, no te alejes, tu vista de mí no apartes.


Ven conmigo a todas partes y nunca solo me dejes.
Ya que me proteges tanto como verdadera Madre,
Haz que me bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.

PROCESIÓN DE OFRENDAS A DIOS: CONECTADOS


Canto (acompañar con canto cada momento de ofrenda)
1. La Iglesia recuerda el día del nacimiento de la Virgen María cada
8 de septiembre. La celebración de la fiesta de la Natividad de la
Santísima Virgen María, fue fijada el 8 de septiembre, día con el
que se abre el año litúrgico bizantino, el cual se cierra con la
Dormición, en agosto. En Occidente fue introducida hacia el siglo
VII y era celebrada con una procesión-letanía, que terminaba en
la Basílica de Santa María la Mayor. Por ello te ofrecemos Señor
este Santo Rosario como símbolo de fe y oración a través de
Nuestra Madre María.
2. Cada 12 de septiembre la Iglesia celebra el Santísimo
Nombre de la Madre de Dios: “María”. Es el nombre que
recuerda al de la primera mujer, Eva, quien pecó apartándose de
Dios; pero, fundamentalmente, es el nombre que evoca la obra
de la salvación eterna, porque esa sencilla palabra, “María”,
encierra el gran misterio del amor de Dios por sus creaturas. Por
ello te ofrecemos estas flores como símbolo amor y
agradecimiento por cada uno de nosotros tus hijos.

3. La Iglesia conmemora a Nuestra Señora de los Dolores. La Virgen


de los Dolores es una advocación de la Virgen María. También es
conocida como Virgen de la Amargura, Virgen de la
Piedad, Virgen de las Angustias o La Dolorosa. Su fiesta es el 15 de
septiembre; es una invitación para pedir por nuestros enfermos y
que podamos transformar su dolor y enfermedad en esperanza
viva en Cristo. Por ello te ofrecemos estos víveres como
símbolo de amor al prójimo en su dolor, enfermedad y
necesidad constante.

Un momento de silencio y reflexión


Canto 5 (Me has seducido señor )

LECTOR : JAR
PETICIONES: Señor Tú oyes la oración; a ti acudirá todo ser”. (Salmos 65:2)
Debemos orar, ante todo, porque somos creyentes. La oración es el
reconocimiento de nuestro límite, de nuestra dependencia: venimos de Dios,
somos de Dios y a Dios volvemos. Por lo tanto, no podemos hacer otra cosa que
abandonarnos a Él, nuestro Creador y Señor, con plena y total confianza. Por ello
siendo este el mes de la patria haremos las siguientes peticiones al Señor. Después
de cada una diremos: SEÑOR TEN MISERICORDIA DE TU PUEBLO. (Todos)

1. Por todos los que formamos esta nación guatemalteca, para que, fieles al
Evangelio de Cristo, permanezcamos unidos como una sola familia.
TODOS

2. Por nuestros gobernantes, para que protejan la libertad de los ciudadanos


y promuevan la justicia y la paz. TODOS

3. Por quienes sufren opresión e injusticia, especialmente por nuestros


pueblos indígenas marginados, para que la gracia de Dios transforme los
corazones de quienes los explotan, a fin de que les proporcionen alivio y
solución efectiva a sus demandas. TODOS
4. Por los que estamos reunidos con fe y devoción en esta hora santa, para
que nuestro amor a la Iglesia sea eficaz y constante. TODOS

5. Por todos los que entregaron su vida en servicio de la Patria, para que
Dios, Padre providente, los lleve a gozar de su presencia en el cielo.
TODOS

6. Por las necesidades de todos los que integran esta nación, para que el
progreso personal y social esté marcado por el Evangelio de Jesucristo.
TODOS
7. Por los gobernantes, para que Dios nuestro Señor les inspire decisiones que
promuevan el bien común, en un ambiente de paz y libertad, conforme
al Evangelio de Jesucristo. TODOS

8. Padre santo, escucha benignamente nuestras plegarias y concédenos lo


que te pedimos, unidos a tu Iglesia y confiados en tu amor. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.

Un momento de silencio y reflexión


Canto 6 (Hablame)
Oración final: TALLER DE ALMAS
Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se oyó decir, que
ninguno de cuantos han acudido a vuestra protección, implorando
vuestro auxilio y reclamando vuestro socorro, haya sido jamás
abandonado de vos. Animado por esta confianza, a vos acudo, oh
Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados
me animo a comparecer ante vos. Madre de Dios, no desechéis mis
suplicas, antes bien, escuchadlas y aceptadlas benignamente. Amén.
+PADRE NUESTRO
+10 AVE MARÍA
+GLORIA

Un momento de silencio y reflexión


Canto 7 (Bendito bendito)
Bendición Final SACERDORTE
Bendito sea Dios.
Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendito sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
Bendita sea la Incomparable Madre de Dios la Santísima Virgen María.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José su castísimo esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

Oremos: SACERDOTE
Oh Dios, que en este sacramento admirable
nos dejaste el memorial de Tú pasión;
Te pedimos nos concedas venerar de tal modo
los sagrados misterios de Tu Cuerpo y de Tu Sangre,
que experimentemos constantemente en nosotros
el fruto de Tu redención.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos. Amen.
Un momento de silencio y reflexión

Canto Final ( Alabemos al Santisimo)

Canto de Salida (Humildes gracias)

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