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Alonso Schókel
Interpretación teológica
de textos bíblicos
EDICIONES EGA
EDICIONES MENSAJERO
«C osía con hilo doble las hojas secas del árbol». A sí
pensaba el autor de estos estudios al lanzar el prim er
volum en de HERM ENEUTICA D E LA PALABRA. En
el segundo m anifestaba que. al igual que las del «olm o
seco» del propio M achado, han reverdecido sus hojas, y
viejos artículos o conferencias olvidadas han cobrado
vibración nueva al ser reelaborados al aire de nuestro
m om ento. En este tercer volum en se im agina encontrar
se al final de una representación, ópera o dram a, en la
que los intérpretes salen a saludar. C ada artículo rep re
sentó su papel en el teatro universitario (que es parte del
gran teatro del m undo). D e la m ano del director de e s
cena, ante la cortina de esta edición, se adelantan al
proscenio los intérpretes del tercer acto. El autor, m ira o
escucha entre bastidores o disim ulado en un palco.
Los artículos seleccionados se reparten en un grupo
de exégesis y otro de teología bíblica y se ocupan del
A n tig u o y N uevo T estam en to . P ate rn a lm e n te, L uis
A lonso Schokel les encarga que den testim onio de cierta
curiosidad intelectual unida al interés pastoral. Puede
destacarse el trabajo titulado "M otivos sapienciales y de
alianza en Gn 2-3", que abre el libro, así com o el titula
do "T ecnología, ecología, contem plación: Sal 104", en
el que el hom bre aparece dentro de la naturaleza com o
totalidad arm oniosa, así com o tam bién el titulado "Las
sandalias del M esías esposo (Jn 1, 27)", escrito en co la
boración con Pierre Proulx, en el que la figura del M e
sías es presentada por Juan B autista com o el esposo que
viene a renovar el m atrim onio con la esposa, el Israel
presente, que, convenientem ente preparado, recibirá con
gozo al esposo.
T an to este volum en com o los dos anteriores han
contado con un director de escena excepcional, que se ha
encargado de reunir, revisar y presentar esta serie de ar
tículos: E duardo Z urro, quien, adem ás, en este tercer
volum en, se ha tom ado el enorm e y paciente trabajo de
co m p ilar un biblio g rafía repartida en libros (con sus
traducciones), artículos y recensiones de la obra de Luis
A lonso Schokel.
EDICIONES EGA
EDICIONES MENSAJERO
LUIS ALONSO SCHOKEL
Edición preparada por Eduardo Zurro
HERMENEUTICA
DE LA PALABRA
III
Interpretación teológica
de textos bíblicos
EDICIONES EGA
EDICIONES MENSAJERO
Los artículos "Las sandalias del Mesías esposo" y los
dos estudios sobre la Carta a los Hebreos están escritos
en colaboración con Fierre Proulx
© Ediciones EGA
c/ Juan de Garay, 15 - 48003 Bilbao
ISBN: 84-7726-036-2
© Ediciones MENSAJERO
c/ Sancho de Azpeitia, 2 - 48014 Bilbao
ISBN: 84-271-1709-4
Fotocomposición: Beitia Ediciones, S.L.
cl Luzarra, 6 - 48014 Bilbao
Imprime: Editorial Ellacuría, S.A.L.
Avda. Ribera de Erandio, 8 - 48950 Erandio (Bizkaia)
Depósito Legal: BI-1943-91
Printed in Spain - Impreso en España
CONTENIDO
Siglas y abreviaturas........................................................................ 9
P ró lo g o...................................................... ...................................... 13
I. EXEGESIS
1. Motivos sapienciales y de alianza en Gn 2 -3 .................... 17
2. Jeremías como anti-Moisés................................................... 37
3. «Ttí eres la esperanza de Israel» (Jr 17,5-13) ....................... 49
4. «Somos iguales que nuestros hermanos»: para una
exégesis de Neh 5 ,1 -1 3 ...................................................... 61
5. Tecnología, ecología, contemplación ................................... 71
6. Jerusalén inocente intercede. Baruc 4,9-19 ........................... 81
7. Visión del hombre en Sir 17,1-14 ........................................ 95
8. Las sandalias del Mesías esposo (Jn 1,27)........................... 107
9. «Lo engendra el Espíritu fecundando el agua» (Jn 3 ,5 )....... 143
10. Heb 4,12-13: componentes y estructura............................... 159
11. Heb 6,4-6: elt; jiexávoiav ¿tvaoxaupo'0v'ra<; ...................... 169
12. Culto y justicia en Sant 1,26-27 ........................................... 187
13. Santiago 5,6 y 4,6 .................................................................. 197
n. TEOLOGIA BIBLICA
14a. Teología bíblica del Antiguo Testamento........................... 205
14b. Teología bíblica: Antiguo Testamento............................. 225
15. Lo horizontal y lo vertical: planteamientos en el Antiguo
Testamento .............................................. .............................. 231
16. La Redención, obra de solidaridad.................................... 241
17. ¿Temer o respetar a Dios? ..................................................... 263
18. Generosidad: Mt 6,22-23 ................................ ..................... ... 273
19. «Contempladlo y quedaréis radiantes»: Sal 34,6 ................... 279
20. La tierra se le ha dado a los hombres.............................. ... 289
21. El "Principio y fundamento" de San Ignacio a la luz de
la B ib lia ............................................................................... ...305
22. Obediencia en el Antiguo Testamento................................ ... 319
I. Introducción1
3 El hecho dogmático es aquí el hecho histórico del pecado original, la cuestión dis
putada es el modo cóm o el escritor sagrado llegó a conocim iento del hecho.
20 E xégesis
4 Haec enim epistula aperte monet undecim priora capita G eneseos, quámvis cum
historicae com positionis rationibus proprie non conveniant, quibus exim ii rerum
gestarum scriptores graeci et latini, vel nostrae aetetis periti usi fuerint, nihilominus
quodam vero sensu, exegetís amplius investigando ac determinando, ad genus histo-
riae pertinere. (EB , 618).
Motivos sapienciales y de alianza en Gn 2-3 21
7 Basta aludir a los trabajos de Mircea Eliade, y en el campo bíblico puede verse el
artículo "Mythus" (A. W eiser) en Religión in Geschichte und Gegenwart3.
M otivos sapienciales y de alianza en Gn 2-3 23
8 V éase Prov 30,2. Con todo, esta sugerencia es tentativa, ya que en un libro sapien
cial com o Job los animales aparecen con capacidad de enseñar.
9 G. Von Rad, "Hiob 38 und die altágyptische W eisheit1': VTS 3 (1953) 293. La
fórmula solía usarla Landsberger para la literatura babilónica.
M otivos sapienciales y de alianza en Gn 2-3 25
inexperta; para vencer a Adán hace falta otro elemento, el amor -como
en el caso del sabio Salomón-.
En la minúscula disertación sobre los cuatro ríos el gusto sapien
cial está evidente.
El desbordar el horizonte cerrado del pueblo, para meditar sobre toda
la humanidad, tiene mucho de actitud sapiencial, y coincide parcial
mente con el iluminismo que los autores señalan en tiempos de Sa
lomón, y en la sabiduría oriental. Correspondiente a esta visión uni
versal es la atención al mundo elemental de la familia, el vestido, la
comida, el trabajo. Cuando Ben Sirá quiso enumerar diez cosas básicas
para la vida, tuvo que añadir el fuego y el hierro a datos de comida y
vestido (39,26); en otro pasaje nos da la cuaterna elemental, agua, pan,
vestido y casa (29,21). La preocupación por la vida simple de familia,
si bien no puede ser exclusiva de los sapienciales, es con todo uno de
sus temas favoritos, como lo muestran muchos refranes de Prov y
muchos capítulos de Eclo.
Son curiosas las correspondencias o coincidencias que se encuentran
entre Gn 2-3 y el poema alfabético que clausura el actual libro de los
Proverbios:
31, 12 le devuelve bien y no mal todos los días de su vida
16 compra un campo y planta un huerto
17 se ciñe de fortaleza
18 saboreó su buen gusto ki-tdb
19.20 tiende su mano
21 no teme la nieve, porque están vestidos
26 abre la boca con sabiduría
27 no come el pan ociosa
31 dadle del fruto
Se podría sospechar que el autor de Prov 31 tiene presente y alude
sutilmente a Gn 2-3, y que dice con velada polémica «en ella confía el
corazón del marido... sus hijos que nacerán la bendecirán, su marido la
alabará... la belleza es mentira, la hermosura es vanidad, la mujer que
teme a Yahwé merece la alabanza». Si esta explicación es incierta, al
menos la yuxtaposición nos ayuda a percibir una tonalidad sapiencial
en la narración genesíaca. Eva se comporta realmente como uno de
esos inexpertos jfta'im que «creen cualquier palabra» (Prov 14,15), no
saben defenderse del peligro (22,3), y mueren por su apostasía (1,32).
La destreza estilística del autor, sus juegos de palabras10 y sus ver
IL 3. «H istoria salutis»
Desnudemos estos dos capítulos de detalles, descubramos el esque
leto que arma la narración. Dios comienza creando a Adán, lo traslada a
un jardín, le presenta los animales, le da una mujer, le entrega los ár
boles, y le da un mandato con una amenaza; Adán y su mujer se rebe
lan contra el mandato; tras un breve interrogatorio Dios les condena;
pero no rompe totalmente, sino que sigue cuidando de ellos, les per
mite vivir, les conserva la bendición de la fecundidad. Más escueto:
Dios concede bienes, impone un precepto, el hombre se rebela, Dios le
castiga, y le reconcilia consigo. ¿De dónde procede este esquema narra
tivo ? Algunos autores han querido derivarlo de mitos, sin ser capaces
de aducir un modelo convincente. Porque no basta explicar con parale
los dos piezas del esquema. «Dilmún pura -Dilmún con agua dulce y
plantas- una maldición», o la planta de la vida que pierde Guilgamés...
No busquemos lejos; el esquema narrativo de Gn 2-3 es simplemen
te el esquema clásico de la «historia salutis». Hay un esquema que po
demos llamar menor (relativamente), y es el esquema de alianza, bien
conocido por estudios recientes. En él entran los beneficios de Dios, en
un prólogo histórico, las estipulaciones, que en la Biblia toman forma
M otivos sapienciales y de alianza en Gn 2-3 27
11 G. Mendenhall, Law and Covenant in Israel and the Ancient Near East (Pitts-burgh
1959); K. Baltzer, D as Bundesfortnular (Neukirchen 1960); W. Beyerlin, H erkunft
und G eschichte d e r altesten Sinaitraditionen (Tübingen 1961); J. Muilenburg, "The
Form and Structure o f the Covenantal Formulations": VT 9 (1959) 347-365. N.
Lohfmk, "Der Bundesschluss im Land Moab": BZ 6 (1962) 32-56.
12 Vaccari, o. c. , pág. 185.
13 Vaccari aduce un par de textos: Gn 19,16 y í ’ nwh ; Jos 6,23 ídem.
28 E xégesis
Sigamos con la otra mitad del verso, la tarea impuesta por Dios a
Adán: cultivar y guardar el huerto. Palabras que han extrañado a mu
chos comentadores en este contexto: un huerto plantado por Dios, re
gado por los mejores ríos, no parece necesitar cultivos humanos, y
menos aún que el hombre lo guarde. La extrañeza desaparece si pensa
mos en la terminología de la alianza y de la historia sacra: los térmi
nos ‘bd y smr son allí frecuentes y técnicos, se refieren al servicio de
Dios14, a la observancia de los iíiandatos, expresan la responsabilidad,
la tarea del hombre frente a la iniciativa, la oferta divina: precisamente
lo que resalta en el texto. Tenemos, pues, un verso de enorme densidad
teológica, concentrada en cuatro verbos: Iqh hnyh ‘bd smr. Dones de
Dios y exigencias: los dones articulados en dos tiempos, las exigencias
articuladas en dos aspectos. La narración adapta el esquema al jardín,
que resulta así don y tarea.
El verso siguiente aclara y explicita la respuesta básica enunciando
un precepto con su amenaza, en puro estilo apodíctico: lo’ td'kal...mót
támütl5\ hay que notar que el precepto sucede después de la entrega en
tera del jardín con sus árboles, «come de todos los árboles», o sea,
primero el beneficio, después el mandamiento.
Los animales son creados y presentados a Adán wayyábe’-. después
Dios toma Iqh una costilla de Adán, la modela en mujer bnh, y se la
presenta w a f bi'ehá; la consecuencia es que el varón abandona *zb a sus
padres y se pega dbq a su mujer hasta hacerse uno con ella. El mo
vimiento de esta escena se parece al de la escena precedente, pero falta
completamente el mandato divino; el esquema es beneficio divino,
respuesta humana, con los verbos Iqh. bnh hby’ - ‘zb dbq. Esta descrip
ción del amor futuro, a dos versos de la aparición de la serpiente, ad
quiere resonancia de presentimiento: el varón podrá abandonar para ad
herirse e identificarse; Adán, que no tiene padres, ¿podrá abandonar a su
Creador por seguir a su mujer? La resonancia se le ofrece a quien está
acostumbrado a la terminología parenética de Dt: ‘zb dbq (por ese dbq
comenzó el pecado de Salomón 1 Re 11). Es una resonancia débil,
comparada con el verso 15, pero es clave de lo que sigue: esos dones de
Dios, la compañera y auxiliar, el amor del varón, los va a convertir en
peligro mortal la aparición de una tercera fuerza, que se ha insinuado en
el paraíso; -como las típicas tentaciones de la tierra prometida.
L La vuelta a Egipto
El dato más llamativo, más obvio, es la vuelta forzada a Egipto.
Tan obvio, que no ha solicitado una atención concentrada. Jeremías se
resiste tenazmente a marchar a Egipto. ¿Por qué? Alguno responderá,
que por un oráculo recibido in extremis (cap 42). La respuesta no
basta, porque ese oráculo tiene firmes antecedentes. Para Jeremías,
Egipto no será piinto de partida de una nueva liberación, de un nuevo
Éxodo. Egipto es eph’ápax , de una vez para siempre; la historia no
recomienza en esos términos. Si de alguna manera comienza de nuevo,
será en Babilonia, no en Egipto.
a) Contra la convicción expresada en 1 Sm 26,19, que es imposible
servir al Señor en tierra ajena, Jeremías afirma que los desterrados de
Babilonia son los higos buenos, que se conservarán y volverán a la
patria (higo o breva es una de las figuras del pueblo elegido según Os
9,10):
«A los desterrados de Judá, a los que expulsé de su patria al país
caldeo, los considero buenos, como esos higos buenos. Los miraré con
benevolencia, los volveré a traer a esta tierra; los construiré y no los
destruiré, los plantaré y no los arrancaré. Les daré inteligencia para que
reconozcan que yo soy el Señor; ellos serán mi pueblo y yo seré su
Dios» (24,5-7)3.
Aquí está la semilla literaria del magnífico desarrollo de Isaías Se
gundo, del nuevo Éxodo. La vuelta no será inmediata, se reserva a los
descendientes. El que anuncia que «los hijos e hijas nacidos en este lu
gar... morirán de muerte cruel» (16,3s.), pide a los desterrados que en
gendren hijos y que nazcan nietos (29,5s.).
Esta visión positiva del destierro en Babilonia encaja en la concep
ción de Jeremías sobre el emperador Nabucodonosor como «siervo del
Señor», dueño de hombres y animales por la gracia de Dios (27,5-7).
Con esta visión sorprendente contrasta el rechazo de Egipto. ¿Cuestión
de partidismo, de prudencia política?4.
3 Este punto lo analiza con especial acierto A.C. W elch, Jeremiah: His Time and His
Work (Oxford 1951), pág. 161 y ss. Insiste en el significado de la frase «ante el tem
plo» de Jr 24,1.
4 W .F. Lofthouse, Jeremiah and the New Covenant, pág. 173, pregunta las razones
de esa preferencia por Babilonia y contesta: «Jeremiah did not trouble to give his
reasons... for his strong preference o f Babylon to Egypt. Ñor can w e now say what
those reasons were. A ll w e know is that although the connexion between Juda and
Egypt had on the whole been cióse and fairly friendly throughout the period or the
monarchy, the greater prophets, as far as our information goes, had always been
definitely opposed to it».
Jerem ías como anti-M oisés 39
5 Norman Gottwald, AU Kingdons o f the Earth (N ew York 1964) analiza con pe
netración las razones políticas que pueden motivar la actitud de Jeremías; véanse es
pecialmente las páginas 246-271.
40 E xégesis
6 Este uso de iw b se ha de considerar sobre el fondo del uso frecuente del verbo en e)
libro profético. Para Jeremías la «vuelta» es una vuelta o conversión al Señor, que
sucede in situ. Para ello el templo no basta, incluso puede sobrar. Véase el libro ci
tado de W elch, pág. 163.
7 Véase G.W, Coats, Rebellion in the Wilderness (New York 1968). El autor se afana
sobre todo por definir la prehistoria del texto, la pertenencia de cada pieza o verso a
una fuente, una tradición, una elaboración. Entresaco de sus páginas dos citas sobre
las protestas del pueblo: «has the effect o f negating the Exodus» (pág. 139); «The
murmuring tradition therefore involves not simply an expression of a wish that the
Exodus had not occurred or a challenge of M ose’s authority in executing the Exodus,
but an overt m ove to reverse the Exodus» (pág. 146).
Jerem ías como anti-M oisés 41
8 Esto ha intuido y propuesto en un estilo algo retórico Raymond Calkins, Jerem iah
the Prophet: A Study in Personal Religión (New York 1930). Por ser el libro menos
ucccsible, citaré más ampliamente: «Here was a 'Return o f the Mayflower' indeed! Let
lite Bible reader turn back to the book o f Exodus and then read once more the oíd
Ktory o f the deliverance o f the children o f Israel from Egypt, and read this pathetic
und humiliating story o f the voluntary return after their centuries o f life in the
Promísed Land o f this wretched remnant o f the people, and he w ill have compassed
Ihc whole tragic story o f a people w hose persistent moral disobedience o f the W ill
of God had brought about this incredible reversal o f theír fortunes. It did not take
Ibrty years for the return through the w ildem ness to Egypt. Moral retrogression is
lllways swifter than moral advance. Neither was any moral leader like M oses needed.
Ncither do we read that they were nourished by any míraculous quail or manna. For
now their moral destiny is forever behind them. They are fleeing from the Promise,
(licy are deserters o f the cause. And their life goes out in oblivion and obloquy in the
very Egypt from which they had once set out on their Pilgrim's Progress to the Pro-
mise Land.» (pág. 338). «They were back where they had started generations before
ll nder the leadership o f M oses» (pág. 344).
42 E xégesis
9 David Daube, Studies in Biblical Law (New York 1969), pág. 24-35,
10 El citado Caikins comenta con una pregunta retórica: «Was it not possible that jn
som e future day Egypt would again challenge and overthrow Babylon? Then would
com e a second deliverance for them, a second and more glorious exodus, another en-
trance into the Promised Land» (pág. 341).
Jerem ías como anti-M oisés 43
11 Cito por última vez a Calkins: «Having lost their land, the people are now about
lo lose their God» (pág. 345); «telling them that true religión shall becom e extinct
nmong them, that they shall have no religious future whatever, but that the Word of
God shall stand forever» (pág. 348).
44 E xégesis
12 Comenta Welch: «a man who says that he ceased [lo intercede] because Yahweh
commanded him shows that only a divine command to the contrary could have kept
him from it» (o.c., pág. 215).
Jerem ías como anti-M oisés 45
13 V éase J. Scharbert, H eilsm ittler im Alten T estam ent und im Alten O rient
(Frciburg 1964). Especialmente pág. 81 ss. y 167 ss.
46 E xégesis
8 A su vez Maldonado, com o otros de su época, sigue a Santo Tomás. Formula así la
objeción: «ne quis existim et posse Deum latere in quo quisque confídat, ín Deone an
in hominibus». Penna dice: «fidarsi de])'infa]libile giudizio di Dio».
«Tú eres la esperanza de Israel» (Jr 17,5-13) 53
11 Hay que leer juntos los dos versos com o antítesis, y el siguiente com o síntesis y
exp licación .
12 Atendiendo a la forma hebrea, Penna explica: «la passione del denaro in genere».
13 J.L Sicre, L os d io se s olvidados. P o d er y riqueza en los p rofetas p reex ü ico s
(Estudios de Antiguo Testamento, 1; Madrid 1979), pág. 147s.
«Tú eres la esperanza de Israel» (Jr 17,5-13) 55
14 Son varios los que no ven contradicción entre 17,12 y el capítulo 7; juzgan que
cambia sólo el punto devista: así Graf y Penna. Realmente Jeremías no condena la
institución del templo, sino el abuso de él, el convertirlo en refugio de bandidos. To
davía no nos hem os curado del prejuicio o del sim plism o que hace a los profetas
enem igos sin más del culto, cuando su problema es la tensión entre culto y justicia.
Puede verse el concepto "Culto y justicia" en el índice teológico de L. Alonso Scho-
kcl y J.L. Sicre Díaz, Profetas. Com entario (Madrid 1980).
15 El Salmo 11 lo cita de paso Graf.
16 Sicre o.c., 147s nota la congruencia de la imagen de agua en los versos 8 y 13.
56 E xégesis
17 Los autores anteriores a Duhm apreciaban la unidad temática de la serie que anali
zamos, en tom o a la confianza y esperanza. P.e. Capella (1585) caracteriza así los
versos: 9 «quis in D co speret», 11 «ñduciam in divitiis male partís», 12 «in te spem
nostram collocam us, non in divitiis, non in Aegyptiorum auxilio». Graf procede de
modo semejante.
18 Maldonado cita Le 10,20, sobre los nombres escritos en el cielo; ya Jerónimo es
cribía: «scribentur in térra deleti de libro viventium». Ambrosio y Augustín citan el
verso de Jeremías explicando Jn 8,6.8.
«Tú eres la esperanza de Israel» (Jr 17,5-13) 57
citado los pasajes en que se leen el verbo qwh o los sustantivos mqwh
y tqwh. De ellos pasamos al sinónimo bth y mbth. Véase Job 11,18
para el paralelismo bth/tqw h , y Sal 71,5 para m bth//tqwh. Con
bth/mbth la mayoría de las veces se denuncia una confianza vana, al
guna vez se premia la confianza en el Señor. Espero que una lista y
unas citas hablarán claramente:
2,37 confianza en los imperios: «El Señor ha rechazado la base de
tu confianza, y no tendrás éxito con ellos».
5,17 «Conquistará a espada las fortalezas en que confías».
7,4.8.14 Falsa confianza en el templo: «Por eso trataré al templo
que lleva mi nombre y os tiene confiados... lo mismo que traté a
Siló».
9,3 confianza inguenua en familiares y parientes.
12,5 función dudosa: confianza en un terreno tranquilo, pacífico.
13.25 «Me olvidaste confiando en la mentira»: el ídolo o todo lo
que es falso.
39,18 Ebedmélec confió en el Señor.
46.25 confianza en el Faraón.
48,7 «Por fiarte de tus obras y tesoros». Obras, en hebreo m ‘syk
podrían ser los ídolos o las empresas.
48,13 «Como le pasó a Israel con Betel, en quien confiaba».
49,4 «Ciudad perversa, confiada en tus tesoros».
Tenemos una buena representación de vanas confianzas: en las ri
quezas (48,7; 49,4), en los imperios (2,37; 46,25), en el poder militar
(5,17), en el templo (7,4.8.14), en ídolos (48,13 y quizás 13,25);
frente a ellas destaca la confianza de Ebedmélec en el Señor.
Hay que añadir el importante texto de 9,22s, que emplea el verbo
hthll. Y los textos que, sin emplear uno de los verbos citados, tratan el
tema de las inútiles confianzas declarando inoperante algo con que
cuentan los judíos y aun el mismo profeta. Cito los más importan
tes21:
4,30 no vale el poder de la seducción.
7,16-20 no valen intercesiones.
7,21-28 no vale el culto.
11,13-17 no valen rezos ni culto ni elección.
21,13s no vale la posición estratégica.
27,1-11 no vale la alianza o confederación.
37,6-10 no vale el auxilio del Faraón.
Colocación de la perícopa
Son dos preguntas diversas: ¿qué sucedió y cuándo? y ¿dónde se
encuentra la perícopa y por qué?
La primera salta del texto hacia los supuestos sucesos históricos y
los utiliza después como explicación del texto: porque sucedió tal y tal
cosa, por eso se cuenta así y en este puesto; o bien: sucedió de otro
modo, en otra ocasión, y la deformación indica la tendencia del autor.
La segunda se detiene en el texto, examinando su configuración y
sentido internos, antes de asomarse al curso real o supuesto de los
acontecimientos.
Son dos preguntas diversas, que no se excluyen; pero sí se excluye
el comenzar por una o por la otra. Las preguntas definen la actitud del
intérprete, pueden traicionar presupuestos no formulados, en todo caso
condicionan las respuestas de la interpretación.
Contra varios comentadores, pienso con Rudolph y otros (entre
ellos Amaldich) que la grave situación descrita en Neh 5,1-5 no surgió
ni se desarrolló en los meses de reconstrucción de la muralla; a lo más,
el trabajo y la dedicación intensa, probablemente exclusiva, agudizaron
el problema. Sí pudo suceder entonces el clamor popular y la asam
blea, como pausa forzada de las obras; pero el libro de Nehemías -es
bien sabido1- no nos garantiza el orden cronológico de los sucesos.
Para comprender todo el sentido del pasaje tenemos que leerlo aten
tamente en su puesto narrativo. El problema social, la protesta popu
lar, la sólución se cuentan en la serie de dificultades con que tropezó la
reconstrucción de las murallas. Leamos algunos comienzos de párrafos
(en la traducción de la NBE):
2,19 Cuando se enteraron Sanbalat, Tobías... el árabe...
3,33 Cuando Sanbalat se enteró de que estábamos reconstruyendo...
Moisés y la Ley
En su acción de refoma social, Nehemías podía contar con el apoyo
de la legislación israelítica, especialmente: Ex 21, 7-11, sobre la venta
tic hijas como esclavas; Ex 22,24 y Lv 25, 35-38, contra la usura; Lv
19, 13 contra la explotación. Esto ya lo han señalado varios autores en
ñus respectivos comentarios3.
Por mi cuenta quiero notar que Nehemías repite, en cierta manera,
in experiencia radical de Moisés: abandona la corte imperial para visitar
2 Sobre el puesto del verso en el contexto dice Zimmerli: «So deutlich daher 9 Auf-
llikt zu den kommenden Ausführungen sein will, so wenig kann es doch vom Vorher-
yohenden getrennt werden» (Ezechiel , p. 1149).
3 En especial R. A. Bowman en Interpreter's Commentary.
64 E xégesis
'attem hayydm, 34, 15), era obedecer a Dios {wayyism6'w), era una ga
rantía para salvar la ciudad con sus vecinos. Pero pasado el peligro más
grave, los nobles se volvieron atrás y sometieron de nuevo a los liber
tos. Por este pecado de injusticia, el Señor pronuncia una sentencia:
«los entregaré en manos de sus enemigos... volveré a traer el enemigo
contra esta ciudad, para que la ataquen, la conquisten y la incendien».
Una ciudad donde los poderosos explotan y esclavizan a los débiles no
goza de la protección del templo.
La semejanza invertida de ambas estructuras, Jr 34 y Neh 5, es
bastante clara. Queda subrayada por varias coincidencias verbales o te
máticas:
Jr 34 Neh 5
'bd 9.10.11 5
’h 9.14 1.5.7.8. 10
kbs 11.16 5
mkr 14 8
r ‘b 17 3
’yb 20.21 9
pacto 8.10.13.15.18 12 juramento
manumisión 9.10.11.14.16 10 remisión5
príncipes 10.19.21 7 nobles
hebreos 9 1 judíos
espanto 17 9 oprobio
Tapiador de brechas
Me parece que sólo Morgenstem6 ha señalado la relación entre Neh
5 e Is 58: Defiende que el texto de Isaías es posterior y no se detiene a
puntualizar las semejanzas.
El citado texto profético es uno más en la larga cadena de oráculos
que plantean la tensión entre culto y jusiticia social. En concreto se
(rata de un ayuno ritualista, que el Señor rechaza, al que se opone el
ayuno auténtico, que consiste en practicar la justicia social. Esta con
siste en reconocer y aceptar al hermano y se concentra en la siguiente
fórmula: «partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin
tccho, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu propia carne». Tam
il Grotius señala el parecido de la remisión exigida por Nehemías con un jubileo tra
dicional: «quasi in jubilaeo».
6 J. Morgenstem, HVCA 24 (1952) 33.
66 E xégesis
Todos o casi todos sabemos que el salmo 104 canta a Dios por la
naturaleza o la creación; la naturaleza como totalidad armoniosa. Mu
chos saben además que el salmo está de algún modo inspirado en un
himno egipcio en honor de Aten. Lo que en este momento retiene mi
atención es la aparición del hombre en el paisaje terrestre del salmo.
En el verso 15 lo vemos -lo mira el poeta- explotando las riquezas
de la tierra para su consumo; en el v. 23 «el hombre sale a sus faenas,
a su labranza hasta el atardecer». La aparición del hombre podría centrar
el salmo, como sucede en el salmo 8: «¿Qué es el hombre?». No su
cede así, sino que el labrador del presente poema atraviesa los versos,
como si fueran surcos, y se aleja. Con todo, su efímera presencia poé
tica revela al crítico literario o al exegeta dos tipos humanos en planos
diversos: fuera del poema, el poeta contemplador; dentro del poema, el
labriego anónimo. La audacia y originalidad del poeta consiste en en
globar al h o m o f a b e r dentro de la naturaleza, como parte armónica de
ella; y eso para cantar a Dios.
En efecto, el poema quiere ser un himno al Creador de «tantas
obras» maravillosas. Pero ¿qué tiene de maravilloso que los animales
salvajes se abreven en los ríos y se tumben en sus guaridas? ¿Qué
tiene de extraordinario el relevo puntual de sol y luna? Quizá nada para
un observador; mucho para un contemplador.
Dios en el salmo
Hago una primera división del salmo en dos partes: 1-9 y el resto,
universo celeste y tierra. En la primera parte Dios es sujeto de acciones
cósmicas y grandiosas. El poeta explaya su fantasía, describiendo con
trazos humanos y dimensiones sobrehumanas la grandeza de Dios. No
describe algo que haya visto, pues no lo ha visto; evoca en símbolos
poéticos una presencia. El Dios del salmo está de alguna manera dentro
del universo celeste; no como el Creador de Génesis 1, que queda to
talmente fuera de su creación.
El hombre navegante
Tampoco se detiene el hombre del salmo 104, ya que el poeta nos
va conduciendo hacia las aguas marinas. Es curioso el interés por el
elemento agua en este poema: las aguas celestes por debajo del palacio
divino (v. 3), la agresión del océano levantisco (6.7.9); el mundo ani
mal aparece junto a árboles y ríos (10-12), Dios riega la tierra desde su
morada (13). Pues bien, en el orbe hay otras aguas que no son el
océano hostil o fh d m . Se trata del mar tranquilo, comedido, henchido:
«en él bullen sin número animales pequeños y grandes» (25). Ese mar
ofrece su espalda a las naves que el homo fa b er construye, las sustenta.
El mar donde los peces tejen y destejen sendas (Sal 8,9) no arredra al
hombre, aunque no sea su elemento. No contento con dominar la tie
rra, se lanza a dominar el líquido elemento: «Entraron en naves por el
mar, comerciando por las aguas inmensas» (Sal 107,23); naves que
«proyectó el afán de lucro y armó la pericia técnica» (Sab 14,2). Lo
mismo que el hombre abandona su elemento, que es la tierra firme,
para aventurarse por el mar inquieto y desconocido, ¿se atreverá algún
día a surcar la atmósfera de las aves y los espacios celestes? Ningún
poeta bíblico lo dice o lo sueña. Viajes celestes, en carroza o en caba
llo de vientos, son competencia de Dios. La empresa fantástica de Icaro
no tiene equivalente en la Biblia; no son significantes al propósito las
expresiones de Sal 139,8; Am 8,9; Dt 30,12. Con todo, registrado el
Tecnología, ecología, contemplación: Sal 104 75
El hombre contemplativo
Guiados por la palabra poética hemos contemplado un paisaje hu
manizado por el homo faber. Vamos a fijarnos ahora en el poeta.
Es otro tipo humano, más contemplativo que activo, aunque tam
bién tiene algo que hacer. Es el hombre que se sienta a mirar mientras
los demás se mueven, se afanan, trabajan o descansan. Es el contem
plador. Afinando conceptos, podemos distinguir entre observar y con
templar. El observador registra y cataloga el fenómeno, el contempla
dor lo sobrepasa. El botánico y el entomólogo han de ser buenos ob
servadores; el contemplativo transciende el fenómeno. Claro está que
muchos observadores, amantes de la naturaleza, saben controlar cientí
ficamente la observación y a la vez desbordarla. Muchos programas
fílmicos o televisivos, Walt Disney, Rodríguez de la Fuente, National
Geographic... tienen una innegable calidad poética. Contemplar es un
talante de apertura en el hombre, de penetración a través de superficies
translúcidas. El niño es contemplador inocente, el poeta es contempla
dor comunicativo, el hombre religioso puede ser contemplador entre
nado. Compárese una descripción geográfica puntual con las Andanzas
y visiones de Unamuno y quedará clara la distinción entre observar y
contemplar.
No hacía falta esta digresión para situar al autor del salmo 104.
Como observador le gana Salomón, que, según 1 Re 5,13-14, «disertó
sobre botánica, desde el cedro de Líbano hasta el hisopo que crece en la
pared. Disertó también sobre cuadrúpedos y aves, reptiles y peces».
Como contemplador hace compañía al autor de Job y da ejemplo al
Eclesiástico (Eclo 43). Nadie leerá este salmo para aprender historia
natural ni siquiera para averiguar lo que los antiguos sabían de ciencias
naturales. El salmo se lee, mejor, se apropia y recita como canto al
Señor.
Con talante contemplativo el autor nos deja un poema y nos da una
importante lección. Contemplar es acto gratuito, amoroso, gozoso. Es
76 E xégesis
descubrir con gozo, sin interés utilitario, es tomar sin gastar; el que
contempla puede compartir sin salir perdiendo. El hombre se enriquece
contemplando. Quien contempla con amor no es violento: se abre, se
comunica, se entrega a la tierra, no la sojuzga. Al contemplar se equi
libra el afán fabril, se enjuga el sudor de la frente, se serena el hombre,
como Job de la mano de Dios (Job 38-39).
Mientras el homo faber dentro del poema «sale a sus faenas hasta el
atardecer», el hombre fuera del salmo, el poeta, contempla. No está
inactivo, aunque no esfuerce los músculos ni se ponga a razonar. Su
reposo no es pereza, sino atención despierta. El poeta conoce un modo
de posesión que no explota ni acapara, que recibe el gozo por añadi
dura, que es fecundo de vida humana más alta y noble. Si al afán eco
lógico se uniera el talante contemplativo, podríamos contrarrestar los
desafueros de una tecnología desmedida. El salmo 104 y otros textos
bíblicos semejantes ofrecen su ejemplo y su material para una educa
ción del hombre contemplativo.
He hablado de la transcendencia de la contemplación y me he refe
rido a la transcendencia religiosa de un texto poético. Casi podríamos
decir que el hombre bíblico descubre la belleza del mundo cuando in
tenta alabar a su Dios. Al menos hay que decir que la descripción de la
naturaleza en la Biblia está referida directamente a Dios. Con todo, de
bemos aceptar la posibilidad y el hecho de una poesía contemplativa
laica, secular. El ejemplo moderno más característico que conozco es
Jorge Guillén. Hay quien dice que semejante poesía, que contempla y
transciende la naturaleza sin referirla a Dios, es implícitamente, a pesar
suyo, religosa. Me parece más exacto decir que el texto, aun sin contar
con el autor, se abre y ofrece a una lectura transcendente de signo reli
gioso. En los textos bíblicos ese problema no se plantea.
entender con el uso de los verbos. Mientras la tierra «se sacia» y los
animales «atrapan la comida y se sacian», mientras el hombre «saca
pan y vino y aceite», Dios «goza» (¿mh) con sus obras. El haberlas
hecho, bien hechas, es el pago dél artesano. Hacer es un dar sin recibir.
Hay en el salmo un verso dudoso que podría añadir un aspecto a la
Imagen de Dios. Hablando del mar dice el verso 26: «Lo surcan las
naves y el Leviatán que modelaste para que juegue en él/que modelaste
para jugar con él». En la primera interpretación el destino del delfín es
jugar o retozar en el mar, su elemento. Sería un rasgo más de signo
contemplativo, una mirada a la población del paisaje marino, una evo
cación del temperamento juguetón del delfín. En la segunda interpreta
ción Dios hace deporte con una de sus criaturas. Ahora bien, el juego
es afín a la contemplación; es como su versión activa. Dejando en pa
réntesis esa posible imagen de un Dios deportista, nos queda la imagen
de un Dios artesano que «goza» con sus obras. Descrito a imagen del
hombre, Dios se vuelve modelo del homo faber y del contemplador.
He insistido en el término artesano que muchas traducciones bíbli
cas empobrecen. Tomando la palabra hebrea hokm á y su sinónimo
fbüná demasiadas veces en sentido intelectual y teórico, le roban su
.sentido típico de «saber hacer, destreza, habilidad». Será conveniente
dar algunos ejemplos:
Jr 10,12 Asentó el orbe con maestría,
desplegó el cielo con su habilidad.
Sal 104,24 ¡Cuántas con tus obras, Señor,
y todas las hiciste con maestría!
Sal 136,5 Que hizo el cielo con destreza.
El poeta
En este punto surgen dos preguntas correlativas. ¿Gozará Dios
también con las obras de los hombres como goza con las suyas o
como el hombre con las de Dios? ¿Cuál es el papel del poeta? Em
piezo con la segunda.
El círculo de los contemplativos es más amplio que el de los poe
tas. Porque el poeta no se contenta con contemplar, sino que hace
algo. En la tradición griega su actividad es pofesis (acción) y su resul
tado es poíem a (acto, obra). En términos modernos diríamos que su
tarea es transformar en palaba poética su experiencia contemplativa para
hacerla comunicable, participable. Si nos ocupamos del anónimo autor
78 E xégesis
cuando agradan (rsh) a Dios, las ofrendas son válidas, quedan consagra
das. Lá ofrenda del poeta es su poema. Sólo pide «que le sea agradable
mi poe'ma y yo me alegraré con el Señor», o «festejaré al Señor». La
última frase es significativa. Hemos visto que el contemplador no saca
partido,1,no «se sacia», sino que «goza». Pues bien, recitando su
poema, k poeta quiere compartir el «gozo» del Señor. ¿Qué mejor
premio para la contemplación poética?
Un verso inesperado
Ahí podía -¿debía?- terminar el salmo. El poeta añade un verso
inesperado, turbador: «Que se acaben los pecadores en la tierra, que los
malvados no existan más» (v. 35). Algo puede turbar la armonía de esa
creación gozosamente contemplada: los pecadores. Si de la tierra fueran
des-terrados, si de sus términos fueran ex-terminados los pecadores, la
armonía sería perfecta, de nuevo primordial. ¿Es la frase un proyecto
despiadado e intolerante? Es más bien la expresión de un deseo
utópico. Quizá la «nueva tierra y el nuevo cielo» de los anuncios
escatológicos sea una tierra sin pecadores.
Pero la frase nos suscita otra pregunta: ¿piensa el autor en pecados
genéricos, en toda clase de pecados, o en pecados específicos contra un
universo creado por Dios? Lo segundo se llamaría en terminología mo
derna "pecados ecológicos": destrucción de especies, explotación desme
dida de recursos, contaminación sistemática, rotura de equilibrios conti
nentales o planetarios, etc. La explotación abusiva de la tierra corre pa
reja con la explotación injusta del hombre, y las consecuencias de am
bas pueden provocar "venganzas ecológicas". Como la tierra de Caín,
manchada de sangre homicida, que «niega su fecundidad» (Gn 4,11).
Habría que abrir un agujero o una fisura en el decálogo para intro
ducir un nuevo mandamiento: «respetarás la creación que se te ha en
comendado». Ahora bien, el que ama de veras, respeta aquello que ama,
no lo destruye ni estropea. Y un camino para amar es contemplar su
belleza, y un instrumento de la contemplación pueden ser estos textos
bíblicos. Contemplación puede ser prevención de pecados ecológicos,
cuya raíz es la codicia.
Resumiendo. El homo fa b er prolonga la acción creadora de Dios.
Lo dice un verso bastante dudoso del Eclesiástico, dedicado a los arte
sanos:
38,34 Mantienen la vieja creación
ocupados en su trabajo artesano.
80 E x ég esis
\\
\
1. Los personajes
Según vieja tradición profética, Jerusalén aparece en figura de ma
trona, madre del pueblo judío. Su correlativo es Dios, el Altísimo o el
Eterno, en figura de padre. De donde deducimos la relación matrimo
nial, no formulada expresamente en el poema2.
Jerusalén lleva el título de ekthrépsasa y dice de sí éthrepsa (8.11).
La población judía son sus hijos e hijas (10.14.16), los hijos tékna
(12.19.21.25.27; 5,5). A Dios lo llaman ton poiesanta, tón tropheú-
,santa hymás : el primero, cd¿ekem, es título de creación (cf. Is 44,2;
2. Intercesión
Si en el AT la función de interceder es principalmente profética, no
lo es exclusivamente. Son casos ejemplares Moisés en Ex 32 y Nm
14, Amós en Am 7-8 y negativamente Jeremías. Pero antes de tratar de
la función profética, he de fijarme en algunas mujeres intercediendo.
a) Ante todo Abigail: carga con la culpa del marido, «ese tonto»,
aplaca la cólera de David y termina siendo esposa del rey. «La culpa es
mía, Señor... Perdona la falta de tu servidora... Que mi señor no tenga
que sentir remordimientos por haberse tomado la justicia por su mano»
(1 Sm 35)10. El triángulo es marido-mujer-un extraño, ofendido por el
marido.
b) Al mismo ciclo davídico pertenece Betsabé, que intercede para
que su hijo Salomón obtenga la prometida sucesión al trono paterno.
En este caso no ha habido pecado ni castigo, pero sí peligro de olvido
o usurpación. El triángulo es padre-madre-hijo, con los auxiliares pro-
feta-sacerdote y el grupo rival de Adonías (1 Re 1).
c) 2 Sm 14: la mujer de Tecua intercede a favor de Absalón, deste
rrado por el fratricidio. Aunque no es la madre física, interpone un es-
9 Recuérdese, entre otros, el caso del sacerdote Eli con sus hijos, 1 Sm 2. También
David con Absalón.
10 «Abigail se hace responsable de la culpa, al mismo tiempo que la niega, decla
rando irresponsable al marido. El resultado es que no ha habido reato y que Abigail se
ofrece como víctima inocente: un castigo de David no sería acto de justicia, sino de
crueldad». Del comentario en Los Libros Sagrados (Madrid 1973), pág. 131.
\ Jerusalén inocen te intercede (B aruc 4,9 -1 9 ) 85
\
\
\
querfta ficticio de maternidad y actúa como si fuera "madre" de o en Is
rael1^. El resultado es que el padre renuncia a la cólera, perdona a su
hijo y\Le permite volver del destierro.
d) Judit, que representa en su viudez al pueblo desvalido, intercede
al Señor por su pueblo. En este caso el pueblo de Betulia no es culpa
ble, aunque los jefes hayan cometido la temeridad de tentar a Dios po
niéndole un plazo. El pueblo está sufriendo una prueba dura y ha de
soportarla con entereza y confianza12.
e) A Judit puede hacer compañía Ester, que intercede ante el rey a
favor de sus paisanos inocentes13.
Ninguno de los esquemas coincide con el de Baruc, aunque la mujer
de Tecua se acerca algo más. En las historias patriarcales no encuentro
Figuras femeninas semejantes14.
Vuelvo a los profetas, porque la Jerusalén de Baruc no sólo inter
cede ante el padre, sino que exhorta a su hijos. Los exhorta a aceptar
con humildad y compunción el castigo merecido -como Jeremías 27;
29, etc.-; los exhorta a una conversión «diez veces» más sincera e in
tensa que el pecado -casi todos los profetas exhortan a la conversión,
véase Zac 1,4-; los exhorta a esperar en un perdón pleno y una repa
triación próxima -como Isaías Segundo, predicador de la esperanza-.
Todo esto, unido a la intercesión, significa una función profética15. En
una época en que «no hay profeta» (Sal 74,9; 1 Mac 14,41), Baruc en
comienda a la ciudad personificada oficio tan importante. Ella ha de
interpretar y explicar los sucesos, con sus consejos ha de acompañar a
sus hijos hasta el destierro para que éste se convierta en medicina, ha
de suscitar y avivar la esperanza del retomo. Una función profética tan
rica de Jerusalén es aportación original de Baruc.
Me he referido al discurso que pronuncia Jerusalén dentro del po
ema, es decir, 4,9b-29. La situación se complica porque el poema
suena en boca de un personaje anónimo, que se dirige a Israel y a Jeru
salén con la misma cercanía y con fórmulas semejantes: «¡Animo,
pueblo mío... Animo, Jerusalén» (4,5.30)16. Su manera de hablar es
por varios indicios profética: pronuncia palabras como si fuera la boca
de Dios: «pueblo mío» (4,5), «le quitaré la población de que se
enorgullece» (4,34); con la misma autoridad habla de Dios en tercera
persona. El exhorta a Jerusalén a la esperanza: «Animo, Jerusalén...
Mira hacia levante, Jerusalén... Ponte en pie, Jerusalén... Despójate de
tu vestido». Pero el anónimo en ningún momento se dirige al Señor
Altísimo: eso se lo encomienda a la ciudad afligida y materna. Eso sí,
el discurso de la capital queda englobado en la palabra poética del per
sonaje anónimo, que en ningún momento se presenta ni acredita su
vocación y misión ni habla de sí -en lo cual se parece a Is 56-66-17.
Pues bien, la intercesión suele suponer la relativa inocencia del in
tercesor. Es distinto tomar la palabra como liturgo, en nombre de la
comunidad, y confesar conjuntamente el pecado colectivo, o destacarse
de la comunidad para interceder por ella. Esto nos lleva al último
párrafo de la exposición.
3. Inocencia
Jerusalén sufre una especie de viudez: abandono, desolación, priva
ción de hijos e hijas: «los hijos queridos, los niños mimados»
(4,16.26). Pero es víctima inocente: sufre sin haber pecado. Ella no
confiesa ninguna culpa propia, la voz que pronuncia el poema no la
acusa de nada. En el verso 12 da la razón de su sufrimiento: «Si estoy
16 El autor interpone una voz poética-profética que pronuncia las palabras; esa voz
introduce el personaje hablante de Jerusalén. Mediación de segundo grado.
17 A no ser que tomemos como autenticación profética Is 61,1-3a por sus elementos:
envío o misión, servicio de la palabra, unción carismática.
Jerusalén inocente intercede (Baruc 4,9-19) 87
4. Tobías 13 y Efesios 5
Un verso de Tob 13 quizá presente la misma concepción.
El «quizá» está bien justificado. Porque el capítulo 13 del libro de
Tobías ofrece problemas de difícil solución.
Ante todo el problema del texto, dada la diferencia entre los
í manuscritos AB y S. El S, superior en diversos aspectos, muestra una
\ laguna en el verso que nos interesa. Rahlfs ha optado por ofrecer ínte-
[ gros los dos textos superpuestos. En mi traducción con comentario
opté por una conflación de textos, buscando lo complementario y
dando preferencia a S. Pero comprendo que haría falta una versión ra
zonada, distinguiendo la atribución correspondiente de los versos21.
Otro problema nace del carácter compuesto del capítulo. En 9b el
: poema toma otro rumbo: se puede sospechar una adición posterior o
: una composición secundaria de piezas antes autónomas. Por otra parte
; Imy algunos elementos comunes en las dos partes y se puede descubrir
¡ cierta coherencia, como de un díptico. Esto lo corrobora una compara-
- ción con Baruc.
El verso que nos interesa suena así:
13,9b Ierosólyma pólis hagía
mastigósei epl tá érga ton hyidn sou
kai pálin eleései toüs hyioús ton dikaíón.
i Jerusalén, ciudad santa,
^ él te azotó por las obras de tus hijos
pero volverá a apiadarse de los hijos de los justos.
Bar 4,12 eremóthén diá tás hamartías tdn téknon mou.
Tal como suena el verso de Tobías, la equivalencia es patente: la
Cliusa de los sufrimientos de la capital son las malas acciones de sus
hijos. La equivalencia de los versos se aloja en otra serie de correspon
dencias entre ambos textos. También en Tob 13 hay confesión de pe
cados, con el dudoso verbo exomologéó, invitación a la conversión
I (6.8), invitación a la esperanza del pueblo y la capital, en movimiento
l creciente, la maldición de los enemigos (14), el destierro (12), Dios
| como padre (4). Una comparación sistemática y detallada de Tob 13 con
;
! 21 Frank Zimmemnann, The Book ofT obit (Nueva York 1958): «Our inevitable con-
I ülusion is that we must make use of both versions. Therefore an eclectic text, based
i un S, BA and C, aiming to reproduce the Tobit story as completely as the Greek, our
' Olilcst source, affords, is imperative methodology» (p. 41).
92 E xégesis
22 La relación del Salmo de Salomón 11 con el fina! de Baruc no aporta nada al tema.'
Puede verse R. Pesch, "Die Abhángigkeit des 11 salomonischen Psalms vom letzten
Kapitel des Buches Baruc": ZAW 67 (1955) 251-263. í
Jerusalén inocente intercede (Baruc 4,9-19) 93
23 Ensayos Teológicos, II. Sponsa Verbi (Ed. Cristiandad, Madrid 1964), pág. 239-
354.
VISION DEL HOMBRE EN Sir 17,1-14*
Composición
En tres estrofas nos ofrece Jesús Ben Sirá una densa reflexión sobre
cl hombre; o sobre el puesto del hombre en la creación, si leemos esas
tres estrofas en la unidad literaria 16,24-17,14.
Hay que leerlo así, como unidad, porque el autor articula su ense
ñanza en una serie de correspondencias y oposiciones significativas.
Quiero decir, en términos más modernos, que esas relaciones no son
exclusivamente de orden semiótico, como juego formal, sino que son
también semánticas, con referencia significativa.
El autor considera los dos planos tradicionales: cielo y tierra. En la
tierra distingue los vivientes en general y el hombre. Así crea dos gru
pos asimétricos, con cierta tensión interna. El hombre comparte con los
vivientes una cualidad; comparte con los seres celestes una serie de condi
ciones o situaciones; se destaca en su unicidad sobre el fondo de todos.
Como todos los vivientes de la tierra han de morir, así también el
hombre, por ser terreno (33,10). Como los seres celestes tienen un
dominio, una función, un mandato, unos compañeros, así el hombre
tiene dominio, función, ley, compañeros. Vamos a reducir lo prece
dente a esquema:
Cielo TieiTa
Astros Vivientes Hombre
ouk exélipon ¿ apostrophé = apéstrepsen
eis geneás & heméras arithmoü
archas = exousían, fóbon, katakyrieúein
érga autoü érgon autoü
érga autón érgon autoü
mnatos - nómon, krímata, etpen, eneteílato
ouk apeithesousin proséchete apb
tdn plesíon autoü peri toü plesíon
Primera estrofa 1
Tres aspectos recoge y desarrolla Ben Sirá sobre la creación deí
hombre: su condición mortal, su dominio de la tierra, ser imagen de¿
Dios. En ese orden, que no es el orden tradicional. Muchos lectores
esperarían el orden siguiente: imagen de Dios, dominio sobre la tierra^
pecado-muerte. ¿Importa el cambio?
Tal como leemos los versos, la condición m ortal del hombre qs¡
inherente a su naturaleza terrestre o terrosa, no es efecto del pecado. É]j
hombre es creado directamente mortal, como los demás vivientes de la
tierra. Confirma esta consecuencia el que conocimiento moral y ley
vengan después.
¿Es que Ben Sirá invierte el orden para empalmar sin corte con
16,30? No hacía falta tal empalme, cuando hemos visto la red de rela-^
ciones a distancia. Un puro juego formal no explica la afirmación ca4
tegórica del autor: el hombre no sólo es mortal, sino que su vida dura1'
un tiempo numerable, abarcable (en oposición a los astros; recuérdese'
Sal 72,5 y paralelos). *;
Entonces ¿cambia Ben Sirá la doctrina de Gn 2-3, según la cual lak
muerte penetra como consecuencia del pecado? No hay que adelantarse;
puede ser que Ben Sirá interprete el Génesis más rigurosamente que
una tradición posterior, atestiguada en Sab 2,23-24 y Rom 5,12ss. 1
Visión del hombre en Sir 17,1-14 97
En efecto, según Gn 3,3, Dios promulga una ley con cláusula pe-
IUtl (según la terminología de Gerstenberger), es decir, una prohibición
«bajo pena de muerte»; ahora bien, una pena de muerte sólo se con
mina a una criatura mortal. La muerte biológica se anticipa violenta
mente y se hace sentir como castigo; como dice de otro caso Sab
18,19: «Para que no pereciesen sin conocer el motivo de su desgracia».
vSucede en el relato del Génesis que, después del pecado, Dios conmuta
lu pena de muerte en destierro perpetuo, lo mismo que sucederá con
Caín. Así, en vez de comer fruta deleitosa sin esfuerzo, tendrá que tra
bajar y sudar para comer el grano de la tierra. En Gn 3,19 el castigo
está formulado con la correpondencia del talión: «Por haber co
mido... comerás...»; la vuelta al polvo no se pronuncia como parte de
la pena, sino como límite extremo de su duración: sentenciado a traba
jos perpetuos de por vida. Eso sí, se le recuerda enfáticamente su con
dición mortal. La muerte biológica ha tomado signo de castigo y ejerce
NU dominio. Pero Adán podrá cumplir todo el tiempo de su existencia,
no será ajusticiado antes de tiempo ni morirá violentamente (lo mismo
sucederá a Caín).
Precisamente con estos conceptos empalma Ben Sirá y los coloca
al principio de su reflexión sobre el hombre: es mortal y tiene una vida
íle duración limitada. Lo primero es consecuencia de su condición te
rrena; el límite es asignación de Dios, según la doctrina de Gn 6,3.
Hay otro modo de leer Gn 2-3; pero eso no significa que Ben Sirá
haya cambiado la doctrina tradicional. Al contrario, parece que se ha
«tenido a ella fielmente, y es un testigo histórico de gran importancia.
El autor reitera su pensamiento en otros dos pasajes, uno de tono
sombrío, otro resignado. En 40,1-11 describe sombríamente la condi
ción humana, «gran fatiga, yugo pesado», y concluye: «Lo que viene
íle la tierra vuelve a la tierra, lo que viene del cielo vuelve al cielo» (cf.
Sal 104,29). Entonces ¿hay diferencia entre buenos y malos? Sí: «Esto
sucede a los vivientes, hombres y animales, y siete veces más a los
pecadores». En 41,3-4 invita a la resignación:
No temas tu sentencia de muerte,
recuerda a los que te precedieron y te seguirán;
es el destino que Dios asigna a todo viviente,
¿y vas a rechazar la ley del Altísimo?
Nos movemos en el mundo mental del Salmo 90, hecho de dolor,
melancolía y resignación; suena un verbo semejante, epistrépsate , y
las plantas ocupan un puesto semejante, como comparación.
98 E xégesis
Segunda estrofa
El poeta se acerca para describir con más detalle a su personaje
anónimo y universal. El hombre posee una serie de órganos y faculta
des, varias cualidades, funciones definidas.
Visión del hombre en Sir 17,1-14 99
Dios». Las cinco obras son los cinco sentidos. Con sorpresa leemos a
un autor antiguo hablando de la función hermeneútica del lenguaje; nos
resulta extrañamente moderno. Esto no deforma la enseñanza de Ben
Sirá, ya que alabando interpreta el hombre la naturaleza como creación,
los prodigios como obras de Dios. Así, lengua y alabanza cierran la
estrofa en inclusión mental.
Tercera estrofa
Entramos plenamente en tema israelítico, tanto que alguno ha que
rido distanciar estos versos como parte diversa. La estrofa presenta tres
empalmes notables con las dos precedentes: el tema de la vida (v. 2) se
especifica en conexión con la ley; los ojos y oídos (v. 6) pueden ahora
ver y oir; a la inteligencia del v. 7 se añade otra relacionada con la ley.
La relación entre sabiduría / inteligencia y ley está expresamente
atestiguada en 45,5: nómon zoés kai episfemes\ es doctrina bien esta
blecida en el libro que la ley es la nueva sabiduría, sobre todo en el ca
pítulo culminante del libro (24,23). No sabemos si el hebreo repetía la
misma palabra en 7a y lia; tal como leemos el texto, el hombre re
cibe un saber general al principio y un saber especial después por me
dio de la ley (cf. 39,8).
Esta es una ley de vida, porque asegura o garantiza la vida del que la
cumple. Es doctrina comente en el Deuteronomio, aunque no se lea la
fórmula «ley de vida» (sería tórat hayyim). Combinando este enun
ciado con lo dicho en el v. 2a, comprendemos que el hombre puede
frustrar o malograr el tiempo que Dios le concede de vida; en otros
términos, quebrantar la ley acarrea una retribución que afecta a la vida
del culpable. Pero Ben Sirá prefiere una formulación positiva. Su pen
samiento es tranquilamente tradicional, no cuenta con una vida después
de la muerte.
Su visión positiva de la ley se refuerza en el verbo, eklerodótesen
(probablemente hinhtl o h óris): la ley es un don; como la tierra
prometida, es una heredad, una herencia; la posee una generación y se
la transmite a la siguiente (44,11). En 24,23 leemos: nómon... kle-
ronomían synagogaís lakob.
En el v. 12 forman paralelismo la alianza y los preceptos, diathe-
ken y krím ata , beñ t y mispátim , de acuerdo eon la tradición (también
28,7). La alianza se califica de etern a : el adjetivo suele emplearse
cuando se trata de la alianza davídica (2 Sm 23,5), de la aarónica (Sir
45,15), con más frecuencia de la nueva (Is 61,8; Jer 32,40; Ez 16,60 y
102 E xégesis
El exordio: 16,24$
Desde el final entendemos mejor un dato del exordio, tal corao se
lee en el texto griego: la repetición de la palabra episteme en 24a y
25b terminando el verso (no se aprecia la regularidad en la traducción
de los términos sapienciales, por lo cual tenemos que atenernos al
griego). Esa palabra duplicada en el exordio se repite llamativamente
en la segunda y tercera estrofa. El sabio con su discurso quiere comu
nicar a sus discípulos un saber, una comprensión, que Dios ha otor
gado al hombre en dos momentos sucesivos: primero como capacidad
de comprender, superando lo puro sensorial; después como instrucción
de la ley para ordenar la conducta.
También en este manejo de las palabras descubrimos cómo la sabi
duría o sensatez que cultivan estos maestros se encuentra entre la radi
cal capacidad humana racional y su apertura a la revelación. El sabio es
consciente de esa posición que ocupa y quiere hacer conscientes a sus
discípulos: no hay oposición entre razón y fe, hay ordenación mutua.
El sabio puede apelar por igual a la experiencia del hombre inteligente-
y a los escritos sagrados.
De lo cual es modelo Jesús Ben Sirá: con aplomo recomienda su
discurso, ton lógdn mou, no para suplantar la palabra de Dios, sino
para conducir a ella.
La síntesis
El exordio, considerado al final de la exégesis, nos ayuda a plantear
una cuestión central en la perícopa: ¿Se habla del hombre en general o
de Israel? ¿O pasa el discurso del hombre en general al pueblo de la
alianza? Todavía no han penetrado en este recinto las gigantescas e
Irresistibles tijeras de la crítica que, al grito de «divide et vince», solu
cionan los problemas cortando y asignando los fragmentos a distintas
fuentes, o manos, o tradiciones. Todavía se acepta un Ben Sirá que
compone a conciencia esta unidad literaria. (Me corrijo en voz baja: ha
habido un intento sin consecuencias).
Para contestar a las preguntas planteadas sirve la comparación con
pasajes sueltos del libro, y sirve mucho más el haber leído y releído y
estudiado la obra entera del autor; aunque la coherencia descubierta y
«cntida por el trato familiar sea difícil de documentar. Intentaré cumplir
los dos requisitos: contando con una larga dedicación a este libro, ex
pondré mi sentir, y procuraré también documentarlo.
104 E xégesis
Pues bien, pienso que Ben Sirá está hablando desde el principio]
hasta el fin del hombre en general: nunca se menciona un nombre ni sel
alude a un personaje concreto; lo contrario de 45,1-5, que suministra
varios elementos a la presente perícopa; las piezas que engloban la
unidad estudiada tratan de un tema universalmente humano: Dios vej
(16,17-23), Dios retribuye (17,15-23); el paso del singular al pluráí]
sucede ya en el v. 2, mostrando que ánthropos se entiende en sentido!
universal o colectivo. |
Habla del hombre en general desde el punto de vista de Israel. La]
experiencia histórica de Israel, consignada en sus escritos canónicos, es!
como una cumbre o como un observatorio privilegiado para compren^]
der la común condición humana. Esto se puede entender de dos mané-1
ras: a) En Israel se realiza de nuevo algo otorgado en un principio a laj
humanidad; por medio de Israel podemos comprender o hacemos unw
idea de lo que fue aquel comienzo humano; por mediación de Israel to-]
dos los hombres podrán comprenderse a sí mismos en su naturaleza^
que está definida por su origen (como en latín natura viene de natus)\
b) Una profunda tendencia y exigencia de la humanidad llega a reali
zarse en Israel, por don y elección divina; pero no en exclusiva, sino'
para que se ofrezca y comunique a los demás; si los griegos de enton
ces tenían algo que ofrecer a otros pueblos, un sabio judío tiene algo;
más importante que ofrecer. Esta es la gran sabiduría de que hablan Di'
4,6-8 y Baruc 4,1 (cf. 19,20). 1
El autor la considera sabiduría de Israel para todos. Aunque los dis
cípulos inmediatos fueran judíos, el autor abre mentalmente las venta-;
ñas de su escuela para que oigan los de fuera. Su nieto y traductor lo
comprendió correctamente: ;í
«Muchos dones hemos recibido de la ley y los profetas y los demás i
que los siguieron, por los que Israel merece alabanza de sabio e ins-'
truido. Y como no basta que sus lectores aprendan, sino que deben ser
capaces de ayudar a los de fuera, de palabra y por escrito...».
«Los de fuera» son no israelitas entre los cuales vive, con los cua-.
les convive la diáspora judía. Tiempo de gran curiosidad intelectual, no.
sólo cuando escribía el nieto, a finales del siglo II, sino ya cuando es
cribía el autor, hacia el 180 a.C.
Toda la humanidad se da cita en sus comunes orígenes, sobre ese
origen se proyecta la experiencia histórica de Israel; así el pueblo ele
gido se convierte en modelo para entender al hombre y en modelo para
que aprendan los hombres.
Visión del hombre en Sir 17,1-14 105
Nota bibliográfica
| Para el estudio del Eclesiástico (=Ben Sirá) sigue siendo fundamen-
¡. luí el trabajo de R. Smend, D ie Weisheit des Jesús Sirach erklart
i (Berlín 1906). Griechisch-Syrisch-Hebraischer Index zur Weisheit des
Jesús Sirach (Berlín 1907). Smend ha tratado magistralmente los pro-
i blcnias de crítica textual, ha abierto camino al análisis estrófico y nos
| ha dado un útilísimo índice partiendo del griego.
: El índice se puede completar hoy con el que, partiendo del hebreo,
¡ lian preparado D. Barthélemy - O. Rickenbacher, Kokordanz zum he-
; bríiischen Sirach. M it syrisch-hebraischen Index (Gotinga 1973). De
; éste me he valido no menos que del compilado por Smend; si bien en
textos no conservados en hebreo, como el nuestro, se impone comen
zar por Smend.
En algunos puntos de crítica textual es valiosa la revisión hecha
por G. L. Prato, II problema della teodicea in Ben Sira (Roma 1975),
; que además ofrece una rica bibliografía de quince páginas y abundancia
’ de paralelos. El libro es rico en material diverso y por eso resultan es
pecialmente útiles sus variados índices analíticos.
En problemas de composición significa un importante avance sobre
Smend el estudio de J. Haspecker, Gottesfurcht bei Jesús Sirach
(Roma 1967), sobre las perícopas en que figura el "temor de Dios". La
nuestra ha caído en la red, por la l e c t u r a e n vez de ophthalmós en
algunos manuscritos. Haspecker enseña a contemplar unidades mayores
en mirada de conjunto y a descubrir relaciones dentro de ellas; a nuestra
perícopa le dedica las páginas 148-155. Haspecker habría sido capaz de
ciarnos síntesis parciales de la composición del libro y quizá una sínte
sis total; pero murió sin poder realizar ese trabajo.
1 06 E xégesis
/. Los textos
; i, Cinco testimonios
La curiosa frase del Bautista sobre las sandalias se encuentra atesti
guada cinco veces en el NT, en los cuatro Evangelios y en un discurso
de Pablo en Hechos:
(íóoúk elulíicavbq T&iinoSi’ínaTa P a o x áo ai Mt 3,11
ÜÓoúk ei¡i\ ixavíx; Xxaox xbv inávxa xüJv 'úrcoSrináxwv aiixoí)
Me 1,7
OftoíiK elfil ím v ix ; Xxxsai t>v tjiávxa xgjv i!>jio5ii(j.(íx(ov atixoü Le 3,16
OftotiK eijil éyto 'iva X-Oaoj oniwü zbv 'niávxa T0\)i!m08fj|iaT 0¡;
Jn 1,27
OfioÚK eíj^l 8£ l 0 <; ib-Ú7tó5 ri|jia xGJv tcoSgJV tóxrai Hch 13,25
Una quíntuple presencia parece que hace señas reclamando la aten
ción del lector o del intérprete1; efectivamente, colocando juntas a las
cinco hermanas, apreciamos su parentesco y sus facciones propias. El
Comienzo es fijo, un relativo cuyo antecedente es «el que ha de venir»
(o un equivalente), una oración de verbo ser negativa. En el predicado
ttpunta una bifurcación leve: I k íx v ó <; frente a En el miembro
Siguiente se acentúa la diferenciación: aparte el infinitivo o subjuntivo
Xtiaoci / l"va Maco, sorprende la adición y en un caso
C itm b ia el verbo, PaaTáom . Al llegar al complemento de esta ora
ción subordinada las diferencias están marcadas: la correa de una sanda
lia, la correa de las sandalias, una sandalia, las sandalias; es un au-
* Los autores de este artículo, publicado en B iblica 59 (1978) 1-37, son Pierre
Proulx y Luis Alonso Schókel.
i Recordemos entre los antiguos a Orígenes, PG 14,257-64 = GCS 4,140-46 (158-
187) y entre los modernos a M. Dibelius, Die urchristlicke Überlieferang von
Johannes dem Taufer (Gotinga 1911), especialmente págs. 54s, 119-23.
108 E xégesis
(K(XVÓ<;, pero su concepto de a^io<; está marcado por la idea de mérito personal. Los
: BHCritos de Juan no usan (x a v 6 <; (contra 28x en Lc-Hch, 6 x en Pablo, 3x en Mt y en
¡Me); el evangelio de Juan no usalox'Dpóc; (sí Ap 9x y 1 Jn lx). Es decir, la figura 2),
| Olí cuanto opuesta a 1), parece una trasposición de Juan.
fll bien la formulación no es típica del leguaje jurídico técnico, la situación jurídica
i llü los contextos estudiados (el levirato, en nuestra opinión), aunque propia del dere-
tllio bíblico y oriental, encuentra analogías formales en el derecho ático: la ley de la
íÉJlíkXripo^ (U. E. Paoli, "L'AFXIZTEIA nel diritto successorio attico", Studia et Do-
: Mínenla Historiae et Juris 2 [1936] 77-119). Disciplinando un sector del derecho de
| NUccsión, esta ley: a) reconoce en los siguientes términos la precedencia de la línea
i lliusculina dentro de la fe-y^iaxeícx' Kpaxeiv Sfe xoíx; ttppsvac; (cita de Demóstenes,
Contra Macar tatos 51; Paoli, 94); compárese con el IcxupóXEpCx; H^ov) de nuestra
figura 1 ); b) dispone por orden de parentesco a los que tienen derecho de sucesión:
RntOxov xt> ¿Y7 uxáxcL) yévo^, SeiJxepov... (Iseo parafrasea la ley en La sucesión de
lili finias 1-2; Paoli, 92); compárese con el TipGJ-tó^ ¡¿ou de Jn en nuestra segunda fi-
Í lirn, y también con Rut 3,12 gcxty &yxioxex5<; ¿YY^íov “ójcfep y con Mt
2,25ss ó TtpGSxo^, ó 8 etixepo<;, ó xpíxo^... (enumerando los siete hermanos de un
NlHtrimonio levirático).
PllNiindo de las figuras a las piezas de léxico, las cuatro pueden tener sentido jurídico,
expresando el derecho subjetivo de alguien; es decir, las cuatro se juntan en un campo
HOmántico común.
(ti) lax'OpcS^. Ya en Demóstenes (Or. 56,48) y en Polibio (Hist. 24,9,8) la palabra es
¿lINliluto casi técnico de Kúpioq para designar actos jurídicos, leyes o acuerdos, como
«vrtlidos o eficaces» (información personal del profesor M. Talamanca de la Univer-
ldad de Roma). El discurso citado de Iseo (párrafo 1) emplea el denominativo
r {TTUpí^ECTÚai en sentido de «mantener» una opinión jurídica. En los LXX: Dios se
Ullílfica de lo/upbq en contextos que enuncian su justicia, p.e. 2 Sm 22,33.48; Job
22,13; 36,22s. En el NT: íax^pb^ ¿ "&£&? ó Kpívat; (Ap 18,8), y un ángel heraldo
¡tornado Icxupix; (Ap 5,2).
(hJOÚK Íkocvo£. Se usa en lenguaje jurídico sin valor técnico. NT: Mt 8 ,8 s (cf. Le
í.fiss), donde el centurión se declara O'úk 'ucavdg y luego lo justifica apelando al
ejemplo de los grados de é ífiv a ía (veánse también 1 Cor 15,9 y 2 Cor 3,5s); el
VOrbo denominativo ÍKCtvo'óv, usado en los LXX y en el NT, se orienta hacia el valor
tdenico.
(ti) icpdxoc;. Numerosos compuestos de rcpcoxo- que designan rangos, derechos y dig
nidades ilustran la fecundidad de la palabra en el ámbito de las instituciones. NT:
ttp m o-Ka0ESpia, -tcXiaía, -oTárriq, -zoKoq, -tókioc. LXX: n p m (o ) -ocywviax^g
•apxo^, -yevfi<;, -yovoq, -K ^ c n a , -Koupía, -X.oyía, -rcXaaxoq, -axá.Tr|<;, -xokeIv,
•TOKEÓeiDV, xoKta, -xoko^. En el griego clásico la lista es larga, y aumenta en el
Í[l'lcgo tardío y en los papiros.
(l)oí)¡c (J . A. Kleist, "’AHIOS in the Gospels”, CBQ 6 [1944] 342-46).
A^ioc; conserva aún su sentido original, «que equilibra, que equivale a». Es su valor
íilildamental (véanse Le 23,41 y Ap 16,6, castigo equivalente al crimen); la palabra
lio se refiere necesariamente al mérito individual como sería el caso en el derecho
romano con «dignus» e «indignus» (E. Nardi, l casi di indegnitá nel diritto suc-
l'vttsorio romano [Milano 1937], pág. 1 y 49s sobre «indignidad» e «incapacidad»).
SI bien el adjetivo no es término técnico del derecho, el denominativo factitivo
K^tcOv alcanza fácilmente cierto grado de tecnicidad, y se usa en los LXX y en el NT.
Algo semejante sucede con palabras compuestas o derivadas de en los LXX
tojia, ¿t^teú^a, ó^ iotugxék;, K axa^iow ; en griego clásico á£i0-K0ivórcr|X0c;, -
noivoq, -xpetói;... Existe además un proceso institucional en el que dicho de
110 E xégesis
una persona encaja bien, a saber, en las aclamaciones con ocasión de la elección o,
toma de posesión de alguno: p. e. Ap 4,11; 5,12 (T. Klauser, RAC 1 [1950] 228). i
Las sandalias del M esías Esposo (Jn 1,27) 111
Iripartita (dándole peso a «no valgo lo que él». Respecto a las otras
voces: en 1,27 el ritmo se ensancha. Surgen dos relaciones cruzadas:
por la oración de verbo ser, afirmación y negación, tfxi 7ipü5TÓq ¡iov
f|V / oí!) ot!)k eljitt feyío (motivo c, antitético); por el carácter
de adición, «varón / desatar la correa de la sandalia». Estas relaciones
¿son también temáticas?, ¿se implican y explican mutuamente? Como
perdura el tono del enigma, aún no podemos responder y nos quedamos
con gana de saber la solución. Hasta ahora poseemos una cadena de
Identificación: «el que viene=tiene ventaja=varón=lleva sandalias». El
problema abstracto de la precedencia se concreta en la incapacidad de
desatar las sandalias a un varón: «El que viene detrás de mí: yo no
valgo lo que él, para desatarle la correa de la sandalia» (1,27). El
enigma propuesto por el Bautista se refiere al dereho de desatar la
sandalia a un varón y a la capacidad de ejercer ese derecho, que supone
una prioridad; o sea, que la prioridad de que parecía gozar el Bautista no
está fundada, y el orden de precedencia se restablece.
Pasemos al cuarto enunciado (3,28) que, por su distancia y diversi
dad, exige un análisis aparte; por remitir expresamente a los anteriores,
exige ser escuchado en contrapunto con ellos. Ya hemos visto cómo
transforma gramaticalmente el motivo b) (precedencia); añade el mo
tivo e) (Mesías) y la determinación «enviado» (ÓOT£aTaÁ,|J.évo<;).
Observemos sus relaciones temáticas (T) y formales (F):
(T) viene detrás de mí / me han enviado delante de él
(l,15a.27a.30a/3,28b)
él es superior a mí / no valgo lo que él / yo no soy el Mesías
(l,15c.30c / l,27b / 3,28a
(F) ó ótcíccú (J.OD fep%ó(ievo^ / o-O otK etjxí fey to
(l,27a+b)
otK et(ií éy ó xpuyrót; / txXk'tí'zi torceam Xjiévoc; eljxí
£fjL7upoadev ¿keIvod (3,28a+b)
ot o'ük eijal feyfa / i v a M aco atixoij tóv
toü tircoSfíiiaTOí; (3,28a+b)
oiük ¿y¿o ó %picnó<; / tOJJtSxi ócrceaTaA^évoq eljií
^jLircpoaflev feKeívou (3,28a+b)
El ritmo de la última bina es semejante: 3+2+2 / 3+2+2 acentos,
8+6+10 / 8+10+6 sílabas. En la primera bina las frases se distinguen
entre sí por el juego de un quiasmo doble y por la transformación gra
matical mencionada del motivo b). Los dos enunciados 1,27 y 3,28 tie
nen por objeto al Bautista, tiene una pieza negativa «no soy»; no sien-
I
11 4 E xégesis i
jcA-'npO'Ov tóv 5pó(iov Hch 13,25). Este destino tiene su razón, tí”™
en la prioridad de Cristo y su correlativo: tm 7cpGKÓ<; jj.O'u f|v (cljffl
o t ot)K etjií fey óo tt£,io<; (cN). S
La prioridad de Jesús se da respecto a los profetas, respecto al B aifl
tista y también respecto a los jefes judíos (1,19-28). Pero es prioridau
que no se plantea en términos de dos maestros de Israel en competencia
(3,25); más bien se trata del paso de una época a otra7, de las cuales'ÍH
primera ha estado bajo el signo de profetas y maestros, la segundaos®
anuncia con la llegada del Mesías esposo (según la visión de Is 40-6ÍW
como veremos más adelante). Porque el Mesías no es un profeta más»
que venga a predicar la conversión, sino que es el «esposo», que cora
«pleno derecho» (motivo cP) viene a renovar la alianza-matrimoniOT
con Israel. Por eso, al ver y escuchar al Mesías, que primero nel
identificaba (1,31.33), aunque lo sabía presente (1,26), y cuya im ageil
se había asimilado leyendo Is 40ss, el Bautista puede expresar su gozOT
por la misión cumplida (Hch 13,25) y encaminar a sus discípulos háfl
cia Jesús (l,35ss y 3,30).
II. La interpretación
/, Una tesis tradicional
La respuesta a la última pregunta es nuestra tesis. La frase
enigmática sobre las sandalias se refiere a la ley del levirato , formulada
CU Dt 25,5-10 y ejemplificada en el libro de Rut.
Juan no habría pensado jamás en llevarse a la novia, no tiene dere
cho para llevarse las sandalias rituales, siendo más bien el amigo del
novio. Los fariseos podrán confundirlo con el Mesías, en el fondo,
porque tienen una idea deformada del Mesías, «el que ha de venir». Hay
que aclarar la diferencia entre los dos personajes y corregir la falsa
Imagen del Mesías8. En este contexto levirático el binomio órcíaoo /
lí(a.7tpooUev, leitm otiv de la serie de Jn, adquiere nuevo relieve: si
9 Para Agustín véanse: ConsEvv 2,12,26.29 (CSEL 43, 126,129s); In Joh 4,9 (C C Sl
36,35s). Para Heraclión: W. Volker, Que lien zu r Geschichte der christlkichen Gnosis
(Tubinga 1932), 67s (fragm. 8); y mejor: Y. Janssens, "Héracléon, Commentaire sur
l'Evangile selon saint Jean", M u s 72 (1959) 101-51 y 277-99 (especialm ente,
107,129,279: texto, traducción y comentario general). Heraclión ofrece dos exége-!
sis tropológlcas de Jn 1,27 (humildad del Bautista), correspondientes a los niveles
del sistema gnóstico de Valentín; según la primera, el Bautista se declara indigno de,
prestar a Jesús aun el servicio más humilde; según la segunda, se declara incapaz de;
explicar la econom ía de Cristo. Orígenes encuentra la primera exégesis demasiado^
superficial, n o X h ¿xrcXoúotepov (In Joh 6, 197s); acepta la segunda, distinguiendo.,
los dos extremos de dicha econom ía en las dos sandalias del M esías, a saber, la en^
carnación y la bajada a los infiernos: es lo segundo lo que el Bautista no podría,
explicar (cf. el singular de Jn 1,27). Hoy es común la primera de las citadas. ¡
10 Al margen de las dos tradiciones indicadas, H. Bojorge ofrece una interpretación^
sim bólica, no matrimonial, de estos versículos: "Goel: D ios libera a los suyos": >j
RB íbArg 33 (1971) 8-12. Partiendo de Rut, interpreta que a Jesús, y no a Juan, co-jj
rresponde la misión mesiánica y divina de liberar a sus hermanos. >
Las sandalias del M esías esposo (Jn 1,27) 11 9
12 Yebam ot (K.H. Rengstorf, ed.; Giessen 1929), Beilage I y II, 245-259. Sobre los
problemas generales acerca del carácter y la datación del Targum Ps-Jonathan véase:
R. Le Déaut, Introduction á la littéralure targum ique I (Rome 1966), 89-101. El
Las sandalias del M esías Esposo (Jn 1,27) 123
mismo autor nos comunica la variante del manuscrito de Londres que dice «el pie de
recho»; la misma disposición se lee también en mYeb 12,2, Sifre Dt 25 (Rengstorf,
Yebam ot 249), M idrash Tannaim Dt 25 (Rengstorf, o.c., 257), etc.
124 E xégesis
pues A,\)oai (Le, Jn, Hch), en cuanto traducción de hls, podría tener
valor causativo, «hacer desatar»; así lo sugiere Flavio Josefo
(Antiquitates 5, 334s), quien parafraseando Rut 4,8 referido a Dt 25,9,
cuenta que Boaz dio a Rut la orden de descalzar al levir anónimo
(fcKé^eve tí! yuvaiK l 'ímoX'üaai a ^ tó v ). Por la misma razón se
emplea el participio masculino hbles ( Yeb 2,2 etc.) para designar al
que quita la sandalia, aunque sea la mujer, y al que se la deja quitar;
hdles es uno implicado en la ceremonia (véase Encycl. Jud., l.c. 126).
Aunque el lenguaje técnico es ambiguo, la halaká oficial dice que toca
exclusivamente a la mujer ejecutar el rito (MidrTann Dt 25, 5-10 en:
Yeb ed. Rengstorf, p. 256)13.
En el campo ceremonial la sandalia es muy importante (Yeb 12,1-
3): ni Elias retomado podrá dispensar de ella (nota de Rengstorf ad lo-
cum)\ la describen Sifre Dt 25,5ss y Tosefta Yeb 12,10-11. En cuanto
a la correa (no mencionada en Dt 25, sí en el Targ Ps-Jon ), permite al
Rabí Abba ben Mammel (hacia 300 d.C.) buscar el fundamento histó
rico (tó cd'Tiov) de la citada ley en la declaración de Abrahán al rey de
Sodoma: mihüí we‘a d serd k -n a ‘al (GenRab 43,9 ad Gn 14,23). Se
trata de la expresión de Abrahán, de la que se han encontrado paralelos
en acádico y en griego.
Sobre el sentido del rito corren dos versiones: una señala su carácter
infamante (según Dt 25 y en armonía con Is 20), otra lo considera un
gesto de adquisición (línea de Rut, que puede compararse con Gn 14,23
y Gn 38)14.
13 J. Levy, W órterbuch 2 (1924), 63, í.v., n° 3: «Eigentlich... den Schuh des Levirs
abziehen; im Rabbinischen jedoch hat das Wort die allgem eine Bedeutung ange-
nommen: den Akt der Chaliza (des Schuhausziehens) vollziehen, und zwar zunachst
von der Frau, die dem Levir den Schuh auszieht, und noch haufiger vom Mannc: die
Chaliza ertheilen, infolge dessen die Jebama (die Witwe eines kinderlos verstorbe-
nen Bruders) einen andern Mann heiraten darf...».
14 Sobre el simbolismo de las sandalias: J. Nacht, "The Symbolism o f the Shoe with
sp ecial R eferen ce to Jew ish Sources", J Q R 6 (1915) 1-22; W. Deonna,
"M O NO K PH niAEL", RHR 112 (1935) 50-72. En el campo bíblico: E. A. Speiser,
"Of Shoes and Shekels (1 Sm 12,3; 13,21)", BASOR 77 (1940) 15-20; H.C. Brichto,
"Taking-off o f the Shoe(s) in the Bilble", P roceedings o f the Fifth W orld Congress
o f Jewish Studies (Jerusalén 1969) 1,27-30. C. M. Carmichael, "A Ceremonial Crux:
Rem oving a Man's Sandal as a Female Gesture o f Contempt", JBL 96 (1977) 321-
336. Sobre Mt 3,11 y paralelos: P. G. Bretscher, "Whose Sandals? Mt 3,11", JB L
86 (1967) 81-87. N o nos hem os servido de estos estudios porque, o eran muy
generales, o ajenos a nuestro tema; el último, por no respetar el texto que estudia
m os.
Las sandalias del M esías esposo (Jn 1,27) 125
16 Para esta exégesis nos remitimos a las citas de Cipriano, Ambrosio y Cumeano,
pág. 119 s. La lista se podría alargar sin dificultad, también con textos de la
tradición griega.
Las sandalias del M esías Esposo (Jn 1,27) 129
17 C.H. Dodd, H istorical Tradition in the Fourth G ospel (Cambridge 1963), 288-301'
(tradiciones históricas propias de Jn); R. E. Brown, "John the Baptist in the Gospel
of John", en su New Testament Essays (Milwaukee 1965), 134-40 (= CBQ 22 [1960J
292-98). D e carácter más general: M. D ibelius (o.c. en nota 1); W. Wink, John thú
Baptist in the G ospel Tradition (Cambridge 1968). i
Las sandalias del Mesías esposo (Jn 1,27) 131
18 Para presentar los resultados de nuestro estudio sobre Jn 1-3 seguiremos el si
guiente orden: la mediación de Is 40-66, el esquema formal de precedencia (en el que
encaja el levirato), la imagen matrimonial con sus diversos com ponentes (novios,
hoda, fecundidad, nombre, casa), el tema del «hermano muerto» (procedente del le~
vi rato).
19 D. R. Griffiths, "Deutero-Isaiah and the Fourth Gospel: Som e Points o f Com-
niirison", ExpTim 65 (1953-54) 355-60; F. W. Young, "A Study of the Relation of
Itiiiiah to the Fourth Gospel", Z N W 46 (1955) 215-33 (227-30 sobre Is 40,6); más
rico es G, Reim , Studien zum alttestam entlichen H intergrund des Johanttesevange-
iiums (Cambridge 1974), 162-83. También R. E. Brown, AB 29, 536s (fuente del¿Yío
KÍfU).
132 E xégesis
3. Precedencia
La precedencia es una relación formal que puede configurar
con ten idos dispares. Ha reaparecido en el binom io ó t c í g c ü /
£)¿7ipoadev y modelado varias oposiciones enunciadas por el Bautista
Las sandalias del M esías esposo (Jn 1,27) 133
(véase sección I). Otro tanto sucede con el Evangelista20: voz / palabra
(1 ,2 3 /1 ,1 .1 4), lámpara / luz (5 ,3 5 /l,4 ss; 3,19ss; 5,35), anuncio de
Felipe / elección de Jesús (1,45/48); Jacob doloso / Israel sincero
(1,47), Israel / israelita (1,31/47-49), rey de Israel / de los judíos (1,49;
12,13/19,14.19), Pedro I otro discípulo (l,4 1 s , cf. 13,23-25; 18,l5s;
20,4-6; 21,7.20-23); adivinación i signos mayores (1,51), sin vino /
con vino (2,3/2,8), agua de purificar / vino de embriagar (2,6/10), vino
malo / bueno (2,10); tem plo / mercado (2 ,1 4 /1 6 ), casa / cuerpo
(2,17.21), cuerpo mortal / resucitado (2 ,2 ls), nacimiento camal / espi
ritual (3,4-6), acuden a él / dados por D ios (3,26s), etc.
En este sistem a formal de precedencias encaja perfectamente la
imagen del levirato. El sistema no es exlusivo de estos tres capítulos
ni tampoco de Juan; pero está ahí.
.’U lil fino trabajo de oposiciones con que opera este Evangelista atrae la atención de
la exégesis antigua a partir de Hcraclión. En la misma linca podemos citar a S. Pan-
taro, The Law iti the Fourth Gospel. The. Thorah and the Gospel, M ases and Jesús,
Jndaism and Chrisüanity according lo John (Lcidcn 1975).
1 Puede ser útil releer la motivación triple de esta ley, según Josefo (Ani 4,254):
•será útil para la sociedad el que no desaparezcan las casas, el que la propiedad quede
ilentro de la familia, que las mujeres puedan encontrar alivio conviviendo con los
parientes próximos del difunto»...
134 E xégesis
22 Excluyendo Jn 3,29, que pertenece al ciclo del Bautista, es curioso que en los pa
sajes evangélicos en que Jesús se compara al esposo, la esposa falta o no se men
ciona. A sí p.e. Me 2,18-20 y par., frase de Jesús emparentada con Jn 3,29; una com
paración en Le 12,36; dos parábolas en Mt 22,1-14 y 25, 1-13. En la alegoría de los
viñadores homicidas (Mt 21,33-46 y par.), que precede inmediatamente a la parábola
de las bodas reales (Mt 22,1-14), la referencia se puede aclarar a la luz del simbo
lism o de la viña del Cántico (sobre todo Cant 8,11-12); otro tanto en la parábola de
los dos hijos enviados a la viña (Mt 21,28-32). La parábola de las diez muchachas se
lee completada en algunos manuscritos (entre ellos D y 0 ) : «cogieron sus candiles y
salieron a recibir al novio y a la novia» (Mt 25,1). Por el contrario, Rut en sus rela
ciones con N oem í es llamada comúnmente vújKpn, y Boaz es varias veces ó ¿xvi'jp; la
relación con el Cántico es obvia. En los escritos del NT, fuera de los evangelios, y
en escritores eclesiásticos posteriores, la esposa es la Iglesia o las iglesias, también
de origen pagano.
23 A. Smitmans, D as Wunder von Kana. D ie Auslegung von Jo 2,1-11 bei den Vatem
und heuíe (Tubinga 1966), especialmente 35s., 43-46, 207-17. El sim bolism o nup
cial mesiánico de Caná se desarrolló sobre todo en la exégesis latina (ib. 211).
Las sandalias d el M esías Esposo (Jn 1,27) 135
5. El hermano muerto
No olvidemos que el arranque de la ley del levirato es una tragedia:
muerte de un hombre sin dejar hijos. Si no llega a tragedia al menos
será drama. Precisamente la ley quiere conjurar lo irremediable de la
tragedia, haciendo que prosiga la vida. Hasta es posible un nuevo idilio
entre los nuevos esposos, como sugiere el libro de Rut.
En Isaías domina el sentido dramático en los grandes textos (49 y
54): en ellos no ha sucedido una muerte, sino un abandono y aleja
miento. La vuelta no es comienzo ilusionado, aunque pueda recordarlo.
Casi idílicos son Is 61,10-62,12; 65,17-25 y la segunda parte de 66,7-
14. Pero Isaías conoce también la tragedia, la muerte violenta, aunque
no estéril: es el tema impresionante del cap. 53.
El Bautista citaba dos textos claros de Is 53 y aludía al levirato: ¿lo
hacía pensando en una muerte? Hemos dicho que en sus palabras do
mina la visión idílica, quizá con algún toque dramático. Como si la
esposa estuviera impaciente, y, preparada por él, saliese al encuentro
del esposo, contagiando con su gozo al amigo. No parece pensar en
una muerte ni precedente ni futura: no precedente, porque su esquema
debilitado de levirato ha pasado por la trasposición profética de Isaías,
y porque el uso que hace de ella es poco más que una salida ingeniosa;
no futura, porque no parece sacar las consecuencias del título «cordero
de Dios» (1,29.36). Con todo, el 5ei fatídico de sus últimas palabras
(3,29-30) ¿no arrastrará también a Jesús?
En cambio el evangelista sabe de un drama, que anuncia desde el
prólogo (1,11), y sabe de una muerte trágica, que ya se presiente y
anuncia veladamente en estos capítulos (2,17ss; 3,14ss). La muerte
resuena ya al comienzo de su relato; cuando llegue la muerte, ¿resonará
a su vez el comienzo?
Las sandalias del M esías esposo (Jn 1,27) 139
25 A. Dauer, "Das Wort des Gekrcuzigtcn an seine Muticr und den Jünger, den cr
liebte": BZ 11 (1967) 222-239; 12 (1968) 80-93; especialm ente 86 y 88 . R. E.
Brown, "The Molher o f Jesús in the Fourlh Gospel", en M. de Jonge, U évan gile de
Jesús (BiblETL 44; Lovaina 1977) 310: «Since ilie Beloved Disciple is now desig-
Las sandalias del M esías Esposo (Jn 1,27) 141
Conclusión
Las autoridades judías tienen una imagen peculiar del Mesías, en
virtud de la cual confunden al Bautista con él.
Juan Bautista rechaza semejante sugestión; y, al hacerlo, rechaza la
imagen falsa del Mesías, para imponer la suya propia. El Mesías viene
e<uno esposo a renovar el matrimonio con la esposa, Juan es el amigo,
no el rival. En cuanto a la esposa, el Bautista piensa que el Israel pré
senle, convenientemente preparado, recibirá con gozo al esposo.
Juan Evangelista profundiza la imagen mcsiánica del Bautista, la
amplía y corrige, mostrando que mediarán un rechazo y una muerte
irágica, antes de que se consume la boda; aunque va refiriendo sus
iiíiiai as licr son (19,27), Ihat Disciplc bccomcs the brolher of Jesús... John is con-
trrned with the ereation o f a sym bolic brother».
.’íi Véase también la nota 21 sobre el nombre del primogénito en el matrimonio Ic-
vnálico; ¿será una nueva pista para entender la difícil expresión «bautizar en nombre
ilc ' .' Kn todo caso, los cuatro textos de S. Agustín, citados en el texto y sacados de la
predicación y la polémica, son la mejor exposición de Agustín sobre la paternidad
*■xpiiitual en ei ministerio apostólico o episcopal; los cuatro siguen un esquema uni-
Inmie. Además pensamos que el camino del levirato (interpretación jurídica metafó-
iu a. con función normativa) resuelve mejor que la simple cronología ele las obras el
pmhlema de la supuesta incoherencia de Agustín al tratar en diversos pasajes del
u-ma; véase E. Lamirandc, "Cheminement de la penséc de s. Augustín sur la paiernité
'.pirimelle" RechAug 3 (1965) 167-77. Véase también Serm o 268,3-4 donde Jn 3,29
m-enlaza con I Cor 1.11-13.
/
142 E xégesis \
27 S. Tromp, Corpus Christi quod est Ecclesia I (Roma 1946), 26-53 («Sponsus et . j
sponsa»); H. Urs Von Balthasar, Sponsa Verbi. Skizzen zu r Theologie II (Einsiedeln ;
1961), 148-202 ("Wer ist die Kirche?"). Más genérico: J. Schmid, "(heilige) Brauts- ;
chaft", RA C 2 (1954) 528-64. En el campo litúrgico: O. Casel, "Die Taufe ais Braut- ¡
bad der Kirche", JbL itW iss 5 (1925), 144-47; H. Engberding, "Die Kirche ais Braut. I
in der ostsyrischem Liturgie", O CP 3 (1937) 5-48; W. De Vries, D er K irchenbegriff
d er von Rom getrennten Syrer (Roma 1955) 154-74. En los Valentianos: A. O rbe:.
"Cristo y la Iglesia en su matrimonio anterior a los siglos", E stE 29 (1955) 299- '
344.
«LO ENGENDRA EL ESPIRITU FECUNDANDO EL
\ AGUA» (Jn 3,5)•
6 Todavía Rashi (siglo XII) dice de Jacob que «fue depositado primero», antes que
Esaú, en el vientre materno.
7 Crisóstomo se entretiene en un análisis de los elementos: tierra-agua-aire. Adán fue
formado de tierra y agua. El cristiano de agua y aire. El agua es más ligera que la tierra,
el aire menos denso que los cuerpos aun sin ser incorpóreo (PG 59,148ss.)
8 Sobre la responsabilidad de la criatura que nace, en sentido figurado, hay un antece
dente en Os 13,13 "Cuando su madre estaba con los dolores, fue criatura torpe, que no
se puso a tiempo en la embocadura del alumbramiento". Puede verse nuestro comen
tario en P rofetas, 917.
9 I. de la Potterie y S. Lyonnet, La vie selon l'Esprit (París, 1965): Naítre de l'eau et
naítre de l'Esprit. Le texte baptismal de Jn 3,5. Ya E.C. Hoskyns (ed. F.N. Davey,
1947) rechazaba la propuesta de W ellhausen porque: no tiene apoyo documental,
corta la relación con 1,26. 33 y 3,22-27, porque el "agua" es tema reiterado en los
primeros capítulos: 2,1-10; 3,23; 4,7-15.46; 5,2-9; cfr 7,38; 13,5-11; 19,34; 1 Jn
5,6-8. Recientem ente G.R. Beasley-Murray ( W ord Com mentary, 1987) considera la
opinión de de la Potterie plausible pero no convincente.
\ «Lo engendra el Espíritu fecundando el agua» (Jn 3,5) 147
5. Generación y regeneración ]
'\
Se dan dos principios, femenino y masculino, y una sola opera- ■
ción, indicada por la preposición única para ambos y certeramente vista i
por Amonio. Entonces ¿por qué no se habla a continuación del agua j
supuestamente materna? Porque la fisiología de la época asignaba u n ,]
papel subordinado a la mujer; porque Jesús quiere insistir en la acción 1
fecundadora primaria del Espíritu.
El Antiguo Testamento no suministra datos suficientes para re- j
construir una teoría bíblica del proceso generativo. Encontramos a lu -.
siones sueltas, un lenguaje poco preciso; son más las confesiones de ¡
ignorancia que los enunciados positivos. Lo ilustraré con algunas citas j
más singnificativas. Son textos tardíos.
Ecl 11,5. Si no entiendes cómo un aliento entra en los miembros
en un seno preñado: k a ’ser ’érfka yodé' má-derek hárüh b a ‘sámim
b'beten hammele ’á.
2 Mac 7,22. Yo no sé cómo aparecisteis en mi seno; yo no os di
aliento ni la vida (to pneuma ten zoeri), ni ordené los elementos de
vuestro organismo. Fue el creador del universo, el que modela (ho pía -:
sas ) la raza humana y determina el origen de todo. El con su miseri
cordia os devolverá el aliento y la vida (to pneuma kai ten zoen ) si
ahora os sacrificáis por su ley.
Sab 7,1-2. También yo soy un hombre mortal, igual que todos,
hijo del primer hombre modelado en arcilla (protoplastou)', en el vien
tre materno fue esculpida mi carne (en koilia metros eglyphen sarx ),
tardé diez meses en cuajar de sangre, de viril simiente (pageis en hai-
mati ex spermatos andros)11.
Es tan clara y constante la referencia al seno materno como confuso
el proceso de formación. Mac habla de un genérico «organizar los ele
mentos», menciona «aliento y vida», quizá como sinónimos. Sab pa
rece fijarse en los materiales: sangre (¿materna?) y semen paterno. Ecl
proclama la ignorancia sobre la aparición del «aliento» (sería rüh en
hebreo) en el vientre, má-derek. ¿Quiere decir «cómo entra» o «cómo
actúa»? La primera alternativa implica que el aliento vital lo infunde
\
\
\
«Lo engendra el Espíritu fecundando el agua» (Jn 3,5) 151
6. Otras interpretaciones
Ya Amonio nos ofrecía varias interpretaciones simbólicas. Frente a
una interpretación en el orden de los símbolos se yergue la columnata
maciza de los comentaristas que prefieren un enfoque conceptual, a lo
más metafórico. El artículo citado de I. de la Potterie tiene la ventaja
de recoger muchas de esas interpretaciones y de ser el trabajo de un
maestro representativo. Leamos algunas:
Juan Escoto Erígena: «Ex sacramento visibili et intellectu invisi-
bili. Ac si aperte dixisset: Nisi quis symbolum baptismatis acceperit
visibiliter, et spiritu, id est, intellectum ipsius symboli non percepe-
rit...».
Glossa Ordinaria: «Necessarium est visibile sacramentum aquae ad
ablutionem visibilis corporis, sicut est necessaria doctrina invisibilis
fidei ad sanctificationem animae invisibilis».
Lutero: «Durch Gottes Wort und das Wasser getaufft werden».
J. Gerhard: «Aqua verbo Dei coniuncta».
18 Parafraseo el texto para que afloren sus implicaciones: En el seno de la tierra re
seca, que encierra la semilla, derramará agua que la hará fecunda, de modo que germine
y dé fruto; de modo semejante, en el seno de la comunidad, que guarda la estirpe-semi-
11a de Israel, derramaré mi aliento fecundador que la hará dar a luz hijos.
152 E xégesis
19 Con gran claridad lo formula D.B. Von Haneberg (1878); subrayo por mi cuenta:
«D ie Alien gleich nothwendige V orbedingung zum Himmelsreiche ist jene Geburt,
welche durch das Wasser und dem Geist volzogen wird».
«Lo engendra el Espíritu fecundando el agua» (Jn 3,5) 153
7. Interpretaciones antiguas
El sentido simbólico de Jn 3,5 lo han captado y desarrollado con
lucidez y riqueza los antiguos. Empiezo'con un texto litúrgico clásico
(para comodidad del lector reproduzco aquí el texto y añado mi traduc-
■ ción)20.
En el bautisterio de la basílica lateranense se lee una inscripción en
i dísticos que podría ser de Dámaso. La métrica rigurosa del dístico, so-
\ bre todo el hemiepes, condiciona algo la dicción sin mengua de la ri-
í- queza:
\ 1 Gens sacranda polis hic semine nascitur almo,
| quam fecundatis spiritus edit aquis.
< 2 Mergere, peccator, sacro purgande fluento;
quem veterem accipiet, proferet unda novum.
3 Nulla renascentum est distantia, quos facit unum
unus fons, unus spiritus, una fides.
4 Virgineo faetu genitrix ecclesia natos,
quos spirante deo concipit, amne parit.
5 Insons esse volens isto mundare lavacro,
seu patrio premeris crimine seu proprio.
6 Fons hic est vitae, qui totum diluit orbem
sumens de Christi vulnere principium,
7 Coelorum regnum sperate, hoc fonte renati;
non recipit felix vita semel genitos.
8 Nec numeras quemquam scelerum nec forma suorum
terreat; hoc natus flumine sanctus erit.
1 Un pueblo que se consagra al cielo nace aquí de semilla fecunda:
lo engendra el Espíritu fecundando el agua.
2 Sumérgete, pecador, para limpiarte en la sacra corriente:
viejo lo recibirá la onda, lo despedirá nuevo.
15 4 E xégesis
21 Is 66,8 ¿Quién ha oído (al cosa o quién ha visto cosa semejante? ¿Se engendra
todo un país en un solo día, se da a luz a un pueblo de una sola vez? Apenas sintió los
espasmos, Sión dio a luz a sus hijos.
«Lo engendra el Espíritu fecundando el agua» (Jn 3,5) 155
22 Tomás de Aquino indica de paso el aspecto eclesial: «Puede entrar en el seno espi
ritual de la Iglesia por el sacramento del bautismo». Léon-Dufour piensa que el as
pecto bautismal y eclesial brota de una segunda lectura, a la luz de 3,22.
23 Sobre la relación entre sepulcro y nacimiento de Cristo puede consultarse: J.A. de
Aldama, Virgo M ater (Granada 1963), cap. IX. El tema del sepulcro del Señor en la
teología patrística de la maternidad virginal, págs. 249-274. Entre tantos textos
aducidos cito aquí dos versos de Efrén del Himno a la Navidad X:
El seno materno te concibió, estando cerrado,
la tumba te dio a luz, estando sellada.
Vienen a cuento unos versos del rey Basilio en La vida es sueño, de Calderón:
Antes que a la luz hermosa
le diese un sepulcro vivo
de un vientre, porque el nacer
y el morir son parecidos.
156 E xégesis
Conclusión
La entrevista con Nicodemo se encuentra en un contexto rico en
símbolos nupciales y asociados. En 1,26 se anuncia en términos
enigmáticos el tema nupcial, que se irá aclarando; en 1,32-34 la figura
de la paloma apunta en la misma dirección. En el capítulo 2 asistimos
a una escena nupcial: una boda aldeana que anticipa en boceto el tema
nupcial del Mesías. Sigue la purificación de la casa, tema fuertemente
ligado al tema matrimonial con doble vínculo, como morada y porque
«casa» significa también la familia. Sigue en el capítulo 3 el tema de
la fecundidad y el nacimiento (Nicodemo). En 3,29-30 se atan los ca
bos sobre el tema del Mesías esposo. Y en el capítulo 4 (Samaritana),
en una escena junto a un pozo, asoma en el fondo la mujer de Samaría
del profeta Oseas dando profundidad y unidad a la compleja perícopa. El
lenguaje simbólico de 3,5 responde al estilo del cuarto evangelio.
Como empecé con Amonio, quiero terminar con el comentario a
Juan de Teodoro de Mopsuestia, ateniéndome a la traducción de J.M.
Vosté:
«Como en la generación natural el vientre es el lugar donde se
plasma la criatura... así en este lugar [Jn 3,5] el agua representa la
matriz, el Espíritu al Señor que lo ejecuta» CSCO 116.
10
Heb 4,12-13: COMPONENTES Y ESTRUCTURA*
1. Métodos de análisis
De varias maneras se puede analizar y explicar esta breve perícopa
conclusiva. Se puede reducir su contenido al tema único de la percep
ción, penetración, conocimiento que posee la palabra de Dios; en con
secuencia se explican los miembros más o menos como variaciones
sinonímicas, como desarrollo retórico del tema central. De este modo
cada enunciado y cada palabra pierden valor significativo propio, al
funcionar como piezas del ejercicio retórico de amplificación. Natural
mente, semejante decisión de conjunto ahorra al comentador el análisis
conceptual o imaginativo de cada pieza. Este es en buen grado el mé
todo de Moffatt:
«There is no idea of distinguishing the psychical and the physical
sphere»;
«¿xpjiíDv Te koíI jn.'ueÁ.íDv is m erely inetaphorical eq u ivalen t for
Kod Ttve'Cfj.ato^»;
«Contemporary use hardly distinguished them... [fevd\)(J.fiaeQ)v,
/•■VVOlGJV]»
«Another alliteratíve phrase for thought and conception»
«It might be doubtful if the author intended more than a verbal
¡issonance [A.óyo<; - A,óyo<;]».
Otra manera de analizar reconoce el carácter retórico de la composi
ción, en la que los miembros conservan su valor propio y diferenciado,
lil grado de diferenciación asignado o reconocido y su extensión varia-
ríín según los autores. En esta línea se orienta Spicq:
«Le principe de la vie sensible... la faculté du divin»;
«inlentions... conceptions»;
«sans pouvoir dissimuler... exposé á son action».
Supuesto que se busque la explicación diferenciada de los elemen
tos, es posible explicarlos como miembros de una enumeración, cada
uno por su cuenta, o bien como miembros de un sistema, por oposi-
+ Los autores de este artículo, publicado en Bíblica 54 (1973) 331-339, son Pierrc
l'miilx y Luis Alonso Schokel.
160 E xégesis
2. Análisis de sintagmas
Michel distingue dos estrofas y una conclusión: la primera estrofa;
consta de cuatro miembros, con cinco adjetivos o predicados; la según-,:
da consta de dos miembros más largos; la conclusión es brevísima. Su
análisis formal es somero y poco productivo para la explicación del
sentido. j
Debemos considerar primero la estructura sintáctica de superficie; a,
través de ella, por transformación, buscaremos una estructura más pro-,
funda. Para realizarlo, nada mejor que presentar gráficamente el pro-;
greso de los sintagmas: (■
£G3v yb.p b Xóyoq xot> -fleoti
Kal évepyfiQ >,
Kal TOiitóTepoqlmfep Tt&aav |iá%capav Sígtojiov ,
Kai Siiicvo-ú^levoq ’¿%pi jj.epiojio'O Kal Ttve'úp.ottot; j
ápjatBv xe Kal frueXínv i
Kal KpixiKóg év^'üjailaecúv Kal éwoiGSv m pSíaq
Kal ot)K £crav Ktían; óc(pavf|t; évámov a'bxo'O
návxa yu|ivíx Kal Texpa^riXiafiéva xotq óíp'daXjioti; atrtotf
Ttpóq bv Yi(j.iv ó Xóyo^
Contamos ocho sintagmas. Gramaticalmente, ocho oraciones sus-^
tantivas con un solo £ g t i v explícito. f
El primer sintagma introduce, tras un predicado, al sujeto, la pala
bra de Dios; los cuatro siguientes hacen desfilar cuatro predicados; el
sexto y séptimo trasladan el sujeto al puesto y función de complemen-:
to indirecto; lo mismo el octavo, ligado por relativo al sujeto inicial. :
Si operamos una sencilla transformación de los tres últimos sintagmas^
la estructura profunda nos dará ocho predicados. Pero con una distin-^
ción: el último repite el sujeto en forma de relativo. Es decir, tenemos:;
sujeto + siete predicados coordinados + sujeto (=relativo) + predicado. .
Heb 4,12-13: componentes y estructura 161
18 Para presentar los resultados de nuestro estudio sobre Jn 1-3 seguiremos el si
guiente orden: la mediación de Is 40-66, el esquema formal de precedencia (en el que
encaja el levirato), la imagen matrimonial con sus diversos componentes (novios,
boda, fecundidad, nombre, casa), el tema del «hermano muerto» (procedente del le
virato).
19 D. R. Griffiths, "Deutero-Isaiah and the Fourth Gospel: Some Points o f Com-
mirison", ExpTim 65 (1953-54) 355-60; F. W. Young, "A Study of the Relation of
Isaiah to the Fourth Gospel", ZN W 46 (1955) 215-33 (227-30 sobre Is 40,6); más
rico es G. Reim, Studien zum alUestamentlichen Hintergrund des Johannesevange-
liums (Cambridge 1974), 162-83. También R. E. Brown, AB 29, 536s (fuente deléyCO
eí^ii).
132 E xégesis
3. Precedencia
La precedencia es una relación formal que puede configurar,
contenidos dispares. Ha reaparecido en el binomio ótcícj cd /
^¡j.7ípoaÚ£V y modelado varias oposiciones enunciadas por el Bautista
Las sandalias del M esías esposo (Jn 1,27) 133
(véase sección I). Otro tanto sucede con el Evangelista20: voz / palabra
(1,23/1,1.14), lámpara / luz (5,35/l,4ss; 3,19ss; 5,35), anuncio de
Felipe / elección de Jesús (1,45/48); Jacob doloso / Israel sincero
(1,47), Israel / israelita (1,31/47-49), rey de Israel / de los judíos (1,49;
12,13/19,14.19), Pedro / otro discípulo (l,41s, cf. 13,23-25; 18,15s;
20,4-6; 21,7.20-23); adivinación / signos mayores (1,51), sin vino /
con vino (2,3/2,8), agua de purificar / vino de embriagar (2,6/10), vino
malo / bueno (2,10); templo / mercado (2,14/16), casa / cuerpo
(2,17.21), cuerpo mortal / resucitado (2,21 s), nacimiento camal / espi
ritual (3,4-6), acuden a él / dados por Dios (3,26s), etc.
En este sistema formal de precedencias encaja perfectamente la
imagen del levirato. El sistema no es exlusivo de estos tres capítulos
ni tampoco de Juan; pero está ahí.
4 . Imagen matrimonial
Queremos mostrar cómo la imagen matrimonial puede ser uno de
los principios capaces de unificar muchos datos dispersos en Jn 1-3,
sea en primer plano o como simple trasfondo. Sabemos que es imagen
importante, apliamente desarrollada en el AT, reconocida en la tradi
ción patrística. Pero es sólo una entre varias, y la ofrecemos como
complemento, no como alternativa. En este momento nos interesa
más la riqueza de las ramificaciones y aspectos que la certeza indiscuti
ble (necesariamente minimalista) de pocos datos. Valga para todo esta
calificación inicial.
Aunque el levirato no sea más que una pieza, como la hemos esco
gido a manera de foco, bueno será repasar algunos de sus componen
tes21.
Dt 25: asunto familiar, entre hermanos, por una muerte; la viuda
ha de quedar en la familia, el difunto no ha de quedar sin familia o des
cendencia; su finalidad es prolongar el apellido o edificar la casa. Ce
remonia pública de renuncia y baldón; libertad de la mujer abandonada.
20 El fino trabajo de oposiciones con que opera este Evangelista atrae la atención de
la exégesis antigua a partir de Heraclión. En la misma línea podemos citar a S. Pan-
caro, The Law in the Fourth G ospel. The Thorah and the Gospel, Moses an d Jesús,
Judaism and Christianity according to John (Leiden 1975).
21 Puede ser útil releer la motivación triple de esta ley, según Josefo (Ant 4,254):
«será útil para la sociedad el que no desaparezcan las casas, el que la propiedad quede
dentro de la familia, que las mujeres puedan encontrar alivio conviviendo con los
parientes próximos del difunto»...
134 E x é g e s is í
I
'■i
22 Excluyendo Jn 3,29, que pertenece al ciclo del Bautista, es curioso que en los pa- j
sajes evangélicos en que Jesús se compara al esposo, la esposa falta o no se men-. j
ciona. A sí p.e. M e 2,18-20 y par., frase de Jesús emparentada con Jn 3,29; una com- ¿
paración en Le 12,36; dos parábolas en Mt 22,1-14 y 25, 1-13. En la alegoría de los,|
viñadores homicidas (Mt 21,33-46 y par.), que precede inmediatamente a la parábola :
de las bodas reales (Mt 22,1-14), la referencia se puede aclarar a la luz del simbo-
lism o de la viña del Cántico (sobre todo Cant 8,11-12); otro tanto en la parábola de,;
los dos hijos enviados a la viña (Mt 21,28-32). La parábola de las diez muchachas se j
lee completada en algunos manuscritos (entre ellos D y 0 ) : «cogieron sus candiles y,.j
salieron a recibir al novio y a la novia» (Mt 25,1). Por el contrario, Rut en sus reía-I
ciones con N oem í es llamada comúnmente vtyupri, y Boaz es varias veces 6 ¿xvf|p; la- -
relación con el Cántico es obvia. En los escritos del NT, fuera de los evangelios, y }
en escritores eclesiásticos posteriores, la esposa es la Iglesia o las iglesias, también ¿
de origen pagano. ¡rj
23 A. Smitmans, D a s Wunder von Kana. D ie Auslegung von Jo 2,J-¡1 bei den Vatem jj
und heuíe (Tubinga 1966), especialmente 35s., 43-46, 207-17. El sim bolism o nup-J
cial mesiánico de Caná se desarrolló sobre todo en la exégesis latina (ib. 211). ¡Ü
Las sandalias del M esías Esposo (Jn 1,27) 135
■í
5. El hermano muerto ,j
No olvidemos que el arranque de la ley del levirato es una tragedia'!*
muerte de un hombre sin dejar hijos. Si no llega a tragedia al menos <
será drama. Precisamente la ley quiere conjurar lo irremediable de laj
tragedia, haciendo que prosiga la vida. Hasta es posible un nuevo idilio*
entre los nuevos esposos, como sugiere el libro de Rut. {¡
En Isaías domina el sentido dramático en los grandes textos (49
54): en ellos no ha sucedido una muerte, sino un abandono y aleja
miento. La vuelta no es comienzo ilusionado, aunque pueda recordarlo.’"
Casi idílicos son Is 61,10-62,12; 65,17-25 y la segunda parte de 66,7-;
14. Pero Isaías conoce también la tragedia, la muerte violenta, aunque^ ;
no estéril: es el tema impresionante del cap. 53. 1!
El Bautista citaba dos textos claros de Is 53 y aludía al levirato: ¿lo
hacía pensando en una muerte? Hemos dicho que en sus palabras do
mina la visión idílica, quizá con algún toque dramático. Como si la
esposa estuviera impaciente, y, preparada por él, saliese al encuentro’
del esposo, contagiando con su gozo al amigo. No parece pensar en;
una muerte ni precedente ni futura: no precedente, porque su esquema
debilitado de levirato ha pasado por la trasposición profética de Isaías,
y porque el uso que hace de ella es poco más que una salida ingeniosa;
no futura, porque no parece sacar las consecuencias del título «cordero
de Dios» (1,29.36). Con todo, el 6ei fatídico de sus últimas palabras
(3,29-30) ¿no arrastrará también a Jesús?
En cambio el evangelista sabe de un drama, que anuncia desde el
prólogo (1,11), y sabe de una muerte trágica, que ya se presiente y
anuncia veladamente en estos capítulos (2,17ss; 3,14ss). La muerte
resuena ya al comienzo de su relato; cuando llegue la muerte, ¿resonará
a su vez el comienzo?
Las sandalias del M esías esposo (Jn 1,27) 139
25 A. Dauer, "Das Wort des Gekreuzigten an seinc Mutter und den Jünger, den er
liebte": B Z 11 (1967) 222-239; 12 (1968) 80-93; especialm ente 86 y 88 . R. E.
Brown, "The Mother o f Jesús in the Fourth Gospel", en M. de Jonge, L 'évangile de
Jésus (DiblETL 44; Lovaina 1977) 310: «Since the Beloved Disciple is now desig-
Las sandalias del M esías Esposo (Jn 1,27) 141
Conclusión
Las autoridades judías tienen una imagen peculiar del Mesías, en
virtud de la cual confunden al Bautista con él.
Juan Bautista rechaza semejante sugestión; y, al hacerlo, rechaza la
imagen falsa del Mesías, para imponer la suya propia. El Mesías viene
como esposo a renovar el matrimonio con la esposa, Juan es el amigo,
no el rival. En cuanto a la esposa, el Bautista piensa que el Israel pre
sente, convenientemente preparado, recibirá con gozo al esposo.
Juan Evangelista profundiza la imagen mesiánica del Bautista, la
amplía y corrige, mostrando que mediarán un rechazo y una muerte
trágica, antes de que se consume la boda; aunque va refiriendo sus
natcd as her son (19,27), that D isciple becomes the brother of Jesús... John is con-
ixrned with the creation o f a symbolic brother».
26 Véase también la nota 21 sobre el nombre del primogénito en el matrimonio le-
virático; ¿será una nueva pista para entender la difícil expresión «bautizar en nombre
de»? En todo caso, los cuatro textos de S. Agustín, citados en el texto y sacados de la
predicación y la polémica, son la mejor exposición de Agustín sobre la paternidad
espiritual en el ministerio apostólico o episcopal; los cuatro siguen un esquema uni
forme. Además pensamos que el camino del levirato (interpretación jurídica metafó
rica, con función normativa) resuelve mejor que la simple cronología de las obras el
problema de la supuesta incoherencia de Agustín al tratar en diversos pasajes del
lema; véase E. Lamirande, "Cheminement de la pensée de s. Augustín sur la paternité
spirituelie" RechAug 3 ( i 965) 167-77. Véase también Senno 268,3-4 donde Jn 3,29
se enlaza con 1 Cor 1,11-13.
142 E xégesis
27 S. Tromp, Corpus Christi quod est Ecclesia I (Roma 1946), 26-53 («Sponsus et
sponsa»); H. Urs Von Balthasar, Sponsa Verbi. Skizzen zar Theologie II (Éinsiedeln
1961), 148-202 ("Wer ist dic Kirche?"). Más genérico: J. Schmid, "(hcilige) Brauts-
ehañ", RAC 2 (1954) 528-64. En cl campo litúrgico: O. Casel, "Die Taufe ais Braut-
batl der Kirche", JbL itW iss 5 (1925), 144-47; II. Engberding, "Dic Kirche ais Braut
in der oslsyrischcm Lilurgie", O C P 3 (1937) 5-48; W. De Vries, D er K irchenbegriff
d er von Rom getrennten Syrer (Roma 1955) 154-74. En los Valenlianos: A. Orbe:
"Cristo y la Iglesia en su matrimonio anterior a los siglos", E stE 29 (1955) 299-
344.
9
«LO ENGENDRA EL ESPIRITU FECUNDANDO EL
AGUA» (Jn 3,5)*
1. N acer de nuevo
Nicodemo acude amistosamente, quizá clandestinamente, a escuchar
a un colega estimado y garantizado por los signos de Dios. Su hori
zonte "fariseo" parece ser reformista: mejorar, perfeccionar el cumpli
miento de la ley y sus observancias. Jesús lo corta en seco y le pro
pone una novedad radical para participar en el "reino de Dios/reino de
los cielos". Jesús presenta su misión y su mensaje: lo que él trae es
nuevo, lo que exige es radical. Y para exponer el misterio, recurre a un
símbolo elemental: nacer. ¿Por qué este primer símbolo?
Una reflexión analítica puede aislar en el símbolo del nacer entre
otras dos valencias: ser el comienzo puro, definir la naturaleza. Estas
valencias son accesibles a cualquier cultura y están presentes en la tra
dición del Antiguo Testamento. La expresión mihbeten / mibbeten
Hmmo es común para indicar el comienzo de la vida y un modo de ser.
Es lo que en español llamamos "de nacimiento": mudo de nacimiento,
chileno de nacimiento. A veces, en paralelismo con nacer o a secas, un
autor se remonta a la concepción, pero los casos son menos frecuentes.
Citaré algunos ejemplos selectos, anticipando materiales para los
pasos siguientes:
Jue 13,5 El niño estará co n sa g r a d o a D io s d e sd e q u e n azca ( mn-btn )
1 6,17 E sto y co n sa g r a d o a D io s d e sd e e l n a cim ie n to (mbtn. ’m y )
Is 4 4 ,2 El S eñ o r...q u e te fo rm ó en e l v ien tre (ysrk mbtn )
id. 4 4 ,2 4 ; 4 9 ,5
Jr 1,5 A n tes d e form arte en el v ien tre ( btrm ’srk bbtn)
Is 4 8 ,8 T e llam an reb eld e d e n a cim ie n to (m b tn )
S a l 2 2 ,1 1 D e sd e el vien tre m aterno tú eres mi D io s (mbtn ’m y)
S e extravían d esd e el vien tre m atern o (mbtn)
Sal 5 8 ,4
cfr 7 1 ,6
Job 1,21 D esn u d o sa lí d el v ien tre m aterno (y.r/v mbtn ’m y)
cfr E cl 5 ,1 4
2 En este artículo quiero recobrar la lectura sim bólica, partiendo de modos de pensar
y expresarse del AT. Según el principio de que la patria espiritual de Juan era el Anti
guo Testamento. Por eso no pienso entrar en las controversias sobre la génesis de la
pericopa o sobre la historicidad del relato. Aunque sean cuestiones importantes en sí,
lo son menos para mi intento actual; además son bastante conocidas, com o lo mues
tra aun la lectura somera de una veintena de comentarios.
«Lo engendra el Espíritu fecundando el agua» (Jn 3,5) 145
ñalado dos cosas: el seno materno, el acto de entrar en él. ¿Por dué? j
Porque en la fisiología antigua se pensaba que el varón depone al ser '
humano en el vientre materno, como semilla en la tierra, y a la ijnadre
toca elaborarlo6.
Jesús responde a las dos cosas: el seno materno es el agua, en su ¡j
calidad de símbolo; el principio activo y superior (anothen) es el Espí- ■
ritu, o el "viento" en su calidad simbólica. Parafraseando podemos co
mentar: el Viento-Espíritu celeste-divino fecunda el agua-madre y así ]
sucede el nuevo y misterioso y celeste nacimiento7. No es iniciativa
humana, aunque sea responsabilidad del hombre; y no faltará una cola
boración fraterna8.
Jesús responde rigurosamente a la objeción de Nicodemo. El
«agua», dice, corresponde al «seno materno» de la objeción. El «agua» ‘
es pieza lógica y necesaria del diálogo, no es pieza adventicia.
Sabido es que, al menos desde Wellhausen, no pocos comentaristas ;
tienden a considerar hydatos kai como adición redaccional del evange- .
lista o ya de la comunidad. En su artículo9,1. de la Potterie dedica un |
minucioso análisis literario a la perícopa, fijándose en diversos proce- ¡
dimientos de estilo: estructura, palabras de enlace, correspondencias.
Concluye afirmando que el «agua» es adventicia, pertenece al texto del
evangelio, no pertenece a las ipsissima verba de Jesús. Quizás sea pre-1
ferible otra alternativa: si el análisis estructural no sabe dar razón de la j
presencia del «agua», la culpa quizá no sea del agua, sino del método j
empleado. Una lectura simbólica del texto da razón del "agua" sin es- j
fuerzo. Es lo que me enseñan Amonio y otros.
6 Todavía Rashi (siglo XII) dice de Jacob que «fue depositado primero», antes que ‘
Esaú, en el vientre materno.
7 Crisóstomo se entretiene en un análisis de los elementos: tierra-agua-aire. Adán fue ,
formado de tierra y agua. El cristiano de agua y aire. El agua es más ligera que la tierra, ■
el aire menos denso que los cuerpos aun sin ser incorpóreo (PG 59,148ss.)
8 Sobre la responsabilidad de la criatura que nace, en sentido figurado, hay un antece
dente en Os 13,13 "Cuando su madre estaba con los dolores, fue criatura torpe, que no !
se puso a tiempo en la embocadura del alumbramiento". Puede verse nuestro comen
tario en P rofetas, 917.
9 I. de la Potterie y S. Lyonnet, La vie selon l'Esprit (París, 1965): Naítre de l'eau et
naítre de l'Esprit. Le texte baptismal de Jn 3,5. Ya E.C. Hoskyns (ed. F.N. Davey,
1947) rechazaba la propuesta de W ellhausen porque: no tiene apoyo documental,
corta la relación con 1,26. 33 y 3,22-27, porque el "agua" es tema reiterado en los
primeros capítulos: 2,1-10; 3,23; 4,7-15.46; 5,2-9; cfr 7,38; 13,5-11; 19,34; 1 Jn
5,6-8. Recientemente G.R. Beasley-Murray (W ord C om m entary, 1987) considera la
opinión de de la Potterie plausible pero no convincente.
«Lo engendra el Espíritu fecundando el agua» (Jn 3,5) 147
5. Generación y regeneración
Se dan dos principios, femenino y masculino, y una sola opera- •
ción, indicada por la preposición única para ambos y certeramente vista
por Amonio. Entonces ¿por qué no se habla a continuación del agua
supuestamente materna? Porque la fisiología de la época asignaba un
papel subordinado a la mujer; porque Jesús quiere insistir en la acción
fecundadora primaria del Espíritu.
El Antiguo Testamento no suministra datos suficientes para re
construir una teoría bíblica del proceso generativo. Encontramos alu
siones sueltas, un lenguaje poco preciso; son más las confesiones de
ignorancia que los enunciados positivos. Lo ilustraré con algunas citas
más singnificativas. Son textos tardíos.
Ecl 11,5. Si no entiendes cómo un aliento entra en los miembros
en un seno preñado: k a ’ser ’éneká yodé' má-derek harüh b a ‘sámim
b'beten hammelé ’á. 1
2 Mac 7,22. Yo no sé cómo aparecisteis en mi seno; yo no os di el¡
aliento ni la vida (to pneuma ten zoen ), ni ordené los elementos de
vuestro organismo. Fue el creador del universo, el que modela (ho piu
sas) la raza humana y determina el origen de todo. El con su miseri
cordia os devolverá el aliento y la vida (to pneuma kai ten zoen) si’
ahora os sacrificáis por su ley.
Sab 7,1-2. También yo soy un hombre mortal, igual que todos,']
hijo del primer hombre modelado en arcilla (protoplastou); en el vien
tre materno fue esculpida mi carne (en koilia metros eglyphén sarx)¡
tardé diez meses en cuajar de sangre, de viril simiente (pageis en hai-
mati ex spermatos andros)11. 1
Es tan clara y constante la referencia al seno materno como confuso’
el proceso de formación. Mac habla de un genérico «organizar los ele
mentos», menciona «aliento y vida», quizá como sinónimos. Sab pa- \
rece fijarse en los materiales: sangre (¿materna?) y semen paterno. EcL
proclama la ignorancia sobre la aparición del «aliento» (sería rüh en
hebreo) en el vientre, má-derek . ¿Quiere decir «cómo entra» o «cómo;
actúa»? La primera alternativa implica que el aliento vital lo infunde \
¡
| Dios cada vez, en cada hombre, y lo esconde; la segunda alternativa
implica que el aliento es el principio organizador durante la gestación,
i Pero ¿estaría ya incorporado al semen? No parece.
| Un texto de Isaías nos hará apreciar algunas correspondencias y la
j poca definición del lenguaje simbólico:
44,3 Derramaré agua sobre el páramo 3essoq-maym cal-same'
derramaré mi aliento sobre tu semilla ^essbqrúhi 'al-zafeká1^.
La tierra, estéril por la sequía, es fecundada por el agua de la lluvia,
que Dios envía; el aliento de Dios vitaliza la simiente o semen o es
tirpe del hombre. Agua y tierra, viento = aliento y semen, agua y
viento = espíritu.
En el lenguaje simbólico tales correspondencias y fluctuaciones
son inteligibles.
En conclusión, pienso que el sentido simbólico de Jn 3,5 procede
del autor, es el sentido original del texto, no es simple lectura poste
rior. «El agua equivale a la madre».
6. Otras interpretaciones
\ Ya Amonio nos ofrecía varias interpretaciones simbólicas. Frente a
una interpretación en el orden de los símbolos se yergue la columnata
maciza de los comentaristas que prefieren un enfoque conceptual, a lo
más metafórico. El artículo citado de I. de la Potterie tiene la ventaja
de recoger muchas de esas interpretaciones y de ser el trabajo de un
maestro representativo. Leamos algunas:
Juan Escoto Erígena: «Ex sacramento visibili et intellectu invisi-
bili. Ac si aperte dixisset: Nisi quis symbolum baptismatis acceperit
visibiliter, et spiritu, id est, intellectum ipsius symboli non percepe-
rit...».
Glossa Ordinaria: «Necessarium est visibile sacramentum aquae ad
ablutionem visibilis corporis, sicut est necessaria doctrina invisibilis
fidei ad sanctificationem animae invisibilis».
I Lutero: «Durch Gottes Wort und das Wasser getaufft werden».
■ J. Gerhard: «Aqua verbo Dei coniuncta».
18 Parafraseo el texto para que afloren sus implicaciones: En el seno de la tierra re
seca, que encierra la semilla, derramará agua que la hará fecunda, de modo que germine
y dé fruto; de modo semejante, en el seno de la comunidad, que guarda la estirpe-semi-
11a de Israel, derramaré mi aliento fecundador que la hará dar a luz hijos.
152 E xégesis
19 Con gran claridad lo formula D.B. Von Haneberg (1878); subrayo por mi cuenta:
«Die Alien gleich nothwendige V orbedingung zum H im m elsreiche ist jene Geburt,
welche durch das Wasser und dem Geist volzogen wird».
«Lo engendra el Espíritu fecundando el agua» (Jn 3,5) 153
7. Interpretaciones antiguas
El sentido simbólico de Jn 3,5 lo han captado y desarrollado con
lucidez y riqueza los antiguos. Empiezo'con un texto litúrgico clásico
(para comodidad del lector reproduzco aquí el texto y añado mi traduc
ción)20.
En el bautisterio de la basílica lateranense se lee una inscripción en
dísticos que podría ser de Dámaso. La métrica rigurosa del dístico, so
bre todo el hemiepes, condiciona algo la dicción sin mengua de la ri
queza:
1 Gens sacranda polis hic semine nascitur almo,
quam fecundatis spiritus edit aquis.
2 Mergere, peccator, sacro purgande fluento;
queni veterem accipiet, proferet unda novum.
3 Nulla renascentum est distantia, quos facit unum
unus fons, unus spiritus, una fides.
4 Virgineo faetu genitrix ecclesia natos,
quos spirante deo concipit, amne parit.
5 Insons esse volens isto mundare lavacro,
seu patrio premeris crimine seu proprio.
6 Fons bic est vitae, qui totum diluit orbem
sumens de Christi vulnere principium.
7 Coelorum regnum sperate, hoc fonte renati;
non recipit felix vita semel genitos.
8 Nec numeras quemquam scelerum nec forma suorum
terreat; hoc natus flumine sanctus erit.
1 Un pueblo que se consagra al cielo nace aquí de semilla fecunda:
lo engendra el Espíritu fecundando el agua.
2 Sumérgete, pecador, para limpiarte en la sacra corriente:
viejo lo recibirá la onda, lo despedirá nuevo.
21 Is 66,8 ¿Quién ha oído tal cosa o quién ha visto cosa semejante? ¿Se engendra
todo un país en un solo día, se da a luz a un pueblo de una sola vez? Apenas sintió los
espasmos, Sión dio a luz a sus hijos.
«Lo engendra el Espíritu fecundando el agua» (Jn 3,5) 155
22 Tomás de Aquino indica de paso el aspecto eclesial: «Puede entrar en el seno espi
ritual de la Iglesia por el sacramento del bautismo». Léon-Dufour piensa que el as
pecto bautismal y eclesial brota de una segunda lectura, a la luz de 3,22.
23 Sobre la relación entre sepulcro y nacimiento de Cristo puede consultarse: J.A. de
Aldama, Virgo M ater (Granada 1963), cap. IX. El tema del sepulcro del Señor en la
teología patrística de la maternidad virginal, págs. 249-274. Entre tantos textos
nducidos cito aquí dos versos de Efrén del Himno a la Navidad X:
El seno materno te concibió, estando cerrado,
la tumba te dio a luz, estando sellada.
Vienen a cuento unos versos del rey Basilio en La vida es sueño, de Calderón:
Antes que a la luz hermosa
le diese un sepulcro vivo
de un vientre, porque el nacer
y el morir son parecidos.
156 E xégesis
Conclusión
La entrevista con Nicodemo se encuentra en un contexto rico en
símbolos nupciales y asociados. En 1,26 se anuncia en términos
enigmáticos el tema nupcial, que se irá aclarando; en 1,32-34 la figura
de la paloma apunta en la misma dirección. En el capítulo 2 asistimos
Uuna escena nupcial: una boda aldeana que anticipa en boceto el tema
nupcial del Mesías. Sigue la purificación de la casa, tema fuertemente
ligado al tema matrimonial con doble vínculo, como morada y porque
«casa» significa también la familia. Sigue en el capítulo 3 el tema de
la fecundidad y el nacimiento (Nicodemo). En 3,29-30 se atan los ca
bos sobre el tema del Mesías esposo. Y en el capítulo 4 (Samaritana),
en una escena junto a un pozo, asoma en el fondo la mujer de Samaría
del profeta Oseas dando profundidad y unidad a la compleja perícopa. El
lenguaje simbólico de 3,5 responde al estilo del cuarto evangelio.
Como empecé con Amonio, quiero terminar con el comentario a
Juan de Teodoro de Mopsuestia, ateniéndome a la traducción de J.M.
Vos té:
«Como en la generación natural el vientre es el lugar donde se
plasma la criatura... así en este lugar [Jn 3,5] el agua representa la
matriz, el Espíritu al Señor que lo ejecuta» CSCO 116.
10
Heb 4,12-13: COMPONENTES Y ESTRUCTURA*
1. M étodos de análisis
De varias maneras se puede analizar y explicar esta breve perícopa
conclusiva. Se puede reducir su contenido al tema único de la percep
ción, penetración, conocimiento que posee la palabra de Dios; en con
secuencia se explican los miembros más o menos como variaciones
sinonímicas, como desarrollo retórico del tema central. De este modo
cada enunciado y cada palabra pierden valor significativo propio, al
funcionar como piezas del ejercicio retórico de amplificación. Natural
mente, semejante decisión de conjunto ahorra al comentador el análisis
conceptual o imaginativo de cada pieza. Este es en buen grado el mé
todo de Moffatt:
«There is no idea of distinguishing the psychical and the physical
sphere»;
«ócpfiGJv xe Kal [roetaDv is merely metaphorical equivalent for
ij/ux'íte * a l 7tveijjiai;o<;»;
«Contemporary use hardly distinguished them... [¿vÚDjJ.'i’ioecov,
fevvoUBv]»
«Another alliterative phrase for thought and conception»
«It might be doubtful if the author intended more than a verbal
assonance [Xtíyo<; - Xóyoq]».
Otra manera de analizar reconoce el carácter retórico de la composi
ción, en la que los miembros conservan su valor propio y diferenciado.
El grado de diferenciación asignado o reconocido y su extensión varia
rán según los autores. En esta línea se orienta Spicq:
«Le principe de la vie sensible... la faculté du divin»;
«intentions... conceptions»;
«sans pouvoir dissimuler... exposé á son action».
Supuesto que se busque la explicación diferenciada de los elemen
tos, es posible explicarlos como miembros de una enumeración, cada
uno por su cuenta, o bien como miembros de un sistema, por oposi-
* Los autores de este artículo, publicado en B íb lica 54 (1973) 331-339, son Pierre
Proulx y Luis Alonso Schokel.
J60 E xégesis
2. Análisis de sintagmas
Michel distingue dos estrofas y una conclusión: la primera estrofa
consta de cuatro miembros, con cinco adjetivos o predicados; la segun
da consta de dos miembros más largos; la conclusión es brevísima. Su
análisis formal es somero y poco productivo para la explicación del
sentido.
Debemos considerar primero la estructura sintáctica de superficie; a
través de ella, por transformación, buscaremos una estructura más pro
funda. Para realizarlo, nada mejor que presentar gráficamente el pro
greso de los sintagmas:
^G5v yíxp ó Xóyo^ xot) tfeo-o
tccd¿yep-yf)!;
Kal ToiatóTepoq t n t p rcaoav páxccipav Síatofiov
m i 5ukvoi3|í£V0c; '¿xpi M.£pio|io'D ty'WX K°d TtveúpaTOc;
ápjuCSv xe tcal ¿rusA.OJv
Kal KpixiKóg éVTju|LiY¡a£ü)v Kal ¿vvoiosv m pS íaq
Kal oi)K tícmv ktíctií; áípavfiq évóm ov a'üxo'O
Ttávxa Sfe yupvíx Kal xetpaxtlA,iapéva xotq 6cp-daA,poi<; alnofl
rcpóc; tfv 'fiixív ó Xóyoq
Contamos ocho sintagmas. Gramaticalmente, ocho oraciones sus
tantivas con un solo £ gtiv explícito.
El primer sintagma introduce, tras un predicado, al sujeto, la pala
bra de Dios; los cuatro siguientes hacen desfilar cuatro predicados; el
sexto y séptimo trasladan el sujeto al puesto y función de complemen
to indirecto; lo mismo el octavo, ligado por relativo al sujeto inicial.
Si operamos una sencilla transformación de los tres últimos sintagmas,
la estructura profunda nos dará ocho predicados. Pero con una distin
ción: el último repite el sujeto en forma de relativo. Es decir, tenemos:
sujeto + siete predicados coordinados + sujeto (^relativo) + predicado.
Heb 4,12-13: componentes y estructura 161
3. Organización p or el sentido
¿Se encuentran los ocho sintagmas en simple serie o se someten a
otro principio de agrupación? Para contestar hay que tener en cuenta
valores semánticos, confirmados quizá por factores rítmicos.
Creemos que se impone la agrupación 2 + 2 + 1 + 2 + 1. Los dos
primeros predicados, escuetos, van juntos, dando una frase rítmica de
cuatro palabras (sin contar partículas). La relación entre vida y activi
dad era enseñada ya por Aristóteles, la ¿VTeXé%eia es é v é p y e ta
opuesta a (Véase Diels, D oxographi g ra e c i , 387a4 y
448,15). Puestos a afinar, pensaríamos que la vida indica la cualidad
genérica y la energía su actuación. Pero no demos importancia a esta
sugerencia remota.
Los sintagmas 3 y 4 van claramente unidos como la cualidad y su
acción, referidos a la imagen de la espada. Rítmicamente hay un
ensanchamiento, 4 + 6, producido por la bifurcación final del segundo
sintagma (bifurcación en el sentido descrito por Dámaso Alonso). El
ensanchamiento tiene valor descriptivo: nos estiliza una acción siste
mática, un trabajo a fondo.
El quinto sintagma se repliega rítmicamente en cuatro palabras y
no forma pareja con otro. Ocupa posición central respecto a 3-4 y 6-7.
Enuncia una capacidad en acción.
Los sintagmas 6 y 7 van claramente unidos: con la partícula 8é, en
formulación negativa y positiva (no antitética), en la sinonimia con
que concluyen, reforzada por idéntico genitivo. Aunque los dos cuentan
el mismo número de palabras, se aprecia un ligero ensanchamiento
rítmico, por el mayor volumen de las palabras, por el desdoblamiento
de un adjetivo en dos. Emplean un lenguaje imaginativo como 3 y 4.
Hemos logrado así cuatro agrupaciones: la primera enuncia cualidad
y acción genéricas, las otras tres enumeran acciones específicas. ¿Se
162 E xégesis
está protegida en torno por una coraza pétrea de huesos; este re
vestimiento no es rígido, sino articulado, dividido en piezas. Térmi
nos de este campo lingüístico son ttp ú p a (articulaciones), yó|X<poi
(ganchos), 5 eajio í (vínculos, ligaduras); metáforas son (¿yicupai
(anclas), 7t8ÍO|Liaxa (amarras), f!>í£ai (raíces). Se usan en diversos
contextos y con variedad de funciones emparentadas. (Véase P. Louis,
Les méíaphores de Platón [1945] 114).
El término íxpfxdc; es otro sinónimo de la serie. Si Platón no lo usó
| en el Timeo, lo leemos en un sumario: A/oo|j.évcüv 5é xGJv ¿xp|iG3v
| xótq (yucrcáciot; (Locro, 102, explicando el proceso de la muerte). Si
i leemos el pasaje correspondiente de Platón, en que describe las causas
i de la vejez y la muerte, encontramos el verbo de la misma raíz: xü3v
I Ttepl xóv xpiyóvcov ot at>vap|ioai&évxe<; (Tim eo 8 Id).
Esto muestra que el paso a ¿xpjió^ no tiene nada de extraño.
Sobre el fondo de esta doctrina, bien conocida en la época, leamos
la segunda pareja de complementos «junturas y médulas» (en plural).
La espada ha separado la médula de la cabeza y la del tronco; sigue
cortando las junturas o articulaciones, rompiendo todos los vínculos
del cuerpo. Otros se imaginan que la espada va separando las médulas
de sus articulaciones correspondientes. En todo caso, la ejecución es
definitiva, a conciencia. Ni la carne protege a los huesos, ni los huesos
a la médula, todo queda desnudo y expuesto a esa espada tajante.
Es de notar el orden climático «junturas y médulas», paralelo de
«alma y espíritu».
Con la tercera bina de complementos pasamos de la «fisiología» a
la «psicología»: sentimientos (o pasiones) y pensamientos. El geni
tivo Kap8ía<; ¿se refiere a ambos o sólo al segundo? También aquí
hemos de notar el orden climático de lo inferior a lo superior.
La división de las funciones psicológicas está ligada a la cuestión
precedente, división y localización de las partes del alma. E v v o iai es
término corriente en la tradición filosófica griega, en cambio el
término no es corriente. Platón habla de m-dYuiaxoc
(placer y dolor, valor y miedo, deseo y esperanza), pero no usa una
palabra que englobe ira y consupiscencia. Epicteto se acerca: ot)
jxóvov xóv Ttoioüvxa otiSe S tavotijievov i\ fevd'üjiotjj.evov
(11,14,11). Pienso que nuestro autor engloba en la palabra
¿vú\)|Lifí<5£Ct>v la doble actividad del alma irascible, d'uju.tici’í, y la
concupiscible, ¿7ti'd'ü|LiTixiKfi, y las opone al pensamiento del alma
intelectual, A,oyiKf|. Toda esta actividad queda sometida al juicio y
sentencia de la pálabra de Dios.
166 E xégesis
7. Lo bíblico y lo griego
Otro factor de complejidad sabrosa es la convergencia, a veces fu
sión de lo bíblico y lo griego. Cosa que realiza el autor especialmente
en momentos parenéticos de su carta.
Su técnica es la sustitución o la doble alusión. Lo hemos visto
usar 7CV£\)|ia para el alma superior: el término es de ascendencia
bíblica, pero no lo es la supuesta distinción de rüah y nepes. KptTtKÓ<;
lo aplican los griegos con mayor frecuencia a la mente y a los
sentidos, en su función de discernir; el autor lo emplea más bien para
expresar el concepto hebreo sbpet (Kpixfjc;). La localización de los
pensamientos en el corazón es típicamente hebrea; en buena ortodoxia
platónica habría que colocarla en la cabeza, donde reside el alma
racional; pero los filósofos posteriores disputaron sobre la localización
de esa alma (Diels, 391).
Expresiones de claro sabor hebreo son: "la espada de dos filos, en
su presencia", el paralelismo "no hay... todo...".
Veamos la expresión final, que traducimos "al cual hemos de ren
dirle cuentas". Es una interpretación en clave judicial, de acuerdo con el
sistema semántico de los predicados. Es el sentido que encaja en el
contexto como conclusión perfecta (ya conocido de los antiguos, desde
Crisóstomo).
Al cual se podría añadir otro, en un juego de polisemia. Según el
sistema semántico antropológico, la frase puede insinuar que nuestra
mente (Xóyo<;) está en relación dinámica con el A,óyo<; divino. Este
segundo sistema es posible en función del sistema semántico, que tal
vez se haya actualizado en la mente del autor o de algunos de sus
oyentes y lectores. En efecto, en el contexto, de 3,7-4,14, el A,óyo<;
que exige cuentas remite a la cita de base: (pcovfj en 3,7.15, X óyoq en
4,2. Como los antiguos, también nosotros hemos oído la buena
noticia; a ellos no les valió la exhortación; ¿a nosotros nos valdrá? La
exhortación a mantenerse firmes en la fe (3,6.14; 4,14) se refuerza con
una amenaza: la falta de fe puede acarrearos el castigo, a saber, el
descuartizamiento por la espada (4,12; cf. 10,31); como sucedió a
aquellos cuyos "miembros cayeron en el desierto" (3,17; 4,11).
El tema bíblico parece pasair a través de los comentarios targúmicos
a Gn 3, como muestran los tres ejemplos aducidos. Por su parte, el
168 E xégesis
8. Nota final
Por economía no he querido repetir lo que ya han dicho los comen
tadores, salvo cuando encajaba en el análisis estructural o ilustraba al
gún detalle; me he concentrado en un tipo de análisis que no han prac
ticado esos comentadores.
Entre los textos platónicos, lógicamente tenía la preferencia el Ti
meo. Los capítulos más relacionados con el lema son: 43, 44, 69-71,
73-74, 81, 85, 90. Los doxógralos griegos nos suministran informa
ción dispersa. Pueden verse p.e. 389 t 20; 587,10; 591,19; 615,1
(sobre las partes del alma); 387 a 4; 448,15 (sobre la kvépyeta).
Se podía esperar una mirada a Platón en los comentadores de los
siglos XVI al XV1I1. Ni Grotius ni Ribera ni Peirce ofrecen nada al
respecto. Un artículo reciente sobre el lema, R. Williamson, "Plato-
nism and Hebrews": ScotJT 16 (1963) 415-424, considera sólo la teo
ría general de las ideas, no tiene en cuenta nuestro texto, y es del todo
minimalista2.
! Citamos unas lincas muy instructivas del Timeo, 73-74: «lül demiurgo fabricó la
médula. Después implantó en ella las clases diversas de almas... La medula, que de
bía, com o una gleba, acoger la semilla divina, la modeló en forma esférica y la llamó
cerebro CeyKÉtpoXoc,)... La parle ele médula que debía acoger el res lo del alma, o sea,
la parle morlal, la dividió en piezas cilindricas largas, y el conjunto lo llamó medula.
A partir de esas piezas cebó com o anclas los ligamentos del alma eniera y formó el
conjunto del cuerpo... en torno a la médula del cuello y de la espalda pliso las vérte
bras. Así, para proleger toda entera la semilla, la envolvió en una armadura pétrea, en
la que practicó las articulaciones».
2 A. Vanhoye, "La parole que juge. He 4,12-13": AxsScign 59 (1974) 36-42, recoge
y amplía la mayoría de los datos de este estudio.
11
Estado de la cuestión
Es hoy opinión común y relativamente tradicional que Heb 6,4-6
enuncia la imposibilidad de una nueva conversión para el cristiano, ya
que su pecado equivale a crucificar de nuevo al Hijo de Dios.
Esta opinión se refleja en casi todas las traducciones modernas. C i
tamos algunas más representativas:
TOB «...il est im possible qu’ils trouvcnl une seconde fois le re-
nouvcau de la conversión alors que, pour leur compte, ils remettent sur
la croix le Pils de Dieu et l’exposent aux injures».
NEB «It is im possible lo bring them again to repentance; for with
Iheir own hands tliey are crucifying the Son o f God and making mock
o f his death».
CEI «Tuttavia, se sono cadutí, é im possibile rinnovarli una se
cunda volta portandoli alia converisone, dal momento che per loro
conto crocifiggono di nuovo il Figlio di D io e lo espongono alia in
famia».
Einheitsübersetzung «Denn es ist unmóglich M enschen... erneut
/ur Umkehr zu bringen; dem sie schlagen ihrerseits den Solm Goltes
ans Ki'euz und machen ihn zum Gespót».
S em ejan tes trad uccion es e in terp retacion es suponen que
(’x v a o io r o p o w T a q explica el TcaparcsaóvTai;, subrayando su gra
vedad, toman & vaat(n)poi)V Tac; en sentido metafórico, suponen que
iHt; fiexávoicxv va unido a t iv a t c a iv í^ e iv com o circunstancia. Las
consecuencias pastorales y ascéticas de tal interpretación son de sobra
conocidas: se pueden colegir de la historia de la penitencia en la Igle
sia1.
Esta no es la única interpretarán conocida en nuestra tradición exe-
gélica. Hubo quienes interpretaron la crucifixión como acto salvífico irre-
1 Autores de este artículo, publicado en Bíblica 56 (1975) 193-209, son Pierrc Proulx
y L. A lonso Schokel.
I Cf. B. Posehruann, P ocnilentici Secunda, die kirchlich e Busse im ¿il tes ten
Christentum bis Cyprian und Orígenes (Bonn 1940), p:íg. 38-52.
i 70 Exégesis
Exposición
Comenzamos ofreciendo una disposición gráfica del texto, que será
com o enunciado de lectura y facilitará el comentario:
4 ócóúvaxov yáp
xotiq <pom aflévTa<;
Y£\)aa¡iévout; xe xí\q 8cúpea<; xíl¡; fenovpavíou
mi |í£tóxo\)Q YEvru'févTaq rcveú^crax; ótyCou
5 icai koíA,í >v y e v a c t iié v o ix ; i'teoü f^ fic c
8 D v á |A £ K ; t e jj.é¡U.ovToq odfOvoq
6 m i JcapaTreaóvxai;
TtáXav ¿tvaKaivf^Giv
ele; ¡iexávoiav ávacrcaDpo'üv'cat;
éam oiq t ó v \>ióv to a ) Oeoíi
xa! jiapaSeiyixaTÍ^ovta^
Sintaxis. Gramaticalmente se trata de una larga frase nominal, que
com ienza enfáticamente con un adjetivo com o predicado y lleva un in-
2 J. Maleas, Nuevo Testamento (NBE; Madrid 1974), a<¡ loe. Lo importante de esta
traducción es la unión del arrepentimiento con la crucifixión. Para una alternativa en
la traducción del dativo -les, véase más adelante en el párrafo./).
Heb 6,4-6: e\g /.lerávotav á v a m a v p o v v z a g / 7/
4 W estcotl, después de proponer varias agrupaciones, estima que «the choice... will
be decidcd by individual feeling as to the symmetry o f expres s ion and thought».
5 Vanhoye, ud Iocitm.
6 El esquema muestra el artificio calculado de la com posición. Los dos verbos
con á v a - están emparentados semánticamente, y lo m ismo los dos con n a p a -. El
verbo á v a a r a u p o w figura una vez en el NT y no es reduclible al simple oxa.Dpouv,
El valor iterativo, atestiguado por la Tradición a partir de Tertuliano, está subrayado
por la articulación contextúa! ¿Ttctí, // Jtá?av con los verbos que siguen a cada uno.
H.W. Kuhn, ExWNT 1, 221-22 parece no haber apreciado la fuerza de este argumento.
7 Algunos matizan o rebajan la imposibilidad: «moralmenle, con sus fuerzas...»;
«fast dem subjektivcn Vermogen des Menschen cntzogen» (M icliel); «est dans
Fim possibilité morale de se convertir» (Spicq).
Heb 6,4-6: elg ¡.iczá v o ia v á v a a r a v p o v v v a g 173
Análisis
Aí hilo del texto vamos a mezclar observaciones sintácticas y se
mánticas, resolviendo de paso dificultades y dudas, y puntualizando el
sentido. El fondo del AT y pasos paralelos de la carta nos ayudarán en
la tarea.
a) Los cinco participios en aoristo: sintaxis. Parece más razonable
tomados como complemento del verbo transitivo ócvaK aiví^siv (es
el sentido normal de dicho verbo9). Correlativamente, el sujeto del
verbo es indefinido e implícito, como es frecuente en construcciones
semejantes con «hay que, se puede, es imposible...».
D isposición y sentido de dichos participios. La repetición de
ye'uao'jiévo'ix;, sumada al recurso de la rima, produce el esquema
abab , mientras que la posición inicial o retrasada en el sintagma produ
ce el esquema aabb.
El campo semántico de «gustar» ha sido introducido en 5,12-14,
inspirado libremente en Is 7,15: se trata de la dieta que lleva a la
discreción; la repetición de KaX.óv en 5,14 y 6,5 marca el enlace. Los
participios estilizan la vida cristiana con reminiscencias directas o
indirectas del éxodo. La iluminación figura con el mismo verbo en
textos sobre el éxodo (Sal 77,14 y 104,39); el don celeste es el maná
(Ex 16,31 y Nm 11,8); la participación del espíritu la desea Moisés
para toda la comunidad (Nm 11,24-30).
X Es de notar que desde cl comentario de von Soden (1890) la exegesis científica mo
derna, contra la indicación explícita del título antiguo, tiende a ver cada vez más
como destinatarios de la Carta no a judíos convertidos, ni tampoco a cristianos ten
tados de «judaizar», sino a lectores y oyentes cristianos sin distinción de origen, sin
excluir a convertidos del paganismo. Para algunos predecesores de von Soden, véase
C. Spicq, o.c. I (1952), 222-223.
l) Ni Bauer ni Liddell-Scott registran un sentido intransitivo de este verbo.
{
174 E xégesis
a ír u o íx ; x ó v v ló v x o v d e o i)
KDpíCp ¿aüTCflC;
k c x \ &7T O G T p a (p fío £ T a i ó p y q e iq ( .le x á v o ia v
Síntesis y confirmación
Ahora podemos mirar atrás y sintetizar los resultados en un
esquema o estructura. Tenemos un proceso hipotético en varias etapas
(la cuarta anula la tercera):
20 La descripción del pecado en 10,29 com o trato indigno del Hijo de Dios apoya, a
primera vista, la exégesis corriente de Heb 6 , 6 . Precisam ente, basados en la
comparación de ambos textos, Orígenes y otros interpretaron Heb 6,6 en el sentido
que más tarde se hizo común. Pera hay diferencias decisivas entre los versos que no
permiten confundir su sentido.
En resumen, el pasaje del cap. 10, respecto al cap. 6, concentraren
un verbo la vida cristiana, amplifica en una tema el pecado. Los qos
pasajes se complementan, y tomándolos juntos podemos comentar:,^No
os imaginéis que el sacrificio del Hijo de Dios es un sacrificio más,
como los de la antigua alianza, que se pueda repetir periódicamente a
voluntad; el Padre no va a enviar otra vez al Hijo para que muera otra
vez por vuestros pecados; si de lo que es irrepetible pensáis hacer algo
cíclico, os engañáis: es imposible, categóricamente. Ya no quedan sa
crificios de ese tipo, porque Cristo los ha abolido con el suyo único y
definitivo.
Esa concepción «cíclica» de la repetibilidad la llama Crisóstomo
«mito». Comentando nuestro pasaje dice:
El y&p úávotxoq aibxoü otiKéxi Tcopietiaei, el dxvéaxrj, xf]
á v a a x á a e t Kpeíxxcov Yevó|j,evo<; xo\) úaváxou, el Sióc to'ü
i^ a v á io u xóv d á v a x o v KaxeTCáXaicev , eVxa n ó X w
a x a tip o m a t; itiíj-doq rcávxa feKeíva Kal Ttapa6eiy|u.axio|Lií5(;,
(PG 63,79)
Contexto
Es obvia la coherencia de la explicación propuesta con todo el tema
de la Carta.
El contexto próximo (como indican todos los comentadores) es
5,11 - 6,8, o bien hasta el v. 12, por la inclusión del repetido
vcoúpóq. Empieza con un reproche, termina con una amenaza en
imagen vegetal y de fuego.
Desde el punto de vista de una exégesis filológica -la que más Jos
interesa aquí-, creemos que el testimonio más importante es el de Epi-
fanio en Haereses 59,1.2.5, del cual parece dar un resumen Teodoréto
de Ciro (PG 82, 716-717). Ofrecemos algunos datos esquemáticos para
orientar la lectura de dichos textos. Ante todo, la exposición de Epifa-
nio está condicionada por la refutación de los novacianos, como en
muchos otros casos de exégesis patrística del pasaje; el estilo exegético
del autor es el conocido de sic et non.
Así pues, invitamos al lector a tomar el texto de Epifanio y a leer
con nosotros esta exégesis concentrada de un texto difícil.
A) Epifanio (=E) hace una radiografía de la frase paulina con sus
divisiones y nos presenta el siguiente esqueleto: 1) (Kal yap |i£v
tfvxt) xoíx; óívaK aiviadévxa<; Kal 7tapa7T8aóvxa^
á v a m iv í^ e iv á S íi v a i o v (59,2) 2) (o \3xe y&p £ t;i
yevvr)'i3i'í<7£Tai xptcrcót;, Vva axaupcúúfi ■ímfep Vijuíov) o\5xe
á v a a x a 'u p o ’Ov S'O vaxaí xiq xóv utóv xoD Oeoí) (xóv la.qKéxi
axaupotifievov, otixe 8í»v ax ial t i q X o v x p ó v SetHepov
A.a|a.páveiv) (59,2).
A') En oposición, la interpretación en que se funda la herejía nova-
ciana, que Epifanio rechaza, suena como sigue: Xéycov... jiiexóc 8fe xó
A,owpóv | í t i k é t i S ú v a o d a í xiva feA,c e la d a ! K a p a m K x c o K Ó T a
(59,1).
B) En cuanto a la sintaxis, las breves paráfrasis de Epifanio, espe
cialmente las citadas en A), resuelven varios problemas del texto pau
lino:
1 . d tv a K a iv í^ e iv , á v a a x a u p o w x a q ( 7i a p a 8 eiy|aaxl^ov-
xaq): Epifanio inserta el pronombre indefinido xiq como sujeto de
ávacxa'upo'üv S tiva ia i (segunda cita de A); es decir, ha entendido
el áv a o x a \)p o \)v x a ^ de Heb como aposición de un sujeto indefi
nido, el sujeto de ócvaKaivíí^eiv. En segundo lugar, este sujeto
infefinido implícito del verbo ó c v a K a iv í^ e iv y de los participios que
siguen, lo considera diverso del sujeto de los cinco participios de ao
risto (primera frase A). Además el íxS'úvaxov afecta al ócvaaxa'upo'üv-
xaq y al á v a K a tv í^ e iv .
2. 9 (oxiG'óévxaq - '^'DaajiévoD^ - |iexó%ot)<; yevridévxat;
— ye'OGajiévo'üí;: En Epifanio estos cuatro participios forman un
grupo distinto del 7tapa7i:eaóvxa<; que sigue, y es anterior tempo
ralmente a él. Epifanio describe así al apóstata: ó |iiexá xó Aompóv
¿v jrapaTüxtó^axi jie í^ o v i yevójievoc; (59,2), jiex ó t xó
p á ir a a jia feáv xiq 7tapaitéor| (59,5).
Heb 6,4-6: eiq fisrá v o ia v ó cv a a ta v p o vv ra g ¡85
I
a) Lo primero que llama la atención en la interpretación común es,
en un texto que se presenta como clara oposición, el contenido de los
dos términos contrapuestos: enfrenar la lengua y ayudar a las viudas.
Parafraseando libremente, la interpretación común equivale a lo si
guiente: hay una religión ilusoria, la del hombre que no refrena su
lengua; mientras que la religión auténtica consiste en ayudar a las viu
das. No se ve la oposición de contenidos. Uno sugeriría dos alternati
vas de antítesis. Primera: es ilusorio creerse religioso mientras no se
refrena la lengua; para ser religioso de verdad, hay que controlar la len
gua (en las relaciones con Dios o con los hombres). Segunda: hay una
religión ilusoria, la del que desatiende a los necesitados, mientras que
la religión auténtica... Las dos hacen sentido y cualquiera de ellas pro-
dríamos esperar en la presente carta, tan amante de las antítesis cohe
rentes: Dios no tienta, la tentación viene del propio deseo (1,14);
«pronto para escuchar, lento para hablar» (1,19); escuchar sin practicar
contra escuchar y practicar (1,22-25). Con este entrenamiento llegamos
a la cuarta antítesis, la que nos sorprende a primera vista y según la
interpretación común: desenfreno de la lengua -ayuda a los necesitados.
(Pero, y si el desenfreno en hablar equivaliese al descuido de los
necesitados, ¿no sería coherente la antítesis? A esto responderé más
adelante).
b) Puestos en esta pista, echamos algo de menos en la interpreta
ción común: no explica en qué se basa la opinión ilusoria del sujeto.
En efecto, Santiago nos presenta un personaje hipotético que se consi
dera religioso fundándose en un concepto falso de la religiosidad: él
hace unas prácticas en las que cree consistir la religiosidad, y por ello
se considera religioso; en realidad la religiosidad no consiste en esas
prácticas, sino en otras que él no realiza. Por eso su religiosidad es
falsa, su opinión de sí mismo es ilusoria. Ahora bien, en la interpreta
ción común la opinión falsa se enuncia, no se explica.
Alguno podría generalizar así: mientras uno no enfrene la lengua,
es inútil lo que haga para ser religioso, su religiosidad es vana. Pero
entonces esto valdría también de la ayuda a los necesitados: aunque uno
ayude a las viudas, mientras no controle su lengua, su religiosidad es
vana. No salimos de la incoherencia.
c) Gramaticalmente la opinión común lee el sintagma «no refrena
la lengua» como cláusula adversativa o condicional, que depende
inmediatamente del sujeto tu;. El esquema parece ser el siguiente: si
alguno, que no controla... se cree...; o bien: mientras no controla,
aunque no controla, sin contolar... Y la negación ¡Ltfi depende de el"
xiq, cosa aceptable en griego bíblico. Pero gramaticalmente la cláu
sula indicada puede muy bien unirse con el 5 okeí e lv a t como su ex
plicación o justificación: «piensa ser religioso por el hecho de...».
Entonces ¿no caemos en otro sinsentido peor? Nadie puede pensar
que es religioso por el hecho de no controlar la lengua. No controlar la
lengua es a todas luces algo malo: nadie puede engañarse sobre ello, y
menos Santiago que habla de la lengua en su carta. Esta objeción nos
lleva al punto siguiente.
Culto y Justicia en Sant i ,26-27 189
II
Voy a comentar los puntos precedentes comenzando por c) y d); a
los otros responderá la propuesta de nueva interpretación.
c) Gramaticalmente un participio griego sin conjunción puede de
sempeñar muchas funciones: causal, adversativa, condicional, explica
tiva, etc. Por sí mismo no se define, hay que recurrir al contexto
próximo y mediato. Es curioso que casi ningún autor mencione ni si
quiera la posibilidad de otra relación del participio que estudiamos,
X a liv a y c o y ín v 3.
Michaelis (1746) parecía enfilar la interpretación explicativa del
participio, pero la abandona muy pronto:
«Si quis vero bonae sibi indolis Christianus videatur et pius, hoc
unice argumento, quod de rebus sacris sermonem ferat, fraena tamen
laxat linguae ut in sermones evagetur profanos, impuros, iracundos,
mordaces...».
Michaelis desdobla el hablar del texto griego en una actividad acep
table y otra reprobable.
J.Chr.K. von ITofmann (1876) defendió la interpretación explica
tiva del participio indicado, como fundamento en que se basa la falsa
opinión:
«So müssen sie... mit Liebeswerk und Selbstbewahrung, statt mit
sclbstbetrüglichem Schwatzen, Gott verehren».
Defiende su interpretación apoyándose en el uso diverso de oti / jo. 1\ la falsa opinión del que hace consistir en esa práctica la religiosidad; a
con participio. Si el participio es aposición cualificante del sujeto tk;, esa práctica ilusoria del mucho hablar se opondrá el bien obrar.
debe ir con o í» ; si el participio explica o justifica el 5 o k e í £ivou, En esta dirección se orienta nuestra interpretación, incorporada a la
debe ir con |j.Yí. Esta argumentación vale para el griego clásico, no para traducción de la Nueva Biblia Española (NBE). Comencemos por leer
el griego bíblico; y es muy difícil probar que Santiago sigue el uso el texto original estructurado:
clásico4. Pero aunque rechacemos o pongamos en duda su argumenta r.r xiq 8ok£í úpTi<j%ó(; eívou
ción, podemos retener como posible y razonable su lectura. Dibelius, |itl x«A,ivayíúyc¡5v yXüSooav a'bxoi)
en su comentario (1921) la rechazó sin más, y desde entonces no ha áAACi ócttcctcov tcapSíav ailnoú
reaparecido. A mí me parece preferible la interpretación de Hofmann.
to ^ to u jiáxaioq Y| i)pr|OK8Ía
d) Para concretar el sentido negativo del desenfreno verbal se apela a
algún paso escogido de la carta: mucho hablar (1,19), maledicencia «pn<>«(a KCd
a|ilavxo<; rcaxpí
(4,11). Esta argumentación por el contexto no convence, porque la
carta contiene cinco pasajes sobre el hablar: los dos de arriba, el que ¿mcKéjiTeatfou ^pepavotíq ¿v ^ $xíi|/ei c c ó tü jv
ahora discutimos, el bendecir a Dios mientras se maldice al hombre K al xtípag
(3,9), el jurar (5,12). Cualquiera de los cuatro podría explicar el nues tóG7uXov ¿ a m ó v rripeív toü kóojíou.
tro (1,26), o ninguno de ellos; porque cuando un autor habla cinco ve
ces de un tema general, puede decir cosas distintas cada vez, no necesita Es patente que el eje de la frase lo constituye el triple úpr|aK - y
repetirse. En concreto Santiago habla dos veces del mal orar: que una que el autor intenta definir en qué consiste y en qué no. Hay una reli
vez es dudando (1,6-7), otra vez es con malos fines (4,3); en este caso gión aparente (S okgí), que es nula (|j.tóxaio<;), hay una auténtica
(m-dapóc); la ilusoria está definida por el hombre (eV uq), la auténtica
el autor no se repite. por Dios (rcocpd $£$).
Puede objetarse que los casos de la oración son explícitos, mientras
1,26 no lo es, y en tal caso hay que apelar al contexto de la carta. En qué consiste cada una se describe en dos binas: la primera con
Puede responderse que 1,26 es quizá muy claro en el contexto de una ptl— y correspondencias sonoras muy marcadas, la segunda sin
conjunción y con limitada simetría5. El autor quiere dar más relieve al
tradición compartida por Santiago y sus lectores.
La explicación ascética de Páez es más parenesis que exégesis. enunciado positivo, ensanchándolo con dos hendíadis y poniendo la
cópula explícita.
Hay otro pasaje en la carta que utiliza la metáfora o imagen del fre
no. El contexto de 3,2 se refiere a los que enseñan a la comunidad; la fun Esta estructura sintáctica y expositiva reaparece con grande seme
ción de la imagen es diversa, como se puede apreciar en un esquema: janza en 3,13-18. En el eje del conocer, la carta se mueve en tres pla
nos, dos opuestos, uno complementario; son:
1,26 el hombre no enfrena la lengua
3,2 el que no falta al hablar enfrena todo el cuerpo - opinión, SoKei, con frecuencia falsa o ilusoria,
- saber, que puede aparecer com o enunciado, feoxí, o com o imperativo.
- semejanza, £ oik£, como medio de conocer y definir.
III
Se refleja en ello la vieja distinción entre Só£a y ¿ 7cioTf|jxr|, cono
Tenemos allanado el camino para proponer una solución positiva, cida desde Platón6 y enraizada en un hecho universal de psicología y de
pues la interpretación explicativa del participio %aXivoryüyyü3v es gra lenguaje; también es tradicional el uso de la comparación en la didác
maticalmente posible, su sentido no está todavía definido. Necesitamos tica, y Santiago despliega todo un repertorio.
para nuestra solución que el mucho hablar pueda tener apariencia de prác
tica buena (p.e. el mucho rezar), y que esa apariencia pueda engendrai
.S La división tripartita de Bclser (1909) oscurece este hccho.
í> Vcase la voz 8 ó^ a en el Lexique de la langue philosophique et religieuse de Platón
4 Sobre el uso de Jifl véase el material reunido por Mayor, pág. CLXXIX. (Platón, Oeuvres com pletes, XIV) de É. D es Places.
192 E xégesis
i!
Culto y ju sticia en Sant 1, 26-27 193
IV
Ahora intentaré definir el contenido de «no enfrenar la lengua». Por
la construcción de la frase, tenemos que esperar una actividad en la que
cl hipotético personaje cree consistir su religiosidad. El se cree reli
gioso porque hace tal cosa, y le dicen que ser religioso consiste en algo
contrapuesto. Esta es la lógica de la frase.
De acuerdo con la tradición bíblica y buscando la coherencia interna
del pasaje, propongo una solución en dos pasos.
Primero: una vez más encontramos la clásica oposición entre prác
ticas de culto y obras de justicia o caridad. No entre «multiplicidad de
ritos» y «sentimientos internos» (Cantinat, Schlatter), sino entre ritos
y obras de misericordia (Cantinat más adelante, Mitton).
Esta oposición ha sido propuesta por varios comentaristas, incluso
aduciendo los textos clásicos de los profetas sobre el culto. Pero no
han sacado las consecuencias para explicar xaXivayüyyojv, porque leen
los ritos en la dpqaKeía y no en el xaXivayíoyojv. Es como si leye
ran: «si alguno se cree cumplidor de ritos, observante de prácticas reli
giosas». Tal interpretación es inaceptable.
Sí a dpqaiceía = cumplir obligaciones cúlticas le dan un valor po
sitivo o neutro, el sentido resultante es extraño:
si uno cree cumplir obligaciones cúlticas
mientras peca con la lengua (contra Dios/contra el prójimo)...
su cumplimiento de obligaciones cúlticas es nulo:
cumplir las obligaciones cúlticas consiste
en auxiliar a viudas y huérfanos...8.
Si a dpqcrKeía se le da valor negativo, de ritualismo externo, en
tonces resulta un puro sinsentido:
si uno se cree un ritualista externo,
pero no evita los pecados de la lengua,
su ritualismo externo es falso;
el verdadero ritualismo externo consiste
en auxiliar a viudas y huérfanos...
o sea, auxiliar a viudas y huérfanos es ritualismo externo sin valor.
Los autores citados por Trenkle (1893) y los posteriores que asignan
valor negativo a óprioiceía se hacen responsables de tal sinsentido; lo
H La crítica no vale para los que, com o Ropes, incluyen entre las obligaciones cú Iti -
cas también las obras de misericordia o justicia.
194 E x ég esis
9 Sant 1,27 es el único paso seguro del NT que cita la clásica bina de viudas y huérfa*j
nos. M e 12,40 es críticamente muy inseguro. j
Culto y Justicia en Sant 1,26-27 195
Conclusión
Santiago quiere definir en qué consiste la verdadera religiosidad, no
según opinión humana, sino según juicio divino: empalmando con
lina larga tradición contrapone a las muchas plegarias el servicio al
prójimo necesitado. Es una condenación de la jtok'ukoyía, en oposi
ción dialéctica a la caridad (en Mt 6,7-13 a la jcoA'uXoyía se opone el
brevísimo y denso Padrenuestro). Sobre la caridad tiene mucho que de
cir en la carta.
El método de las oposiciones es dominante: orar bien-orar mal, ha-
hlar-escuchar, escuchar-cumplir, hablar-ayudar, creer-obrar, saber hacer-
liacer... Es un estilo de gran tradición sapiencial. De modo especial se
aplica el método a la definición de cuatro valores. El primero es la
ííp'noKeía o religiosidad, que podría incluir a no cristianos. El segundo
es la que se desdobla en dos elementos: uno que delimita la
kíouc, de la parcialidad a favor de los ricos; otro que opone fe con obras
ti fe sin obras (veicpói; corresponde al (iáxaio<; del tema precedente). La
Icrcera es la enseñanza: el que enseña es la lengua de la comunidad, por
eso no debe faltar con la lengua; la comunidad es el cuerpo y la nave10.
La cuarta es la sabiduría: la falsa sabiduría crea discordias, la auténtica
crea paz. Quizá hay una quinta oposición, sobre la gracia, que hay que
saber pedir, que Dios otorga a los humildes y niega a los arrogantes11.
La carta usa con frecuencia la condicional como forma expositiva.
A veces introduciendo simplemente o diferenciando un caso; en oca
siones para definir una actitud, sea con el verbo ser (1,26-27), en ora
ción nominal sin verbo (3,2), con una comparación (1,23), con impe
rativo (3,13-14) 12.
Por su enseñanza Sant 1,26-27 es uno de los últimos testigos bí
blicos de una larga tradición.
1. Introducción
De una teología bíblica se espera que sea bíblica y que sea teología.
Con esta formulación tautológica quedan definidos los problemas deci
sivos de la disciplina, antiguos y modernos.
En el campo católico las discusiones han girado más bien en torno
del adjetivo "bíblica". ¿Tiene que ser bíblica nuestra teología? ¿Toca a
la Biblia determinar la organización sistemática? En el campo protes
tante la Teología del Antiguo Testamento de G. von Rad ha replante
ado el problema del sustantivo: teología. Una teología bíblica ¿es re
almente teología? ¿Puede alcanzar una organización sistemática?
Estos son, de modo aproximado, los problemas de nuestra disci
plina. Son actuales, y eran actuales, de un modo o de otro, porque
brotan de la naturaleza de la disciplina. Hoy sentimos con más fuerza
su urgencia: la obra de von Rad nos desafía, la búsqueda de teólogos
católicos nos arrastra. Pero es imposible interpretar la actualidad si uno
se encierra en ello. Tras el presente se nos ha de revelar el proceso del
pasado; tenemos que bajar a las raíces del problema. Es lo que pretendo
en la primera parte. Por ella se distinguirá esta exposición de otros
boletines ya publicados sobre la teología del Antiguo Testamento, que
se encierran quizá de modo exclusivo en el presente.
2. Teología medieval
Cuando un autor medieval, antes de la escolástica, se pone a cons
truir una teología, su modo de proceder es el siguiente: primero se
* Publicado en alemán: "Bibliscltc Theologie des AT", Stimmeu der Zeit 172 (1963)
3 4 -5 1 .
Al releer este artículo, escrito en 1961/1962, caigo en la cuenta de golpe del cambio
enorme de la situación en 25 años. El cambio es tan grande, que juzgo inútil poner al
día estas páginas. Lo mejor es dejarlas com o se publicaron, com o testimonio de una
coyuntura histórica interesante. El que habla está inmerso en la situación, con exp e
riencia limitada y con perspectiva no menos limitada. Rehacer el artículo con la
perspectiva actual sería quitarle su valor de testimonio.
206 Teología bíblica
1 Véase la obra capital de H. de Lubac, Exégése m edié vale. Les qualre sens de
i ’Ecriture.
Teología bíblica del Antiguo Testamento 209
En una obra seria tropezamos otra vez con una visión de la Edad
Media basada enteramente en prejuicios y tópicos, con maravilloso
desprecio de los hechos2. Lo que Jacob presenta como aportación de
Lulero, en contraste con los medievales, es en realidad la repetición de
un principio medieval: la fe se construye sobre el fundamento de la
historia. Si semejante actitud era anacrónica en 1955, creo que prolon
garla después de la obra monumental de H. de Lubac sería contumacia
contra la honestidad científica.
Con todo, para mi artículo el interés máximo de los hechos medie
vales aducidos es que ya encuentro en ellos planteado el doble pro
blema: sistema y validez. Si no hay sistema, no hay ciencia; si no hay
validez, no hay teología. Cristo con su Iglesia dan coherencia sistemá
tica a la interpretación del Antiguo Testamento. Si la teología ha de
ser válida para los cristianos, tiene que hablar de Dios según la pleni
tud de la revelación. En esta solución coinciden las dos etapas, tan di
versas, de la teología medieval. Será una buena perspectiva para con
templar y apreciar la situación presente.
2 Loase lo que dice Jacob del siglo XVI: «Dans l'Église calholique les prcjugcs dog-
matiques i* l'égard de la Bible étaient moins forts et permettaient une liberté plus
grande de la recherche et de l'hypothesc, condition prcalable á toute rccherche. Aussi
ne faut-il pas s'étonner que ce soil en son sein que parut une ocuvrc commc cclle de
Richard Simón, qui fut cepcndant loin d'y rencontrcr une approbation unánime» (p.
16).
210 Teología bíblica
i
Teología bíblica del Antiguo Testamento 211
3 Algunos protestantes parecen escuchar con recelo esta palabra, por culpa quizá de
los "ortodoxos" del siglo XVII.
Teología bíblica del Antiguo Testamento 213
keit auf die Kirche darstellt, und keineswegs immer die überzeu- j
gendste. Das Bild würde sich verandern wenn man die Predigt
oder die Dichtung einer Zeit heranzoge und vor allem die Spiege- '
lung des Alten Testaments in der bildeden Kunst.
La controversia sobre la validez se ha encendido en tomo al libro de
von Rad por su originalidad un poco provocativa. Eichrodt, ya desde la
primera edición, había profesado la validez del AT a través de Cristo.
En cuanto a Vriezen, el primer capítulo de su libro corresponde al úl
timo de von Rad.
Por qué camino se hace cristiano el AT y prolonga su validez en la 3
nueva alianza, hasta nuestros días, es problema vivo en la investiga-,
ción protestante. Ante él se dividen los autores en su esfuerzo por pre-,;
cisar, diferenciar, rechazar y afirmar. Quien se interese por esa discu-;
sión, puede leer las 362 páginas (16 artículos de 14 autores) del libro,
Próbleme alttestamentlicher Hermeneutik (Theologische Bücherei, 11)/
Munich 1960. Los autores discuten en el modo, coinciden en la sus-1
tancia. Como no voy a seguirlos en estas páginas, me contento con ¡
saludar esta grande victoria sobre el racionalismo. Según la profunda
idea de Orígenes, el Antiguo Testamento no era Evangelio; pero desde
que vino Cristo, se conviritió en Evangelio4.
6 Los libros de Coppens, Les harmonies des deux Testaments, y de Charlíer, Lecture
chrétienne de la Bible, son respectivamente de 1949 y 1951.
222 Teología bíblica
I. Datos históricos
Durante más de un milenio la actividad teológica cristiana es emi
nentemente, casi exclusivamente bíblica. En el s. XII, con Pedro
Lombardo y los Victorinos, comienza a practicarse una teología que es
menos bíblica. A mediados del XIII se queja Bacon de que al Líber
historiarum (Petrus Comestor) haya sucedido el Líber sententícirum
como libro de texto. Pero enseñar teología es todavía explicar la
Escritura: m agister theologiae legit sacram paginam. Así también
Tomás; pero su compendio o summa prepara el advenimiento de una
ciencia teológica independiente, que se irá distanciando de la Escritura.
Aunque la reforma protestante proclama la primacía de la Escritura, sus
tratados teológicos son bastante especulativos. Por su parte Melchor
Cano dicta el método teológico en su De locis theologícís : la Escritura
es el primer lugar o topos donde se encuentran argumentos para la
controversia y la disputa escolástica. El triunfo del género
«controversia» en teología relega la «Escritura» a un puesto se
cundario, y la ciencia teológica cada vez siente menos necesidad de ser
bíblica. La primera reacción protestante contra una teología demasiado
especulativa sucede en los círculos ortodoxos del s. XVI: Cocceius
(Koch) patrocina y practica una teología de las alianzas (theologia foe-
deralis). En el s. XVIII, en vez de dicta probantia, se buscan dicta im-
probantia contra la teología dogmática. A J.P. Gables se debe el pri
mer anuncio programático de la nueva disciplina: Oratio de iusto dis
crimine theologiae biblicae et dogmaticae regendisque recte utriusque
finibus (Altdorf 1787). La t. b. es histórica y presenta las ideas de los
autores bíblicos, la teología dogmática es didáctica y presenta el pen
samiento teológico actual; ambas se complementan.
Este concepto de la t. b., como ciencia histórica descriptiva, triunfa
en el racionalismo, y desemboca en el género "historia de la religión de
2. Cuestiones de método j
a) Como teología , la t. b. parte de la fe. Esto no significa que pr
tenda encontrar en el AT esta fe en su estado actual -puesto que la l
revelación tiene historia y el dogma tiene evolución-, sino que toma la !
fe como contexto vital, como luz y orientación, como fuerza que incita |
a buscar. La teología del AT quiere comprender y organizar la revela- j
Teología bíblica: Antiguo Testamento 227
Bibliografía
1. Obras generales antiguas y modernas:
R. Smend, Alt. Religionsgeschichte (Friburgo de Brisgovia-Leip-
zig 1893, 2a ed. 1899); B. Stade - A. Bertholet, Theologie des AT, 2
vols. (Tubinga 1905-1911); K. Marti, Geschichte der israelitischen
Religión (5a ed. de A. Kayser, Theologie des AT) (Estrasburgo 1907);
F. Giesebrecht, Grundzüge der israelitischen Religionsgeschichte
(Leipzig-Berlín 1904, 2a ed.1908); E. Kautzsch, Theologie des AT
(Tubinga 1911); K. Budde, D ie Religión des Volkes Israel bis zur
Verbannung (Giesen 1912, 3a ed.); R. Kittel, Die Religión des Volkes
Israel (Leipzig 1921, 2a ed. 1929); E. Kónig, Theologie des A T (1922,
Stuttgart 4a ed. 1923); E. Sellin, Theologie des A T (Leipzig 1933);
Eichrodt, / (Stuttgart-Gotinga 7a ed. 1962), II-III (5a ed. 1964); L.
Kohler, Theologie des AT (1936, Tubinga 3a ed. 1853); Heinisch,
T h A T ; O.J. Baab, The Theology o f the OT (Nashville 1949);
Procksch; Imschoot; E. Jacob, Théologie de l'Ancien Testament
(Neuchátel 1955); T. Vriezen, Theologie des AT in Grudzügen
(Wageningen-Neukirchen 1956); G. von Rad; G.A.F. Knight, Chris-
tian Theology ofthe OT (Londres 1959).
2. Contenido y método:
H. Gressmann: ZAW 42 (1924) 1-33; C. Steuernagel: ZAW (Beih.
41; 1925) 266-273; O. Eissfeldt: ZAW 44 (1926) 1-12; W. Eichrodt:
ZAW A l (1929) 83-91; G. von Rad: TLZ 68 (1943) 225-234; H.H.
Rowley, The Re-Discovery o fth e OT (Londres 1945); F.V. Filson:
230 Teología bíblica
1. La cuestión
Cuando hablamos de lo vertical y lo horizontal en contexto teoló
gico, estamos usando un símbolo espacial para formular un sistema de
relaciones del hombre con Dios y con otros hombres. El símbolo
imagina un Dios entronizado en lo alto, trascendente hacia arriba, y
una humanidad nivelada sobre la superficie terrestre. El símbolo es
perfectamente bíblico.
Con esos dos términos plantean teólogos o pastoralistas una cues
tión de importancia práctica, ya que se preguntan sobre una relación de
relaciones que puede gobernar la vida del individuo y de las comunida
des creyentes.
Ante todo, cualquier planteamiento que conjuga ambos elementos,
confiesa la trascendencia radical del hombre: todo hombre se abre radical
mente al Dios que lo trasciende, todos los hombres son trascendidos por
el Dios único. Es la "altura" trascendente de Dios la que nivela a todos
los hombres. En el Salmo 123 al desnivel humano producido por el orgu
llo y arrogancia de unos se opone el desnivel de un Dios, amo mise
ricordioso, ante el cual desaparecen las diferencias humanas artificiales.
En el planteamiento indicado queda implicado otro principio: la
trascendencia hacia fuera, que es "el otro" como persona autónoma, re
cibe su última, quizá su úncia, justificación en la trascendencia de un
Dios común y superior a todos. Si el hombre no está radicalmente re
ferido al Dios trascendente, no se aprecia por qué el otro hombre deba
ser respetado más que un animal cualquiera. Si la justificación no es
única, al menos es la última.
Las relaciones entre lo vertical y lo horizontal se han planteado en
los últimos decenios más en términos de acción y conciencia que en
términos ontológicos. Creyentes en un Dios único trascendente pueden
preguntarse:
* Publicado en Palabra y Vida (Fs. J. Alonso Díaz; A. Vargas Machuca y G. Ruiz eds.)
= M iscCom 41 (1983) 251-258.
232 Teología bíblica
4. Culto y justicia
En el "Indice de temas teológicos" de nuestro comentario a los
Profetas se recogen cinco pasajes principales: Is 1,10-20; 58; Jr 7; Miq
6,6-9; Zc 7,1-14. A estos textos hay que añadir el Salmo 50 y el am
plio desarrollo de Eclo 34,18-35,22, y otra serie de textos breves
proféticos y sapienciales. La lista muestra que es tema recurrente en
diversos cuerpos bíblicos: la convergencia de testimonios prueban con
su abundancia.
En los casos más claros, como Sal 50 ó Is 1,10-20, se trata de un
"juicio contradictorio" o bilateral de Dios con su pueblo. Dios acusa a
su pueblo y rechaza un culto acompañado de injusticias; más aún si las
ofertas provienen de adquisiciones injustas o extorsiones. «No aguanto
reuniones y crímenes», dice enérgicamente Is 1,13. El culto en tales
condiciones es una farsa, es un anticulto, es intento de soborno de
Dios: «No lo sobornes, porque no lo acepta, no confíes en sacrificios
injustos», dice Eclo 35,14.
También esta enseñanza se puede desvirtuar, si no por la concep
ción pietista, sí por prejuicio anticúltico. Hubo una época en que los
exegetas partían del rechazo del culto y encontraban su opinión en los
profetas; los presentaban como enemigos del culto y predicadores de la
ética. Ese tipo de exégesis ya pasó, incluso ha habido una etapa que ha
querido presentar a algunos profetas como agentes del culto. El princi
pio "culto, no; justicia, sí” puede citar a su favor algunos versos suel-
tos, pero no hace justicia a los más importantes.
Otra manera bastante común de desvirtuar el sentido consiste en
oponer culto sincero a culto ritualista. La oposición es legítima, pero
Do responde a los principales textos citados. Lo que oponen los textos
[ citados es culto unido a la justicia y culto unido a la injusticia.
Tal planteamiento no coincide con el de los apartados anteriores.
No se trata de encuentro de lo vertical con lo horizontal, sino de ten-
Hlón de ambos factores. En términos judiciales diríamos que Dios no
| liccpta el culto como compensación o composición que deje las cosas
\ vomo estaban. Lo horizontal de la justicia aparece como presupuesto
i tic lo vertical del culto, y éste descarga su peso, multiplicado por la al-
llira, sobre la exigencia de lo horizontal.
May que recordar que el peligro de concebir erróneamente el culto de
: tíNC modo es común a muchas religiones, sin excluir la cristiana.
236 Teología bíblica
6. Redención y solidaridad
Se puede considerar esta relación como variante de la anterior. El
"redentor1' o rescatador o g o ’e l es una institución jurídica del Antiguo
Testamento basada en la solidaridad. Un miembro de una familia o
clan, por solidaridad con otro miembro, tiene que rescatar una posesión
enajenada o rescatar al miembro caído en esclavitud; en caso de homi
cidio tiene que vengar la sangre. Podemos imaginar la solidaridad como
una relación horizontal, que vincula a los miembros de un grupo en
cuanto tales y sin distinción. Es verdad que se tienen en cuenta grados
de parentesco; también ésos los podemos colocar en un plano como
cercanía mayor o menor. Si hay algún desnivel, es que el rescate se di
rige hacia el necesitado, el que de alguna manera ha caído y se encuen
tra en situación inferior. Pero ello no cambia el carácter igualitario,
horizontal de la solidaridad, como base del deber de rescate. Hay que
notarlo bien, es deber más que derecho. No es uno redentor porque ha
redimido, sino que debe redimir porque es redentor; y no cumplir el de
ber pudiendo hacerlo es delito.
Hay un caso en que aparece un desnivel social. Concebimos al rey
como superior, por encima de los súbditos, puesto en alto con autori
dad. Pues bien, cuando por diversos motivos fallan los rescatadores
natos, el rey debe ocupar su puesto, entrando en el plano de la
solidaridad como g ó ’el. «El vengará sus vidas de la violencia», dice Sal
72,14 con el verbo g ’l. Por encima del rey queda una instancia su
prema de rescatador, que es Dios mismo, quien puede ejercer la función
por medio del jubileo sacro (Lv 25,28). Redentor o rescatador del pue
blo desterrado y esclavo es título frecuente del Señor en la proclama
ción de Isaías Segundo.
Si Dios se hace solidario, la solidaridad humana adquiere una grave
dad y dignidad máxima. Alguno podría argüir en dirección opuesta: si
Dios está dispuesto a cargar con la responsabilidad, yo puedo desenten
derme. Y así la solidaridad suprema y última hace innecesaria la
próxima e inmediata. Semejante modo de razonar no es bíblico, antes
bien la función rescatadora de Dios se cita como advertencia grave:
«No remuevas los linderos antiguos ni te metas en la parcela del huér
fano, porque su defensor es fuerte y defenderá su causa contra ti», Prov
23,1 Os; «Los que los desterraron los retienen y se niegan a soltarlos,
pero su rescatador es fuerte», Jr 50,33s.
238 Teología bíblica
7. Intercesión
Cuando uno intercede por oíros se mueve hacia arriba a favor de los
que se encuentran en su mismo plano. La intercesión es un caso en que
las relaciones horizontales se transforman en impulso ascendente hacia
Dios. Como una fuerza que al ser aplicada en un punto determina un
cambio de noventa grados en la dirección del movimiento.
La intercesión, el rezar por los otros, puede aparecer como fuga. No
es así en el Antiguo Testamento: interceder por otros es tarea esencial
de los mediadores, concretamente de los profetas. El hecho de ser me
diador, de estar en medio, no levanta al profeta sobre el nivel de los
suyos, porque en el Antiguo Testamento la intercesión radica también
en la solidaridad.
El caso de Moisés es ejemplar: A Moisés le hace Dios una pro
mesa patriarcal: «de ti sacaré un gran pueblo»; góy gádol es lo prome
tido a Abrahán según Gn 12,2; 17,20. Es decir, aniquilado el pueblo
rebelde y contumaz, Moisés será el nuevo patriarca de un nuevo pueblo
escogido. Pero Moisés no acepta el honor a costa de su pueblo: solida
rio con él en la desgracia amenazada, intercede y lo salva. La promesa a
los patriarcas tenía que cumplirse: si Moisés escoge ser destruido con
su pueblo, la línea se rompe y la promesa no se cumple. Eso no puede
suceder y en eso se apoya Moisés para interceder. Además de Ex 32
podríamos citar la figura de Jeremías, a quien Dios prohíbe interceder.
El profeta considera culpa grave no cumplir con su obligación de
rezar por el pueblo: «Líbreme Dios de pecar contra el Señor dejando de
rezar por vosotros», 1 Sm 12,23.
Interceder es interesarse eficazmente por los otros. Así lo concibe el
Antiguo Testamento. No es desentenderse, no es perder el tiempo en
actividad improductiva. Una exposición que prescindiera de ello come
tería el error opuesto y correlativo del pietismo. Naturalmente la inter
cesión se basa en el interés de Dios por el hombre y en que Dios desea
que un hombre se interese por los demás. Interceder es conjunción de
lo horizontal con lo vertical.
Lo he dejado para el final para redondear con este caso el estudio.
Envío
Pero ¿se puede llamar estudio a las páginas que preceden? Más quo
a capítulo de teología bíblica, suenan a índice de materias, o índice de
planteamientos. Y un índice que no es completo ¿tiene valor?
Lo horizontal y lo vertical en el Antiguo Testamento 239
b) Personas
Lv 25,4 7 -4 8 : Si un em igrante o un criado mejoran de p osición y un
hermano tuyo se arruina y se vende al emigrante o criado o a un descen
diente de la fam ilia del emigrante, después de haberse vendido tiene de
recho a rescate.
La Redención, obra de solidaridad 245
c) Venganza de sangre
Nm 35,9-29 trata de las ciudades de asilo, asignadas a quien haya
matado involuntariamente a otro. En el contexto asoma la figura jurí
dica del vengador de la sangre, gb'el haddam.
12 Os servirán de refugio contra el vengador, y así el homicida no mo
rirá antes de comparecer a juicio ante la asamblea.
21 ... el agresor es reo de muerte: es homicida. El vengador de la sangre
matará al hom icida cuando lo encuentre.
22 Si lo ha derribado casualm ente, sin odio... 24 la com unidad juzgará
al que m ató y al vengador de la sangre, conform e a estas ley es, y
salvará al hom icida de las manos del vengador de la sangre.
33 Con la sangre se profana la tierra, y por la sangre derramada en tierra
no hay más expiación (y'kuppar) que la sangre del que la derramó.
Dt 19 recoge el tema de las ciudades de asilo y añade un dato:
11 Pero si uno que odia a su prójim o se pone al acecho, lo ataca, lo
hiere de muerte y después busca asilo en una de esas ciudades, los ancia
nos de dicha ciudad lo mandarán sacar de allí y lo entregarán al venga
dor de la sangre para que muera. 13 N o tengas piedad de él; así extirpa
rás de Israel el hom icidio y te irá bien.
Es decir, que algunos homicidios prescriben. Y, si falta la venganza
de la sangre, ejercicio de justicia vindicativa, ¿interviene el Señor co
mo instancia última? No de modo periódico, como en el jubileo, sino
en el momento que escoge para responder al clamor de la sangre. Se
gún la concepción bíblica, la sangre clama al cielo mientras la tierra
no la cubre; cuando los hombres se desentienden, el Señor se consti
tuye vengador. Dt 21,1-9 explica cómo hacer callar el clamor de la
sangre con un rito de expiación.
246 Teología bíblica
Tecua, 2 Sm 14). Quizá haya que interpretar en ese contexto la ley hu
manitaria de Lv 19,18: «No serás vengativo ni guardarás rencor a tus
conciudadanos».
b) El sujeto que rescata o venga debe ser un miembro de la familia,
varón, según el grado de parentesco. El orden establecido quiere evitar
que un pariente se desinterese so pretexto de que otros actuarán. El su
jeto se llama gb'el, de ordinario con artículo (haggb'el).
¿Puede asumir la función de gb'el alguien ajeno a la familia? El
salmo 72 considera al rey ideal como gb'el de oprimidos y desvalidos.
Aunque no pertenece a la familia carnal, está ligado a los súbditos por
una relación que lo hace responsable:
12 Porque él librará al pobre que pide auxilio,
al afligido que no tiene protector:
13 él se apiadará del pobre y del indigente
y salvará la vida de los pobres;
14 él vengará ( g ’l ) sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.
La referencia a la vida y la sangre nos orienta hacia la función del
vengador de la sangre.
En última instancia, cuando el hombre se desentiende, el Señor ac
túa como gb'el a favor de los oprimidos, rescatando o vengando.
Cuando se trata de propiedades o de la libertad, el interesado puede
ser el sujeto que rescata; no así, obviamente, en caso de asesinato.
c) Fundamento de la institución es la solidaridad entre miembros de
una familia o tribu. La institución quiere proteger la integridad de la
vida de la familia o de la tribu haciendo a todos los miembros respon
sables de esa vida. Todo lo que implica la integridad: vida, libertad,
propiedades, es objeto de la responsabilidad de todos los miembros. Ser
gb'el es consecuencia de pertenecer a una sociedad determinada: es un
derecho que se puede ejercer, un deber que hay que complir cuando llega
el momento.
La solidaridad distingue el verbo g 7 de pdh, como han notado ya al
gunos autores. Robert C. Dentan en el artículo "Redeem" del Interpre
te /s Dictionary o f the Bible dice3:
El término pdh significa objetivamente el acto de rescatar, y, a diferen
cia de g 7, no implica nada que concierna al estado de la persona que lo
ejecuta ni a su obligación de hacerlo...
3 Véase también j.J. Siamm, Erlosen und Vergeben im AT, Berna 1940.
248 Teología bíblica
6 Muchos comentadores no han visto o han negado la relación, p.e. Buddc, Hols-
cher, Slamin, Fohrer. En mi comentario de LLS (VIII, 2; Madrid 1971) sigo it
Procks'ch en su artículo citado.
La Redención, obra de solidaridad 2 53
ganza contra los opresores, de rescate de los oprimidos; los que llevan
cl sello del Espíritu serán objeto no de venganza, sino de rescate. Por
eso el cristiano, sellado por el Espíritu, no debe irritarlo; lo que irrita
al Espíritu es la falta de caridad y la división entre los cristianos,
miembros de un cuerpo único, animado por un mismo Espíritu.
La resonancia de la venganza de sangre es discreta, apenas audible;
domina el tema del día. La solidaridad se expresa algo más adelante, en
5,2: «El Mesías os amó y se entregó por vosotros, ofreciéndose a Dios
como sacrificio fragante».
Ef 1,7 y Col 1,14 identifican el rescate con el perdón de los peca
dos. El vocablo griego áph esis traduce de ordinario en los Setenta el
jubileo (Lv 25), la remisión de deudas (Dt 15; 31,10), la liberación (Is
61,1; Jr 3,34; Ez 46,17), la manumisión de esclavos (Is 58,6)10. En
otros términos, áphesis sugiere el año o fecha de la remisión de deudas.
La unión de los dos vocablos, apotytrosis y áph esis, g e ’ulla y ybbeU
es típica de Lv 25: lo que en el AT era remisión soberana de deudas es
en el NT perdón soberano de pecados. Ambos textos encajan perfecta
mente en el esquema del AT que he analizado,
e) O tros textos. 1 Tim 2,6: «se entregó como precio de la liberta
de todos». En hebreo tendríamos kbper beiad, sin referencia al gó'el (así
traduce Delitzsch). Eso responde al esquema jurídico de Éx 21,30, que
permite al reo de muerte pagar un rescate por su vida; o de Nm 35,31,
que lo prohibe, y de Sal 49,9, que medita sobre la condición humana.
Los comentadores leen de dos maneras 1 Pe 1,18, con o sin pago
del precio del rescate. Primera lectura: habéis sido rescatados sin pago
de precio (cf. Is 52,3; 45,13), con la ofrenda de una víctima (cf. Is 53).
Segunda lectura: habéis sido rescatados con el pago de un precio, no en
oro o plata, sino en sangre valiosa de Cristo. Estilísticamente parece
más justa la segunda lectura, que recuerda de lejos a Sal 72,14: «venga
rá sus vidas de la violencia, su sangre será preciosa a sus ojos». La si
tuación de la cual se rescata es una conducta idolátrica, heredada de los
antepasados. Se podría concebir esa herencia maldita como una esclavi
tud, tomando idolatría como equivalente de esclavitud. La cosa con
cuerda con los datos del AT. El texto no apoya ni elimina tal lectura.
4.- Resumen
El Nuevo Testamento, que no distingue con rigor entre los corres
pondientes de pdh y g ’l, parece conservar algunos rasgos de la institu
ción del g ó ’e l en sus tres variantes: propiedad (Ef 1,14; 4,30), esclavi
tud (Rom 3,24; 8,23), vida (Ap 6,10; 19,2). Se percibe un eco del ju
bileo como tiempo de remisión de deudas.
La solidaridad está a veces implícita o difusa en el contexto
próximo. Encuentra una formulación apoyada en la interpretación del
culto hecha por la carta a los Hebreos1 la acción sacerdotal y el sacri
ficio de Cristo son formalmente actos de solidaridad.
Autor del rescate es el Padre. Cristo, que nunca ostenta dicho tí
tulo, es mediador y ejecutor.
La venganza de la sangre queda superada por la realidad prodigiosa
de la resurrección. Se puede encontrar un antecedente en Os 13,14
(leído como afirmación) y responde a los gritos de Job 16 y 19.
11 cf. A. Vanhoye, "Le Christ, grand-prétre sclon Héb 2,17-18": NRT 91 (1969)
449-474. Recogido en Situation du Christ. Hébreux 1-2, París 1969.
12 S. Lyonnet, op.cit ., 48.
260 Teología bíblica
13 Es muy acertada la form ulación de Humm clauer com entando Éx 4,23: '
«Primogeniti dignitatem et amorem habet ob electionem ...hanc nactus est ob Dei ;
Unigenitum aliquando in carne generandum». Si en términos de primogenitura se
aplica al pueblo escogido, en términos de filiación vale para todos los hombres. \
14 En Cristo se revela maravillosamente la solidaridad del Padre. Comentando Nm \
35,12 escribe Lorin: «Christus redemptor assertorque libertatis nostrae tamquam ■
propinquus quippe suo nos, homo factus, sanguine redemerit». Pero hay que entender ■
que en la redención Cristo manifiesta el parentesco, no lo adquiere. La cosa se aclara i
en el comentario del mismo autor a Nm 5,8: «Putant aliqui, quando redditur [#> fe/] per ¡
nomen redemptoris et de Deo dicitur, ad Filium proprie spectare, qui homo factus,
sicque noster propinquus, redemit nos». Lorin aplica a Cristo el esquema del g o fe/ •
con todo rigor.
La Redención, obra de solidaridad 261
mismo sucede con los exiliados en Babilonia. Dios rescata a los israe
litas esclavos promulgando un jubileo que suspende o anula toda clase
de pago.
c) Venganza de sangre. En la vieja legislación el vengador de la
sangre vengaba una muerte con otra, restableciendo la justicia, aña
diendo un cadáver más. Los descendientes de Caín son asesinados uno
tras otro de diversas maneras: la muerte de los culpables vengaba la
sangre inocente multiplicando los muertos. Por encima de los hombres
se yergue el poder invencible de la Muerte, que los condena y ejecuta
uno por uno.
La humanidad, por boca de Job, pide venganza de tanta sangre de
rramada. Dios interviene, como el clásico vengador de la sangre, pero
de modo inesperado, paradójico, definitivo. No multiplicando las eje
cuciones, no derramando la sangre de otros, sino enviando a su Hijo,
que derramará su sangre como víctima voluntaria de la Muerte. Su
sangre clama venganza (Heb 12,24). El Padre se constituye vengador
{gb'elhadáám) no dando muerte a los asesinos presuntos de su Hijo,
sino a la Muerte misma.
La destrucción de la Muerte está anunciada en Is 25,8 y en la tra
ducción latina de Os 13,14: «De manu mortis liberabo eos, de morte
redimam eos; ero mors tua, o mors, morsus tuus ero, inferne».
El NT recoge esta idea en contexto de redención, sin vincularla ne
cesariamente al símbolo del gb'el. Sin embargo presenta datos que
apoyan la reflexión del AT. Baste recordar la cita de Os 13 en 1 Cor
15,55: «Muerte ¿dónde está tu victoria?... ¡Demos gracias a Dios que
nos da esta victoria por medio de nuestro Señor, Jesús Mesías!»; o
bien 2 Tim 1,10: «Ha aniquilado la muerte y ha irradiado vida e
inmortalidad por medio del evangelio»; finalmente Ap 20,14, donde
Muerte y Abismo son obligados a entregar sus muertos y después son
arrojados en el lago de fuego, la segunda muerte.
No bastaba rescatar propiedad y esclavos. Para justificar plenamente
su título y ejercer su función de redentor, el Señor tenía que actuar
como vengador de la sangre.
Si de la vida de Cristo pasamos a la de los cristianos, éstos han de
sentirse asociados a la tarea de redimir por el camino de la solidaridad
humana. Así se desmiente la respuesta de Caín: «¿Soy yo el guardián
de mi hermano?». Caín rehúsa su oficio fundamental: por ser hermano,
hermano mayor, debe respetar, conservar y proteger la vida del her
mano. Eso es ser hermano, ser hombre.
262 Teología bíblica
bíblicos, tendrá que operar con una gama más ancha de palabras de su
lengua, para escoger la más certera o aproximada al concepto original.
Antes de pasar a traducir los textos en cuestión, debería compilar una
lista de posibles correspondencias castellanas; pues cuantas más posi
bilidades tenga a su disposición, más fácil le será acertar con la mejor
(si posee sensibilidad lingüística). María Moliner ofrece una gran ri
queza en los apartados «temer, miedo, susto; respetar, venerar, reveren
ciar, etc». Tanteando los más importantes, uno llega a esta conclusión:.
el vocablo español que mejor responde al concepto bíblico de y r ’ 1
’lhym es "respetar" en la mayoría de los casos. "Temer” ciertamente no
responde la mayoría de las veces al concepto hebreo de y r ’, por lo
tanto, no traduce el sentido original.
Algunos ejemplos
Éx 20,20 «Dios ha venido para probaros, para que tengáis presente
su temor y no pequéis». El contexto numinoso está descrito en 19,16
«Hubo truenos y relámpagos y una nube espesa en el monte, mientras
el toque de la trompeta crecía en intensidad, y el pueblo se echó a tem
blar en el campamento». La teofanía sirve para inculcar un temor nu
minoso que ayudará a formar la actitud de fidelidad a Dios y a sus
mandatos.
Éx 1,17 «Pero las comadronas respetaban a Dios, y en vez de hacer
lo que les mandaba el rey de Egipto, debajan con vida a los recién
nacidos». Las comadronas tenían razones para temer al faraón, pero se
sobrepone su sentido religioso y su estima de la vida humana; el sen
tido religioso se expresa bien por "respetar a Dios", su consecuencia es
ética.
Dt 10,12-13 «Ahora, Israel, ¿qué es lo que te exige el Señor, tu
Dios? Que respetes al Señor tu Dios; que sigas sus caminos y lo
ames; que sirvas al Señor tu Dios, con todo el corazón y con toda el
alma; que guardes los preceptos del Señor, tu Dios». Es notable la
yuxtaposición del respeto, el amor, el servicio y la observancia; toda
vía se puede aclarar yuxtaponiendo dos sentencias equivalentes:
6,2 que respetes al Señor, tu Dios, guardando todos sus mandatos ( y r ’ smr )
1 1,13 si obedeces los preceptos, amando al Señor, vuestro Dios (sm ‘ ’hb)
En muchos salmos los y i r ’e yh w h son los que participan en el
culto en forma comunitaria:
2 2 ,2 6 Tú inspiras mi alabanza en la gran asam blea
¿ Temer o respetar a Dios? 267
Otras traducciones
Me he referido varias veces a la necesidad de traducir de modo dife
renciado el significado de las palabras hebreas. Veamos lo que hicieron
algunos autores ya pasados: la Biblia medieval (Med) publicada por J.
Llamas, la de Ferrara (Fer), la de Valera (Val):
268 Teología bíblica
también puede decir «hurló Rahel a los ídolos que a su padre» porque
así es la frase relativa hebrea; se dirá «envidiar en» porque el hebreo
usa la preposición be-, y «responde a loco como su locura», porque el
hebreo usa la partícula k 1'-. La traducción interlinear loma de un
vocablo el significado más frecuente (o el supuesto más antiguo) y
reduce a él todos los casos. Para el principiante en hebreo y para el que
desea conocer algo de la lengua original este tipo de versión es un
instrumento útil; no sirve para quien desea leer tranquilamente y
entender el sentido. El mismo prologuista reconoce lo difícil de
entender el sentido; pero supone que es una propiedad arcana y valiosa
del texto sagrado: «Y no piense ninguno que la lectura dél es como la
de los otros libros que de una o dos ve/es se entienden: porque según
dizen los sabios que toda lección se deve leer diez vezes primero que se
diga que se leyó». De hecho, la traducción interlinear resulta muchas
veces ininteligible para quien no conoce el hebreo, como podemos
verlo en algunos proverbios de esta versión:
Prov 24.12: Si dixeres he no habernos esto, de cierto con quien corafones
él entiende, y guardan ui alma él sabe: y tornará a hombre como su obra.
26,16: Sabio perezoso en sus ojos: más que siete respondientes razón.
27,19: Como aguas las fazes a fazes: assí corazón de hombre a hombre.
El que sepa hebreo y quiera saborear un vocabulario español anti
guo, leerá la Biblia de Ferrara con placer.
La de Valera (he usado una edición de 1869) busca una sintaxis
castellana y una expresión concisa, diferencia poco el vocabulario. Una
justificación, que vale al menos para sus adictos, es el manejo de una
lengua específica. Como existe una lengua de la medicina y otra del
deporte dentro de la lengua castellana, así se mantiene en vida una
lengua bíblica dentro de la castellana. El lector tiene que abandonar su
lengua común y genérica y habitar en la nueva lengua en que los
vocablos tiene sentidos nuevos (y hasta la sintaxis tiene sus peculiari
dades). Si temer significa temer en el castellano ordinario, puede no
significarlo en el castellano bíblico; lo mismo carne deja de significar
carne, y alma puede significar garganta. El español que desee leer una
Biblia de este tipo debe aprender primero, o poco a poco, una nueva
lengua, con un sistema semántico peculiar.
De las tres biblias citadas hay que decir también que no disponían
de los conocimientos de la ciencia actual; yo he hablado de diccionarios
modernos y de una monografía de 1965. Con todo, los principios y
hábitos de traducir pueden repetirse hoy día: la interlinear podrá prestar
sus servicios a estudiantes, el calco del latín podrá tentar con su
270 Teología bíblica
Consecuencias pastorales
Se podría pensar que las páginas precedentes son una discusión en
tre especialistas. En realidad se trata de un problema trascendente: de
entender la Biblia, de ir fomando un lenguaje religioso, de formar una
mentalidad. Las tres cosas son interdependientes.
Si yo traduzco los pasos correspondientes siempre con "temer, te
mor", la palabra entra en el repertorio fundamental de actitudes religio
sas y el cristiano modela su mentalidad de acuerdo con ese modo de
hablar. María Moliner define así el temor de Dios: «Virtud cristiana
que consiste en dejarse una persona influir en su conducta por el temor
de ofender a Dios y la creencia en el castigo eterno».
En términos de lengua castellana, la definición es correcta, repre
senta un concepto y responde a una mentalidad. En término bíblicos
exige varias observaciones: la mayoría de los casos en que el AT usa
y r ’ ’lhym / yhwh no hay asomo de referencia a un castigo eterno o
temporal; el temor numinoso es de otra especie, no es la reacción ante
un mal inminente, sino la experiencia del sobrecogimiento. Un cris
tiano embebido en las enseñanzas de Pablo y Juan reservará un rincón
de emergencia para el temor del castigo, pero su relación con Dios no
estará definida por el miedo; este cristiano podrá entender perfectamente
que debe respetar a Dios, puede conjugar sin dificultad amor y respeto,
mientras que «el amor perfecto excluye el temor».
No es que cambiemos el sentido de la Biblia para encajarlo en
nuestras ideas o tesis (lo que hacía más de una vez el argumeníum
¿Temer o respetar a Dios? 271
GENEROSIDAD: Mi 6,22-23 *
sí ignorado. Pero Cadbury no estaba solo, sino que elaboraba una in
terpretación ya propuesta por otros:
W.C. Alien (1907) «a generous soul... a grasping and grudging
one» (Dt 15,9; Prov 23,6; 28,22).
T.H. Robinson (1928) «if your eye is generous... if your eye is
selfish».
A. Schlatter (1929) «die freigebige Güte oder der Geiz»; trae textos
misnaicos y rabínicos.
F.W. Green (1936) «simple in the sense of generous; and evil
must mean niggardly».
I. Gomá Civit (1966) «el ojo malo, expresión popular de la envi
dia, estrechez de corazón para con el prójimo, egoísmo».
Ya Lutero hablaba en relación con este texto de «geben-geizen».
Si al hebreo ra ‘ ‘ayin lo sustituye un griego ophthalmós ponerás
(poneros nunca significa enfermo en el NT), ¿por qué en el puesto de
tób no leemos un agathós ? Es que el haploüs griego se especifica fá
cilmente con el sentido de "generoso", como lo prueban Rom 12,8; 2
Cor 9,11.13; Sant 1,5. El sentido más conocido del adjetivo ayuda a
comprender el semitismo de toda la antítesis.
¿Y por qué los hebreos empleaban ese modismo? No podemos es
pecular sobre el origen de la expresión, nada más hacemos notar que
los hebreos consideraban el ojo como sede de la facultad estimativa, la
que reconoce y asigna valor a las cosas: tób / ra ‘ Ir'éné pldní.
Vengamos a la segunda parte. Uno de los sentidos que puede tener
el griego soma es "persona, hombre", como puede comprobarse en el
artículo correspondiente de Liddell-Scott; en el caso presente el término
resulta especialmente apropiado para designar la totalidad del hombre
en cuanto opuesta a un órgano particular. La metáfora tomada de
luz/oscuridad es conocidísima en sus diversas aplicaciones humanas,
éticas, religiosas, intelectuales... ¿Por qué el símbolo genérico de la
luz y la oscuridad se emplea aquí, en un caso específico? Ante todo,
porque es normal usar específicamente un símbolo genérico. Además,
el hebreo suministra un vínculo obvio: el ojo es al mismo tiempo ór
gano o sede de la generosidad y de la iluminación, lo cual apoya el sal
to metafórico.
Ese paso está confirmado por el Antiguo Testamento, que exalta al
hombre generoso como luminoso:
«Partir tu pan con el hambriento,
hospedar a los pobres sin techo,
vestir al que ves desnudo,
Generosidad: M t 6,22-23 275
body will be in darkness. If then the only light you have is darkness,
the darkness is doubly dark.
Living Bible (se denomina a sí misma Paráfrasis). If your eye is
puré, there will be sunshine in your soul. But if your eye is clouded
with evil thought and desires, you are in deep spiritual darkness. And
oh, how deep that darkness can be!
Einheitsübersetzung. Das Auge gibt dem Korper Licht. Wenn dein
Auge gesund ist, dann wird dein ganzer Koper hell sein. Wenn aber
dein Auge krank ist, dann wird dein ganzer Korper Finster sein. Wenn
nun das Licht in dir Finsterniss ist, wie gross muss dann die Finster-
niss sein.
TOB. La lampe du corps c’est l’oeil. Si done ton oeii est sain, ton
corps tout entier sera dans la lumiére. Mais si ton oeil est malade, ton
corps tout entier sera dans Ies tenébres. Si done la lumiére qui est en
toi est tenébres, quelles tenébres!
La Living Bible ofrece una interpretación de las que sirven para
fomentar el pietismo. La ecuménica francesa añade una nota que insiste
en lo que dice la traducción: «Simple: Opposé ici a l’adjectif malade
(litt. mauvais), il désigne l’intégrité de Thomme dont le regard est fixé
seulment sur Dieu et sur sa loi». Las citas que aduce de Rom, 1 Cor y
Sant podían haber ayudado a revisar tal interpretación.
Sobre el tema puede consultarse la obra reciente de M.D. Goulder,
Midrash and Lection in Matthew (Londres 1974), páginas 264 y 302.
Existe una tesis microfilmada en la Brown University (1961): C.J.
Schaefer, A Study in the Exegesis o f Mt 6,22 ihrough Analysis of
hapioús; y un estudio de J. Amstutz, Haplótes (Bonn 1968),
19
«CONTEMPLADLO Y QUEDAREIS RADIANTES»:
Sal 34, (5*
1. Cielo y tierra
Quiero inaugurar este curso anual1 con una meditación más bien
que con una lección. Me toca establecer la tonalidad de un curso y su
ministrar unos cuantos motivos que se presten a desarrollos ulteriores.
Para esta especie de obertura intelectual escojo un tono recogido que, a
través de modulaciones, pase por algún momento patético y desembo
que en un final exultante. Una meditación exige mayor participación
del público que una simple lección. Como si los asistentes fueran los
profesores de la orquesta que interpretan y no mero público que escu
cha.
Comienzo con un verso de un salmo: «El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres» (Sal 115,16). En el Antiguo
Testamento "cielo y tierra" son una bina que designa el cosmos, la na
turaleza, la creación, el universo. La expresión hebrea hakkbl (=la
totalidad) para designar el universo es rara. Jr 10,16 (texto quizá tardío)
es excepción: "lo hizo todo... su nombre es Señor de los Ejércitos".
Ahora bien, la fórmula binaria corriente "cielo y tierra" permite una
fácil distinción. El cielo pertenece al Señor y se lo reserva en exclu
siva; no lo alcanzará una torre gigantesca construida por los hombres.
La tierra también es del Señor, pero él se la entrega o encomienda al
hombre. Así queda el universo dividido escuetamente en dos reinos:
celeste y terrestre, divino y humano. En el padrenuestro todavía se
puede reconocer la distinción: así en la tierra como en el cielo.
Entonces ¿es Dios inaccesible como el cielo? Al hombre, señor de
la creación, ¿le corresponde todo o sola una mitad? Y Dios ¿dónde
está? ¿Se esconde o se manifiesta? ¿Se esconde más allá del firma-
4. Más allá
«Al amanecer el hombre sale a sus faenas hasta el atardecer» (Sal
104), y muchas veces sigue trabajando de noche. ¿Por qué, para qué?
Quizá por afán de ganancia o por la excitación de la obra en curso: uti
lidad, creatividad. No todo acaba ahí. Hay en el hombre un impulso
que lo empuja siempre más allá, de modo que no se contente con lo
mínimo, con lo necesario para matar el hambre. «El hambre del obrero
trabaja por él, porque su boca lo estimula» (Prov 16,26). Pero con eso
no queda satisfecho, porque está animado de un dinamismo que no se
agota en la tarea menuda y cotidiana. Los románticos lo llamarían el
"impulso fáustico". Con otra terminología, el AT conoce ese impulso
y lo hace remontarse al designio de Dios creador. En Gn 1,28 Dios in
tima al hombre: «llenad la tierra y sometedla». Someterla es ponerla
debajo (so-meter), pisarla con gesto de seguridad y dominio. Pues bien,
al hombre no le basta pisarla y someterla paso a paso para vivir de ella
día a día. Eso bastaría para acallar el hambre, no para apaciguar el afán
y necesidad de descubrir y poseer. Por eso, el hombre que hemos visto
296 Teoí agita bíblica
5. ¿Señorío o servidumbre? ¿
El signo del impulso ¿es positivo o negativo? ¿Es una centella di¿
vina que levanta al hombre? ¿O es un ímpetu ciego, una llama que ar-J
diendo devora y consume? El mismo libro de Job confiesa con melan-ft
eolia: «No nace del barro la miseria, la fatiga no germina de la tierra^
es el hombre quien nace para la fatiga, como las chispas para alzar eí,
vuelo» (5,6-7; traducción dudosa). El hombre tiene que engendrar fatig&í
como residuo de su actividad: generando fatiga consuma y consume sífc
vida. La vida humana es una llamarada gloriosa o mezquina, un arder,í
lento de candil o un incendio súbito y efímero. J,i
Cuando el hombre se sienta a examinar hacia atrás su actividad eií ;
el cosmos, en los momentos en que el ímpetu se calma y cede el :
puesto a la reflexión para hacer balance, puede constatar: «Aunque uno'
viva setenta años, y el más robusto hasta ochenta, su afán es fatigad
inútil, porque pasan aprisa y vuelan» (Sal 90,10). Esa constatación laj
considera el orante un "adquirir sensatez"; concluye su oración con una;
súplica esperanzada: «Haz prosperar la obra de nuestras manos». ■
Actividad y fatiga es el trato del hombre con su parcela de universo^
que es la tierra. ¿Hasta dónde llegará?, ¿cómo acabará? Puede ser una1'
tierra materna, respetada y fecunda. Puede el hombre someterla con i
violencia, en un abrazo de posesión que destruye, de modo que en
hombre acabe deshecho y la tierra agotada. ^
Hay textos del AT que hablan de una tierra que abre las fauces y de-\-
vora al hombre, en un acto de venganza definitiva. Como abismo Ínsa-|
ciable que se tragara a sus explotadores abusivos: «La tierra que hemoí,
cruzado y explorado es una tierra que devora a sus habitantes» (NniJ
13,32). Es el informe de los exploradores enviados por delante. En£
imagen complementaria enuncia la relación Lv 18,25: «La tierra está;
contaminada: le tomaré cuentas y ella vomitará a sus habitantes». Es;
la naúsea que siente la tierra bajo el hombre que intenta violentarla. Noj
los expulsa matemalmente, para la vida; los expulsa de un terri-torio$
los des-tierra. Y serán hombres sin tierra, condenados a vagar y morir^
como un Caín sin patria: «Aunque cultives la tierra, no te pagará corij
su fecundidad. Andarás errante y perdido por el mundo» (Gn 4,12). «I
¿Será ése el destino del universo por culpa del hombre? Una catás41
trofe ecológica, una contaminación de todo el reino humano, infligid#!
por el mismo hombre. La tierra que Dios ha creado y formado para etl
hombre: al
Is 45,18 Así dice el Señor, creador del cielo...
La tierra se le ha dado a los hombres 299
6. E l homo contemplans
\N o s detenemos para cambiar dirección.
En este momento el hombre se alza y deja de trabajar. Se va a hacer
de n o c h e r a trabajado durante el día "hasta el atardecer"; debería reco
gerse a dormir y descansar: «es inútil que retraséis el descanso» (Sal
127,2). Pero la-noche es bella y serena, y el hombre siente dentro un
impulso ascensional, una fuerza de antigravedad hacia la altura. El que
debía entrar, sale de nuevo, alza los ojos al cielo y descubre millares,
millones de ojos brillantes que parpadean:
Sal 8,4 Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna-# las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre...?
Es otro hombre, más profundé' y erguido que el homo faber. Es el
hombre que sabe mirar y admirar, el hombre que interrumpe su trabajo
productivo y utilitario para contemplar y trascender. Y el cielo remite
al hombre a sí mismo. De nuevo se curva, no sobre la tierra por la fa
tiga corporal, sino sobre sí, volviéndose signo interrogativo. Y for
mula una pregunta que perpetuamente acompañará al hombre: ¿qué es
el hombre? La humanidad capaz de contemplar y trascender repetirá la
pregunta indefinidamente. Y nunca alcanzará la respuesta definitiva.
El que se ha descubierto como interrogante, parece haber descu
bierto a Dios; al menos en su relación con el universo y el hombre:
«El cielo, obra de tus dedos... las estrellas que has creado... el hombre
para que te acuerdes de él». Un Dios manifiesto y escondido, como dice
Is 45,15: «Tú eres un Dios escondido». En la oscuridad, apenas un
resplandor fragmentado en puntos luminosos, la huella de dedos orfe
bres en tantas estrellas preciosas.
El cosmos, en este caso el cielo, manifiesta y esconde. El cosmos,
filtrando un vislumbre, incita al hombre a contemplar y preguntar.
Con su belleza revela; pero es tan bello que, si el hombre no está
atento, puede interponerse entre el hombre y Dios como pantalla pin
300 Teología bíblica
■'iji
La tierra se le ha dado a los hombres 301
O bien aquel otro proverbio: «La sanguijuela tiene dos hijas: ¡Da
me, dame!» (Prov 30,15). Y esta cuaterna refinada:
3 0 ,2 4 Cuatro cosas hay pequeñas en el mundo
más sabias que los sabios:
25 las hormigas, pueblo débil
que reúne de comer en verano;
26 los tejones, pueblo sin fuerza
que hace madriguera en las peñas;
27 las langostas, que no tienen rey
y avanzan todas en formación;
28 las lagartijas, que se cogen con la mano,
pero que entran en el palacio real.
Lecciones menudas de ecología animal. Si el hombre tiene tiempo
y humildad, podrá aprender muchas cosas de su madre y maestra la tie
rra. De hecho, incitado por los peces aprendió a nadar y navegar; envi
dioso de las aves aprendió a volar. El aprendizaje continúa sin pausa.
Job, el maestro, apela al magisterio de los animales:
Pregunta a las bestias, y te instruirán;
a las aves del cielo, y te informarán;
a los reptiles del suelo, y te darán lecciones;
te lo contarán los peces del mar.
Con tantos maestros, ¿quién no sabe
que la mano de Dios lo ha hecho todo? (Job 12,7-9)
Además la tierra coloca delante del hombre un espejo para que se
vea reflejado en ella. Y al verse reflejado, reflexiona. Tantas imágenes
sirven al hombre para que se conozca, quizá para que se reforme. Es
cojo una en la que el hombre siente la tristeza de su tiempo limitado:
Job 14,7 Un árbol tiene esperanza:
aunque lo corten, vuelve a rebrotar
y no deja de echar renuevos;
8 aunque envejezcan sus raíces en tierra
y el tocón esté amortecido entre terrones,
9 al olor del agua reverdece
y echa follaje como planta joven.
10 Pero el varón muere y queda inerte,
¿adónde va el hombre cuando expira?
11 Puede faltar el agua de los lagos
y los ríos quedar secos,
12 pero el hombre que se acuesta no se levanta...
18 Una montaña se inclina y se derrumba,
una roca se mueve de su sitio,
f
302 Teologúa bíblica
2 El nombre L'Aquila viene del latín aqua, por los noventa y nueve manantiales qué
brotan en su contorno. Está situada en la falda de Campo Imperatore, una cumbre do
los Apeninos.
La tierra se le ha dado a los hombres 303
8. El hom o liturgus
Hemos visto al homo faber curvo sobre la tierra, oblicuo entre las
fuerzas horizontal y vertical. También al homo contemplans erguido,
observando y reflexionando. Nos queda el hombre ejecutor de la gran
liturgia cósmica. Es una vocación magnífica: tiene que tomar la crea
ción entera y alzarla ritualmente hacia Dios. El cosmos completa en
ese acto su sentido. El Atlante de la mitología griega sustenta sobre
los hombros la tierra, sola la tierra. El hombre tendrá que tomar en sus
labios el cosmos, todo el cosmos, y alzarlo hacia Dios. Articulando el
universo en mil nombres, lo transforma en alabanza polifónica de
Dios. Cuando el hombre contempla y comprende y alaba, se cierra el
círculo de sentido de la creación.
El libro de la Sabiduría nos da una versión particular, describiendo
al sumo sacerdote Aarón:
1 8 ,2 4 En su ropa talar estaba el mundo entero,
y los nombres ilustres de los patriarcas
en la cuádruple hilera de piedras talladas,
y tu majestad en la diadema de su cabeza.
1. Hacer reverencia
Comienzo con la lectura de dos versos del Deuteronomio, 10,12-
13: «Ahora, Israel, ¿qué es lo que te exige el Señor tu Dios? Que res
petes al Señor tu Dios, que sigas sus caminos y lo ames; que sirvas al
Señor tu Dios con todo el corazón y con toda el alma; que guardes los
preceptos del Señor tu Dios y los mandatos que yo te mando hoy, para
tu bien.» No busco en el texto bíblico un "argumento de Escritura",
pues no intento probar ninguna tesis. Sólo busco la mutua ilumina
ción, escuchando el Deuteronomio como palabra de Dios y leyendo los
Ejercicios como testimonio de un maestro espiritual.
Pues bien, en el texto citado encuentro formalmente el servicio, no
encuentro a la letra la reverencia. Analizando el significado de las pala
bras, de Ignacio y del Deuteronomio, me atrevo a proponer la ecuación
o equivalencia "hacer reverencia = yam'". Hacer reverencia o reverenciar
es una traducción posible y acertada del hebreo YR\
Reverenciar viene del latín revereri, compuesto de vereri. Si el sim
ple significa "temer", el compuesto significa una actitud fundamental
de respeto de una persona a otra. No nos dejemos distraer por las evo
* Publicado en italiano: "U 'Principio e Fondamento' degli Esercizi alia luce dei
Profeti e dei Salmi", Vita C onsacrata 16 (1980) 377-392. Este artículo recoge una
conferencia pronunciada el 20-1-1980 en el Centro Ignaciano de Espiritualidad.
306 Teología bíblica
\
si habéis hecho del dinero o las riquezas un dios vuestro, no podéis es
tar a mi servicio. Somos incompatibles. No se trata del dinero a secas;
mammona es el dinero divinizado o un Dios-dinero. Si Dios Padre no
es señor, tampoco es rey; el devoto del dios dinero no pertenece al
reino de Dios. Ignacio piensa en un contexto pacífico de monoteísmo;
por eso no se le presenta, no se le impone con fuerza el drama. Al
menos por ahora. El AT puede ayudamos a recobrar ese aspecto cuando
meditamos el Principio y fundamento.
5. Rivales de Dios
Los textos que se podrían citar son innumerables. Comienzo con
uno de Ezequiel. Ha sucedido la primera deportación, del rey y la gente
importante. El escarmiento no ha bastado, y el profeta tiene que anun
ciar un segundo castigo más grave, la destrucción de templo y ciudad.
¿Por qué? Porque en el templo de Jerusalén, que Ezequiel contempla en
visión, han instalado un ídolo rival:
8,5 Hijo de Adán, dirige la vista hacia el norte. Dirigí la vista hacia el
norte y vi al norte de la puerta del altar la estatua rival... Añadió el Señor:
Hijo de Adán, ¿no ves lo que están haciendo? Graves abominaciones co
mete aquí la Casa de Israel, para que me aleje de mi santuario.
Eso hacen los que habitan en la capital. ¿Qué hacen entretanto los
deportados? No tienen templo en Babilonia, no pueden instalar un
ídolo. Parecen devotos, van a consultar al profeta. Este responde en
nombre de Dios:
14,4 Esto dice el Señor: Cualquier israelita que se ponga a pensar en
sus ídolos, imaginándose algo que lo hace caer en pecado, cuando acuda al
profeta, yo mismo me encargaré de responderle, de acuerdo con la multitud
de sus ídolos; y así agarraré por dentro a los israelitas que han desertado de
mí por causa de sus ídolos.
Han sustituido los ídolos materiales con ídolos mentales, a quienes
rinden culto en sus corazones. El texto es un paso más hacia la interio
ridad de la vida religiosa; nos enseña en un caso ejemplar el paso del
ídolo material al ídolo mental.
Otro texto muy apto para la meditación, que no voy a comentar
detalladamente aquí, es el capítulo final de Josué (Jos 24). Se trata de
una renovación solemne de la alianza. Catorce veces se pronuncia en el
capítulo el verbo "servir" ( ‘b d ), en boca de Josué y del pueblo. Porque
no basta la decisión de servir a Dios, hace falta añadir el adjetivo
"solo", y excluir expresamente los demás dioses. Josué va conduciendo
312 T eología bíblica
al pueblo hacia la decisión, cada vez en una arista más aguda y ardua.
No quiere hacer las cosas fáciles; al contrario. La respuesta del pueblo
debe ir cargada de la conciencia clara de lo difícil y peligroso del com
promiso. El planteamiento resulta así dramático y el desenlace con
centra en un punto la fuerza acumulada. No me resisto a citar al menos
un fragmento:
18 También nosotros serviremos al Señor: ¡es nuestro Dios! ;
19 Josué dijo al pueblo: No podéis servir al Señor, porque es un Dios
santo, un Dios celoso. No perdonará vuestros delitos ni vuestros pecados.
Si abandonáis al Señor y servís a dioses extranjeros, se volverá contra
vosotros y, después de haberos tratado bien, os maltratará y aniquilará.
21 El pueblo respondió: ¡No! Serviremos al Señor.
22 Josué insistió: Sois testigos contra vosotros mismos de que habéis
elegido servir al Señor. Respondieron: Somos testigos.
23 Pues bien, quitad de en medio los dioses extranjeros que conserváis
y poneos de parte del Señor, Dios de Israel.
24 El pueblo respondió: Serviremos al Señor nuestro D ios y le
obedeceremos.
Hay otros rivales de Dios que ni son de piedra o leño, ni son pura
mente mentales. En el primer libro de Samuel, capítulo 8, el rival del
Señor es un rey humano que los israelitas quieren tener como los de
más pueblos. Samuel intenta disuadirlos: no os hace falta un monarca,'
porque el Señor es vuestro rey. Cuando estáis en peligro o sometidos,
envía su espíritu y suscita un liberador; como hizo con Gedeón o Jefté
o Sansón. El pueblo insiste, quiere a toda costa un rey; y el Señor dice
a Samuel: «No te rechazan a tí, me rechazan a mí». Para Samuel la
alternativa está entre el monarca humano y la soberanía de Dios.
Si en el Principio y fundamento no está enunciado, el tema de la
alternativa recurrirá más adelante: en la meditación de la llamada, con
gran claridad en la de las dos banderas, en el proceso de discernimiento.1
Los Ejercicios son un ejercicio dramático, una elección para servir. :
Un libro reciente puede ofrecer materiales para desarrollar el tema
según las circunstancias o para suministrar modelos traducibles a nue
vas situaciones. Me refiero al libro de J.L. Sicre, Los dioses olvidados
(Madrid 1978). Esos dioses, presentados como ídolos rivales por los
profetas, son el poder político y militar y las riquezas. Y los Uama ol
vidados, porque el hombre moderno ha olvidado que sigue adorando
ídolos, aunque no fabrique imágenes materiales. Idolo es algo hecho
por el hombre, al que confiere poderes y autoridad sobrehumanos y a
quien se somete de corazón. Sicre ha estudiado dos ídolos denunciados
por los profetas. No ha tratado de un tercer ídolo en extremo sutil:
El "Principio y fundam ento" de San Ignacio a la luz de la Biblia 313
8. Gratuidad
Casi como apéndice, añadiré un aspecto a la meditación sobre
reverencia y servicio. Lo haré al filo del Salmo 123, insistiendo en el
aspecto de la gratuidad.
Tomando el adjetivo "farisaico” en sentido técnico, diremos que la es
piritualidad farisaica está fundada en las obras. Servir a Dios con pres
taciones y después pasarle la cuenta; en términos quizá menos ásperos,
mis servicios prestados a Dios me dan derecho a determinada remunera
ción; en cierto modo es hacer a Dios deudor del hombre. Espiritualidad
más egocéntrica que teocéntrica. Dios debe respetar al hombre y hasta
servirle. Si ésta no es actitud de esclavos, lo es de criados.
Pablo contrapone a la religiosidad de esclavitud la de filiación: «No
recibisteis un espíritu que os haga esclavos y os vuelva al temor; reci
bisteis un Espíritu que os hace hijos y que nos permite gritar: ¡Abba!
¡Padre!» (Rom 8,15). En cambio en el citado cap. 6 hablaba de ser es
clavo (doüla, doulbthéntes ) de la honradez y de Dios (6,18.19.22).
¿Podemos ser a la vez esclavos y no esclavos? ¿Es el servicio de Dios
El "Principio y fundamento" de San Ignacio a la luz de la Biblia 317
Introducción
En la Sagrada Escritura, y en particular en el Antiguo Testamento,
no se puede encontrar una doctrina, en sentido de cuerpo sistemático,
orgánico y obligatorio, sobre la obediencia. Lo que el Antiguo Testa
mento nos puede ofrecer son casos, ejemplos para la meditación y para
la reflexión ulterior. El texto bíblico no nos ofrece, ya elaboradas, las
respuestas que buscamos.
Considero útil ofrecer unos apuntes, es decir, unos cuantos textos
selectos con breve comentario, encomendándolos al estudio personal.
Dentro de este programa modesto los casos críticos no serán menos
valiosos, por su carácter provocativo. Buscando respuestas, nos topare
mos con preguntas quizá inesperadas.
1. Obediencia a Dios
Contestó Saúl:
- Dímelo.
S a m u el dijo:
- Aunque te creas pequeño, eres la cabeza de las tribus de Israel, porque
el Señor te ha nombrado rey de Israel. El Señor te envió a esta campaña con
orden de exterminar a esos pecadores amalecitas, combatiendo hasta acabar
con ellos. ¿Por qué no has obedecido al Señor? ¿Por qué has echado mano a
los despojos, haciendo lo que el Señor reprueba?
Saúl replicó:
- Pero ¡si he obedecido al Señor! He hecho la campaña a la que me en
vió, he traído a Agag, rey de Amalee, y he exterminado a los amalecitas. Si
la tropa tomó del botín ovejas y vacas, lo mejor de lo destinado al exter
minio, lo hizo para ofrecérselas en sacrificio al Señor, tu Dios, en Guilgal.
Samuel contestó:
- ¿Quiere el Señor sacrificios y holocaustos o quiere que obedezcan al
S eñ oñ O bedecer vale más que un sacrificio; ser dócil, más que grasa de car
neros. Pecado de adivinos es la rebeldía, crimen de idolatría es la obstina
ción. Por haber rechazado al Señor, el Señor te rechaza como rey.
Entonces Saúl dijo a Samuel:
-H e pecado, he quebrantado el mandato de Dios y tu palabra; tuve miedo
a la tropa y les hice caso. Pero ahora, perdona mi pecado, te lo ruego.
Encontramos en el texto una serie de términos y fórmulas funda
mentales para la obediencia. Ante todo el verbo hebreo sama ‘ = oír,
escuchar; como el latín oboedire (ob-audire ), el alemán ge-horchen. La
obediencia se presta a Dios o al profeta en cuanto mensajero formal de
Dios.
A veces el texto bíblico habla simplemente de escuchar aceptando:
sama ‘ b€qól\ a veces distingue la actitud y la ejecución.
Hay que notar la tensión entre rey y profeta. Dado que Samuel re
conoce a Saúl como rey nombrado por Dios, investido de autoridad re
gia para mandar, debe aceptar que el mandato del rey sea voluntad de
Dios. No es así: Samuel considera la orden del rey como voluntad
puramente humana, opuesta a la voluntad de Dios.
El rey intenta primero negar el hecho: "He cumplido el encargo del
Señor". Samuel replica: "¿Por qué has desobedecido al Señor?". Enton
ces Saúl reconoce el hecho con la fórmula normal de la confesión: "He
pecado, he quebrantado el mandato de Dios y tu palabra". Y añade una
excusa o atenuante del pecado: "Tuve miedo a la tropa y les hice caso".
"Hacer caso" es en hebreo sama' beqól , la misma expresión que signi
fica obedecer. Nosotros usamos el verbo obedecer cuando se trata de un
súbdito respecto a su superior; cuando se invierten los términos, ha
blamos más bien de ceder, plegarse, condescender. El último verbo
322 Teología bíblica
3. Obediencia a no superiores
Para nosotros, la obediencia formal exige autoridad formal: si al
guien me ordena sin autoridad, lo puedo aceptar y ejecutar como suge
rencia, propuesta, recomendación; pero no será obediencia a un man
dato. Ni obedezco al ejecutarlo, ni desobedezco al rehusar.
El Antiguo Testamento, aunque señala casos en que la pretendida au
toridad es falsa (el falso profeta), no distingue con precisión los térmi
nos. La expresión sama ' \fq d l puede referirse también a los hermanos.
328 Teología bíblica
4. Obediencia a inferiores
a) 1 Sm 8
Hemos visto en 1 Sm 15 cuál era el pecado de Saúl: había "obede
cido" a la tropa contra la orden divina del profeta. Cuando se trata de
nombrar un rey, Samuel rehúsa la petición del pueblo, porque sólo el
Señor es rey de su pueblo. Pero Dios, después de denunciar el desacato,
dice a Samuel: "Obedece al pueblo" (s'ma‘ ffqdlam). Podríamos evitar
le verbo "obedecer" y traducir "condescendiente, acepta la propuesta,
hazles caso"; el hebreo no distingue. El caso es agudo por el cambio
rápido que sucede en el proceso: al principio el profeta no quiere y
Dios tampoco quiere, al final Dios accede y el profeta debe obedecer a
Dios, obedeciendo al pueblo.
b) Jos 10,12
Más extraño y admirable es que la fórmula se aplique a Dios res
pecto al hombre. Cuando en la batalla Josué invoca al sol y a la luna y
ambos se detuvieron, el narrador comenta: «Dios obedecía a un hom
bre» (sm ‘ bqwl). Es claro que aquí se trata de analogía, y, con todo, el
hebreo no cambia la terminología.
5. Ejemplos de obediencia
Sugiero un par de ejemplos entre los numerosos que podría sacar
del Antiguo Testamento. Modelo clásico de obediencia a Dios es el de
Abrahán: véanse Gn 22,18 y 26,5. Es interesante el caso de los
recabitas, obedientes a su antepasado en su estilo de vida, Jr 35. Y en
el extremo opuesto se sitúa la resistencia del Faraón al no reconocer la
autoridad del Señor, Éx 5,2.
Cualquiera de los casos que se aduzcan habrá de ser estudiado indi
vidualmente en su contexto. Por ejemplo el contenido de la orden de
Obediencia en el Antiguo Testamento 329
I. Libros
1 . H istoria de la literatura griega y latina (Sal Terrae, Santander 1945,
21949, 31953, 41957, 51960, 61962, 71965).
2. La formación del estilo. Libro del profesor (Sal Terrae, Santander 1947,
21953, 31957, 41962, 51968).
3 . Introducción a la poesía moderna (Sal Terrae, Santander 1948).
4 . Poesía española J900-J950 (Afrodisio Aguado, Madrid 1950).
5 . a) Pedagogía de la comprensión (Juan Flors, Barcelona 1 9 5 4 ,21961).
b) Pedagogía delta comprensione (Trad. de A. Miggiano. Ed. Paoline,
Roma 1968).
6 . a) Viaje al país del Antiguo Testamento (Sal Terrae, Santander 1956).
b) Joum ey through the Bible Lands (Trad. de J. Drury. The Bruce Publi-
shing Co. Milwaukee 1964).
7 . La formación del estilo. Libro del alumno (Sal Terrae, Santander 1958,
21958, 31961, 41963, 51966).
8 . Estética y estilística del ritmo poético (Juan Flors, Barcelona 1959).
9 . a) El hombre de hoy ante la B iblia (Juan Flors, Barcelona 1959,
21964).
b) Problem e der biblischen Forschung in Vergangenheit und Gegenwart
(Trad. de R. Reinhard. Patmos Verlag, Dusseldorf 1961, 21966).
c) Understanding Biblical Research (Trad. de P.J. McCord. Herder and
Herder, Nueva York 1963).
d) L ’uomo di oggi di fron te alia Bibbia (Trad. de M.L. Morando. Pai-
deia, Brescia 1963).
e) Sheng Ching Yen Chiu Chien Chieh (Trad. de Ch'en Chen. Huan
Ming Press, Taipeh 1977).
10. a) Estudios de poética hebrea (Juan Flors, Barcelona 1963).
b) Das A T ais literarisches Kunstwerk (Trad. de K. Bergner. Bachem,
Colonia 1971).
1 1 . L eccionario. Vol I: Domingos y Fiestas. Traducción aprobada por la
Comisión Episcopal de Liturgia de España (Editorial Litúrgica Es
pañola, Barcelona 1965).
336 Bibliografía del autor
(2 2 .1 0 .1 9 6 0 ), 239 (1 2 .1 1 .1 9 6 0 ), 241 (2 6 .1 1 .1 9 6 0 ), 2 4 2
(3.12.1960), 249 (21.1.1961), 252 (11.2.1961), 259 (1.4.1961),
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3 2 . "Genera litteraria prophetica", VD 39 (1961) 185-192.
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3 5. "Teología bíblica y lingüística", Bib 43 (1962) 217-223.
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b) "Sapiential and Covenant Themes in Genesis 2-3", TDig 13 (1965)
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c) "Los temas de la Sabiduría y de la Alianza en Gn 2-3", en Estudios
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3 7 . "Quid scimus hodie de rhythmo poético hebraico?", VD 40 (1962)
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3 8 . "Textos poéticos-. Análisis y traducción. IV", CuBíb 19 (1962) 182-
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4 0 . "Notas de pastoral bíblica", RazFe 166 (1962) 471-480.
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b) "L’Herméneutique á la lumiére du langage et de la littérature", BiVi-
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4 4 . "Scriptures, Scholars, Scandals", Jubilee (Mayo 1963) 16-21.
4 5 . "La Biblia como obra literaria", CuBíb 20 (1963) 131-148.
3 44 Bibliografía del autor
III. Recensiones*
1. "Commentarius Catholicus in S. Scripturam”. Rec. de B. Orchard, E.F.
Sutcliffe, R.C. Fuller, R. Russell y otros, A Catholic Commentary
oti Holy Scripture (Th. Nelson, Londres 1950), en VD 31 (1953)
129s.
2. Rec. de S. del Páramo, Los cuatro Evangelios de Nuestro Señor Jesu
cristo (Sal Terrae, Santander 1952), en VD 31 (1953) 183.
3 . Rec. de Card. Gomá, El Nuevo Salterio del Breviario Romano, 2a ed.
adaptada (Ed. Litúrgica Rafael Casulleras, Barcelona 1950), en VD
32 (1954) I I8s.
4 . Rec. de A. Gil Ulecia, Introducción general a la Sagrada Biblia (AFEBE,
Madrid 1950), en VD 32 (1954) 182s.
5 . Rec. de J. Straubinger, E spiritu alidad B íblica (Plantin, Buenos Aires
1949), en VD 32 (1954) 185.
6 . Rec. de A. Fernández Truyols, Jesucristo. Vida, doctrina, m ilagros
(Obra Cultural, Barcelona 1950), en VD 32 (1954) 185s.
7 . Rec. de F. Asensio, Yahweh y su pueblo (Pontificia Univ. Gregoriana,
Roma 1953), en VD 32 (1954) 241s.
8. "Regalitas divina in Israel". Rec. de J. De Fraine, L ’A spect Religieux
de la R oyauté Israélite (Pontificio Istituto B íblico, Roma 1954),
en VD 32 (1954) 275-279.
9 . Rec. de E J. Young, M y Servants the Prophets (Eerdmans, Michigan
1952), en VD 32 (1954) 316.
10. Rec. de Enchiridion Biblicum (Nápoles 21954), en VD 32 (1954) 358.
11. Rec. de J. Quasten, P atrology. Vol. II: The Ante-Nicene Literature af-
ter Irenaeus (Spectrum Publ., Utrecht/Bruselas 1953), en VD 32
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