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De qué manera se intensifica la violencia

1. Aprendizaje de la violencia: La teoría del aprendizaje social sostiene que la violencia puede
ser aprendida a través de la observación e imitación de modelos violentos en el entorno. Por
ejemplo, si una persona crece en un hogar donde los conflictos se resuelven de forma agresiva,
es más probable que adopte patrones de comportamiento violento.

2. Desensibilización: La exposición frecuente a la violencia, ya sea a través de los medios de


comunicación o de experiencias personales, puede llevar a una disminución de la sensibilidad
emocional hacia ella. Esto puede hacer que se normalice la violencia y se vuelva menos
impactante, lo que aumenta su tolerancia y propensión a ejercerla.

3. Frustración y agresión: Según la teoría de la frustración-agresión, cuando las personas


experimentan obstáculos en la satisfacción de sus necesidades, pueden desencadenar
sentimientos de frustración que pueden manifestarse en forma de agresión. Estos
sentimientos pueden acumularse con el tiempo y llevar a un aumento en la intensidad y
frecuencia de la violencia.

4. Déficits emocionales y habilidades sociales: Las dificultades para expresar y regular las
emociones, así como la falta de habilidades sociales adecuadas, pueden contribuir al aumento
de la violencia. Las personas que no han desarrollado formas saludables de comunicarse y
resolver conflictos tienden a recurrir a la agresión como una forma de respuesta.

5. Factores psicopatológicos: Algunas condiciones psicológicas, como los trastornos


conductuales o la impulsividad, están asociadas con un mayor riesgo de violencia. Estos
trastornos pueden afectar el juicio, la toma de decisiones y la capacidad para controlar los
impulsos, lo que puede facilitar la aparición de comportamientos violentos.

Las fases del ciclo de la violencia de género desde la perspectiva psicológica

El ciclo de la violencia de género desde la perspectiva psicológica consta de tres fases


principales: la fase de tensión, en la que se acumulan pequeñas tensiones y conflictos que
generan agresividad verbal y emocional; le sigue la fase de explosión o episodio violento, en la
que ocurre la agresión física o sexual; finalmente, llega la fase de reconciliación, donde el
agresor muestra arrepentimiento, declara amor y promete cambiar su comportamiento. Este
ciclo se repite de forma cíclica y progresivamente más intensa.

Características psicológicas comunes en las víctimas del ciclo de la violencia de género

Las características psicológicas comunes en las víctimas del ciclo de la violencia de género
incluyen: baja autoestima, sentimientos de culpa y vergüenza, miedo constante, ansiedad,
depresión, aislamiento social, pérdida de confianza en sí mismas, dificultad para tomar
decisiones, dependencia emocional, trastornos de estrés postraumático y pensamientos
suicidas.

Definición del ciclo de la violencia y sus etapas

El ciclo de la violencia es un modelo teórico que describe las diferentes etapas o fases por las
que suele pasar una relación violenta. Estas etapas se repiten y escalan en intensidad a medida
que avanza el ciclo. Es importante tener en cuenta que este ciclo puede aplicarse tanto a la
violencia doméstica como a otras formas de violencia interpersonal.
1. Fase de tensión: En esta etapa, comienzan a acumularse pequeñas tensiones y conflictos en
la relación. Se producen discusiones, críticas y control por parte del agresor hacia la víctima. La
comunicación se vuelve cada vez más difícil y se genera un ambiente de ansiedad y miedo.

2. Fase de explosión: En esta fase, se produce la manifestación de la violencia de forma física,


verbal o emocional. El agresor pierde el control y realiza actos violentos contra la víctima.
Pueden aparecer golpes, agresiones sexuales, insultos y humillaciones. La víctima se encuentra
en un estado de shock y miedo extremo.

3. Fase de luna de miel: Después de la fase de explosión, el agresor muestra arrepentimiento y


se muestra cariñoso y atento hacia la víctima. Puede ofrecer disculpas, regalos o prometer que
no volverá a ocurrir. La víctima, sintiéndose confundida y esperanzada, puede creer que el
agresor ha cambiado y perdonarlo.

4. Fase de calma relativa: Durante esta fase, aparentemente todo vuelve a la normalidad en la
relación. No hay manifestaciones de violencia y la convivencia se vuelve tranquila por un
tiempo. Sin embargo, las tensiones y conflictos van acumulándose nuevamente, preparándose
para otra explosión violenta.

Es importante destacar que este ciclo puede repetirse de forma cíclica y cada vez con mayor
intensidad y peligrosidad. Reconocer este patrón es fundamental para poder romper el ciclo
de violencia y buscar ayuda profesional.

Para prevenir y romper el ciclo de la violencia, es fundamental brindar información y


educación sobre el tema. La conciencia y comprensión de las señales de violencia son clave
para detectar situaciones de riesgo.

Las cicatrices de la crueldad mental pueden ser tan profundas y duraderas como las heridas de
puñetazos o bofetadas, pero a menudo no son tan obvias. Lundy Bancroft, ¿por qué hace eso?
Dentro de las mentes de hombres enojados y controladores (2002)

Caracteristicas de hombres que golpean

Sentirse con derecho a: Un hombre que golpea se considera con derecho a un estatus especial
dentro de la familia, con el derecho a usar la violencia cuando lo estima necesario.[6] Esta
perspectiva de sentir que tiene derecho a, puede conducirlo a comportarse en forma egoísta y
centrada en sí mismo. Por ejemplo, puede tener un acceso de ira o de violencia cuando siente
que su pareja le presta más atención a los niños que a él. En ese clima, es difícil para los niños
satisfacer sus necesidades y se tornan vulnerables a la reversión de los roles, cuando se les
hace sentir responsables de tener que cuidar al padre golpeador. En la informe dice que Flavia
es una niña demandante de atención.

Posesividad: Se ha observado que los hombres golpeadores consideran con frecuencia a sus
parejas como objetos de su propiedad.[7] Algunas veces este punto de vista puede extenderse
a los niños, dando cuenta en parte de los dramáticamente elevados índices de abuso físico[8] y
sexual[9] de los niños perpetrados por los golpeadores, y por el hecho de que estos hombres
piden la custodia de sus hijos con más frecuencia de lo que lo hacen los padres no
golpeadores.[10]

Otras características que pueden tener un impacto importante en los niños incluyen
manipulación, negación y minimización del abuso, golpes en relaciones múltiples, y resistencia
al cambio.

La influencia del apaleamiento en el paternaje

Las características discutidas influyen el paternaje de los hombres que golpean y tienen un
impacto negativo en los niños por:

crear modelos de rol que perpetúan la violencia

minar la autoridad de la madre

tomar represalias contra la madre por sus esfuerzos para proteger a los hijos

generar divisiones dentro de la familia

usar a los hijos como armas en contra de la madre


Sobre la primera conclusión

En la situación actual, la niña no solo ha sido testigo de trato hostil por parte de la pareja de su
madre, sino que ha sido directamente víctima de este maltrato. El hecho de que no haya
dejado marcas físicas evidentes no debe minimizar la gravedad de la situación ni ofrecer un
falso consuelo. Más bien, es una señal alarmante de que la violencia está presente y puede
intensificarse, llevando a consecuencias cada vez más perjudiciales.

La intensificación de la violencia es una amenaza inminente que la niña enfrenta cada día. Al
ser el blanco directo de la hostilidad, su vulnerabilidad es extrema. La violencia no se limita a
manifestaciones verbales; tiende a crecer y escalar en brutalidad con el tiempo, poniendo en
peligro la seguridad física y emocional de la niña. Walker, L. E. (1979)

El aprendizaje de la violencia adquiere una dimensión aún más siniestra cuando la víctima es
una niña. La normalización de comportamientos abusivos puede dejar cicatrices psicológicas
profundas y crear un patrón destructivo que perdure en su vida adulta, reproduciendo un ciclo
de violencia que afecta su bienestar a largo plazo.

La teoría de la frustración-agresión de Dollard, J., & Miller, N. E. (1939) toma un giro aterrador
cuando se aplica a una niña que experimenta hostilidad directa. Las acumulaciones de
frustración y tensión pueden convertirse en actos violentos más graves, dejando a la niña
atrapada en un entorno tóxico que amenaza su desarrollo emocional y psicológico.

Es fundamental comprender que las fases del ciclo de la violencia no son simplemente
predicciones teóricas; son advertencias de una escalada constante en la brutalidad. Desde la
tensión hasta la explosión y la reconciliación, cada ciclo tiende a ser más intenso, lo que
sugiere que la niña enfrenta un riesgo creciente de violencia más severa.

Las descripciones de Bancroft, L. (2002) sobre las características de los hombres que golpean
revelan un panorama oscuro y peligroso, especialmente cuando se trata de la posesividad y
consideración de la pareja, y en este caso, de la niña, como propiedad. Esto no solo amenaza la
seguridad emocional y física de la niña, sino que establece un patrón alarmante de abuso que
puede repetirse en su vida adulta.

Asimismo, Erickson, J., y Henderson, A. (1998) los golpeadores también pueden crear o
alimentar deliberadamente las tensiones familiares. Esta táctica manipuladora contribuye a un
clima de miedo y ansiedad, afectando directamente la salud mental de la niña y perpetuando
un ciclo de abuso.

En resumen, la situación de la niña no es solo preocupante, es una emergencia. La exposición


continua a la violencia directa no solo la pone en riesgo inmediato, sino que plantea una
amenaza seria para su futuro bienestar. La intervención urgente y efectiva es imperativa antes
de que la violencia evolucione hacia consecuencias aún más devastadoras. Ignorar esta
realidad es poner en peligro la seguridad y el desarrollo de una niña inocente.
Erickson, J., y Henderson, A. (1998). Diverging realities: Abused women and their children. En J.
Campbell (Ed.), Empowering survivors of abuse: Health care for battered women and their
children (pp. 138-155). Thousand Oaks, CA: Sage.

Bancroft, L. (2002) “El golpeador como padre”

Dollard, J., & Miller, N. E. (1939). Frustration and Aggression. [Infrustration and Aggression].
New Haven, CT: Yale University Press.

Walker, L. E. (1979). The Battered Woman. [La mujer maltratada]. Nueva York, NY: Harper &
Row.

PSICOLOGA: ¿Cuéntame con quien vives?

EXAMINADA: “…vivo con mi mama y también con mi papa”

PSICOLOGA: ¿Entiendo, dime quien es la persona que esta a tu costado?

EXAMINADA: “…Es mi papa…”

PSICOLOGA: Muy bien, con el vives?


EXAMINADA: “…si, me viene a recoger, y de ahí me lleva con mi mama…”

PSICOLOGA: Cuéntame Flavia algo ha pasado?

EXAMINADA: “…El Andy me hizo asì aquí (señala cara), y me puse a llorar, no me gusto, me
puse a llorar…”

PSICOLOGA: ¿Quién es el Andy?

EXAMINADA: “…es el amigo de mi mama…”

PSICOLOGA: ¿Tu vives con el?

EXAMINADA: No, viene a la casa y esta con mi mama y ahí me hizo asi…”

PSICOLOGA: Flavia ¿Cuándo Andy hizo eso tu mama estaba ahí?

EXAMINADA: “…Si…”

PSICOLOGA: ¿Y recuerdas que hizo mama?

EXAMINADA: Mi mama me dijo que le iba a pegar con sincho…”

PSICOLOGA: ¿Flavia algo más ha pasado?

EXAMINADA: “..No solo no quiero estar con Andy…”

Durante la entrevista y proceso de evaluacion se muestra comunicativa, responde


adecuadamente a las pereguntas que se le formulan

Clinicamente se aprecia un desenvolvimiento que le ubica en un nivel normal promedio, según


lo esperado para su edad cronológica, su atención y concentración se encuentran levemente
disminuidas por situación emocional.

Relara que madre ha establecido relación amical con persona varón adulta con quien menor
mantiene relación eventual, y describe rechazo hacia el y lo responsabiliza del evento estresor.

Discusion forense: Menor que menciona haber vivenciado evento reciente de trato hostil
mediante manazo en el rostro identificando a amigo de su madre llamado Andy.

En la exploración del evento estresor la menor examinada evidencia tensión emocional leve al
momento de describir hechos en materia de investigación y expresa su necesidad de
vincularse solo con sus progenitores como una forma de protección, seguridad y cuidado.

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