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ischer KulturbesiLleve una Kodak consigo
‘Todas las Kodaks son Autogniicas
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PreuBischer KulturbesitzPara evitar inte
rronejones en la
Fecepeion, eonviene
Temitir Ta renovac
fién de les subs
eripeiones sin do-
mora. Hl importe
de. las’ sabseripelo-
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URUGUAY. — A. 8. Avan:
que tiene Ia demo-
cracia en nuestro pais son Jos
escrutinios — dijo una vez don
Manuel Laines én la redaccién
de su diario. — Aqui me tiene,
sin poder lanzar a la calle la tereera, porque tengo
‘que aguardar los primeros resultados del eserutinio.”
Y despues se le oy6 rezongar en su despacho: “;No
era ya bastante con las extracciones de la Loteria
Nacional... y de todas las loterfas?. ..”
Y uhora estamos en periodo de escrutinios, Nos
xpartamos para no tropezar con el eserutinio de San-
ta Fe, y trope: n el de la provincia de Buenos
Aires’ ¥ el de la capital, que fueron mucho mas yo-
Juminosos y zvaves, Los esevutinios nos acechan por
tadas partes.
Leemos en el “Scientific American” (edicién espa-
fola, porque el inglés mo lo entendemos), que en la
Republiea de Liberia, estado del Africa (y por cierto
que pais sumamente insalubre), fimdado cien anos
ba por los negros libertos de los Estados Unidos, y
que al parecer existe todavia, leemos alli, decimos,
en ese pais los eserutinios, y. eso que gon escru-
Unios de negros, se practican ¢n breves momentos.
En lugar de boletas, se emplean fichas (lo cual es
buena precauciin para los electores analfabetos) ,
de diferentes formas y colores, pero todas del mismo
peso. La ficha roja y eireular de los rojos pesa le
mismo que la ficha oblonga y verde de los verdes, y
ambas, lo mismo que la ficha cuadrada y negra de
* negros ola triangular y blanea, de los blaneos.
ues en Liberia hay también un partido blanco, cons-
(itaido por la minoria mulata.
Cada comicio tiene una urna con aberturas para
cada fieha, Por Ja abertura triangular no puede pasar
ia ficha circular, ni viceversa, La ficha que no quiere
pasar por su natural abertura, queda forzosamente
afuera,
El elector te muestra las manos bien abiertas al
presidente del comicio, No trae nada en ellas, y ade-
mas, estan limpias, “Meta la mano en el eajén de las
ichas; sague la que quiera, y vuelva a tapar el ca-
fol elector no puede sacar mas que una ficha,
porque el cajén esté sobre una balanza muy sensible,
y el presidente tiene el ojo en el fiel, Si saca mas de
una, se conoee por la diferencia de peso. Después, el
elector va a la urna y vota. Como la mano queda
protegida por una mampara de pequelia pero sufi-
giente: elevacién, no se ve por cual abertura ha me-
‘ido. (Voto seereto.)
Clanstrase el comicio, Van las urnas a lo que alld
aman el Electoral Office, Alli hay una balanza; un
cajén rojo para las fichas circulares rojas, otro verde
pura las oblongas verdes, etc. Al sufragarse, cada
fieha ha eaido también én una eajita especial, Se
roja.el contenido de estas eajitas en aquellos cajo-
ésanse los eajones en Ia Blectoral Balance (Ba-
janza electoral), y en un instante hemos hecho el
crutinio. BE] partido circular rojo gan por tres
kflogramos y 850 gramos, igual 2 67 votos (pues cada
Sicha pesa 50 gramos). t
Sencillo y prdctico, dice el “Scientific American’;
v muy ingenioso, para ser cosa de negros.
Lo Pror pe ia
DemMocRAciA
i Esas agencias norteamerica-
No 10 Carits, | fast. ‘Las de noticias, que-
SENORAS,| remos decir, ;Habéis visto lo
No vo Creats | gue ae haceros creer?
ina dama de Leipzig se pre-
__senta en un “restaurant”. Va
enyuelta en un abrigo de pieles. Se quita el abrigo
wnte un espejo..; y ante todo el mundo. Y sucede
sue madame no Yeva debajo del abrigo sino Ia del-
sda camisa. ;Pataplum!, madame se desmaya. La
mpresion moral ha sido terrible. Tienen que levar-
'4 2 una cliniea, Se desespera de salvarla,
Pero no lo ereiis, sehioras, no lo credis. Infundios,
Paparruchas. Invencién de vuestros maridos. Ataque
solapado a vuestras modas. ;Quieren vestiros, seno-
ras, quieren vestiros! Quieren haceros ereer que vues-
sv08 vestidos de “soirée” no son vestidos. Quieren ha-
eros eveer que son desnudos, Quieren convenceres
Je que no-se diferencian en nada de vuestra eamisa,
Porque, zeubéis edmo dicen que Tue aquelto de la da-
ma de Leipzig? Dieen que fué una distraeeién, La
sama ne habia advertide que iba en camisa, {Tan
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Preuischer Kulturbesitz
FUNDADA EN 1904 POR ALBERTO M. HAYNES Plaza Independencia, ¥24, Monterideo
Ri ee Si ghrcctiba alegsdticas: emeapahe PARAGUAY, — E.G. PLagw
U. Telet., 62, Mitre, 8704 y 9560 — Di telegrafica: “Senyah ina ain Anieeaa
Num. 756
Buenos Aires, H de abril de 1924
poco ec
dos de
vaba sé misa! Y sfiaden que se desmayo. {Que
sé desmayé! ;Que deberiais desmayaros al yeros en
el espejo en vestido de “soirée”! Porque es tan poca
cosa, que ni vorotras mismas sabéis si Hevais algo
encima o si no levais nada. A tal punto que, a la
menor distraccién, os ponéis el abrigo encima de la
camisa, creyendo que ya os habéis puesto el vestido.
Pero no jo eredis, senoras, no lo creais. (Os dicen
que una dama de ‘Leipzig, etestera, y tal?... a¥
que al verse en el espejo desmayo? ; Bah, bah!
‘oned que fuera verdad la distraccion de esa ‘dama.
Demasiado sabéis lo que hubiera ocurride. Nadie se
bubi desmayado. Al contrarie, un grito de admi-
racién. ;Una nueva moda, seoras! Y si al dia si-
guiente hubieseis ido al mismo “restaurant”, hubie-
rais visto todo lo mas costoso y rico que hay en
Leipzig: en materia de camisas de seiiora.
tarian en el vestido de una dama los vesti-
ue ella no habia advertido que Me-
408 acordais del ex ministro
Mare6? No podéis haberlo ol-
vidado, puesto que fué inmor-
talizade con un banquete. Pe-
ro_os diremos qué es lo que
hos trae a la memoria el nombre del doctor Mares.
Tratase del caso de la seforita Sara Fabregat. Lo
habéis leido en los diavios? Sin embargo, sois eapa-
ces de haber leido las noticias de policia. Os refe-
riremos, pues, el caso. La senorita Sara Fabregat
ingreso en 1920 en la Academia Nacional de Bellas
Artes. Es interesante saber por qué: Se habia reci-
bido de profesora de labores; entre las materias que
habia estudiado figuraba el dibujo; queria perfec
eionarse en él. En los cursos de la Academia de Be-
las Artes figuran la anatomia y la historia del arte.
— Profundizaré estas materias en la Universidad —
se dijo la sefiorita Fabregat. Le hicieron notar que
deberia pasar el. bachillerato, — Pasaré el bachille-
rato — respondio. El 15 de marzo de 1923 habia
dado ya el primer término: ciencias biolégicas, En-
tonces aparecié un decreto del ministro Marcé...
jsuprimiendo los términos! Habia que dar aio por
ano. Vosotros diréis que el deereto no rezaria ¢
Jos que habian empezado a rendir examen por ta
minos, y que, por lo tanto, la seforita Fabregat:
Pero estais equivocados. Tuyo que dar ano por_aio.
Pero, veis, no ha transcurrido mds que un aio.
iy ya los ha dado! Prueba de que el doctor Mared
no tenia razén. 3
Decidnos ahora: gNo og parece que la senorita Fa-
bregat hubiera estado mejor que el doctor Mareé en
el ministerio de Instruccién Publica? ;5i? Pues tened
‘por seguro que la sefiorita Fabregat no seria de los
jue se obstinan en interceptar los estudios secun-
darion Y superiores precisamente a los que con mas
mor los seguirian, Tened Ia seguridad de que ella
ho querria suprimir el examen por términos ni el
bachillerato nocturno. Tened por seguro que ella di-
via; “Dejad abierta la puerta a los que habiendo
equivocado un dia, su Yeeacion, luego se han encon-
trado x si mismos.””
rivilegio de presenciar, en é1
RECORDANDO AL.
Doeror Marci
Una concurrencia, tan nume-
‘rosa como ealificada, ha teni-
do, este domingo ultimo, ei
La Pericuca
pe. CANCER
tin, Ja exhibicion. en
privado, de Ja pelicula sobre la historia, enfermedad
y_curacién del cancer, costeada por 1x benemeérita
Higa Argentina de lucha contra e} cancer.
cinta — admirabtemente filmada por los seno-
yes Martinez y Gunehe — vulgariza, en una forma
esantisima, todo lo que Ia eiencia sabe hoy so-
bre la terrible enfermedad, y-sorprende al expeetador
con la revelacién — tal es La palabra — de que existe
aqui, en Buenos Aires, un Instituto de Medicina Ex-
Tirade del namero anterior de EL HOGAR:
110.110 ejemplares
Gomentarios de -Actualidad
perimental que ba sido el asvinbro de euantos fom-
bres de estudio europeos nos han visitade. I) publico
que presencié la exhibieion, ademas de la impresion
causada por el tema mismo, comentaba con justifica
do orgullo que obras cienti tales como las «iu
presenciaba, se pudieran hacer aqui, en la Argenti
na, con tanto a mas conocimienta y perfeceion que en
Jos grandes eentros extranjeros
WaR etocion dela concurrencja desbordé
al aparecer en Ja pantalla In inolvidable silneta de
la seora Helena L. de Roffo, que fué ei) alma del
instituto y Ja colaboradora inteligente ‘e infatigable
del doctor Angel -H. Roffo. De pie, el publico, prodiga
una entusiasta salva de aplausos & aquella dama,
pejo de virtudes superiores, que ojala sca €) simpole
de la nueva mujer argentina.
En orasion de se puiblicamente este miatavi-
Hloso film, nos ocupa: aceren de’ él con
la atencién que merece.
Pareee que en‘ el reciente Con-
greso de. Génova, al ponerse
en diseusién la base naval que
debfa corresponder: a ¢x¢
i los paises afiliados a
ga de las Naciones, los representantes del Brasil se
manejaron em tal forma que obtuvieron para cu Re-
publica el derecho a poser Unidades de gueria’ has
ta el limite de ochenta mil toneladas. Parece tambien
que, aceptando el criteria qué inspiré esa rese-
Iucién, y que no es otro que el consabido deta ex-
tensidn de las costas, la Republica Argentina svlo
podria aleanzar un méximo de eineuenta y cinco mil
toneladas, duedando, desde luego, en una situacion
de inferioridad con respecto a su heroieo, pomposo y
falgurante vecino.
Como.se ve, la diplomacia brasilefia -hy triunfado
una vez mas kobre Ja ineansable indoleneia axgenti-
na. Mientras aqui nos ocupamos de las quinielas y
de si triunfaré o no el doctor Irigoyen, alli, en el
Brasil, se ocupan de asuntos mas importantes y subs
tanciosos. Tanto es asi, que, amén de las ocherita mil
toneladas, han eonsegnido del Sumo Pontifiee un
nombramiento de eardenal a favor de un prelado ca
rieea, cuando nosotros no tenemos ni siquiera un mal
arzobispo.
A nosotros, particularmente, ni el cardensl ui el
azzobispo nos quitan el suelio; pero no asi Ie cues.
tin de las toneladas, porque en ella podria muy bien
estar implieita nuestra saivacion en Ja tierra, tan im-
Pportante como nuestra felicidad en el Paraiso,
JOcHENTA Mu.
TonELapas!
=r] La Gontaduria General dela
Dos DrscU-| Nacion, esto es, los eminentes
BRIMIEN TOS | financistas que Ia constituyen,
SENSACIONALES: aeaba de efeetuar dox de los
descubrimientos mis formida-
i bles de que se tenga noticia en
la historia del género humano. La Contaduria Gene
yal, selioras y sefores, s¢ ha dirigido por nota al
ministro de Hacienda y le ha dicho que es indispen-
sable, que es absolutamente indispensable, equilibrar
el presupuesio de Ia Republicn. Y le ha dicho algo
mas todavia: que los déficits presupuestarios se de
ben, en gran parte, a la ejecucion de gastos por cuen-
ta de créditos transferidos de un alto a otre y que
€s preciso que los fondos destinados para 1924 sean
cubiertos con los recursos de 1924,
apie aint los hallaagos. de Ia ‘Contaduria, General!
ie ai a] uave de Colon! Bordue, en rigor. de. wer-
lad, a nadie se le habia ocurrido que es conveniente
atendes al equilibrio del, presupuesto, v que tuna de
las causas del deficit reside en eso de hacer los gas-
tos de un ano con recursos que no corresponden a
su ejercicio. Era necesario que 1a Contadyria lo
clarase para que todos nog enterasemos de una cosa
que, siendo tan sencilla, habe permanecido, oculta
Aten siglos y siglos en Jas profundidades del mis-
ero. i
slave es que Ia nevedad expresada por la Conta-
duria se parece mucho a cierta frase de un politico
lustre, y que dice asi: ¢ ‘
“Cuando un frances abandona las fronteras de
Francia, es evidente que se encuentra en territorio
extranjero.” 5
http://resolver.iai.spk-berlin.de/IAIOO0053C 1002D0000Rogar Abt tt ders
Las aventuras de don Pancho Talero
por LANTERL
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Muctracones de José Contreras
‘ripen wna mila. tigers
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Desde la platea
“Rosa Roja” en el Marconi
« NICOLAS CORONADO
sn ean Tee
Satan bait at ok
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PreuBischer KulturbesitzNouestra Senora Santa Maria de los Buenos Aires
Por
VR'QUE RICHARD LAVALLE
eAbril 11 de 1924
N la Laguna de los
| Padres comienza
aquella cadena cu-
yo filtima cabo es
la Sierra Azul de
Tapalqué, segiin nos dijo
nuestro guia,
Las cinco sierras que ro-
dean el Tandil son conoci-
das por los nombre de Tan-
dileofG, Sierra de las Ani-
mas, Sicrra del Cementerio,
Sierra de la Piedra Move-
diza y Sierra de los Leones.
Cuenta una supersticiosa
tradieién que en la Sierra
de las Animas existe un_po-
zo que comunica con el Pur-
gatorio. Un distinguido via-
jero, el seior Martin de
Jas dguilas se levantan pe-
sadamente, exhalando gri-
tos de dolor.
Observando Ia piedra mo-
vediza desde esta meseta,
presenta por cada uno de
sus lados una figura dife-
rente. El frente del norte se
asemeja en configuracién a
los grandes pianosdeErard;
el del sud ¢s un pentégono
irregular; los del este y
oeste tienen la forma de un
econo mal dibujado.
El ingeniero Moog estu-
ais este asombroso monue
mento. Al efecto subié so-
bre la misma piedra, la mie
di6_y dibujé prolijament
De este estudio resulta
Moussy, ha dedieado en su
descripeién de la Repiblica
Argentina algunas palabras al Tandil, que
seram mas elocuentes que esta descripcién.
Los alrededores del ‘Tandil—dice—son
muy pintorescos. Una de sus colinas mas
cereanas presenta el fenémeno curioso, pe-
ro muy conocido en Europa, de una piedra
moyediza, Es una gruesa roca triangular
que forma el coronamiento de una aglo-
meracion de gneiss.
"Esta piedra gigantesca se halla en equilibrio so-
bre el pedestal monolitico que la soporta, por un pe-
dieulo estrecho y redondeado que se adapta en una
especie de mueses natural que deja entre la piedra
y su sostén un espacio vacio. El simple esfuerzo de
un hombre robusto basta para poner en movimiento
esta masa enorme, cuya inclinacién hace mas curio-
so el fendmeno. i
” Cavando pozos de diez metros de profundidad se
han sacado fragmentos de huesos fésiles en tan mal
estado que han sido’ imposible clasificarlos.
Las rocas de las Sierras son muy compactas y
estén eubiertas de liquenes, Se encuentran en ella
gneiss, mica-chistes, granito, cuarzo, y, en algunes
lugares, piedvas areniseas. El calizo no se encuentra
sino en las ondulaciones que parten del pie de las
colinas y munea en las cumbres de éstas.”
Al pie de las sicrras hay yeso, aguas ferruginosas,
vetas de cobre, y en un lugar desconocido, se dice
que un pasajero reeogié un dia un pedazo de un mi-
neral que, examinado cientificamente, produjo una
pequena cantidad de oro. *
:
AS sierras nos Maman... Un guia y un carrua-
je nos esperan... En mareha.
Ahi ostén asentados sobre alfombras de remero y
margaritas, con las plantas guarnecidas por los pena-
chos blancos de las cortuderas, vestidos con 1a yerba
de la piedra, buseada como medicina por el campesino,
y como tinta para sus tejidos por el salvaje, eon las
sienes adornadas con flores del aire 0 cenidas con
eaetus rojos, contemplandose en la transparente co-
rriente de los arroyos, que murmura al deslizarse en-
tre festones de berros.
La piedra movediza esta abi, también, balancedn.
dose sobre el abismo.
Bajando los ojos del monumento, la vista se encuen-
tra con las fierras aradas que rodean la base de la
colina y que se extienden como un gran pafio negro.
Volviendo los ojos a la izquicrda del camino, tro-
piezan con grandes piedras que recuerdan los délme-
nes druidieos, eubiertos con Ia verbena sagrada y sal-
pieados con la sangre de Norma.
Entre aquellos grupos informes se levanta una ea-
sitay * -
Los arboles y las plantas de su jardin, las gallinas
y las palomas, que comen los granos de maiz que su
dueno les arroja, parecen objetos parasitos udheridos
a las rocas por un capricho de la Naturaleza,
Las piedras sueltas que cubren el camino, entre las
cuales saltan Jas perdices sorprendidas por el ruido
Péginas viejas
La piedra movediza
SANTIAGO ESTRADA
@
de nuestro carruaje, interceptan el paso, por cuya
razon es necesario dejar el coche a algunas cuadras
de Jas sierras.
Una ver, sueitos los caballos para que deseansen co-
miendo Ja hierba y bebiendo el agua de los manantia-
les, emprendemos la marcha guiados por el cicerone,
que eamina delante de nosotros con una escopeta al
hombro.
Ya estamos a pocos pasos de la sierra que vamos
a escalar.
Sobre la piedra moyediza se posan dos 4guilas, que
tienen un enemigo en nuestro
Después de algunos minutos de camino nos detu-
yimos y volvimos el rostro « la poblacion que aca-
babamos de abandonar,
Cada una de sus casas parece una piedra blanquea-
da, menor que cualquiera de las que tenemos a nues-
tro lado.
Aquelles puntos blancos presentan un efecto cu-
rioso cuando se les ve agrupados como las particulas
de un gran mosaico, desde Ias piedras de las alturas,
heridas por el rayo, humedecidas por el agua que des-
tilan, 0 tefidas eon los jugos de las pardsitas que
las visten.
‘A la espalda tenemos un pueblo adherido a las co-
linas; aqui, a nuestro lado, moles inmensas; al fren-
te, oleadas de granito de facil acceso; alli, grutas
abiertas en el cuerpo de la sierra; mas alla nichos
formados por 1a separacién de dos piedras, euya en-
trada guardan plantas de cactus o grupos de pena-
chos blancos.
Avanzando algunos pasos encontramos a Ja dere-
cha del desfiladero piedras blancas, redondas, calvas,
que parecen cubiertas de cerebros gigantescos; a la
izquierda piedras céncavas semejantes a la coneha
del cliptodén mirada por dentro; a nuestro frente, y
sirviéndonos de escalones, fragmentos de roeas que
parecen huesos de seres antediluvianos.
‘Bh estos huecos, en estas grutas, en estos nichos,
penetra la palabra del hombre, cuyo eco, que estre-
mece el agua del oculto manantial, se confunde con
los murmullos dé! viento, formando un ruido miste-
rioso que, atrayesando una y otra Toca, va a esea-
parse por alguna hendedura de la sierra, a una larga
distancia del lugar de que parti.
Las dguilas no se mueven de la piedra movediza,
porque no se dan euenta de que el hombre pueda
perseguirlas en su elevado asilo.
‘Nuestro guia, que eseala como ellas las roeas, apre-
sura sus pasos, llega a una meseta, hace pie, prepara
su escopeta, y cuando los ecos repiten el ruido del
arma disparada sobre las aves, cus plumas vuelan y
Por
que oscila sesenta yeces por
21 minuto y que su centro de
gravedad mide un metro.
El sefior Moussy dice que la piedra mo-
vediza mide cuatro metros de ancho y eine
co de largo. Niel huracdn ni el rayo han
podido quebrantar Ja ley de equilibrio
la sustenta sobre el tiltimo plano inclin
do de la Sierra a que ha dado nombre.
‘Un eacique de Rosas, obedeciendo al
instinto de su sefior, que pretendia no
dejar piedra sobre piedra, intenté violar aquella ley
y llevar al cabo lo que no hablan podido realizar ni
e] huraedn ni el rayo, Cuentan las crénicas del Tan-
dil que el vandalo enlazé la piedra eon gruesas poleas,
a las cuales até treinta yuntas de bueyes. La picana
ensangrent6 a loa inocentes cémplices de aquel acto
de barbarie; los pobres animales bregaron, pero, gra-
cians a Dios, no se realiz6 el deseo del buen federal, y
hela ab{ como una gran masa lanzada desde el cielo y
dctenida sobre el precipicio, a cuyo borde se balancea
y euya extension parece medir desde la altura. Hela
ahi como el asiento desde el cual el genio de las bo-
rraseas dirige Ia tormenta, lanza sus rayos y habla &
la tierra conmovida. [i
Sigamos aseendiendo. Bl camino que conduce hasts
el pie del coloso se hace mas penoso a cada paso. Grue-
sas gotas de sudor caen de nuestra frente,
He ahi una cueva que es la sepultura de los ani-
males que caen en ella y que seria del pasajero que
#e desviara'una linea de la senda... Un eefuerzo més.
‘Aqui es necesario deslizarse por entre dos piedras
como una culebra que va a abandonar su vieja picl;
allies necesarfo saltar como un cabritillo; mas alla
es preciso ascender apoyandose en los dedos como un
gato que escala un muro.
Un esfuerzo mas ¥ nos encontramos a doscientos
quince pies sobre el nivel del mar, de pie en la me-
seta en que deseansa el giganteseo acrobata de pie-
dra, que, agradecido a la admiracién que le profesa>
mos y décil a nuestra voluntad, comenzé a ejecutar
su prueba de equilibrio apenas lo tocamos con nues-
tra mano de pigmeo. ae
Luego que lo examinamos minueiosamente, bebi-
mos una botella de vino de Italia y brindamos en si
Vigencia y Sentido de Las Practicas Musicales Tradicionales en La Actualidad - El Caso de La Baguala y La Vidalita Andina en San Blas de Los Sauces - La Rioja