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El documento habla sobre la salvación que Dios ofrece a los pecadores a través de Jesucristo. Discute que la salvación está de acuerdo con el plan soberano de Dios y que Él designó a Jesús como el único medio para salvar a la humanidad. También menciona que Dios desea que todos sean salvos y que fue fiel en enviar predicadores para anunciar el evangelio de salvación.
El documento habla sobre la salvación que Dios ofrece a los pecadores a través de Jesucristo. Discute que la salvación está de acuerdo con el plan soberano de Dios y que Él designó a Jesús como el único medio para salvar a la humanidad. También menciona que Dios desea que todos sean salvos y que fue fiel en enviar predicadores para anunciar el evangelio de salvación.
El documento habla sobre la salvación que Dios ofrece a los pecadores a través de Jesucristo. Discute que la salvación está de acuerdo con el plan soberano de Dios y que Él designó a Jesús como el único medio para salvar a la humanidad. También menciona que Dios desea que todos sean salvos y que fue fiel en enviar predicadores para anunciar el evangelio de salvación.
condenación a todos los que confían en Él y creen su Palabra (Mt. 11:28-30; Lc. 19:10; Jn. 1:12-13,29; 3:14-17; Hch. 10:43; Ef. 1:7; 1 Ts. 5:9; 2 Ti. 1:9; He. 7:25; Stg. 1:18). El apóstol Pablo escribió: “Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro. 5:8). Dios no solamente ama a los pecadores, sino que solo Él puede salvarlos, porque “la salvación es de Jehová” (Sal. 3:8). Además, Dios desea salvar a los pecadores; Él “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Ti. 2:4). Por sobre todo, la salvación está de acuerdo con el plan y el propósito soberanos de Dios (Ro. 8:28-30; 2 Ts. 2:13-14; Ap. 13:8). Pablo recordó a Timoteo que Dios “nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos” (2 Ti. 1:9). Esa declaración también indica que Dios designó que su Hijo fuera el medio de salvación (cp. 2:6; Is. 53:6, 10; Mt. 20:18-19; Jn. 1:17; Hch. 2:22-24; 13:23-32). Pablo declaró anteriormente a los creyentes en Roma: “No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Ro. 1:16). Y Dios fue fiel para ordenar predicadores que anunciaran que la obra de Jesucristo es el único medio de rescatar pecadores (cp. Hch. 13:1-3; Ro. 10:14-17; 1 Co. 1:21-25). Como vimos en el capítulo anterior de esta obra, Pedro observó el gozo de la iglesia en el glorioso regalo de la salvación (1:6-9). Por adversas que sean sus circunstancias, los cristianos nunca deben dejar de regocijarse por la grandeza de su salvación: “Cantad a Jehová, bendecid su nombre; anunciad de día en día su salvación” (Sal. 96:2; cp. Sal. 9:14; 21:1; 40:16; 71:23; 1 Cr. 16:23; Is. 25:9; 35:10; 1 Co. 6:20; 1 Ts. 5:16; Ap. 5:9). El tema de Pedro en el capítulo inicial de esta carta es la bendición o grandeza de la salvación. Aquí la examina desde el punto de vista de cuatro agentes divinos que estuvieron involucrados con el mensaje de salvación: los profetas del Antiguo Testamento que la estudiaron, el Espíritu Santo que la inspiró, los apóstoles del Nuevo Testamento que la predicaron, y los ángeles que la examinaron.