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Cuentan que hace mucho tiempo, un visitante llegó a un pueblo muy especial. Lo
que hacía tan especial a ese lugar no era precisamente que tuviese algo de
magia, que le tenía por cierto, sino que allí todo o casi todo parecía estar al revés.
Desde pequeño, Gaspar había sido un gran lector, siempre le habían gustado las
destino cierto, tal vez llegaría a algún reino encantado o quizás a un lugar
embrujado. Gaspar salió sin un rumbo seguro, pero seguro de que encontraría un
lugar similar al que los cuentos le habían contado. Esa era su gran fantasía.
pues cualquiera podría pensar “Pobre Gaspar, no encontró aquello qué buscaba”,
pobre muchacho!”.
Sin embargo, fue una gran suerte que se equivocara. Por extraño que parezca fue
una gran alegría pues aprendería más de ese supuesto error que de cualquier
acierto.
Cuando llegó al pueblo creyó de verdad estar en uno de los tantos libros de
cuentos que había leído. A simple vista, el lugar se parecía a tantas y tantas
De pronto, se encontró con una bruja de nariz puntiaguda, tanto o más que su
sombrero, vestida de negro con una gran verruga en su rostro y una escoba en su
mano. Hasta aquí, nada que nos pueda sorprender. Gaspar pensó que la bruja
montaría la escoba y saldría volando, sin embargo nada de eso sucedió. La bruja
-Quiero dejar todo bien limpito, así nadie se tropieza. El otro día se cayó la
princesa Margarita por pisar una cáscara de banana ¡Pobrecita qué golpe se dio!
No sabe todas las cosas que decía ¡Con el mal carácter que tiene! Pero yo la
cuando escuchó.
–Debo cuidar la sopa que estoy haciendo para el príncipe. Cuando la princesa lo
libere la podrá y tomar y recobrará las fuerzas perdidas luego de tanto encierro.
Gaspar no entendía nada. La bruja no parecía bruja, creyó haber escuchado que
un príncipe estaba encerrado y que lo tendría que liberar una princesa ¿no era
siempre a la inversa?
-Disculpe pero no entiendo mucho, soy tan nuevo aquí—dijo Gaspar a la bruja
-Creo no haber entendido bien-dijo Gaspar- ¿quién está encerrado? ¿El príncipe o
la princesa?
liberarse él mismo?
la casa- el príncipe es pequeño, sus ancas no son muy grandes, no camina solo
salta y si bien salta lindo, no tanto como para alcanzar a la ventana. A pesar de
-Es que no es un hombre, es un sapo. Antes sí era un joven no muy apuesto que
digamos, pero bueno ese es otro tema. Un hada malvada lo hechizó y quedó sapo
para siempre.
-Eso será en su pueblo, acá las hadas son bastante malvadas debo decirle.
-¿Y usted cree que una dulce y frágil princesa será capaz de rescatar al príncipe?-
-Lo de frágil y dulce corre por su cuenta-contestó la brujita-pero bueno, tal vez no
le sea sencillo…
usted verá. No le será fácil tratar con la princesa, ya le dije tiene pocas pulgas,
Respecto del castillo tome por ese sendero y camine hasta que lo encuentre. Este
-¿Y la torre donde está encerrado el pobre hombre… quiero decir el pobre sapo?
-Le preparo una sopita para el regreso, sea con la princesa, el sapo o solo, venga
Y ahí se fue Gaspar no más pensando en qué dulce era esa bruja, qué extraño
resultaba todo, si podría ayudar a la dulce y frágil princesa y muchas cosas más.
Cuando llegó al castillo, se anunció, pidió hablar con la joven y se sentó a esperar.
De pronto se escuchó:
La voz no era muy dulce que digamos, es más, era ronca y fuerte muy fuerte.
De pronto bajó una joven que en nada se parecía a las princesas sobre las que
tanto había leído Gaspar. Era robusta, no llevaba coronita en su cabeza, sino un
rodete desprolijo, tampoco un bello vestido, tenía puesto un pantalón y botas,
chaleco y camisa.
-Dime el motivo de tu visita, no tengo tiempo que perder-dijo la princesa sin más ni
más.
-Le agradezco pero no necesito ayuda, mi valentía todo lo puede. Como toda
princesa que se precie de tal, soy aguerrida, valiente, osada y fuerte muy fuerte.
Gaspar no podía creer lo que escuchaba, era evidente que en ese reino las cosas
no eran como él creía que debían ser, como se suponía que debían ser o al
En el camino se encontró con varios enanitos que medían más de dos metros, un
ogro dulce y simpático y varios gigantes pequeños por extraño que parezca.
Con las indicaciones que le dio la princesa antes de partir al rescate de su amado,
Golpeó y no bien la puerta se abrió, quedó impactado por la belleza del hada.
Casi, casi se enamora a primera vista, pero el gesto adusto que tenía la muchacha
lo hizo pensar que tal vez necesitaba una segunda mirada para enamorarse de
Tampoco el hada era lo que siempre Gaspar había imaginado, si bien era bella, no
torre ¿tú qué tienes que ver con él? ¿Qué te importa? ¿Eres amigo? ¿Eres
-No sé qué te pudo haber hecho el príncipe, pero sea lo que fuere ¿quién eres tú
conmigo.
-Si lo amas de verdad, no puedes obligarlo a que te ame y menos aún encerrarlo.
-¡No me interesa tu opinión, puedes irte por dónde viniste! –dijo el hada malvada y
No entendía nada, era evidente que nada era lo que parecía, lo que él había
creído hasta ese momento. En su opinión, en ese pueblo todo estaba patas para
hada mala y una bruja buena, enanos de gran altura, gigantes muy pequeños. No,
-¿Y por qué nada es como tú suponías, dices que está mal?-preguntó la brujita.
-Pues así es, las cosas deben ser de una manera, acá está todo al revés-
respondió Gaspar.
-Mira Gaspar, el hecho de que las cosas no sean tal y cómo se suponen que
deben ser no hace que eso esté mal. ¿Qué importa si el ogro es dulce y
simpático? ¡Cuánto mejor! ¿Y qué la princesa sea quien rescate al príncipe tiene
alguna importancia? Lo importante es que alguien haga algo bueno por el ser que
ama, sea quien sea ¿Entiendes? ¿No es mejor que yo te ofrezca un plato de sopa
-Las cosas que no son malas por más que no sean lo que creemos deben ser, hay
-Eso no, porque está mal y lo que está mal hay que intentar cambiarlo, no
resignarse ni aceptarlo, hay que hacer todo lo posible para convertir la maldad en
Gaspar le dijo que le había parecido la persona más bella que hubiese conocido
jamás, pero que no podía amar a alguien que no tuviese bondad en su corazón.
-Pues intenta por ahí, fíjate si tú puedes lograr cambiar su corazón y quizás ambos
amor que iba naciendo en su corazón y con la esperanza de hacer del hada
alguien bueno y generoso, fue día a día acercándose a ella y como el verdadero
Gaspar aprendió mucho de ese viaje que sería su destino en la vida. No solo
conoció al amor verdadero, sino que aprendió que no hay por qué cambiar algo
porque no sea lo que nosotros creemos que debe ser. Aprendió que muchas
veces las cosas no son cómo las imaginamos o deseamos pero que eso no las
hace peores ni malas. Aprendió que un buen amor puede transformar la maldad
que hay que esforzarse y trabajar por cambiar aquello que no esté bien, aquello
perdices, pero el final fue igual de feliz que en todos los otros cuentos.
Fin