Está en la página 1de 1

Anécdota

Mi campamento en la montaña magica

Hace muchos años, durante mi niñez en el pequeño pueblo donde crecí llamado Garza Real , viví
una experiencia inolvidable que aún resuena en mi memoria con un toque de nostalgia y alegría

Era un cálido día de verano, el sol brillaba en el cielo y el aire estaba lleno de risas y el bullicio
característico de los juegos infantiles. Mi grupo de amigos y yo decidimos aventurarnos en una
excursión épica hacia la montaña magica cercana que quedaba en la parte de atrás de mi casa , un
lugar que siempre nos había fascinado con sus árboles altos y misteriosos

Armados con mochilas llenas de bocadillos y la emoción palpable en el aire, nos internamos en la
montaña con la determinación de explorar cada rincón. Con cada paso, la vegetación se volvía más
densa, y la sensación de aventura se intensificaba

Después de caminar un buen trecho, descubrimos un claro encantador donde decidimos


establecer nuestro campamento base. Con ramas y hojas, construimos una pequeña fortaleza
improvisada que se convertiría en nuestro refugio secreto durante todo el día. Este lugar se
convirtió en el epicentro de nuestras actividades, desde planear estrategias para explorar cuevas
imaginarias hasta contar historias de valentía y fantasía En las que casa uno contava historias de
terror en ocaiones reíamos asta que nos doliera la barriga y avían momentos densos dónde en
medio de la plática avían ruidos extraños por animales pero continuamos ya que esa era la idea.

En medio de nuestra exploración, nos topamos con un arroyo cristalino que serpenteaba entre las
piedras. Sin dudarlo, nos quitamos los zapatos y dejamos que el fresco agua acariciara nuestros
pies, sumergiéndonos en la sensación refrescante de la naturaleza. La tarde avanzaba, pero el
tiempo parecía detenerse mientras disfrutábamos de la compañía de amigos y la magia de aquel
rincón escondido en la montaña.

Al atardecer, regresamos a casa con corazones llenos de recuerdos y la sensación de haber vivido
una verdadera aventura. Aquel día en la montaña no solo fue una simple expedición, sino una
experiencia que moldeó nuestra amistad y dejó una marca indeleble en nuestra niñez.

Aunque los años han pasado, esa anécdota sigue siendo un tesoro atesorado, recordándome la
maravilla de la infancia y la importancia de explorar el mundo con ojos llenos de asombro y
corazones llenos de amistad.

En el día de hoy cada quien tomo rumbos diferentes para poder superarnos, a pesar de toda la
distancia que nos embarga en navidad siempre está nuestro grupo de 4 en la que plañíamos
siempre hacer aventuras y creando recuerdos que enlazan nuestra amistad

También podría gustarte