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LA ÚLTIMA LECTORA

Estracto
Son siempre situaciones de lectura extrema fuera de lugar, en
circunstancias de extravío, de muerte, o donde acosa la amenaza de
destrucción. La lectura se opone a un mundo hostil, como los restos o
los recuerdos de otra vida. No sé quien será ahora. Pero tus cosas. Tus
cosas deben seguir ahí. Querido vaso: Querida almohada: Querida
silla: te pido que soportes el peso de su cuerpo, te pido que no
rechines de modo de recordarle otros besos, te pido que te acerques a
la mesa y que lo ayudes a escribir, que cuando apoye l frente en los
brazos sobre la mesa no le duela la espalda. Que no le duela nada. La
mujer camina por la casa. El calor le mancha de transpiración el
camisón o el vestido viejo. En su habitación ya no hay bolsas negras,
pero tampoco hay ningún ropero. Hay dos sillas de donde cuelgan
perchas con ropa preparada. En el piso, contra las paredes, ropa
doblada. Una valija abierta. La mujer se sienta a mirar cosas. Es bueno
no tener fotos. Aunque si tuviera fotos me gustaría tener una en
especial. Una foto. Seria una foto con muchos arboles. No se verían
nada más que arboles, pero sabría que en uno de ellos, subida a una
rama alta, gruesa, hay un hombre harapiento leyendo un libro. La
habitación está en penumbras. La mujer se acuesta sobre el piso.
Arruga su cara. Aprieta todos los músculos de la cara. Cierra los puños,
después los abre y deja que la cara se caiga hacia los costados y las
lágrimas mojen el parqué. Pero se levanta. Se marea un poco por el
impulso. Camina hasta su sillón. De un lado el cenicero, del otro lado
su cartera. Saca su atado de cigarrillos. Quema con la brasa una
angustia que todavía quiere quedarse. Vamos, vamos. Hay mucho que
hacer. La mujer respira y ya el aire que sale no se tropieza con casi
nada. Respira el cigarrillo entero. Ahora se pode de pie y parece menos
flaca, menos transpirada, menos descalza. Recorre su fila de libros, su
fila contra la pared, de pared a pared. Elige uno y vuelve a su sillón, a
su lápiz. Enciende otro cigarrillo pero este cigarrillo queda huérfano de
su atención. La frente se hace cargo de todo el
esfuerzo de ese libro. El día se va apaciguando en el patio. La planta
muerta descansa del matrimonio del sol. El jinete amarillo ua ha
cabalgado su muerte y su abismo y ahora sólo queda una humedad
pringosa que no cederá ni a la noche ni al inevitable fresco de la
madrugada. El libro que lee ahora la mujer tiene una tapa dura y
verde. Las páginas amarillean un poco en los bordes. Su lápiz marca
párrafos, hace anotaciones en los márgenes. De pronto algo la absorbe
hacia adentro del libro. La mujer da un pequeño grito, un grito
ahogado, algo que podría estar entre un gripo y una risa o una
exclamación triunfante. Va hacia la pared y busca un marcador rojo.
Une con su pequeña nave espacial planetas que antes estaban solos o
visitados por astronautas de otras vías lácteas. Kerouac, Gramsci,
Guevara, Trotsky, y Proust quedan ahora unidos por este nuevo viaje
intergaláctico. Es casi de noche. La mujer está contenta. Se mete en el
bañoy se ducha mirando sin ver los azulejos. Lava el cmaisón o vestido
viejo. Salen juntos de la ducha, la mujer y el vestido. Lo abre y lo
ventila y se lo pone mojado. Con la casa ya oscura camina hacia su
habitación y se acuesta en la cama. Con las pernas y los brazos
abiertos trata de consrvar el fresco que se irá muy pronto. Y recibe con
gratitud el sueño que tan pocas veces la visita.

En el silencio de la casa, donde la mujer duerme a pesar del calor, de


la humedad, de los malos pensamientos, un sonido entra y sale a
intervalos regulares. La mujer se sobresalta. Mira el reloj que está al
lado de la cama. Son las diez de la noche. Está desconcertada. ¿Qué
es ese ruido? Un teléfono, claro, un teléfono. Su teléfono ha estado
tanto tiempo mudo que la mujer había olvidado que en la cocina tenia
un teléfono. Nadie tiene mi número. ¿Quién podría llamarme? La mujer
intenta correr por la casa oscura, pero el cuerpo dormido todavía no le
responde. Cuando llega el tubo del teléfono se le escapa como un pez
que no quiere salir del agua. Buenas noches, esta es una encuesta
para medir audiencia televisiva. ¿Qué edad tiene usted? Presione 1 si
tiene menos de 18 años, presione 2 si tiene entre 18 y 29 años,
presiones 3 si tiene entre 30 y 49 años, presione 4 si tiene más de 65
años o presione asterisco para repetir la pregunta. La mujer se queda
paralizada, con el tubo del teléfono pegado a la oreja. NO sabe si está
asustada o violenta. O si le causa gracia. Lleva el tubo hacia el aparato
pero se detiene. Vuelve a escuchar. Le gusta la voz de la grabación.
Presiona números en el teclado que adivina en la oscuridad. Responde
una pregunta y otra y otra. En su hogar ¿poseen un decodificador o
cajita para ver televisión digital o televisión de alta definición HD?
Presione 0 si no poseen ningún tipo de decodificador, ´presione 1 si
poseen un decodificador para televisión digital por cable o satélite,
presione 2 si poseen un decodificador para televisión de alta definición
HD por cable o satélite, presione 3 si poseen un decodificador para
televisión digital abierta, presione 4 si poseen un decodificador pero no
sabe de qué tipo, presione 5 si no sabe, o presione asterisco para
repetir la pregunta. La mujer sonríe. Aprieto botones en el teclado y
repite palabras. En su hogar. Posee un decodificador o una cajita.
Presione si no sabe. Gracias por su tiempo. La voz grabada ahora
guarda silencio. La mujer tarda todavía unos minutos antes de pero el
tubo sobre el teléfono. Mi tiempo. Entonces el tiempo es mío. O hay un
tiempo que es mío. La mujer se queda sentada en la oscuridad de la
cocina. Como si hubiera quedado aturdida o demasiado nerviosa para
ponerse de pie. Después va hasta la pileta, llena un vaso con agua y se
lo toma. Vuelve a la cama pero no cierra los ojos. El sueño se ha
perdido pero al menos se queda una cierta calma. Esperar el día. Ya
llega, ya llega. No moverse. No general calor. Vamos. Vamos.
Sinopsis

Una mujer va al trabajo, va al parque, camina por las calles y por su


casa. En cualquier oportunidad se sienta y lee. Lee y relee el mismo
libro, lo subraya y hace anotaciones. Cuando no lo trae consigo, lo
narra a sí misma porque no lo puede leer. Lo ha leído tantas veces que
se lo sabe de memoria. Busca algo, pero no sabe qué. Entonces vuelve
a leer.

Raquel Robles
Escritora, periodista y docente, Raquel Robles nación en Santa Fe en
1971. Mayormente conocido tanto por su labor como profesora de
literatura para jóvenes marginales como siendo responsable de varios
proyectos de integración y por su novela Perder, por la que ganó el
premio Clarín en 2008.
FÁBRICA DE COLORES

Extracto
Quiero que me otorgue un permiso para usar mi cámara de
televisión y transmitir…
Tele… ¿qué? interrumpió el servidor público.
Televisión, mi estimado señor. Es un artefacto capaz de captar línea
por línea las imágenes que un ojo humano recibiría si estuviese en ese
sitio, puede transmitirlas por el aire a través de las ondas hertzianas y
comunicarse con un aparato receptor que sea capaz de descifrar
dichas líneas a la distancia. Y como ya estoy invadiendo el espectro,
necesito que me dé permiso.
Buueeno, si tú lo dices.
Los servidores públicos de Comunicaciones que se habían dado cuenta
de su presencia se cerraron el ojo con quien atendía al joven espigado
y de buen talento, cuya vox era grave y serena; de piel muy clara,
frente amplia y irada firme con ojos oscuros bajo las cejas bien
marcadas; nariz recta y breve, debajo de la cual usaba un bigote,
negro, al igual que su abundante cabellera. No era muy alto pero con
1.77 metros sobrepasaba a la población media. Algunos de los
empleados se tocó la sien. Para zafarse de él, le respondieron:
Ya está, puedes usar la “televisión”, no hay problema.
¿Eres radioaficionado, verdad?
Sí, señor.
¿Supongo que tienes asignadas unas siglas?
Así es, xe1gc.
Pues transmite con las misma. Y ahueca el ala, que tu mamá debe
de estár buscándote.
Risas generalizadas. Sin inmutarse, Guillermo replicó:
Pero, no sea malito ¿me lo pone por escrito? Voy a usar xe1gc en el
Canal 5.
Lo que tu digas, chamaco.
Un aura de bondad rodeaba al joven aficionado a los artefactos raros,
así que el jefe accedió a su petición y en un rato estuvo listo el
documento, debidamente firmado por la autoridad competente. Hay
que hacer notar la capacidad de Guillermo tenía de prevenir hasta los
más mínimos detalles sin dejar de ser una persona candorosa, esto es,
alguien alejado de una actitud colérica y el trabajo perfeccionista en un
ambiente neurótico. Como quiera que haya sido, Guillermo estaba
acostumbrado a salirse con la suya, pero siempre de una manera
elegante e ingeniosa. Era paciente, sereno, y lo que empezaba lo
terminaba. Así, escogió el punto más conveniente del espectro
electromagnético para la transmisión televisiva analógica, es decir, a la
mitad.
Vale la pena aclarar que para su uso el espectro se divide en bandas
más o menos precisas, dado que existen ondas que tienen una
frecuencia pero varios usos, de manera que ciertas frecuencias pueden
quedar incluidad en dos rangos. En radiocomunicaciones existen desde
frecuencias extremadamente bajas (TLF) hasta aquella de extra alta
frecuencia (EHF). Las que usaron hasta antes de la era digital fueron
las frecuencias muy altas (VHF) y ultra altas (UHF), sobre todo por los
radioaficionados como Guillermo y por aquellos autorizados para usar
la banda civil. EN las VHF, que van de 30 a 300 MHz, se incluyeron los
canales 2 al 13. En dicha esala, Guillermo eligió el Canal 5. No era
abusivo, simplemente ejercía el derecho que otorga llegar antes que
nadie.
La televisión estaba en el aire pero su cabal realización requeria de una
gran inventiva, de modo que sis protagonistas tuvieron que sortear
desafíos técnicos muy complejos. Ak igual que sucedió con las
transmisiones radiofónicas, la televisión enfrentó interrogantes físicas,
incluso de índole química, difíciles de superar, en su intento por
estabilizar la imagen y el sonido a lo largo del proceso de su
generación, envío y recepción. Pero no solo eso, era necesario
conquistar la confianza y el favor del público, el cual se hallaba
fascinado por el cine y la radio. Además, estalló la segunda Guerra
Mundial, así que muchos sueños y propósitos se frustraron o, en el
mejor de los casos, quedaron propuestos.
Desde fines del siglo xix hubo intentos de transmitir imágenes por un
hilo telegráfico. En 1862 el sacerdote italiano Giovanni Caselli inventó
un artefacto llamado pantelégrafo, mediante el cual logró enviar y
recibir una imagen fija entre dos sitios lejanos. Hacia 1873 se llevaron
a cabo experimentos con luz y selenio que mostraron la posibilidad de
transformar imágenes en impulsos eléctricos. Dos años después, el
bostoniano George R. Carey tuvo una primera ide sobre como llevar a
cabo la transmisión, la cual suponía el envío de cada imagen de
manera simultánea y por ende el uso de múltiples cables y circuitos
separados. Pocos años más tarde se desechó esta propuesta por el
barrido fe cada elemento de la imagen, línea por línea y cuadro por
cuadro, los suficientemente rápido como para “engañar” al ojo
humano. Y es que en 1873 se descubrieron las propiedades
fotoconductoras del selenio, es decir, que su conducción eléctrica varía
dependiendo de la cantidad de iluminación. En 1880 Alexander Graham
Bell inventó un “fotófono”, artefacto que utilizaba luz para transmitir
sonido, aunque su idea era enviar también imágenes.

Esta característica fotoconductora del selenio fue estudiada y


aprovechada por el alemán Paul Nipkow, quien en 1884 patentó su
propio sistema el “telescopio eléctrico”, que tenía una resolución de
apenas 18 líneas. Contaba de dos discos rotatorios, los cuales tenían
pequeñas perforaciones de afuera hacia adentro, en espiral y en
determinada distancia, por donde pasaba la luz y de esa manera se
barría el contenido de la imagen y se creaba en el ojo humano la
ilusión recogida por la cámara televisora.
Sinopsis
Del blanco y negro a la tele a color. Guillermo González Camarena fue
el inventor de la tele a color. En sus años de juventud estudió en la
Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica del Instituto
Politécnico Nacional, pero desde muy joven utilizaba materiales que
encontraba en tiendas de refacciones o en los mercados para crear
fuentes de energía, radios, receptores de televisión, etc.

Carlos Chimal
Nació en la Ciudad de México el 13 de abril de 1953. Estudió Lengua y
Literaturas Hispánicas en la FFyL y Química en la FCQ, ambas de la
unam. Redactor, investigador para varias colecciones, Becario del taller
de Narrativa del INB y autor de múltiples libros de texto de divulgación
científica.

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