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PERSONAJES
- DENNIS: EL REY
- INTI: BALZARAD
- LUCIA: MUJER PERSA
- EDUARDO: SABIO, ASTROLOGO DE BAGDAD
- MARIO: GUARDAESPALDAS
- HELENA: SEÑORA 1
- MARIANNE: SEÑORA 2
- KAREN: SEÑORA 3
Nos encontramos bajo un ambiente magnifico, pues hay un cuento que presenciaran
posteriormente, el cual reviste la fantasía oriental de pueblo común y normal, donde
existía un palacio de por medio.
En esta intrigante historia se encuentra el Rey enfermo y pasaba por boca de todo el
pueblo lo que podía causar dicha enfermedad. Ante dicho rumor, tres señoras de alta
sociedad se reúnen para discutir en voz baja, entre susurros y miradas furtivas cual podría
ser la misteriosa enfermedad que aquejaba al Rey.
Señora 1: ¿Y ustedes ya escucharon los rumores?, dicen por ahí que el rey anda enfermo y
que supuestamente es una enfermedad extraña, que nadie ha podido curarlo. ¡Sí, claro!,
lo que pasa es que con la edad que tiene es difícil andar adivinando.
Señora 2: Es cierto, porque con la gran edad que tiene ya ni siquiera se sabe que es lo que
podría tener, además, como que ya le toca, ¿no creen?
Señora 3: Ay si, hermana, con decirte que ni a mi papa con su edad le ocurren estas cosas,
y a ese anciano decrepito ya hasta la andropausia le da. Pero quien sabe.
Señora 1: Y espérense, que como al Reycito no le hallan cuál es su enfermedad, mando a
llamar a un sabio.
Señora 2: ¿Y vos crees en esa tontería?
Señora 3: Yo personalmente no, pero esperemos que nos lleguen noticias, a ver qué es lo
que supuestamente tendrá.
Mientras tanto, el rey, afligido por su mal y entre su búsqueda para sanar su enfermedad,
encuentra consuelo en un sabio, astrónomo de Bagdad, a quien mando a llamar y quien le
daría respuesta a su conflicto interno.
Sabio: Entonces, ¿hace cuánto te sentís así? Debe ser desde hace mucho tiempo porque te
miro demasiado afligido.
Rey: Es que no solo yo ando afligido, mi corazón también, pero fíjate que no sé qué es eso
que ando, vieras como me estorba.
Sabio: Ahh, jajaja. Ya sé que es lo que tenes, y no creas que te vas quedar tieso de un
infarto.
Rey: A mí no me da risa, más bien no me la hagas larga y decime que es lo que tengo.
Sabia: Es que Su majestad, no es nada grave, nada tenes, lo que pasa es que te estas
muriendo de amor.
Rey: ¿Y eso que?
Sabio: ¡Que estás enamorado!, y al saber que has andado haciendo bandido, que tanto
necesitas amor.
Rey: Pero y entonces, ¿Qué puedo hacer?
Sabio: Pues, ¿has pensado en buscarte una muchacha joven? Una por ahí puede ser tu
jaña, y remediar ese dolor.
Rey: Tenes razón, y ya se lo que voy a hacer.
Sabio: Dale, ahí voy a ver eso, y cualquier cosa aquí voy a andar.
Más tarde, se encontraban a solas, en la habitación real en donde nada, ni nadie los
molestaría.
Rey: ¿Te caíste del cielo? Porque pareces un ángel.
Rey: Ya en serio, sos muy hermosa, aunque todavía no sé cómo te llamas.
Mujer persa: ¿Yo?, yo me llamo Esther, es un placer estar acompañándolo aquí y ahora.
Rey: Esther… Hasta tu nombre es hermoso, no me equivoque a escoger a semejante
belleza.
Esther: Gracias, su majestad, me halaga con sus palabras.
Rey: No es nada, yo te lo digo porque es verdad y porque te amo desde en el momento en
el que te vi. Es por eso que me gustaría preguntarte que si ¿queres ser mi esposa?, si
aceptas prometo amarte para siempre y entregarte cada una de mis riquezas.
Esther ante dichas palabras, duda sobre su respuesta, pues ella no lo amaba, pero
finalmente corresponde y dice: Es un honor para mí, formar parte de este reino y ser yo la
reina. Si, acepto ser su esposa.
El rey salta de felicidad, y se dirige hacia Esther, la ahora Reina. Ese fue el principio de los
problemas que se aproximaban y el tormento que le esperaba a Esther, pero todo ya
estaba hecho, el rey ya había anunciado la boda para el día siguiente, y vaya que hasta el
gran sabio se encontraba contento ante dicha noticia.
Y así fue, al día siguiente se encontraban todos preparándose por la fiesta más esperada
de todas, pues el rey por fin se casaba y tan feliz estaba que sería el más grande festejo en
toda la historia del palacio.
Todo marchaba de maravilla, y a Esther se le notaba felicidad, a pesar de que ella
realmente feliz no estaba y ni mencionar al rey, hasta se desmayaba de felicidad. Por ello,
es que todos creyeron que ellos realmente se encontraban enamorados, pero no era así,
pues solo el rey sentía amor por Esther, y Esther, nada, absolutamente nada, pues ella no
era feliz allí.
Esto persistió por mucho tiempo, hasta que un día, Esther comenzó a sentir el verdadero
amor, y no precisamente hacia el rey. El rey tenia a un hombre, el rawi, que trabajaba para
el en el palacio, el cual hacía de este un lugar con un ambiente majestuoso con su
espléndida voz cantándole desde la tarde, hasta que el sol se escondía. En una ocasión, el
rawi solo se encontraba en su puesto poniendo a prueba las cualidades tan únicas de su
voz y justo mientras lo hacía, Esther paso por allí y escucho tan preciosa voz, la cual hizo
que un suspiro saliera de ella, se enamoró de su voz y no podía esperar por verlo a la
mañana siguiente en el palacio.
El Rey: Ya escuché lo que tenía que escuchar. Guarda, quiero que vayas y mates a
Balzarad, como recompensa te daré todo lo que vos querrás.
Guarda: Esta bien, su majestad.
Y así el guarda mayor del rey emprendió su viaje en busca de balzarad para acabar con su
vida. Fue una búsqueda muy larga, pero por fin lo encontró en unos callejones del pueblo
durante la noche y finalmente, acabo con él y se lo llevo al rey.
Guarda: Aquí esta, como me lo pidió, su majestad.
Rey: Gracias, más tarde te daré tu recompensa, porque necesito que ahorita me ayudes a
envolver bien este regalo que le voy a dar a Esther.
El rey metió dentro de una caja con piedras preciosas la cabeza del rawi y se la envió a
Esther, la cual minutos después de que le llegara se percató de su existencia y la abrió sin
saber que se encontraría una gran sorpresa.
Era la cabeza de su amado, ella estaba asustada y sumergida en un llanto incontrolable.
Después de horas de llorar por la muerte de su amado, tomo una decisión.
Esther: Balzarad, mi amor, la vida sin ti, no es vida y se que no podre soportar la idea de
vivir sin ti y tampoco te dejare ir solo.
Esther: Nos encontraremos en el mas allá, donde nuestros corazones finalmente podrán
estar juntos para siempre.
Horas más tarde el rey fue adonde Esther se encontraba, convencido de que con lo que
había hecho iba a volver con él, pero no fue así, ya que se encontró con tan horrible
escena y soltó un desgarrador grito.
El rey: ¡No, no puede ser! ¿Qué he hecho?
Y así, fue como el rey se dio cuenta que tomo una mala decisión, pues no solo sometió a
Balzarad a la muerte, sino que también a su amada. Él le quito el amor a quien él amaba,
pero quien no lo amaba a él, y la vida le quito el amor a él para siempre.