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C AT E C U M E N A D O

I N I C I AC I Ó N C R I S T I A N A D E A D U LTO S

Nos arde el corazón


2 [Lucas 24,32]

CLAUDIO CASTRICONE
Dirección editorial: Herminio Otero
Edición: Mario González Jurado
Diseño: Amparo Hernández
Diagramación: Antonia Rivero
Portada: José Ignacio Molano
Fotografía: Javier Calbet, Juan Baraja, Sergio Cuesta / ARCHIVO SM; Richard E. Joyal,
Miguel Hernández Santos, Carlos Aguilar Grande, José María Alvear, Yina Garza,
Miguel Castaño, Pedro Carrion Juarez; José Manuel Navia, Montse Fontich, Martial Colomb /
PHOTODISC; Laurence Mouton / PHOTOALTO; JUPITER IMAGES / GETTY IMAGES; EFE;
DIGITAL VISION; IMAGE100; PHOVOIR; PHOTOLINK; INGIMAGE; THINKSTOCK;
Brand x Pictures; Stockdisc; Hpphoto.Dreamstime.com; 123RF; SHUTTERSTOCK;
MUSEO DEL PRADO.
Ilustración: Patxi Velasco Fano

Título: Nos arde el corazón - Libro del adulto 2


ISBN: 978-987-740-053-3
@ 2014, PPC Argentina SA
@ 2014, Claudio Castricone

Primera edición, mayo de 2015

Nada obsta a la fe y la moral católicas para su publicación


Monseñor Sergio Fenoy
Obispo de San Miguel en la Argentina

PPC Cono Sur


Av. Callao 410, 2º piso
C1022AAR | Ciudad Autónoma de Buenos Aires | República Argentina
T: +54 11 4000.0400
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e-mail de contacto: ventas@ppc-editorial.com.ar
Esta tirada de 500 ejemplares se terminó de imprimir en el mes de mayo de 2015 en
FP Compañía Impresora S.A. - Beruti 1560 - Florida (1602) - Buenos Aires - Argentina
Queda hecho el depósito que marca la Ley 11723.
Libro de edición argentina / Made in Argentina
Impreso en Argentina / Printed in Argentina
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la
transmisión de ninguna forma o por cualquier otro medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia,
por registro u otros medios, sin el permiso previo por escrito de los titulares del copyright.
Invitados al Catecumenado

Querido catecúmeno:
Este Catecumenado con Adultos que tenés en tus
manos es el fruto de diez años de vivencias con adultos
deseosos de recibir los sacramentos de la iniciación
cristiana y de personas que, habiendo recibido estos
sacramentos, querían renovar su fe y que fueron acompañados por
catequistas que los ayudaron en su proceso de fe y con quienes hemos
elaborado este manual.
Todo comenzó cuando, con los sacerdotes del Decanato Saladillo de la
Arquidiócesis de Rosario, surgió la inquietud de ofrecer a las personas
que venían en busca de algún sacramento de iniciación algo más profundo
que una simple catequesis de adultos de unos pocos meses.
El planteo era simple: no sacar cristianos en serie, sino ser cristianos en
serio. Las preguntas que nos hacíamos fueron:
¿Por qué los cristianos de los primeros cuatro siglos estaban dispuestos
a dar la vida por Cristo?
¿Por qué elegían el martirio antes que renunciar a su fe?
¿Cómo es que tenían tanta fe y valentía?
¿Cómo se preparaban para su Bautismo sabiendo que luego deberían
ser testigos?
La respuesta es que aquellos primeros cristianos eran fruto del Catecumenado
Bautismal.
Por eso, también nosotros comenzamos a ver que la respuesta para la
iniciación cristiana de adultos está en el Catecumenado con Adultos, guiados
por el RICA (Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos), que nos propone
un proceso de fe para ser verdaderos discípulos misioneros de Jesús.
Y nos animamos a realizar este camino de iniciación cristiana de adultos;
y los frutos los estamos viendo. Te invito a vos a animarte, sabiendo que
contás con la gracia de Dios y la fuerza del Espíritu.
P. Claudio Castricone

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Una invitación para todos

Dejarse encontrar por Jesucristo


Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre,
a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos,
a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin
descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no
es para él, porque «nadie queda excluido de la alegría reportada por el
Señor». Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un
pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los
brazos abiertos. Éste es el momento para decirle a Jesucristo: «Señor, me
he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy
otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo,
Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores».

Acercarnos a los demás y buscar su bien


El amor a la gente es una fuerza espiritual que facilita el encuentro pleno
con Dios hasta el punto de que quien no ama al hermano «camina en
las tinieblas» (1 Jn 2,11), «permanece en la muerte» (1 Jn 3,14) y «no ha
conocido a Dios» (1 Jn 4,8). Benedicto XVI ha dicho que «cerrar los ojos ante
el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios», y que el amor es
en el fondo la única luz que «ilumina constantemente a un mundo oscuro
y nos da la fuerza para vivir y actuar». Por lo tanto, cuando vivimos la
mística de acercarnos a los demás y de buscar su bien, ampliamos nuestro
interior para recibir los más hermosos regalos del Señor. Cada vez que
nos encontramos con un ser humano en el amor, quedamos capacitados
para descubrir algo nuevo de Dios.
Papa Francisco, Evangelii gaudium 3 y 272

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S E G U N D O T I E M P O

El t iem p o d e l

C A T E
C U M E
N A D O
Primera parte
La misión de Jesús: Anunciar
y hacer presente el Reino de Dios.

Segunda parte
La Iglesia: Continuadora
de la misión de Jesús.
Tercera parte
Los sacramentos comunican
la vida de Dios
SEGUNDA PARTE
La Iglesia: Continuadora de la misión
de Jesús

Encuentro 31: Somos miembros de la Iglesia que nació en Pentecostés


Encuentro 32: La Iglesia es una comunidad de hermanos
Encuentro 33: La Iglesia existe para evangelizar
Encuentro 34: La Iglesia de Jesús está edificada sobre los Apóstoles
Encuentro 35: La Iglesia es la comunidad que vive el Reino de Dios
Séptima celebración: Somos Iglesia
ENCUENTRO

31
Somos miembros
de la Iglesia que nació
en Pentecostés

Desde nuestra vida


Mi familia grande y nuestra familia universal
Vamos a pensar en nuestra familia grande: padres, hermanos, tíos, suegros, cuñados, etc.
—¿Qué cosas me gustan de mi familia?
—¿Qué cosas no me gustan de mi familia?
—¿Quiero a mi familia a pesar de sus defectos y virtudes? ¿Por qué?

Desde este encuentro comenzamos a reflexionar sobre la Iglesia.


—¿Qué es para nosotros la Iglesia? ¿Y para el resto de la gente?
—¿Quiénes pensamos que forman la Iglesia? ¿Y el resto de la gente, qué piensa al respecto?
—¿Qué defectos y virtudes vemos en nuestra Iglesia?
—¿Amamos a nuestra Iglesia con estos defectos y virtudes? ¿En qué lo notamos?

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CATECUMENADO

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


El nacimiento de la Iglesia
Leemos Hch 2,1-8: La venida del Espíritu Santo
En el día de Pentecostés (que era una fiesta de los judíos donde celebraban la Alianza que
Dios había hecho con ellos en el desierto, cuando les entregó las Tablas de la Ley cincuenta
días después del paso del mar Rojo), todos los judíos iban a Jerusalén a celebrar esta fiesta
desde los distintos lugares y naciones donde estaban viviendo.

La primera comunidad cristiana estaba reunida en oración cuando vino sobre ellos el
Espíritu Santo. Ahí nació la Iglesia.
Todos escucharon la Palabra por parte de los Apóstoles y la entendieron en su propia len-
gua, como si todos tuvieran el mismo idioma. El Espíritu Santo hizo este milagro porque
quería la unidad de todos: una misma fe, un mismo amor, un mismo Dios, una misma
Iglesia. Así comenzó la Iglesia de Jesús.
Todos los que estamos bautizados formamos parte de esta Iglesia que nació en Pentecostés.

Todos somos Iglesia


Leemos 1 Cor 12,12-27: Un solo cuerpo
Tal vez me he puesto a criticar a la Iglesia como si yo no fuera parte de ella. La Iglesia no son
solamente el papa, los obispos, los curas y las monjas; somos todos los que hemos recibido el
sacramento del Bautismo.
Hace casi 2000 años la Iglesia nacía en Pentecostés y quien primero formó parte de ella fue
esa comunidad que estaba reunida con María y en oración (Hch 1,14). Hoy la Iglesia la formo
yo, junto con mis hermanos y hermanas. Yo soy la Iglesia.
Un aspecto muy importante de la Iglesia, y que nunca debemos olvidar es que la Iglesia es
madre. Es madre ya que ella nos engendró por medio del Bautismo. Es madre porque nos educa
y alimenta; lo hace con la Palabra de Dios y con los sacramentos.
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CATECUMENADO

Para nuestra vida


En mi familia encuentro defectos y hay cosas que no me gustan, y sin embargo la quiero.
Así también debe ser con la Iglesia, encuentro defectos y cosas que no me gustan, y sin
embargo la amo porque es mi gran familia espiritual.
El compromiso de hoy puede ser sentirme parte de la Iglesia, amarla y rezar por ella, para
ser fiel a la misión que Jesús nos dejó a los que somos la Iglesia.
Si soy parte de la Iglesia significa que asumo responsabilidades en ella.
—¿Conozco las actividades que se desarrollan en mi parroquia?
—¿Me siento llamado a participar en alguna de ellas?
—¿Tengo alguna otra inquietud y ganas de realizarla?
Nunca debo olvidar que soy parte del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.

PARA REC RDAR


“Llevada a cabo la obra que el Padre
encomendó al Hijo en la tierra,
fue enviado el Espíritu Santo en el día de Pentecostés,
para que continuamente santificara a la Iglesia.”
Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium 4

“La Iglesia es comunión en el amor.”


Documento de Aparecida 161

Celebramos
Pentecostés, día de fiesta
Pentecostés, día de fiesta. Ya se siente, ya se siente,
Pentecostés, día de gozo. ya se siente el Espíritu de Dios.
Pentecostés, día de la Iglesia,
Aleluya, aleluya,
de la Iglesia del Señor.
aleluya al Espíritu de Dios.
Ya se derrama, ya se derrama,
ya se derrama el Espíritu de Dios.

Leemos 1 Cor 12,20-27.


Escribimos nuestro nombre en el dibujo de la silueta de persona, cuya cabeza
es “Cristo”.
9
ENCUENTRO

32 La Iglesia
es una comunidad
de hermanos

Desde nuestra vida


En la parroquia, ¿vivimos como una comunidad?
—¿En momentos difíciles de nuestra vida sentimos que la comunidad parroquial estaba con
nosotros, o fueron otras personas (amigos, vecinos, compañeros de trabajo) las que se nos
acercaron y se interesaron por nosotros?
—¿El pueblo ve a la parroquia como una comunidad o como una institución? ¿Por qué?
—¿Qué imagen tienen los demás de nuestra comunidad parroquial?

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


La comunidad de hermanos en la fe
Leemos Hch 2,42-47: Todos vivían unidos
La vida en la comunidad cristiana
Cuando san Lucas describe la comunidad de los primeros cristianos empieza diciendo que
en esa comunidad había cuatro cosas fundamentales: la enseñanza de los Apóstoles, la
vida común, la fracción del pan y las oraciones.
—“La enseñanza de los Apóstoles”: Los Apóstoles instruían a los nuevos convertidos,
explicando los acontecimientos de Cristo a la luz de las Escrituras (que en ese momento
era solo el Antiguo Testamento).
—“La vida común o la convivencia”: Los que han creído en Cristo resucitado sienten la
necesidad de reunirse y compartir todo en el amor; no hay Iglesia sin vida fraterna.
También hay que entender aquí la entrega de los bienes a la comunidad, que expresa
y refuerza la unión de los corazones.
—“La fracción del pan”: La Iglesia primitiva llamaba así a lo que hoy llamamos Misa o
Eucaristía.
—“Las oraciones”: Los que han descubierto en Jesucristo el amor del Padre se reunían
para orar.

10
CATECUMENADO

La comunidad cristiana hace presente el Reino de Dios


Jesús vino a traer algo totalmente nuevo y distinto llamado “Reino de Dios”. La palabra
“Reino” fue la que más mencionó Jesús porque era como su obsesión.
El Reino de Dios es el proyecto y el sueño de Dios para toda la humanidad. En el Reino
debemos vivir como hijos de un mismo Padre; en el Reino debemos vivir como hermanos.
En palabras de Juan Pablo II: “La naturaleza del Reino de Dios es la comunión de todos los
seres humanos entre sí y con Dios” (RM 15).
Para aquellos primeros cristianos que creían en el Resucitado, la manera de vivir la comu-
nidad era la concreción del Reino de Dios.
Al estar íntimamente unidos, escuchar las enseñanzas de los Apóstoles, participar de la
fracción del pan, orar juntos y compartir sus bienes, el Reino de Dios se hacía presente.

Las primeras comunidades: modelo de la comunidad cristiana


Aquellas primeras comunidades se nos proponen como ejemplos y modelos de toda comu-
nidad cristiana hoy.
El hecho de compartir todos sus
bienes (cf. Hch 4,36) brotaba
espontáneamente de adentro,
era consecuencia y fruto de te-
ner un solo corazón y una sola
alma (cf. Hch 4,32; 2,44-45).
El espejo donde se debe mirar
toda comunidad cristiana es
la Santísima Trinidad, porque
la comunión entre el Padre,
el Hijo y el Espíritu Santo es
la que debe inspirar nuestra
comunión.
En aquellos difíciles momentos
de persecución, ellos se apoya-
ban mutuamente y rezaban por
los que estaban presos por cau-
sa de la Palabra (cf. Hch 12,12).
El testimonio de comunidad
que daban hacía que la gente
dijera de ellos: “¡Miren cómo
se aman!”. Y los Hechos de los
Apóstoles nos dice: “El pueblo
hablaba muy bien de ellos”
(Hch 5,13), “eran queridos por
todo el pueblo” (Hch 2,47).

11
CATECUMENADO

Para nuestra vida


Nosotros tenemos el gran desafío de volver a ser como aquellas primeras comunidades
cristianas.
No ser parte del “gran montón” de los católicos, sino ser miembros de una comunidad viva
que comparte la fe y la vida. Ser parte de una comunidad donde los otros vean mi rostro
y yo el de ellos; que escuchen mis problemas y yo el de ellos; donde podamos ayudarnos
mutuamente. Donde nos apoyemos mutuamente tratando de ser levadura para la sociedad
de nuestro pueblo, así el Reino de Dios irá creciendo.
El papa Juan Pablo nos dijo: “Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de comunión: este es
el gran desafío que tenemos… Espiritualidad de comunión es también capacidad de ver
ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios:
un don para mí, además de ser un don para el hermano que lo ha recibido directamente”
(Novo millennio ineunte 43).
El papa Francisco nos anima a amarnos verdaderamente como hermanos, como signo en
medio de un mundo dividido por las guerras y las injusticias: “A los cristianos de todas
las comunidades del mundo, quiero pediros especialmente un testimonio de comunión
fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente. Que todos puedan admirar cómo os
cuidáis unos a otros, cómo os dais aliento mutuamente y cómo os acompañáis (Evangelii
gaudium 99).

12
CATECUMENADO

Debemos formar pequeñas comunidades donde la Palabra de Dios sea el centro.


Estas pequeñas comunidades o Comunidades Eclesiales de Base son la célula inicial de
estructuración eclesial (cf. DA 178). Debemos redescubrir en la pequeña comunidad el
primer nivel de nuestro ser eclesial. Tener como ejemplo, modelo y paradigma la manera
de ser de las primeras comunidades cristianas.
Si entendí lo que significa ser discípulo o discípula de Jesús, al finalizar el Catecumenado
debería sentir la necesidad de formar parte de una pequeña comunidad.
Si existen comunidades, la parroquia será lo que verdaderamente debe ser: una comunidad
de comunidades. La parroquia será la gran comunidad de todas esas pequeñas comunida-
des que se multiplican en los barrios y colonias, y que todos juntos se reúnen el domingo
para celebrar juntos la Eucaristía.
Es imposible que tengamos una parroquia comunidad si no hay pequeñas comunidades
“a medida humana” donde compartimos la fe y la vida.
La única manera de que la sociedad deje de ver a la parroquia como una “institución” es
que seamos “comunidad”.

PARA REC RDAR


“La vocación al discipulado misionero
es con-vocación a la comunión en su Iglesia.
No hay discipulado sin comunión.”
Documento de Aparecida 156

Celebramos
El papa Juan Pablo II nos invita a ver y agradecer “lo que hay de positivo en el otro” como un
“regalo de Dios: un don para mí’”.
Escribo en cada papelito el nombre de uno de mis hermanos o hermanas
de comunidad junto con una cualidad o don que tiene, y que representa un
verdadero don de Dios.
Rezamos el padrenuestro, sintiéndonos realmente hermanos.

13
ENCUENTRO

33 La Iglesia existe
para evangelizar

Desde nuestra vida


Signo de esperanza
Queremos ser una Iglesia servidora del Señor:
Jesús, el Dios hecho hombre,
el profeta y servidor.
Una Iglesia de testigos, con mártires,
don son protagonistas los pobres
y “hombre nuevo” el pecador.
Signo de esperanza, causa de alegría,
con Doña María y un Jesús pascual.
La gente se siente, siendo servidora,
que es transformadora de la sociedad.
Queremos ser una Iglesia de veras comunidad:
fraterna, porque la gente comparte fe y realidad.
Con sencillez y alegría, aprende a participar
cómo hacían los cristianos con Pedro, Santiago y Juan.
Queremos ser una Iglesia que está siempre en oración:
que alumbra toda la vida con la Palabra de Dios.
Que celebra, como Pueblo, la Nueva Alianza de amor,
en la fiesta de la vida que es la Cena del Señor.
Queremos ser una Iglesia samaritana y cordial:
que organiza la esperanza y la solidaridad.
Donde el Espíritu Santo, “Padre de los pobres”,
va suscitando los servicios según la necesidad.
Queremos ser una Iglesia que muestra el amor de Dios:
que sale a encontrar al hombre y lo abraza en su perdón.
Que consuela y acompaña, que agranda su corazón,
a medida de la gente que sufre la situación.

14
CATECUMENADO

Queremos ser una Iglesia en estado de misión:


que se abre, sale y propone al mundo el Reino de Dios.
Que transforme, desde adentro, sociedad y corazón
y planta comunidades donde se da conversión.

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Evangelizar es llevar la Buena Noticia del Reino de Dios
Leemos Mt 28,16-20: Vayan y hagan discípulos
En este mandato misionero, Jesús envía a la Iglesia a evangelizar: a hacer discípulos, a bautizar,
a enseñar.
Dice el papa Pablo VI: “Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia,
su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar” (Evangelii nuntiandi 14).
Pero ¿qué es evangelizar?: “Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Noticia a todos
los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma
humanidad” (EN 18).
Evangelizar es llevar una Buena Noticia, la Buena Noticia del Reino de Dios, que como levadura
debe fermentar toda la masa. Esto es transformar desde dentro a la sociedad.
Son tantas las “Buenas Nuevas” que debemos anunciar, que el Documento de Aparecida le
dedica todo el capítulo 3:
—La Buena Nueva de la dignidad humana (cf. DA 104-105).
—La Buena Nueva de la vida (cf. DA 106-113).
—La Buena Nueva de la familia (cf. DA 114-119).
—La Buena Nueva de la actividad humana (cf. DA 120-124).
—La Buena Nueva del destino universal de los bienes y de la ecología (cf. DA 125-126).

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CATECUMENADO

Pero la mejor Buena Noticia que la Iglesia debe transmitir, que yo que soy Iglesia debo transmitir,
es la salvación que Jesús trajo y el Reino de Dios que él instauró en la tierra.
Debemos anunciar que Jesucristo muerto y resucitado nos reconcilió con el Padre y entre no-
sotros, porque nos perdonó y purificó de todos nuestros pecados, llevándolos a la cruz.
Debemos anunciar que Jesucristo instauró en este mundo el Reino de Dios, que es una manera
totalmente nueva de relacionarnos, ya que en el Reino somos hijos del Padre Dios y hermanos
entre nosotros, que debemos amarnos y servirnos. Y así construir una nueva sociedad fundada
en el amor.
Evangelizar es llevar esta Buena Noticia de que estamos salvados y que estamos llamados a
pertenecer al Reino (cf. Mt 13,38).
“La Buena Nueva debe ser proclamada, en primer lugar, mediante el testimonio” (EN 21).
“Para la Iglesia, el primer medio de evangelización consiste en un testimonio de vida
auténticamente cristiana... El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que
dan testimonio que a los que enseñan, o si escuchan a los que enseñan es porque dan
testimonio” (EN 41).
Y el testimonio no debe ser
solo de cristianos aislados,
o testimonios individuales;
debe ser un testimonio co-
munitario, donde los que
ven la fe, el amor y la vida
de esa comunidad, comien-
cen a cuestionarse su ma-
nera de vivir.
“Sin embargo, esto sigue
siendo insuficiente,
pues el más hermoso
testimonio se revelará a la
larga impotente si no es
esclarecido, justificado...
explicitado por un anuncio
claro e inequívoco del
Señor Jesús... No hay
evangelización verdadera,
mientras no se anuncie
el nombre, la doctrina,
la vida, las promesas, el
reino, el misterio de Jesús
de Nazaret, Hijo de Dios”
(EN 22).

16
CATECUMENADO

Para nuestra vida


La Iglesia no es un edificio material, ni tampoco una institución formada por curas y monjas.
La Iglesia es el Pueblo de Dios al que pertenecemos todos los bautizados.
Por tanto, al decir que la Iglesia existe para evangelizar, estoy diciendo que “nosotros”
debemos ser evangelizadores, que “yo” estoy llamado a evangelizar.
—¿Soy levadura en la masa?
—¿Llevo la Buena Noticia a mis ambientes?
—¿Doy frutos allí donde el Señor me sembró?
—¿Qué podemos poner en práctica de lo que hemos analizado en la canción “Signo de
esperanza”?

PARA REC RDAR


“Evangelizar constituye la dicha
y vocación propia de la Iglesia,
su identidad más profunda.
Ella existe para evangelizar.”
Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi 14

Celebramos
Cantamos Signo de esperanza.
Le pedimos a Jesús que nos ayude en esta tarea de evangelizar. A cada
intención respondemos:
R/ Jesús, ayúdanos a evangelizar.
—Para tener el valor de ser tus apóstoles en nuestros ambientes con nuestro testimonio
y con nuestra palabra. R/
—Para que sepamos evangelizar ante todo en nuestra familia. R/
—Para que nunca renunciemos a ser levadura en la masa. R/
Rezamos el padrenuestro.

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ENCUENTRO

34 La Iglesia de Jesús
está edificada
sobre los apóstoles

Desde nuestra vida


Nosotros, los católicos
Dialogamos.
—¿Por qué somos católicos?
—¿Alguna vez dejamos de ser católicos?
—¿Cuántos cultos hay en el pueblo?
—¿De qué religiones son?
—¿Qué dicen de los católicos?
—¿Cuándo nacieron esas religiones?

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Un edificio cimentado en Cristo y los Apóstoles
Leemos Ef 2,20-21: Fundamento de la unidad
Todos los bautizados pertenecemos a este Pueblo. Es el único Pueblo de Dios, formado por
laicos y laicas, consagrados y consagradas y pastores; todos tenemos la misma dignidad y
compartimos la misma vocación a crecer en santidad y a participar en la misión de la Iglesia.
18
CATECUMENADO

Nadie es “más Iglesia” que otro, por muy importante que sea el papel que cumple dentro
de ella. Primero somos todos hermanos por el Bautismo; después recién nos distinguimos
por la misión específica a la que el Señor llama a cada uno. La Iglesia está jerárquicamente
organizada y el servicio de los pastores es sumamente importante, instituido por el mismo
Jesús. Pero podemos decir que desde el Concilio Vaticano II la Iglesia ha tomado mayor
conciencia de que es “Iglesia Pueblo de Dios”, de la que todos somos corresponsables.
La misión de Cristo representa un momento, aunque singular, de la única acción salvadora
de Dios. Y este mismo Dios ha querido que esta salvación de Cristo sea de una vez y para
siempre y sin posibilidad de retorno, a favor de toda la humanidad; es por eso que ha
hecho el encargo a determinados hombres de que anuncien esta salvación de Cristo a lo
largo de la historia.
La Iglesia viene a ser así el instrumento del Señor resucitado, por el que se halla presente
en toda la historia posterior.
El mensaje de salvación que Jesús trajo no podía concluir con su ascensión al cielo, debía
continuar; el Reino que él trajo no podía dejar de ser anunciado por ya no estar más fí-
sicamente con nosotros. Es por eso que les deja a sus discípulos el encargo de continuar
anunciando su mensaje (cf. Hch 1,8).
Y es después de recibir el Espíritu Santo en Pentecostés, donde los Apóstoles comienzan
con la predicación de la Buena Noticia (cf. Hch 2,14ss).
Si bien todos los discípulos
debían sentirse corresponsa-
bles del anuncio del Evange-
lio, sin embargo, la responsa-
bilidad mayor estaba sobre
los Doce. Cuando decimos
que la Iglesia es “Apostóli-
ca”, lo que queremos decir
es que está basada en los
Apóstoles.
La nota de la Iglesia de ser
“Apostólica” no es solo por-
que está basada sobre los
Apóstoles, sino también
porque la salvación de Cris-
to nos es comunicada a tra-
vés de unos hombres que la
transmiten. La apostolicidad
de la Iglesia es también la
expresión del modo como
la salvación divina adquie-
re una dimensión social e
histórica.

19
CATECUMENADO

Por eso, la Iglesia se define por su carácter divino, ya que fue fundada por Jesucristo,
pero también por su carácter humano, ya que Jesucristo eligió a personas humanas para
llevar su salvación a lo largo de la historia. Y porque la Iglesia tiene este carácter divino y
humano, también es santa y pecadora a la vez.
De los Doce, Jesús puso a Pedro al frente de los demás. Son varios los textos bíblicos que
nos muestran esto, de los que sobresalen estos dos: Mt 16,13-19 y Jn 21,15-18.
Jesús llamó a Pedro “piedra”, sobre la que quiso edificar su Iglesia, y le mandó “apacentar
sus ovejas”.
Jesucristo puso al frente de toda la Iglesia a san Pedro, quien fue el primer papa. Hoy el
sucesor de Pedro es el papa y los sucesores de los apóstoles son los obispos.
La Iglesia católica nació el día de Pentecostés y, desde ese momento, Pedro no ha dejado
de tener sucesor, hasta llegar al actual papa Francisco. Ahí vemos cómo la Iglesia católica
es la que viene desde Pedro.

Para nuestra vida


Posiblemente nos pasa, como a mucha gente, que les chocan “las riquezas del Vaticano”.
Hay que saber que la mayor parte de las riquezas del Vaticano forman parte del patrimo-
nio histórico de la Iglesia y de la humanidad. Fueron donadas a la Iglesia a lo largo de los
siglos. Se trata básicamente de obras de arte. Si algunos ricos las compraran, sería sola-
mente para adornar sus casas privadas y dejarían de ser un patrimonio de la humanidad.
Mientras estas obras de arte se encuentren en los museos del Vaticano, al menos todos
los peregrinos las pueden admirar.
Y por quedarnos con esto de “las riquezas del Vaticano”, podemos dejar de ver en el papa,
el sucesor de Pedro, como:
—“piedra” sobre la que se construye la Iglesia;
—“pastor universal” que debe apacentar y congregar en un solo rebaño a las ovejas de
Jesús, que somos todos los bautizados.
Siendo el papa el sucesor de Pedro y los obispos sucesores de los Apóstoles, debemos
amarlos y respetarlos, y rezar mucho por ellos para que puedan cumplir con la misión que
Jesús les encargó.

PARA REC RDAR


“El Señor Jesús… eligió a doce para que viviesen con él
y enviarlos a predicar el Reino de Dios;
a estos Apóstoles los instituyó a modo de colegio,
es decir, de grupo estable,
y puso a su frente a Pedro, elegido entre ellos.”
Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium 19

20
CATECUMENADO

Celebramos
Iglesia peregrina de Dios
Todos unidos formando un solo cuerpo, Una esperanza nos llena de alegría;
un cuerpo que en la Pascua nació; presencia que el Señor prometió.
miembros de Cristo Vamos cantando,
en sangre redimidos, él viene con nosotros,
Iglesia peregrina de Dios. Iglesia peregrina de Dios.
Vive en nosotros la fuerza del Espíritu
Todos nacidos en un solo bautismo,
que el Hijo desde el Padre envió,
unidos en la misma comunión.
él nos conduce, nos guía y alimenta,
Todos viviendo en una misma casa,
Iglesia peregrina de Dios.
Iglesia peregrina de Dios.
Somos en la tierra Todos prendidos en una misma suerte,
semilla de otro reino, ligados a la misma salvación.
somos testimonio de amor. Somos un cuerpo y Cristo es la Cabeza,
Paz para las guerras Iglesia peregrina de Dios.
y luz entre las sombras,
Iglesia peregrina de Dios.
Rugen tormentas
y a veces nuestra barca
parece que ha perdido el timón.
Miras con miedo,
no tienes confianza,
Iglesia peregrina de Dios.

Profesamos nuestra fe en la Iglesia.


Respondemos a cada pregunta:
“Sí, creemos”:
—¿Creen en la Iglesia, que es Una, Santa, Católica
y Apostólica?
—¿Creen que por medio del Bautismo somos
miembros vivos de esta Iglesia?
—¿Creen que el Papa es el sucesor de san Pedro
y que tiene la misión de apacentar el rebaño
de Jesús?
—¿Creen que los obispos son los sucesores
de los Apóstoles?

21
ENCUENTRO

35 La Iglesia de Jesús
es la comunidad
que vive el Reino de Dios

Desde nuestra vida


Los ingredientes necesarios
Compartimos alguna receta de cocina
que conozcamos:
—¿Qué ingredientes se emplean?
—¿Cómo es su proceso de
elaboración?
Comentamos:
—¿Es lo mismo la receta de cocina
que la comida?

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


La comunidad, testimonio viviente del Reino
Leemos Hch 4,32-35: Un solo corazón y una sola alma
Jesús habló mucho del Reino de Dios, lo fue describiendo con distintas parábolas. Algunas
de estas parábolas fueron enseñanzas. Otros fueron signos concretos, por ejemplo: al hacer
la multiplicación de los panes nos enseña que en el Reino de Dios, para que nadie tenga
hambre, debemos compartir.
Los primeros cristianos tenían claro que la comunidad era la manera de vivir el Reino de Dios.
El Reino de Dios que nos trajo Jesús dejó de ser una enseñanza (en palabras y obras) y se
convirtió en algo bien concreto en la vida de las primeras comunidades cristianas.
Jesús predicó que, en el Reino, Dios es un Padre amoroso; la comunidad cristiana así lo
había entendido, por eso se reunían para orarle, cantarle y alabarlo.

22
PONERSE EN MARCHA

Jesús predicaba que en el Reino de Dios el prójimo es mi hermano, alguien que me per-
tenece; la comunidad cristiana así lo había entendido, por eso compartían todo: la fe, la
vida y los bienes materiales.
Esas personas que habían experimentado que Jesús era el Mesías y Salvador y que lo
habían aceptado como Señor, también sabían que debían ser una comunidad que diera
testimonio, con su manera de vivir, de que el Reino de Dios ya está presente.
La comunidad cristiana era la muestra de que lo que había anunciado Jesús se podía vivir.
Ellos eran el testimonio viviente del Reino; su manera de vivir era un grito que decía:
“Vengan y vean: vivir el Reino de Dios es posible”.
La “fracción del pan” era la celebración comunitaria de la presencia del Reino.

Para nuestra vida


Si nos hemos encontrado con Jesús y con el Reino de Dios, también nosotros lo debemos
vivir en la comunidad cristiana. La comunidad cristiana debe ser este grito para el mundo:
“¡El Reino de Dios es posible vivirlo! ¡Vengan a ver: nosotros lo estamos viviendo!”.
De todo esto surgen muchas preguntas que nos interpelan:
—¿Nuestra comunidad es así?
—¿Nos unimos para compartir nuestra fe leyendo juntos la Palabra de Dios?
—¿Nos unimos en la celebración de la Eucaristía para celebrar, junto al Señor de la vida y
como hermanos, la presencia del Reino de Dios en medio nuestro?
—¿Somos un solo corazón y una sola alma?
—¿Siento lo que le pasa a mi prójimo como si me estuviera pasando a mí?
—¿Experimento que mis problemas son también de los otros miembros de la comunidad?
—¿Hacemos algo para que entre nosotros no haya necesitados?

23
CATECUMENADO

Si nuestra comunidad cristiana no está viviendo como la primera comunidad cristiana,


esto pasa a ser nuestro gran desafío.
—Debemos procurar que la comunidad que vamos formando los que participamos del
Catecumenado sea signo de la presencia del Reino de Dios.
—Y cada domingo nos reunimos en la Misa para celebrar como hermanos que el Reino de
Dios está presente en medio nuestro.

PARA REC RDAR


“Señales evidentes de la presencia del Reino son:
la vivencia personal y comunitaria
de las bienaventuranzas...”
Documento de Aparecida 383

Celebramos
Recordamos lo que nos proponemos en este tema:
— La comunidad cristiana es presencia viva del Reino de Dios, es una comunidad que vive
con alegría.
— Dice el libro de los Hechos de los Apóstoles: “comían juntos con alegría y sencillez de
corazón” (Hch 2,46).
— Así también debemos ser nosotros: debemos manifestar a nuestros hermanos la alegría
de ser una comunidad que procura vivir el Reino de Dios aquí en la tierra.
Debo procurar que esto se convierta en realidad. Por eso:
— Anoto los pasos que voy a dar para que mi comunidad sea testimonio de la presencia
del Reino de Dios.
— Periódicamente revisaré las cosas que hoy he dicho.

Somos gente nueva


Somos gente nueva viviendo en unión;
somos nueva semilla de liberación.
Somos pueblo nuevo viviendo en amor;
somos comunidad, Pueblo del Señor.
Voy a invitar a mis hermanos trabajadores:
obreros, changarines, domésticas y otros más.
Y juntos vamos celebrando la esperanza,
nuestra lucha y la confianza de ser tierra, pan y paz.

24
CATECUMENADO

Vengan ustedes, los que quieren que las cosas


sean nuevas y tengamos una nueva sociedad.
Hombres libres, por Cristo liberados,
luchando todos juntos por la gran liberación.
Voy a invitar a las mujeres de mi pueblo,
las que luchan noche y día procurando por su pan.
Y reunidos, formando comunidades,
construir un mundo nuevo donde no haya más dolor.
Voy a invitar a los jóvenes y niños a cantar juntos,
el canto que nos dé la libertad.
Y con los brazos levantados a lo alto,
nos hagamos como un grito reclamando la igualdad.
Voy a pedir a María, nuestra madre,
que acompañe a nuestro pueblo en su duro caminar.
Voy a pedir al Espíritu de Cristo que en la lucha junto al pobre
no nos deje descansar.

25
S É P T I M A C E L E B R A C I Ó N

Somos Iglesia

Hoy queremos celebrar que somos Iglesia, que formamos parte de su Pueblo, que
somos miembros de su familia.

Liturgia de la Palabra
Dios, que nos habla por medio del profeta Jeremías, hoy nos hace una hermosa
promesa: la de una Nueva Alianza.
Leemos Jr 31,31-34.

Presentación de los signos


Acercamos el dibujo de la comunidad reunida.
Somos Iglesia en nuestra pequeña comunidad.
Acercamos el dibujo de la parroquia, comunidad de comunidades.
Somos Iglesia en nuestra parroquia.
Acercamos el mapa de la diócesis.
Somos Iglesia en nuestra diócesis.
Acercamos el globo terráqueo.
Somos Iglesia universal.

Oración de los fieles


Respondemos a cada intención: “Escúchanos, Padre bueno”.
— Para que todos los bautizados sientan la alegría de ser Iglesia. Oremos...
— Para que nuestro grupo de catecumenado se vaya transformando en una
comunidad, donde nos sintamos un solo corazón y una sola alma. Oremos...
— Para que nuestra parroquia sea verdaderamente comunidad de comunidades.
Oremos...
— Por nuestra diócesis y por la Iglesia universal, para que sea el pueblo conducido
siempre por la Palabra de Dios. Oremos...

26
S E G U N D A C E L E B R A C I Ó N

Oración
La Iglesia tiene un Padre, que es el mismo Dios, por eso ahora le rezamos diciendo:
Padre nuestro...
También tenemos una Madre, la Virgen María. A ella le decimos: Dios te salve,
María...

Despedida

El Pueblo de Dios
El Pueblo de Dios en el desierto andaba,
guiándolo al frente su Dios caminaba.
El Pueblo de Dios no tenía nada,
tan solo esperanza, su Dios lo alentaba.
Hoy somos tu Pueblo, Señor,
vamos caminando,
solamente tu gracia
nos basta y alcanza.
El Pueblo de Dios temía y dudaba,
a veces costaba creer en su Dios.
El Pueblo de Dios llorando rezaba,
pedía perdón y recomenzaba.
El Pueblo de Dios también tuvo hambre,
y Tú les mandaste el pan de la vida.
El Pueblo de Dios cantando dio gracias,
gustó de tu amor, tu amor que no pasa.
El Pueblo de Dios de lejos miraba,
tierra prometida que tu amor preparaba.
El Pueblo de Dios, corría y cantaba,
y, en sus alabanzas, tu amor proclamaba.

27
TERCERA PARTE
Los sacramentos comunican
la vida de Dios

Encuentro 36: Los sacramentos: signos de Dios en la Iglesia-comunidad


Encuentro 37: El Bautismo nos da vida nueva
Encuentro 38: Por el Bautismo comenzamos a ser miembros
de la Iglesia y entramos en el Reino de Dios
Encuentro 39: ¿Quién es el Espíritu Santo?
Encuentro 40: Los dones y los frutos del Espíritu Santo
Encuentro 41: La acción del Espíritu Santo
Encuentro 42: La Confirmación: sacramento de la madurez cristiana
Encuentro 43: La Misa: fiesta de la comunidad
Encuentro 44: La Misa: celebración de nuestra salvación
Encuentro 45: La vida: una Misa prolongada
Encuentro 46: El sacramento del Matrimonio
Encuentro 47: El Señor nos ofrece su perdón
Encuentro 48: El sacramento de la Reconciliación
Octava celebración: La Reconciliación

29
ENCUENTRO

36 Los sacramentos:
signos de Dios
en la Iglesia-comunidad

Desde nuestra vida


Los signos en la vida
Nuestra vida está llena de signos. Presentamos algunos de ellos y comentamos de qué son signos:
—¿Las cenizas de qué son signos?
—¿De qué son signos las flores?
—¿La bandera de Argentina de qué es signo?
—¿Qué otros signos conocemos?
—¿Cuáles son los signos que nosotros más frecuentemente usamos?

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Los sacramentos de Cristo y su Iglesia
Leemos Jn 9,1.5-7: Yo soy la luz
del mundo
El valor de los gestos
Los gestos y las palabras son absolutamente
necesarios en la vida social. Ellos muestran lo
que va por dentro de nosotros, lo que senti-
mos… ¡Y cuántas veces los gestos dicen mucho
más que las palabras! El gesto habla, hasta grita
sin palabras. Con gestos mostramos la rabia o
el amor que sentimos.
Los gestos son necesarios en la vida humana,
en los aniversarios, las reuniones familiares,
las visitas. Las flores, los regalos… son signos
de amor, ellos hacen presente a la persona. En
la vida pública tenemos la bandera, las fiestas
patrias, los símbolos… son el lenguaje de la
patria.

30
CATECUMENADO

Los gestos producen efecto cuando son verdaderos y sinceros. Por ejemplo, cuando dos
amigos se abrazan sinceramente produce efecto en ambos, los dos entienden los gestos
y son más amigos que antes.
Jesús se comunicó a través de signos. Con nuestros ojos no podemos ver a Dios, pero él
se hizo signo, se hizo hombre para nosotros.

Los signos de Jesús


Veamos algunos gestos de Jesús: Mc 7,33-34 y Mc 9,36-37.
Después de hacerse él mismo signo, Jesús también uso signos para mostrarnos que tenía
poder para transmitirnos aquella vida en abundancia que quería compartir con nosotros.
Dentro de estos signos que realizó Jesús están los milagros:
Curaciones: signos de una sociedad sin enfermedad y sin muerte.
Exorcismos: signos de una sociedad libre de los poderes que deshumanizan a hombres
y mujeres.

Los sacramentos de la Iglesia-comunidad


En nombre de Cristo, la Iglesia-comunidad hace los gestos y dice las palabras para trans-
mitir la vida divina. A estos signos los llamamos “sacramentos”.
Los sacramentos son gestos que exigen nuestra fe, no son signos mágicos, ni milagrosos.
Por los sacramentos, Jesucristo actúa en nosotros; pero él necesita de nuestra colaboración.
Por ejemplo: en la Confesión recibimos el signo del perdón, pero necesita que nosotros
estemos arrepentidos y tengamos el deseo de cambiar de vida.
Los sacramentos, para que sean vividos correctamente, deben estar vinculados estrecha-
mente a la comunidad. Los sacramentos son sacramentos de la Iglesia-comunidad y deben
ser expresión de la comunidad y deben llevarnos a integrarnos a la Iglesia-comunidad.
Los sacramentos son inseparables de la comunidad y deben ser vividos en comunidad.
Una de las principales desviaciones que tienen los sacramentos parece ser el olvido o
la relativización de la vida comunitaria. Sin vida comunitaria no hay vida cristiana, solo
creencias vacías. Sin vida comunitaria no hay sacramentos, solo signos vacíos.
Por eso, no basta dar catequesis prebautismal, renovar la liturgia o explicar los signos.
Hay que practicar y promover la vida comunitaria y lo demás se dará por añadidura.

Los siete sacramentos


Los sacramentos son siete:
—Bautismo —Unción de los enfermos
—Confirmación —Matrimonio
—Eucaristía —Orden sagrado
—Reconciliación
Cada uno tiene signos por los cuales nos llega la vida divina; y nos acompañan, a través de
la Iglesia-comunidad, durante toda nuestra vida.

31
CATECUMENADO

El Bautismo
Al comenzar nuestra vida nacemos por medio del Bautismo a la vida
de Dios, siendo sus hijos, y comenzamos a formar parte de la Iglesia-
comunidad.
El signo sensible es “el agua”, con las palabras: “N….., yo te bautizo en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.
La Confirmación
Al ser más grandes, tomamos consciencia de lo que nuestros padres y
padrinos pidieron para nosotros en el Bautismo, confirmamos ese “sí” a
Dios, y Dios nos confirma dándonos su Espíritu Santo para ser sus testigos
y profetas del Reino de Dios.
El signo sensible es la unción con el Santo Crisma en la frente, diciendo
las palabras: “N….., recibe por esta señal el don del Espíritu Santo”.
La Eucaristía
Cada persona necesita alimentarse. La Eucaristía es el alimento del cris-
tiano. Participar de la Mesa de Jesús es participar de sus sentimientos,
de su proyecto. Al recibir la Eucaristía, la persona se une a Cristo y a la
comunidad.
El signo sensible es “el pan y el vino”, y las palabras: “Esto es mi Cuerpo…
Esta es mi Sangre...”.
La Reconciliación
Cuando nos enemistamos con un amigo necesitamos reconciliarnos.
Cuando por nuestros pecados nos alejamos de Dios y rompemos con
nuestros hermanos, este sacramento nos reconcilia.
Los signos, por parte del pecado, son: las disposiciones de arrepentimiento,
la confesión de sus pecados y los deseos de cambiar de vida. Y de parte
del ministro del sacramento, las palabras: “Yo te absuelvo de tus pecados,
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.
La Unción de los enfermos
Una realidad de nuestra vida es la fragilidad física. En la enfermedad
como en el dolor, este sacramento fortalece nuestro cuerpo debilitado;
es la presencia cercana de Jesucristo en el sufrimiento y en el dolor.
El signo es la unción en la frente y en las manos con el Óleo de los enfermos,
y las palabras: “Por esta santa unción y su bondadosa misericordia te ayude
el Señor con la gracia del Espíritu Santo. Amén. Para que libre de tus
pecados te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad. Amén”.
En nuestra vida llegan los momentos de las grandes decisiones para
descubrir la voluntad de Dios. Allí también tenemos dos sacramentos.

32
CATECUMENADO

El Matrimonio
El hombre y la mujer que se aman, quieren vivir la plenitud de su comunión
de cuerpo y espíritu (proyecto que debe identificarse con el de Jesús) y
están abiertos a la vida reciben el sacramento del Matrimonio; de este
modo, los esposos dan su testimonio público teniendo como testigos a
la comunidad cristiana.
En este sacramento, el signo son las mismas palabras del consentimiento
matrimonial: “Yo…, te recibo a ti por esposa (esposo) y prometo serte fiel
tanto en la prosperidad como en la adversidad, en la salud como en la
enfermedad, amándote y respetándote durante toda mi vida”.
El Orden sagrado
Algunos son llamados por Dios para consagrarse del todo a Él en el
servicio de animación a la comunidad.
Los signos son “la imposición de las manos” del obispo y la unción con
el Santo Crisma, y las palabras: la oración consacratoria.

Para nuestra vida


La vida que Jesús nos consiguió con su muerte y resurrección, hoy nos llega con estos
signos llamados sacramentos.
En cada sacramento se da un encuentro con Cristo y con la comunidad. A Cristo siempre
lo encontramos dispuesto para este encuentro.
Dialogamos:
—¿Yo también estoy dispuesto para ese encuentro? ¿Deseo el encuentro con Jesús en cada
sacramento en que participo?
—¿La celebración de los sacramentos suele ser una vivencia de la comunidad o solo de un
grupo de personas? ¿Por qué?
—¿Cómo me preparo para ese encuentro con Cristo y la comunidad?

PARA REC RDAR


“Los siete sacramentos corresponden a todas las etapas
y todos los momentos importantes de la vida del cristiano:
dan nacimiento y crecimiento, curación y misión
a la vida de fe de los cristianos.”
Catecismo de la Iglesia Católica 1210

33
CATECUMENADO

Celebramos
Signo de esperanza
Queremos ser una Iglesia Queremos ser una Iglesia
seguidora del Señor; de veras comunidad,
Jesús, el Dios hecho hombre, fraterna, porque la gente
el profeta, el servidor. comparte fe y realidad;
Una Iglesia de testigos, con sencillez y alegría
con mártires, donde son se aprende a participar,
protagonistas los pobres, como hacían los cristianos
y hombre nuevo el pecador. con Pedro, Santiago y Juan.
Signo de esperanza, Queremos ser una Iglesia
causa de alegría, que está siempre en oración,
con doña María que alumbra toda su vida
y un Jesús pascual. con la Palabra de Dios;
La gente se siente, que celebra como pueblo
siendo servidora, la Nueva Alianza de Dios
que es transformadora en la fiesta de la vida
de la sociedad. que es la Cena del Señor.

Hacemos la ofrenda de estos signos a través de los que recibimos la gracia


de Dios y nos vinculamos con la Iglesia-comunidad:
— El “agua”, signo de la vida nueva que nos dio el Bautismo y de nuestra incorporación a
la Iglesia-comunidad.
— El “pan”, signo de la presencia viva de Jesucristo en su cuerpo eucarístico, y signo de que
formamos un solo cuerpo: la Iglesia-comunidad.
— El “aceite”, signo de que estamos consagrados al Señor y ungidos para llevar la Buena
Noticia a nuestros hermanos, especialmente a los pobres.

A cada petición, respondemos: “Gracias, Señor”.


— Por comunicarte con nosotros habiendo tomado un cuerpo humano. R/
— Por seguir comunicándote con nosotros a través de cosas que son nuestras. R/
— Porque nos comunicás tu propia vida a través de los sacramentos, signos de la Iglesia-
comunidad. R/

34
CATECUMENADO

Los signos de Dios


Señor, tú sabías que los hombres
necesitan signos para poder comunicarse.
Y, por eso, no dudaste ni siquiera un instante
en hacerte signo para nosotros:
aceptaste un cuerpo humano.
Pero fuiste todavía más lejos:
para transmitirnos la abundancia de tu vida divina
usaste signos, de modo que te entendiéramos mejor.
Y para que siempre podamos recibir tu salvación,
dejaste los siete sacramentos,
signos de la Iglesia-comunidad.
Gracias, Señor, es mucha tu bondad.

35
ENCUENTRO

37 El Bautismo nos da
vida nueva

Desde nuestra vida


Nacer de nuevo
—¿Alguna vez escuchamos o dijimos:
“Nací de nuevo”?
—¿A qué me refería cuando hice esa
afirmación?
—¿Es un verdadero nuevo nacimiento
o es “como” nacer de nuevo?

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Recibir la vida nueva y vivir como bautizados
Leemos Jn 3,1-6: Nacer del agua y del espíritu
Comentamos lo que dice el texto del evangelio de san Juan:
—¿Quién era Nicodemo?
—¿Por qué va de noche a ver a Jesús?
—¿Qué le dice Nicodemo a Jesús? ¿Y qué le responde Jesús?
—¿Qué quiere decir “nacer de nuevo”?
El cristiano nace dos veces: un primer nacimiento físico, que es el que festejamos cada
vez que se cumple un año más; y un nacimiento espiritual, el día de nuestro Bautismo.
El agua es expresión de fecundidad y de vida; es el elemento primordial, del que se nutren
todos los seres vivientes. El agua, fuente de vida natural es, en el Bautismo, fuente de vida
divina por virtud del Espíritu Santo.

36
CATECUMENADO

Cuando una persona es bautizada, ocurre algo similar a lo que ocurrió en el bautismo
de Jesús: desciende el Espíritu Santo que se hace presente dentro de él y lo transforma,
desde lo más profundo de su ser, a imagen de Cristo, hijo de Dios. A partir del Bautismo,
el cristiano es otro Cristo.
Por eso desde el Bautismo tengo la misma vida de Dios, a la que llamamos “Gracia”. Todos
los sacramentos son un encuentro entre “Dios y la persona”.
La celebración del Bautismo nos da la seguridad de que Dios quiere entrar en una relación
de amistad con nosotros. Por supuesto, este sacramento, este encuentro, se hace realidad
solamente si acepto esa amistad y vivo este encuentro toda la vida.
Para ello, he de vivir como bautizado. No basta “nacer del agua”, es preciso también “na-
cer del Espíritu”, permitir que el Espíritu Santo me transforme, guíe y renueve cada día.
Desde el Bautismo tengo la misma vida de Dios dentro de mí. Esa vida nueva es la vida en
abundancia que Jesús vino a traer ( Jn 10,10); vida llena de Dios, de gracia, de amor. Es lo
que Jesús le dijo a Nicodemo “Renacer de lo alto”, “Nacer del agua y del Espíritu”.

Para nuestra vida


Nacer de nuevo es recibir la vida del Espíritu Santo en el Bautismo.
Por el Bautismo recibí una vida nueva: la vida de Jesús resucitado, vida de unión con Dios,
con los hermanos y hermanas, con la creación. Dejé la vida “vieja” de insultos y peleas,
críticas, egoísmo, odios, vicios, infidelidades, supersticiones, mentiras, indiferencia... Entré
en una vida nueva. Me llené del Espíritu de Jesús.
Esa vida de Dios que recibimos en todos los sacramentos es la vida de la Gracia. Vivir en
gracia de Dios significa vivir en comunión con Él, siguiendo sus mandamientos y vivir en
comunión con nuestros hermanos, amando a todos como Él nos ama.
Dios me invita a vivir como hijo de la luz, porque vivo iluminado por el Evangelio, que es
amor desinteresado, servicio, acogida, perdón…

PARA REC RDAR


“El bautismo es el sacramento
del nuevo nacimiento
por el agua y la palabra.”
Catecismo de la Iglesia Católica 1213

37
CATECUMENADO

Celebramos
Por el Bautismo hemos muerto
al hombre viejo, es decir, a la
persona pecadora. Vamos
a renovar las renuncias al
hombre viejo respondiendo:
“Sí, renunciamos”.
—¿Renuncian al egoísmo,
que no les permite vivir
en el amor? R/
—¿Renuncian a la indiferencia,
que les impide comprometerse
con sus hermanos? R/
—¿Renuncian al materialismo,
que no les deja compartir
con su prójimo? R/
—¿Renuncian a la sensualidad, que va encegueciendo su alma? R/
—¿Renuncian a la pereza, que les impide llevar la Buena Noticia a sus hermanos? R/
—¿Renuncian a las supersticiones, que los aleja del verdadero Dios? R/
Como signo de que queremos renunciar a todo los que nos impide vivir como
discípulos de Jesús, nos hacemos unos a otros la señal de la cruz en la frente.
Recibimos uno de los signos del Bautismo: la vestidura blanca.
Ella es signo de aquella actitud del padre de la parábola del hijo pródigo, que manda a los
servidores que traigan la mejor ropa (cf. Lc 15,22), es decir, la ropa de hijo. Y también es signo
de que en el bautismo hemos sido revestidos del hombre nuevo (cf. Col 3,10).
Renovamos nuestras promesas bautismales. A cada pregunta, respondemos:
“Sí, nos comprometemos”.
—¿Se comprometen a vivir la vida que Jesús nos regaló,
viviendo en comunión con Dios y con los hermanos? R/
—¿Se comprometen a servir a Jesús crucificado en los hermanos
y hermanas más pobres y sufrientes, acompañando a los que están solos
y compartiendo con quienes nos necesitan? R/
—¿Se comprometen a seguir profundizando en la Palabra de Dios
el camino señalado por Jesús? R/

38
CATECUMENADO

Renovamos nuestro Bautismo.


Nosotros queremos renovar el Bautismo
y vivir esta vida nueva que Jesús nos regaló.
Queremos vivir en comunidad,
en esa Iglesia-comunidad
a la que hemos ingresado
por el Bautismo.
Por eso vamos a hacer que otra vez
el agua bendita moje nuestra frente
como en el día de nuestro Bautismo.

Oramos por nuestros padres y padrinos.

Mis padres se llaman


y
Mis padrinos se llaman
y
Ellos fueron testigos de la vida nueva que recibí
por medio del agua y del Espíritu Santo.
Debo rezar por ellos porque quisieron hacerme
un regalo tan grande: el del Bautismo.

Rezamos juntos la oración de Jesús: Padre nuestro...

39
ENCUENTRO

38 Por el Bautismo comenzamos


a ser miembros de la Iglesia
y entramos en el Reino de Dios

Desde nuestra vida


Miembros de la familia
Compartimos:
—¿Quién formaba mi familia cuando nací?
—¿Quién formaba mi familia espiritual cuando me bauticé?

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Somos miembros de la Iglesia
Leemos Jn 3,1-6: Nacer del agua y del espíritu
Recordamos lo que dice el texto del evangelio de san Juan, que ya leímos en el encuentro
anterior.
Al nacer me estaba esperando una familia; también por el Bautismo nací a una vida nueva
y me estaba esperando una gran familia.
Leemos Ef 2,17-19: San Pablo dice que somos miembros de la familia de Dios, de la Iglesia.
Por el Bautismo comencé
a formar parte de la Igle-
sia, que no es el templo,
sino la gran familia de los
bautizados. El Bautismo
es la puerta de entrada
en la familia de Dios, que
es la Iglesia.
Y en esta familia de Dios
somos hermanos y debe-
mos ayudarnos y alentar-
nos para perseverar en
la vida cristiana y en la
construcción del Reino.

40
CATECUMENADO

Pero la Iglesia no es solamente la gran multitud de los bautizados, sino primeramente


nuestra parroquia o nuestra pequeña comunidad donde nos juntamos a compartir la
Palabra de Dios y la vida.
La Iglesia debe ser mi familia, mi comunidad; en ella nos tratamos como hermanos, y por
eso nos sentimos valorados y escuchados.
Ser Iglesia es vivir la fe en una pequeña comunidad, que tiene como centro la Palabra de
Dios, donde compartimos la fe y la vida, donde nos acompañamos y nos sostenemos mu-
tuamente, donde somos semillas del Reino de Dios para la sociedad en la que nos toca vivir.
Releemos el versículo 6 de Jn 3, donde Jesús le dice a Nicodemo que para entrar en el
Reino de Dios hay que nacer del agua y del Espíritu. No le está hablando del cielo, sino
de ese hermoso proyecto que tiene el Padre Dios de hacer un mundo de amor, justicia,
igualdad, fraternidad, solidaridad...
Por el Bautismo entré a formar parte de ese hermoso proyecto de vivir en el amor de
hermanos, porque somos hijos de Dios. Y es en la Iglesia-comunidad donde debo vivir de
esta manera.

Para nuestra vida


¡Qué buenas noticias he recibido hoy! Por el Bautismo tengo una gran Familia que es la
Iglesia-comunidad. Por el Bautismo he entrado al Reino de Dios.
Si en nuestra parroquia ya hay comunidades que están viviendo así su ser Iglesia, es con-
veniente que ya me vaya integrando en alguna.
Si no las hay sería bueno que, una vez terminado el Catecumenado, la formemos nosotros.

PARA REC RDAR


“El Bautismo hace de nosotros miembros del Cuerpo
de Cristo. Por tanto [...] ‘somos miembros
los unos de los otros’ (Ef 4,25).
El Bautismo incorpora a la Iglesia.
De las fuentes bautismales nace el único
pueblo de Dios de la Nueva Alianza
que trasciende todos los límites naturales o humanos
de las naciones, las culturas, las razas y los sexos…”
Catecismo de la Iglesia Católica 1267

41
CATECUMENADO

Celebramos
Cantamos “Iglesia peregrina de Dios” (ver en página 21).
Escribimos nuestro nombre en el papelito y lo ponemos junto a la foto de
familia.
Oramos juntos.
Te pedimos, Señor, que en la Iglesia-comunidad,
a la que ingresamos por medio del Bautismo,
no sea solo un número,
sino que nos sintamos parte de ella,
que nos sintamos amados y valorados.
Que sintamos la necesidad de encontrarnos
con nuestros hermanos y hermanas,
para compartir la fe y la vida.
Gracias por habernos llamado
a entrar en el Reino de Dios,
por medio del agua y del Espíritu,
y que lo vayamos construyendo día a día,
procurando que este mundo
sea cada día más el sueño de Dios,
donde todos vivamos amándonos
y sirviéndonos como hermanos,
porque somos hijos de un mismo Padre. Amén.
Rezamos juntos el padrenuestro, la oración de los que nacimos de nuevo en
el Bautismo y queremos que venga su Reino.

42
ENCUENTRO

39 ¿Quién es
el Espíritu Santo?

Desde nuestra vida


Los elementos fundamentales
En la vida hay tres elementos fundamentales: agua, viento y fuego. Compartimos nuestras
experiencias con los dos últimos.
—¿Qué hace el viento?
—¿Vimos alguna vez un viento de una fuerza muy grande?
—¿Al ir en bici, viento en contra, qué nos pasó? ¿Y con viento a favor?
—¿Vimos alguna vez cómo es el viento?
Decimos que el viento nadie sabe de dónde viene o adónde va,
ni qué color tiene. Pero todos sentimos su presencia y sus efectos.
—¿Qué hace el fuego?
—¿Para qué cosas sirve el fuego?
El fuego calienta, purifica, limpia, destruye, ablanda, endurece…

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


La tercera persona de la Santísima Trinidad
Al Espíritu Santo lo menciono en las oraciones del Gloria y del Credo y al hacer la señal
de la Cruz.
El Espíritu Santo es alguien, es una persona, aunque no tiene rostro humano.
No debo pensar que el Espíritu Santo es un hombre que tiene cuerpo. El Espíritu Santo no
tiene cuerpo, no está hecho de materia. Por eso no lo puedo ver, ni oír, ni tocar. Al Espíritu
Santo ni siquiera lo puedo imaginar.
Se lo representa con una paloma porque en el bautismo de Jesús descendió sobre él así
(cf. Mt 3,16), pero eso no significa que sea una paloma.
La expresión “espíritu” se puede prestar a confusión. La palabra griega con que se designa
al Espíritu Santo es “pneuma”, que significa “fuerza invisible”; es el fuego, es el viento (cf.
Hch 2,2-3), es fuerza de lo alto (cf. Lc 24,49). Es la fuerza de Dios en nosotros.

43
CATECUMENADO

El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad. Dios Espíritu Santo es igual
a Dios Padre y a Dios Hijo; pero no son tres dioses, sino tres personas distintas y un solo
Dios verdadero.

El Espíritu es viento y es fuego


Al Espíritu Santo se le atribuyen las obras propias de las imágenes o comparaciones bíbli-
cas, como es el fuego y el viento.
El viento (Hch 2,2; Jn 3,8; Jn 20,22) es símbolo de vida (cf. Gn 2,7), empuja... El Espíritu
Santo "da vida", "vivifica y rejuvenece" a la Iglesia y a los cristianos; da la fuerza interior
que nos empuja suave pero eficazmente, para practicar el bien, para ser "testigos" de Cristo.

El fuego (Hch 2,3; Mc 3,11) purifica, transforma, ilumina... El Espíritu Santo "purifica"
nuestros corazones pecadores; "transforma" nuestras acciones, "ilumina" nuestras mentes
para ir conociendo cada vez más y mejor a Jesús y su mensaje; enciende el amor, infunde
el ardor misionero.

¿Quién es el Espíritu Santo?


El Espíritu Santo es paráclito ( Jn 14,15-16; Jn 14,26; Jn 15,26; Jn 16,7).
Esta también es una palabra griega, que significa una función y se traduce como “llamado
al lado de”, por eso desempeña el papel activo de asistente, amigo, abogado, protector,
apoyo.
44
CATECUMENADO

Mientras Jesús vivía con sus discípulos ellos no temían nada. Él era su paráclito, siempre
presente para acudir a su defensa y sacarlos de los peligros (cf. Jn 17,12). Cuando él se
ausentó, el Espíritu Santo ocupó su lugar para ser nuestro paráclito (cf. Jn 14,16; 16,7).
El Espíritu Santo es espíritu de verdad.
Espíritu de verdad que da testimonio de Jesús ( Jn 15,26), que permanece en sus discípulos
y discípulas como huésped ( Jn 14,17).
Espíritu de verdad que guía a la verdad completa ( Jn 16,13). Espíritu de verdad que hace
comprender los gestos y palabras de Jesús ( Jn 14,26).
El Espíritu Santo es espíritu de amor.
Es el que infunde el amor en nuestros corazones (cf. Rom 5,5)
El Espíritu Santo es el principio interior de la vida nueva que Dios nos dio, y esa vida
nueva es vida de amor.
Es el Espíritu Santo quien nos hace amar al Padre y a nuestros hermanos. Una persona
llena del Espíritu Santo es una persona llena de amor.

Para nuestra vida


Después de ver quién es el Espíritu Santo no puedo permanecer indiferente ante él. Debo
pedir el Espíritu Santo (cf. Lc 11,13) y dejarme guiar por él (cf. Gal 5,25), porque de él va a
depender mi crecimiento en la vida cristiana.
Mi compromiso cristiano debe orientarse a entablar una relación amistosa y personal con
el Espíritu Santo, sabiendo que él es el huésped que habita en mí (cf. Jn 14,17) y que soy
templo del Espíritu Santo (cf. 1 Cor 3,16).

PARA REC RDAR


“Creer en el Espíritu Santo es profesar
que el Espíritu Santo
es una de las personas de la Santísima Trinidad,
consubstancial al Padre y al Hijo,
‘que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria’
(símbolo niceno-constantinopolitano).”
Catecismo de la Iglesia Católica 685

45
CATECUMENADO

Celebramos
Viento y fuego
Que tu Espíritu Santo que es un viento, Señor,
nos sacuda la vida hasta la conversión.
Nos arranque de cuajo este yo pecador,
haragán y miedoso, egoísta, Señor.
Ven, Espíritu Santo, ven, tu pueblo está en oración,
María está con nosotros, y no podés faltar Vos.
Ven, Espíritu Santo, ven y anima nuestra reunión,
queremos hallar el modo de vivir la comunión.
Que tu Espíritu Santo que es un fuego, Señor,
nos alumbre por dentro, nos encienda en su ardor.
Y nos lance a la calle, testimonio de amor,
como Buena Noticia, profecía y canción.
Pidámosle al Espíritu Santo que él sea nuestro Paráclito.
Ya que conocimos mejor quién es el Espíritu Santo, nos proponemos desde
hoy rezar todos los días esta oración al Espíritu Santo.
Invocación al Espíritu Santo
–¡Ven, Espíritu Santo!,
llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos
el fuego de tu amor.
–Envía tu Espíritu
y todo será creado.
–Y renovarás la faz de la tierra.
–Oh, Dios, que aleccionaste
los corazones de tus fieles
con la ciencia del Espíritu Santo,
haz que, guiados por este mismo Espíritu,
saboreemos las dulzuras del bien
y gocemos siempre
de sus divinos consuelos.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
El Espíritu Santo es quien nos impulsa a llamar a Dios “Padre” (cf. Rom 8,15),
por eso ahora decimos: Padre nuestro...

46
ENCUENTRO

40 Los dones y los frutos


del Espíritu Santo

Desde nuestra vida


Acciones buenas y malas
Recortamos imágenes o títulos de cosas buenas y cosas malas que hacen las personas, de
entre las revistas y diarios de que disponemos.
Los pegamos en la parte correspondiente del afiche:

Acciones malas Acciones buenas

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Los dones del Espíritu dan sus frutos en nosotros
Leemos Gal 5,16-25: Vivir según el Espíritu
Las obras de la carne y los frutos del Espíritu
Comentamos:
¿Qué listado nos señala san Pablo como “obras de la carne”? ¿Se dan estas cosas en
nuestra sociedad?
¿Qué dice sobre los que viven de esta manera?
¿Cuáles son los “frutos” que indican la presencia del Espíritu Santo en nosotros?
¿Son comunes estas virtudes?
¿Qué nos muestra más la televisión: "los frutos del Espíritu" o "las obras de la carne"?

47
CATECUMENADO

En este texto de san Pablo la expresión “carne” es la sede de las pasiones y del pecado, es
decir, la condición pecadora del hombre. Los que viven según "la carne" son los que están
viviendo habitualmente en pecado y no quieren salir de él.
Jesús nos dice: “No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos
buenos” (Lc 6,43). ¿Ocurre igual con las personas?
La Palabra de Dios muestra claramente cuáles son las obras de la carne y los frutos del
Espíritu. Una persona que se deja conducir por el Espíritu Santo da estos frutos que men-
ciona san Pablo.
Como dice Jesús en Mt 15,17-20, la persona actúa de acuerdo a lo que piensa y lleva en
su corazón. En nuestra sociedad estamos recibiendo permanentemente propuestas que
quieren destruir los valores cristianos.
El cristiano es luz y los frutos del Espíritu Santo deben llevarlo también a un cambio pro-
gresivo en la sociedad por el camino del bien.
Dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma
en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna...” (CEC 1832).

Los dones del Espíritu


Dios nos da lo que necesitamos para vivir como verdaderos cristianos, por eso nos da los
dones del Espíritu Santo. Se les da el nombre de dones porque se nos dan gratuitamente.
También nos dice el Catecismo:
“La vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo. Estos son
disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu
Santo.” (CEC 1830)
“Los siete dones del Espíritu santo son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia,
piedad y temor de Dios. Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David. Completan y llevan
a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer
con prontitud a las inspiraciones divinas...” (CEC 1831)
48
CATECUMENADO

Los siete dones


El número “siete” en la Biblia significa plenitud, totalidad.
Se puede decir, por lo tanto, aplicándolo a los siete dones del Espíritu, que es la plenitud y
totalidad de dones que Dios me otorga para que viva como discípulo misionero de Jesús.
Estos son los siete dones del Espíritu:
Sabiduría: No es tener un montón de conocimientos, sino saber distinguir la voluntad
de Dios para hacer el bien.
Inteligencia: Ayuda a comprender la Palabra de Dios y los signos de los tiempos, sabiendo
que Dios actúa permanentemente en la historia.
Consejo: Nos da los consejos para orientar nuestra vida desde la fe y la Palabra de Dios.
Fortaleza: Es la ayuda para ser fieles a Jesús y ser sus testigos. Es el don propio de los
mártires.
Ciencia: Nos hace conocer cómo debemos actuar, nos ayuda a distinguir la verdad del error.
Piedad: Motiva nuestra relación filial con Dios Padre y nos ayuda a acrecentar nuestro
amor a Dios y a los hermanos.
Temor de Dios: No es miedo a Dios, es amor respetuoso a Dios que nos lleva a querer
serle siempre fiel y a poner nuestra confianza en Él.
Si recibo con un corazón abierto estos dones del Espíritu Santo, también se harán realidad
en mi vida los frutos del Espíritu.

49
CATECUMENADO

Para nuestra vida


Reflexionamos a partir de estas preguntas:
— ¿Qué frutos del Espíritu Santo veo en mí?
— ¿Cuáles no se notan en mi vida?
— El Espíritu Santo nos quiere llenar de sus dones para que después nuestra vida esté llena
de los frutos del Espíritu. ¿Qué tengo que hacer para que sus dones estén en mí?

PARA REC RDAR


“Los dones del Espíritu Santo son disposiciones permanentes
que hacen al hombre dócil para seguir las inspiraciones divinas.
Son siete: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza,
ciencia, piedad y temor de Dios.
Los frutos del Espíritu Santo son perfecciones plasmadas
en nosotros como primicias de la gloria eterna.
La tradición de la Iglesia enumera doce:
«Caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad,
bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad,
modestia, continencia y castidad» (Gal 5,22-23).”
Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica 389-390

Celebramos
El fruto del Espíritu es amor
El fruto del Espíritu es amor, Contra tales cosas no hay ley:
gozo, paz, tolerancia, amor, gozo, paz, tolerancia,
benignidad y bondad, benignidad y bondad,
fe, mansedumbre y templanza. fe, mansedumbre y templanza.

Ponemos en común lo que trabajamos personalmente.


El Espíritu Santo nos da sus dones, para que ellos produzcan sus frutos en
nuestras vidas. Por eso, decimos juntos:
Dame, Señor, todos los dones de tu Santo Espíritu
que estoy necesitando para mi vida de discípulo misionero,
para que así pueda dar los frutos del Espíritu
para la construcción del Reino de Dios. Amén.
Rezamos la oración que Jesús nos enseñó: Padre nuestro…
50
ENCUENTRO

41 La acción
del Espíritu Santo

Desde nuestra vida


Los efectos de la resurrección
Leemos el texto evangélico que nos ha tocado y lo comentamos.

Grupo 1: Juan 20,19-20 Grupo 2: Hechos 2,22-24

—¿Qué día sucede este relato? —¿Qué día sucede este relato?
—¿Cuál era aquel día, el primero de la semana? —¿Quién es el que habla?
—¿Quiénes estaban reunidos? —¿A quiénes les habla?
—¿Por qué estaban cerradas las puertas? —¿De qué los acusa Pedro (v. 23)?
—¿Por qué tenían temor a los judíos?

Dialogamos.
—¿Los dos textos son
de momentos pos-
teriores a la Pascua?
—¿En cuál de los dos
textos tienen miedo
los protagonistas?
—¿Por qué Pedro, en
el segundo texto, no
tiene más miedo?
—¿Qué pasó entre un
relato y otro?

51
CATECUMENADO

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Los efectos del Espíritu Santo en el cristiano
Leemos Hch 7,51-60: La acción del Espíritu en Esteban
El día de la Confirmación, el Obispo pregunta a los que son confirmados:
—¿Y saben lo que va a hacer en ustedes el Espíritu Santo?
Y los confirmandos responden:
—El Espíritu Santo nos iluminará con la luz de la fe,
nos encenderá con el fuego del amor,
nos confirmará para dar testimonio de Jesús.

El Espíritu Santo nos iluminará con la luz de la fe


La fe es ante todo un don de Dios.
Dios nos hizo el regalo de la fe en nuestro bautismo.
Con nuestra inteligencia humana, sin la luz de la
fe, nunca hubiésemos creído que Dios es el creador
del universo, que Jesús es Dios hecho hombre, que
en Dios hay una sola naturaleza y tres personas,
que Jesús está resucitado y vive, que está en la
Eucaristía, que María es virgen.
En la Confirmación, el Espíritu Santo viene a nosotros
con su luz para que por medio de la fe creamos en
todo lo que Dios nos ha revelado y nos enseña por
medio de la Iglesia.
El Catecismo de la Iglesia Católica dice esto de la fe:
“La fe es la respuesta del hombre a Dios que se
revela y se entrega a él, dando al mismo tiempo
una luz sobreabundante al hombre que busca el
sentido último de su vida.” (CEC 26)

El Espíritu Santo nos encenderá con el


fuego del amor
San Pablo dice con toda claridad que lo más importante en la vida del cristiano es la cari-
dad, el amor; nos lo dice en 1 Corintios 13.
Amar como Jesús ama no es fácil, si lo queremos hacer solo con nuestras fuerzas humanas
no podremos. Es el Espíritu Santo el que hace que nuestro corazón ame de verdad:
“El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado.” (Rom 5,5)

52
CATECUMENADO

Por este amor que el Espíritu Santo ha derramado en nosotros nos dirigimos con amor al
Padre y amamos a nuestros hermanos con el mismo amor con que el Padre ama al Hijo
y a nosotros.

El Espíritu Santo nos confirmará para dar testimonio de Jesús


La palabra "mártir" significa "testigo". Los mártires son los que dieron la vida por Cristo,
fueron testigos hasta dar la vida, como lo vimos con Esteban en la lectura de los Hechos
de los Apóstoles.
Esteban fue el primer mártir, fue el primero en dar la vida por Jesús.
Hay muchísimos mártires en la historia de la Iglesia:
Especialmente en los primeros siglos, donde la Iglesia era perseguida, como lo fue san
Lorenzo.
También hay mártires de la primera evangelización de nuestro continente, como lo son
los santos mártires Roque González, Alfonso Rodríguez y Juan del Castillo.

Tenemos mártires más cercanos en la Y los mártires de las dictaduras militares,


historia, como san Maximiliano Kolbe, como Mons. Enrique Angelelli, en Argentina,
que murió en un campo de concentración y Mons. Óscar Romero, en El Salvador.
en la Segunda Guerra Mundial.

La fuerza para dar la vida por Cristo y por los hermanos les viene del Espíritu Santo, el que
recibimos en la Confirmación.
La acción del Espíritu Santo no es solamente sobre cada persona, sino que su acción es
sobre toda la Iglesia-comunidad.

53
CATECUMENADO

Los efectos permanentes del don del Espíritu


En el primer Pentecostés y en la acción del Espíritu Santo hay signos sensibles de la re-
cepción del Espíritu Santo:
Viento y fuego.
Hablar en lenguas.
Euforia con apariencia de estar borrachos.
Pero lo más importante son los efectos permanentes del don del Espíritu:
1. La comunidad cristiana
El fruto inmediato de Pentecostés es la comunidad cristiana. El Espíritu Santo, realiza la
comunidad. Y estas son las características de aquella comunidad fruto del Espíritu:
Comunidad unida: Comunidad íntimamente unida con un solo corazón y una sola alma.
Ponían su vida en común, compartían sus bienes y no había ningún necesitado (cf. Hch
2,44-47; 4,32-34).
Comunidad orante: Acudían al Templo, se reunían en las casas, para escuchar la enseñanza
de los apóstoles, para alabar a Dios, para la fracción del pan (cf. Hch 2,42.46-47; 5,12).
Comunidad testigo: Habían sido revestidos del poder de lo alto, bautizados en el
Espíritu Santo; el fruto era el testimonio lleno de ardor dado por las personas y por
la comunidad (cf. Hch. 4,33; 5,42). Las primeras comunidades eran testigos porque se
ayudaban económicamente unas a otras (cf. 2 Cor 8 y 9). De los primeros cristianos se
decía: “Miren cómo se aman”. Una comunidad es también testigo en el compromiso de
la promoción humana de la persona, en la defensa de la justicia y los derechos de los
hombres y mujeres. Era una comunidad que vivía el Reino de Dios.
2. El impulso misionero
Es fruto de Pentecostés la salida misionera hasta los confines de la tierra. Lenguas de
fuego, no solo para alabanzas, sino además lenguas encendidas para proclamar la Buena
Noticia (cf. Hch 4,31).
Pentecostés es para la misión. Solo con el Espíritu Santo derramado en las personas y
en la Iglesia hay ardor y entrega misionera. Los discípulos habían conocido a Jesús, de él
recibieron la misión, pero no podían cumplirla hasta que recibieran el don del Espíritu en
Pentecostés.
El Espíritu Santo es quien hace que la Iglesia no se quede encerrada en sus cuatro paredes,
sino que salga e instaure en el mundo el Reino de Dios.
3. Los carismas para la edificación de la comunidad
En el interior de las primeras comunidades cristianas se manifestaban como algo común los
carismas, como intervención del Espíritu Santo para edificar con solidez las comunidades.
San Pablo nos habla ampliamente de esto en 1 Cor 12 a 14.
Por “carismas” entendemos: “Toda manifestación del Espíritu Santo que actúa en y a través
de un creyente para el servicio a los demás”.
Hay diversidad de carismas, pero provienen todos del mismo Espíritu.

54
CATECUMENADO

“Cada uno de nosotros ha recibido su propio don, en la medida


que Cristo los ha distribuido… él comunicó a unos el don de ser apóstoles,
a otros profetas, a otros predicadores del Evangelio,
a otros pastores o maestros. Así organizó a los santos para la obra del ministerio,
en orden a la edificación del Cuerpo de Cristo,
hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento
del Hijo de Dios, al estado del hombre perfecto y a la madurez
que corresponde a la plenitud de Cristo.” (Ef 4,7.11-13)
También en 1 Cor 12,8-11 y Rom 12,6-8. Los carismas son siempre para la edificación del
Cuerpo de la Iglesia y para la construcción del Reino de Dios.
Y en los distintos momentos de la historia, el Espíritu va suscitando los carismas necesarios
para el servicio de la evangelización.
La espiritualidad del laico está en la de ser levadura en la masa, dando fruto donde el
Señor lo sembró:
“El mundo vasto y complejo de la política, de lo social,
de la economía y también de la cultura, de las ciencias
y de las artes, de la vida internacional, de los medios
de comunicación de masas, así como otras realidades abiertas
a la evangelización como el amor, la familia, la educación
de los niños y jóvenes, el trabajo profesional, el sufrimiento, etc.”
(Evangelii nuntiandi 70)
Si nuestras comunidades están abiertas a la acción del Espíritu se suscitarán los carismas
para que todas estas realidades sean evangelizadas.
4. Vivir conducidos por el Espíritu
“Si vivimos animados por el Espíritu,
dejémonos conducir también por él.”
(Gal 5,25)
Caminar en el Espíritu es la característica
del discípulo misionero y de las
comunidades que han recibido el don
del Espíritu Santo.
Ser enseñados y conducidos por el
Espíritu Santo en su vida debería
ser la situación normal del discípulo
misionero. Así lo vivían los primeros
cristianos:
“Yo los exhorto a que se dejen
conducir por el Espíritu de Dios,
y así no serán arrastrados por los
deseos de la carne.” (Gal 5,16)

55
CATECUMENADO

Si nos dejamos conducir por el Espíritu Santo será él quien nos irá identificando con el
Maestro, para que podamos decir con san Pablo: “Vivo yo, pero ya no soy el que vive, es
Cristo que vive en mí” (Gal 2,20). Y es el mismo Espíritu el que va construyendo el Reino
de Dios, es él quien renueva la faz de la tierra.
El Espíritu sigue guiando a la Iglesia
Una mirada sobre el mundo de hoy nos puede llenar de pesimismo, parecería que Sodoma
y Gomorra se han actualizado. No todo es negativo. El Espíritu Santo dio nacimiento a la
Iglesia en Pentecostés.
Los primeros capítulos del libro de los Hechos de los Apóstoles nos propone como mode-
lo de Iglesia a las primeras comunidades cristianas, impulsadas y guiadas por el Espíritu
Santo. Y el Espíritu Santo es el que sigue actuando hoy en la Iglesia.
El Concilio Vaticano II es un signo claro de este nuevo Pentecostés. Un impulso del Espíritu
que ha hecho que la Iglesia se redescubra a sí misma como el Señor la concibió, inmersa
en el mundo contemporáneo y con su mensaje siempre fresco.
Como fruto del Concilio, o impulsados por él, han aparecido en la Iglesia distintos movimien-
tos suscitados por el Espíritu Santo: el movimiento bíblico; la renovación de la catequesis;
el redescubrimiento del kerygma y del catecumenado de adultos; la renovación litúrgica; el
movimiento carismático; las comunidades eclesiales de bases (CEB); redescubrir la impor-
tancia de la misión; el impulso a la caridad, a la promoción humana y a la transformación
social; el movimiento ecuménico…
Y en la Iglesia de Latinoamérica y El Caribe estamos experimentando también la acción
del Espíritu: Medellín, Puebla, Aparecida… son signos de este viento y fuego del Espíritu.
Decía el profeta Joel: “La promesa es para todos” ( Jl 3,1), y la Iglesia está viviendo hoy este
nuevo Pentecostés. Y debe tener los mismos efectos permanentes del primer Pentecostés:
es el mismo Señor que está vivo, es el mismo Espíritu que ha sido derramado, es el mismo
proyecto que Dios tiene para el mundo.
Nosotros debemos estar atentos a los signos de los tiempos para ser fieles al Espíritu Santo,
que nos habla por medio de ellos.

Para nuestra vida


En la celebración de la Confirmación, el obispo hace unas preguntas a las que nosotros
contestamos: “Sí, estamos dispuestos”:
—¿Están dispuestos a vivir y a morir alegremente en esta vocación cristiana?
—¿Están dispuestos a creer, con la luz del Espíritu Santo,
todo lo que Dios ha revelado y nos enseña por medio de la Iglesia?
—¿Están dispuestos, con el fuego del Espíritu Santo, a amar a Dios sobre todas las cosas
y al prójimo como a ustedes mismos?
—¿Están dispuestos, con la fuerza del Espíritu Santo, a dar testimonio de Jesús en todas
partes, aunque tengan que sufrir por eso desprecio y persecución?

56
CATECUMENADO

Me tengo que preguntar si estoy verdaderamente dispuesto o dispuesta a vivir lo que allí
se me pregunta, sea que me confirme, sea que renueve mi Confirmación.
En los evangelios, Jesús me hace una propuesta de vida, Jesús me propone un proyecto: el
Reino de Dios. Este proyecto no es fácil de vivir, seremos en el mundo signo de contradicción.
Pero si estoy dispuesto a vivir como testigo de Jesús, Dios es quien viene en mi ayuda y
me fortalecerá, con el alimento de la Palabra de Dios y de la Eucaristía; y me dará la luz,
el fuego y la fuerza del Espíritu Santo.
Ya estoy en el tramo final del tiempo del Catecumenado. Por eso, antes de seguir adelante,
debo preguntarme con sinceridad:
—¿Estoy dispuesto a vivir y a morir alegremente en esta vocación cristiana?
—¿Estoy dispuesto a creer, con la luz del Espíritu Santo, todo lo que Dios ha revelado
y nos enseña por medio de la Iglesia?
—¿Estoy dispuesto, con el fuego del Espíritu Santo, a amar a Dios sobre todas las cosas
y al prójimo como a mí mismo?
—¿Estoy dispuesto, con la fuerza del Espíritu Santo, a dar testimonio de Jesús
en todas partes, aunque tenga que sufrir por eso desprecio y persecución?
La Confirmación no es para tener todos los certificados de que soy católico. Es un com-
promiso de vida.
El Espíritu Santo estará en mí para que ese compromiso lo pueda vivir.
Seguir a Cristo nos compromete a dejarnos conducir por el Espíritu Santo:
—Para creer todo lo que Dios nos revela por medio de la Iglesia,
—para amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos
—y para dar testimonio de Jesús en todas partes.

PARA REC RDAR


“Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida”
(credo niceno-constantinopolitano).
El Espíritu Santo es principio vital
de la Iglesia.”
Dominum et vivificantem 2

57
CATECUMENADO

Celebramos
Cantamos.
Viento y fuego
Que tu Espíritu Santo que es un viento, Señor,
nos sacuda la vida hasta la conversión.
Nos arranque de cuajo este yo pecador,
haragán y miedoso, egoísta, Señor.
Ven, Espíritu Santo, ven, tu pueblo está en oración,
María está con nosotros, y no podés faltar Vos.
Ven, Espíritu Santo, ven y anima nuestra reunión,
queremos hallar el modo de vivir la comunión.
Que tu Espíritu Santo que es un fuego, Señor,
nos alumbre por dentro, nos encienda en su ardor.
Y nos lance a la calle, testimonio de amor,
como Buena Noticia, profecía y canción.

Encendemos fuego y lo contemplamos.


Pedimos al Espíritu Santo lo que queremos que haga en nosotros, en nuestra
familia y en el mundo.
Rezamos juntos:
Oración al Espíritu Santo
Espíritu Santo, Dios.
Fuente, luz y amor.
Ven sobre mí para protegerme,
debajo de mí para sostenerme,
delante de mí para guiarme,
detrás de mí para impulsarme,
alrededor de mí para iluminarme,
dentro de mí para transformarme.

58
ENCUENTRO

42 La Confirmación:
sacramento
de la madurez cristiana

Desde nuestra vida


La niñez y la adultez
Contestamos, en grupos pequeños,
estas preguntas.
—¿Cuáles son las características
de un niño?
—¿Cuáles son las características de
un adulto?
Dialogamos.
—¿Qué diferencias encontramos
entre el niño y el adulto?

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


En la Confirmación recibimos el Espíritu para ser testigos
Leemos Hch 8,14-17: Recibieron el Espíritu Santo
El día de la Confirmación, el Obispo pregunta a los que son confirmados:
¿Y saben lo que va a hacer en ustedes el Espíritu Santo?
Dice el Catecismo de la Iglesia Católica sobre la Confirmación (CEC 1303):
“La Confirmación confiere crecimiento y profundidad a la gracia bautismal:
—nos introduce más profundamente en la filiación divina que nos hace decir «Abbá,
Padre» (Rom 8,15);
—nos une más firmemente a Cristo;
—aumenta en nosotros los dones del Espíritu Santo;
—hace más perfecto nuestro vínculo con la Iglesia;
—nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe mediante
la palabra y las obras como verdaderos testigos de Cristo, para confesar valientemente
el nombre de Cristo y para no sentir jamás vergüenza de la cruz...”
59
CATECUMENADO

El que recibe el sacramento de la Confirmación deja de ser un niño o un adolescente en


la fe y pasa a ser un creyente adulto.
En el Bautismo nacemos a una vida nueva, en la Confirmación decidimos personalmente
llevar la vida nueva.
En el Bautismo, el Espíritu Santo se nos da para ser hijos de Dios, en la Confirmación se
nos da para ser testigos de Jesús.
Sigue diciendo el Catecismo de la Iglesia Católica (CEC 1304):
“La Confirmación, como el Bautismo del que es la plenitud, solo se da una vez. La
Confirmación, en efecto, imprime en el alma una marca espiritual indeleble, el ‘carácter’,
que es el signo de que Jesucristo ha marcado al cristiano con el sello de su Espíritu
revistiéndolo de la fuerza de lo alto para que sea su testigo.”
En la Confirmación Dios lleva a cabo completamente, por el don del Espíritu Santo, la obra
que inició en mí el Bautismo como sacramento de vida nueva. Para compararlo respecto
a la obra de Cristo, el acontecimiento “Pentecostés” (la venida del Espíritu Santo) es la
consumación de la Pascua (la muerte y resurrección de Cristo).

El efecto especial que produjo en los apóstoles el acontecimiento “Pentecostés”, comparado


con el acontecer de la Pascua, fue sobre todo que, gracias a la “fuerza de arriba”, pudieron
ejercer el apostolado al que los llamó el Señor. Gracias al “don del Espíritu” fueron capaces
de actuar como “testigos” del Reino de Cristo.
Esto significa que la “plenitud” que proporciona el sacramento de la Confirmación presenta,
respecto del Bautismo, una doble dirección:
La primera dirección, la más visible, apunta a la Iglesia como apostólica-misionera, que
vive en este mundo del testimonio de sus fieles y va creciendo a partir de este testimonio.
La plenitud que confiere la Confirmación en relación con el Bautismo debe afectar al
cristiano en su propia persona, que ha de ser testigo del Reino de Dios.
La Confirmación configura plenamente con Cristo, es decir, hace al cristiano semejante a
Cristo, que es ungido con el Espíritu Santo:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción.” (Lc 4,18a)

60
CATECUMENADO

“Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del
bautismo que predicaba Juan: cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo,
llenándolo de poder.” (Hch 10,37-38a)
El que se confirma decide trabajar por Cristo en el mundo y en la Iglesia.
Ya debo ir pensando en qué me integraré en la parroquia después de finalizar el Catecu-
menado.

Para nuestra vida


A cada uno Dios le confió una vocación y misión al servicio de la comunidad: dentro de la
Iglesia y de la sociedad. ¡Qué pena que tantos se queden en la fe como niños! Si los confir-
mados asumen sus responsabilidades habrá un gran despertar en la Iglesia y en la sociedad.
Reflexiono:
—¿Qué implica en mi vida personal recibir el Espíritu Santo en la Confirmación?
—¿Qué implica en mi vida comunitaria recibir el Espíritu Santo en la Confirmación?

PARA REC RDAR


“La Confirmación perfecciona la gracia bautismal;
es el sacramento que da el Espíritu Santo
para enraizarnos más profundamente en la filiación divina,
incorporarnos más firmemente a Cristo,
hacer más sólido nuestro vínculo con la Iglesia,
asociarnos todavía más a su misión
y ayudarnos a dar testimonio de la fe cristiana
por la palabra acompañada de las obras.”
Catecismo de la Iglesia Católica 1316

“El efecto de la Confirmación es la especial efusión


del Espíritu Santo, tal como sucedió en Pentecostés.
Esta efusión imprime en el alma un carácter indeleble
y otorga un crecimiento de la gracia bautismal;
arraiga más profundamente la filiación divina;
une más fuertemente con Cristo y con su Iglesia;
fortalece en el alma los dones del Espíritu Santo;
concede una fuerza especial para dar testimonio
de la fe cristiana.”
Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica 268

61
CATECUMENADO

Celebramos
Espíritu Santo, ven aquí
Espíritu Santo, ven aquí,
Espíritu Santo ven aquí,
quiero vivir, quiero ser feliz,
con tu poder dentro de mí.
Ahora sé lo que es vivir,
puedo reír, puedo cantar.
Ahora sé que yo puedo amar
con tu poder dentro de mí.
Hermano, ¿quieres tú vivir
la gloria del Señor?
Acepta pues, esta bendición
que será tu salvación.
Levanta tus brazos,
cierra ya los ojos,
alégrate hermano,
llénate de gozo.

Ponemos el afiche “Así es un adulto en la fe” junto a la Biblia, como signo


de que eso es lo que queremos ser.
Rezamos juntos:
Señor, queremos ser adultos en la fe.
Queremos seguir la propuesta de vida
que nos hacés en el Evangelio.
Queremos ser constructores del Reino
de amor, justicia y paz
que trajiste a este mundo.
Por eso, nos comprometemos a ser tus testigos
en la Iglesia y en la sociedad.
Danos tu Espíritu Santo
para que podamos hacerlo.
Amén.

62
ENCUENTRO

43 La Misa: fiesta
de la comunidad

Desde nuestra vida


Las fiestas
Dialogamos.
—¿Cómo nos preparamos cuando nos invitan a una fiesta?
—¿Por qué hacemos una fiesta?
—¿Qué hacemos cuando estamos en una fiesta?

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


En la Misa escuchamos la Palabra y comemos el pan de vida
Leemos Lc 22,7-13: La cena de Pascua
La primera Eucaristía
En cada Misa celebramos esto mismo que celebró Jesús, el sacerdote pronuncia esas pa-
labras en memoria suya.
Completamos el cuadro con las cosas que dijimos sobre las fiestas y las comparamos con
las distintas partes de la Misa.

Partes de la Misa Partes de la fiesta

Nos preparamos espiritualmente,


nos reconciliamos.
Nos saludamos, pedimos perdón,
escuchamos la Palabra.
Ofrecemos el pan y el vino
y con ellos nuestras vidas.
Comulgamos.
Alabamos a Dios, cantamos.
Nos despedimos con alegría.

63
CATECUMENADO

En la Misa nos reunimos a festejar como familia de Dios


La celebración de la Misa es una reunión. Una gran familia que se reúne, crea vínculos,
comparte fe y vida.
Los cristianos somos la gran familia de Dios; si nos reunimos, crecemos como familia,
crecemos como Pueblo de Dios.
La fe cristiana se vive en comunidad. Reunirnos es ya una manifestación de nuestra fe.
Damos testimonio de que es Jesús quien nos reúne.

En la Misa escuchamos a Dios


Cada domingo, el Señor nos convoca y reúne
como Pueblo para dirigirnos su Palabra. Es en
la Biblia donde está escrito lo que Dios quiere
decirnos y todo lo que necesitamos saber para
nuestra salvación.
Los que buscamos consejos humanos, ¿nos
interesan las palabras de nuestro Señor para
solucionar nuestros problemas y satisfacer
nuestra hambre de felicidad?
La Palabra de Dios es siempre actual y nos sirve
para iluminar nuestra vida aquí y ahora.

En la Misa comemos el pan


de vida
En la Última Cena, Jesús quiso que-
darse con nosotros como el alimento
más simple: el pan. Lo podemos leer en
Lc 22,19-20.
El momento más importante de la Misa
es la “consagración”, donde el pan y
el vino se convierten en el cuerpo y la
sangre de Jesús y se renueva el sacri-
ficio salvador de Jesucristo.
Jesús se hace presente en el altar. Por
eso, en ese momento adoramos a Dios
de rodillas. Allí Jesús se hace alimento.
Es pan de vida eterna.
Leemos Jn 6,48-54: Jesús quiere llegar
a nosotros como alimento.

64
CATECUMENADO

Para nuestra vida


La Misa es la gran fiesta semanal de la comunidad cristiana, es nuestra pascua semanal,
donde nos reunimos para celebrar la presencia viva de Jesús en su Palabra y en la Eucaristía.
Compartimos:
—¿Cómo podemos hacer para participar mejor de la Misa?
Escribo lo que se dijo en mi grupo.

PARA REC RDAR


“Cristo está siempre presente en su Iglesia,
sobre todo en la acción litúrgica… Está presente
cuando la Iglesia suplica y canta salmos,
el mismo que prometió: «Donde están
dos o tres congregados en mi nombre,
allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18,20).”
Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium 7

Celebramos
Decoramos nuestro lugar de oración. Ponemos un mantel y, encima, una
Biblia y pan y vino.
Oramos de manera espontánea, expresando lo que vivimos en este encuentro.
La Virgen María nos reúne
La Virgen María nos reúne
en nombre del Señor, del Señor Jesús,
Dios, nuestro Señor.
Venimos a buscar el pan de la Palabra,
Palabra del Señor que reconforta el alma.
Venimos a comer el pan sacramentado,
el Cuerpo del Señor Jesús resucitado.
Venimos a llevar el pan de la alegría,
mensaje que nos dio el Hijo de María.

65
ENCUENTRO

44 La Misa: celebración
de nuestra salvación

Desde nuestra vida


¿Repetir? ¿Recordar? ¿Renovar?
Comentamos nuestras fotos.
—¿Dónde tomé esta foto? ¿Qué circuns-
tancia o evento retrata?
—¿Al mirar la foto de nuevo me lleva a
recordar otra vez lo ocurrido? ¿Es como
si estuviera nuevamente ahí?
—¿Al mirar la foto de nuevo se repite lo
que hemos vivido?
—¿Es lo mismo recordar que repetir?
—¿Es lo mismo renovar que repetir?

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


En la Misa renovamos el sacrificio de Jesucristo
Leemos Lc 22,14-20: Tomen y coman
La pascua judía
Dios liberó a los judíos de la esclavitud y los llevó por el desierto hasta el monte Sinaí don-
de celebró la mayor de todas las alianzas del Antiguo Testamento: la liberación de Egipto.
Todos los años, el pueblo de Israel celebraba esa liberación de Egipto con un sacrificio
en acción de gracias, inmolaban y comían un cordero. Era la llamada “cena pascual” para
recordar el día en que quedaron libres de la esclavitud de Egipto, después de 400 años.

La Última Cena: Alianza nueva y eterna


Antes de morir, Jesús celebró por última vez la pascua judía. En esa Última Cena Jesús dijo:
“mi cuerpo que se entrega”, “mi sangre que se derrama” anticipando, en forma de signo,
lo que iba a suceder: su propia muerte en la cruz por nosotros haciendo la Alianza nueva
y eterna. Por eso la Misa es renovar aquel sacrificio de Jesús.

66
CATECUMENADO

Cristo, en aquel día, nos liberó de la esclavitud del pecado: los judíos inmolaban un cordero.
Cristo mismo fue el cordero, ya anunciado por Juan el Bautista: “Este es el cordero de Dios
que quita los pecados del mundo…” ( Jn 1,29). El cordero era sacrificado, Jesucristo derra-
mando su sangre en la cruz es el cordero inmolado, haciendo así la Alianza nueva y eterna.
“Nueva” porque fue posterior a las alianzas del Antiguo Testamento con Abraham y Moisés.
“Eterna” porque dura para siempre, ya no necesitamos otras. Y así por medio de Jesucristo
somos reconciliados para siempre con el Padre.
Jesucristo hace realidad las promesas de las Escrituras, por eso es muy común encontrar
en los Evangelios frases como esta: “De él estaba escrito…”; “En él se cumplieron las es-
crituras…”. Durante siglos el pueblo judío esperó este acontecimiento.
En la comida pascual, Jesús recuerda aquella Alianza en la que se derramó la sangre de
animales sacrificados (cf. Ex 24,8). Pero ahora él derrama su sangre por una muchedumbre
(cf. Is 53,11). Esta muchedumbre se refiere, en forma especial, a la Iglesia; Jesús purifica a
los que serán su propio Pueblo.

Renovamos el sacrificio de Jesucristo


Al mirar las fotos no es que esos momentos vividos vuelvan a pasar, pero sí los traemos
al presente, los revivimos, y por lo tanto los renovamos.
En la Misa pasa lo mismo, no es que se repita el sacrificio de Jesús sino que se renueva
ya que el sacrificio de Jesús fue único y para siempre, no hace falta que se repita. Lo que
hacemos es renovarlo, hacerlo nuevo.

67
CATECUMENADO

Al decirnos Jesús: “Hagan esto en memoria mía” nos está diciendo: “Júntense para cele-
brarlo, para revivirlo, para renovarlo, es decir, para hacerlo nuevo.” Jesús nos llama a “hacer
memoria”, es decir, nos llama a recordarlo y a renovarlo. Es como juntarse para festejar un
cumpleaños, no repetimos el nacimiento, sino que lo recordamos.

La Última Cena refuerza nuestra amistad con Dios


La comida siempre ocupó un lugar importante. Cuando se organiza una fiesta es común
pensar en un almuerzo o cena, es señal de alegría, de amistad entre los invitados, crea
mayor unidad. Por eso, con aquella cena pascual, Jesucristo quiso significar la amistad
(Alianza) que tenía con su pueblo.
Los judíos derramaban sangre sobre el Altar que significaba: “Dios está sobre el pueblo”,
para expresar la comunión de vida creada por la Alianza entre Dios y su pueblo (cf. Lv 17,14).
Cristo es la última Palabra en Alianza, no habrá otra más, él inauguró la última Alianza,
definitiva y eterna, con su sacrificio.
La sangre que Cristo derramó en la cruz, realizó la mayor unión de vida posible entre Dios y
los hombres. Por eso deben merecer una especial atención las palabras de la consagración:
“La Sangre de la Nueva y Eterna Alianza…”.

La Misa renueva lo que Jesús hizo en la Última Cena


Cada vez que celebramos la Eucaristía,
renovamos el sacrificio de Jesús que nos
trajo la salvación. Jesús se hace nuestro
pan y nos consagra a su Padre para que
participemos cada vez más en la obra
de su salvación.
En cada Misa celebramos en comunidad,
nos encontramos con amigos. Allí pe-
dimos perdón, rezamos, comulgamos,
cantamos. Pero todo esto también lo
podemos hacer en otras celebraciones,
en cambio solo en la Misa renovamos
el sacrificio de Jesús.
En la cena pascual, Cristo celebró la
primera Misa del mundo, pero él quiso
que esa cena se fuese renovando, y por
eso dijo: “Hagan esto en memoria mía”
(Lc 22,19).
Seguir a Cristo me compromete a par-
ticipar de la Misa, viviéndola como la
renovación del sacrificio redentor de
Jesús que nos trajo la salvación.

68
CATECUMENADO

Para nuestra vida


Recordamos el compromiso que adquirimos en el encuentro anterior sobre cómo participar
mejor en la Misa.
Reforzamos nuestro deseo de vivir este compromiso.

PARA REC RDAR


“Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía,
memorial de la muerte y resurrección de su Señor,
se hace realmente presente
este acontecimiento central de salvación
y «se realiza la obra de nuestra redención».”
Carta Encíclica Ecclesia de Eucharistia 11

Celebramos
Leemos el canto y hacemos una oración con la ayuda de sus palabras.
Jesucristo, danos este pan
Jesucristo danos de este Pan,
que tu Pueblo crezca en la unidad.
Siendo Dios, hombre te hiciste, Tú, Señor, has visto el hambre
para poderte entregar que tenemos de hermandad,
en la cruz, sangriento altar, y nos brindas la unidad
donde a los hombres te diste. con tu Cuerpo y con tu Sangre.
Al morir te diste todo, Y tu Cuerpo nos congrega
ofreciéndote en la cruz en eterna comunión,
y era el cielo, buen Jesús, y la Sangre del perdón
que nos dabas de ese modo. hasta el corazón nos llega.
Cuando eres celebrado, Que podamos con María,
en cada Misa te das, en tu Espíritu, Jesús,
pero ya no mueres más ser los hijos de la luz;
porque estás resucitado. más hermanos cada día.
Una vez todo te diste Y estrechando nuestras manos,
y es cada Misa esa vez, obedientes a tu voz,
hasta que vuelvas después ser así Pueblo de Dios,
como tú lo prometiste. servidor de los hermanos.
69
ENCUENTRO

45 La vida:
una Misa prolongada

Desde nuestra vida


Los alimentos que comemos a diario
Compartimos:
—¿Cómo llegan el pan y el vino a nuestras mesas?

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


La Misa se prolonga en nuestro trabajo y compromiso social
Leemos Gn 1,28; 2,15: Cultivar y guardar la Tierra
El pan y el vino representan el fruto del trabajo humano
El pan y el vino son fruto del trabajo. El trabajo del hombre transforma el trigo y la uva,
fruto de la naturaleza, en pan y vino.
La Misa es una comida. Jesús escogió para esta comida pan y vino porque era el alimento
que tenían en cualquier casa.
En la Misa, el pan y el vino, transformado en el Cuerpo y Sangre de Cristo, nos recuerdan
el trabajo de los que plantan, cultivan y cosechan el trigo y la uva, el de los que convierten
el trigo y la uva en pan y vino, y a todos los que trabajan para que puedan llegar a nuestras
mesas. Y, a través de ellos, están representados los trabajadores de las fábricas, oficinas,
empleadas domésticas, los que trabajan en los hornos de ladrillos, los cirujanos, las amas
de casa, los estudiantes, etc.
70
CATECUMENADO

En la Misa nos unimos a celebrar nuestros esfuerzos y trabajos, las alegrías y esperanzas,
en esta que es la oración más importante: nuestra “acción de gracias” (Eucaristía).
El Espíritu Santo transforma el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Dios trans-
forma lo que el hombre transforma.

La Misa y el compromiso de transformar la sociedad


Repartir el pan entre todos en la Misa debe ser un grito contra cualquier sistema de ex-
plotación de los obreros que, con su trabajo, participan de la creación de la riqueza y en
su mesa falta el pan, en su casa falta salud y educación, en su trabajo falta justicia y en
su vida falta libertad.
Exige el compromiso de luchar juntos para transformar la sociedad y para que la riqueza,
producida por el trabajo, sea distribuida entre todos con justicia.
Participar de la Misa debe llevarnos al compromiso con el hermano que sufre injusticia.
Debemos participar de la Misa llevándole a Dios todo lo que hemos vivido en la semana,
pidiendo la fuerza para ser protagonistas en la transformación de nuestra sociedad.
La participación en la Misa nos debe llevar a un compromiso social:
Luchar para que sean respetados nuestros derechos.
Participar en movilizaciones, marchas de silencio…
Tomar conciencia de que, en cada elección, elegir a nuestros gobernantes con
nuestro voto puede ir cambiando algunas cosas…
La participación en la Misa debe contribuir a que sepamos ser críticos:
Reflexionar sobre el por qué se dan las asignaciones
familiares…

71
CATECUMENADO

Participar en la Misa todos los domingos


La Misa es un grito de esperanza, porque no solo se celebra la muerte de Cristo sino su
resurrección, que es victoria, triunfo sobre el pecado y la muerte, pero también sobre
aquellos que lo condenaron injustamente, de los que lo traicionaron y los que callaron.
Debemos participar en la Misa de los domingos llevándole a Dios todo lo vivido en la se-
mana y tomando la fuerza para la semana que comienza, no solamente para nuestra vida
personal, sino para la transformación de la sociedad.
Integrarnos en la vida de la comunidad nos ayudará a vivir mejor cada Misa, porque la
Misa es la cumbre de la vida de la comunidad.
El padre san Alberto Hurtado tenía claro la unidad de la vida y la Misa, por eso decía:
“¡Mi Misa es mi vida y mi vida es una Misa prolongada!” (DA 191).
En el Documento de Aparecida también se dice: “nuestra existencia cotidiana se convierte
en una Misa prolongada” (DA 354).

Para nuestra vida


Sabemos que participar de la Misa nos compromete en nuestra vida de todos los días:
—¿Qué puedo hacer en mi vida para prolongar en ella lo que celebro en la Misa?
Lo escribo.

Seguir a Cristo me compromete a que mi vida sea la prolongación de la Misa.

PARA REC RDAR


“En este banquete feliz participamos de la vida eterna
y, así, nuestra existencia cotidiana se convierte
en una Misa prolongada.”
Documento de Aparecida 354

72
CATECUMENADO

Celebramos
Decimos todos juntos esta oración:
“Señor, queremos que cada Misa
sea un llevarte nuestros trabajos y descansos,
nuestras penas y alegrías,
nuestros anhelos y toda nuestra vida;
pero que la Misa sea también para nosotros
fuente de transformación de nuestra sociedad.
Amén”.

Queremos ser, Señor


Queremos ser, Señor, Enséñanos a perdonar
servidores de verdad, para poder ser perdonados.
testigos de tu amor, Recuérdanos por qué tu amor
instrumentos de tu paz. quiso morir crucificado.
Convéncenos que, por tener Ayúdanos a comprender
un Padre Dios, somos hermanos. que la misión del bautizado
Su voluntad es que haya paz; es compartir con los demás
justicia y paz, van de la mano. su fe en Jesús resucitado.

73
ENCUENTRO

46 El sacramento
del Matrimonio

Desde nuestra vida


Casarse por la Iglesia
Leemos este diálogo de pareja.
María: Viejo, cada dos por
tres que me encuentro con el
cura me pregunta cuándo nos
vamos a casar. ¿Qué te parece
si nos casamos?
Ramón: Pero dejate de
embromar, así andamos bien.
No vaya a ser que nos casemos
y las cosas comiencen a andar
mal. Además nosotros nos
queremos, ¿qué nos puede
cambiar el casarnos por la
Iglesia?
Comentamos el diálogo:
—¿Conozco situaciones como esta?
—¿Coincido con la respuesta de Ramón? ¿Por qué?

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


El sentido del Matrimonio
Leemos Ef 5,21-33: Los esposos
Al modo como Cristo amó a la Iglesia
El texto comienza con las palabras: "Sométanse los unos a los otros en el temor de Cristo".
El sometimiento recíproco debe ocurrir en Cristo y por amor a Cristo, siguiendo su ejemplo
y entregándose a él. El mutuo sometimiento significa la realización de comunión con Cristo
crucificado en los servicios recíprocos de uno a otro.

74
CATECUMENADO

San Pablo considera el matrimonio cristiano como un signo del amor que une a Cristo con
su Iglesia. Este amor es único, fiel, sacrificado y generoso, da vida y lleva a la salvación.
El “amor” expresado en términos “nupciales” –Cristo esposo y la Iglesia esposa– es el
fundamento del significado del matrimonio cristiano. Los esposos se aman desde la fuente
de todo amor que es Cristo entregado a la humanidad, y su unión conyugal, en medio
de la comunidad, se constituye en símbolo del amor con que Cristo y la Iglesia se aman.
El sacramento del Matrimonio se entronca en la dinámica de la vida de Jesús, según la
cual el amor, buscando hacer el bien al otro, ha de llegar hasta el final, que consiste en
arriesgar hasta la vida por aquellos a los que se ama.
La relación de Cristo y la Iglesia narra el amor como don de sí, el amor sin llevar cuentas,
el amor sin calcular, sin pensar “quién puso más y qué se recibe a cambio”, sin esperar “el
pago que se me debe dar”. La gratuidad, la generosidad, el “perder la cabeza” es lo que
da valor al amor. Lo demás es comercio, intercambio, interés, utilidad, tacañería... En el
amor amante, el mismo amor que ama queda saciado amando.
El matrimonio representa (hace presente y actualiza) el “misterio” de la relación de Cristo
con su Iglesia, y esta es su “grandeza”.
En el sacramento del Matrimonio, el vínculo entre el esposo y la esposa se convierte en
una representación salvadora y permanente del vínculo de Cristo y la Iglesia.
Toda relación de amor, respeto, sacrificio, dulzura y paciencia entre los esposos es aceptada,
perfeccionada y sellada por Cristo, de modo que lleve los rasgos de su amor a la Iglesia.
En el amor recíproco de los esposos es Cristo quien ama, aunque ellos no se den cuenta;
su amor es una voz del amor de Cristo a la Iglesia.
En la alianza Cristo-Iglesia, Jesús es presentado como el esposo que viene al encuentro de
la humanidad perdida, que le echa las redes del amor y le ofrece una alianza indisoluble,
nueva y eterna.
En la alianza matrimonial, el amor, como donación mutua, hace crecer la experiencia de
la pertenencia mutua: Yo te me doy, tú te me das, nosotros nos pertenecemos.

El compromiso de invitar a Jesús a nuestra boda


Jesús, invitado por unos novios a la boda (en Caná de Galilea: Jn 2), les pasa una invitación
para que ellos acudan también a su boda de la Nueva Alianza. Por eso comienza allí a dar
señales y alude a su "hora", para que no falten y no pongan ninguna excusa.
Jesús entiende que casarse no es excusa para no acudir a las bodas del Reino de Dios, sino
todo lo contrario. Y muestra su voluntad de que un amor tan humano, entre un hombre y
una mujer, no se quede al margen de todo el amor que siente él por toda la humanidad.
Invitar a Jesús a la boda (casarse por Iglesia) es un compromiso. El amor de los esposos
cristianos no puede quedarse en casa encerrado entre cuatro paredes, tiene una misión
que cumplir en el mundo y juega un papel importante en el de amor de Dios al mundo y
en la construcción del Reino de Dios en la tierra.

75
CATECUMENADO

¿Casarse o juntarse?
Para el cristiano, el casarse por la Iglesia no son simplemente papeles, ni mucho menos
una fiesta social, es mucho más: un sacramento, es decir, un signo que comunica la gracia
y la salvación, porque es signo de la unión de Cristo y la Iglesia.
Por eso el matrimonio es algo religioso y debe ser también una experiencia de Dios. El
matrimonio debe ser un camino de seguimiento de Jesucristo.
¿Se puede pensar que quiere vivir como cristiano alguien que descarta casarse por Iglesia?
De entrada suena muy seductor “juntarse sin ningún compromiso”, “probamos y después
vemos”.
Una pareja “a prueba” tiene un gran riesgo: es el de separarse ante las primeras dificultades
que encuentran. Si hubo una discusión o maneras distintas de enfrentar una situación,
deciden separarse y volver con sus padres. Y la separación trae consigo una frustración
para esas personas, aunque esa frustración no la noten de una manera consciente. Y si
hay uno o varios hijos de por medio, le terminan embromando la vida a ellos sin ningún
derecho, ya que crecerán y educarán con la ausencia de uno de sus padres.
El juntarse –simplemente– puede guardar dentro de sí el egoísmo de tener miedo a darse
para siempre, de manera exclusiva y en cualquier circunstancia que se presente. El jun-
tarse “para ver qué pasa” puede identificarse como un “prestarse” el uno al otro, y no un
donarse el uno al otro; un prestarse por querer reservarse “por las dudas”... Pero eso es
justamente lo contrario al amor, porque amar es entregarse.
El “solo convivir”, pudiendo casarse, quizás esconda secretamente el miedo a ser de la
otra persona. Si uno se guarda “en la manga” la posibilidad de decidir de otra manera,
¿qué clase de amor es ese? Un signo total (entregar el cuerpo) de una entrega parcial (sin
comprometerse).
El paso de vivir por separados al juntarse le quita lo solemne de la entrega para siempre
que, al hacerse ante Dios y ante la comunidad, marca a fuego la decisión, tornándola im-
borrable. En el compromiso que uno asume públicamente, consciente y libremente, uno
se dice a sí mismo al decirlo.
Casarse es elegir un estado de vida para “con-vivir”, “com-partir”, participar juntos de una

76
CATECUMENADO

misma realidad y proyecto, poner en común el mismo pan de relación para comerlo en la
misma mesa. Los casados, más que nadie, son compañeros (“cum-panis”). Casarse es una
decisión libre que supera el impulso del instinto irracional y lleva a elegir a la persona con
la que convivir en el amor.
No se puede confundir el “casarse” con el “aparearse”. Se aparean, por el impulso del
instinto, los animales irracionales.
En el mundo animal irracional, el celo empuja al apareamiento, y esto provoca la repro-
ducción de la especie. En la especie humana adulta, el celo es superado por el amor, que
lleva a entablar una relación estable. Y, en este hogar de amor, las personas adultas son
llamadas a “engendrar generosamente” otra vida humana, buscando antes el bien del
engendrado y no el propio bien o la satisfacción.

Para nuestra vida


El deseo de casarse es querer asumir públicamente un compromiso. Eso lleva consigo la
responsabilidad de seguir caminando juntos, tratando de superar las dificultades que se
encuentran en una vida compartida. Para ello, en el sacramento del Matrimonio, Dios nos
ayuda con su gracia para superar las dificultades y problemas.
Juntarse para ver si la cosa anda no es tomar en serio el proyecto que Dios tiene para el
hombre y la mujer. El asunto no es juntarse sino tener un noviazgo en serio que nos ayude
a prepararse para el Matrimonio.
Si queremos ser discípulos misioneros de Jesús no podemos dejar de lado el tema del
casamiento por la Iglesia.
Para los que quieren vivir como cristianos no es lo mismo juntarse que casarse, y casarse
no solamente por lo civil, sino recibiendo el sacramento del Matrimonio.
—Si estoy casado por la Iglesia, agradezco a Dios porque la alianza con mi cónyuge hace
presente la Alianza entre Cristo y su Iglesia.
—Si estoy viviendo solo o sola, debo pensar que la manera de formar una familia cristiana
es recibiendo el sacramento del Matrimonio.
—Si estoy juntado o solamente casado por lo civil, debo tener en cuenta lo que hemos
compartido en este encuentro, e ir dando los pasos para recibir el sacramento del
Matrimonio.

77
CATECUMENADO

Seguir a Cristo me compromete a querer vivir la vida de pareja recibiendo el sacramento


del Matrimonio.

PARA REC RDAR


“El sacramento del Matrimonio significa
la unión de Cristo con la Iglesia.
Da a los esposos la gracia de amarse
con el amor con que Cristo amó a su Iglesia;
la gracia del sacramento perfecciona así
el amor humano de los esposos,
reafirma su unidad indisoluble
y los santifica en el camino de la vida eterna.”
Catecismo de la Iglesia Católica 1661

Celebramos
Leemos juntos este Decálogo.
Decálogo para un matrimonio feliz
1. No estén los dos enojados al mismo tiempo.
2. Nunca se griten el uno al otro,
a menos que se esté incendiando la casa.
3. Si uno de los dos quiere ganar una discusión,
deja que sea tu cónyuge.
4. Si tienes que criticar, hazlo con amor.
5. Nunca se recuerden errores del pasado.
6. Estén siempre disponibles
el uno hacia el otro.
7. Nunca se vayan a dormir
con un desacuerdo sin resolver.
8. Por lo menos una vez cada día,
trata de decirle algo lindo
y agradable a tu cónyuge.
9. Cuando hayas hecho algo
equivocado, admítelo y pide perdón.
10. Se necesitan dos para que haya
una discusión, y generalmente
el que está equivocado
es el que más habla.
78
CATECUMENADO

Dulce muchacha
Dulce muchacha humilde de Palestina, En aquel tallercito de carpintero,
a vos por madre suya Dios te eligió, Dios aprendió el oficio del buen José.
y, cuando desde el cielo Y vos, yendo y viniendo en la cocina,
te mandó un ángel guardabas cosas dentro del alma
para pedir tu consentimiento, que te sirvieran para después.
vos le dijiste su esclava soy. Viendo morir a tu hijo sobre el Calvario,
Por eso voy a darte mi corazón te hiciste nuestra madre junto a la cruz,
y cantando repetiré tu nombre: y quedaste esperando porque sabías
María de Nazaret. que volvería, resucitado
Fue tu materna espera de entre los muertos, tu buen Jesús.
luz de esperanza Ahora que en cuerpo y alma
hasta que el Gurisito nació en Belén estás en el Cielo,
y vinieron los pobres y peregrinos sentimos tu plegaria junto al Señor
para adorarlo, y él sonreía, y que vas caminando con el que sufre,
Dios con nosotros, el Emmanuel. con el que llora, con el que sueña,
con la justicia, con el amor.

Hacemos juntos esta oración (Tob 8,5b-7).

Oración de Tobías al tomar por esposa a Sara


“¡Bendito seas, Dios de nuestros padres,
y bendito sea tu Nombre
por todos los siglos de los siglos!
¡Que te bendigan los cielos
y todas tus criaturas por todos los siglos!
Tú creaste a Adán
e hiciste a Eva, su mujer,
como ayuda y compañera,
para que de los dos naciera la raza humana.
Tú mismo dijiste:
‘No está bien que el hombre esté solo,
démosle una compañera semejante a él’.
Ahora, Señor, tomo a mi hermana
con recta intención
y no buscando el placer desordenado.
¡Ten piedad de nosotros, y que podamos
llegar juntos a nuestra ancianidad!”.

79
ENCUENTRO

47 El Señor nos ofrece


su perdón

Desde nuestra vida


Darnos cuenta de nuestra situación
Leemos esta experiencia.

Viaje a San Hilario


En enero del año 2005, como lo estábamos haciendo desde hacía varios años, nos en-
contrábamos en Misión Laishí un grupo de jóvenes misioneros de Rosario, para visitar y
compartir la Buena Noticia con los aborígenes, alojándonos en el Instituto San Francisco.
En esos mismos días, en el Internado de Santa Clara, había otro grupo de jóvenes mi-
sioneros de Formosa, que estaban visitando y llevando la Buena Noticia en el pueblo.
Otra parte de ese mismo grupo misionero se encontraba llevando la Buena Noticia en
San Hilario, y como allí estaban en el último día de la Novena de sus Fiestas Patronales,
nos invitaron a los grupos que estábamos en Misión Laishí a que fuéramos a cenar y a
compartir la serenata en honor del santo patrono.
La propuesta era tentadora ya que la cena consistía en un asado, menú que en una mi-
sión no es nada frecuente; aunque el viaje era de treinta kilómetros de camino de tierra
y en un camión.
Subimos todos –éramos casi cuarenta misioneros–, íbamos cantando debajo de un hermoso
cielo estrellado, mientras el camión avanzaba levantando polvareda en la oscura noche.
Al llegar a San Hilario, las luces del pueblo nos hizo ver que todos estábamos cubiertos
de tierra, desde la punta de los pies hasta el último pelo de la cabeza.
Mucho nos reíamos mientras nos sacudíamos el polvillo.

Comentamos:
—¿En el viaje se daban cuenta de
que estaban llenos de tierra?
¿Por qué?
—¿Cuándo se dieron cuenta de
su estado?

80
CATECUMENADO

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Reconocernos pecadores y recibir el perdón de Dios
Leemos Jn 8,1-11: La mujer sorprendida en adulterio
Todos somos pecadores
Tal vez diga, como hicieron los escribas y los fariseos: “Yo no tengo pecados”. Seguramente
si hubieras estado allí, ante esta mujer, le habrías tirado la primera piedra.
Ahora bien, las piedras no son solamente materiales. Hay otro tipo de piedras que arro-
jamos al prójimo, que también le hacen mucho daño y le producen mucho dolor: críticas,
chismes, calumnias, difamaciones, repetir cosas de las que no estamos seguros, envidias...
Una de las causas de estas “piedras” que arrojamos es creer que no tenemos pecados, o
bien creer que somos mejor que esas personas.
Cuanto más lejos estamos de la luz, que es el mismo Jesucristo, más vamos
a decir: “Yo no tengo pecados”; en cuanto nos acercamos más
a Jesús, vamos descu- briendo el polvillo de los
pecados que hay en nuestro corazón.

Jesús es misericordioso con el que reconoce su pecado


El pecado es algo mucho más profundo que no cumplir con una ley, es decirle “no” a Dios
y su proyecto.
Si me miro con sinceridad a mí mismo, antes de hablar de los demás tendría que callarme
la boca porque sé que no puedo tirar la primera piedra.
En este texto de san Juan vemos que Jesús usa medios distintos a los nuestros para tratar
a una persona pecadora.
Él no quiere que me convierta en juez de los que llevan un camino distinto al mío; muchos
son los que aparentan ser inútiles para “el Reino de Dios”, pero no por eso escapan a la
misericordia del Padre.
Jesús actúa desde la misericordia; él no tiene un dedo acusador, sino un corazón que
perdona.

81
CATECUMENADO

No le justificó a la mujer su adulterio, por eso le pidió que no peque más, pero no la
condenó por lo que había hecho.
Así también quiere ser Jesús conmigo. Si me presento ante él sin caretas sino tal cual soy,
con mis pecados y defectos, me mostrará su misericordia, dándome su perdón y una vida
nueva. Pero si me mantengo en mi ceguera o soberbia de decir que no tengo pecados, no
podré experimentar su perdón y misericordia.

El gran regalo del perdón de Dios


El sacramento de la Reconciliación o Confesión, que es como generalmente lo llamamos,
es el lugar donde Jesús me dice: “Yo no te condeno, sino que te perdono”.
En este sacramento no he de sentir vergüenza de decir mis pecados a un hombre (el
sacerdote), sino más bien tener la certeza de que en el nombre de Dios soy perdonado.
Muchas personas se acercan a una parroquia para recibir una bendición que le solucione
algún problema, para sentirse bien. Y lo que necesito para estar bien, y obtener la paz, no
es tanto una bendición sino un verdadero arrepentimiento que lleve a la conversión y a
una buena confesión. El fruto del arrepentimiento y del perdón es la paz que Dios siembra
en el corazón.
El perdón de los pecados es un gran regalo de Dios a su Iglesia. Cuando me acerco al
sacramento de la Reconciliación, con la debida preparación, experimento la paz que solo
Jesús da al reconciliarme con el Padre.

82
CATECUMENADO

Recibir este sacramento debe ser algo frecuente en mi vida. Lo voy a celebrar ahora para
que, reconciliado con Dios y mis hermanos, pueda recibir o renovar el sacramento de la
Confirmación.
— ¿Ha cambiado mi forma de ver la Reconciliación? ¿Por qué?

Para nuestra vida


Para saber qué lugar ocupa Dios en mi vida, respondo estas preguntas:
— ¿Tengo momentos de oración todos los días?
— ¿Leo la Palabra de Dios?
— ¿Participo en la Misa los domingos?
— ¿Puedo decir ahora que amo a Dios sobre todas las cosas?
Para saber si amo a mi prójimo, respondo estas preguntas:
— ¿Juzgo y critico a mi prójimo?
— ¿Soy capaz de involucrarme con lo que le pasa a mi prójimo o me quedo con el “no te
metás”?
— ¿Estoy comprometido con el bien común del lugar en donde vivo o soy indiferente a
la cuestión social?
Y, por último:
— ¿Puedo decir ahora que amo a mi prójimo?
— ¿Puedo decir: “Yo no tengo pecados”?
Nuestro Padre Dios nos ofrece el perdón en el sacramento de la Reconciliación. Por ello,
me debo acercar a este sacramento para obtener la paz que Dios me quiere dar. No tengo
que dejar pasar mucho tiempo entre confesión y confesión.

PARA REC RDAR


“Dios, rico en misericordia,
es el que Jesucristo nos ha revelado como Padre;
cabalmente su Hijo, en sí mismo,
nos lo ha manifestado y nos lo ha hecho conocer.”
Carta encíclica Dives in misericordia 1

83
CATECUMENADO

Celebramos
Hacemos examen de conciencia para preparar nuestra confesión.
EXAMEN DE CONCIENCIA
“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma,
con toda tu mente, y con todas tus fuerzas.” (Mc 12,30)
— ¿En qué expreso mi amor a Dios? ¿En qué cosas manifiesto que estoy siguiendo
los pasos de Jesús?
— Respecto a mi amor a Dios y a su Palabra: ¿Tengo oración todos los días?
¿En qué momento del día? ¿Cómo es mi oración?
— ¿Doy gracias a Dios o solo le pido, como si Dios fuera un “almacén” de cosas
que compro con promesas?
— ¿Es la Biblia un alimento para mi fe? ¿Leo diariamente la Palabra de Dios?
— ¿El domingo lo vivo como “el día del Señor”? ¿Participo de la Misa todos
los domingos? ¿Trato de vivir la Misa como un encuentro profundo con Dios
a través de la comunidad, de la Palabra y de la Eucaristía?
— ¿Pongo mi confianza en Dios en los momentos difíciles?
“El que dice que ama a Dios a quién no ve, y no ama a su hermano
a quien ve, es un mentiroso.” (1 Jn 4,20)
— ¿En qué muestro mi amor al prójimo? ¿Cómo ando en el servicio y la solidaridad?
— ¿Desprecio, margino, dejo de lado…?
— ¿Cómo ando en la responsabilidad con mi familia, en el trabajo?
— ¿He mentido? ¿He difamado a mi prójimo? ¿He criticado? ¿Me he peleado con alguien?
— ¿Guardo rencor, resentimiento u odio contra mi prójimo?
— ¿Cuál es mi actitud más permanente: honestidad o corrupción?
— ¿Qué tal es mi amor por la vida? ¿Defiendo siempre la vida? ¿He realizado algún aborto
o lo he aconsejado a alguien?
— ¿Tengo capacidad de compartir? ¿O soy egoísta y acaparo?
— ¿Me involucro con lo que le pasa a mi prójimo o prefiero el “no te metás”?
— ¿Estoy comprometido con el bien común del lugar donde vivo o soy indiferente
en la cuestión social?
Dice el refrán popular: “Árbol que crece torcido es difícil de enderezar”.
— ¿Hacia dónde apunta la dirección de mi vida?
La salud es un regalo de Dios y una tarea mía.
— ¿Tengo vicios como son las bebidas alcohólicas o el cigarrillo? ¿Consumo drogas?

84
CATECUMENADO

En tiempo de campañas electorales o por otros motivos, corremos el peligro


de ser manipulados por un poco de plata, por una promesa…
— ¿Qué tal ando en mi libertad?
— ¿He seguido mi conciencia... o la he vendido? ¡Puedo recuperarla!
— Y la TV, la moda ¿me manejan? ¿Por qué? ¡Puedo ser realmente libre!
En la relación con mi propio cuerpo y con el de los demás.
— ¿He tenido relaciones sexuales fuera del matrimonio?
— ¿Mi pareja está bendecida por Dios en el sacramento del Matrimonio?
— ¿He sido infiel engañando a mi pareja?
En general.
— ¿Qué otras cosas quiero poner bajo la mirada de Dios?
— ¿Hay algo que inquieta mi conciencia y que nunca confesé?

Las confesiones serán el día de


a las hh.

Zamba del perdón


Perdón por aquel mendigo,
por aquella lágrima que hice brillar.
Perdón por aquellos ojos
que al buscar los míos no quise mirar.
Señor, no le di mi mano,
se encontraba solo y lo dejé partir,
perdón por no dar cariño,
por solo buscarlo y tan lejos de ti.
Señor, ¿por qué soy así?
Estoy como ciego, no sé comprender.
Señor, tú eres mi esperanza,
dame tu mirada, que te sepa ver.
Señor, no estoy siempre alegre,
no doy luz a otros que están junto a mí,
perdón por esta tristeza,
por sentirme solo cuando estás ahí.
Perdón por otros hermanos
a quienes no importa tu padecer,
estás cerca del que sufre,
pasan a tu lado pero no te ven.

85
ENCUENTRO

48 El sacramento
de la Reconciliación

Desde nuestra vida


Necesitamos reconciliarnos con los demás
En la vida vamos cosechan-
do buenos amigos y amigas,
compañeros y compañeras
con quienes compartimos
muy lindos momentos. Pero,
a veces, por alguna circuns-
tancia de la vida, o por malos
entendidos, nos terminamos
peleando. Situación que nos
pone mal a ambos.
— ¿Estuvimos peleados
con algún amigo o
amiga, compañero
o compañera?
— ¿Procuramos
reconciliarnos?
— ¿Qué sentimos al
reconciliarnos?

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Recibir el perdón y el amor de Dios en la Reconciliación
Leemos Lc 15,11-24: El padre misericordioso
Dios nos ama y nos perdona sin reproches
El gran pecado del hijo menor fue rechazar lo que el padre le proponía como proyecto de
vida. Creía que junto al padre no iba a ser feliz, lo veía como alguien al que debía estar
sujeto para siempre y que no lo iba a dejar ser libre. Esto llevó al hijo menor a alejarse
de su casa.
86
CATECUMENADO

Cuando el hijo le pidió su parte al padre lo estaba matando en vida, ya que la herencia
solo se repartía cuando el padre moría. Fue una actitud orgullosa de pensar ser feliz por
su cuenta, al margen del padre y lejos de su casa.
No quiso servir al padre y terminó sirviendo a los cerdos.
El hijo menor recapacitó y volvió. Se dio cuenta de que junto a su padre estaba mejor y
que hasta los mismos jornaleros estaban mejor que él.
Quería volver como peón, esto muestra nuevamente que no conocía al padre, porque para
él nunca había dejado de ser su hijo.
Recién cuando recibe el abrazo, cuando lo vuelve a vestir como su hijo y le hace la fiesta,
es cuando aprende a conocer a su padre.
Yo también puedo alejarme del Padre Dios; tomo todos los bienes que me dio y los des-
pilfarro. Opto “por no querer servir a Dios”, sintiéndome libre, y termino sirviendo a mis
propias pasiones y vicios.
Y cuando toco fondo es cuando recapacito y me doy cuenta de que junto al Padre estaba
mejor. Solo junto al Padre Dios voy a ser verdaderamente feliz.
Volver significa querer cambiar; es arrepentirse de haberse ido de la casa del Padre, y
haberse separado también de los hermanos; es reconocer los pecados y querer dejarlos.
El Padre Dios, cuando me arrepiento de corazón, está esperándome con los brazos abiertos,
sin reproches ni castigos. Él no dejó de amarme por más que me haya alejado.
Si experimento que soy pecador y deseo cambiar y volver a Dios, también experimentaré
el abrazo del Padre que me recibe.
Debo imitar al hijo menor reconociendo mis pecados, arrepintiéndome y volviendo a Dios
cambiando de vida.
Con esta parábola Jesús muestra la misericordia de Dios, que es un Padre que ama y per-
dona sin reproches, cuando me arrepiento y quiero cambiar.

Recibimos el perdón a través del sacerdote


Que el perdón venga a través de los ministros de la Iglesia se remonta al mensaje de Jesús
( Jn 20,22-23). En ningún lugar de la Biblia dice que podemos reconciliarnos directamente
con Dios.
Nosotros pedimos que esté el sacerdote en los sacramentos que recibimos a lo largo de
nuestra vida:
En el Bautismo, ahí como ministro de Dios, está el sacerdote.
Para alimentarnos con el Cuerpo de Cristo también está el sacerdote.
Cuando decidimos unirnos en Matrimonio, ahí está el sacerdote.
Para una bendición, buscamos al sacerdote.
Pero cuando queremos reconciliarnos con Dios y los hermanos dudamos de que tenga
que estar el sacerdote.
Dios me ofrece hoy su perdón y lo hace a través de un sacramento, llamado “Reconcilia-
ción”, aunque casi todos lo conocen como “Confesión”. Cuando me acerco al sacerdote,
ministro de Dios, arrepentido y con ganas de cambiar, él me da el perdón de mis pecados
87
CATECUMENADO

en nombre de Dios. Así se produce ese reencuentro con mi Padre Dios cada vez que me
alejo de su casa por mis pecados.
Nos dicen nuestros obispos de Latinoamérica y el Caribe (Documento de Aparecida 254):
“El sacramento de la Reconciliación es el lugar donde el pecador experimenta
de manera singular el encuentro con Jesucristo, quien se compadece
de nosotros y nos da el don de su perdón misericordioso, nos hace sentir
que el amor es más fuerte que el pecado cometido, nos libera de cuanto
nos impide permanecer en su amor, y nos devuelve la alegría y el entusiasmo
de anunciarlo a los demás con corazón abierto y generoso.”

Los pasos para celebrar el sacramento de la Reconciliación


Quien va a reconciliarse debe realizar los siguientes pasos:
Examen de conciencia
Cuando decido confesarme, lo primero que debo hacer es el examen de conciencia,
mirándome interiormente para ver mis faltas y pecados.
Hay algunos que dicen: “Yo cumplo los diez mandamientos”, cuando el primero es “Amar
a Dios sobre todas las cosas”, y en realidad están más pendiente de conseguir cosas para
ellos que de cumplir la voluntad de Dios. Otros dicen: “Yo no mato”, y al mismo tiempo
ignoran a los demás…
Por eso es bueno tener alguna ayuda para examinarnos mejor. En el encuentro anterior
tengo una guía para preparar este examen.
Arrepentimiento de corazón
El examen de conciencia me ayuda a reconocer mis pecados. Después de tomar conciencia
de que estoy alejado de Dios por el pecado, debo arrepentirme. Toda persona que ama a
Dios le duele alejarse de Él, y por eso se arrepiente.
Hacer el propósito de no volver a pecar
Si hay un verdadero arrepentimiento,
también haré el propósito de no volver
a pecar. Siempre que quiera confesarme
debo ir con el propósito de cambiar.
Decir los pecados al sacerdote
Acudir al sacerdote para confesar todos
los pecados que recuerdo.
Cumplir la penitencia
La penitencia no es un castigo que tenga
que hacer. Es mostrarle al Señor que
tengo ganas de cambiar.
Muchos pecados causan daño al prójimo,
por eso también es importante hacer
todo lo posible por repararlos.

88
CATECUMENADO

Estos son los pasos que debe hacer la persona para reconciliarse con Dios. Pero para que
se produzca la reconciliación es necesario el perdón de Dios. A esa parte del sacramento
se la llama “absolución”.

Para nuestra vida


Escribo mi respuesta a esta pregunta.
— ¿A qué me compromete conocer mejor el sacramento de la Reconciliación?

Leo el examen de conciencia del encuentro anterior en silencio y medito sobre aquello
que me alejó de Dios.

PARA REC RDAR


“En este sacramento (de la Reconciliación)
cada hombre puede experimentar
de manera singular la misericordia,
es decir, el amor que es más fuerte que el pecado.”
Carta encíclica Dives in misericordia 13

Celebramos
Rezamos juntos.

Perdóname, Señor
Perdóname, Señor,
por haberte ofendido.
Me arrepiento de todo corazón.
Tengo confianza en Ti,
porque sé que me amas”

89
CATECUMENADO

Déjame nacer de nuevo


Tú conoces la dureza
en mi sentir
y la terquedad que hay
en mi corazón;
son las cosas que
me alejaron de ti.
Señor, hazme renacer
en tu amor.
Déjame nacer de nuevo,
déjame nacer de nuevo,
déjame nacer de nuevo,
oh Señor.
No importa la edad que tenga,
tú no la tienes en cuenta,
déjame nacer de nuevo,
oh Señor.
Tú conoces el pecado
que hay en mí
y el dolor que este
dejó en mi corazón,
por la muerte que
ha causado vuelvo a ti.
Señor, dame vida nueva
con tu amor.

Las confesiones serán el día de


a las hh.

90
O C T A V A C E L E B R A C I Ó N

La Reconciliación

Monición introductoria
Guía 1: Tras estos encuentros que hemos compartido,
nos disponemos a vivir la celebración de la Reconciliación,
con un corazón arrepentido y dispuestos a volver a Dios,
como el fruto de todo lo vivido.
Nos ponemos de pie y cantamos...
Sacerdote: En el nombre del Padre y del Hijo…
Que el Señor misericordioso nos conceda hoy su perdón,
y que su paz y alegría esté siempre con ustedes.
Guía 2: Sobre la mesa de las ofrendas hay una canastita con piedras.
Los invito a que cada uno retire una piedra y regrese al banco.
Tomamos asiento. Tenemos una piedra en nuestras manos.
Ella sirve para construir con firmeza un edificio o puede ser
un arma para herir o matar a un adversario.
Guía 1: Con una piedra, David logró desarmar la prepotencia
del gigante Goliat.
Guía 2: Con una piedra podemos expresar nuestra agresividad o la podemos
utilizar para construir.
Guía 1: Nuestras palabras o nuestros juicios son, muchas veces,
como piedras que hieren a nuestros hermanos.
Guía 2: Hoy queremos pedir perdón. Somos demasiados duros
para tratar a otros. Juzgamos con excesiva facilidad.
Somos injustos en nuestras condenas.

Liturgia de la Palabra
Guía 1: Con mucha alegría recibimos la Biblia, donde se nos anuncia
el mensaje de salvación. La colocamos en “el lugar de la Palabra”.
Guía 1: Escuchemos con atención la Palabra de Dios, donde el profeta
nos dice lo que Dios hará con nuestro corazón.
Lector: Lectura del profeta Ezequiel (Ez 36,24-28).
Guía 2: Meditamos la Palabra que escuchamos, cantando:
“Zamba del perdón” (ver p. 85).

91
Guía 1: Escuchemos lo que Jesús le dice a los que vienen con piedras
en las manos.
Nos ponemos de pie y cantamos el Aleluya.
Sacerdote: Lectura del Santo Evangelio según san Juan ( Jn 8,1-11).

Momento penitencial
Guía 2: Si alguno de ustedes no tiene pecado que tire la primera piedra.
Cantamos:
“Perdón, perdón,
perdóname, Señor.
Ante Ti yo pequé.
Perdóname, Señor.”
Catecúmeno: Señor, mi vida es oscura y egoísta, no sé amar ni servir,
como Tú me enseñaste. Tengo pecados, no puedo tirar
la primera piedra.
Cantamos: “Perdón, perdón…”
Catecúmeno: Señor, tengo mal carácter con quienes me rodean.
Los trato injustamente y con dureza. Tengo pecados
y no puedo tirar la primera piedra.
Cantamos: “Perdón, perdón…”
Catecúmeno: Mi corazón es duro como esta piedra para juzgar
a los otros, me dejo llevar por apariencias o por lo que dicen
otros. Tengo pecados y no puedo tirar la primera piedra.
Cantamos: “Perdón, perdón…”
Catecúmeno: Tengo mucha claridad para ver los defectos ajenos,
pero me cuesta demasiado ver mis propias limitaciones.
Tengo pecados y no puedo tirar la primera piedra.
Cantamos: “Perdón, perdón…”
Celebrante: Hagamos un momento de oración...
“Padre de bondad, tu eres nuestro único Dios.
Nos conoces y nos amas.
Tú sabes nuestros pensamientos,
heridas y limitaciones.
Tú no nos condenas ni nos rechazas.
Crees en nosotros y nos sanas.
Recibe hoy a los hijos que necesitan
de tu perdón y de tu amor.
A ti sea el honor y la gloria,
por los siglos de los siglos. Amén.”

92
Confesión de los pecados
Guía 2: Arrepentidos de nuestros pecados nos acercamos
a reconciliarnos. El sacerdote, en nombre de Dios,
nos dará el perdón y nos devolverá la paz y la bondad perdidas.
Después de recibido el perdón, nos acercamos al altar,
dejamos la piedra y retiramos un corazón, signo del corazón nuevo
de carne que hoy nos da Dios.

Acción de gracias y bendición


Guía 1: ¿Dónde están? ¿Ninguno te ha condenado?
Todos: ¡Ninguno, Señor!
Sacerdote: Tampoco yo te condeno. Vete y no vuelvas a pecar.
Señor, estamos felices por la experiencia de tu amor,
por eso te cantamos…
Saludamos también a la Virgen María diciendo:
“Dios te salve, María…”
Que descienda sobre todos nosotros la bendición de Dios: Padre…
Guía 2: Bendecimos tu nombre, Padre, y te damos gracias en este día
por reconciliarnos contigo y con nuestros hermanos,
dándonos el perdón y la paz a través de tu Hijo amado, Jesucristo.
Vivamos lo que queda de esta jornada con la alegría que nos da
la reconciliación.
Guía 1: Nos retiramos cantando.

93
T E R C E R T I E M P O

El tiemp o d e la

I L U M I
N A C IÓ N
Y L A
P U RI FI
CACIÓN
Encuentro 49: Llamados por nuestro nombre
Novena celebración: La elección y la inscripción del nombre
Encuentro 50: Le respondemos a Dios por la fe
Décima celebración: Entrega del símbolo de la fe
Encuentro 51: Llenos del agua viva
Undécima celebración: Primer escrutinio
Encuentro 52: Jesucristo: la luz que debemos seguir
Duodécima celebración: Segundo escrutinio
Encuentro 53: Llamados a la vida
Decimatercera celebración: Tercer escrutinio
La gran celebración: Vigilia Pascual
ENCUENTRO

49 Llamados
por nuestro nombre

Desde nuestra vida


El semáforo
A cada afirmación le pongo un color “verde”, si estoy de acuerdo, “rojo”, si no estoy de acuerdo,
y “amarillo”, si estoy algo de acuerdo.
Se casan…
—Porque están enamorados.
—Porque hace mucho que están de novios.
—Por no quedarse solos.
—Porque tienen un proyecto en común.
—Porque les da vergüenza pelearse ahora.
—Por obligación.
—Porque no pueden vivir el uno sin el otro.
—Porque quieren ser mantenidos.

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Dios nos llama al catecumenado por amor a Cristo
Leemos 1 Sm 3,1-10: Vocación de Samuel
Dios me llama por mi nombre
Así como Dios llamó a Samuel, hoy me está llamando a mí. Samuel dijo: "Aquí estoy Señor,
¿por qué me has llamado?".
En este texto vemos dos cosas claras: el llamado de Dios y la respuesta de Samuel.
Dios me llama por mi nombre, y me ama personalmente con mi nombre. Para Dios no soy
“N.”, tengo nombre, rostro, historia.
Para Dios no soy uno más entre una multitud sino que me ama personalmente.

97
ILUMINACIÓN-PURIFICACIÓN

Las razones por las que continúo en el catecumenado


Hemos visto en la dinámica del inicio que hay muchos motivos por el cual las parejas se
casan.
Dios también nos llama a seguir en el catecumenado. Pensamos con sinceridad en la razón
por la que seguimos y, de entre las respuestas siguientes, rodeamos aquellas con las que
más nos identificamos.
¿Por qué sigo en el catecumenado?
—Porque estoy enamorado o enamorada de Jesús.
—Porque hace mucho que vengo a catequesis.
—Porque el proyecto en común es el Reino de Dios.
—Porque me da vergüenza dejar ahora.
—Por obligación.
—Porque no puedo vivir sin el Señor.
—Porque quiero algún milagro para mi vida.
La afirmación más adecuada para aplicar al matrimonio es: "Se casan porque no pueden vivir
el uno sin el otro". De la misma forma en el catecumenado; debo seguir por necesidad de
vivir unido a Cristo y así seré feliz, si no los sacramentos se convertirán en un simple rito.

Para nuestra vida


Ya falta poco para recibir o renovar los sacramentos de la Iniciación Cristiana. Esta última
etapa la tengo que vivir con profundad y poder así preparar bien mi corazón para tan
importante momento en mi vida.
Después del “Tercer discernimiento” puedo decir que estoy bien encaminado para darle
mi respuesta definitiva al Señor.
Por eso, en el primer domingo de Cuaresma tendremos la celebración de la “Elección”, en
la cual la comunidad eclesial nos dirá que nos eligió para recibir o renovar los sacramentos
de la Iniciación Cristiana.

PARA REC RDAR


“Dios llama a cada uno
por su nombre
(cf. Is 43,1; Jn 10,3).
El nombre de todo hombre es sagrado.
El nombre es la imagen de la persona.
Exige respeto en señal de la dignidad
del que lo lleva.”
Catecismo de la Iglesia Católica 2158

98
ILUMINACIÓN-PURIFICACIÓN

Celebramos
Leemos 1 Cor 1,26-31.
Meditamos juntos
con esta oración.
Señor, te damos gracias
porque, a pesar de que
humanamente hablando no hay
ninguno “grande” entre nosotros,
vos nos amaste desde siempre
y ahora nos mirás y nos llamás
por nuestro nombre
para que te sigamos.
Y al ser amados, mirados
y llamados por vos, Señor,
sabemos que a tus ojos
somos “grandes”.

Qué detalle
Qué detalle, Señor, Yo dejé casa y pueblo
has tenido conmigo, por seguir tu aventura,
cuando me llamaste, codo a codo contigo
cuando me elegiste, comencé a caminar.
cuando me dijiste Han pasado los años
que tú eras mi amigo. y, aunque aprieta el cansancio,
Qué detalle, Señor, paso a paso te sigo
has tenido conmigo. sin mirar hacia atrás.

Te acercaste a mi puerta Qué alegría yo siento


y pronunciaste mi nombre. cuando digo tu Nombre,
Yo temblando te dije: qué sosiego me inunda
Aquí estoy, Señor. cuando oigo tu voz,
Tú me hablaste de un Reino, qué emoción me estremece
de un tesoro escondido, cuando escucho en silencio
de un mensaje fraterno tu palabra que aviva
que encendió mi ilusión. mi silencio interior.

99
N O V E N A C E L E B R A C I Ó N

La elección e inscripción del nombre


(Primer domingo de Cuaresma)

Monición introductoria
Lectura de la Palabra de Dios
Lectura del libro del Génesis (Gn 3,1-7).
Salmo.
Lectura de la Carta a los Romanos (Rom 5,12-19).
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 4,1-11).
Presentación de los elegidos
Diálogo con los padrinos y madrinas
Diálogo y petición de los catecúmenos
Sacerdote: Ahora me dirijo a ustedes, queridos catecúmenos.
Sus padrinos y madrinas, catequistas y miembros
de la comunidad han dado buen testimonio de ustedes.
Y la Iglesia, en nombre de Cristo, confiada en ese parecer,
los llama a los sacramentos pascuales. Por eso, ahora,
les corresponde a ustedes, que ya desde hace tiempo
han escuchado el llamado de Cristo, dar su respuesta
en presencia de la Iglesia, manifestando su propósito.
¿Quieren ser iniciados en los sacramentos de Cristo,
esto es: Bautismo, Confirmación y Eucaristía?
Catecúmeno: Sí, queremos.
Sacerdote: Entonces, digan sus nombres.
Catecúmeno: (Cada uno dice su nombre en voz alta).

Elección
Preparándonos a las celebraciones de la Pasión y la Resurrección
del Señor, hemos comenzado este camino cuaresmal.
Estos “elegidos”, a quienes acompañaremos al recibir los sacramentos,
necesitan de nuestro ejemplo y de nuestra ayuda.
Roguemos por ellos y por nosotros al Señor para que,
convertido nuestro corazón, podamos recibir
las gracias pascuales.

100
Oración de los fieles
Guía: A cada intención respondemos: "Escúchanos, Señor"
—Por estos catecúmenos, para que recordando el día de su elección,
permanezcan siempre agradecidos a las bendiciones de Dios. Oremos…
—Para que, empleando bien este tiempo cuaresmal, lleven con alegría
las renuncias de los criterios del mundo y se encaminen
hacia la santidad, construyendo el Reino de Dios. Oremos…
—Por sus catequistas, para que les muestren siempre la belleza
del seguimiento de Cristo. Oremos…
—Por sus padrinos y madrinas, para que le den testimonio
a sus ahijados de la vivencia del Evangelio, tanto en su vida privada
como social. Oremos…
—Por sus familias, para que los ayuden a seguir la inspiración
del Espíritu Santo. Oremos…
—Por nuestra comunidad, para que en este tiempo cuaresmal brille
por su caridad y persevere en la oración. Oremos…
—Por los que no creen en Jesucristo, para que encuentren el camino
que lleva a Dios. Oremos…
Ofertorio
Acercamos al altar los nombres escritos de los "elegidos", quienes quieren integrarse
totalmente a nuestra comunidad para trabajar juntos por el Reino de Dios.
Acercamos el pan y el vino que, de las manos del sacerdote, se transformarán
para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor.
Comunión
Jesús en la Eucaristía se ofrece como pan, no para saciar el hambre del cuerpo,
sino para sanar y fortalecer el hambre espiritual.
Despedida
El catecumenado era el largo camino de los primeros cristianos para recibir
el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía.
Estos hermanos tomaron en serio el compromiso de recibir o renovar
los sacramentos de la Iniciación Cristiana y hoy han dado un paso fundamental.
Toda la comunidad se alegra con ellos y se compromete a seguir
acompañándolos.

101
ENCUENTRO

50 Le respondemos a Dios
por la fe

Desde nuestra vida


Confiamos en los demás
Leemos este breve relato.
La confianza en su madre
En el incendio de un edificio, donde el fuego ya había
avanzado mucho, en el tercer piso se encontraba un
niño, asustado, pidiendo ayuda. Su mamá se encontraba
abajo gritándole:
—Tirate, que yo te agarro.
El chico, por la gran cantidad de humo, no veía a su
mamá, pero lograba escucharla y le decía:
—No te veo, mamá.
Su mamá con mucha seguridad le repetía:
—Vos tirate que yo te agarro.
Y el niño, sin ver a su mamá, se tiró…

Comentamos:
— ¿Por qué su mamá le dice que se tire?
— ¿Por qué se tira el chico?
— ¿Por qué le creemos a alguien cuando nos dice algo?
Ponemos ejemplos de la vida cotidiana en los que hacemos actos de fe, de confianza.

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Cumplimos la voluntad de Dios porque confiamos en Él
Leemos Lc 1,26-38: El ángel del Señor anunció a María
El don de la fe
La Virgen María cree en Dios, le tiene fe, sabe que no le va a mentir y lo sabe porque lo
conoce, porque sabe que la ama. Así como el hijo que se tiró sin ver a su mamá: cree sin ver.
102
ILUMINACIÓN-PURIFICACIÓN

Debemos tener presente, ante todo, que la fe es un don gratuito de Dios; Él nos lo regaló
el día de nuestro Bautismo.
“La fe es la respuesta del hombre a Dios que se revela y se entrega a él, dando
al mismo tiempo una luz sobreabundante al hombre que busca el sentido
último de su vida.”
Catecismo de la Iglesia Católica 26

A veces solemos decir que una persona tiene fe porque consigue todo lo que pide, o porque
vemos todo lo que tiene y parece que todo le va bien.
En la Biblia, vemos que la fe es otra cosa:
La fe de Abrahán (Hebreos 11,8-12).
La fe con obras (Santiago 2,14-19).
La fe ante las adversidades de san Pablo (2 Corintios 11,23-27).
Lo que dice el profeta Habacuc sobre la fe (Habacuc 3,17-18).

Creer como María


María, ante el anuncio del ángel, le
dice “sí” a Dios, le cree, tiene fe en
Dios. Y siguió creyendo a pesar de
las dificultades que se interponían:
Tras el anuncio, José quiere
abandonarla.
A poco tiempo de dar a luz tuvo
que huir a Egipto para cuidar la
vida de Jesús.
El día que iba a dar a luz no es bien
recibida en Belén, está solamente
con José y en un establo.
Tuvo que ver a su hijo humillado,
maltratado y muerto en la cruz.
Todo esto no hizo que María per-
diera su fe en Dios. Ella sobrellevó
las dificultades, y la vemos con toda
su firmeza junto a los Apóstoles
esperando al Espíritu Santo en Pen-
tecostés.
Como ocurrió con la Virgen María,
la fe es una respuesta que la per-
sona le da a Dios.

103
ILUMINACIÓN-PURIFICACIÓN

Cumplimos la voluntad de Dios para ser felices


La fe no es que Dios haga lo que yo quiero, es hacer yo lo que Dios quiere.
Si por la fe cumplo la voluntad de Dios seré verdaderamente feliz, porque todo lo que Dios
me pide es siempre para mi felicidad.
La fe es confiar en Dios, es abandonarme en sus manos, es sentirme seguro solamente
con Él.
La fe va acompañada por obras, como lo dice la carta del apóstol Santiago.
La fe no es la solución a todos los problemas, pero sí me hace vivir distinto.
Tener fe es hacer lo que Dios me pide, seguro de que cumpliendo la voluntad de Dios seré
verdaderamente feliz. Esta seguridad se alcanza cuando conozco a Dios, como fue el caso
de María, de Abrahán, de Pablo...; ellos estaban seguros de que Dios no les mentía porque
sabían que Dios buscaba su felicidad.

Para nuestra vida


Debo preguntarme y responderme con toda sinceridad:
—¿Qué fe tengo yo? ¿En quién y en qué creo?
—¿Sé qué quiere Dios de mí? ¿Cómo busco la voluntad de Dios?

PARA REC RDAR


“La fe es una adhesión personal
del hombre entero a Dios que se revela.
Comprende una adhesión de la inteligencia
y de la voluntad a la Revelación que Dios ha hecho
de sí mismo mediante sus obras y sus palabras.”
Catecismo de la Iglesia Católica 176

“El misterio de la Alianza expresa esta relación


entre Dios que llama con su Palabra
y el hombre que responde…”
Exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini 22

Celebramos
Escribo mi “Credo del catecumenado”.

104
ILUMINACIÓN-PURIFICACIÓN

Escribo nuestro “Credo del catecumenado”.

Credo del catecumenado

Getsemaní
Para que mi amor no sea un sentimiento,
tan solo un deslumbramiento pasajero,
para no gastar mis palabras más mías
ni vaciar de contenido mi te quiero,
quiero hundir más hondo mis raíces en Ti
y cimentar en solidez este mi afecto.
Pues mi corazón que es inquieto y es frágil
tan solo acierta si se abraza a tu proyecto.
Más allá de mis miedos, más allá,
de mi inseguridad, quiero darte mi respuesta.
Aquí estoy para hacer tu voluntad,
para que mi amor sea decirte sí hasta el final.
Duermen en un sopor y temen en el huerto,
ni sus amigos acompañan al maestro,
si es hora de cruz, es de fidelidades,
pero el mundo nunca quiere aceptar esto.
Dame a comprender, Señor, tu amor tan puro,
amor que persevera en cruz, amor perfecto.
Dame serte fiel cuando todo sea oscuro,
para que mi amor no sea un sentimiento
No es en las palabras ni en las promesas
donde la historia tiene su motor secreto.
Solo es el amor en la cruz madurado,
el amor que mueve todo el universo.
Pongo mi pequeña vida hoy en tus manos,
por sobre mis inseguridades y mis miedos;
y para elegir tu querer y no el mío,
hazme, en mi Getsemaní, fiel y despierto.
105
D É C I M A C E L E B R A C I Ó N

Entrega del Símbolo de la fe


(Segundo domingo de Cuaresma)

Monición introductoria
Hoy también acompañaremos a nuestros hermanos que ya están a punto
de culminar su camino catecumenal para llegar a la Vigilia Pascual,
donde algunos recibirán los sacramentos de la Iniciación Cristiana
y otros los renovarán.
El domingo pasado hemos participado de su “admisión” para recibir
los sacramentos, hoy los acompañaremos al recibir el “Símbolo de la fe”
o “Credo”.
Lectura de la Palabra de Dios
Entrega del Símbolo de la fe
Sacerdote: Acérquense los que recibirán el Símbolo de la fe.
Guía: Con la “Entrega del Símbolo de la fe”, o lo que comúnmente llamamos
“Credo”, estos hermanos y hermanas nuestros se siguen preparando
para recibir o renovar los sacramentos de la Iniciación Cristiana,
expresando así la fe en la que creen y que quieren profesar.
Sacerdote: Queridos hermanos que han sido elegidos para recibir o renovar
los sacramentos de la Iniciación Cristiana, ha llegado el momento
en que les haga las preguntas concernientes a nuestra fe:
¿Creen en Dios, Padre todopoderoso, Creador del universo,
que nos llama a completar su obra?
Catecúmeno: Sí, creemos.
Sacerdote: ¿Creen que Él es el Dios de la vida y que quiere
que la defendamos?
Catecúmeno: Sí, creemos.
Sacerdote: ¿Creen en Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre
y nuestro hermano?
Catecúmeno: Sí, creemos.
Sacerdote: ¿Creen que se encarnó en el seno de María Virgen por obra
del Espíritu Santo?
Catecúmeno: Sí, creemos.
Sacerdote: ¿Creen que él se acercó sobre todo a aquellos que estaban
excluidos de la sociedad, dándoles la preferencia cuando anunciaba
la Buena Noticia de Reino de Dios?

106
Catecúmeno: Sí, creemos.
Sacerdote: ¿Creen que murió y resucitó para salvarnos y liberarnos?
Catecúmeno: Sí, creemos.
Sacerdote: ¿Creen que su sangre nos purificó de todo pecado?
Catecúmeno: Sí, creemos.
Sacerdote: ¿Creen que su resurrección nos ha dado la vida nueva
y ha instaurado el Reino de Dios?
Catecúmeno: Sí, creemos.
Sacerdote: ¿Creen que está glorificado a la derecha del Padre y que es
el Señor de nuestra vida, de la historia y de nuestra sociedad?
Catecúmeno: Sí, creemos.
Sacerdote: ¿Creen que está vivo y viene junto a nosotros para construir
la historia?
Catecúmeno: Sí, creemos.
Sacerdote: ¿Creen en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida?
Catecúmeno: Sí, creemos.
Sacerdote: ¿Creen que es el Espíritu Santo quien nos da vida nueva
y renueva la faz de la tierra?
Catecúmeno: Sí, creemos.
Sacerdote: ¿Creen en la Iglesia, que es una, santa, católica
y apostólica?
Catecúmeno: Sí, creemos.
Sacerdote: ¿Creen que ella es el Pueblo de Dios, la comunidad
de los creyentes y el Cuerpo de Cristo?
Catecúmeno: Sí, creemos.
Sacerdote: ¿Creen que la Iglesia está llamada a anunciar y construir
el Reino de Dios?
Catecúmeno: Sí, creemos.
Sacerdote: ¿Creen en la comunión que hay entre los que estamos unidos
a Cristo?
Catecúmeno: Sí, creemos.
Sacerdote: ¿Creen que la imagen y semejanza de Dios que hay
en cada persona es la fuente de todos sus derechos?

107
Catecúmeno: Sí, creemos.
Sacerdote: ¿Creen en el Dios misericordioso que perdona
nuestros pecados?
Catecúmeno: Sí, creemos.
Sacerdote: ¿Creen en la resurrección y en la vida eterna?
Catecúmeno: Sí, creemos.
Guía: El catequista llamará a cada catecúmeno y le hará entrega
del “Símbolo de la fe” o “Credo”.
Catecúmeno: “Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia,
la que nos gloriamos de profesar: recíbela y consérvala
en tu corazón.”
Oración sobre los elegidos
Sacerdote: Señor, fuente de luz y de verdad,
imploramos tu bondad sobre estos servidores tuyos;
purifícalos y santifícalos, concédeles la verdadera sabiduría,
una firme esperanza y santa doctrina,
para que sean dignos de llegar a recibir o renovar
los sacramentos de la Iniciación Cristiana.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
Oración de los fieles
Guía: A cada intención respondemos: "Escúchanos, Señor".
—Por estos catecúmenos que han recibido el Símbolo de la fe,
para que esta fe que profesaron hoy los guíe en el camino de esta vida
y los lleve a la vida eterna. Oremos...
—Para que esta fe, en la que creen, la lleven a sus hermanos
con la fuerza del Espíritu Santo. Oremos...
—Por toda esta comunidad, para que vivamos con alegría la fe
que profesamos con nuestros labios. Oremos...
Ofertorio
Comunión
Despedida

108
ENCUENTRO

51 Llenos del agua viva

Desde nuestra vida


Conocer la enfermedad para poder sanar
La confianza en su madre
Dos amigas se encuentran y se ponen a charlar:
—Viste que Alicia sigue con esos dolores.
—Sí, son cada vez más seguidos y más fuertes,
pero ella no quiere ir al médico.
—Parece que tiene miedo de que le digan que tiene
algo malo.

Comentamos.
—¿Qué opinión nos merece lo que está haciendo Alicia?
—¿Es bueno quedar en la ignorancia de una enfermedad? ¿Por qué?
Si no asumimos nuestras enfermedades nunca podremos sanarnos; si no vamos al médico nunca
se nos podrá dar el tratamiento adecuado para recuperar la salud.
Tal vez, esa visita al médico y todos los estudios que tengamos que hacer lleven a la dolorosa
noticia de que tenemos alguna enfermedad grave; pero después de esa mala noticia podremos
comenzar el tratamiento para recuperar nuestra salud.

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Convertirse a Jesucristo e iniciar una vida nueva
Leemos Jn 4,5-42: El encuentro de Jesús con la samaritana
Asumir el pasado para comenzar una vida nueva
Este encuentro en el pozo de Jacob es la historia de mi propio encuentro con Jesús; los
caminos por los que Jesús lleva a la samaritana a reconocerlo y a amarlo son los caminos
por los que lleva a cabo mi conversión. Jesús toma la iniciativa. La va llevando paso a paso:
ella primero lo reconoce como “judío” (v. 9), luego como “profeta” (v. 19) y finalmente
Jesús se le revela como el “Mesías” (v. 25).
109
ILUMINACIÓN-PURIFICACIÓN

Al final la mujer se hace discípula de Je-


sús, y por su propia experiencia se hace
también su misionera. El conocimiento de
Jesús es la fuente del apostolado. Evan-
gelizar es compartir mi experiencia de
encuentro con Jesús con otros.
En mi interior Dios mismo puso el deseo
de la felicidad, por eso constantemente
busco ser feliz, pero lo hago en pozos
que solo calman la sed por breve tiempo,
porque ese deseo de felicidad es infinito
y las cosas limitadas no lo pueden llenar.
Jesús viene a traerme el agua viva, que es
infinita, que brota hasta la vida eterna.
Lo que me ofrece Jesús es lo único que
me hará verdaderamente feliz.
Pero si quiero poseer ese manantial, que
es la fuerza del Espíritu Santo, debo asu-
mir mi pasado, con todo lo que tenga de
pecado, arrepentirme y querer comenzar
una nueva vida.

El papel de los escrutinios en este proceso


Estos tres domingos que siguen tendremos lo que se llaman “escrutinios”. La palabra
"escrutinio" viene de escrutar, escudriñar; es decir, examinar, averiguar cuidadosamente,
escarbar, bucear en el corazón.
Los escrutinios tienen la doble finalidad: descubrir en mi corazón lo que es débil, enfermo
y malo, para curarlo; y lo que es bueno, sano y santo, para fortalecerlo. Los escrutinios
se destinan a la liberación del pecado y del demonio, y a afianzarme en Cristo que es el
camino, la verdad y la vida.
Es el momento de los despojos; los despojos del hombre viejo para poder ser un hombre
nuevo. Despojos que se van haciendo para llegar desnudo al agua del Bautismo.
Es para que llegue a la unión íntima con Cristo, y muy en especial al sincero conocimiento
de mí mismo, la reflexión seria y la verdadera conversión.

Para nuestra vida


En mi camino catecumenal he ido realizando el mismo proceso que la mujer samaritana,
y ahora he reconocido a Jesucristo como el Mesías. Como la samaritana, también yo debo
reconocer mis pecados y tener la firme voluntad de abandonarlos.
Antes de participar en el primer escrutinio, durante la Misa de este domingo, debo entrar
en mi interior, hacer examen de conciencia y tener ganas de cambiar.

110
ILUMINACIÓN-PURIFICACIÓN

PARA REC RDAR


“Según el Evangelio de Juan, el Espíritu Santo
nos es dado con la nueva vida,
como anuncia y promete Jesús…
«Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba
el que cree en mí", como dice la Escritura:
De su seno correrán ríos de agua viva».
Y el evangelista explica: «Esto decía refiriéndose
al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él».”
Carta encíclica Domuinum et vivificantem 1

Celebramos
Compartimos nuestra oración:
—Reconocemos nuestros pecados y pedimos perdón al Señor y a los hermanos.
—Damos gracias a Dios por todo lo que Dios nos ofrece a través de Jesucristo,
y que nos está ayudando a ser más felices.

Déjame nacer de nuevo


Tú conoces la dureza en mi sentir
y la terquedad que hay en mi corazón,
son las cosas que me alejaron de ti;
Señor, hazme renacer en tu amor.
Déjame nacer de nuevo,
déjame nacer de nuevo,
déjame nacer de nuevo, oh Señor.
No importa la edad que tenga,
tú no la tienes en cuenta,
déjame nacer de nuevo, oh Señor.
Tú conoces el pecado que hay en mí
y el dolor que este dejó en mi corazón,
por la muerte que ha causado, vuelvo a ti;
Señor, dame vida nueva con tu amor.

111
U N D É C I M A C E L E B R A C I Ó N

Primer escrutinio
(Tercer domingo de Cuaresma)

Monición introductoria
Lectura de la Palabra de Dios
Escrutinio
Sacerdote: Queridos catecúmenos: Ya se acerca el día en que ustedes
recibirán los sacramentos de la Iniciación Cristiana;
por eso les pregunto:
¿Están dispuestos a seguir el camino que Jesús nos señaló?
Catecúmeno: Sí, estamos dispuestos.
Sacerdote: ¿Están dispuestos a adherirse a Jesús, fuente de agua viva?
Catecúmeno: Sí, estamos dispuestos.
Sacerdote: ¿Están dispuestos, de corazón, a arrepentirse
de los pecados de su vida pasada?
Catecúmeno: Sí, estamos dispuestos.
Sacerdote: Queridos hermanos: Oremos por estos catecúmenos,
a los que eligió la Iglesia confiadamente después de un largo camino,
para que encuentren a Cristo en sus sacramentos de la Iniciación Cristiana.
Guía: Respondemos a cada intención: "Escúchanos, Señor".
—Para que mediten en su corazón la Palabra de Dios y las saboreen
más profundamente cada día. Roguemos al Señor. R/
—Para que el encuentro con Cristo transforme toda su vida.
Roguemos al Señor. R/
—Para que confiesen con corazón humilde que se reconocen pecadores.
Roguemos al Señor. R/
—Para que rechacen sinceramente lo que en sus vidas desagrada
y se opone al Señor Jesús. Roguemos al Señor. R/
—Para que, como la samaritana, después de haber encontrado
a Jesús lo anuncien a sus hermanos. Roguemos al Señor. R/
—Para que el Espíritu Santo, que sondea los corazones de todos,
fortalezca la debilidad de estos catecúmenos elegidos para los sacramentos.
Roguemos al Señor. R/
—Para que, enseñados por el Espíritu Santo, aprendan lo que es
de Dios y procuren vivirlo. Roguemos al Señor. R/

112
—Para que también sus padrinos pongan siempre en Cristo su esperanza,
y encuentren en el Señor la paz y la santidad. Roguemos al Señor. R/
—Para que cada uno de nosotros corrijamos nuestros errores, elevemos nuestro
corazón a Dios y practiquemos obras de caridad. Roguemos al Señor. R/
—Para que en el mundo entero, por la acción del Espíritu Santo,
las luchas se apacigüen y crezca el deseo de la paz; que el perdón venza
al odio y la indulgencia a la venganza. Roguemos al Señor. R/
Sacerdote:Escucha, Señor, las súplicas que te hacemos
por estos catecúmenos y por todos tus hijos.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
Todos: Amén.
Exorcismo
Todos: Amén.
Ofertorio
Comunión
Guía: Así como Jesús le ofreció a la samaritana el agua viva que brota
hasta la vida eterna, ahora él mismo se nos ofrece como alimento
de vida eterna.
Nos acercamos a comulgar cantando...
Despedida
Guía: Nuestra comunidad está de fiesta porque estos hermanos catecúmenos
han dado otro paso camino a su encuentro con Jesús por medio
de los sacramentos. Los dos próximos domingos continuaremos
con los escrutinios, la comunidad los seguirá acompañando.
Finalizada esta Eucaristía, salgamos como la samaritana a anunciar
que hemos encontrado al Mesías. Nos despedimos cantando...

113
ENCUENTRO

52 Jesucristo: la luz
que debemos seguir

Desde nuestra vida


La luz nos ayuda a percibir la realidad
Comentamos:
— ¿Qué experiencia, en mi infancia o adultez, he tenido al estar de pronto en medio de
la oscuridad? ¿Qué sentí?
— ¿Qué pensé mientras la luz se mantuvo apagada? ¿Y qué sentí cuando volvió la luz?
— ¿Qué siento cuando tengo que pasar por una calle oscura?
— ¿Alguna vez he tenido que viajar con una niebla espesa? ¿Qué sentí?
— ¿Qué importancia tiene la luz en tu vida?

La luz nos permite ver las cosas, da tranquilidad y seguridad; con ella percibimos las formas y
los colores de las cosas; podemos descubrir y conocer las maravillas que nos rodean, así como
evitar los peligros y defendernos de las agresiones.

114
ILUMINACIÓN-PURIFICACIÓN

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


La luz de Jesús nos guía para vivir como cristianos
Leemos Jn 9,1-41: La curación del ciego de nacimiento
La ceguera física
y la ceguera espiritual
Me imagino cómo es la vida
de un ciego. Un ciego de na-
cimiento ni siquiera puede
imaginarse la mayoría de las
cosas, porque nunca las vio; no
sabe lo que son los colores...
Así como está la ceguera del
cuerpo, también está la cegue-
ra espiritual. El que no cree, el
que no tiene fe y no ve cuál es
el camino de la vida, ese tiene
esta ceguera espiritual.
Por eso Jesús viene a darnos la
luz, la luz de la fe. Jesús se pre-
senta como “luz del mundo”
(v. 5). Es decir, él me muestra
el camino de la vida, da seguri-
dad y tranquilidad; él muestra
las maravillas que su Padre ha
creado; él ayuda a diferenciar
lo bueno de lo malo. En una
palabra, nos ayuda a ver las
cosas y la vida tal como las ve
Dios.

Jesús nos ayuda a ver el verdadero sentido de la vida


El ciego de nacimiento se abrió a la luz, es decir a la fe; los que lo acusan a él y a Jesús se
alejan cegados, por no ver la luz de Jesús. Poder ver se les concede solo a los humildes,
simbolizado en este ciego; en cambio los soberbios, representados en los fariseos, nunca
llegarán a ver la luz (v. 39).
Como el ciego no ve por dónde camina ni ve adónde va, así también el que no tiene fe no
sabe por dónde camina ni sabe adónde va en la vida.
Cuando Jesús cura la ceguera, entonces comenzamos a ver el verdadero sentido de la vida,
descubrimos que la vida no se nos dio para llenarnos de cosas materiales, ni para tener
poder; descubrimos que el placer no es lo más importante. Cuando vemos, descubrimos

115
ILUMINACIÓN-PURIFICACIÓN

que la vida nos fue dada para amar y servir a Dios y al prójimo, y que eso nos hace ver-
daderamente felices.
Cuando Jesús nos da la vista descubrimos que vamos caminando hacia la Casa del Padre;
por lo tanto, la muerte no es el fin sino la entrada a la fiesta eterna del cielo.
Muchos piensan que la fe es una ilusión y que es como un velo que se pone encima a la
realidad, pues para ellos solo son reales las cosas que se pueden ver, contar y medir. Pero
la realidad es otra, el que cree aunque ve lo mismo que los demás pero capta, además,
algo que a ellos se les escapa, porque se necesitan otros ojos para ver más allá. La fe es
una capacidad de descubrir lo verdadero a la luz de Cristo.

Jesús, con su luz, nos ayuda a cambiar


Una de las cosas que hace la luz es des-
cubrir la suciedad. En un lugar oscuro
no se ven las manchas que tengo en la
ropa; en cambio en la luz veo todas las
manchas. Cuando la luz de Jesús y de su
palabra entra en mi corazón descubre
todas las manchas que tengo.
Si quiero ser luz debo dejar que entre en
mí la luz de Jesús, y si esa luz pone de
relieve mis pecados, lo que debo hacer
no es sacar la luz sino convertirme.
Por eso en la Vigilia Pascual, donde re-
cibiré o renovaré los sacramentos de la
Iniciación Cristiana, el primer signo es el
del fuego y la luz, el cirio pascual que se
encenderá es signo de Cristo resucitado,
luz del mundo.
Jesús me ofrece curarme de mi ceguera
y entregarme toda su luz.

Para nuestra vida


Si estamos en una habitación con una ventana, podemos dejar cerrada esa ventana y la
habitación estará en la oscuridad, o podemos abrirla y entrará la claridad.
En la vida de fe pasa lo mismo: o abrimos el corazón a la luz de Jesús y viviremos nosotros
en la luz, o no lo abrimos y estaremos en tinieblas.
Abrir el corazón a la luz de Jesús significa sacar de él todo lo que haya de tinieblas, es decir,
sacar del corazón todos nuestros pecados.

116
ILUMINACIÓN-PURIFICACIÓN

PARA REC RDAR


“Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz…”
Credo niceno-constantinopolitano

“Cristo es la luz de los pueblos.”


Constitución dogmática Lumen gentium 1

“Nuestra naturaleza enferma exigía ser sanada;


desgarrada, ser restablecida; muerta, ser resucitada.
Habíamos perdido la posesión del bien,
era necesario que se nos devolviera.
Encerrados en las tinieblas,
hacía falta que nos llegara la luz;
estando cautivos, esperábamos un salvador;
prisioneros, un socorro; esclavos, un libertador.”
Catecismo de la Iglesia Católica 457

Celebramos
Quemamos el papelito en que hemos escrito lo que tenemos de tinieblas en
nuestro corazón y que queremos eliminar de nuestra vida dejando entrar
la luz de Jesús.

Esta es la luz de Cristo


Esta es la luz de Cristo; Nunca la ocultaré,
yo la haré brillar. yo la haré brillar.
Brillará, brillará, sin cesar. Siempre la defenderé,
Soy cristiano y esta luz yo la haré brillar.
yo la haré brillar. Toma hermano esta luz
Llevo mi luz por la ciudad, y hazla tú brillar.
yo la haré brillar.

117
DUODÉCIMA CELEBRAC I Ó N

Segundo escrutinio
(Cuarto domingo de Cuaresma)

Monición introductoria
Lectura de la Palabra de Dios
Escrutinio
Sacerdote: Estamos próximos al momento en que recibirán o renovarán
los sacramentos de la Iniciación Cristiana; por eso les pregunto:
¿Están dispuestos a abrir sus corazones a Jesucristo,
para que él entre en ustedes como luz?
Catecúmeno: Sí, estamos dispuestos.
Sacerdote: ¿Están dispuestos a seguir el mensaje de Jesús,
quien vino a nosotros como luz del mundo?
Catecúmeno: Sí, estamos dispuestos.
Sacerdote: ¿Están dispuestos a vivir como hijos de la luz renunciando
a las tinieblas del pecado?
Catecúmeno: Sí, estamos dispuestos.
Sacerdote: ¿Están dispuestos a llevar la luz de Jesús a sus hermanos
mediante el testimonio y la palabra, a fin de que Jesucristo ilumine
también sus vidas?
Catecúmeno: Sí, estamos dispuestos.
Guía: Respondemos a cada intención: "Escúchanos, Señor".
— Para que estos catecúmenos, confiando en la verdad de Jesucristo, alcancen
y conserven siempre la libertad de la mente y del corazón. Roguemos al Señor. R/
— Para que, meditando en la sabiduría de la cruz, se gloríen en Dios
que confunde la sabiduría de este mundo. Roguemos al Señor. R/
— Para que, liberados por la fuerza del Espíritu Santo, pasen del temor
a la confianza. Roguemos al Señor. R/
— Para que, convertidos en personas de fe, se esfuercen en buscar
lo que es justo y santo. Roguemos al Señor. R/
— Por sus madrinas y padrinos, para que junto a sus ahijados
nunca abandonen el camino del Evangelio. Roguemos al Señor. R/
— Para que todos los que sufren persecución por el nombre de Cristo,
sean ayudados por el mismo Cristo. Roguemos al Señor. R/
— Para que, a las personas, familias y pueblos que encuentran obstáculos
en el camino de la fe, se les conceda la libertad de creer
en el Evangelio. Roguemos al Señor. R/

118
— Para que todos nosotros permanezcamos siempre fieles a los criterios
y valores que nos transmite el Evangelio. Roguemos al Señor. R/
— Para que el mundo entero, amado por el Padre, pueda acercarse, por medio de
la Iglesia, a Jesucristo, luz para iluminar las naciones. Roguemos al Señor. R/
Sacerdote: Escucha, Señor, las súplicas que te hacemos por estos catecúmenos
que desean recibir la luz de la fe en sus corazones para seguir a Jesús
como hijos de la luz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Todos: Amén.

Exorcismo
Sacerdote: Oremos.
Padre misericordioso,
que concediste al ciego de nacimiento creer en tu Hijo,
y, por esta fe, alcanzó la luz de tu Reino,
haz que estos catecúmenos, elegidos tuyos, aquí presentes,
sean liberados de los engaños que los rodean y ciegan;
concédeles que, arraigados firmemente en la verdad,
se conviertan en hijos de la luz.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
Todos: Amén.
Sacerdote: Señor Jesús, luz verdadera, que iluminas a todo hombre,
libra, por el Espíritu de la verdad, a todos los sufren bajo el yugo
de Satanás, el padre de la mentira; despierta la buena voluntad
de los que has elegido para recibir tus sacramentos,
llénalos de tu Espíritu Santo, de manera que gocen de la claridad de tu luz
y, como el ciego a quien diste la claridad,
se conviertan en testigos valientes de la fe.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Todos: Amén.

Ofertorio
Comunión
Despedida

119
ENCUENTRO

53 Llamados a la vida

Desde nuestra vida


La vida de las plantas
Compartimos nuestra experiencia con las plantas en casa.
— ¿Les gustan las plantas? ¿Tienen en sus casas?
¿Qué plantas tienen?
— ¿Han tenido una planta que se les fue
secando? ¿Se secó de un día para otro?
— ¿Observaron el proceso que llevó hasta
que se secó? Cuando comienza a secarse,
¿se puede hacer algo para que ese proceso
se corte?

Nos dejamos iluminar por la Palabra


de Dios
Jesús sana nuestras heridas y nos da la vida eterna
Leemos Jn 11,1-45:La resurrección de Lázaro
Estamos llamados a una vida que dura para siempre
Aunque Lázaro pudo vivir algunos años más gracias a que Jesús lo resucitó, volvió a morir.
Este milagro es el anuncio de la verdadera resurrección, que no consiste en una prolonga-
ción de la vida, sino en la transformación de nuestra persona.
La resurrección es ante todo espiritual, a pesar de que abarca toda la persona. Empieza
desde el primer momento en que la fe nos hace salir de nuestra mezquina manera de vivir,
para abrirnos a la vida de Dios.
La resurrección de los muertos procede del Hijo de Dios, que tiene en sí todas las energías
necesarias para resucitar a las personas y transfigurar la creación. El que se ha entregado a
Cristo “ya ha pasado de la muerte a la vida” ( Jn 5,24) y, por eso, “nunca morirá” ( Jn 11,26).

120
ILUMINACIÓN-PURIFICACIÓN

La resurrección de Lázaro es signo de que Cristo es “la resurrección y la vida” (v. 25) y
es esperanza de mi propia resurrección. La muerte no es límite para la vida del hombre.

El discípulo de Jesucristo cree que él está resucitado


El sepulcro vacío, la pregunta de los dos hombres con vestiduras deslumbrantes a las
mujeres: “Por qué buscan entren los muertos al que está vivo” (Lc 24,5) y el anuncio de
los discípulos a Tomás: “¡Hemos visto al Señor!” ( Jn 20,25) nos hace creer que Jesús está
resucitado y vive para siempre.
Jesús resucitado, la Pascua, es el centro de nuestra fe. Creemos en el resucitado, “el Cru-
cificado ha resucitado” (Mc 16,6) y ahora vive.
Cuando el Padre resucita a Jesús, está coronando su vida y su muerte. Es decir, que confirma
el modo de vivir que Jesús nos propuso.
Ese modo de vivir está fundado en el amor que lo lleva a ofrecerse de modo pleno. Por
lo tanto, hay una afirmación detrás de su resurrección: el amor que Jesús nos mostró es
más fuerte que la muerte.

El hombre herido por el pecado camina hacia la muerte,


pero Jesús viene a sanarlo
Así como una planta no muere de un día para otro, lo mismo ocurre con nuestra vida
sobrenatural o nuestra vida de fe.
Con toda intención, el texto del Evangelio lo primero que dice es que “había un hombre
enfermo”. Lázaro personifica al hombre herido por el pecado, que camina hacia la muerte,
a no ser que Cristo lo lleve a la vida.
“Desátenlo” (v. 44): la palabra “desatar” se usaba en la primera Iglesia para hablar del per-
dón de los pecados. Al igual que Lázaro, el que recibe el perdón vuelve a vivir y, desatado,
puede caminar.
Jesús me quiere sanar del pecado que es lo que nos lleva a la muerte: muerte a la vida
de la gracia, muerte al proyecto de Dios, que es el Reino. Pero está en mí reconocer que
estoy enfermo y dejar que Jesús se me acerque y me sane. Así podré tener la vida nueva
que Jesús me ofrece a través de los sacramentos de la Iniciación Cristiana.

Para nuestra vida


Ya en los dos encuentros anteriores y en los dos primeros escrutinios he realizado pasos
de conversión.
Hoy daré un paso más para llegar a tener mi corazón preparado para recibir o renovar los
sacramentos de la Iniciación Cristiana.
Por eso, debo seguir viendo, con mi mirada interior, qué enfermedad del alma necesito
que sane para que no me lleve a la muerte. Y luego debo pedirle a Jesús con mucha fe
y perseverancia que sea él quien sane mi alma.

121
ILUMINACIÓN-PURIFICACIÓN

PARA REC RDAR


“Nuestros pueblos no quieren andar
por sombras de muerte;
tienen sed de vida y felicidad en Cristo.
Lo buscan como fuente de vida.”
Documento de Aparecida 350

Celebramos
Leemos Romanos 14,7-9.
Pedimos al Señor, de manera espontánea, que nos sane de las enfermedades
que pueden llevar a la muerte de nuestra alma.

Déjame nacer de nuevo


Tú conoces la dureza Tú conoces el pecado
en mi sentir que hay en mí
y la terquedad que hay y el dolor que este
en mi corazón; dejó en mi corazón,
son las cosas que por la muerte que ha causado
me alejaron de ti. vuelvo a ti.
Señor, hazme renacer Señor, dame vida nueva
en tu amor. con tu amor.
Déjame nacer de nuevo,
déjame nacer de nuevo,
déjame nacer de nuevo,
oh Señor.
No importa la edad
que tenga,
tú no la tienes en cuenta,
déjame nacer de nuevo,
oh Señor.

122
DECIMOTERCERA CELEBRACIÓN

Tercer escrutinio
(Quinto domingo de Cuaresma)

Monición introductoria
Lectura de la Palabra de Dios
Escrutinio
Sacerdote: Dentro de dos semanas ustedes recibirán o renovarán
los sacramentos de la Iniciación Cristiana; por eso les pregunto:
¿Están dispuestos a seguir y a servir al Dios de la vida?
Catecúmeno: Sí, estamos dispuestos.
Sacerdote: ¿Están dispuestos a resucitar a la vida nueva
que el Espíritu Santo nos da en el Bautismo?
Catecúmeno: Sí, estamos dispuestos.
Sacerdote: ¿Están dispuestos a dejarse conducir por el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida?
Catecúmeno: Sí, estamos dispuestos.
Sacerdote: ¿Están dispuesto a vivir según el Espíritu de Dios
y no según la carne?
Catecúmeno: Sí, estamos dispuestos.
Sacerdote: ¿Están dispuestos a anunciar e instaurar el Reino de Dios
en este mundo, con la mirada puesta en la vida eterna del cielo?
Catecúmeno: Sí, estamos dispuestos.
Guía: Respondemos a cada intención: "Escúchanos, Señor".
—Para que estos catecúmenos, por la fe, sean fortalecidos contra cualquier
clase de engaños que el mundo les propone. Roguemos al Señor. R/
—Para que se muestren agradecidos de su elección divina por la que
han entrado en el camino de la salvación. Roguemos al Señor. R/
—Para que, con el ejemplo y la intercesión de los catecúmenos
que derramaron su sangre por Cristo, se animen en el camino
de discípulos misioneros de Jesucristo. Roguemos al Señor. R/
—Para que todos aborrezcamos el pecado que destruye la vida.
Roguemos al Señor. R/
—Para que los que afligidos por la muerte de sus seres queridos
encuentren su consuelo en Cristo resucitado. Roguemos al Señor. R/

123
—Para que todos nosotros nos afirmemos en la esperanza
de resucitar con Cristo. Roguemos al Señor. R/
—Para que todo el mundo, creado por el amor de Dios,
alcance nueva vida con el crecimiento de la fe y de la caridad.
Roguemos al Señor. R/
Catecúmeno: Señor, como hijos de la vida, confiamos a tu infinita bondad
estas súplicas que te hacemos. Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén.

Exorcismo
Sacerdote: Oremos.
Padre de la Vida, que no eres un Dios de muertos sino de vivos,
y que enviaste a tu Hijo como mensajero de la vida,
para arrancar a los hombres del reino de la muerte y conducirlos
a la resurrección, te rogamos que libres a estos elegidos
del poder del espíritu maligno, para que reciban
la nueva vida de Cristo resucitado y sean siempre sus testigos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Todos: Amén.
Catecúmeno: Señor Jesús, que, al resucitar a Lázaro,
revelaste que viniste para que tuviéramos vida abundante,
libra de la muerte a los que buscan la vida en tus sacramentos.
Presérvalos del espíritu del mal y, por tu Espíritu de vida,
comunícales la fe, la esperanza y la caridad, para que viviendo
siempre contigo, participen de la gloria de tu resurrección.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Todos: Amén.

Ofertorio
Comunión
Despedida

124
L A G R A N C E L E B R A C I Ó N
Vigilia Pascual y celebración de los sacramentos
de la Iniciación Cristiana

Primera parte: Rito inicial y solemne comienzo


de la Vigilia, llamado “lucernario”
Bendición del fuego y preparación del cirio pascual
Bendición del fuego
Preparación del cirio pascual
Procesión al templo
Solemne anuncio pascual
Anuncio pascual: Breve

Segunda parte: Liturgia de la Palabra


Introducción a las lecturas
Lecturas del Antiguo Testamento
Lectura del Apóstol san Pablo
Evangelio

Tercera parte: Liturgia bautismal


Llamado a los catecúmenos y diálogo con el obispo
Guía: Ha llegado el momento culminante de la preparación
de los catecúmenos. Invitamos a N. y N. a acercarse
a la pila bautismal, acompañados de sus padrinos y madrinas.
Obispo: ¿Qué pides a la Iglesia de Dios?
Candidatos: La fe.
Obispo: ¿Qué te da la fe?
Candidatos: La vida eterna.
Obispo: La vida eterna consiste en que conozcan al Dios verdadero
y a su enviado, Jesucristo. En efecto, él, resucitado de entre
los muertos, ha sido constituido por Dios principio de la vida
y Señor de todas las cosas, visibles e invisibles.
No hubieran pedido esta vida que les da el Bautismo,
si no hubiesen conocido a Cristo y deseado ser sus discípulos.

125
Por tanto, ¿ya han escuchado su Palabra? ¿Quisieron observar
sus Mandamientos y participaron en la oración y en la unión fraterna
de la comunidad? ¿Han hecho todo esto para hacerse cristianos?
Candidatos: Sí, lo hicimos.
Guía: Ahora el dialogo continúa con los padrinos.
Obispo: Ustedes los padrinos, ¿juzgan ante Dios que son dignos de ser
admitidos a los sacramentos de la Iniciación Cristiana?
Padrinos: Sí, juzgamos que son dignos.
Obispo: ¿Están dispuestos a seguir ayudando con la palabra y el ejemplo
a sus ahijados?
Padrinos: Sí, estamos dispuestos.
Obispo: Queridos hermanos: Imploremos la misericordia de Dios, Padre
todopoderoso, por estos hermanos que piden el Santo Bautismo.
El Señor que los ha llamado y conducido hasta aquí, les conceda luz
y fortaleza para entregarse a Cristo y profesar valientemente la fe
de la Iglesia, y también la nueva vida en el Espíritu Santo,
a quien invocaremos con fervor sobre esta agua.

Unción con el óleo de los catecúmenos


Letanías de los santos
Bendición del agua
Promesas bautismales
Renuncias
Guía: El Bautismo nos consagra a Cristo. Ahora se nos invita a renunciar
a todo lo que no es de Cristo.
Obispo: ¿Renuncias a Satanás, esto es: al pecado como negación de Dios;
al mal, como signo del pecado en el mundo; al error, como negación
de la verdad; a la violencia como contraria a la caridad; al egoísmo
como falta de testimonio del amor?
Todos: Sí, renunciamos.
Obispo: ¿Renuncias a las obras opuestas al Evangelio de Jesús, que son:
la envidia y el odio; la pereza y la indiferencia;
la cobardía y omisiones; el materialismo y la sensualidad:
la injusticia y el favoritismo; el negociado y el soborno?

126
Todos: Sí, renunciamos.
Obispo: ¿Renuncias a criterios y comportamientos que llevan a:
creerse los mejores; verse siempre superiores;
creerse ya convertidos del todo; a buscar el dinero
como el máximo valor; a buscar el placer como única ilusión;
buscar el propio interés por encima del bien común?
Todos: Sí, renunciamos.
Profesión de fe
Guía: Porque es la fiesta de la luz vamos a encender nuevamente nuestros cirios
y así los que serán bautizados harán su profesión de fe y todos los demás las
renovaremos, queriendo expresar nuestra totalm adhesión a Cristo y a su Iglesia.
Obispo: ¿Creen en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?
Todos: Sí, creemos.
Obispo: ¿Creen en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació
de la Virgen María, padeció y fue sepultado, resucitó de entre
los muertos y está sentado a la derecha del Padre?
Todos: Sí, creemos.
Obispo: ¿Creen en el Espíritu Santo, la santa Iglesia Católica,
la comunión de los santos, el perdón de los pecados,
la resurrección de los muertos y la vida eterna?
Todos: Sí, creemos.
Obispo: Y Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha hecho renacer por el agua y el Espíritu Santo,
y nos ha perdonado los pecados, nos conserve con su gracia
en Jesucristo nuestro Señor para la vida eterna.
Todos: Amén.
Bautismos
Guía: Apagamos las velas.
Llegó el momento culminante de esta parte de la celebración:
N. y N. serán bautizados invocando la Santísima Trinidad.
Invitamos al padrino y a la madrina a que impongan
la mano derecha sobre el hombro derecho de su ahijado.
Obispo: N., yo te bautizo, en el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

127
Guía: N. y N. ya son hijos de Dios, ya son miembros de nuestra comunidad
eclesial, entonces como expresión de nuestra alegría les brindamos un
fuerte aplauso.

Aspersión con el agua bendita


Imposición de la vestidura blanca
Guía: El pecado original dejó desnuda a la humanidad, el bautismo
nos reviste de Cristo. No estamos desnudos, estamos revestidos de Cristo.
Obispo: N. y N. son ya hombres nuevos y han sido revestidos de Cristo.
Reciban esta vestidura blanca y preséntenla sin mancha ante el tribunal
de nuestro Señor Jesucristo para que alcancen la vida eterna.
Entrega del cirio encendido
Guía: El cirio pascual es el símbolo de Jesús resucitado, quien se proclamó a sí
mismo como “Luz del mundo”. Los bautizados han sido unidos a Jesús
por la fe en él y han de hacerlo brillar por medio de buenas obras.
Propongámonos servirles de ejemplo de fidelidad.
Obispo: Acérquense padrinos y madrinas, para que entreguen la luz
a sus ahijados recién bautizados.
Guía: Los padrinos y madrinas se acercan con sus ahijados, encienden
su vela en el cirio pascual y lo entregan a sus ahijados.
Obispo: Ya son luz en Cristo. Vivan siempre como hijos de la luz,
para que, perseverando en la fe, puedan salir al encuentro
del Señor con todos los santos, cuando Él vuelva. Amén.
Diálogo de las Confirmaciones
Guía: Después de haber participado en el Bautismo, ahora participaremos
en la Confirmación de estos recién bautizados y también de N. y N.
Permanecen de pie solamente los confirmandos.
La Confirmación lleva al Bautismo a su perfección; en ella se nos da la plenitud
del Espíritu Santo y quedamos constituidos como cristianos adultos.
Nuestro párroco presenta a los confirmandos.
Párroco: Queridísimo Padre: Estos cristianos de la Parroquia (N.) piden,
por mi intermedio, el santo sacramento de la Confirmación.
Obispo: ¿Tienes seguridad de que están suficientemente preparados
y son dignos de recibir este Santo Sacramento?

128
Párroco: Ciertamente, todos están bautizados, han sido instruidos en la fe
y se han venido preparando con sincero empeño. Creo que son dignos
de recibir el sacramento del Espíritu Santo que confirmará su Bautismo.
Obispo: En el nombre del Señor los aceptamos para la recepción de este
sacramento admirable, que los confirmará en la vida del Espíritu Santo
que recibieron en el Bautismo.
Guía: Ahora el Obispo dialoga con los confirmandos.
Obispo: Queridos cristianos: ¿Saben lo que van a recibir?
Confirmandos: Recibiremos el Espíritu Santo que Jesús nos prometió.
Obispo: ¿Y saben lo que va a hacer en ustedes el Espíritu Santo?
Confirmandos: El Espíritu Santo nos iluminará con la luz de la fe, nos encenderá
con el fuego del amor, nos confirmará para dar testimonio de Jesús.
Obispo: De esta manera, por medio de la Confirmación, el Espíritu Santo
completará en ustedes la obra del Bautismo. Así serán cristianos perfectos,
es decir, ungidos del Señor y señalados con la marca imborrable de los
testigos de Jesús. Respondan, entonces, ahora: ¿Están dispuestos a vivir
y a morir alegremente en esta vocación cristiana?
Confirmandos: Sí, estamos dispuestos.
Obispo: ¿Están dispuestos a creer, con la luz del Espíritu Santo,
todo lo que Dios ha revelado y nos enseña por medio de la Iglesia?
Confirmandos: Sí, estamos dispuestos.
Obispo: ¿Están dispuestos, con el fuego del Espíritu Santo, a amar a Dios
sobre todas las cosas y al prójimo como a ustedes mismos?
Confirmandos: Sí, estamos dispuestos.
Obispo: ¿Están dispuestos, con la fuerza del Espíritu Santo, a dar testimonio de Jesús
en todas partes, aunque tengan que sufrir por eso desprecio y persecución?
Confirmando: Sí, estamos dispuestos.
Obispo: Queridos confirmandos, renacidos en Cristo han sido hechos
miembros suyos y de su pueblo sacerdotal: van a recibir ahora
el Espíritu Santo. El Señor lo envió sobre los Apóstoles el día
de Pentecostés, y por ellos y sus sucesores fue dado a los bautizados.
Del mismo modo ustedes reciben la prometida fuerza del Espíritu Santo,
con la cual, asemejándose más perfectamente a Cristo, darán testimonio
de la pasión y resurrección del Señor y los hará miembros activos de la
Iglesia, para la edificación del Cuerpo de Cristo en la fe y en la caridad.

129
Imposición de las manos
Obispo: Oremos, amadísimos hermanos, a Dios, Padre todopoderoso,
pidiéndole que derrame con bondad el Espíritu Santo
sobre estos confirmandos, que los fortalezca con la abundancia
de sus dones y con su unción los haga más semejantes a Cristo, Hijo de Dios.
Guía: Ahora el obispo, sucesor de los Apóstoles, impone las manos
a los catecúmenos, repitiendo el gesto con que los Apóstoles transmitían
el Espíritu Santo. Nos ponemos de pie.
Obispo: Dios todopoderoso, Padre de Nuestro Señor Jesucristo,
que hiciste renacer a estos servidores tuyos por medio del agua
y del Espíritu Santo, liberándolos del pecado: envía sobre ellos
el Espíritu Santo Paráclito; concédeles el espíritu de sabiduría
y de entendimiento, el espíritu de consejo y de fortaleza,
el espíritu de ciencia y de piedad; y cólmalos con el espíritu
de tu santo temor. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Crismación
Guía: Los confirmandos son ungidos con el Santo Crisma. Así como
el aceite penetra la piedra, impregnándola, entrará plenamente
en estos nuevos confirmandos para que sean testigos de Jesús
con su palabra y su vida.
Obispo: N., recibe por esta señal el don del Espíritu Santo.
Confirmando: Amén.
Obispo: La paz esté contigo.
Confirmando: Y con tu espíritu.
Oración de los fieles

Cuarta parte: Liturgia de la Eucaristía


Ofertorio
Comunión
Despedida

130
C U A R T O T I E M P O

El tiemp o d e la

M I S
T A G O
G Í A
Encuentro 54: Somos ungidos, somos perfume
Encuentro 55: Participamos de la Pascua del Señor
Encuentro 56: Porque comemos del mismo pan
formamos un solo cuerpo
Encuentro 57: Vivimos nuestra fe en comunidad
Encuentro 58: Somos sacramento del Dios amor
Encuentro 59: Los cristianos luchamos contra el mal
Encuentro 60: Somos misioneros de la Iglesia de Jesús
Decimacuarta celebración: Enviados
54
ENCUENTRO

Somos ungidos,
somos perfume

Desde nuestra vida


En la periferia, en la profundidad
Dialogamos a partir de esta reflexión:
— ¿Un barco o una canoa forman parte del río? ¿Por qué?
¿Los peces forman parte del río? ¿Por qué?
— No es lo mismo “estar en” que “formar parte de”.
El barco o la canoa están en el río, pero están sobre él. En cambio, los peces forman
parte del río porque están dentro de él, están sumergidos en él.
Otro ejemplo: la ropa está sobre mí, pero no forma parte de mí.

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Fuimos sumergidos en Cristo para ser otros Cristo
Leemos Rom 6,3-4: Una vida nueva
Dios me llama por mi nombre
San Pablo dice, en el versículo 3, que fuimos sumergidos en Cristo.
Estar sumergidos en Jesús significa que estamos metidos en él.
¡Qué hermoso misterio es este! Los que estamos bautizados estamos metidos en Jesús.
Fuimos sumergidos en su muerte para resucitar con él. Resucitar con Jesús a una vida
nueva, vida llena de Dios, vida llena de amor.
133
MISTAGOGÍA

Si leo, en mi Biblia o Nuevo Testamento, Marcos 1,1, puede que diga “Jesús Cristo” o “Jesús
Mesías”.
No es que estén equivocadas nuestras biblias, sino que están en distintos idiomas.
“Cristo” está en griego, “Mesías” en hebreo (que es el idioma del pueblo de Israel).
En castellano es “Ungido”. Por lo tanto, Cristo equivale a Mesías y a Ungido.
¿Por qué estamos haciendo este lío de palabras en distintos idiomas? Para entender lo
que pasó en mi bautismo. Allí también yo fui ungido, se me ungió con un aceite llamado
Santo Crisma, en mi frente.
¿Y para qué? ¿Cuál fue el significado? Que si en el Bautismo fui sumergido en Cristo para
ser uno con él, eso significa que soy otro Cristo, es decir, ungido.
Y si todos estamos sumergidos en Cristo, todos formamos parte del Cuerpo de Cristo. Ese
Cuerpo de Cristo es la Iglesia. Por estar sumergidos en Cristo, todos somos hermanos.
Si soy otro “Cristo”, la gente que ve mi manera de vivir debe sentir la fragancia de Cristo.
Al verme a mí deben percibir a Cristo.
San Pablo nos dice que nosotros somos la fragancia de Cristo, para que, por intermedio
nuestro, se propague por todas partes su fragancia (cf. 2 Cor 2,14-15).
Por eso, el Santo Crisma con que somos ungidos no es solo aceite, sino aceite mezclado
con perfume.

134
MISTAGOGÍA

Para nuestra vida


Los bautizados tenemos una gran dicha: no somos solamente cristianos, somos otros
cristos. Y este es el significado de la unción.
Todo bautizado debe vivir con la alegría de saber que está injertado en Cristo y que es
una sola cosa con él.
Y el saber que todos los bautizados estamos sumergidos en Cristo nos debe impulsar a
reconocer a Cristo en nuestro prójimo.

PARA REC RDAR


Los bautizados somos ungidos, es decir, cristos,
perfumados por el Espíritu Santo.
“Lo que nos define no son las circunstancias
dramáticas de la vida, ni los desafíos de la sociedad,
ni las tareas que debemos emprender, sino ante todo
el amor recibido del Padre gracias a Jesucristo
por la unción del Espíritu Santo.”
Documento de Aparecida 14

Celebramos
Iglesia peregrina
Ver Encuentro 34, p. 91.

Somos ungidos con perfume y se nos dice:


“Que la fragancia de Cristo esté en tu vida e invada los demás.”

Vamos a darle gracias a Dios por este misterio de comunión tan grande con
Jesús. Respondemos: “Gracias, Señor”.
—Porque en el Bautismo fuimos sumergidos en Cristo
para ser una sola cosa con él. R/
—Porque desde el Bautismo somos ungidos,
es decir, somos otros Cristos. R/
—Porque al estar todos sumergidos en Cristo
formamos un solo Cuerpo, que es la Iglesia. R/

135
55
ENCUENTRO

Participamos
de la Pascua del Señor

Desde nuestra vida


¿Implicarse o
ser espectador?
Comentamos:
— ¿Practiqué algún deporte
o actué en alguna obra de
teatro en mi vida?
— ¿Es lo mismo estar adentro de
la cancha o sobre el escenario
que mirar desde fuera?
— ¿Qué diferencias hay entre
mirar desde fuera y estar
jugando o actuando adentro?

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Celebrar la Eucaristía actualizando el Misterio Pascual de Cristo
Leemos 1 Cor 11,23-26: Esto es mi cuerpo
Dios creó al hombre y la mujer para ser felices, y puso a su servicio toda la creación. El
pecado destruyó el proyecto de Dios para toda la humanidad. La muerte y todos los males
empezaron a existir en el mundo como consecuencia del pecado.
Pero el sueño de felicidad que Dios-Padre tenía para el hombre y la mujer nunca desapareció.
Por eso envío a su Hijo único quien, por el Misterio Pascual de su muerte y resurrección,
nos mereció la salvación y la reconciliación.
La Misa es la celebración de la pasión, muerte, resurrección y glorificación de Jesús. La
celebración eucarística es la actualización a lo largo de la historia del Misterio Pascual de
Cristo muerto y resucitado.
Participar de la Misa nos une a la entrega que Jesús hace de sí mismo al Padre por amor
a nosotros. En cada Misa nosotros nos entregamos al Padre en el servicio a los hermanos.

136
MISTAGOGÍA

Es significativo analizar los verbos que la gente utiliza en relación con la Eucaristía: el sa-
cerdote “dice” Misa, los fieles “van” a Misa, “asisten” a Misa y “oyen” Misa. Expresiones
que muestran que a la Misa se acude como espectador.
Por eso, frente a todo esto debemos decir “celebramos”. El sacerdote es quien preside en
nombre de Cristo, pero celebramos todos.
La Eucaristía es cuerpo entregado y sangre derramada, y nosotros estamos llamados a una
comunión de entrega con Jesús.
Los dones que ofrecemos en el ofertorio simbolizan nuestra entrega.
La Eucaristía nos mete de lleno en el Misterio central de la vida cristiana, que no es otro
que el cumplimiento del mandamiento principal que Jesús nos dejó: “Aménse los unos a
los otros como yo los he amado” ( Jn 15,12).
Nos dice el Documento de Aparecida. “Nuestra existencia cotidiana se convierte en una
Misa prolongada” (DA 354).
El domingo es la celebración semanal de la Pascua.

Para nuestra vida


Si hasta ahora iba a Misa como “espectador”, desde ahora en adelante debo cambiar mi
actitud y acudir para “celebrar” la Eucaristía.
Estoy participando en la celebración de la Pascua de Jesús, me sumerjo en el Misterio Pas-
cual de Cristo muerto y resucitado. Celebrando la Eucaristía soy parte del Misterio Pascual.
Lo que hace Jesús en la celebración eucarística es entregarse. Esta palabra resulta extraña
a nuestra cultura, que potencia lo contrario: poseer, guardar, retener, acumular... Acos-
tumbrados a la lógica del cálculo, no es fácil entrar en la lógica de la Eucaristía, en la que
celebramos la entrega total, el máximo derroche, el total despilfarro.
Debo hacer de la entrega de Jesús un estilo de vida, un camino de seguimiento, una lla-
mada a continuar viviendo eucarísticamente, es decir, escapando del egoísmo para entrar
en la alegría de la vida que no se retiene, en el gozo extraño de ofrecerme y entregarme.
Participar en la Cena del Señor significa tomar parte, tomar partido por ella. Es participar
de Jesús y su causa.
Debo tener vida eucarística, esto
significa procurar imitar en mi vida
la entrega total que hizo Jesús, su
amor sin límites.
Seguir a Cristo implica que tengamos
una profunda vida eucarística. Es
más, seguir a Cristo implica ser, en
cierto modo, eucarística (cf. Carta
encíclica Ecclesia de Eucharistia 20).

137
MISTAGOGÍA

PARA REC RDAR


“La Misa hace presente el sacrificio de la Cruz,
no se le añade y no lo multiplica.
Lo que se repite es su celebración memorial,
la «manifestación memorial»…,
por la cual el único y definitivo sacrificio redentor
de Cristo se actualiza siempre en el tiempo.
Al entregar su sacrificio a la Iglesia, Cristo ha querido
además hacer suyo el sacrificio espiritual de la Iglesia,
llamada a ofrecerse también a sí misma unida
al sacrificio de Cristo. Por lo que concierne a todos los fieles,
el Concilio Vaticano II enseña
que «al participaren el sacrificio eucarístico,
fuente y cima de la vida cristiana,
ofrecen a Dios la Víctima divina y a sí mismos con ella».”
Carta encíclica Ecclesia de Eucharistia 12-13

“Cada vez que se celebra este misterio (eucarístico),


se realiza la obra de nuestra redención.”
Catecismo de la Iglesia Católica 1405

Celebramos
Revivimos los gestos de la entrega de Jesús en la Eucaristía.
Como Cristo nos amó
Como Cristo nos amó en su pueblo es un obrero
nadie pudo amar jamás. como todos los demás,
Él nos guía como estrella con sus manos gana el pan,
por la inmensa oscuridad, trabajando con amor:
al partir con él el pan, Él conoce la pobreza y el dolor.
alimenta nuestro amor: Como Cristo nos amó
es el pan de la amistad, el pan de Dios. nadie pudo amar jamás:
Es mi cuerpo, vengan a comer. al morir en una cruz
Es mi sangre, vengan a beber. nos dio su paz y libertad;
Porque yo soy la vida, yo soy el amor. pero al fin resucitó
¡A tu amor eterno, llévanos, Señor! por la fuerza de su amor
Como Cristo nos amó y salió de su sepulcro vencedor.
nadie pudo amar jamás:
138
ENCUENTRO

56
Porque comemos
del mismo pan
formamos un solo cuerpo

Desde nuestra vida


La mesa de la fiesta
Pensemos en algunas fiestas
en las que nos reunimos
para celebrar.
Comentamos.
—¿Con quiénes pasamos
esas fiestas?
—¿A quiénes invitamos?
No invitamos a cualquiera
a compartir nuestra mesa.
Compartir la mesa de una fiesta
es compartir la amistad,
la confianza, el amor
que nos tenemos.

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Los que comen del mismo pan han de vivir en comunión
Leemos 1 Cor 10,16-17: Todos formamos un solo cuerpo
El pan y el vino de la comunión
Vuelvo a leer el versículo 17: ¿De qué pan está hablando san Pablo? Al hablar de que for-
mamos un solo cuerpo, ¿a qué cuerpo se refiere?
Para responder esta pregunta, me va ayudar leer 1 Cor 12,27 y Rom 12,5.
¿Qué querrá decir san Pablo cuando habla así? Nos invita a los que participamos de la Misa
a que estemos unidos por el amor, que seamos una comunidad fraterna; a que seamos
verdaderamente un solo cuerpo; a que nos sintamos responsables unos de otros.
Porque participamos de un único pan nosotros somos una sola cosa. A esto se le llama
“comunión”.

139
MISTAGOGÍA

La división en la comunidad no permite que seamos un solo cuerpo


Leo la advertencia que le hace san Pablo en esta misma carta a los cristianos de Corinto
(1 Cor 11,17-18). ¿Por qué está enojado san Pablo? ¿Qué pasaba en esa comunidad?
Celebrar la Eucaristía estando divididos, con envidias, resentimientos, celos e indiferencia
unos de otros, es una contradicción porque se participa del mismo pan pero no somos
un solo cuerpo.

Para nuestra vida


¿Qué tiene que haber para que haya verdaderamente fiesta? Puede haber muy buena
música, mucha comida y bebida, pero si no hay vínculos entre las personas que están
participando no habrá verdadera fiesta. En cambio cuando hay comunión entre los parti-
cipantes, por más que la cosa sea humilde habrá fiesta verdadera.
Participar de la celebración eucarística es todo un desafío, porque es una llamada a vivir la
comunión; porque todos comemos del mismo pan y estamos llamados a ser un solo cuerpo.
En cada Misa tenemos que pedirle a Jesús que nos transforme para que cada vez seamos
más un solo cuerpo, unidos por el amor, aunque seamos muchos.

PARA REC RDAR


“Con la comunión eucarística la Iglesia consolida también
su unidad como cuerpo de Cristo… El comentario
de san Juan Crisóstomo es detallado y profundo:
«¿Qué es, en efecto, el pan? Es el cuerpo de Cristo.
¿En qué se transforman los que lo reciben? En cuerpo
de Cristo; pero no muchos cuerpos sino un solo cuerpo.
En efecto, como el pan es solo uno,
por más que esté compuesto de muchos granos de trigo
y estos se encuentren en él, aunque no se vean,
de tal modo que su diversidad desaparece en virtud
de su perfecta fusión; de la misma manera,
también nosotros estamos unidos recíprocamente
unos a otros y, todos juntos, con Cristo».”
Carta encíclica Ecclesia de Eucharistia 23

Celebramos
Volvemos a leer 1 Cor 10,16-17 y compartimos el pan.
Como Cristo nos amó
Ver Encuentro 55, p. 138.
140
ENCUENTRO

57 Vivimos nuestra fe
en comunidad

Desde nuestra vida


La fuerza del apoyo mutuo
Leemos y comentamos esta experiencia.
Miren a los gansos
Fijate que los gansos vuelan formando una "V".
Tal vez te interese saber lo que la ciencia ha des-
cubierto acerca del porqué vuelan de esa forma.
Se ha comprobado que, cuando cada pájaro bate
sus alas, produce un movimiento en el aire que
ayuda al pájaro que va detrás de él.
Volando en "V", la bandada completa aumenta
por lo menos un 71% más de su poder que si cada
pájaro volara solo. Las personas que comparten
una dirección común y tienen sentido de comu-
nidad pueden llegar adonde deseen más fácil y
rápidamente porque van apoyándose mutuamente.
Cada vez que un ganso se sale de la formación siente inmediatamente la resistencia del
aire, se da cuenta de la dificultad de hacerlo solo y rápidamente regresa a su formación para
beneficiarse del poder del compañero que va adelante. Si nosotros tuviéramos la inteligencia
de un ganso nos mantendríamos con aquellos que se dirigen en nuestra misma dirección.
Cuando el líder de los gansos se cansa, se pasa a uno de los puestos de atrás y otro ganso toma
su lugar. Obtenemos mejores resultados si tomamos turno haciendo los trabajos más difíciles.
Los gansos que van detrás graznan (así se llama a los sonidos propios que producen) para
alentar a los que van adelante a mantener la velocidad. Una palabra de aliento produce
grandes beneficios.
Finalmente, cuando un ganso se enferma o cae herido por un disparo, otros dos gansos se
salen de la formación y lo siguen para ayudarlo y protegerlo. Se quedan acompañándolo hasta
que está nuevamente en condiciones de volar o hasta que muere, y solo entonces los dos
acompañantes vuelven a su bandada o se unen a otro grupo. Si nosotros tuviéramos la inteli-
gencia de un ganso nos mantendríamos uno al lado de otro apoyándonos y acompañándonos."
Martiza Crespo

141
MISTAGOGÍA

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Dios quiere que seamos comunidad
Leemos Hch 2,42-47: Lo tenían todo en común
El pan y el vino de la comunión
Los que hemos recibido los sacramentos de la Iniciación Cristiana tenemos la dicha de
integrarnos a la comunidad, como lo hicieron los primeros cristianos.
Después de la muerte y resurrección de Jesús, los hombres y mujeres que creían en él se
fueron agrupando, animados por su Espíritu, alrededor de los apóstoles con Pedro a la
cabeza. Formaron así las primeras comunidades cristianas y fueron formando la Iglesia (que
significa asamblea, congregación). A la Iglesia se le llama también el nuevo Pueblo de Dios.
En la Iglesia todos somos importantes, todos valemos igual.
La Iglesia es entonces una comunidad de hermanos, pues somos hijos de un mismo Padre:
Dios, y creemos en un mismo Señor que es Jesucristo. Entonces, todos tenemos que poner
lo que somos y tenemos para que la Iglesia sea la verdadera comunidad que quiere Jesús.
El confirmado, al igual que los primeros cristianos, al recibir el Espíritu Santo, se reúne
con sus hermanos para escuchar la Palabra de Dios, para compartir la vida y participar de
la fracción del pan (lo que es hoy para nosotros la Misa).
Dios quiere que seamos comunidad.
Jesús formó una comunidad
con los doce apóstoles.
Después de resucitado se
manifestó a la comunidad,
cuando se presentaba
individualmente a algunos,
estos volvían a la comunidad
(María Magdalena, los
discípulos de Emaús).
Y los mandó a formar
comunidades: "Vayan y
hagan que todos los pueblos
sean mis discípulos".
El discípulo solo se entiende
en comunidad, no hay
discípulos aislados; y ahora
quiere que también nosotros
seamos comunidad.

142
MISTAGOGÍA

Para nuestra vida


El que está confirmado debe trabajar por construir la comunidad. Comentamos:
—¿Qué enseñanza nos dejan los gansos?
—¿Qué es una comunidad?
—¿Qué nos puede brindar una comunidad?
—¿Qué podemos brindarle nosotros a la comunidad?
Estamos finalizando el Cate-
cumenado, pero esto no signi-
fica que debemos vivir nues-
tra fe solos; ahora debemos
integrarnos a algún grupo de
la comunidad cristiana.
También puede ser que no-
sotros mismos creemos una
nueva comunidad en nuestra
parroquia, si es que no hay
ningún espacio en el que nos
podamos integrar.

PARA REC RDAR


“Fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres,
no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros,
sino constituyendo un pueblo, que le confesara en verdad
y le sirviera santamente.”
Constitución dogmática Lumen gentium 9

“La vocación al discipulado misionero


es con-vocación a la comunión en su Iglesia.
No hay discipulado sin comunión…
La fe nos libera del aislamiento del yo,
porque nos lleva a la comunión.
Esto significa que una dimensión constitutiva
del acontecimiento cristiano es la pertenencia
a una comunidad concreta…”
Documento de Aparecida 156

143
MISTAGOGÍA

Celebramos
Volvemos a leer 1 Cor 10,16-17 y compartimos el pan.
Dios familia
Cada vez que nos juntamos Cada vez que nos juntamos
siempre vuelve a suceder siempre vuelve a suceder,
lo que le pasó a María lo que dice la promesa
y a su prima la Isabel: de Jesús de Nazareth:
ni bien se reconocieron, "Donde dos o más se juntan,
se abrazaron, y su fe en mi nombre y para bien,
se hizo canto y profecía, yo estaré personalmente,
casi, casi un chamamé. con ustedes yo estaré."
Y es que Dios, es Dios familia, Cada vez que nos juntamos
Dios amor, Dios trinidad. siempre vuelve a suceder,
De tal palo, tal astilla, lo que le pasó a la gente
somos su comunidad. reunida en Pentecostés,
Nuestro Dios es padre y madre, con el Espíritu Santo,
causa de nuestra hermandad. viviendo la misma fe,
Por eso es lindo encontrarse, se alegraban compartiendo
compartir y festejar. lo que Dios les hizo ver.

Nos soñaste comunidad


Señor, nos soñaste comunidad.
Que el individualismo y el egoísmo
no nos lleve a vivir una fe individualista.
Y si hay cosas en nuestra comunidad
que no nos gustan,
que tratemos cambiarlas desde adentro
y no criticándolas de afuera.
María, Madre de la Iglesia,
ayúdanos a ser y a vivir en comunidad.
Amén.

144
ENCUENTRO

58 Somos sacramento
del Dios amor

Desde nuestra vida


¿Dónde notamos el amor de Dios?
Leemos y comentamos esta experiencia.
“Los cristianos dicen que Dios es amor, pero por las cosas que he tenido
que vivir desde chico yo nunca experimenté el amor de Dios,
sino todo lo contrario. ¿Cómo sé que Dios me ama? Yo nunca lo noté.”
—¿Qué opinamos de estos planteos?
—¿Cómo pueden experimentar estas personas que Dios lo ama?

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


La comunidad cristiana es sacramento del amor de Dios
Leemos 1 Jn 4,12: Dios es amor
El amor de los demás es sacramento del amor de Dios
Sabemos que Dios nos ama, pero no solamente a mí, Dios ama a todos. Generalmente
Dios nos muestra su amor a través de las personas que nos aman.
Un sacramento es un signo eficaz.
“Signo” es algo que se ve pero que
expresa algo que va más allá de lo
que se ve. Por ejemplo, las cenizas
son signos de que hubo fuego.
“Eficaz” porque realiza lo que significa.
Por ejemplo, un beso expresa y realiza
el amor.
De la misma manera, los demás van a
descubrir el amor de Dios a través de las
personas que las aman. Y esas personas
deben ser nuestra comunidad cristiana.

145
MISTAGOGÍA

La comunidad cristiana es el rostro visible del amor de Dios


Ya sabemos que, una vez finalizada nuestra catequesis, estamos invitados a integrarnos
en un grupo de la parroquia. Debemos tener cuidado de no ser un grupo cerrado, que se
quede en meras reuniones y oraciones, pero que no se compromete en serio con la vida
del pueblo (o del barrio).
Como comunidad cristiana, debemos ser el rostro del amor de Dios, para que los demás
sepan reconocer que Dios los ama y así lo glorifiquen.
Jesús le dice a Felipe en la Última Cena: “El que me ha visto, ha visto al Padre” ( Jn 14,9).
Y san Pablo dice: “Cristo es la imagen del Dios invisible” (Col 1,15).
Así como Cristo es la imagen del Dios invisible y quien lo ve a él ve al Padre, lo mismo
sucede con los cristianos: nosotros somos el rostro de Dios amor.

La comunidad cristiana hace presente el Reino de Dios


La comunidad cristiana debe ser signo de la presencia del Reino de Dios en medio del mundo.
El Reino de Dios es el sueño que Dios tiene para toda la humanidad: un mundo de paz,
justicia, amor, solidaridad, igualdad…
El papa Juan Pablo II decía que el Reino de Dios es la comunión de los hombres entre sí
y con Dios (cf. Redemptoris missio 15).
En el Reino de Dios la ley suprema es el amor y nosotros tenemos que ser signo de ese
amor; nuestra comunidad cristiana debe ser el rostro visible de Dios amor, debemos ser
sacramento del Dios amor, que los demás al encontrarse con nosotros se encuentren con
Dios amor.

Para nuestra vida


Por la influencia del individualismo, vemos el testimonio de nuestra fe solo como algo
personal, pero también debe ser comunitario. Toda la comunidad cristiana debe ser testi-
monio de amor y de servicio, debe haber un testimonio vivo de una comunidad.
Este encuentro pretende mostrar que nosotros, como Iglesia, debemos ser el rostro del
amor de Dios. Que nuestros hermanos se sientan amados por Dios, al sentir que la comu-
nidad cristiana les ama.
Hoy también queremos tomar compromisos concretos. Para ello, pensemos:
—¿Un grupo cristiano puede quedarse solamente en reuniones y oraciones?
¿Por qué?
—¿Qué actividades concretas puede tener nuestro grupo?
—¿Qué podemos hacer para ayudar a personas que están necesitando alguna
ayuda económica?

146
MISTAGOGÍA

Escribo nuestro compromiso concreto para demostrar como grupo que Dios es amor.

PARA REC RDAR


“Ves la Trinidad si ves el amor, escribió san Agustín.”
El amor al prójimo enraizado en el amor a Dios
es ante todo una tarea para cada fiel,
pero lo es también para toda
la comunidad eclesial, y esto en todas sus dimensiones:
desde la comunidad local a la Iglesia particular,
hasta abarcar a la Iglesia universal en su totalidad.
Carta apostólica Deus Caritas est 19-20

Celebramos
Danos un corazón
Danos un corazón grande para amar;
danos un corazón fuerte para luchar.
Hombres nuevos,
creadores de la historia,
constructores de nueva humanidad.
Hombres nuevos que viven la existencia
como riesgo de un largo caminar.
Hombres nuevos, luchando en esperanza,
caminantes, sedientos de verdad.
Hombres nuevos, sin frenos ni cadenas,
hombres libres que exigen libertad.
Hombres nuevos, amando sin fronteras,
por encima de razas y lugar.
Hombres nuevos, al lado de los pobres,
compartiendo con ellos techo y pan.

Leemos Mt 5,15-16.

147
59
ENCUENTRO

Los cristianos
luchamos contra el mal

Desde nuestra vida


Sentirse aludidos
Comentamos:
— ¿Escucharon esta expresión: “Yo, argentino”?
— ¿Qué se quiere decir con esta frase?
— ¿Estamos de acuerdo con ella?

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Denunciar el mal y combatirlo haciendo el bien
Leemos Mt 23,23-35: Denuncias de Jesús
Vencer el mal haciendo el bien
El capítulo 23 de Mateo pone siete veces la afirmación: “Ay de ustedes…”, contra los fariseos
y los maestros de la Ley. Jesús podía haber dicho: “Con ellos no hay que meterse”, que es
muy parecido a nuestro “Yo, argentino”; sin embargo denunció su hipocresía, y esto le
valió el odio de ellos que comenzaron a buscar la manera de matarlo.
Jesús no se conformó con no hacer el mal a nadie, ni tampoco con ser solamente bueno,
se enfrentó a la injusticia y corrupción…
También nosotros estamos llamados a una lucha continua contra todo mal. Cuando vemos
sufriendo a alguien no debemos conformarnos en consolarlo, no debemos invitarlo a la
resignación prometiéndole un premio en la otra vida. Debemos ayudarlo venciendo el mal
con el bien, como dice el apóstol Pablo: “No te dejes vencer por el mal. Por el contrario,
vence al mal, haciendo el bien” (Rom 12,21).
Procurar un mundo mejor va más allá de la solidaridad, es buscar erradicar las causas de
las situaciones de injusticia y desigualdad.
El que se queda en el “no te metás”, o justifica su propia inercia con la excusa de no querer
llevarse mal con nadie, no mejora ni el mundo, ni la sociedad; solamente está permitiendo
que la injusticia avance siempre más.

148
MISTAGOGÍA

Dice Juan Pablo II: “Construir el Reino significa trabajar por la liberación del mal en todas
sus formas” (Redemptoris missio 15).

Jugársela, personal y comunitariamente, por el Reino


Para que el Reino de Dios crezca cada
vez más entre nosotros son necesarios
cristianos que se la jueguen.
El cristiano que sabe que hay cosas que
no van de acuerdo con el proyecto de
Dios no puede mirar para el costado, no
puede hacerse el desentendido. El Reino
de Dios avanza en la medida que el mal
sea combatido en todas sus formas.
Pero esta lucha no puede ser individual,
debe ser comunitaria; todos nos debe-
mos involucrar en esto.
Es verdad que personalmente tendremos
que enfrentar situaciones de injusticia y
desigualdad, pero esa persona no debe
alejarse de la comunidad ni la comuni-
dad lo debe dejar solo.
Además nosotros, los cristianos, contamos con la ayuda del Señor y de su gracia para esta
misión. Por eso debemos aprovechar los medios que tenemos a nuestro alcance: la oración,
la Palabra de Dios, los sacramentos, la intercesión de la Virgen y los santos…

Para nuestra vida


Comentamos.
— ¿Conozco casos concretos de injusticia y corrupción?
— ¿Hay alguna de esas situaciones en mi propia vida?
— ¿Qué cosas podemos hacer para cambiarlas?
— ¿Hay personas en nuestro pueblo o barrio a las que podamos ayudar a resolver su caso
de injusticia o de opresión?
El encuentro de hoy nos invita a desterrar de nosotros el “Yo, argentino”, el “no te metás”.
El cristiano se tiene que meter como Cristo se metió.
Como este es un tema muy difícil, tal vez hoy no salgamos con nada concreto para hacer,
lo que sí debemos hacer es tomar cada día más conciencia de nuestro compromiso ciu-
dadano en la luchar por el bien.
Para ello pensamos por dónde podemos comenzar este compromiso.

149
MISTAGOGÍA

PARA REC RDAR


“Construir el Reino significa trabajar
por la liberación del mal en todas sus formas.”
Carta encíclica Redemptoris missio 15

“La participación en el oficio profético de Cristo,


«que proclamó el Reino del Padre con el testimonio
de la vida y con el poder de la palabra»,
habilita y compromete a los fieles laicos
a acoger con fe el Evangelio y a anunciarlo
con la palabra y con las obras, sin vacilar
en denunciar el mal con valentía.”
Exhortación apostólica Christifideles laici 14

Celebramos
Leemos Jn 2,13-17.
Oramos a partir de lo que hemos compartido en el encuentro.
Somos gente nueva
Somos gente nueva viviendo en unión, hombres libres
somos nueva semilla de liberación, por Cristo liberados
somos pueblo nuevo viviendo en amor, luchando todos juntos
somos comunidad, Pueblo del Señor. por la gran liberación.
Voy a invitar a mis
hermanos trabajadores,
obreros, cosecheros,
campesinos y otros más;
y juntos vamos
celebrando la esperanza,
nuestra lucha y la confianza
de tener tierra,
pan y paz.
Vengan ustedes, los que
quieren que las cosas
sean nuevas y tengamos
una nueva sociedad,

150
ENCUENTRO

60 Somos misioneros
de la Iglesia de Jesús

Desde nuestra vida


La importancia del mensaje del Evangelio
Leemos este cuento y lo comentamos.

Un poco tarde
Cuentan que una vez un misionero llegó a una tribu
de infieles, que por otro lado lo recibieron muy bien
–cosa que no siempre pasa entre los fieles–.
Este misionero comenzó por ganarse las simpatías
de aquellos salvajes, tratando de conocerlos bien,
antes de largarse a anunciarles la Buena Noticia del
Evangelio. Convivió unas cuantas semanas con ellos,
acostumbrándose a sus comidas, escuchando sus
cantos, aprendiendo su idioma y, sobre todo, tratando
de conocer lo que pensaban y sabían de Dios.
Y aquí se llevó una tremenda sorpresa. Aquellos po-
bres primitivos tenían de Dios una imagen temible.
Pensaban que Dios era un ser implacable, que estaba
continuamente irritado, que se disgustaba por cual-
quier cosa y que exigía sacrificios enormes para quedar
satisfecho. Su Dios no buscaba para nada la felicidad
de sus fieles. Ni que hablar de la posibilidad del amor.
Estaban permanentemente atemorizados, creyéndose
en error en el cumplimiento de sus minuciosos deberes
religiosos. Se podría decir que vivían sometidos a una
terrible superstición de la que no podían liberarse.
Una vez que nuestro misionero se percató bien de todo lo que les cuento, pensó que había
llegado el momento de iluminar aquellos corazones con la verdad del Evangelio. Y, en una
tibia noche de luna creciente, pidió la palabra, junto al fogón de la tribu. A su alrededor
cantaban todos los bichos de la noche, en un juego fascinante de luces y colores. Los

151
MISTAGOGÍA

perfumes del monte que los rodeaban parecían invitar a la vida y al amor. El momento no
podía ser mejor para entregar el mensaje de un Dios Padre que tanto amó al mundo que le
envió a su propio Hijo, no para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
Y así, ante los oídos atentos de aquellas pobres criaturas asustadas por lo divino, les fue
relatando los sencillos sucesos de la Encarnación, de la Navidad, las parábolas, llegando
finalmente al Misterio Pascual, con la pasión, muerte y resurrección del Señor.
Los ancianos de la tribu se ponían la mano al oído, haciendo pantalla para no perderse ni una
sola palabra. Los hombres sentían que un aire nuevo, lleno de libertad y alegría, comenzaba a
soplar sobre sus vidas. Las mujeres, desde las puertas de sus chozas, trataban de hacer callar
a sus bulliciosas criaturas para poder atender a aquellas inauditas novedades. Copando por
esta atención colmada de expectativa, el misionero sacó sus mejores recursos para pintar
la bondad de un Dios lleno de amor y de ternura, que luego de darnos a su propio Hijo,
cuando aún éramos pecadores, ya nada nos puede negar siendo ahora sus hijos queridos.
El mensaje dejó francamente estupefactos y llenos de admiración a aquellos infieles. Les
parecían imposibles tantas cosas lindas juntas. Se sentían renacer a la alegría y a la paz.
Ya podrían sentirse seguros en medio de las tormentas, cuando bramara el huracán o
chispearan los refucilos en el corazón de la noche. Si Dios estaba con ellos, ¿quién podría
estar contra ellos? Porque todo, absolutamente todo lo que Dios permitiera, les había
dicho el misionero, serviría para el bien de aquellos que eran amados por Dios.
Cuando el misionero terminó su mensaje se hizo un silencio profundo, cargado de pre-
guntas pendientes. Fue el cacique, quien, haciéndose eco de lo que estaba en el corazón
de todos, se atrevió a interrogar:
—¿Y cuándo sucedió todo esto tan hermoso que nos venís a contar? ¿Tal vez en la luna
llena pasada? ¿O tal vez hace más tiempo? ¿Varias lunas atrás?
El misionero se dio cuenta de que sus oyentes desconocían totalmente la historia, y no
tenían noción de todo el tiempo que había transcurrido desde los sucesos vividos por
Cristo de Belén a la Ascensión. Les explicó que hacía mucho tiempo que todo esto había
sucedido. Que era imposible contarlo sumando lunas llenas. Que había que contarlo por
soles y primaveras. Cuando finalmente les logró hacer entender que los acontecimien-
tos hermosos que constituyen la Buena Nueva del Evangelio hacía ya dos mil años que
habían sucedido, y que por lo tanto los árboles más antiguos del monte aún ni siquiera
habían nacido cuando todo esto pasó, sintió que sus oyentes cambiaban su sonrisa de
agradecimiento por una mueca de rabia.
Y fue nuevamente el cacique quien rompió el silencio diciendo:
— ¡Desgraciados! Hace dos mil soles que esto ha sucedido, ¿y recién ahora nos lo vienen
a contar? Esto es señal de que ustedes mismos no le dan importancia, o que nunca nos
han querido bien. De lo contrario, hace rato que nos hubieran buscado por todos los
medios para venir a decirnos cosas que para nosotros son tan fundamentales.
P. Mamerto Menapace

152
MISTAGOGÍA

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Jesús nos llama hoy a compartir la misión de los discípulos
Leemos Mt 28,19-20 y Hch 1,8: La misión de los discípulos
Desde el Bautismo estamos llamados a evangelizar, a ser misioneros. La Confirmación nos
compromete a la misión, porque en la Iglesia de Jesús la responsabilidad de evangelizar
es común a todos, aunque diferenciada según nuestra edad y el lugar que tengamos en
la Iglesia.
Misionar, llevar la Palabra de Dios
a nuestros hermanos, es signo del
amor que le tenemos. Justamen-
te porque amo a mis hermanos,
quiero darles lo mejor que tengo:
a Jesús vivo.
Este mandato de Jesús a ser sus
testigos hoy, también es para no-
sotros, los que estamos conclu-
yendo el catecumenado.
Hoy la Iglesia de Latinoamérica
nos llama a ser discípulos misio-
neros de Jesús. Nos dicen nuestros
obispos en Aparecida:
“Al llamar a los suyos para que lo sigan, les da un encargo muy preciso:
anunciar el evangelio del Reino a todas las naciones (cf. Mt 28,19; Lc 24,46-48).
Por esto, todo discípulo es misionero, pues Jesús lo hace partícipe de su misión
al mismo tiempo que lo vincula a él como amigo y hermano. De esta manera,
como él es testigo del misterio del Padre, así los discípulos son testigos de
la muerte y resurrección del Señor hasta que él vuelva. Cumplir este encargo
no es una tarea opcional, sino parte integrante de la identidad cristiana,
porque es la extensión testimonial de la vocación misma.” (DA 144)
— ¿Tengo vergüenza, timidez o miedo para hablar a los demás de Jesús?
— ¿Tengo miedo de que me vean vivir como cristiano?
Volviendo al cuento "Un poco tarde", pensemos:
— ¿Existen personas que están en situaciones similares a estos indígenas del cuento?
— ¿Puedo hacer algo? ¿Qué?
— Cuando el cacique dice: “Hace dos mil soles que esto ha sucedido, ¿y recién ahora nos
lo vienen a contar? Esto es señal de que ustedes mismos no le dan importancia”, ¿qué
le contestaríamos?
Dios me da una gracia especial para que hable en su nombre y el Espíritu Santo pondrá
en mi boca las palabras que sean necesarias.

153
MISTAGOGÍA

Si en la Confirmación pasé a ser adulto en la Iglesia, esto significa que debo asumir con
responsabilidad mi misión en ella, y más concretamente en el lugar donde vivo: mi familia,
mis amigos y vecinos, en la escuela o el trabajo.
Todos debemos poner nuestro granito de arena para que nuestra parroquia sea evange-
lizadora y misionera, también yo.
También puedo integrarme en algún grupo misionero para ir a compartir la Buena Noticia
a otros pueblos o a otras provincias.
Hay laicos que van como familias o como profesionales misioneros a llevar la Palabra y el
Reino de Dios a otros países, como los de África. No lo descartemos de nuestra mente ni
de nuestro corazón. ¿Quién sabe si Dios no nos está pidiendo algo así?
Y no debo olvidar que misionar es fruto del amor a mis hermanos, si amo a mi prójimo no
puedo dejar de anunciarles lo mejor que tengo: la Buena Noticia de Jesús y de su Reino.

Para nuestra vida


El próximo encuentro, el último del catecumenado, es de servicio misionero. Debo tener
presente que ser discípulo misionero de Jesús es algo que dura toda la vida.
Como discípulo debo seguir creciendo siempre en mi vida cristiana; concluir el catecume-
nado no es el fin. Como misionero, estoy llamado a compartir la Buena Noticia de Jesús y
del Reino con mis hermanos.
Ahora depende de mí perseverar en la vida cristiana en comunidad.
Compartamos lo que hemos pensado para seguir con nuestra vida en Cristo: en qué servicio
de la comunidad parroquial voy a colaborar, en qué grupo me quiero integrar para seguir
viviendo mi fe en comunidad…

PARA REC RDAR


“Benedicto XVI nos recuerda que:
Discipulado y misión son como las dos caras
de una misma medalla: cuando el discípulo está
enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar
al mundo que solo él nos salva (cf. Hch 4,12).”
“La conversión pastoral de nuestras comunidades exige
que se pase de una pastoral de mera conservación
a una pastoral decididamente misionera.”
Documento de Aparecida 146 y 370

154
MISTAGOGÍA

Celebramos
Leemos y meditamos juntos.
“Cuando crece la conciencia de pertenencia a Cristo, en razón de la gratitud
y alegría que produce, crece también el ímpetu de comunicar a todos el don
de ese encuentro. La misión no se limita a un programa o proyecto, sino que
es compartir la experiencia del acontecimiento del encuentro con Cristo,
testimoniarlo y anunciarlo de persona a persona, de comunidad a comunidad,
y de la Iglesia a todos los confines del mundo (cf. Hch 1,8).” (DA 145)
“Benedicto XVI nos recuerda que: el discípulo, fundamentado así en la roca
de la Palabra de Dios, se siente impulsado a llevar la Buena Nueva
de la salvación a sus hermanos. Discipulado y misión son como las dos caras
de una misma medalla: cuando el discípulo está enamorado de Cristo,
no puede dejar de anunciar al mundo que solo él nos salva (cf. Hch 4,12).
En efecto, el discípulo sabe que sin Cristo no hay luz, no hay esperanza,
no hay amor, no hay futuro. Esta es la tarea esencial de la evangelización,
que incluye la opción preferencial por los pobres, la promoción humana
integral y la auténtica liberación cristiana.” (DA 146)
Oramos a partir de lo que hemos compartido en el encuentro.
Toma mi vida nueva
Señor, toma mi vida nueva Y así, en marcha iré cantando,
antes de que la espera por pueblos predicando
desgaste años en mí. tu grandeza, Señor.
Estoy dispuesto a lo que quieras, Tendré mis brazos sin cansancio,
no importa lo que sea, tu historia entre mis labios,
tú llámame a servir. tu fuerza en la oración.
Llévame donde los hombres
necesiten tus palabras,
necesiten mis ganas de vivir;
donde falte la esperanza,
donde todo sea triste
simplemente por no saber de ti.
Te doy mi corazón sincero
para gritar sin miedo
lo hermoso que es tu amor.
Señor tengo alma misionera,
condúceme a la tierra
que tenga sed de vos.

155
DECIMOCUARTA CELEBRACIÓN

Enviados
(Domingo de Pentecostés)

Monición introductoria
Guía: Los que hicieron el catecumenado y recibieron los sacramentos
de la Iniciación Cristiana en la Vigilia Pascual, continúan reuniéndose
durante todo este Tiempo Pascual para reflexionar lo que significó
haber recibido los sacramentos. Hoy, en esta Misa, culmina el
catecumenado y como signo de pertenencia a esta comunidad
y como compromiso de ser apóstoles en ella recibirán
el “Diploma de envío”.
Cantamos.
Lectura de la Palabra de Dios
Oración de los fieles
Ofertorio
Guía: Acercamos los “Diplomas de envío”: ellos representan a estos hermanos
nuestros que forman parte de nuestra comunidad, ya que ellos quieren
trabajar por el Reino aquí.
Presentamos el pan y el vino que, por la acción del Espíritu Santo,
se convertirán en el Cuerpo y la Sangre de Jesús.
Cantamos.
Comunión
Guía: Ahora acompañaremos la entrega del “Diploma de envío” a los
que durante este largo tiempo han realizado el catecumenado.
A medida que los vayamos nombrando se acercarán junto
con su padrino o madrina.
Despedida
Guía: En Pentecostés nació la Iglesia; en este nuevo Pentecostés nace este
grupo de cristianos que, al igual que los apóstoles, quieren dar testimonio
de Cristo con la fuerza del Espíritu Santo.
Entre todos construyamos la Iglesia y el Reino de Dios.
Nos despedimos cantando.

156
A P É N
D I C E
LOS TIEMPOS FUERTES DE LA LITURGIA
Adviento y Navidad
Encuentro A: María, mujer creyente
Encuentro B: Llega Jesús
Encuentro C: Preparamos el camino del Señor
Encuentro de servicio misionero “A”
Cuaresma y Pascua
Encuentro D: La Cuaresma
Encuentro E: Semana Santa
Encuentro F: La Pascua
Encuentro G: La Iglesia nace en Pentecostés
Encuentro de servicio misionero “B”

LAS FIESTAS PATRONALES


Encuentro H: La Iglesia es más que nuestro pueblo (o barrio)
Encuentro I: Nuestras fiestas patronales
Encuentro de servicio misionero “C”
ENCUENTRO

A María,
mujer creyente

Desde nuestra vida


Tener fe
Dialogamos acerca de lo que significa la fe para nosotros.
— ¿Qué cosas logra uno cuando tiene fe en sí mismo?
— ¿Cuándo decimos que una persona tiene fe?
— ¿En qué consiste la fe en Dios?

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


María es nuestro modelo de creyente
Leemos Lc 1,26-45: María, llena eres de gracia
María es ante todo una mujer creyente
María, como mujer, compartía la suerte de las
mujeres de su tiempo y de su tierra, que sufrían
una especie de condena a la infelicidad.
Por el mero hecho de ser mujer:
Estaban destinadas a ser siervas de sus
maridos.
Tenían cerrado el camino a cualquier progreso,
por pequeño que fuera.
No tenían voz en la vida social, religiosa y
política.
Ante el anunció del ángel, María no comprendía
cómo podía quedar embarazada si no había
tenido relaciones con ningún hombre.
Quedar embarazada de alguien que no era su
esposo, en aquella época implicaba poder morir
apedreada.

159
APÉNDICE

Sin embargo ella puso toda la fe en Dios y dijo: “Hágase en mí según tu Palabra”. Porque
ella tenía fe en que el Señor no la engañaba.
Este “sí” que dio María, generoso, humilde y total, le cambió la vida, le trajo alegría pero
también dolor.
Después, en cada circunstancia de la vida que tuvo que enfrentar, María renovó con la
misma fe y generosidad hacer la voluntad de Dios cuando…
José decidió dejarla (Mt 1,19).
Dio a luz en un establo (Lc 2,67).
Debió huir de la persecución de Herodes (Mt 2,13-15).
Jesús estuvo perdido tres días (Lc 2,41-50).
Jesús, a los treinta años, dejó su casa para ir a predicar (Lc 3,23).
Le dijeron que su hijo estaba “loco” y que lo fuera a buscar (Mc 3,20-21).
Jesús está en la cruz ( Jn 19,25).
Todos estos fueron momentos dramáticos. Sin embargo, ella supo ser fiel y los vivió con
entereza, sin rebelarse. Más adelante, y junto a los apóstoles, compartió el gozo de Pen-
tecostés (Hch 1,14; 2,4).
Muchas veces creemos que tener fe es que Dios haga lo que yo quiero. María nos enseña
que es todo lo contrario: tener fe es hacer lo que Dios quiere.

La Biblia nos enseña la voluntad de Dios


La Biblia nos muestra que tener fe es
hacer la voluntad de Dios en nuestras
vidas.
— ¿Procuro cumplir la voluntad de Dios
en mi vida?
Aunque muchas veces se nos hace difí-
cil cumplir la voluntad de Dios, solo así
seremos felices.
Leemos nuevamente el versículo Lc 1,45.

La fe se expresa en obras
María también nos enseña que la fe se
tiene que expresar en obras.
Leemos St 2,14-18.
Por eso la Virgen María es ejemplo de
fe. Ella muestra lo que significa creer
en la Palabra de Dios, y que esa fe se
convierta en obras.
María es ejemplo de cómo tener fe. Ella
muestra lo que significa confiar en Dios.

160
APÉNDICE

Para nuestra vida


Jesús nos enseña que “no son los que dicen: ‘Señor, Señor’, los que entrarán en el Reino
de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo” (Mt 7,21).
Me pregunto:
¿Qué hago por conocer la voluntad de Dios?

María no se encerró en sus planes y esquemas. Ella se abrió a recibir, discernir y asumir
el proyecto que Dios le manifestó, pidiendo su adhesión.
María escuchó de modo maduro y crítico el anuncio, la propuesta que el ángel le manifes-
taba. No se dejó deslumbrar por el brillo de la misión que se le proponía.
Reflexionamos y escribimos:
A imitación de María hoy debo…

PARA REC RDAR


“María es la Virgen oyente,
que acoge con fe la palabra de Dios:
fe, que para ella fue premisa
y camino hacia la Maternidad divina,
porque, como intuyó san Agustín: Ella, llena de fe,
y concibiendo a Cristo en su mente
antes que en su seno, dijo:
He aquí la esclava del Señor,
hágase en mí según tu palabra (Lc 1,38).”
Exhortación apostólica Marialis cultus 17

161
APÉNDICE

Celebramos
María fue una mujer de fe. Antes de llevar a Jesús en su vientre lo llevó en su
corazón. Pidámosle que nos ayude a tener una fe como la de ella en todos los
momentos de nuestra vida. Respondemos a cada intención: "María, ayúdanos
a decir sí".
— Cuando el Señor nos pide cosas que no entendemos, como te pasó a vos, María,
en el anuncio del ángel. R/
— Cuando hay personas que se alejan de nosotros porque queremos vivir la voluntad
de Dios, como te pasó a vos cuando José decidió dejarte. R/
— Cuando nos pedís que sirvamos a los que nos necesitan, como te pasó a vos
con tu prima Isabel. R/
— Cuando nos llegan momentos felices, como te pasó a vos en el nacimiento
y en la resurrección de Jesús. R/
— Cuando nos lleguen momentos de sufrimientos y dolor, como te pasó a vos
junto a la cruz de tu Hijo. R/
Oramos espontáneamente, expresando lo que vivimos en el Encuentro.

El ángelus
El Ángel vino de los cielos
y a María le anunció
el gran misterio de Dios hombre,
que a los cielos admiró.
Virgen Madre, Señora nuestra,
recordando la encarnación,
te cantamos tus hijos todos
como Estrella de salvación.
Yo soy la esclava del Señor, mi Dios,
la Virgen dijo al contestar;
que se haga en mí según has dicho,
se cumpla en mí tu voluntad.
Y el Verbo, para redimimos,
tomó su carne virginal;
vivió hecho hombre entre nosotros,
librándonos de eterno mal.

Rezamos el avemaría.

162
ENCUENTRO

B Llega Jesús

Desde nuestra vida


Formas de vivir la Navidad
Comentamos.
— ¿Cómo preparamos la Navidad?
— ¿Qué hacemos en casa para la Navidad?
¿Tenemos alguna costumbre especial?
— ¿En qué nos hacen pensar las propagandas
que vemos y escuchamos para las fiestas?
— ¿Para ser un aviso de Navidad le falta algo?
¿Qué es lo que falta?

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


El año cero de nuestra historia
Leemos Lc 2,1-20: El nacimiento de Jesús
La historia de la humanidad se divide en dos partes: “antes de Cristo” y “después de Cris-
to”. El nacimiento de Jesús marcó el año cero. Así de importante fue ese nacimiento, que
desde él contamos los años.
En Navidad lo que festejamos es el cumpleaños de Jesús, y es un festejo universal. Aunque
hay muchas personas que se unen al festejo y no es precisamente el nacimiento de Jesús
lo que festejan.
La Navidad no se puede quedar en la comida familiar, en un brindis a las doce, regalos,
o ponernos tristes porque ya no se puede regalar nada, o porque en el año se nos murió
algún ser querido.
La Navidad es algo mucho más profundo, es la celebración del nacimiento de Jesús, el
Mesías, el Salvador.
Debe marcar en mí un comenzar a vivir la Buena Noticia. Así como una vez marcó el año
cero, hoy debe hacerlo en mi vida, porque en cada Navidad Jesús quiere nacer en mi corazón.

163
APÉNDICE

Para nuestra vida


Leemos Lc 4,16-22 y la comentamos.
— ¿A quién debía llevar la Buena Noticia?
— ¿Qué significa “dar la libertad al oprimido”?
— ¿Por qué dice Jesús: “Hoy se ha cumplido este pasaje”?
En el tiempo de Jesús el sábado era el día dedicado al Señor. La sinagoga era para los
judíos lo que para nosotros es el templo, allí se reunían para leer la Palabra de Dios, para
rezar y para cantar…
Cuando después de leer el texto Jesús dijo que se había cumplido el pasaje que leyó es
porque él es quien en Navidad vino para todos, pero en especial, para los más pobres. Dios
se hace hombre para salvar al pobre, al oprimido, y esta es la gran Buena Noticia para el
pobre que celebramos en Navidad.
Jesús viene a traer la Buena Noticia del amor de Dios por todos los que sufren y nosotros,
cuando celebramos Navidad, tenemos que pensar primero en los más necesitados.
Seguir a Cristo me compromete a vivir la Navidad con espíritu cristiano. Para vivir una
Navidad como realmente tiene que ser:

Me comprometo personalmente a

Me comprometo grupalmente a

PARA REC RDAR


“Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios…
que por nosotros los hombres, y por nuestra salvación
bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre…”
Credo niceno constantinopolitano

164
APÉNDICE

Celebramos
Oramos al Señor, manifestándole cómo queremos vivir estas próximas fiestas
navideñas.

La navidad de Luís
Toma Luis, mañana es navidad, Señora, cree que mi pobreza
un pan dulce y un poco de vino llegará al fin comiendo pan
ya que no puedes comprar. en el día de navidad.
Toma Luis, llévalo a tu casa Mi padre me dará algo mejor,
y podrás, junto con tu padre, me dirá que Jesús es como yo
la navidad festejar. y entonces así podré seguir.
Mañana no vengas a trabajar Viviendo, viviendo…
que el pueblo estará de fiesta
y no habrá tristezas.
Señora, gracias por lo que me da,
pero yo no puedo eso tomar
porque mi vida no es de navidad.

165
ENCUENTRO

C Preparamos el camino
del Señor

Desde nuestra vida


Preparar la Navidad
Comentamos.
— ¿Con cuánto tiempo de anticipación
preparamos un viaje?
— ¿Qué cosas necesitamos para el viaje?
— ¿Cómo esperamos la llegada del viaje?
— ¿Cómo nos preparamos para la Navidad?
— ¿Cómo se llama el tiempo litúrgico
de preparación y espera a la Navidad?

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Preparar el corazón para que el Señor nazca en él
Leemos Mc 1,1-8: Preparen el camino del Señor
“Evangelio” es una palabra griega que traducida al castellano significa “Buena Noticia”.
San Marcos recuerda lo que está escrito en el libro del profeta Isaías: “Voy a enviar a mi
mensajero…”.
El bautismo que daba Juan era solo una preparación. Con Jesús nos bautizamos en el Es-
píritu Santo, que nos da el perdón de los pecados y nos hace hijos de Dios.
Juan el Bautista me dice que tengo que preparar el camino del Señor, me invita a conver-
tirme y a pedir perdón por mis pecados.
Por eso es que tenemos un tiempo para preparar el corazón para que vivamos la Navidad
como verdaderos cristianos. Ese tiempo se llama “Adviento” y significa “llegada”.
La Navidad no es solo el recuerdo de algo que pasó hace mucho; Jesús quiere seguir na-
ciendo en mi corazón y en el de todos.
En Adviento tengo que cambiar, tengo que convertirme, tengo que sacar de mi corazón
todos los pecados que impide que Jesús pueda nacer en él.

166
APÉNDICE

Para nuestra vida


Hemos comentado qué significa preparar el camino del Señor. Pienso ahora qué cosas
tengo que cambiar para preparar este camino.
— Para vivir bien la Navidad debería pedirle perdón a Dios por mis pecados haciendo una
buena Confesión y así dejar libre mi corazón para la llegada del Niño Dios.
— Tal vez ya fueron varias las Navidades que pasé sin saber o sin tener en cuenta qué
celebraba; esta debe ser distinta, debo celebrar con un corazón nuevo el nacimiento
del Salvador.

PARA REC RDAR


“Adviento significa ponerse en pie, despertar,
sacudirse del sueño.
Juan el Bautista está ante nosotros
exigiendo y actuando.
Él es el que llama con todo rigor…
a transformar nuestro modo de pensar.
Quien quiera ser cristiano debe ‘cambiar’
continuamente sus pensamientos.”
Cardenal Joseph Ratzinger

Celebramos
Meditamos cuáles son los pecados que nos impiden que Jesús nazca en nuestro
corazón.
Hacemos una oración de petición espontánea.

La peregrinación
A la huella, a la huella José y María, A la huella, a la huella los peregrinos,
por las pampas heladas, cardos y ortigas. préstenme una tapera para mi niño,
A la huella, a la huella cortando campos, a la huella, a la huella soles y luna,
no hay cobijos ni fonda, sigan andando. los ojitos de almendra, piel de aceituna.
Florecita del campo, clavel del aire, Ay burrito del campo, ay buey barcino,
si ninguno te aloja, ¿adónde naces? mi niño está viniendo, háganle sitio.
Dónde naces florcita que estás creciendo, Un ranchito de quinchas solo me ampara,
palomita asustada, grillo sin sueño. dos alientos amigos, la luna clara.
A la huella, a la huella, José y María,
con un Dios escondido nadie sabía.

167
ENCUENTRO

D La Cuaresma

Desde nuestra vida


Esforzarnos por conseguir nuestras metas
Seguramente nosotros nos hemos propuesto algunas
metas en nuestra vida, o en nuestra familia. Por ejemplo:
construir la casa propia, o mejorarla; comprar una moto
o un auto; procurar que los hijos sigan estudiando…
— ¿Qué otras metas nos hemos propuesto?
— ¿Qué sacrificios o renuncias debemos
hacer para conseguirlas?

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Aprovechar la Cuaresma para vivir intensamente la Pascua
Leemos Lc 4,1-12: Las tentaciones
Los cuarenta días de la Cuaresma
En los cuarenta días que Jesús estuvo en el desierto fue tentado por Satanás, pero él re-
chazó esas tentaciones y siguió fiel a su Padre.
La Cuaresma hace relación a los cuarenta días de Jesús en el desierto, donde quiso estar
a solas con su Padre, orando y ayunando.
La Cuaresma es nuestro tiempo de conversión, de cambio, donde nosotros también debe-
mos vencer nuestras tentaciones, fortalecidos por la oración y el ayuno.
La imposición de las cenizas en el Miércoles de Ceniza es un rito de iniciación a la peni-
tencia. Es un adelanto a la identificación con la muerte de Cristo que queremos vivir el
Viernes Santo.
Por la mortificación queremos morir al hombre viejo para llegar a una verdadera configu-
ración con Cristo.

168
APÉNDICE

Las tentaciones de Jesús


Placer: Después de cuarenta días Jesús
tiene hambre. Él desea comer, pero
sabe que se está preparando para una
misión que le deparará mucho sacri-
ficio.
Poder: En su astucia, Satanás le ofrece
poder sobre los pueblos con todas sus
riquezas.
Fama: En su última tentación, el Diablo
lo lleva más alto, como si quisiera que
Jesús se dé a conocer de una manera
espectacular, para que todos hablen
de él.

Jesús venció las tentaciones


Placer: Jesús no cae en pecado, no se
deja vencer por la tentación. Sabe que
puede convertir las piedras en pan y
calmar su hambre; pero también sabe
que no había venido a tener una vida
de placeres, sino que debe seguir el
camino de la cruz.
Poder: Jesús no cae en el pecado del
poder porque quiere la libertad de las
personas. Él sabe que es Rey. El poder
que Satanás le ofrece es gobernar im-
poniendo. Jesús vino para servir y no
para servirse.
Fama: Jesús sabe que tiene que darse a conocer, que ahora empieza su misión, pero
también se da cuenta que el camino no es la fama. Su misión no la va a cumplir haciendo
cosas extraordinarias, sino anunciando el Reino de Dios, que es como una pequeña semilla
de mostaza.

Nuestra cuaresma personal


Este tiempo de Cuaresma es para ir venciendo las tentaciones que se me presentan, así
como para llegar a algunas metas en mi vida. También para este logro, que es triunfar
sobre las tentaciones, debo saber hacer sacrificios y renuncias.
Es permanente, en Cuaresma, la reflexión sobre el pecado como situación conflictiva de
la persona entre el misterio de la luz y el misterio de las tinieblas. Si quiero vivir en la luz
debo saber renunciar a mis pecados.

169
APÉNDICE

La Cuaresma es el tiempo de una espiritualidad de identificación con el Cristo crucificado,


es decir, el tiempo para una vivencia espiritual de mi incorporación a Cristo que se entrega
por mí en la cruz.
Cuaresma trata de hacer conciencia viva en mí del contraste entre la vida cristiana y la
vida del mundo. En Cuaresma debo asumir que “los que pertenecen a Cristo Jesús han
crucificado la carne con sus pasiones y sus malos deseos” (Gal 5,24); que la auténtica vida
cristiana es un permanente vivir con Cristo, “por quien el mundo está crucificado para mí,
como yo lo estoy para el mundo” (Gal 6,14).
La Cuaresma es para que viva la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo no como una
evocación simbólica del pasado, actuando como mero asistente piadoso a un “espectáculo
dramático”.
La forma de prepararme bien para vivir la Pascua es volviendo a Dios en la Cuaresma.
Es conveniente que aproveche esta Cuaresma para pedirle perdón a Dios a través del
sacramento de la Reconciliación, y que me ponga en oración para que Dios me ilumine el
camino a seguir y me fortalezca, de modo que las tentaciones no me hagan caer en pecado.

Para nuestra vida


Si la Cuaresma es el tiempo que me invita a la conversión, esto es, a morir al pecado para
resucitar a la vida con Cristo en Pascua, debo pensar qué me propongo convertir.
Lo escribo en una hoja aparte (sin la obligación de compartirlo con los demás) para ofre-
cérselo a Dios en la oración al final del Encuentro.

Lo que me propongo convertir en mi vida...

PARA REC RDAR


“Mediante las prácticas tradicionales
del ayuno, la limosna y la oración,
expresiones del compromiso de conversión,
la Cuaresma educa a vivir de modo
cada vez más radical
el amor de Cristo.”
Mensaje del papa Benedicto XVI para la Cuaresma 2011

170
APÉNDICE

Celebramos
Meditamos con las palabras del Salmo (51,3-15).
Ten piedad de mí, oh Dios, Rocíame con agua purificadora,
por tu amor, y quedaré limpio, lávame,
por tu inmensa compasión, y quedaré más blanco que la nieve.
borra mi culpa; Hazme sentir el gozo y la alegría,
lava del todo mi maldad, y se alegrarán los huesos
limpia mi pecado. quebrantados.
Pues yo reconozco mi culpa, Aparta tu vista de mis pecados,
tengo siempre presente mi pecado; borra todas mis culpas.
contra ti, contra ti solo pequé; Crea en mí, oh Dios,
hice lo que tú detestas. un corazón limpio,
Por eso eres justo renueva dentro de mí
cuando dictas sentencia un espíritu firme;
e irreprochable cuando juzgas. no me arrojes de tu presencia,
Yo soy culpable desde que nací, no retires de mí tu santo espíritu.
pecador desde que me concibió Devuélveme la alegría de tu salvación,
mi madre. fortaléceme con tu espíritu generoso;
Pero tú amas al de corazón sincero, enseñaré a los malvados tus caminos,
en mi interior me enseñas la sabiduría. los pecadores se convertirán a ti.

Hacemos una oración de petición espontánea.

Perdón, Señor
Perdón, Señor, hoy te ofendí;
perdóname por no comprender
que me amabas antes de nacer
y me esperas hoy en mi atardecer.
Perdón, Señor, yo no sé vivir,
de mis hermanos yo me separé.
El calor de tu dulce hogar
quiero revivir, haz que vuelva a Ti.
Ayúdame, quiero serte fiel,
resucitar contigo otra vez
y llevarte con mi caminar
por esta ciudad hacia los demás.
Igual que el sol que al despertar
sabe que tiene mucho que brillar,
y al fin sé por quién vivir
porque tu perdón fecunda mi andar.
171
ENCUENTRO

E Semana Santa

Desde nuestra vida


La transformación
Comentamos esta experiencia.
La pileta de cemento
Aquella pileta de cemento que teníamos
en casa, un buen día mamá nos pidió que
la llenásemos de tierra.
Nosotros no entendíamos nada, es cierto
que ahora que hay lavarropas en casa ya
no tiene mucho uso, pero de ser el lugar
donde se lavaba la ropa a estar llena de
tierra había mucha diferencia.
Pero como mamá lo pidió con tanta dulzura
accedimos a su pedido. Y despacito fuimos
llenando la pileta con tierra.
Una vez que estaba completa, mamá fue desgranando la tierra y sembró semillas de algunas
flores. Al poco tiempo germinaron y se convirtieron en hermosas flores.
Aquella vieja pileta se había convertido en un pequeño jardín.
Y ahora que ha pasado el tiempo ya nos acostumbramos a ver las flores en la pileta,
olvidándonos que en ella mamá nos lavaba toda nuestra ropa.

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


En Semana Santa revivimos los hechos fundamentales de la fe
Leemos Hch 2,22-24:Lo crucificaron, pero Dios lo resucitó
El valor de la Semana Santa para el cristiano
Este texto de la Palabra es parte del primer discurso de Pedro y en él se presenta el núcleo
del mensaje cristiano.

172
APÉNDICE

La Semana Santa para algunos son días que no hay clase; para otros es un fin de semana
largo para salir de vacaciones o visitar a algún familiar; para otros un tiempo para ponerse
al día en cosas atrasadas…
Para los cristianos la Semana Santa es revivir los hechos fundamentales de nuestra salvación.

El significado de cada día de la Semana Santa


El Domingo de Ramos (Mc 11,1-11) comienza la Semana Santa.
En este día recordamos la entrada
de Jesús en Jerusalén, cuando
el pueblo lo saludó como rey,
agitando ramas de olivo y palmas.
El sacerdote representa a Jesús,
y los fieles lo saludan levantando
ramas, cantando y acompañándolo
en la procesión.
Al concluir la celebración todos
se llevan los ramos a sus hogares,
manifestando con este gesto
que quieren que Jesucristo reine
en ellos, en sus familias y en la
sociedad.
No puedo quedarme con la idea de participar de esta Misa para llevarme un ramito;
este gesto debe estar acompañado de mi forma de actuar. Si quiero que Cristo reine en
mí corazón tengo que vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, dejando que Jesús sea el
centro de mi vida.
Los días Lunes, Martes y Miércoles Santo son días en que acompañamos los sentimientos
de Jesús. que será traicionado, negado y abandonado.
El Jueves Santo por la tarde se celebra la Cena eucarística, con la cual comienza litúrgi-
camente la Pascua cristiana.
Representa todo el amor de Cristo
hecho testamento, sacrificio y
sacramento como cristalización
permanente de la Buena Noticia.
El lavatorio de los pies busca
reproducir litúrgicamente la acción
caritativa y simbólica del Maestro.
La vivencia de la caridad será la
garantía real de la autenticidad de
nuestra vivencia eucarística ante
los demás.

173
APÉNDICE

En la Última Cena, Jesucristo adelantó su sacrifico pascual, hecho sacramento; estableció


el sacerdocio; hizo la promesa de dar a la comunidad el don del Espíritu Santo; hizo del
amor fraterno el Mandamiento nuevo. Y lavando los pies a sus discípulos nos dijo que el
amor se vive en el servicio, haciéndonos los últimos. Por todo esto podemos decir que
la celebración eucarística es en sí la realidad más objetiva de la Pascua.
El Viernes Santo se recuerda la
pasión y la muerte de Jesús (Mc
15,16-37). Es un día de dolor y de
penitencia donde hacemos ayuno
y abstinencia.
En él se hace el viacrucis,
acompañando a Jesús en su
camino hacia el Calvario.
Ese día no hay Misa sino una
celebración de la Pasión del
Señor.
Debo lograr, ante la cruz, una
“compasión” (padecer con)
que haga sintonizar con Cristo
víctima. Unirme a Cristo que se
inmoló por mí.
La vivencia del misterio de la
cruz en este día debe llevarme
a la recuperación del sentido
del pecado y la necesidad de la
penitencia para sintonizar con
Cristo víctima.
El Viernes Santo debe servir para
que yo muera al pecado.
Resumiendo: en Semana Santa revivimos y celebramos los últimos días de la vida de Jesús
y hacemos presente su muerte y resurrección a través de las diferentes celebraciones.

Para nuestra vida


Me pregunto qué significa lavar hoy los pies a mis hermanos y me planteo cómo puedo
yo lavar los pies, en qué tipos de servicios puedo mostrar el amor de Dios.
Si en Semana Santa revivimos los hechos fundamentales de nuestra fe, tengo que com-
prometerme a participar intensamente de las celebraciones litúrgicas que tendremos en
esta Semana.
¿A qué celebraciones nos comprometemos a participar como grupo de catecumenado?

174
APÉNDICE

PARA REC RDAR


En la Semana Santa revivimos los hechos
fundamentales de nuestra salvación.
En ella celebramos y revivimos
la entrega de Jesucristo a la muerte por amor
a nosotros y el poder de su resurrección,
que es primicia de la nuestra.

Celebramos
Contemplamos el crucifijo que está sobre el mantel y expresamos lo que nos
hace sentir.

Cuánto he esperado este momento


Cuánto he esperado este momento, Pues nadie te ama como yo,
cuánto he esperado que estuvieras aquí, mira la Cruz, fue por ti,
cuánto he esperado que me hablaras, fue porque te amo,
cuánto he esperado que vinieras a mí. nadie te ama como yo.
Yo sé bien lo que has vivido, Yo sé bien lo que me diste,
yo sé bien lo que has llorado, aunque a veces no me hables,
yo sé bien lo que has sufrido, yo sé bien lo que en ti sientes,
pues de tu lado no me he ido. aunque nunca lo compartas.
Pues nadie te ama como yo, Yo a tu lado he caminado,
mira la Cruz, esta es mi de tu lado no me he ido,
más grande prueba, algunas veces te he cargado,
nadie te ama como yo. yo he sido tu mejor amigo.

175
ENCUENTRO

F La Pascua

Desde nuestra vida


Las señales de vida y de muerte
Las señales de vida son aquellas cosas que nos enriquecen, nos hacen crecer y nos dan vida,
y las señales de muerte son las que nos destruyen y nos llevan a la muerte.

Comentamos.
— ¿Qué señales de vida y de muerte encontramos en nuestra sociedad?
— ¿Y en nosotros mismos?
— ¿Qué responsabilidad tenemos frente a estas realidades?
— ¿Tienen la muerte y la resurrección de Jesús alguna relación con estas realidades?
¿Por qué? ¿Cuáles?
Cristo pasó de la muerte a la vida para liberar a los hombres de todo lo que los destruía, para
quitar los signos de muerte de sus vidas.

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Morimos al hombre viejo y nacemos al hombre nuevo
Leemos Mt 28,1-10: “No está aquí, ha resucitado”
Jesús transforma la muerte en vida con su resurrección
A los signos de muerte que hay en el mundo, Jesús los carga en la cruz venciéndolos en
la resurrección.
176
APÉNDICE

La Pascua es fiesta de la esperanza porque me invita a unirme a la victoria de Cristo que


resucitando me da vida.
La Pascua es el centro de la vida del cristiano y el centro de mi fe, es tan importante que
la celebramos todos los domingos.
Con la resurrección Jesús vence a la muerte, al pecado y al demonio.
Si Cristo no hubiese resucitado seguiríamos a un muerto que había dicho cosas lindas. La
resurrección de Cristo da la certeza de que la vida continúa.

La Pascua es la celebración cumbre del cristiano


En toda la liturgia pascual se vincula la Pascua con un cambio total de vida. Es lo que dife-
rencia realmente la vida cristiana de la no cristiana. El bautizado, incorporado al misterio
pascual, ha resucitado con Cristo. Ha muerto al “hombre viejo” del mundo, del pecado.
La renuncia bautismal seguirá siendo básica para la vivencia real y coherente de la Pascua.
Pero la realidad es que esta “muerte” y “renuncia” han sido compensadas en abundancia
con una “vida nueva en Cristo”. Su destino final es la eternidad gloriosa de Cristo resucitado.
En este sentido, la segunda venida de Jesucristo será la meta del misterio pascual en mí.
Sin Pascua no puede haber vida realmente cristiana, porque sin Pascua todavía vive y
actúa en nosotros el “hombre viejo”.
Por eso es tan importante el día de Pascua, el domingo de Resurrección.
La noche del sábado al domingo celebramos la Vigilia Pascual donde revivimos el aconte-
cimiento central de la semana Santa: Jesús pasa de la muerte a la vida.
Es la celebración cumbre de la liturgia cristiana. La vivencia litúrgica de este misterio, más
que en el acontecimiento histórico de la resurrección, en su eficacia salvadora para los hom-
bres y mujeres hoy; más que en la Pascua de Cristo, en la Pascua con eficacia permanente
en la Iglesia de Cristo; más que en la resurrección personal de Cristo, en la autenticidad
de nuestra resurrección con Cristo. El texto que más obsesivamente se repite en la liturgia
pascal no será: “Si Cristo ha resucitado…”, sino: “Si han resucitado con Cristo…”.

La liturgia de la Vigilia Pascual


Esta Vigilia Pascual está llena de signos y tiene cuatro pasos.
Liturgia de la luz:
Se enciende una fogata fuera de la Capilla; con ese fuego se enciende el cirio pascual y
de él todos encendemos las velas a medida que se ingresa en la capilla a la luz del cirio.
El cirio simboliza a Jesús quién, con su resurrección, venció la oscuridad de la muerte
y del pecado.
Liturgia de la Palabra:
Se pueden proclamar hasta nueve lecturas del Antiguo Testamento, una carta de san
Pablo y la lectura del Evangelio.
Con ellas se hace un repaso sobre el plan de Dios, llegando a la plenitud con la resurrección
de Jesús.

177
APÉNDICE

Liturgia bautismal:
Se bendice el agua para los bautismos y con esa agua se bendice a la asamblea reunida.
También pueden hacerse bautismos de miembros de la comunidad.
De este modo recordamos que en el bautismo pasamos de la muerte del pecado a la
vida de los hijos de Dios. Y renovamos nuestras promesas bautismales.
Liturgia de la Eucaristía: Continúa la celebración de la Misa para alimentar a los fieles con
el Cuerpo y la Sangre de Cristo resucitado.

Para nuestra vida


La resurrección de Jesús es invitación a que yo resucite a una vida nueva.
— ¿A qué pecados debo morir para resucitar con Cristo?

Con su resurrección, Jesús nos enseña que lo que vence es la vida. Por lo tanto, los que
somos sus seguidores, debemos tener un compromiso con la vida, con signos de vida.
— ¿Como grupo de catequesis que sigue a Jesús resucitado, qué compromiso podemos
tomar a favor de la vida?

PARA REC RDAR


“Creo en Jesucristo… al tercer día resucitó
de entre los muertos.”
Credo apostólico

“Les anunciamos la Buena Noticia:


la promesa que Dios hizo a nuestros padres,
la ha cumplido en nosotros, sus hijos,
al resucitar a Jesús (Hch 13,32-33).
La resurrección de Jesús es la verdad culminante
de nuestra fe en Cristo…”
Catecismo de la Iglesia Católica 638

178
APÉNDICE

PARA REC RDAR


“Por ello, la Pascua no es simplemente
una fiesta entre otras: es la Fiesta de las fiestas,
Solemnidad de las solemnidades…
El Misterio de la resurrección, en el cual Cristo
ha aplastado a la muerte,
penetra en nuestro viejo tiempo
con su poderosa energía,
hasta que todo le esté sometido.”
Catecismo de la Iglesia Católica 1169

“El misterio pascual de Jesús, que comprende su pasión,


muerte, resurrección y glorificación,
está en el centro de la fe cristiana, porque el designio
salvador de Dios se ha cumplido de una vez
por todas con la muerte redentora de su Hijo, Jesucristo.”
Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica 112

Celebramos
Rezamos el Gloria.
La gran noticia
Esta es la gran noticia:
“que Jesús resucitó,
que no hay muerte,
solo hay vida,
vida plena nos da Dios”.
Por la Pascua Dios nos llama
a vivir en plenitud;
el camino está marcado,
es el paso de Jesús,
por la muerte a la vida,
de la sombra a su luz.
Alegría en el cielo
y en la tierra gozo y paz
porque Cristo ha vencido
para siempre todo mal;
con su gracia caminamos
a la fiesta celestial.
179
ENCUENTRO

G La Iglesia nace
en Pentecostés

Desde nuestra vida


El día del nacimiento
Comentamos.
— ¿Qué sentimos cuando fuimos padres?
¿Qué sentí al ser mamá?
¿Qué sentí al ser papá?
— ¿Qué esperábamos de ese hijo
o hija que nació?
— ¿Cuándo es el cumpleaños
de la Iglesia? ¿Por qué?

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


En Pentecostés nace la Iglesia en las pequeñas comunidades
Leemos Hch 2,1-8: La venida del Espíritu Santo
El día de Pentecostés nace la Iglesia
Pentecostés era una fiesta de los judíos en la que celebraban la Alianza que Dios había
hecho con ellos en el desierto, cuando les entregó a Moisés las Tablas de la Ley cincuenta
días después del paso del mar Rojo. En ese día todos los judíos iban a Jerusalén a celebrar
esta fiesta desde los distintos lugares y naciones donde estaban viviendo.
La primera comunidad cristiana estaba reunida y vino sobre ellos el Espíritu Santo. Ahí
nació la Iglesia.
Y cuando todos escuchaban la Palabra por parte de los Apóstoles la entendieron en su
propia lengua, como si todos tuvieran el mismo idioma. El Espíritu Santo hizo el milagro
porque quería la unidad de todos: una misma fe, un mismo amor, un mismo Dios, una
misma Iglesia. Ese día nace la Iglesia de Jesús.
Todos los que estamos bautizados formamos parte de esta Iglesia que nació en Pentecostés.
Tal vez me he puesto a criticar a la Iglesia como si yo no fuera parte de ella. La Iglesia no
son solamente el Papa, los obispos, los curas y las monjas; somos todos los que hemos
recibido el sacramento del Bautismo.
180
APÉNDICE

Hace casi 2000 años la Iglesia nace en Pentecostés y sus primeros miembros son esa
primera comunidad que estaba reunida con María y en oración (Hch 1,14). Hoy la Iglesia
la formamos nosotros; nosotros somos la Iglesia.

La comunidad cristiana es fruto del Espíritu


El fruto inmediato de Pentecostés es la comunidad cristiana. El Espíritu Santo, vínculo de
amor del Padre y del Hijo, realiza la comunidad.
Estas son las características de aquella comunidad fruto del Espíritu:
Comunidad unida: Comunidad íntima unida con un solo corazón y una sola alma.
Ponían su vida en común, compartían sus bienes y no había ningún necesitado (cf. Hch
2,44-47; 4,32-34).
“Koinonía” significa comunión íntima, solidaridad, participación, compañerismo. Esa
koinonía de los santos es fruto del Espíritu Santo.
Una comunidad unida es la que puede luchar contra todo tipo de opresión. Individualmente
poco podremos hacer contra la injusticia y la desigualdad, pero unidos como comunidad
y llenos del Espíritu tendremos una gran fuerza liberadora.
Comunidad orante: Acudían al Templo y se reunían en las casas para escuchar la enseñanza
de los apóstoles, para alabar a Dios, para la fracción del Pan (cf. Hch 2,42.46-47; 5,12).
Comunidad testigo: Habían sido revestidos del poder de lo alto, bautizados en el
Espíritu Santo; el fruto era el testimonio lleno de ardor dado por las personas y por la
comunidad (cf. Hch 4,33; 5,42).
Las primeras comunidades eran testigos porque “se ayudaban económicamente” unas
a otras (2 Cor 8 y 9). De los primeros cristianos se decía: “Miren cómo se aman”.
Una comunidad es también testigo en el “compromiso de la promoción humana” de la
persona, en la defensa de la justicia y los derechos de los hombres y mujeres. Al respecto
nos dice Juan Pablo II: “Incluso el trabajar por la paz, la justicia, los derechos del hombre,
la promoción humana, es un testimonio del Evangelio” (RM 42).

Para nuestra vida


Seguramente que en nuestra familia encontramos defectos y hay cosas que no nos gus-
tan, y sin embargo la queremos. Así también debe ser con la Iglesia, vamos a encontrar
defectos y cosas que no nos gustan y sin embargo debemos amarla porque es nuestra
gran familia espiritual.
Debemos preguntarnos si nuestra comunidad parroquial tiene las mismas características
de aquella primera comunidad cristiana, fruto de Pentecostés. Y si no las tiene, pensemos
qué podemos hacer nosotros, aunque seamos pocos, para parecernos a ella.
Seguir a Cristo nos compromete hoy a sentirme parte de la Iglesia, amarla y rezar por ella,
para que sea fiel a la misión que Jesús dejó a los que somos la Iglesia.

181
APÉNDICE

PARA REC RDAR


“Consumada la obra que el Padre encomendó
realizar al Hijo sobre la tierra fue enviado
el Espíritu Santo el día de Pentecostés
a fin de santificar indefinidamente a la Iglesia
y para que de este modo los fieles tengan acceso
al Padre por medio de Cristo en un mismo
Espíritu (Lumen gentium 4). De este modo
el Concilio Vaticano II habla del nacimiento
de la Iglesia el día de Pentecostés.
Carta encíclica Dominum et vivificantem 25

Celebramos
Pedimos al Padre y al Hijo que renueven en nosotros al Espíritu Santo.

Oración al Espíritu Santo


Espíritu Santo, Dios,
Fuente, Luz y Amor.
Ven sobre mí para protegerme,
debajo de mí para sostenerme,
delante de mí para guiarme,
detrás de mí para impulsarme,
alrededor de mí para iluminarme,
dentro de mí para transformarme.
Amén.

Damos gracias al Espíritu Santo.

Pentecostés, día de fiesta


Pentecostés, día de fiesta. Ya se siente, ya se siente,
Pentecostés, día de gozo. ya se siente el Espíritu de Dios.
Pentecostés, día de la Iglesia, Aleluya, aleluya,
de la Iglesia del Señor. aleluya al Espíritu de Dios.
Ya se derrama, ya se derrama,
ya se derrama el Espíritu de Dios.

182
ENCUENTRO

H La Iglesia va más allá


de nuestro pueblo o barrio

Desde nuestra vida


Nuestra gran familia
Iglesia peregrina de Dios
Todos unidos formando un solo cuerpo, Somos en la tierra
un cuerpo que en la Pascua nació; semilla de otro reino,
miembros de Cristo en sangre redimidos, somos testimonio de amor;
Iglesia peregrina de Dios. paz para las guerras
Vive en nosotros la fuerza del Espíritu y luz entre las sombras,
que el Hijo desde el Padre envió, Iglesia peregrina de Dios.
él nos conduce, nos guía y alimenta,
Iglesia peregrina de Dios.

Comentamos.
— ¿Todos formamos una familia?
¿En qué ocasiones nos reunimos?
— ¿Nos gusta encontrarnos
con nuestros primos?
¿Nos reunimos para las fiestas?
¿Nos visitamos entre nosotros?
Completamos estos círculos con nuestros
distintos familiares y colocamos los grados
de parentesco que tenemos con ellos.

183
APÉNDICE

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Formamos la gran familia de la Iglesia
Leemos Mt 28,16-20 y Mc 16,15: Hagan discípulos
Los cuarenta días de la Cuaresma
Si Jesús envía los discípulos a todo el mundo quiere decir que la Iglesia no es solo nuestro
pueblo.
Ahora bien, nuestra parroquia no es solamente nuestro pueblo (o barrio). Tiene otras
comunidades que también pertenecen a nuestra misma parroquia.

Parroquia
Pueblo (o barrio)
Patrono/a
Día de la fiesta.

También pertenecemos a un decanato (o zona pastoral), que es un grupo de parroquias


que están cerca.

Nuestro decanato (o zona pastoral) se llama

La forman las parroquias

con las capillas e iglesias de su jurisdicción parroquial.

El decanato (o zona pastoral) forma parte de la diócesis. La diócesis es una porción de la


Iglesia universal y está formada por parroquias de una región.

Nuestra diócesis es

184
APÉNDICE

La Iglesia a la que pertenecemos no termina en nuestra diócesis. Es Iglesia “católica”, que


significa “universal”, es decir que está en todo el mundo.

Por eso nosotros somos de la Iglesia universal,


la que guía como pastor el papa

Completamos los círculos con las distintas comunidades que forman la única Iglesia de Jesús.

Para nuestra vida


No debo cerrarme en la comunidad de mi pueblo (o barrio), esa es una pertenencia a la
Iglesia, pero la Iglesia no se reduce a mi pueblo (o barrio), somos miembros de una Iglesia
que es católica, es decir, universal, que está por todo el mundo.

PARA REC RDAR


“La Iglesia es una: tiene un solo Señor;
confiesa una sola fe, nace de un solo Bautismo,
no forma más que un solo Cuerpo,
vivificado por un solo Espíritu,
orientado a una única esperanza.”
Catecismo de la Iglesia Católica 866

185
APÉNDICE

Celebramos
A edificar la Iglesia
A edificar la Iglesia del Señor. Los altos son la Iglesia,
Hermano ven, ayúdame, los bajos son la Iglesia.
hermana ven, ayúdame, Somos la Iglesia del Señor.
a edificar la Iglesia del Señor. Los lindos son la Iglesia,
Los chicos son la Iglesia, los feos son la Iglesia.
los viejos son la Iglesia. Somos la Iglesia del Señor.
Somos la Iglesia del Señor.
Los varones son la Iglesia,
las mujeres son la Iglesia.
Somos la Iglesia del Señor.

Damos gracias por nuestras realidades eclesiales.


— Gracias, Señor, porque somos Iglesia parroquial.
— Gracias, Señor, porque somos Iglesia diocesana.
— Gracias, Señor, porque somos Iglesia universal.

La Virgen María es la Madre de la Iglesia. Le pedimos que nos ayude a amar a


la Iglesia con todo nuestro corazón, ya que es nuestra gran familia espiritual.
Le rezamos el avemaría.

186
ENCUENTRO

I Nuestras fiestas patronales

Desde nuestra vida


Nos gustan las fiestas
Los argentinos y todos los latinoamericanos
nos caracterizamos por ser muy fiesteros:
— ¿Qué nos gusta festejar?
— ¿A quiénes invitamos?
— ¿Cómo organizamos esa fiesta?
— ¿Qué hacemos en la fiesta?
— ¿Cómo nos sentimos si alguno
de los que invitamos no viene
y ni siquiera nos avisa?

Nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios


Nos gusta celebrar a nuestro santo patrón
Leemos 1 Tes 4,1-3: La voluntad de Dios
Los santos no son superhéroes, ni personas tocadas por una barita mágica.
Los santos son…
Personas que entendieron que la voluntad de Dios era que ellos fueran santos.
Personas de fe que se dejaron transformar por la acción del Espíritu Santo. Con su manera
de vivir mostraban que querían ser discípulos de Jesús.
Así lo entendió N., nuestro patrón (o patrona). Él (o ella) quiso vivir de acuerdo al proyecto
de vida que Jesús nos propone en el Evangelio.
Así como nos gusta festejar algunas cosas de nuestra vida con nuestros amigos y no que-
remos que nadie se quede afuera de ese festejo, lo mismo debe suceder con la fiesta de
nuestro patrón o patrona.
En este momento comentamos la vida de nuestro santo patrono o patrona, o la historia
de su advocación.

187
APÉNDICE

Las fiestas patronales no son solamente una reunión para comer, bailar y jugar. Es un día
en honor de nuestro patrón o patrona.
— ¿Qué cosas deberíamos hacer en nuestras fiestas patronales?

— ¿Y qué cosas no deberíamos hacer?

Para nuestra vida


Las fiestas patronales son la fiesta de toda la comunidad cristiana de nuestro pueblo (o
barrio). Todos los grupos que hay dentro de la parroquia debemos sentir estas fiestas como
algo propio y de todos.
Ahora que conocemos mejor la vida de nuestro patrón o patrona (o la historia de la advo-
cación) y sabemos que las fiestas patronales son de toda la comunidad, debemos tratar de
participar de toda la Novena y especialmente en la Procesión y Misa en su honor.

PARA REC RDAR


“La comunión eclesial,
aun conservando siempre su dimensión universal,
encuentra su expresión más visible e inmediata
en la parroquia. Ella es la última localización de la Iglesia;
es, en cierto sentido, la misma Iglesia
que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas…
Aunque a veces le falten las personas
y los medios necesarios, aunque otras veces
se encuentre desperdigada en dilatados territorios
o casi perdida en medio de populosos
y caóticos barrios modernos,
la parroquia no es principalmente una estructura,
un territorio, un edificio; ella es la familia de Dios,
como una fraternidad animada por el Espíritu de unidad,
es una casa de familia, fraterna y acogedora,
es la comunidad de los fieles”.
Exhortación apostólica postsinodal Christifideles laici 26

188
APÉNDICE

Celebramos
Recibimos cantando a nuestro santo patrón o patrona.
Respondemos a cada intención: “Gracias, Señor”.
— Por haber dejado a N. como nuestro patrón y protector. R/
— Porque en N. nos dejaste un ejemplo de discípulo en el seguimiento de Jesús. R/
Respondemos ahora: “Te lo pedimos, Señor”
— Por las familias de nuestro pueblo (o barrio), para que en estas fiestas patronales
Dios las bendiga abundantemente. R/
— Por las todas las instituciones de nuestro pueblo (o barrio) y por todos los que en
ellas sirven a la comunidad. R/
— Podemos agregar nuestras intenciones.
Copiamos la oración de nuestro santo patrón o patrona y la rezamos.

Oración al santo patrón (o patrona)

189
INDICE
Primer volumen
Invitados al catecumenado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
Primeros pasos
Encuentro 1: Comenzamos a caminar juntos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Encuentro 2: ¿A qué venimos? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Encuentro 3: La fe que vivimos en familia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Encuentro 4: La oración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Encuentro 5: La iniciación al silencio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
Encuentro 6: La Biblia: Palabra viva de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
Primera celebración: Entrega de la Palabra de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22
Encuentro 7: La Biblia es una biblioteca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
Encuentro 8: La comunidad parroquial nos acompaña . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
Segunda celebración: La comunidad nos designa un “responsable” . . . . . . . . . . . . 34
PRIMER TIEMPO: EL TIEMPO DEL PRE CATECUMENADO
Retiro: Proclamación del kerygma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
El kerygma dado con metodología catequística
Encuentro I: La alegría del amor de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
Encuentro II: Dios tiene un proyecto: El Reino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
Encuentro III: Todos somos hermanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
Encuentro IV: ¿Por qué existe el mal? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
Encuentro V: Todos somos pecadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
Encuentro VI: La misericordia de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
Encuentro VII: Jesucristo, nuestro único Salvador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
Encuentro VIII: Jesucristo libera a la persona de todo lo que lo oprime55 . . . . . . .
Encuentro IX: Cambiar el corazón (Primera parte) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
Encuentro X: Cambiar el corazón (Segunda parte) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
Encuentro XI: Nacer de nuevo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68
Tercera celebración: Le doy mi respuesta al Señor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
Cuarta celebración: Admisión al Catecumenado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72

SEGUNDO TIEMPO: EL TIEMPO DEL CATECUMENADO


Primera parte. La misión de Jesús: Anunciar y hacer presente el Reino de Dios
Encuentro 9: Jesucristo: verdadero Dios y verdadero hombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
Encuentro 10: Jesús anuncia el Reino de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
Encuentro 11: El Reino de Dios es para todos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
Encuentro 12: Jesús nos da a conocer al Padre Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
Encuentro 13: Jesús nos enseña a vivir como hijos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
Encuentro 14: Jesús nos enseña a confiar en la providencia del Padre . . . . . . . . . . . 89

190
Encuentro 15: Jesús nos enseña que Dios es un Padre misericordioso . . . . . . . . . . . 91
Encuentro 16: Jesús nos enseña a orar a nuestro Padre Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
Quinta celebración: Transmisión del padrenuestro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
Encuentro 17: El sentido del sufrimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100
Encuentro 18: Creo en la vida eterna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
Encuentro 19: Jesús nos dice que todos somos hermanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
Encuentro 20: En el Reino de Dios la Ley suprema es el amor . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
Encuentro 21: El Reino de Dios es servicio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
Encuentro 22: El Reino de Dios es solidaridad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
Encuentro 23: El Reino de Dios es Reino de paz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114
Encuentro 24: El Reino de Dios es Reino de justicia y equidad . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
Encuentro 25: Jesús nos enseña a involucrarnos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120
Encuentro 26: Los milagros de Jesús, signos de la presencia del Reino de Dios . . . 122
Encuentro 27: La creación entera forma parte del proyecto de Dios . . . . . . . . . . . . 125
Encuentro 28: El Reino de Dios es vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131
Encuentro 29: Por el Reino de Dios vale la pena dar la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134
Encuentro 30: La Iglesia anuncia el Reino de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136
Sexta celebración: Llamados a construir el Reino de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139

Segundo volumen
Segunda parte. La Iglesia: Continuadora de la misión de Jesús
Encuentro 31: Somos miembros de la Iglesia que nació en Pentecostés. . . . . . . . . . 7
Encuentro 32: La Iglesia es una comunidad de hermanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10
Encuentro 33: La Iglesia existe para evangelizar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
Encuentro 34: La Iglesia de Jesús está edificada sobre los apóstoles . . . . . . . . . . . . 18
Encuentro 35: La Iglesia es la comunidad que vive el Reino de Dios . . . . . . . . . . . . 22
Séptima celebración: Somos Iglesia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26

Tercera parte. Los sacramentos comunican la vida de Dios


Encuentro 36: Los sacramentos: signos de Dios en la Iglesia-comunidad. . . . . . . . . 30
Encuentro 37: El Bautismo nos da vida nueva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
Encuentro 38: Por el Bautismo comenzamos a ser miembros de la Iglesia
y entramos en el Reino de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
Encuentro 39: ¿Quién es el Espíritu Santo?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
Encuentro 40: Los dones y los frutos del Espíritu Santo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
Encuentro 41: La acción del Espíritu Santo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
Encuentro 42: La Confirmación: sacramento de la madurez cristiana. . . . . . . . . . . . 59
Encuentro 43: La Misa: fiesta de la comunidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
Encuentro 44: La Misa: celebración de nuestra salvación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66
Encuentro 45: La vida: una Misa prolongada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70
Encuentro 46: El sacramento del Matrimonio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74

191
Encuentro 47: El Señor nos ofrece su perdón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
Encuentro 48: El sacramento de la Reconciliación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86
Octava celebración: La Reconciliación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
TERCER TIEMPO: EL TIEMPO DE LA ILUMINACIÓN Y LA PURIFICACIÓN
Encuentro 49: Llamados por nuestro nombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
Novena celebración: La elección e inscripción del nombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100
Encuentro 50: Le respondemos a Dios por la fe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
Décima celebración: Entrega del Símbolo de la fe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106
Encuentro 51: Llenos del agua viva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
Undécima celebración: Primer escrutinio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112
Encuentro 52: Jesucristo: la luz que debemos seguir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114
Duodécima celebración: Segundo escrutinio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118
Encuentro 53: Llamados a la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120
Decimotercera celebración: Tercer escrutinio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
La gran celebración: Vigilia Pascual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
CUARTO TIEMPO: EL TIEMPO DE LA MISTAGOGÍA
Encuentro 54: Somos ungidos, somos perfume . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133
Encuentro 55: Participamos de la Pascua del Señor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136
Encuentro 56: Porque comemos del mismo pan formamos un solo cuerpo. . . . . . . 139
Encuentro 57: Vivimos nuestra fe en comunidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141
Encuentro 58: Somos sacramento del Dios amor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
Encuentro 59: Los cristianos luchamos contra el mal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148
Encuentro 60: Somos misioneros de la Iglesia de Jesús . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151
Decimocuarta celebración: Enviados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 156

APÉNDICE
Los tiempos fuertes de la liturgia
Adviento y Navidad
Encuentro A: María, mujer creyente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159
Encuentro B: Llega Jesús . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163
Encuentro C: Preparamos el camino del Señor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166
Cuaresma y Pascua
Encuentro D: La Cuaresma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 168
Encuentro E: Semana Santa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 172
Encuentro F: La Pascua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 176
Encuentro G: La Iglesia nace en Pentecostés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180

Las fiestas patronales


Encuentro H: La Iglesia va más allá de nuestro pueblo (o barrio) . . . . . . . . . . . . . . . 183
Encuentro I: Nuestras fiestas patronales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187

192

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