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Cáncer
El cáncer de próstata es el más frecuente entre los hombres y el cáncer de mama lo es entre las mujeres; seguido de cerca,
en hombres y mujeres, por el cáncer del colon o intestino grueso. Es importante saber que esos tipos de cáncer son
prevenibles o detectables en etapas tempranas, por lo que tener un médico de cabecera que nos guíe en la prevención y
detección del cáncer es muy importante.
¿Qué es el cáncer?
El cáncer se puede originar en cualquier parte del cuerpo. Comienza cuando las células crecen descontroladamente
sobrepasando a las células normales, lo cual dificulta que el cuerpo funcione de la manera que debería.
Para muchas personas, el cáncer puede tratarse muy eficazmente, de hecho, ahora más que nunca hay un mayor número de
personas que tienen una vida plena después de haber recibido su tratamiento contra el cáncer.
Términos de cáncer
Benigno: tumor (masa o protuberancia) que no es canceroso.
Biopsia: extraer una porción de tejido para ver si contiene células cancerosas.
Cáncer: término usado para referirse a un grupo de más de 100 enfermedades en las que las células crecen de forma
descontrolada; es un tumor compuesto de células cancerosas.
Quimioterapia: uso de medicamentos para tratar la enfermedad. A menudo, el término se refiere a los medicamentos
usados para tratar el cáncer. A veces se le refiere como "quimio".
Maligno: para indicar que contiene cáncer.
Metástasis: propagación de las células cancerosas hacia partes distantes del cuerpo por medio del sistema linfático o del
torrente sanguíneo.
Oncólogo: médico que trata a las personas que tienen cáncer.
Radioterapia: uso de rayos de alta energía, como los rayos X, para tratar el cáncer.
Remisión: cuando las señales o los síntomas del cáncer han desaparecido parcial o totalmente.
Etapa: término usado para determinar si el cáncer se ha propagado (metástasis), y de ser el caso, qué tanto lo ha hecho.
¿Cuál es la diferencia entre los distintos tipos de cáncer?
Algunos tipos de cáncer crecen y se propagan rápidamente mientras que otros crecen más lentamente. También responden
al tratamiento de diferente manera. Algunos tipos de cáncer se tratan mejor con cirugía; otros responden mejor a los
medicamentos, lo cual se conoce como quimioterapia. A menudo se administran dos o más tratamientos para obtener los
mejores resultados.
Cuando una persona tiene cáncer, el médico necesita saber qué tipo de cáncer es. Las personas con cáncer necesitan un
tratamiento específico que sea eficaz para su tipo de cáncer.
¿Qué son los tumores?
La mayoría de los cánceres forman una masa referida como tumor o crecimiento. Sin embargo, no todas las masas
(tumores) son cancerosas. Los médicos extraen un fragmento de la masa y la analizan para determinar si es cáncer. Las
masas que no son cancerosas se denominan tumores benignos, y las cancerosas se denominan tumores malignos.
Hay algunos tipos de cáncer, como la leucemia (cáncer en la sangre) que no forman tumores. Estos tipos de cáncer se
desarrollan en los glóbulos (células sanguíneas) o en otras células del cuerpo.
¿Cuál es la etapa del cáncer?
El médico también necesita saber si el cáncer se ha propagado y desde donde se originó. Esto se conoce como la
clasificación de la etapa del cáncer. Es posible que usted haya escuchado a otras personas decir que el cáncer estaba en
etapa 1 o etapa 2. Saber la etapa del cáncer ayuda a su médico a decidir cuál tipo de tratamiento es el óptimo para usted.
Para cada tipo de cáncer hay pruebas que pueden hacerse para determinar la etapa del cáncer. Como regla, una etapa
menor (como etapa 1 o 2), significa que el cáncer no se ha propagado o no tanto. Un número mayor (como 3 o 4) significa
una mayor propagación. La etapa 4 es la mayor.
Prevención
Como medida preventiva para el desarrollo de esta enfermedad es necesario disminuir los factores de riesgo con la
adopción de hábitos saludables.
TABAQUISMO. El tabaquismo es el factor de riesgo evitable que por sí solo provoca más muertes por cáncer en
todo el mundo, ya que provoca aproximadamente el 22% de las muertes anuales por esa causa.
MALA ALIMENTACIÓN. Otro modo importante de afrontar la lucha contra el cáncer consiste en modificar la
alimentación. Existe un nexo entre el sobrepeso y la obesidad, por un lado, y muchos tipos de cáncer, como el de
esófago, colon y recto, mama, endometrio y riñón, por el otro.
ALCOHOL. El consumo de alcohol es un factor de riesgo para muchos tipos de cáncer, como los de boca, faringe,
laringe, esófago, hígado, colon y recto, y mama. El riesgo de cáncer aumenta con la cantidad de alcohol consumida.
AGENTES INFECCIOSOS. Los agentes infecciosos son la causa de casi el 22% de las muertes por cáncer en los
países en desarrollo y el 6% en los países industrializados.
CONTAMINACIÓN AMBIENTAL. La contaminación ambiental del aire, el agua y el suelo por productos
químicos carcinógenos causa entre el 1% y el 4% de todos los casos de cáncer (CIIC/OMS, 2003). Más de 40
agentes, mezclas y circunstancias de exposición en el ambiente laboral son cancerígenos para el hombre y están
clasificados como carcinógenos ocupacionales. Las radiaciones ionizantes son carcinogénicas para el hombre.
El “Día Mundial contra el Cáncer” se conmemora cada 4 de febrero y según datos de la Organización Mundial de
la Salud en el 2018 murieron de Cáncer 9,9 millones de personas y se estima que para el 2035 esta cifra llegará a 14
millones.
El Cáncer es la segunda causa de muerte en todo el mundo. Cualquier parte de nuestro cuerpo puede verse afectada y nos
puede tocar a todos, esta enfermedad ocurre debido al funcionamiento anormal de los genes. Dos tercios de los tumores se
deben a errores genéticos espontáneos e impredecibles como resultado de las divisiones celulares repetidas y el otro tercio
de los tumores sería imputable al entorno y a la herencia genética
En Paraguay fallecen por Cáncer alrededor de 4.000 a 4.500 personas por año, y aproximadamente 12.000 son
diagnosticadas. Siendo la primera causa de muerte prematura antes de los 70 años, y la segunda causa en términos
poblacionales.
Se desconocen los datos precisos de prevalencia, incidencia y supervivencia. El Cáncer es una enfermedad multicausal y
compleja.
Según las últimas estadísticas proveídas por la Global Cancer Observatory, en nuestro país en el 2018 se presentaron
11.244 casos nuevos, siendo el Cáncer de Mama el más frecuente seguido del de próstata y de cuello uterino.
Existen factores de riesgo que predisponen al desarrollo del Cáncer, este es cualquier característica personal o hábito,
factor hereditario o exposición ambiental que incrementa la probabilidad de desarrollar esta enfermedad. Además, está
asociado a factores conocidos como: consumo excesivo de alcohol, tabaco, dieta, edad, gérmenes infecciosos, hormonas.
También inflamación crónica, inmunosupresión, luz solar, obesidad radiación; sustancias en el ambiente.
El Cáncer se puede curar si se detectan en etapas tempranas. Existen varias modalidades de tratamientos contra
que incluyen: cirugía, quimioterapia, radioterapia, terapia dirigida, inmunoterapia, trasplante de células madre o
médula ósea y terapia hormonal.
Infarto
¿Qué es el infarto?
El infarto de miocardio es una patología que se caracteriza por la muerte de una porción del músculo cardíaco que se
produce cuando se obstruye completamente una arteria coronaria.
En las circunstancias en las que se produce la obstrucción el aporte sanguíneo se suprime. Si el músculo cardiaco carece
de oxígeno durante demasiado tiempo, el tejido de esa zona muere y no se regenera.
Según explica Rosa María Lidón, presidenta de la sección de Cardiopatía Isquémica de la Sociedad Española de
Cardiología, indica que esta patología se manifiesta cuando las personas alcanzan la media edad y afecta tanto a hombres
como a mujeres. “En las mujeres la enfermedad se manifiesta unos diez años más tarde que en los hombres por lo cual, el
mito que hay de que a las mujeres no les afecta la cardiopatía isquémica es mentira”, aclara a Cuídate Plus. Esto se debe a
que la situación hormonal de la mujer menstruante hace que esté más protegida contra el riesgo de padecer un infarto de
miocardio.
Causas
La principal causa del infarto de miocardio es la obstrucción de las arterias coronarias. Para que el corazón funcione
correctamente la sangre debe circular a través de las arterias coronarias. Sin embargo, estas arterias pueden estrecharse
dificultando la circulación.
Si el corazón se expone a un sobreesfuerzo pueden aparecer trastornos y formar un coágulo que, a su vez, puede tapar una
arteria semi-obstruida. Esta obstrucción, interrumpe el suministro de sangre a las fibras del músculo cardiaco. Al dejar de
recibir sangre estas fibras mueren de forma irreversible. El infarto de miocardio ocurre cuando un coágulo de sangre
(trombosis coronaria) obstruye una arteria estrechada. Normalmente el infarto de miocardio no sucede de forma repentina.
Puede llegar causado por la aterosclerosis, es decir, un proceso iniciado que estrecha los vasos coronarios.
Existen factores que pueden acelerar que las arterias se deterioren y propiciar que se obstruyan, tal y como señala la
Doctora Lidón, quien destaca el tabaco, el colesterol, la diabetes y la hipertensión como algunos de los factores de riesgo
cardiovascular que obligan al corazón a trabajar en peores condiciones.
En la actualidad han aumentado los infartos de miocardio en jóvenes en España y, según Lidón, este aumento está ligado
al consumo de drogas. “Hemos comprobado que la mayoría de los infartos que se producen en edades jóvenes se
relacionan directamente con el consumo de cocaína. Además, no hace falta que sean grandes consumos”, afirma. “Cuando
vemos un infarto por debajo de los 40 años siempre miramos si hay cocaína en el organismo”.
Síntomas
La descripción clásica del infarto es un dolor opresivo en el centro del pecho irradiado a brazos (sobre todo el
izquierdo), cuello y espalda. “Esto es una sensación subjetiva del paciente. En algunos el dolor a veces se transforma en
opresión, en otros, en malestar”, señala la Doctora. “Debido a estas diferencias subjetivas los sanitarios tienen la
obligación de que, ante todo malestar que ocurra de cintura para arriba y que está afectando al paciente, inmediatamente
deberá realizar un electrocardiograma que revelará si el corazón está sufriendo”.
Los síntomas habituales son:
Dolor torácico intenso y prolongado, que se percibe como una presión intensa y que puede extenderse a brazos y hombros
(sobre todo izquierdos), espalda e incluso dientes y mandíbula. El dolor se describe como un puño enorme que retuerce el
corazón. Es similar al de la angina de pecho, pero más prolongado y no cesa aunque se aplique un comprimido de
nitroglicerina bajo la lengua.
Síntomas
Dificultad para respirar
Sudoración
Palidez
Mareos en el diez por ciento de los casos
Otros: Pueden aparecer náuseas, vómitos y desfallecimiento
Prevención
El riesgo de padecer un infarto puede evitarse siguiendo algunas pautas de vida saludable:
Dejar de fumar
Evitar las bebidas alcohólicas etc.
Diagnóstico
La prueba más sencilla, evidente y eficaz durante el dolor para diagnosticar el infarto agudo de miocardio es
el electrocardiograma. Sin embargo, si por ejemplo el paciente tiene una crisis de angina y consulta al médico entre dolor
y dolor, el electrocardiograma puede ser normal. En esas circunstancias, la Doctora Lidón especifica que los especialistas
pueden realizar otras pruebas, como la de esfuerzo, para ver si cuando someten al corazón a un esfuerzo se producen
alteraciones en el electrocardiograma.
Las principales pruebas diagnósticas que se realizan son:
Electrocardiograma
Es la prueba fundamental para diagnosticar el infarto agudo que, además, permite analizar su evolución. Durante el
electrocardiograma se mantiene monitorizado en todo momento al paciente.
La prueba revela una representación gráfica de las fuerzas eléctricas que trabajan sobre el corazón. Durante el ciclo
cardiaco de bombeo y llenado, un patrón de pulsos eléctricos cambiantes refleja exactamente la acción del corazón. Esta
prueba es indolora y suele realizarse con el paciente estirado y tranquilo, excepto cuando se hace durante una prueba de
esfuerzo.
El electrocardiograma sólo detecta alteraciones en el momento en que se produce el dolor. Con posterioridad, se emplea
únicamente para confirmar o descartar si se ha producido daño en el corazón.
Análisis de sangre
A través de un análisis de sangre se puede detectar el aumento de la actividad sérica o examen de sangre de determinadas
proteínas que se liberan dentro del torrente sanguíneo a causa de la necrosis que se produce durante el infarto.
Para dar este dato con seguridad, los valores enzimáticos se toman por series durante los tres primeros días. Los valores
máximos de estas enzimas presentan una correlación discreta con la extensión de la necrosis, aunque también se deben
tener en cuenta otros factores que influyen en su grado de actividad. En definitiva, se trata de un cálculo de valor
complejo.
Por otra parte, también se obtienen parámetros interesantes para el pronóstico, como el nivel de colesterol, los niveles de
glucosa (la diabetes aumenta el riesgo de cardiopatía) y de hormonas tiroideas (un tiroides hiperactivo puede producir
alteraciones cardiacas).
Prueba de esfuerzo
Se puede hacer sobre una bicicleta estática o una cinta rodante. En la prueba el especialista colocará electrodos en el
cuerpo del paciente, para registrar de forma continua el electrocardiograma y un manguito o tela de tensión.
Mientras el paciente pedalea o anda por la cinta rodante, el médico que supervisa la prueba observará los cambios de
tensión arterial, pulso y trazado del electrocardiograma. La prueba se completa en media hora y se abandona si aparecen
cambios que sugieran enfermedad en los parámetros observados o si el paciente no la tolera físicamente, por agotamiento
o por dificultad para respirar.
El infarto de miocardio se produce por la obstrucción de una arteria coronaria, que son aquellas que nutren al
corazón. Esta es la principal causa de muerte a nivel mundial en donde se registran 14 millones de casos aproximadamente
por año, y a su vez también lo es a nivel local, por arriba del cáncer y de otras enfermedades infecciosas como el SIDA.
Una de las mayores complicaciones es que es silente y reposado, por lo cual generalmente se gesta muchos años antes de
que se presente el resultado final. Son pocas las personas que tienen síntomas previos, y habitualmente estos se producen
en etapas cercanas al infarto, denominadas pre-infarto. Por tal motivo, todo paciente que sienta dolores precordiales, es
decir, en la región del tórax, que tengan irradiación al brazo izquierdo y a la mandíbula debería visitar a un profesional.
Cuando a ese tipo de dolencias se les suma la pérdida de conocimiento, la falta de aire, y los mareos, se debe consultar al
médico con urgencia.
¿Cuáles son las causas?
El 90% de los infartos se produce por uno o varios de los siguientes factores de riesgo:
Hipertensión arterial
Tabaquismo
Stress
Sedentarismo
Obesidad
Diabetes
Ácido úrico láctico
Insuficiencia renal
Todas estas causas podrían ser evitables, y ahí radica la importancia fundamental de la prevención.
Esto no significa que sea una enfermedad totalmente prevenible, ya que hay otros factores que son inherentes a la carga
genética de cada uno, como los antecedentes familiares o el sexo, ya que los hombres tienen más predisposición a
infartarse que las mujeres, al menos hasta que estas cumplan la etapa menopáusica. También es importante la edad, los
mayores de 70 años tienen mayores riesgos por el envejecimiento de las arterias.
Cómo prevenirlo
Al ser una enfermedad que no presenta síntomas previos, es muy importante tratar de detectarla antes que se manifieste
clínicamente, es decir, llevar a cabo lo que se denomina “prevención primaria”.
Para ello es aconsejable, a partir de los 30 años, realizar controles clínicos y/o cardiológicos periódicamente. Allí el
profesional le efectuará estudios como el ecocardiograma, y el electrocardiograma de reposo y/o de fuerza. También se
podrá llevar a cabo una ergometría, con lo cual se abarcaría el riesgo global del paciente. Luego, de acuerdo a los
resultados, se avanzará o no con estudios de mayor complejidad.
En esta etapa preventiva, los médicos se focalizan en identificar si el paciente está dentro de los parámetros que
denominamos riesgosos, para luego hacer hincapié en la recomendación de medidas higiénico dietéticas.
Estas son:
Dejar de fumar.
Hacer actividades 3 veces por semana, sin importar la edad. Ejemplos: correr, caminar, natación o bicicleta etc.
Tener una alimentación saludable, aumentando la ingesta de fibras que se encuentran en las frutas y verduras, y
el consumo de ácidos grasos insaturados, presentes en los pescados y en el aceite de oliva.
Para aquellos pacientes que ya tuvieron un infarto se practica la “prevención secundaria”, con la cual se busca evitar que
sufran otro. Los métodos son similares, pero se agregan medicamentos que potencian los efectos de control sobre los
lípidos o la hipertensión, según cada caso en particular.
Informe de Paraguay
De acuerdo a datos proporcionados por el Programa Nacional de Prevención Cardiovascular, hasta el 2021 las
enfermedades cardiovasculares eran la primera causa de muerte constituyendo el 19% de la mortalidad total.
Datos parciales de este año (hasta agosto del 2021), muestra que el COVID19 representa el 38% de todas las muertes y las
de origen cardiovascular pasó al segundo lugar con un 10%.
La Dra. María Paniagua, directora del Programa explicó que, entre las causas de mortalidad cardiovascular en el país, el
infarto de miocardio se posicionaba como primera causa de mortalidad, sin embargo, los datos parciales hasta agosto de
2021 reflejan que la hipertensión arterial se halla actualmente en primer lugar.
Ante esta situación y en coincidencia con el mes del corazón (septiembre), el Programa Nacional de Prevención
Cardiovascular lanza la “Encuesta sobre factores de riesgo Cardiovascular”, con la finalidad de detectar pacientes
hipertensos de alto riesgo e iniciar el manejo adecuado y de esta manera evitar probables complicaciones.
Diabetes
Esta enfermedad es más frecuente en latinos que en blancos no hispanos y existen dos posibles explicaciones: la
predisposición genética y el índice de obesidad. Entre las personas mayores de 20 que viven en Estados Unidos, la
frecuencia de diabetes no es la misma entre los diversos grupos de latinos, por ejemplo, afecta al 14.8% de los
puertorriqueños, 13.9% de mexicano-estadounidenses, 9.3% de cubano-estadounidenses y 8.5% de sudamericanos y
centroamericanos. Lamentablemente, por razones de falta de acceso a los servicios de salud y de educación los latinos
sufren de una mayor frecuencia de complicaciones debidas a la diabetes.
Recordemos que la diabetes es una enfermedad que puede detectarse temprano, cuando aún no presenta síntomas y es
llamada prediabetes. Personas con historia familiar de diabetes deben visitar periódicamente a sus médicos de cabecera
para recibir un consejo personalizado sobre cómo mejorar el estilo de vida y controlar los niveles de azúcar en ayunas y
hemoglobina (La hemoglobina es una proteína que se halla en los glóbulos rojos, que transporta oxígeno a los órganos y
tejidos del cuerpo y dióxido de carbono desde los órganos y tejidos hasta los pulmones).
La diabetes es una enfermedad crónica que se origina porque el páncreas no sintetiza la cantidad de insulina que el cuerpo
humano necesita, la elabora de una calidad inferior o no es capaz de utilizarla con eficacia.
La insulina es una hormona producida por el páncreas. Su principal función es el mantenimiento de los valores adecuados
de glucosa en sangre. Permite que la glucosa entre en el organismo sea transportada al interior de las células, en donde se
transforma en energía para que funcionen los músculos y los tejidos. Además, ayuda a que las células almacenen la
glucosa hasta que su utilización sea necesaria.
La mayoría de los alimentos que se come se convierten en azúcar (también llamada glucosa) que se libera en el torrente
sanguíneo. El páncreas produce una hormona llamada insulina, que actúa como una llave que permite que el azúcar en la
sangre entre a las células del cuerpo para que estas la usen como energía.
Si una persona tiene diabetes, por ende, su cuerpo no produce una cantidad suficiente de insulina o no puede usar
adecuadamente la insulina que produce. Cuando no hay suficiente insulina o las células dejan de responder a la insulina,
queda demasiada azúcar en el torrente sanguíneo y, con el tiempo, esto puede causar problemas de salud graves, como
enfermedad del corazón, pérdida de la visión y enfermedad de los riñones.
Todavía no existe una cura para la diabetes, pero se puede reducir mucho el efecto que tiene sobre la vida si se practican
hábitos de estilo de vida saludables, se toman los medicamentos según sea necesario, se obtiene información sobre el
automanejo de la diabetes y no se falta a las citas con el equipo de atención médica.
Tipos de diabetes
Existen tres tipos principales de diabetes: diabetes tipo 1, diabetes tipo 2 y diabetes gestacional (diabetes durante el
embarazo).
La diabetes tipo 1 es causada por una reacción auto inmunitaria (el cuerpo se ataca a sí mismo por error) que impide que
el cuerpo produzca insulina. Aproximadamente del 5 al 10% de las personas que tienen diabetes tienen el tipo 1. Por lo
general, los síntomas de esta diabetes aparecen rápidamente. Generalmente se diagnostica en niños, adolescentes y adultos
jóvenes. Las personas que tienen diabetes tipo 1, deben recibir insulina todos los días para sobrevivir. En la actualidad,
nadie sabe cómo prevenir la diabetes tipo 1.
Con la diabetes tipo 2, el cuerpo no usa la insulina adecuadamente y no puede mantener el azúcar en la sangre a niveles
normales. Aproximadamente del 90 al 95% de las personas con diabetes tiene la diabetes tipo 2. Es un proceso que
evoluciona a lo largo de muchos años y generalmente se diagnostica en los adultos (si bien se está presentando cada vez
más en los niños, los adolescentes y los adultos jóvenes). Es posible que no sienta ningún síntoma, por lo tanto, es
importante que se haga un análisis de sus niveles de azúcar en la sangre si está en riesgo. La diabetes tipo 2 se puede
prevenir o retrasar con cambios de estilo de vida saludables, como bajar de peso si tiene sobrepeso, tener una alimentación
saludable y hacer actividad física regularmente.
La diabetes gestacional aparece en mujeres embarazadas que nunca han tenido diabetes. Si usted tiene diabetes
gestacional, su bebé podría estar en mayor riesgo de presentar complicaciones de salud. La diabetes gestacional
generalmente desaparece después de que nace el bebé, pero aumenta el riesgo de que usted tenga diabetes tipo 2 más
adelante en la vida. También hace más probable que cuando el bebé sea niño o adolescente sea obeso y que presente
diabetes tipo 2 más adelante en la vida.
Complicaciones
Los valores elevados y mantenidos de glucosa en sangre provocan complicaciones en todo el cuerpo, desde la cabeza
hasta los pies.
Las complicaciones más temidas son: accidente cerebro-vascular, deterioro cognitivo, ceguera, sordera, infarto al corazón,
insuficiencia renal, disfunción sexual, heridas que no cicatrizan, neuropatía diabética, amputación de piernas, entre otras.
Todas las complicaciones de la diabetes son PREVENIBLES si el paciente y un integrante de su familia acuden temprana
y periódicamente a la consulta médica; cumpliendo a cabalidad las indicaciones de su equipo multidisciplinario de salud.
La irregularidad, pasividad, el abandono de tratamiento, así como la ausencia de apoyo familiar son factores que
predisponen a la aparición de complicaciones, muchas veces irreversibles.
Síntomas
Deben llamar la atención al paciente y su familia los siguientes síntomas: sed frecuente y con preferencia de líquidos
azucarados, hambre voraz, pérdida de peso inexplicable, micción (orina) frecuente, que lo despierta en la madrugada;
fatiga que no mejora con el descanso, picazón de piel y zona genital, heridas que no cicatrizan, visión borrosa, disfunción
eréctil, entumecimiento u hormigueo de pies y piernas, además de la depresión. Ante la presencia de 2 o más síntomas, se
recomienda acudir al médico para un control clínico y laboratorial.
Datos del Programa Nacional de Diabetes de enero a octubre del 2020
La diabetes en Paraguay representa actualmente el 9.7 % de la población total, aproximadamente unas 700.000
personas viven con esta patología, de las cuales solo el 50% conoce su enfermedad.
La cantidad de personas atendidas en servicios de salud del Ministerio de Salud Pública es de 100.000, de las cuales
el 66% es del sexo femenino y 34% del sexo masculino.
Por su parte las embarazadas atendidas llegaron a 3.500, mientras que los niños y adolescentes con diabetes tipo 1
a 1.800 pacientes.
La inversión realizada en insulinas para los pacientes alcanzó la suma de Gs. 36.767.044.00 y en medicamentos e
insumos un total de Gs. 54.667.336.000.
Accidente isquémico transitorio (TIA, por sus siglas en inglés): Los TIA con frecuencia llamados "miniderrames", son en
realidad breves episodios (suelen durar unos pocos minutos) de síntomas similares a los de un derrame cerebral. Su causa
es una disminución temporaria de la irrigación sanguínea en una parte del cerebro, y no dejan secuelas duraderas
evidentes. No obstante, los TIA se consideran una advertencia de que existe un mayor riesgo de sufrir un derrame
cerebral, de modo que deben ser evaluados de inmediato por un médico.
Síntomas
Las señales de alerta de un derrame cerebral y de un TIA son las mismas e incluyen la aparición súbita o intermitente de
los siguientes síntomas:
Entumecimiento o parálisis agudo, debilidad o parálisis en el rostro, en un brazo o en una pierna, en especial en un solo
lado del cuerpo. Si una persona no consigue levantar ambos brazos a la vez por encima de la cabeza, o si no logra sonreír
normalmente, puede estar sufriendo un derrame cerebral.
Repentina pérdida del equilibrio, mareos, falta de coordinación.
Repentina visión borrosa o disminución de la visión en uno o ambos ojos, visión doble.
Confusión o dificultad repentina para expresarse o para entender enunciados simples. Si a una persona le cuesta repetir
una oración sencilla, puede estar teniendo un derrame.
Aparición repentina y sin explicación de dolores de cabeza graves y localizados, que pueden estar acompañados de
vómitos.
Si se presentan dos o más de estos síntomas a la vez, hay mayores probabilidades de tener un derrame cerebral. No
obstante, existen muchas otras afecciones cuyos síntomas se asemejan a los de un derrame, y es esencial que un médico
determine la causa de dichos síntomas. Es importante aprender a reconocerlos y de ser posible, advertir cuándo comienzan
a manifestarse. Aunque no causen dolor alguno y desaparezcan rápidamente, son señales claras de que se ha sufrido un
derrame o de que se lo sufrirá en el corto plazo. Cada minuto cuenta: cuanto antes se reciba tratamiento (lo ideal sería en
menos de 60 minutos), mayores serán las posibilidades de que se reduzca el daño permanente.
Diagnóstico
La correcta identificación de la causa subyacente y la ubicación del derrame determinarán cuál es el tratamiento adecuado.
El desarrollo de las tecnologías médicas ha incrementado notablemente la capacidad de diagnosticar con precisión los
derrames cerebrales y de evaluar el daño ocasionado al cerebro. Sin embargo, no siempre es sencillo reconocer pequeños
derrames, dado que tanto el paciente como sus familiares pueden desestimar los síntomas por considerarlos propios de la
edad, o confundirlos con los de otras enfermedades neurológicas. Ya se ha dicho que cualquier señal de alerta de un
posible derrame cerebral requiere atención médica inmediata. Como diría cualquier profesional de la atención de la salud,
"el tiempo perdido es cerebro perdido".
Factores de riesgo
Existen varios factores de riesgo que hacen que una persona sea más propensa que otras a sufrir un derrame cerebral. La
buena noticia es que más de la mitad de los derrames cerebrales pueden prevenirse gracias a la atención médica y a un
cambio en el estilo de vida.
Hipertensión (presión sanguínea alta): El riesgo de tener un derrame cerebral comienza a aumentar cuando la presión
sanguínea se halla permanentemente por encima de 115/75. La hipertensión, principal causa de los derrames cerebrales,
daña las paredes arteriales y aumenta el riesgo de que se formen coágulos de sangre los que pueden ocasionar un derrame.
Si bien la presión sanguínea alta puede elevar el riesgo de tener un derrame entre dos y seis veces, si se la controla dicho
riesgo se reduce de manera considerable. Existen varios medicamentos para controlar la hipertensión.
Hábito de fumar: El hábito de fumar duplica el riesgo de tener un derrame cerebral. Además de ser perjudicial para los
pulmones, daña las paredes de los vasos sanguíneos, acelera el endurecimiento de las arterias, hace que el corazón trabaje
más y aumenta la presión sanguínea. Los fumadores pasivos también tienen mayor riesgo de sufrir un derrame cerebral.
La buena noticia es que, si un fumador deja el hábito hoy mismo, en el lapso de entre dos y cinco años su riesgo de tener
un derrame será igual que el de una persona que no ha fumado jamás.
Colesterol alto y exceso de peso: Lo ideal es que los adultos tengan el colesterol por debajo de 200. De lo contrario, éste
podría acumularse en las paredes arteriales y con el tiempo bloquear el paso de la sangre. Por su parte, el exceso de peso
hace que todo el sistema circulatorio deba actuar con mayor esfuerzo y predispone a la persona a otros factores de riesgo
de derrame cerebral, como la hipertensión. Llevar una vida sedentaria aumenta aún más el riesgo. La administración de
medicamentos con estatina para reducir el colesterol disminuye el riesgo de sufrir un derrame cerebral.
Edad: Si bien los jóvenes no están libres de sufrir un derrame cerebral a partir de los 55 años el riesgo se duplica con cada
década que pasa.
Género: El riesgo de sufrir un derrame cerebral es un poco más elevado en los hombres que en las mujeres.
Origen étnico: Los afroamericanos tienen casi el doble de riesgo de sufrir un derrame que los caucásicos (Personas
originarias de Europa).
Antecedentes familiares: Si algún integrante de su familia ha tenido un derrame, el riesgo de que usted lo padezca puede
ser mayor.
Diabetes: Los problemas circulatorios asociados con esta enfermedad pueden incrementar el riesgo de sufrir un derrame,
aunque los niveles de azúcar en sangre y de insulina estén bien controlados.
Enfermedad cardiovascular: El hecho de tener un ataque cardíaco también puede incrementar el riesgo de sufrir un
derrame. Un factor de riesgo adicional es una irregularidad cardíaca llamada fibrilación auricular (AF, por sus siglas en
inglés), tipo particular de anomalía del ritmo cardíaco que afecta a más de un millón de estadounidenses. En condiciones
normales, las cuatro cámaras del corazón laten a un mismo ritmo, entre 60 y 100 veces por minuto. Si una persona padece
AF, la aurícula izquierda late de manera rápida y descontrolada, hasta 400 veces por minuto. Si no se la trata, la AF puede
cuadriplicar y hasta sextuplicar el riesgo de sufrir un derrame cerebral.
Derrames cerebrales recurrentes: Cuando se ha tenido uno o más derrames cerebrales, aumenta el riesgo de sufrir otro.
Dicho riesgo se prolonga aproximadamente 5 años y disminuye con el tiempo; el período más riesgoso es durante los
primeros meses. Además de prestar atención a los factores de riesgo controlables, los sobrevivientes de un derrame
cerebral pueden recurrir a medicamentos recetados a fin de reducir el riesgo de sufrir un nuevo derrame.
Accidentes isquémicos transitorios: Sufrir un accidente isquémico transitorio (TIA) aumenta el riesgo de tener un derrame
propiamente dicho en el término de un mes, a menudo en los primeros dos días. Como medida preventiva, se pueden
recetar medicamentos, entre ellos la aspirina.
Además de responder a los factores de riesgo mencionados, los derrames cerebrales guardan relación con el consumo
excesivo de alcohol (en especial, con el hábito de emborracharse en forma inmoderada) y de drogas ilegales, como la
cocaína y las metanfetaminas con un conteo elevado de glóbulos rojos; con las migrañas acompañadas de trastornos
visuales. Aún no se ha demostrado que tengan relación con el estrés. Como sucede con muchas afecciones con sólo
practicar 30 minutos de ejercicio cuatro o cinco veces a la semana se logra reducir el riesgo de sufrir un derrame cerebral.
Tratamiento
Una de las razones por las que es imperioso evaluar cualquier señal de alerta de un derrame cerebral es que los
investigadores han descubierto que el daño cerebral que ocasiona puede extenderse más allá de la región afectada y
empeorar durante las primeras 24 horas. Si la situación así lo requiere, el personal médico hará lo posible por limitar o
prevenir este daño secundario administrándole al paciente medicamentos específicos en las primeras horas posteriores al
derrame.
Cuando una persona tiene un derrame cerebral, es preciso hospitalizarla para determinar la causa y el tipo de derrame
sufrido, tratarlo y prevenir posibles complicaciones. Es posible que además de administrarle medicamentos, haya que
operar al paciente.
Una vez que el sobreviviente de un derrame cerebral se encuentra estable y el avance de las deficiencias neurológicas se
detiene, comienza el proceso de rehabilitación.
La rehabilitación no es una cura, sino que apunta a minimizar el daño permanente y a mejorar la adaptación del paciente.
Puede requerir que éste tenga que volver a capacitarse, de manera intensiva en lo que respecta a la movilidad, el
equilibrio, la percepción espacial y corporal, el lenguaje y los nuevos métodos de adaptación psicológica y emocional. Los
programas de rehabilitación para personas que sufrieron derrames cerebrales exigen los esfuerzos coordinados de muchos
profesionales de la salud.
Alrededor del 80% de los sobrevivientes de derrames cerebrales padecen deficiencias físicas, perceptivas y de lenguaje
que se pueden mejorar mediante rehabilitación.
La recuperación después de un derrame cerebral varía según la persona: hay quienes se restablecen por completo, en tanto
que otros desarrollan discapacidades leves, moderadas o graves. La recuperación más rápida ocurre durante los 30 días
posteriores al derrame. Las secuelas particulares de un derrame cerebral dependen de la ubicación y el alcance que haya
tenido, y de la rapidez con que se haya atendido al paciente. Los que ocurren en el hemisferio izquierdo (la mitad
izquierda) del cerebro pueden afectar la comunicación y la memoria, así como la movilidad del lado derecho del cuerpo.
Los que ocurren en el hemisferio derecho pueden afectar las capacidades espaciales y perceptivas, así como la movilidad
del lado izquierdo del cuerpo.
Si bien ningún sobreviviente de un derrame cerebral desarrolla exactamente las mismas lesiones o discapacidades que los
demás, los siguientes síntomas físicos, cognitivos y emocionales son comunes a muchos de ellos:
Parálisis o debilidad: Por lo común en un lado del cuerpo (incluso en la mitad de la boca o de la cara en su conjunto).
Problemas en la visión: Incapacidad para fijar la vista, punto ciego o problemas para la visión periférica.
Dificultades para comunicarse: Afasia es el término empleado para describir una serie de dificultades comunicativas que
incluyen problemas para hablar, comprender, leer y escribir.
Inestabilidad emocional: Manifestaciones francas, incontrolables e inexplicables de llanto, ira o risa que tienen poca
conexión con el estado emocional del paciente. Por lo general, estos episodios no se prolongan demasiado y disminuyen
con el tiempo.
Depresión: Tras sufrir un derrame cerebral es común que, ya sea por causas fisiológicas o psicológicas, el paciente se
deprima y se angustie (en especial por la posibilidad de sufrir un nuevo derrame). Para aliviar estos síntomas, se
recomiendan ciertos medicamentos.
La rehabilitación puede ser un largo proceso, lento y a veces con altibajos -cada persona recorre un trayecto distinto para
su recuperación. Su papel de tutor no acaba con la rehabilitación propiamente dicha. Durante el proceso de recuperación,
intente concentrarse en los progresos del enfermo y no en sus limitaciones, y trate de mostrar entusiasmo ante cada nuevo
logro, grande o pequeño.
Si bien cuidar a un ser querido puede ser una tarea muy demandante, trate de no olvidarse de su propia salud y de
cerciorarse de que el estrés al que se ve sometido no lo afecte. A fin de no agotarse, procure dormir una buena cantidad de
horas, ingerir alimentos saludables, ocuparse de sus necesidades personales en materia de salud y hacer ejercicio cada vez
que pueda.
Enfermedad de Chagas
Otros nombres: Mal de Chagas
¿Qué es la enfermedad de Chagas?
La enfermedad de Chagas, también conocida como tripanosomiasis americana, es una afección que puede causar
problemas serios al corazón y estómago. Es una enfermedad parasitaria común en Latinoamérica, especialmente en áreas
rurales y de escasos recursos. También se encuentra en los Estados Unidos, más a menudo en personas que se infectaron
antes de llegar al país.
¿Qué causa la enfermedad de Chagas?
La enfermedad de Chagas es causada por el parásito Trypanosoma cruzi. Por lo general, se transmite a través de insectos
infectados que chupan la sangre, llamados triatominos. También se conocen como vinchucas (o en ciertas zonas como
"chinche gaucha", "chinche besucona", "chupadora", "voladora", "barbeiros etc.) a menudo muerden la cara de las
personas. Cuando uno de estos insectos pica deja excrementos infectados. Puede infectarse si se rasca en los ojos o la
nariz, la herida de la picadura o un corte.
La enfermedad de Chagas es una enfermedad inflamatoria e infecciosa causada por el parásito Trypanosoma cruzi, que
se encuentra en las heces de los insectos triatominos. La enfermedad de Chagas es frecuente en América del Sur, América
Central y México, el hogar principal de los triatominos. También se han hallado casos extraños de enfermedad de Chagas
en el sur de los Estados Unidos.
Se denomina «tripanosomiasis americana», la enfermedad de Changas puede infectar a cualquier persona. Si no se trata, la
enfermedad de Chagas puede causar problemas cardíacos y digestivos graves.
El tratamiento para la enfermedad de Chagas se centra en eliminar el parásito durante la infección aguda y en controlar los
signos y síntomas en las fases posteriores. También puedes tomar medidas para prevenir la infección.
Síntomas
La enfermedad de Chagas puede causar una enfermedad breve y repentina (aguda) o puede convertirse en un trastorno
duradero (crónico). Los síntomas pueden ser leves y graves, aunque muchas personas no presentan síntomas hasta que
llegan a la etapa crónica.
Fase aguda
La fase aguda de la enfermedad de Chagas, que dura semanas o meses, generalmente, no presenta síntomas. Cuando los
signos y síntomas aparecen, estos suelen ser leves. Algunos de ellos son:
Hinchazón en el sitio de la infección, Fiebre, Fatiga, Erupción cutánea, Dolor generalizado, Hinchazón en los párpados,
Dolor de cabeza, Pérdida de apetito, Náuseas, diarrea o vómitos
Glándulas inflamadas, Agrandamiento del hígado o del bazo
Los signos y síntomas que se manifiestan durante la fase aguda, normalmente, desaparecen solos. Si no se trata, la
infección persiste y en ocasiones, avanza hasta la fase crónica.
Fase crónica
Los signos y síntomas de la fase crónica de la enfermedad de Chagas pueden presentarse de 10 a 20 años después de la
infección inicial o pueden no manifestarse nunca. No obstante, en casos graves los signos y síntomas de la enfermedad de
Chagas pueden comprender:
Latidos del corazón irregulares
Insuficiencia cardíaca congestiva
Paro cardíaco repentino
Dificultad para tragar debido al agrandamiento del esófago
Dolor abdominal o estreñimiento debido al agrandamiento del colon
Consulta con el médico si vives o has viajado a una zona de riesgo de la enfermedad de Chagas y si tienes signos y
síntomas de la enfermedad, como hinchazón en el lugar de la infección, fiebre, fatiga, dolor generalizado, erupción y
náuseas.
Causas
La causa de la enfermedad de Chagas es el parásito Trypanosoma cruzi que transmite un insecto conocido como «insecto
triatomino». Estos insectos pueden infectarse con Trypanosoma cruzi cuando ingieren sangre de un animal infectado con
el parásito.
Los insectos triatominos viven principalmente en chozas de barro, paja o adobe en México, América del Sur y América
Central. Se ocultan en grietas en las paredes o el techo durante el día y salen por la noche, generalmente para alimentarse
de las personas que están durmiendo.