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Reflexión post balotaje

De Álvarez, M. A. y Borges, A. O.

A una semana del balotaje, este no es un análisis coyuntural o electoral, hay demasiados.
Ya sabemos de las consecuencias de la inflación o del peor gobierno de la democracia (sólo
superado por De La Rúa). No creemos, como afirman muchos, que la explicación del voto se
base principalmente en la desinformación o inconciencia. Es cierto que hay buena dosis de
apatía, desinterés y hartazgo con la política –la grieta- y con la seguidilla de comicios –en algunas
provincias se votó 5 o más veces este año-.
Aquí vamos a enfocar el sentir-pensar en aspectos útiles para la construcción política
necesaria para lo que viene. El voto de los ricos y poderosos casi se explica solo. Nos interesa el
voto del pueblo -plebeyas/os, sin abolengo: trabajadoras/es, profesionales, pequeñas/os y
medianas/os empresarias/os y comerciantes-.
Hay verdades que venimos barriendo debajo de la alfombra hace más de 10 años. Nos
gusten o no, nos duelan o no, tenemos que asumirlas y transformarnos, si aspiramos a ser la
opción social, económica, política y cultural del pueblo y la patria –o campo nacional popular-.

Verdades y mensajes en el voto.


A nuestro juicio, sus principales componentes fueron:
1) anti casta: el concepto estamento o casta -grupo que detenta privilegios por
compartir prestigio, honor o estima social- es sociológicamente más preciso que el noventoso
clase política. La alta dirigencia política argentina –de todos los colores, pero aquí nos interesa
la peronista- se convirtió en un grupo estamentario o casta, mayormente compuesta por
hombres mayores blancos millonarios. Casi no hay personas marrones, originarias,
trabajadores, pobres, ni que no sean cis hétero. Jóvenes y mujeres son minoría. La alta dirigencia
peronista se parece demasiado a sus colegas antiperonistas, y muy poco al pueblo que pretende
representar. Asimismo, esta dirigencia timbea con guita ajena: si ganan, su situación mejora
infinitamente más que la del pueblo. Si pierden, la situación del pueblo empeora, la de la
dirigencia no.
En conjunto, resulta intolerable que intendentes y gobernadores tengan patrimonios de
cientos de millones de dólares. Para ellos, la política se convirtió en la continuación de los
negocios por otros medios. Sectores del gran capital –obra pública, juego, y todo otro sector
monopólico, concesionado, altamente regulado y/o subsidiado- financian ilegalmente de las
campañas electorales. Se devuelven favores mediante normas y/o políticas públicas a medida
de los mecenas. El problema no es única ni principalmente moral. Es la expropiación de la
soberanía popular y la voluntad general sobre asuntos de interés público.
2) anti Estado: las reformas al Estado efectuadas por la última dictadura cívico militar y
el menemismo desarticularon el Estado social peronista. En consecuencia, este Estado es
neoliberal, no importa quién gobierne. Salvo honrosas excepciones, es un aparato bobo:
capacidades técnicas destrozadas, planta permanente pequeña y desprofesionalizada, mayoría
de contratados y monotributistas, oficinas de organismos internacionales y de consultores -con
honorarios abultadísimos y subordinación desconocida- instaladas en el seno de los Ministerios
y a cargo de las políticas. Durante los gobiernos del peronismo kirchnerista, se implementaron
políticas de recomposición económica y social con impactos interesantes. Pero nunca se pensó
seriamente en las reformas necesarias para revertir los desguaces antedichos, ni en los límites
de políticas y programas modeladas desde paradigmas neoliberales por organismos
supranacionales y/o paraestatales –mal llamadas no gubernamentales-.
La percepción de nuestro pueblo es que el Estado funciona poco y mal. Que está menos
presente y llega peor cuanto más pobre sos y más lejos de la capital estás. El rostro del Estado
son escuelas y salitas más o menos deterioradas, hospitales a los que hay que ir a las 4 de la
mañana para conseguir un turno a 3 o 4 meses. Para demasiadas personas, la única cara del
Estado que conocen son las fuerzas represivas –imposible llamarlas de seguridad-. Las
transferencias bancarias –jubilaciones, pensiones, asignaciones- no tienen rostro. En suma, no
puede sorprendernos el rechazo a este Estado descompuesto, ni que la campaña del miedo no
haya tenido efecto.
3) anti conurbano: hay una antigua frase “Dios es argentino, pero atiende en Buenos
Aires”. Desde la 125, se agudizó la tirria nacional contra el Conurbano bonaerense. Una media
verdad es un engaño útil para construir sentido común. Se instaló un imaginario de que
“sectores y territorios productivos subsidian sectores y territorios improductivos” –este discurso
no existe sólo en Argentina, ver por ejemplo Cataluña-. En relación a este punto, hay una
moneda de dos caras: presión tributaria y subsidios.
Por una parte, se suele machacar con que la presión tributaria supera el 40%. Esta puede
ser la carga tributaria formal. Sin embargo, para las grandes empresas –se puede consultar sus
balances en la web de la bolsa de comercio- la tributación real no llega al 20%, gracias a
exenciones, reintegros, descuentos, etc. La AFIP caza en el zoológico y pesca en el acuario:
sistema regresivo, riguroso con los débiles, indulgente con los poderosos. De modo que el peso
tributario recae sobre los sectores bajos –IVA- y medios –impuestos a las ganancias, bienes
personales, ingresos brutos-.
Por si fuera poco, los servicios públicos –electricidad, gas, transporte- son
ostensiblemente mejores y/o más baratos en AMBA que en el resto del país. A esto se suma el
tema planes, un parche que se hizo permanente ante la sub- y des- ocupación –de dos dígitos
desde la última dictadura, nunca revertidas-. Los planes -más o menos indignos y miserables-
ofenden el sentido común antipopular, y encima no resuelven los problemas.
Ante este escenario, los sectores medio-altos imitan las tácticas del gran capital -
contrabando, evasión, fuga, lavado-. Cuando Milei afirma que prefiere a Al Capone o a la mafia
por sobre el Estado, le da ética y épica a prácticas marginales o delictivas antiguamente
vergonzantes.
4) anti peronismo: el peronismo no ofrece soluciones concretas a los problemas de
fondo del pueblo, incluso los más básicos. La “unidad hasta que duela” es dolor inútil, toda vez
que no hay un para qué más allá de lo electoral. Y el dedazo no va más -Scioli, Alberto F, Massa,
etc.-.
El peronismo ha sufrido una derrota histórica que expresa distintos problemas. En
primer lugar, una identidad política otrora centrada en el sector manufacturero, el
empresariado mercadointernista, y un potente movimiento obrero organizado. Actualmente no
puede, no sabe y/o no quiere expresar las nuevas modalidades productivas y laborales.
Segundo, el PJ es un partido político nacional sólo en lo formal, con dirigentes
mayoritariamente blancos y oligarquizados. El movimiento carece de “unidad de concepción
para la unidad de acción” –Juan Perón dixit-. Está desnacionalizado, fragmentado, esterilizado,
anquilosado. Existen peronismos y peronistas. No está claro quiénes somos, qué buscamos, y
cómo pensamos conseguirlo. No hay un peronismo con un proyecto de país claro, de sociedad
futura mejor, un hacia dónde vamos. No se conoce su programa ni su postura geopolítica –“la
verdadera política es la política internacional”, decía Perón-.
En tercer lugar, el peronismo está en crisis conceptual y metodológica. No hay espacios
de participación, debate, construcción colectiva y creativa de un sentir-pensar transformador.
La desarticulación entre luchas sociales, representación política y gestión gubernamental, limita
a pretender tramitar las demandas sociales como ampliación de derechos, sin politizarlas, sin
encuadrarlas doctrinaria ni organizacionalmente en las grandes ideas fuerza del peronismo:
independencia económica, soberanía política, justicia social, comunidad organizada,
organizaciones libres del pueblo. Precisa reconstruir ética y estética, épica y mística.

Epílogo: woke vs gore, la nueva grieta.


Confundir justicia social con ampliación de derechos individuales o de minorías, en cierta
medida, se convirtió en una postura defensiva de privilegios de sectores medios urbanos en
retroceso, y generó rechazo en los sectores vulnerabilizados. Hay problemas graves de
construcción política. La situación empeoró con la táctica de descafeinar el ideario a fin
conseguir alianzas con progresistas liberales -de izquierda y/o derecha-. A esto se suma discursos
juiciosos radicalizados –desde una superioridad moral- de las clases medias-altas urbanas
blancas biempensantes sobreescolarizadas. Se denominó peyorativamente a las/os cruzadas/os
políticamente correctas/os como despertados o concienciados –woke, en inglés-
Nuestro propósito no es tener la razón y ni dedicarnos a ganar discusiones. El peronismo
busca sumar, unir y organizar al pueblo, conducir al conjunto de la sociedad, “para la felicidad
del pueblo y la grandeza de la patria”.
Por otro lado, buena parte de la población en condiciones de votar tiene es menor de
30 años. Mayormente, personas que nacieron con un dispositivo en la mano, incluso antes de
saber escribir, leer y/o hablar. Se configuran subjetividades deshumanizadas, vínculos virtuales,
que se suman a las incalculables consecuencias psicológicas y psiquiátricas de la cuarentena. En
este contexto se inscribe la rebeldía revanchista, reaccionaria y regresiva, que encuentra su
chivo expiatorio en el progresismo y el populismo. Una rebeldía que, por lo demás, no es
espontánea. Está organizada y financiada por actores globales muy poderosos. Relacionamos
esta construcción de sentido con las prácticas de perseguir y aniquilar propias de los
videojuegos, y a las de infligir sufrimiento y dolor propias del cine gore.
En conclusión, esta guerra woke contra gore es una falsa antinomia, y es ajena a nuestra
cultura, nuestro ideario y nuestros intereses. Aunque parezca contraintuitivo, son dos caras de
una misma moneda, bandos que comparten aspectos cruciales. Existe un prejuicio positivo de
lo individual, novedoso, noroccidental, y/o informático. Propende al abandono, desprecio o
hasta combate de los lazos afectivos -amistosos, familiares y comunitarios-, la lectura, la historia,
la cultura y tradiciones. No hay que olvidar la sempiterna estrategia de dividir para colonizar –
dicho sea de paso, toda colonización es extractivista, sea de la tierra o de los cuerpos-. Todo esto
es tierra fértil para la propagación de una sociopolítica de la crueldad.
Por supuesto que debemos criticar y transformar los vínculos que conlleven explotación
y sometimiento, en favor de la equidad y la no violencia. Pero eso no significa eliminar todo
vínculo per se. La amistad y la familia, personas cálidas, tiernas, atentas a las necesidades y
deseos del prójimo, es lo que ha distinguido a la sociedad argentina en todo el mundo
contemporáneo. No perdamos eso. La clave son los cuerpos presentes y el sentir-pensar activo.
La amistad, familia y comunidad son el sostén y materialización del amor, el cuidado, la
solidaridad, la educación, la cultura popular, los saberes ancestrales. La rehumanización de la
subjetividad, la sociedad y la política es la gran tarea civilizatoria que nos toca en nuestro tiempo
y espacio.

Miguel Ángel Álvarez


Alberto Orlando Borges

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