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salud, los movimientos sociales y la participación.

Anuario de Investigaciones de la
Facultad de Psicología (UBA) 12, 115-122. Recuperado de: https://www.redalyc.
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30(4), 1-3. Recuperado de: https://es.calameo.com/read/0000491293dfd516e-
0cef Capítulo 6
Diálogos entre feminismos del sur y salud
comunitaria.
Cecilia Isla
Mariela Muñoz Rodríguez
Intervención en Salud Comunitaria. Marisa Quijano
Relatoría de experiencias.
Cecilia Isla- Mariela Muñoz
Rodriguez (comps) Este capítulo es el fruto de intercambios que hemos ido tejiendo a lo largo
ISBN 978-987 del tiempo, en un conocer, conocernos y reconocernos mujeres trabajadoras
del campo de la salud comunitaria. En nuestros recorridos, los feminismos
Ediciones Nuevos Tiempos, 2022. han puesto en tensión los sentidos construidos acerca de la salud, desafiando
tanto el marco epistemológico de la salud comunitaria como sus formas de
intervención y de gestión. Como mujeres trabajadoras y militantes del cam-
Material con fines de estudio. po de la salud nos hemos visto urgidas en la necesidad y responsabilidad de
compartir preguntas y algunas revisiones para avanzar de forma más integrada
entre las prácticas, la militancia, los marcos teóricos y los espacios de trabajo.
La academia nos formó en nuestras profesiones dejando de lado la revisión
de lo político, hegemonizando profesionalismos útiles para el capital: repro-
duciendo conocimientos “acríticos” y “universales”. Sin embargo, en nuestras
búsquedas, las experiencias nos han llevado a compartir con voces disímiles,
vivencias otras y buscar en esos recorridos más equidad a partir del mestizaje
que nos atraviesa. En estos sentidos buscamos unir las construcciones que he-
mos atravesado con los sectores marginalizados y nuestra militancia feminista
poniendo preguntas a las propuestas de la salud comunitaria presentes hasta
el momento.
Proponemos una serie de tópicos que recogemos desde el diálogo, para
ponerlos al servicio de otros, otras y otres, tensionando tanto el campo episté-
mico como intersubjetivo y de praxis en salud desde una mirada generizada,
diversa y situada. Lejos de ser afirmaciones cerradas, es un compartir sentipen-
sares que se van tejiendo en el camino.

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Acerca de la formación en disciplinas de la salud: hacia la construcción de en materia de géneros y su repercusión en los modos de subjetivación y en sus
la salud comunitaria con los aportes feministas procesos de vida. Tal como sostienen los feminismos decoloniales, debe darse
Nuestro territorio ha sido y es un campo de prolíficos desarrollos salubris- la lucha epistémica contra el saber eurocéntrico, contra la imposición de un
tas. En este contexto actual evidenciamos la urgencia y la necesidad de centrar paradigma heteronormativizante, etnocéntrico, racista, colonial, ligado a una
los aportes desde una mirada generizada (Barrancos, 2019), que cuestione el lógica neoliberal, extractivista en términos ambientales, pero también en tér-
campo en términos de autonomía, poder, cuidados, integralidad, comunali- minos sanitarios. El modelo médico hegemónico imperante expropia la salud
dad, dando lugar a las construcciones de los movimientos de mujeres y a la de las personas poniendo el saber y la toma de decisiones en el sistema-merca-
experiencia como una herramienta epistémica y política (Trebisacce, 2016). do (Gervas y Perez Fernández, 2015; Saforcada, de Lellis, Morales Calatayud
y Moreira Alves, 2020) y biomedicalizando la vida, es decir construyendo una
Tal como explican Saforcada, de Lellis y Mozobancyck (2010), nuestramé-
matriz de consumo de medicamentos, equipamiento y procedimientos inne-
rica muestra logros muy importantes en términos de fertilidad de pensamien-
cesarios en personas sanas (Iriart y Merhy, 2017). El colonialismo impone una
to, desarrollo de destrezas técnicas y sociales específicas, elaboración de es-
forma de pensar y producir conocimiento en salud en detrimento de otras,
trategias de acción y desenvolvimientos de prácticas exitosas en materia de
invisibilizando, negando y desacreditando los saberes y acciones propias del
salud en comparación con los desarrollos anglosajones y europeos. A su vez,
territorio. Reconocer la colonialidad del saber, del poder, del ser, del hacer y
el campo de la salud posee importantes avances respecto de la salud pública,
del sentir desde una impronta hetero patriarcal hegemónica en el campo de la
así como de procesos de cuestionamiento sobre la determinación social de la
salud es central para su emancipación. Implica entender las relaciones estruc-
salud que evidencian las condiciones de inequidad de la región. Sin embargo,
turales que se dan en el interjuego entre género, raza, sexualidad, economía…
estas construcciones han dejado por fuera los aportes de los feminismos y,
intrínsecas a los contextos (Lugones 2012, Espinosa Miñoso, Gómez Correal
en particular, de los feminismos latinoamericanos. Es decir, salvo excepcio-
y Ochoa Muñoz, 2014).
nes, las características sexo-genéricas son consideradas de modo anecdótico
o de caracterización, pero sin que atraviesen los constructos que hacen a la Las categorías conceptuales y prácticas que los feminismos han desarro-
teorización de la salud integral y, por lo tanto, dificultan la praxis desde esta llado a lo largo de los años de forma contrahegemónica nos parecen centrales
complejidad. Es decir, se toman cualidades sexuales, pero sin profundizar en para oportunamente ampliar los horizontes de la salud comunitaria. Hori-
los contenidos políticos y en las construcciones sociales de dichas diferencias. zontes que deben tejerse desde diálogos intersectoriales e interdisciplinares
con las comunidades. El paradigma cartesiano ha atravesado los desarrollos
La invisibilización en la formación disciplinar e interdisciplinar de las pers-
disciplinarios, inhabilitando construcciones desde la complejidad y desde los
pectivas de géneros nos interpela en nuestra tarea cotidiana y se evidencia en
procesos de vida de los territorios. Aportes a la salud comunitaria que no in-
las prácticas. Los feminismos han puesto de relevancia que la formación aca-
tegren la pluralidad de voces y disciplinas sostendría - a pesar de integrar a los
démica poco y nada puede explicar y resolver de las problemáticas de salud de
feminismos- desarrollos fragmentados.
las mujeres si no son puestas en análisis y discusión las lógicas estructurales de
opresión que sostienen las inequidades múltiples y específicamente las sexo-ge- La perspectiva en salud comunitaria sostiene que es imperiosa la histo-
néricas. Los feminismos han dado respuestas no sólo de forma más efectivas y rización de los colectivos subalternizados. Tanto en ella, como en la proble-
eficientes sino de forma situada, fruto de la politización y problematización de matización de los modos de vida de las mujeres, varones y diversidades, sus
las condiciones de vida y de opresión de las mujeres y diversidades. Es por eso malestares y sus resistencias, encontramos pistas para nuevas construcciones
que consideramos urgente la integración de los saberes de los feminismos al en salud comunitaria. Los feminismos entienden al territorio como un campo
campo de la salud comunitaria tanto en términos enunciativos como también de lucha y de disputa, construyendo saberes a partir de la propia experiencia y
de realización efectiva de otros modos de pensar y hacer en salud. de los modos de hacer comunidad. En este marco se hace necesario nutrirse de
la ecología de saberes feminista que contemple múltiples formas de ser y estar,
En este campo de las inequidades, la academia y sus respuestas están muy
en la que el buen vivir, la comunalidad y la sostenibilidad de la vida emergen
alejadas de los problemas de salud de las comunidades. A la ampliamente de-
como categorías centrales.
nunciada hegemonía clasista y propia de los países centrales, se suma la invisi-
bilización de los modos de producción y reproducción de nuestras sociedades Para avanzar en nuevos desarrollos interdisciplinarios, resulta fundamental
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una concepción holística del ser humano con la naturaleza, así como recono- miradas del sur ya que en ellas encontramos una perspectiva que incluye la
cer los sesgos que la modernidad ha impuesto sobre las formaciones académi- diversidad, que nos permite mirarnos en los mestizajes que va produciendo
cas. Estas últimas se han adecuado a paradigmas que se pretenden ‘objetivos’ la articulación de vivencias, el reconocimiento de opresiones varias. Es en sus
alineándose a parámetros de progreso que ha impuesto el capitalismo. Esto, intersecciones que se producen procesos identitarios que hacen a lo plural.
lejos de ser apolítico guarda en sí una densa politicidad, invisibilizada y no Val Flores (2019) sostiene que en los microfeminismos aparecen ciertas
explicitada en sus bases y objetivos. Así, las profesiones y la academia repro- tensiones con las prescripciones de los feminismos hegemónicos que marcan
ducen en sus acciones lineamientos que hacen al resguardo del capitalismo y algunos comportamientos en tanto feministas. Ella promueve apertura sin as-
sus principios racistas, patriarcales, capacitistas, adultocéntricos, entre otros. piraciones de coherencia, es decir, feminismos múltiples con tensiones en su
A su vez, la universalización que la modernidad ha sostenido ha invisibilizado interior que tomen las formas de lo posible. En la diversidad, menciona Galin-
la pluralidad, aspecto que los feminismos vienen a mostrarnos desde las prác- do (2021), reside la riqueza de los feminismos, sólo se hace necesario construir
ticas situadas y desde la posibilidad de focos diversos sobre los géneros y sus utopías que permitan lo común. Ella propone que una de esas utopías sean
relaciones. las de justicia, basadas en los valores de los derechos humanos, la dignidad y
En las ciencias de la salud atender a un biologicismo ha sido una de las la igualdad.
características dominantes, aún desde disciplinas del campo “psi”. Pensar las Los feminismos del sur echan luz a la necesidad de memoria y a la fuerza
articulaciones que se dan entre academia y movimientos sociales en temas de con la que el pasado nos habita (Ciriza, 2012, 2016; Gargallo, 2014). Nos
salud necesariamente nos vuelve la pregunta sobre lo político invisibilizado instan a mirar desde una memoria situada y nos proponen recuperarla en tan-
en estas prácticas biomedicalizantes. El escudo en la objetividad, marcada por to pasado que es presente, no como novedad a buscar sino reconociendo los
el mercado y por lógicas de poder que alejan a los colectivos y a los sectores saberes y las luchas para desde ahí transitar.
populares del dominio sobre su salud es la marca política imperante.
Ciriza (2016) hace sus planteos desde el reconocimiento de la colonialidad,
Pensar la salud desde los feminismos nos permite, por un lado, revisar enunciando los horizontes de las búsquedas sociales y políticas “queremos la
procesos de salud existentes en las comunidades, cuestionar las prácticas de mitad, pero no una mitad de explotación, opresión y miseria, no una mitad de
salud desde nuevas perspectivas, como así también construir algunas líneas de una complementariedad mentida, sino esa extraña mitad de nuestra presencia
investigación y acción cargadas de nuevos interrogantes. visible, de nuestra memoria, de nuestro tiempo, de nuestras ancestras” (p. 8).
Aquellas feministas vinculadas a los saberes de pueblos originarios también
nos permiten reconocer los saberes ancestrales y muestran cómo la coloniali-
Articulaciones teóricas entre feminismos del sur y salud comunitaria: dad del saber, la raza, los territorios y el género no son sino una mixtura entre
pensar desde y con los feminismos lo ancestral y lo moderno. Así, la recuperación de la historicidad de las vidas
de las mujeres y sus luchas, entendidas en tanto proceso, toman nuevos senti-
Los aportes feministas tienen numerosas fuentes de desarrollo, una de esas
dos. Gargallo (2014) menciona que “en América urge el reconocimiento de la
son los movimientos sociales, otras son académicas y otras son las mujeres que
historia moderna de cada uno de los pueblos que la conforman… herederas de
desde sus luchas y tenacidades han mostrado caminos, recorridos y preguntas.
civilizaciones campesinas, de naciones nómadas y de desarrollos urbanos y na-
Los feminismos son difíciles de categorizar en tanto orden taxonómico de cionales, que perviven y se recrean en la actualidad, aunque fueron avasalladas,
sus horizontes políticos, de alguna manera eso también tiene como correlato incendiadas y casi destruidas durante la invasión y la colonización europeas
las tensiones de cualquier organización política (Arteaga, et al, 2020). Los del continente. Modernidades que han dado pie a formas de reorganización
feminismos occidentales han mostrado lineamientos que muchas veces tie- social como la comunidad y sus políticas de autosuficiencia” (p.23).
nen sesgos clasistas, así lo han evidenciado y denunciado los movimientos de
Los feminismos comunitarios (Paredes, 2013) y populares (Korol, 2020)
mujeres negras y lo siguen sosteniendo quienes han podido revisar estas in-
permiten revalorizar los saberes y las vivencias de los territorios. Parten de un
equidades múltiples desde los feminismos del sur (Alvarado y Fischetti, 2018).
interjuego en la acción y en los hechos, produciendo praxis decolonial. Los fe-
Nos paramos, reconociendo sus diferencias, desde las corrientes que integran
minismos del Abya Yala y las vertientes comunitarias nos permiten repregun-
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tarnos sobre la salud, ya que al estar captada por la medicalización de la vida acciones que promueven la salud y sobre todo menospreciando sus saberes.
muchas veces se aleja de aspectos que hacen al buen vivir y al reconocimiento Esto deja por fuera el análisis de las cargas que implica las tareas de cuidado y
de los procesos de transformación. Así, traen la pregunta sobre los procesos las lecturas situadas de las relaciones de género en la que emergen otras cate-
de sostenimiento, acompañamiento y cuidado que hacen a la vida territorial, gorías que no son las de los feminismos ‘blancos’, urbanos, occidentalizados,
recuperando los saberes ancestrales y la conexión con la naturaleza. eurocentrados, poniendo foco así una vez más en la interseccionalidad, es de-
Son los feminismos comunitarios los que nos acercan el concepto de cuer- cir el reconocimiento de las opresiones múltiples, como constructo necesario.
po-territorio. La territorialidad es una extensión de nuestros cuerpos en la En la sociedad existen diversidad de creencias, prácticas y saberes en torno
comunidad, albergada por tensiones y construcciones de lo común que hacen a la salud. Particularmente, en los sectores populares identificamos por un
a los entramados comunitarios. lado la limitación económica en cuanto a accesibilidad a los servicios sanita-
En las experiencias comunitarias de los feminismos del sur y en sus dispu- rios y a lo material, a la vez que se portan saberes mestizos en prácticas ligadas
tas, visibilizan las opresiones desde las interseccionalidades, es decir no sólo a las hegemónicas junto con otras propias de los territorios. Estas caracterís-
desde los procesos vinculados a las opresiones sexo genéricas sino desde las ticas se convierten en obstáculos en algunos casos, principalmente cuando
particularidades de los territorios. Estas disputas al estar guiadas por necesida- no existen diálogos entre saberes y cuando las limitaciones obstruyen el ac-
des que hacen al vivir/sobrevivir cotidiano evidencian las determinaciones que ceso. Fernández Míguez y Faundez Peñafiel (2019) abordan los problemas
en salud de las mujeres de los pueblos originarios, los que entendemos se
les atraviesan en tanto cuerpos colectivos atravesados por luchas y opresiones
equiparan a los de los sectores populares. Estos sectores presentan dificultades
de clase, generacionales, étnico-raciales. Esto a la vez guarda vinculación con
para “acceder a la salud, a la educación, a la justicia, especialmente cuando
los procesos de salud integrales en los que se busca separarse de la dicotomía
son víctimas de violencias machistas; los derechos sexuales y reproductivos;
mente-cuerpo, reconociendo la fuerza del contexto.
a ejercer la maternidad de forma libre con partos y crianzas respetuosas de la
El campo de la salud debe nutrirse de la ecología de saberes feminista, que cosmovisión; así como, los nuevos desafíos de la vida urbana y la inserción
contemple múltiples formas de ser y estar, sin desechar “todos los conocimien- profesional” (Fernández Míguez y Faundez Peñafiel, 2019, p.67). Es necesario
tos acumulados por el feminismo occidental, sino que trataría de relativizar su considerar las relaciones de poder, el interjuego entre la cultura dominante y
capacidad heurística, contextualizando sus orígenes y su espacio de enuncia- la configuración particular de estas relaciones en las comunidades en diálogo
ción, a la vez que desestabilizaría su relación jerárquica con los conocimientos con la estructura social, la división de trabajo, lo público, lo privado, las nor-
emancipatorios de las mujeres indígenas, musulmanas, campesinas” (Hernán- mas, los límites, las decisiones, las dependencias e interdependencias. Esto nos
dez Castillo, 2017, p.41) y de sectores populares. lleva a pensar en luchas genéricas que asumen otras cualidades a las posibles
La salud desde las perspectivas comunitarias se construye entre la salud ins- en la hegemonía. Las categorías de lo público y lo privado, las relaciones de
titucionalizada y las prácticas que se producen y reproducen en los desbordes género, no necesariamente se pueden explicar tal como se ven desde la mirada
de lo institucional. Estos dos ‘lugares’ se relacionan de diversas maneras, con occidental urbana y aplicar esas categorías para explicar otras realidades, es
mayor o menor capacidad de escucha-diálogo-construcción, particularizán- un ejercicio hegemónico (Fernández Míguez y Faundez Peñafiel, 2019). Es
dose en los territorios y en los momentos históricos que se dan. Se reconocen por tanto central poner en foco de las discusiones y las intervenciones desde
en perspectivas feministas eurocentradas la invisibilización de los feminismos la interculturalidad que contempla las múltiples construcciones identitarias
del sur entrando en tensión en la construcción de procesos realmente entra- desde una perspectiva dinámica e histórica (Hernández Castillo, 2017) y que
mados y sostenidos desde la integralidad y el contexto. Muchas veces, en las permita la producción en el campo de salud desde la diferencia (Espinosa
intervenciones en salud con mujeres de sectores populares se reproduce esta Miñoso, Gómez Correal y Ochoa Muñoz, 2014).
situación de invisibilización de las distintas perspectivas en juego, intentando Los feminismos del sur aportan a la salud una cosmovisión constitutiva-
en los vínculos entre profesionales y comunidad reproducir modelos que no mente integral, formulaciones colectivas de cuidado basadas en la solidaridad,
consideran los de los territorios. Priman así perspectivas hegemónicas de la sa- puesta en valor de voces subalternizadas respecto de este campo, saberes cons-
lud, vínculos patriarcales, no se cuestiona la responsabilización de las mujeres truidos al calor de la propia experiencia como respuesta situada y contextuali-
en la reproducción del cuidado, naturalizando su rol en tanto garantes de las zada a las problemáticas relevantes para las comunidades.
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Algunos aportes de los feminismos del sur para la salud comunitaria y cuidados comunales, en la defensa y alerta frente a la violencia machista y
Saforcada (2010) alerta que la salud dentro de las ciencias de la salud es capitalista que afecta los cuerpos femeninos y feminizados.
un término poco explorado, sin embargo, los desarrollos sobre temas de en- Si bien estas preguntas y preocupaciones no son excluyentes de las muje-
fermedad biomédica son altamente explorados. Los feminismos del sur, desde res, son ellas quienes mayormente hacen al cuidado cotidiano, revalorización
sus revisiones y búsquedas, son en sí mismos fuente de salud comunitaria y y la defensa pública de estos. Hernández Castillo (2017) menciona que estas
sus aportes permiten construcciones teóricas que pueden fortalecer las teorías luchas denuncian y son contra la “violencia de género y la violencia de Estado
en salud. Es un desafío hilarlos para que en los diálogos entre ellos se puedan que atenta contra la dignidad de la vida y desestabiliza la integralidad de las
construir desarrollos teóricos en torno a la salud y que en estos podamos revi- relaciones comunitarias” (p. 26). Cada territorio asume diferentes luchas y
sar las experiencias territoriales en camino a praxis más integrales. formas de acuerdo a las condiciones materiales de las personas en su cotidia-
En este apartado tomaremos tres nociones de los feminismos del sur que neidad en un momento sociohistórico.
nos parecen centrales: las formas de vinculación con el territorio y quienes lo Esta defensa pública se da de modos disímiles según los contextos, sin
habitan; la afectividad y la ecología de saberes feministas. embargo, podemos identificar ciertos elementos presentes. Los sectores margi-
nalizados se organizan para resolver aspectos de la vida cotidiana que permiten
la supervivencia. Si se miran estos procesos a la luz de los feminismos en los
• Acerca de las formas de vinculación con el territorio
territorios no se observan tal vez movimientos feministas siempre organizados,
Las formas de vinculación en-con los cuerpo-territorios nos permite com- sin embargo, en las cotidianidades las resistencias, se sostienen en torno al cui-
prender la compleja y riquísima trama que se teje en el vivir en términos de dado de la vida. Sectores más organizados, con mayor satisfacción de necesida-
relaciones, disputas, sentidos, identidades, cosmovisiones que conviven en los des, logran ir hacia otros derechos, con luchas sostenidas a lo largo de los años.
territorios y que impactan nuestras intervenciones.
Más allá de lo que se persiga, sabemos que en las formas de organización
Cuerpo-territorio es una dimensión de la vida íntimamente ligada a la de los feminismos hay un modo de acuerparnos, es decir de hacer- pensar-re-
vitalidad de la relación de los cuerpos con la tierra. Cuerpos tierras en donde sistir conjunto que hace a mayor amplitud de preguntas, de poder pensarnos
se constatan las múltiples violencias y opresiones, pero también las luchas y y unirnos en un grito común. Acuerparnos como acto político, personal, co-
emancipaciones desde la resistencia y fortalecimiento del tejido comunitario, munitario, de resistencia y de rebeldía, como fuerza vital emancipatoria y sa-
desde la sanación con la energía vital de la ternura entre mujeres y con la natu- nadora (Cabnal, 2016). En lo público, en el espacio de reunión, se discute, se
raleza. La convocatoria de ternura con la naturaleza es un acto sanador-simbó- conversa, se intercambian opiniones y se amplían redes. Entendemos que estas
lico con la naturaleza” (Lorena Cabnal entrevistada por Florencia Goldsman, discusiones son construcciones en salud que deben articularse, reconocerse
2019). como parte de procesos que hacen al bienestar personal y comunitario en tan-
Los saberes y vivencias de las mujeres en sus territorios dan cuenta que, to lucha constante por conseguirlo. Esto ocurre colectivamente, articulando
en el sostenimiento de la vida, esos cuerpos-territorio no sólo ‘ponen al cuer- recursos, saberes, preguntas y acompañándonos en esos recorridos. La salud
po’ en la batalla cotidiana sino también, revisan sus territorios y los bienes comunitaria cobra sentido en tanto reconocimiento de la voz de los territorios
comunes para, desde allí hacer posible la vida. Estas revisiones vienen desde en sus construcciones de los procesos de salud-enfermedad y cómo a diario se
los pueblos originarios como desde los sectores marginalizados, nos ponen en lucha por construir un mejor vivir.
alerta y nos generan brújula para revisar la salud comunitaria desde saberes Traemos en estas formas de vinculación aquello que los feminismos indí-
entrelazados entre procesos de vida y salud aunados a los cuerpos-territorios. genas nombran comunalidad. Hernández Castillo (2017) la describe como
Específicamente, la defensa por la tierra y por el techo, por el cuidado de los solidaridad colectiva, respeto por la madre tierra y defensa de la democracia
bienes comunes -el agua, el suelo, las semillas y sus producciones-, la pregunta comunitaria, en lo que las mujeres recuperan su lugar como movilizadoras
por la soberanía alimentaria, la prioridad por sus hijxs y sus cuidados y lxs de de la organización comunitaria asociada a tareas de cuidado y atención, pero
otrxs y las tensiones que esto les genera. Tensiones que se expresan - en tanto también de festejo y celebración poniendo de relevancia la espiritualidad como
mujer-madre-esposa en su significación social- en el sostenimiento colectivo forma de expresión colectiva, espacio de fortalecimiento, de reconstrucción y
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renegociación de los vínculos comunitarios repensando la cultura desde el universalizadas junto con las concepciones de derechos liberales. Así, el tra-
género y el género desde la cultura. bajo comunitario como forma de organización democrática relacionada con
Las tareas de cuidado desde la comunalidad se conciben no sólo como el consenso, el servicio, la justicia centrada en el bien común por sobre los
cuidar a unx otrx, en tanto prolongación de las actividades de cuidado del intereses individuales, es una propuesta clave para repensar la participación
ámbito privado, sino como un espacio en el que se construyen sentidos y sig- comunitaria en salud en tanto estrategia de intervención que permite la toma
nificados resistentes que disputan el poder desde lo colectivo (Lugones, 2011). de decisiones de la comunidad. La comunalidad implica construir y mantener
Desde el cuidado se lucha por la hegemonía de espacios, se construyen lógicas espacios de diálogo colectivo y buscar mediante los mismos el bien común,
de acción colectiva y se generan preguntas. En ellas se generan vínculos entre asumiendo otros roles en la comunidad y hacia afuera de la misma. Las co-
subalternxs, en las que se conocen y reconocen diferentes realidades y se actúa munidades que han defendido la comunalidad lo han hecho desde luchas
en las tensiones que estas generan, construyendo articulaciones de solidaridad anticapitalistas y descolonizadoras por lo que, reconocer sus prácticas en tanto
y resistencia. disputas de poder y resistencia nos habilita a revisar de otros modos estas prác-
ticas. Descolonizar el género es necesariamente una tarea práxica. Es entablar
Si bien esto que se teje en los territorios tiene poca influencia en las po-
una crítica de la opresión de género racializada, colonial y capitalista, hetero-
líticas nacionales, es parte nodal para el sostenimiento de la vida. Muchas
normada, como una transformación vivida de lo social.
veces estas formas de militancia son captadas por los poderes hegemónicos
desdibujando sus sentidos propios. Sin embargo, nos muestran espacios de
revisión para las prácticas comunitarias para reconocerlas y acompañarlas en • La afectividad y el acompañamiento en las prácticas territoriales en salud
sus resistencias. María Lugones (2011) menciona que “nuestras posibilidades Nos referimos a la importancia de la afectividad como simiente de trans-
yacen en la comunalidad más bien que en la subordinación; no yacen en la pa- formación social, en tanto construimos humanidad en vínculos amorosos, res-
ridad con nuestro superior en la jerarquía que constituye la colonialidad” (p. petuosos y afectivos, recuperando del cotidiano que se da en los territorios la
111). Kitita Madera (2020, citada en Muñoz, 2021) al pensar prácticas desde solidaridad, el compartir y la ayuda mutua. Que la afectividad ingrese como
la comunalidad en los sectores populares, refiere que lo que ella intenta hacer categoría epistémica a nuestro quehacer profesional nos pone frente al desafío
para salir de las prácticas del poder político partidario es realizar prácticas de alojarla en los marcos institucionales que, en general, no contemplan esta
humanas. Es decir, acompañar a familias que lo necesitan a conseguir deter- dimensión como central en la intervención. Afectividad que necesita de otros
minados productos, generar redes entre diferentes organizaciones barriales e modos de circular, de otros dispositivos de intervención, de otras formas de
institucionales, intercambiar recursos y saberes entre vecinxs y organizaciones, hacer con otrxs. Desde la afectividad las relaciones se piensan en la potencia
facilitar sus propias redes y recursos para otrxs que lo necesiten, generar co- del “entre”. El entramado que los feminismos construyen como formas de
lectas. “Esto sin que haya ninguna estrella, ninguno es tan guau” -dice ella- organización se fortalece en la lógica de potencia-poder colectiva como alter-
“Así, numerosas personas del barrio son reconocidas, cada cual va a distintos nativa a las relaciones de poder jerárquicas del capitalismo. Así, el poder como
lugares para obtener lo que precisa, pero a la vez, al haber lugares específicos trama colectiva se propone contrahegemónicamente al poder como dado de
para determinadas cosas nadie se sobrecarga y se puede hacer un reparto más algo externo a la propia trama; no se otorga, se construye.
equitativo de los recursos que se poseen y que llegan al barrio”. Por lo tanto,
Frente a las formas de pensar las múltiples relaciones entre equipo técnico
en estas organizaciones sociales se resiste a las lógicas de la modernidad capi-
y comunidad, frente a las formas de pensar el poder y la participación comu-
talista, las tareas de cuidado son así una potencia para el sostenimiento de la
nitaria, la noción de acompañamiento nos resulta particularmente interesante
vida y en muchos casos no sólo ayudan a sobrevivir a quienes afecta, sino que
para adentrarnos en mapear esa forma de vinculación y sus implicancias en los
a su vez se generan procesos de subjetivación en esa misma lucha por la vida y
abordajes en salud comunitaria. En este sentido, pensamos la relación afec-
el bienestar. Así se tensionan los modos de vida impuestos por el capitalismo
tividad-poder-acompañamiento en clave de comprender la trama relacional
creando estilos de vida propios.
y comunitaria que como profesionales de la salud somos parte y en la que
Hernández Castillo (2017) alerta que las teorizaciones sobre la comu- se produce el encuentro genuino y transformador desde la afectación mutua
nalidad cuestionan las perspectivas de progreso y de bienestar que han sido que favorece la construcción de vínculos y acompañamientos a los procesos
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de salud. Afectación mutua que nos permite compartir nuestra condición de cha por la transformación social y la emancipación humana” (Alba Carosio,
mujer y encontrarnos interseccionalmente en condiciones de opresión por 2020). La ecología de saberes visibiliza la opresión patriarcal y capitalista, a la
género desde el reconocimiento de vivencias otras. El acompañar precisa de vez que echa luz sobre prácticas de cooperación y afectividad negadas.
formas de compartir que permitan poner en común las historias de lxs otrxs, Abordar la salud profundamente desde todas sus dimensiones en conexión
las propias y tejer colectivamente a partir de ello saberes, miradas, experiencias dialéctica y compleja entre las personas y su contexto, implica posicionarse
y posibilidades que motoricen la acción. Acompañar como profesionales de la desde el diálogo de vivires (Merçon, Camou-Guerrero, Núñez-Madrazo, y
salud es desde la escucha afectiva, situada, respetuosa, amplia y profunda que Escalona Aguilar, 2014) y el diálogo de saberes (Torres Castillo, 2011) que
permita validar las voces, los saberes que surgen y las personas que los portan, nos permiten entender las lógicas de vida y producir acompañamientos si-
escucha en la que también se pone en juego nuestros saberes profesionales en tuados. Nos invitan a seguir profundizando estos temas, dándole valor a las
tanto mujeres atravesadas por nuestras trayectorias de vida. Escucha dispuesta vivencias y formas de comprender y habitar el mundo de cada quien, tomando
y atenta a las participaciones sin voz, a aquellas que están en los bordes, para las ideas, las experiencias, las contradicciones, las sensaciones disímiles, para
reconocerlas e invitarlas a acuerparse, también desde la palabra. poder construir desde esos intercambios y encuentros. Y con esto buscamos
no romantizar la construcción de la ecología de saberes, sino por el contrario,
• La ecología feminista de saberes para comprensiones otras en salud poner de manifiesto la complejidad de la tarea: nos han enseñado a marcar
lo que está bien y mal, a señalar caminos, a plantear objetivos, no a construir
La ecología de saberes es una propuesta de Boaventura de Sousa Santos
otras formas de crear, de criar, de aprender, de crecer, de sanar, de vivir.
(2017) que pone en cuestión la monocultura y las lógicas de producción de
conocimientos, identifica otros saberes y formas de validación del conoci-
miento que opera en las comunidades y en espacios no académicos de la socie-
dad. Surge la necesidad de un trabajo cognitivo que promueve intercambios Reflexiones de síntesis
de experiencias, la valoración de las luchas (propias y ajenas) y un examen
Los aportes de los feminismos dan cuenta de coincidencias entre estos y la
prudente del conocimiento que tienen los grupos sociales dominantes.
salud comunitaria, a la vez que echan luz en la necesidad de profundizar estas
Los feminismos nos interpelan en tanto promueven otra construcción de articulaciones para construcciones integradas en prácticas y teorías. En este
sentidos acerca de la salud, desde el diálogo horizontal entre saberes que con- entretejido sentimos necesario cuestionar nuestra mirada profesional frente
templan diversas formas de ser y estar, enlazando en esta ecología de sabe- al reconocimiento de las desigualdades y las opresiones que afectan particu-
res significados que rompen con lógicas de borramiento de saberes otros. Tal larmente a las subalternidades (mujeres, niñxs, disidencias, vejeces), mirando
como plantea Vega Ugalde (2017), estas convergencias en diálogos intercultu- nuestras prácticas en la relación con los saberes construidos y validados y las
rales de vivires y saberes implican un esfuerzo teórico político deliberado que características mismas del sistema de salud y sus trabajadorxs.
permita encontrar significados comunes.
El primer desafío lo construimos alrededor de la validación de saberes y
Encontramos claves epistémicas en los feminismos del sur respecto de las vivencias de sectores subalternos y la permeabilidad de las luchas en los es-
nociones de experiencia, espiritualidad, afectividad, comunalidad, cuerpo-te- pacios de formación donde prima el saber médico-hegemónico, en conjunto
rritorio, acuerpamiento, acompañamiento, sostenibilidad de la vida, ética y con la revisión de las cualidades patriarcales que atraviesan a esos saberes. Es
políticas de cuidados, sororidad, indispensables para el enriquecimiento de la urgente abrirnos a preguntas y revisitar las dinámicas cotidianas disputadas
salud comunitaria. Esta ecología de saberes amplía los conocimientos acumu- en los territorios. Las lógicas de vinculación, de respeto de la diversidad, de
lados en relación crítica con los conocimientos emancipatorios de los feminis- reconocimiento de las características que asumen lxs cuidados en las prácticas
mos del sur. Hernández Castillo (2017) insiste en la importancia de no barrer diarias y las tensiones que allí se generan dan cuenta de la necesidad de revisar/
con otros saberes sino de aproximarnos a diálogos interculturales ya que de revisarse/revisarnos a la luz de las disputas sociales.
otra manera avanzaríamos hacia un colonialismo epistémico.
Si pensamos las características del sistema de salud, que principalmente
“La visión feminista es indispensable para enriquecer y completar la lu- se aboca a tareas de cuidado y atención frente a problemas de enfermedad,
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reconocemos que son las trabajadoras del sistema de salud mayormente mu- Referencias bibliográficas
jeres, sin embargo las construcciones teóricas, la organización del sistema de
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Desde la revisión de la afectación con las otras personas, sus vivencias y sen- N. (2020) Reflexión trenzada: El rol de las mujeres en los paros/resistencias nacio-
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