Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Facultad de
Escuela Profesional de
Presentado por:
Asesor:
Línea de investigación:
PIURA – PERÚ
2020
_________________________________
XXXXXXXXXXXXX.
ÍNDICE
En el año 2020, los ministerios de educación en diferentes países, vienen presentando cifras
desalentadoras de abandono de los estudios de grado, sin embargo, la realidad es otra y es que
muchos estudiantes están siendo abandonados por un sistema educativo que algunas personas creen
que está en crisis. Para mejorar la educación virtual o a distancia, el sistema requerirá esfuerzos en
muchas frentes, pero una premisa central es que gran parte de la solución implica ayudar a los
estudiantes a regular mejor su aprendizaje mediante el uso de técnicas de aprendizaje efectivas.
Por otro lado, la educación no es la única ciencia interesada en aportar a la solución, los psicólogos
educativos han estado desarrollando y evaluando técnicas de aprendizaje fáciles de usar que
podrían ayudar a los estudiantes a lograr los objetivos de la materia. En la investigación se propone
un documento que reúne y evalúa diferentes técnicas de aprendizaje en detalle ofreciendo
recomendaciones sobre su utilidad relativa.
El documento se compone de elementos técnicos que se esperaba que fueran relativamente fáciles
de usar y, por lo tanto, podrían ser adoptados por muchos estudiantes, por otro lado, no solo se trata
de estrategias virtuales sino se adicionan actividades exitosas en la educación como, por ejemplo,
resaltar y releer, porque los estudiantes informan que dependen en gran medida de ellos, lo que
hace que sea especialmente importante examinar qué tan bien funcionan. Las estrategias virtuales
por otro lado incluyen retroalimentación, tutoría y supervisión, fomentar auto explicación,
resumen, uso de imágenes para el aprendizaje, relectura y prácticas calificadas.
Para ofrecer recomendaciones sobre la utilidad relativa de estas técnicas, se evalúa si sus beneficios
están relacionadas con las siguientes dimensiones: condiciones de aprendizaje, características de
los estudiantes, materiales y herramientas. Las condiciones de aprendizaje incluyen aspectos del
entorno de aprendizaje en el que se implementa la técnica, como si un estudiante estudia solo o con
un grupo. Las características de los estudiantes incluyen variables como edad, habilidad y nivel de
conocimiento previo. Los materiales varían desde conceptos simples hasta problemas matemáticos
y textos más complejos, las tareas de criterio incluyen diferentes medidas de resultado que son
relevantes para el rendimiento de los estudiantes, evaluación de memoria, la resolución de
problemas y la comprensión.
Posteriormente, en el capítulo V, se encuentra la bibliografía y tras este, los anexos que contiene la
matriz de consistencia e instrumentos para la recolección de los datos.
vi
Existe una opinión generalizada de que el uso de la tecnología puede mejorar el aprendizaje en las
escuelas; herramientas, como el software interactivo, imágenes digitales, herramientas de creación
de video, proyecciones y computadoras, permiten a los maestros hacer vínculos auténticos con los
estudiantes mientras permiten que los estudiantes se involucren directamente con el aprendizaje.
Tanto los investigadores educativos como las organizaciones se han comprometido a apoyar el
aprendizaje de los estudiantes mediante el uso eficaz de la tecnología en las escuelas. La tecnología
fuera del aula puede y debe ser mucho más que un estudiante enviando mensajes y fotografías
durante la clase. Debe considerarse como un recurso, tanto en términos de herramienta pedagógica
como en términos de conexión con los docentes (Polly, Mims, Shepherd e Inan, 2009).
Los miembros de la Universidad de Purdue (2018) han probado que la invención de la radio en la
década de 1920 provocó una nueva ola de aprendizaje que permitió clases en vivo, los programas
de radio educativos complementaron el aprendizaje de las personas que no pudieron asistir a la
escuela consistentemente, llevándoles el aprendizaje a sus propios hogares. Este logro fue seguido
por el retroproyector, un dispositivo que permite al educador mirar hacia la clase mientras
proporciona instrucción, lo que permite a los estudiantes tomar nota a algunas frases importantes y
no apresurarse en escribir lo que tienen al frente hasta que el educador lo permita. En 1951, se dio
un gran paso adelante ya que los estudiantes obtuvieron la oportunidad de ver cintas de video, el
uso de videoclips, debido a su combinación visual y funciones auditivas, demostró ser una forma
más eficiente para que los estudiantes procesen y recuerden nueva información. Los maestros
tenían la capacidad de exponer a los estudiantes archivos que aumentan la comprensión y
familiaridad con eventos importantes. Poco después, la fotocopiadora y la calculadora de mano
ingresaron al aula, permitiendo a los docentes reproducir material en masa y a los estudiantes
resolver rápidamente cálculos matemáticos. La instrucción uniforme en diferentes partes del
mundo, se hizo posible ya que los maestros podían compartir su material, de igual manera el estado
podía extender el objetivo de las materias dependiendo al grado de estudios, los profesores ya no
tenían que crear todas las actividades a mano, y los estudiantes pudieron resolver problemas más
complicados a un ritmo más rápido. Los profesores y los estudiantes también pueden comprobar su
trabajo con la calculadora y aprender de sus errores casi instantáneamente.
Las computadoras fueron introducidas por IBM a mediados de la década de 1980, pero tuvieron
dificultades para obtener un punto de apoyo debido a su tamaño y costo y la relativa inexperiencia
de los maestros en el uso de ellos. Asimismo, había pocos programas disponibles, y los pocos que
estaban principalmente enfocados sobre la instrucción de mecanografía o el aprendizaje de
memoria. Las aulas no fueron diseñadas para albergar tales equipos engorrosos y los presupuestos
escolares no tenían la flexibilidad para incorporar un equipo tan caro. En 1990, se dio un gran paso
adelante con la introducción de la Internet que permitió a los estudiantes completar la investigación
mucho más rápido y en mayor profundidad que buscar libros en la biblioteca local. Los estudiantes
también tenían la capacidad de aprender de personas de todo el mundo, ya que podrían crear y
compartir contenido. Los maestros tenían acceso a información, mapas y material académico que
estuvieron fuera de su alcance. En 2009, el 97% de colegios de EE.UU. tenían computadora y el
93% tenía acceso a Internet que les permitía a los estudiantes investigar, encontrar información sin
el profesor y explorar información como nunca antes fue posible (Arefeh, Levin y Lenhart,2002).
Todas estas herramientas han intentado mejorar la pedagogía y los resultados del aprendizaje. Cada
uno ha tenido cierto éxito y ha permitido una mayor retención de material (Burns,2013). En los
últimos años, los maestros se han enfrentado al desafío de incorporar las redes sociales en la
instrucción. Para los estudiantes, interactuar con las tecnologías de redes sociales contribuye al
desarrollo de su identidad, de hecho, tener acceso a casi todo el contexto ilimitado de la Web
permite a los estudiantes formar una comunidad heterogénea, lo que genera importantes
oportunidades de aprendizaje de un grupo diverso de pares.
La situación coyuntural, por otro lado es una oportunidad de reconectar a los estudiantes con el
conocimiento, dado que existe un notable empobrecimiento del uso adecuado de la tecnología en
los adolescentes, a pesar del hecho que la tecnología cumple un rol importante en la información y
culturización del ser humano, Brandon (2017), con el interés de conocer esta realidad, describió
que los adolescentes utilizan al menos 150 veces de manera discontinua el celular haciendo
diferentes revisiones con el propósito de recurrir a las funcionalidades distractoras y de hobbies,
por lo tanto, es el momento para que las escuelas puedan conectarse a los intereses sociales
existentes de los estudiantes en el aula y los estudiantes puedan encontrar el aprendizaje más
emocionante.
Ante la situación impuesta por el COVID-19 y habiendo citado diferentes posturas en la realidad
problemática sobre los beneficios y perjuicios de la enseñanza, la presente investigación propone
evaluar si los estudiantes pueden lograr un aprendizaje holístico por medios que anteriormente no
utilizaban para ese fin y en su lugar les ofrecía distracciones al término de las clases o en las pausas
activas entre los repasos de materias.
1.4. Objetivos
La tecnología se ha abierto camino en las aulas durante el último par de siglos reunidos con
distintos niveles de éxito, sin embargo, ningún avance ha impactado más en la educación que la
pizarra que hizo su primera aparición en principios del siglo XIX. En 1841, un educador declaró
que el inventor desconocido “no solo merece estar entre los mejores contribuyentes al aprendizaje
y la ciencia, sino entre los mayores benefactores de la humanidad”. Al mismo tiempo, otro escritor
elogió las pizarras por “reflejar el funcionamiento, el carácter y calidad de la mente individual”
(Gershon, 2017).
Mientras que la pizarra verde y tiza seguía siendo el punto focal de las aulas durante casi 200 años,
fue desplaza en algunas regiones por pizarras blancas y pizarrones inteligentes. Hoy, con el
advenimiento de libros online, computadoras portátiles, teléfonos móviles y tecnologías
emergentes, las escuelas deben evaluar qué tecnologías tendrán el mayor impacto tanto en el
aprendizaje como en la pedagogía. Todos estos recursos apoyan entornos de aprendizaje activo y
son fáciles de aprender para los profesores e implementar permitiendo un impacto significativo en
el aprendizaje, sin embargo, muchas escuelas también enfrentan una batalla ya que los
presupuestos limitados hacen que sea casi imposible para distritos con alta pobreza mantenerse al
día con los avances tecnológicos (Press, 2009).
Por otro lado, la tecnología por sí sola no genera un avance a la educación, puede ser también un
fracaso en determinados entornos, por lo tanto, las escuelas en distritos pobres, no pueden
permitirse comprar nueva tecnología e invertir en desarrollo, solo para ver que la tecnología
adquirida no es sostenible y se trata de un dispositivo ineficaz que pierde tiempo y conduce a pocas
mejoras educativas. Mientras los directores reconocen que el cambio debe ocurrir; a qué se parece
la plataforma de cambio y cómo actuar como un líder de cambio eficaz son las interrogantes
básicas del desafío (Fullan, 2010; Weick y Quinn, 1999).
La tecnología parece ofrecer el riesgo necesario frente a la recompensa y permitir que las escuelas
compren su acceso a un precio razonable y creen entornos de aprendizaje interesantes para
estudiantes (Catapano, 2017). Los adolescentes y niños de hoy pasan una cantidad excesiva de
tiempo frente a una pantalla (NewYork Times, 2019). The New York Times sostiene que esta
dependencia de la tecnología ha cambiado la forma en que los estudiantes aprenden y procesan la
información. Afirman que "Cada vez hay más evidencia de que el uso constante de la tecnología
puede afectar el comportamiento, particularmente los cerebros en desarrollo, debido a la fuerte
estimulación y los rápidos cambios de atención” (p.2). El cambio de atención puede haber causado
una variación en la forma en que los estudiantes procesan la información.
Kulik (1991) y Bialo y Sivin-Kachala, (1996) sugieren que los estudiantes tienen opiniones más
favorables y desarrollan una actitud más positiva sobre sus clases cuando las computadoras son una
pieza importante de instrucción. Lynch (2017) está de acuerdo y cree que la mejor perspectiva de
los estudiantes sobre la escuela está directamente relacionada con el compromiso más activo con el
material que los estudiantes disfrutan debido a la naturaleza interactiva de la tecnología.
Investigadores de la Purdue University (2019) señalaron que otro aspecto beneficioso en cuanto a
la implementación de tecnología fue el aumento de las habilidades de comunicación y colaboración
que los estudiantes mostraron porque existía la disponibilidad de tecnología en el aula, señalaron
específicamente que la tecnología permitió el trabajo en grupo, la colaboración entre compañeros
después del horario escolar y contacto con científicos, expertos en la materia y otros estudiantes de
todo el mundo.
Baker, Gearhart y Herman (1994) se centraron en los logros obtenidos por los profesores en su
pedagogía al usar la tecnología en las aulas. Ellos descubrieron a través de estudios empíricos que
el uso de computadoras obligó a los profesores a actualizar las prácticas docentes hacia un enfoque
más cooperativo y la reducción de las conferencias de los maestros a casi la mitad. Los estudios
centrados en el aumento de la creatividad de las lecciones cuando los maestros infundieron
tecnología consideran que su aprendizaje puede pasar de pasivo a activo cuando la tecnología se
infunde con éxito.
Champagne, (2013) también argumentan que es más probable que la instrucción sea auténtica y se
base en hechos reales, en este sentido los problemas del mundo son mejor estudiados cuando los
estudiantes se someten al material utilizando la tecnología.
La mayoría de las escuelas no tienen la capacidad de mantenerse al día con los avances en
tecnología (Heick, 2016; Lynch,2018). Citan los costos continuos y el desarrollo profesional que
serían necesarios. Kulik (1991) encontró que la instrucción por computadora no era beneficiosa
para todas las materias y no todos los profesores están debidamente preparados para introducir la
tecnología en el plan de estudios regular.
Lynch (2018) señalan que los estudiantes, especialmente los estudiantes de economía más baja, no
obtuvieron mejores resultados en pruebas que se centraron en vocabulario, comprensión de lectura,
conceptos matemáticos y trabajo-estudio debido al uso de la tecnología, mientras que Wenglinsky
(2002) encontró que los estudiantes que usan tecnología solo se desempeñan de tres a cinco
semanas con determinación, antes que su curiosidad disminuya y la inversión en computadoras sea
una pérdida.
La tecnología también plantea problemas con habilidades sociales y puede servir como una gran
distracción (Heick, 2016). Los estudiantes que participan en una versión animada del mundo
gastarán menos el tiempo que dedican a sus compañeros y profesores, puede carecer de la
capacidad básica para supervisar actividades de los estudiantes cuando se confía demasiado en la
tecnología. Curiosamente, la forma en que se infunde la tecnología parece hacer una tremenda
diferencia en las tasas de éxito.
Variedad de estudios sostienen que, si las computadoras se utilizan como recurso para mejorar la
instrucción, se logra un mayor éxito que si el enfoque está en usar la tecnología; la educación o
instrucción vienen después. Los maestros se dan cuenta de que agregar una herramienta en sí
mismo, no mejorará la instrucción. El equipo del blog de Kurzweil (2018) descubrió que el 75% de
los maestros encontraron ganancias positivas si se les brindara desarrollo profesional en cómo la
tecnología puede ayudarlos a reforzar o ampliar el contenido; Herold (2016) refiere a esto como
aprendizaje mixto. Las investigaciones sugieren que la tecnología es más eficaz cuando se utiliza
para el aprendizaje personalizado en lugar de la instrucción en grupo. Creen que la tecnología
brinda a los maestros la oportunidad de adaptar la educación a fortalezas académicas individuales,
intereses, motivaciones y ritmo. Parece que la tecnología ofrece una gran oportunidad, pero no es
una fórmula mágica para la instrucción (Wainwright, 2014), la mala instrucción sigue siendo
ineficaz incluso con las computadoras más nuevas.
Reuniendo las ideas de los diferentes autores se tiene que la educación puede mejorar aún más
cuando la tecnología está incorporada en prácticas de enseñanza ya sólidas. La clave es que el
desarrollo profesional apoye a los maestros motivados a medida que infunden nuevas herramientas
en su pedagogía existente (Wainwright, 2014).
Si los maestros cuentan con la tecnología y el profesional desarrollo para implementarlo, los
estudiantes pueden obtener enormes ganancias académicas (Christensen y Knezek, 2008). Un
metaanálisis de 2016 de 15 años de estudios de investigación, encontró que “los programas de
computadoras portátiles 1 a 1 tenían, en promedio, un impacto positivo y estadísticamente
significativo en los puntajes de las pruebas de los estudiantes en inglés, artes del lenguaje,
escritura, matemáticas y ciencias” (Herold, 2016, p. 1).
Nuevos hallazgos sugieren una importante intersección de tres vías entre las computadoras y las
tecnologías digitales, lograr que los estudiantes trabajen juntos y emplear herramientas y apoyos de
aprendizaje adicionales (Herold, 2016; Tamim y Borokhovski, 2011).
En investigaciones recientes, a los estudiantes se les brindo la capacitación necesaria para utilizar el
soporte informático y aprendizaje colaborativo, logrando ganancias de conocimiento
significativamente mayores, exhibieron mejores habilidades, y tenían percepciones más positivas
que sus contrapartes en manejo de tecnologías y aprendizaje individual (Chen y Wang, 2018).
Los estudiantes tienen diferentes estilos de aprendizaje y gravitar hacia diferentes estrategias de
enseñanza es una de las principales razones por las que se continúan desarrollando nuevas
investigaciones, por otro lado, un resultado común es que los profesores y los estudiantes rara vez
se ponen de acuerdo sobre la mejor metodología de aprendizaje (Schwartz, 2018).
Salsich (2018) identifica el aprendizaje constructivista como una de las metodologías más efectivas
para la mayoría de los estudiantes disponibles al aprendizaje o preocupados a descubrir el
conocimiento. El constructivismo como paradigma o cosmovisión postula que el aprendizaje es un
proceso activo y constructivo. El alumno es un constructor de información (Vygotsky, 1980). El
término se refiere a la idea de que los alumnos construyen conocimiento para ellos mismos, cada
alumno construye significado individualmente a medida que aprende (Hein,1991). Las personas
construyen o crean activamente sus propias representaciones subjetivas de la realidad objetiva. La
nueva información está vinculada a conocimientos previos, por lo que las representaciones son
subjetivas (Vygotsky, 1980).
La teoría de Vygotsky promueve el aprendizaje en contextos en los que los estudiantes desempeñan
un papel activo en el aprendizaje, aún más que las funciones del profesor, sin embargo, este último
no deja de interactuar, por lo tanto, el aprendizaje se convierte en una experiencia recíproca para
los alumnos y el profesor. El aprendizaje activo está impulsado por los estudiantes, les enseña a
aprender en colaboración con sus compañeros, y recurre a los maestros como dosificador de la
autoridad que tiene tradicionalmente sobre los estudiantes (Salsich, 2018). Los estudiantes, por otro
lado, toman mayor propiedad de la dirección y el progreso de su aprendizaje. Vander Ark (2019)
cree que esta estrategia de enseñanza es imperativa considerando los desafíos que enfrentan los
estudiantes al entrar en la fuerza laboral; enseñar a los estudiantes a ser dueños de su aprendizaje y
fomentar que utilicen la información de manera creativa es fundamental para el éxito en este siglo.
La creación de entornos de construcción activa de aprendizaje se centra en los estudiantes y
requiere de su colaboración, escuchar y memorizar. Esta teoría contradice la práctica de que los
alumnos actúen como cubos esperando que los profesores los llenen de conocimientos.
Una de las estrategias de evaluación más comunes para el aprendizaje situado el aprendizaje
basado (PBL) (Blogger, 2016). PBL es un enfoque integral para el aula, enseñanza y aprendizaje
que está diseñado para involucrar a los estudiantes en la investigación de auténticos problemas
(Blumenfeld et al., 2011). El aprendizaje basado en proyectos (ABP) es un modelo que organiza el
aprendizaje en torno a proyectos, según las definiciones encontradas en manuales de PBL para
maestros, los proyectos son tareas complejas, basadas en preguntas desafiantes o problemas, que
involucran a los estudiantes en el diseño, resolución de problemas, toma de decisiones o
actividades de investigación; les da a los estudiantes la oportunidad de trabajar de forma
relativamente autónoma durante largos períodos de tiempo; y culmina en presentaciones o
productos realistas (Jones, Rasmussen y Moffitt, 1997).
Otras características definitorias que se encuentran en la literatura incluyen contenido auténtico,
evaluación, facilitación del maestro, pero no dirección, metas educativas explícitas, cooperación -
aprendizaje, reflexión e incorporación de las habilidades de los tutores. Los proyectos de ABP se
centran en preguntas o problemas que llevan a los estudiantes al encuentro y lucha con los
conceptos y principios centrales de una disciplina. La creación de evaluaciones PBL para los
estudiantes permite respuestas creativas a situaciones difíciles como problemas. Los estudiantes se
convierten en investigadores, buscando información y soluciones como el maestro facilita el
aprendizaje y guía la investigación del estudiante. Esta auténtica estrategia de evaluación se
fortalece cuando los maestros conectan el aprendizaje con la asociación y la tecnología.
Si los estudiantes creen que vale la pena realizar una tarea, que pueden tener éxito en lograrlo, y los
estudiantes están apegados emocionalmente a ello, tendrán más probabilidades de estar motivados
para poner un gran esfuerzo en ello. Una de las claves para mejorar la motivación de los
estudiantes es apelar a lo que les interesa a ellos. Si el docente desea que los estudiantes se
involucren y estén motivados para aprender, deben encontrar a qué recursos los estudiantes tendrán
una reacción emocional y qué los inspirará. Los estudios muestran que los estudiantes prosperan y
es más probable que se mantengan comprometidos en lo que hacen cuando utilizan tecnología
(Kurzweil Blog, 2019).
Creando estudiantes empáticos que puedan relacionarse a los problemas actuales que enfrentan las
personas de todo el mundo, es más probable que los estudiantes participen en los temas e invertir
en los resultados. El uso de la tecnología es especialmente importante en las aulas de estudios en
las que los estudiantes perciben los estudios sociales como aburridos (Schug, 1982). Los mapas y
globos terráqueos anticuados no proporcionan un atractivo realista y los estudiantes pierden interés
rápidamente (Luck, 2018; Heick, 2016). Si los estudiantes perciben la tarea como aburrida o
demasiado difícil, evitarán la tarea, por al contrario las tareas que creen que son divertidas,
requieren una cantidad moderada de esfuerzo y son razonablemente gratificantes. Por tanto, la
naturaleza de la tarea y la percepción del estudiante de la importancia de la tarea se convierten en
factores clave que influyen en la motivación del estudiante para acercarse o evitar la tarea
(Blumenfeld, Mergendoller y Swarthout, 1987).
En general, cuando las personas reflexionan sobre su tiempo en la escuela, los recuerdos
probablemente consisten en un maestro y un libro de texto en el centro de la instrucción. Esta
pedagogía anticuada coloca un énfasis en dos fuentes de aprendizaje y elimina las oportunidades
para que los estudiantes sean activos en el proceso. Con la inclusión de tecnología educativa, los
estudiantes también pueden complementar su aprendizaje conectándose con grupos en línea y
comunidades virtuales en tiempo real, o colaborando en proyectos grupales con herramientas como
wikis y basadas en la nube (Himmelsbach, 2019).
Los instructores pueden proporcionar acceso al material del curso mediante la creación de portales
a través de sistemas de gestión del aprendizaje o proporcionando acceso a softwares específicos del
curso para cada alumno. A medida que la tecnología ha avanzado, también lo han hecho las
expectativas del maestro en el salón de clases. Ya no es aceptable dar una conferencia durante el
período de la clase y esperar a los estudiantes a que permanezcan atentos. Para los profesores, las
posibilidades son infinitas: desde utilizar herramientas de simulación para demostrar cómo se
desarrolla un huracán hasta utilizar la realidad virtual para situarlos en medio de ese fenómeno
(Himmelsbach, 2019).
Instruir a alguien ... no es cuestión de hacer que se comprometa con los resultados. Más
bien, es enseñarle a participar en el proceso que hace posible el establecimiento de
conocimientos. Enseñamos una asignatura para no producir poca vida en las bibliotecas
sobre ese tema, sino más bien para hacer que un estudiante piense matemáticamente para él
mismo, considerar las cosas como lo hace un historiador, participar en el proceso de
obtención del conocimiento. Saber es un proceso, no un producto (como se cita en
VirginiaTech, 2019, pág. 2).
Si uno altera su perspectiva del papel de un maestro en un aula desde el cuidador y proveedor de
conocimiento al facilitador del aprendizaje, es más fácil imaginar la importante de la asociación
que debe existir entre el profesor y la tecnología. La tecnología puede ayudar a cambiar el enfoque
de la educación más allá de aprender hechos discretos para participar de una manera que se
desarrolle ampliamente el conocimiento productivo (Gerard y Matuk, 2016).
2.2.5. Medir el desempeño y el compromiso de los estudiantes
Este es un tema complejo que no tiene una respuesta clara, el aprendizaje de los estudiantes puede
ser difícil de medir u observar. La creación de evaluaciones apropiadas que sean válidas y
confiables es fundamental si van a utilizar los datos para determinar las mejores prácticas en la
instrucción (Schacter, 2001; Gewertz, 2015).
Gregory y col. (2016) proporcionan un convincente argumento para que las lecciones se alineen
cuidadosamente respecto a los objetivos de aprendizaje, las actividades y la evaluación, cuando las
estrategias de enseñanza cambian, las estrategias de evaluación también deben adecuarse. Las
posibilidades incluyen la enseñanza de conceptos avanzados que se centran en utilizar el trabajo de
memoria, haciendo que las interacciones con la tecnología sean más inmersivas, agregando más
realismo y “señales” que se combinan para desencadenar la recolección más tarde, y aliviar y
mejorar la capacidad del estudiante para la aplicación del material del curso utilizando un orden
superior de habilidades como la comparación y el contraste. Por otro lado, proporcionar a los
estudiantes todos los entornos atractivos eliminarán la capacidad de atención y el enfoque de los
estudiantes en el aprendizaje del contenido más que en la interfaz (Mayer y Moreno, 2002). Con un
renovado enfoque, las tasas de retención de los estudiantes deben mejorar, lo que permite que los
estudiantes prosperen siempre que se ha creado una evaluación que permite la expresión del
aprendizaje activo que se ha tomado.
En el grupo de factores que influyen en las oportunidades para integrar con éxito la tecnología en el
aula y convertirla en parte del aprendizaje, se ha sugerido que las perspectivas de los profesores
sobre la enseñanza y su metodología de enseñanza tengan impacto. Esto significa que, si ven la
enseñanza como un proceso de información, transferir o utilizar un enfoque centrado en el maestro,
dentro del cual el maestro comunica la información a los estudiantes y utiliza diferentes
evaluaciones y técnicas para evaluar la memorización de datos; o si son profesores que ven el
aprendizaje como un proceso a través del cual se logra el cambio conceptual o ven la enseñanza
como un proceso que facilita el cambio conceptual, y por tanto utilizan el enfoque centrado en el
estudiante, donde se fomenta la independencia en el aprendizaje, discusión, debates y preguntas
entre los estudiantes y formas de evaluación a través del cual se evalúa el cambio conceptual
(Prosser y Trigwell, 1999).
Los mismos factores relacionados con las perspectivas de los profesores sobre la metodología de la
enseñanza, que han demostrado influir en el nivel de integración de la tecnología en el aula,
también se espera que tengan un impacto en la implementación exitosa del aprendizaje en línea, ya
que el cambio de la escuela al formato en línea incorpora el concepto de “aprendizaje flexible”.
Según este concepto, independientemente de si están en línea, las metodologías de enseñanza
utilizadas deben tener como objetivo estimular el aprendizaje en los estudiantes y los cursos deben
diseñarse con el objetivo de apoyar sus necesidades individuales (Huang et al., 2020).
Cambios en la educación, ya sea que se hagan cuando se consideren necesarios debido a medidas
preventivas contra la propagación de una pandemia o implementadas como parte de una mejor, se
ha demostrado que las reformas dentro del sistema educativo están asociadas a muchos más
factores de los que se pudieron prever, por tanto, como los cambios implican la creación de algo
inusual e incluyen todo lo que es diferente de las normas (Flamholtz y Randle, 2008), una solicitud
de cambio puede no ser aceptada fácilmente por las partes y por tanto, pueden encontrar
resistencia.
Los estudios en el campo de la educación han demostrado que el más alto nivel de resistencia al
cambio ocurre dentro de grupos que se abstienen a la cooperación por mantener su status quo. Los
estudios analizaron el conjunto de factores que pueden afectar la implementación de cambios
educativos y, en particular, cuando se requirió desarrollar las habilidades y conocimiento de líderes
educativos, profesores y estudiantes (Ibrahim et al., 2013). Mientras tanto, investigadores como
Palmer et al. (2009) señalaron varios otros factores que pueden animar o desanimar a las personas a
adaptarse a los cambios, incluyendo seguridad, condiciones económicas, autoridad, estatus,
responsabilidad, condiciones de trabajo, nivel de autosatisfacción o el tiempo y la dedicación
necesarios para implementar el cambio (Palmer et al. 2009, en Ibrahim et al., 2013).
Otros estudios relacionan factores que influyen en la resistencia de los docentes a cambiar factores
psicológicos, personales, escolares y organizativos. De acuerdo a un estudio que analizó los
factores psicológicos que pueden afectar la capacidad de los docentes para ser parte del cambio, los
maestros informan que se sienten incómodos, se sienten perdidos y tienen dudas y se preocupan
cuando se apartan de lo que saben y lo que les hace sentirse cómodos y moverse hacia algo que sea
inusual (Flamholtz y Randle, 2008; en Ibrahim et al., 2013).
Otros factores dentro del grupo que influyen en la resistencia de los profesores al cambio son el
estrés de los profesores, fatiga acumulada y agotamiento mental, que además de hacerlos resistente
al cambio, también puede afectar negativamente su desempeño y nivel de satisfacción (Margolis y
Nagal, 2006). En cuanto al grupo de factores personales (en particular, los factores identificados
como influir en el nivel de rechazo o aceptación de los cambios en el sistema de educación), en la
literatura se mencionan las siguientes: actitudes de personales hacia los cambios, nivel de
oportunidades de adaptación y confianza en el cambio de personal educativo, edad de los maestros
y tiempo apropiado para incorporar nuevos enfoques en sus metodologías de trabajo (Flamholts y
Randal, 2008), y discrepancias que tienen los docentes en relación con las estrategias de cambio
propuestas (VanVeen y Sleegers, 2006).
El nivel de compromiso que tienen los profesores a los niños/estudiantes y padres también se ha
identificado como un factor que contribuye al nivel de rechazo o aceptación del cambio (Mckenzie
y Scheurich, 2008). Entre los factores relacionados con la escuela o la cultura escolar, la forma en
que las normas y los valores se desarrollan, la forma en que se organiza el trabajo, las
características de las relaciones interpersonales, y cómo la escuela interpreta la necesidad de
cambio influye en las percepciones de los profesores sobre el cambio, la adaptación o el rechazo.
Además, el éxito del aprendizaje remoto o en línea y la gestión del cambio ha demostrado estar
influenciado por la forma en que se proporcionan las instrucciones y su nivel de claridad, por la
accesibilidad e idoneidad de los equipos tecnológicos, por el tiempo, por motivación y apoyo a la
participación en el aprendizaje online (Ibrahim et al., 2013)
Los efectos del uso de la tecnología en las instituciones educativas han sido investigados durante
muchos años por estudios en el campo de la educación, que han probado y divulgado que la
tecnología puede ayudar en varios procesos educativos (Hung y Yuen, 2010), tienen un resultado
positivo de impacto en el apoyo al aprendizaje de los estudiantes (Dyson et al., 2015), y ayudar a
los maestros al avance y desarrollo profesional (Manca y Raineri, 2017; Donelan, 2016). Por tanto,
la integración de la tecnología en el aula ha sido ampliamente promovido y apoyado en todo el
mundo (Cope y Ward, 2002).
Los avances tecnológicos requieren que los miembros de la carrera consideren nuevas formas de
prepararse, organizar, impartir y evaluar cursos y materiales de aprendizaje para la enseñanza en
línea (Pagliari, Batts y McFadden, 2009; Sorcinelli y Austin, 2006).
Bawane y Spector (2009) sostienen que las competencias necesarias para enseñar en línea no son
sustancialmente diferentes de las necesarias para enseñar cara a cara; se supone que la experiencia
docente de un miembro de la facultad sirve como base a la enseñanza en línea (Wray, Lowenthal,
Bates y Stevens, 2008). Sin embargo, algunos investigadores no están de acuerdo con esta idea y
explican que enseñar en la modalidad en línea es diferente a enseñaren en el aula y que el papel del
docente en línea es diferente al de un profesor enseñando en el aula (Ko y Rossen, 2017; Wray et
al., 2008), el docente en línea requiere un enfoque sobre el tiempo y el espacio de instrucción, las
técnicas de administración virtual y la capacidad de involucrar a los estudiantes a través de la
comunicación virtual (Easton, 2003).
Por otro lado, existe concordancia en que el docente en línea requiere de ciertas competencias,
definidas como “un conocimiento, habilidad o capacidad que le permite a uno realizar eficazmente
las actividades de una determinada ocupación o función según los estándares esperados en el
empleo” (Richey, Fields y Foxon, 2001, pág. 26). Los investigadores de la docencia en línea han
examinado las competencias en tecnologías (Guasch, Alvarez y Espasa, 2010). Los primeros
trabajos de Berge (1995) analizaron las condiciones de enseñanza en línea exitosa y categorizó
cuatro áreas de competencia: (1) pedagógica, (2) social, (3) gerencial y (4) técnico. Investigadores
posteriores (ampliaron el trabajo de Berge (1995) para describir las funciones, roles y
competencias, así, Williams (2003) define cuatro categorías generales para describir las
competencias del profesorado en la educación superior: (1) aprendizaje e instrucción, (2)
comunicación e interacción, (3) gestión y administración y (4) tecnología. Guasch y col. (2010)
analizado investigaciones anteriores sobre las competencias del profesorado para la enseñanza y el
aprendizaje en entornos virtuales, concluyó que el profesorado en línea asume una función de
diseño / planificación, función social, función instructiva, dominio tecnológico y dominio de
gestión.
El diseño del curso se identifica como una competencia pedagógica, junto con la implementación
del curso, facilitación y evaluación; el proceso de diseño del curso implica planificación de la
instrucción con los objetivos del curso, estrategias de instrucción, actividades y evaluaciones que se
alinean con los objetivos (Varvel, 2007). Las principales consideraciones al diseñar cursos están
definiendo las actividades apropiadas y carga de trabajo para los estudiantes (Napier, Dekhane y
Smith, 2011).
Los cursos necesitan organizarse en una estructura, un programa del curso y pautas del curso para
definir los requisitos. La división de información en módulos mejora el aprendizaje de los
estudiantes (Fein y Logan, 2003) y las estrategias efectivas para los cursos en línea incluyen
discusiones (De Gagne, 2009) y casos estudios. Los estudios de caso proporcionan ejemplos de la
vida real para mantener el interés, la motivación y la actividad de aprendizaje.
Varvel (2007) explica que el profesorado necesita evaluar la efectividad y el valor de los materiales
de aprendizaje para un curso, así como garantizar que los seleccionados se alineen con el contexto,
el plan de estudios y los resultados objetivos, también ajustar los materiales en función de la
credibilidad, la claridad, la validez, la fiabilidad, la precisión, la accesibilidad, usabilidad y calidad
de los recursos del curso.
Los materiales pueden incluir texto, audio, video y otros medios de entrega; y simulaciones para
ayudar a los estudiantes a comprender, interpretar e internalizar la nueva información (Varvel,
2007). Los profesores deben decidir si las evaluaciones deben rediseñarse para el curso en línea
(Fein y Logan, 2003). Los profesores deben diseñar evaluaciones considerando si los estudiantes
trabajarán individualmente o interactuar con compañeros en grupos, logrando un equilibrio entre
independiente, interactivo y actividades interdependientes (Gunawardena, 1992).
Los cursos también deben proporcionar a los estudiantes criterios en las calificaciones (Ko y
Rossen, 2017). El diseño del curso implica no solo la preparación de materiales, conferencias del
curso, actividades y evaluaciones por adelantado, pero también proporcionando expectativas claras
de las asignaciones y/o actividades y anticipar las preguntas de los estudiantes (Darabi et al., 2006).
El profesorado debe crear un curso donde los objetivos, la estructura, el contenido, las actividades,
las evaluaciones, los materiales y la interacción con los componentes del curso se hacen explícitos.
Varvel (2017) mencionan que los profesores deben aplicar una variedad de métodos de
comunicación activos, atractivos y efectivos, diálogo interno y formular respuestas efectivas. Los
profesores competentes tienen habilidades adecuadas de gestión del tiempo para que los
compromisos de estilo de vida no interfieren con la capacidad de impartir el curso.
El diseño y la planificación del curso requiere mucho tiempo y mucho más tiempo para un
principiante, ya que todos los objetivos, contenidos, actividades y evaluaciones del curso deben ser
rediseñados para un formato. La segunda vez que se imparte el curso en línea requiere menos
tiempo en comparación con la primera (Visser, 2000). Darabi y col. (2006) encontraron que las
cinco tareas principales en las que los profesores dedican la mayor parte de su tiempo son evaluar
la consecución de los objetivos de aprendizaje por parte de los alumnos, proporcionar
retroalimentación, inyectar preguntas antes que promover el pensamiento de orden superior y
proporcionar instrucciones para las tareas.
Los profesores también pasan tiempo fuera de clase prestando atención a los detalles del
desempeño de los estudiantes mientras monitorean a los estudiantes y mantienen registros
adecuados y registros de calificaciones (Darabi et al., 2006; Varvel, 2007).
Los profesores deben aprender a gestionar la asistencia, no solo para buscar ayuda para sus
problemas, sino también para garantizar que los alumnos reciban ayuda cuando sea necesario,
especialmente los estudiantes que utilizan tecnologías anticuadas o no cuente continuamente con
estos medios (Varvel, 2007).
Se espera cada vez más que manejen cursos de inscripción basados en la web, ya que los libros de
calificaciones en línea están convirtiéndose en una norma (Brooks, 2010). El repertorio de los
investigadores sobre los marcos de competencias, roles, requisitos y tareas para enseñar en línea es
un abanico de posibilidades, sin embargo, hay investigación limitada sobre la preparación de los
profesores para realizar estas competencias de enseñanza en línea, lo que es más importante, estas
competencias difieren para el profesorado por cultura, contextos, organizaciones y países (Aydin,
2005), que a su vez implica que la preparación variará por estos mismos factores. Por lo tanto, es
necesario seguir estudiando a los profesores y su disposición para enseñar en línea.
Downing y Dyment (2013) examinaron la preparación, así como las percepciones del docente, de
preparar a los futuros maestros en un entorno en línea y descubrió que los profesores consideraban
que la enseñanza en línea consumía mucho tiempo. En la investigación examinada, se encontró que
los profesores nuevos en la enseñanza en línea sentían falta de preparación y el apoyo técnico y
pedagógico necesario, y estrategias de gestión del tiempo.
Generalmente existen dos aspectos de la preparación que son indispensables: (1) actitud del
profesorado sobre la importancia de la enseñanza en línea y (2) las habilidades de los profesores
sobre su capacidad para enseñar en línea. La actitud se refiere al punto de vista que una persona
tiene sobre algo y su relevancia para ellos (Krosnick y Petty, 1995). Habilidad se refiere a la
capacidad de realizar (Ferguson, 1954). Varios investigadores han examinado las relaciones entre
actitud, capacidad y disposición (Logan y Johnston, 2009), sin embargo, los investigadores aún no
han examinado relaciones entre actitud, capacidad y preparación para la enseñanza en línea.
Denis, Watland, Pirotte y Verday (2004) enfatizan que los docentes califican las competencias que
promueven la interacción entre los estudiantes y la construcción de relaciones entre estudiantes e
instructores. En el estudio de Denis et al. (2004), los encuestados calificaron los roles pedagógicos
como los más importantes, en el estudio de Darabi et al. (2006) se demostró que los profesores dan
mayor importancia a los aspectos administrativos de la enseñanza, como registros y mantenimiento
de la precisión del curso; las cinco tareas principales que sus encuestados calificaron como
importantes incluyó revisar el curso para verificar su precisión, evaluar el logro de los objetivos de
aprendizaje de los alumnos y mantener la experiencia en su área temática.
La capacidad del instructor se conceptualiza como las creencias de los maestros sobre percepciones
de su propia competencia en la enseñanza, relacionadas con el uso de estrategias de instrucción y
eficacia de la enseñanza (Lee y Tsai, 2010). La investigación sobre la capacidad de enseñanza en
línea puede contribuir a comprender cómo la capacidad de los profesores afecta lo que hacen
cuando enseñan en línea y contribuir al desarrollo de recursos para satisfacer mejor las necesidades
de desarrollo del profesorado (Northcote, Gosselin y Reynaud, 2015).
Northcote y col. (2015) midieron la capacidad de enseñanza en línea, encuestando y cuestionando
las variaciones en la autoconfianza para realizar tareas docentes en línea, como la selección de
recursos tecnológicos, realizar interacción virtual, facilitar la migración de contenido, garantizar la
alineación del curso y establecimiento de la estructura del curso. Su estudio reveló que el
profesorado tenía el nivel más bajo de eficacia en la selección de recursos tecnológicos y máxima
autoeficacia en la alineación de cursos en línea, que consistía en alinear eficazmente los objetivos
de aprendizaje, las asignaciones del curso, las estrategias de evaluación y actividades de
aprendizaje dentro de los cursos en línea.
Aydin (2005) estudió las percepciones de capacidad e importancia para las competencias de
enseñanza en línea relacionadas con el uso de la tecnología, la comunicación, la gestión del tiempo,
educación en línea y contenido. Los resultados muestran que los profesores tienen una mayor
percepción de la importancia de estas competencias y aún menores percepciones de su capacidad
con respecto a las mismas, reconociendo que necesitan mejorar para desempeñarse mejor en la
enseñanza en línea.
Se observó que la percepción de la capacidad de enseñanza en línea mejoraba con los programas de
desarrollo profesional para profesores (Northcote et al., 2015).
Los estudios han expuesto las diferencias de variables en la enseñanza en línea. El estudio de Aydin
(2005) encontró que el género no tuvo ningún efecto en la percepción de los roles y competencias
de la facultad, sin embargo, Briggs (2005) encontró diferencias específicas de género en las
percepciones de la importancia de roles y competencias docentes. Chase (2002) encontró
diferencias de género en el diseño instruccional de la práctica, particularmente en el diseño de
cursos. Shea (2007) halló diferencias de género pertenecientes a motivaciones para enseñar en
línea. En otros estudios, los hombres calificaron su capacidad para usar tecnología educativa más
alto que las mujeres, pero ambos sexos tenían frecuencias similares de uso de tecnología (Spotts,
Bowman y Mertz, 1997).
Las mujeres docentes tendieron a explorar enfoques más relacionales para la enseñanza y el uso de
la tecnología para fines diferentes a los de los hombres (Campbell y Varnhagen, 2002), por lo tanto,
las diferencias de género relacionadas con la enseñanza con tecnología merecen una mayor
investigación.
Otros factores que influyen en las actitudes positivas hacia la enseñanza en línea son experiencia
previa en la enseñanza en línea, disponibilidad de cursos en línea, capacitación y mejores entornos,
retroalimentación de los estudiantes y flexibilidad de tiempo y horarios de enseñanza (Clay, 1999).
El estudio de Shea (2007) mostró que la cantidad de veces que los profesores habían enseñado en
línea era una consideración importante en qué tan motivados están los profesores en la modalidad
en línea; con más experiencia en esta modalidad, aumentan los niveles de confianza en uno mismo.
Los profesores con menos experiencia informan que les cuesta comunicarse debido a la ausencia de
interacción cara a cara, no están familiarizados con la pedagogía en línea efectiva, carecen de la
oportunidad de observar la enseñanza en línea antes de participar en ella, carecen de la oportunidad
de experimentar con las tecnologías de la enseñanza en línea, y no tienen tiempo suficiente para
aprender y enseñar en línea (Shea, 2007). Carril, Sanmamed y Sellés (2013) encontraron que los
profesores que tienen más experiencia docente en línea también tienen una mayor capacidad para
realizar actividades pedagógicas y desarrollar nuevas competencias en línea.
Clases presenciales
Al respecto, la norma recuerda que la prestación presencial del servicio educativo a escala nacional
en los colegios públicos y privados, en el año 2020, se inició el 4 de mayo de manera gradual, con
base en las recomendaciones de las instancias correspondientes según el estado de avance de la
emergencia sanitaria.
En el caso de los colegios privados, la norma, refrendada por el ministro de Educación, Martín
Benavides, señala que el servicio educativo a distancia puede ser prestado siempre y cuando tales
instituciones dispongan de las metodologías y herramientas apropiadas para este fin.
Para ello, los colegios privados deben definir estrategias orientadas al cumplimiento de los
objetivos del Currículo Nacional de Educación Básica.
El ministro Benavides explicó que “Aprendo en casa” tiene un plan de contenidos diarios, y que se
aprovechará el contexto del coronavirus para producir resultados y aprendizajes fundamentales, por
ejemplo, en el significado de ciudadanía.
“Queremos tener a la ciudadanía como eje central de esta etapa no presencial, y a partir de esta
orientación general se articulen todas las competencias: matemáticas, comunicación, historia, entre
otras", explicó en conferencia de prensa en Palacio de Gobierno.
Destacó que la plataforma “Aprende en casa” es una herramienta digital multicanal que comprende
internet para los hogares que tienen conexión a la red, pero también televisión y radios nacionales y
regionales.
“Hemos comprometido el apoyo de los directores regionales de educación para que nos apoyen y
llegar así a los estudiantes de las escuelas rurales más alejadas”, puntualizó.
2.5. Hipótesis
46
DEFINICIÓN DEFINICIÓN
VARIABLE DIMENSIÓN INDICADOR
CONCEPTUAL OPERACIONAL
APRENDIZAJE Salsich (2018) identifica el Se mide a través de i. Actitudes y a. Desarrollo de
DE LOS aprendizaje constructivista evaluaciones percepciones tareas
ESTUDIANTES como una de las estandarizadas. de los
metodologías más efectivas
b. Habilidad y
estudiantes recursos para
(Dependiente) para la mayoría de los terminar las
estudiantes disponibles al
aprendizaje o preocupados tareas
a descubrir el c. Entender y tener
conocimiento. El claridad en las
constructivismo como tareas
paradigma o cosmovisión d. Resuelve
postula que el aprendizaje ejemplos en
es un proceso activo y clase
constructivo.
47
3.1. Enfoque
Martínez y Ávila (2009) para referirse al enfoque cuantitativo, mencionan que:
Del objetivismo se desprende la concepción cuantitativa de la ciencia, cuyo objetivo de la
investigación consiste en establecer relaciones causales que supongan una explicación del
fenómeno que se va a observar (…) tiene un carácter nomotético, cuyo objetivo es llegar a
formular leyes generales; por lo regular utiliza el método hipotético-deductivo e
instrumentos cuantitativos.
3.2. Diseño
Para Hérnandez, Fernández y Baptista (2014) el diseño no experimental es aquel que:
(…) no se genera ninguna situación, sino que se observan situaciones ya existentes, no
provocadas intencionalmente en la investigación por quien la realiza. En la investigación
no experimental las variables independientes ocurren y no es posible manipularlas, no se
tiene control directo sobre dichas variables ni se puede influir en ellas, porque ya
sucedieron, al igual que sus efectos.
Es no experimental dado que se trata de datos existentes y recogidos sin antes haber generado una
manipulación de eventos.
Donde M es la muestra; O son las observaciones de las variables y r es la relación.
3.3. Nivel
El nivel es explicativo ya que:
Estos estudios están dirigidos a responder a las causas de los eventos, su objetivo se enfoca
a la explicación de los fenómenos, de ahí que también se les conozca como Estudios
Explicativos. Otras de sus funciones son establecer juicios, asegurando y determinando las
formas de resolver los problemas de investigación. Los estudios confirmatorios o
explicativos son más estructurados que los anteriores, de hecho, los abarcan, pero además
proporcionan un sentido de mayor comprensión del fenómeno u objeto de estudio. (Ortiz &
García, 2006)
El estudio esencialmente es de nivel explicativo, pues responderá a los efectos que ha generado el
cambio de método de enseñanza sobre el aprendizaje de los estudiantes.
3.4. Tipo
Tipo básica, ya que responderá un problema que alimenta la teoría y proporciona el fortalecimiento
de algunas bases, y en su defecto el debilitamiento de otras. (Sánchez Carlessi & Reyes Meza,
2006).
1234123412341234
4.2. Presupuesto
2. Bienes 104.40
• Material de escritorio. 14.40
Lapiceros. 6 unidades 0.50 3.00
Fólder manila. 1 docena 0.70 8.40
Corrector de papel. 2 unidades 0.50 1.00
Resaltador de texto. 2 unidades 5.00 10.00
• Soporte informático.
USB. 90.00
90.00
2 unidad 45.00
3. Servicios 1125.00
• Internet. 270 horas 1.00 270.00
• Impresión. 800 hojas 0.20 160.00
1600 copias 0.10 160.00
• Fotocopias.
6 unidades 20.00 120.00
• Anillado de reportes. 175.00
5 unidades 35.00
• Empastado de informes. 8 meses 240.00
• Movilidad Local
TOTAL 2729.40
4.3. Financiamiento
El financiamiento es con recursos del investigador
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Arefeh, S., Levin, D., y Lenhart, A. (2002). The digital disconnect: The widening gap between
internet savvy students and their schools. Recuperado de
http://www.pewinternet.org/2002/08/14/part-i-background-and-introduction/
Aydin, C. H. (2005). Turkish mentors’ perception of roles, competencies and resources for online
teaching. Turkish Online Journal of Distance Education, 6(3), 1–23.
Bawane, J., y Spector, J. M. (2009). Prioritization of online instructor roles: Implications for
competency-based teacher education programs. Distance Education, 30(3), 383–397.
Berge, Z. L. (1995). Facilitating computer conferencing: Recommendations from the field.
Educational Technology, 15(1), 22–30.
Bialo, E. R., y Sivin-Kachala, J. (1996). The effectiveness of technology in schools: A summary of
recent research. SLMQ, 25. Recuperado de
http://www.ala.org/aasl/sites/ala.org.aasl/files/content/aaslpubsandjournals/slr/edchoice/SL
MQ_EffectivenessofTechnologyinSchools_InfoPower.pdf
Blogger, C. (2016). Hard to do well: Project based learning and authentic learning design.
Education Week. Recuperado de
https://blogs.edweek.org/edweek/learning_deeply/2016/11/hard_to_do_well_project-
based_learning_and_authentic_learning_design.html
Blumenfeld, P. C., Soloway, E., Marx, R. W., Krajcik, J. S., Guzdial, M., y Palincsar, A. (2011).
Motivating project based learning: Sustaining the doing, supporting the learning.
Recuperado de https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/00461520.1991.9653139
Brandon, J. (2017). The surprising reason millennials check their phone 150 times a day.
Recuperado de https://www.inc.com/john-brandon/science-says-this-is-thereason-
millennials-check-their-phones-150-times-per-day.html
Briggs, S. (2005). Changing roles and competencies of academics. Active Learning in Higher
Education, 6(3), 256–268.
Briggs, S. (2014). The science of attention: How to capture and hold the attention of easily
distracted students. Informed. Recuperado de
https://www.opencolleges.edu.au/informed/features/30-tricks-for-capturingstudents-
attention/
Brooks, C. F. (2010). Toward “hybridised” faculty development for the twenty-first century:
Blending online communities of practice and face-to-face meetings in instructional and
professional support programmes. Innovations in Education and Teaching International,
47(3), 261–270.
Burns, M. (2013). Success, failure, and no significant differences: Charting a course for successful
educational technology integration. i-jet, 8(1), 38-45. Recuperado de
https://pdfs.semanticscholar.org/482a/80f53ab593d8df55f8c82d15858632f18d2f.pdf
Buzbee, L. (2014). The simple genius of the blackboard. Slate. Recuperado de
http://www.slate.com/articles/life/education/2014/10/a_history_of_the_blackboard_how_th
e_blackboard_became_an_effective_and_ubiquitous.html
Campbell, K., y Varnhagen, S. (2002). When faculty use instructional technologies: Using Clark’s
delivery model to understand gender differences. Canadian Journal of Higher Education,
32(1), 31–56.
Carril, P. C. M., Sanmamed, M. G., y Sellés, N. H. (2013). Pedagogical roles and competencies of
university teachers practicing in the e-learning environment. The International Review of
Research in Open and Distributed Learning, 14(3), 462–487.
Catapano, J. (2017). Technology in the classroom: Google’s virtual field trips. Teach Hub.com.
Recuperado de http://www.teachhub.com/technology-classroomgoogles-virtual-field-trips
Champagne, M. (2013). How technology has affected traditional teaching. Family Online Safety
Institute. Recuperado de https://www.fosi.org/good-digitalparenting/technology-affected-
traditional-teaching/
Chase, C. A. (2002). The impact of gender differences and levels of expertise in instructional
design (Doctoral dissertation). Wayne State University.
Chen, J., y Wang, M. (2018). Computers+collaboration=student learning. Education Week.
Recuperado de
https://blogs.edweek.org/edweek/DigitalEducation/2018/11/computers_collaboration_learn
ing_metaanalysis.html
Christensen, R., y Knezek, G. (2008). Instruments for assessing the impact of technology in
education. Computers in the Schools, 18(2-3), 5-25.
https://doi.org/doi.org/10.1300/J025v18n02_02
Clay, M. (n.d.). Faculty attitudes toward distance education at the State University of West Georgia.
Recuperado de http://www.westga.edu/~distance/attitudes.html
Collis, B. (1998). New didactics for university instruction: why and how? Computers y Education,
31(4), 373-393.
Cope, C., y Ward, P. (2002). Integrating learning technology into classrooms: The importance of
teachers' perceptions. Journal of Educational Technology y Society, 5(1), 67-74.
Coppola, N. W., Hiltz, S. R., y Rotter, N. G. (2002). Becoming a virtual professor: Pedagogical
roles and asynchronous learning networks. Journal of Management Information Systems,
18(4), 169–189. https://doi.org/10.1080/07421222.2002.11045703
Cox, J. (2019). How to motivate students in simple ways. TeachHub. Recuperado de
https://www.teachhub.com/how-motivate-students-simple-ways
Darabi, A. A., Sikorski, E. G., y Harvey, R. B. (2006). Validated competencies for distance
teaching. Distance Education, 27(1), 105–122.
De Gagne, M. (2009). A model of knowledge-sharing motivation. Human Resource Management,
48(4), 571–589.
Denis, B., Watland, P., Pirotte, S., y Verday, N. (2004). Roles and competencies of the e-tutor (pp.
150–157). Presented at the Networked Learning Conference, 2004, Lancaster.
Donelan, H. (2016). Social media for professional development and networking opportunities in
academia. Journal of further and higher education, 40(5), 706-729.
Downing, J. J., y Dyment, J. E. (2013). Teacher educators’ readiness, preparation, and perceptions
of preparing preservice teachers in a fully online environment: An exploratory study. The
Teacher Educator, 48(2), 96–109.
Dyson, B., Vickers, K., Turtle, J., Cowan, S., y Tassone, A. (2015). Evaluating the use of Facebook
to increase student engagement and understanding in lecture-based classes. Higher
Education, 69(2), 303-313.
Easton, S. S. (2003). Clarifying the instructor’s role in online distance learning. Communication
Education, 52(2), 87–105.
Fein, A. D., y Logan, M. C. (2003). Preparing instructors for online instruction. New Directions for
Adult and Continuing Education, 2003(100), 45–55. https://doi.org/10.1002/ace.118
Ferguson, G. A. (1954). On learning and human ability. Canadian Journal of Psychology 8(2), 95–
112.
Ferlazzo, L. (2011). Helping students motivate themselves. Education Week. Recuperado de
https://www.edweek.org/tm/articles/2011/04/05/tln_ferlazzo.html
Flamholtz, E. G., y Randle, Y. (2008). Leading strategic change. Cambridge: Cambridge University
Press.
Fullan, M. (2010). All systems go: The change imperative for whole system reform. Thousand
Oaks, CA: Corwin Press.
Gerard, L., y Matuk, C. (2016). Technology as Inquiry Teaching Partner. Journal of Science
Teacher Education, 27. Recuperado de https://link.springer.com/article/10.1007/s10972-
016-9457-4
Gershon, L. (2017). How blackboards transformed American education. JSTOR Daily. Recuperado
de https://daily.jstor.org/how-blackboardstransformed-american-education/
Gewertz, C. (2015). Searching for clarity on formative assessments. Education Week. Recuperado
de https://www.edweek.org/ew/articles/2015/11/11/searching-for-clarity-on-formative-
assessment.html
Goode, J. (2007). Empowering or disempowering the international Ph. D. student? Constructions
of the dependent and independent learner. British Journal of Sociology of Education, 28(5),
589-603.
Goode, S., Willis, R. A., Wolf, J. R., y Harris, A. L. (2007). Enhancing IS education with flexible
teaching and learning.
Goodyear, P., Salmon, G., Spector, J. M., Steeples, C., y Tickner, S. (2001). Competences for
online teaching: A special report. Educational Technology Research and Development,
49(1), 65–72.
Gregory, S., Lee, M. J., Delagarno, B., y Tynan, B. (2016). Learning in virtual worlds. Edmonton,
Canada: AU Press.
Guasch, T., Alvarez, I., y Espasa, A. (2010). University teacher competencies in a virtual
teaching/learning environment: Analysis of a teacher training experience. Teaching and
Teacher Education, 26(2), 199–206.
Gunawardena, C. N. (1992). Changing faculty roles for audiographics and online teaching.
American Journal of Distance Education, 6(3), 58–71.
Hartman, D. (2019). Advantages and disadvantages of traditional assessments. bizfluent.
Recuperado de https://bizfluent.com/info-8475094advantages-disadvantages-traditional-
assessment.html
Heick, T. (2016). 5 problems with technology in the classroom. Teachthought. Recuperado de
https://www.teachthought.com/technology/5-problems-withtechnology-in-classrooms/
Hein, G. E. (1991). Constructivist learning theory. Exploratorium. Recuperado de
https://www.exploratorium.edu/education/ifi/constructivist-learning
Herold, B. (2016). Technology in education: An overview. Education Week, 1-10.
Himmelsbach, V. (2019). How does technology impact student learning? Recuperado de
https://tophat.com/blog/how-does-technology-impact-student-learning/
Honey, M., Culp, K. M., y Carrigg, F. (2000). Perspectives on technology and education research:
Lessons from the past and present. Journal of Educational Computing Research, 23(1), 5-
14.
Huang, R.H., Liu, D.J., Tlili, A., Yang, J.F., Wang, H.H., et al. (2020). Handbook on Facilitating
Flexible Learning During Educational Disruption: The Chinese Experience in Maintaining
Undisrupted Learning in COVID-19 Outbreak. Beijing: Smart Learning Institute of Beijing
Normal University.
Hung, H. T., y Yuen, S. C. Y. (2010). Educational use of social networking technology in higher
education. Teaching in higher education, 15(6), 703-714.
Ibrahim, A., Al-Kaabi, A., y El-Zaatari, W. (2013). Teacher resistance to educational change in the
United Arab Emirates. International Journal of Research Studies in Education, 2(3), 2536.
Jacobs, H. H. (Ed.). (2010). Power down. Curriculum 21: Essential education for a changing world,
pp. 186-194). Alexandria, VA: ASCD.
Johnston, B. (2016). The teenage attention span vs. a goldfish, who’s winning? Your Teen for
parents. Recuperado de https://yourteenmag.com/teenager-school/teens-
highschool/teenage-attention-span
Jones, L., Stall, G., y Yarbrough, D. (2013). The importance of professional learning communities
for school improvement. Creative Education, 4(5), 357361.Recuperado de
http://file.scirp.org/pdf/CE_2013051614253738.pdf
Ko, S., y Rossen, S. (2017). Teaching online: A practical guide. Oxon: Routledge.
Krosnick, J. A., y Petty, R. E. (1995). Attitude strength: An overview. Attitude strength:
Antecedents and Consequences, 1, 1–24.
Kulik, J. A. (1991). Effectiveness of computer-based instruction: An updated analysis. Computers
in human behavior, 7(1), 75-94. Recuperado
deVhttps://deepblue.lib.umich.edu/bitstream/handle/2027.42/29534/0000622.pdf
Kurzweil Blog Team. (2018). 5 positive effects technology has on teaching and learning.
Recuperado de www.kurzweiledu.com
Lee, M. H., y Tsai, C.-C. (2010). Exploring teachers’ perceived self efficacy and technological
pedagogical content knowledge with respect to educational use of the World Wide Web.
Instructional Science, 38(1), 1–21.
Lichoro, D. M. (2015). Faculty readiness for transition to teaching online courses in the Iowa
Community College Online Consortium (Unpublished doctoral dissertation). Iowa State
University, Iowa.
Logan, S., y Johnston, R. (2009). Gender differences in reading ability and attitudes: Examining
where these differences lie. Journal of Research in Reading, 32(2), 199–214.
Luck, M. (2018). Five reasons students hate history and what you can do to change that! A Lesson
Plan for Teachers, 1-13.
Lundin, R. (1999) Flexible Teaching and Learning: Perspectives and Practices, UniServe
ScienceNews.
Lynch, M. (2018). How teachers can and should use technology in the classroom. Education Week.
Recuperado de
https://blogs.edweek.org/teachers/teaching_ahead/2018/10/how_teachers_can_and_should_
use_technology_in_the_classroom.html
Lynch, M. (2019). Can digital equity close the achievement gap. Recuperado de
http://blogs.edweek.org/edweek/education_futures/2017/07/can_digital_equity_close_the_a
chievement_gap.html
Manca, S., y Ranieri, M. (2017). Exploring digital scholarship: A study on use of social media for
scholarly communication among Italian academics. In Research 2.0 and the impact of
digital technologies on scholarly inquiry (pp. 117-142). IGI Global.
Margolis, J., y Nagel, L. (2006). Education reform and the role of administrators in mediating
teacher stress. Teacher Education Quarterly, 33(4), 143-159.
Mayer, R. E., y Moreno, R. (2002). Aids to computer-based multimedia learning. Learning and
Instruction, 12(1), 107-119. https://doi.org/https://doi.org/10.1016/S0959-4752(01)00018-4
McKenzie, K. B., y Scheurich, J. J. (2008). Teacher resistance to improvement of schools with
diverse students. International Journal of Leadership in Education, 11(2), 117-133.
Montgomery, K. (2010). Authentic tasks and rubrics: Going beyond traditional assessments in
college teaching. College Teaching, 50(1), 34-40.
https://doi.org/doi.org/10.1080/87567550209595870
Moore, M. G. (1993). Theory of transactional distance. Theoretical Principles of Distance
Education, 1, 22–38.
Napier, N. P., Dekhane, S., y Smith, S. (2011). Transitioning to blended learning: Understanding
student and faculty perceptions. Journal of Asynchronous Learning Networks, 15(1), 20–
32.
New York Times. (2019). Technology changing how students learn, teachers say. The New York
Times. Recuperado de www.nyti.ms/W8Zv7M
Northcote, M., Gosselin, K., y Reynaud, D. (2015). Navigating learning journeys of online
teachers: Threshold concepts and self-efficacy. Issues in Educational Research, 25(3), 319–
344.
Pagliari, L., Batts, D., y McFadden, C. (2009). Desired versus actual training for online instructors
in community colleges. Recuperado de http://thescholarship.ecu.edu/handle/10342/2176
Palmer, I., Dunford, R., y Akin, G. (2009). Ed 2. Managing Organizational Change-A Multiple
Perspective Approach.
Pellegrino, J. W., Chudowsky, N., y Glaser, R. (2001). Knowing what students know: The science
and design of educational assessment. ERIC. Recuperado de https://eric.ed.gov/?
id=ED458233
Pintrich, P. y Schunk, D. (1996) in Education: Theory, Research, and Applications.
Polly, D., Mims, C., Shepherd, C. E., e Inan, F. (2009). Evidence of impact: Transforming teacher
education with preparing tomorrow’s teachers to teach with technology grants. Recuperado
de www.elsevier.com/locate/tate
Press, A. (2009). New budget year brings more turmoil for states. Education Week. Recuperado de
https://www.edweek.org/ew/articles/2009/07/05/285896bcusstatebudgetstroublehead_ap.ht
ml
Prosser, M., y Trigwell, K. (1999). Understanding learning and teaching: The experience in higher
education. McGraw-Hill Education (UK).
Purdue University. (2018). The evolution of technology in the classroom. Recuperado de
https://online.purdue.edu/ldt/learning-design-technology/resources/evolutiontechnology-
classroom
Redmond, P. (2011). From face-to-face teaching to online teaching: Pedagogical transitions. In G.
Williams, P. Statham, N. Brown, y B. Cleland (Eds.), Proceedings ASCILITE 2011: 28th
Annual Conference of the Australasian Society for Computers in Learning in Tertiary
Education: Changing Demands, Changing Directions (pp. 1050–1060). Gold Coast,
Australia: Australasian Society for Computers in Learning in Tertiary Education
(ASCILITE).
Richey, R. C., Fields, D. C., y Foxon, M. (2001). Instructional design competencies: The standards
(3rd ed.). Syracuse, NY: ERIC Clearinghouse on Information y Technology.
Salsich, J. (2018). Moving from passive to active learning: Four ways to overcome student
resistence. Education Week. Recuperado de
https://blogs.edweek.org/edweek/next_gen_learning/2018/08/moving_from_passive_to_act
ive_learning_four_ways_to_overcome_student_resistance.html
Schacter, J. (1996). The impact of education technology on student achievement: What the most
current research has to say. Milken Exchange on education technology, 1-10.
Schacter, S. B. (2001). Classroom contradictions. Education Week. Recuperado de
https://www.edweek.org/ew/articles/2001/03/07/25boris-schacter.h20.html
Schug, M. (1982). Why kids don’t like social studies. ERIC, 1-23.
Schwartz, S. (2018). Learning styles aren’t a reliable way to categorize students study says.
Education Week. Recuperado de
https://blogs.edweek.org/teachers/teaching_now/2018/12/learning_styles_not_reliable.html
Shea, P. (2007). Bridges and barriers to teaching online college courses: A study of experienced
faculty in thirty-six colleges. Journal of Asynchronous Learning Networks, 11(2), 73–128.
Situated Learning. (2010). Recuperado de
https://www.niu.edu/facdev/_pdf/guide/strategies/situated_learning.pdf
Sorcinelli, M. D., y Austin, A. E. (2006). Developing faculty for new roles and changing
expectations. Effective Practices for Academic Leaders, 1(11), 1–16.
Spotts, T., Bowman, M., y Mertz, C. (1997). Gender and use of instructional technologies: A study
of university faculty. Higher Education, 34(4), 421–436.
Tamim, R. M., y Borokhovski, B. E. (2011). What forty years of research says about the impact of
technology on learning: A second-order meta-analysis and validation study. Education
Weekly. https://doi.org/10.3102/0034654310393361
Van Veen, K., y Sleegers, P. (2006). How does it feel? Teachers' emotions in a context of change.
Journal of Curriculum studies, 38(1), 85-111.
Vander Ark, T. (2019). Last words on innovation. Education Week. Recuperado de
https://blogs.edweek.org/edweek/on_innovation/2019/01/last_words_on_innovation.html
Varvel, V. E. (2007). Master online teacher competencies. Online Journal of Distance Learning
Administration, 10(1), 1–41.
Virginia Tech. (2019). The pedagogy of technology integration. Recuperado de
https://scholar.lib.vt.edu/ejournals/JOTS/v32/v32n2/okojie.html
Visser, J. A. (2000). Faculty work in developing and teaching web-based distance courses: A case
study of time and effort. American Journal of Distance Education, 14(3), 21–32.
https://doi.org/10.1080/08923640009527062
Volery, T. (2000). Critical success factors in online education [Electronic version]. The
International Journal of Educational Management, 14(5), 216–223.
Voogt, J., y Knezek, G. (2008). Technology in primary and seconday education. Boston, MA:
Springer.
Vygotsky, L. S. (1980). Mind in society: The development of higher psychological processes.
Boston, MA: Harvard University Press.
Wainwright, A. (2014). 6 potential issues for bringing technology into the classroom. securedge.
Recuperado de https://www.securedgenetworks.com/blog/6-Potential-Issues-of-
BringingTechnology-in-the-Classroom
Weick, K. E., y Quinn, R. E. (1999). Organizational change and development. Annual Review of
Psychology, 361-387. Recuperado de arjournals.annualreviews.org
Wenglinsky, H. (2002). How schools matter:The link between teacher classroom practicesand
student academic performance. Educational Policy, 10(12), 1-30.
Williams, P. E. (2003). Roles and competencies for distance education programs in higher
education institutions. The American Journal of Distance Education, 17(1), 45–57.
Wray, M., Lowenthal, P. R., Bates, B., y Stevens, E. (2008). Investigating perceptions of teaching
online y f2f. Academic Exchange Quarterly, 12(4), 243–248.
Young, J. R. (1997). Rethinking the role of the professor in an age of high-tech tools. Chronicle of
Higher Education, 44(6), 26–28.
47
ANEXOS
Anexo N° 01: Matriz de consistencia
ESTUDIANTE:
NÚMERO DE INASISTENCIAS:
CALIFICACIÓN
DIMENSIÓN INDICADOR VIGECIMAL
i. Actitudes y percepciones de los
estudiantes Desarrollo de tareas
Habilidad y recursos para terminar las
tareas
Entender y tener claridad en las tareas
Resuelve ejemplos en clase
ii. Adquisición e integración del
conocimiento Construye sentido para el conocimiento
Organiza el conocimiento
Almacena el conocimiento
iii. Uso significativo del conocimiento Toma de decisiones
Resolución de problemas
Invención
Indagación experimental
Investigación
Análisis
iv. Hábitos mentales Precisión y claridad
Disposición
Contiene la impulsividad
Responde de manera apropiada
Identifica y usa los recursos necesarios
Retroalimentación
ESTUDIANTE
EDAD AÑOS (___) MESES (___)
SEXO HOMBRE (___) MUJER (___)
DECLARACIÓN JURADA
DE ORIGINALIDAD DE TRABAJO DE INVESTIGACIÓN
……………………………………
DNI Nº _____________________
Artículo 411.- El que, en un procedimiento administrativo, hace una falsa declaración en relación a hechos o circunstancias que
le corresponde probar, violando la presunción de veracidad establecida por ley, será reprimido con pena privativa de libertad no
menor de uno ni mayor de cuatro años.
Art. 4. Inciso 4.12 del Reglamento del Registro Nacional de Trabajos de Investigación para optar grados académicos y títulos
profesionales –RENATI Resolución de Consejo Directivo Nº 033-2016-SUNEDU/CD
60