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Las reacciones químicas (también llamadas cambios químicos o fenómenos químicos) son procesos termodinámicos de
transformación de la materia. En estas reacciones intervienen dos o más sustancias (reactivos o reactantes), que
cambian significativamente en el proceso, y pueden consumir o liberar energía para generar dos o más sustancias
llamadas productos.
Toda reacción química somete a la materia a una transformación química, alterando su estructura y composición
molecular (a diferencia de los cambios físicos que sólo afectan su forma o estado de agregación). Los cambios
químicos generalmente producen sustancias nuevas, distintas de las que teníamos al principio.
Las reacciones químicas pueden darse de manera espontánea en la naturaleza (sin que intervenga el ser humano), o
también pueden ser generadas por el ser humano en un laboratorio bajo condiciones controladas.
Muchos de los materiales que empleamos a diario son obtenidos industrialmente a partir de sustancias más simples
combinadas mediante una o diversas reacciones químicas.
Los cambios físicos de la materia son aquellos que alteran su forma sin cambiar su composición, es decir, sin modificar
el tipo de sustancia del que se trata.
Estos cambios tienen que ver con los cambios de estado de agregación de la materia (sólido, líquido, gaseoso) y otras
propiedades físicas (color, densidad, magnetismo, etc).
Los cambios físicos suelen ser reversibles ya que alteran la forma o el estado de la materia, pero no su composición. Por
ejemplo, al hervir agua podremos convertir un líquido en un gas, pero el vapor resultante sigue compuesto por
moléculas de agua. Si congelamos el agua, pasa al estado sólido pero igualmente sigue siendo químicamente la misma
sustancia.
Los cambios químicos alteran la distribución y los enlaces de los átomos de la materia, logrando que se combinen de
manera distinta obteniéndose así sustancias diferentes a las iniciales, aunque siempre en una misma proporción, pues la
materia no puede crearse ni destruirse, sólo transformarse.
Por ejemplo, si hacemos reaccionar agua (H2O) y potasio (K), obtendremos dos sustancias nuevas: hidróxido de potasio
(KOH) e hidrógeno (H2). Esta es una reacción que normalmente libera mucha energía y, por tanto, es muy peligrosa.
Las reacciones químicas son generalmente procesos irreversibles, es decir, involucran la formación o destrucción
de enlaces químicos entre las moléculas de los reactivos, generando una pérdida o ganancia de energía.
En una reacción química la materia se transforma profundamente, aunque en ocasiones esta recomposición no pueda
apreciarse a simple vista. Aun así, las proporciones de los reactivos pueden medirse, de lo cual se ocupa la
estequiometría.
Por otro lado, las reacciones químicas generan productos determinados dependiendo de la naturaleza de los reactivos,
pero también de las condiciones en que la reacción se produzca.
Otra cuestión importante en las reacciones químicas es la velocidad a la que ocurren, ya que el control de su velocidad
es fundamental para su empleo en la industria, la medicina etc. En este sentido, existen métodos para aumentar o
disminuir la velocidad de una reacción química.
Un ejemplo es el empleo de catalizadores, sustancias que aumentan la velocidad de las reacciones químicas. Estas
sustancias no intervienen en las reacciones, sólo controlan la velocidad a la que ocurren. También existen sustancias
llamadas inhibidores, que se emplean de la misma forma pero provocan el efecto contrario, es decir, disminuyen la
velocidad de las reacciones.
Las reacciones químicas se representan mediante ecuaciones químicas, es decir, fórmulas en las que se describen los
reactivos participantes y los productos obtenidos, a menudo indicando determinadas condiciones propias de la reacción,
como la presencia de calor, catalizadores, luz etc.
La primera ecuación química de la historia fue redactada en 1615 por Jean Beguin, en uno de los primeros tratados
sobre química, el Tyrocinium Chymicum. Hoy son de enseñanza común y gracias a ellas podemos visualizar con mayor
facilidad lo que está ocurriendo en una reacción determinada.
Donde:
Las reacciones químicas pueden clasificarse según el tipo de reactivos que reaccionan. En base a esto, se pueden
distinguir reacciones químicas inorgánicas y reacciones químicas orgánicas. Pero antes, es importante conocer algunos
de los símbolos que se utilizan para representar dichas reacciones mediante ecuaciones químicas:
Reacciones inorgánicas. Involucran compuestos inorgánicos, y pueden ser clasificadas de la siguiente forma:
Reacciones endoluminosas. Se necesita luz para que ocurra la reacción. Por ejemplo: la fotosíntesis.
Reacciones exoluminosas. Se desprende luz cuando ocurre la reacción. Por ejemplo:
Reacciones endoeléctricas. Se necesita energía eléctrica para que la reacción ocurra. Por ejemplo:
Reacciones exoeléctricas. Se desprende o se genera energía eléctrica cuando ocurre la reacción. Por
ejemplo:
Reacciones irreversibles. Se dan en un solo sentido, es decir, los reactivos se transforman en productos y
no puede ocurrir el proceso contrario. Por ejemplo:
Reacciones orgánicas. Involucran compuestos orgánicos, que son los que están relacionados con la base de la vida.
Dependen del tipo de compuesto orgánico para su clasificación, ya que cada grupo funcional posee un rango de
reacciones específicas. Por ejemplo, los alcanos, alquenos, alquinos, alcoholes, cetonas, aldehídos, éteres, ésteres,
nitrilos, etc.
Halogenación de alquenos. Se sustituyen dos de los hidrógenos presentes en los carbonos que forman el doble
enlace.
Hidrogenación de alquenos. Se agregan dos hidrógenos al doble enlace, de esta forma se produce el alcano
correspondiente. Esta reacción ocurre en presencia de catalizadores como platino, paladio o níquel.
La existencia de seres vivos de todo tipo es únicamente posible gracias a la capacidad de reacción de la materia,
que permitió a las primeras formas celulares de vida intercambiar energía con su entorno mediante rutas metabólicas,
o sea, mediante secuencias de reacciones químicas que arrojaban más energía útil de la que consumían.
Por ejemplo, en nuestra vida diaria la respiración está compuesta por múltiples reacciones químicas, que también están
presentes en la fotosíntesis de las plantas.
Las reacciones químicas requieren de un tiempo estipulado para suceder, el cual varía dependiendo de la naturaleza de
los reactivos y del entorno en el que la reacción se produzca.
Los factores que afectan la velocidad de las reacciones químicas por lo general suelen ser:
Aumento de temperatura. Las altas temperaturas tienden a aumentar la velocidad de las reacciones químicas.
Aumento de la presión. Al aumentar la presión se suele aumentar la velocidad de las reacciones químicas. Esto
ocurre generalmente cuando reaccionan sustancias que son sensibles a los cambios de presión, como son los gases.
En el caso de líquidos y sólidos, los cambios de presión no provocan cambios importantes en la velocidad de sus
reacciones.
Estado de agregación en que se encuentren los reactivos. Los sólidos suelen reaccionar más lentamente que los
líquidos o los gases, aunque la velocidad también dependerá de la reactividad de cada sustancia.
Empleo de catalizadores (sustancias que se emplean para aumentar la velocidad de las reacciones
químicas). Estas sustancias no intervienen en las reacciones, solo controlan la velocidad a la que ocurren. También
existen sustancias llamadas inhibidores, que se emplean de la misma forma pero provocan el efecto contrario, es
decir, disminuyen la velocidad de las reacciones.
Energía luminosa (Luz). Algunas reacciones químicas son aceleradas cuando se les hace incidir luz.
Concentración de los reactivos. La mayoría de las reacciones químicas ocurren más rápido si tienen una alta
concentración de sus reactivos.
Biomoléculas
Los lípidos poseen un costado hidrófobo, es decir, que repele el agua.
Las biomoléculas o moléculas biológicas son todas aquellas moléculas propias de los seres vivos, ya sea como producto
de sus funciones biológicas o como constituyente de sus cuerpos. Se presentan en un enorme y variado rango de
tamaños, formas y funciones. Las principales biomoléculas son los carbohidratos, las proteínas, los lípidos, los
aminoácidos, las vitaminas y los ácidos nucleicos.
El cuerpo de los seres vivos está conformado principalmente por combinaciones complejas de seis elementos
primordiales: el carbono (C), el hidrógeno (H), el oxígeno (O), el nitrógeno (N), el fósforo (P) y el azufre (S). Esto se debe a
que estos elementos permiten:
La formación de enlaces covalentes (que comparten electrones) sumamente estables (simples, dobles o triples).
La formación de esqueletos tridimensionales de carbono.
La construcción de múltiples grupos funcionales con características sumamente distintas y particulares.
Por esta razón, las biomoléculas suelen estar constituidas por este tipo de elementos químicos. Las biomoléculas
comparten una relación fundamental entre estructura y funciones, en la que interviene también el entorno en el que se
encuentran. Por ejemplo, los lípidos poseen una parte hidrófoba, o sea, que repele el agua, por lo que suelen
organizarse en presencia de ella de modo tal que los extremos hidrófilos (atraídos por el agua) queden en contacto con
el entorno y los hidrófobos queden a su resguardo. Este tipo de funciones son fundamentales para la comprensión del
funcionamiento bioquímico de los organismos vivientes.
Biomoléculas inorgánicas
Las biomoléculas inorgánicas son todas aquellas que no están basadas en el carbono, excepto algunas como el CO2(g) y
en CO. Estas pueden ser parte tanto de los seres vivientes como de los objetos inanimados, pero no por eso dejan de
ser indispensables para la existencia de la vida. Estos tipos de biomoléculas no forman cadenas de monómeros como en
el caso de las orgánicas, es decir, no forman polímeros, y pueden estar formadas por distintos elementos químicos.
Algunos ejemplos de biomoléculas inorgánicas son el agua, determinados gases como el oxígeno (O2) o el hidrógeno (H2),
el NH3 y el NaCl.
Biomoléculas orgánicas
Las biomoléculas orgánicas son producto de las reacciones químicas propias del cuerpo.
Las biomoléculas orgánicas están basadas en la química del carbono. Estas biomoléculas son producto de las reacciones
químicas del cuerpo o del metabolismo de los seres vivientes. Están constituidas fundamentalmente por carbono (C),
hidrógeno (H) y oxígeno (O). También pueden tener como parte de su estructura elementos metálicos como hierro (Fe),
cobalto (Co) o níquel (Ni), en cuyo caso se llamarían oligoelementos. Cualquier proteína, aminoácido, lípido,
carbohidrato, ácido nucleico o vitamina es un buen ejemplo de este tipo de biomoléculas.
Funciones estructurales. Las proteínas y los lípidos sirven como materia de sostén de las células, manteniendo la
estructura de membranas y tejidos. Los lípidos también constituyen la reserva de energía en los animales y
las plantas.
Funciones de transporte. Algunas biomoléculas sirven para movilizar nutrientes y otras sustancias a lo largo del
cuerpo, dentro y fuera de las células, uniéndose a ellas mediante enlaces específicos que luego pueden romperse.
Un ejemplo de este tipo de biomolécula es el agua.
Funciones de catálisis. Las enzimas son biomoléculas capaces de catalizar (acelerar) la velocidad de determinadas
reacciones químicas sin formar parte de la reacción, por tanto, no constituyen ni un reactivo, ni un producto. Estos
tipos de biomoléculas regulan un numeroso grupo de procesos químicos y biológicos que ocurren en el cuerpo
humano, de los animales y las plantas. También existen los inhibidores, que son moléculas que disminuyen la
velocidad de determinadas reacciones químicas y, por tanto, también intervienen en la regulación de los procesos
químicos y biológicos. Ejemplos de enzimas son la amilasa, que se produce en la boca y permite descomponer
moléculas de almidón, y la pepsina, que se produce en el estómago y permite descomponer proteínas en
aminoácidos.
Funciones energéticas. La nutrición de los organismos vivos puede ser autótrofa, cuando son capaces de sintetizar
los compuestos fundamentales para su metabolismo a expensas de moléculas inorgánicas (sin depender de otro ser
vivo), o heterótrofa, cuando obtienen la materia orgánica necesaria para su metabolismo a partir de la materia
orgánica sintetizada por otros organismos autótrofos o heterótrofos (dependiendo de otro ser vivo). En ambos
casos, la energía necesaria para sostener la vida en los organismos vivos se obtiene mediante un proceso
denominado oxidación, que consiste en degradar la glucosa a formas más simples para obtener energía. Los lípidos
también son una fuente esencial de energía.
Funciones genéticas. El ADN (ácido desoxirribonucleico ) es un ácido nucleico que contiene toda la información
genética necesaria para el desarrollo y funcionamiento de todos los seres vivos. Además, es responsable de
transmitir la información hereditaria. Por otra parte, el ARN (ribonucleico) es un ácido ribonucleico que interviene
en la síntesis de proteínas necesarias para el desarrollo y funcionamiento de las células. El ADN y el ARN no actúan
solos, el ADN se vale del ARN para transmitir información genética durante la síntesis de proteínas. Estas dos
biomoléculas constituyen la base del genoma (todo el material genético que contiene un organismo particular), por
tanto, determinan lo que es una especie o un individuo específico.
Las biomoléculas son indispensables para el nacimiento, desarrollo y funcionamiento de todas las células que
conforman a los organismos vivos. Cumplen funciones vitales de sostén, de regulación de procesos y de transporte de
sustancias en cada una de las células que forman los tejidos, órganos y sistemas de órganos.
La falta de determinada biomolécula en algún organismo vivo puede provocar deficiencias y desequilibrios en su
funcionamiento, provocando su deterioro o la muerte.
Bioelementos y biomoléculas
Se denomina bioelementos a los elementos químicos a partir de los cuales se componen las biomoléculas, por tanto,
son los elementos presentes en los seres vivos.
Bioelementos primarios. Componen el 99 % de la materia viviente de todos los seres vivos conocidos. Son: carbono
(C), oxígeno (O), hidrógeno (H), nitrógeno (N), azufre (S) y fósforo (P).
Bioelementos secundarios. Son aquellos que, si bien son indispensables para la vida y para el correcto desempeño
del cuerpo, se requieren en cantidades moderadas y con fines específicos. Son: sodio (Na), calcio (Ca), magnesio
(Mg), potasio (K), cloro (Cl) y flúor (F).
Además, existen los oligoelementos que son necesarios para la vida, pero en cantidades muy bajas (0,1 % de los
bioelementos del cuerpo). Algunos ejemplos son: hierro (Fe), yodo (I), cromo (Cr), cobre (Cu), Zinc (Zn) y Boro (B).
CARBOHIDRATOS
CARBOHIDRATOS
Ilustración 1. Carbohidratos
Los carbohidratos llamados “hidratos de carbono” son uno de los tres tipos de macronutrientes presentes en nuestra
alimentación (los otros dos son las grasas y las proteínas). Existen en multitud de formas y se encuentran principalmente
en los alimentos tipo almidón, como el pan, la pasta alimenticia y el arroz, así como en algunas bebidas, como los zumos
de frutas y las bebidas endulzadas con azúcares. Los carbohidratos constituyen la fuente energética más importante del
organismo y resultan imprescindibles para una alimentación variada y equilibrada.
Ilustración 2. Clasificación de los carbohidratos
Todos los carbohidratos están formados por unidades estructurales de azúcares, que se pueden clasificarsegún el
número de unidades de azúcar que se combinen en una molécula como:
Monosacáridos:
Algunos monosacáridos como la glucosa y sus derivados, son piezas fundamentales de muchas rutas metabólicas
esenciales para la obtención de energía . La glucosa actúa en el organismo como combustible energético de uso rápido,
mientras polisacáridos o grasas son reservas energéticas que deben ser procesadas antes de su utilización. Algunos
monosacáridos y disacáridos como la fructosa o la sacarosa son responsables del sabor dulce de muchos frutos, con lo
que se hacen más atractivos a los agentes dispersantes de las semillas.
Los oligosacáridos:
Pequeñas cadenas poliméricas conteniendo entre 2 y 10 monosacáridos, aparecen normalmente formando parte de las
glicoproteínas que ejercen importantes funciones reguladoras o de reconocimiento celular.
Los polisacáridos:
Como almidón o glucógeno tienen funciones de reserva energética en plantas y animales, respectivamente. Otros
polisacáridos tienen funciones estructurales. Ya hemos citado el caso de la celulosa, principal componente de las
paredes celulares vegetales, que supone la mayor parte de la masa de la madera y el algodón en casi pura celulosa; y la
quitina, principal componente del exoesqueleto de muchos artrópodos. También tienen gran importancia estructural el
heteropolímero de residuos alternados de N-acetilglucosamina y N-acetilmurámico unidos por enlaces β(1- 4), que
constituyen el componente principal de las paredes celulares bacterianas; estos heteropolímeros se unen a proteinas
formando peptidoglucanos.
Los hidratos de carbono poseen varias funciones, especialmente relacionadas con el aporte de energía y los procesos
digestivo y a continuación con más detalle para qué sirven los hidratos.