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TEMA 4.

EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

“Por medio de la investigación científica el ser humano ha alcanzado una reconstrucción conceptual del
mundo que es cada vez más amplia, profunda y exacta. La ciencia como actividad –como investigación-
pertenece a la vida social: en cuanto se la aplica al mejoramiento de nuestro medio natural y artificial, a la
invención y manufactura de bienes materiales y culturales, la ciencia se convierte en tecnología. Sin
embargo, la ciencia se nos aparece como la más deslumbrante y asombrosa de las estrellas de la cultura
cuando la consideramos como un bien por sí mismo, esto es, como un sistema de ideas establecidas
provisionalmente (conocimiento científico) y como una actividad productora de nuestras ideas
(investigación científica)”

Bunge, La ciencia, su método y su filosofía

1.1. Definición y clasificación de las ciencias

El conocimiento científico es aquel que es producido por la actividad y los


procedimientos de la ciencia. Y la ciencia es aquella actividad humana cuyo objetivo es
crear una serie de conocimientos adecuadamente fundamentados y verificados de modo
que cualquier ser humano los pueda considerar válidos y verdaderos. Suele decirse, de
manera más simple, que ciencia es el conjunto de enunciados cuya verdad los científicos
defienden y justifican. Por tanto, ciencia sería el conjunto de teorías que la comunidad
científica acepta como verdaderas. Aunque se reconoce que la ciencia tuvo su
nacimiento en la antigua Grecia hacia el siglo VI a.C. –donde se cultivaron, por
ejemplo, la astronomía, la física y la matemática-, fue en la Europa de los siglos XVI y
XVII donde alcanzó las características que la convirtieron en modelo de conocimiento
para los siglos posteriores. Estas principales características del conocimiento científico
son las siguientes:

1. Es racional y objetivo: sus enunciados se refieren a hechos, cuyas regularidades


quiere explicar y predecir, que pueden ser verificados o refutados mediante
procedimientos específicos, por lo que su carácter de verdad y validez puede
demostrarse y controlarse. Esto quiere decir que no es un conocimiento privado,
sino que cualquiera, con la formación adecuada, puede comprobar la verdad o
falsedad de las distintas afirmaciones que se realizan desde las distintas
disciplinas científicas.
2. Es experimental: se obtiene mediante un método del que forman parte la
observación, la experimentación y las inferencias. Los resultados alcanzados se

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contrastan con los hechos, tal y como veremos al analizar los distintos métodos
científicos.
3. Es sistemático: se organiza mediante hipótesis, leyes y teorías. No se reduce, por
tanto, a un mero conocimiento de hechos, sino que aspira a formular
predicciones y teorías cuya validez tenga un carácter general.
4. Es público: pretende ser aceptado por todos como verdadero y obtener un
consenso universal. Para ello, hace público el proceso por el que se ha obtenido
(a través de publicaciones de artículos académicos, etc), de modo que cualquiera
pueda comprobarlo él mismo. Está abierto a la crítica e incluso a la refutación, y
se considera siempre un saber mejorable; en constante progreso.

En esta línea, durante la investigación científica se tiene que poder responder con
claridad a cuatro preguntas básicas:

• ¿Qué se investiga? Casi todo puede ser objeto de la investigación científica,


aunque esto excluye fenómenos no contrastables empíricamente: ¿cuántos
tipos de ángeles hay? ¿en el 2023 les irá mejor en el amor a las personas
piscis o capricornio?
• ¿Quién investiga? La respuesta fácil es que la comunidad científica ordenada
en sus distintas disciplinas. Aunque hay personas que se dedican a la ciencia
de manera solitaria (por ejemplo, algunas/os matemáticas/os), todas ellas
forman parte de una comunidad con la que comparten sus aportaciones y de
la que esperan lograr su reconocimiento. Por eso existen instituciones,
academias, universidades, laboratorios, congresos… en los que se reúnen
quienes se dedican a la ciencia.
• ¿Cómo se investiga? La ciencia se caracteriza por exigir un método riguroso,
basado fundamentalmente en el uso de la razón y en los datos
proporcionados por la experiencia. Las teorías o leyes deben ser
demostradas, avaladas por pruebas que sean válidas y fiables, aceptables
para la comunidad científica, coherentes con lo que se sabe hasta ese
momento. Esto es central y podemos considerarlo el criterio de demarcación
para decidir si, por ejemplo, la homeopatía, el psicoanálisis o la astrología
son o no ciencia. Luego profundizaremos más en la cuestión del criterio de
demarcación.

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• ¿Para qué se investiga? El objetivo de la ciencia es, en general, doble: por un
lado lograr un conocimiento mejor de lo que nos rodea, satisfaciendo de ese
modo nuestra curiosidad; por otro lado, aplicar ese conocimiento para
controlar a nuestro favor lo que ocurre en la naturaleza.

“Cuando a alguna afirmación, razonamiento o investigación se le denomina científico, se


pretende dar a entender que tiene algún tipo de mérito o una clase especial de fiabilidad.
Pero ¿qué hay de especial en la ciencia, si es que hay algo? ¿Cuál es este método científico
que, según se afirma, conduce a resultados especialmente meritorios o fiables?”
Chalmers, A. ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?

“La ciencia es un intento de lograr que la diversidad caótica de nuestras experiencias


sensoriales corresponda a un sistema de pensamiento lógicamente uniforme. En este sistema
cada experiencia debe estar en correlación con la estructura teórica de tal modo que la
relación resultante sea única y convincente. Las experiencias sensoriales representan lo
dado. Pero la teoría que tendrá que interpretarlas está hecha por el hombre. Se trata del
resultado de un proceso de adaptación de carácter extremadamente arduo: hipotético, nunca
definitivo, siempre sujeto a la crítica y a la duda. La manera científica de formar conceptos
se distingue de la que utilizamos en la vida de cada día no sustancialmente, sino solo en la
mayor precisión de las definiciones de los conceptos y las conclusiones; una elección más
esmerada y sistemática del material experimental; una mayor economía lógica”.
Einstein, Mis ideas y opiniones

En general, todas las personas dedicadas a la investigación científica recurren a unos


métodos heurísticos (reglas) que orientan su actividad. Pueden ser interpretados como
auténticas reglas de un método de investigación compartido, aunque no formen un
conjunto sistemático de principios. Estas son algunas de las normas orientativas:

• Buscar siempre la explicación más económica o sencilla (aspecto polémico:


¿por qué, entre dos teorías que explican perfectamente un mismo fenómeno,
debería ser verdadera la más simple?).
• Se deben respetar las normas de la lógica (tema 4): toda explicación
científica debe ser coherente.
• Aunque los acuerdos de la comunidad científica varíen con el tiempo, la
nueva producción científica debe amoldarse a los conocimientos
considerados verdaderos de su momento.

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• Todo conocimiento debe ser comprobable por otro investigador o, en otros
términos, debe ser susceptible de falsación o refutación.
• Todo descubrimiento es susceptible de ser modificado.

Si bien existen ciertas polémicas en torno a la clasificación de las ciencias (¿hay


ciencias “superiores” sobre otras?), generalmente se tiende a agrupar las distintas
ciencias del siguiente modo:

Ciencias formales Son aquellas ciencias que emplean conceptos cuyos referentes
son relaciones conceptuales o lingüísticas. Su objeto de estudio,
por tanto, son constructos conceptuales o formales como los
cálculos, razonamientos, teorías… Aunque no se refieren a
hechos de la naturaleza (no tienen en cuenta lo que percibimos
del mundo), aportan igualmente un conocimiento universal y
sistemático. Es decir, nos proporcionan modelos abstractos
(1+1=2) para pensar la naturaleza (si en el aula hay un lápiz y
otro lápiz, luego hay dos lápices). Ejemplos de ciencias formales
con la matemática y la lógica. Estas recurren fundamentalmente
al método deductivo.
Ciencias empíricas Se dedican al estudio de hechos observables; utilizan más el
o factuales método inductivo y la experimentación, junto con el método
hipotético-deductivo. En ellas, aceptando los criterios de las
ciencias formales (la matemática y la lógica dan la forma sobre la
que se tienen que asentar estas ciencias, no pudiendo
contradecirla) está siempre presente la observación, y se procura
descubrir leyes que permitan comprender mejor cómo y por qué
tienen lugar los sucesos para de ese modo predecir y controlar lo
que va a ocurrir (buscan un conocimiento del mundo a través de
leyes causales). Aportan, en consecuencia, un tipo de
conocimiento susceptible de verificación mediante su
confrontación con los hechos. Ejemplos de estas ciencias son la
física, la biología, la química o la astronomía.
Ciencias humanas Son aquellas ciencias que buscan un conocimiento objetivo del
mundo humano a través del estudio de las culturas o de la

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historia. Utilizan un método basado en la comprensión, apto para
ser aplicado a hechos en los que no rigen las leyes del
mecanicismo causal. Estas analizan, pues, documentos históricos,
obras de arte, instituciones sociales… Algunos ejemplos son la
historia general o la filología.
Ciencias sociales Son las ciencias cuyo objeto de estudio son los fenómenos
sociales. Se trata de conocerlos de manera objetiva, al margen de
las representaciones o interpretaciones que de ellos puedan
ofrecer sus protagonistas. Utiliza técnicas estadísticas para
recoger datos que somete luego a un tratamiento matemático.
Una vez obtenidos los datos, se han de interpretar (paso
polémico). Ejemplos de ciencias sociales son la economía, la
sociología o la ciencia política.

1.2. Los métodos científicos

En las distintas ciencias, como acabamos de ver, nos encontramos con tres tipos de
generales de métodos cuyo funcionamiento podemos resumir, a grandes rasgos, de la
siguiente manera:

• El método deductivo (propio de la matemática o la lógica) consiste en derivar a


partir de unas premisas generales una conclusión que se sigue necesariamente de
ellas. Por ejemplo:

Premisa 1: Todos los hombres son mortales

Premisa 2: Sócrates es un hombre

Conclusión: Sócrates es mortal

Premisa 1: Si grito mi voz se escuchará más alto

Premisa 2: Grito

Conclusión: Mi voz se escucha más alto

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Premisa 1: 5+6=11

Premisa 2: 5+6

Conclusión: 11

• El método inductivo consiste en extraer conclusiones generales a partir de datos


particulares. Es decir, va de lo particular a lo general. El científico observa que
un acontecimiento se repite numerosas veces y concluye que esa propiedad es
característica de ese tipo de individuos. Se generaliza. Por ejemplo:

Observación: x inglés= blanco de piel y rubio

x inglés= blanco de piel y rubio

x inglés= blanco de piel y rubio

x inglés= blanco de piel y rubio

……………………………………………………..…

Conclusión: Los ingleses son blancos de piel y rubios

Al contrario de lo que sucede con el método deductivo, el inductivo tiene un grave


problema, conocido como el problema de la inducción. La inducción, al contrario que la
deducción, va de lo más concreto y particular a lo más general. Observamos un caso
determinado y, una vez observado el mismo caso en un número significativo de
repeticiones, formulamos una ley general. Por ejemplo, vemos un cuervo negro,
repetimos las observaciones en varios lugares y momentos y siempre se da la
correlación entre la especie de los cuervos y el plumaje negro; por lo tanto, llegamos a
la conclusión de que “todos los cuervos son negros”. Sin embargo, a pesar de que lo
utilizamos cotidianamente, este método no es plenamente fiable racionalmente, como ya
mostró el filósofo empirista David Hume, porque presuponemos que la naturaleza es
constante. Es decir, no aporta ninguna razón, más allá de la repetición, para pensar que
algo deba seguir siendo como ha sido hasta el momento. En este sentido se entiende que
las leyes generales obtenidas por inducción no tienen un carácter necesario (no tienen
que ser siempre así), sino probabilístico.

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• El método hipotético-deductivo es el modelo, posiblemente, más compartido por
la comunidad científica. Su formulación más precisa ha sido resultado de
discusiones mantenidas a lo largo de la historia de la ciencia, aunque siguen
existiendo algunas discrepancias o diferencias en la interpretación exacta de
dicho método. Sus rasgos fundamentales son:
1) La observación: se parte de varios casos de observación de un fenómeno
natural a estudiar y se inicia, así, una acumulación de observaciones
rigurosas.
2) Formulación de una hipótesis: se elabora una conjetura o hipótesis
explicativa del fenómeno observado. Deben ser hipótesis que puedan ser
sometidas a la contrastación empírica. En este sentido, una hipótesis se
define como cualquier proposición o teoría que se propone como una
posibilidad, en principio ni verdadera ni falsa, con el fin de realizar, a partir
de ella, un conjunto de deducciones o comprobaciones que la verifiquen.
3) Deducción de consecuencias: a partir de la hipótesis es necesario deducir
racionalmente algunas consecuencias de la misma que puedan ser verificadas
o falsadas en experimentos especialmente diseñados para ello o con la
observación experimental. Es la deducción la que permite predecir lo que
debe suceder en el caso de que la hipótesis sea verdadera.
4) Contrastación de hipótesis: es precisamente la contrastación de esas
predicciones la que determina la aceptación del descubrimiento realizado,
contrastación que, como ya hemos visto, debe ser replicada por otro grupo
de científicos. Y se acepta admitiendo que en un futuro podrá ser revisada la
teoría ante nuevas evidencias. En el caso de que la hipótesis no se confirme
es necesario formular otra, si se confirme esta se puede elevar a ley.
5) Formulación de la ley: la ley es una hipótesis verificada que establece una
relación constante entre dos o más variables, cada una de las cuales
representa al menos al menos una característica del sistema. Una ley
científica designa una relación constante y permanente entre fenómenos. En
consecuencia, las leyes científicas son válidas para todos los fenómenos a los
que se refieren situados en las mismas condiciones. Así permiten anticipar
los acontecimientos que aún no han sucedido. Las teorías científicas no
predicen el futuro por adivinación, sino mediante la previsión que aportan
las leyes. Un ejemplo conocido es la ley de la inercia de Newton: “todo

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cuerpo persevera en su estado de reposo o movimiento rectilíneo uniforme a
menos que se vea obligado a modificar dicho estado por fuerzas que se
apliquen a él”.
6) Elaboración de una teoría científica: las leyes terminan siendo integradas en
una teoría científica que, si bien no es directamente verificable, está formada
por leyes que sí son verificables. Por ejemplo, con su ley de la gravedad,
Newton consiguió unificar las leyes de Kepler sobre los movimientos de los
planetas, así como la ley de la caída de los cuerpos formulada por Galileo.
Unificando de este modo la explicación del movimiento tanto celeste como
terrestre, la teoría de Newton logró explicar las mareas y sus movimientos,
hizo posible el cálculo de las variaciones de la gravedad en función de la
latitud y permitió comprender la razón de la trayectoria elíptica de los
planetas alrededor del Sol.

Veamos un ejemplo:

La noche del 31 de diciembre la señora Carmen Otero llama a la policía para avisar de que en su jardín ha
aterrizado un platillo volante del que están saliendo enanos verdes que se secan con rebanadas de pan. La
señora Otero admite también que acaba de estar en una fiesta de Nochevieja. La policía formula la
hipótesis de que la señora Otero ha bebido demasiado alcohol.

(1) ¿Explicaría la hipótesis de la policía que la señora Otero hubiera visto un platillo volante?
(2) ¿Es posible que la señora Otero estuviera ebria y además el platillo aterrizara en su jardín?
(3) ¿Qué tendría que hacer la policía para comprobar su historia?
(4) Si todos los asistentes a la fiesta afirmara haber visto al platillo volante, ¿probaría eso que la
historia es verdadera?
(5) Si todos los habitantes del pueblo declaran haber visto el platillo volante y a los enanos verdes,
¿probaría eso que la historia es verdadera?
(6) Si un enanito verde se presentara en la comisaría de policía, ¿probaría eso que la historia es
verdadera?

1.3. Breve panorámica histórica del avance científico

La ciencia tal y como la conocemos en nuestros días se comienza a constituir tras la


Edad Media, en el Renacimiento (a partir de los siglos XV y XVI) cuando se produce la
célebre revolución científica (que va aproximadamente desde el siglo XVI hasta el
XVIII). Esta revolución comienza en el campo de la astronomía, pero se expande con el

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paso de los siglos al resto de disciplinas científicas. Entre otros muchos aspectos, se
producen cuatro grandes transformaciones durante la revolución científica:

• Modelo heliocéntrico en lugar del geocéntrico: en la teoría de Copérnico la


Tierra deja de ser el centro del Universo.
• Abandono de la física aristotélica.
• Importancia de la matemática y la medida: todo lo que no pueda ser formulado
en términos matemáticos y medible se deja de lado (¿todos los fenómenos de la
naturaleza son mensurables? ¿también, por ejemplo, las emociones?).
• Descubrimiento de la circulación de la sangre.
• Otros elementos de la tradición científica se mantienen de momento, como por
ejemplo la geometría euclídea (geometría del plano más intuitiva).

La revolución científica culmina con la obra de Newton, quien establece las leyes
fundamentales de la física clásica, contribuyendo a desarrollar ampliamente la
matemática. Esta física clásica se apoya sobre varios supuestos filosóficos muy
repetidos durante los siglos XIX y XX:

• Objetividad de las magnitudes físicas: el tiempo y el espacio son absolutos,


es decir, son siempre iguales con independencia del observador.
• Determinismo: todo el Universo funciona acorde a las leyes de Newton, de
modo que todo cuanto hay en él está determinado. Técnicamente, podríamos
saber todo lo que ocurrió y lo que ocurrirá.
• Mecanicismo: el Universo funciona como una gran máquina.
• Ausencia de hipótesis religiosas o metafísicas.

Tal será el éxito de Newton que durante los siglos XVIII y XIX se considera que la
física clásica explica perfectamente el mundo, por lo que solamente se trata de
extenderla al resto de campos científicos, algo que, por ejemplo, hará Maxwell sobre el
electromagnetismo.

A finales del siglo XIX y principios del XX se producen unos cambios profundos en
las ciencias que permiten hablar de una nueva revolución. Esto es especialmente claro
en el caso de la física. Tras un experimento fallido que intentaba encontrar evidencia
empírica de la existencia del éter (elemento que forma parte de la teoría astronómica de
Newton), y tras la imposibilidad de explicar la radiación de un cuerpo negro partiendo

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de los principios básicos de la física clásica, se inicia una transformación que conduce a
la refutación de la física clásica de Newton por parte de Einstein, quien formula su
teoría de la relatividad y, posteriormente, en la formulación de la física cuántica por
parte de investigadores como Heisenberg o Schrödinger. Mientras que la primera
explica y predice fenómenos a nivel astronómico, la segunda explica los fenómenos que
suceden a un nivel extremadamente pequeño. Todavía hoy se continúa buscando una
teoría que unifique a la relatividad y la cuántica.

Representación gráfica de la contrastación de la relatividad por parte de Eddington durante un eclipse solar.
Fuente: https://www.bbvaopenmind.com/un-eclipse-para-confirmar-la-teoria-de-la-relatividad-general/

Este cambio radical cuestiona los supuestos filosóficos en los que se basaba la
ciencia anterior. Deja de estar claro el concepto de verdad y objetividad que se venía
proponiendo, puesto que, tanto en la física relativista como en la cuántica, la mirada del
observador modifica la realidad. Esto cuestiona también el determinismo, dando paso a
la indeterminación. El tiempo y el espacio, a su vez, ya no son magnitudes absolutas u
objetivas, sino que varían en función de la situación del observador y la velocidad en
que se halle. Deja de estar claro que sea posible concebir la realidad como una máquina
y tampoco está claro, como veremos, que el desarrollo científico conduzca
necesariamente a una sociedad mejor.

Esta ruptura en la física vendrá precedida, asimismo, por una crisis en la matemática
debida, en primer lugar, a la elaboración de distintas geometrías no euclídeas por parte
de matemáticos como Gauss o Riemann. De hecho, el mismo Einstein basa su física en
la geometría riemanniana acorde a la cual el espacio no es plano, sino curvo. También
se pone en cuestión verdades de la geometría de Euclides que antes se creían
autoevidentes, como que el todo es mayor que las partes. En definitiva, se comienza a

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atisbar que la matemática no describe necesariamente la realidad tal y como es, sino que
aporta distintos modelos abstractos que se puede adecuar en mayor o menor medida al
mundo.

1.4. Principales filosofías de la ciencia

Por lo que hemos visto hasta el momento podemos entender que la actividad
científica, en su conjunto, conlleva una serie de (pre)supuestos metafísicos y
epistemológicos (es decir, relativos al valor del conocimiento). Respecto a los supuestos
metafísicos las distintas disciplinas científicas presuponen una serie de cuestiones como
por ejemplo: ¿qué es la realidad? ¿existen realidades no materiales? ¿qué tipo de
realidad tienen las fuerzas fundamentales de la física? ¿y los números? ¿qué es la
causalidad? ¿pueden existir causas finales en la explicación científica?...

“Entrevimos que la verdad científica, la verdad física, posee la admirable cualidad de ser exacta, pero
es incompleta y penúltima. No se basta a sí misma. Su objetivo es parcial, es solo un trozo del mundo y
además parte de muchos supuestos que da sin más por buenos; por tanto no se apoya en sí misma, no
tiene en sí misma su fundamento y raíz, no es una verdad radical. Por ello exige integrarse en otras
verdades no físicas ni científicas que sean completas y verdaderamente últimas. Donde acaba la física no
acaba el problema; el hombre [ser humano] que hay detrás del científico necesita una verdad integral, y,
quiera o no, por la constitución misma de su vida, se forma una concepción enteriza del universo. Vemos
aquí en clara contraposición dos tipos de verdad: la científica y la filosófica. Aquella es exacta pero
insuficiente; esta es suficiente pero inexacta”.

Ortega y Gasset, ¿Qué es filosofía?

Respecto a los supuestos epistemológicos, las distintas científicas y científicos de la


historia han aceptado, por ejemplo, una concepción realista de la ciencia. Es decir,
afirman que la información científica describe completamente y de un modo fiable al
mundo. No obstante, este es un supuesto puesto en duda tras las distintas revoluciones
científicas mencionadas (especialmente con la refutación de Newton por parte de
Einstein y la crisis de las matemáticas). A partir de lo cual cada vez más investigadores
(aquellos que se interesan por cuestiones de epistemología) defienden una concepción
instrumentalista de la ciencia, esto es, defienden que la ciencia nos da modelos para ir
interpretando poco a poco el mundo, pero de ahí no se puede deducir que esos modelos
describan plenamente la realidad. Otro conocido supuesto epistemológico es aquel
según el cual los investigadores son neutrales respecto al objeto de estudio. Esta es una
idea puesta en cuestión por la tesis de la “carga teórica de la observación”, según la cual

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todo objeto de conocimiento está determinado en función de quien lo está conociendo.
Es decir, el sujeto determina lo que conoce en función de sus prejuicios, sus
conocimientos, sus creencias, su lenguaje…

Debido a estos supuestos es necesario recurrir a una filosofía de la ciencia que


intente aclarar esos supuestos sobre los que se apoya la investigación científica. Veamos
algunos ejemplos de propuestas teóricas en filosofía de la ciencia.

1.4.1. El neopositivismo lógico

El neopositivismo lógico fue un importante movimiento intelectual surgido a partir


de principios del siglo XX en Viena, lugar en donde investigadores de distintos campos
(como la matemática (Gödel), física (Schlick o Carnap), economía (Neurath) o filosofía
en sentido estricto (Kaufmann)) se empiezan a reunir con el objetivo de definir
claramente el conocimiento científico frente al resto. Para ello procuran determinar un
“criterio de demarcación” de los enunciados científicos de los no científicos.

En términos generales estos investigadores comienzan planteando como criterio de


demarcación la verificación empírica. Lo que significa que todo enunciado será
susceptible de ser científico si todos sus términos tienen una correspondencia
perceptiva; si son contrastables mediante la experimentación. Por ejemplo:

-“La sal es soluble al agua” sería, acorde a este criterio, científico.

-“La nada es la indeterminación del ser” no sería, acorde a este criterio, científico.

No obstante, el proyecto del neopositivismo, con el paso de los años y las


críticas, se irá enfrentando a nuevos problemas: ¿cómo encuadramos a las matemáticas
acorde a este criterio? ¿no son las matemáticas ciencia? ¿cómo podemos dar cuenta de
leyes cuya verificación empírica completa es imposible (recordemos la ley de la
inercia)? Por estos y otros problemas más graves (un filósofo estadounidense llamado
Quine critica, por ejemplo, la distinción entre teoría y observación (la observación ya
estaría cargada de teoría) que hace el neopositivismo) el proyecto del neopositivismo se
dará por fracasado a mediados del siglo XX.

1.4.2. Karl Popper y el falsacionismo

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Considerado uno de los filósofos de la ciencia más relevantes, Karl Popper (1902-
1994) le dará la vuelta al criterio de demarcación del neopositivismo afirmando que un
enunciado no es científico cuando lo podemos verificar, sino cuando es susceptible de
ser refutado o falsado experimentalmente. Veámoslo con un ejemplo simple:

“Todos los cisnes son blancos” es un enunciado que, según el neopositivismo, no


podría ser científico porque no podemos verificar universalmente y con carácter de
necesidad que todo cisne tiene que ser blanco. El problema es que, al ser universales y
necesarias, las leyes científicas tienen esta estructura. Popper resuelve el problema
planteando que “Todos los cisnes son blancos” es científico puesto que puede refutarse:
en cuanto se constatara la existencia de un cisne no blanco (negro, por ejemplo), esta
supuesta ley sería refutada. Por este motivo es científica.

La ley de la inercia, la teoría del Big Bang o la teoría de la relatividad de Einstein


forman parte del conocimiento científico puesto que pueden ser refutados, mientras que
enunciados como “la nada es la indeterminación del ser” o “los seres humanos son
inmortales” no pueden ser refutados, por lo que no son científicos.

Ahora bien, la teoría de Popper tiene unas implicaciones muy chocantes. La más
importante es posiblemente que una teoría, en la medida en que es científica, no puede
ser plenamente verdadera. Esto es así puesto que, para ser científica, siempre podría
haber algún fenómeno que la refute y, por tanto, nunca podremos garantizar que
estamos ante una teoría infalible o absolutamente verdadera (un espejo del mundo). La
ciencia es una actividad crítica en la que se pretende refutar teorías vigentes, para
aceptar otras teorías que, a su vez, serán refutadas, y así indefinidamente.

Otra de las grandes consecuencias del falsacionismo de Popper es que, cuanto más
avance el conocimiento científico más explicativa va a ser una teoría (que ha refutado a
una anterior), pero eso tiene un coste. Este coste consiste en que cada nueva teoría será
más fácil de refutar. Veámoslo con un ejemplo simple:

-Si te digo que “el martes va a llover”, esto se puede refutar si efectivamente el martes
no llueve.

-Si digo que “el martes va a llover, el miércoles va a hacer mucho calor y el jueves Lady
Gaga se va a casar con Matías Prats”, esto se puede refutar mucho más fácilmente que

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la oración anterior, porque basta con que el martes no llueva, el miércoles no haga
mucho calor o Lady Gaga no se case para que toda la oración sea falsa.

“Cualquier enunciado científico empírico puede ser presentado (especificando los dispositivos
experimentales, etc.) de modo que quienquiera que esté dispuesto en la técnica pertinente pueda
contrastarlo; si como resultado de la contrastación rechaza el enunciado, no quedaremos satisfechos si no
formula una aserción que contradiga la nuestra, y nos da las instrucciones para contrastarla”

Popper, La lógica de la investigación científica

1.4.3. Kuhn y las revoluciones científicas

El físico, filósofo e historiador de la ciencia Thomas Kuhn (1922-1996; quien


ejercerá a lo largo de su vida como profesor en las universidades de Berkeley, Harvard,
Princeton, el Instituto Tecnológico de Massachusetts…) defiende en su impactante obra
La estructura de las revoluciones científicas (publicada en 1962) una novedosa teoría o
filosofía de la ciencia. Según esta, la ciencia no progresa linealmente tal y como
generalmente solemos pensar, y como tanto los neopositivistas como Popper
sostuvieron. Muy al contrario, para Kuhn, el avance científico no supone ni mucho
menos que las sucesivas teorías que se van aceptando nos aproximen más a la verdad
(aunque nunca lleguemos a ella, como defiende Popper), sino que simplemente son
distintos modelos acerca de la realidad.

La teoría de Kuhn afirma que la ciencia moderna se instaura, tras la revolución


científica (siglos XVI, XVII y XVIII), como un determinado paradigma. El paradigma
hace referencia al tipo de problemas que se deben estudiar, las preguntas que hay que
formular y la manera de interpretar los resultados. Así, el “paradigma” es como una
especie de “visión del mundo” que establece para una comunidad científica cuales han
de ser los objetos de estudio, los objetivos, los medios… Una vez se instaura un
paradigma se inicia un período de “ciencia normal”, es decir, un período en el cual en
la ciencia se trata de ampliar el conocimiento al respecto de las preguntas y métodos
planteados. Con el paso del tiempo, este proceso supone la aparición de “anomalías”,
es decir, problemas que no se pueden resolver desde el paradigma que asume el
desarrollo de la ciencia normal (las anomalías se pueden dar bajo la forma de
descubrimientos: por ejemplo, el descubrimiento del oxígeno por Lavoisier supuso una
anomalía grave de la teoría del flogisto en química). La acumulación de anomalías
supone el inicio de una crisis del paradigma que concluye con una “revolución

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científica” en la cual se proponen nuevos paradigmas (con la resistencia de quienes
defienden el anterior, caso que sufrió en su momento, por ejemplo, Galileo), de entre los
cuales uno terminará sustituyendo al anterior (por ejemplo, la física de Einstein frente a
la de Newton), a partir de lo cual se iniciaría un nuevo proceso de ciencia normal, etc.
Este sería un proceso constante en ciencia según Kuhn.

Una de las características más relevantes de esta teoría recae en el hecho de que
cada paradigma supone una forma completamente distinta de entender el mundo y el
método en ciencia (acuña distintos significados a los términos científicos, elimina otros,
impone una nueva forma de hacer ciencia, etc). Por lo que no podemos decir que un
paradigma sea mejor que otro (pues con el tiempo tendrá sus anomalías), sino que es
simplemente diferente.

“Durante las revoluciones los científicos ven cosas nuevas y diferentes al mirar con instrumentos
conocidos y en lugares en los que ya habían buscado antes. Es algo así como si la comunidad profesional
fuera transportada repentinamente a otro planeta, donde los objetos familiares se ven bajo una luz
diferente y, además, se les unen otros objetos desconocidos. Por supuesto, no sucede nada de eso: no hay
transplantación geográfica; fuera del laboratorio, la vida cotidiana continúa como antes. Sin embargo, los
cambios de paradigmas hacen que los científicos vean el mundo de investigación que les es propio de
manera diferente. En la medida en que su única acceso para ese mundo se lleva a cabo a través de lo que
ven y hacen, podemos desear decir que después de una revolución, los científicos responden a un mundo
diferente”.

Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas

“Las revoluciones científicas se consideran aquí como aquellos episodios de desarrollo no


acumulativo en que un antiguo paradigma es reemplazado, completamente o en parte, por otro nuevo e
incompatible. ¿Por qué debe llamarse revolución a un cambio de paradigma? Frente a las diferencias tan
grandes y esenciales entre el desarrollo científico y el científico, ¿qué puede justificar la metáfora que
encuentra revoluciones en ambos? Uno de los aspectos del paralelismo debe ser ya evidente. Las
revoluciones políticas se inician por medio de un sentimiento, cada vez mayor, restringido frecuentemente
a una fracción de la comunidad política, de que las instituciones existentes han cesado de satisfacer
adecuadamente los problemas planteados […] De una manera muy similar, las revoluciones científicas se
inician con un sentimiento creciente, también a menudo restringido a una estrecha subdivisión de la
comunidad científica, de que un paradigma existente ha dejado de funcionar adecuadamente en la
exploración de un aspecto de la naturaleza”.

Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas

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1.5. La ética y el desarrollo científico

Los nuevos inventos producidos por la tecnología, especialmente desde los primeros
años del siglo XX, han puesto el acento en un hecho no vislumbrado anteriormente: si
bien es cierto que el avance científico supone en enorme medida una mejora del
bienestar humano, también puede terminar conllevando su desgracia. Casos como la
invención de armas de destrucción masiva o la catástrofe de Chernóbil sirven para
establecer una importante diferencia: una cosa es el avance científico y otra el progreso
moral de la sociedad.

En este sentido nos encontramos con una serie de problemas de carácter ético:

• La búsqueda de conocimiento lleva en ocasiones a realizar experimentos


moralmente cuestionables tanto con humanos (véase el experimento de Milgran)
como con animales (por ejemplo con agentes químicos).
• La ciencia ha sufrido un proceso de industrialización en virtud del cual
solamente aquello que sea rentable empresarialmente, o para un Estado, será
financiado. El prestigio social que acompaña a la labor científica (que incurre en
ocasiones en falacias de la mera apelación a la autoridad: x es cierto porque lo
dijo Y) dificulta la crítica a este tipo de fenómenos en el desarrollo de la ciencia.
• La indiferencia de muchos científicos por cuestiones éticas supone que algunas
investigaciones ocasionen daños secundarios. Por ejemplo: los alimentos
transgénicos en la investigación genética, la posibilidad de crear robots que
puedan llegar a sufrir en robótico e inteligencia artificial o las técnicas de
manipulación (especialmente dirigidas hoy en día al consumo) en neurociencia.
• La tecnificación de la sociedad puede conllevar la formación de utopías
negativas o distopías, como la que describe George Orwell en su novela 1984,
basadas en la manipulación.
• Lejos de la apariencia de neutralidad que se intenta dar, la historia de las
distintas ciencias está plagada de casos en donde se manifiestan claramente los
prejuicios de los científicos. En este sentido, es claro el machismo y
marginación que sufrieron las mujeres en algunos aspectos como los siguientes:
o La interpretación arbitraria de teorías (como la darwiniana) para
justificar la discriminación. El mismo Darwin aseguró detectar la
existencia de “rasgos superiores” en los “machos” sobre las “hembras”.

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o El silenciamiento de los méritos de importantes científicas como Agnes
Pockels, Nettie Stevens, Rosalind Franklin, Frieda Robscheit-Robbins y
un largo etcétera. Lo que conlleva la mayor dificultad de una mujer para
acceder a premios como los Nobel con respecto a los hombres.
o La tradicional discriminación de las mujeres se ve incrementada en la
ciencia de acuerdo al “efecto Matilde”: el rendimiento de las personas
sobre las que hay mayores expectativas termina siendo mejor (ausencia
de referentes femeninos).
o Las arbitrariedades en el estudio de la psicología y fisiología femenina:
desinterés por el estudio de la anatomía femenina vinculada, por
ejemplo, al placer sexual (clítoris, eyaculación femenina…) y atribución
de enfermedades mentales “femeninas” como la histeria.
o Sesgos de género procedentes de la vida social que se incorporan en la
práctica científica e investigadora. Especialmente en la formulación de
hipótesis, diseños y muestras empleadas, recogida de datos o
interpretación de los datos obtenidos.

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