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trastornos de personalidad
INTRODUCCIÓN
El saber esotérico, muy próximo por otro lado a lo religioso, nos ofrece
una clasificación de las personalidades basada en la influencia de los
astros que se ha mantenido vigente hasta la actualidad, en un intento
más de justificar, en base a influencias incontrolables para los
hombres, las conductas.
Durante la Edad Moderna, el pensamiento científico natural no puede
considerar a la personalidad desviada como patológica, carga sus
tintas en lo moral, en la imputabilidad de sus actos. El Protestantismo,
con su insistencia en la corrupción de la naturaleza humana,
considera que el hombre es incapaz de evitar el pecado, que es algo
consustancial con él mismo, pero en absoluto lo achaca a ningún tipo
de enfermedad física o mental.
A finales del siglo XIX, Ribot (1890) y Queyral (1896) intentan formular
una tipología caracterial a modo de las clasificaciones botánicas.
A lo largo del siglo XX, vemos que los Trastorno de Personalidad han
tenido diversos enfoques según tres direcciones o modelos: el modelo
religioso-legal que ha considerado a las personas con Trastorno de
Personalidad como inmorales o malvadas, el modelo sociológico ha
clasificado a estas personas, no como malvadas o enfermas, sino
necesariamente como marginales desviantes con respecto a los usos
sociales dominantes y la psicología académica que ha concebido los
Trastorno de Personalidad como extremos del continuo de las
dimensiones normales de la personalidad.
DE LOS SIETE PECADOS CAPITALES
6.- Y, por último, al igual que se habla de una carrera del pecador en
la que parece que éste se va hundiendo cada vez más en la miseria
moral, existe un desarrollo psicopático de la personalidad por el que
el individuo se va haciendo cada vez más inadaptado y desviado al
reforzar los patrones disfuncionales en su interacción con el mundo.
Está claro que la realidad del ser humano con el que nos encontramos
cada día, puede ser mucho más compleja, menos delimitada, con
todas las posibles gradaciones entre unos patrones y otros.
Dice la Escolástica: hay hombres a los que pesa todo el bien que tiene
el prójimo, porque con ello piensan que quedan ellos menguados,
como si el bien del otro, y la honra que se les hace, se les quitara a
ellos.
Y, en este juego especular del bien del otro que es el reflejo del bien
que el sujeto desearía poseer y que interpreta maliciosamente que le
ha sido usurpado, sin ver que no se atreve a disfrutar del mismo
precisamente para no identificarse con el otro odiado.
Para los Escolásticos, la Ira es una pasión del apetito sensitivo que no
atiende a razón. Ya se la describe como una locura breve
diferenciando a los que de cualquier cosa se enojan, se les queda el
agravio fijo en la memoria y no se les olvida y con gran obstinación
procuran venganza y no hay como sacarles de ello".
Con la templanza los Escolásticos definen con una sola palabra todo lo
que tratamos de conseguir y equilibrar en el paciente Límite.
LÓPEZ IBOR, J.J.: ¿Cómo fabrica una bruja? Ed. Popesa (1976).