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ORACIÓN AL RITMO DEL ESPÍRITU

Viernes 8 de Octubre de 2004


Misioneros del Espíritu Santo

Texto de la Cuenta de Conciencia


de Concha Cabrera de Armida

18 de Enero de 1904
Copio aquí, el ofrecimiento que hicimos al Señor ayer el Padre Félix y yo:

Oh Jesús, nuestro Jesús, nuestro único Dueño, nuestro único amor:


ven, y reina como dueño absoluto en nuestros corazones.
Te regalamos para siempre nuestras vidas,
nuestros cuerpos y nuestras voluntades.

Todo en nosotros es tuyo,


y queremos desde este día que Tú mismo, oh Jesús,
pienses en nuestras almas,
sientas en nuestros corazones;
te muevas en nuestros cuerpos;
hables con nuestros labios;
ames con nuestros corazones
y mires por nuestros ojos.

Queremos reproducir en nosotros tu vida de Pureza, de Sacrificio y de Amor...


Queremos que los Misioneros del Espíritu Santo sean un cuerpo,
del cual seas Tú el alma, para que, así como una suave brisa
en un campo inmenso de azucenas las mueve todas a un tiempo,
así todos ellos muevan su alma por tí.

¡Oh nuestro Jesús tan querido!,


queremos los dos hacerte amar por todo el universo.
Estate siempre Jesús, entre los dos:
que no tengamos los tres sino un solo corazón, el tuyo;
que no tengamos sino una sola alma, la tuya;
una sola voluntad, la tuya;
un solo yo: Jesús, Jesús, Jesús. Así sea.

¡Oh padre Félix!, es preciso hacernos santos...


es necesario morir a cada instante a nosotros mismos...
es indispensable sacrificarnos por amor.
Y nosotros, ¿qué debemos ser, antes que hacer?
Debemos ser santos, padre Félix, santos.
"Ya no vivo yo, sino Jesús en mí".
Jesús, Jesús, Jesús... sólo Él en nuestros corazones...
Necesitamos más unión, interna unión...
no perderlo de vista ni un solo instante....
Ese Jesús, padre, ese Jesús,
debe absorber nuestra vida entera, nuestras facultades todas...
¡Oh! yo siento una necesidad de pertenecerle que me mata.
Yo no soy de nadie, sino de Jesús, sólo de Jesús... (CC 20, 26-34)
SALMO: “Tus caminos Señor...”

Señor Jesús, tengo rabia


y Tú me dices que tengo que perdonar.
Tengo miedo
y me dices que debo arriesgarme.

Tengo dudas
y me dices que debo creer.
Estoy angustiado
y me dices que me tranquilice.

Siento pereza
y me dices que debo continuar.
Tengo mis proyectos
y me dices que acepte los tuyos.

Tengo propiedades
y me dices que sea mendigo.
Tengo seguridad
y me dices que nada prometes.

Quiero vivir
y me dices que debo dar la vida.
Quiero mandar
y me dices que debo obedecer.

Quiero liderar
y me dices que debo servir.
Quiero entender
y me dices que debo asimilar.

Quiero claridad
y me hablas con parábolas.
Quiero violencia
y me dices que sólo sabes dar paz.

Quiero ser el más grande


y me dices que debo ser el más pequeño.
Quiero permanecer anónimo
y me dices que mi luz debe estar siempre encendida.

Muchas veces no los entiendo, pero son tus caminos.


Señor, que tus caminos sean mis caminos...

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