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ORACIÓN DE ALABANZA

¡Alabado sea Jesucristo en el santísimo sacramento del altar! Yo creo, adoro,


espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no
te aman. ¡que reine en los cielos y en la tierra el inmaculado corazón de santa
maría virgen y madre de dios!¡alégrate virgen maría! Porque será adorado el
cuerpo y la sangre del hijo que en tu vientre el espíritu santo ha engendrado. En
los cielos y en la tierra será alabado su nombre, y al pronunciarlo los ángeles del
cielo y de la tierra que acompañan a los hombres, harán que toda rodilla se doble
en los cielos, en la tierra y en todo lugar.
Oremos.
Oh dios, que en este admirable sacramento nos dejaste el memorial de tu pasión,
te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo
y de tu sangre, que experimentemos constantemente el fruto de tu redención. Tú
que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Reparación
Jesús mío y dios mío, yo te amo, por los que no te aman, yo te adoro, por los que
te desprecian, yo espero en ti, por los que no esperan, yo creo en ti, por los que no
creen, yo confío en ti, por los que no confían, yo te cuido, por los que te
abandonan, yo recibo tu amor, por los que no te reciben, yo veo, por los que no
ven, yo escucho, por los que no oyen, yo pienso en ti, por los que te olvidan, yo te
guardo, por los que te desechan, yo te encuentro, por los que no te buscan. Y
lloro, por los que lloran, y sufro, por los que sufren, y vivo con alegría, por los que
viven en amargura, y hablo, por los que no saben pedir, y oro en el silencio, por
los que no saben callar. Me abandono en ti, por los que se van, renuncio a mí, por
los que no renuncian, cargo mi cruz, por los que la rechazan, te sigo, por los que
se quedan, te entrego mi voluntad, por los que la conservan, te abro mi corazón,
por los que lo cierran, te entrego mi amistad, por los que te traicionan, te pido
perdón, por los que no se arrepienten. Enséñame a morir al mundo para vivir en
ti, enséñame a vestir al desnudo, enséñame a dar de comer al hambriento,
enséñame a dar de beber al sediento, enséñame a atender al enfermo, enséñame a
consolar al triste, enséñame a proteger al débil, enséñame a ayudar al necesitado,
enséñame a vaciarme de mí, para llenarme de ti. Jesús dame tu amor, para
reparar el dolor de tu sagrado corazón, para amarte como tú me amas, para
amarte hasta el extremo, para amarte con tu amor, infinito y eterno.
ADORACIÓN

Eterno Padre, yo te agradezco porque Tu infinito Amor me ha salvado, aún contra


mi propia voluntad. Gracias, Padre mío, por Tu inmensa paciencia que me ha
esperado. Gracias, Dios mío, por Tu inconmensurable compasión que tuvo piedad
de mí. La única recompensa que puedo darte en retribución de todo lo que me has
dado es mi debilidad, mi dolor y mi miseria.
Estoy delante Tuyo, Espíritu de Amor, que eres fuego inextinguible y quiero
permanecer en tu adorable presencia, quiero reparar mis culpas, renovarme en el
fervor de mi consagración y entregarte mi homenaje de alabanza y adoración.
Jesús bendito, estoy frente a Ti y quiero arrancar a Tu Divino Corazón
innumerables gracias para mí y para todas las almas, para la Santa Iglesia, tus
sacerdotes y religiosos. Permite, oh Jesús, que estas horas sean verdaderamente
horas de intimidad, horas de amor en las cuales me sea dado recibir todas las
gracias que Tu Corazón divino me tiene reservadas.
Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, me uno a Ti y te suplico me hagas
partícipe de los sentimientos de Tu Corazón Inmaculado.
¡Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen,
no adoran, no esperan y no te aman.
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te
ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor
Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de todos los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que El mismo es ofendido. Y por los
méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón y del Inmaculado Corazón de María,
te pido la conversión de los pobres pecadores.
Señor Jesús:
Nos presentamos ante ti sabiendo que nos llamas y que nos amas tal como somos.
«Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y conocido que tú eres
el Hijo de Dios» (Jn. 6,69).
Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la última cena y
continúa como comunión y donación de todo lo que eres.
Aumenta nuestra FE.
Por medio de ti y en el Espíritu Santo que nos comunicas, queremos llegar al
Padre para decirle nuestro SÍ unido al tuyo.
Contigo ya podemos decir: Padre nuestro.
Siguiéndote a ti, «camino, verdad y vida», queremos penetrar en el aparente
«silencio» y «ausencia» de Dios, rasgando la nube del Tabor para escuchar la voz
del Padre que nos dice: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia:
Escuchadlo» (Mt. 17,5).
Con esta FE, hecha de escucha contemplativa, sabremos iluminar nuestras
situaciones personales, así como los diversos sectores de la vida familiar y social.
Tú eres nuestra ESPERANZA, nuestra paz, nuestro mediador, hermano y amigo.
Nuestro corazón se llena de gozo y de esperanza al saber que vives «siempre
intercediendo por nosotros» (Heb. 7,25).
Nuestra esperanza se traduce en confianza, gozo de Pascua y camino apresurado
contigo hacia el Padre.
Queremos sentir como tú y valorar las cosas como las valoras tú. Porque tú eres el
centro, el principio y el fin de todo.
Apoyados en esta ESPERANZA, queremos infundir en el mundo esta escala de
valores evangélicos por la que Dios y sus dones salvíficos ocupan el primer lugar
en el corazón y en las actitudes de la vida concreta.
Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y te comunicas con todo lo que eres.
Quisiéramos decir como San Pablo: «Mi vida es Cristo» (Flp. 1,21).
Nuestra vida no tiene sentido sin ti.
Queremos aprender a «estar con quien sabemos nos ama», porque «con tan buen
amigo presente todo se puede sufrir». En ti aprenderemos a unirnos a la voluntad
del Padre, porque en la oración «el amor es el que habla» (Sta. Teresa).
Entrando en tu intimidad, queremos adoptar determinaciones y actitudes básicas,
decisiones duraderas, opciones fundamentales según nuestra propia vocación
cristiana.
CREYENDO, ESPERANDO Y AMANDO, TE ADORAMOS con una actitud sencilla
de presencia, silencio y espera, que quiere ser también reparación, como
respuesta a tus palabras: «Quedaos aquí y velad conmigo» (Mt. 26,38).
Tú superas la pobreza de nuestros pensamientos, sentimientos y palabras; por
eso queremos aprender a adorar admirando el misterio, amándolo tal como es, y
callando con un silencio de amigo y con una presencia de donación.
El Espíritu Santo que has infundido en nuestros corazones nos ayuda a decir esos
«gemidos inenarrables» (Rom. 8,26) que se traducen en actitud agradecida y
sencilla, y en el gesto filial de quien ya se contenta con sola tu presencia, tu amor
y tu palabra.
En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos amas, y nos
hablas, ya nos basta, aunque muchas veces no sentiremos la consolación.
Aprendiendo este más allá de la ADORACIÓN, estaremos en tu intimidad o
«misterio».
Entonces nuestra oración se convertirá en respeto hacia el «misterio» de cada
hermano y de cada acontecimiento para insertarnos en nuestro ambiente familiar
y social y construir la historia con este silencio activo y fecundo que nace de la
contemplación.
Gracias a ti, nuestra capacidad de silencio y de adoración se convertirá en
capacidad de AMAR y de SERVIR.
Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar
en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más
perfecta Madre.
Ayúdanos a ser tu Iglesia misionera, que sabe meditar adorando y amando tu
Palabra, para transformarla en vida y comunicarla a todos los hermanos.
Amé
Bendito sea Dios.
Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendito sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
Bendita sea la Incomparable Madre de Dios la Santísima Virgen María.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José su casto esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

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