El martes 21 de noviembre se tejió un compromiso en el auditorio del periódico
El Universal. Era un día especial, marcado por un pacto en pos de un futuro sin violencia de género ni trata de personas, al mismo tiempo que se gestaba un diálogo por la integración. Para mí, era un despertar temprano en una ciudad desconocida, con el objetivo de llegar al evento que prometía abordar temas cruciales para la sociedad. Mi odisea comenzó con la búsqueda de las rutas de Transcaribe, un sistema de transporte que exploraba por primera vez. Google Maps se volvió mi aliado para ubicar puntos clave en un territorio inexplorado. En la parada del Transcaribe, consulte a los presentes sobre la ruta hacia la estación Chambacu, frente al Mall Plaza. Tomé el primer autobús recomendado, el de San José, pero el viaje se volvió una travesía entre cuerpos apretados. Mi única meta era llegar a la estación y, a las 8:40 am, lo logré. Corrí hacia el siguiente desafío: encontrar el periódico. Sin acceso a internet, me embarqué en una caminata guiada por la intuición. Recé, toqué mi cadenita, y un mototaxista se ofreció a ayudarme. En un acto de fe, subí a la moto y me llevó hasta la puerta del periódico. Agradecí y bendije al desconocido protector que, en ese momento, me permitió llegar a salvo. Registrada y en la sala, me encontré con un periódico que adelantaba el tema central: la migración en Colombia. El reloj marcó las 9:00 am, y la presentadora pidió silencio en una sala mayormente poblada por mujeres. Estudiantes universitarias, mujeres venezolanas y representantes gubernamentales dieron vida a la reunión. Ana María González, secretaria de interior de Cartagena de Indias, tomó la palabra. Detalló un plan de acción para combatir la trata de personas y la violencia de género. Destacó los esfuerzos de la ciudad para robustecer la identificación de víctimas, en colaboración con el hospital público de Cartagena. Mencionó el éxito del consultorio Púrpura, un concepto que ha aumentado significativamente la identificación de víctimas. La lucha se extendía a los cargos oficiales con el proyecto “Loba Fiera”. Concientizar a guardacostas, migración colombiana y policías se convirtió en una tarea vital. Se lograron más capturas y la suspensión definitiva de actividades económicas de redes de trata. Se rompía el tabú en la ciudad gracias a la conciencia ciudadana. Nicolás Pareja, director del periódico, resaltó la importancia de los medios en estos temas y su conexión con el diálogo de integración. Un pacto entre líderes gubernamentales y no gubernamentales selló el compromiso de trabajar por la erradicación de la violencia de género. Un panel de discusión abordó temas de migración venezolana, violencia de género y trata de personas. Voces como la de Ana Beatriz Piña, migrante venezolana, y Anadelfi Ladeus, coordinadora del consultorio Púrpura, resonaron con fuerza. Los programas preventivos y atención integral eran piezas clave. El evento concluyó con una actuación musical emotiva de Gnotte y Mario Evans, transmitiendo un mensaje de esperanza y unidad. La sala se conmovió, especialmente cuando resonó la canción “Me fui”, haciendo evidente la realidad y el dolor del proceso migratorio. En ese momento, todos éramos testigos de un país venezolano unido por un objetivo común. La lucha contra la migración, la violencia de género y la trata de personas se manifestaba en lágrimas compartidas, y el evento dejó una profunda huella en quienes estábamos presentes.