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El viernes pasado, cuando me dirigía a tomar el transporte, cruzó por mi lado una mujer con
su pequeña hija de la mano, quien, a su vez, sostenía en sus brazos una muñeca de algodón y
plástico, con facciones casi humanas y un biberón en la boca.
Se data la existencia de muñecas desde 2100 a.C. Éstas cumplían con la función de
representar deidades de manera que los niños pudieran relacionarse con sus dioses a través
del juego. Dicha visión fue abandonada para relacionar el juguete con la figura humana,
herramienta con la cual los niños a través de una dinámica de roles olvidan su naturaleza para
sumergirse en el papel de padres. Así pues, a dicho comportamiento se le da un valor positivo
dentro de varios discursos, entre los que destacan el sexismo, la industria de la juguetería y la
reproducción humana.
Por tanto, si resignificamos la actitud maternalista de la niña con su muñeca desde la teoría
Queer, el hecho de que un niño de género masculino juegue con muñecas parecerá algo
normal, hasta el punto de atribuirlo al instinto paternal. Con todo esto, si suponemos que el
discurso dominante es el del párrafo anterior, la preparación para la maternidad/paternidad
desde los primeros años de vida de un ser humano debería tornarse como lo aceptado, como
lo normal.
Así pues, por ejemplo, se considera que es moralmente adecuado que sean las mujeres,
quienes asuman el rol de la maternidad desde edades tempranas, comportamiento que se
transmite culturalmente con el hecho de que la mayoría de juegos y actividades
recreacionales practicadas por infantes de género femenino están orientadas al proceso de
adaptación de las actividades del hogar (el cuidado de los hijos, el desempeño en la cocina,
etc.). Una vez más el discurso se propone imponer una verdad desde la conciencia social en
donde, además, la misma actividad realizada por un infante de género masculino no puede ser
completamente natural y correcta.
Habiendo dicho esto, es justamente en este punto en donde se justifica la acción de emplear la
genealogía como una herramienta efectiva para iniciar una deconstrucción de los
mencionados anteriormente y así poder hacer una examinación detallada de qué es lo que
constituye la maternidad desde una mirada histórica y cultural separando el apoderamiento de
la subjetividad por parte de aquel que ostenta el poder.
REFERENCIAS:
1- Gibson-Graham, J.K. (2002). Intervenciones Posestructuralistas. Revista Colombiana de
Antropología. Vol. 38. pp. 261-286.
2- Foucault, M. El orden del discurso. México: Tusquets, 2013
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4-Veronelli, A. Sobre la colonialidad del lenguaje. State University of New York,
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5-Fraser, Antonia (1973). Dolls. Octopus books.
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8- Rousseau, J. Emilio o de la educación. 1762