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José Enrique Rodó : Ariel

Sumario:

1. Buen gusto.
2. Ariel.
3. Humanismo.
4. Ideal grecolatino.
5. Calibán.
6. Imitación y asimilación.
7. Ocio.
8. Realidad inmediata.
9. Arte.
10. Arielismo.

1. “Yo creo indudable que el que ha aprendido a distinguir lo delicado de lo vulgar, lo


feo de lo hermoso, lleva hecha media jornada para distinguir lo malo de lo bueno.”
(Pág. 32).

La concepción de Rodó sobre la belleza es helenista, congruente con las características


del Modernismo. El valor intrínseco de la belleza le permite al ser humano acceder no solo
al conocimiento sino a la plenitud. La belleza, o mejor, la ausencia de lo vulgar se refleja
en el buen gusto en el sentido menos superficial. El buen gusto es así la expresión de la
estética de la moral, entendiendo la idea de equilibrio, de la búsqueda de la belleza por su
sentido, alejado de lo práctico, del materialismo que el ensayo plantea como la antítesis
de la figura de Ariel. Ese Calibán que en su momento, estaba representado por la visión
de la Norte América imperialista, y que ahora, toma la figura de la globalización. En ese
sentido, la lectura de Rodó se hace vigente: el mismo Ariel, muchos otros Calibanes.
2. “La civilización de un pueblo adquiere su carácter, no de las manifestaciones de su
prosperidad o de su grandeza material, sino de las superiores maneras de pensar
y de sentir que dentro de ella son posibles.” (Pág. 45)

La idea de la prosperidad (trasladada al concepto actual de éxito) encaminada a la


grandeza material no es otra cosa que la idea de utilitarismo. Frente esta visión, se
encuentra el ideal grecolatino de Ariel. La acumulación de espíritus útiles, el número, no
sustituye a la calidad, dice Rodó. Se entiende que no pueden convivir civilización y
mediocridad o medianía. Sin pretenderlo, el ensayo roza la idea del individualismo al
descartar como virtud la opinión de las mayorías, de la multitud perfilada al bienestar
inmediato. De igual forma la civilización se sustenta en la diversidad: el plural de las
maneras de pensar y de sentir significan la superioridad de lo no uniforme.

3. “El verdadero, el digno concepto de la igualdad, reposa sobre el pensamiento de


que todos los seres racionales están dotados por naturaleza de facultades
capaces de un desenvolvimiento noble.” (Pág. 53)

El desenvolvimiento noble del que habla Rodó se encuentra condicionado a la igualdad de


oportunidades, no a la homologación de las conciencias, sino a la generación de las
condiciones que eviten que las virtudes innatas del ser humano se diluyan. La
desigualdad de pensamiento estará justificada por la igualdad de oportunidades. Frente al
determinismo, el ensayo contrapone la idea grecolatina de democracia, como mecanismo
de selección espiritual lejano del materialismo que, al estandarizar, deshumaniza.

4. “De la herencia de las civilizaciones clásicas nacen el sentido del orden, de la


jerarquía, y el respeto religioso del genio, viciados por cierto aristocrático desdén
de los humildes y los débiles.” (Pág. 58)

El modernismo trata de explicar la realidad del presente refugiándose en el pasado, en la


herencia grecolatina y en la espiritualidad del cristianismo. El Ariel de Rodó aspira al ideal
clásico, unificador a través de la palabra, de la esencia del americanismo perfilado ya en
José Martí, exacerbado por el colonialismo del Calibán norteamericano que había
invadido Cuba dos años antes de la publicación de este ensayo. Si bien, el sentido de lo
americano no pasa en Ariel por los pueblos originarios, sí alerta del riesgo de excluir a los
humildes de ese ideal, en nombre de una aristocracia emergente, superficial.

5. “Si ha podido decirse del utilitarismo, que es el verbo del espíritu inglés, los
Estados Unidos pueden ser considerados la encarnación del verbo utilitario.” (Pág.
59)

En el contexto de la aparición de Ariel, Caliban estaba claramente dibujado en el


utilitarismo norteamericano. Era el momento en el que los movimientos independentistas
del continente se esforzaban por sostenerse, era el momento de la América unificada,
representada quizá por la juventud a la que el maestro Próspero dirige las palabras del
ensayo. En este ámbito expansionista, la figura de Ariel es el contrapeso al Norte y a su
eficacia, vigente hoy en la idea materialista del éxito, el moderno Calibán que se renueva
en la globalización, en el mercado.

6. “No veo la gloria ni en el propósito de desnaturalizar el carácter de los pueblos,


para imponerles la identificación con un modelo extraño al que ellos sacrifiquen la
originalidad irremplazable de su espíritu; ni en la creencia ingenua de que eso
pueda obtenerse alguna vez por procedimientos artificiales e improvisados de
imitación.” (Pág. 61)

La imitación deforma la imagen del modelo. La eficacia de Calibán radica en lo


deslumbrante de lo efímero. Tener antes que ser, incorporarse a un modelo probado de
éxito basado en la productividad. El Ariel de Rodó permanece vigente a pesar de la
transformación de Calibán en otros modelos actuales a seguir, sin raíces, sin la estética
moral mencionada en los primeros capítulos del ensayo.

7. “Spencer agregaba que era necesario predicar a los norteamericanos el Evangelio


del descanso o el recreo (…) en que debe iniciarse a aquellos trabajadores sin
reposo, toda preocupación ideal, todo desinteresado empleo de las horas, todo
objeto de meditación levantado sobre la finalidad inmediata de la utilidad” (Pág.
70)
A los ojos de Calibán, el ocio ejemplifica lo contrario a la utilidad porque esta representa
una virtud. Y la utilidad se desvirtúa con la pérdida de tiempo. El ser humano abona su
tiempo para sostener la estructura de ese ideal material y es por eso que cualquier acto
desinteresado, con un objetivo diferente, es considerado subversivo.

8. “Huérfano de tradiciones muy hondas que le orienten, ese pueblo (el


norteamericano) no ha sabido sustituir la idealidad inspiradora del pasado con una
alta y desinteresada concepción del porvenir. Vive para la realidad inmediata, del
presente, y por ella subordina toda su actividad al egoísmo del bienestar personal
y colectivo.” (Págs. 70-71)

La descripción del pueblo norteamericano encaja con la idea de éxito inspirada en el


consumo. Lo inmediato es lo que se puede comprar, se vende tiempo. Sin la idealidad
inspiradora del pasado, lo útil sustituye a lo esencial. Consumir y desechar, negando
también el pasado y el futuro a los propios objetos. Rodó no solo se refiere al egoísmo
personal, habla de un egoísmo colectivo que, sin ser el motivo del ensayo, remite al
individualismo, a la reivindicación del individuo frente al prototipo.

9. “La seguridad de nuestra intervención en una obra que haya de sobrevivirnos,


fructificando en los beneficios del futuro, realza nuestra dignidad humana,
haciéndonos triunfar de las limitaciones de nuestra naturaleza”

Es en el arte donde Ariel permanece inmutable. En la visión de Calibán, el arte no


representa ninguna utilidad frente a la concepción de eficiencia, de realización a través del
consumo. El arte es atemporal, participa de pasado, presente y futuro. Es el mismo Ariel
frente a distintos Calibanes. Es el espíritu grecolatino que propone Rodó, pero también es
la palabra como elemento unificador, el lenguaje.

10. “Ariel triunfante, significa idealidad y orden en la vida, noble inspiración en el


pensamiento, desinterés en moral, buen gusto en arte, heroísmo en la acción,
delicadeza en las costumbres.” (Pág. 95)
El arielismo finalmente, como corriente ideológica que contrapone al materialismo
anglosajón el ideal grecolatino, mantiene su vigencia en lo esencial: la humanización
frente a lo inhumano, el ser frente al tener, el arte frente al moderno Calibán que impone
el mercado.

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