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SCRIPTA THEOLOGICA 33 (2001/1) RESEÑAS

gesis bíblica reconoce en los primeros so, sufre el no estar) con Dios, antes de
términos la manera hebrea de expresar, la experiencia de la Resurrección.
no un mero fenómeno intelectivo, sino El libro, dentro de su brevedad,
una experiencia de cercanía y comunión proporciona conocimientos fundamen-
interpersonal. En lo relativo al infierno, tales de escatología, y presta un servicio
los autores exponen la doctrina con me- a la esperanza cristiana.
sura: no se puede afirmar tan ligeramen-
te que «no hay nadie en el infierno» («La José Alviar
fe cristiana enseña que... alguien ha di-
cho ya «no». Se trata de las criaturas es-
pirituales que se rebelaron contra el amor José Antonio SAYÉS, La Trinidad, miste-
de Dios y a las que se llama demonios» rio de Salvación, Palabra, Madrid 2000,
[cf. concilio IV de Letrán: DS 800-801] 398 pp., 13,5 x 21,5, ISBN 84-8239-
Juan Pablo II, discurso del 28 de julio de 432-1.
1999); pero tampoco disponemos de
abundante información acerca de la per- El profesor José Antonio Sayés es
dición de seres humanos, dado que la sal- bien conocido en los ambientes teológi-
vación es un diálogo entre Dios, y el al- cos por sus muchas publicaciones en el
ma hasta el momento de la muerte. En ámbito de la dogmática. El libro que
cuanto al sufrimiento en la Muerte Eter- ahora presentamos se mantiene en su
na, los autores ponen el subrayado en la habitual modo de hacer. Nos encontra-
ausencia de Dios, (cabría presentar el su- mos, pues, ante un manual de Dios uno
frimiento del infierno de modo bastante y trino, en el que se sigue el orden ha-
unitario: con relación a Dios es esencial- bitual en los actuales tratados sobre
mente la separación eterna, y en cuanto Dios y en el que las cuestiones son tra-
a la criatura y sus relaciones con otras tadas en forma clara y solvente.
criaturas, es la falta de armonía en todos
Sayés inicia su estudio dedicando
los sentidos, que la Biblia describe con
cien páginas al misterio de Dios en la
múltiples términos, como Gehenna, fue-
Sagrada Escritura. Los temas relativos al
go, gusano, oscuridad, etc.).
AT están divididos en tres grandes apar-
Una teología de escatología «inter- tados: 1) evolución de la idea de Dios;
media» surge como respuesta a la pre- 2) Dios como Padre; 3) Mediaciones de
gunta provocada por dos hechos dogmá- Dios en el Antiguo Testamento. Los te-
ticos: la retribución inmediata después mas concernientes al NT están agrupa-
de la muerte, y la «distancia» (hablando dos en torno a cada una de las Personas
desde el interior de la historia) entre la divinas: Dios Padre, Dios Hijo y Dios
muerte individual y la Parusía. ¿Qué pa- Espíritu Santo. Siguen unas setenta pá-
sa entonces con los difuntos, «antes» de ginas dedicadas a la Trinidad en la Tra-
la resurrección? Los autores muestran dición. También aquí el orden seguido
que una respuesta cristiana ha de alejar- es el habitual hasta llegar al Concilio XI
se tanto de un dualismo de corte plató- de Toledo. El autor prosigue su estudio
nico como de un monismo materialista. con San Anselmo, Ricardo de San Víc-
Aun con dificultad de lenguaje, puede tor, Santo Tomás y los Concilios de Le-
afirmarse la pervivencia del yo con una trán, Lyón y Florencia. El autor dedica
duración no medible según nuestro unas páginas interesantes al concepto
tiempo, en el cual goza ya de la expe- de persona en teología (pp. 201-221).
riencia fundamental de estar (o, en su ca- Se trata de unas páginas que evidencian

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la dificultad del tema, precisamente al teamiento agustiniano en Mysterium


mostrar la razón de fondo que llevó al Salutis, en una línea paralela a la de Sa-
pensamiento cristiano a su elaboración yés, mucho más matizada y certera. En
teorética. la página siguiente, el autor estima que
El resto del libro está dedicado al su tratado puede suponer una aporta-
tratamiento sistemático. Comienza por ción sugestiva: recuperar «una línea ol-
las procesiones trinitarias, para conti- vidada en la historia de este tratado
nuar después estudiando la unidad de la (hoy en día ya muy apreciada), la de Ri-
Trinidad y los atributos divinos. Bajo el cardo de San Víctor, que presenta una
mismo apartado de los atributos coloca perspectiva más personalista». Efectiva-
el conocimiento y el amor divinos. Ex- mente, los manuales y tratados actuales
tensión notable encontramos en el te- sobre la Trinidad, destacan la importan-
ma Trinidad y Salvación (pp. 277-321) cia de Ricardo de San Víctor y le dedi-
subidividido en los siguientes epígrafes: can abundantes páginas, mostrando la
La Iglesia y la Trinidad, el misterio de la fecundidad aún no explotada de su pen-
Iglesia, la Iglesia y la Trinidad en el Va- samiento. Así sucede con los manules
ticano II, La encarnación del Verbo, la de J. Rovira Belloso, M. Arias Reyero, y
inhabitación trinitaria. El estudio siste- L. Ladaria entre otros. El autor debiera
mático como tal concluye con un ex- advertir que el atractivo de Ricardo de
tenso apartado dedicado al conoci- San Víctor no es otro que el que provie-
miento natural de Dios en el que dedica ne del hecho de que acercarse a él es
unas páginas a realizar una crítica a la acercarse a San Agustín en una lectura
posición que, sobre este asunto, man- menos escolástica y más viva.
tiene W. Kasper en su obra El Dios de
Las páginas dedicadas a la demos-
Jesucristo. El libro concluye con un
tración de la existencia del alma o al
apéndice dedicado al concepto persona,
concepto de persona con el que intenta
a la existencia del alma y a buscar un
más allá del hilemorfismo. superar el hilemorfismo, necesitan una
mayor extensión, que permita detener-
Quizás de lo que más sorprenda en se en algunos matices, en una cuestión
el libro sea lo abruptamente que el au- de por sí verdaderamente ardua. Me es-
tor emite sus críticas, sin atender inclu- toy refiriendo a los matices imprescin-
so a los matices necesarios para no de- dibles para exponer el pensamiento de
formar el pensamiento de los autores los autores criticados sin lastimar dema-
criticados. Así sucede, por ejemplo, siado su pensamiento. Así sucede, por
cuando, al analizar las causas de que «en ejemplo, en la p. 382, donde se rechaza
nuestra espiritualidad la Trinidad quede per modum unius a Althaus, Brunner,
en la lejanía de su trascendencia», aduce Barth, Rahner, Stange, Boros, Gresha-
como única causa «la impostación agus- ke, y Ruiz de la Peña, de cuyas teorías se
tiniana y tomista que ha predominado dice sin más que se oponen al magiste-
en la teología latina» (p. 9). Natural- rio de la Iglesia. Yo mismo, aunque de-
mente que toda «impostación» supone bo agradecer al autor la deferencia y las
una limitación, pero eso no quiere decir numerosas veces que me cita, debo de-
que esa impostación sea por sí misma y cir que, en alguna ocasión, no soy capaz
en solitario responsable del déficit de de reconocer mi pensamiento tal y co-
piedad trinitaria del que se queja el au-
mo él lo expone.
tor. En este sentido, véase por ejemplo,
la crítica que hace L. Scheffczyk al plan- Lucas F. Mateo-Seco

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