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Queridos amigos:
Quisiera iniciar mi participación con una breve justificación anecdótica.
Tengo una personal devoción a Santo Tomás de Aquino. Ésta no se debe únicamente a una
formación académica en la que su figura ha estado presente siempre, al menos como un
referente supuesto, respaldo de insignes maestros y de estructuras e instituciones que nos
han educado – y por qué no decirlo, también, en ocasiones fijación obsesiva o pose
esclerótica sin profundización de algunos; todo cabe en la viña del Señor –. Mi devoción se
debe más bien, sin embargo, a esa impredecible secuencia de experiencias en la propia vida
que van tejiendo con sorpresa nuestro encuentro con la providencia divina. Puedo
mencionar un viaje con Alberto y los dos Mercado que nos condujo a Aquino – ¿recuerdas,
Alberto, las fotografías a los graffitti de la catedral de Aquino? – y también a Roccasecca –
¿recuerdas el diálogo con el ex sindaco que nos orientó hasta llegar a aquellas ruinas en el
monte, con aquella pequeña iglesia donde tomaste algunas fotos? –. Dejando de lado las
diversas visitas a Montecasino, podría también indicar la feliz coincidencia que hizo que
fuera un 28 de enero el día que el recién nombrado Cardenal Norberto me hiciera saber a
través de Arturo Barranco que mi solicitud de permanecer en Roma para el doctorado había
sido aceptada, o la increíble referencia a la ventana desde la cual según la tradición Tomás
escapó de su casa familiar, que estaría ahora en el palacio adjunto a la iglesia de San
Girolamo, en Narni, donde estuve celebrando la eucaristía durante mis dos últimos años en
Roma. Estos y otros detalles me han llevado a una familiaridad con el Aquinate un poco
distante de sus escritos, pero que me lo hacen aparecer con un peso particular.
Ahora bien, el tema sobre el que deseo compartir algunas ideas es el de la
espiritualidad del pensador cristiano. En este punto quisiera, en referencia a Tomás,
sobrepasar la leyenda. En efecto, parece que una dimensión legendaria acompaña siempre
al Aquinate en la historia de su personal vida de piedad. Dicen que siendo joven escapó de
su casa y de las trampas lujuriosas tendidas por sus parientes – desde la ventana ya
mencionada, por cierto, bastante estrecha si pensamos en la también legendaria obesidad
del maestro, con todo y que cabe justificar la incongruencia pensando en que casi ningún
adolescente es un gordo consumado –; dicen también que al presentar su propuesta al Papa
para los oficios eucarísticos, el colega Bonaventura rompió la propia al reconocer la dosis
de inspiración del dominico; dicen, por si fuera poco, que si nunca terminó la Summa
Theologiæ fue por una visión mística que le hizo sentir como paja cuanto hubiera dicho
sobre Dios, con todo y que percibió a la vez que «bien había hablado de Dios» en su
trabajo.
Para sorpresa mía, más allá de la leyenda, existe una verdadera literatura
de mano del propio Tomás que dibuja su espiritualidad. Quisiera, precisamente, a este
respecto, compartir con ustedes dos breves textos; un par de páginas, no más, de origen
diverso y sin pretensiones científicas, que retratan, sin embargo, del autor, una disposición
personal que orienta la vida y las propias actividades desde la comunión con Dios – es
decir, una espiritualidad –, la que era propia de Tomás y la misma que, a mi parecer,
constituye una provocación al pensador cristiano de todos los tiempos. El primer texto es el
«Sermo 4» de las «Piæ preces»; el segundo, la carta «De modo studendi» dirigida a un tal
«hermano Juan».
Espiritualidad del pensador cristiano 2
descubrir sólo a partir de su relación con el fin. El enfoque teleológico característico del
Aquinate está aquí presente.
De hecho, el rendir gloria a Dios tiene, en el mismo texto, una
consecuencia antropológica también teleológica. En efecto, en la última expresión de la
Oración la gloria de Dios está vinculada con la plena felicidad del hombre en la patria
eterna. La búsqueda en la vida humana de aquellas cosas que den gloria a Dios es al mismo
tiempo la búsqueda de la propia felicidad definitiva, no como dos realidades opuestas, sino
como la convergencia de una única finalidad. Si se me permite llamarlo así, la
espiritualidad de Tomás es de un teleologismo eudemónico.
Ahora bien, la conciencia de la finalidad nos remite, necesariamente, a la
búsqueda del origen. A este propósito, sin abusar, quisiera poner en evidencia un rasgo
lexicográfico de la Oración. Los verbos que Tomás atribuye a Dios son los siguientes:
conceder, ordenar, pedir, hacer, otorgar con generosidad, pero sobre todo dar (da, tribue,
largire). La actitud con la cual se coloca ante Dios no es en ningún caso la del hijo
caprichoso que le exige a su padre que cumpla con su deber, sino la del humilde aunque
confiado interlocutor que se dispone a acoger el don para hacerlo fructificar. Lo propio de
Dios es dar, y como consecuencia, pedir en razón de lo dado. La uniformidad de este
esquema en los verbos aplicados a Dios contrasta fuertemente con el profuso vocabulario
referido a las actividades y propiedades del hombre. El origen, finalmente, de todos y cada
uno de los rasgos humanos que el autor quiere realizar en su persona es Dios mismo.
Origen y fin coinciden, como es sabido, en el esquema exitus-reditus que caracteriza la
Summa Theologiæ del autor.
Por último, una nota sobre el modo como el autor invoca a Dios:
normalmente lo llama Señor Dios; al inicio, Dios misericordioso. Resulta curioso señalar
que no existe una referencia trinitaria, ni siquiera en la conclusión litúrgica («qui vivis et
regnas deus per omnia sæcula sæculroum»). Acaso se encuentra aquí una actitud general
de referirse no a las personas, sino a la naturaleza divina, típica en Tomás incluso al pensar
el «Padre nuestro». Esta sería, a mi parecer, la única carencia orgánica de la Oración.
Síntesis: El gran marco del dinamismo espiritual del hombre es su
vinculación con Dios de quien depende y hacia quien tiende; en ese dinamismo y dentro de
ese mismo marco general se inscribe la actividad reflexiva. Dios guarda respecto a la
actividad humana una prioridad absoluta: es de quien procede y es para quien se hace.
doleam nisi quod ducat ad te vel abducat a te». En el teleologismo eudemónico al que me
he referido, el criterio de discernimiento es el hecho de que las cosas conduzcan o no
conduzcan a Dios. Me atrevo a hablar de un eudemonismo radical, sin negociaciones. «Sólo
Dios basta», diría Teresa. La vida resulta una lucha, con ires y venires, momentos de
prosperidad y momentos de adversidad. ¿Hay algo más realista que esto? Pues bien, en la
oración, Tomás pide que ni los ires ni los venires constituyan la clave para valorar la
existencia. «Da mihi [...] inter prospera et adversa non deficere, un in illis non extollar, et
in istis non deprimar». Esta orientación llega a plantearse de modo lapidario: «Vilescant
mihi omnia transitoria, et cara mihi sint omnia tua».
Las diversas dimensiones antropológicas que consideramos antes entran a
ser equilibradas en razón del discernimiento. La alegría sin Dios ha de aburrir, lo que está
fuera de Dios no ha de ser deseado. De modo curioso, el trabajo y la paz (la actividad y el
descanso) son así presentadas: El trabajo (por lo tanto el cansancio) con Dios deleita; la paz
(y por lo tanto la serenidad) sin Dios aburre.
Como síntesis de discernimiento, y para estar atentos a la verdad
profunda, Tomás pide un corazón vigilante: «Da ... cor pervigil quod nulla abducat a te
curiosa cogitatio». La curiosidad (el impulso desorientado) puede perder el rumbo; para
evitarlo está la vigilancia del corazón. Bella manera de definir el ejercicio de la conciencia.
Síntesis: El objetivo de la vida del hombre y de todas sus actividades es el
encuentro con Dios. En el estudio, dicho objetivo es la verdad, pero la verdad definida
como valor, es decir, la verdad profunda, la sabiduría que capta de las cosas de acuerdo con
el plan de Dios. Desde ella ha de realizar el hombre su discernimiento con un corazón
vigilante.
más lejos: que de alguna manera aproveche para el crecimiento. ¡Vaya noción de disciplina
en una perspectiva que busca la felicidad! Por supuesto, nada más absurdo para un mundo
inmediatista como el nuestro.
En este sentido, la misma Oración ha hablado de la penitencia. El mismo
corazón que ha de ser vigilante ha de dirigirse frecuentemente a Dios «et in defectione mea
cum emendationis proposito dolendo pensare». Habiendo hecho conciencia de la
misericordia de Dios, existe sin embargo la necesidad de un proceso que el hombre ha de
vivir delante de su propia defección. Hoy de modo particular me pregunto en qué medida el
erudito se detiene a ubicar su ciencia en el marco moral de su propia existencia. Tal vez
nadie como el hombre que conoce debe pedir la sabiduría para que la ciencia no lo hinche.
Creo que en esta acción de Dios que fragua al hombre cabe añadir algo
que ya decíamos respecto al hombre que está en crecimiento. El autor pide a nivel personal
que Dios lo haga «obedientem sine contradictione, pauperem sine defectione, castum sine
corruptione, patientem sine murmuratione, humilem sine fictione, hilarem sine
dissolutione, tristem sine dejectione, maturum sine gravitate, agilem sine levitate, timentem
te sine desperatione, veracem sine duplicitate, operantem bona sine præsumptione,
proximum corripere sine elatione, ipsum ædificare verbo et exeplo sine simulatione». Las
características de la propia persona han de alcanzar una medida justa, que no consiste en el
simple medio, sino que se han de medir siempre (discernir) conforme a lo que Dios espera
del hombre. En algunos puntos, se trata de pedir que la vivencia de una realidad no me
lleve al extremo («tristem sine defectione»); en otros, que se realice con la plenitud que
conviene (obediens, pauper, castus); en otros aún, la integridad ante la responsabilidad
pública (verax, operans bona, sine elatione, sine simulatione).
En este marco general entran las recomendaciones precisas referidas al
estudio. Estas son:
• Entrar a lo difícil a través de lo más fácil. Con pocas palabras se
sintetiza el alcance del método, de la delimitación de los pasos. Entrar
al mar a través de los arroyos.
• Contenerse, es decir, no acelerarse. En sentido directo lo refiere a dos
aspectos, que tienen que ver con nuestra bendita y precipitada boca: el
hablar y el comer. El sentido resulta claro: es necesario controlar el
impulso primario, para que pueda pasar por el discernimiento.
• Procurar la pureza de conciencia y la práctica de oración. Ya hemos
hablado de ello. Creo que van juntos: el que ora purifica la
conciencia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos
verán a Dios (serán capaces de discenir).
• Valorar la soledad. Lo llama «aprecio por la propia celda». En el
contexto de la vida religiosa, resulta claro. En otros ámbitos el valor
es el mismo: el que se adueña de sí mismo en soledad, es lo
suficientemente confiable para que acceda a la celda del vino. El que
se contiene no es disoluto. Es íntegro. Ni hablar: las grandes batallas
se llevan a cabo en el corazón del hombre.
• En la relación con los demás, también hay un apelo al control: ser
amable sin familiaridad. También aquí hay que pensar en el estado de
cada uno. Pero el valor sigue siendo común: medirlo, discernirlo.
Espiritualidad del pensador cristiano 9
Julián
Círculo de estudio
16 de enero de 2004
Espiritualidad del pensador cristiano 10
Concede mihi, misericors deus, quae tibi Concédeme, Dios misericordioso, desear
placita sunt ardenter concupiscere, prudenter ardientemente lo que te agrada, investigarlo
investigare, veraciter agnoscere, et perfecte prudentemente, reconocerlo verazmente y
adimplere ad laudem et gloriam nominis tui. cumplirlo perfectamente, para honor y gloria de tu
Ordina statum meum, et quod a me requiris ut nombre. Pon en orden mi vida, según mi estado, y
faciam, tribue ut sciam; et da exequi sicut hazme conocer lo que me pides hacer; dame el
oportet et expedit animae meae. Da mihi, sufrimiento que es necesario y que aprovecha a mi
domine deus meus, inter prospera et adversa alma. Dame, Señor Dios mío, que no me
non deficere, ut in illis non extollar, et in istis desaliente entre lo próspero y lo adverso, de modo
non deprimar: de nullo gaudeam vel doleam que en lo próspero no me exalte ni en lo adverso
nisi quod ducat ad te vel abducat a te. Nulli me deprima: que nada me alegre sino de lo que
placere appetam, vel displicere timeam nisi me conduce a ti, y que nada me moleste sino de lo
tibi. Vilescant mihi, domine, omnia transitoria, que me aleje de ti. Que no desee placer alguno o
et cara mihi sint omnia tua. Taedeat me gaudii tema desagrado alguno a menos que venga de ti.
quod est sine te, nec aliud cupiam quod est Que carezca de valor para mí, Señor, todo lo
extra te. Delectet me, domine, labor qui est pro transitorio, y sea para mí valioso todo lo que es
te; et taediosa sit mihi omnis quies quae est tuyo. Que me aburra la alegría que es sin ti y no
sine te. Frequenter da mihi, domine, cor ad te desee lo que está fuera de ti. Que me deleite,
dirigere, et in defectione mea cum Señor, el trabajo que es para ti, y sea para mí
emendationis proposito dolendo pensare. Fac tediosa la paz que es sin ti. Dame, Señor, dirigir a
me, domine deus, obedientem sine ti mi corazón con frecuencia, y que doliente
contradictione, pauperem sine defectione, piense en mis defectos con propósito de
castum sine corruptione, patientem sine enmienda. Hazme, Señor Dios, obediente sin
murmuratione, humilem sine fictione, et contradicción, pobre sin defección, casto sin
hilarem sine dissolutione, tristem sine corrupción, paciente sin murmuración, humilde
dejectione, maturum sine gravitate, agilem sine sin ficción, y alegre sin disolución, triste sin
levitate, timentem te sine desperatione, deyección, maduro sin gravedad, ágil sin
veracem sine duplicitate, operantem bona sine liviandad, temeroso de ti sin desesperación, veraz
praesumptione, proximum corripere sine sin duplicidad, agente de bien sin presunción,
elatione, ipsum aedificare verbo et exemplo corrector del prójimo sin arrogancia, edificante
sine simulatione. Da mihi, domine deus, cor del prójimo de palabra y obra sin simulación.
pervigil quod nulla abducat a te curiosa Dame, Señor Dios, un corazón vigilante que
cogitatio. Da nobile quod nulla deorsum trahat ningún pensamiento curioso aleje de ti. Dame una
indigna affectio. Da rectum quod nulla seorsum nobleza que ningún afecto indigno atraiga hacia lo
obliquet sinistra intentio. Da firmum quod bajo. Dame una rectitud que ninguna siniestra
nulla frangat tribulatio. Da liberum quod nulla intención logre desviar. Dame una firmeza que
sibi vindicet violenta affectio. Largire mihi, ninguna tribulación logre abatir. Dame una
domine deus meus, intellectum te libertad que ninguna violenta afección logre
cognoscentem, diligentiam te quaerentem, reclamar para sí. Otórgame, Señor Dios mío, un
sapientiam te invenientem, conversationem tibi intelecto que te conozca, un amor que te busque,
placentem, perseverantiam fidenter te una sabiduría que te encuentre, una conversación
expectantem, et fiduciam te finaliter que te agrade, una perseverancia que confiada te
amplectentem: tuis poenis hic affligi per espere, y una fe que finalmente a ti te abrace: haz
poenitentiam, tuis beneficiis in via uti per que aquí enfrente tus penas como penitencia, que
gratiam, tuis gaudiis in primis in patria perfrui tus beneficios en el camino los aproveche por
per gloriam. Qui vivis et regnas deus per omnia gracia y, sobre todo, que goze plenamente de tus
saecula saeculorum. Amen. alegrías en la gloria. Tú que vives y reinas y eres
Dios por todos los siglos de los siglos.
Espiritualidad del pensador cristiano 11
Quia quaesisti a me, in christo mihi carissime Muy amado en Cristo hermano Juan:
ioannes, qualiter te studere oporteat in thesauro Ya que me has pedido de qué modo has de
scientiae acquirendo, tale a me tibi traditur estudiar para ir creciendo en el tesoro de la
consilium: ut per rivulos, non statim in mare, ciencia, te transmito este consejo: que elijas
eligas introire, quia per faciliora ad difficilioraentrar a través de los arroyos, no directamente al
oportet devenire. mar, ya que es menester alcanzar lo más difícil a
través de lo más fácil.
Haec est ergo monitio mea et instructio tua. Esta es, pues, la exhortación que hago para tu
Tardiloquum te esse iubeo et tarde ad instrucción. Te recomiendo que no te precipites a
locutorium accedentem; conscientiae puritatem hablar y a dirigirte al refectorio. Aplícate a la
amplectere. pureza de la conciencia. No dejes de dedicarle
Orationi vacare non desinas; cellam frequenter tiempo a la oración. Aprecia tu celda estando
diligas si vis in cellam vinariam introduci. asiduamente en ella, si quieres ser admitido en la
celda del vino.
Omnibus te amabilem exhibe; nihil quaere Muéstrate amable con todos. No busques
penitus de factis aliorum; nemini te multum conocer profundamente los hechos de los demás.
familiarem ostendas, quia nimia familiaritas No te manifiestes con nadie demasiado familiar,
parit contemptum et subtractionis a studio porque demasiada familiaridad genera el
materiam subministrat; de verbis et factis desprecio del estudio e introduce factores ajenos
saecularium nullatenus te intromittas; discursus a él. De ningun modo te entrometas en
super omnia fugias; sanctorum et bonorum discusiones y hechos del mundo. Aléjate sobre
imitari vestigia non omittas; non respicias a quo todo de las divagaciones. No dejes de seguir las
audias, sed quidquid boni dicatur, memoriae huellas de los hombres santos y buenos. No te
recommenda; ea quae legis et audis, fac ut fijes en la persona de quién viene lo que
intelligas; de dubiis te certifica; et quidquid escuchas, sino cualquier cosa de bueno que se
poteris in armariolo mentis reponere satage, diga encomiéndalo a la memoria. Haz de modo
sicut cupiens vas implere; altiora te ne que llegues a entender las cosas que leas y
quaesieris. escuches. Verifica lo dudoso. Aspira a meter
todo lo que puedas en la vasija de tu mente,
como si estuvieras esperando llenarlo hasta sus
bordes. No busques las cosas que son demasiado
elevadas para ti.
Illa sequens vestigia, frondes et fructus in vinea Siguiendo tales huellas, mientras tengas vida,
domini Sabaoth utiles, quandiu vitam habueris, avanzarás y producirás follaje y fruto útil en la
proferes et produces. Haec si sectatus fueris, ad viña del Señor Sabaoth. Si tu sigues estos pasos,
id attingere poteris, quod affectas. serás capaz de alcanzar lo que deseas.