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Bienvenidas a esta nueva clase. Comenzaremos a caracterizar nuestro objeto de estudio.

¿Qué es la literatura? Características del texto literario.


Como veíamos en la clase anterior, la literatura es un objeto difícil de definir, porque no está dado de una vez y para
siempre sino que se relaciona con la historia y la cosmovisión de la cultura en la que determinada obra literaria fue
creada. Se entiende por cosmovisión a la forma particular que cada sociedad tiene de ver e interpretar el mundo; es
un conjunto de presuposiciones que, consciente o inconscientemente, tiene esa cultura acerca del mundo y de la vida,
y que, al mismo tiempo, provee un modelo que guía a los integrantes de esa comunidad en su vida cotidiana, en sus
rituales y en sus valoraciones personales.
Los Formalistas rusos (Todorov, Tinianov, entre otros), fueron quienes se preocuparon por encontrar la especificidad
del texto literario, su “literariedad”. Este grupo de estudiosos proveerá los instrumentos para analizar al texto de
manera inmanente, es decir, sin trascender los límites de la obra. Caracterizan al texto literario desde dos puntos de
vista:
• Punto de vista funcional:
- ¿qué hace la literatura?, ¿qué función cumple esta “entidad”-“unidad” dentro del sistema del que forma parte;
dentro del conjunto de discursos que circulan en una sociedad?
Este punto de vista considera la existencia de la literatura dentro de la sociedad, en la escuela, la universidad; en su
circulación a través de libros. En cuanto a esta "primera aprehensión", es innegable que existe una entidad llamada
literatura: es en la práctica social misma donde podemos ver que hay una circulación de productos artísticos definidos
como literarios, a través de la circulación de libros, en formatos digitales, etc. Ahora bien, y este es el punto sobre el
cual Todorov se interroga; ¿todos estos productos que cumplen una misma función (ser literatura), participan de una
naturaleza común?, ¿tienen todos las mismas propiedades? Sería esta la segunda aprehensión de la entidad literatura:
• Punto de vista estructural:
En relación con este punto de vista se intentan dar dos definiciones:
1-. que la literatura es ficción.
2-. que el lenguaje literario es sistemático.

La primera definición nos dice que la literatura es ficción; esta palabra deriva del concepto aristotélico de
"Mimesis" : la literatura es imitación por medio del lenguaje, imitación no solo de cosas reales sino también
de cosas ficticias. Ahora bien, esa "mimesis" no es una copia pasiva de la realidad, no es un reflejo directo,
sino que es una "construcción": la literatura es construcción de mundos ficticios mediante un trabajo del
lenguaje. El artista reproduce, copia, imita, pero recrea los segmentos de la realidad (entendida como lo
extratextual, lo que precede al texto como algo dado).
Ese “tomar” de la realidad y componer luego un objeto (obra literaria) nuevo con rasgos transformados
propios y peculiares, es lo que hace el carácter modelizante de la literatura.
De allí, la relación de la "categoría de ficción" con la noción de "modelo" y la de "mundo posible". El modelo
de realidad de un texto literario es una construcción lingüística de carácter estético (que tiene semejanza y
diferencias con aquello que está representado) y, siguiendo a Lotman, digamos que la literatura es un sistema
de modelización secundario, puesto que, su materia prima, la lengua, modeliza por primera vez, al representar
la realidad por medio de signos. En cuanto a la noción de "mundo posible", digamos que el universo literario
(texto), es un mundo ficcional posible, caracterizado por ser un posible estado de cosas.
• no ser el único, puesto que las posibilidades son múltiples.
• ser accesible desde el mundo real, desde nuestro conocimiento de mundo.
Mencionemos, al menos, que no podemos definir acabadamente la "categoría de ficción" si dejamos de lado
el aspecto contractual (que está unido al aspecto estructural) : la concreción de la literatura como tal, tiene
lugar tras la puesta en marcha de operaciones convencionales, hay una convención con respecto a lo que se
tiene por ficcional y a lo que se tiene por real; el criterio de ficcionalidad es esencialmente pragmático: se basa
en un contrato, en un pacto, entre autor y lector, dicho pacto se va armando a través de elementos como el
nombre del autor, el formato del libro, el título, la contratapa, el prólogo, la editorial, como así también, a
medida que vamos leyendo la historia, etc..
La literatura, entonces, construye o funda un mundo propio, con sus propios personajes, historias y leyes.
Cuando leemos un cuento o leemos una poesía nos “adentramos” en ese mundo posible sin preguntarnos si
es verdad o mentira lo que estamos leyendo (estas categorías no tienen espacio en la literatura). ¿Alguna vez
se preguntaron si existió una tortuga llamada Manuelita? ¿O pensaron en dejar de escuchar una canción
porque lo que contaba era algo “inventado”? Si comenzamos a leer el cuento “Bicho raro” de Graciela Montes,
dejamos de leer cuando aparece ese “bicho raro” porque un bicho así no puede existir?:
O bien dejamos la lectura de Daylan Kifky porque dice "disparates":
El texto literario no se somete entonces a la prueba de verdad.
Sin embargo, no se puede negar que todo texto literario alude a personajes, hechos, lugares
que pueden tener existencia histórica pero, en el momento en que son instaurados por la
palabra literaria en un mundo ficticio, son tan ficcionales como los otros elementos
inventados que los acompañan. La autora Graciela Montes, como una estrategia de
verosimilitud, en el prólogo de su libro "Historia de un amor exagerado" nos presenta una
foto de ella cuando era niña junto al que luego sería su esposo, y nos habla de esa historia de
amor que comenzó en la infancia. Pero luego, al comenzar la historia, cuando se inicia el
“Había una vez”, esa realidad se modifica, se enriquece, entra en su propio juego: es el
momento en que autor elige determinado narrador, con una perspectiva determinada
(contar en 3ra persona pero desde la mirada de un niño, por ejemplo) y a través de las
palabras y de acuerdo a su propio universo de emociones, sentimientos, ideas,
conocimientos, etc., construye este nuevo mundo, que se crea cada vez; de allí otra de las
características de la literatura: el extrañamiento.

En sentido estricto, se presenta el extrañamiento como un procedimiento. Consiste en presentar el


mundo como si se viera por primera vez, con una mirada inaugural; un elemento, una situación son
re-creadas, en el sentido estricto del término, es decir, creadas nuevamente y mostradas como siendo la
misma cosa pero, sin embargo, siendo otra. Desde el siempre insólito procedimiento de Cortázar, cuyo
narrador mira con ojos nuevos el hecho cotidiano de subir una escalera y así genera una de sus
Instrucciones, hasta el frecuente recurso de una voz narradora infantil que mira el mundo de los
adultos sin comprenderlo y lo presenta a partir de su lógica, los modos de utilizar este procedimiento
son innumerables.
Muchas veces ese mundo nos sorprende, nos interpela, nos hace ver más allá de nuestro
propio mundo, desde miradas nuevas que nos desafían. Veamos estos dos ejemplos:
MATEMOS A LAS BARBIES. Selva
Almada (fragmento)

No me gustan las Barbies


con sus tetitas paradas
y las nalgas
como dos gajitos de mandarina
que les salen por detrás.
No me gusta su pelo platinado
ni su deportivo rosa
ni el estirado de Ken.
con su aire de la prepa
a lo beverly noventa dos diez.
Las Barbies son tontas muñequitas
de pussy afeitada
que persiguen en rollers
a muñecos seriados
hijos bastardos de David Husselthorf
y sueñan casarse con ellos
en un mediodía radiante
y poder por fin ser legalmente
adúlteras

“Un cuento de amor y amistad” por Luis María


Pescetti

La obra literaria, entonces, se constituye en una estructura autónoma. Es un mundo creado


dentro y a partir de la palabra, que se organiza y funciona según sus propias leyes. Lo que
está en el mundo se transforma en referente y el enunciador crea a partir de ello. Si bien no
nos preguntamos acerca de su verdad, sí podemos pensar si lo que leemos es creíble o
verosímil dentro de ese mundo nuevo: Para ello debe regirse por ciertas leyes - no necesariamente
las del mundo real y su causalidad-, debe responder a una lógica - que no es totalmente ajena a la
conocida-, leyes y lógica que se instauran en el momento de enunciar el mundo ficticio y que le dan
sustento. Debe existir una coherencia y una causalidad internas que nos permitan creer en lo que pasa.
La posibilidad del relato de "ser inteligible y su lógica causal, su ordenación o composición, es lo que
crea el espacio de lo verosímil" (Ricoeur, 95).
De esta manera se produce un pacto ficcional entre emisor y receptor sin el cual es imposible
leer la ficción literaria. Este pacto, ligado indisolublemente a las nociones de ficción y vero-
similitud, nos permite entrar en el juego de la literatura respetando dos reglas:
1. Usted sabe que yo miento pero a usted no le importa que lo haga, porque mi finalidad no es
darle información verdadera ni falsa. Yo soy un mentiroso autorizado.
2. Me comprometo a que mi trabajo, el texto literario, sea verosímil y que además sea un producto
estético.
Todas estas características son explicadas por Seppia en el Capítulo 3

Hablemos ahora de la segunda definición. Según Todorov, la segunda definición estructural


de la literatura es de carácter sistemático: la literatura es un sistema, que llama la atención
sobre ella misma, que se hace autotélica. Así los formalistas rusos diferenciaron:

Lenguaje poético Lenguaje científico/cotidiano

- Opaco: resemantización del - Transparente: un signo tiene un


lenguaje. Un signo puede tener único significado
muchos significados.

- Connotativo: evocación de otros - Denotativo


significados

- Polisémico: significaciones - Monosémico


adicionales

- Plurisignificativo: plena
funcionalidad del lenguaje: No
sólo el significado conceptual, Unívoco
convencional, automatizado, sino
que aparece una red
complementaria y muy compleja
de relaciones (Coseriu)

- Centrífugo: los elementos están al


- Centrípeto: atrae la atención del
servicio de la comunicación.
receptor, se centra en sí mismo.

- Autónomo: crea realidades y - Heterónomo: presupone seres y


revela una verdad no cosas preexistentes.
comprobable (verosímil).

A partir de allí, los estructuralistas definirán el lenguaje literario como "sistemático", puesto
que crea un sistema de sentido que le es propio.
En relación a este tema, Eugenio Coseriu habla de otra propiedad del lenguaje literario, su
"polifuncionalidad"; llega a la conclusión de que "el lenguaje poético representa la plena
funcionalidad del lenguaje y de que, por tanto, la poesía (la literatura como arte) es el lugar
de despliegue, de la plenitud funcional del lenguaje". Para Coseriu, el signo lingüístico
concreto no proporciona sólo "representación" (sgdo. conceptual) y no funciona solo en
relación con el hablante, con el oyente y con el mundo extra-lingüístico, sino que funciona al
mismo tiempo en y por una red complementaria y muy compleja de relaciones ("evocación").
Son significaciones adicionales que forman, junto a la significación conceptual dada por el
sistema, el "sentido" del texto.
Dicha "evocación" se desactualiza (queda inoperante) en el lenguaje "corriente"; la actualidad
de esas relaciones se comprueba en cambio, en el lenguaje poético, "desautomatizado" y
"polifuncional".
Esta característica de la connotación o evocación debe ser entendida en todo el ámbito del
texto literario; no hay una palabra o una frase aislada las que son connotativas ya que los
sentidos agregados son resultado del texto en su totalidad. Entre estos sentidos y sugerencias
pueden señalarse connotaciones afectivas, valorativas, intenciones del emisor, esquemas para elaborar
relaciones inesperadas (como las metáforas o las metonimias), miradas irónicas de situaciones, hechos
o personajes. Para poder identificar los recursos que produce la connotación hay que saber
que en ella intervienen no solo el sentido de una palabra, reconocido por una comunidad,
sino también los otros planos del lenguaje: fónico, gráfico, prosódico, sintáctico. Pero todos
estos planos aluden y enriquecen el sentido porque el fenómeno de connotación es
específicamente semántico.
Ejemplos en el plano gráfico y fónico: Irulana y el Ogronte (ver en Seppia)
Ejemplos en el plano sintáctico y semántico:

En el plano semántico: las palabras “viento”, “espina”, “arrasa” (cuento Amigos por el
viento, palabras que se van recuperando a lo largo de todo el cuento)

Amigos por el viento, de Liliana Bodoc

Además de estos recursos connotativos, hay toda una serie de recursos estilísticos y figuras
y los tropos literarios que se pueden analizar -corresponden al ·estudio de la disciplina
llamada retórica. Esas figuras no son adornos ni tampoco son reducibles a una fórmula o a
una clasificación, no significan aisladamente sino que contribuyen a la conformación de los
sentidos del texto. Un texto literario es mucho más que recursos retóricos aislados. Es un
complejo entramado de significaciones donde cada uno de ellos aparece subordinado al
efecto pragmático buscado por el texto. (Para reconocer estas figuras nos remitiremos al texto
de María Angélica Basualdo).
El discurso literario es plurívoco y polisémico: por sus procesos de connotación, por el uso
particular del lenguaje (su retórica) y por el hecho de moverse en mundos posibles de ficción y no en
mundos reales, pretende abrir los sentidos más que cancelarlos. Nunca es totalmente explícito, ofrece
silencios o vacíos que debe completa r el lector para así construir el sentido de su lectura. Por eso se
puede comprender un texto de muy diversas maneras, de acuerdo al lector, e incluso, un
mismo lector puede hacer diferentes lecturas de un mismo texto de acuerdo al momento en
que lo lee, su estado de ánimo, su cosmovisión. Esto no significa que pueda interpretarse
“cualquier cosa” de una poesía, un cuento, una canción (como lo llama Eco, una “lectura
aberrante”), pero sí que el texto deja espacios por completar y que cada lector lo hará a su
manera.
Como vamos a ver más adelante, los textos que no abren a la imaginación, a la fantasía, los
que no construyen un mundo ficcional ni desafían al lector para que evoque sentidos
diversos, no son textos literarios. Cuando todo está explicitado, con un objetivo claro y con
una única lectura posible, es el momento de dudar y reemplazar esa lectura por una que
considere a los niños como verdaderos lectores activos.

Desde el Estructuralismo y el Formalismo ruso se hicieron aportes valiosos al análisis de los textos literarios,
aunque los autores se detuvieron en el interior del texto, es decir, desde un estudio inmanente. Posteriormente,
nuevos aportes van a surgir tomando en consideración el texto literario en la situación social y cultural del que
forma parte, el contexto de producción y especialmente, de recepción de la obra. Este nuevo modo de estudiar
la obra literaria (desde la Estética de la recepción, las teorías textuales, por ejemplo), considerará al lector
como un sujeto activo, co-constructor del sentido del texto. (Ver Seppia, capítulo 3)

Bibliografía de la clase:
Coseriu, E. (1977) El hombre y su lenguaje. Madrid, Gredas. (Cap. VIII, «Tesis sobre el tema "Lenguaje y Poesía"»)
Eagleton, T (1998): Una introducción a la teoría literaria. Buenos Aires. FCE.
Seppia, O. y otros (2001) Entre libros y lectores I. El texto literario. Buenos Aires: Lugar Editorial S.A..
Todorov, T (1978) Los géneros del discurso, Disponible en https://es.scribd.com/document/408568492/Todorov-
Tzvetan-Los-Generos-Del-Discurso-pdf

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