Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
FUENTES ESTATALES
FUENTES EXTRAESTATALES
Fuentes Internacionales
Fuentes profesionales
El ordenamiento jurídico es el conjunto de reglas por las que se rige una comunidad en
un determinado momento histórico. Cuando se habla de fuentes del Derecho, la primera
cuestión importante es distinguir entre fuentes materiales y fuentes formales.
Dentro de las fuentes materiales, señalamos dos fuentes extraestatales: las fuentes
internacionales, que provienen de la comunidad internacional (Organizaciones
internacionales o relaciones entre Estados), y las fuentes que provienen del propio
ámbito profesional, de la negociación colectiva –principalmente, del convenio colectivo
(esta fuente es estatal, en cuanto se dicta en el Estado español, pero no proviene del
Estado y por eso se ha separado de las fuentes estatales)– y de la costumbre.
Las fuentes formales –fuentes en sentido instrumental, traslativo u objetivo– son los
modos o maneras en que se manifiestan las normas (la ley, la costumbre y los principios
generales del Derecho), coexistiendo distintos tipos de reglas. Las normas estatales
incluyen tres grandes segmentos normativos: la Constitución, la Ley y el Reglamento (y,
dentro de éste, Decreto y Orden Ministerial). El Derecho internacional abarca la norma
internacional en sentido estricto –acuerdos entre Estados y normas aprobadas por
Organizaciones internacionales– y las normas comunitarias que tienen distintas
expresiones.
Los aspectos principales de las fuentes del Derecho están regulados de manera uniforme
para todos los sectores del ordenamiento jurídico y quedan afectadas por la teoría
general de las fuentes del Derecho contenida en la Constitución y en el Título Preliminar
del Código Civil.
En los arts. 1 a 4 del Código Civil, se define con carácter general, cómo se estructuran las
fuentes del Derecho en nuestro ordenamiento. Según el art. 1.1 del Código Civil, “las
fuentes del ordenamiento jurídico español son la ley, la costumbre y los principios
generales del Derecho”.
Y en el art. 1.2 del Código Civil, se establece que “carecerán de validez las disposiciones
que contradigan otra de rango superior. La costumbre sólo regirá en defecto de ley
aplicable, siempre que no sea contraria, a la moral o al orden público y que resulte
probada”. Con esta definición se está estableciendo el principio de jerarquía normativa
en el sistema de fuentes en cuanto a las normas estatales (las que se producen en el
Estado español). Este es el principio clave de ordenación de las fuentes estatales, de
aplicación a las normas de elaboración interna, y significa que las normas se ordenan
siguiendo un determinado orden jerárquico, de tal forma que la norma de rango
superior expulsa del ordenamiento jurídico la norma de rango inferior que se le oponga,
ya que las normas de rango inferior nunca pueden contradecir a las de superior rango.
Además, todas las normas estatales deben coordinarse con las de ámbito internacional;
así, las normas contenidas en los Tratados y Convenios internacionales, ratificadas
conforme a lo previsto en la CE y publicadas en el Boletín Oficial del Estado (BOE), se
integran en nuestro ordenamiento interno, mientras las normas de la UE se integran en
nuestro ordenamiento tras su publicación en el Diario Oficial de la Unión Europea
(DOUE) –anteriormente, en el Diario Oficial de las Comunidades Europeas (DOCE)–.
Recuérdese, al respecto, lo que establece el art. 1.5 del Código Civil: “Las normas
jurídicas contenidas en los tratados internacionales no serán de aplicación directa en
España en tanto no hayan pasado a formar parte del ordenamiento interno mediante
su publicación íntegra en el «Boletín Oficial del Estado»”.
Hay que resaltar que en Derecho Laboral aparecen nuevas fuentes jurídicas:
- En el sentido material de las fuentes, el poder de representantes de los trabajadores
y empresarios para crear normas laborales a través de la negociación colectiva.
- En el sentido formal de fuente, los convenios colectivos, como fruto de aquella
negociación.
- También del ámbito profesional pueden surgir usos y costumbres.
Por tanto, la principal peculiaridad del sistema de fuentes del Derecho del Trabajo, es,
que existe una fuente que es exclusiva de esta rama del Derecho, el convenio colectivo,
cuya peculiaridad estriba en que su elaboración se lleva a cabo por los propios
destinatarios de la norma, representantes de los trabajadores y empresarios o
asociaciones empresariales, a los que la Ley reconoce tal competencia.
La jerarquía es también el criterio que preside las relaciones entre la norma estatal y los
usos y costumbres y entre los convenios colectivos y la costumbre; por otra parte, la
norma estatal y el convenio colectivo prevalecen sobre la autonomía individual
(contratos y pactos individuales), si bien la autonomía de la voluntad goza de prevalencia
sobre los usos y costumbres.
*Según el Código Civil, las fuentes del ordenamiento jurídico español son:
- La ley
- La costumbre
- Los principios generales del derecho
* En el ámbito del ordenamiento laboral, las fuentes del Derecho del Trabajo son:
- La ley
- El convenio colectivo
- La costumbre
- Los principios generales del derecho
* En el art. 3.1 ET2 se señala que las fuentes de la relación laboral son:
1
Art. 3.2. ET: “Las disposiciones legales y reglamentarias se aplicarán con sujeción estricta al principio de
jerarquía normativa. Las disposiciones reglamentarias desarrollarán los preceptos que establecen las
normas de rango superior, pero no podrán establecer condiciones de trabajo distintas a las establecidas
por las leyes a desarrollar”.
2
Art. 3.1.ET, “Los derechos y obligaciones concernientes a la relación laboral se regulan:
a) Por las disposiciones legales y reglamentarias del Estado.
b) Por los convenios colectivos.
- Las fuentes legales y reglamentarias del Estado –la ley–.
- El convenio colectivo –fruto de la autonomía colectiva–.
- La voluntad de las partes manifestada en el contrato de trabajo –fruto de la
autonomía de la voluntad o, autonomía individual–. El contrato de trabajo no es una
fuente del Derecho, sino únicamente de la relación laboral. El contrato es ley entre las
partes, pero no es una fuente del Derecho.
- La costumbre local y profesional.
En conclusión, la principal peculiaridad del sistema de fuentes del Derecho del Trabajo
viene constituida por la existencia del convenio colectivo y su poder normativo (que
reconoce el art. 37.1 CE) se establece siempre que su elaboración se lleve a cabo a través
del procedimiento necesario para adquirir dicha condición (procedimiento establecido
en el Título III del Estatuto de los Trabajadores).
Respecto a la primera cualidad –la disposición básica sobre las fuentes del derecho– hay
que señalar que la propia Constitución asigna a los órganos del Estado las competencias
normativas sobre la legislación laboral, con exclusión de las Comunidades Autónomas
(CCAA), las cuales sólo pueden asumir su ejecución (art. 149. 1. 2ª y 7ª). La jurisprudencia
constitucional entiende el término legislación laboral como el conjunto de leyes y
reglamentos en materia laboral, pero que no incluye la normativa de funcionarios
públicos, el fomento del empleo y la estructura de la Administración de trabajo.
c) Por la voluntad de las partes manifestada en el contrato de trabajo, siendo su objeto lícito y sin que en
ningún caso puedan establecerse en perjuicio del trabajador condiciones menos favorables o contrarias
a las disposiciones legales y convenios colectivos antes expresados
d) Por los usos y costumbres locales y profesionales”.
a) Que prevalece sobre las demás leyes y normas y que existe sujeción a sus preceptos
de todos los poderes públicos. Todos los poderes públicos están sometidos y vinculados
por la CE por lo que las leyes contrarias a la misma pueden ser objeto de recurso o
cuestión de inconstitucionalidad ante el TC; los reglamentos contrarios pueden ser
declarados nulos por los tribunales ordinarios, que tienen además el mandato de
inaplicarlos.
b) Que todas las normas han de interpretarse de acuerdo con los cánones y principios
constitucionales.
- La elaboración de un Estatuto de los Trabajadores (art. 35.2 CE), como ley básica en
ese ámbito (en sustitución de las que regían con anterioridad), aunque con calidad de
ley ordinaria. La primera norma fue la Ley 8/1980, de 10 de marzo, sucedida después
por el Real Decreto Legislativo 1/1995, de 24 de marzo, por el que se aprueba el Texto
Refundido de la Ley del Estatuto de los Trabajadores. Actualmente, está vigente el Real
Decreto Legislativo 2/2015, de 23 de octubre, por el que se aprueba el texto refundido
de la Ley del Estatuto de los Trabajadores.
- La regulación del derecho de libertad sindical (art. 28.1 CE): Ley Orgánica 11/1985, de
2 de agosto, de Libertad Sindical.
- Una Ley que garantice el derecho a la negociación colectiva (art. 37.1 CE): se contiene
en el Título III ET, arts. 82 a 92.
- Una Ley sobre el derecho a adoptar medidas de conflicto colectivo y sus limitaciones
(art. 37.2 CE). Reprodúzcanse aquí las indicaciones hechas al respecto de la regulación
de la huelga.
La CE impone, por otro lado, ciertas reservas de ley en materia laboral (en los preceptos
que se acaban de citar, precisamente) para impedir una regulación exclusivamente
reglamentaria, aunque ello no supone que el reglamento no pueda colaborar en ese
terreno, pero siempre con habilitación legal y para aspectos secundarios. Otras reservas
de importancia en el ámbito laboral se derivan de cláusulas generales de la CE (como la
del art. 25.1 CE, en materia sancionadora).
La CE también fija los principios básicos del sistema económico (derecho al trabajo,
libertades profesionales, libertad de empresa, etc.) y de la política social y económica
(promoción del pleno empleo, garantía de la seguridad en el trabajo, fijación de tiempos
de descanso, etc.).
Los empresarios no son titulares del art. 28.1 CE (STC 75/1992), pero tienen derecho de
asociación (art. 22 CE), con un alcance similar; sí están comprendidos en el Convenio 87
de la OIT, junto a los trabajadores.
Según el art. 28.2 CE, los trabajadores tienen derecho a la huelga. Entraña, básicamente,
el derecho a cesar colectivamente en la prestación de servicios, sin que ello pueda ser
considerado falta sancionable, ni sea legítima la sustitución del trabajador huelguista.
Implica también el derecho a elegir los objetivos, el ámbito, la modalidad y la duración
de la huelga (aunque hay supuestos calificados de abusivos o ilegales por la ley), así
como el derecho a efectuar publicidad de la misma (con respeto siempre del derecho al
trabajo, y sin coacciones).
El contenido esencial del derecho de huelga consiste en una cesación del trabajo, en
cualquiera de sus manifestaciones o modalidades, aunque ello no excluye que «el
legislador, al regular las condiciones de ejercicio del derecho de huelga, pueda entender
que algunas particulares modalidades de cesación del trabajo pueden resultar abusivas»
(STC 11/1981).
Entre los derechos cívicos o derechos y deberes de los ciudadanos (arts. 30-38 CE), hay
tres preceptos muy importantes en materia laboral:
A) Art. 35 CE:
- Derecho al trabajo y deber de trabajar.
- Derecho a la libre elección de profesión u oficio (libertad de dimitir sin causa).
- Derecho a la promoción a través del trabajo (ascensos).
- Derecho a una remuneración suficiente para satisfacer las necesidades del
trabajador y las de su familia (tiene que ver con el SMI).
- Sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo
(incidiendo en la prohibición de discriminación que hace de forma general el art. 14 CE).
- Obligación de elaboración de un Estatuto de los Trabajadores.
B) Art. 37 CE:
- Derecho a la negociación colectiva y fuerza vinculante de los convenios
colectivos
- Derecho a adoptar medidas de conflicto colectivo diferentes a la huelga y cierre
patronal
C) Art. 38 CE:
- Derecho a la libertad de empresa en el marco de una economía de mercado.
Los derechos cívicos o derechos y deberes de los ciudadanos gozan de una protección
normal y se otorga a los derechos reconocidos en la Sección 2ª del Capítulo segundo del
Título I (arts. 30 a 38). Difiere este nivel de protección del anterior en que estos derechos
carecen del procedimiento específico de tutela, así como de la posibilidad de acceso al
recurso de amparo.
Por último, están los principios rectores de la política social y económica (arts. 39 a 52
CE, capítulo tercero del Título primero).
A) Art. 40 CE:
- política orientada al pleno empleo
- distribución de la renta regional y personal más equitativa
- política de estabilidad económica
- protección de la salud
- política de formación y readaptación profesionales
- seguridad e higiene en el trabajo
- descanso necesario: limitación de la jornada laboral
- vacaciones periódicas retribuidas
- promoción de centros adecuados
Art. 41 CE: deber de los poderes públicos de mantener un régimen público de Seguridad
Social para todos los ciudadanos, que garantice la asistencia y prestaciones sociales
suficientes antes situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo.
Art. 42 CE: el Estado debe velar por la salvaguardia de los derechos económicos y
sociales de los trabajadores españoles en el extranjero y orientará su política hacia su
retorno
3. La Ley
El decreto-ley (RDL) no podrá afectar, entre otras materias, a «los derechos, deberes y
libertades de los ciudadanos» del Título I de la CE, y habrá de ser convalidado por el
Parlamento. También se puede decidir su tramitación, tras su entrada en vigor, como
proyecto de ley. La jurisprudencia constitucional no es muy restrictiva en la
interpretación de las circunstancias que legitiman su uso.
Hay, finalmente, determinadas materias que necesariamente deben ser tratadas por
ley, mediante reservas estrictas de ley (libertad sindical y huelga, que como derechos
fundamentales han de ser reguladas por ley orgánica), mediante llamadas al legislador
(regulación de un «estatuto de los trabajadores»), o, simplemente, por congelación de
rango (temas relativos al contrato de trabajo). En estos temas, las restantes fuentes
(reglamento, convenio colectivo) sólo podrán asumir funciones secundarias o de
colaboración con la ley.
En cuanto a la forma que adoptan estas normas, depende del órgano del que proceden:
del Presidente del Gobierno o del Gobierno en pleno –“decreto” o “real decreto”– o de
un Ministerio –“orden ministerial”–, que puede afectar a varios Departamentos. Para su
válida aprobación ha de seguirse el procedimiento establecido por las disposiciones
básicas del Estado y para que produzcan efectos ha de procederse a su publicación
oficial.
En materia laboral, las disposiciones reglamentarias deben desarrollar los preceptos que
establezcan normas de rango superior, pero no pueden establecer condiciones de
trabajo distintas a las establecidas por las Leyes a desarrollar (art. 3.2 ET).
En el cuadro de fuentes del Derecho del Trabajo señalamos entre las fuentes
extraestatales a las normas internacionales, aquellas que provienen de la comunidad
internacional, que tienen su origen fuera del Estado español, bien el llamado Derecho
Internacional pactado, bien las normas que emanan de organismos internacionales. No
hay duda de que la materia laboral tiene trascendencia internacional por la necesidad
de mantener un mínimo exigible de condiciones de trabajadores que emigran de un país
a otro en la búsqueda de empleo o por la consideración de algunos derechos laborales
como derechos humanos irrenunciables que se han incorporado en textos
internacionales. La normativa laboral es, en buena parte, resultado de la acción
normativa internacional.
La OIT fue creada en 1919 en el seno de la Sociedad de Naciones para ocuparse de los
problemas laborales a escala internacional, con fines de estudio, asistencia técnica,
información, consulta y aprobación de normas. Actúa a través de la Conferencia General
(asamblea deliberante), el Consejo de Administración (máximo órgano ejecutivo) y la
Oficina Internacional del Trabajo (secretaría permanente). También consta de Comités
(como el de Libertad Sindical) para el estudio de quejas y reclamaciones. Forma parte
de la ONU.
Las normas de la OIT, aprobadas en Conferencia General, son básicamente de dos clases:
Convenios, con valor vinculante para los Estados que los ratifican, y Recomendaciones,
que generalmente actúan como guía, aclaración u orientación para la interpretación del
contenido de los Convenios, o como complemento de éstos (aunque en ocasiones se
aprueban por falta de mayorías suficientes –dos tercios– para la aprobación del
Convenio) o como instrumento con vida propia. Para su aplicabilidad, unos y otras
suelen requerir, en cualquier caso, desarrollo, puesta en ejecución o trasposición
mediante normas nacionales; raramente son normas autoejecutivas o autosuficientes.
La OIT también aprueba Resoluciones sobre materias o asuntos concretos.
Las normas de la OIT rigen en España tras su ratificación y publicación oficial (art. 96 CE
y art. 1.5 Código Civil). En principio, la norma de la OIT prevalece sobre la norma
nacional, en cuanto no puede ser modificada por ésta (art. 96 CE).
5.2. El Derecho social de la Unión Europea
Aunque la Comunidad Europea nace con una finalidad claramente económica, tratando
a un tiempo de asegurar la competitividad y evitar la competencia desleal (el llamado
dumping social), la materia social estuvo muy descuidada y, cuando se incidió en ella, se
hizo precisamente para evitar que los costes empresariales fueran diferentes en unos u
otros Estados según tuvieran reconocidos a los trabajadores mayores derechos o
protección. Esto no significa que no se hayan producido importantes avances y que sea
extensa la normativa europea que incide en materia laboral (p. ej., en lo relativo a
seguridad y salud en el trabajo), ya que, aunque en su origen eran muy limitadas, cada
vez son más numerosas y extensas las previsiones de Derecho comunitario dedicadas a
temas laborales.
Para España (incorporada a la UE con efectos de 1 de enero de 1986), esos efectos del
Derecho comunitario derivan también de la cláusula general del art. 93 CE, que permite
que mediante ley orgánica se autorice la celebración de tratados «por los que se ceda a
una organización o institución internacional el ejercicio de competencias derivadas de
la Constitución». La primacía y el efecto directo de las normas comunitarias han sido
subrayados, asimismo, por la jurisprudencia española.
Así pues, a diferencia del resto de las normas de origen internacional, la normativa
comunitaria –tanto el Derecho originario como el derivado– no es Derecho
Internacional, sino Derecho interno, como consecuencia de la cesión de soberanía que
se produjo para la adhesión de España a la entonces Comunidad Europea, pues de los
tres procedimientos que la Constitución establece para la ratificación de Tratados
Internacionales, se siguió el establecido en el art. 93 CE. Tal previsión, al suponer una
cesión de soberanía parcial, ha supuesto el apoderamiento a la UE para legislar dentro
de sus competencias. Por ello, más que hablar de las normas de la UE y de su carácter
vinculante, resulta de mayor interés destacar que se convierte en fuente de Derecho
interno sin precisar de su publicación en el BOE, sino que basta con su publicación en el
Diario Oficial de la Unión Europea (DOUE), que sustituyó al Diario Oficial de las
Comunidades Europeas (DOCE).
El efecto directo comporta, de un lado, que las normas comunitarias no necesitan ser
reflejadas por normas de Derecho interno, sino que son directamente aplicables desde
su publicación en el DOUE, y, de otro, que las normas comunitarias son fuente inmediata
de derechos y obligaciones para aquellos a quienes conciernen, sean Estados miembros
o particulares.
Tal y como se ha señalado, con respecto a la normativa que emana de la UE hay que
distinguir entre: Derecho originario y Derecho derivado. El Derecho originario está
constituido por los Tratados fundacionales, las modificaciones de los mismos y los
sucesivos acuerdos de adhesión de los Estados. El Derecho derivado está constituido
por:
6. El convenio colectivo
La costumbre es fuente del Derecho según la regla general del art. 1 del Código Civil.
También lo es del Derecho del Trabajo, según dispone el art. 3.1.d) ET, que se refiere a
«los usos y costumbres locales y profesionales».
La costumbre es la regla creada e impuesta por el uso social, a la que el Estado da valor
de norma jurídica. Nace de una práctica reiterada y uniforme, que presupone una
convicción generalizada sobre su vigencia y sobre su carácter vinculante y obligatorio.
En el ámbito laboral, los usos y costumbres son las reglas que, a lo largo del tiempo, se
han ido generando de la experiencia o práctica de las relaciones de trabajo, referidas al
trabajo mismo o a sus condiciones de ejecución o prestación.
Este tipo de reglas, no obstante, se encuentra en clara regresión: por una parte, porque
muchas de ellas se han incorporado a los convenios y acuerdos colectivos, y, por otra,
porque en la actualidad hay otras fuentes mucho más ágiles y adecuadas para la
creación de normas de tipo profesional (la negociación colectiva).
El art. 3 ET menciona como fuente de la relación laboral los usos y costumbres locales y
profesionales, si bien la costumbre ocupa el último puesto en el sistema de fuentes de
la relación laboral, señalándose en el apartado 4 de dicho artículo su carácter
subsidiario, lo que significa que, para que sea aplicada, se requiere que no quepa aplicar
al caso concreto una ley, reglamento, convenio colectivo o contrato de trabajo3. Así
pues, está subordinada al resto de las fuentes de regulación –estatales, internacionales
o pactadas– e, incluso, al contrato o pacto individual, pues es «disponible» por la
autonomía de la voluntad de las partes contratantes. Ni siquiera puede sobreponerse a
esas otras fuentes cuando resulte más favorable para el trabajador, salvo que las partes
convengan en su aplicación.
Como matización a esa regla general, el propio art. 3.4 ET atribuye a los usos y
costumbres un valor distinto cuando son objeto de recepción o remisión expresa por
otra fuente. En tal caso, los usos y costumbres adquieren el valor de la norma que los
recoge (convenio colectivo, norma estatal) o el valor que se desprenda de la
correspondiente remisión (que normalmente le da carácter subsidiario, para los casos
de ausencia de otras fuentes). Pueden señalarse algunos ejemplos de remisiones
expresas del ET a los usos y costumbres locales y profesionales: el contenido de la
3
Art. 3.4 ET: “Los usos y costumbres solo se aplicarán en defecto de disposiciones legales, convencionales
o contractuales, a no ser que cuenten con una recepción o remisión expresa”.
obligación de trabajar (art. 20.2 ET), la liquidación y pago del salario (art. 29.1 ET) o el
tiempo de preaviso en caso de dimisión del trabajador (art. 49.1.d) ET).
Según lo establecido en el art. 1.4 del Código Civil, los principios generales del Derecho
“se aplicarán en defecto de ley o costumbre, sin perjuicio de su carácter informador del
ordenamiento jurídico”, resultando de aplicación a toda la normativa estatal y
cumpliendo la función de fundamento del ordenamiento jurídico y criterio de
interpretación de las normas. Por tanto, la actividad de interpretación, de integración y
de depuración del ordenamiento jurídico que desempeñan los órganos jurisdiccionales
está orientada o inspirada por los principios generales del Derecho.
Los principios generales del Derecho son ideas normativas generales que se sustentan o
están en la base de preceptos o disposiciones más concretas; en algunos casos, su
formulación corresponde al legislador, aunque la mayoría de las veces están implícitos
en el conjunto de las disposiciones normativas, correspondiendo su formulación a la
doctrina científica o a la doctrina jurisprudencial.
Son principios generales del Derecho, entre otros, el principio de jerarquía normativa,
el principio de primacía, el principio de inderogabilidad de las normas internacionales
por el Derecho interno, etc. Hay, entre los principios generales del Derecho, algunos que
son específicos del Derecho del Trabajo, como el principio de irrenunciabilidad de
derechos por el trabajador, el principio de condición más beneficiosa y el principio de
norma más favorable.
9. La Jurisprudencia
− La doctrina jurisdiccional que, de manera reiterada, emana del Tribunal Supremo (TS)4.
El Tribunal Supremo cumple la función de complemento del ordenamiento jurídico, de
integración de lagunas legales o de selección de unas u otras opciones interpretativas
(función complementaria de la jurisprudencia), pero también cumple una función
depuradora por la vía de eliminación de normas ilegales (reglamentos y convenios
colectivos ilegales).
4
Art. 1.6 del Código Civil: “La jurisprudencia complementará el ordenamiento jurídico con la doctrina que,
de modo reiterado, establezca el Tribunal Supremo al interpretar y aplicar la ley, la costumbre y los
principios generales del derecho”. En el art. 1.7 del Código Civil se establece que “los Jueces y Tribunales
tienen el deber inexcusable de resolver en todo caso los asuntos de que conozcan, ateniéndose al sistema
de fuentes establecido”.
− Y, por último, la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), con sede
en Estrasburgo, en el ámbito del convenio Europeo de Derechos Humanos.
Ahora bien, al igual que en el ordenamiento jurídico se distinguen varias ramas –Civil,
Mercantil, Penal, Tributario, Laboral…–, los órdenes jurisdiccionales también son
distintos para resolver las cuestiones que puedan plantearse ante los tribunales. En este
sentido, el art. 9 de la Ley Orgánica del Poder Judicial reconoce cuatro órdenes
jurisdiccionales –Civil, Penal, Contencioso-Administrativo y Social– siendo este último,
el Social, el encargado de resolver de los conflictos que tienen que ver con el Derecho
del Trabajo.