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Capítulo 7

Laboratorios de experimentación pedagógica en emprendimientos [T1]

Héctor José Arenas Amorocho1, Profesor, Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y

Urbanos, Universidad del Rosario

Inicio de epígrafe Con amor uno es capaz de emprenderlo todo.

Pausanias,. en Diálogos de PLATÓN. Fin de epígrafe

Fui por primera vez a la sede Norte de la universidad del Rosario en marzo del 2016 para

atender la amable invitación a un almuerzo extendida por un alumno del primer semestre de

1989. Lo recordaba como si hubiésemos compartido el aula el día anterior.

En el trecho final del camino contemplé en la distancia el perfil del cerro del Majuy.

Recordé la cercanía del resguardo muisca de Cota. Los años de profundos y hermosos

aprendizajes con el abuelo José Pereira, y con Miriam, su compañera. Las siembras y la

construcción de los espacios para compartir la palabra, en mingas dominicales. Los

emprendimientos con la quinua en la universidad nacional, iniciados con la organización

del primer Encuentro Internacional sobre la Quinoa, en octubre del año 2.000. En esos años

era casi imposible encontrar semillas de quinua en la sabana andina, pese a que al comenzar

el siglo XIX la altiplanicie estaba cubierta con ella, según narró en su diario el baronbarón

Alexander von HumboltHumboldt.

1
Profesor, Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos, Universidad del Rosario.
Como no sabía llegar bien cómo llegar a la sede Norte de la universidad y, además,

iniciaba el viaje en el centro, en un bus de Transmilenio, en la estación Museo del Oro de

Transmilenio, decidí marchar poco después de la media mañana para no correr el riesgo de

llegar tarde. Coloqué en mi morral un par de opciones de lectura: Brecht: ensayos y

conversaciones, texto elaborado por Walter Benjamin, y La felicidad según Spinoza, una

sencilla y valiosa obra escrita por Maite Larrauri (2001) e ilustrada por Max. Cuando el

auto bus tomó la avenida Caracas, la lectura de Brecht me brindó un apartado que me

condujo a cerrar el libro y cavilar sobre su significado: “…Galilei sobre todo como gran

maestro no solo enseña una nueva física, sino que la enseña de una nueva manera. En

sus manos, la experimentación es no solo una conquista de la ciencia, sino también de

la pedagogía.” ( Benjamin, 19662011, p. 6).

Pese a tomar dos transportes y caminar un buen trecho, llegué con amplia

anticipación, a mi destino, antes de las once de la mañanaam. Al ingresar a la sede,

respirerespiré el aire frio frío de la altiplanicie, aprecié los espacios abiertos, la naturaleza

presente, el firmamento celeste y los cerros de oriente. Cuando llegué a los edificios en los

que funcionaba la decanatura de administración de empresas, me sorprendió encontrar en

los senderos adoquinados una magnifica exposición de pintores impresionistas con frases

sobre su creación: sobre el arte y el emprender. Me detuve a apreciar cada obra, cada

pensamiento. Tenía tiempo para hacerlo. Las imágenes y los textos cosquillearon el

entusiasmo pedagógico.

Al preguntar en una de las edificaciones por el decano, una mujer joven, atenta y

dinámica, me saludó, me dijo su nombre: Andrea Ávila, y me indicó que Alejandro Cheyne

llegaría en unos minutos al segundo piso del restaurante de las instalaciones. Me invitó,
entonces, a que caminásemos hasta el lugar del almuerzo. Andrea había tenido a su cargo la

organización de la exposición. Le expresé mi reconocimiento y entusiasmo con la creación

de ese espacio, tan silencioso, como elocuente.

El decano, Alejandro Cheyne, llego llegó en punto. Fue grato recordar algunos

momentos compartidos y me entusiasmó conocer por su voz la labor que adelantaban en

torno a las artes y el emprendimiento. Andrea se reveló en la conversación como atenta

observadora y escucha, y persona de comentarios propositivos, breves y certeros. Les

compartí a ambos el trabajo que adelantábamos con el colegio público “Cartagena”, en la

vereda Laguna Verde, entre Zipacón y Cachipay. Expresé el anhelo de identificar formas

posibles de cooperación que sirviesen de alguna manera a la niñez y a los jóvenes rurales.

Al calor de la conversación, Alejandro propuso empezar con una experiencia puntual: abrir

un espacio para que un grupo de estudiantes de la vereda pudiera participar en un curso-

taller internacional de dos días sobre emprendimiento. La universidad no cobraría el valor

de la inscripción y les brindaría el alojamiento a siete jóvenes estudiantes. La Institución

Educativa Cartagena, dirigida por un rector joven y entusiasta,: Pedro Jesús Castiblanco

Porras, cubriría el valor de los transportes. Tomamos un café y me despedí animado con la

experiencia que tendrían los jóvenes de la vereda y, también, la que tendrían los jóvenes

urbanos que compartirían con los visitantes.

La comunidad de práctica2: arte de emprender [T2]

2
Una comunidad de práctica: es un conjunto de investigadores, docentes y emprendedores de diversas áreas y
disciplinas que se reúnen periódicamente para compartir saberes, interrogantes, hallazgos e intuiciones, así
como para divulgar sus estudios y organizar coloquios o seminarios sobre el tema que los convocales reúne.
En agosto del 2019, me vinculé a la naciente comunidad de práctica 3 de “El arte de

emprender”: un dinámico colectivo de profesoras, profesores e investigadores reunidos por

su profundo interés, o su pasión, en torno a los vínculos entre artes, emprendimientos y

educación. Andrea Ávila y María Katherine Granja, una profesora de artes excepcional por

su sensibilidad, valores y formidable capacidad de acción, fueron las convocantes a esta

aventura del espíritu.

Compartí la invitación que me habían hecho con Francisco Rodríguez, coordinador

del área de Estilos Argumentativos en la Facultad de Ciencias Políticas, Relaciones

Internacionales y Gestión Urbana. Apreciaba mucho el tiempo que dedicábamos con él a

conversar sobre el oficio docente y a compartir materiales valiosos para nuestros

respectivos cursos. Las reuniones presenciales, y después virtuales - —cuando vino la

pandemia—- con la comunidad de práctica se convirtieron muy pronto en una atmosfera

muy apetecida: enriquecedora, estimulante y grata. Conversaciones inolvidables, ideas,

claridades, interrogantes, indagaciones, referencias de libros y páginas web, convirtieron las

reuniones en un manantial de saberes e iniciativas. Como suele suceder a lo largo de la

vida, al inicio del proceso no sospeché los umbrales de comprensión y creación a los que

me conduciría el nuevo bucle temático que aparecía en mi devenir: artes, emprendimientos

y educación.

¿ Qué significa emprender? ¿ Es el emprender connatural al ser humano? ¿ Sucede

que el sistema educativo aplasta esta condición convirtiendo niñez y juventud en seres

pasivos, repitentes y obedientes? ¿ Está dominada la concepción de emprender por una

3
Una comunidad de práctica es un conjunto de investigadores, docentes y emprendedores de diversas áreas y
disciplinas que se reúnen periódicamente para compartir saberes, interrogantes, hallazgos e intuiciones, así
como para divulgar sus estudios y organizar coloquios o seminarios sobre el tema que los convoca.
visión que la limita al ámbito del mundo empresarial? ¿ Es posible sistematizar una

pedagogía del emprendimiento? ¿Emprender es un arte o una ciencia? ¿ O es, como la

educación, un arte que cuando se apoyaba en las intuiciones cognitivas y creadoras que

abren el sentimiento amoroso, y en los saberes científicos, podía formar seres capaces de

hacer posible lo imposible? ¿ Es el emprender un deber inmediato con la tierra y la

humanidad, una línea de resolución de la economía de una nación, de cada quien, o de

todas las anteriores? ¿ Se trata de descubrir, catapultar o forjar seres emprendedores? ¿ Es

posible caracterizar y enseñar las competencias esenciales que el grupo de impulso impulsó

del arte de emprender identificaba como decisivas? ¿ Tienen las artes un papel importante

que cumplir en un proceso de enseñanza-aprendizaje del oficio de emprender? ¿ Las

competencias hasta ese momento identificadas pueden ser más, menos, otras ? ¿Qué

vínculos se podrían establecer entre el arte de emprender y la sostenibilidad de verdad?

Lo pequeño es hermoso [T2]

Una tarde de diciembre de 2019, mientras caminando caminaba por las carrera tercera con

calle catorce, en el barrio de la Candelaria, después de una reunión de la comunidad de

práctica, en medio de una larga fila de autos atascados, cerca de las seis de la tardepm, llegó

a mi mente una pregunta: ¿qué significaba emprender en estos tiempos? La atmosfera

enrarecida por el humo acumulado día tras día por más de dos millones de automóviles, y el

ruido enmarañado de las bocinas de los autos accionadas por las conductoras/ y

conductores en estado de desesperación, engendraban una atmosfera apocalíptica. La mayor

parte de los alimentos la alimentación contaminadaos por la agricultura con uso intensivo

de pesticidas y fertilizantes. La medicina que experimentado el dominio lucrativo de los


laboratorios farmacéuticos internacionales. La historia, borrada o alterada, la información

concentrada en edificar universos de sentido y valoración funcionales al imperio de la ley

de la ganancia y confundida, ella misma, con los grandes bulos. Me pregunté por qué

habíamos perdido la capacidad de ver lo que no estaba oculto. Me interrogué por las

razones que nos impedían emprender las tareas primordiales que a todos nos convocaban.

Pensé en el aprendizaje de la capacidad de emprender por contagio y recordé la

emergencia de una “nueva conciencia emprendedora” cuando nos damos cuenta de nuestra

naturaleza, de nuestra esencia singular. Jorge Aurelio Diaz Díaz Ardila, nuestro maestro de

Spinoza, respetado y amado en lo profundo, maestro de Spinoza, después decano de

filosofía y vicerrector de nuestra universidad, fue el ser decisivo en esa nueva consciencia.

Remembré el efecto contagioso que suscitó en mí la lectura de los emprendimientos

audaces, incluso desmesurados, de diversos jóvenes a lo largo de la historia. Y decidí que la

mejor forma de pensar en las claves de la enseñanza del emprendimiento, en una nueva fase

de mi vida, sería emprender en lo pequeño.

Ese atardecer, recordé una de las enseñanzas de los abuelos de los pueblos nativos de

este territorio diverso. Una enseñanza en la que coincidían muiscas, kogis, muinanes,

arhuacos, ingas, misak, tikunas, e incluso aymaras, con quienes había tenido el privilegio de

compartir la palabra, después de escuchar de sus labios, con plena atención por mi parte, lo

que no pocas veces, a pesar de escucharlo y entenderlo, aún no lograba hacer parte de mi

ser: la importancia de trabajar con lo pequeño, con lo que tienes al frente.

Jaime Aguirre, un amigo, gran emprendedor en el ámbito de los cultivos y la

alimentación orgánica, me compartió un libro de la editorial Akal que llegó en el momento

preciso: Lo pequeño es hermoso (Small is beautiful)- Lo pequeño es hermoso


(Schumacher,2011) del economista alemán Joseph Schumacher (2011). La obra fue

clasificada como una de las cien más influyentes después de la Segunda Guerra Mundial. El

escrito recupera justo eso: el valor de lo pequeño, de la pequeña escala, en la producción y

en el consumo.

Un laboratorio de emprendimiento inesperado [T2]

El martes de 10 de marzo del 2020, en horas de la mañana, cerré el aparta estudio que había

rentado en el barrio de la Candelaria y me vine a vivir a un pequeño territorio plano en la

falda de una montaña, en la vereda Laguna Verde, entre Zipacón y Cachipay. Cesaban,

entonces, pero en ese momento no lo adiviné, los viajes semanales hacia - —y desde—- la

gran capital. La naturaleza sería el nuevo entorno en el que habitaría.

Durante cinco semestres había trabajado un curso en torno al perfeccionamiento en el

uso de la palabra escrita y oral. El encuentro- seminario al que había asistido end el Centro

de Lectura y Escritura en Español (Celee) – la unidad encargada de la lectura y la escritura

al interior de la universidad-,de la Universidad del Rosario, organizado por Camilo

Sarmiento, había sido muy provechoso y estimulante.

Los cursos del primer semestre del 2020 terminaron en medio del caos global,

morigerado en nuestras circunstancias por el formidable esfuerzo institucional, y de todas y

todos, por sostener ese misterio que nos acompaña día a día, noche, tras noche: la

experiencia educativa,; esta vez, en medio de condiciones sin precedentes.

Inicié el reto de la comunicación presencial remota con los cuatro cursos cuya

responsabilidad tenía: todos girando en torno al habito hábito reflexivo, al

perfeccionamiento de la lectura comprensiva, crítica y creadora. De la práctica de la


palabra, oral y escrita. La comprensión, el entusiasmo y el apoyo fraterno de las/ y los

estudiantes fueron decisivos para culminar esa primera experiencia educativa a través de

Zoom con una señal de internet que los días lluviosos iba y venía.

Al iniciar el segundo semestre del 2020, los cursos que coordinaba se redujeron a dos.

La pandemia suscito suscitó nuevas realidades y respuestas por parte de las instituciones.

Las matrículas descendieron en forma notoria. Tomé varios de los cursos que la universidad

brindó para manejar las herramientas que el mundo virtual ofrecíapermitía. En forma

gradual, se elevó la conciencia sobre el mundo de posibilidades multiplicadas que se abrían

con la comunicación virtual instaurada por la pandemia. Al mismo tiempo, algunas veces

en forma dramática, se expresaron las afectaciones físicas, mentales y emocionales que

generaba el confinamiento y la cantidad abrumadora de horas pantalla exigidas a

estudiantes, y maestras/ y maestros.

Hallazgos pedagógicos [T2]

Inicio de epígrafe Tiempo para reflexionar y crear, condiciones para experimentar y

emprender, tiempo para reflexionar y decir.

J. A. Fin de epígrafe

En las primeras sesiones del segundo semestre del 2020, me encontré con una de las

maravillas permitidas por la nueva situación: ¡tenía más tiempo! Más tiempo para preparar

las sesiones semanales. José Martí lo había dicho alguna vez: “la enseñanza, quien no lo

sabe, es ante todo una obra de infinito amor” (Martí, 1999). Tiempo para que
conversáramos sobre nuestras identidades abiertas al devenir al iniciar el curso. Tiempo

para revisar y dialogar con los escritos semanales de cada estudiante. Tiempo para

reflexionar y escribir sobre el significado de educar en una situación mundial sin

precedentes. Pude experimentar con la claridad de lo empírico un factor de calidad en la

educación que nos había enseñado Antanas Mockus en 1992: cualificar el tiempo de

encuentro con estudiantes a través de la preparación conjunta de cada sesión sin

menoscabar la flexibilidad que da vivacidad a la comunicación. Además, se elevó la

cantidad de tiempo que podía destinar cada semana a revisar sus escritos.

El tiempo de labor sobre la palabra abrió una nueva consciencia en mis convicciones

pedagógicas: la del valor de conquistar una palabra propia, y labrar, en la medida de lo

posible, una palabra honesta, amante de la verdad, clara, sencilla, breve y precisa. Elevar la

consciencia sobre el valor que tiene esgrimir una palabra reflexiva que aporta, interroga,

esclarece, abre senderos de comprensión, dudas y emprendimientos. Había descubierto que

antes que aprender a escribir con pautas y criterios académicos, era necesario laborar en

aprendizajes más básicos. En primer lugar,: en tener algo que decir desde esa voz única con

la que cada ser puede ir habitando el mundo.

Más tiempo para reflexionar significó también elevar la conciencia sobre la necesidad

de trabajar en potenciar el arte de escuchar y la atención plena en los aprendizajes. La voz

se convirtió en el puente que nos reunía. Aprendimos a saber quién hablaba por el timbre de

su voz. Los escritos semanales de cada estudiante se convirtieron en espejo para las autoras

y los autores, y en ventanas hacia su alma para los lectores. Surgieron los aprecios entre las/

y los integrantes de los grupos ya no por la imagen muda en las pantallas, sino por los seres

que traslucían cada semana en sus palabras. Una diversidad maravillosa se reveló en la
dinámica, y muchosno pocas/os experimentamos el aprendizaje a través de todos/as los

participantes.

Sin embargo, en la medida en que avanzaba el semestre también se revelaron algunas

dificultades y emergieron situaciones incomodas incómodas para el devenir de las sesiones.

En nuestras conversaciones semanales, varios estudiantes expresaron la fatiga que les

generaba la cantidad de horas de pantalla que les exigían las nuevas condiciones semana

tras semana. Algunos estudiantes concurrían a las sesiones desde teléfonos móviles o

computadores personales con baja capacidad para participar en Zoom. Otros tenían señales

de internet precarias. En algunos casos, por diversas circunstancias, los estudiantes

aparecían como participantes en las sesiones, pero, al preguntarles algo, resultaba que en

realidad no estaban en la sesión. El confinamiento forzado comenzó a hacer mella en el

ánimo y el equilibrio emocional.

A pesar de todo lo anterior, la revisión cuidadosa y reflexiva de los escritos semanales

de las/oslos estudiantes le brindabanarrojaba al curso, en varios casos, un materiales de

fascinante valor. Emergió de manos de sus hallazgos e interrogantes la necesidad de

construir nuevas formas de relación entre profesores y estudiantes. La escritura se convirtió

para algunos estudiantes en un bálsamo, en una experiencia catártica, en un maravilloso

juego reflexivo sobre asuntos que les afectaban vitalmente. El eje del curso se trasladó del

programa de contenidos al proceso singular de aprendizaje de cada estudiante. Sus diversas

experiencias con los materiales y las actividades propuestas. Por supuesto, cada una de esas

experiencias, era única.

La reflexión sobre las vivencias del curso me permitió resignificar su sentido. La

experiencia y la reflexión permitieron avanzar hacia un curso sobre los poderes de la


palabra, algunas de sus claves y misterios, con base en promover la práctica de la escucha

atenta y la práctica comunicativa: oral y escrita.

La palabra de cada estudiante al llegar al curso tenía valiosos matices que la hacían

diferente a las demás. Las acciones de cada estudiante en las experiencias propuestas por el

curso nos permitió permitieron apreciar sus destellos, sus fulgores, diferencias, sus

singularidades, sus talentos, y, en algunos casos, sus heridas. Había estudiantes con notable

capacidad de atención, escucha y observación. Jóvenes a quienes no se les dificultaba

sostener la concentración, expresarse, cuestionar o interrogar. Algunos jóvenes, al

comienzo, hablaban más por una necesidad de concitar la atención. Otros, silenciosos,

revelaban su extraordinaria atención a través de sus escrituras. Otros, en los que la palabra,

oral y escrita, revelaba un habito hábito reflexivo, un legado cultural, un interés genuino en

diversos temas o interrogantes. Sus escritos no eran retahílas de lugares comunes. Sus

voces no eran impostadas. Su proceder no era engañoso. No se ocultaban tras las palabras

que enunciaban lugares comunes. No pretendían hacer creer al profesor y a los otros

compañeros que cumplían con los deberes acordados. Se tomaban el trabajo de leer,

observar, reflexionar y escribir. Encontré que la creación de libre expresión y libre

interacción con el conocimiento alentaba la expresión de su singularidad, su aquí y su

ahora, sus reflexiones genuinas, interrogantes sinceros, el inconsciente libidinal, las

iniciativas emprendidas y los sueños desde sus seres creadores diversos.

Una dimensión crítica de la educación superior pudo ser apreciada a raíz de la

situación de “presencialidad remota” a la que se trasladó la comunicación educativa. Antes

de la pandemia, el confinamiento y la virtualidad, la dimensión a la que aludo también

sucedía. Pero mi mirada no lo contemplaba con claridad por estar yo mismo inmerso en la
dinámica de cada semestre y, quizás, porque el aislamiento y la pantalla potenciaron los

efectos del fenómeno. Se trata de una especie de vaciamiento del sentido. De un

desmoronamiento de las creencias y valores en los que se sostenían los estudios y labores.

De una erosión de la fe en que lo que hacíamos nos conduciría a los escenarios deseados.

Podría suceder también que el caos, la fuerza inercial de la automatización en curso y

la velocidad en los cambios que afectan la vida cotidiana se hayan incrementado en forma

disruptiva. A lo anterior habría que añadir la fatiga causada por la dispersión de la atención

de los estudiantes debida a la cantidad de asignaturas - —la mayoría de ellas instruccionales

— – y las búsquedas propias en un mundo en el que la vida humana ha ingresado en esta

fase de mutación y aceleración sin precedentes. ¿ Podía suceder que se tratase de una

afectación del sentido del saber y del habitar el mundo? Muchos identificaron en la

virtualidad, pero sobre todo en la hiper conexión, el creciente malestar. Muchos expresaron

que el regreso al mundo presencial físico previo a la pandemia devolvería el sentido y el

ánimo.

Estas reflexiones me condujeron a elevar una actitud de comprensión sobre la

experiencia universitaria de los estudiantes. y a construir las sesiones procurando potenciar,

a través de la práctica y los métodos sutiles e indirectos, el conocimiento de sí, y las

habilidades y las capacidades esenciales para habitar el mundo en el umbral de

incertidumbre al que hemos arribado. Las posibilidades del internet y de la World Wide

Web ( Baricco, 2018) permitieron ampliar el abanico de contenidos de información y

conocimiento que nos servían en las prácticas semanales y posibilitaban suscitar la

experiencia del conocer y comprender como una experiencia para vivir, no pocas veces

placentera, y, hasta donde nos era posible, como un ejercicio de libertad frente al saber.
Inicio de recuadro Recuadros de bitácoras:

Hola, Guan ampa, soy Gaby Alpala Cuastumal, tengo 17 años, vivo en el resguardo

indígena del gran Cumbal, vereda Cuaical, departamento de Nariño. A orillas del rio

Guapul está ubicada mi casa, la que construyeron mis padres, allí vivo con mi papá, mamá ,

y hermanos.

Desde hace 29 años que mis padres llegaron aquí. Las madrugadas son muy frías, por eso

siempre utilizo mi ruana y mi sombrero, con mi familia criamos y cuidamos cuyes, conejos,

gallinas, vacas, terneros, gansos, y una chola. También sembramos en la shagra nuestros

propios alimentos, como: ollucos, habas, lechugas, cilantros, rábanos y papas.

A los alrededores de nuestra casa sembramos y tenemos muchas flores, porque esta

hacen que la casa se vea bonita, da alegría y genera mucha armonía., Actualmente soy líder

en mi comunidad, me eh he destacado por representar en varios espacios a los niños, niñas

y adolescentes, principalmente en espacios de defensa y protección de derechos, soy quien

conversa con la comunidad y siempre trata de ayudar en lo que pueda., Lo que masmás nos

destaca como vereda es que somos muy unidos, siempre trabajamos en minga y es muy

bonito., Lo que anhelo ser es una gran abogada porque esta profesión hace mucha falta en

mi comunidad, porque actualmente se están presentado problemas en temas como

violaciones, tráfico de drogas, situaciones que no se habían visto antes, y es difícil entender

por qué está pasando esto., En mi resguardo hay un cabildo […] pero este está compuesto

por los mayores que desde su saber propio han aportado mucho a él buen vivir de nuestra

comunidad, pero estos problemas ya soy difíciles de abordar por nuestros mayores, y por

eso quiero estudiar y aprender ya que así, entre los dos conocimientos, lo propio desde el
territorio y lo académico impartido en la universidad, tenderemos mejor solución a estos

problemas.

Atentamente:

Gaby Patricia Alpala Cuastumal, estudiante de primer semestre de jurisprudencia.

Fin de recuadro

Inicio de recuadro

Bitácora de Mauricio García:

Esta semana, iniciando la clase de lectoescritura para abogados, volvió a mi mente el

recuerdo de mi maestro Fernando Valencia, quien me acompañó por tres3 años como

sponsor del grupo de la ONU y profesor de relaciones internacionales del Colegio San

Carlos. Fernando Valencia era un educador inigualable porque organizaba su curso

alrededor de los estudiantes; nunca nos dio una clase magistral y en los dos2 años que asistí

a su clase solo tuve que hacer para él una tarea. Creía en una educación basada en

preguntas, no en afirmaciones, y cubría con nosotros teorías de relaciones internacionales

solamente a partir de los aportes de los estudiantes (luego aprendí que este era un método

conocido como "mayéutica").

Contrario a lo que muchas personas creen, “"hacer visita”" puede ser una de las

actividades no solo que más se disfrutan, sino de las más productivas,; ya que escuchando

atentamente las palabras del otro y hablando honestamente sobre nosotros mismos,

podemos llegar a descubrir muchas verdades que antes estaban ocultas. Con esta idea en
mente, leímos entre todos el primer texto escrito por nuestra compañera Gaby Alpala

Cuastumal, en donde nos contó sobre su vida en el resguardo indígena del Gran Cumbal.

Envidio la manera en la que Gaby conversa sobre su vida, resaltando detalles

pequeños, experiencias y sensaciones de su día a día. Noto alegría e incluso cierta inocencia

en la voz de Gaby cuando habla del frío, de su ruana, de su hogar y de su familia. Siento

que cuando yo era niño me fijaba y me preocupaba mucho por estos detalles pequeños, pero

al crecer obtuve nuevas preocupaciones y aprendí a preocuparme por lo que se me había

enseñado que era realmente importante. Al mismo tiempo, perdí la alegría que se podía

sentir en mi voz, seguida de la alegría que había dentro de mí. Luego, escuchando los

aportes de los demás estudiantes sobre lo que les llamaba la atención del texto de Gaby,

pude darme cuenta de más elementos que había pasado por alto en el texto. Me llevé de esta

segunda sesión de clase una reflexión pendiente sobre aquello que había perdido en mí y

que Gaby, a través de su texto y de su voz, me hizo recordar. También llevé conmigo unas

ganas de leer y escuchar más atentamente a partir de ahora para no volver a pasar por alto

esos bellos detalles que [al volverme]volviéndome adulto aprendí a omitir.

Lo anterior me hizo preguntarme sobre qué es lo que realmente puede hacer feliz a

una persona. Desde pequeños, nos enseñan la felicidad como una lista de requisitos

impuestos por la sociedad y asociados al éxito profesional, la vida familiar, un trabajo

estable y otras cosas materiales. Sin embargo, queda claro que una persona puede ser feliz

sin un saldo millonario, hijos propios ni una casa en los suburbios. Luego, es importante

detenernos a preguntar si aquello que nos han enseñado a perseguir es lo que realmente nos

traerá felicidad. En mis ojos, Gaby parece una persona alegre, y ha construido su propia

felicidad de manera muy diferente a como me lo han enseñado viviendo en Bogotá. Esto
me hizo recordar el movimiento Tang Ping o "lying flat" que ha surgido en China durante

el último año. Se trata de un grupo de jóvenes que se oponen a la lógica productora y al

exceso de trabajo en la sociedad china, así que deciden parar de trabajar y de estudiar para

llevar una vida calmada sobreviviendo con el mínimo vital absoluto. Tal vez la clave de la

felicidad, como lo propone el movimiento Tang Ping, y como me hizo pensar el texto de

Gaby, está en despojarnos de las exigencias impuestas por la lógica capitalista y buscar una

vida calmada conectados con quienes somos, con nuestros orígenes y con nuestra tierra.

En las clases de esta semana me sentí un poco desubicada, por lo que revisamos

textos. Y es que soy muy mala haciendo críticas constructivas y corrigiendo. Y aunque

hubo momentos donde quise abrir el micrófono para comentar que el escrito de Laura me

gustaba. (por el hecho de que su manera de escribir y el uso de metáforas que utilizaba para

describirse, tenía una gran conexión entre lo que ella decía de sí misma y su profesión

como piloto), no pude, sentía mucho miedo de hablar.

La verdad es que soy una persona callada, pero eso no significa que no tenga

opiniones. Lo menciono porque es algo propio de mi personalidad, y no tiene nada que ver

[con]por la edad o por las pocas experiencias que la gente afirma que he tenido. Porque de

hecho no es así, he estado sometida bajo la enseñanza de profesores desde que tengo

memoria. Desde los 6 años, mi papa prácticamente me forzó a asistir a clases de inglés,

prometiéndome que si terminaba el curso me daría lo que quisiera, pero no fue así,. ya que,

sin haber terminado el programa, seguí con francés, después con portugués y actualmente

alemán. Y de esa manera pasé mis otros 10 años de vida,. de la cual nunca fui el capitán de

mi propio barco. De todo esto solo puedo decir una cosa, y es que después de estar bajo la

enseñanza de la gramática, la escritura, la culturalización de diferentes mundos, el único


amigo que he tenido es el silencio, siempre ha hecho parte de mi vida y me he

acostumbrado a estar con él.

Aniwis

Fin de recuadro

El arte de emprender y la innovación educativa [T2]

Al finalizar el segundo semestre del 2020, tenía entre mis nuevos tesoros un valioso acerbo

de experiencias educativas diversas, reflexiones y obras de creación colectiva de

estudiantes. Sus acciones y sus frutos me permitieron cavilar sobre sus necesidades y sobre

la educación que se les ofrecía en tiempos de colosales mutaciones.

La universidad me invitó a participar en el VII Congreso de Innovación Educativa

que se celebraba en Monterey. Una edición que sería virtual por las restricciones a la

movilidad que se habían impuesto a escala global.

Presentamos en la modalidad “poster” el trabajo de investigación - acción hasta ese

momento adelantado en “El arte de emprender”.

Las ponencias y paneles del congreso nos permitieron comenzar a vislumbrar las

implicaciones en la educación suscitadas por la colosal mutación de la economía global

unida a la revolución de la inteligencia artificial. Pudimos, también, columbrar el poderoso

entramado corporativo que se trenzaba frente a un escenario inédito en la educación global.

Un tema que concitó la reflexión de diversos participantes de diferentes países fue el

liderado por José Escamilla, director del Instituto para la Educación del Futuro: los

cambios en las formas de evaluación.


Le La reflexión sobre la experiencia del congreso nos mostró el vasto horizonte que

se ha abierto en el campo del emprender en la innovación educativa:. desde las tareas

impostergables de los Estados en América Latina para dar prioridad y asignar los recursos

necesarios al para el cierre de la brecha digital, hasta la labor en las instituciones privadas

dirigidas a elevar la comprensión de un contexto de mutaciones y la decisiva

responsabilidad de recrear el quehacer docente y la concepción formativa institucional.

El arte de leer como fuente de emprendimientos [T2]

Inicio de epígrafe ¿Qué es leer? ¿Cómo leer? ¿Para qué leer?

R. B. Fin de epígrafe

Recuerdo una mañanita soleada del segundo semestre del 2019 en la que tuve el privilegio

de ir a tomar un café con Luis Enrique Nieto Arango 4 a uno de los patios de la universidad.

Fuimos con Simón, un estudiante que Luis Enrique escuchó un rato, una mañana que le

visitamos, y concitó su aprecio y su cuidado expresado en el tiempo que le brindó. Esa

mañana, Luis Enrique me compartió un tesoro de los muchos que su natural generosidad

me brindó a lo largo de los años. Se trataba de un escrito de un notable investigador

colombiano, lamentablemente fallecido joven hacía poco tiempo, J. Eduardo Jaramillo

Zuluaga. El escrito abordaba la enseñanza de la lectura en el Colegio Mayor de Nuestra

Señora del Rosario.

4
Luis Enrique Nieto Arango, maestro de vida y amigo. Miembro de la Academia de la Lengua, cónsul en
Madrid, secretario general de la universidad y director del programa de radio y de la revista Nova et Vetera.
Inicio de cita Casi podría decirse que en el siglo XIX en Colombia

no existía otra forma de la lectura que la lectura en voz alta. El

artículo 42 del Decreto 1.238 de 1892 que se ocupaba del Colegio

del Rosario, establecía que en la institución se enseñaran, además de

latín, francés e inglés, ortografía, ortología, lexicografía, sintaxis y,

por supuesto, lectura mecánica, ideológica y estética, tanto en prosa

como en verso […](Gallego Cardona 35).

Como explicaba una guía de la época, publicada por la

Secretaria de Instrucción Pública en la revista El Maestro de

Escuela, la lectura mecánica era “"el arte de leer con claridad,

fuerza de voz y calma que conviene para hacerse oír

perfectamente”" […] (Blume y Serrano 163). Se suponía que el

estudiante, al ingresar al colegio, ya había asistido por algunos años

a la escuela elemental, y que en el colegio comenzaría por mejorar

las condiciones de la lectura en voz alta y a despojarse del

sonsonete, ese gran vicio que le había dejado el aprendizaje de las

primeras letras. Las condiciones de la lectura mecánica eras las

siguientes:

1ª Fuerza de la voz;

2ª Pureza en la pronunciación;

3ª Leer de corrida sin embarazo alguno, y


4ª La debida entonación y separación de palabras y de ideas

[…](Blume y Serrano 164).

El segundo nivel en el aprendizaje de la lectura se llamaba

“"lectura ideológica”" y consistía en “"el hábito de leer dándose

cuenta intelectual de las ideas contenidas en la composición”"; sus

condiciones eran:

el 1ª Conocimiento de Ia la significación filológica y

científica de cada palabra;

2ª a Conocimiento de la estructura gramatical de cada frase y

de cada oración;

3ª a Conocimiento del género literario a que pertenece Ia

composición, y

4ª a Discernimiento y buen criterio para distinguir las bellezas

y los errores de cualquier especie que contenga la misma

composición […](Blume y Serrano 165).

El último nivel correspondía a la “"lectura estética”" y se

definía como “"el arte de leer con la entonación que exijan los

sentimientos de cualquier género que vayan envueltos en la idea de

la composición”" […](166). En este nivel no había más condición

que Ia la de que el maestro leyera bien y sirviera de modelo a sus


estudiantes; se recomendaban, además, ejercicios de recitación. Fin

de cita

El material que recibí de manos de Luis Enrique lo aprecié, en lo más profundo de mí

ser, por estar entusiasmado con la comprensión del valor del arte de la lectura en la vida y

en la determinación de emprender. La historia de los grandes emprendedores de muchas

épocas revela que, en no pocos ni insignificantes casos, han sido las lecturas, el

conocimiento de las glorias pasadas, las que han desatado un espíritu emprendedor en la

persona que lee.

Pero el vínculo entre lectura y espíritu emprendedor exige haber aprendido una forma

especial de lectura. No es la lectura presurosa que practica el estudiante o el funcionario

que ha de atender muchos deberes. Ni se trata, tampoco, de leer manuales, textos de auto

ayuda y guías o instrucciones para vivir o emprender. La lectura que se vincula al

emprendimiento es una lectura que respeta el tiempo que exige el pensamiento ( Zuleta,

1982).

En este sentido, la compañía de un amigo/ o amigaa, de una madre o un padre, de un

hermano/ o hermanaa, de un maestro que tenga una experiencia vital con la lectura

reflexiva, puede ser decisiva. La lectura comprensiva es lectura creadora. La lectura

reflexiva puede ser lectura que despierta, aviva, enciende el ser emprendedor que nos

habita. Para decirlo con palabras de Bernat Montesinos (2009)Emilio Lledó:

Inicio de cita “Precisamente leer y enseñar constituyen las

acciones definitorias del magisterio. Leer no se reduce a


descifrar códigos escritos, es interpretar y reflexionar, es

“«provocar un discurso interior en el que se plasma la

continuidad de la consciencia como memoria”» […](1991, 94-

95). Y enseñar no es transmitir conocimientos, forma parte de

un proceso social dialógico, cuyo objetivo es el de conseguir la

posibilidad de hacer pensar y sentir.” [las cursivas son nuestras] (p.

17). Fin de cita

El laboratorio en la vereda: el arte de escuchar y la práctica emprendedora [T2]

Inicio de epígrafe Momo sabía escuchar de tal manera que a la gente tonta se le ocurrían, de

repente, ideas muy inteligentes. No porque dijera o preguntara algo que llevara a los demás

a pensar esas ideas, no; simplemente estaba allí y escuchaba con toda su atención y toda su

simpatía.

MICHAEL ENDE Fin de epígrafe

Al Irme a vivir en la vereda significó, entre muchas otras cosas, la gestación de nuevos

vínculos humanos, o el fortalecimiento de algunos ya existentes que ahora encontraban más

tiempo para ser compartidos. Comprender el territorio como un sujeto que se expresa y que

puede y debe ser escuchado fue una experiencia decisiva que comencé a vivir gracias a las

palabras y los gestos del amigo Duvonavy, un integrante de la comunidad arhuaca que vive

en una vereda vecina a la nuestra: Laguna Verde.


El habitar en la vereda me permitió reflexionar sobre el significado de emprender

vinculado a otros aprendizajes: observar, escuchar y leer el entorno, el territorio. Porque los

emprendimientos no tienen lugar en el vacío: surgen en contextos.

El abandonar el rumor inaudible de la descomunal urbe, que solo había percibido al

escalar los cerros de oriente, y el comenzar a habitar en la cercanía del bosque significó el

bálsamo del canto de las aves, el susurro del viento en las copas de los árboles, los sonidos

alegres de las quebradas y los arroyos. Volver a descubrir los reveladores timbres presentes

en la voz humana.

Sofía Molina, la compañera de vida de Duvonavy, vino una noche con él y las dos

niñas de su hogar: Flora y Valentina. Compartimos la palabra y las alegrías de estar

reunidos. Unos días más tarde, Sofía me envió un escrito que había brotado a partir de la

experiencia del encuentro en casa. Lo incluyo en este ensayo, sin editar, porque considero

que expresan sentidos esenciales en la reflexión sobre el valor de escuchar.

El arte de escuchar [T2]

Inicio de epígrafe “Si pensaran como las piedras podrían pensar para siempre.”

MAMO ARUAWIKUGUMU YOSATANA Fin de epígrafe

El día 25 de agosto nos reunimos en el territorio Riohaché Paikó, que significa “El amor te

habita, el amor me habita”. Compartimos una velada familiar, fraternal, entre seres

diversos. Compartimos con la luna llena, con los muertos que alguna vez nos reunieron,

con los niños transformados en gatos, tigres, dragones y espías, tejiendo el momento con su
alegría y el poder de la imaginación. Perseguimos luciérnagas, vimos y escuchamos las

aves y las palabras del lugar. Conversamos con un esfuerzo alegre y despreocupado, quizás

inconsciente, de acercarnos a lo que definimos como otro para intentar ser uno, al menos

por un instante.

Y así, en medio de la reunión de voces humanas y no humanas, surge esta reflexión

sobre el arte de escuchar. Desde nuestra más tierna infancia, la familia y la cultura

promueven el reconocimiento individual y colectivo a partir de “llamar la atención” de los

demás, de querer ser escuchado para ganar un aplauso, una felicitacionesuna felicitación,

una buena calificación, etc. Ante ello, parece que una persona que habla poco, no es tenida

en cuenta o no tiene importancia en el ámbito social. Sin embargo, creo que algo muy

diferente ocurre. Una persona que sabe escuchar es de la mayor importancia social, pues es

a través de un buen escucha que quien habla es capaz de escucharse a sí mismo y de

permitir que aflore lo mejor de sí. Cuando no somos escuchados, cuando no sabemos

escuchar, podemos caer en la más profunda soledad.

Una amiga me contaba que en un viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta tuvo la

oportunidad de participar en una reunión de familias arhuacas y le llamó la atención el muy

diferente lugar que ocupaban los niños en la cultura. Parecía que nadie les ponía mucha

atención (ese tipo de vigilancia adulta, muy común en nosotros), los niños estaban

presentes de forma tranquila gozando de una amplia autonomía al igual que los adultos. Esa

aparente “falta de atención” ubicaba a los niños en la privilegiada posición de escuchar y

observar todo lo que estaba ocurriendo; de hecho, ella veía niños muy pequeños —-libres

de vigilancia—- prestar profunda atención a los adultos. Pienso que de alguna manera en

estos contextos se empieza a cultivar el arte de escuchar desde la primera infancia.


En nuestra vertiginosa actualidad, por el contrario, la invitación a ser protagonistas de

cada ocasión es cada vez más intensa, las personas hemos sido llevadas a límites

sorprendentes para auto promocionarnos a partir de nuestra imagen, de la publicación

masiva de nuestras más nimias intimidades en las redes sociales buscando atención y

aprobación constante. En medio de esta vorágine, aprender a escuchar puede bien ser un

arte y un saber que nos alimenta y sobre todo permite orientarnos y establecer relaciones

humanas y no humanas más sanas.

En algunas comunidades indígenas de Colombia, la comunicación y la palabra tienen

otros valores, otros tiempos y otros efectos. Por ejemplo, la comunidad arhuaca rastrea el

origen de los problemas a través de la comunicación y el diálogo. Ante una situación difícil,

las partes implicadas se sientan a dialogar. La persona que escucha lo hace con plena

atención buscando, casi cazando, la causa fundamental que originó el conflicto. El que

habla debe hacerlo sin pensar en el tiempo, lo importante es lograr una narración completa

que posibilite una comprensión profunda de lo que se está viviendo. Sabe que es escuchado

con plena atención y que sus palabras tienen un efecto, que quienes escuchan le pueden

preguntar, pueden estar de acuerdo o disentir y esto tiene efectos directos sobre el

establecimiento de responsabilidades y penalidades para resolver el conflicto.

En este contexto existe una persona muy importante que cumple la función de testigo,

una especie de “escucha profesional” que se toma el tiempo y la energía para escuchar,

observar y comprender los acontecimientos hasta el punto de que su testimonio se vuelve

fundamental y decisivo para comprender los hechos. Escuchar promueve relaciones de

confianza.
Quien sabe escuchar tiene una memoria privilegiada de lo acontecido pues sabe

adquirir una sana distancia, una disposición de ánimo receptiva especial que se requiere

para ello. Esta persona también adquiere la autoridad para recordar, para ser un espejo del

otro, pues su atención e imparcialidad se lo permiten. Así, quien sabe escuchar puede

entender el sentido de los acontecimientos; saber si lo que se dice o lo que ocurre trae algún

mensaje o simplemente obedece al impulso inocente de las palabras, las acciones y los

acontecimientos.

Otro aporte indígena a este arte de escuchar es la realización de una actividad manual

concreta como, por ejemplo, tejer para escuchar mejor. Cuando tejemos nos encontramos

ante una actividad organizadora del pensamiento por excelencia. El tejido cumple la

función de “guardar” lo que se está compartiendo en las conversaciones. “Las mujeres hilan

la lana de ovejo guardando los pensamientos en cada nudo de las mochilas.”. Tejer es

también escuchar con atención para poder “escribir” palabras organizadas como un texto.

Los que “saben” pueden leer este lenguaje silencioso del tejido y descubrir su mensaje, el

grado de concentración de quien tejió, si “pensó bien” o no, entre varias cosas más.

En el ensayo “El fino arte de escuchar”, la escritora Brenda Ueland propone

diferenciar tres formas de escuchar: el escuchar crítico, el indiferente y el creativo. El

escucha crítico está siempre listo a refutar lo que le dicen y de esa manera puede bloquear

el intento de comunicación, el intento de darse de quien habla, además de establecer una

tensión interna para quien habla, siempre buscando no equivocarse frente al otro o

radicalizar su posición para defenderse de las críticas. Este tipo de escucha abunda entre los

enemigos o las personas con profundas diferencias políticas e ideológicas. De esta manera,

el lenguaje no está cumpliendo su tarea, se avanza muy poco. Escucha a tus enemigos.
El escucha indiferente simplemente da su presencia, pero no presta atención;, esto es

muy cercano a hablar solo. Este tipo de comunicación ocurre muchas veces [con]a los

niños, quienes no encuentran verdaderos interlocutores en sus padres, sino personas que no

prestan atención a lo que están diciendo o no lo toman “en serio”. También ocurre con las

parejas que a fuerza de costumbre olvidan escucharse entre sí, cayendo en el tedio o en la

violencia por falta de comunicación. Incluso puede ocurrir en nuestro propio interior

cuando nuestros cuerpos hablan a través de los síntomas y las enfermedades y decidimos

ser indiferentes y continuar con hábitos o situaciones que nos hacen daño. Escucha a tus

hijos, escucha a tu cuerpo, a tus padres, a tu pareja.

Finalmente nos encontramos con el arte de escuchar creativo que saca lo mejor de

quienes nos rodean. A partir de lenguaje y paciencia se pueden lograr muchas cosas, quien

escucha y tiene paciencia para escuchar lo simple, lo confuso, lo que no le gusta, puede

servir de guía para que el que habla logré logre encontrar tesoros ocultos en su interior. [El]

escuchar creativo es escuchar con atención, con amor, queriendo descifrar el mensaje del

otro, el mensaje que tal vez no logra decir... Permitir al otro expresarse sin recibir juicios

también hace parte fundamental de esta forma creativa de escuchar. Escucha, no importa de

quien se trate.

Decía el mamo Aruawikugumu que “cualquiera puede entender el lenguaje de la

tierra, pues su lenguaje es universal […],(…) pero en la actualidad hay mucho

analfabetismo espiritual, el ser humano ha perdido la capacidad de leer y ha perdido la

humildad para poder entender de nuevo a la naturaleza y reconocer que los niños pueden

aprender mucho de los lugares sagrados donde están los auténticos sabedores mayores de

cada territorio”. Para saber escuchar y poder aprender este lenguaje es necesario aprender a
concentrarnos y buscar el espacio en nosotros mismos para poder recibir. Conviene mucho

practicar este arte de valorar al otro, de quererlo conocer, de ubicarnos en una posición

receptiva. Escuchar al enemigo, escuchar a los niños, escuchar a nuestra pareja, escuchar a

quienes no queremos escuchar, escucharnos a nosotros mismos. También le escuché a los

arhuacos que “la lengua no se cansa” y que “no basta con hablar cuando todo se está

acabando”.”

Sofía. Molina, ( escrito personal compartido en noviembre de 2019)

Inicio de epígrafe Recuadro:

"Nunca es tiempo perdido el que se emplea en escuchar con humildad cosas que no se

entienden".

EUGENIO D'ORS Fin de epígrafe

Las bitácoras: una herramienta para aprender emprendiendo con la palabra [T2]

Inicio de epígrafe «Un texto libre tiene que ser realmente libre: o sea, que uno lo escribe

cuando tiene alguna cosa que decir, cuando siente la necesidad de expresar, con la pluma o

por medio de un dibujo, lo que le hierve dentro».

CELESTINE FREINET Fin de epígrafe

Las bitácoras semanales se convirtieron en una herramienta de experimentación reveladora.

Al disponer de tiempo para observar y reflexionar sobre la labor en los cursos de varios
semestres, se abrió la consciencia sobre el valor de la práctica comunicativa en el

perfeccionamiento del uso de la palabra. Como toda herramienta, la bitácora es

perfeccionable.

La práctica semanal de expresar ideas, intuiciones, sentimientos y emociones, en

considerables casos, elevaba la consciencia sobre las dificultades que plantea el escribir y

sobre el deleite que suscita elaborar y pulir un escrito en el que logramos comunicar algo

que queremos compartir.

Las conversaciones sobre diversos temas en cada sesión mostraron su valor en

términos de elevar la confianza para deliberar y avanzar en el aprendizaje de la escucha,

atenta y profunda.

La práctica de la palabra también nos permitió darnos cuenta de las formas de

argumentar o los modos en los que intentamos persuadir a los otros; nos mostró la utilidad

del periodismo de calidad en el conocimiento del lenguaje y sus diversos usos; aumentó la

consciencia sobre la forma como nuestras conversaciones, diálogos y propuestas, de alguna

forma, pueden labrarar el devenir de nuestras vidas.

Pensar fuera de la caja: ¿qué significa educar hoy? [T3]

Medité en la expresión y cavilé sobre lo que significaba seguir lo que implica el pensar.

John Dewey me echó una mano y pensé que pensar, en sí mismo, nos conduce a pensar

fuera de la caja. Pensar nos lleva a abandonar creencias y contemplar las circunstancias

con otros prismas. Pensar nos exige estar dispuestos a contemplar lo que nos revela el

pensar, a aceptar las verdades a las que nos conduce el fluir del pensamiento, cuando ese

ejercicio se realiza de modo honesto, riguroso, valeroso y consciente. Pensar en el ejercicio


del quehacer docente significaba salir de las formas de interpretación usuales y atrevernos a

experimentar otras formas posibles de alcanzar los propósitos que orientaban nuestros

cursos.

La invitación a emprender la recreación de los cursos fue decisiva para dar un paso

esencial: poner en suspenso el acento en el rigor programático;: en esta sesión, de estas

fechas, estos temas; en estas fechas, tales contenidos; cesar el privilegio de las evaluaciones

y calificaciones numéricas en beneficio de pruebas que permitieran explorar las diversas

capacidades de los diferentes estudiantes, y colocar el énfasis en facilitar retroalimentación

cualitativa sobre sus obras, sobre su creación. Evaluar se convirtió, antes que calificar, en

retroalimentar el trabajo y los emprendimientos de los estudiantes.

La apuesta de las artes de emprender abrió las compuertas de la audacia pedagógica,

de experimentar en los sentidos de la labor docente y ensayar con las potencias de las artes

en cada sesión de conversación con las y /los estudiantes. Fue posible explorar en las

extraordinarias posibilidades de los materiales diversos que ofrecía la web para descubrir en

la práctica los talentos y capacidades de los/ y las estudiantes. Apareció clara la necesidad

de promover la comprensión de la importancia de la autonomía frente al saber y de poner

en práctica los hábitos que favorecen dicha autonomía.

La revista del Nova et Vetera de la Universidad del Rosario publicó una convocatoria

para enviar ensayos y dediqué tiempo a poner en blanco y negro las ideas que se agolpaban

como resultado de la experiencia inédita que estaba viviendo. En septiembre de 2020, con

el título: “¿Qué significa educar hoy?” (Arenas Amorocho, 2020), apareció el ensayo que

recogía las primeras ideas sobre el laboratorio inesperado:


Inicio de cita “Ahora, cuando la fuerza objetiva de las

circunstancias nos exige repensar la vida, podría no ser inoportuno

cavilar sobre el significado de educar en estos tiempos. Considerar,

por ejemplo, si el reto pedagógico y tecnológico de la educación

virtual debería o no mantener el ritmo frenético que dificulta el

reflexionar y el autoconocimiento, y obstaculiza el examen, sereno

y reflexivo, sobre lo que vale y lo que no vale. O, podríamos

preguntarnos: ¿qué pasos podemos dar para abrir un vasto proceso

de comunicación, cooperación y creación colectiva en torno a una

nueva educación que contribuya a formar las generaciones capaces

de rehacer el mundo? ¿Cuáles innovaciones en pequeña escala

podrían permitirnos avanzar en el respeto en los hechos al ser

singular y creador de cada estudiante? ¿ Cómo podríamos suscitar

la expresión , el reconocimiento y el desarrollo de la vocación y las

aptitudes de cada ser en los nuevos contextos? ¿ Cómo creamos

espacios comunicativos para que afloren las preguntas vitales que

guían nuestras existencias en un habitar activo y no pasivo del

mundo? ¿Cómo construimos y preservamos una comunicación

honesta entre seres diversos, complejos y enfrentados al reto

supremo de recrear los modos de habitar la tierra? Fin de cita”

Redescubriendo a John Dewey y su laboratorio [T3]


Inicio de epígrafe Hay que aprovechar el placer por la acción de los niños y los jóvenes.

JOHN DEWEY J. D.Fin de epígrafe

En una de las sesiones virtuales de la comunidad de práctica, el profesor Wilson Herrera,

veterano investigador en el ámbito de la filosofía práctica, nos propuso una lectura para

elevar la calidad de las deliberaciones que sosteníamos sobre la pedagogía del

emprendimiento. Se trataba del libro: Experiencia y educación, del profesor John Dewey

(2004)5. El PDF que nos facilitó tenía la presentación de Javier SaenzSáenz Obregón - —un

notable investigador de la educación en la Universidad Nacional de Colombia— - y la

traducción del original en del ingles inglés realizada por undel renombrado pedagogo

español: Lorenzo Luzuriaga.

La lectura de la obra propuesta por Wilson suscitó en mi ser un verdadero cataclismo.

La obra de Dewey ha suscitado transformaciones de manera persistente y consistente desde

que, en 1884, Dewey se graduara en la Universidad de John Hopkins tras haber trabajado

un año en el laboratorio de psicología, el primero de Estados Unidos, con su fundador, G.

Stanley Hall, en 1883.

John Dewey y su compañera,: Alice Chipman, pusieron en marcha un laboratorio de

experimentación pedagógica que funcionó en Chicago, entre 1896 y 1903. Muchas de las

ideas plasmadas en sus obras germinaron en las experiencias de ese laboratorio. Al leer las

obras de Dewey encontré un caudal de reflexiones, resignificaciones, hallazgos, intuiciones

y claridades. Y también, claro, una formidable energía emprendedora en los escenarios

educativos en los que discurría la vida. De Experiencia y educación, pasé a otras obras
5
Experiencia y educación. Dewey John, Saenz de Obregón Javier.Editorial Biblioteca Nueva. Madrid. 2004
fascinantes escritas por Dewey, o sobre Dewey: Las fuentes de la ciencia de la educación,

Teoría de la valoración, El arte como experiencia, La experiencia y la naturaleza, Cómo

pensamos: la relación entre pensamiento reflexivo y proceso educativo, y La búsqueda de

la certeza: un estudio de la relación entre el conocimiento y la acción. El estupendo trabajo

divulgativo de Maite Larrauri,: La educación, según John Dewey6 (2012), fue de gran

ayuda en la comprensión previa de las principales ideas de Dewey.

Para acercarse a dimensionar la profundidad sencilla de los aportes de Dewey a una

educación mundial que aún no incorpora las extraordinarias luces que nos brindó con su

pensamiento, tan fundamental como poco conocido, basta traer a colación una de sus

reflexiones en el prefacio a la primera edición de la obra: Cómo pensamos: la relación

entre pensamiento reflexivo y proceso educativo:

Inicio de cita La mejor manera de pensar que se examinará en este

libro se denomina pensamiento reflexivo; es decir, el tipo de

pensamiento que consiste en dar de vueltas a un tema en la cabeza y

tomárselo en serio con todas sus consecuencias […].…

Nuestras escuelas están abrumadas por la multiplicación de

materias, cada una de las cuales presenta a su vez su propia

multiplicación de contenidos y teorías. Nuestros maestros creen que

todo ello hace más pesada su tarea, pues tienen que tratar con los

alumnos de manera individual y no ya en su conjunto. Para no

desembocar, por este camino, en la pura dispersión, es necesario


6
Larrauri Maite-Max, La educación según John Dewey. Editorial Tandem, 2012. Valencia. España.
encontrar algún signo de unidad, algún principio de simplificación.

Este libro expresa la convicción de que el imprescindible factor

estabilizador y concentrador se encuentra finalmente en la adopción

de la actitud mental y del hábito de pensamiento que denominamos

científico. Podría pensarse que en la enseñanza dirigida a niños y

adolescentes esta actitud mental está fuera de lugar. Pero este libro

también representa la convicción de que eso no es cierto; de que la

actitud innata y pura del niño —-caracterizada por una vivísima

curiosidad, una imaginación fértil y el amor a la investigación

experimental—- se aproxima mucho, muchísimo, a la actitud del

espíritu científico. Si estas páginas ayudan a captar este parentesco

y a considerar seriamente que su reconocimiento en el campo de la

práctica educativa contribuiría a la felicidad individual y a la

reducción del gasto social, el libro habrá cumplido ampliamente con

su misión (Dewey, 2007, p. 19). Fin de cita 7

Sí, John Dewey, el pensador, el hombre de acción, el emprendedor, abrió

perspectivas, invitó a la acción transformadora, brindó o reafirmó ideas y claridades que

nos permitieron, una vez más, reinterpretar la labor docente en un mundo nuevo que

emergía abocado a la, quizás, más colosal crisis de la historia humana. Su mayor esfuerzo

en el escenario educativo estuvo centrado en redefinir varios conceptos cardinales de la

7
Dewey John, Cómo pensamos. La relación entre pensamiento reflexivo y educación. Editorial Paidos
Iberica. 2009. Barcelona, España.
“práctica pedagógica”. En la obra de Dewey, el pensamiento está ligado a la acción. Un

nuevo orden en las concepciones conduce a nuevos modos de acción. El cerebro es nuestro

órgano de adaptación al medio en el que nos desenvolvemos. Pensamos para resolver

asuntos que nos plantea la vida. La educación, entonces, no puede estar desligada de la

vida.

Dos conceptos cardinales en la obra de Dewey cautivaron mi más profunda atención:

experiencia y reflexión. Para Dewey, la “experiencia” se constituye por “la totalidad de las

relaciones de un individuo con el ambiente”. La “experiencia tiene una dimensión

“activa” y otra “pasiva”. Es la acción de cada uno sobre el mundo y, a su vez, la acción del

mundo sobre cada uno. Además, la experiencia no solo transforma a los individuos y al

mundo, transforma, también, la experiencia pasada y la futura de cada uno de nosotros.

La reflexión, por su parte, puede ser comprendida como un modo de hacer, una

cualidad de la conducta. Existen comportamientos reflexivos o modos de acción

irreflexivos. Formamos ideas y pensamos porque interactuamos con el mundo. Las ideas no

son copias de la realidad, se parecen más a mapas para interactuar con ella. El pensamiento

es el proceso de construir mapas sobre lo que sucede en los entornos en los que nos

movemos y lo que sucede en nosotros;, con base en ese proceso y esos constructos,

actuamos e incidimos en el mundo de otros seres,. y, a su vez, recibimos un mundo labrado

por la acción de los otros seres.

“El pensamiento, – dice Dewey,- provee del único método de escape de la acción

impulsiva y rutinaria”. Esta visión, lo habrán adivinado los lectores, permite reinterpretar

el espíritu emprendedor y la pedagogía del emprendimiento. El emprendimiento está ligado


a la experiencia del emprendedor y a su reflexión. Otro tanto sucede con la pedagogía del

emprendimiento.

La pedagogía, para Dewey, es un arte que se apoya en los conocimientos diversos

que aportan diferentes ciencias humanas. La educación no puede ignorar, soslayar, las

“condiciones internas” de los/ y las estudiantes: impulsos y deseos, capacidades y

propósitos. Pero, dice Dewey, tampoco se puede plegar a la ausencia de una dirección, a la

expresión de los caprichos de cada ser, y a la falta de un referente unificador de las diversas

experiencias. La “educación tradicional” privilegia las “condiciones externas”: maestros,

libros, programas, infografías, “papers”, horarios, notas y títulos, y no tiene en cuenta la

reacción de las/ alumnas y los alumnos. Y todo esto conduce a la modulación de actitudes

de “pasividad”, “docilidad”, “obediencia”, privilegio de la “receptividad, y perdida

pérdida de la “curiosidad”, de la pasión por saber, de la autonomía frente al saber. Con una

educación de esas características no acontece lo principal: la experiencia educativa.

Las capacidades de una persona no existen aparte de su realización. No es posible, en

el pensamiento de Dewey, definir capacidades y competencias a priori y proceder a

forjarlas en cada individuo. Es valioso incentivar la formación de hábitos mentales que nos

sirvan para desenvolvernos en las circunstancias en las que devienen nuestras vidas; y crear

atmosferas, procesos, experiencias que permitan revelar las diversas capacidades que tiene

cada ser singular. Abandonar el acento en el aprendizaje y la repetición de los “mapas” de

las diferentes profesiones y disciplinas, y privilegiar, en cambio, el auto conocimiento a

través de diversas experiencias y la educación del pensamiento a través del ejercicio del

pensar, esto significa: evitar las generalizaciones indebidas a partir de las vivencias propias,
las analogías superficiales y la creencia ingenua en que conocemos de modo simple y veloz

realidades complejas y dinámicas.

John Dewey creo un laboratorio de experimentación pedagógica adscrito a la

Universidad de Chicago. No se trataba solamente de abrir un espacio para las prácticas

docentes de quienes se formaban como profesores en la universidad, se trataba de abrir un

espacio de experimentación consciente de las concepciones que se tenían acerca del saber;

de las competencias que se pretendían formar; de la identificación y fortalecimiento de las

capacidades, y de una tema complejo: la formación de hábitos. Poner a prueba lo que se

creía que funcionaba. Abrir un espacio de dialogo entre pares sobre las experiencias que

tenían lugar en el laboratorio. En Colombia, las ideas de Dewey fueron acogidas en

Gimnasio Moderno, fundado en 1914,; y estuvieron presentes en las reformas educativas de

1935-1936. Con el fin de la Republica Liberal, en 1946, sus ideas fueron marginadas y

olvidadas.

Inicio de cita “Cómo pensamos no se comprende si no es a partir de

la fe de Dewey en el “«pensamiento reflexivo”» como función

principal de la inteligencia y en su poder supremo para que la lucha

humana por la supervivencia desemboque en el triunfo de la

innovación, del cambio y del progreso y en la derrota del statu quo.

Pensar, al fin, o lo es sobre un cambio socialmente progresivo o no

lo es. “

[…] De ahí que la educación, aunque acto complejo en

formas y contenidos, haya de ser un proceso que apunte al logro de


lo que es condición y al mismo tiempo resultado de todo

aprendizaje: pensamiento reflexivo. Mejor, actividad reflexiva. Pues

la vida es ante todo y antes que nada acción, y el pensamiento el

instrumento usado por los hombres, como tales, en la superación de

los problemas prácticos de la vida en todas sus dimensiones

(Caparrós, 2007, p. 15). Fin de cita

Siguiendo con esta línea, John Dewey afirmaba:

Inicio de cita Lo que constituye el pensamiento reflexivo es el

examen activo, persistente y cuidadoso de toda creencia o supuesta

forma de conocimiento a la luz de los fundamentos que la sostienen

y las conclusiones a las que tiende (Dewey, p. 25). Fin de cita

Este es el tipo de pensamiento que caracteriza al ser emprendedor. Un pensamiento

que se desata a partir de atmósferas educativas en las que se suscita o se abre paso al deseo

de acción de cada estudiante. En términos generales, cada acción tiene una finalidad y

quien actúa debe determinar las acciones que ayudan a alcanzar una finalidad. En las

actividades propuestas, corresponde al profesor, en principio, saber lo que los estudiantes

están aprendiendo, pero con la consciencia clara de que no sabemos qué, y en qué instante,

algo puede resultar decisivo en el curso de cada aprendizaje de cada ser singular. Cada

actividad de la vida tiene aspectos científicos o artísticos. La acción estimula el

pensamiento y así se enriquece la experiencia y cada estudiante madura sus ideas. Se


aprende a pensar, pensando sobre las acciones que emprendemos. Problematizando las

concepciones previas que nos habitan sobre diversos asuntos. Una dimensión crucial en

esta materia es que los estudiantes tengan la experiencia placentera de aprender, de

comprender. Este tipo de experiencias determinará su modo de abordar los problemas que

exigen su acción y modularán sus experiencias posteriores. Por esta razón es fundamental

pensar muy bien las experiencias educativas que se proponen. No basta con que los

estudiantes se la pasen bien, jueguen y disfruten. Si acontece, estupendo. Pero no puede ser

ese el tamiz a través del cual se seleccionen las experiencias educativas.

En este punto, Dewey, añade un criterio que consideramos esencial en la selección de

experiencias propuestas en las diversas áreas de estudio: que la experiencia propuesta tenga

sentido en el campo experiencial de los estudiantes. Hay que partir de los deseos e intereses

de los estudiantes, pero hay que crear la posibilidad de reflexión propia sobre los

mismosestos. Hay que suscitar, además, la reflexión sobre las propias prácticas. En este

sentido, la educación sería algo así como aprender a trabajar con la propia experiencia vital.

y los emprendimientos brotarían menos desde las determinaciones exteriores —- hoy, más

que nunca, ligadas a la publicidad y la propaganda—- y más desde la comprensión crítica y

creadora del mundo y del entorno en el que se habita, y del ser singular que se está siendo,

que se anhela ser. Así, podríamos, quizás, acercarnos un poco a alcanzar algo que hoy

pareciera imposible: una humanidad libre y creadora de su porvenir conjunto.

El curso laboratorio de recreación del quehacer docente [T3]

Inicio de epígrafe El ser humano no puede decir su pensamiento sin pensar su decir.
BONALD Fin de epígrafe

En nuestras reuniones en la comunidad de práctica: de “El arte de emprender”, surgió la

idea de compartir y conversar con un grupo de profesoras y profesores que, eventualmente,

estuviesen interesados en nuestros pequeños hallazgos en el campo del arte de emprender

como una fuente inspiradora para los procesos de recreación del quehacer docente.

No solo por la virtualidad impuesta por la pandemia y el confinamiento, sino,

también, por la presencialidad virtual que había arribado desde antes y más allá de las

condiciones generadas por la pandemia.

La dirección de la universidad se encontró con las nuevas circunstancias virtuales

exigidas por la pandemia cuando ya había iniciado un ambicioso proceso de comprensión-

reflexión- acción sobre la nueva economía digital que emergía en el mundo. Por eso fue

posible responder a los retos que planteó la coyuntura con la celeridad con la que se logró

hacerlo.

El curso se estructuró como fruto de una colaboración entre la unidad a cargo de “El

arte de emprender” y el Centro de Enseñanza, Aprendizaje y Trayectoria Profesoral

(CEAP)Ceap, el centro de desarrollo profesoral. María Katherine Granja y Milena Alcocer

promovieron el curso y cuando . se abrió el curso y concurrieron diez maestras y maestros.

El curso se construyó en cada sesión con la riqueza de la asombrosa diversidad que

convocó la invitación:. maestras/ y maestros de diferentes sexos, edades, disciplinas y

experiencias vitales, provenientes de disciplinas como . ciencias naturales, economía,

jurisprudencia, ingeniería, medicina, filosofía, administración de empresas, historia….


En las primeras sesiones pudimos ejercitar la escucha atenta de la diferencia,

dialogar, disentir o concordar y matizar nuestras consideraciones. El curso apuntó a

problematizar la concepción educativa y la relación con el conocimiento que habitaban en

cada uno de los que participábamos. Nos interrogamos sobre si el sentido de enseñar, en

especial en estos tiempos en los que lo esencial no es transmitir conocimientos, forma parte

de un proceso social dialógico, cuyo objetivo es el de conseguir la posibilidad de hacer

pensar y sentir.

El curso significó, gracias a los/ y las participantes, una sencilla y formidable

experiencia de aprendizaje. Fue maravilloso encontrar una actitud mayoritaria de humildad

ante los saberes de los autores que propuso el curso. Una actitud de escucha, expresión de

las convicciones y los interrogantes, y un ánimo de esclarecer o de añadir ideas relevantes.

Pudimos expresar nuestras sensaciones e inquietudes ante fenómenos como la post

verdad, las nuevas expresiones de la cultura juvenil, y los impactos de las redes sociales en

la ética de la escucha del otro, en la lectura, la atención y la concentración. Cada uno de los

asistentes nosotros/as quedó con interrogantes abiertos; en mi caso, surgió la pregunta sobre

cómo fortalecer la capacidad para identificar a los seres que comparten verdades en medio

de la avalancha de propaganda y publicidad.

Las conversaciones permitieron comprender que algunas de las problemáticas que

enfrenta un profesor/ o profesora a singular provienen de variables que no controlan. Dos

de ellas, decisivas: los diseños curriculares y el predominio aún de prácticas instruccionales

con acentos en contenidos memorizables, que desembocan en una tremenda presión sobre

el tiempo y la atención de cada estudiante. ¿ Qué consecuencias tiene ello en su libertad y

su autonomía frente al saber? ¿ En su capacidad de emprender experiencias de aprendizaje


que susciten su entusiasmo? ¿ En la lenta maduración de la capacidad de comprender la

complejidad?

La profesora Karim Garzón, de la Facultad de Medicina, nos compartió una de sus

reflexiones iniciales en el curso:

Inicio de cita “Educar hoy significa movilizar el sentido de la

humanidad cuando vamos al encuentro de otros para compartir

experiencias, cuando juntos, otorgamos sentido al aquí, al ahora,

cuando descubrimos el valor de la pertinencia de los aprendizajes,

más allá de un escenario de aula, cuando sentimos emoción al ser

testigos de la capacidad de asombro y descubrimiento, cuando

generamos ambientes de confianza para hablar, cuando las

calificaciones representan sentido de logro, cuando el rol del

profesor no se impone, sino se construye con los estudiantes […].,

cuando los estudiantes importan.

¿Cómo conectamos las personas que ejercemos roles de

profesores con aquellos que lo hacen como estudiantes?, ¿cómo

podríamos enfatizar en las similitudes y no en las diferencias?,

¿cómo vamos al encuentro de intereses para animar a la

participación mediada por el respeto y la confianza y no por el

temor?, ¿cómo rompemos con la perspectiva de que en esa

interacción algunos son “más grandes que otros”?, ¿cómo

comenzamos las historias de nuestros estudiantes con algo positivo


y no con expresiones tales como: no leen, no se comprometen,

vienen muy mal preparados o […] “no ven más allá”? Esta última

expresión la he escuchado muchas veces y yo me pregunto, ¿a

dónde? Fin de cita

El curso, que tenía un programa, pero estaba abierto al devenir, suscitó en una de sus

sesiones la idea de reunirnos con estudiantes y sostener una conversación franca, abierta,

sincera sobre lo que pensaban sobre su experiencia educativa universitaria.

El profesor Juan David Gutierrez se refirió así a la experiencia de dialogo, franco y

abierto con las y los estudiantes:

Inicio de cita “Cuando comencé el curso no tenía ninguna

expectativa. La razón: al ser nuevo en la universidad, no sabía qué

esperar. Con el paso del tiempo fue entendiendo cómo sería la

dinámica de la clase, la personalidad de mis pares y la naturaleza

del espacio. Con el paso del tiempo el espacio se transformó en algo

más que una clase, es un espacio para aprender sobre el ADN de la

universidad, de sus profesores, directivas y estudiantes. Lo

aproveché muchísimo en ese sentido y también como una

oportunidad para la auto-reflexiónautorreflexión promovida por las

lecturas, el profesor y mis colegas.


El espacio con los estudiantes de hace un par de clases me

pareció muy provechoso. Todos los profesores de la UR deberían

pasar por una sesión como esa.” Fin de cita

Inicio de recuadro Recuadro:

"El diálogo no agota la experiencia cuando esta se hace común, ni aquel cesa entonces, sino

que la comunicación es dialéctica y reconstruye la experiencia, es decir, la inquieta, la

motiva a renovarse. Por ello, el maestro debe obrar de tal manera que aumente el

significado de la experiencia presente".

Emilio Lledó Fin de recuadro

Inicio de recuadro Recuadro:

Autoridad: la verdadera autoridad no se decreta: emana de las personas, es esencialmente

individual, es como si dijéramos un crédito intransmisible. No hay diploma que la confiera,

no hay fuerza que la imponga, a menos que se entienda como un yugo, como una dictadura.

La autoridad se afianza masmás cuanto menos se quiera imponer. Es una consecuencia del

bien que hacemos, y no del imperio con el que mandamos. Cuando los apóstoles

discutieron un día cuál de ellos mandaría masmás, Jesús les dijo: “Mandara Mandará

masmás el que mejor sirva a los otros”, y anunció así uno de aquellos hondos principios

que salieron de sus labios con sentido de eternidad.

Agustín Nieto Caballero Fin de recuadro


El curso con los profesores propuso examinar la idea de acudir a las artes como una

posibilidad de estimular el deseo o las ganas de emprender. La posibilidad de acercarse a la

poesía, el cine, la música, la pintura, y el teatro como campos experienciales que nos

permiten observar y apreciar aptitudes y vocaciones en los estudiantes.

El curso propuso, también, considerar la posibilidad de trasladar el eje educativo del

programa de contenidos a contemplar la singularidad de cada estudiante en la maduración

de su relación frente a los saberes. El tema de la educación personalizada, que ha

caracterizado el devenir del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, convocó

nuestras deliberaciones y la pregunta de qué hacer en el caso de algunos cursos con más de

cien estudiantes.

El profesor Juan David GutierrezGutiérrez compartió una reflexión sobre el

significado de la educación personalizada que podría extenderse al significado de educar en

emprender:

Inicio de cita “La segunda maestría la realicé en una universidad

que tiene como tradición la enseñanza a través de pequeños grupos

y con el sistema de tutoriales. La mayoría de las clases tenían un

formato de seminario: nos sentábamos en una larga mesa con

5cinco, diez10 o hasta quince15 estudiantes y el profesor. El

profesor no destinaba el tiempo de clase para explicar el contenido

de las lecturas que debíamos hacer previamente, sino que introducía

la temática en 10 diez o veinte20 minutos y luego estimulaba


discusiones a partir de las lecturas. El que no leía, le pasaba como al

camarón: se lo llevaba la corriente.

Pero el secreto de la educación personalizada no radicaba

únicamente en los grupos pequeños de estudiantes, también era

importante el método. En casi todas las clases operaba un sistema

de tutoriales, que implicaban sesiones de trabajo individuales con el

profesor. ¿Cómo funcionaba? Cada estudiante debía preparar tres o

cuatro ensayos al trimestre sobre preguntas previamente formuladas

por el profesor. Cada vez que un estudiante entregaba su ensayo,

quedaba automáticamente citado para una reunión con el profesor

para defender sus ideas y para recibir retroalimentación. En el

tutorial, uno —- por lo general— - estaba solo con el profesor. Era

un espacio educativo muy intenso porque el profesor indagaba,

cuestionaba y comentaba a partir de los ensayos presentados. Había

un intercambio de ideas y argumentos fluido e intenso que lo

llevaba a uno a querer preparase al máximo para cada sesión.

Al final del tutorial uno terminaba exhausto. Ahora caigo en

cuenta que el profesor aún más, porque repetía la misma dosis

varias veces a la semana con otros estudiantes. Además, por lo

general uno salía contento, así el ensayo presentado y las ideas

hubieran recibido “palo” del profesor. Fin de cita


Al mismo tiempo que avanzaba en el curso con los profesores, en el curso de lecto-

escritura que tenía con el primer semestre de jurisprudencia, la poesía nos permitía a

despertar la sensibilidad y suscitar el amor por la palabra: Gioconda Belli, Julia de Burgos,

Gómez Jattim, Barba Jacob, Emily Dickinson, Whitman, JoseJosé Manuel Arango, García

Lorca…

Entonces, justo durante el desarrollo del curso con los profesores, cuando

conversábamos sobre el valor de la atención al ser singular, sobre la importancia de

contribuir al hallazgo temprano de vocaciones y a elevar la consciencia sobre las aptitudes

diversas que cada estudiante tiene, sucedió algo inesperado. En una de sus reflexiones

semanales, Gaby, por iniciativa propia, escribió una reflexión y un poema. Lo incluyo sin

editar porque me parece que nos enseña sobre el valor de la expresión autenticaauténtica,

antes de dar el paso a la corrección gramatical. Gaby escucho escuchó un poema de

Whitman en clase. Ese mismo día, en la tarde, me solicitó que le enviase, si era posible, el

texto completo del poema cuyos apartes habíamos leído en la sesión de esa semana.

Inicio de cita Un poema que despertó mis ganas de escribirle a mi

territorio, que es lo más querido que tengo. Fue el poema de Walt

Whitman, titulado un “Canto de sus alegrías”. Ahora quiero

compartirles los sentimientos que tengo de mi territorio. Eh He

querido componer un poema, que nunca lo he intentado, pero lo

quiero intentar. Dedicado a ese territorio que tanto amo, por sus

enseñanzas. Por su amor y por su compañía.


Vengo del sur

Entre volcanes y lagunas eh he crecido

Caminado el territorio eh he aprendido

El abuelo, con la enseñanza del pensar bonito

Hablándome y yo escuchando a la piedra junto al rio río

Escuchando al pájaro, al árbol, a la flor y al viento su silbido

Y la palabra, abrigando en las tulpas al calor fuego.

Soy agua, soy fuego y energía

Soy tierra, soy trabajo, soy fuerza

Seres que son, dadores de mi vida

Junto con la fuerza de mi ruana

Y el cururo que ¡me teje!

Soy colorido refajo que me envuelve, al danzar al ritmo de mi

bombo.

Abuelos, abuelas, taitas y mamitas

Aquí estoy, llevando su legado

Siguiendo con la lucha y resistencia

Guardando en la memoria, todo aquel pasado

Pasado que me hace fuerte y es la esencia de mí vivir

Llevando la voz en ¡alto! soy pastos


Al danzar, al cantar, al tejer y al conversar.

Seguiré con ese espíritu de niña que me dejaste

Me dijiste que sea curiosa, que explore y que jamás deje de

preguntar

Y que cuando me vaya, no me dejaras dejarás sola

Y que siempre me estarás esperando en tu dulce abrigo de frailejón .

Siempre admiración y agradecida a ustedes:

Abuela Cumbal, que me alimentas

Abuelo Chiles, a mi salud, tu medicina

Mamita Gabriela, madre y guardiana del territorio.

Pay mamitas, pay taiticos. Fin de cita

Los cuidados de la energía emprendedora [T3]

Inicio de epígrafe “Los hombres se creen libres porque tienen conciencia de sus voliciones

y de sus apetitos, y no piensan ni siquiera en sueños, en las causas que les disponen a desear

y a querer, porque las ignoran”.

SPINOZA Fin de epígrafe


En diversas regiones y países del mundo, el emprendimiento se ha convertido en un

propósito de la institucionalidad estatal o supraestatal. La comunidad de práctica en “El arte

de emprender” abrió la posibilidad de investigar y reflexionar sobre el significado de

innovar y de emprender en educación en tiempos de colosales y vertiginosas mutaciones.

A veces pareciera que los sistemas educativos estuviesen diseñados para impedir la

reflexión y atentar contra el delicado equilibrio del ser emprendedor que habita en cada ser

humano. Un ser creador que puede desplegar sus alas o, desde muy temprano,

acostumbrarse a reptar entre un sistema exigencias exteriores, que no pocas veces pueden

ser inmisericordes con su talante creador y su energía emprendedora.

El ímpetu vital, la energía creadora y hacedora, son la esencia de cada ser

emprendedor. ¿ Cómo es posible cuidar y elevar al máximo posible esa energía creadora,

esa energía hacedora?

En primer lugar, sin duda, es necesario comprender que la singularidad de cada ser

emprendedor determina que ese cuidado y ese alimento del ímpetu vital no admite formulas

universales.

Lo que es bueno para Juana, puede no serlo para Pedro. Lo que no conviene a la

energía creadora de Daniel, puede convenir a la energía de Sofía. Cada individuo podrá

cuidar y potenciar mejor esa energía creadora en la medida en que se conozca mejor a sí

mismo/a.

En segundo lugar, es indispensable abandonar la ilusión de no pocos docentes, consistente

en que basta señalar cómo hay que comportarse para que los estudiantes se comporten así;

hay que abandonar la creencia de que basta decir algo para que una forma de comprender o

una idea habite en la mente del estudiante.


Abandonar el pensamiento que discurre en blanco y negro y experimentar la riqueza

del pensamiento que considera los matices, las esencias, las sutilezas y el devenir como

claves de comprensión de lo real y como herramienta para emprender en entornos

complejos y volátiles.

Inicio de recuadro Recuadro:

Crear y emprender en medio de la bancarrota cultural

“No tengo la menor intención de dar consejos al mundo agitado de nuestra industria y de

nuestra ciencia, que devora a las personalidades. Si la industria y la ciencia no necesitan ya

esas personalidades, que prescindan de ellas. Pero nosotros, los artistas, que habitamos una

isla con posibilidades de vida todavía soportables en medio de la gran bancarrota cultural,

debemos regirnos, como siempre, por otras leyes. Para nosotros la personalidad no es un

lujo sino una premisa existencial, es el aire que respiramos, es un capital del que no

podemos prescindir. Entiendo por artistas todos aquellos que tienen la necesidad de sentirse

vivir y crecer a sí mismos, que necesitan ser conscientes del fundamento de sus propias

energías y basarse en él de acuerdo con unas leyes congénitas, sin efectuar por tanto

ninguna manifestación vital ni actividad subalterna, cuya esencia y cuyos efectos no

guarden con dicho fundamento la misma relación clara y razonable que, en un buen

edificio, guardan la bóveda y la pared, el tejado y el pilar que lo sustenta.”

Herman Hesse, El arte del ocio Fin de recuadro

Inicio de recuadro Emprender la creación de la escuelita de artes veredal


Inicio de epígrafe El educador debe educar poco y observar mucho.

MONTESSORI Fin de epígrafe

Los saberes son bienes comunes que no desaparecen al compartirse. El que los transmite no

se despoja de ellos al compartirlos. En este caso son saberes para vivir mejor. […] Estos

espacios no se organizan con la lógica del capital. Se organizan desde abajo, con

cooperación horizontal. Sin jefes, ni controladores. No circulan con las reglas del capital:

tanto tiempo, tantos títulos, a tanto la hora, cada uno paga tanto. Y generan otros

sentimientos: fraternizan, dan sentido a la existencia, el otro aparece como alguien que hace

más grata la vida. No como un competidor que debes acabar antes que te acabe. Fin de

recuadro

En la vereda Laguna Verde, entre Zipacón y Cachipay, en la escuelita de primaria

adscrita a la Institución Educativa Cartagena, dedicamos tiempo y entusiasmo a nuestro

pequeño emprendimiento: realizar la experiencia del arte de emprender. Nos hemos

propuesto poner en marcha una escuelita de artes que nos conduzcan a reconocer, potenciar

y, si podemos,: forjar seres emprendedores en la tarea común de recrear la forma de habitar

la tierra.

La escuelita de artes se inició en el mes de septiembre de 2021 con la música, la

literatura, la fotografía, el dibujo y el ajedrez. Acompañamos el desarrollo de los niños, los

observamos y escuchamos, aprendiendo de ellos. Ayudamos, paso a paso, a que descubran

sus dones, conquisten su propia palabra, adquieran consciencia de sus intereses y, poco a
poco, reconozcan mejor las raíces de los conflictos que experimentan. Se confía en su

capacidad natural de aprendizaje y en los efectos sorprendentes del auto aprendizaje que

tiene lugar cuando la niña o el niño encuentran lo que les apasiona. “Educar en verde”, y

“educar filosóficamente: educar en la palabra y el diálogo”, son dos vertientes claves en la

labor que nos hemos propuesto.

La naturaleza, por sí misma, es una formidable educadora del ser emprendedor. En la

comunicación íntima del alma infantil o juvenil con el murmullo del riachuelo, el rumor del

viento en el bosque y los fulgores del cielo estrellado, se transmite un sentido profundo del

existir y el misterio que entraña, se eleva la energía creadora y la claridad sobre su

destinación. La naturaleza brinda belleza y sosiego, ambas indispensables para el alma

humana. A su vez, permite contemplar la trama y el ciclo de la vida y la muerte. Propicia la

comunicación, la amistad, el respeto y el cuidado con otras formas de la vida. Facilita el

asombro ante lo infinito, lo diverso y lo muy pequeño. No pueden germinar el amor por la

tierra y las ganas de cuidarla si no hay contacto directo con ella.

Un primer hallazgo educativo en la vereda Laguna Verde consistió en la reflexión

sobre la práctica de las mingas y sus saldos pedagógicos para las diversas edades. Las

mingas son experiencias de labor colaborativa de las comunidades bajo los signos de la

fraternidad, la alegría y los cuidados conjuntos de la casa común: la madre tierra. 8 . Las

8
De esa labor reflexiva quedaron los siguientes artículos publicados en el periódico Desde Abajo: “La minga
y la educación” (Arenas, 2018a);. “La minga: aprender sin escuela,; aprender sin esperar aprender (Arenas,
2018b). y “La minga: aprender el significado de dar” (Arenas, 2018c).
www.desdeabajo.info/sumplementos/item/34281-la-minga-aprender-sin-escuela-sin-esperar-aprender.html
www.desdeabajo.info/sumplementos/item/34936-la-minga-y-la-educacion.html
www.desdeabajo.info/sumplementos/item/34469-la-minga-aprender-el-significado-de-dar.html
mingas funcionan de manera periódica y en ellas participan la niñez, los jóvenes, los

adultos y los mayores.

Otro gran filón reflexivo sobre transformaciones en la educación en tiempos de cambio

se enraizó en las conversaciones sobre educación con Leonardo Jauregui, maestro de

música y padre de Yara; con Carlos Alberto Tafur y Ana Cantares, padres de Ananda, ella,

música, él, educador y filosofo de los Andes; con Zabrina, madre de Tzie y Jade; con

Adrian, Melissa, Carolina, Ana y Juan del proyecto Monte Samay, cerca de Anolaima; con

el rector Pedro Castiblanco y con el profesor Yesid.

De estas conversaciones brotaron intuiciones que estamos madurando, como: “la

escuelita como espacio de cooperación de la comunidad y centro cultural que a todas y

todos sirve”, ; “a lo esencial, y sin prisas;”, educación a la carta”,; “¿educar es

resingularizar?”,; “ante todo: libertad frente al saber y los saberes”,; “ ¿cómo ser autónomos

intelectualmente?” ,; “los límites y los quiebres de los límites;” “¿no estamos solos?” ,; “¿

cada quien labra sus senderos? Y, junto a lo anterior, el abandono sereno y sin pena de

“pretensiones enciclopedistas” o de entrega de información como capsulas cápsulas

definitivas que se deben aprender en las experiencias educativas.

La memoria, la minga y la educación: emprender la creación de poder comunitario

[T3]

Inicio de epígrafe “No se puede tener algo como respuesta, si no hubiera una pregunta

antes. Por eso tantas cosas claras permanecen sin ser vistas, como si no existiesen”.

ERNST BLOCH Fin de epígrafe


Inicio de epígrafe El progreso social y moral es inseparable de las prácticas colectivas e

individuales que aseguran su promoción.

FelixFÉLIX GUATTARI Fin de epígrafe

Casi la totalidad de la educación imperante derivó hacia una concepción mercantil del

conocimiento y hacia una concepción individualista del ser humano. Una educación

fundada en una hiper valoración del presente, un olvido del pasado del que provenimos, una

ausencia del soñar compartido sobre los horizontes que pueden reunir como humanidad

consciente; en cambio, hay, a lo sumo, una reproducción de los grandes relatos y lugares

comunes instaurados por los poderes de ayer y los herederos de hoy de los privilegios de

esos poderes. Métodos que conllevan y reproducen una aceptación acrítica del presente

como un marco referencial de reglas de juego y valoración que perfilan un porvenir cuya

inviabilidad ya conocemos. Hablan de enseñar a innovar y a emprender, pero en sus

prácticas cotidianas ignoran, subvaloran o desprecian todo lo que significa, en toda su

profundidad y complejidad – —y, paradójicamente,: en su sencillez y claridad—-, el

pensamiento crítico y la acción ilustrada (Castany Prado, 2012)9 en la hora presente.

La crisis colosal que ha abocado al mundo a la disyuntiva de cambiar o perecer ha

gestado movimientos culturales, en los que sobresalen los jóvenes de muchos países, que

están apostando por otras formas de habitar la tierra, otras formas educar y de

interrelacionarse.

9
Castany Prado, B.ernat (2012). Pensamiento crítico ilustrado. Barcelona. Editorial Thule. 2021.
La inteligencia artificial I. A. ha engendrado retos y posibilidades que el sistema

educativo no puede ignorar. Cambia drásticamente el mundo del trabajo que conocemos.

Cambia los modos de producción de saberes, su circulación y las maneras de apropiación.

El conocimiento y la comprensión del pasado del que provenimos es, quizás, más

indispensable que nunca,. sin que esto signifique en absoluto desconocer su importancia

vital en el trasegar de la humanidad. El conocimiento y la comprensión del pasado

energético, político, económico, cultural ,y sus vínculos, nos son indispensables en la

colosal tarea emprendedora que nos convoca: abrir senderos para la continuidad de la

aventura humana en la delicada y vulnerada nave madre tierra.

En la vereda Laguna Verde, una pequeña colectividad que comparte su deseo de otras

educación posible ha comenzado a reunirse desde 2022 para conformar una pequeña

molécula educativa con otros principios, métodos y valores. Los diversos entornos

familiares comparten la gran “aula verde” que tanto enseña si se le contempla y escucha.

Si el sistema de educación superior no vuelve su mirada a la tierra, si mantiene el

ritmo frenético y los innumerables protocolos que les impiden apreciar por qué razones que

ciertas experiencias educativas tienen infinito valor, muchas instituciones educativas

apresuraran apresurarán su penoso languidecer, y no por mucho tiempo, sin pena ni gloria,

por todo lo que implica su rezago frente a las necesidades impostergables de la hora

presente.

Inicio de recuadro Recuadro:

Minga: se trata de un colectivo diverso que se reúne cada semana en torno a la labor

conjunta, bajo el signo de la fraternidad y la alegría, en diferentes espacios. La minga es un


bien común y cada minga es diferente. Por temporadas, pueden concurrir unos y no otros,

dependiendo de la vida de cada participante y sus exigencias; en ocasiones vienen seres que

viajan, personas interesadas en conocer la experiencia, echar una mano y quizás compartir

un saber. Fin de recuadro

Referencias [T2]

Arenas Amorocho, H. J. (2020). ¿Qué significa educar hoy? Revista Nova et Vetera.

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voz alta y la recitación en Santafé de Bogotá a fines del siglo XIX. Revista

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Larrauri, M. (2001). La felicidad según Spinoza. Tándem.

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solidaria/caleidoscopio-n-24/item/la-minga-y-la-educacion.html

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Abajo. https://www.desdeabajo.info/suplementos/suplemento-economia-cooperativa-y-

solidaria/caleidoscopio-n-21/item/la-minga-aprender-sin-escuela-sin-esperar-

aprender.html

Arenas, H. (2018c, junio 25). La minga: aprender el significado de dar. Desde Abajo.

https://www.desdeabajo.info/suplementos/suplemento-economia-cooperativa-y-

solidaria/caleidoscopio-n-22/item/la-minga-aprender-el-significado-de-dar.html

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