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On: 30 Nov 2023
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Dialectología hispánica
The Routledge Handbook of Spanish Dialectology
Francisco Moreno-Fernández, Rocío Caravedo, Manel Lacorte, Javier
Muñoz-Basols

Dialectología, dialectología social y sociolingüística

Publication details
https://www.routledgehandbooks.com/doi/10.4324/9780429294259-13
Antonio Torres
Published online on: 29 Nov 2022

How to cite :- Antonio Torres. 29 Nov 2022, Dialectología, dialectología social y sociolingüística
from: Dialectología hispánica, The Routledge Handbook of Spanish Dialectology Routledge
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Dialectología, dialectología social y
sociolingüística1
(Dialectology, social dialectology
and sociolinguistics)
Antonio Torres

1. Introducción
Existen diferentes dimensiones de variación en una lengua, atinentes al eje geográfico, que son
las más inmediatamente percibidas, pero también relacionadas con el grupo social, el contexto
y otros factores, y que afectan a todos los niveles del análisis lingüístico. Argumentamos que es
preciso establecer unos límites teóricos y metodológicos claros entre la dialectología geográfica,
su prolongación en la dialectología social y la sociolingüística. Repasamos los principales logros
de la dialectología tradicional y de la geografía lingüística, atendemos a los dialectos sociales o
verticales, y a la imbricación entre la geografía y la sociología en el estudio de las hablas urba-
nas, y abordamos el desarrollo de la sociolingüística en el mundo hispanohablante. Finalmente,
planteamos la necesidad de contar con más estudios dialectales, de aplicar la metodología de
la sociolingüística variacionista a la evidencia que proporcionan los datos dialectológicos, y de
seguir trabajando con corpus sociolingüísticos, en investigaciones coordinadas que posibiliten la
comparación sociodialectal.
Palabras clave: dialectología; dialectología social; sociolingüística; corpus lingüístico; cambio
y variación lingüística

There are different dimensions of variation in a language, related to the geographical axis, which
are the most easily detected, but also related to the social group, the context and other fac-
tors, and which affect all levels of linguistic analysis. We will be discussing that it is necessary
to set some clear theoretical and methodological limits between geographical dialectology, its
extension in social dialectology, and sociolinguistics. We overview the main achievements of
traditional dialectology and linguistic geography, we deal with social or vertical dialects, and
the overlap between geography and sociology in the study of urban speech, and we look at the
development of sociolinguistics in the Spanish-speaking world. There is a need to undertake
more dialectal studies, to use the variationist approach to analyze the evidence provided by
the dialectological data, and to continue working with sociolinguistic corpus, in coordinated
research that enables socio-dialectical comparison.

130 DOI: 10.4324/9780429294259-13


Dialectología, dialectología social y sociolingüística
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Keywords: dialectology; social dialectology; sociolinguistics; linguistic corpus; language change


and variation

2. Sobre algunos conceptos y límites: estado de la cuestión


En la atención a las distintas coordenadas de la variabilidad lingüística existe una gran variedad
terminológica no siempre manejada de modo claro y preciso. Uno de los conceptos más difíciles
de definir es el de dialecto, por sus límites borrosos y porque el término se usa tanto en el dis-
curso especializado como en el popular, a menudo cargado de connotaciones negativas (García-
Mouton 2007, 319–320), lo que con frecuencia lleva, incluso entre los lingüistas, a sustituirlo
por otros más neutros como el de variedad, geolecto o modalidad. Coseriu (1981), en un trabajo
fundamental, expone los principios metodológicos y los pilares que deben sustentar los estudios
dialectales y su relación con la sociolingüística. Afirma que, en sentido lingüístico estricto, no
hay diferencia sustancial entre lengua y dialecto, aunque con frecuencia el segundo se subordina
a la primera, de tal forma que todo dialecto es lengua, pero no toda lengua es dialecto, porque
aquí lengua se utiliza en el sentido de lengua histórica o idioma. De Andrés (1997) apela a criterios
más concisos y defiende que, en la controvertida definición de lengua y dialecto, se debe atender
a los planos glotológico (enfoque inmanentista, de lingüística interna) y sociológico (punto de
vista externo, en el que incluye el concepto de lengua histórica de Coseriu), pero sin mezclarlos:
el primero es propio de los lingüistas, en tanto que el segundo corresponde a los hablantes,
puesto que los criterios proceden de las creencias de una comunidad. Apunta, por ejemplo,
que la noción de “prestigio” puede ayudar a explicar un cambio en la lengua, pero que no es
glotológica, e insiste en que la conciencia lingüística de los hablantes no es un elemento perti-
nente en la definición de los conceptos aludidos.
De la revisión que lleva a cabo Veny (1986, 11–30) sobre el concepto de dialecto y sus tipos
romances, resulta especialmente reseñable la distinción que recoge, desde un criterio histórico, entre
dialectos constitutivos, que derivan de la evolución in situ del latín vulgar hablado en un territorio
determinado, y los dialectos consecutivos, que proceden de un trasplante desde su solar originario hacia
otro lugar, entre los que sitúa, para el español, las variedades de Andalucía, Canarias o América.
En su acercamiento al dialecto, Chambers y Trudgill (1994, 19) parten de la idea de que
“todos los hablantes lo son al menos de un dialecto —de que el inglés estándar es, por ejemplo,
un dialecto tan claro como cualquier otra forma del inglés— y de que no tiene ningún sentido
suponer que un dialecto cualquiera es lingüísticamente superior a otro”. Distinguen entre la
dialectología, el “estudio de la variedad lingüística mediante cualquier metodología” (37, nota n.º
5), y la geografía lingüística, “una metodología o —más exactamente— un conjunto de métodos
para recopilar de un modo sistemático los testimonios de las diferencias dialectales” (37).
En su libro, los autores amplían en gran medida la esfera de la variación, que llevan mucho
más allá de la dialectología tradicional: al lado de esta rama figura otra, crucial, “el estudio de
los dialectos urbanos, al que se denomina de un modo general —y quizás demasiado general y
por ello no con mucho sentido— como «sociolingüística»” (ibíd., 255). Estos autores integran
en la misma disciplina tanto los métodos y los resultados de la dialectología tradicional como
los de la dialectología urbana. Recuerdan que esta última empezó con el estudio de William
Labov (1966) sobre la ciudad de Nueva York, y que desde entonces tal perspectiva no se puede
soslayar en ningún estudio de dialectología. Además, distinguen un tercer ámbito, la geografía
humana. Por tanto, Chambers y Trudgill (1994, 256) conciben “la confluencia de estas tres
corrientes —la geografía lingüística, la dialectología urbana y la geografía humana— como una
disciplina unificada”, que designan como dialectología, si bien habrá que comprobar la idoneidad
del término conforme esos estudios se desarrollen. Asumen que tal vez, a la larga, lo mejor sería

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recurrir a un término nuevo, y plantean la posibilidad de utilizar el de geolingüística, “que de vez


en cuando aparece en los trabajos de los dialectólogos franceses e italianos, pero que no es usado
de un modo general en ninguna otra parte” (257). En la actualidad vemos que la propuesta de
integración en un mismo marco conceptual del estudio del lenguaje rural y del urbano se ha
asentado en buena medida, que dialectología se continúa usando, sin que se haya sustituido por
geolingüística, y que, frente al parecer de los mencionados especialistas, la designación de sociolin-
güística ha alcanzado un estatus nuclear.
Gimeno Menéndez (2003, 69) plantea la necesidad de “una delimitación teórica y meto-
dológica entre una dialectología (y una dialectología social) y una sociolingüística propiamente
dicha”. Así, define dialectología como “el estudio de la variedad y variación geográfica y social
de la lengua (en los varios «estados» de lengua y registros)”, y subraya que “no dispone de un
método propio y específico para recoger y estudiar sus materiales”. Por otro lado, “sociolingüística
es el análisis de la variedad y variación de la lengua en relación con la estructura social de las
comunidades de habla, y en general, el estudio de la covariación de los hechos lingüísticos y sociales”,
y añade que “genera un tipo especial de investigación y una metodología propia”. Asimismo,
apunta que la dialectología social ya es una realidad, bien como continuación de la dialectología
geográfica o bien como una nueva forma de dialectología.
Los dialectos sociales o sociolectos, como los geográficos, también se manifiestan en un continuo.
Fernández Pérez (1997) dirige su atención a la equivalencia inadecuada que a menudo se postula
entre sociolecto y sinstratía; el primer concepto (unido al de variedad sociolectal) emerge de la socio-
lingüística de tipo estadístico, empírico, y tiene una base cuantitativa, en tanto que el segundo
(junto con el de diastratía) se relaciona con el estructuralismo europeo y la aproximación que
realiza Coseriu a la variación lingüística, y tiene un fundamento cualitativo.
Moreno Fernández (2018, 380) vuelve sobre las diferencias entre lengua, dialecto y registro. De
entrada, pone de relieve que la existencia de las lenguas se relaciona con criterios políticos, y des-
pués precisa las otras distinciones entre los tres conceptos. “La lengua sería el sistema lingüístico
utilizado históricamente por una comunidad y percibido como tal” (381). “Un dialecto sería la
modalidad de una lengua determinada tal y como se usa en un territorio determinado, sabiendo
que, cuando hablamos de dialectos, pensamos, no solo en la pronunciación sino también en el
léxico, la morfología, la sintaxis y los elementos discursivos; esto es, pensamos en la lengua como
un todo” (380–381). Finalmente, con respecto al registro, parte de M. A. K. Halliday (1982) para
recordar que “si el dialecto identifica la lengua en relación con sus usuarios, el registro lo hace
en relación con sus usos. Los registros son, pues, variedades funcionales que vienen determinadas
principalmente por cuatro factores: el tema al que se refieren los discursos, su grado de forma-
lidad, el canal de comunicación y la intención en el uso de la lengua (Trudgill 2003)” (381).
Así pues, las variedades lingüísticas no pueden ser analizadas de modo unidimensional, sino
que al componente geográfico (dialecto) se unen el social (dialecto social, sociolecto) y el estilístico
(registro). Por otro lado, a medida que se fueron añadiendo dimensiones al estudio de la variación
se desarrollaron nuevos modelos teóricos. A continuación, nos fijamos en las conexiones de la
dialectología tradicional con el método de la geografía lingüística, con la dialectología social y
con la subsecuente irrupción a gran escala de la sociolingüística.

3. Aspectos teóricos, metodológicos y descriptivos

3.1 Dialectología tradicional y geografía lingüística


El primer impulso al estudio sistemático de los dialectos y al desarrollo de la dialectología como
ciencia se da en la segunda mitad del siglo xix, en el contexto de la lingüística románica. Se

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Dialectología, dialectología social y sociolingüística
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constata entonces un interés por las hablas populares y vivas, ajenas a la norma prescriptiva, y
una búsqueda de la “pureza” que va ligada a hablantes rurales, poco cultivados, de edad avanzada
y que han salido poco de su región de origen, lo que no resulta representativo de la comunicad
general porque equivale únicamente a un reducido subconjunto de la población (pero sí de las
pequeñas comunidades rurales que eran el objeto de estudio en la época). En realidad, prevalece
una postura “pesimista” que entiende la vida urbana moderna y el progreso como un peligro
para los dialectos y trata de evitar su convergencia hacia el estándar (Villena-Ponsoda 2012, 157).
Desde ese marco, se busca conocer los dialectos y sus isoglosas, que frecuentemente se presentan
como áreas de transición, de fronteras imprecisas y graduales. La primera dialectología también
muestra, junto a la dimensión espacial, una marcada orientación diacrónica, que persigue la
reconstrucción de etapas pasadas, de la que nunca se ha apartado. A este respecto desempeñarán
un papel esencial las monografías dialectales, centradas en una concepción idílica de comuni-
dades de habla homogéneas.
En los inicios de la dialectología española e hispanoamericana sobresalen algunas figuras fun-
damentales: Ramón Menéndez Pidal (con su acercamiento al dominio leonés en 1906), que dejó
profunda huella en estudiosos posteriores, como Rafael Lapesa o Diego Catalán; Rodolfo Lenz
(español chileno); Rufino José Cuervo y Amado Alonso (español de América); Fritz Krüger
(método “palabras y cosas”); Tomás Navarro Tomás; etc. Cabe recordar, asimismo, los manuales
de dialectología española de García de Diego (1946) y Zamora Vicente (1967), dos síntesis de
los conocimientos de su tiempo. Más tarde han sido completados, con un planteamiento muy
diferente, por el manual dirigido por Alvar (1996) y por las obras de Moreno Fernández (2016,
2019), entre otras referencias.
Ya en el siglo xx se produce la eclosión de la geografía lingüística, que no busca la exhaus-
tividad de una monografía dialectal sino una visión de conjunto, a partir del Atlas Linguistique
de la France (ALF) (1902–1910), de Jules Gilliéron y el encuestador Edmond Edmont, y de
numerosos atlas posteriores que informan de múltiples variedades lingüísticas (véase García-
Mouton en este volumen). En la Península, la geografía lingüística se plasma en forma de
proyecto de gran dominio en el Atlas Lingüístico de la Península Ibérica (ALPI), dirigido por
Tomás Navarro Tomás, que persigue la descripción sincrónica de las variedades románicas de
la península ibérica y de las islas Baleares, y del que se publicó un único tomo en 1962, sobre
la fonética. Después se continúa mediante el proyecto de investigación El Atlas Lingüístico
de la Península Ibérica: edición digital y análisis de datos (ALPI: EDA), referido en la nota 1.
También irrumpen los atlas regionales, de los que en gran medida es responsable Manuel
Alvar. El Atlas Lingüístico y Etnográfico de Andalucía (ALEA) (1961–1973), que Alvar realizó
en colaboración con Antonio Llorente y Gregorio Salvador, sirvió de modelo para otros que
siguieron. Con respecto a este atlas se han señalado los elementos sociolingüísticos que con-
tiene (Narbona 2004, 207), y muy claramente la perspectiva geolingüística se complementa
con la sociolingüística en el Atlas Lingüístico (y etnográfico) de Castilla-La Mancha (ALeCMan,
proyecto que se presentó en 1988 y ha pasado por numerosas vicisitudes), dirigido por Pilar
García-Mouton y Francisco Moreno Fernández (alecman.web.uah.es). Lo mismo ocurre en
un atlas de pequeño dominio, el Atlas Dialectal de Madrid (ADiM), que sigue la tradición de
la geografía lingüística, pero con innovaciones, como el hecho de considerar tres genera-
ciones, lo que lo convierte en un atlas sociodialectal: http://adim.cchs.csic.es/es. En otra
línea, el Atles Dialectal de Barcelona (ADiBa), un microatlas coordinado por Ángel J. Gallego
(adiba.cat/), se marca como objetivos obtener una fotografía sociolingüística actual de las
lenguas habladas en el Área Metropolitana de Barcelona, así como estudiar la naturaleza
gramatical del contacto de lenguas y sus efectos socioculturales, e integra las nuevas herra-
mientas digitales de la geolingüística.

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3.2 Aportaciones de la dialectología social y urbana


Con el tiempo, la dialectología se fue separando de los modernos desarrollos de la lingüística
y se fue encerrando en sí misma. Al refutar la hipótesis neogramática acerca de la regularidad
de las leyes fonéticas, con su descubrimiento de la rica variabilidad de las lenguas, la geografía
lingüística, en lugar de desarrollar nuevas hipótesis sobre la variación, “parece haberse asentado
en una especie de particularismo ateórico, en el que cada isoglosa de cada rasgo lingüístico
recibía su propio tratamiento, como si se tratara de un hecho aislado en vez de un aspecto de
un sistema lingüístico” (Chambers y Trudgill 1994, 164). Se recogía infinidad de datos sin un
propósito claramente formulado, porque faltaba la dirección de una base teórica.
A partir de mediados del siglo xx se planteó la posibilidad de una dialectología estructural,
que entendiera los dialectos como sistemas y facilitara su comparación, para lo que cabía atender
no solo a lo particular, sino también a lo mucho que compartían (Weinreich 1954). Esto llevó
a valorar los diferentes factores que intervienen en la variación de toda lengua y a asumir que
“toda investigación dialectal completa de una determinada región deba considerar espacialmente
(y por separado) todos los niveles y todos los estilos de lengua” (Congosto 2009, 65). También
recuperó la dialectología su encuentro con la lingüística teórica a través de su conexión con la
gramática generativa, pero los objetivos de una y otra disciplina chocaban de plano (Narbona
2004, 203) (Véase Gallego y Gutiérrez en este volumen).
Los nuevos rumbos más certeros que siguió la investigación dialectal ya eran señalados por
Chambers y Trudgill (1994, 45): “Esa nueva dirección se centra en la dialectología urbana más
que en la rural, y en el análisis de la interacción entre variables independientes y variables lin-
güísticas”. De este modo, al lado de la dialectología tradicional, rural, geográfica y diacrónica, se
planteó la necesidad de una dialectología moderna urbana que asumiera una dimensión social y
una perspectiva sincrónica (Hernández Campoy 1993, 162), y que atendiera a un conjunto de
informantes mucho más amplio que los habituales de la geografía lingüística. Poco a poco, pues,
se dio entrada al componente social en el análisis de los dialectos, se produjo una evolución hacia
el estudio de los dialectos urbanos y sociales, que mostraba el afianzamiento de la perspectiva
sincrónica en el análisis de la lengua, frente al énfasis histórico de la primera dialectología. A la
vez, se consideró que no se podían seguir aplicando los métodos de la dialectología tradicional, de
orientación rural, al estudio de las áreas urbanas, donde se concentraba gran parte de la población.
Además, desde una postura “optimista”, se aceptaba que la evolución es una forma de progreso,
frente a la dialectología tradicional, y que la variación es natural (Villena-Ponsoda 2012, 157).
Estos replanteamientos teóricos y metodológicos ampliarán el objeto de estudio de la dialectolo-
gía y la transformarán en una disciplina notablemente diferente, en la que ya no se considera que
exista una variedad, geográfica o social, “pura”, que deba salvaguardarse, y en la que se introduci-
rán procedimientos cuantitativos de análisis. Congosto (2009, 65) resume la evolución:

Lejos ya de lo que era la dialectología tradicional, la nueva dialectología social amplía su campo
de estudio, que va más allá de las hablas populares y rurales, al acercarse a la ciudad y a los
núcleos urbanos y al estudio de las diferencias que se operan también en el nivel superior, en
el habla culta. Su metodología pasará por la aplicación de nuevas técnicas que la acercarán a
los procedimientos de cuantificación y a los métodos estadísticos de muestreo, por cuya medi-
ación se puede llegar a establecer la diversidad geográfica de un modo mucho más preciso.
(Congosto 2009, 65)

Como se ha recordado antes, William Labov, desde la asunción de que la lengua está socialmente
condicionada, realizó el primer gran trabajo de dialectología urbana con su estudio sobre las

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variedades del inglés en la ciudad de Nueva York: The Social Stratification of English in New York
City, de 1966. Con él, la variación lingüística vuelve a situarse en primer término frente a los
modelos teóricos que se basaban en una lengua de laboratorio y frente a las formas anteriores
de estudiar la variación. Mientras que para la dialectología tradicional la representatividad es de
tipo cualitativo y exige un número muy limitado de informantes, pues se apoya en la homo-
geneidad implícita de la comunidad de habla, para la naciente sociolingüística de Labov tiene
un correlato cuantitativo, ya que parte de la heterogeneidad de dicha comunidad (Caravedo
2002–2004, 1120–1121). El sociolecto se constituye por los usos lingüísticos que descansan en
una base estadística.
En el ámbito hispánico, una primera aplicación sistemática de la dialectología social a un
habla urbana fue la de Manuel Alvar (1972), en su investigación sobre el español de Las Palmas
de Gran Canaria. También es preciso mencionar el estudio que llevó a cabo Humberto López
Morales (1983) de la ciudad de San Juan (Puerto Rico). Asimismo, destaca el Proyecto de estudio
coordinado de la norma lingüística culta del español hablado en las principales ciudades de Iberoamérica y
de la Península Ibérica, PILEI, que arrancó en 1964 y fue coordinado por Juan M. Lope Blanch
hasta su fallecimiento en 2002. Después se hizo cargo de esa trascendental empresa José A. Sam-
per: Macrocorpus de la norma lingüística culta de las principales ciudades del mundo hispánico (Samper
2014). Cabe subrayar que, a diferencia de los trabajos de Labov o Alvar, este proyecto se limita
al sociolecto alto.

3.3 Imbricaciones de la dialectología y la sociolingüística


A propósito de los estudios sobre el español de América, ya Caravedo (2001) señalaba la necesi-
dad de reinterpretar lo geográfico de una manera distinta, sin separar lo espacial de lo social —
entendido como categoría amplia—, y de superar una metodología tradicional que resultaba
excesivamente constrictiva. En la observación empírica se tiene que descubrir, a juicio de la
investigadora, la articulación entre los aspectos comunes (homogeneidad) y diferenciales (hetero-
geneidad) en un espacio social. Siguiendo con un argumento similar, en su trabajo reciente sobre
las hablas andaluzas, Narbona (2019, 579) previene sobre

un obstáculo que la investigación acerca del andaluz no acaba de superar. Continúa sesgada
por su anclaje a una realidad en gran parte desaparecida y a unos usuarios que no son pre-
cisamente los de mayor competencia idiomática. . . . Para superar el retrato parcial resultante,
hay que precisar siempre los límites espaciales y, sobre todo, socioculturales, así como el tipo
de situación comunicativa en que —con naturalidad o sometidas a restricciones— afloran
las expresiones y rasgos fonéticos peculiares, y sin perder de vista en ningún momento lo
(mucho) que en común tienen las hablas andaluzas con (las) otras variedades del español.
(Narbona 2019, 579)

En sus inicios, la sociolingüística, que nació como disciplina científica en los años sesenta del
siglo xx, tuvo un desarrollo lento en el mundo hispanohablante. Blas Arroyo (2019, 582) men-
ciona la resistencia inicial entre los lingüistas españoles a adoptar los principios y métodos de
la sociolingüística variacionista, “pese a que una fecunda tradición dialectológica había actuado
ya como pionera en el estudio de numerosos fenómenos de variación”. Es evidente que la
metodología variacionista resulta fundamental para interpretar cabalmente los datos empíricos
de la dialectología (Gimeno Menéndez 2003, 80). Fenómenos de variación que cuentan con
una larga tradición investigadora en los estudios históricos y dialectológicos del español son
analizados de nuevo desde un punto de vista sociolingüístico, como el leísmo y el laísmo, la

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pluralización del haber impersonal, el debilitamiento de la /-s/ implosiva o el de la /-d-/


intervocálica. Una misma variable lingüística puede dar lugar a diferentes variables sociolingüísti-
cas según el momento histórico o la zona en que se usa la lengua. No se ve siempre igual por
parte de los hablantes, por ejemplo, la distinción entre la consonante palatal central y la lateral (se
cayó – se calló), en la que un lento pero firme proceso de reducción hace que el mantenimiento
de la lateral pueda ser percibido negativamente como arcaico, rural o muy localizado, frente
a la pronunciación más extendida; en otros lugares esta percepción no ocurre. La perspectiva
sociolingüística permite, por consiguiente, observar la distinta incidencia geográfica y social de
cambios lingüísticos en marcha. En ocasiones, los nuevos resultados se distancian de los que
previamente se habían obtenido en estudios dialectológicos, lo que puede obedecer a cambios
metodológicos entre las investigaciones, pero también a cambios lingüísticos en desarrollo en
una comunidad. Blas Arroyo (2019, 586) menciona, por ejemplo, que los modernos datos sobre
el uso de /s/ y /θ/ en Granada son muy diferentes de los que presentaba el ALEA y reflejan un
empleo mayoritario de la distinción en los últimos tiempos.

4. Direcciones futuras
En términos generales, se deben aprovechar todos los recursos que proporcionan los medios de
comunicación actuales (Internet, cadenas de radio y televisión, periódicos, etc.) para el análisis
lingüístico de la variación. Aparte, dentro de los estudios dialectales y sociolingüísticos hay que ir
más allá de las variables fónicas y léxicas y prestar mayor atención a la morfosintaxis y al discurso
conversacional, como ya reclamaba Narbona (2004). En otro terreno, es necesario ahondar tam-
bién en la dialectología y la sociolingüística históricas.
Asimismo, resulta conveniente volver a realizar encuestas en territorios que ya fueron objeto
de estudios dialectales relevantes, con el objetivo de seguir su evolución diacrónica, y analizarlos
además desde el prisma sociolingüístico. También se debe continuar investigando sobre la posible
tendencia a configurar dos “superdialectos” en español, uno urbano y otro rural (Moreno Fer-
nández 2014), que serían consecuencia, según propone Moreno Fernández (2018, 380), de “la
comunicación masiva mediante redes informáticas y por los medios internacionales de comuni-
cación, según la cual las variedades de las principales ciudades de todo el espacio hispanohablante
vendrían a ir coincidiendo progresivamente en sus usos léxicos”, frente a lo que ocurre en las
zonas ligadas al campo.
Hay que considerar, también, la notable evolución que ha experimentado el análisis dialec-
tométrico. Se comprueba, por ejemplo, en Ueda (2013), que se centra en el verbo botar y los
sustantivos auto y coche, estudiados en los planos sincrónico y diacrónico a partir del proyecto
VARILEX (Variación léxica del español en el mundo).
Por otro lado, el análisis a partir de grandes corpus como el Corpus de Referencia del Espa-
ñol Actual (CREA) (http://corpus.rae.es/creanet.html) o el Corpus del Español del Siglo XXI
(CORPES XXI) (https://www.rae.es/banco-de-datos/corpes-xxi), desarrollados por la Real
Academia Española, puede ofrecer valiosos resultados en la comparación de variedades. Para
estas investigaciones contrastivas resulta especialmente útil PRESEEA (Proyecto para el estudio
sociolingüístico del español de España y de América) (https://preseea.uah.es), dirigido por Fran-
cisco Moreno Fernández, que elabora y estudia, con una metodología común a todos sus
equipos, un corpus del español hablado en España y en América, representativo de su variación
geográfica y social. A la vez, hay que seguir analizando los aspectos dialectales y sociolingüís-
ticos de los datos procedentes de otros proyectos panhispánicos, como VARILEX (https://
lecture.ecc.u-tokyo.ac.jp/~cueda/varilex/), coordinado por Hiroto Ueda y centrado en la
variación léxica del español en el mundo (véase Ueda y Moreno Fernández 2016), y Dispolex

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Dialectología, dialectología social y sociolingüística
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(Disponibilidad léxica) (http://www.dispolex.com/), que ha dirigido y coordinado Humberto


López Morales y que persigue la elaboración de diccionarios de disponibilidad léxica en cada
zona hispánica. Además, habrá que permanecer atentos a los avances del Proyecto AMPER
(Atlas Multimedia de la Prosodia del Espacio Románico) (http://stel3.ub.edu/labfon/amper/cast/
amperespana_presentacion.html), que es pionero en el ámbito de los estudios prosódicos de las
lenguas románicas y representa un nuevo reto para la geolingüística actual. Con este proyecto,
derivado del Atlas Linguistique Roman, AliR (1996-), la entonación dialectal hispánica se analiza
de forma sistemática.
Aparte de los fenómenos observados en la actuación lingüística de las diferentes zonas, estratos
y estilos, hay que prestar atención a la dimensión subjetiva en el uso de la lengua, observar la
conciencia dialectal de los hablantes y sus creencias y actitudes en torno a lo que les resulta más
o menos prestigioso, y analizar su incidencia en el posible abandono de ciertos rasgos regionales
en favor de los generales. Como es evidente, las variantes lingüísticas que se pueden constatar obje-
tivamente en distintos territorios no van siempre acompañadas de los mismos patrones actitudi-
nales, lo que contribuye a empujar el cambio lingüístico en una u otra dirección. Es necesario
seguir atendiendo a la incidencia de la lengua estándar y de las distintas normas cultas del español
en las variedades dialectales, en la nivelación y la convergencia de dialectos: hay que estudiar
cuáles aportan más y cuáles reciben más. En esta línea, se deben examinar los fenómenos de
identidad asociados a la variación dialectal y sociolingüística. A este respecto, se puede consultar
el proyecto PRECAVES–XXI (Proyecto para el estudio de las creencias y actitudes hacia las variedades
del español en el siglo XXI), de Ana M. Cestero Mancera y Florentino Paredes García: http://
www.variedadesdelespanol.es/.
Otra dirección en la que cabe seguir trabajando es la referida a los procesos de convergencia
y de reacomodación de dialectos en zonas en las que se concentran individuos de distinta proce-
dencia geográfica y social, en espacios móviles, como ocurre en muchos puntos de los Estados
Unidos y en muchas áreas urbanas de Hispanoamérica y de España. Por ejemplo, Caravedo
(2002–2004, 1123–1127) brinda un acertado análisis sobre las migraciones hacia la ciudad de
Lima, el valor simbólico que adquieren los espacios para los hablantes, sobre cómo tales procesos
alteran la variabilidad lingüística de Lima y de todo el Perú, y cuáles son los métodos más ade-
cuados para atender a esas transformaciones; Sancho Pascual (2014) estudia con detalle las formas
de integración sociolingüística de los ecuatorianos en Madrid; y Pérez Cantador (2020) hace lo
propio con los inmigrantes rumanos en el mismo territorio.

5. Conclusiones
La dialectología abre el camino a que el lingüista trabaje con las formas de uso real por parte de
hablantes reales, no con los usos “correctos” que se esperaría encontrar en una lengua idealizada.
Sin embargo, hay que dejar de lado la existencia de algunas publicaciones que todavía describen
una modalidad o un nivel lingüístico, especialmente el léxico, en un territorio, sin el adecuado
sustento científico. En el mundo hispánico, la dialectología ha experimentado un enorme
desarrollo. Sin embargo, ha tenido que evolucionar con respecto a sus métodos y objetivos: se
ha visto abocada a integrar el cambio de la perspectiva horizontal a la vertical, de lo rural a lo
urbano, esto es, a asumir que debe ser a la vez horizontal y vertical, y que la descripción de una
comunidad de habla debe ser exhaustiva, debe incluir todos los segmentos de variación y no
solo los de un pequeño grupo amputado del conjunto. Esa vieja idea de un dialecto “genuino”
relacionado con una comunidad homogénea dio paso a una ampliación de la disciplina desde el
punto de vista sociológico y estadístico, que se plasmó en el interés por los dialectos de comuni-
dades urbanas estratificadas y heterogéneas, a los que se accede empíricamente.

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Antonio Torres
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La sociolingüística propiamente dicha continúa la senda iniciada por la dialectología, y sus


principios metodológicos penetran en los estudios dialectales. No es suficiente, por ejemplo,
con consignar atomísticamente el empleo, para el significado de ‘trabajar’, de vocablos como
chambear, currar, camellar o laburar, sino que hay que apuntar también dónde se usan, cuáles de
ellos pueden darse a la vez en una misma zona, con qué ámbitos sociales y contextuales se
relacionan, qué otras acepciones presentan y qué actitudes suscitan en los hablantes. Además,
especialmente en sociedades móviles ubicadas en espacios de migración, es necesaria la com-
binación de instrumentos dialectales y sociolingüísticos para una cabal comprensión de los
procesos que albergan.
Por todo ello, los distintos acercamientos al estudio de la variación deben considerarse com-
plementarios, no cabe practicar una separación estricta entre dialectología, dialectología social y
sociolingüística, y hay que valorar el avance continuo que suponen estas disciplinas en el cono-
cimiento de la diversidad sociodialectal. Para ese objetivo es fundamental la configuración de
corpus de amplio alcance, como los integrados en PRESEEA, y su análisis detenido.

Bibliografía recomendada
Para completar la sección 2, se sugiere la lectura del capítulo de Berruto (“Identifying dimen-
sions of linguistic variation in a language space”) en Auer y Schmidt (2010, 226–241). En rela-
ción con la sección 3.2., remitimos a Guy y Hinskens (2016).
Moreno Fernández (2009, 91–110) desarrolla conceptos esenciales en nuestro campo de
estudio: variedad lingüística, lecto, lengua, estándar, dialecto, habla regional, habla local, sociolecto, nivel,
estilo, registro. Todo el libro resulta muy clarificador. El mismo Moreno Fernández (2012) coor-
dinó un número monográfico de la revista Español Actual en el que se ofrece un “Panorama de
la sociolingüística hispánica”, con aportaciones referidas a España y a distintos territorios de
América, además de un estado de la cuestión sobre el proyecto PRESEEA.
El monográfico editado por Jiménez Berrio et al. (2014) da cabida a nueve estudios muy
variados que se inscriben en una perspectiva dialectológica o sociolingüística, tanto sincrónica
como diacrónica.
En la obra de Paredes, Cestero y Molina (2017) se recogen trabajos en torno a la variación
geolectal y social del español actual y de otras lenguas, con diversos encuadres y acercamientos
metodológicos (aparte de estudios sobre el contacto del español con otras variedades).
Finalmente, y a pesar de que no se trata de material bibliográfico, puede interesar la con-
sulta de la aplicación “Dialectos del español” (https://www.dialectosdelespanol.org/intro), que,
mediante 26 preguntas, trata de establecer de dónde es el hablante.

Nota
1 Este trabajo se enmarca en el subproyecto de investigación Variación y cambio lingüístico en catalán: análisis y
comparación desde las perspectivas geolingüística y lexicográfica dialectal (GEO-LEX-CAT) (PGC2018-095077-
B-C43), dirigido por Maria-Pilar Perea, que forma parte del proyecto coordinado El Atlas Lingüístico
de la Península Ibérica: edición digital y análisis de datos (ALPI: EDA), financiado por el Ministerio de
Ciencia, Innovación y Universidades: https://www.ub.edu/geolex/es/presentacion/. Agradezco a José
Enrique Gargallo su lectura crítica del capítulo.

Bibliografía citada
AliR = Contini, M. y G. Tuaillon, eds. 1996-. Atlas Linguistique Roman. Roma: Istituto Poligrafico e Zecca
dello Stato-Libreria dello Stato.

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Dialectología, dialectología social y sociolingüística
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