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Carrera de Psicología
Autores
Bárbara Pérez Mora
Claudio Ramírez Guevara
Profesor patrocinante
Claudio Zamorano
SANTIAGO - CHILE
Abril 2022
Agradecimientos
A Francia, mi mamá, por creer en mí y enseñarme a no callar y tener opinión, a expresar mis
intereses a pesar de que puedan ser objeto de burla y a perseguir mis sueños aunque
signifique ir contra la corriente.
A Débora, mi hermana, porque gracias a sus diligencias entré a la universidad que quería, y
porque me dio un hogar tranquilo y seguro a pesar de nuestras diferencias.
A Betzabeth, mi mejor amiga, por cada palabra de aliento y abrazo de contención.
A Claudio, mi compañero de tesis, por haber sido el principal soporte durante este proceso.
A Felipe G.S., docente de la universidad, que me empujó a confiar más en mí.
A los amigos que hice en el camino.
Son ustedes las personas que más me han acompañado en este camino académico, algunes
estando en todo el trayecto, otres sumándose al final, pero, a fin de cuentas, a quienes les
debo haber seguido en él.
~Bárbara
A mis viejos Lily y Jano, y mis hermanos Seba, Gastón, Neyén y Amaro; por el apoyo
incondicional.
A Bárbara, mi compañera de tesis, por haber confiado en mí para emprender este viaje juntes.
A todas mis amistades y vínculos que me dieron ánimo, fuerza, aguante, apañe y buenos
consejos durante el proceso, especialmente a Betza, Chica, Dan, Benja, Andre, Vale Ramos,
Vale Obando, Esteban, Conito, Rocío, Guillermo y Bastián; les llevo en el corazón.
A Arteduca por reavivarme siempre la inspiración y motivación.
A mi perro Mateo por su compañía en las noches más largas.
A la música por darme vida siempre y en los momentos más difíciles.
~Claudio
El presente estudio busca explorar, identificar, describir, analizar e integrar los usos de
la musicoterapia en la práctica terapéutica con adolescentes, en el entendido de la utilidad que
representa la musicoterapia para aproximarse a este ciclo vital. Mediante una revisión
bibliográfica descriptiva de la literatura a partir del año 2018 hasta principios del año 2022. Las
intervenciones encontradas fueron sintetizadas y sistematizadas en las siguientes categorías de
intervención: (i) Escuchas de Música; (ii) Composición Musical; (iii) Improvisación Musical;
(iv) Imaginería Musical; (v) Interpretación Musical; (vi) Análisis Lírico; (vii) Intervenciones
desde el Hip Hop; (viii) Video Musical Terapéutico; (ix) Creación de Listas de Reproducción;
(x) Actuaciones en Vivo; (xi) Expresión Multimodal; y (xii) Juegos Musicales. Para efectos de
los beneficios, los estudios revisados proponen que la musicoterapia puede propiciar un espacio
seguro, facilitar la vinculación social, desarrollar competencias y habilidades emocionales,
favorecer diversos recursos y fortalezas, y promover la regulación sintomatológica.
2. Objetivos………………………………………………………………………….... 13
3. Marco Teórico…………………………………………………………………….... 13
4. Marco Metodológico………………………………………………………………. 17
5. Análisis y Resultados………………………………………………………………. 20
6. Discusión…………………………………………………………………………… 30
7. Conclusiones………………………………………………………………………. 39
8. Anexos……………………………………………………………………………… 42
9. Referencias Bibliográficas………………………………………………………… 51
INTRODUCCIÓN
Por otro lado, fuera de nuestro país, para la década de 1950 ya se reconocía su carácter
científico en el mundo. En EE. UU., se fundó justamente en 1950 la asociación nacional de
terapia musical, siendo pioneros en la formación de terapeutas musicales. Siguiendo sus pasos,
se sumó la academia de Viena en Austria, impartiendo cursos especializados en musicoterapia
para el año 1958. El mismo año, Juliette Alvin, musicoterapeuta inglesa, fundó la Sociedad de
Musicoterapia y Música Medicinal, más tarde llamada Sociedad Británica de Musicoterapia.
Sin embargo, la música como práctica sanadora tiene una trayectoria que se remonta más allá
de la edad media e incluso se plantean antecedentes de usos rituales y ceremoniales de data
milenaria al respecto (Palacios, 2001).
Los datos e investigaciones de los últimos años dan cuenta de una relación sensible
entre adolescencia y salud mental, siendo este un grupo etario que padece trastornos
emocionales con frecuencia (OMS, 2021a). Entre las diversas estimaciones, se plantea por
ejemplo que en el mundo más del 20% de les adolescentes (UNICEF, 2019), o que uno de cada
siete jóvenes de 10 a 19 años (OMS, 2021a), sufren trastornos mentales. Así, los trastornos del
comportamiento, la depresión y la ansiedad, se sitúan entre las principales causas de
enfermedad y discapacidad en este segmento etario (OMS, 2021a). Por otro lado, se plantea
que los trastornos de salud mental componen la mayor carga de enfermedad para los jóvenes
de todo el mundo, dado que la mitad de los trastornos que se desarrollan a lo largo de la vida
comienzan a los 14 años, mientras que el 75% se inicia hacia los 24 (Patel, Flisher, Hetrick y
McGorry, 2007). Uno de los puntos sensibles en que se expresa esta situación, guarda relación
con el suicidio; para el 2019 esta fue la cuarta causa de defunción en el segmento de 15-29 años
en todo el mundo (OMS, 2021b), y para el 2021 se situó como la tercera causa de muerte entre
jóvenes de 10 a 25 años en América (Organización Panamericana de la Salud, 2021). Otras
cifras plantean que cerca del 15% de les adolescentes de países de ingresos bajos y medios han
considerado el suicidio (UNICEF, 2019). Por su parte, una encuesta realizada en Inglaterra
reveló que alrededor del 22% de les adolescentes se han autolesionado, y que esas tasas han
ido en aumento en la última década (HBCS England Team, 2017). Si bien las cifras expuestas
ya dan cuenta de una realidad compleja, ésta se agravó aún más con el advenimiento de la
pandemia por COVID-19. En este sentido, un estudio internacional planteó que la prevalencia
de sintomatología depresiva y ansiosa tanto infantil como adolescente se ha duplicado durante
este período en comparación a las estimaciones previas (Racine, McArthur, Cooke, Eirich y
Madigan, 2021), y se cree que los efectos de esta contingencia sobre la salud mental y el
bienestar de niñes, adolescentes y jóvenes podrían prolongarse durante muchos años (UNICEF,
2021).
En suma al escenario descrito, otro aspecto de la compleja relación entre salud mental
y adolescencia tiene que ver precisamente con el abordaje de esta problemática, y en este
sentido, el acceso a instancias terapéuticas por parte de los segmentos de la población en
cuestión, asunto en el cual se presentan déficits e inconsistencias relevantes para la realidad
nacional. Para el 2017, por ejemplo, ya se contaba con un diagnóstico de importantes brechas
en todos los niveles de asistencia en salud mental, las cuales se veían especialmente agudizadas
en la población infanto-juvenil (MINSAL, 2017). Así entonces, la escasa oferta de atención
para este grupo resultaba insuficiente para dar una respuesta satisfactoria en cuanto al acceso,
oportunidad y calidad de la misma, adeudando a la demanda al menos 99 Centros de Salud
Mental Comunitaria (MINSAL, 2017). Aún así, y pese a que la pandemia fue un período
particularmente difícil para la salud mental, el volumen de consultas e ingresos de NNA a
programas del área reflejó una significativa disminución durante el 2020 (Defensoría de la
Niñez, 2021), aumentando así la distancia entre necesidad y acceso. Por otro lado, la encuesta
CASEN 2017 informaba que cerca del 98% de la población joven declaró no haber ido a una
consulta de salud mental en los últimos meses, siendo esta el área médica a la que menos
recurren (INJUV, 2019). En general, este grupo expresó preocupación por la dificultad de
acceso a la salud mental en el país, reflejando que un 43.7% de ellos creen que es nada o poco
posible costear consultas psicológicas o psiquiátricas (INJUV, 2019).
Por otro lado, se han documentado diversos antecedentes que dan cuenta de dificultades
generalizadas para el compromiso y adherencia a los tratamientos psicoterapéuticos por parte
de les adolescentes. En este sentido, se plantea que los jóvenes tradicionalmente han
evidenciado una escasa motivación al tratamiento (Oetzel y Scherer, 2003), y que de hecho son
los menos propensos a buscar ayuda profesional a lo largo de su vida, dificultándose tanto
comprometerlos inicialmente como retenerlos en dichas intervenciones (Rickwood, Deane y
Wilson, 2007). De este modo, se ha referido la reticencia como una conducta característica,
constituyéndose en el caso de los jóvenes como un obstáculo de antesala a la decisión de
consultar (Bustos, 2017). En Chile, un estudio realizado con adolescentes consultantes también
comprobó la presencia de reticencia inicial para participar en procesos psicoterapéuticos
(Mendoza, 2016). Esta situación es especialmente relevante en el caso de adolescentes que
efectivamente padecen trastornos mentales, dado que son particularmente vulnerables a sufrir
discriminación, exclusión social y problemas de estigmatización que, por cierto, también
afectan la disposición a buscar ayuda (OMS, 2021a). En esta línea, se ha hipotetizado la
presencia de barreras basadas en temores de este tipo (miedo a ser estigmatizado, a que se
conozcan sus problemas, rechazo de amigos, etc.) como posible explicación a la reticencia, en
tanto resultan inhibitorios para le adolescente (Bustos, 2017). Asimismo, se ha apuntado
también a cuestiones de género inhibitorias sobre la apertura a compartir problemas
psicológicos en el caso de adolescentes masculinos (Benenson y Koulnazarian, 2008).
Adicionalmente, estudios internacionales refieren una alta deserción del proceso
psicoterapéutico en la población infanto-juvenil, con tasas que varían entre 16% y 75% (De
Haan, Boon, de Jong, Hoeve y Vermeiren, 2013). En el caso de adolescentes con depresión,
dicha proporción alcanza cifras cercanas al 40% (O’Keefe, Martin, Goodyer, Wilkinson,
Consortium y Midgley, 2018). En suma, la problemática de la deserción adolescente también
se manifiesta en el caso de otro tipo de tratamientos tradicionales, como son los farmacológicos,
habiendo estudios internacionales que cifran las tasas de abandono entre el 20% y 40% (Usala,
Clavenna, Zuddas y Bonati, 2008), mientras que un estudio chileno reveló que un 59% de los
casos controlados habían abandonado (Recart, Castro, Álvarez y Bedregal, 2002).
Se ha planteado que las terapias que involucran el arte o la creatividad representan una
oportunidad para involucrar a les adolescentes en un ambiente entretenido y colaborativo que
les permita cultivar un sentido de auto-observación y auto-dominio (Emunah, 1985), así como
también ayudarles a desarrollar las bases de la expresión emocional (Coholic, Fraser, Robinson
y Lougheed, 2012). Por otro lado, se ha apuntado al arte como un facilitador intrínseco de la
creación de espacios seguros, del respeto a la diversidad y de la apreciación de la singularidad,
siendo enmarcado como un frecuente apoyo crítico en la recuperación psicológica de jóvenes
(Schwan, Fallonbar y Milne, 2018). Esto abarca por cierto la música y su uso terapéutico.
Primordialmente, la música es algo muy importante para los jóvenes de hoy en día
(Caló, Steiner, Millar y Teasdale, 2019), y adolescentes de todas las culturas muestran afinidad
por la música (Miranda, Blais-Rochette, Vaugon, Osman y Arias-Valenzuela, 2013). Es una de
sus actividades de ocio favoritas (Lonsdale y North, 2011) y hoy por hoy tienen un amplio
acceso a ella, gracias a los reproductores y plataformas digitales disponibles en teléfonos
móviles y otros dispositivos (Hides, Dingle, Quinn, Stoyanov, Zelenko, Tjondronegoro,
Johnson, Cockshaw y Kavanagh, 2019). Se ha evidenciado además que les adolescentes
cuentan con la música para una variedad de propósitos, desde la exploración y gestión de sus
emociones y estados de ánimo (McFerran, Hense, Koike y Rickwood, 2018; McFerran,
Garrido, O’Grady, Grocke y Sawyer, 2014; Papinczak, Dingle, Stoyanov, Hides y Zelenko,
2015), hasta la construcción de sus identidades y relaciones (Thomas, 2016). En este sentido,
la música resulta profundamente significativa y desempeña un poderoso papel en la vida de la
mayoría de los jóvenes, por lo que el enfoque en la facilitación de procesos terapéuticos basados
y mediados por esta tiene un enorme potencial (McFerran, 2019). Los mismos adolescentes
afirman además que la musicoterapia es divertida (McFerran, 2019). Así también, se ha
evidenciado que las personas parecen ser especialmente sensibles y receptivas a la
musicoterapia durante la infancia y adolescencia (Mrázová y Celec, 2010). Se ha documentado
además el papel facilitador de la música en la creación de interacciones sociales (Croom, 2012),
y dada su común asociación a la vida emocional de los jóvenes (Bosacki y O’Neill, 2015), la
musicoterapia constituye un vehículo ideal para la expresión de emociones (Pérez-Eizaguirre,
Dorado, Rodríguez-Brioso y Privado, 2021). Así, la musicoterapia logra sortear con mayor
facilidad algunas barreras como la vergüenza de pedir ayuda o la estigmatización asociada a
intervenciones terapéuticas más tradicionales (Hylton, Malley y Ironson, 2019; Travis, Gann,
Alexander, Crooke y Jenkins, 2019). Se plantea en este sentido que la musicoterapia desafía
menos las defensas y permite reducir los niveles de ansiedad frente al desarrollo de una terapia
(Travis et. al, 2019). De este modo, la oportunidad de ofrecer una atmósfera diferente, muchas
veces orientada al grupo y en que se juegan procesos no verbales, artísticos y musicales (Travis
et. al, 2019), permite comprometer con mayor facilidad a jóvenes y adolescentes (Hylton et. al,
2019) con experiencias adversas y que en general podrían ser difíciles de involucrar (Hadley y
Yancy, 2011).
Por otro lado, diversos estudios han apuntado a la eficacia de las intervenciones
musicales en el tratamiento de adolescentes con problemas de salud mental o de
comportamiento (Kim y Stagemann, 2016; Gold, Saarikallio, Crooke y McFerran, 2017) y en
la reducción de sus sintomatologías (Geipel, Koenig, Hillecke, Resch y Kaess, 2018), logrando
un impacto positivo (Rosado, 2019) de magnitud comparable al de otras intervenciones
psicoterapéuticas establecidas (Geipel et.al, 2018). Así, la musicoterapia ha demostrado un
desempeño formidable frente a problemáticas como la ansiedad (Colwell, Edwards, Hernandez
y Bress, 2013; Geipel et.al, 2018; Carr, d’Ardenne, Sloboda, Scott, Wang y Priebe, 2012), la
depresión (Plener, Sukale, Ludolph y Stagemann, 2009), los trastornos alimentarios (Hilliard,
2001), el abuso de sustancias (Dingle y Carter, 2017) y la esquizofrenia (Dingle, Williams,
Jetten y Welch, 2017). También se ha comprobado que ayuda a la autorregulación (Hakvoort,
2002; McFerran y Saarikallio, 2014) comportamental y afectiva (Wölfl, 2019). En esta línea,
se ha descubierto que puede reducir significativamente los impulsos de autolesión en
adolescentes con historial de autoflagelamiento (Plener et.al, 2009). Además, desde un punto
de vista preventivo, se ha constatado su potencial en la profilaxis de conductas violentas y
agresivas, propiciando una mayor capacidad de gestión frente situaciones conflictivas, hostiles
o amenazantes (Nöcker-Ribaupierre y Wölfl, 2010; Wölfl, 2019). Del mismo modo, se han
evidenciado los beneficios de las intervenciones musicoterapéuticas en el caso de traumas
complejos (Robarts, 2014) o tempranos (Stewart y Stewart, 2002), exposición a la violencia
doméstica (Fairchild, Thompson y McFerran, 2016) y reparación de las relaciones
intrafamiliares (Pasiali, 2013). En definitiva, en todos estos casos la investigación previa ha
demostrado que la musicoterapia puede mejorar el bienestar, la autopercepción, el
funcionamiento interpersonal (Porter, McConell, McLaughlin, Lynn, Cardwell, Braiden,
Boylan y Holmes, 2017), la autoestima, los recursos de afrontamiento, la conexión con los
demás, la autoconciencia emocional (Rosado, 2019; Erkkila, 2011), entre otros.
OBJETIVOS
MARCO TEÓRICO
Por otra parte, la musicoterapia se divide en dos aristas tradicionalmente utilizadas: (i)
musicoterapia activa y (ii) musicoterapia receptiva. La musicoterapia activa refiere, a grandes
rasgos, a intervenciones donde les pacientes producen o interpretan música, ejemplo de estas
intervenciones es la interpretación musical. Mientras que la musicoterapia receptiva
corresponde a intervenciones donde se utilizan elementos musicales ya existentes, es decir, les
pacientes no producen ni interpretan música, ejemplo de estas intervenciones es la escucha de
música (Bruscia, 2014).
Desde la teoría de Eric Erikson, el desarrollo humano se divide en ocho estadios, siendo
uno de ellos la adolescencia. A propósito de estos estadios, cada uno tiene una crisis
característica que permite el paso al siguiente estadio. En este sentido, la adolescencia presenta
la crisis de identidad y confusión de identidad, comprendiendo que la adolescencia es una etapa
caracterizada por configurar la propia identidad y diferenciarse de los demás. Así, en la
adolescencia se hace relevante el vínculo con los pares y la diferenciación con los padres
(Bordignon, 2005). En términos etarios, Erikson señala un intervalo entre los 12 y los 20 años,
y habla del estadio de la adolescencia con la pubertad como componente (Bordignon, 2005).
Desde la propuesta de Piaget, sumamos una distinción cognitiva de la adolescencia con sus
etapas predecesoras; la capacidad de abstracción, en el entendido de que es en esta etapa donde
se gesta el pensamiento formal, en el cual les adolescentes seguirían teniendo un pensamiento
lógico, donde hay un conjunto organizado de distintos elementos que están relacionados entre
sí, sin embargo, se suma la capacidad de relacionarlos de manera abstracta (Piaget, 1991; Cano
de Faroh, 2007), señalando que la adolescencia en su dimensión afectiva se afirma con el
desarrollo de la personalidad, el cual inicia a partir de los 8 años (Piaget, 1991). Por su parte,
Vygotsky, considera al adolescente un ser pensante que empieza a conceptualizar por si misme,
siendo un elemento fundamental el lenguaje. Sin embargo, para Vygotsky el componente
social, dígase la historia cultural del sujeto, es la base del desarrollo conceptual que este pueda
tener, siendo la cultura un componente determinante en la conceptualización que haga el
adolescente (Cano de Faroh, 2007). A propósito de lo mencionado, la OMS propone una
delimitación de adolescencia entre los 10 y los 19 años (OMS, s.f.), mientras que la
musicoterapeuta Katrina McFerran (2019) propone su uso de forma relativa, aproximada y
global para categorizar a aquellos clientes entre los 12 y 20 años.
MARCO METODOLÓGICO
Los conceptos nucleares en torno a los cuales se realizó una búsqueda exhaustiva,
fueron ‘musicoterapia/music therapy’, ‘intervención/intervention’,
‘adolescencia/adolescence’ y ‘salud mental/mental health’. A partir de estos conceptos se
establecieron palabras clave dada su similitud o complementariedad para facilitar la pesquisa
bibliográfica.
La recogida de datos fue realizada por los dos revisores por separado, y los desacuerdos
se resolvieron por discusión. En definitiva, se revisaron un total de 69 documentos, de los
cuales 14 superaron la totalidad de criterios de inclusión/exclusión.
El método de análisis empleado en esta revisión fue de tipo descriptivo, dado que el
propósito práctico fue obtener una descripción sistematizada de las intervenciones
musicoterapéuticas documentadas en los últimos 5 años y sus efectos reportados en la salud
mental y bienestar de adolescentes. Para el análisis de los artículos finalmente incluidos, se
procedió en primer lugar al ordenamiento de la información de cada estudio en función de lo
que referían, construyéndose una matriz inicial con las siguientes categorías: título, objetivo,
metodología, participantes y contexto, intervenciones, y resultados-efectos-beneficios.
Este ordenamiento facilitó una caracterización inicial de los artículos involucrados, así
como también permitió disponer de los contenidos de interés de la presente revisión -esto es,
exclusivamente referidos a intervenciones y sus efectos- para su posterior análisis con miras a
responder la pregunta de investigación planteada. Para esta, la segunda y principal etapa del
análisis, se dispuso de una versión sencilla, intertextual y descriptiva del análisis de contenido
(AC) temático clásico en su estrategia extensiva, dado que permite, tal como se pretende,
centrarse en unos pocos elementos a examinar, pero buscando un tratamiento completo,
exhaustivo y preciso de los mismos (Navarro y Díaz, 1994). Dichos elementos a discernir en
el análisis fueron (i) intervenciones musicoterapéuticas descritas y (ii)
resultados/efectos/beneficios en la salud mental o bienestar reportados. Así, se procedió a las
tareas de codificación y categorización de dichos elementos con miras a obtener una
sistematización descriptiva de los mismos, lo cual derivó en la producción de una matriz de
análisis en que los elementos codificados fueron dispuestos y agrupados según su similitud
descriptiva. En definitiva, dicho proceso resultó en la síntesis de diversas categorías
interventivas y sus efectos asociados, las cuales serán descritas a continuación. Sobre la base
de este análisis se procedió a la discusión y conclusión de los resultados obtenidos.
ANÁLISIS Y RESULTADOS
En tanto caracterización inicial, de los catorce estudios finalmente incluidos, cinco se
desarrollaron o refirieron a contextos clínicos, cinco a contextos escolares, dos a contextos
comunitarios, uno a contextos mixtos, y uno fue desplegado vía online. Geográficamente, el
país más referido en los estudios fue EE.UU, siendo también mencionados Australia, Sudáfrica,
Países Bajos, China, entre otros. En cuanto a metodología, se observaron variados enfoques y
procedimientos, tanto de tipo cuantitativo, cualitativo y mixto. Con respecto a los participantes,
se incluyeron estudios con una población total que varió desde los 6 a los 169 participantes.
Hubo presencia de rangos etarios diferenciados incluyendo niños, adolescentes y adultos
jóvenes, dado lo entendido por adolescencia expuesto anteriormente. El promedio de edad de
los catorce estudios fue de 14.8, siendo la edad más baja incluida los 8 años y la más alta 25.
Para una revisión más detallada de los aspectos mencionados, se sugiere examinar la tabla
elaborada para dicho propósito (anexo 1).
Intervenciones desde el Hip Hop: Este tipo de intervenciones se caracterizó por estar
especialmente arraigadas e inspiradas en la música y cultura Rap y Hip Hop, involucrando a lo
menos la creación e improvisación musical, y elementos idiosincráticos del género. En una de
sus adaptaciones, se desarrolló una intervención integrada por dos enfoques: ‘Hip Hop and
Empowerment (HHE)’ y ‘Therapeutic Beat Making (TBM)’. A partir de esto se trabajó en la
creación de ritmos, en el empoderamiento desde la cultura Hip Hop, y en la expresión y
producción musical (Travis et. al, 2019). Para el examen de un insumo más detallado respecto
a esta intervención, se sugiere revisar el anexo 5. Luego, en otra de sus adaptaciones,
denominada ‘Rap & Sing MT’, se consideró el objetivo de fomentar la expresión de los
‘verdaderos sentimientos’ de les adolescentes. Dicha intervención se centró en tres elementos:
el ritmo, la expresión vocal del canto y el rap, y el desarrollo de la rima de palabras para las
letras de las canciones. Los participantes trabajaron en temas específicos de grupo e
individuales, y se prepararon para la grabación de audio y video de las canciones de rap creadas.
Los ritmos fueron trabajados con la ayuda de bucles programados, pistas y percusión corporal,
a partir de lo cual se invitó a la improvisación y autoexperimentación. Se fomentó también la
escritura individual de letras y poemas mediante ciertas técnicas específicas y la reflexión en
torno al proceso psicoterapéutico (Uhlig et. al, 2018 [1]; Uhlig, Groot, Jansen y Scherder,
2018). Para un examen más exhaustivo de programas interventivos asociados al Rap & Sing
MT, se sugiere revisar el anexo 6. En definitiva, este tipo de intervención se asoció a la
reducción de la sintomatología ansiosa, depresiva y TDAH (Travis et. al, 2019; Uhlig et. al,
2018 [1]). Del mismo modo, se refirió su aporte al desarrollo de la expresión emocional y el
autoconocimiento, el compromiso emocional y motivacional, y la facilitación de la
colaboración grupal, así como la provisión de un espacio terapéutico musical seguro (Uhlig et.
al, 2018) [1]. También se refirió a su aporte al sentido de comunidad, competencia, confianza,
carácter y ciudadanía activa y comprometida (Travis et. al, 2019). Por otro lado, la intervención
Rap & Sing MT fue testeada respecto a mejoras en el sueño, sin encontrar resultados
significativos salvo un aumento moderado del tiempo de sueño (Uhlig et.al, 2018) [2].
Escuchas de música: Este tipo de intervención se Este tipo de intervención demostró una efectividad
caracterizó por el uso terapéutico de la audición significativa en la reducción sistemática del afecto
musical y sonora, siendo la escucha de música negativo general y la ansiedad-estado, además de la
propiamente tal el fundamento en común de la disminución de la sintomatología ansiosa. En su
misma. ejercicio colectivo, además, estuvo asociada a la
construcción de rapport entre los miembros del grupo
y el terapeuta, además de la empatía entre los mismos
en un entorno seguro. También facilitó la validación
y conciencia emocional. Por otro lado, en
combinación con otras actividades, se le asoció a un
aumento de la esperanza y felicidad.
Imaginería musical: Este tipo de intervención Este tipo de intervención favoreció la regulación
trabajó especialmente la imaginación y/o relajación a emocional, facilitó la autoconciencia y ayudó a
través de la música, y dependiendo del caso contó reducir la ansiedad. Además, se describió su aporte al
con un rol más o menos activo de parte de les fomento de la conexión social y la provisión de un
adolescentes. entorno seguro en su ejercicio colectivo junto a otras
actividades.
Interpretación musical: Este tipo de intervención Este tipo de intervención fue asociada a un aumento
estuvo enfocada en la producción activa de música de la atención a la tarea, regulación emocional,
mediante la interpretación y ejecución de tolerancia a la frustración, y a la construcción de
instrumentos musicales y su enseñanza, sin habilidades de ocio. Además, en combinación con
convertirse necesariamente en un ejercicio creativo o otras actividades, se refirió su aporte a la reducción
de improvisación propiamente tal. de la sintomatología ansiosa y al aumento de la
esperanza y felicidad, y la facilitación de un entorno
seguro para la expresión.
Análisis lírico: Este tipo de intervención, también Este tipo de intervención facilitó el autoconocimiento
llamada ‘discusión de canciones’, consistió y la perspicacia, permitió incorporar habilidades de
fundamentalmente en una reflexión en torno a las resolución de problemas, y proveyó un espacio
letras de una o más canciones, facilitando una seguro para la expresión.
conversación respecto a su significado.
Intervenciones desde el Hip Hop: Este tipo de Este tipo de intervención se asoció a la reducción de
intervenciones se caracterizó por estar especialmente la sintomatología ansiosa, depresiva y TDAH. Del
arraigadas e inspiradas en la música y cultura Rap y mismo modo, se refirió su aporte al desarrollo de la
Hip Hop, involucrando a lo menos la creación e expresión emocional y el autoconocimiento, el
improvisación musical, y elementos idiosincráticos compromiso emocional y motivacional, y la
del género. facilitación de la colaboración grupal así como la
provisión de un espacio terapéutico musical seguro.
También se refirió su aporte al sentido de comunidad,
competencia, confianza, carácter y ciudadanía activa
y comprometida.
Video Musical Terapéutico (TMV): Este tipo de Esta intervención estuvo asociada al desarrollo del
intervención, referida comúnmente como afrontamiento positivo, la autoexpresión, la creación
‘Therapeutic Music Video’, ofrece a los participantes de significado, la reflexión, el fomento de las
la posibilidad de escribir sus propias canciones en relaciones recíprocas, el crecimiento personal, el
base a una melodía existente, para posteriormente, procesamiento de la experiencia y la disminución de
con la ayuda de le musicoterapeuta, producir un la angustia.
videoclip asociado a la misma.
Creación de listas de reproducción: En este tipo de Este tipo de intervención estuvo asociada a una
intervención, se recurrió al uso terapéutico de la reducción de la angustia y un aumento del bienestar,
reproducción de música digital mediante la creación así como también a una mejora en la regulación
de listas de reproducción y el desarrollo de emocional y autogestión del estado anímico. Del
estrategias conscientes y adaptativas para su mismo modo, promovió el sentido de agencia y el
experimentación. uso consciente de la música, y se refirió su aporte al
desarrollo de la esperanza y optimismo.
Actuaciones en vivo: Este tipo de intervención, Se refirió el aporte de las actuaciones en vivo al
comúnmente asociada a otras ya mencionadas, desarrollo de competencias emocionales, apoyo
consiste en la preparación y realización de una emocional, reducción de la sintomatología ansiosa, y
performance musical en vivo. aumento de la esperanza y felicidad.
Expresión multimodal: Este tipo de intervención, Estas experiencias estuvieron asociadas al aumento
referida como expresión multimodal, consistió en de la expresión emocional y la cohesión social, y se
experiencias creativas que involucraron otras artes describió su aporte al desarrollo de la autoconciencia.
además de la música.
Juegos musicales: En esta categoría fueron Este tipo de intervención ayudó a los participantes a
agrupadas todas aquellas actividades recreativas e practicar la toma de decisiones, las habilidades
intervenciones consistentes en el juego. sociales, la agencia y la tolerancia a la ansiedad. Del
mismo modo se refirió su aporte a la reducción de la
sintomatología ansiosa.
Tabla 1: síntesis intervención-beneficio
DISCUSIÓN
Otra tensión relevante guarda relación con la naturaleza caótica del trabajo con
adolescentes, lo cual es planteado como un aspecto inherente y necesario en dichos procesos
(Oosthuizen & McFerran, 2020). A propósito de esto, McFerran (2019) expresa que el trabajo
con adolescentes es muchas veces errático, por lo tanto, es importante aceptar el caos que pueda
presentarse y gestionarlo desde la flexibilidad, siendo esta última además un elemento clave en
dichas circunstancias (Hylton et. al, 2019; Haase et. al, 2020). Se ha apuntado también, que
tanto la música como los entornos grupales, ofrecen una plataforma para explorar
creativamente las tensiones entre la unidad y la desintegración, la destrucción y la creatividad,
el amor y el odio, entre otros, así como también, para poner en juego comportamientos que en
otros contextos podrían ser inapropiados, como la agresividad (Dos Santos, 2018), y que por
ejemplo, en el caso de adolescentes que han cometido delitos, les permite reconocer identidades
contradictorias, moldear y reinventar sus patrones relacionales (Oosthuizen & McFerran,
2020).
Otra tensión a considerar tiene que ver con la participación y entusiasmo de les
adolescentes, lo cual se relaciona de manera estrecha con el respeto que inspira le
musicoterapeuta hacia elles, en función de los recursos y habilidades tanto personales como
musicales que tenga para aportar en la relación, así como el interés genuino de los mismos en
los estilos desde los cuales se desarrollan las intervenciones; en este sentido, suelen tener un
plus aquellos trabajos que se potencian desde gustos musicales compartidos por ambas partes,
o que provienen de un dominio claro del mismo, como lo hacen les musicoterapeutas Viggo
Krüger desde su condición de músico de rock reconocido en Noruega, o Michael Vega desde
su pasión por el Hip Hop en los EE.UU (McFerran, 2019). A propósito de esto, se recomienda
utilizar estilos musicales y actividades consideradas atractivas por los estudiantes, así como
también integrar lo más posible la tecnología musical y herramientas asociadas al proceso
(Crooke, 2018; Viega, 2018). Del mismo modo, se señala la importancia de la personalización
de las intervenciones y el foco en los intereses y necesidades de les adolescentes (Archambault
et. al, 2019).
Por otro lado, una de las tensiones develadas en la revisión dice relación con la
naturaleza objetiva o subjetiva de las consecuencias de la música en el bienestar adolescente,
es decir, un debate respecto al papel y alcance de los parámetros del sonido, por un lado; esto
es tonalidad, ritmo, timbre, etc.; y por otro lado la relación singular de cada adolescente con la
música. Esto se ha planteado en términos de aquello en lo que reside el poder terapéutico de la
música; si acaso en los propios sonidos o en las elecciones y usos de les adolescentes.
Posicionarse desde esta última opción, por ejemplo, contrastaría con la suposición de que la
música tiene un efecto directamente predecible en la salud mental (McFerran et. al, 2018).
Entre las distintas afirmaciones al respecto, se ha sugerido que les adolescentes vulnerables
tienen relaciones más intensas con la música, de mayor consumo y menor manejo del ánimo;
o que aquelles adolescentes con problemas de salud mental son más propensos a utilizarla de
manera que intensifique la ira o la tristeza (North & Hargreaves, 2006; Thomson, Reece &
Benedetto, 2014; Garrido, Eerola, & McFerran, 2017). En esta línea, se ha documentado con
especial énfasis el uso rumiante de la música (Van den Tol, 2016; Silverman et. al, 2020). Sin
embargo, no se ha demostrado que algún género musical en particular cause angustia
(Krajewska, Florkowski & Gmitrowicz, 2017). En este sentido, se ha planteado que la
interacción humana con la música y las respuestas a la misma tienden a ser más bien
contextualizadas y altamente idiosincrásicas (Silverman, Gooding & Yinger, 2020),
complejizando la relación con sus efectos, y dando sustento a la superación de la concepción
de la música como un estímulo que conduce a respuestas predecibles en las personas (Ruud,
2008), dependiendo más bien de su uso o aproximación. Así, se ha observado que las personas
pueden disfrutar de música considerada triste o enfadada, y se ha planteado que la exposición
emocional inducida por este tipo de música puede relacionarse con un mejor procesamiento
emocional y bienestar (Sharman & Dingle, 2015; Van den Tol & Edwards, 2014).
CONCLUSIONES
Las artes en general nos permiten cultivar una relación creativa con la vida. Por cuanto
lenguaje artístico-creativo, abre un espacio para la expresión de todo aquello que normalmente
es privado de manifestarse o comunicarse en el cotidiano vivir, en este sentido no podemos
sustentarnos únicamente de un lenguaje verbal. Si bien como seres humanos hemos buscado
ponerle nombre a todo para poder comunicarnos con precisión, hay cuestiones que no siempre
podemos señalar en convenciones sociales, como aquellas que tenemos que experimentar y
vivir para comprenderlas, y que, sin embargo, ni siquiera de ese modo podríamos clasificarlas
de manera exacta para generar una estandarización precisa o referir vivenciar una misma
experiencia que otra persona. Por esto, consideramos que es importante ampliar la visión y
aplicación de la psicoterapia, pues finalmente, la psicoterapia se trata de una relación, una
donde solemos recalcar la importancia de hablar desde el lenguaje del otre, un lenguaje que
puede ser musical, corporal, entre otros. Por lo tanto, es menester que podamos manejar otros
modos además de los tradicionales, puesto que aferrarnos a estos resulta limitante, provocando
que entremos en una lógica de especialización y por consiguiente derivación constante, en
tiempos en que se hace cada vez más relevante el trabajo transdisciplinar y la diversificación
de herramientas profesionales.
Como autores reconocemos nuestro interés particular por la música y no pretendemos
convencer a les psicólogues de aprender a aplicar la música de una manera terapéutica, pues
esta es una de las tantas aristas de trabajo que existen. Pero sí creemos importante observar y
analizar nuestros límites para no enfrascarnos y toparnos con una pared a la hora de
desarrollarnos profesionalmente. En este sentido, cabe abrir una reflexión respecto a la
inclusión de estas alternativas en la formación de psicólogues.
Desde el punto de vista del derecho al acceso a la cultura, en Chile las oportunidades
de expresión creativa no son equitativas. Ante esto, la musicoterapia representa una
oportunidad para abordar esta desigualdad. Proveer a les adolescentes menos favorecides un
mayor acceso a espacios de creación artística sensible, con un enfoque psicoterapéutico e
idealmente desde la grupalidad, puede marcar importantes puntos de inflexión en su desarrollo,
con perspectivas futuras auspiciosas para su propia salud mental y la vinculación social en los
espacios en los que interactúan. La musicoterapia, además, abre un camino para que puedan
empoderarse desde una relación auténtica y original consigo mismes que involucra de manera
íntegra su propio bienestar y desarrollo.
En lo que respecta a limitaciones y proyecciones, la presente revisión logra de buena
manera proveer un panorama de las intervenciones musicoterapéuticas y sus beneficios
descritos en la salud mental adolescente en el último tiempo, lo cual constituye un mapa
práctico para todo profesional o artista interesado en explorar y desarrollar este tipo de trabajo,
tornándose especialmente relevante en nuestro país dada la aún escasa formación y
especialización profesional en musicoterapia, así como también la pertinencia de alternativas
eficaces para abordar la cuestión social de la salud mental, especialmente adolescente. Sin
embargo, dado que excede los objetivos y expectativas del proyecto de tesis, no se profundizó
en asociaciones ligadas a otras variables, como los entornos interventivos, características de la
población objetivo, entre otras presentes y emergentes en los estudios revisados. Así también,
en términos metodológicos, dado que nuestro estudio se planteó como una revisión
bibliográfica desde el análisis de contenido, podemos hablar de una sistematización y síntesis
efectivamente integradas, pero no de una comprobación y/o estandarización de los resultados
de cada estudio. Futuras investigaciones pueden profundizar en estos y otros tópicos, con tal
de vislumbrar y comprender el potencial de la musicoterapia desde distintas perspectivas y
enfoques.
Esperamos que esta revisión pueda ser un referente para quienes tengan interés ya sea
en el potencial psicoterapéutico de la música o en la búsqueda de alternativas efectivas para el
trabajo con adolescentes. El valioso potencial de la musicoterapia como una herramienta eficaz,
eficiente, entretenida, innovadora, con grandes ventajas comparativas en población
adolescente, y con la capacidad de responder satisfactoriamente en aquellos casos de mayor
complejidad diagnóstica y psicosocial, sólo tiene sentido y se hace realidad en la medida en
que pueda llegar a todos aquellos lugares en que se necesite y a todas aquellas personas y
grupos sociales que la requieran.
ANEXOS
The impact of a Emplear una evaluación Se recogieron datos cuantitativos y Jóvenes procedentes de
community‐ realista para valorar una cualitativos en forma de cuestionarios diferentes comunidades
based music iniciativa musical previos y posteriores, además de desfavorecidas y con
intervention on comunitaria diseñada y realizar entrevistas semiestructuradas en experiencias vitales
the health and aplicada para apoyar el profundidad con los beneficiarios y las adversas de Escocia (12-
well‐being bienestar de los jóvenes partes interesadas. Se utilizó un enfoque 17 años = n=27)
desfavorecidos de evaluación realista, presentamos
configuraciones de contexto-
mecanismo-resultado (CMO) de una
intervención específica realizada en
cuatro entornos comunitarios.
MAP: A En este estudio piloto cuasi- Utilizando breves cuestionarios NNA hospitalizados en
Personalized experimental, evaluamos el estandarizados autoinformados, 20 unidad de salud mental en
Receptive Music potencial de mejora del participantes calificaron su estado hospital pediátrico de
Therapy estado de ánimo de la afectivo inmediatamente antes y Montreal, Canadá (9-17
Intervention to participación en las sesiones después de dos a cuatro sesiones de años =n=20)
Improve the de MAP impartidas por un MAP y un número similar de sesiones
Affective Well- musicoterapeuta en un de actividades regulares de la unidad
being of Youths centro de salud mental para utilizadas como comparación. Esto creó
Hospitalized in niños y adolescentes un diseño 2 × 2 (Tiempo × Condición).
a Mental Health hospitalizados. Se analizaron los cambios en el afecto
Unit antes y después de la sesión utilizando
modelos mixtos multinivel.
Efficacy and Examinar los efectos del La aplicación Music eScape fue co- Jóvenes con niveles al
Outcomes of a uso de la aplicación móvil diseñada por jóvenes y un equipo de menos leves de angustia
Music-Based Music eScape en la investigación multidisciplinar mediante mental de Australia. (16-
Emotion regulación de las una serie de talleres de diseño 25 años) n=169
Regulation emociones, la angustia y el participativo. Se utilizó la forma corta
Mobile App in bienestar a los 1, 2, 3 y 6 de 18 ítems de la Escala de Dificultades
Distressed meses en jóvenes con de Regulación de las Emociones
Young People: niveles al menos leves de (DERS-SF) para evaluar la
Randomized angustia mental. desregulación de las emociones.
Controlled Trial También se pidió a los participantes que
calificaran su nivel de éxito percibido
en el uso de la música como estrategia
de regulación de las emociones en una
escala de Likert. La escala K10 evaluó
la frecuencia de la angustia psicológica
en el último mes. El bienestar mental se
midió con el Mental Health Continuum-
Short Form (MHC-SF). Un total de 10
ítems diseñados específicamente para
este estudio exploraron el nivel de
educación musical y la participación de
los participantes. Se utilizó la escala de
música saludable y no saludable para
evaluar usos saludables y no saludables
de la música.
Rap & Sing Examinar si un tipo La actigrafía evaluó seis variables del NNA en entorno escolar
Music Therapy específico de música, rap y sueño: tiempo de sueño, eficiencia del de Países Bajos. (8-13
and sleep in canto (Rap & Sing Music sueño, episodios de sueño, tiempo de años) n=52
adolescents: A Therapy) podría servir como siesta, latencia de inicio y porcentaje de
single-blind estrategia de compromiso vigilia. Las evaluaciones del sueño se
cluster motivador para mejorar el realizaron en la línea de base y después
randomized sueño en adolescentes. de cuatro meses (prueba posterior).
controlled trial
Intentional Determinar si la Se adoptó un enfoque de métodos Jóvenes voluntarios de la
music use to participación en una breve mixtos, fusionando las puntuaciones de intervención en tres
reduce intervención basada en la angustia y la experiencia autoinformada centros de salud de
psychological música resulta atractiva y de la intervención para facilitar la Melbourne, Australia (13-
distress in aceptable para una pequeña interpretación. 23 años) n=20
adolescents muestra de jóvenes, y si sus
accessing niveles de angustia
primary mental disminuyen y aumenta su
health care percepción de los usos de la
música.
“Being a bully Se investigó la Ciento noventa adolescentes fueron NNA de Países Bajos en
isn’t very musicoterapia Rap & Sing asignados aleatoriamente a un grupo contexto escolar. (8-12
cool...”: Rap & (Rap & Sing MT) en un experimental que incluía Rap & Sing años) n=95 (random de
Sing Music programa escolar en Países MT o a un grupo de control. Ambas 190)
Therapy for Bajos, para apoyar las intervenciones se aplicaron en seis
enhanced habilidades de clases una vez a la semana durante
emotional self- autorregulación para el cuatro meses. Se realizaron mediciones
regulation in an bienestar en adolescentes de al inicio y de nuevo después de cuatro
adolescent octavo grado. meses, proporcionando datos de
school setting – resultados sobre el bienestar psicológico
a randomized de les adolescentes, la autodescripción,
controlled trial la autoestima y la regulación de las
emociones.
Efficacy of El propósito de esta Ambos grupos participaron en ocho Adolescentes que han
music therapy in investigación es analizar el intervenciones de musicoterapia en las cometido violencia filio-
the treatment of impacto significativo que la que se midieron los niveles de ansiedad parental atendidos en un
anxiety among musicoterapia puede tener estado-rasgo antes y después de cada centro comunitario
children at en un grupo de adolescentes sesión. Además, se midieron los niveles especializado y
social risk and que han cometido violencia de ansiedad rasgo después de la primera adolescentes en riesgo
those have filio-parental y en un y la octava sesión. social atendidos en un
committed child segundo grupo de centro educacional; ambos
to parent adolescentes en riesgo grupos en Madrid, España
violence social. (13-21 años) n=11
The Resilience En este estudio exploratorio, Empleamos un diseño de métodos Adolescentes participantes
Songwriting los autores evaluaron el mixtos convergentes pretest-postest de de un programa de apoyo
Program for impacto de un programa de un solo grupo (Figura 2). Recogimos y para el duelo en tres
Adolescent composición de canciones analizamos los datos cuantitativos y centros: una clínica
Bereavement: A en grupo, sobre los factores cualitativos por separado y luego los universitaria de salud, un
Mixed de protección en el duelo de integramos para su comparación hospital pediátrico y una
Methods les adolescentes, y trataron (Creswell y Plano Clark, 2011). Para el escuela con servicios de
Exploratory de comprender mejor las brazo cualitativo, realizamos entrevistas consulta privada atendida
Study experiencias de les individuales semiestructuradas con los por un musicoterapeuta;
adolescentes con el participantes dentro de las 3 semanas pertenecientes a distintas
programa. posteriores a la finalización del locaciones de EE.UU.
programa. Además, se pidió a los (11-17 años) n=10
participantes que escribieran en un
diario al final de cada sesión de
musicoterapia, respondiendo a
indicaciones específicas
Anexo 2: Descripción programa MAP en entorno hospitalario (Archambault et. al, 2019, p.
387)
___
Intervención: MAP consiste en una serie de cuatro sesiones individuales de musicoterapia de 45-75
min durante las cuales el musicoterapeuta acompaña al participante en la experimentación de una
estrategia personalizada de regulación emocional asistida por música. (...) La intervención se ofrece
durante la tarde (entre las 18 y las 21 horas) en una sala de consulta situada en una sección de la unidad
separada del entorno vital de los pacientes y especialmente organizada para fomentar un clima relajante
(es decir, persianas cerradas, iluminación atenuada, cortinas de pared). Teniendo en cuenta la corta
duración de las estancias en el hospital, las sesiones de MAP se ofrecen dos veces por semana para que
la mayoría de los participantes puedan completar un ciclo completo de cuatro sesiones de intervención
en sólo 2 semanas.
Plan de sesiones: Durante la primera sesión, el terapeuta introduce al participante en el proceso, busca
iniciar la alianza terapéutica y explora las motivaciones y expectativas del participante hacia la
intervención, así como las necesidades de regulación de las emociones. A continuación, investiga los
antecedentes y las preferencias musicales del participante mediante una breve entrevista y la
presentación de 12 extractos musicales, que el participante tiene que valorar en términos de apreciación
y potencial relajante. Las siguientes sesiones se dedican a la experimentación de la estrategia de
regulación de las emociones asistida por la música. Tras una breve bienvenida y la devolución de las
sesiones anteriores, se invita al participante a ponerse cómodo en una bolsa de frijoles, con un antifaz y
un cojín si lo desea, y a ponerse unos auriculares de monitorización de calidad profesional que filtran
parcialmente los sonidos ambientales (en este caso: Audio Technica ATH-MX20X). A continuación, el
terapeuta recita en voz baja y constante una serie de directrices inductivas de relajación siguiendo un
procedimiento semisistemático, basado en técnicas de autosugestión e inducción verbal inspiradas en
el entrenamiento autógeno de Schultz (Schultz y de Bousingen, 1968), y pone el montaje sonoro y
musical personalizado que ha elaborado en función de las preferencias musicales y las necesidades de
regulación del participante (véase el apartado siguiente). En cada sesión se presenta un nuevo montaje
al participante para que disponga de una variedad de herramientas y, en ciertos casos, para que
experimente diversos tipos de experiencias de modulación (por ejemplo, relajación frente a
revitalización). Durante las sesiones, el terapeuta escucha el montaje simultáneamente, de modo que
puede observar las reacciones de los participantes a las variaciones de sonido y música y realizar ajustes
en directo si es necesario (por ejemplo, reducir la intensidad del volumen u omitir un extracto no
apreciado). Al final de la sesión, explora, mediante un diálogo sencillo, cómo ha experimentado el
participante la escucha y cómo se siente después de ella. Además, solicita comentarios adicionales sobre
el montaje para ajustarlo si es necesario (por ejemplo, para sustituir un extracto o eliminar un
determinado tipo de sonido de la naturaleza). Al final de la cuarta sesión, el musicoterapeuta concluye
la intervención con un debate de recapitulación en el que explora la experiencia y la percepción del
participante sobre la estrategia de regulación asistida por música recién adquirida y sus intenciones de
seguir utilizándola fuera del contexto musicoterapéutico.
Elaboración y transferencia del montaje: Los montajes de audio personalizados se crean siguiendo
una lógica iso, es decir, variando las tonalidades, la intensidad de los ritmos y la densidad musical de
forma que el participante progrese desde el estado en el que se describe a sí mismo hasta un estado
deseado (por ejemplo, de inquieto a tranquilo y somnoliento(...)). Cada montaje dura entre 15 y 20
minutos y se compone de cuatro a siete extractos de obras musicales no verbales de 3 a 4 minutos a los
que ocasionalmente se superponen sonidos de la naturaleza (por ejemplo, olas del mar o lluvia que cae).
El terapeuta selecciona la música y los extractos sonoros en función de las preferencias musicales del
participante y de sus necesidades de regulación, que ha evaluado formalmente en la primera sesión y
reevalúa regularmente a lo largo de la intervención. Con la intención de involucrar realmente a los
participantes de diferentes gustos, orígenes y necesidades, recurre a un repertorio muy diverso, que
incluye -pero no se limita a- diferentes subgéneros clásicos y de jazz, así como estilos contemporáneos
como la electrónica, el post-rock y el trip hop. El terapeuta realiza los montajes combinando diferentes
técnicas de mezcla, como fundidos cruzados, ecualización y automatización, realizadas con programas
de estaciones de trabajo de audio digital (DAW) (por ejemplo, Logic Pro, Live Ableton, Cubase). Poco
después de cada sesión, el terapeuta carga el montaje personalizado ajustado en un reproductor portátil
de audio USB (en este caso Sony nwz-B183F), que el participante puede tomar prestado a voluntad
durante el resto de su estancia en el hospital. Todas las obras musicales utilizadas para componer cada
montaje se descargan primero de forma legal (previo pago de las tasas correspondientes) en el
reproductor del participante. Los participantes también reciben un recordatorio impreso de las técnicas
de relajación que se pueden utilizar mientras se escucha y de las condiciones óptimas de escucha.
Ritual de apertura
- Introducción
- Comprobación de los sentimientos del ritmo
- 10-15 minutos para hablar de los sentimientos relacionados con el duelo e identificar los objetivos
personales en la sesión 1; o compartir el progreso de los objetivos personales en las sesiones 2-7
Enfoque de la sesión
- Sesión 1: Desarrollo de la relación, introducción a la composición de canciones, presentación de la
identidad musical
- Sesiones 2, 3 y 4: Lluvia de ideas y temas de canciones, creación y finalización del producto de la
canción nº 1
- Sesión 5, 6 y 7: Lluvia de ideas y temas de canciones, creación y finalización del producto de la
canción nº 2
Ritual de clausura
- Debate para resumir los conocimientos adquiridos y la concienciación
- Improvisación rítmica
- Diario de reflexión
Anexo 5: Ocho pasos centrales de la intervención integrada de HHE y TBM (Travis et.al, 2019,
p. 752).
___
Los ocho pasos centrales de la intervención incluyen:
a) El Rap&SingMT se basa en tres elementos de la música: (1) el ritmo, (2) la expresión vocal del canto
y el rap, y (3) el desarrollo de la rima de palabras para las letras de las canciones (...) En Rap&SingMT
los participantes trabajaron en temas específicos de grupo e individuales, y se prepararon para las
grabaciones de audio y vídeo de las canciones de rap individuales y de grupo. Para inducir los patrones
rítmicos, se utilizaron bucles programados y percusión corporal para combinar expresiones visuales y
físicas y fomentar los procesos de sincronización. Se ofreció un gran número de muestras y bucles
descargados con diferentes estilos de canciones de rap (por ejemplo, agresivo, desenfadado o lírico) y
se discutieron como invitación a la improvisación y la autoexperimentación. Se estimuló la escritura
individual de letras/poemas mediante la aplicación de una técnica de rellenado de espacios en blanco,
y se motivó el recuerdo de palabras y una mayor reflexión sobre la relevancia de la terapia
(pensamientos).
El estudio (...) empleó unas 16 sesiones de 45 minutos a la semana, durante un periodo de cuatro meses.
La intervención Rap&SingMT y las actividades regulares del grupo de control se diseñaron para grupos
grandes de 30 adolescentes por clase. Noventa y ocho adolescentes, divididos en tres clases, se
sometieron a Rap&SingMT, y 60 adolescentes, divididos en dos clases, recibieron clases regulares. El
grupo de Rap&SingMT recibió instrucciones musicales por parte de musicoterapeutas formados y los
grupos de control recibieron instrucción por parte de los profesores de las clases normales, ambos
durante 45 minutos semanales de tiempo escolar. El Rap&SingMT fue aplicado por dos
musicoterapeutas, trabajando juntos durante ocho semanas en una clase. Después, las clases se
dividieron en subgrupos de 2 × 15 adolescentes, y cada grupo continuó con un terapeuta durante las
siguientes ocho semanas. En Rap& SingMT los participantes trabajaron en temas específicos de grupo
e individuales, y se prepararon para las grabaciones de audio y vídeo de las canciones de rap individuales
y de grupo. Las intervenciones regulares en clase fueron realizadas "como intervención habitual" por
dos profesores del aula. Los profesores trabajaron en temas y objetivos escolares autodecididos con los
alumnos (las materias variaban mucho, por ejemplo, lengua, matemáticas, actividad física, arte) dentro
de subgrupos de varias edades. Les musicoterapeutas cualificados recibieron formación previa a la
realización de la MT Rap&Sing, y se sometieron a sesiones de supervisión y evaluación proporcionadas
por el primer autor durante toda la investigación. Los profesores de las aulas participaron en reuniones
periódicas de equipo en la escuela del plan Jena. Les musicoterapeutas, los investigadores y los
asistentes participaron en las reuniones del equipo de la escuela sólo durante los acuerdos organizativos
con los profesores y la dirección de la escuela, en los que no se discutió el desarrollo de les adolescentes.
b) Los participantes del grupo experimental participaron en sesiones de Rap&SingMT, mientras que el
grupo de control recibió varios tipos de actividades adicionales, con la exclusión de la música. Se
ofrecieron dieciséis sesiones de Rap&SingMT, de 45 minutos por sesión, durante el horario escolar a
todos les adolescentes de cada aula asignada a la intervención, una vez a la semana durante un periodo
de 4 meses. (...) El Rap&SingMT fue dirigido por dos musicoterapeutas, y la condición de control por
dos profesores de aula. Las intervenciones de Rap&SingMT empezaron en grupos grandes, y se
dividieron después de 8 semanas en dos subgrupos de 15 adolescentes por clase (separados
aleatoriamente por los profesores del aula). Durante las últimas 8 semanas dentro de un periodo de 16
semanas, los subgrupos trabajaron con un terapeuta, centrándose en el desarrollo de temas y canciones
de rap individuales y grupales de los adolescentes, así como en su preparación para las grabaciones de
audio y vídeo.
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