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Pizarro, Yebra y Fernández Musicoterapia y discapacidad: una apertura emocional hacia una mejor calidad de vida

Musicoterapia y Discapacidad: una


apertura emocional
hacia una mejor calidad de vida
Vanesa Pizarro
vanesa.pd@hotmail.com

Lydia Yebra
msica30@yahoo.es

José Fernando Fernández


musicoterapia@hotmail.com

Resumen
Objetivos: planteamos como objetivos principales favorecer la interacción social,
mejorar la memoria, trabajar el autoconocimiento y aumentar la autoestima.
Método: Para este estudio se han realizado 9 sesiones de musicoterapia con 6 pacientes
adultos con discapacidad intelectual en el centro de día Miguel Montalvo en Ajalvir.
Para la recogida de datos se pasó un pretest y un postest.
Resultados: Las cifras indican una mejora considerable en la calidad de la vida de los
pacientes, destacando un cambio significativo en las competencias sociales, en la
autodeterminación y en el bienestar emocional.
Conclusiones: La musicoterapia en pacientes con discapacidad intelectual ayuda a
mejorar las relaciones interpersonales, el bienestar emocional, la autodeterminación, en
definitiva, la calidad de vida de los pacientes.
Palabras clave: Musicoterapia, discapacidad intelectual, calidad de vida, adultos,
emoción.

Music Therapy and Disability: an Emotional Openness


Towards a better quality of life
Abstract
Objectives: We propose as main objectives to promote social interaction, improve
memory, work on self-knowledge and increase self-esteem.
Method: For this study, 9 music therapy sessions were conducted with 6 adult patients
with intellectual disabilities in the Miguel Montalvo day center in Ajalvir. For the
collection of data a pretest and a postest were passed
Results: The figures indicate a significant improvement in the quality of life of patients,
highlighting a significant change in social skills, self-determination and emotional well-
being.
Conclusions: Music therapy in patients with intellectual disability helps improve
interpersonal relationships, emotional well-being, self-determination. Definitely, the
quality of life of patients.
Key words: Music therapy, intellectual disability, quality of life, adults, emotion.

https://revistas.uam.es/index.php/rim ISSN 2530-8149




Pizarro, Yebra y Fernández Musicoterapia y discapacidad: una apertura emocional hacia una mejor calidad de vida

Introducción

Es sabido que la oportunidad de la práctica musical aporta grandes beneficios y


por esto creemos importante que debe estar muy presente en todos los aspectos de la
vida: amplía la imaginación y promueve formas de pensamiento flexibles, ya que
fomenta la capacidad para desarrollar esfuerzos continuos y disciplinados a la vez que
reafirma la autoconfianza. “La música aumenta la creatividad, mejora la estima propia
de la persona, desarrolla habilidades sociales y mejora el desarrollo de habilidades
motoras perceptivas, así como el desarrollo psicomotriz” (Campbell, 1998, p. 115).

De igual forma la teoría de las inteligencias múltiples, planteada por el


neuropsicólogo Howard Gardner, afirma que la inteligencia musical influye en el
desarrollo emocional, espiritual y corporal del ser humano y que la música estructura la
forma de pensar y trabajar, ayudando a la persona en el aprendizaje de matemáticas,
lenguaje y habilidades espaciales (Gardner, 1995).

A su vez, fortalece otras dimensiones del ser humano y contribuye a mejorar la


escucha, la concentración y la capacidad de expresión.

El autoconocimiento facilita la aceptación personal y nos libera de juicios de


valor hacia nosotros mismos y hacia los demás. Es un camino hacia la diversidad y
hacia el conocimiento de nuestros propios límites y talentos. Si para este crecimiento
personal tomamos el uso del lenguaje universal que es la música, podremos alcanzar
una comunicación que va más allá de la palabra y que nace directamente de uno mismo.
Con la experiencia musical, el paciente explora su vida emocional y crea significado
personal de forma individual o compartida en base a sus historias y dramas. Descubrir,
crear o dar sentido a un significado es un proceso propio de narrativa dentro del
contexto específico que lo genera (Bruner, 1990).

La música, de forma sistemática, con técnicas y modelos adaptados a las


necesidades individuales y/o grupales, incentiva la exploración emocional estableciendo
el autoconocimiento y con ello el desarrollo de estrategias significativas para enfrentar y
resolver problemas de aprendizaje.

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Según Posh (1999) es un excepcional vehículo canalizador de emociones para


profundizar en el autoconocimiento de la persona, una herramienta capaz de producir
cambios en sus afectos, cogniciones y comportamientos y aportar las interacciones que
se producen entre los miembros del grupo.

La música es una herramienta de comunicación indirecta e inconsciente que se


aleja del lenguaje tradicional dejando, a un lado, los límites que impone la palabra.
“Ofrece la posibilidad de liberarse, crear, comunicarse, ser reconocido en sus
posibilidades y en sus límites, establece relaciones diferentes de las cotidianas, derriba
las barreras entre ellas y los otros, expresarse, ser comprendidas y estar en armonía
consigo mismas” (Verdeau y Guiraud-Caladou, 1999, p. 111).

La musicoterapia como fusión de música y terapia contribuye a la autoestima del


paciente y a la valoración de sus destrezas. Le permite, además, actuar más seguro de sí
mismo, ser más alegre, independiente, aceptar desafíos y, al reconocer su valor
personal, puede ser más tolerante frente a sus limitaciones y frustraciones.

Desde la Antigüedad se ha considerado que la música produce efectos en el ser


humano. Los vínculos existentes entre la música y el hombre se establecen en las
primeras épocas de la humanidad. Aristóteles y Pitágoras utilizaban la música con gran
valor terapéutico, en el Renacimiento aparecen escritos estableciendo una relación entre
la música y la medicina, pero no es hasta el siglo XIX, cuando el psiquiatra Esquirol fue
el primero que utilizó la música para curar a pacientes con enfermedades mentales. En
el siglo XX la música era prescrita como si de un medicamento se tratase, aunque era
ejecutada por músicos que no eran especialistas en terapia. A partir del siglo XX, la
musicoterapia comienza a utilizarse en medicina preventiva y curativa. Se incrementa su
utilización en el campo educativo pues posee repercusiones positivas además de
provocar un gran impacto emocional en las personas, ya que tanto el ritmo como el
sonido son parte intrínseca del ser humano (Elvira Valdés, 2004; Fernández Maldonado,
2009).

Una de las instituciones más antiguas que existen hoy en día es la National
Association for Music Therapy (NAMT) 1960 que pasó a llamarse “American
Association for Music Therapy” (AMTA). En 1980 modificó su definición para incluir
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el concepto de profesión y en 1997 vuelve otra vez a modificarse introduciendo el


concepto de individuo con discapacidad y sus posibles tratamientos: “La Musicoterapia
es la utilización de la música para conseguir objetivos terapéuticos: la restauración,
mantenimiento y mejora de la salud mental y física. Es la aplicación sistemática de la
música, dirigida por un musicoterapeuta en un contexto terapéutico a fin de facilitar
cambios en la conducta. Estos cambios ayudan a que le individuo en terapia se entienda
mejor así mismo y a su propio mundo, llegando así a adaptarse mejor a la sociedad.
Como miembro de un equipo terapéutico, el musicoterapeuta profesional participa en el
análisis de los problemas individuales y en la selección de objetivos generales de
tratamiento antes de planificar y dirigir actividades musicales. Se realizan evaluaciones
periódicas para determinar la efectividad de los procedimientos empleados.” (AMTA,
1997, p. 38).

Así mismo, para Bruscia (1997) la musicoterapia es un proceso sistemático de


intervención donde el terapeuta ayuda al paciente a mejorar la salud utilizando
experiencias musicales y las relaciones que evolucionan a través de ellas como fuerzas
dinámicas de cambio. Es por ello que el musicoterapeuta utiliza la música y sus
elementos musicales (sonido, ritmo, melodía y armonía) como herramienta potenciadora
de la expresión del ámbito emocional, con un paciente o grupo, en el proceso diseñado
para facilitar y promover comunicación, relación, aprendizaje, movilización, expresión,
organización y otros objetivos terapéuticos relevantes, con el fin de lograr cambios y
satisfacer necesidades físicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas. A su vez,
fortalece el sentido del trabajo cooperativo, el respeto de sí mismo y de los demás, la
tolerancia con los errores de otros, la solidaridad y estar más abierto a la crítica.

La utilización de la musicoterapia en personas con discapacidad intelectual


comienza a mediados del siglo XX, incluyendo el uso de la música como elemento
integral del currículum, con el objetivo de ayudar al desarrollo del lenguaje, las
habilidades motrices y la competencia social.

De esta forma, se pasó de un modelo que consideraba la discapacidad intelectual


como una enfermedad sin cura a un modelo de desarrollo que enfatiza la adquisición de
habilidades de lenguaje, motoras, académicas y sociales (Coates, 1987, citado en Davis,
Gfeller y Thaut, 2002). Fue entonces cuando los musicoterapeutas comenzaron a utilizar
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la música para provocar respuestas afectivas (emocionales), estimular la memoria, la


comunicación y las habilidades sociales y motoras.

Según Davis, Gfeller y Thaut (2002), los objetivos que persigue la musicoterapia
en intervención de personas con discapacidad intelectual se pueden agrupar cinco
categorías:

Ø Conductas sociales y emocionales: las personas con discapacidad intelectual


suelen tener problemas en la adquisición de habilidades sociales
Ø Habilidades motoras: la música por excelencia es un potente estímulo para el
desarrollo motriz.
Ø Habilidades de comunicación: la musicoterapia potenciará el desarrollo de
habilidades comunicativas.
Ø Apoyo para potenciar el área cognitiva: como sabemos las personas con
discapacidad intelectual tienen dificultad para prestar atención a una
determinada tarea.

Esto, entre otras causas, se debe a la dificultad que tienen para filtrar estímulos
relevantes. En lo que se refiere a seguir instrucciones y para que éstas sean
significativas deberán ser muy simples y concretas. Diversos estudios enfatizan la
importancia de la improvisación musical en la experiencia terapéutica de pacientes con
discapacidad intelectual. Wingert (1972) desarrolló un diseño experimental para
estudiar el impacto de la Musicoterapia en sujetos con discapacidad intelectual, los
cuales fueron evaluados mediante un pretest y un postest. Este estudio reveló cambios
significativos en el postest registrando mejoras en la comunicación y en el
comportamiento social.

Otro estudio posterior, Stephens (1983), aportó interesantes hallazgos. Manifestó


la importancia de la improvisación en la mejora de las relaciones entre adultos con
trastornos emocionales. A su vez, Stern (1987) concluye que existe una relación directa
entre la competencia comunicativa no verbal y el contexto interpersonal a través del uso
de patrones musicales, favoreciendo así, una estructuración y organización cortical.

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Estudios recientes como el de Siegel (2001), otorga especial importancia a la


relación interpersonal en la intervención con musicoterapia. Propone como objetivo
principal, activar procesos no verbales a través del material sonoro-musical.

Otras líneas de investigación han encontrado que adultos con discapacidad


intelectual presentan dificultades para el reconocimiento de algunas emociones
primarias como son el miedo, la sorpresa y el enfado (Hippolyte et al, 2008).

La importancia de educar a las personas en inteligencia emocional radica en


potenciar y desarrollar sus capacidades y sus habilidades sociales, sus formas de
expresión y de comprensión y la empatía para mejorar las relaciones con sus familias y
amigos, con el fin de poder formar parte de la sociedad y, sobre todo, para tener una
mejor calidad de vida. A su vez, Castilla del Pino (2000) concluye que la funcionalidad
de las emociones es la vinculación del sujeto con los objetos de su entorno y la
expresión de las propias vivencias.

El trabajo musical en personas con discapacidad intelectual fomenta la


autoestima ya que puede ayudar a que el paciente se sienta responsable y capaz de
cumplir sus compromisos, asuma responsabilidades, respete sus valores y se perciba con
más virtudes que defectos.

Una vez que detectamos las necesidades de los pacientes, formulamos los
objetivos de la intervención.

Desarrollamos los siguientes objetivos generales:

1. Favorecer la interacción social


2. Mejorar la memoria
3. Trabajar el autoconocimiento
4. Aumentar la autoestima

Para estos objetivos generales trabajamos los siguientes objetivos específicos:

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• Respetar los turnos


• Trabajar la escucha activa
• Ser capaz de saludar y nombrar a los compañeros
• Ser capaz de componer canciones sobre temas cotidianos
• Recodar su momento exacto de participación en la actividad que se proponga
• Recordar letras de canciones de una sesión a otra
• Crear un clima seguro para su expresión emocional
• Favorecer un tiempo exclusivo y único para cada paciente
• Expresar adecuadamente la emoción sentida


Método

Participantes

El total de pacientes tratados fue de 12 personas, de las cuales 2 eran mujeres y


10 hombres. 11 eran residentes del mismo centro y sólo 1 asistía al centro durante el día
ya que pernoctaba en el hogar familiar.

Las características descriptivas de los participantes son las siguientes:

Edad: el rango de edad fluctúo entre los 45 y los 74 años, ajustándose, por tanto,
a la edad en la que comienza a producirse el proceso de envejecimiento en la población
con discapacidad intelectual.

Agrupación: se conformaron dos grupos para llevar a cabo la intervención,


tomando como variable de agrupamiento la similitud en las necesidades de los
participantes y su nivel de discapacidad. Por otro lado dos pacientes recibieron sesiones
individuales.

En el siguiente cuadro pueden observarse las características de los pacientes


seleccionados para nuestro estudio. No se pudo llevar a cabo el estudio con la totalidad
de los pacientes dado que la escala de evaluación utilizada no fue la misma. Esto se
debe a que dicha evaluación está sujeta al nivel de discapacidad de los pacientes. Las
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herramientas de evaluación difieren siendo utilizada la escala INICO-FEAPS (2013)


para sujetos con mayor nivel de autonomía y la escala San Martín (2014) para pacientes
con mayores necesidades especiales.

PARTICIPANTES EDAD DISCAPACIDAD FORTALEZAS A REFORZAR

- La atención
Retraso mental - Buena motricidad fina - Permanecer en el sitio
M. 49
severo - Alta motivación - suavizar las
estereotipias
Retraso mental - Sociable, amable - La comunicación
J. 50
severo - Colaborativo - La actitud positiva
- Respeta los turnos
- Lenguaje
P. 49 Síndrome de Down - Estado de ánimo
- Autocontrol
positivo
Retraso mental -Amable, sociable - La comunicación
C. 65
moderado - Trabajador - Atención
- Disfruta con la música
Deficiencia mental
- Le gustan las - Atención
J.M. 59 profunda
actividades en grupo - Respeto de los turnos
Parálisis cerebral
- Muy sociable, - Atención
Deficiencia metal participativo - Respetar los turnos
J.C. 45
media-severa - Disfruta mucho con las - Escuchar a los demás
actividades musicales

Procedimiento

Las sesiones se realizaron en el centro MIGUEL MONTALVO, donde conviven


pacientes en régimen de terapia ocupacional y como centro de día. Los pacientes
participantes en el estudio corresponden al régimen de centro de día lo que significa que
su discapacidad es mayor y requieren más atención y cuidados.

Como secuenciación metodológica, se procedió a realizar reuniones informativas


con profesionales de dicho centro. En primer lugar con la coordinadora, para ajustar el
día de las sesiones, horario y número de pacientes, conocer las instalaciones del centro y
elegir el espacio más adecuado para llevar a cabo las sesiones de musicoterapia.
Posteriormente se realizó una segunda reunión con la psicopedagoga del centro de día,
en la cual se recabaron datos sobre la dinámica del centro y sobre los pacientes,
decidiéndose la formación grupal e individual de las sesiones.

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Recopilación de datos

Para una correcta recopilación de datos y posterior análisis de los mismos, se utilizó la
escala de calidad de vida San Martín, llevando a cabo una comparativa de los resultados
mediante un pretest y un postest con las variables de dicha escala.

Los primeros estudios internacionales que demostraron la eficacia de


intervenciones sistemáticas en personas con discapacidades significativas se produjeron
en la segunda mitad del siglo pasado. Esos estudios, en lugar de limitarse a destacar las
consecuencias de los retrasos en el desarrollo de las personas, se centraron en
comprender su desarrollo. Progresivamente, motivos éticos y de defensa de los derechos
de la persona, impulsados por las organizaciones y profesionales comprometidos,
fueron abriéndose paso muy lentamente en este ámbito de manera que se fue ampliando
la visión y búsqueda de su habilitación más que de su rehabilitación. En el momento
actual, gracias a la Convención de Naciones Unidas sobre los derechos de las personas
con discapacidad promulgada en el año 2006, se reconoce su derecho a una vida digna
como cualquier otro ciudadano. La Convención de la ONU explicita su intención de
“promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los
derechos humanos y libertades fundamentales por todas las personas con discapacidad,
y promover el respeto de su dignidad inherente”. Esa declaración, de obligatorio
cumplimiento en España y la mayor parte de países del mundo, se compromete con
lograr la participación plena y efectiva de las personas con discapacidad en la sociedad,
en igualdad de condiciones con las demás.

La Escala San Martín es un instrumento que responde fielmente a los


planteamientos del enfoque integral de calidad de vida, que se ha convertido en el
principal marco de referencia conceptual y de evaluación para promover mejoras en la
vida de las personas con discapacidad y, por tanto, en el ejercicio de su derecho a una
vida digna. Su desarrollo ha consistido en un esfuerzo sistemático de colaboración entre
profesionales de Fundación Obra San Martín y el Instituto Universitario de Integración
en la Comunidad (INICO) de la Universidad de Salamanca. El trabajo conjunto,
abordado con gran seriedad y dedicación por el equipo de investigación, ha permitido
fundamentar, diseñar y elaborar científicamente la Escala San Martín de evaluación de

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calidad de vida. Ésta es la primera escala construida en el ámbito internacional para


evaluar la calidad de vida de personas con discapacidades significativas que cuenta con
propiedades psicométricas adecuadas y suficientes evidencias de validez y fiabilidad.

La utilización de la Escala San Martín ha permitido ir más allá de las opiniones y


focalizar en aquellos datos que reflejan resultados personales de los usuarios, de sus
servicios y de sus programas. La mejora de esos resultados personales a través de la
musicoterapia ha sido la principal finalidad.

Sesiones de musicoterapia

El proceso terapéutico duró desde el día 23 de septiembre al 23 de diciembre de 2015.


Se plantearon sesiones individuales y grupales con periodicidad semanal. El proceso fue
llevado a cabo por dos alumnas del máster de musicoterapia avanzada y aplicaciones.
Todas las sesiones fueron grabadas en video para su posterior análisis.

Cada musicoterapeuta se encargó de llevar 9 sesiones individuales de 30 minutos


de duración y de 9 sesiones grupales de una hora con 5 pacientes en cada grupo.

El material aportado en cada sesión fue el siguiente:

Ø Teclado de 6 octavas.
Ø Guitarra.
Ø Violín.
Ø Instrumentos de pequeña percusión: panderetas, caja china, claves, maracas,
sonajeros, cascabeles, triángulos, castañuelas de palo, huevos, palo de lluvia.
Ø Así como el uso de la voz y del propio cuerpo.

Las sesiones quedaron estructuradas del siguiente modo:

• Canción de bienvenida
• Libre improvisación
• Actividad estructurada

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• Canción de despedida

Tanto en la canción de bienvenida como en la de despedida se incluía el nombre


del paciente y el día de la semana en la que nos encontrábamos. A su vez, se adaptaba
en cada sesión el tiempo y la intensidad del acompañamiento al estado físico y
psicológico del paciente. En la mayoría de las sesiones los pacientes se inclinaron por el
uso del teclado en sus improvisaciones.

Para lograr los objetivos en la actividad de la improvisación se utilizaron las


siguientes técnicas: sincronización, imitación e incorporación. Con la sincronización y a
través de la escucha se acompañó al paciente en su expresión musical siempre desde el
mismo nivel de energía. Con la imitación se reflejó, musicalmente, lo que el paciente
expresaba. Por último en la incorporación se tomaron como referencia las propuestas de
los pacientes y se les dio forma, desarrollando al máximo sus propios recursos.

En todo momento se tuvo en cuenta las capacidades individuales de cada


paciente, no sus limitaciones. De este modo en los tiempos de acercamiento, demanda
de atención o alcance de momentos de éxito se ajustó, de forma personalizada, la
distancia terapéutica, tempo, contacto visual y altura a cada uno de los pacientes.

Después del espacio dedicado a la improvisación se llevaron a cabo actividades


estructuradas con incorporación de movimiento, canciones y actividades rítmicas que
ofrecieron la estimulación necesaria para adquirir habilidades sociales apropiadas. La
musicoterapia a través de juegos musicales tales como la repetición de sonidos y/o el
seguir instrucciones a partir de canciones reiterativas en sus letras puede ser un efectivo
medio para lograr avances en esta área. De igual modo, ya sea con la utilización de
instrumentos musicales u objetos de uso cotidiano a los que asignamos funciones
musicales, podemos contribuir al desarrollo de habilidades cognitivas, a través de la
diferenciación o clasificación de sonidos.

En lo referido al desarrollo emocional, se trabajó a partir del reconocimiento y


de la asociación de una identidad musical propia y/o del entorno. La música, les ayudó
en la mejora de su reconocimiento emocional y en una adecuada expresión emocional
personal.
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A través de las actividades de movimiento libre y guiado los pacientes


exploraron su propio cuerpo. A su vez, estas actividades fomentaron el desarrollo de
habilidades referidas a conceptos tales como: lateralidad, direccionalidad, flexibilidad y
agilidad, potenciando, también, la motricidad fina a través de la ejecución instrumental.
Mediante el uso de diferentes cualidades del sonido, se ayudó a cada paciente a
desarrollar el lenguaje expresivo, receptivo, intención comunicativa, escucha activa y
capacidad de seguir consignas. En todo momento se persistió en la idea de que la
música ayuda a desarrollar destrezas tales como el reconocimiento, la diferenciación y
discriminación auditiva y, fundamentalmente, en la toma de conciencia del entorno
sonoro, así como en el valor de los sentimientos, la cooperación y la solidaridad.

Durante las sesiones se manejaron técnicas receptivas y activas; las primeras son
aquellas en la que el paciente “recibe” la música, la cual suele ser tocada o cantada por
el musicoterapeuta o, en algún caso, puede provenir de una grabación que el profesional
considere adecuada a sus objetivos. Las técnicas activas, son aquellas en las que el
paciente toca instrumentos de manejo sencillo o percute en el propio cuerpo, se mueve,
danza, canta, es decir, se expresa activamente a través de la música.

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Resultados

Autodeterminación
50
40
30
pretest
20
postest
10
0
M. J. P. C. J.M. J.C.

Bienestar emocional
44
42
40
38 pretest

36 postest
34
32
M. J. P. C. J.M. J. C.

Bienestar material
50

40

30
pretest
20
postest
10

0
M. J. P. C. J.M. J. C.

Bienestar 2sico
50
40
30 pretest
20
postest
10
0
M. J. C. P. C. J.M. J. C.

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Relaciones interpersonales
50
40
30 pretest
20
postest
10
0
M. J. P. C. J.M. J. C.

Desarrollo personal
50
40
30 pretest
20
postest
10
0
M. J. P. C. J.M. J. C.

Inclusión Social
50
40
30
20 pretest

10 postest
0
M. J. P. C. J.M. J. C.

Derechos
44
43
42
41 pretest
40 postest
39
38
M. J. P. C. J.M. J. C.

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Análisis de resultados

Según los resultados obtenidos se procedió al análisis de dicha información


clasificándola por variables, destacando aquellos casos individuales que se consideraron
reseñables. Cada una de las competencias fue evaluada a través de 12 ítems con cuatro
posibilidades de respuesta: nunca, algunas veces, frecuentemente o siempre.

La primera variable puntuada es la autodeterminación, considerada como la


toma de decisiones y la adecuada expresión de las preferencias del paciente.
Observamos que en la totalidad de los pacientes ha habido una mejora considerable, no
obstante destacan los casos de M. y P. en los que esta evolución positiva ha sido muy
significativa, pasando de “nunca” a “siempre” en varios ítems relacionados con la
capacidad de elección y las preferencias personales.

En el apartado de bienestar emocional se evalúa la existencia de un clima


favorable para la adecuada expresión emocional. Se registran las conductas observables
que expresen los estados emocionales de los pacientes y el adecuado apoyo
proporcionado por sus cuidadores en este ámbito. Todos los pacientes tienen una
puntuación mayor tras las sesiones, destacando M. y J.C.

Bienestar físico, en este apartado se alude a la realización de actividades y


ejercicios físicos adecuados a sus necesidades, a su adecuada higiene y a la atención y
tratamiento de las discapacidades sensoriales que puedan tener los pacientes. En
términos generales no se observan cambios significativos excepto en el caso de M.
registrando una mejora haciéndose evidente, incluso para sus cuidadoras que destacaron
que M. volvía menos distorsionadora en el aula.

No obstante, ha habido dos casos, P. y C. cuya puntuación ha sido levemente


inferior en el postest.

En el apartado de bienestar material se registra la puntuación en relación al


espacio físico del que disponen los pacientes, se evalúa el efecto de las ayudas técnicas
en el funcionamiento y la conducta de la persona y el uso de los materiales lúdicos que

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utilizan. En la siguiente variable, derechos, se valora si el paciente se siente tratado con


respeto en cuanto a su intimidad, su derecho de propiedad, su privacidad de información
y el propio conocimiento de su carta de derechos personalizada.

Se puede observar que ambas figuras muestran poca fluctuación en los


resultados. Sólo destaca M. en su evolución positiva en el bienestar material.

En cuanto a la valoración del desarrollo personal, las afirmaciones puntuadas


tienen relación con la oportunidad de desarrollar actividades de forma independiente, la
estimulación de su desarrollo en las áreas cognitiva, social, sensorial, emocional y
motora y la participación en diversas actividades. En esta ocasión, también se aprecia
mejora en todos los pacientes, destacando M. y J.C.

En relación a la inclusión social se mide el conocimiento de entornos diferentes,


la participación de actividades inclusivas del centro, el uso de entornos comunitarios y
las medidas específicas que se llevan a cabo para ofertar actividades relacionadas con
las necesidades de los pacientes. Requiere un análisis más detallado el caso de J.C., que
habiendo mejorado o mantenido su puntuación en el resto de variables, en esta ocasión
se observa un descenso significativo en sus resultados. En los ítems relacionados con el
disfrute de vacaciones en entornos inclusivos ha pasado de “siempre” a “nunca”, así
como en la participación de actividades en el centro. Este dato no corresponde con el
entusiasmo que mostraba en la actividad de musicoterapia a la que siempre asistía con
buena disposición participando en todas las actividades propuestas en las sesiones. Sin
embargo P., mejora considerablemente en su actitud y predisposición a participar en
actividades inclusivas propuestas por el centro. De hecho, las trabajadoras del centro
dieron a conocer un descenso significativo en la resistencia que ponía a la hora de ir a
las sesiones. Normalmente, cuando P. tenía que hacer alguna actividad que implicara
salir del aula, había que insistirle mucho. En el caso de musicoterapia asistió muy
dispuesto a partir de la segunda sesión.

Por último, se analizaron las relaciones interpersonales, cuyos ítems de medición


están basados en el correcto diseño de actividades que facilitan las interacciones
personales entre compañeros y con personas ajenas a su contexto cotidiano y las
medidas adoptadas para mejorar sus habilidades de comunicación. Todos los pacientes
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presentan una mejora significativa. Destacando, de nuevo, P. que vuelve a presentar la


mejora más significativa.

Discusión

Los datos obtenidos a través de la ficha de observación de conductas


significativas y de la autoevaluación de los participantes, aportaron feedbacks acerca de
cómo se vivió el proceso terapéutico.

Cabe destacar una mejora en los participantes a nivel de motivación, asistencia a


los encuentros, participación en las sesiones y en el ámbito emocional. Por otro lado la
mayor parte de los pacientes adquirió un rol dentro del grupo. Se observó también que
al término de cada sesión el nivel de ansiedad era menor que al inicio. Al término de las
sesiones los pacientes expresaban que se sentían más tranquilos, más relajados, se
olvidaban de los problemas y les ayudaba a estar más alegres. Este cambio de actitud
facilitó una mejora en sus habilidades sociales, hecho que a su vez, también aparece
reflejado en el estudio de Wingert (1972).

Por otro lado, el vocabulario emocional de los participantes se fue modificando,


ya que al comienzo de cada sesión se les preguntaba cómo se sentían en ese momento y
fueron sustituyendo a lo largo de las sesiones el simple “estoy mal”, por expresiones
más complejas y elaboradas como “me duele el dedo”, “he dormido mal”, concretando
el origen de su malestar, lo que permitió a los pacientes conocerse a sí mismos y poder
comunicarlo a los demás. Se puede relacionar esta mejora con la dificultad en la
expresión de las emociones primarias en los pacientes con discapacidad intelectual
(Hippolyte et al, 2008).

En las sesiones se utilizaron canciones, muchas de éstas creadas de forma


colectiva, a partir de palabras o frases propuestas por los pacientes y musicalizadas por
la musicoterapeuta. Dichas canciones hicieron que se generara un vínculo propiciando,
así, las condiciones adecuadas para la consecución de objetivos. Las letras de algunas de
éstas hacían referencia a los estados emocionales de los participantes, quienes tenían la

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opción de responder en un comienzo a través del lenguaje no verbal, por medio de la


improvisación con instrumentos musicales. Esto fue dando paso lentamente a que esas
respuestas se transformaran en respuestas verbales y en donde cada vez se comunicaba
con mayor claridad el contenido expresivo que éstas transmitían.

El clima emocional creado poco a poco, a lo largo del proceso, y la relación de


confianza en el grupo entre todos los miembros y las musicoterapeutas facilitaron que
surgieran situaciones relacionadas con la frustración, lo que originó una serie de
improvisaciones musicales, en las cuales los participantes se expresaron por medio del
sonido tanto de sus propias voces como a través de instrumentos musicales, y en donde
reflejaron temores y esperanzas frente a la frustración y la forma de enfrentarse a ella.
Este hecho fue clave en el trabajo y posterior desarrollo de su propia autoestima,
favoreciendo la relación entre los adultos. Ya Stephens (1983) subrayó la idea de cómo
la musicoterapia facilita la relaciones sociales en los grupos de adultos con
discapacidad.

Conclusiones

Los resultados deben ser tomados como datos exploratorios y destacamos la


utilidad que podría tener en futuras sesiones de musicoterapia; en ese sentido, el
instrumento no ha sido probado en cuanto a su validez y fiabilidad. Por otro lado, el
número de sesiones es escaso para determinar propiedades psicométricas de la
medición. Aún así, esta experiencia ha servido como primera aproximación a la
evaluación del área socioemocional en programas de musicoterapia, quedando por tanto
la idea de continuar la investigación en esta línea.

En futuras intervenciones sería conveniente mejorar la sistematización en la


recogida de estos datos, muy valiosos durante el proceso de intervención.

Deseamos incidir en la dificultad existente para registrar datos observacionales


en grupos de intervención terapéutica, donde un solo terapeuta debe atender a múltiples
aspectos a la vez. A pesar de haber grabado en vídeo todas las sesiones con el fin de
hacer análisis observacionales con más observadores y fuera del tiempo de la
intervención, se considera de gran importancia la presencia de un musicoterapeuta y un
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Pizarro, Yebra y Fernández Musicoterapia y discapacidad: una apertura emocional hacia una mejor calidad de vida

co-terapeuta en las sesiones. Este hecho facilita el trabajo terapéutico y permite centrar
más la atención en las necesidades de cada paciente.

Como se expresó anteriormente, se observó una mejora en las relaciones


interpersonales y en la conciencia de sí mismo favoreciendo el autoconcepto y la
autoestima. Ha sido a través de la comunicación verbal de los pacientes, de su relación
con el grupo y de su actitud durante las sesiones donde esta mejora ha sido muy
explícita.

Ya Wingert (1972), mencionado al comienzo de este estudio, señaló una mejora


en la comunicación y en el comportamiento social a través de la musicoterapia.

En los momentos de improvisación se observó sistemáticamente que los


pacientes sentían que ese momento les ofrecía la seguridad que necesitaban para
expresarse libremente, siendo escuchados y respetados por el resto del grupo lo que
como también señaló Stephens (1983) la improvisación mejora la relación entre adultos.

Estudios más recientes, Stern (1987) y Siegel (2001), subrayan la relación


directa que existe entre la competencia comunicativa no verbal y la importancia de la
relación interpersonal con la musicoterapia. Esta idea enlaza con nuestra experiencia
tras finalizar este estudio.

La musicoterapia influye de manera directa o indirecta sobre el bienestar


emocional (gratificación, disminución de estrés, autoconcepto), las relaciones
interpersonales (interacción, relaciones, apoyo emocional), el desarrollo personal
(educación, competencia personal, actuación), la autodeterminación (autonomía, valores
personales, elección), la inclusión social (integración en la comunidad, apoyo social) y
los derechos (igualdad).

Por último, señalar que si el periodo de aplicación del programa de


musicoterapia, hubiera tenido una mayor duración, hubiera favorecido el proceso
terapéutico así como la realización de conciertos, permitiendo a los asistentes
experimentar con instrumentos, acompañar canciones con instrumentos de percusión,
realizar preguntas y proponer canciones. Para finalizar y como propuesta
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Pizarro, Yebra y Fernández Musicoterapia y discapacidad: una apertura emocional hacia una mejor calidad de vida

complementaria a todo lo expuesto, se podría formar un coro, en el que participen las


familias de los pacientes, compartiendo e integrando así, de una manera aún más
significativa, la experiencia de la música con sus familias.

Agradecimientos
Las autoras agradecemos al Centro Miguel Montalvo de Ajalvir su cooperación y
esfuerzo constantes por facilitar la realización de nuestras sesiones de musicoterapia.
Mencionar, especialmente, a la coordinadora Lorena Balsalobre y a la psicopedagoga
del centro de día Cristina Pérez por su ilusión, disponibilidad y atención mostradas.
Y, por supuesto, a nuestro tutor Jose Fernando Fernández Company por su ayuda
incondicional y sus constantes muestras de apoyo.

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Recibido: 12/11/2016
Aceptado: 15/02/2017

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Sugerencia de cita:
Pizarro, V., Yebra, L. y Fernández, F. (2017). Musicoterapia y discapacidad: una apertura emocional
hacia una mejor calidad de vida. Revista de Investigación en Musicoterapia, 1, 106-126

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