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primera parte: periodos

14.3. el humanismo jesuita sobre las corporaciones, la iglesia incluida, y


Mario Ruiz Sotelo la promoción de una serie de reformas eco­nó­
micas que buscaban el desarrollo de la eco­
Los jesuitas constituyeron la expresión católi- nomía capitalista, para lo cual los jesuitas se
ca de la modernidad. El moderno Concilio de presentaban como un obstáculo que era preci-
Trento, desarrollado entre 1545 y 1563, forjó la so erradicar. Esto nos permite explicarnos el
respuesta a la Reforma protestante, generan- famoso decreto de expulsión de 1759 (en Bra-
do, más que una contrarreforma, una funda- sil) y de 1767 (en la América hispánica). Fue-
ción del catolicismo que buscaba generar una ron unos 2 500 jesuitas los que partieron de
nueva manera de interpretar el mundo, amén América. Ahora bien, fue este éxodo, paradóji-
de reposicionar y mantener la hegemonía de la camente, lo que propició el desarrollo de la
iglesia del sur de Europa. Para ello era necesa- generación de humanistas jesuitas america-
rio replantear los fundamentos de la doctrina, nos más significativa de la historia. Se cerraba
sus formas de comunicación, de organización, así el ciclo de una forma de entender al ser
la propia idea de Dios, que ahora debían con- humano y su entorno desarrollada a lo largo
seguir acomodo en una circunstancia históri- de dos siglos y medio. Para observar de cerca
ca definitivamente nueva. Fue justamente ese la urdimbre de este pensamiento podemos ubi-
giro moderno tridentino el factor que otorgó car algunos de sus dinamismos: su carácter de
razón de ser al carácter y sentido de la praxis humanismo moderno americano, el plantea-
de los jesuitas. Esta orden, nueva y renova­do­ miento comunitario, sus nociones de antropo-
ra, adquirió de inmediato pretensiones cris­ logía filosófica, su filosofía política y finalmente
tianizantes (consideradas a la par como “civi­ el planteamiento histórico que aportan.
lizatorias”) con un carácter ecuménico, por
razones obvias, nunca antes vistas, y fue sin Humanismo jesuita americano: Unus non
duda en América y en Asia donde encontró las sufficit orbis
condiciones de posibilidad más factibles para
darle vida a su proyecto. Justo cuando se desarrollaba el Concilio de
La orden de los jesuitas se desarrolló en Trento tenía lugar en Valladolid la famosa po-
medio de una serie de particularidades, que si lémica entre Bartolomé de Las Casas y Juan
en un momento la hicieron privilegiada, en Ginés de Sepúlveda, punto culminante de una
otro significaron su persecución. Llevó a cabo serie de discusiones en torno a la naturaleza
su misión educativa lo mismo para los criollos del indio y al derecho de la conquista colonial
blancos que en las localidades donde habita- y, por ende, a la naturaleza de lo humano en el
ban indígenas plantadores; fue dueña de enor- sentido más amplio que jamás se había conce-
mes propiedades y, además, era el brazo pri­ bido. Como es bien sabido, Sepúlveda argu-
vilegiado de Roma, razón por la cual podía mentaba que el indio poseía una racionalidad
ser especialmente reacia a efectuar el pago de inferior y su consecuente incapacidad para go-
diezmos a la corona española (concesión que bernarse por su cuenta; Las Casas, por el con-
hace válida hasta 1750). Pero, irónicamente, trario, defendía la racionalidad plena de los
la misma corona estaba posesionada de una indios y la dimensión ontológica igualitaria de
serie de facultades especiales otorgadas por la todos los seres humanos. Los conceptos de Se-
propia Roma desde los inicios de la coloniza- púlveda estaban construidos sobre la base de
ción americana, entre las que destaca el Real una idea moderno renacentista donde la pleni-
Patronato de Indias, por medio del cual el mo- tud del ser humano se alcanzaba por el ejerci-
narca hispano podía designar prelados y vigi- cio de los valores de cuño occidental que ame-
lar las actividades eclesiásticas, originando el ritaban imponerse en aras de la civilización.
regalismo por el cual se esbozaba ya la posibi- Se trata de un humanismo europeo. Las Casas,
lidad de un conflicto futuro. Y tal fue desatado en cambio, encontraba en la cultura indígena
por las reformas establecidas por Carlos III una legitimidad propia que sólo podía modifi-
(1716-1788) en la segunda mitad del siglo xviii, carse mediante el diálogo. Se trata de un hu-
cuando el estado español es refundado bajo manismo moderno americano. Esta forma de
los principios del despotismo ilustrado fran- entender el humanismo había sido cons­truida
cés, mismo que demandaba, en el plano polí- durante alrededor de medio siglo por diferen-
tico, la primacía de los intereses del monarca tes miembros de las órdenes mendicantes, y
la ilustración del siglo xviii 155

expresó su madurez filosófica en Valladolid. autor hace ilustrar su libro con un galeón em-
Los jesuitas retoman esa herencia y buscan blemático de los jesuitas, con el texto Unus
profundizarla en el desarrollo de sus misiones, non sufficit orbis (Un mundo no es suficiente).
frecuentemente asentadas en los lugares de Esa idea bien puede sintetizar la noción hu-
mayor dificultad de acceso para los europeos. manista de los jesuitas. La misión de descu-
La ventaja que tendrán respecto a sus correli- brir los muchos mundos que habitan el mun-
gionarios se encuentra en que hicieron a un do. La necesidad de encontrar la universalidad
lado la vida conventual y enfatizaron su prepa- del ser humano más allá de la modernidad
ración intelectual, rasgos que complementa- europea.
ron con el carácter específico de su espíritu
misionero en América. Su humanismo, pues, El comunismo jesuita
debe ser entendido como necesariamente al-
ternativo, crítico moderno de la modernidad La idea del Nuevo Mundo trajo consigo la exi-
dominante y dirigido a la construcción de una gencia de concebir de otro modo las relacio-
sociedad americana siguiendo un derrotero di- nes humanas. Pero si se pretendía que ese ideal
ferente del desarrollado en Europa. El interés se convirtiese en realidad, había que comen-
por la naturaleza, la historia, la realidad de los zar desde la forma de establecer contacto con
pueblos indios generará, en términos de Dus­ los nativos del continente. Si los medios eran
sel,1 un contradiscurso de la modernidad, el la invasión, la guerra y la aniquilación de la
descubrimiento de la cara desconocida, domi- población oriunda, no se podía esperar sino
nada, ignorada por el mundo Europeo, recién la prolongación de la vieja Europa sobre nue-
convertido hegemónico. vas tierras. Bartolomé de Las Casas diseñó en
La Historia natural y moral de las Indias 1515 un proyecto de colonización alternativa
(1590) de José de Acosta (1540-1600) puede en el que proponía establecer una colonia de
considerarse como el texto fundador del hu- labriegos españoles que conviviera con los in-
manismo jesuita americano. Si bien la obra dígenas en sus pueblos bajo reglas comunita-
se basa en la Historia de las Indias de la Nueva rias, medio que propiciaría una evangelización
España e islas de tierra firme de Diego Durán, libre. Según una hipótesis reciente, un borra-
Acosta consigue introducir una serie de expli- dor de ese texto, presentado en 1516 y cono­
caciones causales de corte racional moderno cido como Memorial de los catorce remedios,
para dar cuenta de la realidad americana, pudo haber sido enviado con antelación a la
como cuando señala, en el título de su ca­pí­ corona, y en él fungía como consejero real
tu­­­lo 20, que “es más conforme a la buena ra- Erasmo de Rotterdam, quien pudo remitirlo
zón pensar que vinieron por tierra los prime- a Tomás Moro, autor que justamente ese año
ros pobladores de Indias”, lo mismo que en publicó su libro Utopía. Ese afán utópico bien
su negación de que provenían los indígenas puede ser, pues, de matriz netamente ameri-
de los judíos o su refutación de la vieja creen- cana, tanto en su diseño como en su propó­
cia aristotélica sobre lo inhabitable de la zona sito de practicarlo, primero por las órdenes
tórrida. Acosta se adhiere a la corriente que mendicantes en su época de oro de evangeli-
buscaba demostrar que América y sus habi- zación (1523-1573) y después por los jesuitas,
tantes originales debían ser comprendidos quienes se apropiaron del diseño en tal forma
con herramientas de análisis definitivamente que sería finalmente una de las causas de su
nuevas, que su humanidad debía ser com- expulsión.
prendida aparte, como una alteridad, dicho Sin duda la más emblemática de sus mi­
en términos de Levinas. En el libro del jesuita siones fue la desarrollada en la selva de Para-
brasileño Simão de Vasconcellos (1597-1671), guay, donde los principios de la orden se mos-
Chronica da Companhia de Jesu do estado do traron capaces de eficacia. La particularidad
Brasil (1663), donde el naciente orgullo pa- de la iniciativa comienza desde las instruccio-
triótico motiva el planteamiento de que ese nes que para el particular mandó el propio
territorio podría ser el paraíso terrenal ­—idea Felipe III en 1609: “Aun cuando hubiere fuer-
contemplada antes por el propio Colón—, el zas bastantes para conquistar dichos indios,
no se ha de hacer sino con sola la doctrina y
1
La noción de contradiscurso de la modernidad está predicación del Santo Evangelio, valiéndoos
ampliamente expuesta en Dussel, E., 1998. de los religiosos (de la Compañía de Jesús)
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que han ido para este efecto”.2 No es que el rey español José Sánchez Labrador (1716-1798)
tuviera hondas convicciones pacifistas, sino argumenta en su Paraguay católico (1774),
que no había disponibilidad de recursos para elaborado en el exilio italiano, la defensa de
asistir en forma armada a los misioneros. Y las ya extintas misiones, señalando que su li-
los propios jesuitas, en otras ocasiones, no ne- bro “tendrá por fruto el conocer la injuria que
cesariamente desdeñaron el apoyo armado. se hace a tales indios, y a sus misioneros, en
Sea como fuere, en este caso se cristalizaba el suponerlos faltos de enseñanza y de aplica-
anhelo lascasiano de conversión racional, aho- ción a las artes útiles a la sociedad” (ibid.,
ra bajo la tutela jesuita, convirtiendo ésta en 1993, p. 45). La estructura de las dichas misio-
una misión ejemplar en la que se excluiría la nes, por supuesto, chocaba con la organiza-
violencia y la presencia de españoles, dejando ción del trabajo en las encomiendas, la mita y
a los religiosos en libertad para desarrollar su las haciendas, lo que generó la hostilidad de
proyecto. Existe una relación de los hechos los españoles de Asunción. Más allá, los trafi-
escrita por el limeño Antonio Ruiz de Monto- cantes de esclavos de São Paulo atacaron di-
ya (1585-1652), quien mostró que se forjó la rectamente la misión en 1628, a lo que jesuitas
estructura de la misión entre 1612 y 1637. En y guaraníes pudieron sobrevivir, y se autorizó
su libro La conquista espiritual hecha por los a partir de entonces que los propios indios hi-
religiosos de la Compañía de Jesús en las pro­ cieran uso de las armas. El golpe verdadera-
vincias de Paraguay, Paraná, Uruguay y Tapé mente mortal vendría poco más de un siglo
(1639), narra las vicisitudes que representó el después, cuando se pactó el tratado hispano-
desafío de convertir a los entonces conside­ lusitano de 1750, según el cual siete misiones
rados indómitos guaraníes. El autor detalla serían intercambiadas por una fortaleza por-
cómo se fueron formando las reducciones que tuguesa, motivando el levantamiento guaraní
se establecieron en la zona; describe las cos- —cuya promoción se adjudicó a los jesuitas—,
tumbres de los indígenas y su proceso de que fue reprimido y sirvió como uno de los
transformación mediante la prédica evangéli- pretextos para justificar la expulsión de 1767.
ca, así como por el método de enseñanza de En realidad, la lógica del despotismo ilustra-
lectura y escritura en la propia lengua guara- do precisaba desmantelar el experimento je-
ní, misma que fue estudiada y articulada en suita en aras de la promoción de la incipiente
caracteres latinos por él mismo. El aprendiza- ideología de la burguesía española de la mo-
je de la lengua oriunda era un requisito para dernidad madura. Desde otra perspec­tiva, lo
la evangelización, y su estudio y codificación que puede apreciarse es el enfrentamiento de
implicaba justamente la preservación de uno dos formas de interpretar y desarro­llar la
de los caracteres básicos de las comunidades modernidad,3 en el que fue vencido el proyecto
indígenas. Por otra parte, los misioneros par- alternativo latinoamericano por el del estado
ticipaban activamente en la construcción co- ilustrado defendido por los borbones.
munitaria, según lo refiere un testimonio de
1614 en la propia zona guaraní: “Todo esto se La antropología filosófica del humanismo
ha levantado mediante los increíbles trabajos jesuita
del padre Roque González (1576-1628). Él mis-
mo en persona es carpintero, arquitecto y al- La discusión en torno a la naturaleza del ser
bañil; maneja el hacha y labra la madera, y la humano oriundo del continente americano
acarrea al sitio de la construcción, enganchan- comenzó apenas poco después del descubri-
do él mismo, por falta de otro capaz, la yunta miento. Fue el propio Colón quien organizó la
de bueyes. Él hace todo solo” (Congreso Inter- trata de esclavos indígenas, disposición que a
nacional de Historia, La Compañía de Jesús en la postre le significaría su distanciamiento con
América, 1993, p. 43). Las misiones jesuitas se la corona. En su Historia general y natural de
desarrollaban al margen de los intereses del las Indias —redactada hasta 1548—, el enco-
resto del virreinato, cristalizando así, en for- mendero Gonzalo Fernández de Oviedo seña­
ma parcial, la idea de la monarquía indiana la que los indios “[no] tienen las cabezas como
referida por Torquemada. El jesuita de origen otras gentes, sino tan gruesos y rescios cascos,

2
­ Citado en <www.gratisdate.org/nuevas/arquetipos/ 3
La hipótesis se desarrolla con amplitud en Eche­
ruizmontoya.htm>, p. 3. verría, B., 2000.
la ilustración del siglo xviii 157

que el principal aviso que los cristianos tienen buscan responder los planteamientos hegemó-
cuando con ellos pelean […] es no darles cu- nicos, buscando exhibir la debilidad argumen-
chilladas en la cabeza, porque se rompen las tativa de su contraparte mediante una reflexión
espadas […] Así como tienen el casco grueso, filosófica paralela, en la que tuvieron un papel
así tienen el entendimiento bestial” (Fernández protagónico los jesuitas expulsos.
de Oviedo, G., 1945, p. 228). Semejante for­ma Las distintas historias elaboradas por los
de concebir a los indios adquirió nivel de ar- jesuitas frecuentemente enfatizan su finalidad
gumento filosófico en el ya citado Gi­nés de de elaborar un contraargumento a los señala-
Sepúlveda, quien, después de llamarlos “ho­ mientos europeos. La Historia geográfica, na­
múnculos”, los calificó bajo el estigma aristo- tural y civil del reino de Chile (1776), iniciada
télico de “esclavos por naturaleza”. La idea de en Santiago y concluida en el exilio de Bolo-
que los indios americanos tenían una raciona- nia por el jesuita Juan Ignacio Molina (1740-
lidad, una humanidad inferior, era una creen- 1829), se constituyó en un alegato planteado
cia común en Europa, como lo hace ver José en términos científicos y con juicios de mayor
de Acosta en las postrimerías del siglo xvi, valor epistémico debido al ingrediente empíri-
cuando aclara que uno de sus objetivos para co de sus observaciones, contrapuestas a las
escribir sobre las costumbres de los indios es valoraciones meramente especulativas de sus
“deshacer la falsa opinión que comúnmente contrapartes europeas. El novohispano Pedro
se tiene de ellos, como de gente bruta, y bes- José Márquez (1741-1820), exiliado en Roma
tial […] Del cual engaño se sigue hacerles mu- tras la expulsión, escribe en el prólogo de su
chos y muy notables agravios” (Acosta, J. de, texto Dos monumentos antiguos de arquitectu­
1962, p. 280). El juicio es sencillo y directo: la ra mexicana (1804) referidos a Tajín y Xochi-
concepción del indio como inferior no es sino calco, una velada crítica a las hipótesis an-
una estratagema para justificar su explota- tiamericanistas: “[…] la verdadera filosofía no
ción. Así, pues, el estudio de la historia, la len- conoce la incapacidad de ver a un hombre, o
gua y las tradiciones de las culturas indoame- porque sea nacido blanco o negro, o porque
ricanas bajo la idea de encontrar en ellas una esté educado bajo los polos, o bajo la zona
civilidad alternativa implicaba un inicio de tórrida. Dada la conveniente instrucción, en to­
deslegitimación del sistema de dominación dos los climas el hombre es capaz de todo”
ejercido sobre ellas, llevando impreso el ger- (Márquez, P.J., 1972, p. 129), enfatizando así
men descolonizador. el carácter discriminatorio y antifilosófico de
El prejuicio europeo contra los indios te- los referidos razonamientos europeos. José
nía hondas implicaciones económicas, políti- Sánchez Labrador, expulsado —como hemos
cas así como filosóficas, pues sugería un dis- dicho—, de la misión de Paraguay, observa
tingo antropológico que suponía diferencias que no era un asunto referido a diferencias de
sustanciales entre los diferentes grupos del gé- aptitudes, sino de valores culturales; así lo
nero humano, o particularmente entre euro- plantea en su libro El Paraguay natural ilustra­
peos y americanos. El surgimiento del mo­ do: “Nuestros ojos acostumbrados a otros ob-
vimiento ilustrado en Europa, por su parte, jetos hallan deformidad en la misma gracia
estuvo lejos de arrojar luces para entender más natural de los indios. Fuera de que tal cual
cabalmente el problema. Por el contrario, lo fealdad que aprendemos en ellos no proviene
único que consiguió fue pretender darle una del clima y de su peculiar temperamento, sino
explicación más racional que convirtiera las di- de sus usos y costumbres. De éstas se origina
ferencias en insalvables. Grandes pensadores el pelarse las cejas o pintarse de varios modos
de la época, como Pauw, Robertson o Buffon, y colores […] al modo que lo hacían los anti-
así como Montesquieu, Kant o posteriormente guos Britanos y otros pueblos […] A ellos les
Hegel, arroparían la idea de inferioridad con la parecen realces de belleza lo que a nosotros
de “inmadurez”, buscándola explicar lo mismo rasgos de fealdad bárbara” (Congreso Interna­
por determinantes geográficos que por el im- cional de Historia, 1993, p. 328). Se precisa,
pulso de la historia, pero arrojando por igual la pues, aplicar una actitud hermenéutica que
sugerencia de un dominio necesario e inevita- permita comprender al otro a partir de sus
ble de los europeos sobre los americanos, no propios valores estéticos, de su circunstancia
yendo mucho más allá de los juicios de Sepúl- histórica que, por otra parte, no necesaria-
veda. Es en ese contexto donde los americanos mente es discrepante con lo que ha podido ver-
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se en otros pueblos de la misma Europa (como pósitos son efecto de un ciego y excesivo pa-
lo había demostrado Las Casas en la Apologé­ triotismo, que les ha hecho concebir ciertas
tica). Los indios requerían ser comprendidos imaginarias preeminencias de su propio país
a partir de su propio horizonte cultural y ello sobre todos los otros mundos” (ibid., p. 455).
sólo era posible si se observaba su alteridad. Es el eurocentrismo la clave para entender las
Es necesario, pues, diciéndolo en términos su- irracionales conclusiones presentadas como
geridos por Dussel, comprender la pretensión científicas. El determinismo de los ilustrados
universal de verdad impresa en la vida de las europeos palidece y es expuesto como ideolo-
comunidades, requisito indispensable para es­ gía que encubre las condiciones de vida de los
tablecer un diálogo auténtico con ellas y ge­ indios. La evaluación expuesta muestra una
nerar una pretensión universal de validez, en condición epistémica superior a la de la Ilus-
términos habermasianos.4 El objetivo no era tración europea, y nuestro autor lo sabe: “Des-
absorberlos en la totalidad de Occidente, sino pués de una experiencia tan grande […] pro­
entablar con ellos un diálogo para cristianizar­ testo a Paw [sic] y a toda Europa que las almas
los, entendiendo que, como natural producto de los mexicanos en nada son inferiores a las
del mismo, su nueva religión no sería incom- de los europeos”, agregando que es la falta de
patible por lo menos con cierta parte de sus educación y “la vida miserable y servil” lo que
usos y costumbres. explica el atraso y el incipiente desarrollo (ibid.,
La Historia antigua de México (1781), de p. 519). La noción de igualdad manejada por
Francisco Xavier Clavijero (1731-1787), se Clavijero se hunde en un plano más radical que
presenta de plano como un enfrentamiento la igualdad de derechos discutida entonces en
directo contra los constructores de las ideas Europa, buscando atajar la idea de la inferiori-
antiamericanas, particularmente Pauw, in- dad antropológica y explicando las desigualda-
cursionando lo mismo en el plano naturalista des mediante un razonamiento de corte social.
que en la antropología filosófica, acaso el ám- Los negros también fueron defendidos por
bito en el que ofrece las reflexiones más des- el humanismo jesuita del xviii. Francisco Ja-
tacables.5 Advierte que su defensa se concen- vier Alegre (1729-1788), siguiendo, como Cla-
trará fundamentalmente en los indios de su vijero, la línea iniciada por Las Casas, da
tiempo “pues éstos son los más injuriados y cuenta de la injusticia cometida en el tráfico
más indefensos” (Clavijero, F.X., 1991, p. 503). de esclavos organizado a partir de las colo-
Ante la al­ta mortandad de indígenas, atribui- nias africanas, como lo señala en sus Institu­
da por Pauw a la supuesta debilidad de su tionum theologicarum (1789-1791): “siendo así
constitución física, Clavijero contesta con un que estos etíopes ni son esclavos por su naci-
juicio con­tundente: “Como perecieron aque- miento, ni por sí mismos o por sus padres fue-
llos 200 mil americanos hubieran perecido ron vendidos por causas de urgente necesidad
200 mil prusianos si hubieran sido obligados […] después de que los europeos establecie-
a caminar 100, 125 y más leguas con cuatro ron aquel comercio […] síguese que esa escla-
arrobas a cuestas […] si no se les hubiera da­ vitud es del todo injusta e inicua” (Méndez
do una mezquina comida para resistir la fa­ Plancarte, G., 1991, p. 56). Nuevamente ve-
tiga” (ibid., p. 509). La diferencia no parecía mos que se argumenta a partir de la alteridad,
estar en la constitución física, sino en la canti- de las víctimas y en contra del sistema de do-
dad de trabajo que había entre unos y otros, o mino que tiene su centro en los países euro-
dicho en otros términos, en la explotación que peos, a los que se acusa de ejercer una práctica
se hacía del trabajo de los indios, la cual pro- ajena al derecho, tema sobre el cual tampoco
piciaba su miseria y explicaba su muerte tem- llegaban las luces ilustradas del viejo conti-
prana. Nuestro autor evidencia paulatinamen- nente, pero que era perfectamente visible para
te la lógica argumentativa de sus adversarios y el humanismo americano.
encuentra un punto donde explicar el sentido
de sus ideas: “Estos y otros semejantes despro­ Humanismo jesuita y filosofía política

A principios del siglo xvi los teóricos políticos


4
Aplicamos esta interesante distinción conceptual
en Dussel, E., 1998, cap. 1. luteranos fundamentaron el poder absoluto
5
Se hace un planteamiento digno de consideración de los reyes, buscando legitimar su autoridad
en este sentido en Beuchot, M., 1992b. en los preceptos bíblicos. Como reacción ante
la ilustración del siglo xviii 159

ello se planteó la necesidad de articular una ve a su propio bien, haya también quien pro-
renovación de la escolástica, planteándose con mueva el bien común de la multitud […]
especial vigor en la Universidad de París, te- causábanse mutuamente injurias y daños en
niendo como principales promotores a John una guerra de todos contra todos que Hobbes
Maior, Jaques Almain y posteriormente a Fran- llamó cuasinatural […] Fue pues necesario
cisco de Vitoria. Esta corriente apuntala al que vivieran reunidos en sociedad y congre­
pueblo como fuente última de legitimidad, de- gados bajo una autoridad, que mantuviera a
sarrollando las ideas de la igualdad natural, la todos en el cumplimiento de su deber” (ibid.,
necesidad del consenso y la justicia en el ejer- p. 48). En este punto nuestro autor ha con­
cicio del poder. Tales argumentos fueron defen- seguido asimilar nociones semejantes a los
didos y enriquecidos con la experiencia ame­ juicios ilustrados europeos, aunque mantiene
ricana de manera enfática por Bartolomé de una distancia importante. Si observamos con
Las Casas en varios de sus escritos, así co­mo atención, alude a un “interés privado”, que no
por uno de sus discípulos, el agustino Alonso necesariamente a la “propiedad privada”, co­
de la Vera Cruz, quien la expone desde la cáte- mo se aprecia, por ejemplo, en Locke. Siguien-
dra inaugural misma ­—en la Real y Pontificia do la lógica trazada, se apoya en Grocio para
Universidad de México— con su famoso trata- desechar la idea de que la sociedad civil tiene
do De dominio infidelium et iusto bello (1553). origen divino, y sentencia a modo de conclu-
Después del Concilio de Trento los jesuitas se sión: “Todo imperio, de cualquier especie que
convirtieron en sus principales exponentes, es­ sea, tuvo su origen en una convención o pacto
pecialmente desde que uno de sus distingui- entre los hombres” (ibid., p. 49). Así, mediante
dos teóricos, Francisco Suárez, publicara en un extenso análisis teórico, Alegre exponía
1612 De legibus, motivando así que en las es- una teoría contractualista propia del pensa-
cuelas de la Compañía se difundieran abier­ miento republicano hispanoamericano y ca-
tamente esas ideas, lo que se hizo común lo paz de ponerse a tono con su momento histó-
mismo en el Río de la Plata (Furlong, G., 1952, rico, en el que se presagiaba ya la posibilidad
pp. 201-223) que en Perú o México. Entre los de la independencia.
jesuitas expulsos del siglo xviii nuevamente La lógica de continuidad de dichas ideas
destaca en este rubro Francisco Javier Alegre, fue explícitamente desarrollada por el jesuita
quien en su extensa obra Institutionum theo­ expulso peruano Juan Pablo Viscardo y Guz-
logicarum se hace partícipe directo de la ya pa­ mán (1748-1798), quien en su Carta dirigida a
ra entonces vieja doctrina cuando refiere: “[…] los españoles americanos, publicada en 1799,
para que los hombres sufran alguna disminu- elabora una invectiva en favor de la indepen-
ción de la natural libertad que todos por igual dencia de todas las colonias hispanoamerica-
gozan, menester es que intervenga su consen- nas acompañada de un análisis político, en el
timiento —expreso, tácito o interpretativo— que aparecen los principios propios del repu-
[…] La desigualdad, por tanto, de ingenios no blicanismo hispano al lado de varios concep-
pudo por sí sola dar derecho a mandar” (Mén- tos propios de la Ilustración europea. Acusa a
dez Plancarte, G., 1991, pp. 44-45). Explícita- los reyes, en particular a Felipe II, de violar el
mente, Alegre menciona la disputa Sepúlve­ pacto constitucional: “Era pues un artículo
da-Las Casas tomando partido por defender la fundamental de la Constitución de Aragón,
igualdad sustancial del ser humano, que, ya que si el rey violaba los derechos y privilegios
vimos, tiene para el caso americano una signi- del pueblo, el pueblo podía legítimamente ex-
ficación de mayor profundidad que para el trañarlo, y en su caso nombrar otro” (Viscar-
europeo. Esa noción igualitaria es la que ex- do y Guzmán, J.P., 2004, p. 83), de lo que
plica la necesidad del consentimiento, siendo resul­ta ser un gobierno tiránico para los vi-
éste y no una supuesta desigualdad innata la rreinatos americanos, que invita a los criollos
fuente de legitimidad política. Alegre combina a buscar su independencia.
su idea contractualista con algunos principios
de clara inspiración suareciana, que completa Hacia una nueva idea de la historia
con el propio Hobbes: “porque no basta la
multitud desorganizada para constituir una Los jesuitas expulsos se dieron a la tarea de ela-
sociedad civil; sino que es menester que, ade- borar una serie de historias regionales que te-
más del interés privado que a cada quien mue- nían por finalidad enriquecer la historia mun-
160 primera parte: periodos

dial. La experiencia de sus misiones los llevó a hay un mundo clásico, sino dos o más. Tal vez
conocer formas de vida natural, de organiza- aquí se cumplía uno de los principales objeti-
ción comunitaria, tradiciones, pueblos que da- vos de la presencia jesuita en América. En
ban cuenta de ese mundo alternativo tras el efecto, si un mundo no es suficiente, tampoco
cual habían partido siglo y medio antes. Así, las lo es una sola historia.
historias jesuitas pretendían constituirse justa- Ahora bien, puede cuestionarse la necesi-
mente en la historia de otro mundo. dad de, al fin de cuentas, precisar siempre del
La ya citada Historia antigua de Clavijero ejemplo europeo para buscar la ponderación
constituye un estudio sistemático en el que se de lo indígena y de lo americano en general.
da cuenta de la genealogía del pueblo mexica, Eso tiene su explicación en dos razones: pri-
haciendo uso de la amplia gama de historiado- mera, la hegemonía de la cultura europea, si-
res que habían tratado el tema en siglos pasa- tuación que la hace imprescindible, y segunda,
dos y de los propios conocimientos del autor, que si bien se le demanda, a final de cuentas es
que dominaba desde niño la lengua náhuatl. para subsumirla, porque el resultado es un pa-
Ante los juicios degradatorios en torno a los sado americano con un significado clásico,
indios de su tiempo, el rescate de su pasado semejante al europeo pero auténtico e inde-
glorioso se presentaba como la mejor prueba pendiente, lo que forja la necesidad de romper
reivindicarlos. Siendo así, Clavijero recaba los con el esquema histórico eurocéntrico y gene-
principales elementos culturales propios de rar una idea global de la historia mundial y de
los pueblos nahuatlatos y los compara con los la americana en particular a partir de su pro-
de las grandes civilizaciones europeas, dando pia lógica, entre la que se pueden encontrar
por resultado que se encontraban entre ambos diferencias pero también semejanzas.
más semejanzas que diferencias, aventajando Una de las más elocuentes búsquedas del
en ocasiones los mexicas a sus pares europeos. pasado indígena es protagonizada por el jesui-
Así, la educación proporcionada a sus habitan- ta quiteño Juan de Velasco (1727-1792), quien
tes por los griegos y los mexicas era equipara- en su extensa Historia del reino de Quito (1789)
ble, aunque con sus diferencias: “Los griegos buscó dar cuenta tanto de las particularidades
se aplicaban más a ilustrar la mente, los mexi- de la naturaleza del lugar como del origen de
canos a rectificar el corazón […] enseñaban a sus habitantes. Basado en elementos tradicio-
sus hijos, juntamente con las artes, la religión, nales, presentó al cacique Carán Scyri como
la modestia, la honestidad, la sobriedad […]” fundador del reino de Quito, prohijando una
(Clavijero, F.X., 1991, p. 555). Había una gran monarquía paralela a la inca, hecho cuestiona­
conciencia ética que sólo se conseguía a través do posteriormente, pero que sirvió para otor-
de una disciplina altamente estricta, testimo- garle una cierta autenticidad identitaria a la
nio ciertamente común en los cronistas del xvi. región. Además, pretende corregir a Acosta en
Pero tal aspecto no significaba la ausencia del torno a la idea de que los incas no conocían el
ejercicio del pensamiento, y para demostrarlo concepto de “ente supremo”, asegurando lo
nuestro autor recoge la historia de Fernando contrario y sosteniendo que “algún apóstol”
de Alva Ixtlixóchitl con respecto a Nezahualcó- pu­do haber predicado en la zona (Velasco, J.
yotl, quien desarrolló decenas de poemas, mu- de, 1981, p. 35), haciéndose partícipe de una
chos de ellos dedicados al “Creador del Cielo”, vieja corriente que sugería la presencia del
lo que le lleva a afirmar que “Tezcoco era, por após­tol santo Tomás en el continente, argu-
decirlo así, la Atenas del Anáhuac, y Nezahual- mento inverosímil pero que cumplía su come-
cóyotl el Solón de aquellos pueblos” (ibid., p. tido de hacer asimilable el pasado indígena.
115). El resultado es obvio: tras la equipara- Otro jesuita novohispano exiliado en Italia
ción, la cultura náhuatl resulta análoga a la fue Andrés Cavo (1739-1803), quien elaboró
griega; semejante, pero diferente. Generada y una historia concentrada en el periodo virrei-
desarrollada fuera del sistema del que la civili- nal bajo el título Anales de la Ciudad de México
zación helénica es producto y productora, la desde la conquista española hasta 1766, publi-
cultura mexica posee una dignidad suficiente cada hasta 1836. Se trata de un texto crítico de
para considerarla clásica.6 Así, resulta que no la presencia española, particularmente en las
primeras décadas de su estancia, ejerciendo
6
Se presenta un análisis indispensable sobre esta sus juicios frecuentemente apoyado en la auto­
cuestión en Villoro, L., 1987. ridad de Bartolomé de Las Casas. Es digno de
la ilustración del siglo xviii 161

notoriedad su apología de la figura de Cuauh­ españoles, son los auténticos herederos de los
témoc, a quien presenta como legítimo rey conquistadores, y la muestra del carácter ile-
mexica. Enfatiza la dignidad de su resistencia gítimo del gobierno virreinal es que los here-
subrayando su martirio y muerte a manos de deros de sus fundadores viven al margen de
Cortés, luego de considerar su ejecución como sus beneficios y ejercicio.
“uno de los hechos más bárbaros en la histo- Hemos presentado a autores jesuitas repre-
ria” (Méndez Plancarte, G., 1991, p. 87). Tal sentativos de diferentes interpretaciones histó-
ponderación de Cuauhtémoc es significativa ricas que se nos presentan como contradic­
porque uno de los argumentos favoritos para torias. Velasco y Clavijero muestran un pa­sado
legitimar el gobierno hispano en México fue la indígena al que puede calificarse de clásico;
supuesta delegación pacífica del poder que le como los criollos son americanos, al igual que
habría hecho Moctezuma a Cortés, hecho acep- los indios, las hipótesis antiamericanistas tam-
tado por Clavijero mismo. Por lo tanto, el re- bién les incumbían, de lo que se infiere que el
conocimiento de la legitimidad de Cuauhté- pasado rescatado también puede ser su pasa-
moc implicaba acusar la presencia española do. Lo español comienza a ser prescindible.
como producto de la sola violencia, y por en­ En Cavo tenemos un pasado español con un
de, con fundamento ilegítimo. origen y ejercicio despótico del poder en rela-
Finalmente destacaremos a Juan Pablo Vis­ ción con los indios. Eso lo hace prescindible. Y
cardo y Guzmán, quien en su ya referida Carta con Viscardo observamos a los criollos margi-
dirigida a los españoles americanos otorga una nados de los beneficios del gobierno que ellos
interpretación histórica ciertamente peculiar. prohijaron. Lo español también es prescindi-
A semejanza de Cavo, también plantea críticas ble. Probablemente sea ése el elemento inscri-
a la presencia hispánica en América, aunque to en los dinamismos del humanismo jesuita.
va mucho más lejos: “[…] nuestra historia de Las interpretaciones pueden tener enfoques
tres siglos acá […] se podría reducir a cuatro diferentes, pero un punto de convergencia: to-
palabras: ingratitud, injusticia, servidumbre y dos sus caminos llevan a la independencia.
de­solación” (Viscardo y Guzmán, J.P., 2004,
p. 73). El pasado virreinal comienza a ser per- bibliografía: Acosta, J. de, 1962; Beuchot, M.,
cibido como una larga noche oscura producto 1992b, 1996b; Brading, D., 1991; Clavijero,
de un ejercicio tiránico del poder. Y la mues- F.X., 1991; Congreso Internacional de Historia,
tra más palpable de tal oscuridad es la situa- 1993, La Compañía de Jesús en América, 1993;
ción en la que vivían los criollos: “Así la gloria, Dussel, E., 1998, 2007; Echeverría, B., 2000;
que costó tantas penas a nuestros padres, es Fernández de Oviedo, G., 1945; Furlong, G.,
para nosotros una herencia de ignominia y con 1952; Ledezma, D., 2005; Márquez, P.J., 1972;
nuestros tesoros inmensos no hemos compra- Méndez Plancarte, G., 1991; Mörner, M., 1966;
do sino miseria y esclavitud” (ibid., p. 79). Re- Picón Salas, M., 1994; Velasco, J. de, 1981; Vi-
sulta, por lo dicho, que los criollos, y no los lloro, L., 1987; Viscardo y Guzmán, J.P. 2004.

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