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TEMA 16

I.
LAS SOCIEDADES DE CAPITAL. LAS ACCIONES Y LAS PARTICIPACIONES SOCIALES. LAS OBLIGACIONES (I)
LAS ACCIONES Y PARTICIPACIONES EN GENERAL.

1. La acción y la participación como parte del capital social. Valor nominal, valor razonable y precio de
emisión.

Mientras que en la sociedad anónima el capital social se divide en acciones, en las sociedades limitadas se
divide en participaciones sociales. Ambas representan por ello partes alícuotas del capital social. La parte
que corresponde a cada acción o participación en el capital constituye el denominado valor nominal, que se
refleja en un importe aritmético, que debe recogerse necesariamente en los estatutos. El valor nominal es
de libre determinación por cada sociedad, En la práctica, el valor nominal suele fijarse en importes
relativamente reducidos, con el fin de facilitar las posibilidades de transmisión de las acciones y
participaciones.

Lo más habitual es que todas las acciones y participaciones de una sociedad tengan el mismo valor nominal,
pero no necesariamente ha de ser así. Pueden existir acciones y participaciones con distinto valor nominal
(que se denominan series), que por tanto atribuirían a sus titulares cuotas o intereses distintos en el capital
social. Pero en todo caso siempre ha de existir una correlación entre la suma de los valores nominales de las
acciones o participaciones en que se divide el capital y el importe de éste.

El valor nominal no suele coincidir con el valor real o valor razonable, que suele ser el único valor relevante a
efectos de la transmisión de las acciones o participaciones. Este valor real o razonable representa el mejor
indicador del auténtico valor económico de las acciones o participaciones, al reflejar los derechos o
expectativas que indirectamente corresponden a cada acción o participación sobre el patrimonio de la
sociedad. De ahí que el valor real o razonable no suela coincidir con el valor contable o valor neto
patrimonial, que al atender solo a los valores contables tiene una naturaleza convencional y no valora a la
sociedad como empresa en funcionamiento con capacidad para generar ganancias en el futuro. La relación
entre el valor razonable y el valor nominal viene determinada por su distinto significado: el primero será
superior al segundo cuando el valor económico de la sociedad sea superior al capital, e inferior en caso
contrario. En el caso de las sociedades anónimas cotizadas el legislador presume que se corresponde con el
valor de la cotización bursátil.

Una sociedad nunca puede emitir acciones o crear participaciones por debajo de su valor nominal, de tal
forma que éste marca la aportación mínima que puede exigirse por la suscripción. En cambio, es posible
emitir las acciones o participaciones con prima, es decir, con la obligación de pagar por ellas un precio
superior al importe nominal. La ley solo obliga a emitir las nuevas acciones o participaciones con prima en
aquellos supuestos en que la sociedad acuerde la exclusión de dicho derecho, con el fin de garantizar que los
terceros que las suscriban o asuman lo hagan a su verdadero valor razonable y sin menoscabar la posición
económica de los antiguos socios.

Tanto las acciones como las participaciones sociales son indivisibles. El socio no puede fraccionar sus
acciones o participaciones en otras de menor valor nominal por su propia iniciativa. El valor nominal y la
determinación del número de acciones o participaciones en que se divide el capital son menciones
obligatorias de los estatutos sociales, por lo que solo mediante un acuerdo de modificación de éstos,
adoptado por la junta general, puede una sociedad realizar cualquier de dichas operaciones. En el caso de las
sociedades anónimas cotizadas, por ejemplo, no son infrecuentes las operaciones, que comportan la división
de éste en un mayor número de acciones con el fin de facilitar sus posibilidades de transmisión y, por tanto,

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su liquidez bursátil; también son habituales las operaciones de signo contrario. La indivisibilidad implica
también que los derechos inherentes a la condición de socio, tampoco pueden ser escindidos, por lo que no
pueden ser cedidos o negociados por separado en caso de transmisión de la acción o participación.

Las acciones y participaciones son acumulables. Un socio puede ser titular de varias e, incluso, de todas ellas,
como en el caso de las sociedades unipersonales. Y esta acumulación puede verificarse tanto en el momento
de constitución de la sociedad como en cualquier otro posterior mediante la adquisición por el socio de
nuevas acciones o participaciones, ya sea a título originario. El número de acciones o participaciones
poseídas suele determinar la medida o extensión de los derechos de un socio dentro de la sociedad, aunque
también este principio admite ciertas excepciones.

2. La acción y la participación como expresión de la condición de socio.

DERECHOS ATRIBUIDOS POR LA ACCIÓN Y LA PARTICIPACIÓN.

La condición de socio va unida a la titularidad de la acción en la SA y de la participación en la SL. La acción y


la participación, además de encarnar la relación jurídica que se deriva del contrato de sociedad, refleja
también un derecho subjetivo de naturaleza compleja, pues atribuye a su titular una posición jurídica (la
condición de socio) con un determinado contenido patrimonial y personal que puede ser objeto de negocios
jurídicos (compraventa, prenda, etc.).

El Texto refundido de la LSC formula una enumeración expresa de los derechos del socio. Estos derechos
son:

 Participar en el reparto de las ganancias sociales.


 Participar en el reparto del patrimonio resultante de la liquidación.
 derecho de suscripción preferente en la emisión de nuevas acciones o el de asunción preferente en
la creación de nuevas participaciones.
 Asistir y votar en las juntas generales.
 Impugnar los acuerdos sociales.
 Derecho de información.

Mientras que los tres primeros son fundamentalmente derechos de naturaleza económico-patrimonial, los
tres últimos tienen un carácter esencialmente político y funcional.

En todo caso se trata de derechos mínimos. Distintos preceptos legales reconocen otros derechos
sustanciales que también integran el contenido jurídico-económico de las acciones y participaciones, como
el de transmisión, el derecho de separación de la sociedad, etc. Además, los derechos enumerados tampoco
son derechos absolutos, pues su alcance y condiciones de ejercicio han de determinarse de acuerdo con lo
previsto en la propia Ley y cuando se trate de derechos de naturaleza dispositiva, en los estatutos de la
sociedad.

CLASES DE ACCIONES Y PARTICIPACIONES. LAS POSIBLES DESIGUALDADES DE DERECHOS.

En una sociedad todas las acciones o participaciones atribuyen unos mismos derechos. Pero es posible que
una sociedad agrupe socios con intereses divergentes, por lo que la Ley permite que los estatutos sociales
puedan crear acciones o participaciones con un diverso contenido de derechos. No obstante, existen
diferencias significativas entre la SA y la SL en relación con el contenido y alcance de estas posibles
desigualdades.

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En el caso específico de la SA, el legislador denomina “clase” a las acciones que atribuyan los mismos
derechos. Ello permite distinguir también entre las acciones ordinarias, que son aquellas que atribuyen a sus
titulares el régimen normal de derechos y obligaciones, y las acciones privilegiadas o preferentes, cuando se
trate de acciones que concedan ventajas o privilegios económicos. Pero la misma categoría de clase puede
ser trasladada a las participaciones sociales, cuando en una concreta sociedad limitada los socios opten por
crear participaciones con un distinto contenido de derechos.

Tanto en la SA como en la SL la ventaja o preferencia frente a las restantes acciones o participaciones puede
ir referida al derecho de participación en las ganancias o al derecho de participación en el patrimonio
resultante de la liquidación. La configuración precisa de estos derechos corresponde a los estatutos, que
deben determinar su alcance y contenido dentro de los márgenes legales que en su caso resulten aplicables.
Con todo, el privilegio no puede consistir en ningún caso en el derecho a percibir un interés, pues una
sociedad no puede obligarse a repartir dividendos, si no se cumplen los requisitos legalmente exigidos para
proceder a cualquier reparto de beneficios entre sus socios.

La posibilidad de que la libertad estatutaria para configurar el régimen de derechos de las acciones y
participaciones incida o no sobre los derechos políticos ofrece una significativa diferencia entre las SA y las
SL.

 En la SA se prohíbe de forma terminante la emisión de acciones que de forma directa o indirecta


alteren la proporcionalidad entre el valor nominal y el derecho de voto. El derecho de voto

 No ocurre así en la SL, pues en este caso no existe ninguna prohibición similar y el reconocimiento
de un voto proporcional a la participación social opera solo salvo disposición contraria de los
estatutos. En consecuencia, en las SL, a diferencia de las SA, es posible establecer clases de
participaciones que, a igualdad de valor nominal, atribuyan un diferente número de votos.

Por lo que se refiere a los restantes derechos del socio, tanto en la SA como en la SL se prohíben
expresamente posibles desigualdades o privilegios en relación con el derecho de preferencia para la
suscripción de nuevas acciones o la asunción de nuevas participaciones. Este derecho trata de proteger a los
socios frente a los efectos lesivos que puede comportar un aumento de capital. Por las mismas razones,
tampoco cabe admitir posibles desigualdades en relación con el derecho de asignación gratuita de las nuevas
acciones o participaciones en caso de aumento de capital con cargo a reservas, pues éste se traduce en una
simple transformación de reservas o beneficios que figuran en el patrimonio social y que, como tales, se
integraban ya en la posición económica de los socios.

En relación con otros derechos, como pudiera ser el de separación, la Ley admite ciertos márgenes de
configuración estatutaria del propio derecho por lo que cabría prever reglas desiguales entre distintas clases
de acciones o participaciones. Y tratándose de otros derechos como los de información o, en el caso de la SL,
el de inspección contable, parece que debería admitirse la posibilidad de que, sin privar a ningún socio del
contenido esencial que la ley atribuye a estos derechos, ese contenido esencial pudiera ser ampliado o
mejorado por vía estatutaria por algún socio.

Las clases de acciones o participaciones privilegiadas no deben confundirse con una modalidad de valor que
ha encontrado una gran difusión en la práctica española, representada por las denominadas participaciones
preferentes. No se trata propiamente de participaciones sociales emitidas por sociedades limitadas, sino de
valores que solo están autorizadas a emitir las entidades de crédito y las sociedades cotizadas. Son valores
híbridos entre el capital y la deuda, pues dan derecho a remuneración predeterminada que se vincula a la
existencia de beneficios distribuibles.

LAS ACCIONES Y LAS PARTICIPACIONES SIN VOTO.

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El derecho de voto no puede ser objeto de ningún tipo de privilegio o preferencia en la SA, aunque sí en la
SL. Sin embargo, en ambos tipos sociales la Ley permite la posible creación o emisión de participaciones o
acciones sin voto, aunque solo hasta un importe equivalente a la mitad del capital social.

Estas acciones o participaciones tienen un carácter privilegiado, al caracterizarse por la atribución de unos
mayores derechos económicos a cambio de la supresión del derecho de voto. En el caso concreto de las SA,
las acciones sin voto podrían servir a las necesidades de financiación de las grandes sociedades cotizadas,
atrayendo a los pequeños accionistas que conciben su participación en la sociedad como una simple
inversión económica. Además, las acciones o participaciones sin voto podrían emplearse también para
configurar o consolidar situaciones de control sobre la sociedad.

El carácter privilegiado de estas acciones o participaciones se manifiesta básicamente en el derecho que


atribuyen a percibir un dividendo anual mínimo, que la sociedad ha de determinar en los estatutos sociales
con carácter fijo o variable, para garantizar la efectividad de este dividendo mínimo, la Ley obliga a la
sociedad a repartirlo siempre que existan beneficios distribuibles. Aparte del privilegio del dividendo mínimo
la Ley concede a las acciones y participaciones sin voto otra serie de beneficios en caso de liquidación de la
sociedad y de reducción de capital por pérdidas.

El régimen legal de las acciones y participaciones sin voto se cierra con la exigencia de un acuerdo
mayoritario de las mismas para las modificaciones estatutarias que lesionen directa o indirectamente los
derechos que les corresponden.

LAS ACCIONES RESCATABLES.

Son una clase de acciones, que la Ley limita en su emisión a las sociedades anónimas cotizadas. Se definen
en esencia por el hecho de emitirse para ser rescatadas o amortizadas por la sociedad en unas condiciones
predeterminadas, que han de establecerse en los estatutos. Lo que define a las acciones rescatables es
precisamente el hecho de ser emitidas con esta característica, pues su rescate se encuentra previsto de
antemano y bajo unas condiciones predeterminadas.

Las acciones rescatables pueden servir así a una diversidad de funciones. La emisión de estas acciones se
justifica para las sociedades que pos las características de la actividad desarrollada tengan interés en obtener
fondos propios de forma temporal o en atraer a inversores ofreciéndoles una determinada rentabilidad.

La principal exigencia legal consiste en la obligación de fijar las condiciones del rescate en el acuerdo de
emisión. Además, entre las circunstancias que han de preverse en el acuerdo de emisión se encuentra el
precio que habrá de abonarse por las acciones rescatadas, fijándolo de forma rígida y predeterminada o
mediante cualquier otro criterio que permita establecerlo de forma objetiva y sin necesidad de acuerdo
ulterior.

La Ley se encarga también de establecer un régimen especial para la amortización de estas acciones, que en
esencia se corresponde con la disciplina general de la reducción de capital.

3. La representación de las acciones y participaciones.

CONSIDERACIONES GENERALES

La principal diferencia entre las acciones y las participaciones radica en la forma de representación de unas y
otras.

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 En la SA las acciones pueden estar representadas por medio de títulos o anotaciones en cuenta,
teniendo en ambos casos la consideración de valores mobiliarios o, por emplear la categoría propia
del mercado de valores, de valores negociables.

 En las SRL se prohíbe expresamente que las participaciones sociales puedan estar representadas
mediante títulos o anotaciones en cuenta o denominarse acciones, no teniendo tampoco el carácter
de valores.

Esta diferencia se corresponde con el carácter abierto que estructuralmente caracteriza a la SA, como tipo
societario de las grandes empresas, y con la naturaleza esencialmente cerrada que por el contrario define a
las SL, que otorgan una mayor consideración a las circunstancias personales y a la estabilidad de sus socios.

La representación de las acciones en títulos o anotaciones es un instrumento que sirve para facilitar las
posibilidades de transmisión de aquéllas y el ejercicio de los derechos del socio frente a la sociedad, y sirve
para las sociedades que agrupan a un gran número de socios y cuyas acciones son objeto e intensa
circulación.

 La consideración legal de las acciones como valores mobiliarios o negociables determina que solo las
SA puedan cotizar en bolsa y financiarse a través de los mercados de valores.

 Las participaciones sociales, no siendo valores, carecen de la aptitud necesaria para ser objeto de
negociación en los mercados de valores, lo que refuerza el carácter cerrado de las SL.

LA REPRESENTACIÓN DE LAS ACCIONES. TÍTULOS Y ANOTACIONES EN CUENTA.

Las acciones pueden representarse de dos formas distintas:

 Mediante títulos.

 Mediante anotaciones en cuenta.

Mientras que en el primer caso la acción se incorpora a un título o documento, en el segundo se representa
a través de un simple apunte o anotación en un sistema informático. En principio, cualquier SA puede optar
por uno u otro sistema, haciendo constar en sus estatutos la modalidad escogida. Pero esta libertad no
existe para las sociedades cotizadas, que están obligadas a representar sus acciones mediante anotaciones
en cuenta,

La incorporación de las acciones a títulos, permite atender a una doble finalidad:

 De un lado, desempeña una función probatoria, en la medida en que la posesión del título opera
como elemento de legitimación para el ejercicio de los derechos de accionista frente a la sociedad.

 De otro lado, en conexión con lo anterior, se atiende así a una permanente función dispositiva, al
permitirse que la transmisión de la condición de socio se produzca con la simple entrega o tradición
del documento.

Los títulos representativos de las acciones pueden ser:

 Nominativos. Expresan el nombre de la persona a quien corresponde la acción

 Al portador. No designan titular alguno o indican como titular del derecho de participación en la
sociedad al simple tenedor o poseedor del documento.

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La LSC impone la nominatividad en determinados supuestos que exigen que la sociedad pueda tener
conocimiento de las eventuales transferencias de las acciones y de la identidad de los adquirentes.

Las acciones representadas por títulos nominativos deben figurar en un libro-registro llevado por la
sociedad. La inscripción no tiene efectos constitutivos, al no exigirse para la válida transmisión de las
acciones, sino de mera legitimación, pues en principio la sociedad solo puede reputar accionista a quien se
halle regularmente inscrito en dicho libro. El libro-registro permite por principio que la sociedad pueda tener
conocimiento de la identidad de sus accionistas, a diferencia de lo que ocurre con los títulos al portador.

En la práctica, no es infrecuente que las sociedades no procedan a imprimir y a entregar a los socios los
títulos de las acciones, aunque sea ésta la forma de representación prevista en los estatutos. Así suele
ocurrir en las SA de pocos socios, pues en estos casos. Las acciones tendrán entonces la consideración de
simples derechos subjetivos patrimoniales, al igual que las participaciones de las SL.

La otra forma de representación de las acciones es la anotación en cuenta. Es un sistema regulado con
carácter general por la Ley del Mercado de Valores. El derecho de participación en la SA se representa
mediante su anotación en un registro contable informatizado. La legitimación para el ejercicio de los
derechos correspondientes a la condición de socio viene determinada aquí por la inscripción en el registro,
presumiéndose titular legítimo a la persona que aparezca legitimada en los asientos del registro contable.

En ambos casos, las acciones tienen la consideración de valores mobiliarios o de valores negociables.
Significa que las acciones son valores emitidos en serie, con unas características homogéneas, que por su
especial nota de fungibilidad pueden ser objeto de negociación en los mercados de valores. Este carácter
negociable de las acciones no alude tanto al dato de su mera transmisibilidad como a su especial aptitud
para ser objeto del tráfico generalizado en los mercados financieros.

LA REPRESENTACIÓN DE LAS PARTICIPACIONES SOCIALES.

En las SL se prohíbe expresamente que las participaciones puedan estar representadas por medio de títulos
o de anotaciones en cuenta o denominarse acciones, por lo que tampoco tienen el carácter de valores.

Esta diferente caracterización de las participaciones, determina que solo puedan gozar de formas indirectas
de representación o documentación. Esta resultará, de la obligatoria constancia de su titularidad en la
escritura pública fundacional, en la escritura de aumento del capital social, en el documento público en el
que se formalice su transmisión y, en los asientos del libro-registro de socios. La negación del carácter de
valor a la participación social y la prohibición de representarla mediante títulos o anotaciones en cuenta
producen, entre otras, dos importantes consecuencias:

 Que no se puede aplicar a la circulación de las participaciones, y en definitiva a la de los derechos


inherentes a ellas, el régimen especial propio de los valores. Por tanto, en materia de transmisión de
las participaciones sociales rige el régimen general de la cesión de créditos y demás derechos
incorporales.

 Al no ser posible aplicarles ese régimen especial, las participaciones carecen de la aptitud circulatoria
imprescindible para ser objeto de transmisiones masivas e impersonales.

El hecho de que las participaciones no puedan estar representadas por medio de títulos o de anotaciones en
cuenta no impide su documentación por algún otro medio. Tal es el supuesto de la certificación de las
participaciones registradas a nombre de cualquier socio en el libro-registro de los socios. Las anotaciones en
el libro-registro que sirven de base para la certificación no poseen eficacia constitutiva respecto de la
adquisición de la condición de socio, sino que cumplen una función meramente informativa y probatoria. No

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pudiendo, pues, considerarse título legitimador para disponer de las participaciones, la utilidad de estas
certificaciones en la práctica es más bien reducida.

II. LA TRANSMISIÓN DE LAS ACCIONES Y DE LAS PARTICIPACIONES SOCIALES.

1. El carácter esencialmente transmisible de acciones y participaciones.

Tanto las acciones como las participaciones son por esencia transmisibles. Ello permite que los socios
puedan desvincularse de la sociedad a través de la transmisión de sus acciones o participaciones. De esta
forma se garantiza que los cambios de socios no afecten a la base y estabilidad patrimonial de la sociedad,
que permanece inalterada por importantes o frecuentes que sean las transmisiones de las acciones o
participaciones.

Al margen de permitir o de imponer posibles restricciones estatutarias a la transmisión, la Ley solo prohíbe la
transmisión antes de la inscripción de la sociedad o en su caso del acuerdo de aumento del capital, en el
Registro Mercantil. La misma no impide la posible celebración durante este periodo de acuerdos con plena
eficacia obligatoria para la enajenación de las futuras acciones o participaciones, ni impide tampoco posibles
cambios de socios que puedan verificarse mediante técnicas distintas de la transmisión.

2. Formas de transmisión.

ACCIONES.

La forma requerida para su transmisión depende del modo en que estén representadas.

 En el caso de las acciones representadas por títulos al portador, la transmisión se verifica con la
simple tradición o entrega de los títulos, cuando vaya acompañada de un contrato con eficacia
traslativa, en consonancia con el régimen de circulación característico de los valores. La Ley impone
además otro requisito formal consistente en la intervención de un fedatario público o en la
participación o mediación de una sociedad o agencia de valores o entidad de crédito.

Tratándose de acciones nominativas, además de la entrega del documento, se exige también que la
transmisión sea notificada a la sociedad, para que pueda ser anotada en el libro registro de acciones
nominativas. Estas acciones pueden circular también mediante endoso, cuando la transmisión se
hace constar en el propio documento a través de una cláusula que no exige más que la firma del
transmitente.

 Cunado las acciones se representen por medio de anotaciones en cuenta, la transmisión tiene lugar
por transferencia contable, que se verifica con la inscripción de la transmisión a favor del adquirente
en el correspondiente registro informático. (Produce los mismos efectos que la tradición de los
títulos).

 En el caso de las acciones que no estén representadas ni en títulos ni en anotaciones, la transmisión


ha de realizarse de acuerdo con las normas del Derecho común sobre la cesión de créditos y demás
derechos incorporadles.

PARTICIPACIONES.

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Al no estar documentadas se exige que su transmisión se haga constar en documento público,
entendiéndose por tal todo aquel autorizado por un notario o empleado público competente, con las
solemnidades requeridas por la Ley. Se trata de un requisito ad probationem, lo que quiere decir que el
documento público no es forma esencial de la declaración de voluntad transmisiva, sino tan solo la forma de
hacer valer el negocio de transmisión en el tráfico.

La Ley dispone también que las sucesivas transmisiones de las participaciones se harán constar en el libro-
registro de socios que debe llevar la sociedad. (De este régimen queda exceptuada la sociedad nueva
empresa, en la que se prevé a cambio la obligación del órgano de administración de notificar la transmisión a
los restantes socios).

Aun cuando este libro es de llevanza obligatoria para la sociedad, la inscripción en él es voluntaria para el
adquiriente de las participaciones, por lo que no podrá ser compelido a ella por la sociedad ni ésta podrá
practicarla de oficio. En este sentido, debe tenerse en cuenta que las anotaciones practicadas en el libro-
registro de socios no constituyen el único instrumento de legitimación el socio frente a la sociedad, pues la
Ley declara que el adquiriente de las participaciones podrá ejercer los derechos de socio frente a la sociedad.
Se puede decir que este libro es un mero registro privado al que únicamente tienen acceso los socios.

El régimen de transmisión de las participaciones de la sociedad nueva empresa  La transmisión voluntaria


por actos inter vivos solo puede tener lugar a favor de personas físicas. (La Ley impone una obligación de
enajenar las participaciones en el caso de que lleguen a adquirirlas personas jurídicas como consecuencia de
la transmisión, salvo que se prefiera que la sociedad continúe su funcionamiento sometida al régimen
general de las sociedades de responsabilidad limitada).

3. Las restricciones estatutarias a la libre transmisibilidad.

DIFERENCIAS TIPOLÓGICAS ENTRE LA SA Y LA SRL.

Una sociedad puede tener interés en que sus acciones o participaciones no puedan ser libremente
transmitidas. Pero este interés social, que es muy frecuente en el caso de las sociedades cerradas, debe
armonizarse con el interés de los socios en poder disponer de sus acciones.

Este conflicto es resuelto por la Ley de forma distinta para la SA y para la SL. Y esta diversidad de criterios
revela una de las principales diferencias existentes entre ambas formas societarias, al fundamentar el
carácter estructuralmente abierto que caracteriza a las primeras y el carácter esencialmente cerrado que,
por el contrario, define a las segundas.

 En las SA, el principio general es la libre transmisibilidad de las acciones. Con todo, el propio
legislador permite que los accionistas opten por cerrar el capital de la sociedad anónima mediante la
incorporación a los estatutos sociales de cláusulas limitativas de la libre transmisibilidad, aunque con
el límite de que no hagan prácticamente intransmisible la acción. Estas posibles restricciones o
limitaciones estatutarias solo están expresamente vedadas para las sociedades cotizadas en bolsa,
dado que la libre transmisibilidad de las acciones una condición ineludible para su negociación en las
Bolsas de Valores.

 En las SL, se predica por el contrario que exista alguna restricción a la transmisión de las
participaciones hasta el punto de predicarse la nulidad de las cláusulas estatutarias que hagan
prácticamente libre la transmisión voluntaria de las participaciones sociales por actos inter vivos. Ni
siquiera los estatutos sociales tienen la opción de decantarse por un régimen de libre circulación. El

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propio legislador prevé en este caso un régimen restrictivo de carácter supletorio que resulta
aplicable en defecto de reglas estatutarias,

Son dos los grandes modelos o sistemas que existen en materia de transmisión.

 El de las SA que carecen de cualquier limitación estatutaria y en el que las acciones pueden ser
objeto de libre transmisión.

 El de las sociedades que de una u otra forma limitan o condicionan la libre circulación de la posición
de socio. (Dentro de estas se incluyen necesariamente las sociedades limitadas, pero también las
sociedades anónimas que voluntariamente opten por cerrar su capital mediante la incorporación a
sus estatutos de un régimen restrictivo).

B. MODALIDADES O CLASES DE RESTRICCIONES.

Existen tres tipos o modalidades fundamentales:

 La primera consiste en las denominadas cláusulas de consentimiento o autorización, que subordinan


la validez de las transmisiones a la aprobación de la sociedad.

o En la SA se exige expresamente que se precisen en los estatutos sociales las causas que
permiten denegar la autorización.

o En la sociedad limitada no se exige que los estatutos determinen causas específicas para la
denegación del consentimiento, aunque lógicamente nada impide que se establezcan.

En todo caso debe entenderse que la decisión negativa habrá de someterse a los límites generales
del abuso del derecho y de la buena fe y que la decisión de la sociedad, además, deberá respetar el
interés social y el principio de paridad de trato entre los socios.

Pero esta limitación no resulta aplicable a la sociedad limitada, en la que no parece exigir ningún
impedimento para dicha facultad pueda atribuirse, además de a la sociedad, a todos o alguno de los
socios o a un tercero.

 La segunda modalidad consiste en las cláusulas que reconocen un derecho de adquisición preferente
o de tanteo a favor de los socios. Debe tratarse de cláusulas completas, que expresen con precisión
las transmisiones en las que existe la preferencia, las personas que podrán ejercitarla, el plazo para
su ejercicio y el sistema para fijar el precio de adquisición.

 También se pueden incorporar a los estatutos restricciones que establezcan un derecho de opción o
rescate a favor de los socios, de terceros o de la propia sociedad, por el que se reconozca a su
beneficiario la posibilidad de adquirir las acciones o participaciones de un socio en caso de
concurrencia de ciertas circunstancias. La admisión de esta clase de restricciones, que constituyen
en realidad supuestos de exclusión de socios, requiere que los estatutos determinen de forma clara
y precisa las circunstancias que hayan de concurrir para su operatividad.

Excepcionalmente cabe prever en los estatutos auténticas prohibiciones de transmisión.

 En la SA solo se permiten las cláusulas que prohíban la transmisión voluntaria durante un plazo no
superior a los dos años desde la constitución de la sociedad

 En la SL esta misma prohibición puede establecerse por un alzo máximo de 5 años.

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La aplicación de estas restricciones estatutarias a las transmisiones de acciones o participaciones que se
verifiquen mortis causa o por sucesión hereditaria requiere que así se prevea de forma expresa en los
propios estatutos. A falta de previsión las restricciones contenidas en estatutos para las transmisiones inter
vivos no serían aplicables y el heredero o legatario adquirirá la condición de socio. Con todo, los estatutos
pueden prever un derecho de adquisición de las acciones o participaciones del socio fallecido a favor de los
restantes socios o de la propia sociedad, siempre que se garantice al heredero o legatario la obtención del
valor razonable de aquellas.

Problemas similares se plantean en toros posibles supuestos de transmisión forzosa.

 En la SA, estas formas de transmisión quedan sometidas al mismo régimen de la transmisión mortis
causa.

 En la SL, el legislador establece para la transmisión un complejo sistema de carácter imperativo que
consiste en insertar una restricción de la transmisibilidad en el desarrollo del propio procedimiento
de enajenación forzosa.

EL RÉGIMEN LEGAL SUPLETORIO EN LA SOCIEDAD LIMITADA.

El legislador ha establecido un régimen restrictivo de carácter supletorio para el caso de que los estatutos
sociales carezcan de previsiones al respecto. Se trata de un régimen que solo entrara en juego si los
estatutos no contienen un régimen de transmisión especifico. Y este régimen legal, está integrado por las
reglas que en síntesis, se exponen a continuación.

Se declaran libres las transmisiones voluntarias de participaciones por actos inter vivos realizadas entre los
socios o a favor del cónyuge, ascendiente o descendiente del socio o de cualquier sociedad perteneciente al
mismo grupo que la transmitente bajo el entendimiento de que estas transmisiones son generalmente
inocuas para la subsistencia del intui-tu personae que las restricciones a la libre transmisibilidad aspiran a
preservar. En relación con las transmisiones realizadas a favor de cualquier otra persona, la regla es que el
socio que pretenda transmitir deberá comunicar su propósito al órgano de administración mediante escrito
en el que consten la identidad del adquirente o adquirentes y las condiciones de la operaciones, entre las
que podrá incluirse un aplazamiento del pago del precio, en cuyo caso será preciso para la adquisición que
una entidad de crédito garantice el pago de la parte aplazada.

Seguidamente, la sociedad, previa inclusión del asunto en el orden del día, decidirá mediante acuerdo de su
junta general acerca de la conveniencia o no de la transmisión proyectada en caso de rechazo, se deberá
asimismo acordar la designación y presentación de uno o varios adquirientes alternativos que se consideren
aceptables y que cubran la totalidad de las participaciones afectadas, teniendo preferencia a estos efectos
los socios concurrentes a la junta que deseen adquirirlas. Esta exigencia de presentación de adquirentes
alternativos no es susceptible de derogación o alteración alguna. La ley llega a admitir la posibilidad de que
la propia sociedad intervenga como adquirente de aquellas participaciones que no quiera adquirir ningún
socio o tercero.

Una vez adoptadas por la junta las decisiones anteriores, si se ha optado por consentir la transmisión, la
sociedad podrá ponerlo en conocimiento del socio que pretende transmitir. Si se ha decidido denegar el
consentimiento, la sociedad está obligada a comunicarle notarialmente el nombre de los adquirentes
alternativos interesados en la adquisición debiendo formalizarse la transmisión en documento público y en
las mismas condiciones en el plazo de un mes. Transcurridos tres meses dese que el socio informo a la
sociedad de su propósito de transmitir sin que esta le hubiera comunicado su consentimiento a la operación

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o la identidad de los adquirentes alternativos, operara en su favor un silencio positivo, es decir, quedara el
socio en libertad para realizar la transmisión proyectada.

En los casos de transmisiones gratuitas u onerosas distintas de la compraventa y para el supuesto de que la
sociedad decidiera no consentir la transmisión y presentar un adquirente alternativo, la Ley ha previsto la
sustitución del negocio pretendido por una compraventa.

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