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Pentecostés:

Es un término que procede del latín Pentecoste, aunque sus orígenes más
remotos nos llevan a un vocablo griego que puede traducirse
como “quincuagésimo”. El concepto se utiliza para nombrar la fiesta celebrada por
la Iglesia católica el quincuagésimo día que sigue a la Pascua de Resurrección,
que se sitúa entre el 10 de mayo y el 13 de junio. Dicha festividad está consagrada
a la Venida del Espíritu Santo.

Pentecostés también es la fiesta que los judíos instituyeron en memoria de


la ley que Dios entregó en el monte Sinaí, la cual se celebraba cincuenta días
después de la Pascua del Cordero.

Dicha festividad judía, llamada Shavuot, conmemora la entrega de los


mandamientos al pueblo de Israel. Esto derivo en la liturgia cristiana que está
entre las fiestas más importantes de esta religión, detrás de la Pascua y de
la Navidad.

En el caso cristiano, Pentecostés es la celebración que pone fin al tiempo


pascual. Dicha ocasión permite celebrar la llegada del Espíritu Santo y el
comienzo de la actividad de la Iglesia.
Los siete (7) dones del Espíritu Santo

1.- Don de entendimiento

El Prelado indicó que este don “perfecciona la virtud teologal de la fe” y


“abre el conocimiento de las Escrituras Sagradas”.

“Nos permite vivir la sinfonía de la fe, contemplando el conjunto de la


Revelación como una gran armonía”, agregó.

2.- Don de sabiduría

Mons. Munilla señaló que este don perfecciona la virtud de la caridad y


resaltó que “si tenemos en cuenta que la virtud de la caridad es la más
excelente, entenderemos porqué el don de Sabiduría es el más
excelente”.

“Es el ‘don de los dones’”, indicó. “Así como lo propio del don del
entendimiento es la intuición de las verdades de fe, lo propio del don de
Sabiduría es saborearlas internamente”, añadió.

El Prelado indicó que este don nos lleva a un “conocimiento sabroso y


experiencial, que llena el alma del gusto interior por las cosas de Dios”.

3.- Don de ciencia

“Al igual que el don de entendimiento, perfecciona también la virtud


teologal de la fe. Nos permite conocer las cosas creadas, el corazón del
hombre y la historia humana con una intuición penetrante. No se trata
meramente de un don de profecía, sino del don de apreciar las huellas
de Dios en todo”, indicó.

4.- Don de consejo


Mons. Munilla señaló que este don “perfecciona la virtud de la prudencia
y el discernimiento humano” y permite “pensar según la lógica divina”.

“Nos permite conocer con prontitud la voluntad de Dios, así como los
caminos adecuados para abrazarla”, resaltó.

5.- Don de fortaleza

“Perfecciona la virtud cardinal de la fortaleza, al mismo tiempo que


perfecciona la virtud teologal de la esperanza. Robustece la voluntad
más allá de sus capacidades naturales para poder practicar las virtudes
en grado heroico, superando todo tipo de obstáculos”, subrayó.

6.- Don de piedad

Mons. Munilla indicó que este don “perfecciona la virtud de la justicia y


de la religión” e infunde “un profundo afecto filial a Dios, con un
sentimiento de fraternidad con todos los hombres”.

“El don de piedad es el que introduce el ejercicio de la oración en la


experiencia mística”, agregó.

7.- Don de temor de Dios

El Prelado resaltó que el temor de Dios “perfecciona la virtud de la


humildad” y “concede un profundo sentido reverencial hacia la majestad
de Dios”.

“Nos alcanza la conciencia de nuestra pequeñez y de la necesidad de la


gracia; así como una determinada determinación de evitar el pecado”,
concluyó.

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