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hispanique médiévale
Lodares Juan Ramón. El diccionario del lenguaje antiguo castellano, de Ramón Cabrera. In: Cahiers de linguistique
hispanique médiévale. N°16, 1991. pp. 183-188 ;
doi : https://doi.org/10.3406/cehm.1991.965
https://www.persee.fr/doc/cehm_0396-9045_1991_num_16_1_965
DE RAMÓN CABRERA
Bien pudo ser que por los años en los que Gil de Lara escribía su
noticia se considerara que este manuscrito dedicado al español
antiguo no tuviera mayor valor para conocerse o recordarse, pero
visto el magro avance que la lexicografía hispánica iba a
experimentar después en este preciso terreno, no está de más señalar lo
que supuso el impulso de Cabrera : por una parte, su diccionario
del español antiguo es la primera obra de este tipo de la que tenemos
noticia; por otra, la primera muestra, aunque elemental, de
preocupación por elaborar un diccionario que abarcara
cronológicamente más de lo que el académico se había propuesto, y que lo
abarcara con la mayor precisión lexicológica posible 3.
Aunque Cabrera no manifestó nunca por extenso las
motivaciones que le llevaron a redactar una obra de estas características
ni tampoco conocemos las fechas de redacción, es prudente hacer
algunas deducciones al respecto. El autor ya había manifestado
desde joven inquietudes por la erudición filológica. Desde 1780 venía
trabajando en su diccionario etimológico (entre otras obras), lo que
le obligaba a leer y sacar anotaciones de obras clásicas latinas y
españolas. Un diccionario como el académico no tenía respuesta
para buena parte del caudal léxico con el que trabajaba Cabrera,
así comenzó a recoger lo que él denominaba «apuntamientos» sobre
el español antiguo. Cuando ingresó en la Academia, a finales de 1790,
su preocupación fue la de aumentar y perfeccionar el diccionario
de la corporación precisamente en ese terreno. Estos apuntamientos
destinados probablemente a incorporarse al DRAE en ediciones
sucesivas dieron lugar, por su parte, al diccionario de arcaísmos
como obra independiente y pionera en su género, sin olvidar los
esfuerzos hechos por Blas Antonio Navarro en el mismo terreno4.
«A más de este defecto [no incluir voces antiguas más allá del
siglo XV], que no es el menor de nuestro Diccionario de la Academia,
tiene el de no dar a muchas de las voces y frases antiguas el sentido
recto y genuino que les corresponde : y el omitir en otras algunas de las
varias y muy diversas acepciones que se les daba. Palabras que se usaron
en diferentes tiempos, con seis y ocho significados distintos, y una que
en el siglo XIV contenía alguna idea trivial y conocida, tomaba en el XV
una amplificación y un sentido tan opuesto a su origen primordial que
apenas puede ahora comprenderse si es una misma u otra inventada a
placer o añadida a nuestro dialecto. El lenguaje sigue fielmente los pasos
del espíritu : y así como se mudan las ideas de las cosas varían también
las palabras que las significan. Mi intento no era otro que apuntar aquellas
voces, modos y frases que padecían de sentido ambiguo, u obscuro, en
aquellos libros o quadernos que tenía a mano : y notar como mejor pudiese
su verdadera significación.»