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La Cabra Montés.

Conference Paper · December 2020

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Miguel Ángel López Varona


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La Cabra Montés

Contenido:
• Posición sistemática de la Cabra Montés.
• Distribución geográfica de la Cabra Montés.
• Biología de la Cabra Montés.
• Amenazas y conservación.

Cuadernos Técnicos del Aula de Naturaleza Graellsia


Cuaderno Nº 8 (Ed. 2020)
© Miguel Ángel López Varona.
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1. POSICIÓN SISTEMÁTICA DE LA CABRA MONTÉS.

La familia de los bóvidos, a la que pertenece la Cabra Montés,


engloba a unas 120 especies de artiodáctilos distribuidos por la mayor
parte de las montañas de Europa, Asia, África y Norteamérica.

Los artiodáctilos (Orden Artiodactyla) son mamíferos que se


caracterizan fundamentalmente por tener un número par de dedos en
cada extremidad (normalmente dos bien desarrollados y otros dos
laterales más reducidos), normalmente provistos de cuernos (en uno o
ambos sexos).

Los bóvidos (Familia Bovidae) son artiodácticos rumiantes cuyo


rasgo más característico son los dos cuernos que, a diferencia de los
Cérvidos, nunca están ramificados y son persistentes, formados por una
vaina córnea y un interior óseo, presentes en la mayoría de los casos en
ambos sexos. Comprende 45 géneros con unas 120 especies, entre las
que se encuentran los bisontes, los búfalos, los antílopes, las gacelas, los
toros y vacas, las ovejas, las cabras…

Bisonte europeo (Bison bonasus). Búfalo cafre (Syncerus caffer).

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Ñu (Connochaetes gnou). Órice del Cabo (Oryx gazella).

Muflón (Ovis musimon). Rebeco (Rupicapra rupicapra).

En España sólo están representados dos géneros autóctonos


(Capra y Rupicapra), y otros dos introducidos (Ovis y Ammotragus). Del
género Capra tenemos a nuestra Cabra Montés (Capra pyrenaica); de
Rupicapra tenemos al Rebeco o Gamuza (Rupicapra rupicapra); del
género Ovis tenemos al Muflón (Ovis musimon), originario de Córcega,
Cerdeña y Chipre); y del género Ammotragus tenemos al Arrui
(Ammotragus lervia), originario del norte de África.

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La Cabra Montés ibérica fue descrita como tal (Capra pyrenaica)


por el zoólogo suizo Heinrich Rudolf Schinz en el año 1838, como un
bóvido de aspecto robusto, gran cornamenta sin ramificaciones,
proyectada hacia atrás y muy reducida en las hembras, con hocico
corto y cola pequeña. Su pelaje es pardo grisáceo con diversas
tonalidades según las regiones donde vive. Los machos presentan una
tonalidad negra en las patas anteriores, que se extiende con la edad
por los flancos, dorso, cuello, cabeza y hombros. Esta coloración
aumenta en el invierno, en verano pierden “la borra” y se quedan con
un pelaje más pardo. El tamaño del cuerpo y la cornamenta, además
de la barba característica de los machos, nos ayudan a distinguir muy
bien ambos sexos, especialmente cuando son adultos.

El peso medio ronda los 50 kg en los machos y 30 Kg las hembras.


En estado salvaje pueden llegar a vivir en torno a los18 ó 19 años. Viven
en rebaños formados por grupos familiares salvo los machos adultos y
subadultos, que forman sus propios rebaños durante la mayor parte del
año, excepto en la temporada de celo.

2. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA LA CABRA MONTÉS.

En 1914, el zoólogo español Ángel Cabrera Latorre (discípulo de


Ignacio Bolívar y de Graells), describió cuatro subespecies para la Cabra
Montés:

• Capra pyrenaica pyrenaica (pelaje pardo grisáceo en verano y


gris en invierno, machos con manchas negras muy extendidas,
cuernos de sección transversal redondeada, y quilla marcada y
poco saliente).

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• Capra pyrenaica victoriae (similar a la pyrenaica pero con


cuernos de sección transversal más alargada y quilla más
saliente).
• Capra pyrenaica hispanica (pelaje más canela en verano y
cuernos muy grandes).
• Capra pyrenaica lusitanica (pelaje similar a la victoriae, pero con
los cuernos bastante más pequeños).

Actualmente sólo subsisten dos de las cuatro subespecies: La


Cabra Montés de Gredos (C.p. victoriae) y la Cabra Hispánica (C.p.
hispanica). La Cabra Montés portuguesa (C.p. lusitanica), que habitaba
la Sierra de Gerês-Xurés, se extinguió a finales del siglo XIX por la
excesiva presión de la caza, al igual que sucedió con la Cabra Montesa
del Pirineo, el Bucardo (C.p. pyrenaica), cuya desaparición fue mucho
más reciente, en el año 2000.

La Cabra Montés de Gredos (C.p. victoriae) tiene su población


original en la Sierra de Gredos, extendiéndose hacia las sierras
colindantes, como la de Béjar. Ha sido reintroducida en la Sierra de Las
Batuecas (Salamanca), en la Sierra de Guadarrama (Madrid), en los
Montes de Toledo, en la Montaña de Riaño (León) y en Los Ancares
(León). Y la Cabra Hispánica (C.p. hispanica) es la que presenta la
mayor distribución actual en la Península Ibérica: Sierra de Cazorla y
Segura (Córdoba y Jaén), Sierra Nevada (Granada y Almería), Sierra de
Grazalema (Málaga), Muela de Cortes (Valencia), Maestrazgo
(Valencia y Castellón) y Alto Tajo (Cuenca y Teruel).

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3. BIOLOGÍA DE LA CABRA MONTÉS.

La Cabra Montés es gregaria y no defiende territorio. La mayor


parte del año vive en rebaños de machos, mientras que las hembras se
mantienen en pequeños grupos familiares. Durante el verano pueden
llegar a agruparse en torno a 100 machos en cada rebaño.

Machos y hembras sólo se juntan durante la época de celo, entre


los meses de noviembre y enero. En este período llevan la cola
levantada y las glándulas odoríferas son muy activas, produciendo un
olor muy intenso que excita a los machos, que se vuelven más agresivos
entre ellos, tratando de “seducir” a las hembras con gestos y muecas. A
veces un tropel de machos persigue a la misma hembra.

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Durante el celo los machos apenas comen y se muestran muy


agresivos con otros machos de la misma corpulencia, llegando a
producirse grandes enfrentamientos, empujándose y chocando con
fuerza sus grandes cornamentas, a veces elevándose sobre las patas
traseras. El vencedor de estas batallas logra la posesión de nuevos
grupos de hembras a las que trata de cubrir.

Normalmente los rebaños están dirigidos con un gran macho


adulto de edad más avanzada, un “sultán” al que siguen machos más
jóvenes. Cuando un “sultán” pierde su supremacía tras alguna batalla
acontecida durante el celo, se retira del rebaño y de abandona sin
comer hasta que muere.

Sus costumbres son diurnas, aunque tienen a aumentar su


actividad nocturna durante los veranos. Durante las horas de calor
buscan la sombra y en invierno se cobijan en cuevas o en zonas
resguardadas del viento y del frío. Se pasan el día durmiendo o
buscando comida. Tienen un olfato excelente, un oído muy fino y una
vista muy desarrollada. Su carácter es tímido y tranquilo, no les gusta la
presencia humana pero la aceptan si no se sienten amenazadas.

Por lo general son bastante sedentarias, aunque en invierno


realizan largos desplazamientos para buscar otros rebaños con hembras
o para buscar zonas con menor altitud y más vegetación. Prefieren vivir
en zonas de montaña con abundantes riscos, donde se mueven con
una soltura asombrosa (aunque no llega a estar tan perfeccionada
como la de los Rebecos). Probablemente su localización en las altas
montañas esté condicionada por la presión humana.

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Las hembras pueden presentar dos ovulaciones si no quedan


preñadas a la primera. La gestación dura unos cinco meses, de modo
que los partos se producen durante la primavera. Sólo hay una camada
al año, formada por una o dos crías, cuya lactancia dura hasta que la
madre vuelve a quedar preñada.

Se alimentan de todo tipo de materia vegetal: Hierba, brotes de


hojas, flores, tallos verdes, frutos… en épocas de escasez pueden
alimentarse de musgos, líquenes y tallos lignificados de arbustos y
matorrales. Y como todos los bóvidos, tienen una gran apetencia por la
sal.

4. AMENAZAS Y CONSERVACIÓN.

Salvo el hombre, por lo general tiene pocos enemigos naturales.


El Lobo Ibérico caza Cabra Montés en aquellos territorios que
comparten, que no son muchos debido a la excesiva presión
cinegética. El Águila Real puede capturas a las crías, al igual que lo
hace el Zorro con las más pequeñas. También se ha documentado
ataques de perros cimarrones y asilvestrados.

La altísima cotización de sus trofeos hace que sea codiciada por


furtivos y cazadores, nacionales y extranjeros. La caza y la destrucción
de sus territorios han sido sin duda alguna la causa de la notable
reducción de sus dominios, hasta el punto de provocar su exterminio
total en territorios como la Cordillera Cantábrica o los Pirineos.

En zonas donde se han dado casos de superpoblación (Gredos,


años 90), se han agotado los recursos y ha surgido enfermedades
contagiosas como la sarna, que diezmaron su población hasta la
estabilidad. En otras zonas como Cazorla, donde comparten hábitat
con otros ungulados salvajes, la competencia acentúa la falta de
alimento.

Las primeras medidas de protección surgieron durante los


primeros años del siglo XX, cuando se creó el Coto Real de la Sierra de
Gredos. Posteriormente se protegieron en Ordesa (donde acabó por
extinguirse fruto del fracaso de una conservación de lo más
vergonzante), y en otros núcleos con poblaciones muy reducidas. Con
los nuevos núcleos que se han reintroducido en zonas como la Cordillera
Cantábrica o la Sierra de Guadarrama, se está consiguiendo recuperar
poblaciones de Cabra Montés en zonas donde desaparecieron en el
pasado.

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