Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En estos seminarios se han buscado las vías más adecuadas para un fácil acceso
al conocimiento de los valores culturales por parte de quienes tienen la
responsabilidad de su divulgación masiva y se ha estimulado el conocimiento
recíproco y la fraternidad entre los pueblos, mediante la información cultural de
cada uno y la suma de todos ellos.
1
coordinador del Área de Comunicación de la SECAB, quien tuvo la idea de este
diálogo intercultural.
¿Que es la cultura?
Los términos "cultura" y "cultural" se refieren tradicionalmente a las artes, las
humanidades, la filosofía y la ciencia. Pero en el mundo moderno tienen otras
connotaciones.
La excelente por mil títulos revista del Convenio Andrés Bello, Tablero, en su
entrega No.43 recogió una brillante nómina de colaboradores y de sus
substanciosos escritos hemos hecho una selección en cuanto a nuestro tema se
refiere.
Por eso “no puede asegurarse un verdadero cambio sin el estímulo, energía y
apoyo que proviene del ámbito cultural. Para decirlo más explícitamente: cualquier
cambio que se pretenda en la realidad socioeconómica-política debe considerar el
aspecto artístico cultural”, afirmó Víctor Cuédez, secretario ejecutivo del Convenio
Andrés Bello (4)
2
“El actual momento cultural ha privilegiado, por su misma y nueva concepción
ideológica, a la comunicación. Hoy se entiende como cultura la comunicación y el
comunicar” sostiene Ana María Maza S. (5)
3
pudiera trocarse en fe, para derrotar la agresión de los traficantes con el desarrollo
de los países débiles, pauperizados por la codicia de los poderosos" (9)
Periodismo Cultural
El periodista argentino Tomás Eloy Martínez sostiene que el periodismo cultural
nació en América Latina y que es "aquí donde alcanzó su genuina grandeza".
"El compromiso con la palabra es a tiempo completo, a vida completa. Puede que
un periodista convencional no lo piense así. Pero un periodista cultural no tiene
otra salida que pensar así. La cultura no es algo que uno se pone encima a la hora
de ir al periódico. Es algo que duerme con nosotros, que respira y ama con
nuestras mismas viseras y nuestros mismos sentimientos".
"El periodismo cultural, asevera Tomás Eloy Martínez, no tiene sino una forma que
cuidar: la de su herramienta -el lenguaje-; y la de su ética, que no responde a otro
interés que el de la verdad. El periodista está obligado a pensar todo el tiempo en
su lector. En el periodista hay una alianza de fidelidades: a la propia conciencia, al
lector ya la verdad. El periodista cultural es también un productor de pensamiento"
.
4
La integración cultural
En reciente escrito el ex presidente colombiano Alfonso López Michelsen,
refiriéndose a Latinoamérica indica que "la integración que nos ha sido tan esquiva
en otros órdenes se produjo espontáneamente en el cultural, aun antes de la
Independencia".
"El mestizaje racial desde México hasta la Patagonia se hizo patente en las
manifestaciones artísticas de la imaginería religiosa del barroco. El sincretismo
espiritual se reflejó en la plástica, dando origen a escuelas como la quiteña ya
legados como el mexicano en donde la raza vencida hace acto de presencia con
su aporte vernáculo".
"La unidad literaria, que ya se vislumbra en los albores de este siglo con la novela
de estirpe latinoamericana, rural o selvática, le ha dado paso al realismo mágico
en la novelística y en la propia poesía".
En estos pareceres abunda Antonio José Galvis Noyes cuando sostiene que la
cultura latinoamericana es fundamentalmente mestiza, reflejo del grupo que la ha
hecho. y señala que "el latinoamericano se caracteriza, en general, por su gran
capacidad de admiración estética, poco pragmatismo, espíritu universal,
entendimiento dúctil, poca inclinación al estudio profundo, poseedor de una gran
destreza manual y habilidad imaginativa".
Reforma de la información
El escritor mexicano Carlos Fuentes, quien visitó a Santafé de Bogotá, en la
primera semana de marzo de 1993 en relación con el periodismo cultural dijo:
"Tenemos que hacer una gran reforma de la información en América Latina. No
5
sólo en nuestro continente sino en todo el mundo, está pasando por información
una abundancia no selectiva de ella que se convierte en no información
finalmente. Usted ve cualquier canal de la televisión norteamericana y verá el
escaso lugar que tiene la cultura. La sensación y el entretenimiento ocupan los
lugares de privilegio. Yo creo mucho en la posibilidad de una paideia, de una
educación que sea gradual, que incluso se dirija a poca gente, pero que vaya poco
a poco, sembrando semillas y dando frutos" (13).
¿Qué es cultura?
“La cultura, enseña el Papa Juan Pablo II, debe considerarse como el bien común
de cada pueblo, la expresión de su dignidad, libertad y creatividad, el testimonio
de su camino histórico”
6
derechos fundamentales del ser humana;.los sistemas de valores, las tradiciones,
las creencias".
La cultura en Colombia
El escritor y poeta Juan Gustavo Cobo Borda, afirma que "la cultura colombiana es
hoy en día una de las más vitales y diversificadas de Hispanoamérica. Las
transitorias y afligientes circunstancias por las cuales atraviesa el país no han
hecho más que reforzar una eclosión creativa. Un trabajo en torno al valor humano
por excelencia: el de crear y comunicar imágenes acerca de nuestra condición".
"Una cultura, por cierto, que no sólo mira el pasado histórico. También ella se
interna en las exigencias de la modernidad" (16).
Bien lo sostuvo Juan Manuel Ospina cuando dirigió a Colcultura: "La cultura es
una responsabilidad y una tarea de todos. Debemos dejar atrás el concepto
vergonzante y mendicante de la cultura". En un reportaje trajo a cuento la frase de
André Malraux, cuando era ministro de Cultura en Francia, en la presidencia del
general Charles de Gaulle: "El estado debe apoyarla cultura sin intervenir".
7
Departamento de Historia de la Universidad de los Andes, Bogotá, Fabio E. López
de la Roche (19).
La identidad cultural
«Aproximarse ala dura esencia del ser colombiano ya su larga lucha por
encontrarse a sí mismo, ha sido durante dos siglos de historia independiente la
labor de la inteligencia nacional. La búsqueda de una identidad cultural" (20)
8
La Constitución Política de Colombia
Se puede afirmar que la cultura es una forma de vida. Está presente en todos los
aspectos del diario vivir. Comprende normas, valores y actitudes.
En el título III, "De los Derechos, las Garantías y los Deberes" , capítulo 2: "De los
Derechos Sociales, Económicos y Culturales" , consignó: Artículo 70.- "El Estado
tiene el deber de promover y fomentar el acceso a la cultura de todos los
colombianos en igualdad de oportunidades, por medio de la educación
permanente y la enseñanza científica, técnica, artística y profesional en todas las
etapas del proceso de creación de la identidad nacional" .
"El Estado reconoce la igualdad y dignidad de todas las que conviven en el país".
9
Los medios y la cultura
Antonio Montaña en sopesado artículo afirmó: "La cultura se hace. Cultura no es,
apenas, aquello que recibimos como legado. La cultura no es un resultado
genético; la producen los pueblos. Se genera gracias a los impulsos que dota un
repertorio de convicciones, creencias, pareceres, y consecuencia de transmisión
comunicativa".
Muy grave, gravísimo el hecho de que ante el poco o casi ningún espacio que los
medios de comunicación otorgan a la cultura se emplee éste como lo dice Antonio
Montaña, en información tremendista que produce "sensaciones".
10
Para finalizar apuntaron: "No hay que equivocarse, estimados señores: en estos
momentos de profunda crisis nacional, la vida cultural ha adquirido una dimensión
prioritaria para los colombianos, como antídoto del deterioro moral que se ha
apoderado de nuestra vida colectiva" (25)
El profesor Jesús Martín Barbero comentó: "En los últimos años los medios de
comunicación han comenzado a hacerse cargo de que lo que está en juego en la
cultura no son únicamente exposiciones, espectáculos y personajes geniales sino
el diario convivir de la gente".
"Hoy más que nunca hay necesidad en el país, no sólo de hablar de arte, ciencias,
bibliotecas, investigación, folclor, cine, sino de crear con urgencia los espacios
culturales y económicos que propicien en forma contundente y aun desconocida
entre nosotros esas actividades. y no como un mecanismo de evasión, sino todo lo
contrario", escribió María Mercedes Carranza.
Periodistas y medios
El desarrollo cultural de los países latinoamericanos en los últimos años no se
refleja en los medios de comunicación. Las limitaciones de espacio para registrar
las actividades culturales es el principal problema que tienen los periodistas
dedicados a esta especialidad. La prensa ha sido más pródiga frente a la radio, la
televisión y el cine. A esto se suma la falta de capacitación de los redactores, la
poca o ninguna profundización en los temas culturales y el tratamiento que en
cada medio se da a esta materia. La pauta publicitaria siempre va en contravía del
registro informativo cultural.
La cultura no sólo es noticia sino también vende. Esta afirmación parece que ya
empieza a penetrar en la gerencia de los medios y ha superado cierto bloqueo que
existía en la comunicación cultural.
11
Por esa notoria ausencia de información sobre actividades culturales, que el
propio Convenio Andrés Bello padeció durante varios años, sus directivos
resolvieron investigar el origen de ese silencio y se encontraron con que había un
número muy respetable de periodistas dedicados a la noticia y el comentario sobre
aspectos de cultura, pero no tenían púlpito donde predicar .
En las encuestas que con frecuencia adelantan los medios para auscultar el
interés de la opinión pública, los primeros lugares en las respuestas los copan las
informaciones de carácter científico seguidas de las culturales.
En recientes debates entre las Facultades de Comunicación y los medios, las dos
partes se dijeron sus verdades, pero así como es palpable el poco espacio
otorgado a la información cultural también es cierto que se impone una mejor
preparación del periodista dedicado a esta especialidad. Si la parte académica
falla se debe a la poca valoración que se le da al sentido vocacional ya las
aptitudes del futuro profesional.
Los periodistas, ante las crisis que viven los países, deben convertirse en
abanderados de la cultura para hacer realidad "la dignidad soberana del
conocimiento".
1 Miguel Ángel Carretón M. América Latina: Cultural y sociedad en el fin del siglo.
En Tablero, Revista del Convenio Andrés Bello, agosto de 1992, año 16, No.43,
Bogotá, págs. 17 a 21. Regresar a (1)
12
(3) Alfredo Castillero Calvo. El encuentro de dos mundos: revolución biológica,
revolución urbana. En Tablero, Revista del Convenio Andrés Bello, agosto de
1992, año 16, No.43, Bogotá, págs. 29 a 50.
Regresar a (3)
(4) Víctor Guédez. Arte y sociedad en el umbral del siglo XXI. En Tablero, Revista
del Convenio Andrés Bello, agosto de 1992, año 16, No.43, Bogotá, págs. 59 a 64.
Regresar a (4)
(5) Ana María Maza S. El mirar de nuestro tiempo. En Tablero, Revista del
Convenio Andrés Bello, agosto de 1992, año 16, No.43, Bogotá, págs. 68 a 73.
Regresar a (5)
(6) Dominique Desjeux. Les sens de l' autre. Strategies, reseaux et cultures en
situation interculterelle, UNESCO, ICA, 1991.
Regresar a (6)
(7) Juan Manuel Ospina. El reto del Viejo Nuevo Mundo. En Tablero, Revista del
Convenio Andrés Bello, agosto de 1992, año 16, No.43, Bogotá, págs. 82 a 86.
Regresar a (7)
(10) Tomás Eloy Martínez. Defensa de la utopía. En Tablero, Revista del Convenio
Andrés Bello, agosto de 1992, año 16, No.43, Bogotá, págs. 110 a 115.
Regresar a (10)
13
(13) Carlos Fuentes. Carlos Fuentes, sus vasos comunicantes, por Marisol Cano
Busquets y Juan Manuel Roca. En El Espectador, Magazín Dominical, No.517, 21
de marzo de 1993.
Regresar a (13)
(15) S.S. Juan Pablo II. Christi Fidelis Laici. Exhortación post-sinodal,diciembre 30
de 1988.
Regresar a (15)
(16) Juan Gustavo Cobo Borda. Otro contraste llamativo. Cultura sana en un país
enfermo. En Lecturas Dominicales de El Tiempo, Bogotá, 22 de julio de 1990,
págs. 4 y 5.
Regresar a (16)
(18) Juan Manuel Ospina. Políticas para un espacio cultural. En El Nuevo Siglo,
por Ximena Fidalgo, Bogotá, 21 de septiembre de 1990.
Regresar a (18)
(21) La política cultural. Nueva orientación de una política cultural para Colombia,
Colcultura, Departamento Nacional de Planeación, cuatro páginas, en 16avo.
Regresar a (21)
14
Publicaciones, Santafé de Bogotá, D.C. 1991. Páginas 255 a 392.
Regresar a (23)
15
Periodismo, Historia, Literatura
Por Juan Gustavo Cobo Borda
Periodista colombiano
Lo fue Miguel Antonio Caro preguntándose furioso por qué en Santafé de Bogotá
se reproducían páginas de Renán. y lo fue Porfirio Barba Jacob recorriendo
Centroamérica y describiendo el terremoto de San Salvador en 1917. Así era el
pequeño país conservador de aquel entonces, conocido más por los viajeros
extranjeros que por los reinosos, ignorantes del mar y duchos en latín y
correcciones idiomáticas.
Por ello en "nuestra tierra, asolada y entrañable", como también la llama Mejía
Vallejo, se dio silvestre el periodismo. Hoy más técnico y con título universitario,
que busca autorregularse y superar así el síndrome de la chiva, al desarrollar su
tarea en medio de amenazas sin cuento, del secuestro al asesinato. Un
periodismo, tal como lo señaló José Salgar en 1990, que se ha convertido, a nivel
internacional, en "símbolo y mártir de la libertad de prensa y de los derechos
humanos".
Libertad de prensa, por cierto, que ha sido rasgo distintivo de nuestra tradición
democrática. Así lo reconoció Mario Vargas Llosa, con estas palabras:
"Hay un aspecto sobre todo en el que creo que todos los latinoamericanos
tenemos que admirar y envidiar a la sociedad colombiana, es una de las
sociedades que ha tenido en el curso de su historia quizás el margen más amplio
de prensa libre". Al repasar el pasado, valorar el presente e intuir el futuro, la
sociedad colombiana halla un motivo de confianza. El debate en torno a una
prensa libre, respetada por el Estado incluso en su desbordamiento, como dijo el
presidente Betancur, antes que verla censurada. Existe, en consecuencia, una
mirada crítica, constituyéndonos en el análisis. La distancia imprescindible para
vernos a nosotros mismos en el espejo de la palabra reflexiva y esclarecedora.
Polémica pero necesaria esto, no hay duda, en momentos en que el país se abría,
dentro de una participación de fuerzas mucho más amplia que la secular del
bipartidismo, y los propios enemigos declarados del Estado adquirían un excesivo
papel protagónico, utilizando los medios de difusión que el propio Estado otorgaba
a los particulares para su uso, tal como lo ha estudiado Enrique Santos Calderón.
17
De todos modos, con el aporte del periodismo investigativo y una concepción más
universal de los hechos, que por haber ampliado la óptica permite comprender
mejor la rica diversidad cultural del país, el balance que hace Santos Calderón
puede considerarse válido, más allá de las excomuniones clericales de antaño y la
indisoluble ligazón entre periodismo y política, indesarraigable, al parecer, de
nuestros medios de comunicación.
"La existencia de una prensa combativa, dinámica y con influencia política ha sido
sin lugar a dudas -y pese a sus acostumbrados excesos partidistas un soporte
esencial de la democracia representativa en nuestro país" (p. 129).
"Las grandes páginas eran baldíos grises, para colonizar escribiendo do muchas
cosas necias, probablemente. Para llenarlas se llegaron a publicar novelas, no
pocas como las experimentales de García Márquez se ensayaron en ellas. Con
todo, si no fuera por estos diarios amarillos de la Hemeroteca, no se sabría nada o
casi nada de la vida pública del país en este siglo que va terminando".
Periodismo literario
Y fue también Alberto Lleras Camargo, al prolongar un volumen póstumo de
Hernando Téllez, Confesión de parte (1966), quien recordó aquellos tiempos
heroicos en que los periodistas, a la madrugada dejaban el diario, luego de
haberse intoxicado de café, tabaco y política, y recibían el nuevo día hablando de
literatura por las calles de Bogotá.
18
Al recopilar páginas de Luis Tejada y Armando Solano, José Umaña Bernal o
Eduardo Zalamea Borda, asombra la capacidad que demostraron para escribir
sobre todo, o casi todo, con altura y cordura, día tras día. Bloques sintéticos que
agrupados en libro resultan, no hay duda, reiterativos, pero que cada mañana, al
abrir el periódico, comunicaban algo de su inteligencia al afanado lector que hacía
de tales páginas su Biblia para conversar en la oficina.
Ante estas prosas estrictas los largos ensayos de Baldomero Sanín Cano o Luis
Eduardo Nieto Caballero llevaban a pensar en un siglo atrás, el XIX, cuando la
prensa era doctrinaria y solemne, y las ideas predominaban sobre los hechos.
Pero si bien Sanín Cano estaba dotado de un humor nada obvio y LENC volvía a
redactar, exhaustivo y generoso, el libro que acababa de leer, ellos también
formaban parte de la corriente, central en nuestras letras por mucho tiempo, que
armó sus libros con recortes de periódico y participó, desde las trincheras de la
prensa escrita, en las luchas políticas.
Y lo que en las plazas públicas, a través de la radio, fue necesidad retórica del
discurso, meciendo los párrafos, recurriendo a las metáforas obvias, acentuando
19
los finales, en la columna de la revista admitía el esguince irónico, las preguntas
inquietantes, la crítica implacable pero buida, para usar una expresión, como
todas, ya fechada.
Si antes la prensa era digresiva y literaria, salpicando las apretadas columnas con
versiones al español de los poemas de Víctor Hugo, y luego se convirtió en
reporteril y exhaustiva, cuando no en simplemente frívola, este medio siglo 1910-
1960 parece constituir un período afortunado para estudiar las relaciones entre
periodismo y literatura. y medir también la forma en que tantas espléndidas
vocaciones literarias fueron devoradas por el trapiche voraz de las rotativas.
Me convencí definitivamente que no podría vivir sino escribiendo pero como para
escribir -qué remedio!- hay que comer, no estaba en condiciones de hacer nada
distinto de vincularme al periodisrno (El Independiente, Bogotá, abril 20 de 1958).
Por más buena escuela crítica que fuere también hay algo en el periodismo que
hace daño a la literatura. Posee algo fugaz y efímero, que la uña del tiempo
descascará con más prisa y que requiere de la también relativa perdurabilidad
creativa de la ficción o de la historia, para otorgarle trascendencia a la implacable
exigencia periodística de cada día.
Sin embargo la mejor columna periodística, por perfecta que sea, ¿no convoca
quizás un reclamo injustificado pero que no por ello deja de surgir? El que ese
breve apunte se convierta en ensayo. El que ese instantáneo perfil, tan certero se
transforma en biografía, como la de Tomás Cipriano de Mosquera que en varias
ocasiones anunció Lleras Camargo.
20
Oscilamos así entre aprovechar el poco tiempo de que disponemos con el disfrute
de una prosa ágil y una mente rápida o aguardamos el volumen redondo que, por
un tiempo por lo menos, agote el tema. Pero el periodismo no es eso. Su gloria
mortal reside en ese único día que las antologías, a veces, preservan, del mismo
modo como hoy subsisten los cuadros de costumbres que redactó el padre de
José Asunción Silva y sus coetáneos de El Mosaico: como una curiosidad
pintoresca y divertida, no como una literatura viva. La literatura viva de ese
período, continúa siendo, no hay duda, "María", de Isaacs.
Quien lee a los cronistas de antaño, trátase de Jaime Barrera Parra al despedir a
Ricardo Rendón " se marchaba a su casa masticando bondad y fastidio" , o de
quien rememora a un insigne orador sagrado, el padre Carlos Cortés Lee,
llamándolo "griego de Zipaquirá", comprobará los derrumbes geológicos que las
épocas van superponiendo, en indetenible olvido. y como ellas cancelan géneros
que parecían indestructibles, como el de la oratoria sagrada, o nos acercan
ambientes y figuras, en esa incesante lanzadera entre rescate y amnesia que es
todo lectura. La oratoria sagrada, de una parte, las caricaturas de Rendón, de otra.
Una muerta, las otras aún dicientes y ambas interesándonos gracias a cronistas
que escribieron sendas notas necrológicas. Un buen réquiem, en el periodismo,
garantiza la última posibilidad de vida.
También la lectura de periódicos de antes puede llevarnos a pensar que los temas
no cambian y que un mismo Espíritu, a través de plumas diversas, continúa
21
tratando, por siempre, idénticos problemas sin resolver Los apuntes de Carlos
Martínez Silva sobre reforma constitucional o los de Fidel Cano, respecto al
concordato, ¿no encerrarán aún lecciones válidas, dignas de repasarse? y temas
eternos, de la descentralización a pensiones de los colegios, del Chocó
abandonado al canal del Dique, de Bolívar a Santander, ¿no jalonan editoriales o
comentarios, década tras década? Tal la sensación recurrente de quienes, por un
motivo u otro, escarban en antiguos periódicos.
Qué viejas ya la vez qué sugerentes tales páginas: el pasado no ¡ vuelve, pero
pareciera que nada ha cambiado. Tal sucede, también, con otra tradición ilustre de
nuestras letras: la de los litera tos periodistas que , hacen revistas.
Desde Alberto Urdaneta y su Papel Periódico ilustrado (1881) que alcanzó los 116
números hasta los jóvenes poetas que hoy luchan por un aviso para editar revistas
con nombres tales como Puesto de Combate, Ulrika o Común Presencia, el
periodismo literario también vive, agoniza quiebra y resucita, a través de esos
afanes. Lo hizo Baldomero Sanín Cano con su Revista Contemporánea de 1904, y
lo hizo López de Mesa con su revista Cultura. Lo hizo Germán Arciniegas con su
revista Universidad de 1921 a 1929, y n01e importó seguir haciéndolo con
su Correo de los Andes de 1979 a 1989. Lo hizo Enrique Uribe White con su
legendaria Pan y lo hicieron Jorge Gaitán Durán y Hernando Valencia Goelkel, con
Mito, entre 1955 y 1962. Lo hizo Mario Rivero, fundando Golpe de Dados en enero
de 1973 y aún continúa haciéndolo, cien números después. Lo hicieron también en
alguna forma Alberto Lleras y Hernando Téllez a través de Semana y Alberto
Zalamea con La Nueva Prensa. Lo hace Carlos Lleras Restrepo, en Nueva
Frontera, cuando posterga sus análisis económicos o sus denuncias morales,
comentando un poema de Silva o recordando a alguna fogosa dama. Lo hizo
Abelardo Forero Benavides en las anchas páginas de Sábado y lo hizo Laureano
Gómez en las pequeñas de la Revista Colombiana.
22
que estaban trabajando. Estos dos dioses, el periodismo y la literatura, continúan
disputándose los talentos. Pero, no hay duda, que varias de esas densas páginas
siguen esclareciendo la historia desde la literatura.
Así lo comprueba Jorge Orlando Melo cuando recopiló 158 relatos de testigos
presenciales sobre hechos ocurridos a lo largo de cinco siglos en la historia a
Colombia: Reportaje de la historia de Colombia (1989). De Rodríguez Freyle a las
inolvidables Memorias de un abanderado (1876) de José María Espinosa, el más
sagaz y ameno recreador del período de la patria. Ellos, como más tarde Osorio
Lizarazo o Juan Lozano, mantienen ágil la pluma y firme la mirada. Sin ambas es
imposible hacer buen periodismo y mucho menos perdurable literatura. Sin el
periodismo literario Colombia sería más pobre y mucho menos comprensible. y sin
el periodismo, en general, la verdad sea dicha, tampoco nuestra historia existiría.
Así lo comprueba esta memoria de 15 años en la vida colombiana.
23
La radio como instrumento cultural en Colombia
Por Alberto Duque López
24
o Louis Armstrong o Charlie Parker. Por supuesto los oyentes del mediodía no
eran los mismos de las primeras horas del programa. No sé si era un aporte a la
Cultura de los barranquilleros, nunca tomé el programa con ese sello, simplemente
sabía que estaba divirtiéndome, que era la única posibilidad de poder expresar de
una manera impúdica mi locura por dos ídolos, Cortázar y Charlie Parker en una
misma mañana. Por esa misma época ya existían en Barranquilla otros programas
culturales orientados por personas como Rafael Oñoro, César Ruiz, Jesús María
Guillén y Alfredo Gómez Zurek. Ellos sí estaban realizando un aporte a la cultura
de mi ciudad.
¿Qué significa trabajar por la cultura en la radio? ¿Pasar las obras de los
compositores clásicos? ¿Emitir la música colombiana, o las obras de Marsalis, o
un poco más allá, realizar programas con la música de Vangelis o los
compositores andinos o los músicos griegos y españoles?
¿Qué es cultura en la radio? ¿Informar sobre los conciertos de esta noche, o las
obras del festival de Manizales o comentar la nueva película dirigida por Bernardo
Bertolucci sobre una novela espléndida del solitario Paul Boeles?
Hasta hace unos años, los dos mejores ejemplos de esta preocupación de la radio
por difundir la cultura, al menos dentro de sus alcances físicos en Bogotá, eran la
Radio Nacional y la emisora HJCK. Después, a medida que las universidades
crecían y sus presupuestos eran más sólidos, tuvieron la excelente idea de
incorporar una estación de radio dentro de sus actividades cotidianas. En
Medellín, Barranquilla, Manizales, Cali, Cúcuta, Bogotá, para citar unos pocos
ejemplos, las universidades vienen adelantando una labor grata, agresiva y juvenil
a través de estas emisoras; y en Bogotá, el trabajo de las estaciones de la
Nacional, la Tadeo, la Javeriana y otras universidades es ejemplar, y con una
ventaja: su programación está dirigida hacia un público específico, los estudiantes,
utiliza su lenguaje, maneja su entorno psíquico y físico, sabe comunicarse con
ellos y por eso ha logrado superar los obstáculos iniciales. Mientras tanto, en
ciudades como Barranquilla, Medellín y Cali las universidades trabajan en
colaboración con otras entidades, como las Cámaras de Comercio, con iguales
resultados.
25
Durante una época, Caracol produjo uno de los programas más completos de la
radio latinoamericana, "Monitor" , dirigido por profesionales como Enrique Pardo,
Julio Nieto Bernal y Mario Rivero, utilizando el ritmo y el lenguaje de las revistas
de radio que mezclan la música con las noticias y la información cultural. Después
cambiaría de naturaleza.
Desde hace dos años trabajo con la cadena RCN, en el noticiero que va de las
6:00 a las 10:00 de la mañana. Mezclada con las informaciones de asaltos
guerrilleros, terremotos, golpes de Estado, divorcios de las estrellas, planeación de
impuestos y renuncias de ministros, he tratado con la complicidad de Juan
Gossaín de informar sobre algunas actividades culturales. Son pocos minutos, es
un tiempo insuficiente pero alcanzamos en una mañana, por ejemplo, a comentar
una novela de Nadine Gordimer, reseñar rápidamente una película de Camila
Loboguerrero, decir algo sobre las exposiciones de pintura o las obras de teatro, y
también algo de la que ocurre en otros países.
Por supuesto, que esos minutos no son suficientes. Esas píldoras regadas a la
largo de cinco horas de entrevistas, cuñas, noticias, llamadas del extranjero,
proclamas de los políticos, llamadas de madres angustiadas poco pueden hacer
por el desarrollo cultural de los colombianos, pero seguimos tratando. Hemos
sostenido un lema, "La cultura es noticia" y la mantenemos, reconociendo que es
un tiempo mezquino, que podría mejorarse, que podría tener un mayor impacto,
un mayor alcance.
Estas ideas expuestas aquí ante ustedes, buscan el debate sobre un tema tan
vasto y complejo: ¿hasta dónde la radio colombiana está realizando un aporte real
a la cultura de los colombianos? ¿Hasta dónde ese aporte es recibido por los
oyentes, hasta dónde éstos mejoran su vida por el simple hecho de encender un
aparato de radio y escuchar mientras se bañan, duermen, comen, caminan, hacen
deporte o conduce su vehículo? La pregunta es simple: ¿estamos cumpliendo,
quienes trabajamos en la radio, con nuestra obligación de apoyar y difundir y
fomentar la cultura de los colombianos?
26
Periodismo cultural en tiempos de crisis:
creadores de cabeza descubierta
Por Arturo Guerrero (Colombia)
Hace poco menos de dos siglos decía el romántico y demente escritor alemán
Friedrich Holderlin que "la misión del poeta es permanecer con la cabeza
descubierta en medio de las tormentas de Dios". He aquí una definición alada de
lo que son las crisis: las tormentas de Dios. Y he aquí, en magnífico contraste, un
mandato para los protagonistas de la cultura: resistir a cabeza descubierta.
La decepción ante los políticos no se queda atrás del sinsabor frente a los
economistas. Las convulsiones sociales, militares, estudiantiles, sindicales, tienen
como apremiante marco las cifras extenuadas del dinero. Jack Lang, ministro
francés de la cultura, avanzaba la siguiente hipótesis: "El fracaso económico de
nuestros antecesores fue ante todo un fracaso cultural. Ellos habían perdido la fe
en la fuerza del espíritu y de la voluntad. Nosotros creemos en la fuerza del
espíritu y de la voluntad para transformar el curso de las cosas... La cultura puede
ser una de las respuestas a la crisis, pues esta crisis económica está ante todo en
nosotros, está en nuestras cabezas y en nuestros corazones, está en un
comportamiento mental... Entonces, con nuestra voluntad, podemos subyugarla y
darle a las fuerzas del espíritu, a las fuerzas de la invención, a las fuerzas de la
creación, prioridad para construir el porvenir".
27
No hay manera, en estas cortas líneas, de desentrañar el poder demiúrgico de la
cultura en la sociedad humana. Que baste entonces con pincelarlo a la manera
impresionista, configurarlo alusivamente, en las palabras del poeta y ensayista
William Ospina, quien fatigando el lenguaje atrevido de la física señala que "un
solo verso de Virgilio acrecienta mágicamente el caudal de la realidad y modifica
de algún modo el peso del mundo".
Cada vez que un creador signa una semicorchea o espanta el blanco del lienzo
con una masa de color o le pone una trampa en el aire al ángel del poema, o
inventa un piropo para conquistar a la mejor mujer del orbe, se reafirma la solidez
del universo y algunos gramos de más quedan registrados en la balanza de los
astros.
Esto que a primera vista suena a delirio de los años sesenta está, por el contrario,
próximo a entrar en los monótonos rubros de la contabilidad empresarial. La
sesuda revista económica Fortune, en un reciente informe, puso el grito en el cielo
raso de las gerencias al demostrar que la industria de Estados Unidos está
perdiendo la competitividad indispensable porque la gente que está en los
negocios ya no lee. Pero no porque no lea texto sobre finanzas, sobre la teoría
Zeta o sobre la manera de alcanzar la excelencia. No. Los industriales, según
Fortune, se están rezagando porque no leen libros de filosofía, de historia, de
literatura, es decir, porque le han dado la espalda a la cultura. Y a continuación
aduce la explicación formulada por el presidente de la firma Monsanto a este
fenómeno: la persona lectora de estas materias descubre vínculos en hechos sin
relación entre sí, que es lo que se necesita en el mundo de la productividad.
La cultura como la fuerza del espíritu, como el arte de vivir intensamente, como la
vivencia espiritual y estética de los hechos cotidianos, necesita del periodismo
para volverse un sueño en plural. Pero no de cualquier periodismo. Gracias a los
medios de comunicación, la danza de las horas y de los días puede dejar de ser
una prosaica sucesión de opacidades, para revelarse como el escenario donde los
hombres van fabricando la eternidad, van descubriendo su genuina naturaleza de
seres "en tenso aprendizaje de lucero", como lo escribe Octavio Paz.
Para cumplir esta misión, más compleja aún en estos tiempos de tormentas de
Dios, el periodismo cultural tiene que trascender su tradicional molienda de
cartelera de espectáculos, de reseña sintética de libros, de alambicada crítica de
arte, de comentario razonado de conciertos, de entrevista descriptiva a luminarias.
El periodismo cultural tiene como materia prima los hechos en los que brilla el
genio de los pueblos, y con esta arcilla prodigiosa debe elaborar un producto de
prodigio.
Para decirlo de una vez, el periodismo cultural ha de ser un poema, una creación
de hombres y mujeres con la cabeza descubierta. No en el sentido caricaturesco
de que tenga que ser escrito en verso o con la retórica de floridas palabras sin
28
sentido. No. Ha de ser un poema, visual sonoro o escrito, porque sus textos en sí
mismos estén forjados en los idénticos altos fuegos que cocinaron la pintura, el
concierto, la novela, el ángel de alfarero, los graffiti, el vuelo de la moda, el
lenguaje adolescente, la película, la copla, la arquitectura futurista, el fruto
culinario, la muerte de los héroes.
Los textos del periodismo cultural han de ser ellos mismos otra obra de arte
mínimo. Han de conmover más que convencer, seducir más que demostrar. Han
de librar al periódico de ayer de su triste destino de basura. Que cuando el lector
los recorra termine bañado en alhucema, y descubra sorprendido que en medio de
las crisis existen voces que aún creen en la mañana.
29
Las revistas culturales
Por Juan José Hoyos
Periodista colombiano
Sur ha dejado de publicarse hace tantos años que sus ejemplares son guardados
como reliquias, y casi siempre bajo llave, en las bibliotecas de los escasos
coleccionistas y lectores que tuvieron la fortuna de adquirir algunos números
sueltos que llegaban a Colombia, en los barcos, desde Buenos
Aires. Mito desapareció de los estantes de las librerías en 1962, y desde ese año
los 42 números de su colección se han convertido en una joya de bibliómanos y
han pasado a formar parte de colecciones especiales de bibliotecas públicas y
privadas de nuestro país. Las páginas de Eco, después de 272 números, más de
40 mil folios y 24 años de trabajo, se cerraron definitivamente hace siete años,
casi al mismo tiempo que se cerraban las puertas de la legendaria Librería
Buchholz de la Avenida Jiménez, en Bogotá; Orígenes, la revista fundada por José
Lezama Lima en los años cuarenta, en Cuba, corrió la misma suerte.
Tengo en mis manos el primer número de la revista Mito, fundada en 1955 por
Jorge Gaitán Durán y Hernando Valencia Goelkel. Hay un artículo sobre el
marqués de Sade y una traducción de su "Diálogo entre un sacerdote y un
moribundo". Hay una "Sonatina" de León de Greiff. Un poema de Octavio Paz.
Otro de Vicente Alexaindre. Otro de Saint John Perse. Una consideración sobre
las brujas y otros engaños, de Pedro Gómez Valderrama. Hay comentarios de
libros de Simón de Beauvoir, Francoise Sagan, Gabriel García Márquez, Fernando
Arbeláez. Hay un testimonio sobre el drama de las cárceles en Colombia. Repaso
algunos números de la colección. Hay colaboraciones de Carlos Drumond de
Andrade, Alfonso Reyes, Jorge Luis Borges, Alvaro Cepeda Samudio, Álvaro
Mutis, Fernando Charry Lara, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Hernando Téllez,
Rafael Gutiérrez Girardot, Martha Traba, Baldomero Sanín Cano, Aurelio Arturo,
Jorge Zalamea, Rogelio Echavarría. Hay traducciones de Gottfried Benn, George
Bataille, Luchino Visconti, Vladimir Nabokov, Ezra Pound, John Updike. Hay
nuevos testimonios sobre los problemas de la administración de justicia, la
prostitución, la sexualidad, los intelectuales y el problema de la violencia. Está el
texto íntegro de "El coronel no tiene quien le escriba", de Gabriel García Márquez.
30
Por supuesto que las páginas de este ejemplar de Mito ya están un poco
amarillentas pero, ¿es esto una cosa muerta? Repaso con mis ojos los trazos
sosegados de los tipos de imprenta Bodoni, con que componían la revista, y veo
con asombro que la tinta todavía brilla sobre el papel. Leo uno de los escasos
editoriales con que abrían la edición Valencia Goelkel y Gaitán Durán:
Ahora está en mis manos un ejemplar de la revista Eco, que dirigieron en Bogotá,
entre 1980 y 1984, sucesivamente, Elsa Goerner, Hernando Valencia Goelkel,
José María Castellet, Nicolás Suescún, Ernesto Volkening y Juan Gustavo Cobo
Borda. Leo una introducción al número en que celebran el quinto aniversario: "Eco
renuncia a participar en la polémica cotidiana y opta por reflexionar detenidamente
sobre los problemas de todo orden que agitan a los países de habla española". La
revista tiene una tipografía de corte clásico similar a la de Mito. No hay ligereza ni
superficialidad en ninguno de sus artículos, pero su lectura es agradable,
reposada, su tamaño es humano. El único "exceso" que se permiten los editores
es una carátula a dos o tres tintas, y en colores planos, dibujada por Alejandro
Obregón o Ramírez Villamizar .
31
Sé que en mi país han existido muchas revistas más de esta clase. Mis amigos me
han hablado de algunas: la vieja revista Semana que publicaba Alberto Lleras,
donde al lado de muchos reportajes memorables se divulgaron también los
ensayos de Indalecio Liévano Aguirre sobre los grandes conflictos de nuestra
historia. La vieja revista Antioquia, donde Fernando González escribe desde
Medellín sobre todas las cosas habidas y por haber y se empeñaba en redactar,
de su propio puño y letra, hasta los textos de los anuncios publicitarios. La
antigua Revista de Indias, que dirigía en Bogotá Germán Arciniegas. Voces, la
revista literaria de la Costa Atlántica que publicó durante varios años don Ramón
Vinyes, el célebre sabio catalán evocado por Gabriel García Márquez en "Cien
años de soledad " .
Sin embargo, sé que no debo aburrir a mis compañeros de oficio con una larga
lista de nombres y de fechas y pongo punto final a mi recorrido por los anaqueles
de la biblioteca. De salida hojeo algunos periódicos de la última década. Los
bibliotecarios los han arrumado en cajas que parecen ataúdes de cartón. Casi
nadie los consulta. Abro sus páginas. Están más amarillos que las revistas. Mis
ojos chocan de inmediato con un mar de titulares, casi todos anodinos, vistos
desde hoy. Muy pocas cosas invitan a la lectura. Hay que pasar muchas páginas
para que lo ojos se detengan y no abandonen un escrito después de un par de
miradas. Después de media hora la fatiga me obliga a suspender el examen.
No es la primera vez que esto me sucede. Confieso que a medida que los
periódicos se vuelven más monótonos y más confusos y repiten al día siguiente
las mismas noticias de los noticieros de radio y de televisión, cada vez las revistas
me gustan más. Leer los periódicos me confunde y hasta me quita el sueño y me
deprime. Ahora entiendo un poco mejor por qué los peluqueros no botan las
revistas. y por qué las encuentra uno en los consultorios médicos, en las salas de
espera, en lo aviones, en las clínicas... y por qué, a veces, uno abre las páginas
de ejemplares de hace seis meses, de hace un año y disfruta leyéndolas.
Durar. Yo diría que alcanzar este destino es la aspiración más grande de todas las
revistas que existen en el mundo, tanto las que se hacen para las peluquerías,
como las que se hacen para los intelectuales engominados: durar más que un
periódico, lograr que la gente no las bote a la basura al día siguiente. Decir cosas
importantes o más divertidas o más emocionantes que los periódicos.
32
Por supuesto que quiero reivindicar el papel de las revistas. Soy un colombiano
más que descubrió muchas cosas del mundo, de la vida, del arte, de la cultura,
hojeando las páginas adustas, pero llenas de cosas importantes, de la revisa Eco,
releyendo admirado en bibliotecas públicas las hojas amarillentas de la
revista Mito. Leyendo en las peluquerías los reportajes escandalosos que publica
Gonzalo Arango en las páginas de Cromos en los años sesenta.
Muchos años antes, a mediados del siglo XVIII, Daniel Defoe también había
causado una revolución en el estilo de la prensa en The Review, una de las tantas
publicaciones que dirigió a lo largo de su vida. Defoe es, sin lugar a dudas, el
verdadero padre de lo que más tarde se llamó "gran reportaje" moderno. Su obra
"Memoria del año de la peste", publicada en 1722, es el primer gran reportaje en la
historia del periodismo y la literatura: la reconstrucción minuciosa de la llegada de
la peste a las calles de Londres en 1665, cuando Defoe era todavía un niño.
33
sobre la revolución mexicana. Casi todos ellos fueron escritos desde los pueblos
tomados por las tropas de Pancho Villa. Reed habló con Villa varias veces en
mitad de la campaña. El "bandido" reveló a Reed su historia, y habló sobre los
amores de su vida, sus ilusiones y algunas de las fechorías que se le endilgaban.
El reportaje permitió la otra cara de un hombre que soñaba con abolir el ejército
para que en el futuro no hubiera más tiranías. El reportaje de Reed termina con
estas palabras de Villa: Quisiera hacer de México un lugar feliz. Entre los
colaboradores de Metropolitan estaban Rudyard Kipling, Joseph Conrad, D.H.
Lawrence, Bernard Shaw y Scott Fitzgerald.
Las revistas, pues, no han sido nunca el vagón de cola en el tren del periodismo y,
por el contrario han estado a la vanguardia en muchas de las principales
coyunturas de su historia.
34
Una forma distinta de mirar las cosas
Una revisión del significado de la palabra revista puede darnos algunas luces
acerca del tipo de periodismo que pretenden hacer las revistas y acerca del papel
vanguardista cumplido por ellas a lo largo de la historia del periodismo.
"Segunda vista, examen, análisis"; "rever, revisar, analizar". Estas son palabras
fundamentalmente a la hora de hablar de la filosofía de las revistas, de su estilo,
de su propósito.
Primero que todo, quiero reivindicar las revistas por su tamaño. Son pequeñas.
Tienen dimensiones humanas. Se pueden leer en un avión, en un bus, sin
necesidad de doblarlas, sin temor a molestar a los vecinos cuando uno pasa una
página.
El tamaño reducido obliga a las revistas a tener un universo más limitado que el
del periódico. Hay que ocuparse de menos cosas pero, por ello mismo, hay que
hacerlo con más hondura. Frente al desorden del mundo, ellas nos presentan un
orden: esa parte del mundo que nos interesa, que nos permite la identidad.
Una segunda razón para reivindicar las revistas: en una época en que la lectura
empieza a ser hábito en desuso, ellas son hechas para leer. y para guardar. Una
revista que no provoque deseos de leerla ni guardarla, sino de hojearla y tirarla
luego a la basura, como un periódico, no tiene razón de existir .
35
Una tercera razón: las revistas han suprimido un montón de barreras generadas
por la división del trabajo. En una revista se puede ser el redactor, el corrector, y al
mismo tiempo el diseñador. Ahora, con las nuevas técnicas de autoedición, un
periodista puede llegar a producir hasta los artes finales de su publicación. La
complicada visión del trabajo que ha convertido a muchos periódicos en
mastodontes condenados a repetir todos los días las mismas rutinas de
producción tiende a desaparecer en muchas revistas.
Una quinta razón: las revistas tienen una vitalidad singular. Aparecen por todas
partes. Mueren. Resucitan. Desaparece una y aparecen tres.
Una sexta razón: las revistas son hechas para el ocio. Si la gente no accede a
detenerse un instante, a abandonarse en un sillón, en fin, a respirar, en medio del
tráfago de la vida diaria, a duras penas podrá hojear una revista. Tal vez por eso
las revistas viajan de mano en mano, se van, hacen su propia vida. Me gusta el
espectáculo de las señoras mirando las revistas, estacionadas en medio de la
multitud, en los grandes supermercados, junto al carrito lleno de legumbres y
detergentes.
Una séptima razón: las revistas son uno de los últimos reductos de la prensa en
los que puede hacerse un periodismo integral. Antonio Gramsci, inventor de esta
palabra, lo definía como un periodismo que no sólo trata de satisfacer las
necesidades de su público, sino que se esfuerza por crear y desarrollar esas
necesidades y estimular, en un cierto sentido, a sus lectores, y aumentar su
número progresivamente. Para ello, dice Gramsci, debe existir como punto de
partida un agrupamiento cultural más o menos homogéneo, de cierto tipo, de
36
cierto nivel y especialmente con cierta orientación. Sobre esa agrupación una
revista puede apoyarse para construir un edificio cultural completo, autárquico,
comenzando directamente por la lengua.
Una octava razón: en medio del maremágnum informativo creado por la televisión,
la radio y la prensa diaria, creo que las revistas -y especialmente las revistas
culturales- tienen un papel que cumplir, cada día más importante: quiero decir,
explicar las cosas; ahondar en las causas de nuestros problemas; servir de
espacio de discusión, sobre todo ahora que estos espacios escasean cada vez
más; recapitular, hacer recuentos, cruzar datos de una y otra parte, de una y otra
historia; al fin y al cabo todas esas pequeñas historias son nuestra historia;
mostrar la coherencia de este caos en que estamos hundidos, aparentemente tan
incoherente; gastarse las páginas que sean necesarias para explicar los
problemas que nos agobian; dedicar hojas y más hojas a todas esas cosas que a
los periódicos les parecen intrascendentes pero sin las cuales no soportaríamos la
vida (estoy hablando, ustedes me entienden, de la poesía, de la música, de la
pintura, del cine, de las novelas y los cuentos, del teatro, de la vida diaria, y
también -como hacía la revista Mito- del drama de las cárceles y de la prostitución
y de muchas cosas más, porque creo que la cultura son muchas cosas más). Abrir
las puertas a esos tipos que escriben sin afán, que se gastan un año en los
archivos y luego ocupan páginas y más páginas para contarnos cosas que ya se
olvidaron, pero que explican lo que somos hoy. Dar la palabra, para que los
escuchen, a esos geólogos sin oficio conocido que se pasan la vida estudiando los
volcanes y las montañas, tratando en vano de ser oídos. Abrir las puertas a los
politólogos, a los sociológicos, a los antropólogos, a los historiadores ya los
pensadores que desde hace muchos años nos vienen explicando, sin que casi
nadie los oiga, las causas de este baño de sangre en que nos estamos ahogando
los colombianos, con una que otra pausa, hace más de cuarenta años.
Creo que las revistas pueden luchar por un periodismo distinto, que no tenga
como meta la fragmentación de la realidad, separar siempre un hecho de otro, en
aras de la novedad. La matanza de hoy, distinta a la de ayer y distinta a la de hace
dos semanas. Y, por supuesto, distinta a la de hace dos años. La tragedia invernal
de hoy, producto del aguacero de ayer y distinta a la tragedia invernal del año
pasado. Esto, mientras cada año los ríos se desbordan y se repiten las matanzas.
Defensa de la medida
Voy a hacer una última defensa de las revistas. Esta sí más anacrónica que las
anteriores. Voy a defender el "minimalismo" de las revistas frente al gigantismo de
los periódicos. Voy a tratar de demostrar que hay algo peor que la falta de
información y es el exceso. Para ello voy a pedir la ayuda de don Pedro Salinas,
uno de los más grandes poetas españoles de este siglo. El, hablando de algunas
de estas cosas, y refiriéndome especialmente a la afición del hombre moderno por
lo gigantesco, recordaba los monstruos de la naturaleza. En una de las páginas
37
del libro "El defensor" , escrito en buena parte durante su exilio, cuando la
Universidad Nacional lo acogió temporalmente en su claustro, en Bogotá, don
Pedro escribió:
Cuando más adelante el hombre, sin duda más proporcionado y por las señas -
que se llaman Historia- con algunos mejores condiciones de sobrevivir que el
Megaterio, se pone él a crear, también se le va la mano. Las primeras
civilizaciones inventan Estados enormes, erigen fábricas poderosas, como la torre
de Babilonia; se afanan tras lo magno; pirámides y esfinges se empeñan por
perdurar sobre las arenas hasta hoy día, como lecciones de exorbitancia. A los
leones asirios responden los colosos egipcianos, modelos del rodense. Pero los
griegos son los grandes maestros de la medida. Ellos descubren, antes que nadie,
que la grandeza puede muy bien no consistir en el tamaño, y que la belleza de la
forma casi nunca se encuentra en la disformidad. La preocupación de la escultura
griega por los cánones es una de las más hermosas páginas de la historia del
hombre. Preciosa es entre toda la noción de la medida, certero camino hacia la
verdad. Las ciencias progresan al compás del arte de medir; de medir cada vez
mejor y con más precisión. Diríase que los humanos tienen ya superada la etapa
de lo monstruoso, y que el hombre se ha decidido a ser como uno de ellos,
eminente, dijo: "Medida de todo lo humano" .
38
"La tierra se vuelve a poblar de monstruos. Ahora no son hijos de la naturaleza:
son artifechos, artefactos, criaturas del hombre".
Sé que estas palabras están muy lejos de los cánones de objetividad que nos
enseñaron nuestros profesores en las cátedras de periodismo. No soy una
persona que puede hablar fríamente del tema. Soy un periodista apasionado por
las revistas. Soy un lector cansado de los periódicos. Pienso que su gigantismo ha
provocado males similares a los que también causó el gigantismo en los
brontosaurios.
39
Periodismo y cultura, modelo para armar
Por Adriana Mejía
Periodista colombiana
Muy lejos está Colombia, para no mencionar otros países, de contar con un
periodismo cuyos lineamientos estén trazados por una búsqueda constante de la
verdad, del bien común, del inconformismo, de los desprestigios, de la función
social, de esa raíz humanista que le dio vida a la profesión y que debemos
(tenemos) que reivindicar. Aquí nos copan el tiempo, el poder y los boletines
oficiales.
Hay que reconocer, sin embargo, que bastante hizo ésta con caer en la cuenta de
que Colombia es un país multiétnico y pluricultural, y consignarlo por escrito en la
nueva Carta.
El malentendido que existe con relación al papel que los periodistas (culturales o
no) estamos en la obligación de ejercer respecto a la cultura, viene desde la
universidad que nos proporciona técnicas y herramientas para ejercer un oficio,
mas no bases filosóficas para sustentar una profesión eminentemente social, en
cuyo ejercicio podamos despertar, en cada ciudadano, su capacidad de apropiarse
del mundo y crear .
41
porque adquieren toda su dimensión, en una ciudad rica en matices y noticias,
como lo es mi ciudad, Medellín.
42
Los mismos compatriotas nos endosaban, y nosotros como que nos estábamos
dejando (los violentólogos se dieron silvestres), una tenebrosa característica de
cultura de la violencia. Nada más contradictorio.
Entre bellas artes y cultura como un todo, los periodistas culturales tenemos que
encontrar el punto adecuado, sacándole el cuerpo a la información mercantilizada
ya la noticia como espectáculo, al fetiche de la actualidad inmediata que tanto
desvaloriza la permanencia. Tenemos que enriquecer y diversificar temas y
personas a quienes nos dirigimos para escaparnos de la uniformidad acartonada
de los medios, para evitar que el poder legitimizador de los mismos excluya del
panorama a la cultura que no accede a la gran prensa. La provincia que llaman,
suele ser tratada con indiferencia en su dimensión cultural; también la cultura ha
estado centralizada en la capital. Y sólo en la medida en que más diferencias
convivan en nuestra información cultural, más culturales seremos.
43
Sobre televisión y bustos parlantes
Por R.H. Moreno Durán
Periodista colombiano
44
Valle. Lo curioso es que esta actitud no se suspende ni cuando la dama en
cuestión entrevista a su marido -pues estas cosas ocurren en la televisión criolla-,
que además es un señor que manda en Colcultura. Y para sorpresa al televidente,
el alto funcionario da un ejemplo gráfico de sus proyectos al acompañar sus
misteriosas palabras con extraños malabares físicos en los que intervienen los
músculos faciales y sus extremidades superiores. Al espectador sólo le queda el
consuelo de ver la cara de hondo escepticismo que la abnegada presentadora
exhibe ante las indescifrables gesticulaciones de su marido. En otras ocasiones, el
llamado coloquio de este programa es moderado por un intelectual de aspecto tan
poco compadecido con la elegancia que bien podría esgrimir en la mano un
palustre.
No obstante, lo llamativo aquí es que ese señor coordina una serie de denuestos
que tiene por objetivo un libro, una escuela literaria o alguien, por lo general un
gringo, contra el cual azuza a las peores lenguas de la Sociedad Literaria. Vale
decir que estos señores tan bravos protestan en comandita por considerarse
excluidos o blanqueados por el tratadista en cuestión, a quien públicamente
despellejan con los mejores dicterios del Siglo de Oro y la picaresca. Ciertamente,
las cosas en la televisión cultural no son como para echar las campanas al vuelo.
Queda claro que quien lleva la voz cantante es la gran dama de moda y que su
invitado aparece casi siempre como un elemento del cual hay que servirse para
decorar un poco el discurso. La vida es de quien habitualmente se luce, y la
cultura, a ojos del pávido televidente, no es otra cosa que un aditamento más en el
recargado ajuar de la presentadora. Pero lo que más llama la atención es la osada
incursión de tal dama en temas que desconoce impecablemente, así como su
especial vocación para lastimar la sintaxis y un evidente esmero por pronunciar al
45
revés nombres y términos de otras lenguas. La cultura tergiversada de esta
manera desde la pantalla gracias a intelectuales de última hora a libretistas y
presentadores, no puede traer como consecuencia sino un creciente pasmo,
indiferencia o desdén por parte de la teleaudiencia.
De esta forma, y uno tras otro, los programas culturales se las ingenian para
anestesiar el interés de los televidentes, que al final renuncian a disfrutar un poco
de cultura fina y se pasan en masa a los musicales, a los deportivos o a espacios
tremebundos que ponen los pelos de punta, como ese en virtud del cual su
presentador interrogó durante semanas a todos aquellos que habían muerto y
habían regresado para contar el cuento. En fin, con el mismo esquema
monopolizado por la diva de rigor, el talento momificado y la penuria idiomática, la
televisión ratifica sus virtudes estupefacientes, su inclinación por las fórmulas
manidas y su corruptible actitud ante cualquier amenaza de innovación y calidad.
Vistas así las cosas, el televidente bosteza, se frota con fuerza sus castigados
ojos, más oblicuos que los que poblaban la pantalla, y mientras se libera de las
exóticas imágenes piensa que todo, como la marca de su televisor, responde a las
pautas del Sistema de Producción Asiático.
46
La cultura en los medios audiovisuales en
Colombia
Por Germán Muñoz
Periodista colombiano
Tal vez ya haya sido objeto de discusión en otros foros, pero no deja de ser
importante empezar esta charla fijando una posición respecto a la relación entre
Cultura y Medios. Puede parecer evidente que la ópera y los libros tengan relación
con la cultura. También se admite que las danzas folclóricas sean cultura. Incluso
el cine se ganó su lugar en el parnaso artístico. Pero la televisión se sigue
considerando pura diversión, vulgar entretenimiento, especialmente cuando
transmite telenovelas o partidos de fútbol.
47
estilos propios de conocimiento de la realidad. La televisión y el cine son objetos
culturales.
Recordemos que en sus casi cuarenta años de vida en Colombia (el cine tiene
casi setenta), la televisión se ha multiplicado y diversificado increíblemente,
invadiendo el escenario de la vida diaria de las mayorías. Hoy, su producción y
estilos narrativos, así como su estructura organizativa, se sitúan entre las más
destacadas del continente.
48
artística orientada hacia la mímesis, a la vez que su dimensión temporal lo orienta
hacia las áreas de la narratividad. Y en tanto lenguaje, hereda del teatro la
visualización socializada. En su calidad de acto comunicativo inscribe el
movimiento en la visión de la vida, e introduce así un nivel participativo entre la
obra y el espectador.
49
al sueño, desde la defecación hasta el acto amoroso. Se trata, dicho de manera
brutal, que la televisión tiende a convertirse no sólo en el único espectáculo -pues
se ha apropiado de todos los demás, los ha devorado y desnaturalizado ala vez-
sino en el espectáculo absoluto, permanente, inevitable. y son tales los efectos
eco lógicos de esta revolución en la historia del espectáculo que la relación que la
sustenta - plenamente concéntrica, hasta el extremo de negar el cuerpo y
sustituirlo por su imagen luminosa- tiende a negar cualesquiera de las otras
formas de relación: tanto el carnaval como la ceremonia, la intimidad como la
relación estética parecen verse excluidas progresivamente de un universo cultural
monopolizado por el espectáculo electrónico.
La televisión está ahí, delante de nosotros. Esa es una verdad suprema. Quien
sea que esté ahí, en el escenario, me mira, nos miramos, estamos siempre en
contacto. La única relación posible en ese universo espectacular se realiza con
esa realidad ilusoria (de enorme atractivo físico, de gran sentido del humor, de
perspicacia e inteligencia increíbles...), con ese espacio en donde siempre hay
risas y aplausos, espectadores y vedettes, permanentes estimulaciones visuales
que destacan hiperbólicamente el look del intérprete y el universo del star-system,
donde se mezclan indeterminada y confusamente información y ficción, artificiales
ensaladas de actualidad deportiva en vivo y en directo con sistemática
reconstrucción de dramas cotidianos interpretados con gestos creíbles.
El espacio propio de ese espectáculo es el dulce hogar, sus más íntimos rincones,
las redes comunicativas intrafamiliares que poco a poco se ven fracturadas por la
permanente renovación de la estimulación visual.
50
Cuando lo seudopúblico se introduce violentamente en la alcoba (médicos,
cocineras, presentadores de noticias y concursos) sus gestos y saludos y
fanfarrias y conversaciones doctas y visitas ecológicas y pretendidos music-halls...
son el reino kitsch de la seudointimidad espectacular, de la simulación inverosímil,
de la farsa histriónica, de la puesta en escena de lo natural fingido.
En este espectáculo regido por la lógica del espejo imaginario, el spot publicitario
es la quinta esencia donde el deseo se actualiza en todas las variantes, ofreciendo
satisfacción en objetos de consumo, apelando ala complicidad y al acceso fácil a
través de la mirada.
51
consecuencia está condenado a no decir nada, porque en él nadie habla, es un
discurso de nadie, en el cual la verdad y el saber son hueco, caricatura, tautología.
En este discurso no hay intercambio simbólico, no hay identidad (puro juego de
espejos), no hay interpelación (puro vínculo umbilical), no hay circulación de la
palabra (simplemente mercancía y consumo).
El mundo del discurso espectacular televisivo simplemente es, no importa que sea
verdad o mentira.
52
monótonamente- los botones del mando a distancia como forma desesperada de
acceder al olvido.
Estos parecen ser rasgos típicos de la "estética social" de nuestra época tan
confusa e indescifrable, comunes a los fenómenos culturales de hoy en todos los
campos del saber, en los cuales ya no es posible disociar el más reciente
descubrimiento científico concerniente a la fabrilación cardiaca, del Pato Donald, ni
la más sofisticada novela de vanguardia del último videoclip de Madonna...
manifestación de nuevas órdenes racionales: el de la repetición, el de la
excentricidad, el del gusto por la monstruosidad y por el desorden, el del placer del
extravío, el enigma y la imprecisión.
Referencias bibliográficas
- Calabrese, Omar. La era Neobarroca. Ediciones Cátedra, Madrid, 1987.
- González Requena, Jesús. El discurso televisivo: espectáculo de la
post/Modernidad. Ediciones Cátedra. Madrid, 1988.
53
Sobre el camino del libro en Colombia: ante una
cumbre solitaria y borrascosa
Por Hugo Sabogal
Periodista colombiano
En el caso del libro, el impresor recibe una orden de rodar, mientras que el editor,
entre muchas funciones, decide si publica o no y si mantiene o cambia el
manuscrito. Debe reconocerse, sin embargo, que una parte de la confusión radica
en el hecho de que la razón social de muchos talleres de impresión colombianos
incluyen la palabra "editores" o "ediciones", sin serlo realmente.
En cambio, los editores conforman no solamente una minoría, sino que muchos
están quebrados o hacen actualmente malabares para evitar o postergar el
desplome. Además, no todos los que existen son editores en pocos sectores por
razones de peso: incipientes presupuestos familiares, nulos hábitos de lectura,
mala o deficiente prensa escrita y una incontenible expansión de los medios
electrónicos.
54
lectora si en playas, parques y piscinas no vemos gente leyendo sino bailando al
ritmo de lo que sale de estruendosos equipos de sonido y al calor de unas cuantas
botellas de aguardiente? ¿Quién puede encontrarle sabor a la lectura cuando
debe transportarse en incómodos y bruscos vehículos de servicio público que, en
ningún momento, tienen en cuenta la comodidad del usuario? ¿Cómo pueden las
nuevas generaciones despertar sus intereses literarios y artísticos cuando la
preocupación de los padres es invertir "en el carrito", "el equipo de sonido", "el
televisor y el betamax" y en las entradas para ir a ver a "FM Stereo" o a Julio
Iglesias? ¿Qué podemos pensar de universitarios y bachilleres que dicen que el
Quijote "está mal escrito" porque no entienden "nada" y que prefieren consultar un
resumen de María que la obra misma ?
Para que exista un lector debe darse una mágica fusión: el gusto por la lectura y el
respeto por lo que dicen -y lo que no dicen- las palabras. Difícilmente puede
aspirar a ser culto un país que viola sistemáticamente la ortografía, desconoce la
sintaxis e ignora las normas elementales de puntuación.
Otro género trajinado en Colombia es el ensayo, pero casi siempre ligado a las
ciencias sociales: política, antropología, economía, sociología, comunicación
social. El semillero en el género del ensayo se ha fortalecido en los últimos cinco
años mediante los numerosos trabajos que realizan los centros de investigación
de las principales universidades colombianas. Las obras resultantes son, en su
mayoría, aburridoras y de pesada digestión porque los profesores universitarios -
dicen ellos mismos- escriben para sus colegas, con términos incomprensibles y
con un presuntuoso objetivo académico y elitista. Por fortuna, algunos de estos
investigadores han comenzado a atender gradualmente el llamado de algunos
editores para que descompliquen sus textos. Ese trascendentalismo impide que
muchas obras importantes sobre nuestro pasado y nuestro presente; o mejor aún,
nuestra cultura- alcancen más conciencias.
55
La ventaja para los editores es que, por cerrados que resulten, estos libros de
ensayo tienen en Colombia un mercado asegurado en la creciente población
universitaria. Si se quiere ampliar el espectro de interés a otros lectores -asunto
deseable desde el punto de vista comercial- autores y editores deben sentarse a
estructurar los trabajos y darles un estilo más universal, sin que por ello
sacrifiquen su seriedad académica.
56
divulgación -economía, sociología, historia, literatura para ser hojeadas y
abandonadas. Nuestro papeleo es infinito".
Sin duda, una de las fuentes culturales que inspiran muchas de las corrientes
literarias mencionadas es el conocimiento de nuestra esencia como país. ¿Pero
quién, en esta sala, puede explicar lo que significa, cultural y filosóficamente
hablando, ser colombiano? Es más que sentarse a ver un partido de la selección
de fútbol de Colombia, recibir al torero César Rincón, cantar el Himno Nacional o
decir, con voz de macho cabrío, que "las leyes, como las mujeres, se hicieron para
violarlas".
Los libros, entonces, terminan por ser casi exclusivamente textos de enseñanza. Y
a veces ni siquiera eso: los cada vez más costosos libros pasan de mano en
mano, no como un objeto integral ni deseado, sino como un paquete de fotocopias
que hay que leer para no perder la materia. De todas maneras, para los pocos
editores colombianos resulta comercialmente más atractivo invertir en este tipo de
obras por su relativa buena demanda en el aula de clase.
Sin embargo las ventas siguen siendo moderadas y el retorno económico -vital
para ampliar las oportunidades a otros escritores, demorado.
Los editores que publican trabajos de pensamiento crítico, por otra parte, lo hacen
a sabiendas de los efectos negativos que su decisión pueda tener para la
estabilidad de la empresa. Los grandes conglomerados editoriales prefieren
publicar obras extranjeras -por cuyos derechos pagan mucho más de lo que se
ganaría un autor colombiano en muchos años de trabajo- porque así se evitan
57
arriesgar su imagen o contrariar poderosos intereses económicos o políticos. El
mejor consejo entre ellos es evitar la polémica: precisamente, lo contrario de lo
que debe generar un libro.
¿Qué salidas pueden mejorar este panorama de encierro que frena el desarrollo
editorial -y por implicación el desarrollo cultural- colombiano? Las nuevas
características políticas del país -de apertura política, económica y cultural- son
favorables a la reafirmación de la diversidad cultural y étnica y al rescate de lo
humano, ya en el plano de lo urbano, ya en el de lo rural.
58
Tómese por caso la traducción libre de este fragmento sobre su descripción de
Phillip Leslie Graham, el más tesonero hacedor de The Washington Post. El
fragmento es del libro "The Powers that Be", en el que se cuenta la historia de los
más poderosos medios de comunicación de Estados Unidos -su impacto, sus
errores, sus vínculos (limpios y sucios) con la política-, pero a través de sus
protagonistas:
Pero, en cierto sentido, era diferente del resto de los hombres de Washington,
porque le importaba tanto el poder de la inteligencia como el poder desnudo de los
votos. Precisamente, esa diferencia lo hacía un hombre especial y deslumbrante.
Nadie, ni el más experimentado político, dominaba un recinto como él lo hacía.
Todos querían hablarle, sentarse a su lado en la cena, deleitarse con la
originalidad de su intelecto, sentir de cerca el calor de su sonrisa y la agudeza de
su mordacidad. Una vez tuvo que dirigirse a todos los participantes en la
ceremonia de graduación de su hija, Lally, en el exclusivo colegio Madeira, de
Washington.
59
El texto de Halberstam es hoy lectura obligada para los estudiantes de historia,
ciencias políticas y periodismo. Sin embargo, está desprovisto de academicismos,
cátedra, elitismo o exclusivismo. Porque así como el autor se deleita esculpiendo
cada frase, el lector goza cada matiz de su resultado. Halberstam escribe,
nosotros leemos; nosotros leemos, Halberstam escribe: fórmula sencilla, porque
hay que escribir para leer y leer para escribir. Lo demás es letra muerta.
60
Mesa Redonda: Alberto Duque, Bernardo Hoyos,
Héctor Rincón y Gabriel Cantor
Seminario Periodismo Cultural y Cultura del Periodismo
Convenio Andrés Bello, Abril de 1993
ALBERTO DUQUE:
Eso indica la palabra cultura. Ser cultos a través de la radio. Propender por unos
conocimientos. Descubrir, por ejemplo, que existe un director de cine llamado
Bernardo Bertolucci o un compositor llamado Philip Black. O saber que Mac Davis
se murió. O que hay una señora llamada Nadine Gordimer que se ganó el Premio
Nobel de Literatura.
Hasta hace algunos años hablar de cultura en radio era escuchar el Concierto XXI
de Mozart para piano, tal y como lo anunciaba el locutor. Decir cultura era pasar
música clásica y apoyarse, por lo menos hablando en términos de una ciudad
como Bogotá, en estaciones como la HJCK, : el Mundo en Bogotá, o la
Radiodifusora Nacional.
61
luego iba un texto de Cortázar y, más tarde, un compositor un poco más digerible,
para terminar con jazz.
Nunca le conté a nadie, sólo hasta ahora, que en realidad yo hacía el programa.
No tanto porque la gente se 'culturizara' en Barranquilla, sino que simplemente
necesitaba algún pretexto durante cada domingo para hablar de mis dos grandes
pasiones que son: Charlie Parker y Julio Cortázar.
Con esa manía por mezclar la música y los textos literarios, poco a poco me fui
conectando con otras formas de trabajo de la radio. Pero tenía inquietudes: ¿lo
que estaba haciendo era un aporte positivo para la gente? En las calles me
preguntaban sobre los escritores del programa pasado, sobre algunos que les
parecían nuevos. Pero, ¿había una verdadera retroalimentación en torno a lo que
se les entregaba?
¿Qué están haciendo las cadenas radiales, las comerciales, ya en este caso, por
la cultura?
Durante una época larga en Caracol, por cierto con gente como Julio Nieto Bernal,
Enrique París y Mario Rivero, se realizó un programa llamado Monitor. Programa
vivo, estupendo, lleno de corresponsales de otros países con noticias. Iban
mezclando la música, temas sobre cine, literatura, arte. Después cambió por
razones que no vale la pena mencionar ahora.
¿Qué está haciendo RCN, la cadena a la cual madrugo todos los días de lunes a
viernes a decir tonterías durante cinco horas por la cultura? Prácticamente está
haciendo muy poco. Muy poco, porque durante esas cinco horas, mezclando
noticias de secuestros, asesinatos, de guerrilleros que hablan y no hablan, de
62
políticos, de campañas... todas esas tonterías, a veces tengo 30 ó 45 ó 60
segundos para decir a las ocho y dos minutos, luego de escuchar el programa de
un candidato ala Alcaldía de Bogotá, alcanzo a decir algo sobre el Nobel o los
libros más vendidos en Colombia.
Luego, como a las nueve menos cinco, cuando acaba de pasar el director de
Valorización de Bogotá explicando por qué fracasó una nueva campaña para
cobrar más impuestos, se vuelve a encender el botoncito rojo. Hablo sobre un
conjunto de jazz que acaba de llegar de Cuba y se va a presentar esta noche en la
sede del Teatro Popular de Bogotá; sólo alcanzo a decir la última parte.
Eso durante dos años, semana a semana, por supuesto que no representa sino un
aporte muy mínimo casi que vergonzoso a la cultura, y todos en RCN son
conscientes de eso.
Durante algún tiempo acudí a una frase: La cultura es noticia. Yo diría ahora que
la cultura es casi noticia, o sea está casi está alcanzando ese nivel para
equipararse e igualarse al resto de la información.
-¿La radio está contribuyendo a la cultura de los colombianos? Yo creo que no. No
está haciendo lo que debe. En ese caso pongo a la Cadena en la cual trabajo, y
espero seguir trabajando un año más, como : ejemplo de no estar haciendo lo que
se debe hacer por la cultura. Pero bueno, ahí están los casos de la HJCK, la Radio
Nacional, las emisoras de algunas universidades en varias ciudades del país y,
por supuesto, la programación de Caracol Estéreo que ha realizado unas series
estupendas, especialmente sobre música norteamericana".
BERNARDO HOYOS:
Yo diría que el sólo hecho de que la radio comercial, por ejemplo, permita la
presencia de Alberto Duque y la mía en las mañanas, y a veces por las tardes,
disfrutando de unos cuantos minutos, ya revela una preocupación de lo que se
llama los medios masivos por la cultura. Y no porque seamos símbolos de ella,
sino porque creyeron en nosotros como mensajeros de eso que se llama la
cultura.
63
Traigo dos ejemplos: una película famosa y clásica, ojalá algunos de ustedes la
vean si no la han visto se llama 'El triunfo de la voluntad', de Leni Reifenstal, que
por encargo de Hitler y del doctor Gobbels hizo en 1936. la película oficial de los
Juegos Olímpicos; es una obra maestra desde el punto de vista de las
posibilidades del cine en blanco y negro. No se trabajó con muchas cámaras pero
parece un ballet. Por supuesto, en edición, contada para los alemanes. No se
incluyeron las cuatro grandes conquistas de un atleta negro porque Hitler quería
que a toda costa 'El triunfo de la voluntad' fuera el triunfo de lo que él pensaba era
la raza aria. Pero la versión que vimos después en Gran Bretaña con un pietaje,
como se dice, que recuperaron no se cómo los británicos, se dieron los cuatro
triunfos gloriosos de Jesse Owens, con sus cuatro medallas de oro que Hitler
quería no entregarle. Y, sin embargo, él, no para verguenza de la raza negra sino
de la raza aria, conquistó.
Cultura es, creo yo en el mejor sentido de las palabras, la maravillosa película que
hicieron los mexicanos después de las Olimpíadas de México en 1968, y que
vimos en el año 1969. Ahí el director Alberto Isaac trabajó con algo así como 62
cámaras e hizo también un ballet, un espectáculo maravilloso para los ojos.
Dentro del fenómeno de nuestra radio cultural universitaria, hay que saludar a la
Universidad Nacional, que sí hace uso de ese arsenal inmenso de información y
de riqueza, es, simplemente, la mejor emisora de América Latina posiblemente.
64
Caracol Estéreo, y no lo digo por las contribuciones que he hecho ahí desde hace
17 años, es un modelo de programación de radio popular y radio contemporánea
hecha con rigor, con buen gusto, con una inmensa variedad. Es también una
emisora cultural porque hay que partir de la base. Yo creo, y así se lo decía algún
día a Juan Gustavo Cobo Borda, que nuestros programas serían más exitosos si
les quitáramos el mote de culturales. La gente verá si se amaña o no; simplemente
les quitamos por anticipado el terror de enfrentarse al aburrimiento de la cultura, la
sosera de la cultura o al ladrillo de la cultura y hay que trabajar por quitar de ese
pedestal a todos los que trabajamos en la tarea de divulgación cultural en que nos
asentamos desde hace tiempo; que son ladrillos las cosas que hacemos y no hay
tal.
Como divulgador de la cultura que soy, la inquietud que quería dejar en esa charla
es la siguiente: tenemos ciertamente abundancia de medios y abundancia de
cosas para contar desde el punto de vista de la materia de información. Bogotá es
una ciudad cinematográfica, fuera de ser una ciudad radial maravillosa; hay que
ver la programación de las diversas cinematecas, del Museo de Arte Moderno, de
las universidades Nacional y Distrital, y, en general, de los museos.
Eso hay que contárselo en un recuadro. Así como hay un criterio editorial en la
política y la economía, tenemos que luchar, propender, por la creación de un
criterio editorial desde el punto de vista de la información, de la divulgación, de lo
que ocurre alrededor de la vida cultural.
65
lo mejor no se han dado cuenta; entonces tienen que preguntarle al editor: bueno
jefe, qué es lo bueno de todo el cine, qué vamos a ver. Creo que cuando vayamos
logrando ese propósito a través de los medios impresos, de las revistas, de la
radio misma, estaremos dando pasos importantes. ¿Que todo es bueno? Si todo
es tan bueno, pues estamos en un mundo maravilloso. De todas maneras, a
Bogotá, y a otras ciudades, les hace falta una revista cultural. Una revista que yo
sé que aquí hay gente capaz de hacer. Yo sueño con una revista hecha por Juan
Gustavo Cobo y por R.H. Moreno, una especie de New Yorker. O como la que
circuló durante mucho tiempo y con éxito que se llamaba La Capital. Una
publicación ojalá semanal, o quincenal. Una visión detallada, analítica y
editorializada de todo el quehacer cultural.
Es importante que a la gente le digan por qué lo que vio fue bueno, por qué lo que
oyó fue bueno, por qué Rubalcaba es el mejor pianista de jazz que hemos visto en
los últimos 30 años.
Muchas revistas fracasan entre nosotros. Hay unas muy buenas como información
general, pero yo creo que ya nos merecemos una publicación especializada donde
se le cuenta a esta inmensa mayoría que es el público de la cultura, el consumidor
de la cultura en Bogotá y en Colombia, qué es lo bueno por ver y qué fue lo bueno
que vio u oyó o leyó".
HECTOR RINCON:
"Soy de los que considera odioso llamar al periodismo que revela el quehacer
cultural, Periodismo Cultural. Soy de los que opina que el periodismo todo debe
ser cultural, debe ser investigativo y debe ser político.
66
redacción. El que tiene un lugar donde hay afiches distintos a los afiches que hay
en deportes. Todos sabemos cuál es y todos sabemos cómo es. Se visten distinto
a como se viste el resto de los señores de redacción. Me parece que eso ha hecho
que el periodismo cultural se haya "ghettizado" de una manera atroz y no sólo por
cuenta de la reunión de los redactores que hacen cultural sino que adicionalmente
se han restringido estos redactores a los espacios que les otorga la pauta
comercial cuando el periódico tiene pauta comercial o a los caprichos que los jefes
de redacción o los directores tienen sobre unos espacios que han conquistado por
la fuerza de la inercia. Porque, de todas maneras hay que publicar cosas
culturales. Pero no he visto en muchos años de experiencia, de manejos globales,
de informaciones generales a muchos redactores culturales, entre comillas, luchar
por conseguir más espacios, otros distintos a los que les otorgan.
No hay un esfuerzo que se vea, se oiga, se sienta, por parte de los redactores
culturales para encontrar espacios distintos a los ya colonizados.
Los redactores culturales generalmente entienden como cultura las bellas artes.
Cultura es entonces la exposición de Grau. Pero cultura no es un grupo
comunitario del barrio Meissen, por ejemplo, para citar el caso de Bogotá; o para
decirlo en términos medellinenses, no hay espacio para el barrio Comparsa, pero
sí hay espacio para el taller de escritores de La Piloto.
Ambos son importantes. No quiero decir que hay que excluir unos y meter otros.
Pero se concibe la cultura sólo como bellas artes; y el cóctel de inauguración del
lanzamiento de un libro, el poeta que publicó su obra, el escritor nuevo que está
vendiendo, la llegada del cuarteto de jazz de Praga. Pero no hay en el periodismo
cultural (ni tampoco en el otro), aunque empiezan a notarse por fortuna cambios
en los dos, una recurrente y sistemática llamada a las fuentes alternativas,
provocando la frustración que es imaginable al sembrar zonas de exclusión en los
periódicos; porque los periódicos solamente revelan el establecimiento de siempre
y no se revela la totalidad del país. Si no se cuenta el país globalmente, hay
territorio de exclusión, lo que no es otra cosa que una contribución al desorden
público. De alguna manera, la gente, al sentirse excluida también por los medios
67
de comunicación y por el Estado, de suyo revierte en una frustración que
finalmente explota.
Cuando menciono que el periodismo debe tener proyecto de país y cuando hago
referencia a la necesidad entonces de que sea político en el más amplio sentido
del término, lo hago a sabiendas de la confusión que puede crearse dentro de las
inexperiencias de quienes llegan a una redacción; y si se les vende como una
necesidad de ejercer un periodismo político, como proyecto de país, puede haber
un desbordamiento más partidista que político. De tal suerte que el control debe
ejercerse por parte de los editores y de la formación profesional de los periodistas.
Quizá la gente queda mucho más contenta no de haber hecho un trabajo sobre los
grupos de danzas del departamento del Guainía, así sea un serial magnífico que
revele cosas, sino que de pronto quedan felices y realizados en el momento en
que ya Gloria Zea los saluda con nombre propio. Consideran que ahí ya
cumplieron su función profesional de informar sobre 'cultura'. Creo que ese
periodista no tiene dentro de la libreta de fuentes más que cuatro o cinco nombres,
lo que impide realmente mostrar el país en general".
GABRIEL CANTOR:
68
Posteriormente vino una inyección de programación comercial. Algunas
programadoras habían realizado esfuerzos en el campo cultural -bien o mal
elaborados, no discutamos ahora la calidad- tendientes en presentar nuevas
alternativas, mensajes distintos a los televidentes, pero la mayoría de ellos
sucumbían porque estaban enfrentados, por ejemplo, a telenovelas. Entonces la
Cadena 3 les abrió las puertas para que a través de ella se pudieran programar en
horarios más benignos con respecto a los enfrentados. Para que pudieran cumplir
con su cometido: prestarle un servicio a la gente y no desperdiciar ese mensaje
que había sido elaborado con una buena intención. Actualmente, para poder
continuar con esa idea de la programación comercial, es la propia Cadena 3, con
sus sistemas de producción, la que está facilitando programas para cubrir algunos
horarios a las cadenas comerciales.
Finalmente quiero hacer énfasis en dos premisas que son igualmente falsas.
Primero: que la cultura no vende. Allí la que tiene que primar es la calidad. y la
otra, que los programas culturales son ladrillos. Si nosotros hacemos uso de las
69
bondades del medio y utilizamos adecuadamente su lenguaje, tiene que
desaparecer esa premisa como una constante.
70
La difusión cultural en la televisión
Por Héctor Troyano Guzmán
Periodista colombiano Coordinador del Área de Comunicación del
Convenio Andrés Bello
Hace algunas semanas pude observar en televisión un drama de la vida real que
me causó profundo impacto. En un programa de variedades bastante conocido por
ustedes, "Sábados Gigantes", dos hijos y su padre se reencontraron luego de
varios años de total alejamiento, gracias a un simple llamado público hecho al aire
por el prestigioso presentador del espacio.
La televisión es hoy, quizás, el único elemento común a todos los pueblos del
mundo. Hablo, claro, del medio como tal. Una imagen de una favela en cualquier
rincón de Rió de Janeiro y otra de una mansión en Beverly Hills, tienen como
afinidad, única y exclusiva, la antena que trae al mundo de los destechados del
Brasil y al hombre de Hollywood, el último de los "Oscares", por ejemplo. Hay
tantos receptores de televisión, como espacios libres para colocar sus, cada vez,
más pequeñas y sofisticadas estructuras. No está lejos de nosotros la televisión de
alta definición, una gran calidad gráfica y, además, escasos centímetros de fondo.
Entonces, los cuadros serán descolgados de las paredes para dar paso a
imágenes en movimiento que convertirán los pasillos en improvisadas salas para
telespectadores.
Pese a los rigores de la deuda externa, el resurgimiento del cólera o las altas
tasas de desempleo, no podemos negar que las últimas innovaciones y todo
aquello que ha dado en llamarse pomposamente tecnología, está al alcance de la
mano. Tan cerca que una promoción de una entidad financiera en Colombia lo
pintó en sobrecogedores treinta segundos de televisión. Un eco de tambores
precolombinos da el salto de 500 años para concluir en el índice derecho de un
indígena que, con temor, oprime el teclado de un computador. Otro
descubrimiento, tan impactante como debieron resultar los espejos para nuestros
antepasados, en 1492.
71
Vehículo cultural
Pero volviendo a la pantalla que es objeto de este análisis, hay que señalar su
trascendental papel en la sociedad actual, en nuestra sociedad de hoy. La
televisión ha permitido, para citar un caso, que nuestros niños cuenten con un
vocabulario mayor al nuestro.. y también, que los mismos pequeños tengan un
concepto diferente -o mejor, más real- de la división política del planeta.
Después, por la pantalla chica, corrieron vientos de educación. Con toda la fuerza
de la razón, a los ministerios del ramo se les ocurrió la feliz idea de poner fin al
analfabetismo, o por lo menos reducirlo a niveles ínfimos, mediante la difusión de
cursos básicos. Algunas metas iniciales se lograron para beneficio, en especial, de
la población adulta. Pero en definitiva, los objetivos nunca se cumplieron a
cabalidad.
Enlatados
Diferente suerte tuvo la programación que, con fines comerciales, hizo aparición
casi de inmediato. Hablo del punto de partida de los "enlatados" producidos por
Estados Unidos, doblados al español y pasados y repasados, una y mil veces, en
nuestros canales. Enlatados que, entre otras cosas, no sé si por la nostalgia del
tiempo o por la seriedad y categoría de directores y protagonistas, me parecen, y
me seguirán pareciendo, mucho mejores a los de hoy. Me refiero, por supuesto, al
"Llanero Solitario", "Batman", "El Zorro", "La Familia Monster", versiones
originales, por que las renovadas y modernas obedecen a ese viejo principio del
cine que afirma que segundas partes nunca fueron buenas.
Una a una, esas series fueron apropiándose del terreno que la forma cultural
inicial, por llamarla de alguna manera, había ocupado en una decisión institucional
surgida más de la necesidad que de cualquier otra razón.
72
En principio, la proporción era abrumadora en favor de los hechos aquí y con
rasgos propios. Es decir, para hablar en términos de esa lejana niñez, nos
entregaban treinta minutos de "Zorro" por dos horas de una mezcla en la que
figuraban cumbias, una versión criolla de Hamlet (bastante criolla) y un
documental sobre la caída de París en la Segunda Guerra Mundial.
Del equilibrio (un "Zorro" y un "Batman" por "La dama de las Camelias") no pasó
mucho tiempo hasta dar con un panorama diferente y, en verdad, desolador para
el talento nacional... y, claro, para la cultura.
La respuesta autóctona no tardó en llegar: en horarios para las amas de casa y los
estudiantes de bachillerato aparecieron las telenovelas. Por supuesto la acogida
fue impresionante. Aunque cada día tiene su afán, en 1970, dos situaciones
apuraban el reloj: la selección de fútbol del Brasil que dirigía Zagallo (la de Pelé,
Jairzinho, Gerson, Rivelino) y "Simplemente María".
Los culebrones
Las telenovelas -esos "culebrones"- como las definen los críticos de televisión
porque, dicen ellos, no parecen tener final, cumplieron, a mi entender, un papel
cultural, discreto, pero cultural. Los interrogantes actuales son ¿cómo han logrado
sobrevivir por tanto tiempo? , ¿y cuál es su función en el presente? Tema digno de
investigación que dejo en manos de ustedes.
Creo que ya le gastamos suficiente tiempo a algo tan aparentemente frívolo como
las telenovelas. Hubo, posteriormente, a mediados de los setenta, un período de
ligera reconversión. Desde la orilla opuesta a la netamente comercial surgieron
voces que clamaban por la defensa del patrimonio cultural. Unas radicales: no
más enlatados, ni música foránea! Otras, las más prudentes: ¡se necesita un
viraje!
73
Para un sistema de apenas dos canales, había poco que hacer. Uno de ellos en
manos privadas y el otro estatal. No obstante, existió el resurgimiento de lo
nacional e hizo presencia el programa "netamente cultural".
"Netamente cultural" , quiero decir, un espacio hecho con alto perfil, para ser visto
por personas allegadas al medio, de fácil comprensión para ellas y sin interesarse
mucho del inmenso vulgo que resultaba ajeno a sus intereses. Desde entonces el
"programa cultural" hecho en televisión y bastante afín a las páginas "culturales"
de los diarios y las emisiones de radio "culturales"- es así. Tiene ese formato, con
excepción, claro está.
Un formato que le imponen los periodistas a quienes, como bien señalaba Miguel
González, de televisión española, en el curso de un seminario realizado en
Santafé de Bogotá, parece preocuparles excesivamente el concepto de sus
colegas, hasta el punto de olvidarse que otros televidentes, diferentes a los
periodistas, también ven el programa.
Es muy probable, y así lo encuentro, que el término "ladrillo" que se aplica a los
programas culturales tengan razón de ser en esa concepción periodística.
Creo que la televisión cultural debe ser ante todo televisión, buena televisión.
Como medio que tiene a su favor la imagen, el movimiento, el color, la voz, el
sonido y tantas cosas más, considero que tenemos que salir de los estudios, de
las galerías, de los grandes salones para buscar la cultura, también, en otros
lugares.
El ejemplo que voy a dar a continuación peca de excesivo, pero puede contener el
espíritu de los que trato de hacer entender: Hemingway era un desconocido para
la mayoría de colombianos hasta hace un año. De Hemingway se había
pontificado, analizado, criticado en centenares de oportunidades por parte de
hombres conocedores en la materia. Sin embargo, ahora Hemingway es familiar
porque una serie sobre su vida se transmitió semanalmente los sábados en la
noche, a lo largo de una hora de cultura.
74
Los medios de comunicación social y los procesos
de integración andina
Por Héctor Troyano Guzmán
Periodista colombiano. Coordinador del Área de Comunicación
del Convenio Andrés Bello.
Sobre estos tres objetivos dialogaremos en este encuentro con los trabajadores de
la cultura y la integración. Se trata de aproximarnos al rol que tiene la cultura en
los medios de comunicación social o viceversa, ya su misión en la construcción del
nuevo núcleo de familia, del nuevo país o grupo de países o continente que
queremos edificar.
Estamos aquí para ver la cultura al interior de los medios de comunicación social;
de la relación de estos con los procesos de integración y sus desafíos a nivel
latinoamericano y mundial. Porque hablar de los desafíos de América Latina
parece un pleonasmo. Si hay una parte de este continente que, por su propia
historia y por definición está establecido en un esquema de retos, esa es nuestra
América Latina. Miremos la historia. Veamos el presente.
75
La pregunta es: ¿estaremos nosotros, como comunicadores sociales y periodistas,
presentes en este legado? Este interrogante espero sea asunto de interés por
parte de este Foro.
Marco histórico
Porque -en mayor o menor medida, dependiendo del medio y del momento
histórico en un periodismo que como el de hoy se caracteriza por moverse en
torno al fenómeno "actualidad" - esos mismos participantes y los ejércitos de
comunicadores, lectores, radioescuchas, televidentes, alumnos y receptores en
general, han generado un nuevo mensaje: la promoción del periodismo cultural, y
la necesidad de no vivir aislados.
La Secretaría Ejecutiva del Convenio Andrés Bello comparte e impulsa esta idea.
Dentro de la globalización que atañe a cada una de las actividades de un
organismo internacional, es el momento de ampliar el espectro de lo realizado en
Quito y San Cristóbal, a los siete países latinoamericanos signatarios del Convenio
Andrés Bello.
76
Junto con la consecución de terrenos amplios, apropiados y fértiles para la cultura
y la integración en los medios de comunicación, es indudable que, a nivel nacional
los periodistas especializados pretenden unificar intereses.
Un tercer objetivo tiene que ver con la necesaria divulgación del proceso
integracionista del Convenio en los países signatarios. Ahora que la nueva
administración de la SECAB propugna por el conocimiento de la organización en
el seno de los propios pueblos, nada mejor que llegar a quienes difunden la cultura
y hacer conocer nuestros alcances y tareas por su intermedio. No en el plan de
utilizar al profesional de la comunicación, sino en la verdadera convicción de que
estamos haciendo las cosas bien y en beneficio directo de 120 millones de
habitantes de la subregión.
La integración andina
77
El 31 de enero, en la Quinta de Bolívar, también en Bogotá, los Ministros de
Educación de Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Perú y Venezuela, suscribieron al
Convenio Andrés Bello, de integración educativa, científica y cultural. En Lima, en
1971 se aprobó la constitución de la Asociación de Empresas Estatales de
Telecomunicaciones del Grupo Andino -ASETA-. En Caracas, 1976, se suscribió
el Convenio Simón Rodríguez para la integración socio laboral del Grupo Andino.
Ese mismo año se creó el Fondo Andino de Reservas como mecanismo de apoyo
de la balanza de pagos de los países miembros. El Tribunal de Justicia del
Acuerdo de Cartagena nace en 1979, como órgano jurisdiccional establecido para
garantizar el respeto al derecho de la aplicación e interpretación del ordenamiento
jurídico del Acuerdo. En 1979 se firmó en la ciudad de La Paz, Bolivia, el Tratado
Constitutivo del Parlamento Andino, órgano político del Acuerdo de Cartagena,
cuyo objetivo principal es el de coadyuvar a la promoción y orientación del proceso
integracionista.
78
Programación Industrial Conjunta, el Arancel Externo Común, para mencionar sólo
algunos ejemplos, se han visto seriamente afectados; también ha habido
estancamiento y el avance económico del proceso ha estado perturbado, entre
otras causas, por la profunda crisis mundial que ha golpeado seriamente las
economías de nuestros países. Además el incumplimiento de las naciones a
cientos de resoluciones y compromisos, afecta la integración. Todo esto es
manejado de diferentes formas por los medios de comunicación social,
especialmente desde el lado negativo y de incredulidad, sosteniendo, en muchos
casos, que la integración no sirve. Es ahí donde salen afectados los demás
órganos de integración porque se ha generalizado.
Las altas esferas gubernamentales, con los Presidentes a la cabeza, así como los
medios de comunicación han hecho énfasis en el análisis de los instrumentos
económicos, restando importancia a las actividades sociales, lo que limita ampliar
el ámbito de la integración, quizá por desconocimiento de los demás entes que
conforman el sistema andino de integración; tal vez porque, en el caso del
Convenio Andrés Bello, falta mayor decisión política para impulsarlo, es posible
que ello suceda porque no ha habido capacidad de convocatoria de los
organismos responsables del manejo a nivel nacional del Convenio,
especialmente frente a los medios de comunicación, lo que poco saben de él,
porque éste permanece en arresto domiciliario en los Ministerios de Educación,
limitando que la integración cultural cumpla con sus objetivos de servir a las
comunidades de nuestras naciones, para no hablar de si es que a los medios de
comunicación no les interesa la integración, la cultura o si es que nos falta
emprender la marcha de preparar a nuestros comunicadores y periodistas en
estos campos, con el fin, no solamente de escribir y hablar con conocimiento de
causa, sino de ganar el espacio que estos temas ameritan.
79
nuestros países. También requiere de una real y efectiva coordinación
interinstitucional a nivel de los instrumentos que constituyen el proceso de
integración subregional, porque hasta ahora cada uno va por su lado; porque en
muchos casos hay celos; porque no es raro encontrar que tres o cuatro
organismos estén trabajando sobre un mismo proyecto, pero sin que los demás lo
sepan. Estamos trabajando por la integración pero no damos el ejemplo de
hacerlo a nivel de organizaciones.
Sin temor a equivocarme, uno de los aspectos que más han incidido
negativamente en la imagen del proceso es la carencia de una política de difusión
de los objetivos y logros de la integración, lo que ha llevado a que los medios de
comunicación hayan dejado de lado los aspectos sociales, para referirse
especialmente a los mecanismos económicos del Acuerdo de Cartagena, y dada
las dificultades que éste ha tenido y sigue teniendo, la imagen que se difunde es
negativa, produciendo, como es lógico, desconfianza respecto a las bondades del
proceso, en forma global.
80
mensaje convierta en agentes activos del proceso, a los grupos sociales a los
cuales va dirigido.
¿Existe una política cultural en los medios de Comunicación Social? No. La cultura
está al margen, por que no es actualidad, por que no vende y, en el fondo, porque
existe confusión sobre qué es cultura.
La otra cara de la moneda: los medios de comunicación social que tienen asiento
en las zonas fronterizas -obviamente más pequeños que los de las grandes
ciudades- viven intensamente los procesos de integración y les dan gran
despliegue, convirtiéndose en impulsores de los mismos.
El tratamiento de los medios masivos, a los hechos que tengan que ver con
procesos de integración, es netamente coyuntural. Más, si es de tipo cultural. Y,
más allá, existe una marcada tendencia a darle mayor énfasis a hechos
81
internacionales europeos o estadounidenses que a noticias providentes de los
países con los cuales, inicialmente, debe darse la integración.
En los países andinos existen dos intentos de integración a gran escala, en cuanto
hace a la comunicación y difusión. El primero es el Sistema de Información de
América Latina y el Caribe, SIDALC, integrado por la mayoría de los organismos
internacionales de integración y cooperación internacional. Se trata de un boletín
semanal con noticias donde el tema económico sigue imperando, mientras que el
cultural va en franca desventaja; este boletín del SIDALC tiene destinatarios
específicos: los periodistas especializados en asuntos económicos, a quienes la
noticia o artículo especial de cultura no interesa y entonces en lugar de pasar la
información al compañero de redacción, ésta va al cesto de la basura.
82
venido fortaleciendo la integración. Pero necesitamos más capacidad de
movilización y negociación por parte de las Secretarías Nacionales del Convenio
para colocar este producto, el que por su calidad y contenido -que es con lo que
se puede competir-, es emitido en Estados Unidos, Costa Rica y México, firmado,
además el acuerdo de miembro con la Universidad Internacional de Radio y
Televisión, URTI, con sede en París, lo que permite que en Europa haya una
imagen diferente de Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Panamá, Perú y
Venezuela, en relación con la que las agencias internacionales presentan de
nosotros. Pertenecemos al sistema de la Unión Latinoamericana y del Caribe de
Radio y Televisión, ULCRA.
Los anteriores son ejemplos de cómo la Secretaría Ejecutiva del Convenio Andrés
Bello, ha logrado vincular a los medios de comunicación con el proceso de
integración cultural.
Hacia el mañana los desafíos de un mundo que se abre entre grandes promesas e
inquietantes desafíos al siglo XXI determinarán, sin duda alguna, las respuestas
más convenientes del Convenio Andrés Bello.
83
La integración de nuestros pueblos en una vigorosa comunidad de naciones, que
sin menoscabo de la identidad de cada una, sea para todas as la mejor garantía
de su soberanía, prosperidad y supervivencia, es uno de los grandes ideales del
Convenio y de Latinoamérica. Tal vez sea el más grande.
En síntesis
Para que los medios de comunicación social tengan mayor interés por los asuntos
integracionistas, es necesario tener en cuenta, entre otras, las siguientes
consideraciones:
-Que no sea la pauta comercial la única medida para que tenga campo la
integración y la cultura en la radio, la televisión y los medios impresos.
84
- Que como responsable del proceso integracionista, seamos capaces de elaborar
mensajes que logren comprometer a los receptores en este derecho y deber que
es de todos.
- La integración no es igualación.
85
general no lleva a cabo ningún seguimiento de su desarrollo después de que deja
de ser actual.
- Los halagos del poder, es un riesgo que no debe correr el periodista, porque
disminuye su autoridad moral.
86
De la cultura del periodismo
Por Víctor Diusabá Rojas
Periodista colombiano
Contaba Jorge Luis Borges que, alguna vez, mientras paseaba por el centro de
Buenos Aires de la mano del cantautor Facundo Cabral un hombre que lo creyó
más sordo que ciego le gritó al oído "viejo reaccionario" , Borges caminó un par de
cuadras antes de referirse al asunto: "para que ese tío me haya gritado eso, le dijo
a Cabral, no hay sino dos alternativas: o que no me haya leído o que me haya
leído".
Poco o nada leído el periodismo cultural suele merecer hoy muchas menos
ofensas, honrosas ofensas que Borges, aunque tampoco elogios.
El periodismo cultural es el hijo aquel que quiso ser arqueólogo, filósofo o poeta.
El ingenuo que eligió increíblemente el camino empedrado de la utopía ahora
cuando las autopistas son tan rápidas.
87
Los periodistas culturales escasean porque su especialidad resulta tan extraña
como la cocina sueca, porque su producto no vende y el periodismo de hoy
necesita vender para sobrevivir. Por eso las proporciones son abismales como en
el caso que relato a continuación:
No fue el único caso, en un diario de circulación nacional con sede en Bogotá viví,
hace 3 ó 4 años, el momento más patético de la conmocionada vida colombiana
contemporánea. Todos los días a las 9 de la mañana realizábamos el consejo de
redacción en la sala del editor, al que yo asistí en calidad de Redactor Jefe de una
de las secciones. Por entonces las noticias trágicas no cabían en la primera
página. Pues bien, el clima noticioso, la dura realidad nos cayó encima. La
imaginación quedó atrapada fuera del pequeño recinto y seguramente desde allí
observó cómo aún, en los días de relativa calma nos empeñábamos en dar con la
mala noticia que merecía el encabezamiento del periódico. "Hoy no tenemos con
qué abrir" , decíamos desilusionados.
Frase célebre aquella que reflejará en el mañana, no sólo un momento crítico del
país sino de nuestra actividad. Pero, y esta es la noticia mala, el periodismo
cultural no contaba con suficientes pertrechos para someterse a las condiciones
del frente. El periodismo cultural no merecía primera página con una guía de
selectas galerías para un público selecto o con una entrevista aun famoso barítono
perfectamente copiada de una revista extranjera; o con ese particular enfoque que
divide la cultura en dos trozos: el inmenso de lo que le es extraño y ajeno, y ese
delicioso pudín que comparte con los más íntimos, el que cabe en las aburridas
páginas culturales. Así, lo que llamamos periodismo cultural desperdició una
inmensa oportunidad, porque como casi todo el periodismo se refugió en una torre
de marfil noticiosa, para olvidarse que las historias están en la cotidianidad y en
los eternos instantes en que tardan en cambiar los semáforos, en los juegos de los
abuelos y en los sabios consejos de los niños; en el mundo que se ve desde las
ventanas abiertas en nuestra fantástica realidad.
88
Por eso, porque sí hay una cultura amplia, rica, inagotable, como que es todo
aquello que enaltece el espíritu. Porque sí hay periodistas que matan el tedio, la
monotonía y el reloj. Porque no habrá integración sin que medie la cultura. Por eso
y por mucho más estamos aquí. Hagamos Periodismo Cultural, pero no olvidemos
hacer una cultura del periodismo.
89